un tatarabuelo monumental

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antología www.lapatria.com 12a En mayo próximo cumplirá 100 años el hombre que trabajó desde los cimientos hasta los 106 metros de altura de la obra. Nació en el antiguo barrio San José y vive en Villamaría. Memoria. ÓSCAR VEIMAN MEJÍA LA PATRIA | MANIZALES Hay algo que deseo decir antes de empezar este corto relato. Que bueno sería llegar a la ve- jez y parecerse en algo a don Guillermo Gómez Salgado, protagonista de esta historia. Más allá de llegar a los 99 años, de tener los sentidos casi intactos, de ser un tatarabuelo entrañable y una leyenda de canas blancas, muy blancas, es llegar a sentir el orgullo, como lo siente él hoy, de haber hecho algo por este Manizales querido. Claro que lo que hizo don Guillermo es de- masiado grande, se diría monumental y difícil de igualar. Fue uno de los obreros que participó en la construcción de la Catedral de Manizales. Trabajó a pico y pala desde los cimientos, 80 metros abajo del nivel actual, hasta los 106 me- tros de altura, donde con sus entonces manos juveniles instaló, el que fue quizá, el primer pa- rarrayos de la ciudad ¿Qué siente de haber participado en la cons- trucción de la Catedral? Estoy muy orgulloso. Eso y haber sido el pri- mer director de la Feria de Manizales, prácti- camente el fundador, son las cosas más gran- des que he hecho hasta ahora. El otro año voy a cumplir 100 y vamos a ver qué más pasa porque pienso vivir toda la vida. En Urapanes La conversación con este hombre casi cente- nario continúa en una noche de octubre pasado. Hace unos segundos el viento frío dejó de su- surrar en la ventana y se convirtió en una tem- pestad. Las calles del barrio Urapanes, donde vive el señor en Villamaría, están solas, es como si el agua tuviera que estar sin compañía para cantar mejor su melodía, saltando por calles, andenes y alcantarillas. Y que solo la interrum- pieran aquellos tres hombrecitos, dos de ellos bajo una misma sombrilla azul. El agua violenta pega contra el portón 1B49, de la calle 9. Adentro el ambiente es cálido. Isa- bel, nieta de don Guillermo, prepara el café. Pa- rado en una silla Santiago, uno de los seis tata- ranietos, explora el teclado de un computador. La cadencia de los pasos bajando escalón por escalón, el bastón granate golpeando suavemente cada escaño superado, anuncian la llegada del per- sonaje a la sala de su casa. “Buenas noches señores, bienvenidos, sigan y se ponen cómodos”. Difícil de creer que detrás de ese vestido gris y esa camisa a rayas estén guardados 99 años de vigor. Si don Guillermo dijera que tiene 75 se le podría creer. ¿Cómo llegó a ser obrero de la Catedral, este tesoro que adorna Manizales desde la Plaza de Bolívar? “No fui el único de la familia que trabajó allí. La compañía Papio-Bonarda, hizo un concurso para escoger el jefe de obreros. Al final escogie- ron a mi hermano Enrique, él nos llevó a siete hermanos y hasta a mi papá. También concur- saron Pedro Peláez, Abacut Márquez y Maximi- liano Gutiérrez. El comienzo En 1912, año del nacimiento de don Guillermo, Manizales había dejado de ser la aldea que inició Fermín López, a mediados del Siglo XIX, con tres casas al lado del morro Sancancio. En ese mismo 1912 también comenzó la cons- trucción de la más increíble y espectacular obra de ingeniería de la historia de la ciudad, ubica- da en una maraña de montañas: el cable aéreo a Mariquita, en ese momento el más largo del mundo con 73 kilómetros. Los Gómez Salgado vivían en una casa del barrio San José, uno de los más poblados, justo en el sector conocido como El Mico y por donde pasaba el camino de arriería por donde cada día entraban y salían los viajeros desde y hacia el norte de Caldas en la antigua ruta a Medellín. “Nací en una esquina de lo que hoy es el Par- que San José. Estudié hasta tercero de primaria en la escuela del profesor Miguel Chávez. Los niños de la época jugábamos escondidijo, saltá- bamos por los montes y otros juegos”. Desde 1903, en ese sector, se levantaba en el