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07 <<volver Enrique Gozalbes Cravioto UNA APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LAS VÍAS EN LA HISPANIA VISIGÓTICA Actas del II Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Tomo I, pp. 85-94 Todavía en la actualidad la investigación histórica no ha logrado superar el desconocimiento acerca de las vías, calzadas y rutas terrestres en la Hispania de la antigüedad tardía. La situación contrasta fuertemente con un conocimiento mucho más considerable acerca de la época romana, para la que existen numerosas fuentes. Contribuye al mencionado desconocimiento sobre todo lo parquedad y el silencio de las fuentes literarias que no parecen documentar de forma específica la existencia de estos caminos. Entre todas las fuentes literarias de la época , sin duda , es la obra de Isidoro de Sevilla la más significativa a este respecto. Por ejemplo, cuando describiendo los episodios de la revuelta de Agila menciona el paso incesante de tropas entre Corduba, Hispalis y Emerita, ciudades que sabemos que estaban bien comunicadas por antiguas calzadas romanas, pero el obispo hispalense no indica expresamente la existencia de las mismas. Por el contrario, en el episodio de la revuelta de Paulo, Julián de Toledo menciona con claridad determinadas calzadas romanas seguidas por los distintos cuerpos de tropas, sobre todo la antigua Vía Hercúlea en la zona catalana y otra vía lateral que unía Huesca, Lérida y Barcelona. En general parecen indudables tres grandes hechos que vienen a marcar todo el conocimiento acerca de las calzadas y vías en la Hispania visigótica. El primero de ellos es de naturaleza económica, tenemos que constatar la bien patente disminución del comercio interior cuya decadencia se inició ya en el Bajo Imperio. La población se ruraliza, tiende al autoabastecimiento, y el habitat se tiende a dispersar, incluso en zonas más prósperas y de pervivencia de la vida urbana como es la Bética. El modelo de comunidades rurales debió seguir un esquema de autosuficiencia como el que, salvando las distancias , se deduce de la Regula monástica isidoriana. La agricultura de autoabastecimiento se complementó con un aumento considerables de la importancia de la ganadería, especialmente la de corte transhumante. Debido a esta fuerte disminución de las comunicaciones el territorio hispano quedó dividido en áreas regionales que un sector de la historiografía tiende a identificar con zonas de expansión de pueblos pre-romanos. Y una magnífica muestra de esta drástica disminución del comercio y de las comunicaciones internas la tenemos en la escasa difusión de las propias monedas visigodas en el territorio peninsular. El segundo hecho a destacar es la constatación de que en esta época se produjo un indudable aumento de la navegación fluvial. La misma ya había alcanzado dimensiones importantes en época romana, sobre todo en Andalucía. Prueba de la importancia de la navegación fluvial en época visigoda la tenemos en la protección que la legislación efectúa del comercio realizado a partir de la misma. En este sentido debemos tener en cuenta el http://biblioteca2.uclm.es/biblioteca/ceclm/libros/camineria/c2/02f07.htm (1 de 10)06/09/2006 9:08:42

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Enrique Gozalbes Cravioto UNA APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LAS VÍAS EN LA HISPANIA VISIGÓTICA

Actas del II Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Tomo I, pp. 85-94

Todavía en la actualidad la investigación histórica no ha logrado superar el desconocimiento acerca de las vías, calzadas y rutas terrestres en la Hispania de la antigüedad tardía. La situación contrasta fuertemente con un conocimiento mucho más considerable acerca de la época romana, para la que existen numerosas fuentes. Contribuye al mencionado desconocimiento sobre todo lo parquedad y el silencio de las fuentes literarias que no parecen documentar de forma específica la existencia de estos caminos.

