un siglo con allende

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    UN SIGLO CON ALLENDE

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    Foto Portada:

    Allende en Caletones, dirigendose a sus adherentes en una delas muchas visitas que realiz al campamento minero. GentilezaFundacin Salvador Allende.

    Foto Contraportada:

    Allende en la Embajada Chilena en Buenos Aires, 26 de Mayo de1973. Gentileza Horacio Villalobos/CORBIS.

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    PRESENTACIN

    Rancagua, julio de 2008.

    El curso Un siglo con Allende que se realiz en el con-texto de la ya tradicional Universidad Internacional de Veranode Rancagua, fue la primera actividad oficial del 2008 con quese inici la conmemoracin del centenario del natalicio del expresidente chileno. Desde hace meses se vena trabajando la

    jornada y ya en septiembre se logr el concurso de la FundacinSalvador Allende y de la propia Isabel. La Tercera, lo anunci1, apropsito de un artculo de Alfredo Jocelyn-Holt sobre el ex ldersocialista. El evento no poda sino generar grandes expectativas.El sbado 5, comenzaron a llegar los invitados. Los primeros enaterrizar fueron: Jos Lus Abalos, concejal socialista de Valenciay representante de la Fundacin Internacional para el desa-rrollo local y social (Fiadelso), institucin que colabor para eldesarrollo del itinerario, y Alberto Aggio, intelectual brasileo,profundo estudioso de la experiencia de la Unidad Popular. Porla tarde lleg el fotgrafo argentino, residente en Pars, HoracioVillalobos, cuya muestra 30: Una reflexin sobre el Golpe,indita en Chile, atraa la mirada de los medios de comunicacin.Haban comprometido su asistencia, lo mejor del entorno del ex

    presidente su hija, su mdico, su amiga Carmen Lazo, su aliadopoltico Jorge Insunza, etc. -, tambin los estudiosos como Gon-zalo Martner, Esteban Valenzuela, Alfredo Jocelyn-Holt y CarlosCarrasco. Adems, polticos locales como el ex Senador NicolsDaz, Danilo Jorquera y Eduardo Soto. Hubo, adems, jvenescomo Daisy Rojas o el propio Gonzalo Montecinos, quienesdaran a conocer su experiencia allendista. Orlando Moraga,

    por su parte, daba crdito, como ex dirigente y participante dela nacionalizacin, de aquella vivencia histrica.

    1 La Tercera, domingo 30 de diciembre de 1997. Reportajes.

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    Hablar sobre Allende no es fcil. Ya lo han hecho figurascomo E.P. Thompson, Eric Hobsbawn, Joan Alczar, Joan Garcs,Alfredo Jocelyn-Holt, Gonzalo Martner, Radomiro Tomic, JorgeArrate, Carlos Altamirano, Gabriel Salazar que, entre otras cosas,han dicho las palabras ms profundas sobre el ex presidentesocialista. Qu podra agregar uno? No mucho, salvo sealarque Allende estuvo profundamente vinculado a Rancagua y aesta regin a travs de un hito central como lo fue el proceso deNacionalizacin del cobre, en cuyo acto, en el que Allende fueacompaado por el cardenal Ral Silva Henrquez y por OrlandoMoraga, entre otros, pronunci las palabras siguientes:

    Hoy es el da de la Dignidad Nacional y de la solidaridad. Es el da de ladignidad porque Chile rompe con el pasado; se yergue con fe de futuro yempieza el camino definido de su independencia econmica, que significasu plena independencia poltica. Por eso, nada ms significativo el que hayaescogido para hablarle a la patria como Presidente de ella, Rancagua, laPlaza de los Hroes. Aqu se sienten el ayer y el pasado, el herosmo de losque lucharon y sacrificaron sus vidas para darnos sentido y contenido depueblo. Aqu est presente la imagen de Ohiggins y aqu podemos decirlea la patria que somos sus legtimos herederos, y que fue el pueblo el que

    gan est batalla de la independencia y la dignidad nacional.2

    Tena razn Patricia Espejo3, cuando nos seal que eseevento fue histrico y que, a diferencia de otras ocasiones, enque el Presidente Allende volva conversador a Santiago, en

    aquella oportunidad permaneci en silencio a su regreso comoproyectando que haba asistido a un hito histrico republicanoque no se volvera a repetir y que era fundamental para el futurode la nacin chilena.

    En fin, es tiempo de cambio, es tiempo de Allende. Es poreste motivo que en este texto, se resume la experiencia de aquelcurso, en el que hay palabras inolvidables que quedarn para

    2 Discurso pronunciado el 11 de julio de 1971 en la Plaza de los Hroes con motivo de laNacionalizacin del cobre.3Entrevista a Patricia Espejo; Gonzalo Montecinos; Santiago 2007.

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    siempre, mediante este testimonio, en el inconciente colectivoallendista.

    Por ltimo, nuestros agradecimientos al alcalde de Rancagua,Carlos Arellano, por su voluntad de realizar este curso, a la Fun-dacin Salvador Allende por apoyar esta iniciativa, a Fiadelso porcolaborar en su implementacin y, al pueblo allendista, sin cuyoconcurso esta actividad no hubiese tenido resultado.

    Edison Ortiz Gonzlez

    Director Universidad Internacional

    de Verano de Rancagua.

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    Allende:mito democrtico

    de occidente.

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    BIOGRAFA DE UN LDER.

    Isabel Allende Bussi4.

    Mi padre tuvo un acercamiento desde temprano con lapoltica. Fue elegido, en su poca universitaria, Presidente delCentro de Alumnos de la Escuela de Medicina de la Universidadde Chile, Vicepresidente de la Federacin de Estudiantes de laUniversidad de Chile; a los 29 aos, por primera vez fue elegidodiputado, despus ocup el nico cargo designado cuandofue precisamente investido Ministro de Salud, en el Gobiernode Pedro Aguirre Cerda. Como joven Ministro de Salud, asumila tarea de organizar la primera exposicin sobre viviendassociales y la salud en Chile, porque siempre en su condicin demedico, tenia claro la incidencia de los factores sociales en lasalud y en la necesidad que nuestro pas mejorara, en la poca,sus estadsticas, sus estndares, en trminos de la salud publicay la necesidad, por lo tanto, de formar a los jvenes estudian-tes, tambin futuros profesionales de medicina con concienciasocial. Recuerden que, adems, Allende fue fundador del ColegioMedico. Entiendo que durante esta semana, estar presente en

    Rancagua el mdico Arturo Jirn, amigo personal de la familiamuy querido, entraable y que fuera doctor personal de mipadre, tambin hijo de medico, que conoci mucho a Salvador,con lo cual van a tener un detalle mucho mas completo de unade sus permanentes preocupaciones como era la salud.

    Otra fue, sin duda, su inters, por el binomio madre e hijo,y que incluso queda simbolizado en esos gestos como deca

    nuestro amigo Jos Lus balos que a veces vale mucho masque las palabras, por ese gesto cuando se preocupaba inclusodel medio litro de leche, para los nios durante el Gobierno de

    4 Diputada Socialista e hija del Presidente Allende y Primera Vicepresidenta del PS de Chile.

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    la Unidad Popular. Decamos entonces que, entre el ao 45 y70 fue elegido varias veces senador de la Repblica, ocup,tambin la presidencia del Senado, pero yo dira que mas queun idelogo, Salvador Allende fue un poltico, un luchador socialy yo creo que la mayor singularidad de sus proyectos, y de suspreocupaciones, fue precisamente como conjugar socialismoy democracia. l mismo lo declar ante al pas, en su primeraintervencin ante el congreso pleno del 21 de Mayo 1971. Enla oportunidad, deca estoy seguro que tendramos la energay la capacidad necesaria para llevar adelante nuestro esfuerzo,modelando la primera sociedad socialista, edificada en un modelodemocrtico pluralista y libertario, Salvador Allende entenda elsocialismo como humanista, cuya esencia democrtica promovala libertad y la igualdad. La va chilena la conceptualiz comouna revolucin hacia el socialismo en democracia, pluralismoy libertad. Estos tres conceptos constituyen una sntesis de supensamiento, de cmo se puede llevar a cabo las transforma-

    ciones sociales, econmicas e institucionales necesarias paraconstruir una sociedad que permitiera hacer posible el biencomn, la realizacin individual, en democracia. Muy lejos de suideario, estaban el empleo de los mtodos violentos y lucha o lasrupturas histricas, haciendo tabla rasa del pasado. Al contrario,crea que los cambios tenan la solidez necesaria cuando habansido internalizados por la conciencia colectiva incorporando

    adems la memoria histrica, las tradiciones: el respeto a losdems, la tolerancia hacia el otro es uno de los bienes culturalesms significativos con los que contamos. Creo que las palabraslo dicen todo, probablemente no hay otro Presidente en elsiglo XX que encarne de esa manera tan presente, tan actual,tan elocuente, las tensiones sociales, polticas, culturales quemoldearon nuestra sociedad.

    Allende fue ante todo, un luchador social y junto a una ge-neracin de figuras emblemticas, como Clotario Blest, AlbertoHurtado, Lus Emilio Recabarren, quienes enfrentaron un sigloazotado de guerras, de explotacin, de injusticia para los tra-

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    y que es celebrado aqu inolvidablemente. Ese 11 de Julio en laPlaza de Los Hroes de Rancagua es histrico, y al compaeroOrlando Moraga, aqu presente, le toc vivir, incluso hablar aquelda en su condicin de Presidente de la Confederacin de Tra-bajadores, yo creo que no es posible recapacitar el Chile de hoyy sus desafos de maana sino, somos capaces de pensar en losmiles de miles de millones de dlares que han significado a partirde ese ao esos ingresos y que permite justamente abordar yencarar esos desafos; y esa herencia esta ah, es indiscutible ycreo que incluso en plena dictadura, habiendo probablementems de alguna tentacin, no se atrevieron, sin embargo, a tocarese proceso y creo que es obligacin nuestra mantenerlo y creoque, es necesario sealar que ms all de la produccin privaday del aporte que estn haciendo privados aqu hay temas defuturo y esos temas estuvieron presente porque avalaba unaley minera, una ley que deca que esas reservas le pertenecansoberanamente al pueblo de Chile y eso ha permitido hoy da,

    incluso, poder discutir tmidamente ese Royalty que tenemosy que, mal que mal son trescientos millones de dlares quetenemos que saber invertir en innovacin en tecnologa. Todoello tiene una raz y esa raz tiene un nombre y ese nombre esSalvador Allende. Es ms les deca a los medios: miren si hoyda Chile quiere levantarse como potencia agroalimentaria,esperamos que ojal lo logre, pero hoy tambin Chile esta in-

    serto en este mundo globalizado y competitivo y Chile exporta,bueno ese Chile tambin estuvo en esa profunda transformacinque signific esa reforma agraria que parti en el gobierno deEduardo Frei y que, por cierto, profundiz Salvador Allende. Notendramos las posibilidades de exportar, ser modernizadores,competitivos si no hubiramos tenido esa reforma del agro y as,sucesivamente, podramos hablar sobre las consecuencias que el

    programa del gobierno de la Unidad Popular tuvo para el futurodel pas y que races y que proyecciones tiene. No me extenderexcesivamente pero la verdad que ser tarea de este curso deprofundizarlo, de conocer ms, porque la verdad es que no se