lote de don Justiano Soto, avaluado en 400 pesos oro, lo que sería otro emblema del barrio y de la ciudad: el templo de San José. La ciudad también contaba en todo su cora- zón con una hermosa catedral (hoy su replica está en Chipre). En 1926 las llamas, como una prolongación del incendio de 1925, borraron el templo y a la vez despertaron el fervor por re- construir el poblado hecho cenizas. La Catedral actual se comenzó a edificar el 20 de febrero de 1928 y se inauguró el 29 de septiembre de 1939, a las 2:30 de la tarde. Don Guillermo, padre de 4 hijos y con 17 nietos, 11 bisnietos y 6 tataranietos, es el único vivo de los obreros que participaron en la hazaña de rendirle culto a Dios con una obra de 30 mil toneladas de peso, 2.300 metros cuadrados y capaz de albergar a cinco mil fieles. GUILLERMO GÓMEZ, ÚNICO SOBREVIVIVENTE DE LOS OBREROS QUE CONSTRUYERON LA CATEDRAL DE MANIZALES Un tatarabuelo monumental Foto Martha Elena Monroy | LA PATRIA Don Guillermo Gómez, el último sobreviviente de los obreros que construyeron la Catedral de Manizales. El jueves, de paso por el frente del lugar. En el Palacio Arzobispal sigue abierta la exposición de la Catedral de Manizales Remembranza fotográfica, que in- cluye 110 imágenes, además de una muestra museográfi- ca con algunos elementos históricos del templo. La mues- tra es organizada por el Centro de Historia de Manizales, Arquidiócesis de Manizales y Sociedad de Mejoras Públi- cas e irá hasta el 15 de diciembre. Quienes la visiten po- drán apreciar imágenes de la construcción de la Catedral que duró 1.351 días 12 horas y 30 minutos. También fo- tos del día que se terminó la construcción que fue el vier- nes 29 de septiembre de 1939 a las 2:30 de la tarde. La idea de los organizadores es que está abierta durante la Feria de Manizales, en enero. Horario de visitas: 9:00 a.m. a 12 m. y de 2:00 p.m. a 5: 30 p.m. Lugar: Palacio Arzobispal, carrera 23 Nº 19 -22. Fotos en el Palacio Arzobispal ¿Es verdad que la venta de empanadas ayudó mucho a financiar la construcción? Huy, claro. Por ejemplo, mi madre, a quien le decían Mamá Lucrecia preparaba y regalaba em- panadas, gelatinas y tirados a las señoras. Ellas las vendían los sábados y domingos y la plata era para la Catedral. También cada manizaleño regalaba un peso cada semana, eso era mucha solidaridad. Los que más impulsaron fueron Aquilino Villegas, Pedro Uribe, Marco Gómez, Alfonso Jaramillo... El trajín La familia de don Guillermo, como una ob- viedad en aquella época, era numerosa. De don Francisco Gómez Latorre, minero aguadeño, y Luciana Salgado nacieron 22 hijos, de los cuales sobrevivieron 9 hombres y 6 mujeres. Guillermo fue el penúltimo en nacer. En la sala de su casa en Villamaría, don Guillermo termina un tinto “Caminábamos des- de el barrio por las calles, algunas aún destapa- das. Entrábamos a trabajar a las 7:00 de la ma- ñana, cuando eso la jornada era de 10 horas. El jueves pasado, don Guillermo, quien cum- plirá 100 años el próximo 29 de mayo, recorría la exposición Manizales remembranza fotográfi- ca en el Palacio Arzobispal. A las 3:09 de la tarde se encontró con una imagen que lo emocionó a él, y seguro emociona a cualquiera. En una foto, tomada por el propio Ángelo Papio, don Guillermo aparece posando en las alturas, sin andamio ni cuerdas y como si nada, poco después de coronar a la Virgen de la Dolo- rosa y el Calvario, primera estatua inaugurada de la Catedral. ¿Hubo muchos accidentes en la construcción de la Catedral? Para nada, no hubo ningún muerto. Éramos muy buenos para eso, se acataban las normas de la compañía constructora. El único que se fracturó fue Andrés Bedoya de 17 años, pero fue algo leve después de una caída. Me encantaban las alturas, por eso el padre Adolfo Hoyos, quien era el párroco de la Catedral, me encomendaba todas las tareas duras. Entre más alto, más me gustaba subir. De hierro El aguacero de aquella noche del miércoles de octubre sigue y sigue. Don Guillermo, responde cada inquietud. A veces él mismo se pregunta, como recordando