u los origenes del humanismo mexicano · los fundamentos de la religión y sus exégeta's,...

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AUTONOM P BLICADA POR LA u lVERSlD D VOLUMEN :vlEXlCO, NACIONAL x e MERO 8 ABRIL DE 1956 E J E M: P LAR $ 1.00 DE LOS ORIGENES DEL HUMANISMO MEXICANO Por Rafael MORENO M. ... el cimiento y el áHcora que da J;eremúdad (l los /,ILeblus ... ¿E.:t'isle un httlllOnislllO mexicano? N O hay un principio o una norma de sabiduría que deba conside- rarse patrimonio de un solo pueblo y menos de un solo in- dividuo. ¡ i siquiera lo griego, que fueron en verdad los que fundaron la cultura llamada occidental, pueden el' tenidos como creadores en un sentido absoluto. Sin embargo las verdade apa- recen revestidas con el ropaje de las naciones o de los sujetos que la pen- saron, pues cuando e Lberan de la suje- ción del tiempo y el espacio se convierten en herencia de todos los hombres, y ca- da pueblo, cada pensador, las reviven de una manera peculiar. Así se habla de la "paidcia" griega, de la "humanitas" latina, del "humanismo" renacentista, del "neoclasicismo". Así es lícito hablar de hunianismo mexicano. Aunque pueda argumentarse que el humanismo mejor es el que establece Un arquetipo ideal y absoluto como término de las aspira- ciones humana, y aunque e pueda decir con razón que el humanismo. de un pue- blo no es fundamentalmente distinto del humanismo de otro puebl.o, queda en pie la importancia de la interpretación que el hombre de México le haya dado. Nosotros llegamos a la historia cuando el mundo habia tenielo va muchas de sus experiencias y cuando mu- chos comensales se habían sentado va en el banquete de la 'ultura y se esta- ba sirviendo un manjar condimentado cen especies, las especies del nacimiento. De improviso un pueblo que surgió de la floración latina, trans- planta su saber ren:lC\.'nti ·ta a las nuevas y de repente aparect'mos con ciencia, derecho. teología, filosofía, lill:- ratura. clásicas latinos y griegos. La len- gua es o la de Cicerún y Horacio () la que hizo nacer l'i pueblo romano en los campos tspañoll.'. El mundo indígena nos dio su sensibilidad. Abastecidos de esta manna, con razón latina y sen si- S l' M·;\ 1': lOe 1.os oríflelli'S del hUlI/anislIlo IlIc.rifaIlO, por Moreno M. e La Feria it's Oías e /1 ftof/eo, lIIuerle y resuneccióa del lalifundio, por Emmanuel Carballo e I \)cnns de losé Carner e ll1slanlálleos de la .1lurrle de la F.sftl'l'a, por Ricardo Gari- Iny e i\'(:rho l.ófte=, !olóf/ra!o dI! México, pnr R. Flores Guerrcro e 11 isloria Docwllcn- Id de illis 1.ibros. por Alfonso Reyes e Dylan Tlrulllas, por 1-1. n. 1\1 ilrt ínez e cSl'l'ilol' y Sil lil'lII/,o (Mauricio Maf/daletlO) , por Mario Puga e Gcsl"ción \' di' Fucnlcovcjlllla ell C¡,illlalislar, por CUHodío e Arll's Plás- licas, por J. .l. Crespo de la Serna e El (l1le, por J. de la Colina e F.f Tealro, por FranCISCO Mouterde e por A. Henestrosa e Ubl'Os, por R. Lei\'a e Dibujos de J., Vi-o drio e Fotos <.le R. Salazar y acho Lopcz.

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AUTONOMP BLICADA POR LA u lVERSlD D

VOLUMEN

:vlEXlCO,

NACIONAL

x e MERO 8

ABRIL DE 1956

E J E M: P LAR $ 1.00

DE

LOS ORIGENES DEL

HUMANISMO MEXICANOPor Rafael MORENO M.

. . . el cimiento y el áHcora que da J;eremúdad (l los /,ILeblus ...

¿E.:t'isle un httlllOnislllO mexicano?

NO hay un principio o una normade sabidu ría que deba conside­rarse patrimonio de un solopueblo y menos de un solo in­

dividuo. ¡ i siquiera lo griego, quefueron en verdad los que fundaron lacultura llamada occidental, pueden el'tenidos como creadores en un sentidoabsoluto. Sin embargo las verdade apa­recen revestidas con el ropaje de lasnaciones o de los sujetos que la pen­saron, pues cuando e Lberan de la suje­ción del tiempo y el espacio se conviertenen herencia de todos los hombres, y ca­da pueblo, cada pensador, las revivende una manera peculiar. Así se habla dela "paidcia" griega, de la "humanitas"latina, del "humanismo" renacentista, del"neoclasicismo". Así es lícito hablar dehunianismo mexicano. Aunque puedaargumentarse que el humanismo mejores el que establece Un arquetipo idealy absoluto como término de las aspira­ciones humana, y aunque e pueda decircon razón que el humanismo. de un pue­blo no es fundamentalmente distinto delhumanismo de otro puebl.o, queda enpie la importancia de la interpretaciónque el hombre de México le haya dado.

