una pequeñez

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  • 7/31/2019 Una pequeez

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    Una pequeezAnton Chjov

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    Advertencia de Luarna Ediciones

    Este es un libro de dominio pblico en tanto que losderechos de autor, segn la legislacin espaola

    han caducado.

    Luarna lo presenta aqu como un obsequio a susclientes, dejando claro que:

    1) La edicin no est supervisada por nuestrodepartamento editorial, de forma que no noresponsabilizamos de la fidelidad del contenido del mismo.

    2) Luarna slo ha adaptado la obra para quepueda ser fcilmente visible en los habituales readers de seis pulgadas.

    3) A todos los efectos no debe considerarsecomo un libro editado por Luarna.

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    UNA PEQUEEZ

    Nicols Ilich Beliayev, rico propietario dPertersburgo, aficionado a las carreras de caballojoven an -treinta y dos aos-, grueso, de mejillasonrosadas, contento de s mismo, se encamin, yanochecido, a casa de Olga Ivanovna Irnina, con que viva, o, como deca l, arrastraba una larga tediosa novela. En efecto: las primeras pginallenas de vida e inters, haban sido saboreadahaca mucho tiempo, y las que las seguan sucedanse sin interrupcin, montonas y grises.

    Olga Ivanovna no estaba en casa, y Beliyev pas al saln y se tendi en el canap.

    -Buenas noches, Nicols Ilich! -le dijo unvoz infantil-. Mam vendr en seguida. Ha ido coSonia a casa de la modista.

    Al or aquella voz, advirti Beliayev que eun ngulo de la estancia estaba tendido en un soel hijo de su querida, Alecha, un chiquillo de ochaos, esbelto, muy elegantito con su traje de tercipelo y sus medias negras. Roca arriba, sobre u

    almohadn de tafetn, levantaba alternativamen

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    las piernas, sin duda imitando al acrbata que acababa de ver en el circo. Cuando se le cansaban lapiernas realizaba ejercicios anlogos con los brazos. De cuando en cuando se incorporaba de u

    modo brusco y se pona en cuatro patas. Todo eslo haca con una cara muy seria, casi dramticjadeando, como si considerase una desgracia que le hubiera dado Dios un cuerpo tan inquieto.

    -Buenas noches, amigo! -contest Belia

    yev-. No te haba visto. Mam est bien?Alecha, que ejecutaba en aquel momen

    un ejercicio sumamente difcil, se volvi hacia l.

    -Le dir a usted... Mam no est bien nun

    ca. Es mujer, y las mujeres siempre se quejan dalgo...

    Beliayev, para matar el tiempo, se puso observar la faz del nio. Hasta entonces, en todo tiempo que llevaba en relaciones ntimas con Olg

    Ivanovna, casi no se haba fijado en l, no dndoms importancia que a cualquier mueble insignicante.

    Ahora, en las tinieblas del anochecer, frente plida de Alecha y sus ojos negros record

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    banle a la Olga Ivanovna del principio de la novelY quiso mostrarle un poco de afecto al chiquillo.

    -Ven aqu, bicho! -le dijo- Djame ver

    ms de cerca.El chiquillo salt del sof y corri al canap

    -Bueno -comenz Beliayev, ponindole unmano en el hombro.- Cmo te va?

    -Le dir a usted... Antes me iba mejor.-Y eso?

    -Es muy sencillo. Antes, mi hermana y yo leamos y tocbamos el piano, y ahora nos obligan aprendernos de memoria poesas francesas... Sha cortado usted el pelo hace poco?

    -S, hace unos das.

    -Ya lo veo! Tiene usted la perilla ms cortMe deja usted tocrsela?... No le hago dao?...

    -Por qu cuando se tira de un solo peduele y cuando se tira de todos a la vez casi no ssiente?

    El chiquillo empez a jugar con la caden

    del reloj de su interlocutor y prosigui:

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    -Cuando yo sea colegial, mam me comprar un reloj. Y le dir que tambin me compre uncadena como esta. Que dije ms bonito! Como de pap... Pap lleva en el dije un retratito d

    mam... La cadena es mucho ms larga que la dusted...

    -Y t cmo lo sabes? Ves a tu pap?

    -Yo?... No... Yo...

    Alecha se puso colorado y se turb muchcomo un hombre cogido en una mentira.

    Beliayev lo mir fijamente, y le pregunt:

    -Ves a pap..., verdad?

    -No, no... Yo...

    -Dmelo francamente, con la mano sobre corazn. Se te conoce en la cara que ocultas verdad. No seas taimado. Le ves, no lo nieguesHblame como a un amigo.

    Alecha reflexiona un poco.

    -Y usted no se lo dir a mam?

    -Claro que no! No tengas cuidado.

    -Palabra de honor?

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    -Palabra de honor!

    -Jramelo!

    -Dios mo, qu pesado eres! Por quin m

    tomas?Alecha mir a su alrededor, abri mucho lo

    ojos y susurr:

    -Pero, por Dios, no le diga usted nada

    mam! Ni a nadie, porque es un secreto. Si mamse entera, yo, Sonia y Pelagueya, la criada, nos ganaremos. Pues bien, oiga usted: yo y Sonia novemos con pap los martes y los viernes. CuandPelagueya nos lleva de paseo vamos a la confiterAspel, donde nos espera pap en un cuartito apartEn el cuartito que hay una mesa de mrmol y encma un cenicero que representa una oca.

    -Y qu hacis all?

