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¡DEJA DE FUMAR DE UNA VEZ!

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vanessagil.com tu felicidad al desnudo

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Tu felicidad al desnudo La felicidad como nunca te la habían contado

Vanessa Gil

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Tu felicidad al desnudo. La felicidad como nunca te la habían contado 1ª edición Copyright © 2018 Vanessa Gil Registro de la Propiedad Intelectual de Asturias Todos los derechos reservados Ilustración de portada de Ay Alis Fotografía de Vanessa Gil www.produccionescm.es Créditos del resto de imágenes disponibles en www.vanessagil.com/condiciones-de-uso

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Índice

Hola, soy Vanessa Gil 4

Antes de empezar… 5

¿Qué es para ti ser feliz? 7

Comencemos cuestionando las cosas… 10

¿Quieres la píldora roja o la azul? 12

Creencia nº1: “Tienes necesidades que satisfacer para ser feliz” 15

Creencia nº2: “Necesitas alcanzar logros, ser reconocido y tener éxito” 17

Creencia nº3: “Necesitas ser aprobado y querido por los demás” 19

Creencia nº4: “La realidad se interpone entre tú y tu felicidad y a eso le llamas problemas” 22

Creencia nº5: “Sufrir es humano” 27

¿Qué tienes que hacer entonces para ser feliz? ¿Cómo liberarte de lo que te perturba? 31

¿Te animas a ir más allá? ¡Subiendo de nivel!: No has venido al mundo para cambiarlo, sino para AMARLO 35

Bibliografía de referencia 40


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Hola, soy Vanessa Gil

Hola, soy Vanessa Gil y en mi web www.vanessagil.com te ofrezco recursos para inspirarte, comprenderte y mandar TÚ sobre tu mente… como el contenido que tienes ahora en tus manos que deseo de corazón te haga bien. Cafés para tomar y para llevar, reflexiones, libros, guías, artículos y mucho más... que tienen un único propósito: que salgas de aquí mejor que cuando entraste. Te hablo desde mi humilde enfoque personal (subjetivo y parcial, claro está), pero también desde mi experiencia profesional y con más sincera intención de serte útil y de que los materiales que aquí encuentres te acompañen con naturalidad y cariño en tu camino. Con reflexión, pero sin sufrimiento. Con sencillez, pero sin simplicidad. Por eso te hablo a ti si, como yo, quieres mayor claridad, conciencia y motivación en tu vida. Y quieres lograrlo de una forma NATURAL, serena y humana, sin “técnicas” ni “métodos”. Si deseas suscribirte a mi lista de correo, compartiré contigo (con moderación, sin spam y hasta cuando tú quieras) mis nuevos posts, material inédito y mi serie de descargables listos para personalizar e imprimir Palabras Personales. Asimismo te informaré de novedades, eventos, descuentos, y promociones.

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Antes de empezar… Tengo que confesarte algo antes de empezar: me he resistido mucho a escribir un material en cuyo título aparezca la palabra “felicidad” (y para más inri, ¡la he utilizado dos veces!). Me he resistido porque hay palabras que, por más importantes que sean, están tan manidas que oírlas no nos produce ya ningún efecto. O produce un efecto negativo. En mi caso, siento que nos intentan manipular tanto con esta palabra, que sólo oírla me chirría y me pone a la defensiva: “a ver qué me va a contar ese charlatán”. Porque yo parto de la base de que tú y yo somos iguales: seres inteligentes y con acceso a nuestro interior. Luego, ¿acaso me creo iluminada y te voy a desvelar la verdad de tu vida y las claves de tu felicidad eterna y permanente? Por supuesto que no, eso por descontado. Pero al final me he rendido y la he utilizado. Y la razón de ello es que hay muchas palabras y tópicos que a fuerza de utilizarlos mal, se han desgastado y han perdido a nuestros ojos su verdadero sentido. Pero sólo a nuestros ojos. Porque, si somos capaces de olvidarnos el mal uso que se le da a la palabra, ¿cómo no pensar en la felicidad? ¿Cómo es posible que la humanidad haya avanzado tanto en comodidad, velocidad, tecnología, placeres, entretenimiento… pero no hayamos resuelto, al menos a grandes rasgos, el tema de la felicidad? He escrito este material para ti con toda mi honestidad y sentido crítico, pero también sabiendo que es probable que leerlo active todas tus resistencias. Te pido, por favor, que leas esta sencilla, pero provocadora guía con toda tu apertura mental. No te pido que seas crédulo, ni siquiera que estés de acuerdo… sólo escucha, por favor. Y permítete reposar las ideas dentro de ti el tiempo suficiente como para dialogar con ellas, cuestionarlas y, finalmente, aceptarlas e integrarlas en tu sistema… o desecharlas.


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Con este contenido pretendo que: Descubras las 5 “verdades” que te mantienen programado e infeliz y

que acabes con ellas de una vez por todas. Y aún más, que desnudes la “verdad” más simple y reveladora de tu

programación por la que no terminas de ser feliz. Aprendas, en definitiva, cómo tu misma vida puede ser otra.

Mi sugerencia personal: Puse el símbolo de una mano , tras algunas ideas que me parecen especialmente potentes y en las que te sugiero que te detengas. A tu gusto, por supuesto, sólo es una sugerencia Me encantará saber si resuena en ti y recibir tus comentarios en mis redes sociales (Facebook & Instagram) y/o en mi web, ¡te espero!