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    conoce lo suficientemente, adems como yo siempre he dicho,la historia la escriben en primer lugar los vencedores, y por lotanto siempre se distorsion lo que haba sido ese gobierno, suproyeccin, sus logros, como obviamente tambin sus errores,y que es importante estudiar porque tambin es importanteaprender de nuestra historia. Incluso, tambin, algunos hanintentado ver en su figura una suerte de violentista, y mostrarimgenes que no cuadran con l, en un momento de evidentepolarizacin. Sin embargo, todos sabemos que toda su vida,toda su trayectoria fue la de un demcrata, participando siem-pre en procesos eleccionarios, salvo, repito, la nica vez quefue Ministro de Salud. Allende siempre opt por el dilogo y lapoltica, y l lo destacaba, lo deca. Si nos detenemos a meditarun momento y miramos hacia atrs nuestra historia, los chile-nos estamos orgullosos de haber logrado imponernos por vapoltica triunfando por sobre la violencia, este es un tema queva a ser recurrente a pesar de los momentos que estbamos

    viviendo y que lamentablemente desembocaron en lo quedesembocaron. Ms an digo, esta es una noble tradicin, esuna conquista imperecedera. En efecto, a lo largo de nuestropermanente combate por la liberacin, de la lenta y dura luchapor la igualdad y por la justicia hemos preferido siempre resolverlos conflictos sociales con los recursos, la persuasin con la accinpoltica, que en toda su trayectoria Salvador Allende nos ense,

    y de la que, fue un pedagogo social. Con su oratoria elocuentenos entreg conocimiento, conciencia critica y difundi el so-cialismo; su prctica poltica fue una demostracin de su totaldesapego por las metodologas ajenas a la tradicin socialistachilena y, sus decisiones, siempre estuvieron sustentadas en latica humanstica ya que, para Salvador Allende, no era la ideo-loga la que tenia que ser reproducida en la realidad, sino que

    la realidad tenia que someter a juicio critico la ideologa y poreso la experiencia poltica que l realizo fue indita. Por los aos,como hemos dicho, se ha ido convirtiendo en un referente nosolo en la izquierda latinoamericana, sino universal. Creemos que

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    el proyecto del gobierno de la Unidad Popular pertenece a otrocontexto histrico y por cierto es irrepetible, pero porque tienevigencia, es justo preguntarse por esta figura poltica, porques respetable, incluso por aquellos que no compartieron desdeluego su ideologa poltica; yo dira porque fue consecuente conel ideal socialista que proces, al que conceba, sustentaba, enla razn poltica, humanizada, porque l estaba por transformarla sociedad para ser compatible con la justicia social, porque suconcepto de la poltica, tiene un profundo sentido tico y ellaslo transformaron en un hroe. Y por eso dijo colocado en untrance histrico, pagar con mi vida la lealtad que el pueblo me hadado. Esa lealtad que reconocen y que en sus ltimas palabrasreitera, una y otra vez, porque fue un implacable defensor delestado de derecho y la democracia, a la que entenda como unbien superior sin importar sus imperfecciones porque a travsde sus instituciones y normas, era posible perfeccionarla cuandoexiste un alto grado de conciencia social. Allende siempre sostuvo

    que la sociedad deba ser plural, cada ser humano debe ser librey defensor de dignidad y de derechos. Por ello, sin sectarismos,fue un tenaz constructor de la dignidad de amplios sectoresprogresistas que anhelaban las transformaciones a favor de unasociedad ms igualitaria y solidaria. Salvador, an en el momentomas dramtico de su vida, nos deja tambin unas palabras deoptimismo para el futuro tengo fe en Chile y su destino, superarn

    otros hombres este momento gris y amargo donde la traicin pre-tende imponerse. Por eso, este Salvador Allende que queremosrecuperar, que sea conocido y reconocido como estadista, comovisionario, como poltico del siglo XXI , pero que emerge en elnuevo tiempo, un poltico del siglo XX, aunque muchas de susideas, por cierto, estn vigentes, creemos que la grandeza deSalvador Allende, quien amaba la vida ms que a nada, no est

    solamente en el acto histrico de su muerte, su mayor grandezaest en la fe irrenunciable por construir esa sociedad mejor, latenacidad, en la valenta que demostr en el empeo por alcan-zarlo, su grandeza hasta haberse comprometido con un proyecto

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    de pas sustentado en la razn y el sentimiento, en los grandesideales de justicia en la fe profunda en el ser humano. Cuandocelebramos el centenario, celebramos la semilla que plant, noslo su pasado, sino la vigencia de sus sueos: la patria justa, enla que puso en juego su capacidad para aceptar y convivir con ladiscrepancia y la diversidad, su audacia para innovar en la polticay su compromiso por sobre todo con los ms pobres.

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    La imagen internacionalde Allende.

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    EL APORTE DE ALLENDE VISTO DESDE LA

    PERSPECTIVA EUROPEA.Por Jos Luis Abalos Meco5

    Hay diferentes perspectivas a la hora de referirse a SalvadorAllende. En este Seminario se han abordado algunas de ellas,

    desde su aportacin terica al Socialismo; desde los testimo-nios personales de quienes se relacionaron con l, compaeros,amigos y familiares; desde su contribucin a la institucionalidadde Chile; desde su faceta profesional como mdico y especialistaen salud pblica; etc. Todas ellas nos darn una visin distinta ycomplementaria, contradictoria en ocasiones segn las fuentes,pero ms all del rigor sobre cual fue la personalidad real de

    Salvador Allende y su obra, a mi me interesa principalmente ellegado que dej, tras su desaparicin, en el imaginario colectivo.Refiere Jorge Luis Borges que la obra ms importante de unhombre es la imagen que deja de s mismo en la memoria deotros y Gabriel Garca Mrquez nos ha dejado esta otra frasela vida no es lo que sucedi, sino lo que uno recuerda y cmolo recuerda. As pues, prefiero destacar, respecto de Allende, el

    legado tico y poltico que al mundo, en general, nos ha dejado,incluyendo su mitificacin.

    La sociedad precisa de testimonios y ejemplos a modo derearme moral, y por qu no, tambin de mitos. Pero tambinlas ideologas y los proyectos polticos necesitan esa base moralque los hace justificables y edificantes. En este mbito, la figura

    de Allende se erige como un tributo al socialismo democrtico,a la libertad y a la institucionalidad chilena.

    5 Concejal de Valencia y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE.

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    Lo que la memoria nos deja sobre Allende es la imagen de unPresidente que resiste con su propia vida a la agresin ilegitimaa un sistema democrtico, a un orden constitucional. En esteaspecto, Allende encarna el orden democrtico superando supropia adscripcin ideolgica o partidaria y proyectando un ejem-plo para cualquier presidente democrtico. Frente a las bombasque caan en La Moneda resisti un Presidente que contaba conla legitimidad que otorga la eleccin libre y democrtica de losciudadanos. Qu presidente democrtico puede desvincularsede este ejemplo? No hace falta, pues, ser socialista para integrary reconocer este comportamiento.

    La victoria de la Unidad Popular en 1970 constituy un hitohistrico, un triunfo para el socialismo democrtico en Chilepero tambin para el mundo entero: un marxista llegaba a lapresidencia del pas gracias a un instrumento de la democraciaburguesa, en palabras de Andrs M. Kramer.

    Este hecho permiti que la izquierda revolucionaria con-templara otra va alternativa de acceso al socialismo, la vademocrtica, la que haca compatibles los trminos libertady socialismo. Una va que, a travs de la conformacin de ma-yoras sociales, se planteaba las reformas de modo gradual porla senda de la institucionalidad. La experiencia chilena aport

    una novedad respecto de la izquierda transformadora porquedurante la campaa electoral (de aquel ao), la Unidad Popularnicamente tena que predicar la revolucin, pero ahora (tras eltriunfo electoral), adems, deba defender la legalidad porquesolo as podra ocupar la presidencia. La izquierda descubre,pues, el valor de la legalidad y se erige en defensora del Estadodel Derecho. Es sta otra de las caractersticas que encuentra

    un cierto paralelismo con la experiencia republicana espaola.La izquierda se convierte en garante del orden constitucionalfrente al fascismo que trata de sabotear y destruir por la fuerzade las armas el marco democrtico.

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    Conquistada la confianza de la ciudadana, la izquierda sesiente a gusto en el marco constitucional y ste se convierte en suprincipal base de apoyo. Con los aos, otros tericos proclamarnla defensa del Estado de Derecho como una de las banderas dela izquierda actual al ser el derecho el instrumento que mayoramparo puede brindar a los ms desposedos.

    Otra aportacin de la experiencia socialista chilena fue la in-tegracin poltica de los excluidos. En aquella poca el grado deexclusin poltica, social y cultural en Chile afectaba a la mayorparte de la poblacin. El triunfo de la Unidad Popular supuso laadquisicin de la ciudadana activa para muchos chilenos. Tam-bin el triunfo de la UP supuso la implantacin del pluralismopoltico. Sin duda, esta experiencia nos ha aportado muchasotras lecciones que la izquierda chilena ha sabido incorporaren su accin poltica.