Nosotros llegamos a la historia cuandoel mundo habia tenielo va muchas de susexperiencias definitiva~, y cuando mu­chos comensales se habían sentado vaen el banquete de la 'ultura y se esta­ba sirviendo un manjar condimentadocen ntll~V;¡S especies, las especies del J~e­

nacimiento. De improviso un puebloque surgió de la floración latina, trans­planta su saber ren:lC\.'nti ·ta a las nuevast~t'rras, y de repente aparect'mos conciencia, derecho. teología, filosofía, lill:­ratura. clásicas latinos y griegos. La len­gua es o la de Cicerún y Horacio () laque hizo nacer l'i pueblo romano en loscampos tspañoll.'. El mundo indígenanos dio su sensibilidad. Abastecidos deesta manna, con razón latina y sen si-

S l' M·;\ 1': lOe 1.os oríflelli'S del hUlI/anislIloIlIc.rifaIlO, por I~afael Moreno M. e La Feriad~ it's Oías e /1 ftof/eo, lIIuerle y resuneccióadel lalifundio, por Emmanuel Carballo eI \)cnns de losé Carner e ll1slanlálleos de la.1lurrle ~. de la F.sftl'l'a, por Ricardo Gari­Iny e i\'(:rho l.ófte=, !olóf/ra!o dI! México,pnr R. Flores Guerrcro e 11 isloria Docwllcn­Id de illis 1.ibros. por Alfonso Reyes e DylanTlrulllas, por 1-1. n. 1\1 ilrt ínez e l~f cSl'l'ilol' ySil lil'lII/,o (Mauricio Maf/daletlO) , por MarioPuga e Gcsl"ción \' ~.id(/ di' Fucnlcovcjlllla ellC¡,illlalislar, por AI~aro CUHodío e Arll's Plás­licas, por J. .l. Crespo de la Serna e El (l1le,por J. de la Colina e F.f Tealro, por FranCISCOMouterde e Prele.rto.~, por A. Henestrosa eUbl'Os, por R. Lei\'a e Dibujos de J., Vi-odrio e Fotos <.le R. Salazar y acho Lopcz.

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bilidad indígena, nos sentamos en elbanquete de la cultura que ya estaba ser­vido por otros. Pero fue un banqueterigurosamente nuestro y desde entoncestenemos por heredad la sabiduría uni­versal del grecorromano y el saber queha venido después.

Las letras clásicas fueron idiO'lnas vivos.

En efecto, desde la temprana épocade 1528 hubo una escuela de gramáticalatina, la del maestro BIas de BU3taman­te, a quien tiempo después Cervantes deSalazar pinta como un maestro apto paraenseñar los preceptos gramatical'es y, loque es más digno de mención, para IllOS­

trar la bel1eza de los autores latinos.Bolas de Bustamante tuvo innumerablessucesores que hicieron del latín una len­gua más importante que los dialectosindígenas y aun el español. Se sabe C1 uedesde 1536 el franciscano A rnalc10 deBasaccio enseñaba latín en la escuelade San José de los Naturales que fun­dara fray Pedro de Gante. También cn1536 se funda el Colegio Jmperial deTla!teloko, donde los niñus indios es­tudiaron, ademá's de las artes y las cicll­cias superiores, la lengua de Cicerón,con tan buenos resu!t;¡dos ,c¡ ue llega rona hablar "tan elegante latín como Tulio".Señal de la importancia de la educaciónclásica a las masas indígen;¡s es sin dudala gramática latina que, según ToribioMedina, escribió fray Maturino Gilbertien 1559, dedicada a los indios. Por otraparte Gabriel Méndez Plancarte ha pro­bado que la enseñanza del latín a la razaindígena no se limitó a la capital, "sinoque 'se difundió aun entre llúcleos indí­genas muy alejados del centro, como losTarascas de Michoacán y los Mayas".

Mayor sin duda debió ser el cultivode las letras clásicas en los medios espa­ñoles, y con el avance del tiempo, en loscriollos y mestizos. Ciertamente los fran­ciscanos, '1os dominicos, los agustinos,apenas asentada la conquista, principia­ron a fundar conventos como a\'élllz:ldasde colonización. en los que vacia r011 lasinstituciones de la Vieja España. r·);'esto los colegins superiores de los reli­giosos propalaron bien pronto palabraslatinas en los distintos rumbo,; de laN ueva España: en México, Xochimilco,Tulancingo, Toluca, Puebla, Oaxaca,Valladolid, Chiapas, Guatemala, NuevaGalicia.