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¿Qué es para ti ser feliz? Cuéntame: ¿cómo ves tú esto de la felicidad?

o ¿Es algo que postergas para cuando alcances tus logros, para cuando termines tu terapia o tu libro de autoayuda o quizás para cuando cambie esa situación que tanto te perturba…?

o ¿O es algo que experimentas en efímeros instantes de “iluminación” y que enseguida se esfuma porque enseguida viene algo que lo estropea?

o ¿Eres de los que piensan que la vida es breve y vas de placer en placer, evitando el dolor y aguantándolo como puedes cuando no logras evitarlo?

o ¿O eres de los que piensan que a la vida hemos venido a aprender y te tomas cada mal rato casi con estoicismo y crees salir fortalecido de cada trance?

o … Reconozcámoslo: nuestra vida es como una montaña rusa, siempre de arriba abajo, según nuestras alegrías o nuestros disgustos, nuestros éxitos o nuestros fracasos, las personas que nos hacen bien o las que nos perturban… y no somos capaces de pasar los días sin enfados, ansiedad, frustración o tristeza. Y así, hemos conformado nuestra idea de felicidad. Y creemos, pues, que ser feliz es un estado ideal de bienestar en el que: Alcanzamos y mantenemos nuestros logros. No tenemos dificultades ni nada importante fuera de control. Nos sentimos contentos y de buen humor. …


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Y como eso lo tenemos grabado a fuego en nuestro ser, lo queramos o no luchamos por ello. Y por eso la publicidad es capaz de ponernos “los dientes largos” con tanta facilidad: basta con mostrarnos ese modelo ideal que no tenemos, para que nosotros despreciemos nuestra realidad y anhelemos la que nos enseñan… aunque sea ficticia. Si nos enseñan a estar siempre insatisfechos, siempre seremos susceptibles de ser controlados . Porque nadie puede vendernos nada que no necesitamos. Con el paso del tiempo, estos mismos medios, conscientes del cambio de conciencia que estamos experimentando, nos venden sus mismos productos de siempre, pero con nuevos lemas más en la onda del “carpe diem”, que conectan más con nuestra actual forma hedonista de ver la vida: aprovecha el momento, disfruta de lo simple, diviértete… Como decía el protagonista de la película “Belleza oculta”, interpretado por Will Smith, al principio de la historia, a todas las personas nos mueven las mismas cosas: el amor, el tiempo y la muerte. Todos deseamos ser queridos, todos queremos tener más tiempo y todos tememos morir. Sólo con que seas consciente de cuál es tu “elemento” predominante, sabrás con qué tipo de mensajes te seducirán los medios. Así que tus redes sociales se llenan de frases maravillosas que apelan a tu sabiduría y a tu capacidad para disfrutar de las cosas sencillas. Las lees, les das al “me gusta”, te dices que son muy ciertas y hermosas… pero da lo mismo. Porque tu vida sigue igual. Tus problemas no cambian. Y tu insatisfacción vital vuelve a ti a la menor oportunidad.

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¿Qué es para ti la felicidad?, te pregunto. ¿Dónde encuentras tú la felicidad? Creo que los seres humanos solemos pensar que alcanzamos la felicidad de dos maneras:

a) En los deseos que cumplimos y en la aprobación que obtenemos: nuestro título, nuestras medallas, nuestros logros, nuestro estatus, nuestro nivel de vida, nuestro trabajo, nuestro tiempo de ocio, nuestra pareja, familia, amigos…

b) En la realidad que nos rodea: los acontecimientos alegres, los golpes de suerte, las alegrías inesperadas y la ausencia de problemas.

Y, para ser más exactos, en que haya un poco de todo… y, puestos a pedir, que se nos vea. Porque, ya que nos pasamos la vida tratando de impresionar a los demás y de obtener autoafirmación, pues que los demás puedan ver lo felices que somos: que se nos note.


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Comencemos cuestionando las cosas… Para leer esta guía, como te decía, te pido que seas receptivo. Pero estar abierto a las cosas no significa ser crédulo. Significa pasarlas por tu filtro personal, analizarlas…: cuestionarlas. Y así quiero empezar yo. Seguro que conoces la célebre pirámide de necesidades de Maslow, en la cual se jerarquizan las necesidades humanas desde las más básicas a las más elevadas y se nos dice que hasta que no satisfacemos las del orden inferior no podemos satisfacer las superiores. Es más, se nos dice que nuestra necesidad se vuelve más acuciante conforme ascendemos por la pirámide:

Bien. Me parece una teoría interesante y aunque está ampliamente aceptada, creo que si tú y yo queremos que esta guía cumpla su propósito, tenemos que cuestionar este planteamiento en lo que tiene de relación con la felicidad porque en la mente de todos residen más o menos estas ideas:


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o La idea jerárquica de la felicidad: una cima a alcanzar. o La idea de que la felicidad se obtiene alcanzando hitos, unos

superiores a otros, en categoría y tiempo (los posteriores mejores). o La idea de que la felicidad está compuesta por una multiplicidad de

aspectos. Quiero destacar esto último: la felicidad está compuesta por una multiplicidad de aspectos. Observa bien: en la parte de abajo están las necesidades vinculadas a la subsistencia, es decir, las biológicas y las referidas a la seguridad. No quiero entrar en ellas porque son tan básicas que creo que de su satisfacción no depende nuestra felicidad, sino más bien nuestra humanidad. Pero sí quiero que te fijes en las siguientes porque quizá nunca las has cuestionado; destaco algunos conceptos: Necesidades sociales: asociación, afecto… Necesidad de autoestima: reconocimiento, éxito… En otras palabras, con esta pirámide que, la conozcamos o no, todos tenemos de alguna forma interiorizada, asumes sin rechistar 5 “verdades” o creencias básicas:

1. Tienes necesidades que satisfacer para ser feliz. 2. Una de tus grandes necesidades está vinculada a tus logros, a ser

reconocido y tener éxito. 3. Tu otra gran necesidad es ser aprobado y querido por los demás. 4. La realidad que te rodea se interpone a menudo entre tú y tu

felicidad y a eso le llamas problemas. 5. Si no satisfaces tus necesidades (si tienes problemas) sufres

porque, al fin y al cabo, sufrir es humano.


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¿Quieres la píldora roja o la azul?

La película “Matrix” muestra que en el futuro las máquinas y las inteligencias artificiales que hemos creado nos dominarán y se nutrirán de nuestra energía mientras nos mantienen conectados a través de nuestra mente a una realidad virtual, que no existe (hum… como que me quiere sonar esto… ;-)). Al protagonista le ofrecen la posibilidad de tomar una píldora azul, para mantenerse conectado a esa irrealidad programada y agradable; o una píldora roja, que le permite ver la realidad tal y como es, mucho menos idílica, con sus luces y sus sombras, como la tuya y la mía. Teniendo en cuenta que las personas normalmente no queremos curarnos de lo que nos hace sufrir y que sólo buscamos alivio para seguir tirando, ¿qué píldora elegirías tú? Porque la verdadera causa de tu infelicidad es tu programación . La tuya, la mía, la de todos… todos tenemos el mismo software, todos estamos programados y conectados a una serie de cosas que no son reales, sino construcciones mentales, pero que lejos de hacer nuestra vida idílica y agradable, sólo nos alejan de la posibilidad de vivir nuestra realidad de una forma más auténtica, positiva y constructiva. Esa programación existe desde el inicio de los tiempos y supongo que se fue creando con el fin de “educarnos”, de doblegar nuestra naturaleza salvaje y nuestra libertad individual en pro de las necesidades del grupo. Algunos de los aspectos de tu programación son necesarios para el funcionamiento de la vida social, pero existen otros que te limitan muchísimo… que te amargan la vida, día tras día, hasta el final.