    -Nada. Primero nos saludamos, luego no

    sentamos todos a la mesa y pap nos convida caf y a pasteles. A Sonia le gustan los pastelillode carne, pero yo dos detesto. Prefiero los de col los de huevo. Como comemos mucho, cuando vovemos a casa no tenemos gana. Sin embargo, cenamos, para que mam no sospeche, nada.

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    -De qu hablis con pap?

    -De todo. Nos acaricia, nos besa, nos cuenta cuentos. Sabe usted? Y dice que cuando sea

    mos mayores nos llevar a vivir con l. Sonia nquiere; pero yo s. Claro que me aburrir sin mampero podr escribirle cartas. Y hasta podr venir verla los das de fiesta, verdad? Pap me ha prometido comprarme un caballo. Es ms bueno! Ncomprendo cmo mam no le dice que se venga

    casa y no quiere ni que le veamos. Siempre nopregunta cmo est y qu hace. Cuando estuvenferma y se lo dijimos, se cogi la cabeza con lados manos..., as..., y empez a ir y venir por habitacin como un loco... Siempre nos aconsej

    que obedezcamos y respetemos a mam... Digusted: es verdad que somos desgraciados?

    -Por qu?

    -No s; pap lo dice: Sois unos desgraciadas -nos dice-, y mam, la pobre, tambin, y ytodos nosotros. Y nos suplica que recemos parque Dios nos ampare.

    Alecha call y se qued meditabundo. Rin un corto silencio.

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    -Conque s? -dijo, al cabo, BeliayevConque celebris mtines en las confiteras? Tiene gracia! Y mam no sabe nada?

    -Cmo lo va a saber? Pelagueya no dirnada... Ayer nos dio pap unas peras!... Estabadulces como la miel. Yo me com dos...

    -Y dime... Pap no habla de m?

    -De usted? Le aseguro...

    El chiquillo mir fijamente a Beliayev, y cocluy:

    -Le aseguro que no habla nada de particlar.

    -Pero, por qu no me lo cuentas?

    -No se ofender usted?

    -No, tonto! Habla mal?

    -No; pero... est enfadado con usted. Dicque mam es desgraciada por culpa de usted; quusted ha sido su perdicin. Qu cosas tiene papYo le aseguro que usted es bueno y muy amabcon mam; pero no me cree, y, al orme, balancela cabeza.

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    -Conque afirma que yo he sido la perdcin...?

    -S. Pero no se enfade usted, Nicols Ilich

    Beliayev se levant y empez a pasearspor el saln.

    -Es absurdo y ridculo! -balbuceaba, encogindose de hombros y con una sonrisa amarga-. es el principal culpable y afirma que yo he sido

    perdicin de Olga. Es irritante!

    Y, dirigindose al chiquillo, volvi a pregutar:

    -Conque te ha dicho que yo he sido la pe

    dicin de tu madre?-S; pero... usted me ha prometido no enf

    darse.

    -Djame en paz!... Vaya una situacin lcida!

    Se oy la campanilla. El chiquillo corri a puerta. Momentos despus entr en el saln con smadre y su hermanita.

    Beliayev salud con la cabeza y sigui pa

    sendose.

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    -Claro! -murmuraba- El culpable soy yol es el marido y le asisten todos los derechos!

    -Qu hablas? -pregunt Olga Ivanovna.

    -No sabes lo que predica tu marido a tuhijos? Segn l, soy un infame, un criminal; he sidla perdicin tuya y de los nios. Todos sois unodesgraciados y el nico feliz soy yo! Ah, qu felsoy!

    -No te entiendo, Nicols. Qu sucede?

    -Pregntale a este caballerito -dijo Beliayesealando a Alecha.

    El chiquillo se puso colorado como un tom

    te; luego palideci. Se pint en su faz un gran epanto.

    -Nicols Ilich!-balbuce-, le suplico...

    Olga Ivanovna miraba alternativamente, coojos de asombro, a su hijo y a Beliayev.

    -Pregntale!-prosigui este- La imbcil dPelagueya lleva a tus hijas a las confiteras, dondles arregla entrevistas con su padre. Pero eso es de menos! Lo gracioso es que su padre, segn le

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    dice l, es un mrtir y yo soy un canalla, un criminaque ha deshecho vuestra felicidad...

    -Nicols Ilich! -gimi Alecha-, usted m

    haba dado su palabra de honor...-Djame en paz! Se trata de cosas m

    importantes que todas las palabras de honor! Mindignan, me sacan de quicio tanta doblez, tanmentira!

    -Pero dime -pregunt Olga, con las lgrimaen los ojos, dirigindose a su hijo-: te vas copap? No comprendo...

    Alecha pareca no haber odo la pregunta,miraba con horror a Beliayev.

    -No es posible! -exclama su madre-. Voy preguntarle a Pelagueya.

    Y sali.

    -Usted me haba dado su palabra dhonor...! -dijo el chiquillo, todo trmulo, clavando eBeliayev los ojos, llenos de horror y de reproches.

    Pero Beliayev no le hizo caso y sigui pasendose por el saln, excitadsimo, sin mas preocupacin que la de su amor propio herido.

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    Alecha se llev a su hermana a un rincnle cont, con voz que haca temblar la clera, cmle haban engaado. Lloraba a lgrima viva y fuerteestremecimientos sacudan todo su cuerpo. Era

    primera vez, en su vida, que chocaba con la mentide un modo tan brutal.