De esta manera, los habitantes delNuevo Mundo, indígenas, españoles,criollos y mestizos, tuvieron desde' elprincipio una enseñanza y una educa­ción que se proporcionó y recibió ('nlengua .Jatina. Y lo que es más decisi\oen el destino de nuestra cultura, los clá­sicos se convirtieron en el alimento, almenos inicial, de los primeros mexica­nos. Dada la importancia de nuestra evo­lución espiritual, conviene recalrar que,aún antes dé la fundación de la Uni­versidad y del advenimiento cle los je­suítas, el idioma latino fue un idiomavivo, tanto o más que el español, y quclos clásicos fueron el instrumento insus­tituible de aprendizaje. Es cierto que hlengua griega no alcanzó el gracia de cul­tivo que tuvo la latina, y que esta des­igualdad habría de llegar hasta nuestrosdías. Pero no debe olvidarse que la mis­ma· situación ha privado en los países dela más' larga historia clásica. La propiaItalia, en la época en que señalaba loscarr¡inos del humanismo a Europa, tuvo

escasos helenistas. Por eso adquiere sin­gular relieve en la consolidación de lasletras clásicas en México el dominicoTomás Mercado, el cual terminó su edu­cación en la Real y Pontificia Universi­ciad y tradujo directamente del griegola Dialéctica de Aristóteles.

N uestra Universidad renacentista.

El latín y la educación humanista quetransplantaron los religiosos adqui rió lanaturaliza'ción en es'tas tierras cuand,)se fundó la Univel"sidad a scmejanzade la ] nstitución salmantina. Se sabe quela visión de fray Juan ele Zumárraga,las reiteradas peticiones de la Ciueladele México y las hábiles gestiones elelVirrey don Antonio de Mendoza, consi­guieron en 1551 las providencias ,·e.l·les que creaban la primera Univers:(bd'uel Nuevo Mundo. Las cédulas rc~\lcs

no significaron en modo alguno una clo­nación graciosa del rey o un aconte­cimiento fortuito para nuestros mayo-

UNIVERSIDAD NACIONALDE MEXICO

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res. Tanto la ciudadanía como Jos cole­gios de enseñanza superior prepararondesde años atás su asentamiento, con­vencidos sin duda de que el genio ame­ricano mostraría su capacidad para lacultura en el momento en que existiC'sela Universidad. Por esto su fundaciónvino a ser el bautizo de latinidad pa ra elNuevo Mundo. Y, erf efecto, sabemosque la gramática estaba en' manos sa­pientes y que la hermeneútica de Jos tex­ios latinos, entonces l1'amacla retór'ica,tenía por maestro a Francisco Cervan­tes de Salazar, a quien los entendidos l!:t­man "patriarca de los estudios clásico:;".A pesar de que todavía ignoramos ce­sas f unelamentales de esta época, merceda Cervantes ele SaIazar podemos eleci rque las letras clásicas nacieron en Mé­xico con vita'lidad renacentista. No s610traduj o y puso de texto en la Universi­dad las obras de Luis Vives, cuya fikt­ción renacentista está fuera de duda, sinoCjue él II1is~no es\;ribió a imitación de]maestro unos diálogos en lengua laj ina,que son para nosotros la prueba defini­tiva de que entramos al convite de bsletras clásicas por las puertas anchas delI"\.enaCJmJentó. Los G1alOgus no llegan J

una altura excepcional, pero las carac­terÍ'sticas de aquellos tiempos: la forma,que es el' diálogo tal como lo concebíanPlatón y Cicerón; la vuelta amorosa alos clásicos, y la preocupación por en­contrar un método por medio del c;n 1

se conociera con facilidad a los escr:to­res antiguos. Ni los años ni Jos cam1>:,,;de criterio han podido empequeí'íecer elmérito de Cervantes de Salazar, pues::ose ha escrito todavía en México llnmétodo para el aprendizaje de la lengualatina que 10 aventaje. Por fortuna pa­rece que los humanistas de nuestros días.en cierta manera dotados de las mismJsintenciones pedagógicas del Renacimiri1­to, 10 van rescatando de las manos ele loseruditos.

A utol1omía de los estudios clásicos.

La fundación de la Universidad, ade­más de ser el inicio del Renacimientopor la actitud ante los clásicos, lo ('S

por la independencia que estatuye paralos estudios romanos. En las órdenesreligiosas el latín es cultivado con ahincoy hasta producen latinistas eximios, peroel aprendizaje de la lengua de Cicerón110 es en sí mismo un fin o un término.En última instancia los conocimientossljpcriorcs de gramática tuvieron un valorpuramente auxiliar. Eran un medio nece­sario para que los religiosos entendiesenlos fundamentos de la religión y susexégeta's, así como para perpetuar vivala lengua de la Iglesia frente a un idiomanac;onal' cada vez más pujante. La Uni­versiclad, en cambio, establece un cicloele enseñanza que tiene por oficio inmc­diato el estudio y la comprensión de losautores latinos según las indicaciones delRenacimiento, y por eso corresponde aella, con todas las limitaciones que sequiera, la gloria de haber hecho posibleel human i'smo mexicano. Porque no exis­te humanismo, si el estudio de las kn­guas clásicas está orientado a otros finesque no sean la comprensión miSma elelidioma y la asimilación de los idealesgrecorromanos.