Entre todas las fuentes literarias de la época , sin duda , es la obra de Isidoro de Sevilla la más significativa a este respecto. Por ejemplo, cuando describiendo los episodios de la revuelta de Agila menciona el paso incesante de tropas entre Corduba, Hispalis y Emerita, ciudades que sabemos que estaban bien comunicadas por antiguas calzadas romanas, pero el obispo hispalense no indica expresamente la existencia de las mismas. Por el contrario, en el episodio de la revuelta de Paulo, Julián de Toledo menciona con claridad determinadas calzadas romanas seguidas por los distintos cuerpos de tropas, sobre todo la antigua Vía Hercúlea en la zona catalana y otra vía lateral que unía Huesca, Lérida y Barcelona.

En general parecen indudables tres grandes hechos que vienen a marcar todo el conocimiento acerca de las calzadas y vías en la Hispania visigótica. El primero de ellos es de naturaleza económica, tenemos que constatar la bien patente disminución del comercio interior cuya decadencia se inició ya en el Bajo Imperio. La población se ruraliza, tiende al autoabastecimiento, y el habitat se tiende a dispersar, incluso en zonas más prósperas y de pervivencia de la vida urbana como es la Bética.

El modelo de comunidades rurales debió seguir un esquema de autosuficiencia como el que, salvando las distancias , se deduce de la Regula monástica isidoriana. La agricultura de autoabastecimiento se complementó con un aumento considerables de la importancia de la ganadería, especialmente la de corte transhumante.

Debido a esta fuerte disminución de las comunicaciones el territorio hispano quedó dividido en áreas regionales que un sector de la historiografía tiende a identificar con zonas de expansión de pueblos pre-romanos. Y una magnífica muestra de esta drástica disminución del comercio y de las comunicaciones internas la tenemos en la escasa difusión de las propias monedas visigodas en el territorio peninsular.

El segundo hecho a destacar es la constatación de que en esta época se produjo un indudable aumento de la navegación fluvial. La misma ya había alcanzado dimensiones importantes en época romana, sobre todo en Andalucía. Prueba de la importancia de la navegación fluvial en época visigoda la tenemos en la protección que la legislación efectúa del comercio realizado a partir de la misma. En este sentido debemos tener en cuenta el

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papel de los grandes ríos que marcaron la relación comercial con el exterior, como fue el caso del Guadalquivir hacia Hispalis y del Guadiana hacia Emerita.

El tercero de los grandes hechos es que en época visigoda se continuaron utilizando las vías y calzadas romanas que todavía, de forma más o menos general, permanecían en buen estado. Esta afirmación es de carácter muy general y casi nunca se fundamenta, indicándose únicamente la existencia de muy débiles indicios de esa utilización. En todo caso, el contexto general no permite suponer que los visigodos pudieran dedicarse a la construcción de caminos.

Isidoro de Sevilla menciona como un dato de carácter muy general la existencia de calzadas o caminos empedrados. De forma acertada afirma que los romanos los extendieron por todo el mundo. De esta cita podría desprenderse que las calzadas construidas por los romanos eran las que continuaban en su época utilizándose.

A estas calzadas romanas todavía en utilización es a las que se referiría básicamente la legislación visigoda. Por ejemplo, cuando aparece el establecimiento de espacios libres a ambos lados de las rutas con el objeto de que los viajantes pudieran descansar. O cuando se faculta a los viajeros para que destruyan todo tipo de cercados, y pudieran utilizar los márgenes del camino para forraje de los animales.

En otras ocasiones la legislación visigoda pretendía conseguir la seguridad de los viajeros por las calzadas y caminos de Hispania. Existen datos particularmente numerosos que permiten vislumbrar que esta zona era particularmente precaria, sobre todo en determinadas zonas. Por ejemplo, a mediados del siglo VII los bandidos aparentemente se habían enseñoreado del camino entre Caesaraogusta y la región levantina española. A finales del siglo VII los ladrones de caminos también dominaban el territorio del Bierzo. Otros indicios parecen demostrar la generalidad territorial de esta inseguridad. Y García Moreno ha defendido que de forma creciente en la crisis del Estado visigodo determinados grupos sociales, huidos de las ciudades, se vincularon en su forma de vida a los caminos.

