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ULTIMA POESIA EN SEGOVI A PO R FRANCISCO DE PAULA RODRIGUEZ MARTI N Conferencia de apertura de l Curso Académico 1971-7 2 Excmo . e Ilmos . Sres . : Queridos amigos : Hace dos años, en mi discurso de ingreso a esta Academia , me ocupé del fenómeno de la poesía en estas ciudades pequeñas , como Segovia, que parecen inicialmente aptas para el repos o necesario al nacimiento de la Literatura . Allí, o entonces, m e ocupé de construir una especie de andamiaje histórico, en qu e las motivaciones sociológicas iban siendo paisaje de modifica- ciones estilísticas y, seguramente, ocasión para el nacimient o de poetas . Comprometido en esa fecha para terminar mi estudio «ante s de que la rueda académica volviera a designarme para ocupa r esta cátedra», no contaba yo con que esa rueda señalaba ya do s números antes que el mío : y quisiera proclamar, con modestia , pero firmemente que si hoy, por desgracia, vuelvo a aparece r asomado al ambón, es por respeto a la tradición de la casa y n o por deseo inrresístíble de comunicar mis resultados . Antes de entrar en el tema, debo rendir un homenaje d e amistad, que no sustituye al que esta casa se prepara a ofrecer - le, a un compañero nuestro desaparecido . Luis Martín Marcos fué persona tan querida de la mayorí a de los aquí congregados, que en este primer acto que se celebr a en su definitiva ausencia, sería dolor que no se le evocara . Pero, además, quien os habla lo hace hoy en gran parte po r la amistad torrencial que Luis le ofreció, en esos años decisivo s en que se forma el hombre . Desde 1946 exactamente, tenía y o 15 años, soy amigo suyo . Sobre el obstáculo de los años, la di- ferencia de situaciones, el valladar que una sociedad más rígid a 273

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ULTIMA POESIA EN SEGOVI APO R

FRANCISCO DE PAULA RODRIGUEZ MARTIN

Conferencia de apertura delCurso Académico 1971-72

Excmo. e Ilmos . Sres . :Queridos amigos :

Hace dos años, en mi discurso de ingreso a esta Academia ,me ocupé del fenómeno de la poesía en estas ciudades pequeñas ,como Segovia, que parecen inicialmente aptas para el repos onecesario al nacimiento de la Literatura . Allí, o entonces, m eocupé de construir una especie de andamiaje histórico, en quelas motivaciones sociológicas iban siendo paisaje de modifica-ciones estilísticas y, seguramente, ocasión para el nacimient ode poetas .

Comprometido en esa fecha para terminar mi estudio «ante sde que la rueda académica volviera a designarme para ocuparesta cátedra», no contaba yo con que esa rueda señalaba ya dosnúmeros antes que el mío: y quisiera proclamar, con modestia ,pero firmemente que si hoy, por desgracia, vuelvo a aparece rasomado al ambón, es por respeto a la tradición de la casa y n opor deseo inrresístíble de comunicar mis resultados .

Antes de entrar en el tema, debo rendir un homenaje deamistad, que no sustituye al que esta casa se prepara a ofrecer -le, a un compañero nuestro desaparecido .

Luis Martín Marcos fué persona tan querida de la mayorí ade los aquí congregados, que en este primer acto que se celebr aen su definitiva ausencia, sería dolor que no se le evocara.

Pero, además, quien os habla lo hace hoy en gran parte po rla amistad torrencial que Luis le ofreció, en esos años decisivosen que se forma el hombre . Desde 1946 exactamente, tenía y o15 años, soy amigo suyo. Sobre el obstáculo de los años, la di-ferencia de situaciones, el valladar que una sociedad más rígid a

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imponía a nuestra comunicación, Luis Marcos me ofreció e lraro apoyo de su espontaneidad cautivadora, su más bella vir-tud, y en largas y recordadas sesiones, fué ofreciéndome unavisión, cada vez más amplia y rica, de lo que es entender la lite-ratura . El lo decía entonces con frecuencia: «Todo es literatura» .IQue gran verdad !

El era todo literatura y elegancia espiritual y, ahora, s uausencia nos llena de confusión .

Al elegir el título de mi intervención de hoy, pensé que po-día, sencillamente, llamarse «La provincia como determinant epoético. Segunda parte» .

Pronto ví que estaba en un error . Porque si, hasta 1936 ,año en que cerraba mi estudio en una visión tomada desde 1898 ,la provincia había significado, como entidad sociológica, un acualidad de caldo de cultivo para la poesía, lo ha perdido radi-calmente en el lapso de tiempo que va desde el fin de la contien-da hasta nuestros días. Dejo aparte el período bélico porqu e—aunque continuase la poesía—ella era de un género particu-lar, que no hace al caso de nuestro presente estudio, ya que sumotivación es, evidentemente, excepcional .

Llega, pues, el momento de ver si, en 1939, puede aparece run poeta en Segovia en virtud de condiciones sociológicas apro-piadas para su nacimiento . O sea, si esas condiciones son tale sque el ejercicio de la poesía pueda «lanzar» o «promover» a s uautor .

La contestación es rotundamente negativa . Una de lasconstantes sociológicas mejor estudiadas de los períodos pos-bélicos, es la detección de un ánimo evasivo en la sociedad . Elalivio que produce la terminación del conflicto se une a la difí-cil situación económica que la destrucción ha provocado y aña-de tintes sombríos a nuestra posguerra española la separació ntraumática de tantos intelectuales—y poetas—desaparecidos yalejados del conocimiento general, al tiempo que los oscuro spresagios de la lucha mundial desarrollándose extramuros . Alimperativo de vivir se unió, pues, el de vivir al día, aunque l adirección ideológica vencedora en nuestra guerra mantuviese ,durante años, una estética brillante e imperial, que siguió man-teniendo el prestigio de la Poesía Espaüola en una floració n

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admirable . Hablo de «Escorial», «Juventud Creadora» y «Gar-cilaso», de las soberbias revistas «Espadaña», «La Isla de lo sratones » , «El Español», «La Hora», tantas y tantas .