Con lo cual no se pretende afirn1arque la Universidad del siglo XVI hayaganado la autonomía 'plena de la's letras,

(PaS(1 a la pág. 9)

N e:::almalcoyoti

UNIVERSIDAD DE MEXICO

LOS ORIGENESDEL

HUMANISMO

MEXICANO(Viene de la pág. 2)

pues esto fue posible hasta que existióuna institución que no tuvo como coro­namiento de sus estudios la teología, yesto sucedió en la Universidad modernade Justo Sierra. Es conveniente señalardesde ahora este hecho, pues así el es­tudioso puede explicarse, tanto la men­gua del humanismo grecorromano en pe­ríodos á'lgidos de nuestra historia, comola ausencia, aún en nuestros días, degrupos que sin interrupción hayan culti­vado un humanismo vcrdadero. Por csto

resulta muy equívoca la afirmación, ge­neralizada entre nosotros, de que tene­mos cuatro siglos de un cultivo vigoro­so -del humanismo grecorromano. Loshumanistas del XVI o los del XVIII, in­cluso el selecto conjunto de jesuítas ex­pulsados, son humanistas porque vanmás allá de las limitaciones escolares.

La ratio studioruln de los /csuUas.

Cuanclo los jesuítas fundan en 1574el Colegio de San Pedro y San Pablo,está ya constituida en México lo quepudiéramos llamar nuestra tradición clá­sica. Sin hacer mengua de su contribu­ción a la cultura nacional y en especiala las letras clásicas, resulta incuestio­nable que l'a "ratio studiorum" -razón,orden, método, de los estudios- que es­tablecieron·· en sus colegios, no vino' aañadir nada fundamental a la organiza­ción de ]osesttidiós, tal como se encon­traban entre los otros religiosos y laUniversidad. Su éxito creciente, tantoque la aulas universitarias llegaron averse· .desierta.:;, .. se debió.. más a la·voca-

Juan Luis Vives

Fray Juan de· Z~lmárraga

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ción .0 dedicaCIón de los sujetos que aun SIstema distinto. Pero también debedecirse que ellos acentuaron la relativaautonomía de las humanidades, y sobretodo el c~lt.ivo de todos los clá icos yde los clasIco completos. Además la"ratio studiorum", tal como la impla~ta­r.ol~ en San Pedro y San Pablo, signi­f¡co a la vez el transplante di finitivo delas letras clásicas y la aclimatación de lasenseñ~nza~ del R.enacimiento, pues fueuna 'Sll1teslS conscIente de los métodos ylas enseñanzas de Alcalá, París y Roma.Fueron también lo je uítas los prime­ros en publicar las obras representativasdel genio latino, como son las de Cice­rón, Virgilio, Ovidio, Marcial, y los es­critos típic.os del Rena'Cimiento, comoson los de Luis Vives y Lorenzo Val·la.Comenzó así una tradición editorial a laque harán honor en el si,glo XVIII Abady Alegre; en el XIX, Montes de Oca, Pa­gaza, Casasús; en nuestros días, la Uni­versidad de México, que vicne editan louna biblioteca bilingüe de autores clási­cos grecorromanos, sin paralelo todavíaen las publicaciones de los pueblos dehabla española.

Clásicos completos.

Pudiera pensarse que las letras clási­cas que nos dieron los colegios de la'sOrdenes religiosas y la propia Univer­sidad fueron apenas trozos expurgados,en los que ya no podía hallarse la mag­nánima cultura de los griegos y los ro­manos. Pero no fue así. Durante el sigloXVI la lengua l:atina surge en toda suelegancia y en todo su esplendor, y losclásicos son conocidos sin limitaciones.No hay razón alguna, si quitamos lasvacilaciones iniciales de los jesuítas que,como Vicente Lanuchi, pidieron una en­señanza del latín basada exclusivamenteen autores cristianos, para afirmar quelos fundadores de nuestro humanismohayan considerado como gérmen de pa­ganización la I'ectura de los poetas y losprosistas completos. Fue mucho mas tar­de cuando aparecieron los tristes "auto­res seledos". Contra una edición expur­gada, por razones comprensibles, deMarcial, se puede traer a colación al"indio humanista", Nazareo, quien en 1111

escrito al' Emperador hace una larga citadel Arte de Ovidio, y cabe aclarar que es­ta característica ele nuestra tradición clá­sica no es en manera alguna privativa delos jesuitas, ni en los siglos XVI Y XVII, nien el siglo XVIII, aunqlfe sean ellos unode sus mejores exponentes. Tocio esto ex­plica de sobra la pujanza ele nuestra la­tinidad y de nuestro hUlrnnismo quehizo producir en la colonia, y toclavíaen el siglo XIX, humani'stas superioresen número y c1aridacl a los de ot1"OS pue­blos hispanos de América.