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Porque te vas a morir, ¿sabes? Sí, sí, todos lo sabemos, “la muerte es la única gran certeza que tenemos en la vida” y todo eso. Pero no, no… de veras. Tu vida se acaba. Cada día un poquito. Y si no eres consciente cada día de esa porción de vida que se te está escapando tontamente entre los dedos porque vives programado según tu cultura y tu sociedad, no saldrás del bucle jamás. Dicen que los budistas viven cada día con un pajarillo posado en su hombro al que le preguntan “¿es hoy?”: ¿es hoy cuando voy a morir?

¿Demasiado existencialismo por hoy? Bien, no mires a tu pajarillo ni se lo preguntes, pero pregúntate cada día si en el caso de que hoy murieras estarías en paz y feliz con tu vida. Porque la muerte no es algo que siempre les pasa a los demás, tarde o temprano nos toca, a nosotros o a alguien muy cercano. Y no nos educan para morir, no es un tema de conversación, no se habla en las escuelas, ponemos nuestros tanatorios y cementerios lejos de nuestras casas… cuando es una de las pocas cosas que nos unen a todos los seres vivos por igual. Siendo un fenómeno universal, parece mentira que siga siendo casi un tabú. Y si no un tabú, algo… bueno, algo que no parece muy vital, algo que da “mal fario”. La publicidad sólo habla de vida y juventud, como si fuese un estado que se pudiese comprar y mantener cuanto queramos. Cuando, si lo piensas bien, no hay nada más vital que hablar de la muerte: “¡oye, que esto se acaba!, ¿qué hago para que de hoy en adelante mi vida sea muchísimo mejor?”. Pero claro, la publicidad no habla de ello. ¿Por qué? Fácil: porque no puede darnos las respuestas . Por eso no nos hace estas preguntas.

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Yo quiero que a partir de hoy vivas cada día no con el manido lema de “como si fuese el último”, ¡no!: ¡como si fuese el primero! Cada mañana nos dan un día nuevo por estrenar. Vamos a intentar desprogramarnos para ser libres de verdad, no con la “libertad de salto de playa” que nos vende la publicidad. Sino con esa libertad que no se ve a simple vista pero que una vez que la descubres impregna toda tu vida: vivir sin miedos. ¿Te imaginas?

¿Qué harías con tu vida si no tuvieses miedo? Así que comencemos desnudando las 5 “verdades” o creencias básicas que hemos “tragado” sin masticar y que tenemos asumidas sin haberlas cuestionado, ¿estás preparado?


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Creencia nº1: “Tienes necesidades que satisfacer para ser feliz” Observa bien que no se dice “deseos”, sino necesidades. No hay nada de malo en desear ser querido, reconocido y tener éxito. Pero observa que partimos de una base muy discutible: decimos que son “necesidades”. Existen dos clases de “deseos”:

a) Deseos de cuya satisfacción no depende tu felicidad: son estupendos porque estimulan tu motivación y tus anhelos de crecimiento. Si se cumplen, te alegras; y si no, buscas otras compensaciones.

b) Deseos de cuya satisfacción depende tu felicidad: son estas “necesidades” de las que hablamos o lo que los budistas llaman apegos.

Nuestra cultura nos ha educado para tener apegos: deseos de cuya satisfacción depende nuestra felicidad. ¿Por qué? Fácil: porque es así como podemos ser manipulados . Somos como el burro que para que tire del carro hay que ponerle una zanahoria delante. La “gracia” es que ya ni nos hace falta cochero: nosotros mismos nos colgamos delante nuestro apego y… “p’alante”.


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¿Significa esto que debes matar todos tus deseos y vivir como un monje? No. Significa que es mucho más práctico que vivas con deseos de cuyo cumplimiento no dependa tu felicidad. Porque los deseos de cuyo cumplimiento depende tu felicidad, es decir, tus apegos, son la causa de tu infelicidad. Así de simple. Hasta que no eliminas tus apegos, no eliminas tu sufrimiento. Dirás tú: “pero es que eso es ser humano”. Exacto. Ahí está la clave: nos han educado que para sentirnos humanos, normales, hemos de tener apegos, amor insano hacia cosas y seres que bajo ningún concepto pueden ser sustituibles. Si no, no somos humanos . “¿Cómo no vamos a sentirnos tristes si nos deja nuestro mejor amigo?”. Pero piensa una cosa: si vas por el campo aspirando la fragancia de cientos de flores, si te faltase una no te sentirías mal, ¿verdad? ¿Por qué con otras cosas sí nos sentimos mal? Tu mejor amigo te rechaza y aunque el planeta esté lleno de millones de potenciales amigos, tú quieres ese amigo único e insustituible para sentirte mal y despreciado si decide apartarte de su vida. ¿Te estoy diciendo entonces que las personas son sustituibles? No, en absoluto. Lo único que te digo es que una mesa es más estable cuantas más patas la sostienen. Es puro sentido práctico. Aquello a lo que atribuyes la causa de tu felicidad es la causa de tu condena pues si te falta, te sentirás perdido.


