un viejo maestro de logia se sienta en un banco

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UN VIEJO MAESTRO DE LOGIA SE SIENTA EN UN BANCO… Ignacio Sánchez Un viejo maestro de logia se sienta en un banco horas antes de que comiencen los trabajos en su amado Taller, en su querida Logia. Allí recuerda los años transcurridos, los jóvenes que han pasado por los mismos bancos, que ya siendo no tan jóvenes, han podido captar y aprender un poco de sus enseñanzas, instrucciones que ha transmitido a lo largo de tantos años. Ese mismo viejo maestro recuerda de igual manera los otros jóvenes masones que no han podido captar la esencia de la doctrina sagrada, que se han desviado hasta otro recodo del Camino que él mismo sabe que no les conducirán a nada en concreto. Ese mismo viejo maestro delata en su mirada, como añora a su amado y querido Maestro que tantos años atrás le mostró parte del secreto que él mismo maestro había develado en su corazón con aquel nombre del "Retorno de Henoch". Claro, en aquel entonces no sabía de lo hablaba aquel hombre de fuerte y concreta voz, de ideas lúcidas y de pasión sin límites. El viejo maestro no entendía en absoluto a que se refería su Maestro ya pasado a otras instancias de la existencia cósmica, para seguir su trabajo bajo el mandato supremo. Pero lo oía con deleite y con una identificación que hoy día le cuesta expresar con palabras. El viejo maestro de Logia, recuerda los años de trabajos aciagos, de experiencias agrias, de desencantos y discusiones tan al orden del día que le arrancan por unos momentos, un pequeño impulso de rabia... Pero el viejo maestro ya sabe, ya ha entendido que a

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Page 1: Un Viejo Maestro de Logia Se Sienta en Un Banco

UN VIEJO MAESTRO DE LOGIA SE SIENTA EN UN BANCO…

Ignacio Sánchez

Un viejo maestro de logia se sienta en un banco horas antes de que comiencen los trabajos en su amado Taller, en su querida Logia.

Allí recuerda los años transcurridos, los jóvenes que han pasado por los mismos bancos, que ya siendo no tan jóvenes, han podido captar y aprender un poco de sus enseñanzas, instrucciones que ha transmitido a lo largo de tantos años.

Ese mismo viejo maestro recuerda de igual manera los otros jóvenes masones que no han podido captar la esencia de la doctrina sagrada, que se han desviado hasta otro recodo del Camino que él mismo sabe que no les conducirán a nada en concreto.

Ese mismo viejo maestro delata en su mirada, como añora a su amado y querido Maestro que tantos años atrás le mostró parte del secreto que él mismo maestro había develado en su corazón con aquel nombre del "Retorno de Henoch". Claro, en aquel entonces no sabía de lo hablaba aquel hombre de fuerte y concreta voz, de ideas lúcidas y de pasión sin límites. El viejo maestro no entendía en absoluto a que se refería su Maestro ya pasado a otras instancias de la existencia cósmica, para seguir su trabajo bajo el mandato supremo. Pero lo oía con deleite y con una identificación que hoy día le cuesta expresar con palabras.

El viejo maestro de Logia, recuerda los años de trabajos aciagos, de experiencias agrias, de desencantos y discusiones tan al orden del día que le arrancan por unos momentos, un pequeño impulso de rabia... Pero el viejo maestro ya sabe, ya ha entendido que a estas alturas del juego ya no puede perder sus valiosas energías en esos pensamientos inútiles y descoloridos, porque ellos son productos de ese ego que ha sido combatido sin tregua alguna a lo largo de los años. Repetidas veces se oye a sí mismo decir en voz baja: “Y para qué?!”

Ese viejo maestro de logia sabe que su hora de partida puede ocurrir en cualquier momento y necesita todas sus fuerzas para dar el siguiente paso en ese camino de "reencuentro" que decidió emprender hace más de 30 años. Lo único que no se perdona es la mirada triste de su amada compañera cada vez que semana a semana, parte a reunirse con sus hermanos que le esperan. "Ya

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es hora de que te vayas. Tus cosas están sobre la mesa y recuerda no olvidar tu sombrero como la semana pasada". Esas palabras de amor mezcladas con un hálito de tristeza han quedado clavadas en su mente... en su corazón mejor podríamos decir. Y a menudo representa una imagen que lo atormenta en esos momentos de tranquilidad, cuando sentado en su banco de la logia, justo antes de comenzar los trabajos, le vienen de improvisto y de golpe. El viejo maestro ha aprendido con los años que todo tiene un precio y hasta las cosas más sublimes y exquisitas que te deja la vía, tienen un precio por el cual hay que pagar tarde o temprano.

Pero por uno segundos todo se desvanece, el maestro de logia con tantos años a sus espaldas, ve entrar a la cámara en donde está sentado, a dos jóvenes y exultantes aprendices que van a recibir el Aumento de la Luz, de esa misma Influencia espiritual que tantas veces ha puesto en práctica a través de los diversos ritos de los grados de su Obediencia.

