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http://www.elpais.com.uy/divertite/arte-y-exposiciones/dibujante-frances-plantu-visita-montevideo.html

Una exposición y un encuentro sobre dibujo y religión

El dibujante francés Plantu visita MontevideoLa caricatura francesa está en el medio del tapete, y en virtud de eso, la Embajada de Franciaorganizó para marzo, en el marco del mes de la francofonía, un par de actividades al respecto. Del conjunto destaca la visita a Uruguay del famoso dibujante Plantu.dom mar 8 2015El lunes 23 próximo a las 19.30 horas se inaugurará en el Cabildo (Juan Carlos Gómez yPeatonal Sarandí) la exposición Dibujos para la paz (Cartooning for Peace), que toma su nombre de una asociación creada por el dibujante francés Plantu y el Secretario General de las Naciones Unidas Kofi Annan para promover el dibujo como medio de expresión universal, con el fin de mejorar la comprensión entre las culturas. Hace ya dos años que la exposición itinerante se dio a conocer, aborda grandes temas, como la libertad de expresión, los dibujos yla religión, la censura o el racismo.La exposición marca también el deseo de la embajada gala de reaccionar contra los atentadosde Charlie Hebdo y de Copenhague. En la misma, famosos caricaturistas como Plantu, Chappatte, Kroll y Orzuj, entre otros dibujantes de Francia, Bélgica, Suiza y Egipto, se unieron para que sus trabajos den la vuelta al mundo. La entrada es libre.Luego, el jueves 26 a las 18.30 horas en la Alianza Francesa (Br. Artigas 1271) Plantu se presentará en un encuentro junto a caricaturistas uruguayos, para debatir sobre los puntos de vista diferentes acerca del tema de la libertad de expresión y la profesión de dibujante. Buscando ampliar el espectro de público, se contará con la presencia de un traductor y laentrada será también gratuita.

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Participa con otros caricaturistas de una mesa de debate

Mano a mano con el dibujante galo Plantu

Esta tardecita desde las 18:30 horas en la Alianza Francesa el famoso dibujante francés Plantu se hará presente para protagonizar un mesa de debate junto a otros caricaturistas uruguayos.

jue mar 26 2015

Será sin duda una gran ocasión de intercambiar puntos de vista sobre el tema de la libertad deexpresión y la profesión de dibujante de prensa. La cita es en Br. Artigas 1271, al entrada es libre, y un traductor facilitará la distancia idiomática.La visita del gran dibujante galo se inscribe en una exposición de sus obras que se está realizando en el Cabildo, en el marco de la asociación Cartooning for Peace, que busca promover el dibujo como medio de expresión universal, con el fin de mejorar la comprensión entre las culturas.Junto a la de otros caricaturistas (Chappatte, Kroll y Orzuj) la obra de Plantu en Montevideo busca difundir y promover una instancia de reflexión, en un momento particularmente difícil sobre el tema, cuando todavía está presente el asunto de los atentados de Charlie Hebdo y deCopenhague. El lugar del dibujo en el periodismo, en el arte, su relación con las religiones, sus límites y desafíos, son algunos de los asuntos que exposición y charla promueven. La exposición es con entrada libre.

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22 Brecha 27 de marzo de 2015

cultura

S o f i R i c h e R o

Jean Plantureux (París, 1951), “Plantu”, como artista, se sentó a la mesa íntegramente vestido de negro y con su melena cana, haciendo que sus claros y azora-dos ojos fueran como los focos de dos linternas celestes. La ci-ta fue en la embajada de Francia, en la calle Uruguay esquina An-des. La entrevista, compartida, y realizada gracias a los buenos oficios de un intérprete. Primero, y por las necesidades propias del ritmo del diario, le tocó turno a El Observador en las preguntas de Valentín Trujillo.1

Con Plantu, dibujante y CariCaturista franCés

De todo, pero sin humillarPlantu, dibujante y caricaturista político de Le Monde, visitó Montevideo durante la Semana de la Francofonía, y además de presentar la exposición itinerante de Cartooning for Peace, organización de dibujantes que lidera, se hizo un espacio para encontrarse con caricaturistas uruguayos, y de paso contestar preguntas como las que siguen.

