tú no tienes que estar sola

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Tú no tienes que estar sola por Gary y Marlene Harbaugh El Dr. Harbaugh y su esposa Marlene sirvieron por once años en el pastorado. Durante los ocho últimos años, el Dr. Harbaugh, un psicólogo clínico fue profesor de cuidado pastoral y de consejería en el Seminario Luterano Trinidad en Columbus, Ohio. Ambos han estado activamente involucrados a través de los años ministrando a parejas de pastores. En este artículo ellos comparten lo que aprendieron de las esposas de seminaristas y pastores sobre la soledad. Estar solo no siempre es malo. De hecho, a muchas mujeres les agrada el tener un "tiempo a solas". Tratar de conocerse y de conocer las profundas verdades de la vida requiere una reflexión personal y privada. Y un signo de saludable autoestima es nuestra habilidad para sentirnos cómodos con nosotros mismos cuando no hay nadie alrededor. La soledad no es un problema cuando se experimenta cómo estar a solas, la elección de apartar un tiempo de la presión de las demandas externas con el propósito de ponernos en contacto con nosotros mismos y con Dios. El estar a solas es importante para cualquiera. La soledad es algo diferente del estar a solas. La soledad es algo no elegido, es sentirse apartado de aquellos que amamos o con quienes queremos estar. La soledad es un espacio vacío que anhela ser llenado. La soledad, para la esposa de un ministro, puede ser un deseo desesperado de querer hablar con su esposo al verlo salir por la puerta a ministrar a otros. La soledad puede ser un sentirse excluida de conversaciones o de grupos de otras mujeres porque hay una pequeña diferencia por ser esposa del pastor. La soledad se puede sentir como aislamiento de la familia y amigos durante las vacaciones, pero decidiendo que tu lugar es con tu esposo, aunque sepas que él estará en cualquier lugar menos en casa. Cuando tu esposo tiene un tipo de vocación que involucra

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Page 1: Tú No Tienes Que Estar Sola

Tú no tienes que estar solapor Gary y Marlene Harbaugh

El Dr. Harbaugh y su esposa Marlene sirvieron por once años en el pastorado. Durante los ocho últimos años, el Dr. Harbaugh, un psicólogo clínico fue profesor de cuidado pastoral y de consejería en el Seminario Luterano Trinidad en Columbus, Ohio. Ambos han estado activamente involucrados a través de los años ministrando a parejas de pastores. En este artículo ellos comparten lo que aprendieron de las esposas de seminaristas y pastores sobre la soledad.

Estar solo no siempre es malo. De hecho, a muchas mujeres les agrada el tener un "tiempo a solas". Tratar de conocerse y de conocer las profundas verdades de la vida requiere una reflexión personal y privada. Y un signo de saludable autoestima es nuestra habilidad para sentirnos cómodos con nosotros mismos cuando no hay nadie alrededor. La soledad no es un problema cuando se experimenta cómo estar a solas, la elección de apartar un tiempo de la presión de las demandas externas con el propósito de ponernos en contacto con nosotros mismos y con Dios. El estar a solas es importante para cualquiera.

La soledad es algo diferente del estar a solas. La soledad es algo no elegido, es sentirse apartado de aquellos que amamos o con quienes queremos estar. La soledad es un espacio vacío que anhela ser llenado. La soledad, para la esposa de un ministro, puede ser un deseo desesperado de querer hablar con su esposo al verlo salir por la puerta a ministrar a otros. La soledad puede ser un sentirse excluida de conversaciones o de grupos de otras mujeres porque hay una pequeña diferencia por ser esposa del pastor. La soledad se puede sentir como aislamiento de la familia y amigos durante las vacaciones, pero decidiendo que tu lugar es con tu esposo, aunque sepas que él estará en cualquier lugar menos en casa.

Cuando tu esposo tiene un tipo de vocación que involucra estar dispuesto "al llamado" las 24 horas del día, entonces habrá tiempos cuando las demandas del trabajo y las necesidades de la familia entrarán en conflicto. La mayoría de las esposas de ministros entiende esto, y lleva la situación graciosamente. Pero cada una de las esposas se siente sola algunas veces y, otras esposas, solas la mayor parte del tiempo.