aquellos tiempos de periodis- ta que lo llevaron a la dirección durante 11 años de Crónica, catalogado como el primer radiope- riódico del país. “¿Qué que fue lo más difícil? Todo. Claro que muy complicado fueron las primeras excavacio- nes. Los cimientos fueron gigantes, allí queda- ron enterrados miles de kilos de ferroconcreto. Cada que llovía se inundaban y nos teníamos que poner a sacar agua”. La máxima tecnología de la época, para supe- rar la pica y la pala, eran las mezcladoras, que funcionaban con petróleo. Además, el malacate era toda una novedad en la pequeña ciudad, con este aparato don Guillermo marcaba diferen- cia sobre los demás obreros. Se consideraba el duro, pues en sus manos estaba el sube y sube de arena, gravilla, mezcla y concreto, en canecas aferradas a manilas. “Fui el primero en mani- pular un malacate”. El pago para un obrero, al decir de don Guillermo, era más que justo. Un centavo servía para comprar varios bananos, por ejemplo. “30 centavos era el pago máximo para un obrero”, dice. Los presos que laboraban en la obra gana- ban 15 centavos. Las tardes de sábado eran de gran algarabía y motivo para celebrar: el sueldo estaba listo. “Desde ese tiempo me empezaron a gustar las copitas, más bien las copotas, sobre todo del aguardiente amarillo de Manzanares”. Recuerda que en una visita del líder conser- vador Laureano Gómez se ganó lo que para él fue una fortuna. “Me pusieron a que lo guiará hasta la parte donde iba la construcción. Yo con mucho gusto lo llevé por las escaleras, ya de concreto. Al final me regaló 30 pesos. Yo mira- ba y miraba y no podía creer, claro que cuando creí me los gocé todos, eso sí con traguitos in- cluidos”. En Manizales reformaron hermosos parques como el antiguo Olaya Herrera, Fundadores, Sucre, o derribaron sin piedad el teatro Olim- pia y el túnel del Ferrocarril en la Autónoma, ¿qué sintió cuando tumbaron el Olimpia , don- de usted también fue obrero con Papio y Bo- narda? ¿Qué se puede sentir?, rabia, mucha rabia. Graduado La hoja de vida de don Guillermo incluye des- empeños como auditor de la la Contraloría del viejo Caldas en Manzanares, organizador de la Feria, 17 reconocimientos de la Sociedad de Me- joras Públicas y otras organizaciones. Hoy está graduado y de lejos como uno de los integrantes de la memoria oral de la ciudad. Vicente Fernán Arango, Presidente del Centro de Historia de Manizales, y Juan Pablo Jaramillo, integrante del Comité editorial de la Archivo historial, coinciden en que don Guillermo fue clave para llevar a cabo la investigación que ambos adelantan sobre la Catedral. “Por ejemplo, nos dio luces sobre personas que participaron en la construcción”, dice Vi- cente Fernán. “Tal vez muchas personas no hu- biesen pasado a la historia”, complementa Juan Pablo. El hijo de Enrique Gómez, quien fue el jefe de obreros de la Catedral, se llama Héctor y tiene 82 años. El señor, sobrino de don Guillermo, redondea el concepto del personaje de esta his- toria. “Es una maravilla para Manizales tener vivo a un hombre con una mente tan lúcida para contar lo que fue la proeza de construir esta Ca- tedral”. Para rematar algunas palabras de don Guillermo Gómez Salgado: “Todos los días de 2:00 a 5:00 de la tarde me voy para el bingo de Villamaría. Hace ocho años lo inauguraron y no sé qué es jugar allí, pero me encanta conversar con la gente”. “Cuando cumplí los 99 años me hicieron tremendo fiestongo. De manera que ya pasé el periodo de prueba y estoy con la memoria muy fresca”. “La seguridad para quienes trabajamos en la Catedral fue porque cada cosa se hacía a orden de los jefes. Éramos como 40 obreros especializados”. “La leyenda sobre los cinco túneles que salían de la Catedral, la cual rondó por años, quedó desvirtuada con la construcción de edificios a sus lados” “Les sugiero a los caldenses, sobre todo a los jóvenes de hoy, que se estimen ellos mismos. Que sirvan a los demás y que sean humildes, nobles, sencillos y honestos”. “La vida puede llegar a cansar, pero yo la amo”. LUNES 26 DE DICIEMBRE DE 2011

