una navidad...navidad. lloré. no quería ir. nunca había salido de aquella aislada y pequeña...

25
Una Navidad ____________________________ Truman Capote

Upload: others

Post on 02-Jan-2021

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

Una Navidad

____________________________ Truman Capote

Page 2: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

https://cuentosinfantiles.top

Page 3: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

ParaGloriaDumphyPrimero, un breve preámbulo autobiográfico.Mi madre, mujer excepcionalmenteinteligente,eralachicamásguapadeAlabama.Todo el mundo lo decía, y era verdad. A losdieciséis años se casó con un hombre denegocios de veintiocho que provenía de unabuenafamiliadeNuevaOrleans.Elmatrimonioduró un año. Ella era demasiado joven tantopara ser madre como para ser esposa; eraademás demasiado ambiciosa: quería ir a launiversidad para tener una carrera. Demodoque dejó a su marido; y, por lo que a mí serefiere, me puso al cuidado de su numerosafamiliadeAlabama.

Durante años, rara vez vi a ninguno de mispadres. Mi padre tenía asuntos en NuevaOrleans,ymimadre,trasgraduarse,empezabaaabrirsecaminoporsímismaenNuevaYork.En loqueamímeconcernía,éstanoeraunasituación desagradable. Era feliz donde mehallaba. Tenía a muchos parientes amablesconmigo,tíasytíosyprimosy,especialmente,aunaprimayamayor,conelpelocanoso,unamujer ligeramente tullida llamada Sook.

Page 4: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

Señorita Sook Faulk. Tenía otros amigos, peroellaera,conmucho,mimejoramiga.

FueSookquienmehablódePapáNoel,desubarba abundante, su traje rojo y su ruidosotrineo cargado de regalos, y yo la creí, delmismomodoquecreíaque todoeravoluntadde Dios, o del Señor, como siempre le llamóSook. Si tropezaba, o me caía del caballo, opescaba un gran pez en el riachuelo, bueno,parabienoparamal,todoeraporvoluntaddelSeñor.Yeso fue loquedijoSookal recibir lasalarmantes noticias de Nueva Orleans: mipadre quería que yo fuera a pasar con él laNavidad.

Lloré. No quería ir. Nunca había salido deaquellaaisladaypequeñaciudaddeAlabama,rodeadadebosques, granjas y ríos. JamásmeacostabasinqueSookmepeinaraelpeloconlosdedosymebesaraparadarme lasbuenasnoches.Además,measustabanlosextraños,ymi padre era un extraño. A pesar de haberlovisto varias veces, su imagen se confundía enmimemoria; ignorabaquéaspectotenía.PerocomodecíaSook:«EslavoluntaddelSeñor.Y,quiénsabe,Buddy,quizáshastaveaslanieve».

Page 5: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

¡Nieve!Hastaqueaprendíaleerpormímismo,Sookmeleyómuchoscuentos,yparecíahabercantidad de nieve en la mayoría de ellos.Deslumbrantescoposdeensueñodeslizándosepor losaires.Eraalgocon loquesoñaba;algomágicoymisteriosoquedeseabaverysentirytocar. Por supuesto, ni Sook ni yo no lohabíamos hecho nunca; ¿cómo habríamospodido hacerlo viviendo en un lugar tancaluroso como Alabama? No sé cómo pudopensarqueyoveríanieveenNuevaOrleans,yaqueNuevaOrleanses aúnmás calurosa. Peroquémásda. Intentaba infundirmecorajeparaemprenderelviaje.

Me dieron un traje nuevo.Me colgaron en lasolapa una tarjeta con mi nombre y midirección.Eso,porsimeperdía.Elcasoesqueiba a hacer el viaje solo. En autobús. En fin,todos pensaron que estaría a salvo con mitarjeta. Todos, menos yo. Estaba asustado;enfadado. Furioso conmi padre, ese extraño,que me forzaba a abandonar mi casa y asepararmedeSookporNavidad.

Se trataba de un viaje demás de setecientoskilómetros, poco más o menos. Mi primera

Page 6: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

parada fueMobile. Allí, cambié de autobús, yviajéhorasyhorasportierraspantanosasa lolargo de la costa hasta llegar a una ciudadruidosa, con tranvías tintineantes y muchagentepeligrosaconpintaextranjera.

EraNuevaOrleans.