Karen es un ejemplo de muchas de las esposas de seminaristas y pastores que hemos encontrado a través de los años durante nuestro trabajo con las parejas de ministros. Karen y Carlos se habían casado mientras estaban en el seminario. Sus sentimientos de soledad comenzaron entonces. Carlos era estudiante y trabajaba medio tiempo. Ni siquiera el embarazo de Karen menguó la soledad que ella sentía. Creyó que la solución llegaría cuando Carlos se graduara, el seminario era el culpable. Al dejar las clases y tener un trabajo regular se solucionaría su problema. Por fin, Carlos sería pastor y ellos

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podrían tener una familia más normal.

La excitación de entrar a su primer pastorado mantuvo a Karen ocupada por un tiempo, pero pronto la vieja y quejosa sensación de aislamiento volvió. Pronto Carlos tuvo que irse otra vez, no sólo durante el día, sino también por las noches. Cuando él estaba en casa, estaba leyendo periódicos religiosos o trabajando en su escritorio sobre su sermón. Nadie sabía lo sola que Karen se sentía, y esto reforzaba su aislamiento. Sí, ella hablaba con algunos miembros de la congregación casi todos los días, pero los llamados a menudo eran para el pastor o relacionados con algún evento de la iglesia.

Cuando llegó el llamado a su segundo pastorado, Karen se ilusionó con que las cosas fueran diferentes. Los niños, ahora eran dos, estaban más crecidos, y supuso que la ayudaría trabajar medio día fuera de la casa. El trabajo la contactó con otros adultos, pero veía a Carlos menos tiempo. Para entonces, la soledad era su forma de vida. La situación no cambió sus sentimientos. Aunque su oficina era como una colmena por la actividad, el estar ocupada todo el día no era la respuesta a su soledad. La verdad era que el trabajo era una máscara a su sentido de desolación. Sólo el luchar con el tema ayuda a encontrar soluciones profundas.

SOLEDAD: ¿QUÉ HAY EN ESTA PALABRA?

Solo, solitario, soledad, aislamiento. Un reciente estudio entre las mujeres de un seminario destacó que la soledad era uno de los tres problemas más serios que encaraban las esposas de seminaristas.

Un estudio similar entre esposas de pastores, durante su primer o segundo año en el pastorado, mostró que la soledad y el aislamiento continúan siendo uno de los mayores problemas. Como la clave para dar un efectivo tratamiento es tener un diagnóstico adecuado, el entender la soledad depende de comprender lo que yace detrás de la palabra, la conducta que está causando el sentimiento.

¿CUÁLES SON LOS MODELOS?

Karen experimentó sentimientos de soledad desde que se casaron. En el seminario, ella se sentía sola porque Carlos estaba muy preocupado con sus libros. Luego se sintió sola en el primer pastorado porque Carlos tenía que salir mucho de la casa. En su próximo pastorado, el trabajo fuera de casa de Karen ayudó, pero su soledad continuó.

Cuando hay patrones de conducta reiterativos que son problema tanto para la esposa como para el esposo, es importante descubrir qué significan estos patrones. En el caso de Karen, ella se había casado en el seminario y se sintió sola desde entonces, así que su soledad en el pastorado no fue porque era la esposa del pastor.

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DIFERENCIAS EN LA PERSONALIDAD

La soledad de Karen estuvo relacionada más con el tema de las relaciones que con Carlos. En el caso de él su enfoque era poner como prioridad el trabajo hecho, sin importar cuánto tiempo involucraba. No eran las demandas del seminario o del pastorado que mantenían a Carlos fuera del hogar, sino su personalidad. El seminario reforzó su forma de trabajar y falló en enseñarle sobre estilos de liderazgo alternativos y delegación de responsabilidades. Si un pastor está orientado hacia el trabajo y no aprendió a manejar su tiempo o a trabajar a través de otros, le parece que no tiene otra posibilidad más que trabajar hasta que la tarea esté cumplida. Karen asumió que la forma de Carlos en su pastorado era la única posibilidad de llevar a cabo el ministerio. Pasivamente aceptó la conducta de Carlos en lugar de su necesidad de hablar con él.