O sea, que la Provincia pequeña se vuelve de espalda a l apoesía, de momento, y el poeta se queda solo, en la culminació nde un proceso que estudié ya .

Por eso, esta noche voy a hablar de Poesía en Segovia yno de Segovia. Porque la circunstancia geográfica tiene su ím-portancia en lo que se dice y no en de donde se es .

Hablaré de poetas que son mis amigos, con los que he co-escrito, si puedo expresarme así, con los que me siento afin du-rante mucho tiempo . Dejo a otros en reserva, y pienso especi amente en Carlos Sahagún y en Vicente Gaos, que llegaron a l aciudad con el propio destino de Machado y que, como él, se hanido a otra cátedra .

Volveré a mí tema .La poesía de posguerra transcurre en España por camino s

conocidos. Esos caminos parten de una literatura de combatey conducen por senderos de expresión limitada—por una partepor las circunstancias, por otra por voluntad condicionada—delos propios autores .

¿Hasta donde llega la libertad del artista ?¿Dónde está el peso de la circunstancia?¿Cómo puede escaparse de las coordenadas históricas ?Todas estas preguntas, fundamentales a la hora de basar l a

crítica de arte en general y muy concretamente la literaria, so nde delicada formulación en este período histórico particular .

Si tomamos como hitos en este examen figuras literaria sde poetas en Segovia, veremos cómo en el devenir de unos años ,paso a paso, poco a poco, en una gradación que es en sí mism auna obra de arte, la voz tímida del poeta va ampliando sus re-gistros, va recorriendo cada vez más escalas de la lira, va—di-gamos en simil musical—adquiriendo un crescendo temático yde tensión humana, saliendo cada vez más del cultivo de la lite-ratura para entrar en la jurisdicción de la vida y del compromis ovital . Inflexiones que se acompasan con el devenir sociológicode la misma entidad en que se producen, porque el poeta—si e sque lo es—es un hombre profundamente comprometido con s u

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tiempo y, por lo mismo, alejado de toda fantasía en el sentid ode que se entienda tal por poética, por oficio o por divertimiento .El poeta tiene que fundar con su palabra, y, si se quiere, dar e lúltimo y radical testimonio de lo que conoce . En ese entendi-miento, nada de lo que sigue podrá extrañar, en el contexto d eque los poetas de que me voy a ocupar hablan con la voz de s utiempo, dan testimonio de sus preocupaciones y se mueven, es -criben, hablan con el lenguaje de ese tiempo, con la estética yla ética adquirida en él y que no les abandona, a la que perte-necen y permanecen unidos porque es su piel y su sensibilidad ;a la que son fieles en medio de su progresión y del camino qu erecorren hasta llegar a su síntesis personal .

Otra consideración que me parece útil hacer, es la de l«tiempo» de su obra . Siguiendo esa misma línea de pensamien-to, es de notar que, en esos años, se advierte cómo los poeta sse hacen con una voz propia más pronto, conforme sus años d enacimiento se van alejando de la fecha de 1936. Los primerospoetas que aparecen en este período—Aifonsa de la Torre, Jaim eDelgado—se maduran con razonable lentitud, conocen y gusta ndel titubeo, de la sabia vacilación, de las concítaciones de lo stemas, hasta encontrar su propia vía expresiva, su voz líric apeculiar.

Sigue la generación que damos en llamar quemada, perdi-da, gris, los mismos que pertenecemos a ella . Gente nacida e nel fragor de la guerra y crecida en una tensa, pobre y difícil pa zcon cataclismo al fondo . Esta generación que llega a los veint eaños con cartilla de racionamiento, sin embargo sabe mejor loque quiere y canta o llora con mayor decisión sus propio sconocimientos .

Pero los jóvenes de ahora mismo son los más rápidos enadquirir voz propia . La tienen, casi intuitiva, a veces genial ,siempre clara y fuerte, en los linderos del bachillerato .

¿Por qué?Pregunta fundamental, a mi juicio .Es indiscutible que la España de los años cuarenta no cons-

tituía una época o un lugar muy apropiados para que los jóve-nes adquiriesen gusto por la poesía, delicado arte que requier e—como dice el Marqués de Lozoya—ei abono del ocio . Bien que

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los poetas ya en ejercicio no abandonasen su menester . Perohacía falta mucha vocación para entregarse vitalmente a ella e nuna época en que todas las inseguridades y muchas carencia sahogaban la expansión vital que constituye la manifestación ar-tística . Quizá por eso poetas granados en ese período constitu-yan hoy el capítulo—paradójicamente—de mejor calidad en l aactual poesía, porque no es que supervívieran los mejores, sinoque los mejores eran todos . Poeta que entonces salía, podí aaugurarse que no era de un solo libro .

No era—literariamente hablando—muy amena la Españ ade los años cuarenta . Los temas dejados a disposición de la lite-ratura en ese tiempo, después de los primeros e inmediatos año sa la guerra, en que casi todo el impulso posible eran la glosa a lconflicto, aprovechando un estilo lírico de considerable brillan-tez (años de El Escorial, de (=Juventud Creadora»), y ocurre u nhecho poético que he calificado en otra ocasión como de admi-rable. El poeta, desprovisto de resaltes para apoyar su voz, d econdicionantes sociales oportunos, tiene que escoger una ví aposible, y no halla más que dos: la literatura por la literatura ,la poesía—digamos—por la poesía, pisando las huellas de J . R . J .o de Paul Valery—o bien los grandes, los eternos, los innance-sibles temas del amor, la vida, la muerte, el tiempo . Circunstan-cias sociales difíciles empujan a los poetas a hablar de aquell oque todos temblamos al tocar. Poético, en suma, o Poético . Perocon grandes Mayúsculas iníciales .

