triduo pascual lunes santo 1 · r- mi boca contará tu salvación, señor a ti, señor, me acojo:...

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1 Triduo Pascual Lunes Santo 2 de abril de 2012 Monición: Muy queridos hermanos, Betania es un lugar privilegiado de encuentro y de intimidad con Jesús. En el contexto de una comida aparece la figura del Iscariote preocupado por el dinero y por una caridad mentirosa y extraña hacia los más pobres y necesitados. María, la hermana de Lázaro y Marta, sin ser del grupo de los doce, descubre en Cristo al Hijo de Dios y desde luego su inminente partida. La muerte de Jesús está muy cerca y Él mismo sabe que su obra salvadora lo llevara a la cruz. Que el ejemplo de María la de Betania, contrarreste las actitudes pretenciosas e injustas que como Judas podemos tener en nuestro corazón. Recordemos que la cuaresma es el momento para la caridad y para el compartir. Primera Lectura: Lectura del profeta Isaías (40,1-7) Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.» Así dice el Señor Dios, que creó y desplegó los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, dio el respiro al pueblo que la habita y el aliento a los que se mueven en ella: «Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los

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Triduo Pascual

Lunes Santo 2 de abril de 2012

Monición: Muy queridos hermanos, Betania es un lugar privilegiado de encuentro y de

intimidad con Jesús. En el contexto de una comida aparece la figura del Iscariote

preocupado por el dinero y por una caridad mentirosa y extraña hacia los más

pobres y necesitados. María, la hermana de Lázaro y Marta, sin ser del grupo de los

doce, descubre en Cristo al Hijo de Dios y desde luego su inminente partida. La

muerte de Jesús está muy cerca y Él mismo sabe que su obra salvadora lo llevara a la

cruz. Que el ejemplo de María la de Betania, contrarreste las actitudes pretenciosas

e injustas que como Judas podemos tener en nuestro corazón. Recordemos que la

cuaresma es el momento para la caridad y para el compartir.

Primera Lectura: Lectura del profeta Isaías (40,1-7)

Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.

Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará,

no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo

vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará,

hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.»

Así dice el Señor Dios, que creó y desplegó los cielos, consolidó la tierra con su

vegetación, dio el respiro al pueblo que la habita y el aliento a los que se mueven en

ella: «Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he

formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los

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ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que

habitan las tinieblas.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial (Salmo 26,1.2.3.13-14)

R- El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿quién me hará temblar? R/.

Cuando me asaltan los malvados

para devorar mi carne,

ellos, enemigos y adversarios,

tropiezan y caen. R/.

Si un ejército acampa contra mí,

mi corazón no tiembla;

si me declaran la guerra,

me siento tranquilo. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo,

espera en el Señor. R/.

Versículo antes del evangelio “Salve, Rey nuestro, solamente tú te has compadecido de nuestro errores.”

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+Evangelio según San Juan (12,1-11) Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había

resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro

era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de

nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera.

Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos,

el que lo iba a entregar, dice: « ¿Por qué no se ha vendido este perfume por

trescientos denarios para dárselos a los pobres?» Esto lo dijo, no porque le

importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo

que iban echando. Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura;

porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me

tenéis.» Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo

por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los

muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos

judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Palabra del Señor.

Reflexión: El evangelista Juan hace notar la proximidad de la Pascua, y la presencia de Lázaro “que Él había resucitado” de entre los muertos. Esto es ya una “clave” de interpretación. La escena que vamos a leer sucedió pues el “lunes” de la última semana de Jesús. Es la gran semana “pascual” de Jesús, la que comienza así. Le dispusieron allí una cena. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con El. Comienzo por meditar, muy sencillamente, sobre esta comida. Escena concreta. Me imagino los gestos y las palabras de esa comida entre amigos, como si yo estuviera presente. Sí, un día, Señor, fuiste invitado en casa de unos amigos.

Antes que llegaran las horas de brutalidad y de odio vino la hora de la amistad, el momento reconfortante.