    El proceso chileno fue seguido con expectacin por la izquier-da espaola. En aquella poca, los demcratas espaoles hacanfrente, como podan, a la dictadura franquista y los sucesos quecomportaban xitos democrticos o del socialismo en el mundosuponan enormes dosis de aliento para proseguir en la luchademocrtica en nuestro pas. Por eso, la noticia del golpe deEstado y la muerte de Allende fueron un duro golpe para nues-

    tras esperanzas. En 1973, en Espaa, ya poda vislumbrarse el findel dictador y la oposicin democrtica adquira cada vez mayorpresencia para impedir que el rgimen pudiera sobrevivirle. Enese contexto, el golpe militar chileno y su cruel represin nossitu en nuestra reciente historia, reapareciendo el fantasmadel levantamiento militar de 1936 que acab con la ilusin delibertad que supuso la II Repblica espaola y nos condujo a

    una guerra horrible y a una represin sin precedentes. Comosostena la cancin de Vctor Manuellos mismos en Chile, losmismos en Chile que en Espaa

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    Una generacin de jvenes espaoles nos comprometimospolticamente con la imagen y las palabras de Allende, conel himno de la Unidad Popular, con las canciones y letras deVioleta Parra, Vctor Jara, Quilapayne Inti Illimaniy conla poesa turbadora de Pablo Neruda que dedicbamos anuestras enamoradas. En mis recuerdos de joven revolucionario,un adolescente realmente, estn presentes a modo de iconosesos testimonios solo igualables a la imagen mtica del CheGuevara. Recuerdo, en mi ciudad, las tomas de plazas pblicascon banderas rojas y con guitarras cantando A desalambrarcomo una proeza revolucionaria. Para nosotros, la imagen dePinochetera tal cual la represent el artista valenciano JosepRenau, con gesto encarado, gafas oscuras, brazos cruzados y alcuello unas cuerdas que sostenan calaveras.

    Cierto es, tambin, que para los europeos interpretar la si-tuacin poltica de Chile resultaba menos complicada que la de

    cualquier otro pas latinoamericano. La presencia de la culturaeuropea en Chile alcanzaba al mbito poltico, siendo esto unaexcepcin en relacin al contexto geogrfico. De Argentina nosllegaba el peronismo, de Per el aprismo, de Centroamrica mo-vimientos armados de liberacin, etc. En definitiva, movimientosque haban de ser traducidos a la capacidad de entendimientode los europeos. Pero de Chile nos llegaba noticia de la existencia

    de un Partido Socialista y de un Partido Comunista con una basede movimiento obrero organizado, no importado, muy similar alo conocido en Europa. Ello hizo ms fcil nuestra vinculacin.

    Por Salvador Allende pudimos tambin conocer la situacinde injusticia que viva Amrica latina. Fue Allende un portavozde altura de las difciles circunstancias en que viva la poblacin

    de este continente. Sus discursos y sus entrevistas constituanun testimonio en bella prosa que escuchbamos como si deuna cancin se tratara. An conservo el vinilo y los cassettes desus ltimas palabras, que tantas veces reprodujimos, en las que

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    interpretamos un testamento poltico y una invitacin a continuarla lucha generosa y valiente.

    As pues, la experiencia chilena marc plenamente a la iz-quierda del fin de la dictadura y de la transicin democrtica enEspaa. Con ella nos formamos, con ella nos alimentamos. De ah,tambin, que recibiramos con gozo a los compaeros chilenosexiliados y reivindicramos siempre la memoria de Allende.

    Es por ello que el legado de Allende y de la Unidad Popularexcede los lmites territoriales de Chile y alcanza un mbito uni-versal en cuanto a testimonio de entereza y dignidad.

    La muerte de Allende la sentimos como un sacrificio y comotal fue integrada como parte de los valores de la izquierda,esos valores que queremos formen parte de la identidad de laizquierda y que nos otorga una carga de idealismo. Con la muerte

    de Allende se mataba tambin un experimento de libertad yjusticia social, de inclusin social y de participacin ciudadana.La izquierda europea se apropi para s de esta experiencia ydel testimonio y figura de Allende. Por el contrario, los golpistasvinieron a representar la falta de valores o los disvalores. Con eltiempo podramos ver que adems de despreciar la voluntadpopular, las instituciones y la democracia, de exhibir crueldad

    sin pudor, lo que les preocupaba no era tanto imponer una ideo-loga sino hacerse con el poder para obtener un considerablelucro econmico. La resistencia de Allende y la entrega de suvida evitaron cualquier posibilidad que permitiera disfrazar elgolpe militar.

    Ahora bien, la evocacin de la memoria y la reivindicacin

    del pasado no pueden llevarnos a caer en la trampa de la nos-talgia. Ello supondra inmovilismo e incapacidad para adecuarlas lecciones del pasado. Es imposible reimplantar lo que ocurrien el pasado en un mundo que es ya radicalmente distinto. La

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    fuerza y vigencia del legado de Allende pasa por incorporarloen su justa dimensin en nuestro presente.

    El legado que nos deja el testimonio de la vida y obra deAllende, ms all de la mitificacin, nos ha permitido valorar elsentido de la democracia y la libertad como bienes esencialespara la convivencia. Nos ha enseado tambin el respeto a lainstitucionalidad, al orden democrtico y a la legalidad y el com-promiso de todo servidor pblico con la defensa de todo ello.

    La experiencia chilena influy en la reforma de la izquierdaen Chile y fuera del pas. Supuso tambin la reconsideracinen torno a los maximalismos que venan dndose en el mbitode la izquierda poltica dada al redentorismo y a la retricadoctrinal.

    La vigencia de Allende radica en el hecho de que su memo-

    ria y su ejemplo han pervivido en la memoria colectiva y en laconciencia de los chilenos lo que ha hecho posible que hoy lapresidencia de la Repblica recaiga en una mujer socialista. Chilees hoy un pas prometedor que ha conseguido importanteslogros en su desarrollo. Constituye una referencia para AmricaLatina y es un pas respetado. Aprendiendo del pasado constru-ye con dinamismo su futuro sin renunciar a nada. La transicin

    democrtica de Chile, compleja como cualquier transicin, hasido capaz, sin embargo, de imponer ms justicia que en otrasexperiencias. El mayor reconocimiento que podemos hacer aAllende es vincular su legado al progreso de Chile.

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    El MOMENTO ALLENDE: ENTRE LA REFORMA Y

    LA REVOLUCINAlberto Aggio6

    Compaeros, qu fcil es gritar, qu sencillo es decirhay que armar al pueblo Que me costara a mi decirlo sime dejara arrastrar? Pero, compaeros, piensen ustedes,

    mediten la historia y piensen que las revoluciones no sehacen en funcin de un verbalismo que no tenga comoarraigo la fuerza consciente, la voluntad disciplinada

    Salvador Allende (enero 1972)

    Lo que aqu llamamos el momento Allende tiene como

    objetivo demarcar y enfatizar los aspectos de originalidad y elcarcter indito pero tambin los elementos de difusa insuficienciay las limitaciones que estuvieron presentes en la prctica y en laformulacin poltica de Salvador Allende, especialmente en elcontexto en el que se torna un personaje emblemtico y centralde lo que, histricamente, acab siendo conocido como la expe-riencia chilena proceso histrico que expres concretamente

    la perspectiva de construir el socialismo a travs de la democraciaen un pas latinoamericano como el Chile de la dcada de los70 y que, como sabemos, termin en el cruento golpe militarde 1973. El proceso tena como referencia principal el conocidoproyecto de la va chilena al socialismo, frmula especfica queconcili inapelablemente una nueva concepcin de la relacinentre democracia y socialismo, con la retrica convencional del

    discurso tradicionalmente vocalizado por la izquierda agrupadaen la Unidad Popular (Aggio, 2002). El momento Allende debeser comprendido como la expresin mxima terica y prc-6 Profesor de la Universidad Estadual Paulista de Brasil .

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    izquierda latinoamericana de los aos sesenta. De todos modos,esa imagen no siempre es completamente verdadera. En elcontexto de la presidencia a la Repblica, Allende fue simult-neamente realista y temerario. Fue realista en muchos momentosen el intento de preservar a las instituciones que daban soportepoltico a su gobierno. Pero tambin fue temerario en muchasde sus declaraciones, como la de ser presidente de una partede los chilenos y no de todos o al vincularse a algunos miris-tas o insurreccionalistas del Partido Socialista y montar, en elinicio del gobierno, una guardia personal de la presidencia dela Repblica para mencionar slo algunos de los aspectos deconductas temerarias de Allende en el plano poltico y personal(Labarca, 2007).

    De cualquier manera, a esos dos calificativos se le agregaba,como dijimos anteriormente, la opinin, tambin negativa, deque Allende no contaba con una visin terica en relacin conel socialismo y peor an, no contaba con una teora que funda-

    mentase su perspectiva de construccin del socialismo a travsde la democracia. Lamentablemente, esas visiones altamenteinfluenciadas por las creencias de los protagonistas de la poca,especialmente aquellos vinculados a las principales corrientesideolgicas que dominaban la izquierda chilena, impiden quese intente comprender ms profundamente las ideas polticasde Allende a partir de la trayectoria de su elaboracin y, espe-

    cialmente, del contexto dramtico de sus posiciones finalescolocndolas en un determinado lugar de la cultura poltica deizquierda de aquel contexto.

    Allende, efectivamente, no fue un terico, como puede decir-se de algunos lderes polticos del socialismo internacional. Sinembargo, no cabe duda de que, de forma general, su discurso searraigaba y expresaba, aunque tangencialmente, las formulacio-

    nes ideolgicas y polticas que marcaron el llamado teoricismomarxista de la dcada de 1960. De todos modos, es necesariollamar la atencin para el hecho de que l tambin ocup unposicin especial en ese escenario y, ms que eso, postul la

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    realizacin prctica de una de las frmulas que marcaron aquelmomento histrico, a saber: la perspectiva de realizar la revo-lucin por medio de reformas estructurales de carcter radical.En las palabras de Toms Moulin, Allende era un poltico queconceba la revolucin como un momento culminante en laaplicacin de sucesivos programas realistas, pero a quien le tocgobernar en otro escenario, el de una revolucin sin el podernecesario pero en acto, desplegada, a la cual trat vanamentede moderar(1998:119). El momento Allende se configura,efectivamente, como una simbiosis entre revolucin y reforma,en los trminos en los que esas dos propuestas encontrabansus lmites al final de la dcada de los 60 y comienzo de los 70.Es en torno de esta evaluacin o de este diagnstico que estaexposicin va a pautarse.

    Sin embargo, antes de avanzar pienso que sera importanteun comentario previo. Retomar la reflexin sobre Allende hoyno es de ninguna manera un acto intelectual ocioso y despro-

    visto de consecuencias. En relacin al perodo y al personaje,esta operacin intelectual se ve peligrosamente amenazadapor el anacronismo. En este sentido, me gustara afirmar que sihay algo que la figura de Allende no merece es su exhumacinpoltica orientada por un mimetismo sin sentido con los dasque corren. Este es el caso de muchos de aquellos que criticaronduramente el proyecto de Allende y hoy se precipitan a afirmar

    que aquel proyecto no fue bien comprendido en su tiempo y queel programa que le daba sostn todava hoy expresa su validezpara una Amrica Latina invadida por la perspectiva neoliberal.Esa forma de trabajar con el pasado masacra la historia y, peor,impide una reflexin ms profunda e inventiva sobre el presente.Esa interpretacin intenta, a pesar de todo, mantener intacta laretrica de aquellos tiempos.

