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Opinión 4 LUNES, 27 DE DICIEMBRE DE 2010 Granada Hoy LA CLAVE Jaime Vázquez Allegue Baobab E L baobab es un árbol africano. No se suele dar por el páramo grana- dino y es difícil encontrarlo fuera de su hábitat continental africa- no. Aunque yo creo que si los bao- babs no se ven por Granada es porque a na- die se le ha ocurrido traer una buena semi- lla para plantarlo y difundir su esencia por nuestra tierra ya de por sí rica en especies autóctonas. Sin embargo, Granada es sede y cuna de una fundación que lleva el nom- bre del árbol africano, la Fundación Bao- bab, que desde hace unos días está expo- niendo una colección de fotografías en la Sala Zaida bajo el título Togo, la mirada dulce. Una exposición que propone un re- corrido por el paisaje humano de este pe- queño y desconocido país africano. La Fundación Baobab es una organiza- ción que se creó hace poco más de un año en nuestra ciudad por un grupo de amigos que venían colaborando de forma indivi- dual con distintas organizaciones y reali- zando proyectos de cooperación en distin- tos países africanos. El objetivo de la Fun- dación es poner en marcha iniciativas de apoyo y ayuda al desarrollo a través de pro- yectos y acciones solidarias en países del África occidental. Con tan sólo un año de vida, la Funda- ción Baobab ya ha conseguido su primer proyecto, inaugurar una residencia de es- tudiantes en la capital de Togo. Pero la aso- ciación también ha organizado una explo- tación ganadera de cabras a través de una cooperativa situada en lo alto de las mon- tañas de Defalé del mismo país africano. Su objetivo es crear puestos de trabajo en una pequeña empresa de producción de carne para contribuir al desarrollo local. Los siguientes proyectos son una granja de cerdos y captaciones de agua potable a tra- vés de la construcción de pozos en la re- gión de Kara. La Fundación granadina si- gue el principio de considerar a los destina- tarios verdaderos protagonistas responsa- bles de las iniciativas reservándose la Fun- dación el papel de ayudar en sus esfuerzos a través del asesoramiento, la formación y el aporte de recursos económicos. Togo es uno de los países más pobres del planeta. A través de la Fundación Baobab, Granada se acerca a Togo y Togo a Granada estableciendo entre ambos una conexión que ya se ha materializado con las prácti- cas que alumnos de los últimos cursos de la Universidad de Granada realizan en cen- tros educativos togoleses. El baobab es a Togo lo que el granado a Granada. Un árbol que refleja una cultura, una tradición y una identidad. Un símbolo que se ha ido transmitiendo a lo largo de si- glos a través de las generaciones y que re- fleja que a pesar de las distancias y las dife- rencias posibles, hay más cosas que nos unen que las que nos separan. A todas estas gentes que pro- claman “cultura gratuita pa- ra todos” habría que pregun- tarles si estarían ellos, tam- bién, tan dispuestos a traba- jar gratis. Lo explicó muy bien Lichis, de La Cabra Mecánica, en un encuentro escolar. Hablando de las descargas ilegales en in- ternet, y de cómo le estaban afectando no sólo a él, directamente, como compositor, sino también a muchos compañeros, uno de los chavales, más lanzado, le dijo preci- samente eso: “¡Cultura gratis para todos!”, que es el mensaje que se viene lanzando, en realidad, no como crítica a los creadores en esencia, sino lateral contra el PSOE. Parece ser que Lichis le pregun- tó: “Tu padre, ¿en qué trabaja?”. “Tiene un bar”, contestó el chico. “Pues mañana mismo me voy a ir con un camión de cervezas, a re- partirlas gratis en la puerta del bar de tu padre, a ver qué le parece”. Claro. La cultura, el pan y la cerveza. La tierra, el alimento, medici- nas, la ropa. ¿No es todo esto mucho más acuciante que poder escu- char un disco o mirar una película? Sin embargo, nada de esto es gratis: la gente, mientras, tiene que comer, y vestirse, y curarse. Que toda esta verdad tan esencial de- ba ser discutida ya es un termómetro efectivo del nivel intelectual de nuestra población: una cosa es la disputa política –en la que ca- da cual defiende su postura interior–, y otra proclamar, a voz en grito, y además sin ningún pudor visible, que del mismo modo que cualquiera tiene derecho a defender su legítimo sueldo, los creadores no. Esto ocurre solamente en Es- paña, aún sin legislar verdaderamente en este orden. España, un país cuyo consumo cultural está infinitamente por debajo de la producción de sus creadores. Y que no vengan quienes no han comprado jamás un libro, y confunden la música con la can- ción del verano, a hablar de Ramoncín y el “sindicato de la zeja”, como si el mundo de la creación fuera eso. En primer lugar, que la elaboración de un disco, como la de una película, vincula a muchos profesionales: y su robo, que es un hurto efectivo, también les quita a ellos sus in- gresos. En segundo, que los creadores tienen, como cualquier ciu- dadano, derecho a entrar en política y expresar su opinión, algo que ocurre mucho en Norteamérica, sin que perturbe tanto. En tercero, que más allá de los nombres que nos gusten más, o menos, todo autor tiene su derecho, en papel o en la red, como la propie- dad intelectual la misma necesidad de protección que la tierra. Pero ya vamos