UN ANGEL, GISELA

Nadie en la extensión del planeta tiene la vida comprada y es tan cruel la forma como vivimos y nos cuidamos de no fumar o ingerir bebidas alcohólicas, de no comer chatarra o hacer uso de sustancias sicotrópicas y al final y sin explicación un día vas al médico por un chequeo de rutina y oh! sorpresa de pronto la vida te da un golpe bajo, el doctor sin el menor sentido de humanidad y casi con una mueca socarrona dibujada en la cara solo te dice: bienvenido a la lucha contra el cáncer.

Esta es la historia de tantas personas que sin haber abusado de su juventud un día descubren que una enfermedad silenciosa empieza a comer sus vidas poco a poco, a veces en etapas reversibles y en otras ya sin opción de tomar actitud de lucha. Pero más triste es aun cuando sin haber empezado a vivir realmente tu vida y solo con 11 años de edad te llevan al pediatra por un simple resfrío y regresas a tu casa con la noticia de que tienes leucemia en etapa terminal porque el cáncer ya se extendió por tu columna vertebral y devoró la mayoría de tu medula ósea, historias como estas ocurren en una pequeña ciudad del occidente de Colombia llamada Cartago ubicado en el departamento del valle del cauca.

Esta es la historia de Gisela Morales una joven tímida y bastante introvertida, con una vida por delante, una voz angelical y muchos ejercicios de algebra por resolver. Gisela tuvo la fortuna de nacer en un hogar amoroso, era la hija menor de Gloria Rocío y John Jairo, hermana de Yeison y Jairo junior y la alegría del hogar. Gisela fue una amiga excelente, una hija irremplazable y una hermana como ninguna otra, hasta para quienes no pertenecen a su familia.

Desde siempre fue excelente estudiante y aunque no tuvo muchas amistades las personas que se preciaban como sus amigos lo eran de verdad era blanca como un queso cuajada o al menos eso le decía su padre, con cabello negro semiondulado hasta la cintura, delgada, sonrisa amable, nariz y orejas pequeñas un lindo lunar junto a la boca, ojos brillantes llenos de sinceridad y siempre dispuesta a dibujar.

Cursaba el segundo año de bachillerato y con su amiga Yessi, la vida parecía un sueño, que más podía pedir, linda familia una buena amiga y el chico que le gustaba, todo parecía perfecto de pronto un día se empezó a sentir mal, su mama Rocío la llevó rápidamente al doctor y la opinión médica fue que era normal que todo pasaba por el proceso de crecimiento, pero sus dolores incrementaban con el paso de los días, hasta que una mañana empezó a sangrar, su papa preocupado la llevo a urgencias los exámenes preliminares arrojaron como resultado una gripa pero el color desaparecía de sus mejillas y con él la fe.

Un doctor especialista se enteró del caso y quiso hacerse cargo, ordenó exámenes especializados y dos horas después la causa real de su sufrimiento salió a flote. Gisela estaba enferma y sin opción de vida, los médicos auguraban por mucho un mes de vida, pero el cruel destino no dio esa oportunidad a quienes la amaban y en menos de dos

semanas ya la niña estaba hinchada, casi calva y con ganas de morir, los medicamentos, radioterapias y quimioterapias habían desaparecido el brillo de sus ojos y la fuerza de su cuerpo.

Finalmente un 25 de septiembre, diecisiete días después de descubrir su mal, el débil cuerpo que poseía no soportó más y murió por un paro cardiorrespiratorio mientras Gloria Rocío sostenía su mano y los médicos trataban de resucitarla. El vacío que dejó nadie podrá llenar y el único consuelo que nos queda a quienes la conocimos es la tranquilidad de que ahora en el cielo hay un ángel más que mira desde lejos y espera hasta encontrarnos de nuevo.

Alison Orozco