Por ejemplo, Karen habría necesitado hablar con Carlos sobre el matrimonio y las necesidades de la familia. O podría haberle ofrecido ayuda para descubrir formas alternativas de encontrar tiempo para las responsabilidades familiares. Para su propio bienestar y por la salud de su matrimonio, Karen no necesitaba ser la sufriente silenciosa. Las esposas que no hacen conocer sus propias necesidades a sus esposos a menudo encuentran que su resentimiento crece. En cambio, ellas pueden tomar la responsabilidad de expresarse apropiadamente referente a sus sentimientos, necesidades y deseos. Si un pastor/esposo no satisface sus pedidos, no será porque él no sabe lo que su esposa necesita. La honesta comunicación de los genuinos sentimientos es crucial para luchar con el tema de la soledad.

CONFLICTOS NO RESUELTOS

Una posibilidad afín era que la soledad que Karen experimentaba no sólo era un reproche por las diferencias de personalidad entre ella y Carlos, sino de problemas no resueltos en su relación. A veces un esposo encuentra razones para irse y estar ocupado cuando la alternativa es enfrentar el desagradable hogar. Cuando la gente experimenta la fatiga matrimonial, la reacción natural puede ser tanto pelear como correr. Hay pastores y sus esposas quienes creen que la ira no es un sentimiento agradable, entonces evitan el conflicto. Una de las formas de mantener un problema de relación a la distancia es yéndose del hogar. Por supuesto, la huida no es una alternativa saludable porque el problema no se va. En su lugar la relación generalmente se vuelve menos satisfactoria.

Tanto la marcada diferencia en las necesidades personales como los problemas no resueltos en el matrimonio sugirieron a Karen y Carlos que necesitaban encontrar una tercera parte objetiva, que les ayudara a trabajar a través de la situación. En pequeñas comunidades o con pocos recursos de aconsejamiento, esa alternativa no siempre es fácil de encontrar. Un inmenso número de hospitales tienen un capellán que ha sido entrenado como supervisor clínico en educación pastoral. Personal de apoyo o grupos de discusión pueden ser de ayuda junto con el supervisor. Además cada vez más

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iglesias están proveyendo de aconsejamiento pastoral accesible a pastores y sus esposas sin necesidad de que la pareja tenga que seguir el orden jerárquico de la iglesia. Si bien es difícil para toda pareja reconocer que tienen problemas y que no los pueden solucionar por sí mismos, a veces unas pocas sesiones con un consejero puede revivir la buena comunicación marital y ser el primer paso hacia el cierre del hueco del aislamiento.

¿QUÉ HACE LA DIFERENCIA?

Para Karen y Carlos, fue comenzar a cerrar ese hueco mientras asistían a un retiro de su denominación para parejas de pastores. Allí, Karen comenzó a enfrentar su soledad y darse cuenta que había cosas que ella podía hacer para luchar contra ese sentimiento. Fue sólo cuando asumió su responsabilidad personal sobre su soledad que ella comenzó a experimentar algunos cambios en sus sentimientos. Karen comenzó por compartir sus verdaderos sentimientos con su esposo. Cuando dejó de reprochar a su esposo por sus sentimientos, y en su lugar expresó su deseo de hacer algo para ayudarse, Karen encontró que Carlos era comprensivo y la contenía.

ENCUENTRE UNA AMIGA

Después de discutir los pro y contra con su esposo, Karen hizo un esfuerzo especial para desarrollar una amistad con una mujer dentro de la congregación en la que ambos confiaban. Sin embargo, si no te sientes cómoda en compartir con alguien de la congregación que pastorean, busca a alguien fuera de la congregación, alguien que sea buen oidor. No esperes a que alguien te busque. Toma el primer paso. Esto puede ser difícil, especialmente para la introvertida esposa del pastor, pero es importante por tu autoestima que asumas responsabilidad sobre las necesidades personales.