Y,depronto,albajardelautobús,unhombreme rodeó con sus brazos y me exprimió larespiración; reía y lloraba; un hombre alto yapuesto,riendoyllorando.Dijo:

—¿Nomeconoces?¿Noconocesatupadre?

Yohabíaenmudecido.Nodijeunasolapalabrahasta que, al fin, mientras íbamos ya en untaxi,lepregunté:

—¿Dóndeestá?

—¿Lacasa?Nomuylejos.

—No,lacasano.Lanieve.

—¿Quénieve?

—Creía que habría un montón de nieve. Memiróconextrañeza,peroacabóporreír.

—Nunca ha nevado en Nueva Orleans. Almenosqueyosepa.Peroescucha:

Page 7: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

¿oyesesetrueno?Seguroquevaallover.

No sé qué es lo que más me asustaba, si eltrueno,losfulminantesrayosqueloseguían,omipadre.Aquellanoche,al acostarme, seguíalloviendo. Recité mis oraciones y recé paraestar pronto de vuelta en casa con Sook. Nosabíacómo ibaapoderdormirmesinqueellame diera el beso de las buenas noches. Lociertoesquenoconseguíadormirme,demodoquemepuseapensarenloqueibaatraermePapáNoel.Queríauncuchilloconelmangodenácar. Y un gran rompecabezas. Un sombrerode vaquero con un lazo de rodeo.Un rifle BBpara matar gorriones. (Años más tarde, tuveunaescopetaBBconlaquematéunsinsonteyunmirlo, y jamáshepodidoolvidar cuánto losentí y cuánta pena me dio; nunca volví amatarotracosa,ytodoslospecesquepesquélos devolví al agua). También quería una cajadelápices.Y,másquecualquierotracosa,unaradio,perosabíaqueeraimposible:noconocíani a diez personas que tuvieran radio.RecordaránqueeralaépocadelaDepresión,yen el Profundo Sur eran pocas las casas queteníanradioorefrigerador.

Page 8: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

Mi padre tenía las dos cosas. Parecía tenerlotodo: un coche con el asiento traserodescubierto,pornohablardeunacasitacolorrosa en el Barrio Francés, con balcones dehierro forjado y un patio interior ajardinado,llenodefloresyrefrescadoporunafuenteenformadesirena.Tambiénteníamediadocena,por no decir toda una docena, de amigas. Aligualquemimadre,mipadrenohabíavueltoacasarse; pero los dos tenían admiradoresasiduos, y, quisiéranlo o no, antes o despuésrecorrieronelcaminodelaltar;enrealidad,mipadrelorecorrióseisveces.

Pueden, pues, comprobar que tenía un granencanto; y, de hecho, parecía seducir a lamayoríade lagente,a todosmenosamí.Esoera lo que me azaraba tanto, siemprearrastrándome de aquí para allá para queconociera a sus amigos, a todos, desde elbanquerohastaelbarberoqueleafeitabacadadía. Y, naturalmente, a todas sus amigas. Y loqueespeor: sepasabael tiempobesándome,achuchándome y presumiendo de mí. ¡Mesentía tan avergonzado! Primero, no habíanada de que presumir. Yo era un auténtico

Page 9: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

chico de campo. Creía en Jesús y rezabaconcienzudamente mis oraciones. EstabaconvencidodequeexistíaPapáNoel.Y,enmicasa de Alabama, excepto para ir a la iglesia,nunca llevaba zapatos, ni en invierno ni enverano.

Eraunaauténticatorturaserarrastradoporlascalles de Nueva Orleans dentro de aquelloszapatosfuertementeatados,calientescomoelinfierno, tan pesados como de plomo. No séquéerapeor,siloszapatosolacomida.Enmicasaestabaacostumbradoalpolloalaparrilla,a las verduras estofadas, a las judías conmantequilla, a pan de maíz y a otras cosasreconfortantes. Pero ¡esos restaurantes deNueva Orleans! Nunca olvidaré mi primeraostra,eracomounmalsueñodeslizándosepormi garganta; tuvieron que transcurrir décadasantesdequevolvieraatragarotra.Encuantoatoda esa comida criolla cargada de especias,solo pensarlo me da acidez. No señor, yoañoraba las galletas recién sacadasdel horno,lalechefrescadevacaylamelazacasera.