    Actualmente se habla de un reformismo revolucionario enel cual el allendismo sera una especie de florecimiento histricoy a travs de esta operacin se rescata a la figura de Allende pormedio de una mitologa opuesta: de bastardo reformista en su

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    poca, se lo transforma en un revolucionario digno de ser reva-lorizado. De manera similar a este abordaje, otras perspectivasanalticas tambin piensan en presentar a Allende como un actorexterno al desafo del gobierno. Es algo difcil de comprender. Estasinterpretaciones proclaman que el reformismo revolucionariode Allende fracas en el pasado pero es el ms lcido camino deuna izquierda crtica en nuestros das y por eso los seguidoresde Allende no deberan intentar tomar el gobierno sino ocuparun espacio de accin crtica en la sociedad (Moulian, 1998).

    Hay seguramente un reduccionismo en esta visin: Allendees visto como un poltico cuya mayor misin fue la de unificar apartir de un trabajo de hormiga a los sectores populares. Esavisin, desde nuestra mirada, reduce nuestra perspectiva conrelacin al lugar mayor que alcanz Allende en su trayectoria:la Presidencia de la Repblica. Y desde ese lugar haberse pro-puesto y haberse esforzado hasta el lmite para implementaralgo indito: la construccin del socialismo por la democracia.

    No haberlos logrado no disminuye en nada su grandeza comolder y dirigente poltico. Y por otro lado, la ausencia de desarrolloulterior de la va chilena al socialismo se debe mucho ms a lasvicisitudes del gobierno de la UP y a las propias limitaciones deAllende pero tambin a la de algunos intelectuales bastanterelacionados a l que lo influenciaron poltica y tericamente enlos aos de la presidencia. De todos modos, lo ms importante

    es que se debe encarar a Allende a partir de ese lugar, es decir,desde el punto de vista culminante de su trayectoria y enfrentarel desafo histrico, terico y poltico de comprender sus pro-pias limitaciones. De todos modos, lo que queremos enfatizaren este comentario es que lo que estamos llamando aqu demomento Allende debe ser entendido como el ncleo de laherencia de Allende, formado por los sentidos y significados

    producidos desde el punto cspide a que l llego como lder ydirigente poltico.

    Como protagonista central, Allende llev a la UP al lmitemximo que un actor poltico de izquierda podra llegar dentro

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    de los marcos de una democracia representativa y constitucio-nal. La posicin de vanguardia de Allende era clarsima aunqueformara parte de aquello que Toms Moulian (1988:43) llamde realidad hbrida de la izquierda chilena. Para l el desafode la UP como actor poltico era el de construir un discurso apartir del Estado dndole y asegurndole legitimidad frente a lasociedad como un todo. A partir de ese momento, la cuestin dela democracia no podra ms ser trabajada como si la izquierdafuera un actor externo al orden poltico e institucional. En estesentido, la diferencia con el proceso revolucionario cubano escentral. En el Chile de Allende, los combates se daran en otroterreno pero es clara la intencin de considerar ese aspecto. Deacuerdo con el relato de Alejandra Rojas,

    Cuando el Che saluda a Allende, que por distintos medios trata de obtenerlo mismo, claramente no aplica criterios literarios. (...) Lo que vemos durantela Unidad Popular son, en su mayora, combates administrativos, campaaslarvadas en las oficinas ministeriales, con telfonos, ventiladores, secretarias. Y

    donde queda el necesario dramatismo? El ejrcito revolucionario de Allende esun equipo funcionario de terno y corbata; sus armas, los estrechos poderes quele presta la Constitucin. Cmo comparar el impacto emotivo de la granadavietnamita con el Decreto de ley 520 o un acpite herrumbroso del Cdigo delTrabajo? Todo es tan distinto. sta es la historia de un elaborado enfrentamientolegal, un combate inteligente que busc crear nuevas relaciones de produccin.(...) Movilizaciones populares para acelerar el proceso de cambios, para forzarel avance ms all de lo discursivo, para hacerlo irreversible. Pero en esencia,

    esta revolucin en democracia tuvo mucho ms de ajedrez que de SierraMaestra. pica de notarios. Una lenta batalla de papel.(DIEGO GARCA, F. &

    SOLA,1998: 93-95).

    De esta manera, tornarse gobierno y continuar persiguiendola construccin socialista como una ruptura revolucionaria fuelo que defini todas las contradicciones vividas en el gobierno

    Allende. Atestando esa ambigedad, Toms Moulin (1988: 45)enfatiza: el alma de la Unidad Popular () estaba escindidadesde su formacin, entre los que se aferraban a los caminostradicionales, muchos de ellos sin esperanzas reales, y los que

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    intuan la necesidad de nuevas opciones que cambiaran profun-damente la escena de la poltica chilena. Desde nuestro puntode vista, Allende form parte del segundo grupo y esa opcindefini su grandeza y su suerte.

    Es en el gobierno que la estrategia que Allende persigui desdela dcada del 1950, sea la que fuera la unidad entre socialista ycomunistas, asume un lugar cada vez ms autnomo, identifi-cndose con el propio proyecto de la va chilena al socialismo. Talproyecto y la cultura poltica que lo conformaba garantizaban laautonoma de Allende y definan su liderazgo como un elementode equilibrio y afirmacin del eje comunista-socialista. De estamanera, el equilibrio de Allende era en realidad una autonomarelativa. Por esta razn su estrategia no se afirm poltica ytericamente por medio de una calificacin propia, en los tr-minos de una va allendista al socialismo. Tal frmula, ademsde comprender la autonoma de Allende como integral, tomacomo referencia mucho ms los elementos de comportamiento

    poltico y de horizonte estratgico (un socialismo democrticomuy raro en el seno de la propia izquierda chilena de la poca)que las propias elaboraciones de Allende concernientes a laproblemtica de las vas de transicin (Aggio, 2002)

    Actuando objetivamente como expresin y equilibrio del ejecomunista-socialista, la estrategia poltica de Allende rechazabatanto la nocin de revolucin por etapas (comunista) como la

    idea de una Estado Paralelo (socialista), apostando a la transi-cin por la va socialista en el interior de la legalidad existente.Lo distintivo en la va socialista de Allende era su defensa deuna transicin que profundizara y concretara el contenido de-mocrtico y formal del Estado burgus y tuviera su sostn en lamovilizacin de masas y en las instituciones legales del Estado.Como proceso, Allende supona que esta transicin se encami-

    nara para una situacin de ruptura, transformando el Estadovigente en Estado antagnico al capitalismo. Desde su visin, porlo tanto, la resolucin del problema del poder no era anterior ala construccin socialista sino una cuestin de simultaneidad en

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    el interior de la va socialista. Poder poltico de los trabajadoresy creacin socialista se abordaron por Allende como procesosconstructivos y no destructivos, como procesos de desarticula-cin de la dominacin capitalista (Aggio, 2002).

    Para Allende, legitimar la va chilena en el campo terico delsocialismo no implicaba someter aquella teora a las determina-ciones estrictamente partidarias. Al postular un segundo caminopara el socialismo, Allende enfatiz con frecuencia la necesidadde creacin terica y sta al ser elaborada en el decorrer de unproceso indito respondera, a su vez, como la realizacin de

    la propia teora (Cox, 1997). Para Allende las circunstancias de unproceso tan original como el chileno no encontrara respuestaslistas en la teora, siendo que sus apelaciones en el sentido debuscar soluciones concretas a partir de los problemas concretosque se presentaban contrastaban con la enunciacin abstracta y,la mayora de las veces, retrica de los sectores ms significativosde la izquierda. Allende intua, de acuerdo con Toms Moulin

    (1988:52), que la izquierda chilena no haba desarrollado unaperspectiva cultural que pudiera superar el imaginario redentorde las revoluciones y, por lo tanto, poder discutir con profundi-dad los problemas tericos e histricos de las revoluciones yde su trayectoria posterior, aquello que el mismo autor calificacomo el peso de la fatalidad, la tragedia de las revoluciones(Moulian, 1988:52).

    Observando este mismo problema desde otro ngulo se en-tiende que es posible cuestionar aquellas interpretaciones de latrayectoria poltica de Allende que afirman que las debilidadesde su estrategia se hallaban, precisamente, en la ausencia de lateora o en su histrica postura ms prctica que terica. Como yaenfatizamos anteriormente, tales interpretaciones conformadaspor las referencias ideolgicas que marcaron la izquierda en ese

    perodo, operan una fractura entre teora y poltica difcil de seraceptada. Es cierto que Allende no ocup un lugar destacado comoterico y que, cuando asumi la presidencia, su identidad comohombre de accin y de vocacin estatal era su marca esencial.

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    Un anlisis ms profundo de los trabajos producidos poralgunos intelectuales que asesoraron o influenciaron a Allendedurante ese perodo indica que el problema no estuvo en laausencia de teora sino en un determinado abordaje de ella,ms precisamente an, en los lmites de tal abordaje cuando fuepuesto en prctica en el contexto particular del proceso chileno.Es lo que se desprende especficamente de los trabajos de JoanGarcs (1972: 1976) y de las contribuciones que fueron asimiladasal socialismo de izquierda europeo, en permanente debate entrelas estrategias revolucionarias y reformistas de la poca.

    Joan Garcs, cientfico poltico valenciano y asesor directo dela presidencia, era el responsable por los anlisis de la coyunturapoltica y es de l, como ya fue dicho anteriormente, la frmulade la va poltica-institucional como la tctica revolucionariams adecuada para Chile. Esta tctica se mostraba coherente,segn Garcs, con el desarrollo poltico chileno y con la idea derevolucin como conquista del aparato de Estado. A travs de

    ella se sustentara la forma poltica de la voluntad general quecaracterizaba el orden constitucional, llenndolo de contenidocon los valores de una nueva clase social.