Otro indicio particularmente importante acerca de la utilización de las viejas calzadas romanas lo encontramos en los itinerarios de la conquista de al-Andalus por los árabes. Fue Sánchez-Albornoz quien destacó el hecho ; salvando algunas contradicciones presente en los propios cronistas árabes, las rutas seguidas por los conquistadores coincidían con las antiguas calzadas romanas.

De hecho, el Itinerarium Antoninum presenta un vacío falto de toda lógica en la parte interior del vértice triangular representado por buena parte de la provincia de Cádiz y el Sur de la de Sevilla. Sabemos por las fuentes de los siglos I a. y d. de C. de la existencia de comunicaciones desde el interior hacia la bahía de Algeciras. Y la existencia de algunos núcleos administrativos de notable importancia, como la propia Assido y otros, indica la existencia de esta vía romana silenciada por las fuentes.

Esto explica que el avance de Taric hacia Ecija, partiendo de la zona gaditana, refleje una ruta meridional con respecto a la documentada en el Itinerarium Antoninum y en los "Vasos de Vicarello". Desde Astigi pudo seguir la ruta que, por Cástulo enlazaba con Toletum (documentada entre estos dos últimos puntos por el Geógrafo Anónimo de Ravena). Esta ruta se deduce claramente de alguna de las fuentes árabes que ofrecen más detalles. No obstante, Felix Hernandez y Sánchez-Albornoz ofrecen datos en otro sentido, si bien éste último no se aleja mucho de los argumentos aquí utilizados .

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La ruta seguida por Muza es todavía más clarificadora de una situación concreta de la continuidad de las calzadas romanas: Assido - Carmo (enlace no documentado en el Itinerarium Antoninum) - Hispalis - Emerita - Toletum - Caesaraogusta.

Estos datos nos permiten deducir que las calzadas romanas continuaban en utilización y las ciudades con principal interés de conquista no dejaban de estar en el recorrido de las mismas. Pero los árabes en sus fulgurantes conquistas entre el 711 y el 713 no siguieron el eje fundamental de la red viaria de la Hispania romana: la denominada Vía Augusta. De hecho, a partir de Hispalis, el interés de los árabes no se centró en el dominio de la zona levantina o del litoral catalán. Su centro de interés estaba en dos ciudades interiores: Toletum y Caesaraogusta. Sin duda nos hallamos ante un significativo dato sobre el desplazamiento de los principales centros económicos y políticos en la Hispania visigótica.

La Vía Augusta había constituido el eje principal de las comunicaciones terrestres de época romana. Esta, como el conjunto de itinerarios de la Hispania romana, continuaron utilizándose en el período visigótico. Del perfecto estado de conservación de la Vía Augusta da fe el testimonio de un autor andalusí del siglo X, Ahmad al-Razi, que hablando de la ciudad de Carmona indicaba lo siguiente:

está situada en el arrecife que parte de la puerta de Narbona. De Carmona a Narbona hay mil millas. Quien fuera desde Carmona a Narbona podrá seguir siempre el arrecife si así lo quiere. Este arrecife es un camino ancho, todo él hecho de argamasa para que pudiera circularse por él durante el invierno cuando la tierra está embarrada. El arrecife fue mandado hacer por Hércules.

Otros indicios de autores árabes medievales muestran la continuidad en la utilización de la Vía Augusta. La Crónica cristiana del 1344 utiliza la obra de Razi, añadiendo en alguna versión un dato nuevo:

este aliçençio es un camino largo todo fecho de argamasa por quanto la tierra toda en aquel lugar es el tiempo del ynvierno mucho deslizadera e mala de andar.

No obstante, la ruta fundamental de comunicación en la Hispania visigótica no fue la Vía Augusta, pese a su magnífica conservación. En efecto, los centros fundamentales de la vida se habían desplazado con respecto a la época romana. Y otros núcleos de comunicación pasaron a formar la espina dorsal de los itinerarios hispanos que, necesariamente, centraron en la capital de Toledo el eje fundamental.