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Creencia nº2: “Necesitas alcanzar logros, ser reconocido y tener éxito”

Decíamos que una de tus grandes necesidades está vinculada a tus logros, a ser reconocido y tener éxito. Sin embargo, allá donde encuentres tu felicidad…

… tu salud, … tu título, … tus medallas, … tus logros, … tu estatus, … tu nivel de vida, … tu trabajo, … tu tiempo de ocio,

… está tu prisión. En cada “sin esto yo no puedo ser feliz” está tu condena . Si sigues con la idea de que para ser feliz necesitas comodidad, cierto tipo de vida, ciertos logros y condiciones… y todo lo que la sociedad te ha enseñado que es esencial para tu felicidad, estás programado . Si deseas estas cosas, pero sientes que si no las alcanzas puedes ser feliz igualmente, enhorabuena, tomaste la píldora roja. Pero si las deseas convencido de que de alcanzarlas depende tu felicidad, tomaste la píldora azul. Y si es así, creo humildemente que estás en un error. Y si quieres permanecer en tu error, a lo largo de tu camino sólo encontrarás alivio cuando vayas consiguiendo tus hitos, pero no cura, no conseguirás ser feliz para siempre, que supuestamente es lo que tanto anhelas. Porque cuando pierdas alguno de esos logros…


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… cuando tu título se haya quedado obsoleto y no te sirva para tus fines profesionales, … cuando pierdas tu trabajo, … cuando te veas obligado a reducir tus gastos y tu nivel de vida, …

vuelta a empezar porque, de nuevo, tendrás que luchar por obtener lo que crees que necesitas para ser feliz. Y cuando lo alcances, te volverás posesivo y ansioso con el objeto de tu felicidad. Y cuando te aferras, tu felicidad muere . Y no muere sólo cuando la pierdes, sino ya en tu propio intento de no perderla. Así que si alguna vez te preguntas por qué eres feliz, en realidad la pregunta debería ser por qué no lo eres.

La felicidad es incausada y si algo la causa, te volverás posesivo con ello por miedo a perderla.


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Creencia nº3: “Necesitas ser aprobado y querido por los demás” Insisto: allá donde encuentres tu felicidad… … tu pareja, … tus hijos, … tu familia, … tus amigos, … está tu prisión.

En cada “sin esta persona yo no puedo ser feliz” está tu condena, por más que nuestra cultura nos diga que esto es el amor, que esta forma de amar es la virtud suprema. Así que si tu felicidad depende de alguien no es felicidad: es tensión, inquietud… es miedo .

Y pensarás “pero es humano necesitar a los demás”. Nuestra cultura nos dice que es lo normal, que tenemos que depender los unos de los otros. Para aprender, para cooperar y construir nuestra sociedad es obvio que sí, pero no podemos depender de alguien para ser feliz. Muchas personas que no soportan la soledad creen que su mal se cura en contacto con los demás, pero no es cierto: se cura en contacto con la realidad, es decir, comprendiendo que en realidad no los necesita . Y es entonces cuando puede disfrutarlos de verdad porque no hay tensión alguna. Disfrutamos verdaderamente de los demás cuando no los necesitamos: cuando no esperamos nada de ellos, ni nos importa qué piensan de nosotros, ni si nos quieren, ni si somos capaces de impresionarles…


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Sólo cuando no necesitamos a los demás podemos amarlos de verdad. Cuando los necesitamos no podemos amarlos porque no podemos comprenderlos. Estamos llenos de nosotros mismos y sólo esperamos obtener algo de ellos para satisfacer nuestra necesidad. Y para lograrlo recurrimos a lo que sea: tratamos de halagar, aprobar, gustar, seducir, impresionar… o lo que es lo mismo, manipular y controlar. Y a este intercambio comercial, a este regateo en el que si nos dan lo que necesitamos, decimos “te quiero” y si no, no, le llamamos “amor”. Y así nos va porque desde niños aprendimos que debíamos sentirnos felices cuando nos dicen que somos buenos o hacemos algo bien y desdichados cuando nos dicen lo contrario. Es decir, según la tecla que nos pulsen (aprobación/reprobación) obtienen de nosotros una cosa u otra. Y nosotros hacemos lo mismo con los demás. Y lo hacemos en todos los ámbitos. Me pregunto qué sería del cine y sus comedias románticas si de pronto se empezase a analizar esta cuestión a fondo, y es que el enamoramiento vende tanto… pero, ¿qué es en realidad enamorarse? Reconozco que no me gusta admitirlo, pero creo que cuando nos enamoramos estamos llenos de nosotros mismos, proyectamos en el otro una ilusión, que es lo que amamos, y esto nos produce emociones exaltadas a las que nos hacemos adictos. Y el otro hace lo mismo con nosotros.


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Por eso al principio de nuestras relaciones tememos decir toda nuestra verdad: porque tememos que el otro se desilusione. Porque, en el fondo de nuestro ser, sabemos que el enamoramiento se alimenta de ilusiones, de personas que en realidad no existen. En otras palabras: en el enamoramiento se da una manipulación para poder poseer a nuestro objeto de deseo. Y así, convertimos eso que llamamos “amor” en un egoísmo refinado en el que cuando decimos “te amo” lo que en realidad queremos decir es “me apego a ti para aliviar mi vacío, para darme placer, para paliar mi soledad…”. Un egoísmo que ni siquiera revela amor a nosotros mismos, tan sólo a nuestro ego, porque ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros mismos en libertad… así que ¿cómo amar entonces a los demás?

Por eso cuando el tiempo inevitablemente nos muestra la realidad de lo que somos, en muchos casos nos desenamoramos. Y adictos como somos a nuestras emociones, buscamos nuevos estímulos que las activen…


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Creencia nº4: “La realidad se interpone entre tú y tu felicidad y a eso le llamas problemas” ¿Por qué no eres feliz en tu realidad? “Porque es injusta, negativa, frustrante, agotadora, triste…”, y una sarta infinita de adjetivos con los que quizás me responderías. Pero piensa, por un momento, en la vida real. No en tu vida personal, sino en la vida natural al desnudo, en nada humano o construido por las personas. Intenta hacerlo de una forma objetiva, es decir, sin atribuir ningún juicio ni sentimiento a lo que ves: el cielo, los árboles, los animales… Una realidad bastante estable a la vista humana, con sus pequeños o grandes cambios, las estaciones del año modificando el paisaje, el ciclo vital de cada ser vivo… Ésa es la realidad , lo objetivo que te sustenta, que nos sustenta a todos. Ése es el planeta al que has venido. Ésa es la realidad objetiva básica que cambia de manera constante, pero de forma lenta y casi imperceptible para nosotros en nuestro día a día. Ahora afina más. Piensa en las ciudades, construidas por las personas. Obras que se crean y se destruyen. Tecnologías que se inventan y que rápidamente son sustituidas por otras.