Mi pobre padre no tenía ni idea de cuándesgraciado era yo, en parte porque nunca

Page 10: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

dejéque lonotaraniporque jamás se lodije;enparteporque,aunquemimadreprotestara,él se las había ingeniado para conseguir micustodia legal durante las vacaciones deNavidad.

Medecía:

—Di la verdad, ¿no quieres venir a vivir aquíconmigo,enNuevaOrleans?

—Nopuedo.

—¿Quésignificaquenopuedes?

—AñoroaSook.AñoroaQueenie;tenemosunconejitodeIndiasmuydivertido.

Loqueremosmucho.

Dijomipadre:

—¿Esqueamínomequieres?Dijeyo:

—Sí.

Pero la verdad es que, a excepción de Sook yde Queenie y de unos pocos primos y de unretrato de mi hermosa madre al lado de lacama, no tenía una ideamuy clara de lo quesignificabaquerer.

Page 11: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

Pronto lo descubrí. La víspera de Navidad,mientras caminábamos por Canal Street, meparéenseco,extasiadoanteunobjetomágicoquevienelescaparatedeunagrantiendadejuguetes. Era la maqueta de un avión lobastante grande comopara sentarse dentro ypedalear como en una bicicleta. Era verde ytenía una hélice roja. Estaba convencido deque,sipedaleabaconlasuficienteenergía,¡elavióndespegaríay levantaríaelvuelo!¡Habríasidoentodocasofantástico!Yapodíaveramisprimosallíabajomientrasyovolabaporentrelasnubes.¡Verparacreer!Reí;reíyreí.Fuelaprimera vez que mi padre pareció sentirse agustoconmigo,aunquenosabíaquémehabíaparecidotandivertido.

Aquella noche recé para que Papá Noel metrajeraelavión.

Mi padre había comprado ya un árbol deNavidad,yestuvimosunmontóndetiempoenun supermercado eligiendo cosas paraadornarlo. Entonces cometí un error. Coloquéun retrato de mi madre bajo el árbol. En elmomento en que mi padre lo vio, se pusopálido y empezó a temblar. Yo no sabía qué

Page 12: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

hacer. Pero él sí. Fuehacia un armario y sacóde él unabotella y un vaso largo. Reconocí labotella porque todos mis tíos de Alabamatenían muchas exactamente iguales. ¡PuroMoonshine,licordestiladoilegalmentedurantelaProhibición!Llenóelvasoyselobebiódeuntrago. Hecho esto, fue como si el retrato sehubieradesvanecido.

Esperé, pues, la Nochebuena y el siempreexcitanteadvenimientodelorondoPapáNoel.Por supuesto, jamáshabíavistoeseenormeyruidosogigantecon lapanzahinchadadejarsecaerpor lachimeneayexhibiralegrementesugenerosidaddebajodeunárboldeNavidad.MiprimoBillyBob,queeraunmiserableenanito,pero que tenía un cerebro como un puño dehierro,afirmabaquetodoesoeraunatontería,quenoexistíasemejantecriatura.

—¡Vaya!—dijo—. Creer que PapáNoel existeescomocreerqueunamulaesuncaballo.

Esta disputa tenía lugar en la plaza delpequeñojuzgado.Lecontesté:

Page 13: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

—Existe Papá Noel porque lo que hace esvoluntaddel Señor, y todo loqueesvoluntaddelSeñoresverdad.

Y,escupiendoenelsuelo,BillyBobsealejó:

—¡Bueno, al parecer, tenemos a otropredicadorentrenosotros!

Siempreme hacía amímismo la promesa deno dormir en Nochebuena, quería oír el bailesaltaríndel renoenel tejadoyquedarmeallí,alpiede la chimenea,esperandoaPapáNoelpara saludarle. Y, en aquella Nochebuena enparticular, nada me parecía más fácil quequedarmedespierto.

La casa de mi padre tenía tres pisos y sietehabitaciones, algunas espaciosas, sobre todolastresquedabanal jardíndelpatio:elsalón,el comedoryunasalademúsicapara losquequeríanbailar,tocarmúsicayjugaralascartas.Los dos pisos superiores estaban adornadoscon balcones de hierro forjado, cuyosintrincados barrotes verde oscuro se hallabandelicadamente entrelazados con buganvilla yrizadas guirnaldas de orquídeas, planta estaquepareceun lagartochasqueandosu lengua

Page 14: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

roja. Era el tipo de casa ostentosa con suelosencerados, algún mimbre por aquí y algúnterciopelo por allá. Podría haber sidoconfundidaconlacasadeunrico;eramásbienla casa de un hombre con pretensiones deelegancia. Para un pobre (pero feliz) chicodescalzo de Alabama, era todo unmisterio elmodo en que se las arreglaba para satisfacerestaaspiración.

