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Un oscuro manual hispano de mitología: la Epítome de las fábulas de la Antiguedad de Juan de Piña (Madrid, 1635) Vicente CRtSTÓBAL RESUMEN Noticia sobre este manual de mitología antigua, del siglo xvii, casi desconocido, que resume servilmente el tratado mitográfico de Pérez de Moya y que no ha tenido influencia ni trascendencia alguna. SUMMARY Information about this xvnth century mythological handbook, almost unknown, whieh slavihsly sums up the Pérez de Moya’s mythographical treatise and which has fiad neither influence nor trascendence. En la Biblioteca Nacional de Madrid, al menos, se conserva un ejemplar de la Epítome de la primera parte de las fábulas de la Antigñ edad’, obra de Juan de Piña («escrivano de Provincia, de la Gasa y Corte de su Magestad, Notario y Familiar del Santo Oficio»), publicada en Madrid, en la imprenta del Reino, en el ano 1635. A su autor no hay que confundirlo con otro Juan de Piña (loannes de Pino) del que nos informa Nicolás Antonio en la Bibliotheca Novo: coe- El título, en realidad, continúa: con una glossa en cada una, y la de Endimión y la Luna sin epítome. Curiosamente en la «Suma del privilegio» se lee el siguiente título, con variación importante sobre el que figura en portada: Epitome a las fábulas de Ovidio y Philosofía secreta de Moya. La signatura de este libro en la B. N. es: R/15608. Cuadernos de Filología Clásica. Estudios latinos, nY 10. Servicio de Publicaciones U.C.M. Madrid, 1996.

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Page 1: Un oscuro manual hispano de mitología: la Epítome de las ...232 Vicente Cristóbal Pérez de Moya. Y, por si fuera poco, había aparecido ea castellano, hacía sólo unos pocos años

Un oscuro manual hispanode mitología:la Epítomede las fábulasde la Antiguedad

de Juan de Piña (Madrid, 1635)

Vicente CRtSTÓBAL

RESUMEN

Noticia sobre este manual de mitología antigua, del siglo xvii, casi desconocido,que resume servilmente el tratado mitográfico de Pérez de Moya y que no ha tenidoinfluencia ni trascendencia alguna.

SUMMARY

Information about this xvnth century mythological handbook, almost unknown,whieh slavihsly sums up the Pérez de Moya’s mythographical treatise and which hasfiad neither influence nor trascendence.

En la Biblioteca Nacional de Madrid, al menos, se conserva un ejemplarde la Epítomede la primera parte de las fábulas de la Antigñedad’, obra deJuan de Piña («escrivano de Provincia, de la Gasa y Corte de su Magestad,Notario y Familiar del Santo Oficio»), publicada en Madrid, en la imprentadel Reino, en el ano 1635.

A su autor no hay que confundirlo con otro Juan de Piña (loannesdePino) del que nos informa Nicolás Antonio en la Bibliotheca Novo: coe-

El título, en realidad, continúa: con una glossa en cada una, y la de Endimión y la Luna sinepítome. Curiosamente en la «Suma del privilegio» se lee el siguiente título, con variaciónimportante sobre el que figura en portada: Epitome a las fábulas de Ovidio y Philosofía secretade Moya. La signatura de este libro en la B. N. es: R/15608.

Cuadernos de Filología Clásica. Estudios latinos, nY 10. Servicio de Publicaciones U.C.M. Madrid, 1996.

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táneo del anterior (1582-1657), jesuita, buen conocedor de la obra de losSantos Padres griegos y latinos y autor de unos Comentariosal Eclesiásticoen 5 volúmenes, publicados en Lyon (1630-1648).