Consideremos a Alfonsa de la Torre, compañera de estacasa. Su poética es verdaderamente esto : tomar la palabra, pon-derarla, tratarla como si de una joya se tratase—que es de l oque se trata—, hacerla brillar y dejarla ordenada en poema .

Si se añade a ello que la pauta usada para realizar su tra-bajo nace del sentimiento popular de la estética, seguido de prin-cipio a fin, se completará un cuadro que inicialmente aparececlaro . Pero ocurre además que, a lo largo del proceso de decan-tación que toda obra experimenta según camina la vida delautor, en la de Alfonsa de la Torre se desarrolla este método d eaplicar a la palabra el sinónimo fonético hasta llegar a la puramúsica de las palabras por sí solas .

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Felicitas beatorumla paz y la luz dimanan .La luz y la paz se hermanan :Simplicítas angelorum :consolatrix aflictorum ;la luz en la luz reclin a—sabio delta de las cosas —cautividad de las rosa sen la plenitud divina .En la plenitud constant ecobran las rosas su anhel opor inquilinas del ciel odel azul equidistante .Que no se agota el instant econ perfumes que se apagan :el aire y la luz halaganporque van a Dios sin pris ay en la atmósfera precis ano hay flores que se deshagan .No hay flores que seque el vient oni que agosten los sentidos .La paz y el amor unidosviven en entendimiento .Si seguro es el content omás segura es la armonía .Abejas de alegría ,enjambres de luz glorioso svuelan sin peso, gozosos ,libando en Dios alegría .

Este ejemplo procede de su libro «Oratorio de San Bernar-dino», fechado en 1950, o sea, la época de arranque de su poe-sía. Sí queremos ser precisos, la última etapa de su época d earranque . De ese verso se desprende un aroma poético tan be-llo, una calidad lírica tan rara, que acaso no reparemos en l ahabilísima trama fonética .

paz— luz— dimanan— hermanan —reclinan— cosas—rosas ,etcétera .

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Da lástima introducir el escalpelo del análisis en tan suav ey oloroso fluir, cercano a la mística . Pero ese lirismo no ocultauna determinación poética dirigida hacia esa manera preciosa—que Alberti cultiva en ciertos poemas de ',A la Pintura»—, qu econsiste en trabajar decididamente sobre la palabra com oesencia .

De su último libro ',Plazuela de las Obediencias», tenemo sque extraer un fragmento de poema para que aparezca claraesta tendencia de Alfonsa de la Torre , que ve su verso com ouna labor mudéjar, como un encaje de bolillos : en el fondo, ma-nera de entender la poesía tan cuellarana como los cenotofio sde San Esteban .

1A la galadel ángel infielque fué Rafae lque viene de lejospor rutas de espejo sbuscando un receI !(¿Quién será él ?¿Acaso Azazel?)¿Jahel? ¿Ismal? ¿Rosael?IRosael lTA la galadel que entra en mi salacon paso de pajey en traje de viaj etrayendo un mensaj ede amor y de miel l(¿Quién será él ?¿Acaso Azazel?)¿Jahel? ¿Ismal? ¿Rosael?¿Rosael?IA la galadel alto y del bruno!No quiere San Brun oque salte ningunosu blanco rete].

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Es dudoso que nadie busque un hilo argumental a este tip ode poema . Es dudoso también suponer que este esfuerzo y est eacierto en correlacionar los vocablos con el alma del lenguaje ,lo que en el fondo consiste en buscar el alma del pueblo, se afácil ni cómodo .

Ello nos lleva a deducir en definitiva que el poeta posterio ra 1939, en Segovia como en toda España, se ha convertido e nun profesional de las letras . El camino que estudiaba, modesta-mente en «La provincia como determinante poético», se ha ce-rrado y ya el poeta en la provincia no siente religamiento co nsu mundo circundante, no está calificado por él y tiene que bus-car su propia voz, con sacrificio, sin otro apoyo que el que l epresta su vocación . Se le exige un alto nivel lírico, porque as íes la poesía del momento: se le niega, por importantes razones ,la entrada en temas que le comprometerían con su tiempo y s uauditorio : se le desconoce por un público ya desentendido po rcompleto—década 40 a 50—, de lo que no sea pura evasión y e lpoeta, sin embargo, existe : más alto de expresión, de voz má spura, de talante más altanero que nunca .

Jaime Delgado Martín, oriundo de Segovia, nació en Madri den un 1923 año de este siglo. Es autor de un libro: «Hombre d eSoledad» (Isla de los Ratones), 1950 . «Memoria del corazón» ,«La Encina y el Mar», 1957, premio Ciudad de Barcelona . «Ellibro de Segovia», 1966, aún no publicado. «Lo Nuestro», Pala-bra y Tiempo, Taurus 1966 . Con este libro gana el Premio Na-cional de Literatura . «Bajo el Signo de Aries», 1969, es su últi-ma entrega .

Jaime Delgado es segoviano de infancia y de verano, sobri-no de Luis Marcos y guarda su infancia en el corazón :

Toda mi infanciatuvo color de pino y amapola ,de cielo en soledad y nieve alta ,olor a mucha cera derretida .