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Y afina un poco más. Piensa en los sistemas que sustentan nuestro estilo de vida. Cómo te comunicas, cómo te trasladas, cómo realizas tus tareas de subsistencia básicas, cómo trabajas, cómo buscas trabajo, cómo te entretienes en tu tiempo libre, con qué cosas llenas tus tiempos muertos… y percibe cuán sofisticados se han ido haciendo todos estos procedimientos respecto a tu realidad objetiva básica, al mundo natural que te sustenta . ¿Te estoy diciendo que dejes todo y te vayas a vivir a una cueva? No. Sólo que seas consciente de que los seres humanos venimos de la naturaleza y a medida que nos hacemos más sofisticados y complejos también hacemos que esto de vivir y de vivir feliz sea algo más complicado. En el mundo occidental nuestra vida se ha hecho más cómoda, menos dura… pero más compleja. Y termina de afinar. Ahora piensa en la cantidad de contenido que llena tu cabeza desde que naciste, las cosas que te “programan”: las cosas que te han enseñado que “deben ser”; las cosas que te han enseñado que “deben ser”, pero tú no deseas; las cosas que tú deseas, pero que te han enseñado que “no deben ser”; las cosas que tú deseas y “deben ser”, pero no logras alcanzar… ¡Buf! Y ahora no pienses en cosas, piensa también en personas y comportamientos humanos: piensa en esas personas “que te han herido”, “que te han decepcionado”, “que te han abandonado”… esas personas que no son contigo como tú deseas. Si yo fuera un extraterrestre que acabase de aterrizar aquí y me enterase de todo esto, me subiría de nuevo en mi nave y ¡volvería a mi planeta! Porque ser humano y feliz es, como poco, un desafío.


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Hemos ido de viaje de lo macro y objetivo a lo micro y subjetivo: desde la realidad que te sustenta hasta tu realidad más personal. Y ¿qué hemos visto en el camino? Que venimos al mundo con un programa de serie instalado en nuestra cabeza por nuestra cultura acerca de cómo debe ser el mundo y nuestra vida. Pero, ¿qué sucede?

Que como la realidad no tiene nada que ver con nuestro programa, puramente teórico e idealista, todo lo que no se ajusta a esta programación lo percibimos como problemas. ¿Pero sabes una cosa? La realidad es. Es. Ahora mismo es así, simplemente. Y para ser feliz lo primero que realmente necesitas es ver, comprender y aceptar la realidad tal y como es, no tal y como tú eres o deseas. Sin perturbarte ni castigarte. Así que si tú no tienes la culpa de que la realidad sea como es, ¿por qué dejarte perturbar por ella? A la realidad le dan igual tus planteamientos, tus “debería ser”, tu idealismo, tus esfuerzos por cambiar la naturaleza de las cosas… Sin embargo, la sociedad nos premia el heroísmo de querer “cambiar el mundo”, los libros de autoayuda nos premian el esfuerzo de “cambiarnos a nosotros mismos”. Y yo no digo que seamos perfectos y no podamos mejorar a nivel interior. Ni que no haya cosas que mejorar en el mundo, por supuesto que las hay. Pero que en el mundo haya menos hambre, violencia y destrucción, no hace que las personas (ni ellas ni yo) sean más felices; hace que las personas tengan la oportunidad de vivir con más seguridad y en mejores condiciones. Es una cuestión de derechos humanos básicos. No de felicidad.


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En la vida tú, como personaje individual, no importas nada. Ni tú, ni yo ni nadie. Es la vida la que importa. Ella sigue su curso. Y sólo cuando tú comprendes esto y te fundes con ella, puedes ser feliz . Así que el mundo no es problemático. La realidad, no es problemática . Comprende bien esto:

Si no existiera la mente humana, no habría problemas Todos los problemas los crea la mente como resultado del permanente choque entre nuestra programación y la vida real . Entre tus deseos y la realidad. Toda perturbación está en tu cabeza, no fuera de ti, no en el mundo; está en ti. Estamos acostumbrados a pensar que los problemas existen en la realidad, en los demás, en la vida… pero esto es simplemente falso. Si no… … ¿por qué la lluvia alegra el día de unos y amarga los planes de otros?, … ¿por qué una promesa incumplida indigna a unos y produce la indiferencia en otros?, … ¿por qué un rechazo hunde a unos y refuerza a otros? … ¿por qué en ciertas culturas un estudiante que suspende se suicida y otro se lo toma a “chufla”? … ¿por qué la vejez sume en la apatía a muchas personas mientras que otras conservan intacto su interés por seguir vivos?


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¿Qué otros ejemplos te vienen a la mente de cosas que en un determinado momento te parecieron categóricas, inamovibles… y luego descubriste que otra persona afronta de otra manera?, ¿o tú mismo afrontaste de modo distinto en otro momento de tu vida? ¿Por qué? Porque el problema no está en el hecho real, sino en nuestra programación. Y nuestra programación incide directamente en nuestra actitud y en nuestra reacción. Programación Así, si nos decimos “si esto no sucede como espero, no seré feliz”, pues no seré feliz. Fácil, ¿no? Porque lo que tú crees que es verdad, es verdad para ti. No hay más.

Es más fácil responsabilizar a los demás, a la realidad, al mundo, a Dios, a la vida… Pero dicen que la madurez es llegar a vivir sin culpar a nadie, ni a los demás, ni a tus padres (¿puedes comprender a tus padres?, ¿puedes entender qué poca maldad hay en ellos, cuánta buena voluntad, cuánta ignorancia y confusión…?, eso es amarles ). Ni siquiera te culpas a ti mismo. Sólo ves lo que no va bien y te pones manos a la obra, eso es todo.

¿Significa entonces que eres responsable de todo lo que te pasa? Por supuesto que no, ¡sólo faltaba!