mal. Que todo esto haya que explicarlo resulta demasiado sintomático. A partir de mañana, todo el mundo a tra- bajar gratis. ¿Cultura gratis, por qué? Entonces, ¿quién le paga la camisa al creador? Quien así se expresa seguramente vive comple- tamente ajeno a la cultura, con la mirada demasiado triste. RELOJ DE SOL Joaquín Pérez Azaústre H ACE unos meses un diario de Madrid publicó un artí- culo involuntariamente có- mico donde el ex presidente de la Junta de Extremadura, especializado desde su retiro de la políti- ca en el difuso terreno de la innovación y las nuevas tecnologías, trataba de la cues- tión de la propiedad intelectual en la era digital, un asunto complejo del que pare- cía tener muchos prejuicios y ninguna idea. Ello no le impidió escribir el artícu- lo, porque ya sabemos que es un señor arrojado que va por la vida, como diría el otro, sin complejos. Su farragosa argumentación recordaba el justamente célebre discurso del alcalde de Sevilla en torno a las conquistas de la astronomía, verdaderamente inolvidable. A propósito de la cuestión de los derechos, escribía el hombre con disparatada desen- voltura, las canciones y las películas –el ar- tículo se refería en particular a músicos y cineastas– son como las fregonas, cuya in- vención estricta no puede arrogarse nadie. Creo recordar que le respondió el novelista Muñoz Molina en otro artículo, bastante sensato pero no demasiado memorable, que levantó mucha polémica. Respecto a los derechos de autor de las obras literarias, el ejemplo clásico es el del cuadro. Si usted hereda una obra de arte, no tiene por qué preocuparse. Ya sabemos que hay magnates que tienen obras de Matisse en el cuarto de baño y a nadie se le ocurriría expropiar a su dueño de un bien que, siendo de interés cultural, ha sido le- galmente adquirido en cualquier subasta y les pertenecerá a él y a su familia, a no ser que lo vendan, por los siglos de los si- glos. Sería impensable que a los 75 años –el plazo marcado por la ley vigente para los derechos de autor– el chalé de la playa o las joyas de la abuela pasaran a formar parte del erario público, pero aceptamos que el fruto del trabajo de esos otros abue- los que rellenaron folios en lugar de inver- tir en bolsa pase a ser, cumplido el plazo preceptivo, de todos y de nadie. Vaya por delante que veo estas cuestio- nes desde la tranquilidad y la distancia de quien no ha hecho nada susceptible de generar derechos ni está en disposición, gracias a Dios, de heredar patrimonio de ninguna clase, artístico o del otro. Antes al contrario, como editor, me vendría muy bien que no hubiera que abonar de- rechos de ningún tipo para poder publi- car –y cobrar– lo que me diera la gana, sin tener que dorar la píldora –y pagar– a los herederos, los agentes, las viudas y los viudos. Pero, dado que la propiedad inte- lectual es la única clase de propiedad que tiene una vigencia limitada, no parece ra- zonable que encima pretendan que se su- prima del todo. El paso siguiente sería desproveer a los autores de los derechos en vida, encerrarlos en un almacén con grilletes y ponerlos a trabajar mientras los demás vemos la tele. Como casi todo el mundo, uno no sim- patiza demasiado con los señores de la Sociedad General de Autores de España (SGAE) y su pintoresco presidente, tam- poco con el antiguo Rey del Pollo Frito y otros prohombres de la cultura a los que se les nota demasiado que van a lo suyo. Ello es legítimo, como diría un político nacionalista, pero no gusta. Ahora bien, esto no quiere decir que acepte los argu- mentos de sus numerosos impugnado- res, rodeados de una aureola de resisten- cia que me parece absolutamente inme- recida, muy a menudo jóvenes inquietos que no han pagado en su vida por lo que todos, pobres o ricos, hemos pagado siempre. Los libros, los periódicos, los discos y las películas valen dinero. Los hay caros y baratos, y nadie puede decir en serio –porque existen bibliotecas pú- blicas y filmotecas y bares y descargas le- gales gratuitas– que la codicia de los mercaderes le impide disfrutar de ningu- no de estos productos. En lo que se refiere a la música, obser- vo que lo cool es defender el copyleft y abominar de las multinacionales explo- tadoras. No sé. Si hablamos de otro de los productos mencionados, yo no me he sentido nunca humillado por ir al quios- co a comprar la prensa. Aún recuerdo los tiempos, cuando estudiante, en que tenía que elegir entre desayunar y comprar el periódico, pero no un paquete de cigarri- llos o leer la prensa fumando pero en ayunas. Nunca elegí desayunar y fumar pero sin periódico. Creo, en fin, que la coartada del acceso libre a la cultura no es más que una mala excusa para ir de go- rrón seudorrevolucionario por la vida. Usted no tiene ningún derecho a disfru- tar gratis del trabajo de los demás. Todo el mundo, incluido el señor ex presiden- te, quiere cobrar su artículo. Ignacio F. Garmendia Editor y crítico literario De todos y de nadie Cultura gratis TRIBUNA Creo que la coartada del acceso libre a la cultura no es más que una mala excusa para ir de gorrón seudorrevolucionario por la vida: usted no tiene ningún derecho a disfrutar gratis del trabajo de los demás A través de la Fundación Baobab Granada establece una conexión con Togo que se ha materializado en cursos de la Universidad