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Un tatarabuelo monumental

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antología www. lapat r ia . com12a en domingowww.lapatria.com DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE DE 2011 7b

En mayo próximo cumplirá 100 años el hombre que trabajó desde los cimientos hasta los 106 metros de altura de la obra. Nació en el antiguo barrio San José y vive en Villamaría. Memoria.

ÓSCAR VEIMAN MEJÍA LA PATRIA | MANIZALES

Hay algo que deseo decir antes de empezar este corto relato. Que bueno sería llegar a la ve-jez y parecerse en algo a don Guillermo Gómez Salgado, protagonista de esta historia. Más allá de llegar a los 99 años, de tener los sentidos casi intactos, de ser un tatarabuelo entrañable y una leyenda de canas blancas, muy blancas, es llegar a sentir el orgullo, como lo siente él hoy, de haber hecho algo por este Manizales querido.

Claro que lo que hizo don Guillermo es de-masiado grande, se diría monumental y difícil de igualar. Fue uno de los obreros que participó en la construcción de la Catedral de Manizales. Trabajó a pico y pala desde los cimientos, 80 metros abajo del nivel actual, hasta los 106 me-tros de altura, donde con sus entonces manos juveniles instaló, el que fue quizá, el primer pa-rarrayos de la ciudad

¿Qué siente de haber participado en la cons-trucción de la Catedral?

Estoy muy orgulloso. Eso y haber sido el pri-mer director de la Feria de Manizales, prácti-camente el fundador, son las cosas más gran-des que he hecho hasta ahora. El otro año voy a cumplir 100 y vamos a ver qué más pasa porque pienso vivir toda la vida.

En UrapanesLa conversación con este hombre casi cente-

nario continúa en una noche de octubre pasado. Hace unos segundos el viento frío dejó de su-surrar en la ventana y se convirtió en una tem-pestad. Las calles del barrio Urapanes, donde vive el señor en Villamaría, están solas, es como si el agua tuviera que estar sin compañía para cantar mejor su melodía, saltando por calles, andenes y alcantarillas. Y que solo la interrum-pieran aquellos tres hombrecitos, dos de ellos bajo una misma sombrilla azul.

El agua violenta pega contra el portón 1B49, de la calle 9. Adentro el ambiente es cálido. Isa-bel, nieta de don Guillermo, prepara el café. Pa-rado en una silla Santiago, uno de los seis tata-ranietos, explora el teclado de un computador.

La cadencia de los pasos bajando escalón por escalón, el bastón granate golpeando suavemente cada escaño superado, anuncian la llegada del per-sonaje a la sala de su casa. “Buenas noches señores, bienvenidos, sigan y se ponen cómodos”. Difícil de creer que detrás de ese vestido gris y esa camisa a rayas estén guardados 99 años de vigor. Si don Guillermo dijera que tiene 75 se le podría creer.

¿Cómo llegó a ser obrero de la Catedral, este tesoro que adorna Manizales desde la Plaza de Bolívar?

“No fui el único de la familia que trabajó allí. La compañía Papio-Bonarda, hizo un concurso para escoger el jefe de obreros. Al final escogie-ron a mi hermano Enrique, él nos llevó a siete hermanos y hasta a mi papá. También concur-saron Pedro Peláez, Abacut Márquez y Maximi-liano Gutiérrez.

El comienzo En 1912, año del nacimiento de don Guillermo,

Manizales había dejado de ser la aldea que inició Fermín López, a mediados del Siglo XIX, con tres casas al lado del morro Sancancio.

En ese mismo 1912 también comenzó la cons-trucción de la más increíble y espectacular obra de ingeniería de la historia de la ciudad, ubica-da en una maraña de montañas: el cable aéreo a Mariquita, en ese momento el más largo del mundo con 73 kilómetros.

Los Gómez Salgado vivían en una casa del barrio San José, uno de los más poblados, justo en el sector conocido como El Mico y por donde pasaba el camino de arriería por donde cada día entraban y salían los viajeros desde y hacia el norte de Caldas en la antigua ruta a Medellín.

“Nací en una esquina de lo que hoy es el Par-que San José. Estudié hasta tercero de primaria en la escuela del profesor Miguel Chávez. Los niños de la época jugábamos escondidijo, saltá-bamos por los montes y otros juegos”.

Desde 1903, en ese sector, se levantaba en el lote de don Justiano Soto, avaluado en 400 pesos oro, lo que sería otro emblema del barrio y de la ciudad: el templo de San José.