«rico, rico ¿veraneas en los Franciscanos?», preguntaría Luis ,llamándole con los dedos índice y corazón de la mano derech aunidos, en ademán invitativo a acercarse .

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Pero sí algo es Jaime Delgado, es todo lo contrario de unpoeta circunstancial y recordatorio . Su mecanismo es muy dis-tinto y trataré de explicarlo .

En la época de formación de Jaime Delgado, escriben Leo-poldo Panero, Dámaso Alonso, Luís Felipe Vivanco, Dionisi oRidruejo, Luis Rosales . En la obra de estos autores—que, depaso, están entre los míos—se encuentra una profunda tensió nreligiosa, y también una unión a los grandes temas del hombr e—el amor, el tiempo, la palabra, la muerte—, que informan tod asu poesía, como la de Jaime Delgado también . Una ojeada a su stítulos aclara este reclutamiento .

REGRESO

Aquí me descubrieron la costumbrede dar a cada cosa su miraday contemplar el cielo como el pis omás alto y encendido de la casa .Aquí aprendí a durar para el pasado ,a pensar en la piedra que me tallay amar las pocas cosas consabidas :

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

¿Oh, duración del tiempo transcurrido )Cada instante de vida se derram aen el que le sucede, como el rí ova siendo gota a gota el agu ay se vive de nuevo la perdid aniñez, la juventud casi olvidad ay la que permanece en el recuerd ono vivida jamás, pero soñada .

Es es Memoria del Corazón .Pero es en «Lo Nuestro», y canta:

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FRANCISCO DE P . RODRIGUEZ MARTIN

DESPEDIDA

Adiós a las encinas, a los pino sa la pétrea osamenta serpentina ,a la espiga lejana, a la rutin ade andar todas las tardes, peregrino spor los mismos recuerdos y caminos .Adiós a las murallas, a la esquin adel sueño con la amada repentina ,a la luna, las torres y los vinos .Adiós, volviendo ya, porque no pued osin las horas vivir que te he morado ,tiempo que me dejaste tan herido.Adiós sin que me vaya, porque qued oa tu sombra, ciudad, a mi pasad omás dulce y tercamente recogido .

Y ,por último, en «Balo el signo de Aries» :

Tienes los ojos tan profundo scomo la noche de las Navasde Rio£río, pero claro scomo la luz de sus mañanas .El hontanar de los pinare sen el crespúsculo, su saviacomo la piel de tu dulzura . . .

Intimismo .., y simpatía .

Para Jaime Delgado, lo que es memoria es vida incorpora -da, es el amor a lo que se comparte, es risa que ríe hacía den-tro. La memoria es el mejor patrimonio del hombre y, la memo-ria de Segovia, como acabáis de ver, es la mejor posible. Losgrandes temas se reúnen en la memoria, en ella se agitan y bu-llen. Allí está el tiempo, la muerte y el amor .

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Sus toques circustanciales, llenos de sabiduría sicológic a(Hermano Felipe, yo no quiero saber nada), sirven para trae rde un empujón al tiempo perdido hasta las propias pupilas de llector, y humedecerle los ojos con su directa invocación .

Así, con palabra sabía y honrada, directa y sin embargo ta nliteraria, con la mirada puesta en los temas trascendentes, qu eson los temas de los poetas verdaderos, Jaime Delgado lleva l aevocación de la ciudad a quien ama y de quien se sabe poseído ,hasta la gran literatura . Para ampliar, léase el Libro de Segovia .

Y paso la página para que la amistad no me ciegue; y caigoen la evocación de un amigo ausente, pero queridísimo, Jesú sTomé, Premio Ciudad de Barcelona, 1958, premio Lira de Or ode Lírica Hispana, cuyos libros « Mieutra Amanece Dios», «Hij ode esta tierra», «Senda del Hombre» y «Traigo esta tristeza» ,marcan con un hito en esta reflexión sobre la poesía y sobre l ahistoria última de ella en Segovia .

Nació en Ciudad Rodrigo en 1927. Estudió humanidades e nSegovia, se ordena y ejerce el profesorado aquí . Aquí se com-promete con el mundo, aquí se atormenta y de aquí, con un aetapa en Valladolid, se va a Puerto Rico, a vivir con los pobres .Allí sigue .

¿Cómo es la poesía de Jesús Tomé? El poeta nos ahorratrabajo y lo dice :

«Si se empuña todo el ser y se maneja la palabra, si uno d anombre a cosas y situaciones espirituales, y se mira uno po rdentro y se esfuerza por penetrar en los seres mirándolos dellado de allá, es por una idea poética de la iluminación. Se pre-tende clasificar y hasta conocer más íntimamente, llegar al últi-mo temblor con que cada ser se dice y vive en su raíz . Porquese quisiera escribir desde dentro de los seres mismos, convertir -se uno en el objeto expresado o por lo menos trasladars ea él y por este medio, antoexpresarlo—si cabe decirlo así —poéticamente . »

Puede verse en esta cita que el poeta sabe perfectamente l oque quiere, y que la poesía que hace no es de un :desahogo ca-sual o pedido por unas circunstancias operantes en él, sino qu elo hace llamado por una vocación total, a la que trata de res-ponder, diciendo:

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F2ANCISCO DE P . ROD&GÜEZ MARTI N

¿Cómo se consigue esto sino por una visión interior?—ajenaa razonamientos y esfuerzos lógicos—construida sobre una in-tuición viva en que actúa el ser desde su más honda profundi-dad, arrastrando en su éxtasis todas las cualidades en que flo-rece: pensamiento, imaginación, impresión, amor

Desde este empeño, canta jesús Tomé, y es el suyo u ncanto triste .