Pero sí eres el único responsable de que eso que te sucede

te perturbe, te robe tu felicidad

Actitud = forma en la que nos explicamos la vida Reacción = cómo elegimos sentirnos y comportarnos


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Creencia nº5: “Sufrir es humano” ¿Sabes que es vivir como un rey? Vivir como un rey no es tener poder. Los poderosos tienen miedo a perder su poder y son esclavos porque necesitan mantenerlo. Vivir como un rey es vivir libre de sufrimiento. Quiero decirte algo:

El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional

Pero estamos programados por nuestra cultura con la idea de que “si no sufro, no soy humano”. No cuestionamos esta idea, aceptamos que el sufrimiento forma parte de la vida. Y ni cuestionamos esta idea ni queremos salir de ella, tan sólo buscamos alivios pasajeros a nuestro sufrimiento. Sin embargo, estamos equivocados: el dolor forma parte de la vida, pero el sufrimiento (que es lo que hacemos nosotros con ese dolor) no. Y si te estás preguntando si se puede ser feliz con dolor, ¡por supuesto! Si eres capaz de ver, comprender y aceptar tu dolor, puedes ser feliz. Porque el dolor existe, por supuesto que existe… pero el sufrimiento sólo surge cuando te resistes al dolor. Si tú aceptas el dolor, el sufrimiento no existe. El dolor no es inaguantable, porque tiene un sentido comprensible. Cuando lo encuentras, el dolor es sólo dolor, no te conduce al sufrimiento. El sufrimiento es la fricción interior que sientes cuando tus apegos chocan contra la realidad.


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Me gusta usar esta metáfora para ilustrar estas ideas: si en un día de lluvia un coche pasa por tu lado y te salpica llenándote de barro, ¿qué haces? Yo comprendería que te enfadases si ibas a una reunión importante o hasta que te disgustases si era tu mejor traje… pero un rato solo, ¿no? ¿O te quedas dentro del charco, regodeándote en el lodo hasta que se hace de noche, enojado con tu mala suerte, frustrado por no tener más dinero para comprarte otro traje, obsesionado con castigar al culpable de tu desdicha…? No, ¿verdad? Si en este caso lo lógico y lo práctico es salir del charco cuanto antes, tratar de limpiar las manchas o de regresar a casa a cambiarte si te da tiempo… ¿por qué en el resto de cosas de tu vida que te causan dolor te regodeas en él y no te pones manos a la obra, sin más? Así que ¿realmente quieres ser feliz?, ¿realmente estás dispuesto a sentirte menos “humano”, según el patrón establecido de lo que es ser “humano” (o sea, eternamente sufriendo por algo)? Nos han enseñado a sufrir cuando alguien nos desaprueba, nos rechaza, nos abandona… nos han adiestrado para depender emocionalmente de los demás. Si ves a un mendigo por la calle, es fantástico que comprender su necesidad te haga reaccionar para satisfacerla, pero ¿a quién beneficia que además te sientas mal y te autocastigues al ver su situación?, ¿a quién beneficia que en lugar de una, haya dos personas sufriendo? Otro ejemplo: imagina que ves a una persona maltratando a un niño. Lo que está haciendo es, a todas luces, injusto, vejatorio, cruel y debería ser impedido. Es más, ves posible que tu intervención sea positiva y acabe con esa situación inmediatamente. Pero, ¿qué haces en realidad? Quizás intervengas, no lo sé, pero lo que con casi toda seguridad harás será perturbarte: sentirás nerviosismo, inquietud, ira… ¿por qué? Porque es lo que has aprendido: “cuando alguien obra mal, debo perturbarme”. Es lo “humano”, nos decimos, “cosas de la empatía”, te dirás… Pero, ¿de verdad es lógico que si alguien actúa mal te castigues tú?, ¿por qué?, ¿cuál es tu culpa?


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Los que nos programaron debieron de temer que si no nos perturbábamos, nunca actuaríamos. Parece que si no nos tocan la “fibra sensible”, si no nos duele, no reaccionamos, ¿pero de verdad es esto así?, ¿no es más bien al revés: que cuando algo nos duele nos quedamos

bloqueados, con menos energía y menos capacidad de percepción y nos cuesta más reaccionar de forma positiva y equilibrada? Piénsalo: ¡No es práctico! Así que no te engañes ni le eches la culpa a tu sensibilidad y empatía , que son estupendas para percibir y poner solución a las cosas, pero no pueden ser la excusa para que te dejes arrastrar y sufras. No me gusta usar ejemplos de profunda pobreza en mis escritos porque creo que están muy manidos y porque creo que quizás para ti, que lees estas páginas, es una realidad demasiado lejana (o eso deseo). Pero a veces los extremos ilustran: Seguro que sabes lo que es un rickshaw, un vehículo típico de países asiáticos donde la tracción no la ejercen caballos, sino personas. Personas que, según cuentan, no suelen tener precisamente una larga vida y terminan muriendo de tuberculosis.


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Cuenta Anthony de Mello que conoció en Calcuta a un hombre que tiraba de un rickshaw llamado Ramchandra, a quien un día le compraron su esqueleto en vida por el equivalente a diez dólares, pues tanta era su miseria. Mello estaba muy sorprendido porque Ramchandra nunca parecía preocupado, así que le preguntó: —¿No estás preocupado? —¿Por qué? —replicó él. —Ya sabes, por tu futuro, por el futuro de tus hijos... —Bueno, yo lo hago lo mejor que puedo, pero el resto está en manos de Dios... —Pero —insistió Mello—, ¿y qué hay de tu enfermedad? Te hace sufrir, ¿no es cierto? —Un poco… pero tenemos que tomar la vida como viene —fue su respuesta. “Tomar la vida como viene”, seguro que lo has oído antes. Seguro que alguien te lo ha dicho alguna vez con tono de resignación… ¿o de aceptación? Porque no es lo mismo. Cuando nos resignamos, sentimos tristeza y falta de energía vital. Cuando aceptamos las cosas, conservamos nuestra fuerza interior como el bambú, que durante sus primeros años parece que no crece porque lo hace hacia abajo, hundiendo sus raíces hasta lo más profundo, preparándose para el espectacular crecimiento que le espera después… Pues ahí estaba Ramchandra, con su habitual buen ánimo. ¿No te parece increíble? Vivir sin preocuparse. Y coincidirás conmigo en que este hombre tenía más motivos que tú y que yo para vivir preocupado. ¿Era entonces menos “humano” al vivir con dolor pero elegir vivir sin sufrimiento?


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¿Qué tienes que hacer entonces para ser feliz? ¿Cómo liberarte de lo que te perturba? ¡Sorpresa!: La respuesta a ambas preguntas es…

¡NADA! 1. Para adquirir tu felicidad no puedes hacer absolutamente nada.