Tus enemigos están preparando en la sombra, el complot en Jerusalén. Pero en esta

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casa de las afueras de Jerusalén, Tú eres feliz con Marta, María y Lázaro… María, tomando una libra de ungüento de nardo legítimo, de gran valor, ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos, y la casa se llenó de olor del ungüento. Escena misteriosa, gesto insólito. En primer lugar es un gesto de amistad. Es también un gesto gratuito, casi excesivo, enorme… un despilfarro, como hará resaltar Judas.”¿Por qué este ungüento no se vendió en trescientos denarios y se dio a los pobres?” Una fortuna “echada al aire” Trescientos denarios, en aquella época debían representar el salario de trabajo de un jornalero durante un año. ¿Por qué Juan nos ha contado esto? ¿Dónde quiere ir a parar? Jesús dijo entonces: “¡Déjala! Lo tenía guardado para el día de mi sepultura. Este gesto tiene pues un alcance pascual. Jesús subraya que María anticipa aquí los cuidados que no podrán ser dados a su cadáver; La unción ritual de la sepultura, obligatoria para los judíos, no podrá tener lugar la tarde del viernes, pues el sábado de Pascua habrá ya empezado -Juan lo subrayará en 19, 42-… pero esta unción tampoco podrá hacerse la mañana del Domingo, primer día de la semana, pues cuando las mujeres llegarán al sepulcro con este fin, provistas de aromas y bálsamos, había ya resucitado: ellas encontrarán la tumba vacía. Simbólicamente, esta “unción” del lunes es pues signo de la Resurrección. Jesús piensa en su muerte… en su sepultura… Todo esto está cerca. Habla de ello con mucha lucidez, como estos enfermos valientes que sintiendo la muerte próxima, van hacia ella con plena conciencia y tranquilos lo comentan con sus amigos y parientes. Este fue el caso de Jesús. Pero Jesús piensa también siempre en su resurrección. Porque pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no me tenéis siempre. Jesús se da perfecta cuenta de que su “ausencia” físicamente va a crear un gran vacío. Esto es verdad, ¡Señor! Por mucho que te busquemos a través de la Fe, de los signos de los sacramentos, de la oración… Tú estás ausente, aparentemente. Ayúdanos a encontrarte donde quiera que sea, en particular en “estos pobres” quienes están siempre presentes, y de los cuales decías: “lo que hacéis a éstos, me lo hacéis a mí…”

Oración de los fieles: Sabemos que muchas veces no conseguimos lo que nos proponemos porque nos

falta entrega y constancia; por eso acudimos al Padre para presentarle nuestras

inquietudes, diciendo: ¡Acoge, Señor, nuestra oración!

Por Iglesia, para que siga ofreciendo a las personas esta cuaresma como un

tiempo de gracia, como una nueva oportunidad para vivir con la Luz del Padre.

(Oremos).

Por los cristianos, para que hagamos nuestra la llamada a la conversión y ésta

sea motivo de encuentro y de cambio verdadero hacia la Luz. (Oremos).

Por todos los que buscan la paz y el entendimiento, para que sepamos valorar y

respetar su trabajo, y colaboremos con ellos en todo cuanto podamos.

(Oremos).

Por todos los que caminan por la vida sin rumbo, sin sentido, sin entender el por

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qué de su existencia, para que encuentren la Luz de Dios, que da esperanza,

sentido y plenitud a nuestra vida. (Oremos).

Por la Fraternidad Franciscana de la Cruz, para que vivamos en solidaridad con

quienes más sufren, con los crucificados de la tierra. (Oremos).

Dios y Padre nuestro, escucha complacido las suplicas que hoy te dirigimos, y acepta

nuestra oración humilde y sencilla que te hacemos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Oración para después de la comunión. Gracias, Señor, por quedarte en mí y junto a cada uno de nosotros hecho alimento,

para ayudarnos a recorrer el camino.

Gracias por las llamadas que continuamente nos haces a seguirte, a testimoniar con

nuestra vida el Evangelio, a ser cepas que den buenos y abundantes frutos.

Gracias por insistir en las llamadas, pese a que nuestras respuestas casi siempre son

negativas, tibias, faltas de coraje y decisión. No te canses Señor.

Ayúdanos con la fuerza de esta comunión a dejarnos transformar, a dejarnos podar y

entrecavar, para que seamos cepas renovadas, que cada cosecha dan mejores

frutos.

Despedida: Queridos hermanos, no tengamos miedo de hablar de Dios, ni de mostrar los signos

de la fe con la frente muy alta». La eucaristía nos da la fuerza necesaria para el

caminar diario. Con esta certeza, podéis ir en paz.