A los hombres que persua-den como buenos, tiende a fascinarles alguna clase de in-secto: he aquí una caprichosa teoría en ciernes. A Augusto “Tito” Monterroso por ejem-plo, el notable escritor hondu-reño –más tarde guatemalteco y devenido mexicano– le ob-sedían las moscas. Para Plantu, la alegría parece proceder de los ratones, o de ese ratón su-yo que funciona en sus dibujos periodísticos casi como firma.

En su adolescencia, Plantu probó suerte con los estudios de medicina, pero pronto en-contró que su rabia, como su alegría, se resolvía mejor en forma de dibujos. Fue enton-ces que decidió irse a estudiar a Bruselas, en la École Saint-Luc. De regreso a Francia, su primer dibujo habló de Viet-nam y fue publicado en octubre de 1972 en Le Monde. Desde entonces conquista diariamen-te al mundo en esa publicación,

y también edita algunos dibu-jos en L’Express.

Hay una dimensión marca-damente antropológica en su tra-bajo: vive viajando y tratando de “aprender”. Así respondió a Valentín Trujillo cuando le pre-guntó por las razones de su vi-sita a Uruguay: “Aprender. De esta forma tengo la posibilidad de conocer a dibujantes como él [muestra en su celular un dibu-jo reciente de Ombú en Brecha: aparece el ex canciller Almagro junto a Raúl Sendic], y es en-tonces que me digo, ‘pah, tengo muchas cosas todavía que apren-der’. […] Me gusta la fuerza de la opinión, la garra, pero combi-nada con la elegancia y la fuerza lírica, como sucede en este caso. No sé cómo hacen ustedes para generar tantos dibujantes inte-resantes en América Latina. No es fácil encontrar en Europa di-bujantes con este tipo de respi-ración”. Unos minutos después su pantalla enseña un dibujo de Hogue y otra sorpresa en la con-sideración.

“Tender puentes”: segura-mente Plantu ha pronunciado

esas palabras más veces de las que querría, síntesis de las que suelen valerse los niños cuando buscan expresar la idea de reu-nión y la gente los atosiga dema-siado. Fue esa misma vocación

la que lo llevó a encontrarse en 2006 con el secretario general de la Onu, Kofi Annan, y sedu-cirlo con ese proyecto que hoy se llama Cartooning for Peace y que en estos días presenta una muestra en el Cabildo de Mon-tevideo.2 El proyecto reúne a di-bujantes de distintas proceden-cias en forma de intercambios y fue diseñado con posterioridad a las fatwas que pesan sobre aque-llos dibujantes daneses tras la publicación de una serie de ca-ricaturas sobre el profeta del is-

“Yo no tengo 10 años, pero mi trabajo es como para un niño de esa edad, es decir: manejo mis marcadores y no me privo de nada.”

“Y eso es lo que desde hace diez años vengo tratando de hacer entender a los dibujantes europeos a través de Cartooning for Peace, que cuando uno hace un dibujo puede no ser comprendido por aquellas personas que no comparten nuestra cultura. Eso no quiere decir que haya que bajar la guardia.”

Foto: AlejAndro Arigón

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2327 de marzo de 2015 Brecha

lam. Aquellas que en su momen-to conmovieron a “la libertad de expresión” de Occidente, y que determinaron que hoy –y en es-pecial a partir de la masacre de Charlie Hebdo– los caricaturis-tas políticos europeos (es tam-bién su caso) estén obligados a tener custodia.

Pacifista a ultranza, Plantu se hizo mundialmente famoso cuando en 1991 logró que Yasser

Arafat y Shimon Peres, por en-tonces ministro de Asuntos Ex-teriores de Israel, realizaran un acuerdo gráfico en forma de di-bujo. Arafat dibujó la estrella de David más la bandera palestina, y Peres completó el dibujo en Je-rusalén.

—En una entrevista di con esta línea suya: “Sin embargo, criticar la intolerancia de las tres grandes religiones es nues-tro trabajo y, repito, sin humillar a los creyentes”. ¿Cómo se cui-da un caricaturista político de no humillar? Porque los frentes posibles de la humillación, co-mo los de la “ofensa” (palabra que fue traída y llevada tras los crímenes de Charlie Hebdo), son difíciles de contemplar. Son de-masiadas las susceptibilidades a considerar.