Yo he de estar algún día entre los hombre stan tristemente solo que ya nadi epodrá ayudarme a recordar mí nombre .Y estaré en el desierto como un árbo lde raquítica sombra . Cuando pasela torpe caravana, indiferente ,casi alegre, por fin, ningún viajer ose gastará los ojos en mirarme .Y moriré esperando que, a lo menos ,ciñan mi soledad abandonad acon el ronzal de un animal cansado .

Porque está en medio del mundo, Jesús Tomé está triste .Porque conoce a sus hermanos, y se entrega a ellos, su poesíaes poco amena :

—«Preguntar es saber. Otra agonía .

Pero Jesús Tomé no se anda por las ramas en punto a com-prometerse con la gente . El sabe la vida que vive y quiere vivir -la. A José Antonio Novais, le dice :

«Por tabernas de llanto pesistimo sbebiendo a trago y sed en la bellezamientras detrás de un vaso de tristezaotra mayor tristeza redimimos .»

Y por último, el hablar con Dios:

«Ya no vale la pena, y te lo digo.No vale que me vuelvas a dar cuerda .

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Pero admite, Señor, que ya he pagado .Para probarlo, traigo esta tristeza . »

Desde la Segovia que tanto amas, Jesús Tomé, hombre bue-no, cura pobre, americano ya, el recuerdo de tus amigos lejano ste ve luchar por la Justicia y añora tus tristes y buenos versos .

Otro poeta amigo es Luis Larios .Pocas veces se habla en Segovia de Luís Larlos, de su

auténtica poesía. Es una grave falta de discreción . Porque LuisLarios, autor de un solo libro («Preludio», 1953, Imprenta Co-mercial), es un grande y raro poeta de voz pequeña .

Habría mucho que hablar de los poetas mal llamado s«cortos», cuya lista encabeza nada menos que Gutierre de Ceti-na . Suele llamarse así, por pereza, a autores de pocos versos .Pero como la poesía, por ahora, no se mide por varas o kilos ,más que en los concursos, pienso que Luis Larios puede mu ybien figurar en la más exigente antología de Poesía española .

Para aproximarse a su obra, hay que advertir su rigurosaintemporalidad. Luis Larlos no es de nuestra época, y puedeserlo de ella, de 1870 y de 2120 . La palabra de Larlos es de cam-bio universal .

Torrecaballeros.Una Iglesia pard asobre los oterosque tu sueño guarda .Aldea perdid aal pie de la sierra ,con miel presentid ade arcádica tierra.Larga sed sin sombr atodas las mañana sen tu verde alfombrade praderas llanas.Y en las tardes, tod otemblor de rosario ;de cualquier recod osurge el campanario .

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FRANCISCO DR P. RODRIGIIEZ MARTiN

Así se construye una poesía directa, heredera directa de l ade Antonio Machado, entrañada en lo popular a costa de cual-quier brillantez, dirigida a un propósito de síntesis al que sól oda vacilación la timidez personal de Luis Larios. Pero esa mis-ma timidez añade emoción al verso .

Está llena de niebla la mañana .Un resplandor extraño tiene el cieloy vierte su lamento sin consuel oencerrada en la torre, la campana.Algo de fruta mística temprana .

—que ardiente verso

ha puesto su acritud de terciopel oen las ardientes ansias del anhel ocon que abrí—días antes, mi ventana— .

En sus temas, Larios busca la formación del arquetipo :coincide con ejemplos ilustres, y sostiene su cercanía, cantand oal pino roto, a las campanas y—seguirán los pájaros cantando— .

Cuando yo me haya muert oserá en un díade primavera con lilas blancas .Todos los sere sestarán llenos de ardiente savia .Como un garfeosaldrán de clase las colegialas .

Atención. Yo recuerdo que el trueque de «colegialas= por=estudiantas» que iba en la primera versión, le costó meses d evacilación a Luís Larios. Uno se acuerda de la exigencia deAntonio Machado .

Hablando de los grandes temas. He aquí que Luis Lario sno se deja arrastrar ni por los temas del hombre explícitos, en-carados de frente, redondos como monedas . Tiempo, memoria ,ciudad, ní se enreda con el mundo, como Tomé, ni—Dios le li -

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bre—apostrofa, de una u otra manera. El sigue caminos cono-cidos e ilustres y toma momentos, impresiones, horas, sugeren-cias y veladuras .

Pero así y todo, con sus tímidas palabras, con su poca voz ,Larlos da en dianas envidiables.

«En esta dura soledad sin flore salguien borró la gracia del almendr oque florecía, bienamado nunciode todos los abriles. Le partiero nunos hombres sin alma. Desde entoncesno se visten de blanco los senderos .Nunca su milagrosa porcelanalevantará la filigrana al viento . .,Mas su espíritu de árbol, yo dirí aque aún ama estos lugares predilectosy quiere florecer, como otras vece sfloreció en estos días . . . Le partieronunos hombres sin alma, y es inútil .¿Es inútil el ansia del almendro ]

Me parecen que se pueden decir muy pocas cosas, y mejo-res, en relación con un almendro . . . y todas sus implicaciones.

Abro un paréntesis en el tiempo, porque no sería simpátic oque hablase de mi mismo . Entre Larios y Luis Martínez Drake ,mi propia poesía—de que no voy a hablar—marca un amplí oparéntesis de variación de postura.

Años cincuenta al sesenta . Advenimiento de la fiebre de l apoesía social . Los poetas sangran por sus manos, huelen a ca-brero, descubren, a estas horas, el suburbio y la boina . Cambiael tono .

Felizmente, Segovia se mantiene, en lo ,posible, libre de l aenfermedad .