Ya Torres Balbas destacó como en la España musulmana la comunicación principal no había sido la Vía Augusta, como en época romana, sino la que denominaba "ruta axil de al-

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Andalus". Formulaba entonces la hipótesis de que esta desviación del tránsito fundamental de las viejas calzadas romanas debió de efectuarse en época visigoda. Este hecho, señalado con un criterio meramente intuitivo, creemos poder demostrarlo con un dato hasta ahora inédito.

Como documento en este sentido tenemos un texto muy poco conocido y hasta ahora no utilizado para la cuestión que nos interesa. Se trata de la denominada Exquisitio milliarium civitatum que ya fue recogida por los cronistas del Reino de Asturias en el siglo IX. Estos cronistas la incorporaron a la biblioteca palatina y ello explica que aparezca recogida en la Chronica Albeldense elaborada en el año 883.

La no utilización de esta fuente, que pasaremos a comentar a continuación, se explica por las circunstancias de las ediciones de esta crónica. Los prolegómenos geográficos de la crónica fueron editados junto al texto histórico en 1756 por Florez, y ya en el siglo pasado por Mommsen y por Migne.

Sin embargo, los contenidos geográficos fueron de forma tradicional despreciados por parte de la historiografía de este siglo. De hecho, fueron gnorados en el estudio de conjunto de Alemani Bolufer. La hasta hace bien poco más difundida edición, la realizada por Manuel Gómez Moreno, despreció la parte geográfica y la depuró del texto. Esta eliminación explica el desconocimiento sobre el texto que nos interesa particularmente.

Los comentarios sobre la parte geográfica inicial no han sido muy detallados. Díaz y Díaz los mencionaba como "síntesis geográfica de descripción de la tierra deducida de Julio Honorio". Sánchez Alonso cita sin más los "preámbulos geográficos", indicando que nos hallamos ante un "bosquejo enciclopédico". Las ediciones más recientes al menos recogen el texto que nos interesa, aunque lo desprecian como una amalgama en la que todo cabe.

Hay párrafos sin valor alguno, pero entre ellos tenemos alguno como el VI en el que encontramos Res Spaniae celebres, indicando al final que erant praecipua tempore Gothorum. Cosas heterogéneas como los higos de Baeza, ostras de Mancario, mulos de Hispalis, cebada asturiana, miel gallega, o trigo de la Tierra de Campos, se mezclan junto a la disciplina atque scientia de Toledo. Son datos que nos indican que la compilación se realiza sobre datos de época visigoda.

Pero lo que ahora nos interesa es reflejar los datos que la fuente en cuestión nos ofrece acerca de los itinerarios principales de la España visigótica. El capítulo X de esos prolegómenos geográficos viene compuesto por la Exquisitio miliarium civitatum, donde menciona una serie de itinerarios de Europa que, partiendo de Hispania, llegan hasta a la misma Constantinopla. No obstante, nos centraremos en el análisis de los datos referidos a la Península Ibérica.

En concreto recogemos la cita que nos interesa:

De Gadis usque ad Cordobam milliaria CC

De Cordoba usque Toletum milliaria CCXX

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De Caesaraogusta ad Oscam milliaria LX

De Osca ad Eldram milliaria LXXX

De Eldra ad Gersonam milliaria L

De Gersona ad Gerundam, milliaria CXXX.

Podemos observar como la realidad marca una vía interior que atraviesa en un sentido diagonal la Península Ibérica, enlazando los centros principales de la vida política del Estado visigodo. Significativamente encontramos como centro de esas comunicaciones a la capital de Toletum.

1. El primer tramo del trayecto era el que unía el puerto de Gades con Corduba, la capital de la Baetica. Se trata de un trayecto bien conocido para la época romana, la parte final de la Vía Augusta. La misma ya es mencionada por Strabon, en la época del cambio de Era, cuando indicaba que pasaba por Castulo , Obulco, para seguir rumbo a Corduba y a Gades que constituían importantes centros comerciales.