—Antes que nada, quiero de-cir que respeto el trabajo de los demás dibujantes y artistas. Si hay caricaturistas que quieren hacer el retrato de tal o cual figu-ra o cosa, no soy nadie para decir si está mal o bien. Personalmen-te trato de hacer dibujos políti-cos intentando dialogar con los lectores, y a partir del despunte de las redes sociales e Internet, ya no es sólo el diálogo con los de Le Monde. Ahora tomo con-tacto con lectores que no conoz-co, cuyas culturas no conozco, cuyas creencias no conozco y cuyas prioridades también ig-noro. Y eso es lo que desde ha-ce diez años vengo tratando de hacer entender a los dibujantes europeos a través de Cartooning for Peace, que cuando uno ha-ce un dibujo puede no ser com-prendido por aquellas personas que no comparten nuestra cultu-ra. Eso no quiere decir que haya que bajar la guardia. Pero creo que tenemos que ser más vivos que aquellos que van a mandar a unos tipos con unas Kalashnikov a la esquina de nuestro trabajo. Hay un verdadero auge de into-lerancias en Europa y en muchos lugares del mundo. Por ejemplo: hace unos años un demente mató a un montón de niñas pequeñas en una escuela judía, y las ma-tó sencillamente porque eran ju-días. Niñas… Y hay gente en las redes sociales que, cuando ese terrorista se mató, hicieron creer que había sido el Mossad el que lo había asesinado. Estamos ha-

blando de gente que es manipu-lada y que cree en cualquier co-sa, y ahí es donde el dibujante tiene que ser muy consciente y no dejar caer nada de lo esencial a un costado. Algo totalmente posible, salvo que los jefes de redacción te censuren. Yo tengo la suerte de tener jefes que me apoyan.

—¿El caricaturista político es en cierta forma un editorialis-ta? ¿Cuáles son los límites? Me pregunto hasta dónde es posible sentar posición “en nombre de” una publicación, y cómo se diri-me eso en Le Monde?

—Tras los atentados de la semana pasada en Túnez no hi-ce un editorial, pero dibujé en un sentido que se le parece mu-cho, que trasmite muchas emo-ciones. Yo pienso que el editorial (el escrito) dice mucho más que mi dibujo. Lo mío no es exacta-mente un editorial, pero se trata sin duda de un dibujo que “car-ga” contra los terroristas. La ca-ricatura, por ejemplo, en este di-bujo (muestra uno de una torre de Babel repleta de ciudadanos con camisetas de los más distin-tos colores y procedencias) no es una carga sino una celebración: me gusta el fútbol y comparto el amor por el fútbol. Hace po-co un gran futbolista, Zlatan –en

realidad sueco, pero que juega en Francia–, estuvo en desacuerdo con un árbitro y gritó: “¡Francia, país de mierda!”, y con eso, a mi entender, le está haciendo un gran regalo a la extrema derecha. Yo di-bujé en ese sentido. Pero creo que mis dibujos no son editoriales; es mejor decir que son algo así como aperitivos del editorial, y que tie-nen el perfume, el sabor y el gus-to de un editorial, pero que no son estrictamente editoriales.

—¿Cree que el humor tie-ne que manejar el sentido de la oportunidad?

—Viene como viene. Cuan-do dibujo a mi presidente como

cio sacro e inviolable de Occi-dente?

—En Francia tenemos el derecho de dibujar a quien nos plazca y estamos muy orgullosos de esa tradición. Pero a su vez, no por estar orgullosos de ese laicismo y de la legislación que lo acompaña tenemos derecho a privarnos de reflexionar. Durante la Segunda Guerra Mundial co-nocimos la intolerancia a través de los nazis. Cuando los nazis pasaban por las calles de París era de verdad delicado escribir la palabra “libertad” en un muro o dibujar la cruz de Lorena. Y hoy en día, cuando alguien dibuja en una calle de París, o en cualquier

otro sitio, puede ser malinterpre-tado por una minoría. Por eso creo que hay que seguir atacan-do a los intolerantes de las tres grandes religiones, tratando de ser más vivos que ellos. Nuestro trabajo es político, delicado, no podemos permitirnos bobadas ni restricciones.

—¿Cree que Francia digi-rió bien lo sucedido con Charlie Hebdo?