Del Juan de Piña escribano, que aquí nos interesa, sabemos que era muyamigo de Lope de Vega (a él le dedicó Lope, por ejemplo, algunas de lascomposiciones contenidas en La Filomena), pero seguramente una de lasnoticias más sustanciosas que tenemos sea ésta extraída de la aprobación ala Epítome, firmada por don Juan de Jáuregui en 1628:

El alentado y nunca ocioso ingenio de luan de Piña, conocido ya por otroslibros, ha querido en este (que y. A. me manda ver) aplicar sus discursos ypensamientos a diversas fábulas antiguas, que refiere y observa brevemente, dccuya noticia pueden muchos aprovecharse y nadie ofenderse. Espera que V. A.le honre como siempre, dando licencia para imprimirías, y es mi parecer quclo merece. Madrid quatro de junio 1628. Don luan de Xauregui.

Dos obras más de él, por lo menos, nos han quedado: Novelasexemplaresy prodigiosashistorias2 y Casosprodigiososy cuevaenconírada3. Y el mismoautor en el prólogo a la obra de que aquí damos noticia dice que ése es suquinto libro e informa además acerca del sexto y del séptimo que ya estabantambién en la imprenta y llevaban por títulos los siguientes: Dichas y desdi-chas de la vida y Epítomea la historia del señorrey don Juan el segundo4.

¿De qué trata y qué juicio merece la obra en cuestión? La Epítome es uncompendio de mitología clásica basado en el manual de Juan Pérez deMoya, Philosofta secreta,publicado por primera vez cincuenta años antes(en 1585) y fundado a su vez —como se sabe—- en las obras mitográficas deBoccaccio, el Tostado y Natale Conti5. No tiene el resumen de Juan de Piña

2 Publicada en Madrid, en 1624. Hay ejemplar en la Biblioteca Nacional dc Madrid(signatura: R/2344). Son seis relatos en total: La duquesa de Normandia, El zeloso desengañado,Los amantes sin terceros, El casado por amor, El engaño es la verdad, Amar por exemplo, Elmatemático dichoso. Añadefinalmente un Epilogo de estas Novelas.

Publicada en Madrid 1628-1629. Hay también ejemplar en la Biblioteca Nacional deMadrid (signatura: R/14569-70). véase G. Formichi, Le «Novelas Exemplares y prodigiosashistorias» di Juan de Piña, Florencia 1967.

Dice así su testimonio:Este libro que es cl quinto, y será el sexto: Dichas y desdichas de la vida, y el séptimo: El epitome a

la Historia del señor rey don luan el segundo, que ya se imprimen...

Véasc la introducción reciente de C. Clavería a su edición de Pérez de Moya (Madrid,Cátedra, 1995), pp. 20-36. Para la relación entre Pérez de Moya y el Tostado, cf además PilarSaquero-T. González Rolán, «Las Quesriones sobre los dioses de los gentiles del Tostado: undocumento importante sobre la presencia de G. Boccaccio en la literatura medieval española»,CFC t9 (1955)85-114; y másrecientemente, la introd. a la edición de ambos dc la mencionadaobra del Tostado (Madrid, Ediciones Clásicas. 1995). Para la relación de Pérez de Moya conRoccaccio y Natale Conti, y. MA. C. Alvarez Morán-R. M.<. Iglesias Montiel, ‘<La Philosophiasecreta de Pérez de Moya: la utilización de sus modelos», en Los humanistas españoles y eíhumanismo europeo, Murcia 1990, pp. 185-189.

