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U N C U R S O D EE S T U D I O D E E M M A Ú S

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Editorial: ECS Ministries www.ecsministries.org www.emmaus.name

ISBN 978-1-59387-103-1

Edición Digital: 2009.06 – Primera Edición

© 2009 ECS Ministries

Traducción: William Van Ryn

Título en inglés: Men Who Met Jesus © 2006

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida en cualquier formato: electrónico, digital, mecánico, fotocopia, cinta de audio, cinta de video, archivado en sistemas informáticos o por INTERNET, sin permiso por escrito de la Editorial. No hace falta obtener permiso para citar una parte breve en un artículo.

Impreso en Estados Unidos de América

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IntroduccIón

Tú y yo nos encontramos con la gente a diario. Algunos de nuestros encuentros resultan significativos, pero la mayoría no lleva a consecuencias duraderas. Muchos cruzaron sus caminos con Jesucristo cuando anduvo por esta tierra hace 2.000 años pero, ya que Jesús era Dios en forma humana, obviamente un encuentro cara a cara con Él tenía consecuencias eternas, para bien o para mal, para riqueza o para pobreza, por poco tiempo o para siempre. En estas pocas páginas vas a aprender de tres hombres que se encontraron con Jesús el mismo día de su muerte. Aprenderás cómo cada uno respondió a Jesús y la importancia de sus respuestas.

Tu camino también se cruza con el camino del mismo Jesús aunque ya no viva en esta tierra. Al leer este librito te encontrarás con Él. Así, pues, ¡adelante! Estudia las breves reseñas de estos hombres. Dos de ellos se encuentran eternamente bendecidos debido a sus respuestas al Señor; el tercero se consume de remordimientos, ya durante muchos siglos, por la forma en que trató a Jesús. Y al leer tú, pregúntate: “¿Qué me dice Dios en todo esto?”. Lee cada capítulo con cuidado. Si se hace referencia a algún versículo de la Biblia que no aparece en el texto, busca ese versículo en la Biblia. Hallar un versículo en la Biblia se parece a encontrar la dirección de una casa: el libro bíblico corresponde a la ciudad, el capítulo en ese libro es como si fuera la calle, y el versículo corresponde a la casa. Por ejemplo, para encontrar el texto Juan 3:16 se busca el libro de


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Juan, el capítulo 3 en Juan, y el versículo 16 en ese capítulo. Para hallar el libro de Juan (o cualquier otro) consulta el índice en las primeras páginas de la Biblia o del Nuevo Testamento.

Para reforzar lo que lees, cada capítulo concluye con un corto examen en forma de unas pocas preguntas de elección múltiple. Si deseas que se revisen tus respuestas, envía el librito entero a la organización o la persona que te lo dio. De otra manera, envíalo a la dirección que aparece en la última página. El examen será revisado y el librito devuelto junto con un certificado de haber completado el curso. Te ayudaremos a resolver cualquier respuesta incorrecta y, con gusto, responderemos a las preguntas que pudieras tener.

Antes de comenzar, por favor, completa el siguiente formulario:

Nombre y apellidos: ______________________

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Dirección postal: _________________________

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LeccIón 1

El gobernante que falló a Jesús

Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.

Marcos 15:1, 2

Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues, ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de ese justo; allá vosotros.

Mateo 27:22-24

Poncio Pilato firmó el decreto de muerte de Jesucristo. Su cara de infelicidad nos mira desde los cuatro relatos de la vida terrenal de Cristo (los libros del Nuevo Testamento de Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Por su decisión de crucificar al Hijo de Dios y exponerlo


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a la ignominia pública, a Pilato se le ha marcado como un débil y como un cobarde. Se halla condenado en la Historia: un desgraciado para siempre por lo que hizo de Jesús. Y, ¿qué fue lo que hizo? Pues, hizo lo que millones de personas han hecho desde ese día hasta el día de hoy: negarle a Cristo un juicio justo.

