una mirada diferente a che kueraima

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Una mirada personal y diferente a la obra de teatro Che kueraima. Tiempo atrás, cuando mi buen amigo de tertulias y divagues noctámbulos Gabriel Ojeda me expresó su deseo de que elabore de un análisis filosófico de su antigua obra de teatro Che Kueraima, primero pensé que estaba loco. Posteriormente sentí una rara mezcla entre halagado y estupefacción, pues si bien me gratifica que puedan suponerme capaz de empresa semejante, en honor a la sinceridad debo señalar que mi conocimiento respecto al teatro, sin miedo alguno puede calificarse de nulo, al tiempo que suponerme filósofo, intelectual, o pensador serio constituiría una inocentada y hasta una ofensa para mi persona. Es más, profundizando en los caminos de la sabiduría oriental, en especial el taoísmo, me convertí prácticamente en un bruto vagabundo. Ahora bien, luego de hacer gala de mis condecoraciones, paso a cumplir con el pedido del Poeta del Ocaso, veremos si sale algo digerible para el respetable lector. Al terminar de leer Che Kueraima, sentí algo similar a un bofetón en el rostro, pero a nivel espiritual. Si bien al principio me pareció de tinte cómico burlesco, la verdad es que al finalizar su lectura confieso que no me sacó ni una sola risa, pero ni un amague luego de sonrisa siquiera. Ojeda no es un tipo simpático y su meta con esa obra no era la risa fácil. Ni la difícil. Lo que sí alcanzó y en forma destacada fue lograr transportarme por un segundo a la adolescencia, incluso a hasta la adultez temprana, tipo 24 años incluso, a una época en que me indignaba sinceramente ante la injusticia, la desigualdad y la impunidad, me

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Page 1: Una Mirada Diferente a Che Kueraima

Una mirada personal y diferente a la obra de teatro Che kueraima.

Tiempo atrás, cuando mi buen amigo de tertulias y divagues noctámbulos Gabriel Ojeda me expresó su

deseo de que elabore de un análisis filosófico de su antigua obra de teatro Che Kueraima, primero pensé que

estaba loco. Posteriormente sentí una rara mezcla entre halagado y estupefacción, pues si bien me gratifica

que puedan suponerme capaz de empresa semejante, en honor a la sinceridad debo señalar que mi

conocimiento respecto al teatro, sin miedo alguno puede calificarse de nulo, al tiempo que suponerme

filósofo, intelectual, o pensador serio constituiría una inocentada y hasta una ofensa para mi persona. Es más,

profundizando en los caminos de la sabiduría oriental, en especial el taoísmo, me convertí prácticamente en

un bruto vagabundo. Ahora bien, luego de hacer gala de mis condecoraciones, paso a cumplir con el pedido

del Poeta del Ocaso, veremos si sale algo digerible para el respetable lector.

Al terminar de leer Che Kueraima, sentí algo similar a un bofetón en el rostro, pero a nivel espiritual. Si

bien al principio me pareció de tinte cómico burlesco, la verdad es que al finalizar su lectura confieso que no

me sacó ni una sola risa, pero ni un amague luego de sonrisa siquiera. Ojeda no es un tipo simpático y su meta

con esa obra no era la risa fácil. Ni la difícil. Lo que sí alcanzó y en forma destacada fue lograr transportarme

por un segundo a la adolescencia, incluso a hasta la adultez temprana, tipo 24 años incluso, a una época en

que me indignaba sinceramente ante la injusticia, la desigualdad y la impunidad, me preguntaba y quería

saber quiénes, por qué y cómo se manejaban las riendas del país y me prometía convertirme algún día en un

agente de cambio desde el lugar que me encuentre de esa nefasta realidad. La clave para lograr semejante

hazaña, casi un viaje astral al pasado, una descripción de exactitud quirúrgica de la sociedad paraguaya por

parte del poeta. Por supuesto que no haré un análisis literario del argumento y mucho menos una crítica a la

misma, eso sería pecar de farsante. Apenas y me limito a describir con la mayor exactitud posible qué me

transmitió a mí, personalmente.

Muy bien Gabriel, encima que la escribiste en el 2005, eso habla mucho de tu talento, bien pibe, bien.

En fin, sentir todo eso me llevó a reflexionar un rato mientras fumaba un cigarrillo. Pasaron los años y todo

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sigue más o menos igual. Ciertamente cambiaron los actores principales y el decorado se va transformando,

vivimos en la generación 2.0. Yo también cambié. Envejecí y olvide casi completamente mis ideales

adolescentes. ¿Me rendí sin siquiera luchar? Creo que sí. Claudiqué de todas las batallas. Estudié algo de

ingeniería, algo de de derecho y algo de filosofía, igual soy un completo inútil para la sociedad. Está claro que

tampoco me convertí en el agente de cambio que aspiraba ser, en realidad ya no quiero cambiar al país ni al

mundo. Sin embargo, espero sinceramente que los lectores de Ojeda en general y de Che Kueraima en

particular no tiren la tohalla en la lucha por una sociedad mejor. Bueno, no sé si realmente lo espero, pero

queda lindo escribirlo. Cuando terminaba de garrapatear esto, recordé unas palabras de Lao Tze… y sonreí…

El hombre en el cual el Tao actúa sin impedimento, no daña a ningún otro ser con sus actos, y aun así no se considera a sí mismo "bondadoso," "manso." El hombre en que el Tao actúa sin impedimento no se preocupa por sus propios intereses y no desprecia a aquellos que sí lo hacen. No lucha por ganar dinero y no convierte en virtud la pobreza. Sigue su camino sin apoyarse en los demás y no se enorgullece de andar solo. Mientras que no sigue a la muchedumbre, no se queja de aquellos que sí lo hacen. El rango y la recompensa no lo atraen; la desgracia y la vergüenza no lo desaniman. No está buscando constantemente ´el bien´ y ´el mal´, decidiendo continuamente ´sí´ o ´no.´ Los antiguos decían, por tanto: "El hombre del Tao permanece en el anonimato. La virtud perfecta no produce nada. 'No-ser' es 'Ser verdadero,' y el más grande entre los hombres es nadie."