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apenas originalidad, si no es la sustitución de las «declaraciones» de Pérezde Moya (donde se interpreta el mito, por lo general, de forma alegórica oevemerística) por unos comentarios moralizantes, tal vez personales, conmenos elucubración, más prácticos y más breves, aunque en un castellanooscuro y recortado, y por tal difícil. Su prosa es, en efecto —y especialmenteen estos comentarios a los mitos, más que en el relato propiamente dicho delos mismos—, retorcida, estridente, forzada, pedante, huera, carente de todagracia, mesura y gravedad. Su principal rareza, no obstante, es poner todossus materiales bajo la autoridad de un tal Juan Bernardo, al que con másfrecuencia llama «el descontento». Sabiendo que toma directamente susrelatos de Juan Pérez de Moya, uno podría pensar en un primer momentoque este «Juan Bernardo» no es otro que el autor de la Philosophíasecreto.Pero ocurre que esta especie de heterónimo, o lo que quiera que sea, aparecetambién mencionado como personaje (sin duda ficcional) en otra de susobras, la titulada Casos prodigiosos y cueva encantada,que antes hemoscitado6, de manera que habrá que suponer que se trata sólo de una inven-ción, de un recurso literario (el de la fuente inventada), sin que el tal JuanBernardo se identifique con nadie en concreto ni designe a ningún autorreal. Otro misterio es por qué lo llama «el descontento»: tal vez —entende-mos— porque se muestra crítico de la mitología, tal vez porque, habiendoeliminado Juan de Piña buena parte de las alegorizaciones de Pérez Moya,casi exigidas por la mentalidad postridentina como condición de aceptaciónde los mitos antiguos, no quedaba sino mostrarse «descontento» frente a lamateria de esos mitos como medio para justificar su narración y recuerdo.Es ésta la única explicación que se nos ocurre, si es que no lo explica todo lapura gratuidad.

Merecidamente esta obra no ha tenido ningún eco y con no poca razónha pasado desapercibida e ignorada. No obstante, como testimonio que esde atención a la mitología clásica y como eslabón de una larga cadena detradición que se remonta hasta las fuentes antiguas, y en especial las Meta-morfosisovidianas, la traemos aquí para hacer de ella algunas breves consi-deraciones.

En primer lugar habría que señalar la falta de oportunidad con que seescribe y publica. No añade apenas nada, como decimos, al manual de

6 Dice así, por ejemplo en la pág. lv. de la anteriormente citada edición de 1628-29:

El aventurero don Juan Bernardo determiná en el primero discurso quedesprecié rudimentosperegrinarel mundo, penetrar secretos, maravillas y sutilezasdel ingenio y desvelo, no ignorar lopolítico másremoto, costumbres, leyes, inclinaciones, nervios paralasguerras, consejos y gobiernosen las paces, materiasde estado que observan las provincias y reinos y a dar <si pudiesse) una vueltaal mundo por el temido estrecho de Magallanes,no temido de aquel prodigioso Palinuro español.

Era el caballero don Juan Bernardo muy rico (que no luce el que es pobre) y prevenido para elviaje de suficiente cantidad de escudos y joyas, que parecían del mayorazgo del Sol, elegido para lamitad de su alma el valiente Ricardo, su amigo y pariente, que del nacer al morir hablan juradoeternas paces, hasta allí firmes...

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Pérez de Moya. Y, por si fuera poco, había aparecido ea castellano, hacíasólo unos pocos años antes de su publicación, un segundo manual demitología, el Teatro de los diosesde la gentilidad de Baltasar de Vitoria (de1620). Ni por su contenido ni por su estilo podría de ningún modo competircon esos dos tratados una obra tan escueta e insulsa como la de Juan dePiña. Unica ventaja con respecto a las obras de Meya y Vitoria podríahaber sido su mayor brevedad, pero era ésta una brevedad que no iba—como decirnos— acompañada de calidad, de manera que no hacía verdadel refrán conocido:no ocurre aquí que lo bueno, por ser breve, sea dos vecesbueno, sino, másbien —y es una suerte que asf sea— que lo malo, por serbreve, haya sido un mal menor. Un mal menor castigado, como decíamos,con la más completa falta de eco y difusión.

Comoprueba de su rigurosa dependencia del tratado de Pérez dc Moyay de la correspondiente sustitución de la «declaración» por un comentariomoralizante más breve, ofrecemos en paralelo los textos de ambos autoresrelativos a los mitos de Dánae y Narciso, elegidos al azar.

1. A propósito de Dánae:

a) Pérez de Moya, libro IV, cap. 31: Dc Dánae.

