Una chica y un muchacho

Mi biografía:Me llamo Nicolás y vivo en una aldea en lo alto de una colina, lejos de toda la civilización. Trabajo en una fábrica de inventos, pero no soy el científico, solo el empleado de limpieza. En mi casa tengo muchas plantas, pero como no tengo demasiado tiempo de cuidarlas (aunque me encanten) ya que estoy ocupado en mi tres trabajos como empleado, muchas ya se están marchitando. Un día, al cerrar la fábrica, me pidieron que lleve unos tóxicos para que los tirase en algún lugar, y los llevé a mi casa. Cuando estaba por acostarme a dormir recordé los tóxicos y los tiré todos juntos en donde estaban las plantas marchitas.A la mañana siguiente, sentí una mano sobre mis ojos y solo escuchaba que repetían “llévenselo, ¡él lo descubrió, descubrió el elixir de la vida!”. ¿Qué pasó? ¿Qué estaban diciendo? Al pasar

por mi patio vi que en lugar de mis plantas marchitas estaban todas florecidas.

Comprendan, no soy un genio:Los hombres me tenían encerrado en una camioneta oscura. Hablaban entre ellos pero no lograba escucharlos, solo pensaba en tratar de escapar de ese lugar. ¿A dónde me llevaran? ¿Qué van hacer con migo? Entonces empecé a notar que estábamos frenando, y en ese momento descubrí una manivela de la ventanilla que me sacaría de la camioneta. La abrí y en pleno movimiento me tire de ella. Caí con un golpe fuerte pero no lo suficiente para detenerme, y empecé a correr. Me descubrí en pleno desierto totalmente desconocido. Entonces comencé a caminar y vi en la puerta de una casa

abandonada una mujer que me pareció conocida, y me acerqué a ella.

5 perritas tiene mi tía:Al llegar con ella descubrí que era una tía lejana y soltera. Tardó un momento en acordarse de mí, pero cuando lo hizo me invitó a pasar. Cuando entramos, había cinco mujeres en la cocina, todas de mi edad; me miraron de arriba abajo: algunas susurraban entre ellas, otras se reían, pero ninguna dijo nada. Pusieron la mesa y durante todo el almuerzo me trataron como un rey, me halagaron y me dieron una

oferta: en el momento que sirvieron el postre, mi tía junto con todas sus hijas, se apartaron y se pusieron a deliberar; cuando finalizaron mi tía dijo “decidimos que puedes casarte con cualquiera de mi hijas, solo escoge una”. Las miré a todas: tontas, con ropas muy ajustadas y sin nada interesante. “No” respondí, “entonces no eres bienvenido en esta casa” dijo mi tía y me abrió la puerta para que me retirase.

Igual que un naufrago:Al salir de la casa escuché un montón de llantos y griteríos. Esas chicas iban a los bares todos los fines de semanas a pasarla “bomba” y me piden que me case con alguna de ellas, ¡ja!

Recorrí todo el pueblo, dormí la siesta en la sombra de un árbol y cuando desperté solo empecé a pensar que había sido el primer hombre que descubrió el elixir de la vida y estaba perdido en medio de la nada. Cuando empezó a oscurecer, me tocaron del hombro y lo primero que pensé fue “son los hombres que me secuestraron” pero al darme vuelta descubrí que era un hombre diferente que me sonreía. “¿estás perdido? ¿Necesitas ayuda?” me preguntó. Respondí que sí y me invitó a pasar la noche en su casa, que no quedaba muy lejos. Me levanté y emprendimos la marcha.

Por fin llegamos al palacio:Caminamos un trecho largo. “Este hombre es un mentiroso” pensé, “me dijo que su casa quedaba cerca y estamos caminando hace mas de una hora”. El hombre me hablaba mucho, de su vida, de cómo progresó, de su hija que estaba orgulloso de ella, y sobre su trabajo, una empresa privada dedicada a la investigación de objetos y productos jamás descubiertos por el hombre. Ya era media noche y estábamos hablando de mí cuando llegamos a la casa. De largo ocupaba una cuadra entera, y de ancho dos. Era un palacio de tres plantas que se elevaban más un piso de subsuelo. Por supuesto que era lujosa y tenía todas las comodidades necesarias para vivir. Cuando entramos, me hizo recorrer muchos pasillos, todos llenos de cuadros que no eran especiales, salvo

uno que me llamo la atención de la cara de un hombre en donde los ojos parecían que me observaban.

Detective:Cuando creí que todos en la casa ya estaban durmiendo, decidí ir a investigar y recorrer esa enorme casa que para mí era un palacio. Salí y me di cuenta de que todas las luces de los pasillos estaban prendidas y pensé que todavía seguían despiertos, pero al recorrer me di cuenta que no. Pasé por varios baños (todos con su respectivo spa), muchísimas habitaciones, la cocina, dos salas de juegos, una sala de estar, el living, el comedor, el patio, la piscina, la cancha de tenis, de volley, un gimnasio, el lavadero, el estudio, la biblioteca… ¡miles y miles de

habitaciones! Pasé varias veces por el mismo lugar, siempre mirando el cuadro por el que había visto extraño, y ahora no había nada.