    Se trataba, por lo tanto, de acuerdo con Garcs, de configurar,mediante la intervencin de los actores polticos vinculados a lostrabajadores, un contenido proletario y popular a las avanzadas

    instituciones de la democracia poltica vigente en Chile. Sin em-bargo, era de fundamental importancia dar sostn al gobiernode la UP, a travs de la iniciativa poltica constante, lo que debe-ra culminar en la conquista de la hegemona en el interior delaparato estatal. A la izquierda le importaba fundamentalmente,entonces, saber utilizar los recursos operativos que le provea elEstado para trabajar favorablemente las instituciones polticas

    con vistas a un fin bastante determinado: mantener funcio-nando al gobierno para que ste ganara, cada vez ms, fuerzapoltica y legitimidad social y pudiera promover los cambios

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    constitucionales que daran soporte a la institucionalidad de latransicin socialista.

    Se puede decir que Garcs conceba la revolucin socialistacomo una especie de revolucin proceso, concentrada en vic-torias tcticas. Si su va poltico-institucional no se encontrabafatalmente fundada en la ortodoxia marxista-leninista, mantenade ella el elemento fuerte de intervencin tctica, activa y deruptura. En ella, el tiempo poltico de la tctica no poda sufrirreveces de cualquier naturaleza con el riesgo de surgir en el es-cenario el tiempo de la estrategia donde segn el propio Garcs,forzosamente, la va poltico-institucional cedera lugar a la vainsurreccional. El tiempo de la tctica aprisionaba, as, el tiempode la estrategia. Su elemento de previsin era apenas defensivoy por eso se centraba fuertemente en el anlisis conjetural. Poresa razn, la va chilena de Garcs no consigui configurarsecomo un nuevo programa, afirmndose solamente como unaespecie de realizacin operacional de la va chilena defendida

    por Allende.Se percibe en la frmula de Garcs ntidamente lo que Gramsci(2000) llam de un reduccionismo o canalizacin de de la dobleperspectiva en la accin poltica y en la vida estatal en la que laestrategia y la tctica no son ms que formas de inmediatismoque se dan en el tiempo con mayor o menor proximidad. Estapostura crtica de Gramsci sugiere, por lo tanto, que una victo-

    ria electoral de fuerzas partidarias del socialismo por s sola nopuede ser concebida como un tiempo que distancie o aproximeel tiempo de la construccin del socialismo. Lo inmediato enla accin poltica debe estar presente en otro tiempo, es decir,en el tctico y en el estratgico. Contrario sensu, cuanto msimperiosas sean las necesidades de defensa de un gobierno detal naturaleza, ms deber formar parte del escenario poltico

    la perspectiva estratgica, es decir, el socialismo, no como unaoperacin de conquista total del poder sino como una perspec-tiva de construccin de una voluntad colectiva, de un principiodirigente que pueda solidificar la voluntad general manifestada

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    y formalizada en instituciones democrticas y representativas.En esta construccin surge claramente que la dimensin devoluntad general es pasible de ser abordada polticamente atravs de operaciones tcticas, mientras que la dimensin devoluntad colectiva se encuentra circunscripta slo a la sociedadpoltica, siendo que desde la perspectiva de una estrategia diri-gida concretamente hacia el socialismo, apuntara todava paraun Estado integral y para una sociedad regulada.

    En el proyecto de Garcs la hipertrofia del tiempo de latctica frente al tiempo de la estrategia imposibilitaba un nexoms liberador entre ambos, impidiendo la construccin de unanueva nocin de tiempo en la accin poltica, concebido comosuperacin dialctica en que estrategia y tctica conformaranuna relacin de tensin en la que la primera se ejerciera comoforma compleja y superior, distante, en cierto sentido, de lasegunda. Por esto adquiere un enfoque central y decisivo eltema de la democracia en otro sentido lo estratgico y no

    el del nfasis en operaciones tcticas con vistas a la conquistainmediata de una institucionalidad de transicin al socialismo.Paradjicamente, la previsin defensiva de Garcs no fue ms queuna manifestacin pasiva que se expresaba activamente: parecaver mucho de la coyuntura poltica pero comprenda poco de lapropia particularidad chilena. Se mostr consonante, sin embargo,con el proceso de anti-revolucin pasiva que la izquierda haba

    desencadenado con el objetivo de superar rpidamente lo queentenda como su elemento histrico antagnico, es decir, lamodalidad especfica de revolucin pasivaque estuvo en la basede la trayectoria del pas rumbo al capitalismo, especialmente apartir del final de la dcada de 1930 (Aggio, 1999).

    Sin embargo, Allende presentaba tambin elementos bastantefuertes de proximidad con las problemticas do socialismo de

    izquierda europeo7. Dentro de las referencias de esta corriente

    7 El socialismo de izquierda europeo cuestionaba tanto el modelo sovitico como la socialdemocracia. Aunque Garcs se sita como analista de la coyuntura tericamente tambin compartalas nociones bsicas de esta corriente.

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    poltica e intelectual, el trabajo del terico socialista italianoLelio Basso (1972) parece haber sido el de mayor importanciapara Allende, con la presentacin de un texto de debate en unseminario en Santiago, en 1971. Cules habran sido, entonces,los elementos de reflexin terica presentes en el socialismode izquierda europeo acerca de los procesos revolucionariosque se presentaban con vigor en su estrategia?

    En primer lugar, el rechazo de la nocin de que cualquierproceso revolucionario se defina por la conquista violenta delpoder. Lelio Basso afirmaba que mantener esta concepcin enel interior del movimiento proletario contradeca el desarrollohistrico posterior al tiempo en que sta habra sido original-mente formulada, es decir, en los siglos XVIII y XIX. Habra pues,para Basso, la necesidad de pensar dialcticamente el procesorevolucionario como parte inseparable del desarrollo capitalis-ta. El proceso revolucionario no se iniciaba, por lo tanto, con latoma del poder pero culminara con ella despus de instalar en

    el seno de la vieja sociedad los elementos sociales, econmicosy culturales de la nueva sociedad.Basso afirmaba que para Marx la revolucin era entendida

    como un largo proceso que se diferenciaba, as, de la nocin deinsurreccin y del acto de toma del poder. Esta concepcin derevolucin se asentaba en la contradiccin fundamental entreel carcter social de las fuerzas productivas y las relaciones

    de produccin basadas en el lucro privado. En esta lectura,el agente revolucionario no era el proletariado tomado aisla-damente sino el conjunto de las fuerzas productivas, o sea, laclase obrera en primer lugar pero en conexin con el desarrollode los instrumentos de produccin, de la ciencia, de las formasorganizativas, etc.

    La nocin de revolucin debera, de esta manera, ser for-

    mulada a partir del propio desarrollo histrico suscitado porel capitalismo. El carcter social de la produccin capitalista,segn Basso, generaba una tendencia socializadora que le erainherente. La accin revolucionaria del movimiento obrero sera

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    aquella que penetrara e interfiriera en este proceso de sociali-zacin, dominando gradualmente a las leyes de desarrollo delcapitalismo, introduciendo los elementos de la nueva sociedady preparando la crisis revolucionaria que estallara las relacionescapitalistas de produccin.

    El conflicto derivado de la lucha obrera haba implicado, enla historia de la sociedad capitalista la aceptacin de reformaspor parte de las clases dominantes lo que hizo que se acentua-ra todava ms el carcter social y colectivo en la dinmica deldesarrollo de las fuerzas productivas. Entre las reformas mssignificativas Baso citaba la legislacin social, la universalidad delsufragio y la creciente intervencin del Estado en la economacon las nacionalizaciones y diversas formas de planificacin.

    Habra, entonces, en cualquier dinmica de reformas susci-tadas por el desarrollo de las fuerzas productivas, un aspectofavorable a la perspectiva de revolucin del movimiento obrero.Si rechazara las reformas y ste es el segundo aspecto sig-

    nificativo para el que se pretende llamar la atencin estararecusndose una tendencia del desarrollo de las fuerzas pro-ductivas que le era favorable, dejando que la lgica interna delsistema retirara todo carcter revolucionario de su movimientoy ganara un nuevo equilibrio, al reabsorber para el viejo ordental tendencia. Sin embargo, si, contrariamente, el movimientoobrero tuviera una visin clara de las posibilidades objetivas e

    interviniera conscientemente orientando, a cada momento, enel proceso en direccin a una lgica antagnica de socializacin,entonces esta ltima se convertira, poco a poco, en el eje decristalizacin de un nuevo sistema articulando, en torno de sy coherentemente, todos los elementos de la futura sociedadcapaces de superar la lgica del antiguo sistema.

    La revolucin sera, as, lo que Basso citando frecuentemen-

    te pasajes de Marx llamaba de un conflicto dialctico entredos lgicas antagnicas: la del sistema y la socializante. Larevolucin, como un proceso en curso ya instaurado por ladinmica del desarrollo de las fuerzas productivas dependera

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    de la intervencin activa del movimiento obrero para hacer quesu lgica prevalezca.

    El ncleo profundo del proceso revolucionario, de acuerdocon Basso, no era la preparacin de la insurreccin, la tomaviolenta del poder, desligada del proceso de transformacionesde la sociedad y de los hombres. La cuestin de la toma delpoder debera ser considerada desde el punto de vista polticoo como el resultado final del choque de lgicas antagnicas ocomo consecuencia del conflicto nacido de este antagonismo loque podra generar situaciones de crisis poltica susceptibles deconcluir con la toma del poder por parte del proletariado. Sinembargo, ninguna de las dos circunstancias apareceran, segnBaso, si no se prepararan activamente las condiciones para eso,a travs de la pre-constitucin de los elementos de la sociedadfutura, orgnicamente articulados por la lgica antagnica alsistema.

    El tercer aspecto que se quiere resaltar se refiere a las races

    histricas particulares de cada pas que articularan y regularantoda la estrategia revolucionaria propuesta por Basso. La nece-sidad de transformacin radical del orden jurdico, poltico ysocial orientado a la transicin hacia el socialismo exiga, segnBasso, que no se perdieran de vista los elementos culturales deuna formacin social. En este sentido, la lgica antagnica alcapitalismo tendra que trabajar, necesaria y simultneamente,

    con las nociones de continuidad y ruptura, es decir, su anta-gonismo no significaba imposicin de rupturas, menos an sistas estuvieran desligadas del carcter cultural afirmado enlas instituciones polticas de cada pas. Basso no pensaba, porlo tanto, que una transicin socialista pudiera ser hecha a travsde vacos histricos.

    Asentado en las races histricas y culturales de cada pas el

    elemento de ruptura en esta estrategia estara en la direccinpoltica de implantacin de las reformas. Si tales reformas fueranpensadas y ejecutadas de forma desligada de la lgica antag-nica la lgica socialista el proceso redundara en reformismo

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    ni la estrategia llevada a cabo por Allende consiguieron resolver:cmo relacionar la activacin de masas que la estrategia suponay la estructura poltica del rgimen liberal-democrtico existenteen Chile, asentada en partidos y en un Parlamento fuerte?

