una estrategia tercermundista para américa latina

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NUEVA SOCIEDAD NRO. 51 NOVIEMBRE-DICIEMBRE 1980, PP. 7-32 Una estrategia tercermundista para América Latina Gonzalo Martner Gonzalo Martner: Economista chileno. Actual Director de la Oficina de Planifica- ción, Programación y Evaluación de las Naciones Unidas Introducción La mayoría de los autores que se han ocupado del desarrollo latinoamericano, han analizado la problemática del continente en una perspectiva de las relaciones América Latina - Estados Unidos /Europa, es decir, en una relación centro-perife- ria 'norte-sur". Los enfoques o análisis en una perspectiva "sur-sur", o tercermun- distas son, en cambio, casi inexistentes. Este trabajo se propone realizar este últi- mo tipo de enfoque, con vistas a señalar las limitaciones del análisis tradicional e identificar las potencialidades de una perspectiva tercermundista para el desarro- llo futuro, en un movimiento histórico, en que el continuado estancamiento del "centro" tradicional (Estados Unidos y Europa Occidental) implica para la década de los ochenta la ausencia de los "estímulos externos" que habían favorecido las tasas de crecimiento relativamente altas que América Latina muestra para los dos decenios pasados. La tesis que se sustenta aquí es que América Latina, a menos que logre nuevas alianzas a nivel del Tercer Mundo, no podrá alinear una correlación de fuerzas que sean suficientes para generar los necesarios cambios de estructura que permi- tan evitar el estancamiento económico global de la región durante los ochenta. A este respecto, no se debe olvidar que la única acción exitosa, en esta dirección, adoptada por los países en desarrollo fue realizada por una alianza latinoameri- cana, árabe y afro-asiática, a través de la OPEP a partir de 1973. Se sustenta aquí la necesidad de acumular fuerzas a nivel del Tercer Mundo en su totalidad como la única forma viable para que los países del sur puedan incre- mentar su participación en el ingreso mundial, abriendo paso a un verdadero nuevo orden económico internacional. En esta perspectiva, los movimientos inte- gracionistas a nivel regional o subregional aparecen como insuficientes para la acumulación de fuerzas necesarias para enfrentar las potencias industriales domi- nantes del norte y sus conglomerados transnacionales. Los esfuerzos "nacionalis- tas" latinoamericanos involucrados en el establecimiento de esquemas de integra- ción o del Sistema Económico Latinoamericano (SELA) aparecen sólo como eta- pas necesarias para llegar a articular un movimiento inter-regional con suficiente potencialidad para desarrollar una estrategia global tercermundista que, basada en el concepto de desarrollo autosuficiente, sea capaz de armonizar los exceden-

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NUEVA SOCIEDAD NRO. 51 NOVIEMBRE-DICIEMBRE 1980, PP. 7-32

Una estrategia tercermundista para América Latina Gonzalo Martner

Gonzalo Martner: Economista chileno. Actual Director de la Oficina de Planifica-ción, Programación y Evaluación de las Naciones Unidas

Introducción

La mayoría de los autores que se han ocupado del desarrollo latinoamericano, han analizado la problemática del continente en una perspectiva de las relaciones América Latina - Estados Unidos /Europa, es decir, en una relación centro-perife-ria 'norte-sur". Los enfoques o análisis en una perspectiva "sur-sur", o tercermun-distas son, en cambio, casi inexistentes. Este trabajo se propone realizar este últi-mo tipo de enfoque, con vistas a señalar las limitaciones del análisis tradicional e identificar las potencialidades de una perspectiva tercermundista para el desarro-llo futuro, en un movimiento histórico, en que el continuado estancamiento del "centro" tradicional (Estados Unidos y Europa Occidental) implica para la década de los ochenta la ausencia de los "estímulos externos" que habían favorecido las tasas de crecimiento relativamente altas que América Latina muestra para los dos decenios pasados. La tesis que se sustenta aquí es que América Latina, a menos que logre nuevas alianzas a nivel del Tercer Mundo, no podrá alinear una correlación de fuerzas que sean suficientes para generar los necesarios cambios de estructura que permi-tan evitar el estancamiento económico global de la región durante los ochenta. A este respecto, no se debe olvidar que la única acción exitosa, en esta dirección, adoptada por los países en desarrollo fue realizada por una alianza latinoameri-cana, árabe y afro-asiática, a través de la OPEP a partir de 1973. Se sustenta aquí la necesidad de acumular fuerzas a nivel del Tercer Mundo en su totalidad como la única forma viable para que los países del sur puedan incre-mentar su participación en el ingreso mundial, abriendo paso a un verdadero nuevo orden económico internacional. En esta perspectiva, los movimientos inte-gracionistas a nivel regional o subregional aparecen como insuficientes para la acumulación de fuerzas necesarias para enfrentar las potencias industriales domi-nantes del norte y sus conglomerados transnacionales. Los esfuerzos "nacionalis-tas" latinoamericanos involucrados en el establecimiento de esquemas de integra-ción o del Sistema Económico Latinoamericano (SELA) aparecen sólo como eta-pas necesarias para llegar a articular un movimiento inter-regional con suficiente potencialidad para desarrollar una estrategia global tercermundista que, basada en el concepto de desarrollo autosuficiente, sea capaz de armonizar los exceden-

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tes financieros, los recursos humanos y materiales del "sur" en función de una es-tructura de producción e intercambio "sur-sur" en favor de su población (dos ter-cios de la humanidad). Esta estrategia involucra la creación de "nuevos centros" en el "sur" que reempla-cen gradualmente el centro tradicional en el "norte", estableciendo nuevas formas de relaciones económicas internacionales entre las que hasta ahora forman 120 naciones de países llamados en desarrollo. El objetivo de este trabajo es abrir una discusión nueva en América Latina, que ha vivido por muchos años encerrada sobre sí misma, acerca de sus potencialidades de desarrollo como parte integrante del Tercer Mundo. El desarrollo de este pen-samiento podría permitir la apertura de una corriente "tercermundista" en Améri-ca Latina que aspire a superar las limitaciones conceptuales y estratégicas que im-pone el desarrollo del "latinoamericanismo" a partir de la Segunda Guerra Mun-dial. Algunos países de la región, como Cuba socialista por ejemplo, ya han com-prendido su papel en una estrategia tercermundista al participar activamente en el Movimiento de los Países No Alineados, el Grupo de los 77, e incorporarse a las luchas de liberación en otros continentes. A otro nivel, países como Brasil han iniciado ofensivas de comercio y asistencia técnica hacia Africa, el Medio Oriente y Asia, mientras México desarrolla vínculos de solidaridad con el resto del Tercer Mundo.

La realidad global del Tercer Mundo

La realidad del subdesarrollo y la dependencia ha venido siendo demostrada con amplia base empírica y conceptual por autores individuales, centros académicos y organizaciones internacionales, desde la Segunda Guerra Mundial. Las eviden-cias sobre la existencia y ampliación de la pobreza son conocidos y la información estadística que se ha logrado acumular para medirla son significativas. Hoy nadie niega la existencia del hambre, el desempleo y la miseria. Un informe del Banco Mundial reconoce que alrededor de 780 millones de personas vivían a fines de los setenta en condiciones de extrema pobreza1. Otros varios miles de millones de personas son simplemente pobres. Esta realidad deriva, entre muchos otros factores, de las condiciones históricas de dependencia y explotación a que el sistema económico mundial ha conducido. El actual orden económico mundial es, esencialmente, concentrador del ingreso, como lo reflejan las relaciones estructurales que se discuten a continuación. Como se sabe, una de las características del comercio mundial es el predominio de los países industriales capitalistas. En ellos se originan las dos terceras partes de las exportaciones e importaciones mundiales. Los países en desarrollo partici-

1 Banco Mundial "World Development Report, 1980", Washington D.C. page 33.

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pan sólo en un 26 % de las exportaciones mundiales, del cual aproximadamente un 11 % se deriva de los países de la OPEP. En 1976, del comercio mundial total en exportaciones manufacturadas, sólo el 7.6 % se originó en los países en desa-rrollo; mientras que los países industrializados desarrollados aportaron el 83.7 %; y los países socialistas el 8.7 %.

A. Limitaciones estructurales que afectan a los países en desarrollo Existe un conjunto de factores de carácter estructural que coloca a los países en desarrollo en una posición desventajosa frente a los países industriales de econo-mía de mercado. Estos aspectos negativos son los siguientes:

1. Los países en desarrollo siguen siendo monoproductores de materias primas. Las materias primas constituyen más del 60 % de las exportaciones de los países en desarrollo, y en algunos de ellos el grueso de sus exportaciones consiste en un sólo producto. Por ejemplo, en 1975, el petróleo crudo constituyó más del 90 % de las exportaciones de Arabia Saudita, Irán, Iraq, Libia y Nigeria; más del 50 % de las de Argelia, Ecuador, Gabón, Indonesia, Kuwait, Siria y Venezuela; el cobre constituyó más de dos terceras partes de las de Chile, Zaire y Zambia, el hierro más del 70 % de las de Liberia y Mauritania; los fosfatos de Marruecos y Togo; el uranio de Nigeria y diamantes de Sierra Leona representaron más del 50 % de las exportaciones de estos países. Con respecto a los productos agrícolas, el café com-prendió más del 60 % de las de Burundi Ruanda y Uganda; el yute más del 81 % de las de Bangladesh; el algodón dos tercios de las de Chad; las nueces el 93 % de las de Gambia; el cacao 54 % de las de Ghana; el ganado 57 % de las de Somalia y la copra el 57 % de las de Samoa Occidental2. Los esquemas tradicionales para la división internacional del trabajo subsisten en gran medida, lo que deja a los países en desarrollo la función de producir y ex-portar productos primarios, reservando para las naciones desarrolladas la de in-dustrializar esos productos para su consumo interno y para la exportación. Sobre la base de las exportaciones de los países en desarrollo a los miembros de la OCDE en 1976, de 27 productos primarios3 excluyendo el petróleo - se desprende que, de acuerdo a los cálculos de la UNCTAD, 58 % son exportados sin procesar, 20 % semiprocesados, y 22 % procesados. Estos porcentajes muestran una mejoría en relación a los de 1965, cuando los productos sin procesar constituyeron el 74 %. Sin embargo, para muchos productos el grado de procesamiento antes de la exportación es bajo. La UNCTAD ha calculado que los ingresos adicionales por exportación que po-drían haber obtenido los países productores de cobre, bauxita, fosfatos, hule natu-ral, algodón, yute, pieles, madera no conífera, cacao y café, de haberse procesado

2 Ross Standord "Third World Commodity Power is a Costly illusion", "Fortune", noviembre 1976.3 Carne, pescado, fruta, verduras, azúcar, café, tabaco, cacao, aceites de cacahuate, copra y palma, hule natural, madera, pulpa y papel, lana, algodón, yute, henequén, hierro, cobre, fosfatos, estaño, manganeso bauxita, aluminio, plomo y zinc.