—Hace diez años, cuando se declararon las fatwas para los di-bujantes daneses y empezaron a estar bajo custodia policial, ya sabía que iban a venir atentados. Pienso que recién estamos al co-mienzo de una lucha y que por desgracia van a suceder otras tragedias. Por eso es tan impor-tante el trabajo en las escuelas; yo trabajo con niños desde hace diez años, y me preguntan, “¿pe-ro, señor, entonces no podemos dibujarlo todo?”, y les explico más o menos esto: si tenés una compañerita gorda, con un grano verde en la nariz, que se está sin-tiendo fea, no le vas a decir con tu dibujo: sí, sí, sos fea. Hay una forma de decir las cosas sin hu-millar a la persona.

—¿Charlie Hebdo humillaba?—Trabajé hace veinte años en

Charlie Hebdo, pero me di cuen-ta de que tenía más libertad en el diario Le Monde o en L’Express.

—¿Compartía el último espí-ritu editorial del semanario?

—Seguía comprándolo por-que había dibujos que me gus-taban mucho. Pero como cual-quier lector, tenía cosas que compartía y otras que no. Mi manera de trabajar es sin duda otra. Yo respeto la línea edito-rial de Charlie Hebdo, pero mi forma de ver las cosas es distin-ta, también mi manera de traba-jar. Entre los dibujantes asesi-nados, Tignous era muy amigo mío y estábamos trabajando en un proyecto en común. Después del atentado hice un dibujo que fue reproducido en todo el mun-do. Creo que hay que burlarse de todos los intolerantes, pero

Tintín es porque en Francia se va a dedicar una semana a la histo-rieta y el presidente va a asistir a esta o aquella exposición. Hay una justificación, un sentido, sí, tras estas cosas. Yo no tengo 10 años, pero mi trabajo es como para un niño de esa edad, es de-cir: manejo mis marcadores y no me privo de nada. Cuando hay una sharia en mi país no me bur-lo de la religión sino de una mi-noría intolerante.

—Así como para el islam el dibujo de su profeta es un tabú, un territorio sagrado, ¿no es la “libertad de expresión” el espa-

“Todos los días debemos combatir alguna forma de intolerancia, por eso es necesario ser más vivos, desde el dibujo, que las mentes retorcidas a las que nos enfrentamos.”

“No me interesa colocarme en el lugar del que siempre se está burlando de todo el mundo y le mete el dedo en el culo al poder todo el tiempo.”

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24 Brecha 27 de marzo de 2015

R a f a e l R e y

“Se rockerizó la Biblioteca”, bromea, en conversación con Brecha Esteban Bitesnik, del Museo del Libro y de la Len-gua, de la Biblioteca Nacional Argentina (Bna), y curador de la muestra Luca. El sonido y la furia, sobre la vida y la obra del cantante y líder de Sumo, que se exhibe en la capital por-teña.

Y si bien con Luca Pro-dan alcanzaría para rockerizar cualquier espacio, Bitesnik ha-ce referencia a que a esa mues-tra hay que sumarle la llamada El tesoro de los inocentes. In-dio en la Biblioteca Nacional, dedicada al Indio Solari, can-tante de los ya extintos Patricio Rey y sus Redonditos de Rico-ta y que hoy lidera a Los Fun-damentalistas del Aire Acondi-cionado.

Luca Prodan y el Indio So-lari. Cabezas rapadas y lentes negros. Sumo y Los Redon-dos. Los hombres y las ban-das que marcaron el ritmo del under porteño de principios de los ochenta, y que grabarían a fuego el rock argentino en las décadas siguientes, llegaron al museo. Y siguen tan vigentes como siempre.

PEREGRINO REVOLTOSO. Pa-tricio Rey y sus Redonditos de Ricota fue, desde principios de los noventa, la banda más im-portante en términos de popu-

laridad en Argentina. Nacidos a fines de los setenta, en La Pla-ta, comenzaron a moverse en el under porteño a principios de la década siguiente –junto a ban-das como Sumo–, transformán-dose rápidamente en una ban-da de culto. Pero a diferencia de otras, mantuvo ese estatus de culto, a la par que su con-vocatoria aumentaba con cada recital. El “culto”, entonces, se volvió un fanatismo extremo, que no registra antecedentes en otras partes del mundo, salvo, quizás, el de los Deadheads, seguidores de la banda cali-forniana Grateful Dead. Así, el público de Los Redondos –las llamadas “bandas”, o “los Re-dondos de abajo”–, pasaron a convertirse en los principales protagonistas de shows –a los que definen como misas– que, entrado el siglo XXI, llenaban cuanto estadio hubiera dispo-nible.