Y así , el viejo maestro se ve reflejado en los ojos de sus jóvenes alumnos, recuerda su experiencia, recuerda el momento en que su viejo Maestro, que ya no lo acompaña en sus trabajos, lo recibió con una palmada en el hombro para decirle: "quédate tranquilo chico, estas entre amigos..!".

En esos momentos abandonado en su banco, aquel que comunica con la puerta del Norte, piensa que solamente es un maestro de logia más de tantos y miles que han desfilado ante los ojos siempre atentos del Creador a través del ojo de su Plomada. Uno de tantos maestros más que han nutrido los cargos de una logia que lucha por comprender el proceso de la creación misma, a partir del Verbo Creador. A veces no es fácil entenderlo dice el viejo maestro recordando el momento de la Apertura de los Trabajos en el Grado que dentro de pronto se va a poner en práctica.

En ese momento ve la mancha de su chaqueta que le han dejado las Estrellas en la Tenida pasada. Ya la memoria no es la de hace 30 años atrás. Por unos instantes siente una sensación de impotencia porque no se acordó de mandar el traje a la tintorería. Aunque no lo reconozca, el viejo maestro sabe que cada vez es más cuesta arriba ir a la logia cada semana... "Si por lo menos fuera cada quince días o un mes, creo que recordaría más cosas...", se dice el viejo maestro para sí mismo pero teniendo cuidado de no compartir dicho pensamiento, porque puede ser mal visto por sus hermanos, Sobre todo por los más jóvenes. El viejo maestro recordó por unos instantes como refutaba a los otra hora viejos maestros de hace 30, 20 y 10 años atrás. "Que equivocado estaba!!!", dice poniendo fin a dicho pensamiento.

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El viejo maestro vuelve a sus pensamientos solapados y lo primero que le viene a la mente, es que él sabe que está muy lejos de ser llamado "Maestro", a veces la expresión le causa escozor y malestar; él está convencido de que es un simple Aprendiz que trata de elevar un templo que no es visible a los ojos humanos, tal y como aquellos dos jóvenes que ahora alistan sus trajes para el siguiente paso que darán en sus vidas. Que bonito verlos conversar y secarse el sudor que deja la angustia del momento, piensa para sí el viejo maestro.

Es por eso que recuerda al ver a estos ansiosos y torpes Aprendices, aquel soleado día de verano cuando la Masonería lo recibió en su seno. Era otra época, eran otros hermanos, la marcialidad y la seriedad al momento de operar el Rito era algo solemne... al menos está convencido de ello.

Pero vuelve al pensamiento más terrible de todos y le preocupa sentir tan reiteradamente si su trabajo ha sido en vano, si los años en la Oratoria y sus largos comentarios sobre el simbolismo, han calado en lo más profundo del oído interior de alguno de esos hermanos que han trabajado a su lado.... cuantos hermanos han nutrido estas Columnas en estas tres décadas!

Al viejo maestro le sigue atormentando ese calificativo de "Maestro". Si, él sabe que es una condición, pero de la misma manera sabe que no la merece, no la posee, no la quiere!

Ese impulso lo llevó a pensar en las palabras que el escritor Jorge Francisco Ferro diría en una de sus valiosas entrevistas: "una cosa es ser Maestro de Logia y otra cosa es ser un Maestro Masón". Cuando el viejo maestro leyó esas palabras por primera vez, el corazón se le paralizó, sintió como esa desagradable sensación de pánico le subía por el espinazo y por un instante dudó de toda su experiencia iniciática.

A lo mejor jamás llegue a ser un Maestro Masón, pero en ese preciso instante el simbolismo de la Rosa sobre la Cruz que había recibido entre paredes rojas, le devolvió la esperanza; porque él entendió hace algún tiempo que la Masonería, es una escuela de Misterios Menores y que el bastión sobre el cual reposa el poder alcanzar la perfección de su condición humana, radica en las "Virtudes" que la Institución le ha permitido entender. Al fin y al cabo, el viejo maestro está convencido de que como iniciado, como persona, como hermano, como esposo, como padre, como amigo y como ciudadano, es mucho mejor de lo que hubiese sido si la Masonería no le hubiese aceptado como a uno de sus hijos... al menos de eso también está convencido el viejo maestro de la logia.

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Y así, el viejo maestro toma la decisión una vez mas de colocarse su Mandil de piel, pide porque el G:. A:. D:. U:. le permita develar los secretos arcanos que se hallan ocultos tras las apariencias de las formas visibles y se enfunda valientemente su banda de maestro que le fue entregada por sus esfuerzos en realizar los mandatos de la Cámara del Medio, para así, una vez más; una de tantas veces más, abrir los trabajos a la Gloria del G:. A:. D:. U:. y continuar colaborando en la transmisión de la Luz en este ciclo de obscuridad.

Ah!... el viejo maestro recordó antes de ir hasta su sitial, que debe de llevar el traje a la tintorería para quitarle esa mancha que tantas veces ha visto colarse en las Tenidas de su amada logia. "Mañana será otro día", se dice el viejo maestro para diluir todo vano pensamiento y poder así concentrar sus fuerzas en la Tenida que se va a llevar a cabo.