    Las reflexiones de Basso y la estrategia adoptada por Allendesuponan una transferencia de poderes en la sociedad chilena.La afirmacin y el predominio de la lgica antagnica admitanla creacin de nuevos organismos de poder popular, siendoque el mayor problema no era su creacin sino su sentido y sufuncin en el interior de la institucionalidad. La confrontacincon el Parlamento existente, sin definirse muy claramente esteaspecto, fue inevitable, como tambin la participacin del Eje-cutivo en este enfrentamiento.

    El nfasis en la argumentacin de Basso con respecto a ladimensin poltica, intentando salvar la estrategia del refor-mismo y ponerla en el campo de la revolucin, se configuren la utilizacin de la legalidad como instrumento para afirmar

    la lgica antagnica en el interior de la sociedad, la institucio-nalidad puesta al servicio de los trabajadores y del socialismo,como dira Allende y en la movilizacin de masas dirigidapor el movimiento obrero, nica garanta para la continuidady el xito del proceso de transicin al socialismo. Aparece aqu,claramente, una lnea intermediaria entre avanzaro consolidar,tendencias prcticamente opuestas en el interior de la Unidad

    Popular. Avanzar continuamente, deca Basso, para que nocaiga la presin popular pero, al mismo tiempo, reforzar y con-solidar cada conquista.

    Sintetizando: movimiento versus pasividad, teniendo comoeje y factor de sostn exclusivamente a la movilizacin de masas.Movimiento que, segn Basso, dirigido y fundado en las clasespopulares, con sensibilidad para sus demandas, tendra capa-

    cidad de alterar profundamente la correlacin de fuerzas en elespectro poltico, al punto de que las mayoras parlamentaresperdieran todo significado. La utilizacin de la legalidad estabapuesta en trminos claros: () una permanente colaboracin

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    entre el Ejecutivo, que promueve las reformas, y la masa popularque las respalda sometiendo a la resistencia parlamentar a unadupla presin.

    No eran completamente distintas las posturas de Allende, apesar de su ardiente defensa del pluralismo y de las institucionesdemocrticas. Su duplicidad para situarse como actor polticoen la Unidad Popular y garantizarle equilibrio fue siempre latnica de su poltica. Todo se justificaba porque la bsqueda deun camino democrtico al socialismo se configuraba, de hecho,como una bsqueda incierta y a tientas. Una cosa se hallaba,sin embargo, bastante definida: este camino sera ciertamenterecorrido por la creciente y activa participacin poltica de masaspero esto result completamente insuficiente.

    Para concluir, se podra decir que entre la activacin de masasy la preservacin del orden democrticoresidi, efectivamente, elenigma de la transicin democrtica al socialismo propuesto enla va chilena. En el escenario real de las alternativas globales

    que se estructuraron en el interior de las elites chilenas desde losaos 60, el desencadenamiento por la izquierda de un proceso deanti-revolucin pasiva termin afirmndose como antagnicoal arreglo democrtico chileno (Tirn, 1986) que haba sidoconstruido desde el final de la dcada de 1930 y que viva, enaquel momento, una aguda crtica en virtud de la emergenciade las masas en la vida poltica del pas. Al ser concebido como

    una va socialista, es decir, una alternativa global, una lgicaantagnica, tal proceso favoreci, contra todas las intencionesdemocrticas unidas a la va chilena, la cancelacin del orden de-mocrtico vigente en el pas, contribuyendo para su colapso.

    Proceso radical de democratizacin incapaz de sostener lademocracia poltica, la anti-revolucin pasiva llevada a cabopor la izquierda y supuesta, como fue visto, en la estrategia de-

    mocrtica al socialismo defendida por Allende, no logr captaren toda su plenitud las dos caras de la modalidad especfica derevolucin pasiva que haba sido responsable por la trayectoriade modernizacin del pas. Modalidad especfica que expresada

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    en un compromiso tcito que perneaba fundamentalmente ala sociedad polticamente organizada surge de ah la expresinarreglo democrtico haba posibilitado la industrializacin yel desarrollo tanto como la democracia poltica y la participacin,o sea, todo aquello que estaba en la base de aquella activacinde las masas que sostuvo el gobierno de la Unidad Popular hastasu fin. Concluyendo, el nexo entre consensoy cambio,esencialen la particularidad chilena exiga antes que una revolucin unarenovacin histrica de la vida nacional.

    Sumergida en esos dilemas, la izquierda chilena no consigui

    traducir su proyecto en una gran creacin en que lo nuevo fuerafecundando y naciera realmente de la particularidad chilenaque haba posibilitado la existencia de aquella experiencia. Sinformular una nueva nocin de tiempo poltico en la construccindel socialismo, lo que implicaba una nueva nocin de ruptura pactada y reformada como diramos hoy -, la va chilena apenaslogr anunciarse como una va democrtica. Sin embargo, debido

    al hecho de haber enfrentado una situacin lmite, se constituyen el punto y en el lugar ms avanzado que la cultura polticade izquierda, no solamente latinoamericana, logr alcanzar enrelacin con lo que se conceba, en ese momento, como una vademocrtica al socialismo. Por eso su valor como experienciahistrica es incomparable. Segn nuestra interpretacin, estepunto se configurara, entera y esencialmente, como el momento

    Allende en la historia de la izquierda mundial.

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    Allendevisto por los propios.

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    ALLENDE VISTO POR SU MDICO.

    Arturo Jirn8

    En primer lugar quiero explicar que yo soy o fui, uno de losvarios mdicos de Allende. Seria muy injusto excluir al doctorOscar Soto, al doctor Patricio Arroyo, al doctor Hernn Ruiz, al

    doctor Patricio Guijn, Vctor Hugo Oate, Alejandro Cruz Cuevasy el doctor Quiroga. Todos ellos estuvieron y estuvimos el ltimoda, el 11 de Septiembre, con el Presidente Salvador Allende. Mepidieron que hablara sobre los recuerdos de un Presidente, medicen que hable de mi relacin con Allende, eso, desde luego,tiene una ventaja. Por suerte, no tengo que aventurarme en al-gunos temas polticos que todava no son bien clarificados, porejemplo, si fue un fracaso o una derrota, si la otra izquierda ayudo molest, si la dictadura del proletariado, si lo heterogneo dela Unidad Popular fue una ventaja o un inconveniente. Tal comolo seal, creo que hay personas ms capacitadas que yo pararesponder a estas interrogantes. He dividido esta presentacinen 5 o 6 recuerdos personales, muy ntimos, que he queridocompartirlos con ustedes.

    Primer recuerdo, hace algunos das le pregunt a Tencha seacuerda usted de mi padre? Por supuesto me dice, Gustavo Jirnme recuerdo muy bien de l, del cual mi progenitor era amigo.Mi primer recuerdo del Presidente es una cena en la casa demis padres, vivamos en la calle 18; mi padre, medico, radical ymasn, mi madre activa luchadora por los deberes cvicos de las

    mujeres, mi padre, ms o menos 14 aos mayor que el doctorAllende, en tanto que yo era 20 aos menor que Salvador, yotendra unos 12 aos y algo le fui a pedir a mi madre, el doctor

    8Mdico, miembro del cuerpo de salud de Allende al momento del golpe.

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    Allende me toco suavemente la cabeza y me pregunta a verJironcito, que vas a ser cuando grande? Mi respuesta fue precisa:voy a ser medico militar; lo que era producto de la influenciade unos tos que eran militares. Anduve relativamente cerca enmis pronsticos, en realidad fui medico, y no militar, aunque enrealidad termin siendo prisionero de los militares. Este es miprimer recuerdo.

    Segundo recuerdo, 1947, cursaba segundo ao de medicina,mi hermana Lily tres aos de medicina, mi padre un da nos dice,lanse este libro, y cuando lo terminen, deseo discutirlo conustedes, el libro se llama La realidad mdico social chilena yest escrito por el doctor Salvador Allende. Primero lo tom Lilyy a los tres das me lo pas, dicindome que es un libro apasio-nante. A la semana se produce el encuentro interrogatorio conmi padre, Profesor de la Universidad de Chile. Primera pregunta:quien lo escribi? Lily contesta, el doctor Salvador Allende siendoministro, Ministro de que?, Ministro de Salubridad Previsin y

    Asistencia Social, muy bien le dice, a ver Lily, Qu fue lo quems te impresion? Viejo le manifiesta, estoy impresionada dela alta mortalidad infantil que tenamos hasta el ao 1939 por cada1000 nios que nacan, fallecan 250, o sea 250 por 1000, ramosun pas muy atrasado, y esa cifra debe haber sido de las ms altasmortalidades infantiles del mundo, sino las ms en ese momento.Efectivamente dice nuestro padre y profesor. Esa fue una gran

    denuncia que demostr la sensibilidad y compromiso socialde este gran medico y poltico que fue Salvador Allende. Parainformacin vuestra, quiero decirles que la mortalidad infantilactual debe oscilar entre 9 a 10 por 1000, en ese momento era250 por 1000. En ese instante, mi padre, me inquiri: y tu Arturo,qu piensas? Yo contesto: el doctor Allende debe ser un gran salu-brista, habla de las condiciones de vida de las clases trabajadoras,

    y cuando se refiere al vestuario, seala una encuesta realizada enMagallanes a 1.465 personas y establece que el 7%, solo tena en suvida, nada ms que lo que llevaban puesto, ninguna otra posesin;el 9% en Magallanes no tenia abrigo y sobre todo, el 68% usaban

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    la misma ropa todo el ao; entre vivienda y alimentacin se consu-ma el 90% del salario. Aprobamos el examen de mi padre, peroeste libro escrito en 1939, fue demasiado importante en nuestraforma de ver la medicina y ejercerla; por ejemplo mi hermanase comprometi con esta causa, incluso Lily prest importanteayuda a varias mujeres violentadas especialmente por agresinsexual durante la dictadura. Ella falleci en 1991. Mi padre, entanto, sigui siendo amigo del doctor Salvador Allende y en elgobierno de don Pedro Aguirre Cerda, fue Director del SeguroObrero y luego Senador. Posteriormente fue expulsado del Par-tido Radical, por oponerse a la ley maldita de Gonzlez Videlaque excluy a los comunistas. Ambos, los doctores Allende yJirn, fueron grandes luchadores gremiales y sociales y con elapoyo de importantes figuras mdicas lograron crear el ColegioMdico. Tanto que, el doctor Allende, fue el segundo presidente,y mi padre el tercero del gremio. De hecho, muestra de su influjoen la orden, el auditorio N1 del Colegio Medico se llama Audi-

    torio Salvador Allende y el auditorio N2 se llama AuditorioGustavo Jirn, juntos emprendieron varias batallas polticas,mi padre falleci unos meses antes del golpe, en marzo de 1973.Este es mi segundo recuerdo.