Luis Martínez Drake publica en Segovia «El Encerrado» e n1956. En 1960, es finalista del Premio Adonais con «La Yerba» .En 1969, escribe y aún no edita «Poemas Provinciales» .

Drake, o la vacilación mágica . En su inmenso, bello, ína-

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FRANCISCO DE P . RODRIOuEZ MARTIN

barcabie océano poético, olas de duda a tientas recorren su pa-labra. Y él va fundando a tientas esa palabra, seguramente si nsaber a donde va a parar, y, por último, entre tanta vacilación ,resulta que ya la había encontrado . Vuelve atrás, toma su pala-bra, la mira, la revuelve y todos pensamos que va mostrarla .Entonces se pone a buscar en otro sitio la misma cosa .

Hoy sentí que mí muert eme cerraba ya un poco de lluvia el corazó nmientras que los abetos seguía para siempre siendo tarde .Hoy me he quedado solo con mi muerte otra vez y¡que no vuelva otro día como el de hoy ,a dejarme las manos tan desnudas, tan inútil mi casa ,

[mis voces tan sabidas !

Leyendo a Drake hallaréis en seguida ponderaciones aproxi-madas, «un poco», «otra vez», «Ahora que es el momento» .

Drake está en cada momento esperando que pase algo,como uno de esos gatos agoreros que huyen despavoridos, ocomo si supiera ya que no va a pasar nada .

Es poeta de aún, de permanencia, de tiempo puesto a clau-surarse. Es poeta de lo que va a pasar inexorablemente, y entrela evocación y la adivinación, se pasa la vida y la poesía.

La evocación. Todo el mundo cabe en un verso de Drake.Son comprobaciones, esto sí, exactas e irrefutables. Lo que deverdad interesa menos, es evocado de una manera apresurada ,minuciosa y febril .

Mientras voy aprendiendo a mirar las estrellas ,mientras me asomo a la ventana y tom onota del tiempo, tomo nota del cielo, que es naranj adel cielo que es naranja y ciruela y es húmed oy es rápido y despierto scbre estas horas limpia s(sí después de la lluvia yo he mirado la tard eha sido porque ante mis ojos se han dormido ,y al despertar gritaban impacientes : llegamos con retraso,morimos en las horas de después y no sabemos aúnvivir en las estrellas) .

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ULTIMA POEMA DE SEGOVI A

Y mientras, la sustancia poética sube por estos escondido sy simbólicos canales, se levantan tras ellos invocaciones nota-riales, va llevando arena al reloj, y cuando menos se piensa ,uno descubre que ya está todo dicho, mientras él comienza adecirlo otra vez .

Y he abierto la ventana, y voy a mira r¿sabéis? voy a mirar, por si acasovuestra llegada fuera próxima, por si ya se escuchar aque os estáis acercando . Voy a mirar .No tardéis demasiado tiempo, no tardéi sporque voy a mirar el camino ,voy a estarlo mirando siempr ehasta vuestra vuelta segura .

¿Van dirigidos a alguien estos versos? Estoy seguro de qu esí . Y también estoy seguro de que van dirigidos a todos, porqu ela palabra de Drake, en el fondo, es también una serie de duda sy de comprobaciones, esto es lo grave, nuestras . Nuestrasdel todo .

El me decía en su dedicatoria a «La Yerba»: «En fin, quees un libro de poemas, con todos sus agravantes» .

Verdaderamente . Poesía que va cediendo su sustancia gotaa gota, con una aparente cortedad, pero que de pronto, nos dej aempapados y confusos, sin saber como ha sido .

Y seguía « . . . Aunque sé que nuestra poesía, por desgracia ,es «solo para hombres» y, para más desgracia, para unos pocos ,poquísimos hombres» .

Los que me oyeron hace ahora dos años, recordarán cuan-to insisto en esta audiencia cada vez menor, en estos años, de l apoesía . Ese género se ha hecho prohibitivo y pienso que gracia sa esa circunstancia se puede llegar a la suma de belleza, de li-bertad formal, de profundidad expresiva que, seguramente, cap -tan ustedes en este tipo de obra.

El único tema de Drake es su propia vida, su ciencia de la

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vida. Exigente para consigo mismo hasta un grado extremo,preocupado hondamente por la existencia, no concibe la poesíasino como un camino de explicación .

Y las evocaciones jamás son gratuitas, sino en función d eun estado de ánimo permanente de exigencia .

Del intimísmo radical de Luis Drake, paso a los último spoetas de que voy a tratar hoy y pienso que es una buena plata-forma de arranque .

En efecto: los años pasan y su contenido incide en la lite-ratura. Yo diría, en un análisis de urgencia, que de la clarida dque caracteriza la voz de un Alberti o un Ridruejo—en ejemplo sextremados—, se pasa a la exaltación inmediata a nuestr oconflicto, a un entusiasmo creador que busca un nuevo clasicis-mo apoyándose en los grandes ternas—Panero—o un balbuce otorrencial que involucra al mismo lenguaje—Luis Rosales— ouna honda meditación sostenida—Vivanco—que hemos estu-diado en el ejemplo de Jaime Delgado .

Adiviné más tarde un período de confusión y búsqueda d evoz nueva. Por un lado agita la atención de los poetas la eclo-sión de la poesía social, que no significa en el fondo otra cos aque la recuperación de temas excluidos al trabajo creador hast aentonces; al mismo tiempo que esos temas—los de la justicia ,la evolución, etc.—solicitan el interés de todos .

Por el otro, el influjo creciente de la literatura que vienede fuera, con todas sus cargas y adherencias, cada vez más ope-rante: sí se examinan los poetas de Drake, sus nombres escla-recen el ejemplo : Vallejo, Huidobro, al tiempo que cierta vene-ración normal por Vivanco, poeta amigo ; y ahora es el momen-to de evocar otros nombre leídos y pensados en común : PanalEivard, Neruda, y—llega la hora—Bertold Brecht.