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estos productos localmente en su totalidad, habrían ascendido a 27 mil millones de dólares por año. 2. Insuficiente procesamiento de los productos básicos dentro de las economías en desarrollo y deformado incremento de ciertas exportaciones manufactureras En 1976 el valor total de las exportaciones de bienes originadas en los países en desarrollo fue de 225 mil millones de dólares. De esta suma, el 15 % correspondió a alimentos, 4 % a materias primas agrícolas, 5 % a materias primas minerales, 59 % a petróleo, y 16 % a bienes manufacturados. El patrón de evolución de estas ex-portaciones entre 1970 y 1976 muestra un aumento sustancial en las de petróleo, una reducción relativa en las de otras mercancías y un aumento en las de bienes manufacturados. Entre 1970 y 1976, estas exportaciones aumentaron del 5.3 % al 7.7 % del comercio mundial de exportaciones manufacturadas4. Es conveniente notar que casi la tota-lidad de estas exportaciones en valores absolutos e incrementales - están consti-tuidas por unos pocos países y productos. En efecto, en 1976, las exportaciones manufacturadas de los países en desarrollo a los 21 principales países desarrolla-dos (excluyendo el petróleo y los productos de metales no ferrosos) ascendieron a 27,145 millones de dólares. Tres cuartas partes de esta suma correspondieron a las exportaciones de ocho países en desarrollo (el 21 % del total se originó en Hong Kong, el 19 % en la República de Corea, y entre 4 y 8 %, en orden decreciente, en México, Brasil, Yugoeslavia, Singapur, India y Malasia). Una concentración simi-lar existe respecto a los productos exportados. Los productos textiles, vestido, maquinaria y equipo de transporte (con excepción de los vehículos de motor) constituyeron un 57 % del total; y si se incluye a los alimentos y diversos bienes manufacturados ligeros, podemos contar hasta tres cuartas partes del total. Respecto al aumento de estas exportaciones (que entre 1970 y 1976 aumentaron de 6,701 a 27,145 millones de dólares) aproximadamente el 78 % es atribuible a los mismos ocho países mencionados en el párrafo anterior. Respecto a los produc-tos, el 57 % del aumento se debió al vestido, maquinaria y equipo de transporte. Estas cifras muestran que actualmente la mayoría de las exportaciones manufac-turadas originadas en los países en desarrollo consisten en vestidos y maquinaria (particularmente maquinaria electrónica) y que están vinculadas a la subcontrata-ción de trabajo por compañías de países desarrollados a un costo menor en los países en desarrollo. No es, entonces, un resultado logrado por un incremento en el desarrollo industrial en los países en desarrollo, ligado al proceso general de producción, consumo y acumulación. Es, más bien, el resultado de la localización en los países en desarrollo de una parte de la cadena de producción (la parte tra-bajo/intensiva), de las compañías que pertenecen a los países desarrollados. El aumento de este tipo de exportaciones de los países en desarrollo ha sido acompañado por la introducción de medidas arancelarias. Por ejemplo, con el ob-

4 Véase UNCTAD "The world commodity situation and outlock", TD/B/C. 1/ 207.22 marzo 1979.

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jeto de facilitar la subcontratación de trabajo a bajo costo en los países en desarro-llo, los Estados Unidos sancionaron las normas de arancel 806-30 y 807-00, que es-tablecen como base para el pago de impuestos el valor agregado en el extranjero y no el total del valor de importación. Por otro lado, muchas de las medidas protec-cionistas fueron mantenidas - y nuevas medidas fueron introducidas las cuales bloquean o impiden la entrada de bienes manufacturados de los países en desa-rrollo a los países desarrollados. Durante la posguerra, se ha hecho un progreso sustancial por parte de los países desarrollados en la supresión de barreras aduanales a la importación de materias primas industriales de los países en desarrollo, y lo mismo ha sucedido con aque-llas anteriormente impuestas a los bienes manufacturados y semi-manufactura-dos comerciados entre países desarrollados. Sin embargo, los países en desarrollo sólo obtienen ventajas limitadas respecto a los bienes manufacturados y semi-ma-nufacturados, de acuerdo a la cláusula de la nación más favorecida, después de varias negociaciones multilaterales y después de la reducción que surgió de la "Ronda Kennedy" Esta situación mejoró por el sistema generalizado de preferen-cias establecido bajo los auspicios de la UNCTAD.

En el presente, si consideramos la cadena de producción para materias primas es-pecíficas, es notable que la protección tiende generalmente a aumentar con el gra-do de procesamiento. Es decir, mientras las materias primas están exentas de de-rechos o pagan pocos, los bienes semi-manufacturados, y en mayor medida los manufacturados, tienen que pagar aranceles más altos. Más aún, las tasas nomi-nales indican una genuina protección en el caso de las cadenas de producción. En vista de esto, es más apropiado examinar los aranceles que proporcionan una efectiva protección. Existe una fuerte protección nominal y efectiva de aranceles que se aplica a los 18 productos primarios de interés para los países en desarrollo y para los productos que son resultado de varias etapas de procesamiento. Un cálculo relacionado con la incidencia de esta protección indica que sí los países de la OCDE suprimieran las barreras a la importación de bienes manufacturados procedentes de los países en desarrollo, éstos estarían ganando en 1985 aproximadamente 24,000 millones de dólares anuales por encima de la cifra que indican las tendencias actuales5. 3. Elevado costo de la tecnología importada por los países en desarrollo Otra dificultad para los países en desarrollo surge de la naturaleza y costo de la tecnología. En primer lugar, puesto que casi toda la tecnología industrial avanza-da fue creada en los países desarrollados para satisfacer sus propias necesidades, frecuentemente no cumple los requerimientos de los países en desarrollo. El pri-mer problema surge del hecho de que esta tecnología ahorra mano de obra y es intensiva en capital, mientras que en los países en desarrollo existe una abundan-te fuerza de trabajo subempleada y una escasez de capital. La segunda dificultad

5 Véase UNCTAD, "Monthly Commodity Price Bulletin", y documentos TD/127 y TD/184 suplemento 1.

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yace en la diferencia entre situaciones en que se aplica esta tecnología: por ejem-plo, no existe ninguna tecnología apropiada para la agricultura tropical, puesto que los países desarrollados están en regiones templadas. El tercer problema está relacionado con el costo de la tecnología. Se ha calculado que en 1968 el costo di-recto de la transferencia de tecnología a los países en desarrollo fue de 1500 millo-nes de dólares y que si la producción de bienes manufacturados crece a una tasa de 8 % anual, esa cifra alcanzará a 9 mil millones en 19806. Un cuarto problema tiene sus raíces en la dependencia creada por una tecnología que requiere perso-nal altamente calificado, maquinaria sofisticada y partes de repuesto que deben ser suministradas del exterior a los países en desarrollo. Otro serio obstáculo es el control de la inversión extranjera directa y del financia-miento por los países desarrollados. Los costos de inversión no son muy altos en el caso de los productos agrícolas y pueden en general ser cubiertos por los mis-mos países en desarrollo. Por otro lado, el costo de inversión en la minería es muy alto y casi siempre requiere de alguna forma de financiamiento internacional. Las organizaciones financieras internacionales han sido renuentes a proporcionar este tipo de servicios; el Banco Mundial, por ejemplo, desde su creación hasta princi-pios de 1977, ha asignado el 3.4 % de sus préstamos totales a la minería del hierro y acero. Como resultado, han sido las corporaciones transnacionales o los estados nacionales (mediante grandes esfuerzos financieros) los que se han encargado de estas actividades.

4. Control de la comercialización de los productos exportados por los países en desarrollo por parte de empresas transnacionales El comercio internacional en la mayoría de las mercancías está bajo control de las corporaciones transnacionales7. Esas corporaciones controlan los siguientes por-centajes de las exportaciones de los países en vías de desarrollo: entre el 70 y 75 % de las de plátano, arroz, hule y petróleo crudo; entre el 75 y 80 % de las de estaño; entre 85 y 90 % de las de cacao, tabaco trigo, algodón, yute, productos forestales y cobre; y entre el 90 y 95 % de las de hierro y bauxita8, Véase el cuadro 1.

Dentro del marco del control del mercado ejercido por las corporaciones transna-cionales, uno de los mecanismos utilizados frecuentemente es el del comercio al interior de la misma firma, es decir, entre las subsidiarias y la matriz. En estos ca-sos, la misma transacción que desde el punto de vista de los países implicados es exportación e importación, para la compañía es una operación interna. En 1974, aproximadamente el 46 % de las importaciones de los Estados Unidos fueron transacciones de este tipo, y en 1970 el 50 % de sus exportaciones fueron tratos al

6 Véase "Anual Address to the Board of Governors", por Robert S. McNamara, Presidente, World Bank, Washington, D.C. septiembre 26 de 1977, en "Anual Meeting of Board of Governors, Summary Procedings", septiembre 1977.7 Para más informaciones véase UNCTAD "Marketing and distributions of primary commodities: areas for further international cooperation". TD/229/Supp, 3 mayo 1979.8 Véase ONU Commission of Transnational Corporations, "Transnational Corporations in World Development: A Re-examination", Nueva York, mayo 1978.

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interior del sistemas de las compañías multinacionales. De manera similar, exis-ten indicaciones de que el 29 % de las exportaciones suecas en 1975, el 30 % de las de Gran Bretaña en 1973 y el 59 % de las de Canadá en 1971 fueron transacciones internas de las corporaciones9. Una práctica común en estas operaciones es la de-terminación de "precios de transferencia", es decir, precios que no reflejan el esta-do real del mercado sino la conveniencia de las compañías. Los objetivos princi-pales en la utilización de precios de transferencia son: control de los mercados (impidiendo la entrada de nuevos competidores), evitar controles de precios y de cambios, evadir impuestos y transferir las ganancias10. 5. El transporte y los seguros de los bienes exportados por países en desarrollo son controlados por los países del norte. En materia de transportes, cabe señalar que se ha establecido una escala de tarifas de carga marítima, de acuerdo con la cual, en el caso de ciertos productos, las cuotas son mayores cuando los bienes son semimanufacturados que cuando son aún materias primas sin procesar. Tal es el caso del cacao, pieles, hule, madera y cobre. Los países en desarrollo - excluyendo a los exportadores de petróleo - tienen un déficit en las categorías de la balanza de pagos que cubren la carga, viajes y segu-ros y otros gastos de transporte. El balance negativo para carga puede explicarse por la pequeña proporción de tonelaje mundial que corresponde a los países en desarrollo, que fue en 1977 de 8.5 % para buques de más de 100 toneladas brutas registradas. Más aún, ha habido un incremento en las tarifas de carga que, utili-zando el índice de 100 para 1968, fue de 230 en 1975 y de 250 en 1977. Con respec-to a los seguros, el balance negativo refleja el hecho de que las principales compa-ñías aseguradoras están basadas en los países desarrollados.