Pilato tenía un buen conocimiento general de los hechos respecto a Jesús. Como gobernador romano, habría conocido los movimientos, el mensaje y los milagros de Jesús. Y la Biblia nos dice que Pilato conocía por qué los enemigos de Jesús clamaron pidiendo su muerte: “Sabía que por envidia le habían entregado” (Mateo 27:18).

Pilato hubiera preferido mantener su neutralidad, pero las masas que clamaban por la muerte de Jesús forzaron su decisión. Fue obligado a investigar el caso de Jesús y decidir qué hacer con Él. El hecho de que estás leyendo este curso te coloca en una posición muy parecida a la de Pilato. ¿Qué harás tú referente a Jesús?

Pilato temía a las declaraciones de JesúsPara Pilato, la vida jamás pudo ser igual después

de encontrarse con Jesús. Se habían encontrado cara a cara, y leemos que Pilato tuvo miedo (Juan 19:8). Él temía a las declaraciones de Cristo. Temía al carácter de Cristo. Temía a la crisis que aquel hombre había creado en su vida.


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Pilato temía a la invasión de Jesús en su vida personal. La historia nos cuenta que Pilato era un hombre vulgar, indiscreto y terco. Acostumbraba a salirse siempre con la suya sin importarle quién sufría las consecuencias negativas. Cuando colocamos a Pilato al lado del Hijo de Dios, no hay comparación en absoluto. Ni tampoco nosotros mismos podemos compararnos con Jesús. ¿Qué mortal podría compararse con el irreprensible Hijo de Dios?

El rostro del que ahora estaba delante de Pilato mostraba los efectos de la tortura que había sufrido. A Jesús le habían interrogado, humillado y azotado. Pilato pensaba que Jesús era débil y que lo tenía bajo su poder.

“¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?”, le dijo a Jesús (Juan 19:10). Pilato creía que era él quien mandaba, pero se equivocaba. Aunque no parecía así, Jesús era quien tenía el control de la situación.

Quizás tú también has tenido a Jesús por una persona apocada, débil e irreal, y que ejerce poco impacto o influencia en tu vida hoy día. Pero no te equivoques. Aquel hombre es el Hijo eterno de Dios. Es el Dios de toda la creación. Es Él quien va a ser el Juez final, no tú.

Pilato temía a la invasión de Jesús en su vida pública. Oye las voces de la multitud enfurecida:


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—Si a éste sueltas—, gritaron, —no eres amigo de César—. Toda su carrera dependía de este momento, pues si elegía soltar a Jesús podría verse expuesto al ridículo ante el César en Roma. Pilato en verdad no quería rechazar las declaraciones de Cristo, aunque tampoco quería aceptarlas.

¿Te encuentras tú en la misma situación en la que se encontraba Pilato? ¿Temes decidirte con respecto a Jesús porque sabes que ha de invadir tanto tu vida personal como tu vida pública? ¡Ten por cierto que así será! Desde el momento en que lo aceptas a Él, todo en tu vida cambiará. Pilato siempre dejó para más tarde su decisión acerca de Cristo, pero el asunto seguía reapareciendo. Tal vez te das cuenta de que no puedes dejar sin resolver tu decisión acerca de Cristo. ¿Qué harás tú con respecto a Jesús?

Pilato resistió las declaraciones de JesúsPilató trató de declinar el asunto. Cuando descubrió

que Jesús era de Galilea, lo mandó al rey de aquella región, Herodes.

—Esto no tiene nada que ver conmigo—, pensó. Que lo resuelva Herodes.

Pero este plan no resultó. Pronto Jesús estuvo de vuelta, y Pilato todavía tenía que decidir. Y tú, ¿andas buscando evadir el asunto? Es imposible.

Pilato trató de despedir el asunto. Les dijo a los judíos: llévenselo y júzguenlo de acuerdo a su propia


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ley. En otras palabras, ¡caso desestimado! Pero tampoco resultó. Pronto descubrió que el caso de Jesús era mucho más que simplemente un asunto religioso. De hecho, resultó ser el asunto más importante que jamás enfrentaría.