En la constitución ele un humanismomexicano de tipo renacentista, jugaronpapel importante los filósofos, para nocitar los teólogos, pues no sólo enseña­ron su arte en lengua latina, salpicandola prosa de "cocina", de "escuela", conalgunos giros clási'cos y con citas de .losviejos pensadores grecorromanos, 51110

que, auxiliados por 105 autores europ~os,

o comentan directamente a los fIloso­fas de la antigüedad o siguen 13's nue­vas orientaciones metodológicas del Re­nacimiento 'y empiezan a remozar su es­colástica mediante la asimilación de pro­blemas y doctrinas lllodernas. De estamanera filósofos como Alonso de la Ve­racruz. Rubio, Bartolomé de Ledesma,José d~ H~rreraJ TQlm\s Mercado, vie-

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nm a ser, en la historia de nuestrasideas, los fundadores reconocidos de laescolá tica tradicional que se ha conti­nuado hasta nuestros .días y de la mo­dernidad filosófica que tomó cuerpo amediadas del siglo XVllI. Lo cual, dichosea de paso, explica por qué los moder­nos y los tradicionalistas conocen porigual las fuentes clásicas.

Latinistas mexicallos.

Sería salirno del propósito decircómo influyó el predominio latino, cómopudo haber sido la constitución nacionalde haber faltado él, o cómo la lengua la­tina conyirtió al español en idioma ver­gonzante por lo menas durante tres si­glos. Lo que puede señalarse es que yaen e1' siglo XVI los mexicanos no sóloasimilaron en la fuente original la retó­rica, la moral, la política, los ideales edu­cativos, la poesía, el pensamiento de losgriegos y los romanos, sino también co­menzaron a realizar composiciones lati­nas, tanto en prosa como en verso, quehabrían de decirse al lado de las cas­tellanas en las festividades religiosas ocívicas, y en los abundantes certámenesliterarios de la época. Son famosos losepigramas de Cervantes de Salazar yotros autores, las piezas teatrales de losjesuítas y en especial dos tragedias pre­sentadas en 1578, 'las églogas y odas ma­nuscritas del también jesuíta Bernardinode Llanos. En un recuento habría quecitar a Cristóbal de Cabrera, autor de unosdísticos, publicados en 1540, que son laprimera poesía latina mexicana. Al crioHoFrancisco de Terrazas que parece ser elmás antiguo poeta nacido en México. So­bre todo, al mestizo fray Diego de Valdésque mostró a lo europeos su saber li­terario v las costumbres e historias delos indi~s en la Rhetorica Christiana, quesegún Gahriel M éndez Plancarte "exigeser comparada con la Rhetorica Eclesias­tica. casi contemporánea. de fray Luisde Granada". Además de manejar la len­gU;1 latina con una soltura y u;1a elegan­cia que re'cuerdan a Cicerón, manifiestauna \'asHsima erudición grecolatina y unconocimiento profundo de las actitudesmás caras del I\enacimiento. Un ejem­plo que no puede pasarse por alto és eldel inclio humanista don Pablo Nazareo,quien ha merecido estar al lado de Cer­vantes de Salazar y Vasco de Quirogaen la .~ntología de los humanistas delsiglo x VI. hecha por el benemérito Ga­bril'1 ilénclez P1ancarte.

\' las letras clásicas de origen europeose tornaron Illexicanas tanto porque sehicieron en México o las ejercitaronhombres relacionados directamente con::\1éxico, como porque los cultores fue­ron ya sujetos mexicanos. Pero sobretodo porque la lengua clásica empiezaa ser el instrumento para tratar a Mé­xico como tema de meditación, convi r­tiéndase así en el yínculo que nos iba aunir con la sabiduría universal del hom­bre. Mexicanísimos fueron los indios queemularon la oratoria de Cicerón, mexi­canísimos también los diálogos latinos deCervantes de Salazar, tres de los cualesestaban dedicados, como se sabe, a des­cribir la Ciudad v la l)niversidad deMéxico. El fue el' primero que no tuvoempacho en introducir palabras indíge­nas en la lengua latina, ejemplo que si­guieron más tarde fray Diego Valadés,:eleximio Eguiara y Rafael Landívar enen lo que don Federico Escobedo llama.qeórg¡cas.. Me~iqinas, Los. clásicos nos

dieron a la par una dimensión l11eX1(:anay una herencia universal.

HlIlIIanismo vital.

Sin embargo, las letras clásicas queempezaron con gran esplendor, ni el es­tablecimiento del latín como lengua vi­va, ni la asimila'ción de la cultura gre­corromana, ni la adopción de los idea­les pedagógicos del' Renacimiento, cons­tituyen de manera exclusiva los orígenesde nuestro humanismo. Con semejanteslimitaciones de nuestra tradición, malpodría probarse una ascendencia mexi­cana renacentista, ya que es corriente en­tre los especialistas afirmar que la épocacolonial no alcanzó un nuevo tipo lite-

Fmy Alonso

rario y que nuestras letras fueron unaprolongación española, ligeramen1t ate­nuada por el paisaje y suavemente teñidade color indígena.