Entre las principales estrategias aplicadas para contrarrestar esta situación está la política dirigida al incremento en el tonelaje de los países en desarrollo, que au-mentó de 10.9 millones de toneladas brutas registradas en 1965 a 15.2 millones en 1970 y 33.4 millones en 1975. En 1976, los países en desarrollo construyeron em-barcaciones por un total de 1.3 millones de toneladas brutas registradas y 1.4 mi-llones en 1977 (de los que un 58 % correspondió a la República de Corea y un 30 % a Brasil). Pero incluso esos esfuerzos son insuficientes frente a la necesidad de mejorar la capacidad de transporte del Tercer Mundo y reducir el impacto de las altas tarifas de carga. 6. Los precios de los productos exportados son inestables en el mercado mun-dial y sufren un constante deterioro en sus términos de intercambio La inestabilidad de los precios de las mercancías se acentuó durante esta última década. Se incrementó recientemente por la actividad especulativa de los merca-

9 Véase UNCTAD, "Domination positions of market power of Transnational Corporations: use of the transfer pricing mechanism", julio 1977.10 Véase UNCTAD "Major issues arising from the transfer of technology to developing countries", Nueva York, 1975, p.27

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dos a futuros de ciertos productos, por su utilización como una protección contra la inflación y las modificaciones en los tipos de cambio. Esta inestabilidad es per-judicial tanto para los países productores como para los consumidores, puesto que hace que los costos y ganancias sean impredecibles, perjudica el proceso de inversión y acelera la inflación. En el período 1961 y 1976, la fluctuación en los precios nominales - interpretada como los coeficientes de variación de cada pre-cio respecto a la tendencia general - fue muy alta en el caso del azúcar, arroz, ca-cao, aceites vegetales, henequén, lana, hule, zinc, tungsteno y cobre. Véase el cua-dro 2. Con respecto al mediano y largo plazo, los términos de comercio se han deterio-rado en el período entre 1954 y 1972. Véase el cuadro 3. Después de la explosión de precios de 1973-1974 y la recuperación de 1976, si tomamos 34 mercancías, ex-cluyendo el petróleo, el índice combinado de precios en términos reales fue me-nor en 1976 que a mediado de los cincuenta11. Esto muestra que la tendencia hacia el deterioro, perjudicial para los países en desarrollo, permaneció inalterada, ex-cepto durante el corto período de auge de 1973 a 1974.

7. La proporción del precio de venta en los países consumidores y que regresa a los países productores es insuficiente Vale la pena mencionar el bajo porcentaje de ganancias que el país productor reci-be del precio de venta en el país consumidor. Así, en el período entre 1967 y 1972, el precio de exportación de los países en desarrollo como porcentaje del precio de venta al consumidor en el país desarrollado fue de 53 % en el caso del té, 15 % para el cacao (ambos como porcentaje del precio en el Reino Unido), 48 % para el aceite de cacahuate, 30 % para jugos cítricos, 20 % para plátanos, 14 % para café, 32 % para yute, 55 % para concentrados de cobre, 75 % para estaño refinado (en estos siete casos, como porcentaje del precio en Francia) y 10 % para mineral de hierro (precios de la República Federal Alemana)12. Si consideramos que el precio de exportación incluye todos los costos locales, es claro que los productores pri-marios reciben tan sólo un porcentaje mínimo. La situación anteriormente mencionada significa que el problema principal para varias mercancías no es el deterioro de sus términos de intercambio, ni la estabili-dad en el mercado, sino el bajo nivel de participación de los países en vías de de-sarrollo productores en la distribución del valor agregado. Las corporaciones transnacionales que se encargan del transporte, comercialización, distribución y otras operaciones, se apropian del 47 % del precio de venta a los consumidores en los países desarrollados, 85 % del precio del cacao, 52 % del precio del aceite de nuez, 70 % del de jugos cítricos, 80 % del plátano, 86 % del café, 68 % del yute, 45

11 Sobre la base de 1954-100, los términos de intercambio de 34 mercancías - excluyendo el petróleo - con respecto a las exportaciones manufacturadas de los países desarrollados con economías de mercado fueron 77 en 1960, 72 en 1970 y 84 en 1976. Véase UNCTAD, "Monthly Commodity Price Bulletin", diversos números.12 Véase UNCTAD, "Proportion between the Exports and the Prices to the Consumer of Selected Export of Commodities from the Developing Countries", (Documento TD/184 Sup. 3, mayo 1976).

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% de los concentrados de cobre, 25 % del estaño refinado y 90 % del mineral de hierro.

B. Potencial de los países del Tercer Mundo para mejorar su posición relativa en el comercio mundial Frente a una situación estructural tan profundamente negativa como la descrita, existe un potencial a favor de los países en desarrollo que ellos podrían movilizar para cambiar el actual orden económico existente, sobre la base de su autonomía colectiva. Estos aspectos son: 1. Elevado control de los países en desarrollo de ciertos recursos naturales bási-cos y de ciertas exportaciones Es conocida la importancia de los recursos naturales que están localizados en el sur. Las reservas petrolíferas son importantes y ello significa el control de cerca del 80 % de las exportaciones. En algunos alimentos y materias primas tropicales, como asimismo en ciertos minerales, el Tercer Mundo tiene un control elevado de los recursos naturales. Los países en desarrollo ejercen un control significativo sobre la exportación de algunas mercancías. Con respecto al control de exportaciones, las mercancías agrícolas ocupan la mejor posición. Por ejemplo, el 98 % de las exportaciones de cacao proviene de los países en desarrollo. Estos países exportan el 95 % del hene-quén; 99 % de la copra; 94 % del hule natural; 96 % del yute; 96 % del café; 94 % del aceite de palma; 85 % del plátano; 84 % del aceite de coco; 82 % del té; 78 % del aceite de cacahuate y 70 % del azúcar sin refinar. Su control sobre las exporta-ciones les da considerable poder que bien podría ser usado por los países expor-tadores para alcanzar una alta proporción de las exportaciones totales. En el caso de los metales prevalece una situación diferente. Los países en vías de desarrollo exportan una alta proporción del total en el caso de ciertos metales, particularmente estaño, del que controlan el 86% de las exportaciones mundiales. El porcentaje para bauxita es 87 %; para manganeso 51 %; y para cobre 58 %. La cifra para hierro es sólo 40 %; y es aún más baja para el zinc (22 %) y plomo (21 %). Véase el Cuadro 4.

La América Latina es el principal exportador mundial de numerosos productos básicos, como ser: bauxita (63 %); café (64 %); bananos (77 %); azúcar (51 %); cue-ros y pieles (17 %), carnes (30 %); maíz (16 %); hierro (19 %); zinc y plomo. En es-tos productos América Latina tiene un papel líder a nivel mundial. Por su parte, Africa es región líder en productos de exportación como: cacao (80 %); sisal (57 %); aceite de maní (75 %); manganeso (30 %); cobre (28 %); y algodón (29 %). Por su parte, Asia predomina en las exportaciones mundiales de estaño (61 %), yute (95 %); caucho natural (89 %).

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Cabe señalar que el hecho de que el Tercer Mundo tenga el control de la exporta-ción de estos productos no significa automáticamente un poder de negociación suficiente, pues es bien sabido que factores como la elasticidad de la demanda de cada producto, la cohesión política de los productores, la organización de los paí-ses consumidores y otros factores son decisivos para movilizar el poder de nego-ciación de los países exportadores. 2. Mayor conciencia sobre la necesidad de organizar los países exportadores Los países en desarrollo han organizado asociaciones de países exportadores. La Conferencia sobre Materias Primas, reunida en febrero de 1975, en Dakar (Se-negal) incluyó en la Resolución 6 una definición que describe los elementos e in-tenciones de las asociaciones de países exportadores. Se define allí a las asociacio-nes como un instrumento de la política nacional sobre productos básicos con que cuentan los países en desarrollo, destinada a asegurar su coordinación en el cam-po de la producción, investigación, desarrollo y comercialización de dichos pro-ductos básicos, con el propósito de proteger sus intereses, fijar posición frente a los mercados, y enfrentar con éxito a los bien organizados compradores de los pa-íses desarrollados, de manera de asegurar precios justos y remunerativos por las exportaciones de sus productos básicos, y actuar solidariamente y buscando el beneficio mutuo entre los países miembros13. Las asociaciones de países exportadores de productos básicos podrían definirse como organismos intergubernamentales de carácter consultivo, integrados princi-palmente por países en desarrollo productores y exportadores de productos bási-cos, cuyo objetivo es intervenir en el mercado internacional, por lo general domi-nado por monopolios, oligopolios y monopsonios organizados por países desa-rrollados en su beneficio, con el fin de lograr precios justos estables y remunerati-vos por sus exportaciones, incrementando en términos reales el poder de compra de dichas exportaciones, coordinando la solidaridad y ayuda mutua entre los paí-ses miembros en caso de represalias y procurando llegar el mayor ingreso posible a los productores iniciales; y además promover la cooperación económica entre los países miembros en el campo de la información, los conocimientos tecnológi-cos, el entrenamiento de cuadros, el mejoramiento de la productividad, la indus-trialización de los productos dentro de los países en desarrollo, participar en la comercialización, transporte, seguros y en la captación de los servicios invisibles que por lo general son aprovechados por empresas transnacionales14. La organización y desarrollo de asociaciones de países exportadores de productos básicos se ha gestado a lo largo de un proceso, cuya iniciación puede ubicarse en el año 1960. Ese año numerosos países en desarrollo tomaban conciencia de su desventajosa posición y comenzaban a bregar por su soberanía política y su inde-

13 Véase Declaración de Dakar y Resolución 6 Conferencia sobre Materias Primas, febrero 1975, Dakar, Senegal.14 Véase Gonzalo Martner, "Las Asociaciones de Países Exportadores de Materias Primas: Un Instrumento para el Establecimiento de un Nuevo Orden Internacional", 1978.