    Tercer recuerdo, recin recibido en 1953, acudo a la Direc-cin del Servicio Nacional de Salud, recin creado despus delargos aos de haber sido propuesto por el Ministro Salvador

    Allende. Me han concedido una entrevista, indudablementepor influencia de mi padre, con el distinguido doctor Labal, ensu oficina esta tambin el doctor Salvador Allende al saber minombre me pregunta Cmo esta Gustavo? En un estante haybellos frascos de cermica de antiguas boticas que me llaman laatencin, hay una especialmente llamativa cuyo grabado repro-duce una banda tricolor con los colores de la bandera chilena.

    Allende, dirigindose al Doctor Labal y a mi, dice, bonito frascode botica y bonita banda tricolor, pero escuchen, no descansarhasta tenerla colocada aqu, sealando su pecho. Su capacidad,

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    su extraordinaria personalidad, su persistencia, su consecuencialo lleva a cumplir su pronstico 17 aos despus.

    Cuarto recuerdo: la Doctora Beatriz Allende Bussi fue mialumna y amiga, un pequeo grupo de docentes y alumnos se

    juntaban a almorzar, terminada la tarea matutina en una fuentede soda vecina al hospital San Juan de Dios, era el momento delas discusiones mdicas y polticas, arreglbamos la salud y elpas varias veces mientras comamos. Al ganar las elecciones eldoctor Salvador Allende, Taty me pregunt si aceptara ser mdicodel Presidente, un cardilogo y un cirujano de confianza era loque se necesitaba, as fue como junto al distinguido cardilogo,Doctor Oscar Soto, estuvimos desde el primero, hasta el ultimoda del Gobierno del Presidente Allende, su trato con nosotrosfue de gran amistad, cario y preocupacin, me siento muy or-gulloso de haber sido uno de sus mdicos de confianza y luegome honr nombrndome Ministro de Salud Pblica, el equipomdico, todos a quienes nombr, estuvimos el 11 de Septiembre

    de 1973, junto a nuestro Presidente, es mi cuarto recuerdo.Quinto recuerdo: siempre he deseado rescatar la figura demdico del Presidente Allende. Su vida poltica y su potente figurapblica, es probablemente lo que ms se resalta en sus memorias,recuerdos, artculos y anlisis. Sin embargo, Salvador Allende fueun gran mdico, fue parte cardinal de un grupo que luch porcambiar el concepto limitante que tena la medicina, y ampliar

    el estrecho concepto de la salud, en particular la pblica. Desdeentonces, se mir la salud como un fenmeno social y, entre otrascosas, se realizaron programas para distintos cambios y gruposetreos, se implementaron acciones pblicas para nios, paraadolescentes, para adultos mayores, para madres; polticas sobreabuso de alcohol y drogas, sanidad ambiental, medicina ocupa-cional, planificacin familiar, en ninguna de estas tareas estuvo

    ausente el doctor Salvador Allende. En su gobierno adems seincorpor a la comunidad y sus organizaciones en decisiones desalud, con la creacin de los consejos locales de salud, el progra-ma de distribucin de leches para nios y madres embarazadas

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    ha persistido hasta hoy. Hace uno o dos aos, el Ministerio deSalud, pretendi suprimir la gratuidad de esta conquista social,fue tanta la protesta que se suspendi la medida.

    Sexto recuerdo: encabez y present algunas mociones y leyesde inters mdico social, en cuyas iniciativas se evidenci el com-promiso del doctor Allende: Sociedad Pro Ayuda al nio Lisiado,Sociedad Protectora de la Infancia, Estatuto mdico funcionario,construccin de la Asistencia pblica de Santiago, financiamientode la Escuela de Salubridad, subvencin anual al Colegio Medicopara mantener el departamento de perfeccionamiento cientfico,beneficios econmicos para el personal de la Direccin Generalde Sanidad, creacin del Consejo Superior de Servicios Mdicosde Asistencia y Previsin Social, Proyect del Servicio Nacionalde Salud, Beneficios para las victimas de accidentes del HospitalManuel Arriagada, inclusin de la asignacin para efectos de

    jubilacin a profesionales afectos al estatuto mdico funcionario,preocupacin permanente de la salud mental, apoyo al Hospital

    Siquitrica, en fin. Tambin, dicta la clase inaugural del curso dePsiquiatra del profesor Armando Roa, fue Ministro de Salubri-dad, miembro activo de la Asociacin Mdica Chilena, MiembroFundador del Colegio Mdico, Presidente del Colegio Medico,Miembro del Directorio del Laboratorio Chile. Podra seguir conmuchas ms citas, pero alguien podra dudar que fuera un granmdico? Finalmente como ultimo recuerdo, quiero sealar y citar

    una frase de Allende: no es posible dar salud y conocimientos aun pueblo que se alimenta mal, que viste andrajos, y que trabajaen un plano de inmisericordia y explotacin.

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    MI AMIGO: EL PRESIDENTE ALLENDE.

    Carmen Lazo9

    Yo deseo comenzar contndoles, sacar el recuerdo de mimemoria, de la campaa de Allende en 1952. Quien les hablatena apenas un poco ms de 30 aos y contrariando lo que fuela posicin de casi todo el Partido Socialista, apoyar la candi-datura y la campaa de Carlos Ibez del Campo, me fui sola atrabajar por Allende a la pampa salitrera en 1952, la que cono-cimos y recorrimos casi completamente. Debo decir que en esacampaa los que realmente ayudaron a Salvador Allende eranlas grandes personalidades del Partido Comunista. Con ellos

    recorrimos casi todas las oficinas de la pampa salitrera y todo elnorte del pas, sin medios econmicos, sin las grandes parafer-nalias que se usan ahora, en que al personaje se le toman todaclase de fotos y se hacen toda clase de papeles. En ese tiempono tenamos nada, el chofer que tenamos era Salvador y con lrecorramos en un auto muy pobre las oficinas de la pampa sali-trera. Quera contarles eso porque alguna gente piensa que uno

    aora el pasado, pero lo que hago yo, mas que aorar, porquesigo militando, soy miembro de la Comisin Poltica del PartidoSocialista, pero lo que ms extrao yo, es aquella pelea que sedaba a manos peladas sin guantes, sin todas esos excesos deahora, y an as salamos y nunca me olvido que en ese tiempo,1952, solo conquistamos 52.000 votos. En esa gira nos acompaen alguna ocasin Volodia Teitelboim, en otras Lus Corvaln, sin

    embargo, el que ms anduvo con nosotros, fue don Elas Laferte,un viejo que ya no existe pero que era un tremendo valor y quehaba sido amigo de Recabarren. O sea, tengo el honor de decir

    9Ex diputada, dirigente del Partido Socialista de Chile y amiga personal de Salvador Allende.

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    que siendo una mujer joven, haba sido dirigente de lo que fuela Federacin Juvenil Socialista con Ampuero, de la que, junto aotros, fui fundadora con Orlando Millas. Despus de eso, yo igualme fui a trabajar por Salvador Allende, y segn deca l, yo era lanica mujer de su campaa, porque en realidad andbamos solos,llegbamos a las oficinas. Recuerdo que una vez me intoxique,porque en una oficina me dieron un refresco, que no estaba muyrefresco, y de repente le digo a Allende: me siento mal, y medice negra te han envenenado. El asunto es que me llevaron auna posta, me lavaron el estomago, debo decirles compaerosque en alguna ocasin veamos la pobreza en que trabajaban losobreros del salitre, recorramos las oficinas chicas y las grandestambin, llegbamos a todas partes, en una, si mal no recuerdoen la oficina Victoria nos ponen de repente en una cosa cerrada,como una reja. Estaba Allende, tambin algunas personas y sedijo que nos iban a dar un almuerzo, cuando de repente, yo medoy cuenta que haba gente mirando e bamos a almorzar como

    8 personas, tenan un montn de tallarines cocidos y yo me doycuenta y le digo, oiga compaero perdneme, y esta gente queesta ah?. No, ellos pagaron 1 peso por mirar al doctor comer conustedes, y yo le dije, Salvador, como vamos a comer mirando estagente que se ve tan pobre y tan desconsolada y que van a pagar,y me dijo no pues. Desde luego no nos comimos los tallarines,nos fuimos, pero les espetamos nuestro discurso de campaa,

    y quiero contarles un ancdota, resulta de que a mi me aburradecir la misma arenga con Volodia, con Murillo (periodista), laverdad, todos comunistas. Andbamos en la pampa, y a m meaburra ese discurso, porque haba que decir lo mismo en todaspartes, entonces dije: voy a cambiar el discurso, lo pens, en unaoficina, se lo dije a Volodia y l me dijo seria bueno, porque hedicho lo mismo en todas partes. Entonces yo, empec a contarle

    a los trabajadores la historia de Guliver el gigante, que se quedodormido, y que los intereses de los enanos, lo haban empezadoa amarrar en fin sus manos, sus pies, y cuando estaba contan-do el cuento, un minero, un trabajador joven, me dice: ah, los

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    que estn amarrando al gigante son los imperialistas que lo estnencadenando y que le estn robando hasta la ropa, o sea l meayudo en la idea aquella, del gigante atacado por los pulpos enese momento, y amarrado en una selva. Cuando salimos de ah,me dice Salvador: morena, yo me hago cargo del gigante en laotra oficina y Volodia, dijo, Salvador es un ladrn intelectual.

