un secreto de dioses

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Un secreto de dioses LEILA GUERRIERO -Autor de culto es un concepto ligado a lo religioso -dice Enrique Vila-Matas, autor de Dublinesca-. A ese autor le salen adoradores, lectores que no quieren perderse ni un folio suelto del autor, lectores que le siguen en todo lo que hace. Ser seguidor -lo digo por propia experiencia- es apasionante. Ser seguido -también tengo la experiencia- no lo es tanto, porque a muchos adoradores sólo les interesa lo que un día leyeron de ti y quieren encontrar siempre eso en lo que haces. Pueden llegar a impedir al autor ser libre a nivel creativo y machacarle su capacidad de sorprender continuamente, de hacer con sus escritos lo que le dé la gana en todo momento. Nada admiro tanto como ese día en la vida de Bob Dylan, en Newport, en 1965, cuando todo el mundo le consideraba un cantante de folk y se presentó con una ruidosa banda eléctrica que ninguno de sus adoradores comprendió. -El nombre tiene mucho de religioso -dice el escritor Tomás González, autor de la novela Primero estaba el mar, a quien se menciona como el secreto mejor guardado de Colombia-. Es un escritor del que se podría tener la imagen en una repisa, como la de un santo. Los escritores de culto son como santos con pocos aunque muy fervientes devotos. Si te llaman escritor de culto y lo aceptas, tienes cierto prestigio y puedes escribir en paz lo que te dé la gana, pues te dieron y te diste por perdido en cuanto a ventas se refiere. -Es un término más usado por editores o críticos -dice el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka, autor de la novela La enfermedad-. Los escritores somos muy vanidosos y la categoría puede ser una forma de matizar un fracaso con los lectores. Los escritores lo queremos todo: crítica y público. También puede ser una definición provisional. Hace más de veinte años, tal vez Robert Walser era considerado un escritor de culto. Bolaño también. Hoy es casi una civilización. -T. S. Eliot -dice el escritor argentino Fabián Casas, autor de Los lemmings- hablaba de la importancia que tenía para un escritor poseer un grupo pequeño de lectores. Decía que no era necesario ser un superventas sino tener un pequeño grupo de lectores influyentes. Ese caldo forma lo que se denomina un escritor de culto. La prensa es la que termina dándole un lugar específico. -Tiene que ver con la devoción que se le tiene a algunos escritores que son reconocidos por sus pares y por un círculo de lectores, pero no por el mercado -dice el escritor mexicano Yuri Herrera, autor de Trabajos del reino-.

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Page 1: Un Secreto de Dioses

Un secreto de dioses

LEILA GUERRIERO

-Autor de culto es un concepto ligado a lo religioso -dice Enrique Vila-Matas, autor de

Dublinesca-. A ese autor le salen adoradores, lectores que no quieren perderse ni un folio

suelto del autor, lectores que le siguen en todo lo que hace. Ser seguidor -lo digo por propia

experiencia- es apasionante. Ser seguido -también tengo la experiencia- no lo es tanto, porque

a muchos adoradores sólo les interesa lo que un día leyeron de ti y quieren encontrar siempre

eso en lo que haces. Pueden llegar a impedir al autor ser libre a nivel creativo y machacarle su

capacidad de sorprender continuamente, de hacer con sus escritos lo que le dé la gana en todo

momento. Nada admiro tanto como ese día en la vida de Bob Dylan, en Newport, en 1965,

cuando todo el mundo le consideraba un cantante de folk y se presentó con una ruidosa banda

eléctrica que ninguno de sus adoradores comprendió.

-El nombre tiene mucho de religioso -dice el escritor Tomás González, autor de la novela

Primero estaba el mar, a quien se menciona como el secreto mejor guardado de Colombia-. Es

un escritor del que se podría tener la imagen en una repisa, como la de un santo. Los escritores

de culto son como santos con pocos aunque muy fervientes devotos. Si te llaman escritor de

culto y lo aceptas, tienes cierto prestigio y puedes escribir en paz lo que te dé la gana, pues te

dieron y te diste por perdido en cuanto a ventas se refiere.

-Es un término más usado por editores o críticos -dice el escritor venezolano Alberto Barrera

Tyszka, autor de la novela La enfermedad-. Los escritores somos muy vanidosos y la categoría

puede ser una forma de matizar un fracaso con los lectores. Los escritores lo queremos todo:

crítica y público. También puede ser una definición provisional. Hace más de veinte años, tal

vez Robert Walser era considerado un escritor de culto. Bolaño también. Hoy es casi una

civilización.

-T. S. Eliot -dice el escritor argentino Fabián Casas, autor de Los lemmings- hablaba de la

importancia que tenía para un escritor poseer un grupo pequeño de lectores. Decía que no era

necesario ser un superventas sino tener un pequeño grupo de lectores influyentes. Ese caldo

forma lo que se denomina un escritor de culto. La prensa es la que termina dándole un lugar

específico.