La separación de Los Re-dondos en 2002 dejó un vacío que ninguna de las bandas más populares de ese momento –La Renga, Los Piojos– pudo lle-nar. Fue el propio Indio Sola-ri el que ocupó el lugar dejado por su anterior grupo, cuando retomó la actividad musical al frente de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, a par-tir de 2004. Hoy Solari bate ré-cords de convocatoria, con re-citales que superan largamente las cien mil personas.

La exposición sobre el In-dio Solari incluye manuscritos

roCk en el museo

Nadie va a dejar de escuchar tu remeraLuca Prodan y el Indio Solari coparon la Biblioteca Nacional Argentina. Dos muestras simultáneas sobre sus obras llevan a las dos figuras más emblemáticas del rock argentino al museo.

que hay que encontrar la ma-nera. Todos los días debemos combatir alguna forma de in-tolerancia, por eso es necesario ser más vivos, desde el dibujo, que las mentes retorcidas a las que nos enfrentamos. Y cuando digo que estamos en el princi-pio de la batalla, me refiero al combate contra los yihadistas, pero del mismo modo al comba-te contra la ignorancia.

“en el 68, cuando iba al liceo, mis compañeros iban a manifes-tarse en choque con la policía. Yo no tenía ningún interés en ti-rarle piedras a la policía. Es de-cir, siempre tuve respeto por la manifestación social, pero no de la mano de la violencia. Siem-pre traté de tender puentes con la gente que no está de acuerdo conmigo; en aquellos años, por ejemplo, había un dibujante de Le Figaro que era odiado por los dibujantes de prensa, casi todos ellos de izquierda. Todas las ex-posiciones lo excluían porque era un dibujante ‘de derecha’. Yo no estaba de acuerdo con él, pero sin embargo luchaba para que lo incluyeran. Había mucha intolerancia, incluso en el seno de la propia izquierda. Recuer-do, después, en los años ochenta, cuando se sucedieron una serie de atentados en París contra los judíos y yo hacía dibujos contra las agresiones antisemitas. No era fácil, porque lo corriente era apoyar a los palestinos. Yo que-ría apoyar a Palestina, pero si ha-bía antisemitismo reaccionaba.”

“Doy muchas charlas en li-ceos y escuelas: si de cien estu-diantes hay 99 que piensan igual y uno que está ahí solo, sintien-do diferente, me esfuerzo por saber qué piensa. ‘Dale, decime lo que pensás, quiero escuchar-te’. No necesariamente estaré de acuerdo con él, pero me interesa que hable, que saque para afuera sus impulsos personales. No me gusta que las mayorías se impon-gan sobre las minorías, como mu-

—¿Considera que los ca-ricaturistas europeos están en general lo suficientemente in-formados sobre las culturas que satirizan?

—Hay un poco de todo en Europa. Voy a estar en Filipinas dentro de poco; yo trato que los dibujantes del mundo se encuen-tren. Estuve en Chipre y encon-tré musulmanas chipriotas con un discurso muy interesante, desconocido en Europa. Quiero que vayan a Francia…

—Hay una dimensión antro-pológica en su trabajo, en tanto investigador y conciliador de di-ferentes culturas.

—Eso mismo dice Régis De-bray, y yo le creo con gusto.n

1. El artículo se tituló “El dibujante Plan-tu busca un humor más inteligente que el terrorismo” y se publicó el pasado 26 de marzo en El Observador.

2. Expo itinerante Cartooning for Peace. Diseños de Plantu (Francia), Chapatte (Suiza), Kroll (Bélgica) y Orzuj (Uruguay).

El sonido desagradable1

chas veces sucede en el diario en que trabajo. Me gusta escuchar un sonido que me desagrade, porque es la única manera en que puedo comprender lo complejo de una situación. En los años ochenta se burlaban de mí, decían ‘Plantu es un dibujante tercermundista’. Ellos usaban la expresión peyora-tivamente, pero yo estaba orgul-loso de ella. Reivindico ese cos-tado tercermundista, y creo que si los europeos hubieran sido más tercermundistas ahora no estaría-mos soportando los ataques ter-roristas. Y por eso mismo genera-mos muchos encuentros alrededor del Mediterráneo –en Oriente Me-dio, en el Magreb, en Palestina–, para lograr, precisamente, una