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pendencia económica. Tomando en cuenta los resultados económicos obtenidos en la década de los años cincuenta algunos países de América Latina, y algunos otros del Medio Oriente y de Africa comenzaron a inquietarse por la suerte de sus productos de exportación. Este proceso de toma de conciencia se afianza y conti-núa en la década de los años sesenta y viene a adquirir toda su dimensión en la década de los setenta. En el año 1980 existen cerca de 20 asociaciones de países exportadores de produc-tos básicos, creados por iniciativa de países en desarrollo. El número total de paí-ses que son miembros de estas asociaciones se elevaba a alrededor de 70 en total. Esto significa que ya constituye un movimiento de gran envergadura en el mun-do actual, de importancia similar al Grupo de Países de los 77, que llegaron a ser 120 este año, y el Grupo de los Países No Alineados que llegó a 96 miembros. Mientras estos movimientos son más bien de carácter político, el Grupo de Países Exportadores de Productos Básicos es más bien de carácter económico, con intere-ses muy claros y concretos: la defensa de las materias primas en el mercado inter-nacional y la cooperación económica entre los países productores de ellas, para facilitar el intercambio de experiencias, tecnología, información y sobre todo soli-daridad internacional. A fin de incrementar su poder de negociación, los países en desarrollo reunidos en febrero de 1975 en la Conferencia sobre Materias Primas celebrada en Dakar, sugirió la creación de un Consejo de Asociaciones de Países Productores de Mate-rias Primas, que pudiera coordinar todas las organizaciones existentes. Esta idea fue aprobada por la Reunión Cumbre de Jefes de Estado de los Países No Alinea-dos celebrada en Colombo, Sri Lanka, en agosto de 1976. El Grupo de Expertos sobre el Establecimiento del Consejo de Asociaciones de Productores reunido en enero de 1977, en Ginebra, aprobó los Estatutos de dicho Consejo y sometió su ra-tificación a la Conferencia de Plenipotenciarios que se reunió en Ginebra, en abril de 1978. El Consejo de Asociaciones de Países Exportadores de Materias Primas puede ser el gran instrumento para desarrollar una estrategia común de los países en desa-rrollo con respecto a la defensa de las materias primas.

El pensamiento económico tercermundista

Ante un diagnóstico como el examinado en la sección anterior, se ha producido una viva reacción en el pensamiento económico en los países del Tercer Mundo. Muchas universidades, centros de investigación, entidades gubernamentales y no gubernamentales, realizan en América Latina, Africa y Asia una continua refle-xión acerca de la problemática ya descrita. Es cierto que en muchos casos dicha reflexión puede ser poco sistemática, inestable y aún sometida por regímenes dic-tatoriales, pero con todo ha emergido, particularmente en los sesenta y setenta,

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un conjunto de ideas de desarrollo y transformación en los países en desarrollo. Este pensamiento se ha expresado en parte a través de publicaciones académicas y en parte a través de los gobiernos que lo han llevado a las conferencias de los países No Alineados o de los 77. Si se examinan los documentos básicos produci-dos para dichas reuniones y las resoluciones adoptadas, se puede percibir que efectivamente se ha venido configurando una concepción tercermundista del sub-desarrollo y la dependencia exterior, a la par que se vienen fortaleciendo interpre-taciones cada vez más precisas acerca del funcionamiento de la economía mun-dial. Parte de este pensamiento ha inspirado las declaraciones y resoluciones adopta-das en conferencias de los países No-Alineados y de los 77 y Naciones Unidas, en particular: - La Declaración de Argel, septiembre 1 973. - La Declaración sobre el Establecimiento del Nuevo Orden Económico Interna-cional, mayo 1974. - La Carta sobre Derechos y Deberes de los Estados, diciembre 1974. - La Declaración de Dakar sobre Materias Primas, febrero 1975.

- La Declaración de Colombo, Agosto 1 976. - El Programa de Acción sobre Cooperación Económica entre Países en Desarrollo de México, septiembre 1976. - El Programa de Acción sobre Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo de Buenos Aires, septiembre 1978. - El Programa de Acción de Arusha sobre Confianza Colectiva y Esquema para Negociaciones, febrero 1979. - La Declaración de la Habana sobre Orientaciones Políticas para el Refuerzo de la Autonomía Colectiva entre Países en Desarrollo, septiembre 1979. Todos estos documentos contienen una doctrina básica de interpretación de la re-alidad del Tercer Mundo, a la vez que señalan las orientaciones a seguir en el fu-turo a través de políticas basadas en el concepto de autonomía colectiva ("self re-liance"). En su aspecto doctrinario, este pensamiento económico tercermundista enfatiza: a) La existencia de relaciones centro-periferia a través de las cuales un grupo de naciones industrializadas de economía de mercado imponen a los países periféri-

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cos relaciones de dominación de carácter imperialista, colonialista, neo-colonialis-ta y/o racistas, que hacen posible la captación de enormes excedentes económicos que son transferidos desde el "sur" hacia el "norte". b) La existencia de un sistema monetario financiero mundial que canaliza la liqui-dez mundial hacia el "norte", impidiendo al "sur" un activo proceso de acumula-ción y de diversificación de su producción, que continúa siendo mono-exportado-ra, dentro de un esquema de división internacional del trabajo impuesto desde el "centro". c) La prevalencia de un sistema de relaciones comerciales en la que la inestabili-dad de los precios de los productos que exporta el Tercer Mundo es creciente, acusando una tendencia al deterioro de los términos del intercambio gradual que erosiona la capacidad para importar de los países dependientes. d) La asignación por el "norte" de una función de productor y exportador de ma-terias primas a los países del "sur", impidiendo el procesamiento de dichas mate-rias dentro de los países productores; determinando una industrializacion lenta en el sur y orientada al ensamble de productos finales, generados con tecnologías importadas, equipos, materias primas, diseños, insumos, etc., provenientes del "norte', dentro del llamado modelo de sustitución de importaciones. e) Articulación de un sector industrial doméstico en el "sur" destinado a producir ciertos bienes finales que satisfacen las necesidades de los grupos de altos ingre-sos; proceso que va acompañado de la desviación del uso de tierra que antes pro-ducían cereales y otros granos de consumo popular hacia la producción de pro-ductos que son enlatados y luego exportados como manufacturados, restando ali-mentos a la población local. g) El control de recursos naturales, de faenas productivas, de sistemas de comer-cio, mercadeo, transporte y demás por parte de empresas transnacionales que de esta manera perciben amplios porcentajes de los precios finales de los productos exportados por el Tercer Mundo en su favor, en detrimento de los productores iniciales y los consumidores finales. Los instrumentos sugeridos por el Tercer Mundo para modificar la situación des-crita son diversos y cubren aspectos generales y particulares. En el nivel global, los países del Tercer Mundo se han planteado la meta de lograr lo que ellos llaman "un nuevo orden económico internacional" y la Declaración y el Programa de Acción sobre esta materia adoptados por la Asamblea General de Naciones Unidas, incluye las principales áreas de acción futura. Estas son esen-cialmente: - un mayor control sobre los recursos naturales

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- una aceleración de la industrialización - una adecuada transferencia de tecnología - un comercio internacional más estable y justo - una mayor seguridad alimenticia - un sistema de transportes más racional - un nuevo sistema monetario y financiero - una mejor cooperación internacional entre países en desarrollo - el control y la limitación de los abusos por parte de las empresas transnacionales Estas áreas de acción vienen siendo objeto de negociaciones a través de los órga-nos de Naciones Unidas y una reciente evaluación15 muestra que los resultados de siete años de esfuerzos no han conseguido los objetivos deseados. Frente a las dificultades de obtener avances 'concertados" los países en desarrollo se han planteado una estrategia de desarrollo basada en la confianza colectiva. Los instrumentos y progresos logrados son materia de la sección siguiente.

Progresos logrados en la estrategia basada en la confianza colectiva del Tercer Mundo

Los primeros esfuerzos internacionales por acentuar la cooperación económica entre países en desarrollo datan de los comienzos de la década de los años cin-cuenta. Puede decirse, que hubo históricamente dos movimientos casi simultáne-os y paralelos inspirados en las ideas de autonomía colectiva. De una parte, está el movimiento latinoamericano, surgido bajo el amparo de la CEPAL, que plantea la formación de un mercado común latinoamericano, y la formación de un banco regional de desarrollo16. Estas iniciativas tenían por objeto abrir el camino para la industrialización y prevalecieron en los debates durante gran parte de la década de los cincuenta. Simultáneamente, se forjaba un movimiento nacionalista en los países africanos y asiáticos que constituyeron un frente de acción conjunta, bajo el auspicio de los gobiernos de India, Indonesia, Egipto y otros países. El movimiento "afro-asiáti-co" convocó a una reunión en Bandung (Indonesia) en abril de 1955. Dicha confe-rencia, con la participación de 25 países, aprobó diez principios, incluyendo entre ellos el de "promover su interés y la cooperación mutuos". Como se sabe, nació

15 Un importante estudio sobre esta materia fue presentado por el Director General de Naciones Unidas en la Sesión Especial de la Asamblea General en agosto de 1980.16 Octavio Rodríguez: "La Teoría del Subdesarrollo de la CEPAL", Ed. Siglo XXI, México 1980.

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así lo que se denomina Movimiento de los Países No-Alineados, agrupación de origen afro-asiático que incorpora más tarde algunos países latinoamericanos y que hacia 1980 está compuesto de unos 96 países en total. En la década de los sesenta, es la presión concertada de los países en desarrollo la que lleva a la formación de la UNCTAD en 1964, como un foro de negociación "norte-sur", que pudiera ocuparse del problema de las relaciones económicas en-tre los países pobres y los industrializados. La necesidad de presentar posiciones comunes a esta especie de "parlamento económico mundial" dedicado a la discu-sión de la situación de las materias primas, llevó a la formación de un frente de países en desarrollo, llamado Grupo de los Setenta y Siete. Se trata de una agru-pación heterogénea que incluye, también, todos los países de América Latina y cuyo objetivo es facilitar la negociación y la concertación con el norte.

De esta manera, mientras el Movimiento de los Países No-Alineados aparece fa-voreciendo en muchos casos posiciones de enfrentamiento, el grupo de los 77 aparece como el mecanismo de la concertación. Al parecer este cambio de mati-ces, se explica sutilmente por la presencia masiva de los países latinoamericanos dentro del grupo de los 77, países que, como se discutirá más adelante, han favo-recido más una estrategia regionalista (latinoamericanista) que inter-regionalista (tercermundista). Es en el contexto de este cuadro general que las diversas experiencias de coopera-ción entre países del sur se ha inscrito, en particular en los últimos quince años (1965-80). La cooperación entre países en desarrollo se ha realizado dentro de cuatro espa-cios o escenarios principales: - bilateral - sub-regional - regional - interregional Se discutirán las principales experiencias realizadas en estos cuatro escenarios con vistas a identificar sus orientaciones, obstáculos y perspectivas. a) Cooperación bilateral entre países en desarrollo En las dos últimas décadas son numerosas las experiencias de cooperación entre dos países en desarrollo, sean vecinos o no. En América Latina, en especial, esta práctica ha sido ampliamente desarrollada por Brasil, Argentina, México, Vene-zuela y otros países de mayor importancia económica. Son conocidos los tratados bilaterales para acentuar el comercio, mediante reducción de tarifas, en lo relativo