-Tiene que ver con la devoción que se le tiene a algunos escritores que son reconocidos por sus

pares y por un círculo de lectores, pero no por el mercado -dice el escritor mexicano Yuri

Herrera, autor de Trabajos del reino-.

Page 2: Un Secreto de Dioses

-La noción proviene de un equívoco sobrecogedor -dice el escritor chileno Carlos Labbé, autor

de Caracteres blancos-. Alguien elabora un proyecto de escritura diferente de lo que se

considera la corriente masiva, pero después se comienza a admirarlo por la fuerza con que

defendió su proyecto y no por las características de su propuesta. El culto es un afán borreguil

de saber todo lo que le pasa al autor en vez de quedarse con sus libros.

-Debe haber, en la escritura de un escritor de culto, algo que tienda a lo sagrado y lo secreto -

dice el escritor chileno Rafael Gumucio, autor de la novela La deuda-. Algo que te haga sentir,

como lector, único y elegido. Es una categoría religiosa, que relaciona al libro a una de sus

funciones más controvertidas: ser depositaria de la palabra de dios, y los escritores sus

sacerdotes.

-Es un escritor que tiene un talento extraordinario para una sola cosa, y ni siquiera en esa sola

cosa es fácil decidir si es amo de su talento o si su talento no es en realidad una extraña forma

de enfermedad -dice el autor de la novela El pasado, el escritor argentino Alan Pauls-.

Esquiva, escurridiza: una categoría llena de matices y contradicciones.

¿De quiénes hablamos cuando hablamos de escritores de culto? Las personas cuyos

testimonios se recogen en este artículo dieron nombres que dibujan una lista tan nutritiva

como disfuncional (en la que, por ejemplo, quienes son de culto en algunos países no lo son en

su lugar de origen, como podría ser el caso del argentino Antonio Di Benedetto que no es un

autor de culto en la Argentina pero que sí lo sería en México), y que incluye, entre muchos

otros, a Mario Bellatin, Fabio Morábito, Daniel Sada, J. R. Wilcock, Emmanuel Bove, Antonio Di

Benedetto, Thomas Pynchon, Gabriel Zaid, Sergio Pitol, Guillermo Fadanelli, Israel Centeno,

Bukowski, J. D. Salinger, David Foster Wallace, Julio Ramón Ribeyro, Mario Levrero, Rafael

Sánchez Ferlosio, Roberto Merino, Germán Marín, Denton Welch, Braulio Arenas, Felisberto

Hernández, Macedonio Fernández, Virgilio Piñera.

-Un escritor de culto es un escritor con una voz propia, que sorprende, exige y excita al lector -

dice Jorge Herralde, editor de Anagrama-.

-Es aquel que erige una obra emblemática para un determinado público, y cuya vida puede

llegar a convertirse en motivo de interés para sus seguidores -dice Elena Ramírez, directora

editorial de Seix Barral en España-.

Page 3: Un Secreto de Dioses

-El culto implica un nivel de devoción por parte del grupo (grande o pequeño) de seguidores -

dice Diego Rabasa, del consejo editor de Sexto Piso-. Tiene que haber cierto nivel de conexión

ontológica. Coexistir con la obra del escritor a un nivel vivencial y no sólo literario.

-Es un autor que tiene un grupo de fieles lectores que lo admiran -dice Matías Rivas, de

Ediciones Universidad Diego Portales, de Chile-. Pueden llegar a convertirse en moda y vender

más, pero en general son secretos. Es un estigma difícil de sacarse porque el periodismo

cultural lo repite para referirse a todo lo que no es masivo. Pero tienen una virtud que es el

doblez positivo del estigma: son long sellers.

-Es aquel -dice Andrea Palet, editora de Los Libros Que Leo, editorial chilena independiente-

que ya tiene fans antes de que la industria y/o la prensa se enteren de su existencia. "De culto"

es un tag muy estable: puedes estar vendiendo como loco, pero te van a seguir llamando de

culto hasta el hogar de ancianos.

-La perspectiva de un escritor de culto es hoy distinta a la de hace un siglo -dice Manuel

Borrás, editor de Pre-Textos-. Antes, adquiría su sanción más por el boca a oído, sin

intersección de la publicidad. Hoy en día pueden convivir escritores de culto inventados tanto

por motivos crematísticos como apoyados por la sanción de los lectores.

-Es aquel que tiene una obra singular, alejada del canon oficial, que experimenta con las

formas y es reconocido como tal por la crítica y una minoría lectora -dice Samuel Alonso,

director de publicaciones de 451 Editores-.