Acrisio, rey de Argivos, hijo del rey Abante, que sucedió en el reino a suhermano Prito, según Lactancio, tuvo un-a hija llamada Dánae; y como elpadre quisiese saber el suceso de su estado, demandólo a un oráculo, y fuelerespondido: Que el que naciese de su hija Dánae le había de matar. Acrísio,deseando excusar esta triste ventura, encerró a su hija Dánae en una fuertetorre. puniéndole guardas para que no pudiese algún varón a ella llegar;porque Dánae , así condenada a guardar perpetua virginidad, no pudiesealgún hijo parir, del cual Acrisio, su padre, no tuviese qué temer. Era Dánaemuy hermosa; cuya beldad lúpiter oyendo, comenzóla en su corazón a amar,como era hombre inclinado a todo deseo carnal; propuso trabajar cuantopudiese de haberla, lo cual la grande diligencia de la guarda de Acrisio haciaser a lúpiter imposible; y no pudiendo haber otra manera, tornóse en pluviade oro, cuyas gotas por entre las tejas metiéndose, cayeron en el regato deDánae, de que se hizo preñada. Acrisio, cuando lo supo, temiendo le averníalo que le fuera respondido, propuso de matar la hija, porque no saliese a luzaquel de quien hubiese de temer, y mandó pata esto hacer una arca muycerrada. en la cual pusiesen a Dánae y la echasen en el mar para que pereciese.Dánae, puesta en esta caja, rigiérdola su ventura, habiendo parido en elcamino a Perseo, aportó a tierra de Apulia, en Italia, y siendo hallada de unpescador, la llevó al rey Piluno <que a la sazón allí reinaba), y conocido ellinaje de Dánae de Piluno, que era mozo, y viendo su beldad y discreción,recibióla por mujer, en la cual hubo después un hijo llamado Dauno, quesucedió en su reino, de quien Ovidio cuenta la historia, Mas Perseo, viniendoen Argos, trasrundó a su abuelo Acrisio en piedra, mostrándole la cabeza deMedusa.

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Declaración.

Por esta fábula quisieron los poetas declarar que lo que de Dios estádeterminado en ninguna manera se puede evitar. El ser Dánae corrompida deJúpiter en figura de lluvia de oro es dar a entender que este metal fuerza losaltísimos muros, y los castísimos pechos, la fe, la honra, y todas las cosas queson de mayor precio en esta vida. Porque según Lactancio y san Agustín,inclinada Dánae con los dones de oro que lúpiter enviaba, consintió que conella hubiese ayuntamiento, y porque por la puerta no podía, por las guardas,entró por el tejado. Theodoncio dice que siendo Dánae amada de Júpiter, ysabiendo que por el temor el padre la había condenado a perpetua virginidady prisión, a fin de poder escaparse, cogidas las riquezas que pudo, se entró enun navío, y de Grecia vino a Italia, donde reinaba Piluno, de quien fuerecebida por mujer.

Que Perseo trasmudase a su abuelo Acrisio en piedra significa, segúnEusebio, que habiendo reinado Acrisio en los Argivos treinta y un años, fuemuerto de su nieto Perseo, y a esto dicen convertido en piedra, porque elhombre después de muerto se enfría como piedra.

b) Juan de Piña (p. 40):

Acrisio, rey de Argivos, hijo del rey Abante, que sucedió en el reino a suhermano Preto, tuvo a una hija llamada Dánae; inquirió el suceso de suestado; a un oráculo fue a consultar, respondiendo que el que naciese de suhija Dánae le había de matar. A escusar la profecía la encerró en una torrefuerte con guardas para que ningún varón llegase a ella, a escusar la muerte.Era muy hermosa; Júpiter que lo oyó, la amó. La guarda cuidadosa hacíaimpusible el caso al dios, y no hallando otro modo, se convirtió en pluvia deoro, cuyas gotas por entre las tejas cayeron en el regazo de Dánae, de que sehizo preñada. Súpolo Acrisio; quisola matar temiendo al que había de nacer;mandó hacer una caja cerrada en que echarla al mar. Habiendo parido en elcamino a Perseo, aportó a tierra de Apulia en Italia. Hallóla un pescador,llevóla al rey Pilunio [sic], que allí reinaba, y conocido el linaje de Dánae dePiluno, que era mancebo, viendo su beldad y discreción, recibióla por mujer,en la cual hubo después un hijo llamado Dauno, que sucedió en su reino. MasPerseo, viniendo en Argos, trasmudó a su abuelo Acrisio en piedra, mos-trándole la cabeza de Medusa.