La Exquisitio de época visigoda atribuye 200 millas al trayecto entre Gades y Corduba. Esta misma vía es señalada por los Vasos de Vicarello que atribuyen 100 millas de Gades a Hispalis y 92 de ésta última a Corduba. En el Itinerarium Antoninum la distancia Gades-Hispalis se concreta en 102 millas , mientras este itinerario Hispalis-Corduba (por Carmo y Astigi) se calcula en 93 millas.

La fuente de época visigoda menciona 200 millas. El Itinerarium Antoninum le atribuye 195 millas, mientras los vasos de Vicarello dan 192 millas. La diferencia no tiene mayor importancia ya que parece evidente, a la vista de los datos, que la Exquisitio redondeaba las cifras.

2. El segundo trayecto era el que unía Corduba con Toletum. Una vía que cobró una importancia trascendental al ser la primera capital de la Baetica y la segunda del reino visigodo. En el Itinerarium Antoninum esta comunicación se establece a través de Emerita, habiendo un total de 265 millas entre Corduba y Toletum. Esta misma comunicación es la que se desprende del Anónimo de Ravena.

No obstante, la comunicación particularmente importante en época visigoda se debió desarrollar por un trayecto más directo. Evitar dar el rodeo de Emerita es el que explica esas 45 millas menos que encontramos en el texto visigodo. Existen a este respecto dos posibilidades:

a) La primera de ellas es la unión a partir de Castulo, que distaba de Corduba 99 millas. De Castulo a Libisosa es un trayecto documentado en los Vasos de Vicarello, con una

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longitud de 105 millas, de Libisosa a Laminio es un trayecto que está documentado en el Itinerarium Antoninum con una longitud de 21 millas , mientras de Laminio a Toletum el mismo Itinerarium Antoninum da 95 millas. Como puede verse no parece probable que nos hallemos ante esta suma de recorridos puesto que alcanzan la cifra de 320 millas;la única explicación podría encontrarse en la teoría del error de copista.

b) Las cifras de distancias deben hacer pensar en la existencia de un camino mucho más directo. Felix Hernández documenta para la época árabe una comunicación directa y mucho más corta entre Córdoba y Toledo. Sin embargo aquí el que con toda probabilidad se encuentra documentado es otro de orígenes romanos que Corchado Soriano hace pasar por Calatrava y por el Puerto Mochuelo. Este camino Córdoba-Caracuel- Calatrava- Malagón - Yébenes - Toledo , aparece documentado como el usual en autores árabes del siglo X, concretamente en al-Istajri, en Ibn Hawkal, y en al-Moqadasi.

3. En la Exquisitio no aparece documentada, es indudable que por error del copista, el itinerario entre Toletum y Caesaraogustam que ofrece lógica a toda la relación.

4. El siguiente itinerario documentado para el que da la cifra de 60 millas es el que unía Caesaraogusta con Oscam. El Itinerarium Antoninum ofrece en dos posibles trayectos diferentes las distancias, sensiblemente más cortas, de 45 millas y 46 millas. La cifra de 60 millas es más realista y quizás pueda reflejar algunos cambios de detalle con respecto a las vías documentadas de época romana.

5. El trayecto entre Oscam e Ilerdam es mencionado a continuación, con la atribución de 80 millas. Por el contrario, en el Itinerarium Antoninum se da a este trayecto una longitud de 69 millas, y 70 millas en otro caso. De la vía romana todavía quedaban abundantes vestigios a comienzos de siglo.

6. La siguiente parte del itinerario era la que unía Ilerda con Tarraco. La cifra de 50 millas es en este caso más corta que la de 62 millas que encontramos en el texto del Itinerarium Antoninum. Por esta razón hay que identificar esta ruta con otra documentada en el mismo Itinerario romano que da para la misma 48 millas.

7. Finalmente, antes de continuar por el Pirineo, la Exquisitio de época visigoda hace pasar el camino desde Tarragona a Gerona, dando una distancia de 130 millas. La misma se queda corta, en el Itinerarium Antoninum aparece este trayecto en un total de 142 millas.