Un escritor de culto es un escritor con una voz propia, que sorprende, exige y excita al lector"

Jorge Herralde

-La calificación "de culto" puede tener que ver con el concepto de autor "secreto" -dice

Enrique Redel, de Impedimenta-. Sus atributos los crea una minoría que niega el gusto

mayoritario, que suele ser calificado de borreguil. La obra tiende a ser difícil de conseguir. El

propio autor se prodiga poco. Cuando comienza a dar entrevistas a los medios mayoritarios "se

vende".

-Entrar en la categoría es apetecible, pero lo que es malo es quedarse, pues vendría a ser un

reconocimiento de su fracaso para llegar a públicos más amplios -dice Luis Solano, de Libros

del Asteroide-.

Page 4: Un Secreto de Dioses

-Es un escritor ajeno al gran público que frecuentemente termina por conquistarlo. Kafka fue

de culto, como Joyce, escritores-para-escritores que acabaron por imponerse en las academias

y las universidades. Dostoievski fue de culto unos diez años y hacia 1910 era patrimonio de la

humanidad. Pero quizá ya no haya autores de culto confiables, es decir, que puedan

permanecer escondidos. Hoy todo se publica, de todo se oye hablar y nada permanece en lo

oscuro -dice el crítico mexicano Christopher Domínguez Michael-.

-Un autor de culto es igual a "mucho prestigio, pocas ventas" -dice Julián Rodríguez, de

Periférica-.

Esquiva, escurridiza, llena de aristas, de matices, de contradicciones.

***

-¿Un escritor de culto es necesariamente un fracaso en las ventas?

-No -dice Ana Pareja, de la editorial independiente española Alpha Decay-. Bolaño, Salinger son

éxitos de ventas y no son excepciones.

-Debe ser un deleite supremo empezar como escritor de culto y luego conquistar un gran

número de lectores. Entre otros, Sebald, Tabucchi o Bolaño. Pero las listas de más vendidos

son poco compatibles con los escritores de culto, incluso con los que han dado una cabriola

considerable, como los antes citados -dice Jorge Herralde, de Anagrama-.

-Convertir a un autor en "escritor de culto" es una típica operación de marketing de agencias

literarias o editoriales. Pasó con Bolaño en Estados Unidos, pasa a cada rato en España con

autores centroeuropeos de principios del siglo XX -dice el escritor chileno Carlos Labbé-.

***

En 2011, Impedimenta publicó en España el Diccionario de Literatura para Esnobs, del francés

Fabrice Gaignault, una guía de autores a veces extravagantes, a veces malditos, ¿a veces de

Page 5: Un Secreto de Dioses

culto?, y, en la introducción, el español José Carlos Llop escribe: "Todos hemos tenido nuestros

autores secretos. (...) Cuando alguno (...) empezaba a ser más conocido por los lectores (...) el

hecho de compartirlo no producía felicidad alguna, sino cierta incomodidad. Una de las

consecuencias (...) era la expulsión de aquel autor de nuestro paraíso privado".

-Con los autores de culto pasa como con el chiste de un restaurante que fue muy selecto, pero

que tiene demasiado éxito: "Ahora ya no va nadie: vive lleno" -dice el escritor colombiano

Héctor Abad Faciolince, autor de El olvido que seremos-. Lo mismo puede decirse de un

escritor de culto que se populariza, como Sándor Márai: ya no lo lee nadie, todos lo leen. Milan

Kundera fue un escritor de culto hasta que todo el mundo empezó a leerlo. El éxito es

imperdonable en un escritor de culto.

-Parte de una minoría ilustrada cree demostrar su superioridad intelectual en la oposición a

ciertos atributos narrativos que consideran "fáciles" -dice el escritor argentino Guillermo

Martínez, autor de Crímenes imperceptibles, entre otros libros-, y trata de poner en circulación

escritores "difíciles" para poder seguir sintiéndose los happy few de jardines recónditos. Estos

escritores tienen características que son elevadas a categorías deseables per se: opacidad,

hermetismo, falta de trama. Además hay algunas otras características "de imagen": 1. Sus

libros deben ser inaccesibles. 2. La biografía del escritor de culto debe contener algún

elemento "oscuro". 3. No debe tener jamás un éxito de ventas. Esto lo convertirá en un traidor

a sus acólitos. Pero la literatura no responde a ese maniqueísmo imaginario de editoriales

salvajemente comerciales y lectores puros de catacumbas.

***

-Se ha hablado de usted como un escritor de culto. ¿Se ha sentido cómodo con eso?

-No siempre -dice Enrique Vila-Matas-. En España, por ejemplo, nada. Primero, me llamaban

"autor de culto" porque no me leía nadie. Después, porque me leían afuera. En este país,

donde ha ido pasando el tiempo y seguimos siendo católicos, incultos y "diferentes", la

denominación "autor de culto" siempre ha sonado a escritor bueno y disparejo, pero también

a autor al que le falta algo, concretamente, ser tan conocido como Camilo José Cela.