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Opinión4 LUNES, 27 DE DICIEMBRE DE 2010 ● Granada Hoy

LA CLAVE

Jaime VázquezAllegue

Baobab

EL baobab es un árbol africano. Nose suele dar por el páramo grana-dino y es difícil encontrarlo fuerade su hábitat continental africa-no. Aunque yo creo que si los bao-

babs no se ven por Granada es porque a na-die se le ha ocurrido traer una buena semi-lla para plantarlo y difundir su esencia pornuestra tierra ya de por sí rica en especiesautóctonas. Sin embargo, Granada es sedey cuna de una fundación que lleva el nom-bre del árbol africano, la Fundación Bao-bab, que desde hace unos días está expo-niendo una colección de fotografías en laSala Zaida bajo el título Togo, la miradadulce. Una exposición que propone un re-corrido por el paisaje humano de este pe-queño y desconocido país africano.

La Fundación Baobab es una organiza-ción que se creó hace poco más de un añoen nuestra ciudad por un grupo de amigosque venían colaborando de forma indivi-dual con distintas organizaciones y reali-zando proyectos de cooperación en distin-tos países africanos. El objetivo de la Fun-dación es poner en marcha iniciativas deapoyo y ayuda al desarrollo a través de pro-yectos y acciones solidarias en países delÁfrica occidental.