En conclusión, la fuente de época visigoda nos confirma la suposición de que en época visigoda se produjo un importante desplazamiento de la comunicación principal. En efecto, en época romana la comunicación principal, marcada por la Vía Augusta, había enlazado Cataluña con toda la costa levantina, para penetrar en la Bética donde, como una auténtica espina dorsal, comunicaba los grandes centros con el puerto de Gades.

En época visigoda se produjo el desplazamiento no tanto por razones comerciales como por cuestiones políticas. La región levantina y Andalucía oriental vivirán un cierto despego

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con respecto al reino visigodo debido, fundamentalmente, a la ocupación bizantina. La ruta de época romana quedaba demasiado alejada de la Meseta Norte. Y finalmente, no recogía la realidad de la capital toledana.

Como consecuencia de los anterior, la comunicación principal se desplazó hacia el interior, buscando el recorrido en próximidad a la diagonal peninsular. Desde Tarragona se enlazaba con Lérida y desde allí con Zaragoza. Ello permitía el cruce en diagonal de la Península Ibérica para, a través de Toledo, Córdoba y Sevilla, enlazar (de forma teórica) con Cádiz (en plena decadencia).

Los musulmanes españoles heredaron este sistema y lo mantuvieron como el fundamental, lo que Torres Balbás denominó "la ruta axil de al-Andalus". Aparte de los cambios de detalle, la única transformación importante será que la antigua terminación en Cádiz, plenamente obsoleta, fue sustituida por la del nuevo puerto andalusí de notable importancia por su comunicación con el Norte de Africa: Algeciras.

NOTAS

1 .- Desde el trabajo, convertido en clásico, de J.M. ROLDAN: Itineraria Hispana. Fuentes antiguas para el estudio de las vías romanas en la Península Ibérica. Madrid,1975 ; G. ARIAS: Repertorio de caminos de la Hispania romana. La Linea, 1987 ; VVAA.: Simposio sobre la red viaria en la Hispania romana. Zaragoza,1990 ; J.M.BLAZQUEZ: «La red viaria en la Hispania romana. Estado de la cuestión». Caminería Hispánica, I, Madrid,1993, pp.13-24, aparte de múltiples estudios sobre áreas regionales.

2 .- Sigue siendo útil la recopilación de R.GROSSE: Fontes Hispaniae Antiquae, IX. Las fuentes de época visigoda y bizantina. Barcelona,1947.

3 .- ISIDORO: Hist.Goth., 45-46.

4 .- JULIAN de TOLEDO: Historia Wambae regis seu rebellionis ducis Paulo, 10. Vid. la trad. recogida en J.M. GARATE:Historia del ejército español,I,Madrid,1981,pp.418-419.

5 .- J.ARCE: El último siglo de la España romana : 284-409. Madrid,1982, p.118 ; visión más optimista de J.M.BLAZQUEZ: Aportaciones al estudio de la España romana en el Bajo Imperio. Madrid,1990.

6 .- L.A.GARCIA MORENO: «Andalucía en la antigüedad tardía ( ss. V-VII). Aspectos socioeconómicos». Actas I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía en la antigüedad. Córdoba, 1978, pp.297-307. En general vid. el trabajo de A.BARBERO y M.VIGIL: La formación del feudalismo en la Península Ibérica. Barcelona,1978.

7 .- ISIDORO: Regula. Ed. de J.CAMPOS , I.ROCA: Santos Padres Españoles,II, Madrid,1971.

8 .- A.GONZALEZ BLANCO: «El paso de la economía agrícola a la economía ganadera al final del mundo antiguo». Memorias de Historia Antigua,3,1979, pp.7-21 ; L.A.GARCIA MORENO: «El paisaje rural y algunos problemas ganaderos en España durante la antigüedad tardía». Estudios en Homenaje a D.Claudio Sanchez Albornoz,I,Madrid,1983, pp.401-426.

9 .- L.OLMO: «El reíno visigodo de Toledo y los territorios bizantinos. Datos sobre la heterogeneidad de la Península Ibérica». Coloquio Hispano-Italiano de Arqueología Medieval, Granada,1992, pp..185-198.