Además del humanismo a que condu­jeron las letras clásicas, que es académi­co y docente, existe otro ligado a maneradirecta con los problemas urgentes dela conquista y la colonización. Está re­presentado por Zumárraga, Vasco deQuiroga, Las Casas, Ju:Jián Ga'rcés.Tiene por nota propia' no sólo el cono­cimiento de la lengua latina o escríbirpiezas latinas que 1'a posteridad consi­dera ría como venerables monumentos ypiedras angulares del humanismo mexi­cano, sino ante todo una voluntad férreapor crear un mundo nuevo en el quedebía realizarse Un paradigma ideal delhombre. Al hombre lo concibieron libre;preconizaron la igualdad sin distinción

UNIVERSIDAD PE MEX1CO

de raza y defendieron la dignidad de lapersona humana. .

Tal vez una de sus grande accIone'haya sido su oposición her<:ica a los ac~os

de injusticia que los espanoles comet~~n

con el indígena. Puede traerse a colaclOnpara explicar esto el cristianismo tortu­rante de Las Casas, el amor "entraña­ble" de Tata VaS'co la iluminación rena-, , .,centista de Zumarraga, la comprensl.ondel obispo García de una raza que bIenpronto "escribió en latin y en roman­ce mejor que nuestros e pañales".Mas no basta. ¿ Qué signifícacióntiene el latín renacentista de la Carta aPaulo IJI? ¿ Por qué razones el pia,d<?soprimer obispo de la Ciudad ,~e ~exlc~utiliza textos enteros del peligrosoErasmo de Rotterdam como intrumentosde evangelización? ¿ A 9u~ se debe q~leLas Casas ¡'evuelva ['os CImientos del cns­tianismo y aun eche mano de a~Jto:es

olásicos paganos para defender al mdlO?:y Vasco de Quiroga, porqué usa unac. . ' ••mezcolanza de gentihsmo y cnsttamsmoen sus alegatos, a Luciano el pagano ya Teodosio el cristiano, a Hora'cio y SanAgustín? ¿ Fué acaso un iluminado quecreyó realizar la utopía de Tomás. 'loroy los humanistas franceses en las t1er.rasdescubiertas? ¿ Es un puro recurso hte­rario el que utiliza cuando interpretala égloga de Virgilio en la que el poetacanta a una nueva era de paz y de gran­deza para la humanidad, diciendo queya los dioses han enviado de las alturasuna raza nueva de hombres y que estaraza nueva de hombres es la raza in­dígena? N o basta la explicación conven­cional de que era necesario hacer hom­bres antes que cristianos, ni es válidoel argumento sobre la racionalidad de losindios. pues estos humanistas encontra­ron seres dotados de razón. Se trata dealgo más profundo: la extensión de rahumanidad y la crea'ción de otro mundocon un hombre nuevo, el indígena.

La conjunción de los ideales del mun­do clásico, de los principios medievalesdel cristianismo y del pensamiento re­nacentísta, fue necesaria para crear lautopía humana que en el viejo mundo notenía cabida. Con esto no se quiere de­cir que América fué concebída comouna tierra utópica, sino como el lugarde asentamiento del mundo que exigíanlos ideal e rena'centistas. Y lo que esmás importante todavía, el paradigma hu­mano parece haber sido el indígena. Tales la voluntad del "humanismo vi­tal" que asistió al principio de nuestrahistoria y cuya realización, pobre ya enel siglo XVI, sería interesante perseguirhasta nuestros días.

Tuvimos nuestro Renacimiento.

Los humanistas nos meten de llenoal banquete renacentista de Europa.Ella luchó por la vuelta a los valores dela cultura griega y romana. Nosotroshicimos carne de nuestra carne los idea­les exaltados por el Renacimiento. Co­braron vida los clásicos grecorromanos.Erasmo, Tomás Moro, Vives volviero!i arenacer cuando nacíamos a la historia.Cabe insistir en que nuestro renacimien­to signi ficó también renovación, redes­cubrimiento del individuo como valor ensí mismo, y, en térmínos generales, unaomnímoda presencia humana. Lo mexi­cano del Renacímiento viene por ca!r¡inosindirectos, por el tema del hombre. Másque los lectores clásicos y más que losoradores ciceronianos, hicieron nuestro

... . parece inclinar la. bala'l1::a en favor de la Jidad Media ....

UNIVERSIDAD bE MExtcO

Renacimiento todos aquellos que, comolos griegos y los latinos que levantaronel ideal educativo y político de su pue­blo, utiJlizaron sus conocimientos greco­rromanvs para salvaguardar al hombre apropósito de la constitución de la liber­tad y la persona del indio. Así el huma­nismo que fuera europeo, fue tambiénmexicano. Se puede decir todavía más: laposibilidad de humanismo mexicano co­menzó a realizarse en el momento en queexistió la voluntad de realizar un para­digma humano, porque ésta fue la metasuprema del Renacimiento y porque éstefue el ide<lJI del mundo clásico.