Con tan sólo un año de vida, la Funda-ción Baobab ya ha conseguido su primer

proyecto, inaugurar una residencia de es-tudiantes en la capital de Togo. Pero la aso-ciación también ha organizado una explo-tación ganadera de cabras a través de unacooperativa situada en lo alto de las mon-tañas de Defalé del mismo país africano.Su objetivo es crear puestos de trabajo enuna pequeña empresa de producción decarne para contribuir al desarrollo local.Los siguientes proyectos son una granja decerdos y captaciones de agua potable a tra-vés de la construcción de pozos en la re-gión de Kara. La Fundación granadina si-gue el principio de considerar a los destina-tarios verdaderos protagonistas responsa-bles de las iniciativas reservándose la Fun-dación el papel de ayudar en sus esfuerzosa través del asesoramiento, la formación yel aporte de recursos económicos.

Togo es uno de los países más pobres delplaneta. A través de la Fundación Baobab,Granada se acerca a Togo y Togo a Granadaestableciendo entre ambos una conexiónque ya se ha materializado con las prácti-cas que alumnos de los últimos cursos de laUniversidad de Granada realizan en cen-tros educativos togoleses.

El baobab es a Togo lo que el granado aGranada. Un árbol que refleja una cultura,una tradición y una identidad. Un símboloque se ha ido transmitiendo a lo largo de si-glos a través de las generaciones y que re-fleja que a pesar de las distancias y las dife-rencias posibles, hay más cosas que nosunen que las que nos separan.

Atodas estas gentes que pro-claman “cultura gratuita pa-ra todos” habría que pregun-tarles si estarían ellos, tam-bién, tan dispuestos a traba-

jar gratis. Lo explicó muy bien Lichis, de LaCabra Mecánica, en un encuentro escolar.Hablando de las descargas ilegales en in-ternet, y de cómo le estaban afectando nosólo a él, directamente, como compositor,sino también a muchos compañeros, unode los chavales, más lanzado, le dijo preci-samente eso: “¡Cultura gratis para todos!”,que es el mensaje que se viene lanzando, enrealidad, no como crítica a los creadores enesencia, sino lateral contra el PSOE. Parece ser que Lichis le pregun-tó: “Tu padre, ¿en qué trabaja?”. “Tiene un bar”, contestó el chico.“Pues mañana mismo me voy a ir con un camión de cervezas, a re-partirlas gratis en la puerta del bar de tu padre, a ver qué le parece”.Claro. La cultura, el pan y la cerveza. La tierra, el alimento, medici-nas, la ropa. ¿No es todo esto mucho más acuciante que poder escu-char un disco o mirar una película?

Sin embargo, nada de esto es gratis: la gente, mientras, tiene quecomer, y vestirse, y curarse. Que toda esta verdad tan esencial de-ba ser discutida ya es un termómetro efectivo del nivel intelectualde nuestra población: una cosa es la disputa política –en la que ca-da cual defiende su postura interior–, y otra proclamar, a voz en

grito, y además sin ningún pudor visible,que del mismo modo que cualquiera tienederecho a defender su legítimo sueldo, loscreadores no. Esto ocurre solamente en Es-paña, aún sin legislar verdaderamente eneste orden. España, un país cuyo consumocultural está infinitamente por debajo dela producción de sus creadores. Y que novengan quienes no han comprado jamásun libro, y confunden la música con la can-ción del verano, a hablar de Ramoncín y el“sindicato de la zeja”, como si el mundo dela creación fuera eso. En primer lugar, quela elaboración de un disco, como la de unapelícula, vincula a muchos profesionales:

y su robo, que es un hurto efectivo, también les quita a ellos sus in-gresos. En segundo, que los creadores tienen, como cualquier ciu-dadano, derecho a entrar en política y expresar su opinión, algoque ocurre mucho en Norteamérica, sin que perturbe tanto. Entercero, que más allá de los nombres que nos gusten más, o menos,todo autor tiene su derecho, en papel o en la red, como la propie-dad intelectual la misma necesidad de protección que la tierra.