Mis ojos, ¿son interesantes o solo son ojos?

Decidí revisar un poco la biblioteca, para ver cuáles de los miles de libros que tenían me interesaban, pero a la media hora me encontré dormido sobre el sillón. Cuando desperté había una chica hermosa en la entrada de la biblioteca: rubia de ojos claros, con una figura esbelta y una sonrisa cautivante

que me miraba sin piedad con esos ojos color esmeralda. Pedí disculpas por haberla molestada, pero antes de salir pidió saber mi nombre; “Nicolás” le dije, “María” respondió ella, ¡Ay María! Mujer de piel sedosa, labios carnosos y ojos profundos como los tuyos no hay ninguno. Salí lo más rápido hacia mi habitación y al pasar por el pasillo, volví a notar los ojos observándome, de los cuales no me di cuenta sino hasta la mañana siguiente.

La batalla:Cuando desperté no me encontraba en la habitación. Estaba en una alfombra

tirado en el suelo atado de manos y pies. Miré a los hombres parados en frente de mí: los mismos que me habían secuestrado. Comentaban entre ellos que haberme espiado a través de ese cuadro fue uno de sus mejores métodos. “Claro,” pensé “esos eran los ojos extraños que había visto en el cuadro”. Siguieron hablando de cómo mi elixir de la vida los haría ricos haciendo creer a la gente que ellos lo habían inventado, y de cómo yo terminaría muerto al tratar de sacar a luz la verdad. Entonces llegó el hombre dueño de la casa y mente maestra de toda la operación para su empresa. Empecé a gritar que era un farsante, un traidor, un mentiroso y muchas otras cosas más a las cuales no prestó atención. Lo único que se limitó a decir fue “nadie dijo que la vida fuera justa” y se marchó de la habitación dejándome solo.

Amor:Cuando comprendí que esos serían los últimos minutos de vida que me quedaban, escuché unos pasos escalera abajo, eran tacos altos que bajaban muy alteradamente la escalera de caracol. De pronto apareció la cara de María junto a la ventana y la luz del sol que se filtraba apenas un poco dio justo en sus ojos cristalinos que me dejaron loco. En ese momento fue cuando entendí todo: ella era cómplice de su padre, la ayudaba a robar y a mentir, y la noche pasada se acercó a mí solo para confirmarle a su padre que yo era quien estaban buscando. Cuando se acercó a mi empecé a decir todo esto, la acusé de mentirosa y de traidora. Ella no pudo hablar hasta que me calmé. Me explicó que ella nunca supo nada acerca de robar y mentir, y

que esa noche se acercó a mí porque en serio le atraje mucho. También me dijo que estaba ahí para sacarme y salvarme antes de que su padre vuelva a hacer algo malo. Me acarició los rulos de mi pelo con compasión y se dispuso a desatarme y cuando estuve libre, me acerqué a ella y le dije que ella también me atrajo mucho a mí. Entonces la besé.

Continúa la guerra:Fuimos directo hacia donde estaba el padre, y mientras que esperaba a que saliera de su estudio, María llamó a la policía. Cuando salió lo tomé por los brazos ya que estaba muy desprotegido y mientras lo filmábamos, lo obligamos a decir toda la verdad a cerca de su empresa y de lo que pensaba hacer con mi descubrimiento. “La vida no es justa” le decía yo, recordando la frase amenazante que me había dicho a mí. Fue cuando llegó

la policía y vio la grabación. De inmediato lo esposaron y se lo llevaron en una camioneta. Los secuestradores me devolvieron mi muestra del elixir y salí en todos los diarios y noticieros por haber descubierto tan importante elemento deseado. Como era de esperarse, María salió en todas las fotos con migo tomados de la mano.

Nos invitan a una fiesta:Para agradecernos y para felicitarme por mi descubrimiento nos invitaron a una cena organizada por personas muy importantes dueñas de empresas. En medio de la cena, le pregunté a María si no le dolía que su padre estuviera

preso por culpa de ella. “Él no es mi padre, es mi padrastro. Mi padre biológico falleció hace años y solo está mi madre que viaja muy seguido” me explicó, dejándome con la boca abierta.

Que mal estuve:

Cuando el ambiente de la fiesta se calmó, María y yo salimos al balcón a charlar por un momento. Hablamos de muchas cosas: de nuestra vida, de quiénes éramos, quiénes queríamos ser en el futuro, ella me contó sobre el accidente de su padre (que al parecer era un hombre de tan pocos recursos como yo) y luego recordamos cómo nos conocimos, como ella se reía de mí al verme dormir. Y la peor parte fue cuando recordamos la parte en que la acusé. Entonces se ofendió. Me costó mucho convencerla de que estaba asustado y que no me detuve a pensar en la otras posturas que podría ella tener. Le expliqué que estuve muy mal y le pedí perdón. Terminó por aceptarlo y dejarlo pasar. Igual ella sabe que en el fondo estoy infinitamente agradecido por haberme salvado y que siempre la voy a amar por eso, y mucho más.