Pero ¿sabes por qué? ¡Porque ya la tienes! Tú eres felicidad y alegría, naciste con ella. Toda la vida está impregnada de felicidad… y de dolor también, claro que sí. Pero no de sufrimiento. Nosotros nacimos llenos de felicidad, observa a cualquier bebé, no estoy revelándote nada del

otro mundo. Pero el sufrimiento “corre de nuestra cuenta”. Nosotros obstruimos nuestra felicidad todo el tiempo. ¿Cómo? con tristeza, ansiedad, soledad, ira, conflictos, desesperación… ¿Qué te quedaría si eliminases todo esto de tu vida? ¡Felicidad en estado puro! Los budistas dicen:

"Cuando el ojo no está obstruido, el resultado es la visión; cuando el oído no está obstruido, el resultado es la audición; cuando la boca no está obstruida, el resultado es el gusto."


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Y Mello agrega:

"Cuando la mente no está obstruida, el resultado es la verdad;

y cuando el corazón no está obstruido, el resultado es la dicha y el amor."

Así que elimina la obstrucción y serás feliz. Pero no esperes que tu cultura te ayude. La sociedad, al igual que tú, sufre de lo mismo. No desea la felicidad: desea estímulos, emociones. Así es como nos dicen que debemos sentirnos vivos. La publicidad está inundada de sensualidad (y sexualidad, por descontado). ¿Por qué? Porque las emociones nos provocan ansiedad por conseguirla o mantenerla y en este aleteo incesante somos esclavos . Somos como monos que saltamos cuando nos tiran de la cuerda. Y a eso le llamamos “ser humano”. Mi historia favorita en este sentido es aquélla en la que una mujer va a una panadería a comprar cada mañana y el panadero la trata siempre con descortesía. Un día un amigo le pregunta “¿y por qué compras siempre el pan ahí con lo mal que te trata el panadero?”. A lo que la mujer responde: “¿y por qué debería decidir el panadero dónde compro yo mi pan?”. ¡Qué grande!, ¿no? Sé sincero, ¿tú actúas como la mujer de la historia? Te confieso que yo no… Pero de eso se vale nuestra cultura porque es muy fácil manejarnos: basta con conocer nuestros previsibles resortes y accionarlos en el momento oportuno.


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2. Y para liberarte de lo que te perturba tampoco tienes que hacer nada. Te lo garantizo: no tienes que “hacer” nada. Sólo comprende tu programación, obsérvala y deja que siga su curso.

Cuanto más trates de “arreglarla”, más la alimentarás y fortalecerás .

Del mismo modo que tu cuerpo tiene su propia capacidad autocurativa y sana tus heridas, tu naturaleza irá cambiando y disolviendo tu programación, sólo ayúdala limitándote a observarla. Vivimos identificados con nuestro cuerpo, nuestros sentimientos y nuestros pensamientos. Pero cuando somos conscientes de que no somos nada de esto sino la conciencia que es capaz de observar todo ello (porque si no, no podríamos observarnos), nos damos cuenta de que, por consiguiente, no somos nuestro sufrimiento, no somos eso que tanto nos perturba. En otras palabras: la vida no es dañina contigo, la vida es fácil; es tu programación la que te daña .

Así que revisa tus sufrimientos:

o ¿Perdiste a alguien? o ¿Se vinieron abajo tus planes? o ¿Te traicionaron o rechazaron? o ¿Qué es lo que te perturba en estos momentos…?

No tienes que hacer nada, ni cambiar tú, ni cambiar a los demás. Cualquier cosa que hagas te hará más desdichado porque lo único que va a cambiar tu sentir es tu nueva comprensión de la realidad.


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Sólo tienes que observarte a ti mismo y tu vida “desde fuera”, con objetividad, sin juzgarte ni justificarte, sin criticarte ni autocompadecerte. Porque cuando etiquetas las cosas y a las personas, ya no ves las cosas ni a las personas como son: sólo ves su etiqueta. Y entonces vives al personaje, no a la persona.

Así que observa tu dolor, date cuenta que proviene de tu interpretación de un hecho y no de la realidad misma. “Desidentifícate” de tus creencias, de tu ideología, de tu programación, de tus creencias falsas… y entonces tus resistencias se disolverán, tu apego

desaparecerá y podrás tomar distancia frente a tu perturbación. Estás apegado porque pensaste que esa persona o ese plan te haría feliz. Pero ahora sabes que eso es falso y eres libre. ¿Las cosas se arreglarán solas tal y como deseas? No lo sé: las cosas seguirán su curso natural , pero tú las comprenderás y afrontarás como nunca lo habías hecho hasta ahora. Sin preocupación ni sufrimiento. Con una paz inusitada, con serenidad y con confianza en la vida, pase lo que pase.


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¿Te animas a ir más allá? ¡Subiendo de nivel!: No has venido al mundo para cambiarlo, sino para AMARLO En mi web expreso:

× La felicidad NO es un estado de euforia constante (e imposible), ni la ausencia de dificultades y de cosas que escapan a tu control.

♥ Creo que ser feliz es ver, comprender, aceptar y, por fin, amar la realidad tal y como es, no tal y como eres o deseas. Sin filtros ni vendas. A lo largo de estas páginas hemos hablado de ver, comprender y aceptar la realidad tal y como es. Pero en la frase anterior también se incluye el término “amar”. Amar tu realidad… de tan idílico suena hasta cursi, ¿eh? Pero estoy tan convencida de ello que quiero compartirlo contigo. Para ello, retomemos la idea con la que empezamos: la pirámide de Maslow, cerrando así, de paso, el círculo. Recordemos esas necesidades que hemos cuestionado: Necesidades sociales: asociación, afecto… Necesidad de autoestima: reconocimiento, éxito… ¿Quieres que te cuente un secreto? ¡Es mentira! Cuando eras un niño, sí, totalmente de acuerdo, ¿pero ahora? ¿De veras crees que eso es lo que necesitas para ser feliz?

Necesitamos más amar que ser amados, que no te engañen .


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Y no necesariamente tiene que ser un amor personal y único, si no las personas que no tienen pareja ¡iban dadas! Hay muchas formas de vivir, con relaciones más íntimas o sin ellas, con más interacción social o con menos… ¡da lo mismo! No hay un estándar, que no te engañen.