Pero ya vamos mal. Que todo esto haya que explicarlo resultademasiado sintomático. A partir de mañana, todo el mundo a tra-bajar gratis. ¿Cultura gratis, por qué? Entonces, ¿quién le paga lacamisa al creador? Quien así se expresa seguramente vive comple-tamente ajeno a la cultura, con la mirada demasiado triste.

RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez Azaústre

HACE unos meses un diariode Madrid publicó un artí-culo involuntariamente có-mico donde el ex presidentede la Junta de Extremadura,

especializado desde su retiro de la políti-ca en el difuso terreno de la innovación ylas nuevas tecnologías, trataba de la cues-tión de la propiedad intelectual en la eradigital, un asunto complejo del que pare-cía tener muchos prejuicios y ningunaidea. Ello no le impidió escribir el artícu-lo, porque ya sabemos que es un señorarrojado que va por la vida, como diría elotro, sin complejos.

Su farragosa argumentación recordabael justamente célebre discurso del alcaldede Sevilla en torno a las conquistas de laastronomía, verdaderamente inolvidable.A propósito de la cuestión de los derechos,escribía el hombre con disparatada desen-voltura, las canciones y las películas –el ar-tículo se refería en particular a músicos ycineastas– son como las fregonas, cuya in-vención estricta no puede arrogarse nadie.Creo recordar que le respondió el novelistaMuñoz Molina en otro artículo, bastantesensato pero no demasiado memorable,que levantó mucha polémica.

Respecto a los derechos de autor de lasobras literarias, el ejemplo clásico es el delcuadro. Si usted hereda una obra de arte,no tiene por qué preocuparse. Ya sabemosque hay magnates que tienen obras deMatisse en el cuarto de baño y a nadie se leocurriría expropiar a su dueño de un bienque, siendo de interés cultural, ha sido le-galmente adquirido en cualquier subastay les pertenecerá a él y a su familia, a noser que lo vendan, por los siglos de los si-glos. Sería impensable que a los 75 años–el plazo marcado por la ley vigente paralos derechos de autor– el chalé de la playao las joyas de la abuela pasaran a formarparte del erario público, pero aceptamosque el fruto del trabajo de esos otros abue-los que rellenaron folios en lugar de inver-

tir en bolsa pase a ser, cumplido el plazopreceptivo, de todos y de nadie.

Vaya por delante que veo estas cuestio-nes desde la tranquilidad y la distancia dequien no ha hecho nada susceptible degenerar derechos ni está en disposición,gracias a Dios, de heredar patrimonio deninguna clase, artístico o del otro. Antesal contrario, como editor, me vendríamuy bien que no hubiera que abonar de-rechos de ningún tipo para poder publi-car –y cobrar– lo que me diera la gana, sintener que dorar la píldora –y pagar– a losherederos, los agentes, las viudas y los

viudos. Pero, dado que la propiedad inte-lectual es la única clase de propiedad quetiene una vigencia limitada, no parece ra-zonable que encima pretendan que se su-prima del todo. El paso siguiente seríadesproveer a los autores de los derechosen vida, encerrarlos en un almacén congrilletes y ponerlos a trabajar mientraslos demás vemos la tele.

Como casi todo el mundo, uno no sim-patiza demasiado con los señores de laSociedad General de Autores de España(SGAE) y su pintoresco presidente, tam-poco con el antiguo Rey del Pollo Frito yotros prohombres de la cultura a los quese les nota demasiado que van a lo suyo.Ello es legítimo, como diría un políticonacionalista, pero no gusta. Ahora bien,esto no quiere decir que acepte los argu-mentos de sus numerosos impugnado-res, rodeados de una aureola de resisten-cia que me parece absolutamente inme-recida, muy a menudo jóvenes inquietosque no han pagado en su vida por lo quetodos, pobres o ricos, hemos pagadosiempre. Los libros, los periódicos, losdiscos y las películas valen dinero. Loshay caros y baratos, y nadie puede deciren serio –porque existen bibliotecas pú-blicas y filmotecas y bares y descargas le-gales gratuitas– que la codicia de losmercaderes le impide disfrutar de ningu-no de estos productos.