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a ciertos productos agrícolas entre países como Brasil y Paraguay, Argentina y Uruguay, Brasil y Perú (acuerdo a mediano plano para el abastecimiento en pro-ductos alimenticios por parte de Brasil contra metales no ferrosos por parte de Perú, para el período 1971-80). Convenios parecidos existen entre países de Asia y Africa. Cabe señalar, que muchas veces los aumentos de quantum de comercio que muestran ciertos esquemas sub-regionales, son el resultado de comercio bila-teral solamente, y no una consecuencia de la liberalización del comercio. Esta práctica ha recibido un fuerte impulso en 1980 cuando países de tamaño sig-nificativo, como Brasil y Argentina, han decidido, cooperar entre sí, después de muchos años de rivalidad bien conocidos. En mayo de 1980, Brasil, que ha desa-rrollado una fuerte industria pesada, y Argentina que tiene una agricultura diver-sificada y una industria liviana considerable, decidieron incrementar su comercio mutuo desde los actuales $US 2 billones anuales. Un convenio de comercio entre estos dos gigantes, que suman una población de 150 millones de habitantes, con un producto generado de cerca de 200 billones de dólares anuales, crea un merca-do potencial enorme para ambos países. Argentina, que ha visto disminuir, por su parte, sus exportaciones al mercado Común Europeo desde un 60 % en 1960 a sólo el 37 % en 1980 (siendo uno de los países más afectados por el proteccionis-mo implantado en sus mercados tradicionales), tiene ahora un nuevo horizonte en su política de exportaciones. Al mismo tiempo, Argentina y Brasil que han co-operado en construir represas que aprovechen las aguas del Paraná y el Paraguay en el pasado, han decidido juntar fuerzas para la construcción de plantas nuclea-res. Argentina ya ha ganado experiencia en operar un reactor nuclear de un po-der de 300 megawatt y está construyendo dos más y posee minas de uranio que le permitirán construir seis reactores más; mientras Brasil, recién iniciado en esta lí-nea, está terminando su primer reactor y tiene un programa para llegar a 8, con asistencia de Alemania Federal. Estos reactores sumados a las plantas hidroeléc-tricas permitirán en el futuro enfrentar la ausencia de petróleo en este país. Al mismo tiempo, la industria automotriz está impulsando la formación de em-presas conjuntas, con la ayuda de empresas transnacionales como la Volkswagen, que domina el mercado brasileño, y que está comprando la planta de la Chrysler en Argentina y planea integrar partes producidos en los dos países. A su vez, An-tra, una empresa privada argentina que trabaja en desarrollo petrolero, está ha-ciendo prospecciones en áreas marítimas de Brasil. Convenios de gran significación han sido también celebrados entre Brasil y Méxi-co, donde en Julio de 1980 se acordó formar empresas mixtas para impulsar cier-tos proyectos. Sería largo enumerar otras experiencias de intercambio bilateral en América Lati-na y en otros continentes. Baste señalar que en la medida que se agudiza en 1980 la recesión económica en Estados Unidos y Europa, y crece el proteccionismo, nu-merosos países buscan en el enfoque bilateral una salida para su comercio exte-rior deficitario, acentuando relaciones sur-sur.

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b) Cooperación sub-regional Dentro de la llamada cooperación multilateral, la llamada sub-regional es la que ha tenido más apoyo y ha ganado más experiencia. Un primer esfuerzo fue inicia-do, con el estímulo del poder colonial, en Africa cuando se organizó la Comuni-dad del Africa Oriental (Kenya, Uganda y Tanzania) en 1967. Dificultades políti-cas bien conocidas llevaron a la ruptura y la liquidación de esta experiencia hacia fines de los años setenta. Entre ellas, cabe señalar en América Latina, la formación del Mercado Común Centroamericano (1960), el grupo de Países Andinos (1967), la Comunidad del Caribe (1973), el Pacto Amazónico (1978), y el sistema de la Cuenca del Río de la Plata. Al mismo tiempo que se establecían mecanismos aduaneros y normas de comercio e inversiones, a la vez que se ensayaban formas de programación por sectores, algunos de estos esquemas establecieron mecanismos financieros, como ser acuerdos de pagos y (clearing), como ser el establecimiento del "Clearing House" de América Central, y la Facilidad de Pagos Multilaterales de Caricom. También se establecieron arreglos de crédito, como ser el Fondo de Estabilización de América Central y el Fondo de Reserva de los Andes. Un esquema de financia-miento de inversiones fue establecido por los países del Pacto Andino, al estable-cer la Corporación Andina de Fomento. La cooperación entre países productores y exportadores fue, también, acentuada a nivel sub-regional al establecerse (1975) la Unión de Países Exportadores de Ba-nano (UPEB) que agrupa a países de la subregión centroamericana y del Caribe (la circunstancia de que Ecuador el principal exportador latinoamericano de ba-nanos no sea miembro de UPEB ha impedido que alcance un nivel regional).

En Africa se han establecido esquemas subregionales como los siguientes: la Co-munidad Económica de los Estados de Africa Occidental (1975); la Unión Econó-mica y Aduanera de Africa Central (1966); la Comunidad Económica de los Países de los Grandes Lagos (1976); la Unión de Río Mano (1973), la Comisión del Río Niger y otros. Estos esquemas, si bien han favorecido el comercio mutuo entre sus países miembros, no han logrado superar la debilidad intrínseca de países que carecen de infraestructura, de industria y medios de transportes17. En materia financiera, los africanos han sido imaginativos. Trece países crearon en 1976 la Clearing House de Africa Occidental, mientras se establecían arreglos monetarios en la Comunidad Económica de los Países de los Grandes Lagos (1977). Se forma-ron uniones monetarias, como la Unión Monetaria de Africa Central (cuatro paí-ses) y la Unión Monetaria de Africa Occidental (seis países). En Asia, se han desarrollado importantes experiencias de cooperación a nivel sub-regional. Cabe destacar, en primer lugar, a ASEAN, la Asociación de Nacio-nes del Sudeste Asiático y la Comisión del Pacífico Sur. El sistema de ASEAN

17 Ver Floto, Edgardo "Economic Integration and Third Word Collective Self-Reliance", Third World Forum Occasional Paper No. 4, Dina Press Ltd. Geneva 1979.

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(Tailandia, Indonesia, Malasia, Singapur y Filipinas) abarca desde facilidades de comercio hasta un esquema de inversiones. En materia financiera, se ha creado la Clearing House Asiática. Podría decirse, que en general, todos los esquemas subregionales mencionados son débiles intrínsicamente, debido esencialmente a que los países que los inte-gran son, en general, pobres y carecen de excedentes económicos movilizados que permitan acelerar la acumulación, pese a la eventual ampliación nominal de sus mercados, donde la demanda de vastos sectores marginados o desempleados es casi inexistente. En todo caso, el cuadro institucional creado en ciertas subregiones, y los instru-mentos de comercio, finanzas, pagos e inversiones, son creaciones orgánicas no-vedosas que permiten articular los débiles estímulos que surgen de economías que carecen de infraestructura, industrias, alimentos suficientes y recursos finan-cieros que intercambiar, a la par que no se materializa una demanda estable a causa de la marginalización de un grueso sector de la población. c) Cooperación regional Los esfuerzos de cooperación en el escenario regional han recibido un estímulo político por parte de muchos países que se inspiran en enfoques económicos na-cionalistas. Pero la inspiración política no ha sido acompañada de una instrumen-tación adecuada ni de un cuadro de organizaciones adecuados, como lo refleja la experiencia de las distintas regiones. Dentro de los países del "sur", América Latina aparece como la región con más ex-periencia regionalista. Sus esfuerzos, se remontan a los años de la lucha por la in-dependencia cuando pensadores como Miranda y Bolívar levantaron la bandera de una América Latina unida política, económica, cultural y militarmente. Desde muy temprano se ligaron los conceptos de independencia a los de integración y solidaridad iberoamericanos. A partir de la Segunda Guerra Mundial y bajo el impulso del pensamiento de la CEPAL18 se comienzan a gestar ideas integradoras a nivel continental, con vistas a formar un "mercado común latinoamericano". El proceso de organizar mercados comunes en América Latina fue fuertemente influido por la experiencia de la Comunidad Europea y culminó, después de un decenio de discusiones, en el insatisfactorio esquema de la Asociación Latinoame-ricana de Libre Comercio (ALALC) en 1960. La otra idea central, ya mencionada, de establecer un banco regional de desarrollo se materializó en la creación del Banco Interamericano de Desarrollo, que ya no es financiado con fondos de los países latinoamericanos sino con fondos aportados principalmente por Estados Unidos, y cuya sede se ubicó en Washington.

18 Ver Octavio Rodríguez, "La Teoría del Subdesarrollo de la Cepal", Ed. Siglo XXI, México, 1980.

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Es la creciente insatisfacción sobre el funcionamiento de la ALALC lo que lleva al establecimiento de mercados sub-regionales por una parte y a la creación de la Comisión Económica Consultiva Latinoamericana (CECLA) en 1966, destinada a sistematizar la consulta a nivel regional, la adopción de posiciones comunes, pri-mero; y luego al establecimiento del Sistema Económico Latinoamericano (SELA) en 1975; organismo de consulta y cooperación que agrupa a 24 países de América Latina y el Caribe. SELA tiene su sede en un país latinoamericano: Caracas, Vene-zuela; y su secretariado es financiado por los países miembros. SELA ha contri-buido a crear un foro latinoamericano que se expresa dentro y fuera del continen-te y fija las posiciones de la región frente a foros como la UNCTAD, Comunidad Europea, Asamblea de las Naciones Unidas, y otros. A pesar de que ALALC había creado mecanismos de pagos y arreglos de crédito recíproco y se llegó a establecer el acuerdo de Asistencia Financiera, la efectividad del sistema fue discutida y se ha llegado a su transformación en 1980, que mu-chos consideran esencialmente como un arreglo cosmético ante el descrédito ge-neralizado de aquella entidad. Los países latinoamericanos productores y exportadores de recursos básicos han realizado experiencias interesantes con respecto a la comercialización de ciertos productos claves. Cabe citar al respecto, la creación en 1975 del Grupo Económico de Países Latinoamericanos y del Caribe Exportadores de Azúcar (GEPLACEA) integrado por 22 países exportadores de este producto y que con sede en México, hace esfuerzos por estabilizar los precios del azúcar en el mercado mundial. En materia de petróleo, es conocida la participación de Venezuela, país fundador, y de Ecuador en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Sin embargo, es necesario señalar que los países latinoamericanos no han seguido el ejemplo de los países árabes que han creado en 1967, como complemento de la OPEP, la Organización Árabe de Países Exportadores de Petróleo (OPAEP) y que se destina a financiar proyectos de infraestructura y diversificación de productos de petróleo, para los países árabes, sean o no exportadores de petróleo. En América Latina podría pensarse en una Organización Latinoamericana de Paí-ses Exportadores de Petróleo que podría ser integrada por países como Venezue-la, México, Trinidad y Tobago, Ecuador, y otros futuros exportadores, quienes podrían ayudar a elaborar una política energética para la región, sistematizar la cooperación con los países latinoamericanos importadores y financiar proyectos de infraestructura en el área, a la par que establecer plantas petroquímicas.