comprensión del Mediterráneo. Si se comprendiera mejor la historia del Mediterráneo, se enten-dería mejor su propia trayectoria, si Europa dejara de estar dormida... Es por eso que tratamos de ten-der esos puentes entre dibujantes palestinos, israelíes, magrebíes, argelinos, tunecinos. Yo no com-prendía, por ejemplo, que no exis-tiera un terrorismo negro en África en los años ochenta; los pisoteába-mos, de verdad los pisoteábamos, y por desgracia ahora sí hay terro-rismo negro. Conozco una dibu-jante que se llama Omaya, lleva el velo, pertenece a Hamas y sus dos esposos fueron sucesivamente asesinados por el ejército israelí. Necesito hablar con ella. Del mis-mo modo, cuando viajo a Israel, trato con dibujantes que están por las colonias, y aunque no esté de acuerdo con ellos, también nece-sito hablar. Y hacemos muchos en-cuentros entre dibujantes israelíes y palestinos. Cada vez que visito un lugar conflictivo me dicen ‘no, no vayas a ver a los otros’. Hice dibujos que se burlaban muy dura-mente del papa Juan Pablo II, pero en el momento de su muerte traté de que mis dibujos fueran res- petuosos. El dibujo es como la vi-da: tenemos necesidad de reír, de llorar, de enojarnos, de ser buenos y ser malos. No me interesa colo-carme en el lugar del que siempre se está burlando de todo el mundo y le mete el dedo en el culo al po-der todo el tiempo.” n

* Fueron respuestas disparadas a Valentín Trujillo para El Observa-dor.

Dibujo del Indio Solari

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2 5CULTURAEL PAÍS. REVISTA DOMINGO. 29-3-2015

Jean Plantureux (64), el carica-turista francés conocido como Plantu, toma un marcador rojo y empieza a dibujar. Es un Charles de Gaulle cabezón, narigón, de gorro militar y brazos en alto. En la parte su-perior le agrega una frase: “¡La

mano en la mano!”. Es el fragmento más recordado del célebre discurso que este estadista, héroe de la Segunda Guerra Mundial, dio en México en 1964. Lo dedi-ca y lo ofrece sonriente. Esos trazos lo vuelven mucho a sus orígenes.

“Yo lo dibujé mucho en la infancia. Siempre lo hacía así”. Quizá ahí, recono-ce, haciendo sucesivos De Gaulles, nació este hoy prestigioso dibujante de prensa, cuyas ilustraciones están desde 1972 en el diario francés Le Monde y que también actualmente aparecen en el semanario L’Express, creador de la asociación Carto-oning for peace (Dibujos por la paz), una iniciativa que reúne a 130 caricaturistas de 40 países —entre ellos, el uruguayo Hermenegildo Sábat— en pos de un nor-te tan deseado como la tolerancia y la aceptación de la diversidad cultural. Una muestra de lo que hace este colectivo está en exposición desde el pasado martes hasta el 23 de mayo, incluyendo dibujos de la uruguaya Raquel Orzuj, en las salas 14 y 15 del Cabildo de Montevideo.

Su primer dibujo en prensa, una palo-ma de la paz que llevaba en el pico un símbolo de interrogación en vez de una rama de olivo, fue publicado en Le Monde el 1° de octubre de 1972. Refería a los en-cuentros de paz que se desarrollaban, con más obstáculos que logros, entre vietna-mitas y estadounidenses. La ilustración, de cuatro centímetros, apenas ocupaba una columna. “No sabía en ese momento que iba a ser el comienzo de una carrera”. Mucho menos imaginaría que iba a ser una suerte de promotor de una corriente de la ilustración satírica proclive más a alumbrar que a enceguecer, a fastidiar y denunciar pero no a herir sensibilidades, a tender puentes más que a dinamitarlos. Algo opuesto, si se quiere, a lo que hacía la revista Charlie Hebdo y que le valió un atentado por parte de integristas islámi-cos, el 7 de enero de este año, causando la muerte de 12 personas.

LÍMITES. “Una buena caricatura debe funcionar en dos segundos. Que en ese

tiempo la gente entienda mi opinión, lo que quiero decir”. Esta es la clave, según Plantu. Este hombre delgado, alto, canoso y de ojos azules pasa del marcador a la ta-blet, revisa papeles en su mochila y muestra ilustraciones sin cesar, suyas o de colegas, para reforzar sus conceptos. Deseoso de generar emociones, conven-cido de que en clave de humor un dibujo puede decir más cosas y con mucha más fuerza que el mejor texto, no ahorra caus-ticidad en sus trazos.