En lo que se refiere a la música, obser-vo que lo cool es defender el copyleft yabominar de las multinacionales explo-tadoras. No sé. Si hablamos de otro delos productos mencionados, yo no me hesentido nunca humillado por ir al quios-co a comprar la prensa. Aún recuerdo lostiempos, cuando estudiante, en que teníaque elegir entre desayunar y comprar elperiódico, pero no un paquete de cigarri-llos o leer la prensa fumando pero enayunas. Nunca elegí desayunar y fumarpero sin periódico. Creo, en fin, que lacoartada del acceso libre a la cultura noes más que una mala excusa para ir de go-rrón seudorrevolucionario por la vida.

Usted no tiene ningún derecho a disfru-tar gratis del trabajo de los demás. Todoel mundo, incluido el señor ex presiden-te, quiere cobrar su artículo.

Ignacio F. GarmendiaEditor y crítico literario

De todos y de nadie

Culturagratis

TRIBUNA

Creo que la coartada del accesolibre a la cultura no es másque una mala excusa para ir degorrón seudorrevolucionariopor la vida: usted no tieneningún derecho a disfrutargratis del trabajo de los demás

A través de la Fundación BaobabGranada establece una conexióncon Togo que se ha materializadoen cursos de la Universidad

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Granada

A. Beauchy / GRANADA

Casi medio centenar de reconoci-dos investigadores, especialistasy académicos de todo el mundohan contribuido en la elaboraciónde La Universidad. Una Historiailustrada, un libro editado por elBanco Santander que realiza “unapasionante viaje de la institu-ción universitaria a lo largo de lahistoria, con atención especial ala universidad europea y ameri-cana”, tal y como se destaca en suintroducción.

Una imagen de la Biblioteca deAlejandría (siglo III a. C.) abre es-te volumen de más de 400 pági-nas que inicia su recorrido con elMundo Antiguo y concluye conlos retos e incertidumbres de launiversidad en el siglo XXI.

César Chaparro, de la Universi-dad de Extremadura, comienza laleyenda recordando a los escribassacerdotales, que controlaban yregistraban en Mesopotamia yEgipto las disciplinas científicas;y cómo la ciencia griega, sobre to-do con la Academia de Platón y elLiceo de Aristóteles, presentó unatributo diferencial importante.

“El filósofo [Platón] pudo pre-sentarla como una comunidad deculto consagrada a las musas y a

Apolo, con el objetivo de buscar laverdad y formar hombres nuevoscapaces de renovar el Estado”, de-talla Chaparro sobre la escuela dePlatón (388 a. C.).

En cambio, la Universidad en laChina imperial era una especie deagencia estatal de reclutamientode futuros funcionarios de la bu-rocracia gubernamental. Duran-te la Dinastía Han (124 a. C.) lamateria que se enseñaba era so-bre las principales tradicionesclásicas y los eruditos que las im-partían no eran profesores, sinofuncionarios que destacaban porsus logros escolásticos. “Se lesexigía haber cumplido 50 años yalcanzaban sus puestos por reco-mendación o por citación directadel emperador”, escribe Ja-nousch, de la Autónoma de Ma-drid. En el momento fundacionalse estableció una cuota oficial de50 estudiantes, pero en el siglo IIya había más de 300.000. Los re-quisitos para ser admitido en laUniversidad Imperial eran: “te-ner más de 18 años, buenos mo-dales y una conducta correcta”.

El legado científico y culturalde Roma es muy extenso, aunquelo más determinante de su cultu-ra fue la pervivencia durante si-glos del latín, su vehículo detransmisión. “Era la lengua del

derecho, las cancillerías, la filoso-fía y la ciencia y, sobre todo, de laIglesia. Hasta el siglo X fue el úni-co vehículo para la vida intelec-tual y la comunicación escrita”.