En todo caso, un paso positivo parece ser el acuerdo concluido en julio de 1980 entre los gobiernos de México, Venezuela y países de Centroamérica y el Caribe para la venta de petróleo con créditos que se pagan con bajos intereses y a largo plazo. Sería de desear que siguiendo el principio del "comercio recíproco" en el futuro los países que venden petróleo a otros países en desarrollo se comprome-

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tan formalmente a comprar (de los países a quienes les venden) los alimentos, materias primas y manufacturas que estos pueden ofrecer, de acuerdo con las ventajas comparativas existentes. En lo que se refiere al comercio del café, otro renglón de exportación básico para la región, es interesante señalar el esfuerzo iniciado por ocho países (Brasil, Co-lombia, México, Honduras, Guatemala, Venezuela, Salvador y Costa Rica) por en-frentar conjuntamente y dentro del espíritu de autonomía colectiva, la baja del precio del café en el mercado internacional. En septiembre de 1978 organizaron un frente común llamado "Grupo de Bogotá" destinado a defender los precios. El Grupo decidió fijar un precio mínimo de $1.51 la libra y operar en los mercados a futuro de Nueva York y Londres. Se estableció un fondo de estabilización y a la vez se organizó en 1980 en Panamá una compañía comercializadora llamada "Pan-Café" con un capital de $500 millones que compra y vende café en los mer-cados a futuro. Las experiencias regionales de cooperación en América Latina muestran un cierto grado de avance en la creación de instituciones, pero los mecanismos establecidos han tropezado con dificultades en su implementación en parte debido a las con-tradicciones entre los intereses de los grupos de presión local. Otro factor ostensi-ble ha sido, como se dijo antes, los continuos intentos por parte de empresas transnacionales por penetrar los esquemas y beneficiarse de mercados más am-plios. En Africa, los esfuerzos de carácter regional son más recientes y datan de la época en que se produce la independencia masiva de muchos países. En orden a conso-lidar su soberanía es que se fundó en 1964 un organismo político de carácter con-tinental llamado Organización de la Unidad Africana, entidad que ha logrado afianzarse y enfrentar numerosos problemas internos, en parte derivados en con-flictos limítrofes. En el aspecto económico, una contribución substancial para el conocimiento de la realidad africana ha sido hecho por la Comisión Económica para Africa (CEA) creada en 1958 con sede en Addis Abeba, Etiopía. A fin de atender las necesida-des financieras de la región se formó en 1964 el Banco Africano de Desarrollo con sede en Abidjan, Costa de Marfil, inspirado en la experiencia del BID, pero con la ventaja de que su capital no ha sido aportado por una superpotencia sino por los diversos gobiernos de la región. A fin de dar estímulos más globales a los esquemas de integración existentes en el espacio de las sub-regiones, se acordó en la Conferencia de Jefes de Estado, cele-brada en Lagos, Nigeria en julio de 1980, ir a la creación de un Mercado Común Africano hacia el año 2000. Esta iniciativa permitirá ampliar el mercado africano y eventualmente facilitar la circulación de recursos financieros africanos de unos países a otros.

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La cooperación entre países productores y exportadores de recursos básicos se ha iniciado desde el año 1960 cuando 21 países africanos decidieron establecer la Or-ganización Inter-Africana del Café. Más tarde, se formó por iniciativa africana la Alianza de Productores de Cacao (1962) a la que se integró Brasil y luego otros países de América Latina. En 1964 se formó el Consejo Africano del Maní y hacia 1975, 13 países crearon la Organización Africana de la Madera, mientras en 1979 se hacían los primeros esfuerzos por establecer la Organización Africana de Pro-ductores de Semillas Oleaginosas. Como puede verse, Africa ha logrado avances significativos en la organización institucional para la cooperación económica en-tre aquellos países. No obstante, el comercio intra-africano continúa siendo pe-queño, menos del 10 % del comercio de exportaciones total, debido a la debilidad de estas economías y a la falta de transportes intra-africanos. No es posible pensar que siglos de colonialismo habrían de hacer resultado ni en desarrollo ni en la construcción de una infraestructura "sur-sur". En Asia, por el tamaño enorme de la región y el predominio de economías conti-nentales como las de India y China, que tienen unos 1500 millones de habitantes, no es posible pensar en estrategias como las ya vistas. Se ha podido crear en 1966 el Banco Asiático de Desarrollo y las Naciones Unidas estableció la Comisión Eco-nómica para Asia y el Lejano Oriente. Un intento de integración ha sido hecho a través del Acuerdo de Bangkok en 1975 para iniciar esfuerzos más globales de in-tegración. Este acuerdo agrupa a Bangladesh, India Laos, Filipinas, Corea, Sri Lanka y Tailandia. Los esfuerzos de los países productores y exportadores de productos básicos se iniciaron con la creación en 1969 de la Comunidad Asiática y del Pacífico del Coco, con la participación de 11 países de la región. A su vez, los exportadores de caucho crearon en 1972 la Asociación de Países Productores de Caucho Natural (con 6 países miembros). Como puede apreciarse, los esfuerzos asiáticos han sido más bien de carácter su-bregional y sólo muy recientemente se inician esfuerzos más globalizadores. Del análisis de las experiencias realizadas en América Latina, Africa y Asia se desprende: a) que ninguna ha logrado llegar a la etapa de mercados comunes que comprendan toda la región b) que no existe un sistema financiero regional que permita llegar a una unión de pagos, o a un sistema de crédito regional c) que los esfuerzos en la liberalización de comercio no han adquirido un carácter regional d) que los bancos de inversiones tienen el carácter regional solo en el caso de Afri-ca y Asia, mientras en América Latina no existe un banco latinoamericano de de-sarrollo, sino un banco interamericano, con decisiva presencia de los países del norte. d) Cooperación inter-regional Los esfuerzos de cooperación interregional han sido más exitosos a nivel político e internacional que en otras áreas. Ello se debe a que los Movimientos de los Paí-

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ses No-Alineados, que se reúnen periódicamente incluso a nivel de Jefes de Esta-do, y que conforman un grupo de 96 países en 1980; y de los cuales 77 que tienen reuniones periódicas a nivel ministerial y que conforma un grupo de 120 países en desarrollo, han logrado pese a todas sus contradicciones internas, mantener su cohesión en torno a cuestiones esenciales.

En el nivel económico, cabe señalar que los países de Africa, Asia y América Lati-na han logrado significativos éxitos como exportadores de ciertos productos bási-cos, en particular el petróleo. La creación en 1960 de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y su ofensiva a partir de 1973 puede ser señala-da como uno de los éxitos más importantes logrados en la cooperación inter-re-gional. Puede decirse, que la experiencia de la OPEP muestra como la elección de un área básica para actuar concertadamente es posible y como la acumulación de fuerzas a nivel internacional permite enfrentar los más poderosos intereses del norte. Gracias a los enormes excedentes que la OPEP pudo rescatar para el "sur" a partir de 1974, se ha podido iniciar un conjunto de esquemas financieros de cooperación inter-regional. La cooperación financiera inter-regional se ha manifestado especialmente entre países islámicos (34 países) de Africa y de Asia. Se creó, al efecto, el Banco Islámi-co de Desarrollo en 1974 por parte de 20 países con un capital inicial de US$2.400 millones. También se estableció por 20 países árabes el Banco Arabe para el Desa-rrollo Económico de Africa (BADEA) con un capital inicial de US$742 millones, con el objetivo de cooperar con los países africanos. Al mismo tiempo se creó en 1973 el Fondo Arabe para Asistencia Técnica a países árabes y africanos. Los paí-ses árabes establecieron el Fondo Arabe para Desarrollo Económico y Social; la Compañía Arabe de Inversiones y otros. Una iniciativa de gran importancia ha sido la creación en 1976 por parte de 20 pa-íses del Fondo Monetario Arabe, con reservas equivalentes a 1,100 millones (S.E.6) cuyo objetivo es asistir a los países con problemas de balanza de pagos. Otros esfuerzos de cooperación inter-regional es el de países productores de pro-ductos básicos de Africa, Asia y América Latina. En 1967 se fundó el Comité In-ter-gubernamental de Países Exportadores de Cobre CIPEC; luego la Asociación de Países Exportadores de Fierro (APEF) (1975) y otros. Los esfuerzos de cooperación mencionados han producido algunos resultados tangibles: 1. El comercio entre países en desarrollo creció entre 1970 y 1975 a una tasa de 8.8 % anual, comparado con sólo 4.5 % de crecimiento en las exportaciones hacia los países desarrollados. Se estima que el comercio entre países en desarrollo repre-senta entre un 22 a 24 % de las exportaciones totales hacia 1980. El comercio que

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más ha crecido es el de petróleo y productos manufacturados en especial equipos de transporte y maquinarias diversas19. Al parecer, las débiles tasas de expansión mostradas por los países industriales, han inducido a muchos países en desarro-llo a intercambiar mercancías entre ellos, incrementando así el comercio "sur-sur". 2. La cooperación financiera entre países en desarrollo se ha expandido a nivel sub-regional, pero sólo tiene un alcance limitado a nivel inter-regional, donde sal-vo las experiencias entre países islámicos de Africa y Asia, no se han realizado ex-periencias. La expansión futura del comercio entre países en desarrollo depende de la disponibilidad de facilidades de crédito que apoyen dicho comercio. El go-bierno de Sri Lanka propuso en 1976 la creación de un Banco del Tercer Mundo, destinado a facilitar el comercio "sur-sur". 3. No existe una Unión de Pagos del Tercer Mundo que pueda facilitar las co-rrientes de comercio "sur-sur"; ni se han hecho progresos significativos en elimi-nar barreras de comercio que afectan al comercio "sur-sur". 4. La cooperación entre países productores exportadores que se ha plasmado en la creación de asociaciones de productores a nivel sub-regional (para el banano y otros productos) regional (madera tropical, azúcar, semillas oleaginosas, pimien-ta, caucho, coco, café, maní), e inter-regional (petróleo, cobre, hierro, bauxita, tungsteno, mercurio, cacao, etc.), cuya acción es diferente: mientras unas se es-fuerzan por revertir el deterioro real de los precios (OPEP) otras bregan por la es-tabilización de los precios (café, cacao, cobre, azúcar, bauxita, caucho y otras) mientras otras se preocupan de mejorar su participación en la comercialización (banano, madera, etc.) y otras promover proyectos industriales para procesar y diversificar sus productos dentro de sus países (nuez de coco, pimienta, maní y otras). La necesidad de coordinar la acción de estas asociaciones fue planteada por la Conferencia sobre Materias Primas de Dakar en 1975, al sugerir la creación de un Consejo de Asociaciones de Productores; los estatutos fueron aprobados por una Conferencia Plenipotenciaria en 1978 y esperan la ratificación de cinco asociaciones. Los progresos logrados en el marco del establecimiento de organizaciones y en la identificación de instrumentos han sido dificultados por enormes obstáculos polí-ticos, económicos, tecnológicos, muchos de ellos de carácter estructural. 1. Ya se explicó en la parte primera de este trabajo la desventajosa situación de los países en desarrollo dentro del mercado mundial y se explicaron las característi-cas de su dependencia y el grado de control que ejercen las empresas multinacio-nales. El punto de partida de los esfuerzos de cooperación entre países en desa-rrollo es el resultado de años de influencia imperialista, colonialista y neo-colo-nialista y que plasmaron las bases para un desarrollo desigual.