10 .- M.BARCELO: «El hiato en las acuñaciones de oro de al-Andalus, 127-316, 744-936». Moneda y Crédito, 132,1975, pp. 35 y ss. ; IDEM: «Monedas visigodas de Hispania. Un estado de la cuestión y algunos problemas de metrología y organización de las emisiones monetarias». Numisma, 1977, pp.55-81.

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Visión algo más optimista de L.GARCIA DE VALDEAVELLANO: «La moneda y la economía de cambio en la Península Ibérica desde el siglo VI hasta mediados del IX». VIII Settimane di Studio del Centro Italiano di Studi sull’Alto Medioevo,Spoleto,1961,pp.203-230.

11 .- Desde época pre-romana, M.PASTOR MUÑOZ: «Algunas observaciones sobre la estructura económica de la Andalucía prerromana». Actas I Congreso de Historia de Andalucía. Prehistoria y Arqueología, Córdoba,1983, p.172. Para la época romana, J.M.BLAZQUEZ: Economía de la Hispania romana. Bilbao, 1978, incluso en el Bajo Imperio, J.M.BLAZQUEZ: «La Bética en el Bajo Imperio». Actas I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía en la antigüedad. Córdoba,1978, p.277. Vid. más en detalle los trabajos de A.GARCIA y BELLIDO: «La navegabilidad de los ríos en la Península Ibérica en la antigüedad». Investigación y Progreso,16,1954, pp.225-235 ; L.ABAD CASAL: El Guadalquivir, vía fluvial romana. Sevilla,1975.

12 .- L.V. VIII,4,29.

13 .- E.GOZALBES: «Las rutas del comercio marítimo entre Hispania y el Norte de Africa en la antigüedad tardía». Caminería Hispánica,I, Madrid,1993, pp.531-532.

14 .- M.TORRES LOPEZ: «Instituciones económicas de la España goda», en R.MENENDEZ PIDAL (dir.): Historia de España. 3: España visigoda». 2a ed., p.171 ; J.ORLANDIS: «El Reíno visigodo, siglos VI y VII», en V.VAZQUEZ DE PRADA (dir.): Historia Económica y Social de España. Madrid,1973, pp. 565-566 ; F.SALVADOR: Hispania meridional entre Roma y el Islám. Economía y sociedad. Granada,1990, p.120.

15 .- ISIDORO: Ethym. XV,16,6.

16 .- L.V. VIII,4,25.

17 .- L.V. VIII,2,3 ; VIII,4,24 y ss..

18 .- L.V., VI,4,4 y VII,2,17.

19 .- BRAULIO: Ep. XXIV.

20 .- VALERIO: Ord.Quer. IX ; L.A.GARCIA MORENO: El fin del reíno visigodo de Toledo. Madrid,1975, p.76.

21 .- BRAULIO: Vita Aemel., 31 y el texto anónimo de la Vita Fruct..

22 .- L.A.GARCIA MORENO: «Las calzadas romanas desde fines del Imperio a la invasión agarena. Un análisis sociológico». Caminería Hispánica,I, Madrid,1993, pp.41-50.

23 .- C.SANCHEZ ALBORNOZ: «Itinerario de la conquista de España por los musulmanes». Cuadernos de Historia de España, 10, 1948, pp.21-74.

24 .- M.L.CORTIJO: La administración territorial de la Bética romana. Córdoba,1993.

25 . En concreto el Ajbar Maymu’a, trad. E.LAFUENTE, pp.23-24. Se desprende claramente el hecho porque desde Ecija mandó destacamentos, uno de ellos a conquistar Córdoba. Su itinerario fue otro en pura lógica que el de Córdoba.

26 .- C.SANCHEZ-ALBORNOZ, pp.35-37, donde destaca que Tariq no pasó por Córdoba. Interpreta que avanzó por una vía lateral que le permitió alcanzar, no lejos de Jaén, la calzada que enlazaba Acci con Castulo. La diferencia con nuestro punto de vista no es esencial sino de detalle.