Con la expansión del islam (s.VII) se produjo un largo procesode apropiación de los saberes delas grandes civilizaciones de laAntigüedad (griega, india y per-sa). Sus textos fueron traducidosal árabe gracias al patrocinio delas nuevas clases sociales acomo-dadas. “El poder necesitaba as-trólogos que predijeran el futuro,médicos que cuidaran de las cla-ses altas y funcionarios con cono-cimientos literarios y científicospara la administración”. En el si-glo IX la ciencia árabe ya habíamadurado y comenzaron los pri-meros hallazgos en aritmética, ál-gebra… La ciencia árabe llegó aEuropa y se introdujo en las uni-versidades medievales (a travésde las traducciones hispánicas delos siglos XII y XIII) y en el mundodel Renacimiento y la revolucióncientífica, repercutiendo directa-mente en la ciencia europea.

El profesor de la Universidad deGranada Antonio Malpica abordaen un pasaje del libro el nacimien-to de la madraza en el siglo XI,atribuida a Nizam al Mulk. Aun-que en su acepción moderna se

refiere a un establecimiento don-de enseñan las ciencias islámicas,en la Edad Media representaban“colegios de derecho, en el que lasotras ciencias islámicas, incluidaslas disciplinas literarias y filosófi-cas, eran auxiliares”. Con su ad-venimiento la educación se cen-tralizó en las mezquitas. “Se mul-tiplicaron rápidamente: en 1067se levantó la primera y en 1184 yahabía 30 en Bagdad”, informaMalpica. Al Andalus dejó una ma-draza sufí de fundación privadaen Málaga y otra en Granada(1340), obra de Yoesuf I y de suprimer ministro Ricwan, propie-dad de la Universidad.

Las universidades europeas noaparecieron hasta el siglo XII, si-guiendo tres modelos diferentestal y como describe Mariano Pe-set, de la Universidad de Valen-cia. Una en torno a la escuela cate-dralicia de Nôtre Dame de París,con muchos estudiantes. Y alfrente había un escolástico nom-brado por el obispo que ejercía suautoridad sobre maestros y estu-diantes. En 1245 aparece la uni-versidad bien descrita y consoli-dada, con su rector y sus procura-dores, maestros y bachilleres ve-nidos de diversos lugares que seagrupaban según la nación o re-gión de donde procedían.

La Universidad en la historiaEl Banco Santander describe en un libro cómo evolucionaron los centros del saber desde lasantiguas civilizaciones hasta la actualidad, con acontecimientos, lugares, instituciones y personas

UN COMPROMISO CONEL MUNDO ACADÉMICO

ANÁLISIS ILUSTRADOLa obra reúne los estudios de 40 profesores e investigadores de 16nacionalidades y 230 ilustraciones firmadas por prestigiosos autores

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Residencia universitaria en Helsinki.

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Granada

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Otra en Bolonia, donde se con-gregaban a los escolares mientraslos doctores se agrupaban en co-legios externos a la universidad.

Un tercer modelo se implantóen las universidades inglesas. “Seha dicho que una temprana emi-gración de maestros parisinosoriginó Oxford... y unos años des-pués, la ejecución por orden delrey de algunos escolares, provocóotro éxodo a Cambridge”. Al fren-te de Oxford no estaba un rector,sino un canciller designado por elobispo de Lincoln, con jurisdic-ción eclesiástica y civil concedidapor el rey. En la Edad Media, lasuniversidades estaban estrecha-mente vinculadas a la Iglesia yhasta los papas tenían potestadpara influir en la jerarquía acadé-mica y en su funcionamiento.