Tres son los factores que confluyenen la formación de un humanismo de estanaturaleza: el mundo indígena, lo espa­ñol y el Renacimiento. Se sabe en quésentido están presentes el mundo indíge­na y el Renacimiento. La naturaleza rea­lista del español parece haber sido defi­nitiva, en cuanto que dotó a los humanis­tas de la configuración psicológica apro­piada para no detenerse en las puras le­tras, sino orientarse hacia la salvación delhombr·e en la tierra americana. Es espa-

ñol igualmente el equilibrio entre Jo pro­fano y lo ~agrado, que traj o entre otrasco,nsecuenClas una especie de humanismotelsta, cuya máxima perfección fue la teo­logía. Recuérdese que la antigüedad res­taurada por Nebrija y Cisneros incluíalos primeros tiempos del cristianismo.

Pero los rasgos españoles de nuestrohumanismo no ,le impiden tener llll fuertesabor mexicano. Si los renacentistas lIe­ga¡:Ol~ a sen~ir~e romanos en Europa, euMex¡co se sllltleron siempre identificadoscon lo l?roblemas de estas tierras y fue­ron mexIcanos a pesar de que humaniza­ban con verdades venidas del otro ladodel mar, acicateados por la incansable sedde acción que les dio el Renacimiento.

Dos Direcciones de Humanismo~

Las Casas, que ha sido calificado cer­teramente por Méndez Plancarte de "be­li'coso humanista medieval''', nos éIIyuda aestablecer la pregunta de si el humanis­mo mexicano es fundamentalmente rena­centista o medieval. El predominio indi ­cutible de la teología parece inclinar labalanza en favor de la Edad Media. Tam­bién la enseñanza de la lengua latina yla filosofía escolástica. Sin embargo, es

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quiroga vuelve explícita en las Constitu­clO~es de sus Hospitale , una idea queesta latente en los demás, a saber, la con­veniencia de establecer la civilidad den­t:o de la república indígena para hacerclL1dada nos como 10 fueron los griegos enla "polis" o los latinos en la "civitas", locual trae por consecuencia que la mi mareligión aparezca organizada en funciónde una finalidad meramente civil.

De aquí que surja en el siglo XVI unadir cción humanista del espíritu mexica­no que habrá de encontra r en e~ sigloXVIfI su plena identi ficación con lotradicio alistas y lo~ ilustrado, en 1X IX con los conservadore y 1 s libera­les, en el XX con lo' revolucionarios ..Esto nos llevaría a decir que, si bien cadaépoca tiene un ideal propio, el humanis­mo mexicano no se agota en una genera­ción, al contrario, conserva una unidaddesde el siglo XVI al iglo XX, sin quepor eso se considere una continuacióninerte del estado primero.

Por ahora es má importante señalarque nuestro renacimiento fue también, almenos en parte, una actitud espiritual decrítica a las formas medievales, lo queaunado a la incipi nte concepción del

un hecho que los humanistas del sigloXVI rompieron la unidad de la concep­ción teológica española. Por una parte,en efecto, equilibran el fin humano delRenacimiento con el criterio medieval ycon los principios del cristianismo, comohace Las Casas; por otra parte, como su­cede en Vasco de Quiroga o en los hu­manistas docentes, inclinaron la balanzaen favor del hombre y la belleza que seapuntaban ya como fines en sí, sin otroretorno que no fuera el hombre mismo.Si se conside¡-a el· tema fundamental delos humanistas, la igualdad y la personahumanas, se encontrará que lo defiendencon razones naturalistas sacadas del pen­samiento griego, sobre todo aristotélico,y por lo tanto son argumentos que se atie­nen a la pura razón y a la pura natura­leza humana, dejando a un lado el pro­blema de si ésta fue creada o no por undios. Pero también habrá que de'cir que lafundamentación.última se encuentre, en elorden de los hechos, que no en el de laexplicación teórica, en las conviccionessobre fraternidad universal, según afir­ma Vasco de Quiroga, de Dios sobre to­dos los hombres. El mismo Vasco de

hombre sin retorno a Dios, hace com­prensible que sea el humanismo el quedé origen al ideal de vida liberal, gene­roso, abierto. de tendencia y conviccio­nes democráticas, que caracteriza a Mé­xico frente a España. ¿ Pudo el simplearraigo en la tierra nueva o la reflexiónsobre sus problemas engendrar este hu­manismo, que en sus trazos fundamenta­les es más renacentista que español? y sino, ¿ cómo pudo superar la limitación desus orígenes? La aparente dificultad dela respuesta estriba en CJue de ordinariose concibe a nuestro humanismo comoel fruto exclusivo de las influencias his­panoitá1icas. Hasta el mismo Menéndezy Pelayo lo califica de esta manera. Masla apreciación es parcia:lmente falsa. Elhumanismo en cuanto comprende ]a cul­tura c1ási·ca, sea la gramática y la litera­tura sea el conocimiento de los modelosimp~recederos del genio grecorroman?,tiene sin duda sus raíces, en el renacI­miento de tipo español e italiano, perotambién en el francés. El humanismo,en cambio entendido como la afirmaciónde la pers~na humana, rebasa estos lími-