Nohabíaencambiomisterioalgunoenloqueserefiereamimadre,quien,trasgraduarseenla universidad, se esforzaba por ejercer todossus encantos mientras luchaba por encontrarenNuevaYorkunnovioquepudierapermitirsevivirenpisosdeSuttonPlaceyadquirirabrigosdemartacibelina.No,losrecursosdemipadrele eran de sobra conocidos, aunque nuncamencionara el asunto hasta años después,cuandoyahabíapodidocomprarsecollaresdeperlas que colgaban de su cuello envuelto enpieles.

Habíaidoavisitarmeaunodeesosinternadosesnobs de Nueva Inglaterra (donde mienseñanzaeracosteadaporsuricoygeneroso

Page 15: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

marido), cuando algo que comenté laenfureció;gritó:

—¡Con que no sabes por qué vive tan bien!Yatesycrucerospor las islasgriegas.Puespor¡susmujeres! Piensa en esa larga lista. Todasviudas. Todas ricas.Muy ricas. Y todasmuchomayores que él. Demasiado viejas para quecualquier joven sensato se case con ellas. Esporloqueeressuúnicohijo.Yéstaeslarazónpor la que jamás volveré a tener otro; yo erademasiado jovenpara tener hijos, pero él eraunabestia,acabóconmigo,meestropeó.

Justagigolo,everywhereIgo,peoplestopandstare… Moon, moon over Miami… This is myfirstaffair,sopleasebekind…Hey,mister,canyouspareadime?…Justagigolo,everywhereIgo,peoplestopandstare…Mientras estuvo hablando (yo intentaba noescuchar, porque, al decirme que minacimientohabíaacabadoconella,estabaellaacabando conmigo), estas melodías, u otrassemejantes, rondaban por mi cabeza. Meayudabananoescucharla,ymerecordabanlaextraña e inolvidable fiesta que dio mi padreenNuevaOrleansenaquellaNochebuena.

Page 16: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

Iluminaron el patio de velas, al igual que lastreshabitacionesquedabanaél.Lamayoríadelos invitados estaban reunidos en el salón,donde en la chimenea un pálido fuegoarrancabadestellosal árboldeNavidad;otrosmuchos bailaban en la sala demúsica y en elpatio a los acordes de un gramófono. Trashaber sido presentado a los invitados yagasajadoportodos,meenviaronarriba;pero,desde la terraza detrás de la contraventanafrancesa de la puerta demi habitación, podíaver toda la fiesta, observar a las parejasmientras bailaban. Vi a mi padre bailando unvals con una mujer elegante alrededor delestanque que rodeaba la fuente de la sirena.Era realmente elegante, y llevaba un ligerovestido plateado que relucía a la luz de lasvelas;peroeramayor,comomínimodiezañosmayorquemipadre,quien,enaquellaépoca,teníatreintaycinco.

Deprontomedi cuentadequemipadreera,conmucho,elmásjovendesufiesta.Ningunade lasmujeres, por encantadoras que fueran,eramás jovenquelaesbeltabailadoradevalscon el ondulante traje plateado. Lo mismo

Page 17: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

ocurría con los hombres, quienes, en sumayoría, fumaban aromáticos puros habanos;másdelamitaderanlosuficientementeviejosparaserpadresdemipadre.

Vi entonces algo que me hizo parpadear. Mipadre y su ágil acompañante se habíandesplazado sin dejar de bailar hasta un lugarsemioculto por las orquídeas; se abrazaban yse besaban. Me quedé tan sobrecogido, tanfurioso,quecorríamihabitación,saltédentrode la cama y me tapé la cabeza con lassábanas.¿Quépodíaquerermijovenyapuestopadre de una vieja como aquélla? Y por qué¿todaesagenteahíabajonoseibadeunavezpara que Papá Noel pudiera entrar? Estuvehoras despierto oyendo cómo se marchabanlosinvitadosy,cuandomipadrediolasbuenasnoches por última vez, oí cómo subía lasescaleras y abría la puerta de mi dormitoriopara echar un vistazo; pero me hice eldormido.