La ciudad también contaba en todo su cora-zón con una hermosa catedral (hoy su replica está en Chipre). En 1926 las llamas, como una prolongación del incendio de 1925, borraron el templo y a la vez despertaron el fervor por re-construir el poblado hecho cenizas.

La Catedral actual se comenzó a edificar el 20 de febrero de 1928 y se inauguró el 29 de septiembre de 1939, a las 2:30 de la tarde. Don Guillermo, padre de 4 hijos y con 17 nietos, 11 bisnietos y 6 tataranietos, es el único vivo de los obreros que participaron en la hazaña de rendirle culto a Dios con una obra de 30 mil toneladas de peso, 2.300 metros cuadrados y capaz de albergar a cinco mil fieles.

GUILLERMO GÓMEZ, ÚNICO SOBREVIVIVENTE DE LOS OBREROS QUE CONSTRUYERON LA CATEDRAL DE MANIZALES

Un tatarabuelo monumental

Foto Martha Elena Monroy | LA PATRIA

Don Guillermo Gómez, el último sobreviviente de los obreros que construyeron la Catedral de Manizales. El jueves, de paso por el frente del lugar.

En el Palacio Arzobispal sigue abierta la exposición de la Catedral de Manizales Remembranza fotográfica, que in-cluye 110 imágenes, además de una muestra museográfi-ca con algunos elementos históricos del templo. La mues-tra es organizada por el Centro de Historia de Manizales, Arquidiócesis de Manizales y Sociedad de Mejoras Públi-cas e irá hasta el 15 de diciembre. Quienes la visiten po-drán apreciar imágenes de la construcción de la Catedral

que duró 1.351 días 12 horas y 30 minutos. También fo-tos del día que se terminó la construcción que fue el vier-nes 29 de septiembre de 1939 a las 2:30 de la tarde. La idea de los organizadores es que está abierta durante la Feria de Manizales, en enero. Horario de visitas: 9:00 a.m. a 12 m. y de 2:00 p.m. a 5: 30 p.m.Lugar: Palacio Arzobispal, carrera 23 Nº 19 -22.

Fotos en el Palacio Arzobispal

¿Es verdad que la venta de empanadas ayudó mucho a financiar la construcción?

Huy, claro. Por ejemplo, mi madre, a quien le decían Mamá Lucrecia preparaba y regalaba em-panadas, gelatinas y tirados a las señoras. Ellas las vendían los sábados y domingos y la plata era para la Catedral. También cada manizaleño regalaba un peso cada semana, eso era mucha solidaridad. Los que más impulsaron fueron Aquilino Villegas, Pedro Uribe, Marco Gómez, Alfonso Jaramillo...

El trajín La familia de don Guillermo, como una ob-

viedad en aquella época, era numerosa. De don Francisco Gómez Latorre, minero aguadeño, y Luciana Salgado nacieron 22 hijos, de los cuales sobrevivieron 9 hombres y 6 mujeres. Guillermo fue el penúltimo en nacer.

En la sala de su casa en Villamaría, don Guillermo termina un tinto “Caminábamos des-de el barrio por las calles, algunas aún destapa-das. Entrábamos a trabajar a las 7:00 de la ma-ñana, cuando eso la jornada era de 10 horas.

El jueves pasado, don Guillermo, quien cum-plirá 100 años el próximo 29 de mayo, recorría la exposición Manizales remembranza fotográfi-ca en el Palacio Arzobispal. A las 3:09 de la tarde se encontró con una imagen que lo emocionó a él, y seguro emociona a cualquiera.

En una foto, tomada por el propio Ángelo Papio, don Guillermo aparece posando en las alturas, sin andamio ni cuerdas y como si nada, poco después de coronar a la Virgen de la Dolo-rosa y el Calvario, primera estatua inaugurada de la Catedral.

¿Hubo muchos accidentes en la construcción de la Catedral?

Para nada, no hubo ningún muerto. Éramos muy buenos para eso, se acataban las normas de la compañía constructora. El único que se fracturó fue Andrés Bedoya de 17 años, pero fue algo leve después de una caída. Me encantaban las alturas, por eso el padre Adolfo Hoyos, quien era el párroco de la Catedral, me encomendaba todas las tareas duras. Entre más alto, más me gustaba subir.

De hierro El aguacero de aquella noche del miércoles de

octubre sigue y sigue. Don Guillermo, responde cada inquietud. A veces él mismo se pregunta, como recordando aquellos tiempos de periodis-ta que lo llevaron a la dirección durante 11 años de Crónica, catalogado como el primer radiope-riódico del país.