“¡Termina con los deberes y ven a casar-te!”, le dice a una niña un miliciano del Boko Haram. “¿Qué querés hacer cuando

seas grande?”, “¡Irme!”, es el diálogo entre un maestro yihadista y una pequeña en una escuela femenina islámica. “Los ca-minos del Señor son impenetrables”, le dice un obispo católico a un niño, firme-mente tomado de su mano. “Solo esos...”, le responde el varón.

“La gente estará de acuerdo o no (con mi opinión), pero en tres segundos sabe de lo que va el tema. Por eso los yihadis-tas se asustan: no logran entender ese mensaje que va a tanta velocidad y parece que se les incrusta en la cabeza”, afirma. Ese mensaje, además, cruza fácilmente las barreras idiomáticas. Sus límites pa-san, dice, por la vida privada de las perso-nalidades a las que satiriza. No son los únicos. “De ser posible, trato de no humi-llar las diferentes creencias”.

—¿Episodios como el de Charlie Heb-do cambian algo? ¿Pueden generar algún tipo de autocensura?

—A diferencia de muchas posturas de-magógicas, siempre entendí que la auto-censura forma parte siempre de la vida del periodista y el dibujante.

MÁS VIVOS. Internet cambió todo. “Hoy por hoy, lo que se dibuje en Saint Ger-main-des-Pres, en París o acá no se queda ahí. Y pueden ser entendidos, o no enten-didos, por personas que viven muy lejos.

LEONEL GARCÍA

“EN DOS SEGUNDOS, UNA PERSONA DEBE SABER QUÉ ES LO QUE QUIERO DECIR CON UN DIBUJO”

El mundo se solidarizó con Estados Unidos con el 11-S. Pero ni bien comenzaron a pasar los días, ya era evidente que la repre-salia de la mayor po-tencia militar del mun-do iba a ser de proporciones gigan-tescas. Así se ilustró en Le Monde cinco días después, el 16 de setiembre de 2001.

DESPUÉS DEL 11-S

El caricaturista francés Plantu, impulsor de Cartooning for peace, revela su filosofía de trabajo: fastidiar, ser impertinente

y denunciar, pero respetando a las creencias y culturas.

Dibujar sin humillar

Una caricatura puede hacer reír, provocar in-dignación o sorpresa. Pero siempre tiene que generar una sen-sación. A veces, es una declaración orgu-llosa de principios. Esta fue una de las tantas respuestas de este dibujante al aten-tado de Charlie Heb-do. Siempre el lápiz estará en la mano.

DOLOR POR LOS COLEGAS

Todo el siglo XX en los Balcanes se escribio con sangre. Plantu lo reflejó en esta carica-tura de noviembre de

1991, cuando la exYu-goslavia comenzaba a

desmembrarse y el horror hacía carne en

Sarajevo. Un pequeño bebé ya pensaba en

vengar a su padre en 2023. Tristemente, no

es descabellado.

BALCANES EN GUERRA

¡Uruguay presente en la pluma de Plantu! En 2013 aquí se legaliza-ba la marihuana y en

Francia Edinson Cava-ni se transformaba en

la transferencia más cara de un jugador de fútbol en aquel país. Y como dice el camaró-

grafo: para pagar 64 millones de euros por un futbolista hay que

haber fumado mucho.

CAVANI Y LA MARIHUANA

Eso hay que tenerlo en cuenta. Y hay que ser más vivos que los fundamentalistas”, subraya.

La publicación por el diario danés Jylland Posten de doce caricaturas de Mahoma —algo que está prohibido por el Islam—, a fines de 2005, que culminó con indignación, amenazas, revueltas, inci-dentes diplomáticos y embajadas ataca-das en los países árabes, fue “el comienzo de una batalla que la Europa dormida o adormecida no entendió. Por eso hay que ser más astutos que los intolerantes”.

—¿Piensa que las caricaturas de Charlie Hebdo “explican” lo que pasó? ¿O no hay explicación alguna?

— (Piensa largo) Yo creo que los dibu-jantes tienen que tener toda la libertad po-sible. Yo no me permitiría decir si pueden o no hacer tal o cual retrato. Respeto el tra-bajo de otros dibujantes. Pero en Cartoo-ning for peace la propuesta es otra: seguir, molestar, fastidiar, ser impertinentes y ha-cer política sobre todo lo relacionado a los derechos humanos en el planeta.