Hemos tenido en cuenta la tesis de Gramsci, su afirmació ntajante del valor de la literatura que, conecta con la historia quehacen los pueblos, su desdén por la literatura hecha en cuales-quiera torre de marfil. Y, lo que importa más, sin examinar nin-gún poeta social, planta inexistente en Segovia (salvo algun aresonancia en Jesús Tomé), llegamos a las últimas consecuen-cías: por ejemplo, Francisco Otero, premio Rodao, 1969.

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SubieronD. Diego Ramírez, D. Rodrigode Castro y el alguacil mayor ,D. Pedro de Ledesma: con varasllamaron a la puerta .Respondiero: ¿quién llama ?y los de afuera : abrid al SantoOficio. Abrieron .Dícenle al ta lAlfonso Lainez : sea preso . . .

Recuerdo—creo que puede desvelarse ya el sucedido—que ,en la discusión del Jurado de ese premio, Luis Felipe de Peña -losa se pasó la mañana preguntando sí esa prosa tan buena er apoesía . A pesar de nuestra contestación, lo preguntó una yotra vez .

' Tomo la pregunta de sus labios : ¿es poesía ?

El mozo que había embarcado . . .

Este mozo el César Carlos V de Alemania y primero de España .Porque Otero busca la raíz, la raíz .No se trata de buscar bellas frases . No se trata de emplear

metáforas, símiles, rimas, palabras, ritmos .Todo eso le deja a Otero frío . Se trata de crónica : de histo-

ria, de verdad. La verdad hace libres y es la única fuente de l abelleza, de la estética, de la poesía .

Como decía J. R. J ., todo más claro .Y es que en Francisco Otero la búsqueda de la belleza e s

inseparable del hallazgo de la verdad .Pero él se encarga de anotar los datos minuciosamente ,

con un ojo seguro y objetivo, y emplea palabras directas e inme-diatas . Todo circunloquio con respecto al tema es ahogado fé-rreamente de manera que el pensamiento resulte limpio y lógi-co, comprensible y natural .

A veces voy por la call ey miro hacía arriba para ver

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el efecto del sol sobre los tejados ,y me encuentro con una muchachaque, negligentemente, se asoma al balcón ,escruta la calle, me observa en silencio .Como un árbol en la calle, yoentonces, me revelo inesencial ,de sobra, y me quedo quieto ,paralizado como el niño cogid oen falta, y veo inexorablement eque se acerca la noche y me cobija ;pero sus ojos siguen puestos en m íy me quedo, así, quieto ,como un árbol en medio de la calle .

Se supone en dónde quedaría este poema recitado con arre-glo a las normas de la declamación .

Y sin embargo, este ejemplo universal—hombre que va po rla calle y ve a una mujer en el balcón—que tiene antecedente sen Shakespeare, en Bécquer, que vimos anteriormente en lo s«Poemas de Ayer» de Mariano Quintanilla irresuelto, quedaclarísimo. Otero se reduce a la situación : la cuenta tal ycomo es, sin trasposición ni metáfora alguna. Usa de ciertascomparaciones casi coloquiales . Y de pronto, toda la poesía queestá en la raíz de la situación se nos pone delante de los ojo scon la más grande sinceridad, como el mayor y más radica lverismo.

Las situaciones, las historias, para Otero, son poéticas po rsí mismas . La poesía no está en la elección de la palabra, sin oen la verdad de la situación contemplada . La acusación, el es-panto, la confusión—en una palabra, la emoción—, surg eespontáneamente .

Al distanciarse el tema, aparece la emoción . Esta formula-ción es reconocible.

Parece, a estas alturas, muy definitivo que el camino andadodesde los primeros ejemplos que hemos visto esta noche, es sus-tancial . ¿Es qué los poetas de este período, que tan ligeramentehe analizado, tienen un valor distinto de los entrañados poeta sdel período anterior?

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Poetas con trasfondo vivencial fortísimo, que hacen de supoesía una simple expresión de lo que es su existencia, gent ecomprometida con su palabra radicalmente, que hablan as íporque no pueden hacerlo de otra manera .

O sea, poetas . Nada de adjetivos . Nada de poetas provin-cianos. El poeta de la motivación social, poeta de álbum o d ebrindis, de café o página de periódico, pertenece definitivament eal pasado .

Hoy día la poesía sólo mueve a los poetas . Esto es la con-clusión: el círculo que abrí con «La provincia como determinantepoético» me parece cerrado por completo, porque creo evident eque las condiciones sociológicas que le mantuvieron abierto yoperante han variado de modo esencial, ya que su oferta se aceptasólo por los poetas de nación, los poetas que nacen y se hace npor virtud de su vocación. Así pues, hoy sólo puede hacers epoeta el que lo es realmente : o sea, quien siente la necesidad d ecomunicarse sustancialmente con los demás. Y es necesari oadvertir que el fuerte bagaje de instrumental que es preciso dispo -ner para comenzar a escribir poesía válida, es un condicionant eadicional a este aserto. Hacer hoy poesía es cosa difícil y es d eadvertir que elinterés del público comienza a despertarse haci aese género .

Pondría fin a esta intervención aquí mismo, si no cediese ala tentación—que es necesidad cordial—de hacer dos mencione sde justicia .