“¿Qué que fue lo más difícil? Todo. Claro que muy complicado fueron las primeras excavacio-nes. Los cimientos fueron gigantes, allí queda-ron enterrados miles de kilos de ferroconcreto. Cada que llovía se inundaban y nos teníamos que poner a sacar agua”.

La máxima tecnología de la época, para supe-rar la pica y la pala, eran las mezcladoras, que funcionaban con petróleo. Además, el malacate era toda una novedad en la pequeña ciudad, con este aparato don Guillermo marcaba diferen-cia sobre los demás obreros. Se consideraba el duro, pues en sus manos estaba el sube y sube de arena, gravilla, mezcla y concreto, en canecas aferradas a manilas. “Fui el primero en mani-pular un malacate”.

El pago para un obrero, al decir de don Guillermo, era más que justo. Un centavo servía para comprar varios bananos, por ejemplo. “30 centavos era el pago máximo para un obrero”, dice. Los presos que laboraban en la obra gana-ban 15 centavos.

Las tardes de sábado eran de gran algarabía y motivo para celebrar: el sueldo estaba listo. “Desde ese tiempo me empezaron a gustar las copitas, más bien las copotas, sobre todo del aguardiente amarillo de Manzanares”.

Recuerda que en una visita del líder conser-vador Laureano Gómez se ganó lo que para él fue una fortuna. “Me pusieron a que lo guiará hasta la parte donde iba la construcción. Yo con mucho gusto lo llevé por las escaleras, ya de concreto. Al final me regaló 30 pesos. Yo mira-ba y miraba y no podía creer, claro que cuando creí me los gocé todos, eso sí con traguitos in-cluidos”.

En Manizales reformaron hermosos parques como el antiguo Olaya Herrera, Fundadores, Sucre, o derribaron sin piedad el teatro Olim-pia y el túnel del Ferrocarril en la Autónoma, ¿qué sintió cuando tumbaron el Olimpia , don-de usted también fue obrero con Papio y Bo-narda?

¿Qué se puede sentir?, rabia, mucha rabia.

GraduadoLa hoja de vida de don Guillermo incluye des-

empeños como auditor de la la Contraloría del viejo Caldas en Manzanares, organizador de la Feria, 17 reconocimientos de la Sociedad de Me-joras Públicas y otras organizaciones. Hoy está graduado y de lejos como uno de los integrantes de la memoria oral de la ciudad.

Vicente Fernán Arango, Presidente del Centro de Historia de Manizales, y

Juan Pablo Jaramillo, integrante del Comité editorial de la Archivo historial, coinciden en que don Guillermo fue clave para llevar a cabo la investigación que ambos adelantan sobre la Catedral.

“Por ejemplo, nos dio luces sobre personas que participaron en la construcción”, dice Vi-cente Fernán. “Tal vez muchas personas no hu-biesen pasado a la historia”, complementa Juan Pablo.

El hijo de Enrique Gómez, quien fue el jefe de obreros de la Catedral, se llama Héctor y tiene 82 años. El señor, sobrino de don Guillermo, redondea el concepto del personaje de esta his-toria. “Es una maravilla para Manizales tener vivo a un hombre con una mente tan lúcida para contar lo que fue la proeza de construir esta Ca-tedral”.

Para rematar algunas palabras de don Guillermo Gómez Salgado:

“Todos los días de 2:00 a 5:00 de la tarde me voy para el bingo de Villamaría. Hace ocho años lo inauguraron y no sé qué es jugar allí, pero me encanta conversar con la gente”.

“Cuando cumplí los 99 años me hicieron tremendo fiestongo. De manera que ya pasé el periodo de prueba y estoy con la memoria muy fresca”.

“La seguridad para quienes trabajamos en la Catedral fue porque cada cosa se hacía a orden de los jefes. Éramos como 40 obreros especializados”.

“La leyenda sobre los cinco túneles que salían de la Catedral, la cual rondó por años, quedó desvirtuada con la construcción de edificios a sus lados”

“Les sugiero a los caldenses, sobre todo a los jóvenes de hoy, que se estimen ellos mismos. Que sirvan a los demás y que sean humildes, nobles, sencillos y honestos”.

“La vida puede llegar a cansar, pero yo la amo”.

LUNES 26 DE DICIEMBRE DE 2011