Muchas Dánaes ha habido que no han permitido que las vean los diosescon amor, sino con intereses, de que viene haber llegado al estrado primero eloro que el dios, que más imperio que el dios tiene el oro, pues en oro, y no endios, entró Júpiter en la torre fuerte y guardada, que no hay torre fuerte para eloro, habiéndola para el dios. Y le parecía aldescontento disculpar a las Dánaes,que perder la belleza en las eseuridades desdoradas no era muy a propósito.

Véase cómo el resumir de Juan de Piña se lleva a cabo sobretodo en lorelativo a la declaración. Prescinde, además, como puede verse, de remitir ala autoridad de cada una de las fuentes antiguas.

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2. A propósito de Narciso:

a) Juan Pérez de Moya, libro V, cap. 8: De Narciso,

Narciso fue hijo de Liriope ninfa y dcl río Scphisso, según Ovidio, dondecomienza: Prima fide rock. etc. De quien cuenta que quiriendo sus padressaber lo que sería de su vida, Jleváronlo a Tcrisisas; éste dijo que seríahermoso y que tendría larga vida si no se conociese. Siendo ya mozo yadornado de grande hermosura de rostro, fue amado de muchas dueñas yninfas, y principalmente de Eco, y a todas desechaba, no preciando en nada aninguna. Aconteció que un día, andando a caza, cansado y caluroso, se fue auna muy clara y grande fuente, y queriendo della beber, mirando el agua, seenamoró de una figura que de la suya recudía en el agua. Narciso, creyendoser alguna ninfa de la misma fuente, tanto della se enamoró y encendió quedespués de muy tristes palabras de congoja, de no poderla haber a sus tuatros,murió, Y como después bis ninfas, buscando su cuerpo, no le hallasen dondemuriera, y viesen una flor que dicen lirio, dijeron el cuerpo de Narciso serconvertido en aquella flor. Desto hace mención Virgilio, donde comienza: Prottsolli taolL [sic], etc.

Declaraciónmoral.

Por Narciso se puede entender cualquiera persona que recibe muchavanagloria y presumpción de sí mesmo y de su hermosura o fortaleza, o dcotra gracia alguna; de tal manera, que a todos estimando en poco y menospre-ciándolos, cree no ser otra cosa buena, salvo él solo, el cual amor proprio escausa de perdición. Por Terisias, adivino, que le dijo que vivirsa st no seconociese, se entiende el hombre cuerdo, que se conoce y vive según elrespecto para que fue criado, considerando de cuán poco valor es la hermosu-ra corporal, y que tarde o temprano los cuerpos de los vivientes se han detornar polvo, con la cual consideración nunca el hermoso se preciará de suhermosura, ni el fuerte de su fortaleza, ni el sabio de su sabiduría. Mas los queimitan a Narciso, no placiéndoles otra cosa ni pagándose sino dc sí trismos yde sus vanas virtudes se enamoran. torrarse han en flor, esto es. que durarátodo tan poco como flor, que Luego se seca y se tuarchita. Huya el virtuoso dcsu proprio amor y de la hermosura corporal como de cosa que hace más dañoque el fuego, porque éste quctra lo que sc pone de cerca, y la hermosura, dccerca y de lejos. Por Eco, que ninguna palabra pronuncia, excepto la últimasílaba, se entiende la inmorralidad del nombre y fama, que los espíritus altos ynobles estiman mucho, como cosa firme, siendo esto nada.

b) Juan de Piña (pp. 50-50v.»