Muchas cosas ocurrieron que me tuvierondespierto toda la noche. Primero, las pisadas,el ruido de mi padre subiendo y bajando lasescaleras, respirandocondificultad.Teníaque

Page 18: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

verquéhacía.Meescondíenelbalcón,entrela buganvilla. Desde allí tenía una visióncompletadel salón,delárboldeNavidadydela chimenea, donde todavía ardían pálidasllamas.Además,podíaveramipadre.Andabaa gatas por debajo del árbol disponiendo unapirámide de paquetes. Envueltos en papelpúrpura, y rojo y dorado, y azul y blanco,crujían levemente cuando él los movía. Mesentíaaturdido,yaqueloqueveíameobligabaa reconsiderarlo todo.Si sesuponíaqueestosregalos eran para mí, obviamente no habíansido enviados por el Señor ni repartidos porPapá Noel; no, eran regalos comprados yenvueltospormipadre.Loquesignificabaquemi detestable primito Billy Bob, y otros tandetestables como él, no mentían cuando seburlaban de mí y me decían que no existíaPapá Noel. El peor pensamiento era: ¿sabíaSook laverdadymehabíamentido?No,Sooknuncame habríamentido. Ella creía. Eso era,aunque tuviera sesenta y tantos años, dealgunamaneraeraalmenostanniñacomoyo.

Estuveobservandohastaquemipadreterminósu tarea y apagó las pocas velas que aún

Page 19: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

quedaban encendidas. Esperé hastaasegurarme de que estaba en la cama ydormía.Entoncesbajésilenciosamentehastaelsalón, que todavía olía a gardenias y a puroshabanos.

Me senté allí a pensar: ahora seré yo quientengaquedecirlelaverdadaSook.Unaira,unextraño rencor, crecía en mi interior: no ibadirigidoamipadre, aunqueacabara siendoéllavíctima.

Alamanecer,examiné las tarjetascolgadasencadaunodelospaquetes.Todasdecían:«ParaBuddy».Todas,exceptounaquerezaba:«ParaEvangéline». Evangéline era una negra yamayor que bebía Coca-Cola todo el día y quepesaba ciento cincuenta kilos; era el ama dellaves de mi padre—también lo había criadoella—.Decidíabrirlospaquetes:eralamañanadeNavidad,estabadespierto,¿porquéno?Nome tomaré la molestia de describir lo quehabía dentro: solo camisas, jerséis y tonteríaspor el estilo. Lo único que me gustó fue unasoberbiapistoladepistones.Sinsaberporqué,seme ocurrió que sería divertido despertar a

Page 20: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

mi padre con un tiro. Y lo hice. Bang. Bang.Bang.Salió disparado de la habitación, con los ojosdeparenpar.

Bang.Bang.Bang.

—Buddy, ¿qué diablos crees que estáshaciendo?

Bang.Bang.Bang.

—¡Paraesodeunavez!Mereí.

—Mira,papá.Mira cuántas cosasmaravillosasme ha traído Papá Noel. Más calmado, entróenelsalónymeabrazó.

—¿TegustaloquetehatraídoPapáNoel?

Lesonreí.Élmesonrió.Fueunlargomomentodeternuraqueserompiócuandodije:

—Sí,papá,pero¿quémevasaregalartú?Susonrisaseesfumó.Susojosseentrecerraroncon suspicacia; podía leerse en su cara lasospecha de que yo le había tendido unatrampa. Pero entonces se sonrojó, como si seavergonzara de pensar en lo que estabapensando.Palmeómicabeza,carraspeóydijo:

Page 21: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

—Bueno,habíapensadoqueeramejoresperary dejar que eligieras algo que desearasrealmente. ¿Hay algo que quieras muyparticularmente?

Le recordé el avión que habíamos visto en latienda de juguetes de Canal Street. Su rostroasintió.Oh, sí, recordabael avión y cuán caroera.Lacuestiónesque,aldíasiguiente,yoyaestaba sentado en el avión, soñando que meelevaba hacia el cielo, mientras mi padrefirmaba un talón para el feliz vendedor.Habíamoshabladodecómosetransportaríaelavión hasta Alabama, pero me mostré firme,insistí en que tenía que ir conmigo en elautobús que tomaba a las dos de aquellamisma tarde. El vendedor lo solucionóllamandoalacompañíadeautobuses,quedijoquepodríanarreglarloconfacilidad.