Ama tu vida y serás feliz, sea cual sea tu vida

¿Lo has oído antes?, ¿te parece una idea demasiado simple?, ¿te cuesta aceptarla?, ¿esperabas algo más complejo y rebuscado?, ¿más sofisticado y revelador quizás…? Lo más profundo y verdadero se expresa siempre con sencillez. La esencia de tu felicidad está en el amor que tú eres capaz de sentir y de dar, en tu capacidad para amar el mundo que te rodea. Así que si quieres pensar que tienes alguna necesidad, sólo hay una: amar. Y no permitas que lo cursi de la frase nuble tu entendimiento, escucha: Si esperas a amar la realidad (tu situación, tu trabajo, tu pareja, tu hijo, tu amigo...) cuando sea como tú deseas, es posible que no la ames NUNCA. Y si no la amas nunca, no serás feliz NUNCA . Radical, ¿no? Pero cierto. ¿Significa eso que tienes que conformarte con tu realidad y forzarte a sentir un amor que hoy por hoy no sientes? No. Significa que debes ver y comprender tu realidad sin filtros ni vendas, sin excusas. Debes ser capaz de ponerle nombre a lo que vives y sientes, con valentía.

https://www.google.es/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=imgres&cd=&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwi31sT3wpXSAhXCvRoKHQomAtsQjRwIBw&url=https://quitarvelo.wordpress.com/2014/11/08/dr-carlos-amodei-habla-sobre-la-megaestafa-vihsida/&psig=AFQjCNF2RW16bCnHU0UjsNl6iQ51QmZ7hQ&ust=1487365641480777


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Y elegir, como intento explicar en mi web: 1. Cambiarlo… si puedes (y te corresponde a ti cambiarlo). 2. No cambiarlo… y resignarte a sufrir. 3. Cambiar tu enfoque. Cambiar tu enfoque es tu libertad última, algo que sólo depende de ti y que nadie puede arrebatarte. Pero en cualquiera de los tres caminos que elijas, debes ser consciente de que tu felicidad no vendrá

1. Si logras cambiar tu realidad. 2. O si te resignas a ella. 3. Ni siquiera vendrá si cambias tu enfoque solamente. Tu felicidad sólo vendrá cuando seas capaz de amar tu realidad, sea la que sea. Esté en proceso de cambio o no. Haya cambiado o no. ¿Te estoy diciendo entonces que cualquier persona sea cual sea su situación puede ser feliz? Sí, exacto. Si es capaz de amar su realidad será feliz. Porque amar tu realidad significa que has sido capaz de verla sin filtros ni autoengaños, de comprenderla y de aceptarla. Es decir, que has sido capaz de salir de tu programación. Que eres libre . Y aunque la situación te cause dolor, eres capaz de vivirla con desapego, sin sufrimiento, consciente de que por mala que sea, como todas (también como las buenas), pasará. Es más, precisamente porque no estás apegada a ella conservarás la energía necesaria para cambiarla si está en tu mano. Y en tu mano estará también que cuando pase, lo haga sin llevarse consigo tu serenidad ni tu felicidad.


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Y para ello tendrás que lidiar día a día con la creencia más fuerte que nuestra programación nos ha inculcado, la gran condición para nuestra felicidad: para ser felices tenemos que cambiar el mundo, a los demás, a nosotros mismos… Esto es simplemente mentira.

Para ser feliz lo que necesitas no es cambiar, sino COMPRENDER .

Comprenderte a ti mismo y a los demás. Eso es todo.

El cambio ya vendrá si ha de venir, sucederá de forma natural como seres vivos y en evolución que somos. No has venido al mundo para cambiarlo, sino para amarlo.

Pero nos cuesta, ¿eh? Estamos acostumbrados a ponerle condiciones a la vida, a amar las cosas sólo si son las que queremos y como queremos . Porque es más fácil (e infantil, admitámoslo) amar lo que nos gusta, lo que es agradable, lo que afín a nosotros, lo que se ajusta a nuestra forma de ser y de ver la vida…

Bien, no te fuerces a amar, no finjas un amor postizo, pero ábrete, sé que puedes hacerlo:

- Trata de observar el mundo con amor: con compasión, en el mejor sentido del término.

- Cuida tu lenguaje: así como hablas al mundo te hablas a ti, trata de ser positivo, sincero y útil con tus palabras.

- Sé práctico: trata de buscar el lado positivo que tiene CUALQUIER situación.

- Sé amable: que es una de las formas más rápidas de sentirse bien. - …


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Sólo estáte atento: trata de ver, comprender y aceptar tu realidad, que el amor vendrá solo. No tienes que hacer nada más.

“Todo no pide sin mi aprobación, mi buena voluntad, mi comprensión amorosa (…),

aprender a amar al mundo y a no compararlo más con algún mundo deseado e imaginado por mí,

con algún arquetipo de perfección inventado por mi cerebro, sino dejarlo tal como es, y amarlo e integrarme con él a gusto (…).

Lo único que persigo es poder amar al mundo, no despreciarlo, no odiarlo a él ni odiarme a mí mismo,

poder contemplarlo –y con él a mí mismo y a todos los seres– con amor, admiración y respeto”.

(Hermann Hesse, “Siddhartha”)

Estoy a tu lado, si lo deseas.

Un abrazo,

PD: Si este material te ha inspirado y motivado, será un honor que lo compartas con los demás (o que les animes a suscribirse a mi web si quieren seguir recibiendo contenidos de este tipo). Pero céntrate en ti y no trates de convencer a nadie de nada: “No intentes enseñar a cantar a los cerdos: pierdes el tiempo… e irritas al cerdo” ;-)

https://vanessagil.com/cafesparatomar/

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Bibliografía de referencia

ALBOM, M. (2007): Martes con mi viejo profesor. Maeva, Madrid. BLAY, A. (1991): Personalidad y niveles superiores de conciencia. Índigo,

Barcelona. DE MELLO, A. (2008): Redescubrir la vida. Lumen Argentina, Buenos

Aires. DE MELLO, A. (1986): La iluminación es la espiritualidad. Curso completo

de autoliberación interior. Apuntes de un curso impartido en Barcelona. HESSE, H. (1987): Siddhartha. Plaza & Janés Editores, Barcelona.

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