19 UNCTAD "Economic Co-operation Among Developing Countries: Suplementary material and considerations relating to priority areas for action" TD/244/Supp. 1, Manila, May 1979, page 17.

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2. La infraestructura que debe apoyar el comercio "sur-sur" es casi inexistente en gran parte de Africa y Asia, como insuficiente en América Latina. Los transportes han sido diseñados y desarrollados para apoyar el comercio "norte-norte" y no el "sur-sur". No solo no existe transporte interno en cada región y subregión sino que entre regiones; para enviar carga de Brasil a Gabón hay que llevar la carga a Europa y de allí a Africa. Tampoco existen facilidades de almacenaje, de puertos, y no se pueden formar reservas suficientes, para atender pedidos. Tampoco hay redes de comunicación "sur-sur" que permitan conocer oportunidades de comer-cio. 3. El apoyo financiero que todo comercio internacional requiere es limitado al ni-vel subregional y no existe para el regional e Inter-regional. 4. Los mercados son imperfectos y numerosas barreras arancelarias desalientan el comercio "sur-sur". 5. Es más expedito para un país del sur ordenar la compra de un producto en el norte, que tiene todo el apoyo mencionado en los puntos anteriores, que adquirir-lo en el sur, aunque sea más barato y de igual calidad. El norte garantiza el envío pronto y facilita la transacción comercial, mediante créditos y otras facilidades. 6. La información sobre oportunidades de comercio "sur-sur" son escasas y a ve-ces confusas, y no existe un mecanismo de publicación en esa dirección.

7. Las economías del sur continúan, en lo esencial, siendo dominadas por las del norte en lo que se refiere a modalidades de comercio, medios de transporte, etc. Solo un 8 % de la carga transportada desde el sur se traslada en barcos con banderas de países en desarrollo; el 92 % del transporte lo realizan líneas de países desarrollados. El seguro es también controlado por los países del norte. Estas y otras limitaciones podrían señalarse, pero la urgencia de los países del sur por avanzar en un desarrollo autosostenido es ineludible ante la perspectiva del estancamiento de los centros dinámicos tradicionales en la década de los ochenta. Todo ello hace necesario pensar en una compleja estrategia de desarrollo para el Tercer Mundo en su conjunto, a partir de la cual habría que derivar la estrategia para América Latina.

Principales líneas de la estrategia basada en el desarrollo autosostenido

La promoción de la cooperación entre los países en desarrollo es una dimensión importante del nuevo orden económico internacional. Es al mismo tiempo un objetivo principal de ese orden y uno de los instrumentos principales que cubren los intercambios económicos y de otro tipo entre los países en desarrollo; incluyendo, por ejemplo, la expansión de los acuerdos cooperativos más allá del nivel subregional; políticas deliberadas para explotar las complementariedades

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latentes en las diferentes capacidades y situaciones de desarrollo de los países del Tercer Mundo; el otorgamiento mutuo de tratos preferenciales o especiales; el mantenimiento y reforzamiento de arreglos de compensación allí donde, por ejemplo, una mejor posición de negociación para un grupo de países en desarrollo productores de mercancías lleva a grandes pérdidas para otro; finalmente, el reforzamiento de los acuerdos cooperativos, incluyendo la cooperación técnica y los sistemas de información colectiva, en relación a las corporaciones transnacionales y los bancos. Las líneas de una estrategia global basada en el desarrollo autosostenido para la década de los años ochenta podrían ser: (a) Reforzamiento y extensión de los planes de integración a nivel subregional, regional e interregional. Es necesario que los países en desarrollo que pretendan reforzar los planes de integración subregional y regional actuales realicen acciones subsecuentes, mediante el establecimiento de mecanismos adecuados de coordinación a nivel interregional. Inicialmente, puede ser creado un número de nuevos planes de integración subregional en algunas regiones en que no existan tales planes. Por ejemplo, los países del Sur de Africa, después de la independencia de Zimbabwe han mostrado interés en iniciar acciones cooperativas con el propósito de reconstruir las economías y establecer transportes e infraestructura que vinculen sus mercados y comunicaciones. A nivel regional, pueden establecerse algunos mecanismos particularmente en Africa, Asia y el Pacífico para una coordinación global de los planes subregionales existentes. Finalmente, parece necesario establecer un mecanismo interregional de carácter permanente a través del cual los países en desarrollo miembros de los esquemas de integración subregionales y regionales puedan intercambiar experiencias y promover el comercio y cooperación interregionales. (b) Mayor extensión de la asistencia financiera entre los países en desarrollo. Los esquemas de financiamiento que existen en la actualidad en los campos de compensación, crédito y uniones monetarias son incompletos. Existe hasta el momento algún desarrollo a nivel subregional, pero sigue siendo necesario el completar un plan financiero significativo que pueda mejorar el comercio entre los países en desarrollo a nivel regional e interregional. El reconocimiento de la necesidad de establecer un sistema financiero es la base para el subsecuente progreso en este campo, con la función principal de proporcionar financiamiento a corto y mediano plazo para todos los países en desarrollo, con el propósito de incrementar los flujos comerciales entre ellos. (c) Nuevos acuerdos de comercio horizontal. Los países en desarrollo han adquirido cierta experiencia en la organización e implementación de esquemas de comercio con los países desarrollados. Se han alcanzado acuerdos internacionales sobre mercancías para café, cacao, hule natural, estaño, trigo y semillas

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oleaginosas. Esta experiencia puede ser utilizada para establecer acuerdos interregionales entre los países en desarrollo productores y los países en desarrollo consumidores. Existe la necesidad de un mecanismo apropiado que pueda promover este tipo de negociaciones. Se podría establecer una forma de organización para la cooperación económica entre países en desarrollo que fuera financiada y establecida por ellos mismos, que ayudara al mismo tiempo técnicamente en la preparación de posiciones comunes para ser utilizadas por el Grupo de los 77 en negociaciones con el "Norte". Se están realizando esfuerzos para preparar la base para el establecimiento de una forma de secretariado que puede ser el marco institucional inicial en la dirección anteriormente mencionada20. (d) Promoción del desarrollo de mercancías. Existe la necesidad de una cooperación entre los países en desarrollo con el propósito de dar pasos subsecuentes en la utilización de los recursos naturales pertenecientes a los países en desarrollo, organizar su explotación y producción, incrementar el procesamiento interno de sus materias primas, participar activamente en el transporte de bienes semiprocesados y procesados, participar en la comercialización y distribución de las mercancías y bienes, y promover el consumo de tales bienes en los países desarrollados y los países en desarrollo. Las asociaciones de productores podrían ser reforzadas y ampliadas con el propósito de promover proyectos en los campos de la industria, transporte y comercialización, y debe proporcionarse cooperación técnica en este sentido, mientras que las instituciones financieras de los países en desarrollo podrían organizar empresas multinacionales para producir, procesar, distribuir y transportar sus productos. Una participación creciente de los países en desarrollo en estos campos tendrá como resultado un progreso significativo hacia el establecimiento de un nuevo or-den económico internacional.

(e) Cooperación para la adquisición conjunta de bienes por los países en desa-rrolloExiste un campo considerable para organizar asociaciones de compradores para contrarrestar por lo menos parte del desigual poder de negociación de los vende-dores en los países desarrollados, y en particular de sus multinacionales. Las aso-ciaciones de países compradores, podrían organizarse siempre que los países en desarrollo están comprando bienes homogéneos y vitales a unos pocos vendedo-res del mundo industrializado. El propósito principal sería reunir a los mayores compradores de los países en desarrollo y fijar los precios y otros términos a tra-

20 Hall, Kenneth O. "The Group of 77" Strengthening its negotiation and capacity". Third World Forum. Occasional Paper No. 71 Switzerland, August 1979.

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vés de la negociación colectiva. Por ejemplo, puesto que los países en desarrollo importan actualmente 37 millones de toneladas de granos alimenticios, por un valor de 7.3 miles de millones de dólares, siendo unos 10 países los importadores principales, es lógico para esos países en desarrollo el unir sus esfuerzos y coordi-nar sus políticas de compra. Otras mercancías para las que pueden considerarse tales acciones son el acero, los fertilizantes, el equipo técnico, las máquinas, herra-mientas, etc. Las acciones en los campos mencionados podrían llevar durante los ochenta a un mayor desarrollo del Tercer Mundo como un todo. Los países en desarrollo debe-rían considerar por sí mismos las formas y medios para proceder en esta direc-ción si desean completar los esfuerzos iniciados en décadas anteriores. Debe reco-nocerse que mientras que los países desarrollados se han organizado a través de la OCDE y los países socialistas a través del COMECON, los países en desarrollo no han completado su organización mediante el establecimiento de un mecanis-mo interregional de naturaleza técnica que pueda ayudar a su agrupamiento práctico, como el grupo de los 77 y el Movimiento de los No Alineados. Un meca-nismo tal podría ser útil en la preparación de una estrategia detallada por parte de los países en desarrollo dirigida hacia su crecimiento en el espíritu del desarro-llo autosostenido.