Narciso fue hijo de Liriope., nimpha, y del río Sefiso. Inquiriendo lo quesería le llevaron a Terisias, dijo que sería hermoso, y tendría larga vida si seconociese. Siendo ya mancebo y de grande hermosura, fue amado de muchasdueñas y ninfas, si irás de bco. A todas despreciaba. Andaba un día a caza y,

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muy caluroso, fue a buscar una fuente; llegando a beber le enamoró unafigura que era la suya; creyóla nimpha de la misma fuente; tanto de ella seenamoré y encendió, que después de muchas palabras de congoja de nopoderla haber a sus manos, murió. Las nimphas le buscaron, no hallaron sucuerpo; vieron una flor que dicen lirio; dijeron que se había convertido enaquella flor.

Más flores que hay en la primavera lograra el más hermoso y gentil enotros siglos, silos Narcisos murieran enamorados de sí mismos y convertidosen flor; si bien que de haber tantos lirios están persuadidas las damas que hanmuerto muchos Narcisos, que de los Narcisos vivos fuera imposible hacernúmero. Marte en su esfera quinta desespera de soldados para las batallassangrientas, de que no el amor para las suyas. Iba procurando que las damassean Amazonas guerreadoras a que no dé fin su reino, que con haberle vistolos Narcisos feroz, sangriento, armado de diamante, fuego y luces, no le imitansino al amor.

Como en el caso anterior, la reducción se opera en la exégesis del mitoespecialmente, no tanto en su narración. E igualmente desaparece la men-ción de Ovidio o Virgilio como fuentes, que constaba en Pérez de Moya.Digno de notar es, en el texto de Juan de Piña, la variante «si se conociese»frente al texto de Moya «si no se conociese», que concuerda con el si se nonnouerit de Ovidio Met. III 348; se trata, seguramente, de un error delepitomista.

Y no merece la pena recurrir a más muestras para evidenciar lo yaevidente: desde las consideraciones previas sobre definición de la fábula,sobre el origen de los cultos paganos y sobre los mitos cosmogónicos de losorígenes -con la inclusión ya ineludible de Demogorgón-, pasando por cadauno de los dioses y héroes, sin olvidar el capítulo, genuino de Pérez deMoya, sobre la descendencia de los modorros ~, hasta llegar finalmente a losmitos infernales, a Caronte, las Parcas, la Noche, la Muerte, el Sueño, lasFurias y los Campos Elíseos, todo en Juan de Piña se mantiene, resumido,según constaba en la Philosophío secreta.La dependencia no tiene apenassalvedades, y no parece haber ninguna otra fuente, sino el añadido esporádi-co de alguna consideración personal.

A la Epítomeprecede (pp. 1-6v.) una exposición de Lafábula de Endimióny la Luna, donde se opera del modo contrario: no hay reducción, sinoengrosamiento de la narración mítica de Moya (libro III, cap. 4) con todasuerte de glosas y explicaciones simbólicas y evemeristas, no rehuyendo aquítajantemente (aunque tampoco prodigándose) las citas sobre fuentes anti-guas. De nuevo, como supuesta fuente, se interpone el ya conocido «descon-tento». El estilo indigesto, pedante y pretencioso puede deducirse ya de estaslíneas con que comienza la exposición:

Cf. el artículo antes citado de MA C. Alvarez Morán-R. M.~ Iglesias Montiel, p. 189.

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Descontento estaba un discreto de no haber admirado en la fábula delpastor Endimión y la blanca Luna sutileza, novedad, vuelo esférico en quepecase el fabulante y en el que el más entendido peca más y es grave culpa ypecado no pecar, que amores de una diosa tan lucida, dejando el cielo por elmonte que amaba, donde el paslor bebía sus luces en atento desvelo, pedíadeidad célica. Rústico diamante bruto en su mina. estaba Endimión, hasta quedivino engaste le igualó con la mayor belleza de impossible esperanza...

Pero, aun siendo la obra de tan menguada calidad literaria, no está demás conocerla y saber su valor como una muestra m~s de recepción enEspaña de la mitología de Grecia y Roma, como un eslabón más en lacadena de la tradición mitográfica.