V- Demos gracias a Dios

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Martes Santo 3 de abril de 2012

Monición: Muy queridos hermanos, en el evangelio de este martes santo, se nos presenta tres personas: La primera es un hombre preocupado por sus propios intereses y necesidades, su satisfacción egoísta. No es una persona libre; no está abierto a Cristo, porque está sirviendo al dinero y a la codicia. Traicionará a Jesús. Este hombre es Judas. Después, hay un segundo hombre, una buena persona, abierto a Cristo, pero débil. Trata de ocultar su fragilidad con valentía impetuosa y autosuficiente. Pero se raja en la hora de la prueba. Negará a Jesús. Esta persona es Pedro. La tercera persona es Jesús. Él es totalmente desinteresado y generoso, totalmente abierto a Dios y a todo el mundo. Es el perfecto servidor, la persona-para-otros, que viene descrito de nuevo hoy en la Primera Lectura con las palabras del Segundo Canto del Siervo de Dios. Y, porque fue el siervo perfecto, pudo salvarnos a todos.

Primera Lectura: Lectura del profeta Isaías (49,1-6)

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me

llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una

espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me

guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.»

Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis

fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y

ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese

a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi

fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a

los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación

alcance hasta el confín de la tierra.»

Palabra de Dios.

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Salmo responsorial

(Salmo 70,1-2.3-4ab.15 y 17) R- Mi boca contará tu salvación, Señor

A ti, Señor, me acojo:

no quede yo derrotado para siempre;

tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,

inclina a mí tu oído, y sálvame. R/.

Sé tú mi roca de refugio,

el alcázar donde me salve,

porque mi peña y mi alcázar eres tú.

Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza

y mi confianza, Señor, desde mi juventud.

En el vientre materno ya me apoyaba en ti,

en el seno tú me sostenías. R/.

Mi boca contará tu auxilio,

y todo el día tu salvación.

Dios mío, me instruiste desde mi juventud,

y hasta hoy relato tus maravillas. R/.

Versículo antes del evangelio “Salve, Rey nuestro; obediente al Padre, fuiste llevado a la crucifixión, como manso cordero a la

matanza.”

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+ Evangelio según San Juan (13,21-33.36-38)

En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: «Os aseguro que uno de

vosotros me va a entregar.» Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no

saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la

mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo

decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién

es?»

Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.»

Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró

en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.»

Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa,

algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar

algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de

noche.

Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es

glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo:

pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me

buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy,

vosotros no podéis ir."»

Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no

me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde.» Pedro replicó: «Señor,

¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.» Jesús le contestó:

«¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me

hayas negado tres veces.»

Palabra del Señor.

Reflexión: “Era de noche”

Hoy, Martes Santo, la liturgia pone el acento sobre el drama que está a punto de desencadenarse y que concluirá con la crucifixión del Viernes Santo. «En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche» (Jn 13,30). Siempre es de noche cuando uno se aleja del que es «Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero» (Símbolo de Nicea-Constantinopla). El pecador es el que vuelve la espalda al Señor para gravitar alrededor de las cosas creadas, sin referirlas a su Creador. San Agustín describe el pecado como «un amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios». Una traición, en suma. Una prevaricación fruto de «la arrogancia con la que queremos emanciparnos de Dios y no ser nada más que nosotros mismos; la arrogancia por la que creemos no tener necesidad del amor eterno, sino que deseamos dominar nuestra

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vida por nosotros mismos» (Benedicto XVI). Se puede entender que Jesús, aquella noche, se haya sentido «turbado en su interior» (Jn 13,21). Afortunadamente, el pecado no es la última palabra. Ésta es la misericordia de Dios. Pero ella supone un “cambio” por nuestra parte. Una inversión de la situación que consiste en despegarse de las criaturas para vincularse a Dios y reencontrar así la auténtica libertad. Sin embargo, no esperemos a estar asqueados de las falsas libertades que hemos tomado, para cambiar a Dios. Según denunció el padre jesuita Bourdaloue, «querríamos convertirnos cuando estuviésemos cansados del mundo o, mejor dicho, cuando el mundo se hubiera cansado de nosotros». Seamos más listos. Decidámonos ahora. La Semana Santa es la ocasión propicia. En la Cruz, Cristo tiende sus brazos a todos. Nadie está excluido. Todo ladrón arrepentido tiene su lugar en el paraíso. Eso sí, a condición de cambiar de vida y de reparar, como el del Evangelio: «Nosotros, en verdad, recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste no hizo mal alguno» (Lc 23,41).

Oración de los fieles: Tanto amó Dios al mundo que entregó su único Hijo para salvarnos y darnos vida con su muerte y resurrección. Roguemos a Jesús por todos los que sufren y digámosle: R/ Señor, por tu cruz redimiste al mundo.