La primera es mencionar a un poeta de quien no tengo tex-tos para estudiar a mano : de Rafael Matesanz, poeta con tonsu-ra, a mi entender considerable, de quien me hubiera gustad ohacer un estudio paralelo con Jesús Tomé, que creo sería fecun-da. Pero Rafael Matesanz me perdonará esta omisión en ara sde su propia juventud, de la que emanan algunos éxitos impor-tantes, y me emplazo a realizar ese estudio tan pronto com otenga sus poemas en mi mesa, ya que hablar sobre recuerdos oimpresiones no es costumbre mía .

Y, por último, tengo que mencionar a un nuevo poeta : sellama Francisco Rodríguez . No se alarmen ustedes, por favor .Su nombre completo, además de las palabras que con él com-parto, es Francisco Javier Rodríguez Batieras . Premio Alamo

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de Poesía, 1970. Su libro nuevo se llama «La Ciudad Sumergi-da», y esa ciudad es Segovia, en donde ha vivido años decisivos ,con su familia, de la que tantos de nosotros somos amigos .

«La Ciudad Sumergida» ha sido acogida por la crítica com oun libro «sorprendentemente maduro» .

Amigo yo mismo de Javier Baixeras—nombre que le damo spara no armarnos un lío—no me he sorprendido nada al leer s ulibro . Baixeras es otro poeta radical, más entrañado con la re-tórica que su compadre Paco Otero, pero igualmente responsa-ble y exigente que él . Estos compañeros nuestros son la antíte-sis del bohemio que se puso de moda hace cíen años, y a quie nla pereza de las gentes ha edificado como arquetipo . Son gente ,por el contrario, metida en libros, en carrera de letras, que tie-nen el privilegio de mantener el hilo de la comunicación abiertocon sus contemporáneos por la frecuencia poética . Baixeras espoeta no maduro, sino madurado a sí mismo por el esfuerz oconstante, tensado por la meditación desde años muy tempra-nos, único modo de poder expresarse hoy. Un análisis de supoesía, no muy intenso—he recibido el libro hace muy poco —me lleva a la conclusión de que es autor de un poema-libro, di-fícil género que ha puesto Rosales a su altura justa . Con arregloa la técnica en cuestión, se trata de un poema-almadraba, qu earrastra largamente a su red toda una existencia y su suma d evivencias trascendentes . El autor, entre su vida y su futuro, en-tre su ayer y su mañana, se da consejos en alta voz a la vez qu ese debate .

—«Converso con el hombre que siempre vaconmigo. »

Sí, con esta frase de Machado se puede investigar este poe-ma. Y Baxeiras, desde su alejamiento de la ciudad, a la que am atristemente, busca todas las claves para entenderla, que no par acontarla .

Frases de belleza arrebatadora, poesía que se recita desd eel fondo del alma, voces que se distinguen de los ecos, torren-cialmente, tumultuosamente ordenadas, hacen de esta poesí aúltima, de esta poesía literalmente de ayer mismo, un final acor-de para la aventura que examino :

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Y, sin embargo, mira, hace unos año sunos hombres vinieron, escribieron ,sobre estas tierras : oh, «Tu me levantas» ,oh, vosotras, «colinas plateadas »me levantáis, vinieron, escribiero nde la muerte y sus causas, de la hogueradel tiempo, del retrato familiar ,del mesón, del camino, del mendigo .Se acercaron, se hicieron confidentesde la plana miseria y el rastrojo ,y en los álamos tibios vieron fecha sdonde cifras, amores donde letra sy en el olmo podrido, desgarrado ,de un milagro brotar la primavera .Temblorosos, bajaron a las cripta sa la fría penumbra en que yacía ndesde la eternidad cristos de cera ,pasearon por claustros en otro ,acariciando efigies de sepulcros ,abrazaron estatuas carcomida spor el polvo que duerme en los desvanes ;se hicieron confidentes, dieron dato sa los retablos, fechas a los libros ,nombres a los héroes . Y toda esta tierra ,disciplina del monje, voto y hábito ,sepultura, corteza, roca y soga ,fué evocada por ellos . Y alguien dij o«calcinada, no fea», «hermosa», «honda» .

Hemos llegado a un final provisional . Tanto como dure e lque aparezca un nuevo poeta : cosa de días .

Me gustaría añadir que estas menciones son absolutamentepersonales. He elegido los nombres de los poetas que he trata -do a través de estos criterios :

1 .—Los que más me gustan, o sea, aquéllos de cuya poesía m esiento más conocedor y conforme, con arreglo a afinidades

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electivas que no tienen otro valor que el de mi propia ma-nera de ser .

2.—Los de poetas en riguroso activo, de quienes esperamos—en algún caso, como el de Luis Larios, demasiado tiem-po—nuevas obras que completen su figura .

3.—Los de poetas que han sido reconocidos ya como valore simportantes en el contexto de nuestra literatura, por un cri-terio externo al personal .

Esta elección no quiere de ninguna manera ser permanent e—ni menos dejar en la sombra valor poético, ni poeta de la tie-rra alguno-- . A todos distinguiré toda la vida con mi perma-nente solidaridad, entre otras razones, por que no conozco aninguno que haya escrito poesía que sea mala persona . Decíande Góngora . . . no sé .

En fin, se me ocurre que no están acostumbrados demasía -do estos muros venerables a escuchar poesía última, desdeaños de 1950, en que albergaron el primer Congreso de Poesí aEspañola. Pero pienso, para acabar, que esta nueva apertura d eventanas le va muy bien a la Academia . Desde aquí, me vuelvoa un escaño muy cercano, y me parece ver a un amigo mu yquerido, con la mano puesta en lo que él llamaría el pabelló nauricular, moviendo los labios como si rezara, pausadamente ,asintiendo con leves toques de cabeza .

Dediquémosle todos nuestro recuerdo y nuestro aplauso .