    Les he contado esto con la secreta esperanza de que ustedescomprendan como me toc ese medico que yo haba conocidocuando tenia apenas14 aos en el Mineral del Tofo que fue en lafecha en que se fundo el Partido Socialista y que brot en todoChile, como brota la mala hierba. A los pocos das de fundado elPartido Socialista en Valparaso, haban seccionales en todo Chiley yo ingres a una seccional ah en el Mineral del Tofo, un mineralde fierro, donde tuve la oportunidad de conocer a Allende, un

    joven diputado socialista, de manera que tuvo una caractersticaconmigo, siempre me dijo morena. Recuerdo que en ciertaoportunidad, tenia que dar una cuenta de la seccional del Tofo,

    l me dice: usted va a dar cuenta ahora morena, porque todos sepegaban la media lata contando como eran las finanzas, porqueantes los socialistas tenamos un carn y en ese carn ponamosuna estampilla todos los meses, que era una cuota con la quesostenamos el partido. Esas cosas han cambiado completamenteahora, no tenemos carn y no tenemos casi partido, digo yo.Pero ese es otro cuento, de todas maneras, ramos nosotros los

    que financibamos el partido y quiero decirles, que ese da mereitera Allende: pero d una cuenta ordenadita, concreta, y le hicecaso. Creo que esos pequeos detalles tienen la culpa de que yosiga siendo socialista aunque, lo que quiero rescatar, para ver sies posible, sobre todo que hay jvenes aqu, y que, espero, sehagan cargo de aquellas viejas banderas que parecen oxidadas yfuera de poca, porque hoy es mentira lo que dice la marsellesa

    socialista: contra el presente vergonzante, el socialismo surge ya,de adnde surge, le dije yo, y cantamos y ponen el puo hastaah no ms. Pretendo contarles algunas cosas de este Allendeque yo conoc, joven y en giras por la pampa, manejando l, era

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    tan delicado Salvador, que de repente en las ferias que todavase ponen en Arica e Iquique el calladito compraba un jockey yuna bufanda y en la tarde yo le deca: y eso de que se trata?, yl, responda: Se lo voy a regalar a don Elas, porque el viento dela pampa es muy helado, y l, con mucha sensibilidad, le teniaguardaba una bufanda y un jockey a don Elas. Esas pequeascosas, esas delicadezas, yo podra estar toda la maana, con-tndoles ancdotas de Salvador y de las vivencias que tuvejunto a l, cuando andbamos en el sur, con sus hijas, su mujer,la Tencha, y las nias salan con las banderas a juntar plata parafinanciar ya sea el asado que nos bamos a comer o para financiarel curanto, ese era Allende. l nunca tenia un amigo secreto quele pasara un cheque para financiar la campaa, ni nunca teniauna organizacin que le financiara nada, l con lo poco quetena, salamos a recorrer el pas y, qu pasaba, nos alojaban ynos daban de comer, as eran las giras que nosotros hacamos,porque yo hice varias, el ao 1952 por la pampa salitrera, el aos

    1958 en el llamado Tren de la Victoria.

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    ALLENDE Y LA EXPERIENCIA SOCIALISTA CHILENA

    Jorge Insunza10

    Sin duda este ao, en el Centenario de Salvador Allende, serimportante difundir la verdad de su actividad, no con vista alpasado sino, como tratar de exponerlo dentro del breve tiempoque disponemos, con una mirada de futuro. Yo podra comenzardiciendo sobre el tema que los organizadores me han sugeridoAllende y la experiencia socialista chilena, es el titulo que le handado a esta conversacin, que Salvador Allende sintetiza en supoderosa y significativa personalidad, un proceso que 35 o 40aos atrs, sigue teniendo la resonancia de hoy en el mundo, ycuya definicin, el socialismo del siglo XXI, en el sentido precisode asumir que las experiencias de socialismo que se conocierondurante el siglo XX, y que terminaron siendo derrotadas haciafinales del siglo, hubo hechos, factores, modos de hacer que enla practica imposibilitaron que el socialismo se expresara consus valores verdaderos. En esa direccin la experiencia que hizoel movimiento el movimiento chileno con la Unidad Popular

    encabezada por Salvador Allende tiene aspectos que hoy, elmovimiento popular en el mundo entero busca rescatar para unadefinicin de cambio en la sociedad que super con resultadosslidos la extrema degradacin de la vida humana que produceel capitalismo de hoy, capitalismo salvaje, que se expresa en losmarcos del neoliberalismo. Yo tengo aqu, en estas paginas, elprograma de la Unidad Popular que fue aprobado a fines del

    ao 1969, pocos das antes de la designacin del compaeroAllende como el candidato presidencial que seria portador de

    10 Ex parlamentario del Partido Comunista durante la Unidad Popular, actual dirigente del PCchileno.

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    este manifiesto y yo creo que, tanto jvenes, como aquellosque ya no somos jvenes, haremos muy bien en releer esteprograma, tan fcil de conseguir hoy con las nuevas formas decomunicacin, quiero decir que en Internet se meten al Google,ponen programa de la unidad popular y les van a aparecer diezversiones completas; eligen la que mas les acomode, el conteni-do es formidablemente actual, es una propuesta que tiene hoyda vigencia en todo lo esencial, por cierto en este tiempo lascosas cambian, pero las matrices y estructuras de una sociedadhumana, en su particularidad permanece. Yo se que disponemosde poco tiempo, y lo que he hecho, es hacer un breve guin dealgunos aspectos de la experiencia vivida por el gobierno queencabez el compaero Allende, mirando sus luces, pero tam-bin sus sombras, (que las hubo); porque si miramos la historiacon una visin sesgada, en verdad nos empobrecemos, porqueen ese caso nos comportaremos como seres humanos que sonlos nicos animales que tropiezan mas de una vez por la misma

    piedra. Si miramos la historia tal y como fue, con sus luces ycon sus sombras, entonces seremos mas capaces de hacer laconduccin y la formacin de un movimiento que pueda abrircaminos a una nueva sociedad que se clama en todo el mundo,tambin en Chile y que ya tiene en Amrica Latina expresionesde esta tensin que genera la necesidad de crear una sociedadefectivamente democrtica, de justicia social, de recuperacin

    de los valores nacionales, de integracin de los pueblos que sonideas que estn en la matriz de aquello que inspir la obra dela cual, sin duda, Salvador Allende, es con plena razn, la figuraprincipal. Quiero decir que tuve un gran privilegio, ya que fui elresponsable de la campaa del compaero Allende en todo loque tenia que ver con comunicaciones y propaganda, eso signi-ficaba trabajar con l, todos los das, estuviera donde estuviera,

    porque no mucho mas all de las 6:30 o 6:45 a.m., me llamaba portelfono, y en ese tiempo no haban celulares, se sabia todos lostelfonos de todos los lugares en donde yo estaba para decirme:compaero Insunza, estuve en tal parte, falta esto, falta esto otro,

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    y en esa relacin yo aprend una cosa que l una vez expresen una conversacin, alguien le pregunto: Compaero Allende,como ha hecho usted para ser un dirigente de la talla que tiene?.El presidente respondi: para ser dirigente poltico, se requierenvalores primero, consecuencia y lealtad, se requiere cierto talento,pero sobre todo lo que se requiere es tener una capacidad de estartrabajando el da entero; por tanto, un dirigente poltico no estanto talento como mucho mas sudor, para mi, esa es una leccinque me ha quedado como leccin de vida.

    Voy, ahora, a referirme a algunas cuestiones esenciales delproyecto que la unidad Popular con Salvador Allende a lacabeza, busc llevar adelante en nuestro pas. Un primer granasunto en la concepcin de la que Allende fue portador, es elvalor que tiene, que cada nacin realice el proyecto de acuerdocon su idiosincrasia, de acuerdo con sus experiencias de vida alo largo de su historia, y en ese sentido la lucha de la UnidadPopular, era una lucha por poner efectivamente sobre sus pies,

    la verdadera independencia de Chile. Esto el compaero Allendelo dijo, en su memorable discurso en la asamblea General de lasNaciones Unidas en el ao 1972, en que describi la situacindel pas y donde puso en primer lugar una idea que la expresas: la historia, la tierra y el hombre nuestro, se funden en un gransentido nacional y, la Unidad Popular, asumi apoyarse en esosvalores de un patriotismo bien entendido que implicaba, a la

    vez, una concepcin de relaciones internacionales que pona enel centro la unidad latinoamericana y caribea y una relacinde colaboracin y amistad con todos los pueblos del mundo,que fue el contenido que Allende expres en ese discurso alque hacia mencin en Naciones Unidas. l, en funcin de eso,en Naciones Unidas, expres: Chile es un pas cuya economaretrasada ha estado sometida, e inclusive enajenada a empresas

    capitalistas extranjeras, que ha sido conducido a un endeudamientoexterno inmenso, cuyo servicio anual, significa mas del 30% de valorde sus exportaciones, ante esa realidad, nosotros hemos decidido lanacionalizacin del cobre. Y, compaeros hablar en Rancagua de

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    la nacionalizacin del cobre no puede sino obtener resonanciasmuy altas, porque en definitiva, aqu en esta ciudad se dierondos fenmenos, coexistentes y contradictorios, aqu hubo unfuerte movimiento de impulso hacia la nacionalizacin, preci-samente porque la empresa que actu con mayor agresividaden el mundo entero fue la Kennecot Company, la propietariadel Teniente, que consigui incluso, en un tiempo, embargarlos valores del cobre chileno, producido durante el gobiernode la Unidad Popular para tratar de hundir la economa del pas,y eso fue resistido; pero a la vez, como lo sabemos tambin, laKennecot Y los poderes del imperio consiguieron provocar enRancagua un paro parcial de trabajadores del cobre, que impli-c una divisin del movimiento sindical que produjo efectosextraordinariamente dainos y ayudo a la generacin de ladescomposicin o el debilitamiento del desarrollo econmico,no solo, en ese tiempo de la provincia de Ohiggins, sino delconjunto del pas, y precisamente en el discurso en la asamblea

    general de las Naciones Unidas, Allende describi el procesode la nacionalizacin del cobre y denunci a la kenecott que,en el periodo, estaba desarrollando el embargo, que impedaque los recursos del cobre, pudieran ser puestos al servicio denuestro pueblo, la nacionalizacin del cobre, que fue una batallade muchos aos, es un logro del gobierno popular, que es deaquellas cosas que pese al odio desencadenado contra todo

    lo que el gobierno de Allende y la Unidad Popular hicieron, nopudo ser destruido directamente. Si hoy da existe la Corporacindel Cobre (Codelco), eso es como resultado de la creacin delpueblo a travs de su gobierno que Allende encabezaba. Noobstante, todos lo sabemos, al no poder destruir esa creacin,si han buscado caminos para que por el lado, nuestra principalriqueza natural vuelva a constituirse en propiedad extranjero,

    y hoy da la situacin es que si en 1973 las empresas chilenasesencialmente las empresas chilenas, Codelco y la Empresa Na-cional de Minera (Enami), producan el 97% del total del cobre,por aadidura esencialmente empresas nacionales, algunas

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    tambin privadas, hoy da la produccin efectivamente nacionaldel cobre es del orden de un 30%, y un 70% privado, con el sis-tema impuesto por la dictadura y lamentablemente mantenidohasta hoy en sus lneas esenciales. El 70% de la produccin, hapasado de nuevo a ser aquello que A