Pero todavía no me había librado de NuevaOrleans. El problema ahora era una granpetacade«Moonshine»;puedeque fuerapormi partida, pero el hecho es que mi padrehabía estado dándole al trago todo el día y,camino de la estación, me asustó al cogermedelasmuñecasysusurrarmeconamargura:

Page 22: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

—Novoyadejarquetevayas.Nopuedodejarquevuelvasconesafamiliadelocosaeseviejocaserón de locos. Hay que ver lo que hanhechocontigo.¡Unniñodeseisaños,casisiete,hablandodePapáNoel!Todoesculpasuya,deesasviejassolteronasagriadas,consusBibliasy sus calcetas, de esos tíos tuyos, todosborrachos.Escúchame,Buddy.¡Diosnoexiste!NoexisteningúnPapáNoel.

Meapretabalasmuñecascontantafuerzaquemehacíadaño.

—Aveces, santo cielo,piensoque tumadreyyo, los dos, tendríamos que pegarnos un tiropor haber permitido que esto ocurriera. —Élnuncasequitólavida,peromimadresí;pasóamejorvidahacetreintaaños—.Dameunbeso.Por favor. Por favor. Dame un beso. Dile a tupapáquelequieres.

Pero yo no podía hablar. Estaba aterrado deperder el autobús. Ymepreocupaba el avión,atadoconcorreasalabacadeltaxi.

—Dilo: «Te quiero». Dilo. Por favor. Buddy.Dilo.

Page 23: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

Porsuerteparamí,eltaxistaeraunhombredebuencorazón.Sinohubierasidoporsuayuda,la de unosmozos eficaces y la de un amablepolicía,noséquéhubieraocurridoalllegaralaestación. Mi padre se tambaleaba tanto queapenas podía andar, pero el policía habló conél,leserenó,leayudóamantenersederecho,yel taxista prometió devolverlo a casa sano ysalvo. Sin embargo,mi padre no se iría hastaver cómo los mozos me acomodaban en elautobús.

Unavezdentro,meacurruquéenelasientoycerré losojos. Sentíaunextrañomalestar.Undoloragobiantequemeheríaportodaspartes.Penséque,simesacabalosgruesoszapatosdeciudad, auténticos monstruos torturadores,aquella agonía remitiría.Me losquité, peroelmisterioso dolor no me abandonó. En ciertomodo,nuncamásmeabandonó;nuncamáslohará.

Docehorasmástardeestabaencasa,encama.Lahabitaciónestabaaoscuras.Sook,sentadaami lado, se balanceaba en una mecedora; unruido tan sedante como el de las olas en elocéano. Había intentado contarle todo lo que

Page 24: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

había ocurrido, y tan sólo me detuve cuandome quedé tan ronco como un perro aullador.Mepasólosdedosporelpeloydijo:

—PorsupuestoqueexistePapáNoel.Soloqueesimposiblequeunasolapersonahagatodoloquehaceél.PoresoelSeñorhadistribuidoeltrabajo entre todos nosotros. Por eso todo elmundo es Papá Noel. Yo lo soy. Tú lo eres.Incluso tu primo Billy Bob. Ahora ponte adormir.Cuentaestrellas.Piensaenlacosamásapacible.Comolanieve.Sientoquenollegarasa verla. Pero ahora la nieve cae entre lasestrellas.

Las estrellas destellaban, la nieve searremolinaba dentro de mi cabeza; la últimacosa que recordé fue la voz serena del Señorencomendándome algo que hacer. Y, al díasiguiente, lohice. Fui conSooka laoficinadecorreos y compré una postal de un penique.Hoy,todavíaexisteesapostal.Fueencontradaen la caja de caudales de mi padre cuandomurió, el año pasado. Esto es lo que le habíaescrito: «Hola papá espero que estés biencomoyoyestoyaprendiendoapedalearmuyrápidoenmiaviónestaréprontoenelcieloasí

Page 25: Una Navidad...Navidad. Lloré. No quería ir. Nunca había salido de aquella aislada y pequeña ciudad de Alabama, rodeada de bosques, granjas y ríos. Jamás me acostaba sin que Sook

que ten los ojos muy abiertos y sí te quieroBuddy».

FIN

https://cuentosinfantiles.top