- Por aquellos cuyos ideales se han desvanecido, para que sepan ver y aceptar todavía la novedad de vida y se renueven constantemente a sí mismos, roguemos al Señor. R/

- Por los eternos perdedores en sus luchas personales contra las fuerzas del mal, para que confíen en Cristo, cuya gracia es más poderosa que el pecado y que la muerte, roguemos al Señor. R/

- Por los que viven solos, alejados, o encerrados en sí mismos, para que acepten la compañía de Cristo, y, por medio de él se abran a otros, roguemos al Señor. R/

- Por todos nosotros, para que aprendamos de nuestro Señor mismo a cargar nuestras cruces con paciencia y humildad, para que de alguna manera nos traigan vida, a nosotros y a nuestros prójimos, roguemos al Señor. R/

- Por la Fraternidad Franciscana de la Cruz y por cada uno de los hermanos, para que como Jesús, nuestro Salvador, seamos pobres, serviciales y abiertos y sensibles a todas las necesidades, roguemos al Señor. R/

Señor Jesucristo, tu cruz sigue siendo para nosotros un misterio, como todos los dolores y necesidades que nos laceran. Sin embargo, confiamos en tu palabra y ejemplo de que ése es un camino de alegría y libertad. Transforma nuestras cruces, y hazlas portadoras de vida y felicidad, ahora y por los siglos de los siglos

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Oración para después de la comunión.

Gracias, Señor, por quedarte en mí y junto a cada uno de nosotros hecho alimento,

para ayudarnos a recorrer el camino.

Gracias por las llamadas que continuamente nos haces a seguirte, a testimoniar con

nuestra vida el Evangelio, a ser cepas que den buenos y abundantes frutos.

Gracias por insistir en las llamadas, pese a que nuestras respuestas casi siempre son

negativas, tibias, faltas de coraje y decisión. No te canses Señor.

Ayúdanos con la fuerza de esta comunión a dejarnos transformar, a dejarnos podar y

entrecavar, para que seamos cepas renovadas, que cada cosecha dan mejores

frutos.

Despedida: Hermanos: Una de las experiencias más tristes en la vida es ver el amor y la

confianza de uno incomprendidos, negados, o incluso traicionados. Ésta fue la suerte

de Jesús. Él sufrió por ello, sin embargo lo aceptó voluntariamente en orden a

deshacer nuestras deslealtades y traiciones. Por eso su mismo amor y lealtad al

Padre y a nosotros fueron tan lejos como se pueda imaginar: hasta la muerte. Y es

así como ganó para nosotros el valor para amar sin contar el precio y para ser fieles

hasta el fin. Podéis ir en paz.

V- Demos gracias a Dios

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Miércoles Santo 4 de abril de 2012

Monición: Muy queridos hermanos, hoy Miércoles Santo, San Mateo nos contará lo que ocurre con Jesús y los Doce en la víspera de su muerte. La noche va cayendo sobre la ciudad y la alegría pascual envuelve todos los habitantes. Jesús esta a la mesa y anuncia su inminente partida y la traición de uno de los suyos. Jesús sabe que la hora llega y sigue su camino porque el triunfo está por llegar. El camino de la cuaresma está llegando a su fin. Es el momento de recoger los frutos. Puestos en pie, comencemos nuestra celebración.

Primera Lectura: Lectura del profeta Isaías (50,4-9a)

En aquellos días dijo Isaías: Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber

decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que

escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás:

ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no

me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los

ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría

defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos

juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda,

¿quién me condenará?

Palabra de Dios.

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Salmo responsorial

(Salmo 68,8-10.21-22.31-34) R- Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor

Por ti he aguantado afrentas,

la vergüenza cubrió mi rostro.

Soy un extraño para mis hermanos,

un extranjero para los hijos de mi madre;

porque me devora el celo de tu templo,

y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.

Espero compasión, y no la hay;

consoladores, y no los encuentro.

En mi comida me echaron hiel,

para mi sed me dieron vinagre. R/.

Alabaré el nombre de Dios con cantos,

proclamaré su grandeza con acción de gracias.

Miradlo, los humildes, y alegraos,

buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

Que el Señor escucha a sus pobres,

no desprecia a sus cautivos. R/.

Versículo antes del evangelio “Salve, Rey nuestro; solamente tú te has compadecido de nuestros errores.”

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+ Evangelio según San Mateo (26,14-25) En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y

les propuso: « ¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?» Ellos se ajustaron

con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para

entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le

preguntaron: « ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?» Él contestó:

«Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está

cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."» Los discípulos

cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a

la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va

a entregar.»

Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: « ¿Soy yo acaso,

Señor?»

Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El

Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo

del hombre!; más le valdría no haber nacido.»Entonces preguntó Judas, el que lo iba

a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?» Él respondió: «Tú lo has dicho.»

Palabra del Señor.

Reflexión: “Soy yo”

Es curioso, era tan poca la seguridad que tenían en sí mismos que cualquiera creía la posibilidad de llegar a entregar al maestro. Y no está muy descaminada la actitud. En nuestra realidad todos somos capaces de cualquier cosa con tal de que se den las circunstancias adecuadas. Yo mismo soy consciente, Señor, de que a pesar de mis opciones, y de afirmar mi seguimiento, son muchos los gestos que se me escapan, son muchas las actitudes en mí que no se corresponden con mi afirmación. No pongo toda la carne en el asador, y en el fondo hay muchos momentos que preferiría meterme en la corriente común y no poner coto a mis deseos y sentimientos.

Sí, creo que podría afirmar que muchas veces he contribuido a entregarte. Que te sigo más con el corazón que con la voluntad, y hay que acompasar las dos cosas al mismo ritmo, si no algo no funciona. Ciertamente me considero dentro de tu grupo, pero esta actitud y esta duda me interpela y pide, una vez más, mi opción sincera, mi respuesta.

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Oración: "Contigo”

Sé que siempre es una afirmación mediatizada y condicionada pero quiero repetirte, Señor, que cuentes conmigo, que estar a tu lado, quiero estar contigo.

Cuando todo va bien es fácil hacer afirmaciones bonitas. En medio de las dificultades que palpo dentro y fuera de mí, quiero expresarte, una vez más, mi disposición a caminar contigo.

Contigo, Señor, que me pueden esperar rechazos, como tú, pero tú eres el único que me ofrece palabras de vida. Gracias por dejarme ir contigo.

Oración de los fieles: Todas nuestras necesidades son acogidas por Dios, que quiere la Vida plena de todos

sus hijos; con confianza, le decimos: ¡Escúchanos, Dios de la Vida!

Por la Iglesia, que se ha preparado para la fiesta de la Resurrección en este

tiempo de Cuaresma, para que, siguiendo a Jesús Muerto y Resucitado, merezca

llenarse de la Luz Pascual. Oremos.

Por los cristianos, que en el Bautismo hemos recibido una dignidad, una

vocación y una tarea, para que llevemos con valentía la Buena Noticia a los

sencillos y de corazón limpio. Oremos.

Por quienes viven en oscuridad, sufren el desamor, son marginados, no

encuentran sentido a nada ni en nadie, para que, iluminados por Dios Padre,

puedan vivir humanamente. Oremos.

Por los que se desesperan ante la muerte, para que encuentren paz y esperanza

en Cristo resucitado. Oremos.

Por todos nuestros seres queridos difuntos, para que gocen de la plenitud de la

vida de la resurrección. Oremos.

Por nuestra la Fraternidad Franciscana de la Cruz y por cada uno de los

hermanos, para que vivan anunciando la Vida del Padre, que es la vida, la

dignidad y el respeto de sus hijos. Oremos.

Padre bueno, con humildad te pedimos que acojas nuestra oración y nos lleves a todos un día a vivir para siempre junto a ti. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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Oración para después de la comunión. Gracias, Señor, por quedarte en mí y junto a cada uno de nosotros hecho alimento,

para ayudarnos a recorrer el camino.

Gracias por las llamadas que continuamente nos haces a seguirte, a testimoniar con

nuestra vida el Evangelio, a ser cepas que den buenos y abundantes frutos.

Gracias por insistir en las llamadas, pese a que nuestras respuestas casi siempre son

negativas, tibias, faltas de coraje y decisión. No te canses Señor.

Ayúdanos con la fuerza de esta comunión a dejarnos transformar, a dejarnos podar y

entrecavar, para que seamos cepas renovadas, que cada cosecha dan mejores

frutos.

Despedida: Hermanos: La comunión eucarística que Jesús nos pide es muy exigente, es una

comunión eclesial, ya que la Eucaristía es fuente de unidad eclesial, es una comunión

fraterna cultivada por una “espiritualidad de comunión”. Que ha de movernos a

sentimientos recíprocos de apertura, comprensión y perdón. En definitiva si

acabamos de comulgar tenemos que comprometernos a ser mejores y a querer a los

demás. De otra manera estaríamos perdiendo el tiempo. Con esta certeza, podéis ir

en paz.

V- Demos gracias a Dios

«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»

Fraternidad Franciscana de la Cruz San Miguel de Serrezuela y Cabezas del Villar en Ávila

Torrelodones en Madrid