U IVERStDAD bE MEX!CO12

tes y entra en contacto vivific~nte. conErasmo, Moro y el mismo LUIs Vives. N A e H o L o P E z

"LI sabor de las cosas silllples"

Por Raúl FLORES GUERRERO

NACHO López nació en Tampico

en 1924. Sin embargo, 110 fuéallí, sino en Mérida, en dondetuvo por primera v z ]a expe­

riencia. inquietante para los ojos juve­niles, de w'ar una cámara fotográfica.Seguramente en las foto que entoncestomó con esa cámara l' horizonte apa­reció algunas veces en diagonal, la fa­milia sin pies o sin cabeza, la novia per­dida en la nebulosidad del desafoque, perolo importante desde ese momento fuésu ambición profesional de ser fotó­grafo.

Manteniendo ese propósito, cuando lle­gó a la capi tal comenzó a aprender ver­daderamente el oficio -que más tardeelevaría a la categoría de arte- can Víc­tor de Palma y en la Acaclemia Cinema­tográfica con Manuel Alvarez Bravo. Ylo aprendió bien, de tal modo que en1948 fué designado para impartir un cur­w ele técilica fotográfica en la Escuelade Periodismo de la Universidad de Ve­nezuela. Allí registró con sus cámaraslos sucesos del infeliz derrocamiento del{ómu!o Gallegos.

. . .1IJ1nS ril'rin.' Irhllu'ns q'!tl' ¡,idl'l1 1111 riqarn'lIn.

MEXICODE

FOTOGRAFORaíces de latinidad.

Tuvimos, pues, al' nacer en la historiauniversal un digno renacimiento y un"enero o humanismo./> El hombre del siglo XVI no se sienteinferior ante ningún país de Europa, por­que tiene conciencia de la grandeza es­pañola que ha transplantado a ~st~ N ue­va España, pero de manera pnnClpal" elorgullo novohispánico de Bernal DI~zpuede ser el ejemplo, porque e saulavinculado con la ('ultura europea por lalengua, por la trad.ició~ clásica, p~r la re­ligión, por la sablduna renacentista.

En la realidad histórica del pueblo na­ciente tuvieron que influir de modo di­verso' los profesores de latín como BIasde Bustamante, los retóricos como Cer­vantes de Salazar, los filósofos como frayAlonso, los varones como Zumárraga yLas Casas. Nosotros, que miramos a dis­tancia el fenómeno del siglo XVI y quepor con formación mental debemos refe­rirnos a esta época con conceptos gene­rales, afirmamos la existencia de un hu­manismo mexicano que resumió los másnobles fines de un fenómeno, tambiéncomplejo, conocido con el nombre de Re­nacimiento. Compuesto por humanistasen el sentido literario de la palabra, dedi­cados a la enseñanza de las lenguas clá­sicas y al cultivo dd espíritu; por hu­manistas en el orden filosófico y mora'!;por humanistas creadores de pueblos ydefensores de! hombre. En conjunto, elhumanismo mexi'cano del siglo XVI esun movimiento que estuvo en contactocon el pueblo y sus propios problemas.Para nuestros humanistas casi no existela tranquilidad horaciana de aquellos re­nacentistas europeos que gustaron de re­tirarse del vulgo profano. Aquí está unade sus características y tal vez la explica­ción de por qué nuestro humanismo tuvopor bandera la dignidad de la personahumana, la igualdad de los hombres, lafe en la fuerza de la razón, 10 que diódesde los primeron tiempos un caráctercomún a nuestro pueblo.

Merced a este humanismo, México,q~e entonces parecía ser América, reci­bIó Jos mejores ideales de España, deItalia, de Francia e Inglaterra. Recibiólas inquietudes de Arias Montano y N e­brija, del renacimiento itálico, de LuisVives y sus discípulos, de Tomás Moro,de Erasmo y su escuela. Hizo suya latradición entera del genio helénico y la­tino. Con tales elementos América vinoa ser un nuevo mundo con un nuevo tipode hombre.

Por esto no nos resulta vano repetirque el humanismo grecolatino es uno delos elementos vitales de la fisonomía es­piritual de México y el fundamento dela cultura mexicana. Con cuánta razónha observado Alfonso Reyes que la la­tinidad es el único trampolín desde el cualMéxico puede lanzarse a dar su grito enel consorcio universal. Aquí está el ci­miento y el áncora que da perennidad alos pueblos. N o tenemos ni debemos bus­car otro. Pero tampoco habremos de con­fundir lastimosamente con el humanismoe! mundo académico arti ficial que mu­chas veces ha impedido el contacto de loshombres con su propia tierra o el cono­cimiento de sí mismos. Tampoco habre­mos de mostrarnos necios separando el I

saber uno del hombre, como si la cienciafuese extraña a lo humano.