¿Cómo decides quién puede ser una amiga empática? La esposa de otro pastor puede ser una buena elección, porque ella automáticamente entenderá el contexto ministerial. Puede ser, también, alguien que esté involucrado en un servicio a la comunidad y que sea sensible al desgarramiento emocional y que siempre trata de ayudar a otros. No comiences por contar toda tu historia a cualquiera. Cuenta un poco a la vez y observa cómo son tratados cada uno de los segmentos. La confianza no se crea en un momento. Espera caminar despacio. Recuerda la diferencia entre explicar y quejarse. También recuerda ser una buena oidora. Tu amiga puede ser otra Karen, ¡con su propia historia!

ESTABLECE UNA BASE DE APOYO

Eventualmente, Karen decidió que no sólo necesitaba una amiga, sino también un grupo de contención como alternativa para su soledad. Ella y su amiga decidieron comenzar con una clase de gimnasia. Sus deseos de hacer ejercicios desarrollaron una amplia base de amistad y aliento para Karen. Hay sin embargo, una trampa en los grupos de apoyo, no siempre son de ayuda. Un grupo de apoyo no es contenedor si sólo es un grupo que atrapa. Las clases de grupos que son alentadores son las que no sólo facilitan la

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expresión de los sentimientos sino que también son buenas sugerentes de acciones para resolver los problemas.

A veces no es fácil establecer la dinámica de un sistema de contención. Pero, frecuentemente las denominaciones ofrecen programas de enriquecimiento diseñados para los pastores y sus familias. Hace veinte años tales oportunidades, si las había, eran sólo para el pastor. Hoy, muchas denominaciones proveen de programas en los cuales los pastores y sus esposas pueden renovar su relación y aprender nuevas técnicas para administrar el tiempo y equilibrar el trabajo y la recreación. Los líderes de tu denominación están más interesados que tú en ayudar a las familias de los pastores para que sean lo más saludables posibles. Los recursos denominacionales y ecuménicos son muchos y están creciendo.

SATISFACE LAS NECESIDADES DE OTROS

A medida que Karen creció en la compresión de su propia soledad, comenzó a ser más sensible a otros que estaban solos en su propia congregación y comunidad. Decidió hacer por lo menos una visita mensual a una persona que estuviera en alto riesgo por su soledad. Las posibilidades son interminables: viudas, divorciadas, imposibilitados de salir del hogar, discapacitados. A menudo en el proceso de dar lo que más queremos recibir, terminaremos recibiendo más de lo que damos.

REDESCUBRE LAS PROMESAS DE DIOS

El gran desafío en la lucha contra la soledad llega cuando entendemos que finalmente no estamos solos. La promesa de Cristo es que él está con nosotros siempre. Creer esa promesa nos posibilita transformar nuestro tiempo a solas en un regalo, un tiempo para la oración reflexiva sobre el significado y el propósito de la vida y un tiempo para un encuentro íntimo con el Señor. Dios quiere que nuestras vidas sean vividas en abundancia y que nuestra relación con nuestros esposos se enriquezca. Nuestro Señor desea que confiemos en él por sus caminos en hacer una pareja saludable. A medida que somos renovados, nuestro testimonio de pareja puede ser lo más grande en su iglesia.

Los esfuerzos creativos de Karen para luchar con su soledad resultaron no sólo en un mayor sentido de compañía con otras personas sino también en una fuerte relación con su esposo. Ella sabía lo que significaba la soledad, porque había transitado el camino. Aún hoy, ella sabe que su lucha no ha terminado. Pero trabaja fuerte para mantener su comunicación abierta y honesta. Para ella, la soledad es un desafío que ha aceptado como una oportunidad de crecer como esposa e hija de Dios.

© Partnership, 1985. Usado con permiso.

Los Temas de Apuntes Pastorales, volumen III, número 4. Todos los derechos reservados

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