-No me incomoda -dice el escritor mexicano Yuri Herrera-, porque no me creo ninguna de las

etiquetas. Tardé tanto en conseguir publicar que no tengo prisa por ser reconocido ni puedo

medir el impacto que podría tener ser denominado así en algunos círculos.

Page 6: Un Secreto de Dioses

- - - - -

Ahora, confusión. Confusión por cosas como estas: porque Matadero cinco, de Kurt Vonnegut,

sí, y Kurt Vonnegut también; y porque Siddharta, de Hermann Hesse, sí, y El lobo estepario, de

Hermann Hesse, también, pero Hermann Hesse, definitivamente, no. En el año 2005 se publicó

The Rough Guide to Cult Fiction, una guía que reunía a ciento noventa y cuatro autores y en la

que la "ficción de culto" se definía como "una devoción irracional por una minoría hacia un

autor o libro". Figuraban allí Kurt Vonnegut, Thomas Pynchon y David Foster Wallace junto a

Gabriel García Márquez, Marcel Proust y George Orwell; libros como El curioso incidente del

perro a medianoche, de Mark Haddon, junto a La tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas

Llosa. En 2008, The Telegraph confeccionó una lista de libros de culto. Encabezada por

Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut, incluía No Logo, de Naomi Klein, y Recuerdos del futuro,

del suizo Erich von Däniken, que escribió allí acerca de las probables visitas que hacían, en el

pasado, los extraterrestres a la tierra.

***

-¿Quién es el lector de un escritor de culto?

-Un esnob. Un borrego. Alguien que no se quiere dar cuenta de cómo es manejado -dice Carlos

Labbé-.

-Un sofisticado o un obsesivo, un fanático de lo extraño -dice Matías Rivas, de Ediciones

Universidad Diego Portales-.

-Un hurgador de librerías de viejo. Un gourmet de ropa vieja, de perlas encontradas en

chiqueros. Una mezcla de cartonero y de dandi. Un adorador de la originalidad. Un

masturbador. Un devoto de la profanación -dice el escritor Alan Pauls-.

Kundera lo fue hasta que todo el mundo empezó a leerlo. El éxito es imperdonable en un

escritor de culto"

Abad Faciolince

-Todo verdadero lector tiene un escritor de culto. Aquel que se sigue libro a libro, al margen

del resultado. Sus lectores fieles celebran sus aciertos pero lo acompañan en sus fracasos,

Page 7: Un Secreto de Dioses

deciden compartir su mundo, tan imperfecto y dispar como la vida misma -dice Pilar Reyes

Forero, directora editorial de Alfaguara-.

***

Pero, ahora, otra vez confusión. Confusión, por ejemplo, porque junto a J. D. Salinger (que

lleva vendidos unos 65 millones de libros), se mencionan autores como el uruguayo Felisberto

Hernández (que no debe llegar a varios miles), y otros que habitan catacumbas a las que

descienden unos pocos: el chileno Juan Emar (uno de cuyos libros, Diez, fue publicado hace

poco por la editorial independiente argentina Mansalva, con prólogo de César Aira).

-Dan Brown es un escritor de culto pero es un culto masivo y, por lo tanto, muy poco selectivo

-dice el escritor argentino Rodrigo Fresán, autor de la novela El fondo del cielo-. J. D. Salinger

es, también, un escritor de culto; pero lo suyo se acerca al más exquisito budismo zen. Así,

Haruki Murakami o Paul Auster o David Foster Wallace serían sumos sacerdotes de sectas en

expansión, mientras que Thomas Pynchon y Jorge Luis Borges y Vladímir Nabokov serán,

siempre, tótems frente a los cuales arrodillarse. Entre unos y otros están todas esas íntimas

religiones (propongo estampitas de John Banville, Rick Moody, Iris Murdoch, Felisberto

Hernández, Denis Johnson, Michael Ondaatje, Steven Millhauser) por las que unos cuantos

miles están dispuestos a lo que sea. Es decir: a seguir leyendo. Y a reconocerse entre ellos con

complicidad. Nunca dejaremos de creer y de rezarles a León Tolstói y Marcel Proust y Francis

Scott Fitzgerald. Un escritor de culto es aquel que hace que leer sea tan pero tan parecido a

orar, con una atendible diferencia: no sólo sentimos que nos escucha sino que, además, nos

habla nada más que a nosotros. Y, por supuesto, Dios existe y se llama Shakespeare.

Como si el culto fuera una religión con diversas capas tectónicas, todas necesarias para formar,

al fin, la iglesia.