Pilato trató de discutir el asunto. Se puso a debatir con Jesús. Una y otra vez le interrogó pero no hubo respuesta.

—¿Por qué no me hablas?—, exclamó en cierto momento. Pero en realidad no había nada que hablar. Pilato conocía muy bien lo que tenía entre manos. Sencillamente tenía que decidir si hacer lo justo o lo injusto con Jesús. ¿Estaría del lado de Jesús, o en contra? Así de sencillo era el asunto. Pilato debía decidir, y tú también debes hacerlo.

Pilato trató de desviar el asunto. Primero llamó a Barrabás, un reo bien conocido, y le dio a escoger a la multitud.

—¿A cuál de los dos les he de soltar? ¿A Jesús, o a Barrabás?—. Esperaba que el gentío escogiera a Jesús y así él evitaría su necesidad de elegir. Pero la multitud eligió a Barrabás, así que Pilato tenía que decidir por sí mismo. Luego dijo:

—Le castigaré y le soltaré—. Pues esperaba así satisfacer al sanguinario gentío, pero aún clamaba pidiendo la muerte de Jesús. Nuestro mundo, en su hostilidad contra Jesús, nunca permitirá que sea fácil seguirle. En realidad, el mundo no se dará por satisfecho


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hasta que tú rechaces de lleno a Jesús. Y Cristo no se dará por satisfecho hasta que lo corones Señor de tu vida.

Finalmente, Pilato trató de deshacerse del asunto. Pidió agua.

—Yo me lavo las manos de este asunto—, dijo. Llévenlo ustedes y crucifíquenlo. Esto no tiene nada que ver conmigo.

Lo hizo para calmar su conciencia, y luego autorizó la crucifixión. Pero no hay nada en absoluto que pueda lavar la sangre de Cristo de las manos del que lo ha rechazado.

Pilato se enfrentó a las declaraciones de JesúsMuy pronto Pilato se vio obligado a decidir con

respecto a Cristo; no podía dejarlo para más adelante. Le dio las espaldas a Jesús y lo entregó para ser crucificado.

Era una elección horrible. Siete años más tarde Pilato fue destituido de toda su autoridad por el mismo César al que había querido complacer. Fue enviado a un exilio solitario. El que se había preocupado por no perder la amistad del César al final no era amigo de nadie.

¿Qué harás tú con Jesús? ¿Lo crucificarás? O, ¿le coronarás? La decisión es tuya.


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Hombres que se Encontraron con Jesús Examen 1

El gobernante que falló a Jesús

Con un lápiz, haz un círculo alrededor de la letra que corresponde con la respuesta correcta para cada pregunta. Marca sólo una respuesta.

1. Las circunstancias forzaron a Pilato a… a. crucificar a Jesús b. tomar una decisión respecto a Jesús c. despedir el caso contra Jesús d. mandar a Jesús al César

2. Ninguna persona llega al nivel que Dios establece cuando…

a. toma una decisión difícil b. se compara con Jesús c. se ve amenazada por una multitud airada d. se ve en la necesidad de elegir entre lo justo y

lo malo

3. Pilato mandó a Jesús a Herodes porque… a. quería hacerle un favor a Herodes b. Herodes había solicitado ver a Jesús c. esperaba que Herodes juzgara el caso de

Jesús para no hacerlo él mismo d. sentía lástima de Jesús


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4. Por la reacción del gentío ante Pilato podemos aprender que…

a. dada la oportunidad, la mayoría de las personas aceptarían a Cristo

b. las multitudes siempre siguen a su líder c. la multitud siempre tiene la razón d. la multitud siempre ha de rechazar a Cristo

5. El que Pilato se lavara las manos… a. nos mueve a sentir lástima de él b. no le absolvió de su responsabilidad personal

respecto a Cristo c. le absolvió de toda responsabilidad en

relación a Cristo d. le ganó una gran recompensa en su futuro

político

¿QUÉ OPINAS?¿Cuál es tu respuesta personal a la pregunta: “¿Qué, pues, haré respecto a Jesús, llamado el Cristo?”?


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