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27 .- Análisis acerca de la red viaria de la España romana pueden verse en los trabajos mencionados en la nota 1.

28 .- AHMAD AL-RAZI: Tarij, XXXII ; Ed. de P.de GAYANGOS: Memoria sobre la autenticidad de la crónica denominada del moro Rasis. Madrid,1852, p.57 ; D.CATALAN y M.S.de ANDRES: Crónica del moro Rasis. Madrid,1975, p.98 ; E.LEVI-PROVENÇAL: «La description de l’Espagne d’Ahmad al-Razi». Al-Andalus, 18,1953, p.95. Hemos tomado la versión del texto ( con alguna variante) de C.SANCHEZ ALBORNOZ: El Islám de España y el Occidente. Barcelona,1974, pp.80-81.

29 .- L.TORRES BALBAS: «La Vía Augusta y el arrecife musulmán». Al-Andalus,24,1959, pp.441-448.

30 .- Crónica de 1344. Ed. de D.CATALAN y M.S.de ANDRES, Madrid,1970, p.75.

31 .- L.TORRES BALBAS, p.444.

32 .- H.FLOREZ: España Sagrada. XIII, Madrid,1756, pp. 417 y ss..

33 .- Th.MOMMSEN: M.G.H.,Chr.Min., II,371 y ss..

34 .- P.L., 129.

35 .- J.ALEMANY BOLUFER: «La Geografía de la Península Ibérica en los pueblos cristianos desde San Isidoro hasta el siglo XVI». Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino,12,1922, pp.3-4.

36 .- M.GOMEZ MORENO: «Las primeras crónicas de la Reconquista» . Boletín de la Academia de la Historia,100, 1932 , p.600.

37 .- M.C.DIAZ y DIAZ: «La historiografía hispana desde la invasión árabe hasta el año 1000». XVII Settimane de Spoleto, I, Spoleto,1970, p.326.

38 .- B.SANCHEZ ALONSO: Historia de la historiografía española.I, Madrid,1947, p.105.

39 .- J.GIL, J.L.MORALEJO y J.I.RUIZ DE LA PEÑA: Crónicas asturianas. Oviedo,1985 ; Y.BONNAZ: Chroniques asturiennes ( fin de la IX siècle). Paris,1987.

40 .- E.S., XIII, pp.436-437.

41 .- J.M.ROLDAN, pp.58 y 60 ; G.ARIAS, pp.467-468 ; P. SILLIERES: «Prospection le long de la Via Augusta». Habis, 8, 1977, pp.331-343.

42 .- STRABON III,4,9.

43 .- CIL. XI,3281.

44 .- It.Ant. 415-416 y 438.

45 .- It.Ant. 402,6.

46 .- J.M.ROLDAN, p.158.

47 .- It.Ant. 446, 8-10.

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48 .- It.Ant. 446,4.

49 .- F.HERNANDEZ JIMENEZ: «El camino de Córdoba a Toledo en la época musulmana». Al-Andalus,24,1959, pp.1-62.

50 .- M.CORCHADO SORIANO: «Estudio sobre las vías romanas entre el Tajo y el Guadalquivir». Archivo Español de Arqueología, 41,1968 ; G.ARIAS, p.514.

51 .- J.ALEMANY BOLUFER: «La geografía de la Península Ibérica en los escritores árabes». Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino,9,1919, p.126.

52 .- J.ALEMANY BOLUFER, p.136.

53 .- It.Ant., 451,1 y 392,1. Distintas interpretaciones en G.ARIAS,p.415 y J.M.ROLDAN, p.41.

54 .- It.Ant. 391,2-5.

55 .- It.Ant., 451,5 - 452,2.

56 .- A.BLAZQUEZ : «Vía romana de Huesca a Lérida». Boletín de la Real Academia de la Historia,82,1923, pp.359-369.

57 .- It.Ant. 391,2.

58 .- It.Ant., 452, 2-5.

59 .- It.Ant., 390,4 -391,1.

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