Implicaciones de la estrategia anterior para los países del Tercer Mundo

Con el propósito de reaccionar contra las constantes pérdidas por los países del Tercer Mundo a través del deterioro de sus términos de intercambio, la inesta-bilidad de precios, la baja proporción del precio final al consumidor que vuel-ve a los países productores, y el excedente apropiado por las corporaciones transnacionales, una estrategia global basada en el desarrollo autosostenido per-mitirá dentro de unos años de esfuerzos continuos, cambiar la correlación de fuerzas en la escena internacional y la movilización de los recursos necesarios para acelerar una verdadera industrialización en el Tercer Mundo basada en el procesamiento de sus propias materias primas para satisfacer las necesidades de su propia población a través de nuevos "puentes en el sur". La industrialización, basada en el "ensamblaje" de bienes sofisticados para ser exportados a una élite de consumidores en el exterior o para grupos internos, sería substituida por una industrialización basada en los bienes necesarios para la mayoría de la población del Tercer Mundo, que debe utilizar los recursos naturales y materias primas lo-cales y, de ser necesario, los materiales proporcionados por otros países en desa-rrollo cuando esto sea apropiado. Este tipo de industrialización sería, por defini-ción, de una naturaleza "intensiva en trabajo". Una estrategia orientada en la dirección anteriormente mencionada es desde nuestro punto de vista, la única que, puede tener un impacto decisivo sobre el problema del desempleo en el Tercer Mundo. Otras estrategias, particularmente

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aquellas basadas en la exportación a las economías de mercado industrializadas, son intrínsicamente incapaces de resolver el problema básico de desempleo. Una estrategia basada en el desarrollo autosostenido debe apuntar a la gradual sustitución de las actuales relaciones centro-periferia. La década de los ochenta permitirá a los países en desarrollo iniciar el establecimiento de "nuevos centros". Es obvio que si los países en desarrollo exportadores de petróleo incrementan sus ingresos hasta aproximadamente 120 mil millones de dólares en 1980, en los años subsecuentes pueden tener la oportunidad de generar una demanda efectiva cre-ciente de productos originados en el "Sur". Esta nueva demanda debe incluir no solamente importaciones de los alimentos que no producen esos países (como carne, té, café, azúcar, cacao, etc.), sino también materias primas y aun bienes ma-nufacturados como bienes electrónicos, metálicos, mecánicos, eléctricos y de otros tipos producidos en el "Sur". Esta nueva demanda efectiva podría ser eventual-mente satisfecha al principio, por la capacidad industrial existente en los países en desarrollo que no es utilizada debido al proteccionismo en Europa y los Esta-dos Unidos y, esta demanda, por supuesto, podría orientar inversiones financia-das por el "Sur" hacia el establecimiento de nuevas fábricas de procesamiento, nuevos servicios de transporte, empresas conjuntas para el transporte y comercia-lización, etc. El Tercer Mundo se halla en una posición histórica única en la déca-da de los ochentas: puede empezar utilizando sus propios recursos y actividades financieras en el "Sur" a través de una nueva forma de "reciclaje" de petrodólares. Queda claro que los procedimientos para "reciclar" los petrodólares utilizados en los setentas contribuyeron al incremento de la deuda de los países no exportado-res de petróleo. Lo que aquí se sugiere no es el seguir incrementando la deuda de los países en desarrollo mediante la sustitución de acreedores del "Norte" por acreedores del "Sur", sino reciclar los petrodólares a través del "comercio interna-cional sur-sur". Esta estrategia de desarrollo, que significa incrementar el comercio en el "Sur" po-dría crear una expansión de las economías del Tercer Mundo en una nueva forma de relación internacional y resultar en oportunidades masivas de empleo en el "sur". Esta nueva relación económica debería enfatizar el hecho de que todo país exportador de petróleo debe comprometerse a comprar a los países en desarrollo que adquieren sus hidrocarburos los bienes que necesita y que actualmente com-pra en el norte. De alguna manera, las importaciones de petróleo de un número de países en desarrollo podrían ser pagadas con materias primas, maquinarias e implementos producidos en el sur.

Resumen y conclusiones

La exposición anterior ha permitido ubicar la importancia de los problemas es-tructurales que afectan al comercio exterior de los países del Tercer Mundo y en particular de América Latina. A pesar de la heterogeneidad cultural, social, geo-gráfica, política y económica que separa a los países que componen el "sur", existe

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un conjunto de desventajas originadas por su situación "periférica", las cuales constituyen la base para la concertación de alianzas estratégicas entre los países pobres. Los países del Tercer Mundo, aun los petroleros, tienen de común la existencia de vastos bolsones de miseria y atraso tecnológico, a la par que sufren el encareci-miento de las manufacturas y equipos que deben importar. Ellos siguen siendo monoproductores y exportadores de materias primas que son producidas y/o co-mercializadas por empresas extranjeras, con un bajo grado de procesamiento, mientras absorben una tecnología importada de alto costo y no adaptada a las condiciones locales, y el transporte de las mercancías y el seguro es realizado por empresas del norte. Los precios de los productos exportadores sufren de inestabi-lidad en los mercados en el corto plazo. Como consecuencia de la inexistencia de procesamiento local y del control de la comercialización, distribución, transporte, seguros y financiamiento por parte de empresas transnacionales, la proporción del precio de venta en los países consumidores y que regresa a los países produc-tores es muy bajo en numerosos productos, determinando una baja participación de estos últimos en la repartición del valor agregado. No obstante, el conjunto de factores adversos para el Tercer Mundo, incluida La-tinoamérica, existe un potencial de posibilidades reales de estos países para mejo-rar su posición de negociación. La circunstancia de que el Tercer Mundo sea el área que controla vastos recursos naturales y que realice la exportación de eleva-dos porcentajes de petróleo, alimentos tropicales, materias primas agrícolas y fo-restales y algunos metales, implica un potencial de negociación que en parte ha sido movilizado, como en el caso del petróleo a través de la OPEP. La creación de asociaciones de países exportadores ha sido el instrumento utiliza-do en esta dirección. Mientras algunas organizaciones se han orientado a revertir la tendencia histórica al deterioro de los términos del intercambio (por ejemplo la OPEP); otras han enfatizado la estabilización de precios (como las del café, cacao, azúcar, caucho natural y otras), o bien han puesto el acento en la cooperación en-tre sus miembros para impulsar proyectos de diversificación, procesamiento, co-mercialización y financiamiento (como la OPAEP, la Comunidad Asiática de la Nuez de Coco, la Unión de Países Exportadores de Bananos, etc.). Otro instrumento de cooperación "sur-sur" ha sido el establecimiento de esque-mas de integración, que incluyen sistemas aduaneros, de crédito y a veces de pago. La experiencia que se ha logrado en los últimos años de participación del Tercer Mundo en los eventos mundiales ha dado lugar el surgimiento de un "pensa-miento económico tercermundista" que ha influido la acción y a la vez se ha nu-trido de ella. Este pensamiento se expresa no solo en la cátedra sino también y principalmente a través de movimientos como los No-Alineados, los 77 y los Islá-

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micos y también, por cierto, en los movimientos regionales y subregionales de Africa, Asia y América Latina. Los progresos logrados en veinte años de acción son materia de polémicas e inter-pretaciones. Existe actualmente una estructura orgánica tercermundista y regio-nalista que institucionaliza la cooperación entre países en desarrollo y desde lue-go una mayor conciencia acerca de sus posibilidades, aunque es bien cierto que aún persiste la influencia del pensamiento regionalista, por lo general orientado a enfatizar las relaciones sur-norte. Es el caso de América Latina donde el naciona-lismo latinoamericano surgido después de la segunda guerra mundial aún conci-be el desarrollo de la región como un problema de sus relaciones con el norte en particular con Estados Unidos, y no como un problema de concertar alianzas inte-rregionales para acentuar el comercio "sur-sur". A pesar de todas sus debilidades, es un hecho que el comercio intra-latinoamericano ha crecido en los últimos vein-te años y representa cerca del 18 % del comercio exterior de América Latina. Tam-bién es cierto que el comercio "sur-sur" ha crecido fuertemente en la década de los setenta y que existen potencialidades y, cabe agregar, el imperativo, de su expan-sión en la década de los ochenta. Una nueva estrategia latinoamericana, ensamblada en una estrategia global del Tercer Mundo para los ochenta debería enfatizar: a) el reforzamiento y la extensión de los esquemas de integración económica a ni-vel sub-regional y la creación de mecanismos nuevos a nivel inter-regional, para facilitar el comercio "sur-sur", incluyendo la creación de un banco del Tercer Mundo para financiar inversiones, y un Fondo Monetario del Tercer Mundo. Es-tos mecanismos deberían hacerse cargo del reciclaje de los petrodólares cuyos ex-cedentes se calculan en 120 mil millones de dólares para 1980, en 500 mil millones acumulados hacia 1985 y en más de 1,000 mil millones para 1990. b) el establecimiento de nuevos acuerdos de comercio internacional "sur-sur", es decir, acuerdos como los del café, azúcar y otros, pero entre productores y consu-midores del sur. Una organización especial del Tercer Mundo se necesita para sis-tematizar este nuevo comercio que podría ser acompañada de programas de fi-nanciamiento "sur-sur" a través de los cuales se puedan construir plantas indus-triales para procesar los productos básicos en el sur. Por ejemplo, la madera tropi-cal, actualmente exportada al norte en forma de troncos, sin ningún procesamien-to, podría exportarse aserrada, en planchas y en forma de manufacturas como muebles y otros, hacia países del sur que no poseen bosques en particular los del norte de Africa y Medio Oriente, que hoy importan todo aquello desde el norte. Lo mismo puede plantearse para el caucho y la producción de neumáticos y de-más productos manufacturados. Muchos metales, también, podrían venderse ela-borados y formarse complejos sidero-metalúrgicos a través de los cuales los paí-ses exportadores de hierro (que hoy solo perciben el 10 % del precio final en los países consumidores) podrían fabricar acero, luego máquinas-herramientas; ac-tualmente el 98 % de las máquinas-herramientas que usa el sur son importadas

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desde el norte; paradojalmente el área agrícola del mundo, o sea el sur, no produ-ce arados, rastras y demás implementos que podrían ayudar al trabajo de millo-nes de campesinos.

c) establecer un mecanismo de fomento industrial del Tercer Mundo que se encar-gue de sistematizar la obtención de la meta del 25 % establecida en Lima. Esto in-volucra generar nuevos proyectos industriales destinados a procesar las materias primas del sur, con el objeto de satisfacer las necesidades de la mayoría de la po-blación del sur; se procuraría abrir mercados en el sur a través de contratos de co-mercio "sur-sur" por períodos de 10 o más años a fin de garantizar demanda a las nuevas producciones. d) la creación gradual, con los nuevos excedentes ganados por el Tercer Mundo a través del petróleo y otras exportaciones, de "nuevos centros" ubicados en el sur. Es decir, la gradual superación de la dependencia económica y tecnológica que imponen los actuales centros industriales de economía de mercado, para pasar a un nuevo tipo de relaciones económicas "sur-sur", basadas en los principios de re-ciprocidad en el comercio, precios justos y remunerativos, solidaridad en la nego-ciación y participación conjunta a través de empresas multinacionales estableci-das por países en desarrollo. e) el estancamiento económico por el que atravesarán, según los estudios del Ban-co Mundial, el Fondo Monetario Internacional y las Naciones Unidas, los países industriales capitalistas durante buena parte de la década de los ochenta, crea a nuestro juicio, la urgencia de cambiar el gastado enfoque "norte-sur" por uno "sur-sur" y crea el imperativo de los países en desarrollo, pese a sus contradiccio-nes internas, de utilizar el espacio político generado por dicho estancamiento y por el aumento de las tensiones Oeste-Este. Los textos de estudio dicen que fue-ron las crisis de 1930 y las I y II Guerras Mundiales las que crearon el espacio para que el Tercer Mundo comenzara su industrialización. La nueva crisis en el norte durante los ochenta también abre un espacio para nuevos avances en el sur. Referencias

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Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad Nº 51 No-viembre- Diciembre 1980, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.