Como ejemplo, Plantu muestra la foto sonriente de dos colegas suyos, un israelí y un palestino. “Aunque no estén de acuerdo, aunque uno satirice al Hamas y el otro al ejército de Israel, hablan entre ellos y no hay problema. El próximo Me-dio Oriente pacificado será construido por estos dos dibujantes”. La fuerza de Cartooning —nacido bajo el amparo de la ONU en 2006—, sostiene, es dar a cono-cer y defender a profesionales de distintas naciones y creencias bajo el mismo fin: seguir dibujando, venciendo a los intole-rantes con la pluma y la inteligencia. Y, de ser posible, sin ofender.

“Yo fui boy scout marino y aprendí mu-cho sobre la humillación”, suelta el carica-turista con una sonrisa. También aprendió que arriba de un barco no se puede decir la palabra lapin (conejo). “¿Por qué? Por-que es un roedor, porque roe la madera. No es más que una superstición marinera, ¡pero está enrabado con el tema de la hu-millación, con la gente que no entendió lo de los retratos de Mahoma! Yo cuando es-toy en un barco no le voy a decir ‘conejo’ al capitán ni le voy a ofrecer un conejo a la mostaza. Pero mi trabajo como dibujante de prensa es denunciar si en el sótano del barco hay un indonesio mal pagado traba-jando en negro. Eso sí lo voy a mostrar, ¡sin usar la palabra conejo!”, culmina Plantu su analogía.

POR DESCARTE Y PARA SEDUCIR

Además de dibujar a De Gaulle, hay otros recuerdos de la infancia muy queridos para Jean Plantureux. Nacido el 23 de marzo de 1951 en París, desde chico iba muy seguido a Alemania, donde sus padres tenían amigos. Adversarios históricos, ese no era un destino muy apete-cido en su país, sobre todo luego de la Segunda Guerra Mundial. “Yo tenía familiares que me decían: ‘¿otra vez vas a ir a ver a los boches?’”, tér-mino despectivo con que los franceses se referían a sus vecinos. Él, en cambio, esta-ba fascinado con un país que se reconstruía. “Todos los alemanes con que trataba me decían que durante la guerra habían trabajado de cocine-ros o en las cocinas, ¡nunca me encontré uno que hubiera hecho la guerra!”, se ríe. Los De Gaulle que hacía de niño no fueron lo único que influyó en el surgimiento del caricaturista. La ya desapa-recida revista satírica Hara-kiri, antecesora de Charlie Hebdo, fue otro factor. Ahí despertó su vocación, pero el fracaso escolar en varias asignaturas fue otro deto-nante de peso. “Me hice di-bujante por la fuerza de los acontecimientos. No era bueno en latín, matemáticas ni francés. Al final, me sugi-rieron que hiciera ciencias. Hice un bachillerato científi-co y le dije a mis padres que quería estudiar dibujo. ‘No, será mejor que hagas la Fa-cultad de Medicina. En todo caso, podrás dibujar des-pués’. Como finalmente per-dí un año y no tenía nada que hacer, me dediqué a dibujar”.

Hubo un último elemento crucial que impulsó su for-mación en el Instituto de Arte Saint Luc, en Bélgica: “Pronto me di cuenta que haciendo dibujos se podía conseguir chicas más fácil-mente (se ríe), así que lo se-guí haciendo. ¡Así seduje a la madre de mis hijos!”. Plantú, padre de cuatro hi-jos de entre 21 y 40 años, y abuelo de cuatro nietos, está hoy separado. “Pero no puedo imaginar mi carrera sin pensar en el apoyo que ella me dio”. Hoy está al frente de Cartoo-ning for peace. Tanto traza una caricatura que ridiculiza a un político de su país —como al exprimer ministro Edouard Balladur— como di-bujo a un niño palestino y uno judío hamacándose jun-tos en un columpio sostenido por estrellas. “Hace diez años que estamos haciendo pedagogía en escuelas, en universidades. Recién esta-mos comenzando una batalla no contra los yihadistas sino contra la ignorancia. Es un trabajo enorme hablar sobre nuestro papel. ¿Cuál? Ser más vivos que los intoleran-tes que andan en la vuelta”.

“Se debe ser más vivo que los intolerantes que hay en la vuelta”