En España hubo numerosos co-legios mayores y menores. Prela-dos y altos clérigos dedicaron suformación a crearlos con destinoa estudiantes pobres. El primercolegio mayor, San Bartolomé, seerigió en 1401 por Diego de Ana-ya, obispo de Salamanca. Sin em-bargo, el más notable de los cole-gios españoles fue el de San Ilde-fonso, sede y alma de la Universi-dad de Alcalá de Henares, erigidopor Ximénez de Cisneros.

El Humanismo y la Reformadan paso al aislamiento y deca-dencia en Europa. Como desglosaJosé Luis E. Rodríguez, de la Uni-versidad de Salamanca, “el espa-cio europeo se compartimentóentre las diversas confesiones ymuchas universidades excluye-ron de la matrícula a quienes nocomulgaban con su credo”. Rotala unidad secular cristiana, lospontífices dejaron de interveniren las universidades, un testigoque recogen los monarcas.

La universidad contemporánease analiza en profundidad en estaedición. Josep M. Bricall, de laUniversidad de Barcelona, re-cuerda a Classen para destacar elnuevo esquema social que se in-corporaba a las instituciones su-periores a partir de la revoluciónindustrial. “La irrupción de nue-vas líneas de actividades produc-tivas demandó un número cadavez mayor de trabajadores cuali-ficados cuya formación se encau-zó a través de los estudios secun-darios. Posteriormente, las nece-sidades técnicas y de investiga-ción que requería la actividadeconómica alcanzaron también alos estudios superiores. Así, launiversidad fue incorporandonuevos estudios de naturalezatécnica que desbordaron el ámbi-to de los estudios tradicionales,cuyo carácter profesional se ha-bía concebido en principio para laformación de médicos, abogadosy clérigos”.

España ha tenido una gestiónhistórica diferente de la educaciónsuperior en comparación con losestándares europeos, lo que ha da-do lugar a una evolución incom-pleta desde la educación secunda-ria preuniversitaria a la postsecun-daria. Según datos de la OCDE de2007, el porcentaje medio de po-blación de entre 25 y 64 años quehabía alcanzado el nivel más altoen su formación era del 44% y del27%, mientras que en España esdel 22% y del 29% respectivamen-te. En esto han contribuido los de-sarrollos legislativos de las últimasdécadas (incluido la adaptación alEspacio Europeo de EnseñanzaSuperior, que han mantenido unaorganización de los estudios uni-versitarios y no universitarios enuna misma esfera.

TRES MODELOS PARA EUROPANo aparecen hasta el siglo XII, según tres modelos sujetosa la Iglesia: la catedralicia de París, la de Bolonia y la inglesa

UNA UNIVERSIDAD QUE EVOLUCIONAEl sistema de elección de decanos debe cambiar paraque la universidad esté dirigida por verdaderos líderes

1. El Papa Honorio III, coronando a Federico II (s. XIII), se caracterizócomo todos los papas de la Edad Media, por ejercer una gran influenciaen las universidades. 2. Primera promoción de mujeres de laUniversidad de Edimburgo (1893). 3. Clase de matemáticas en elInstituto Pedagógico de Tashkent, Uzbekistán. 4. Enseñantes en elcomedor de Christ Church, Univ. de Oxford (s. XX). 5. Graduación enla Univ. de Zheng Fa, Pekín. 6. Biblioteca Beinecke, Univ. de Yale (1986).

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La función críticaque prevalece de latradición humanista

A partir del Renacimiento adquie-re importancia en Europa la preo-cupación intelectual por el signifi-cado de la condición humana ylos problemas que la acucian. Es-to penetró hondamente en lasuniversidades hasta convertirseen centros impulsores de cam-bios sociales. Pensadores del si-glo XX, como Foucault, fueroncríticos desde las universidadescontra el sistema establecido. Es-tas actitudes se alinearon en co-rrientes políticas de izquierda ygeneraron protestas contra lasdecisiones más restrictivas de losgobiernos, lo que atrajo a muchosuniversitarios que hicieron suyaslas reivindicaciones.

El liderazgo,clave para elnuevo modelo

¿La universidad tradicional,tiene capacidad para cambiar?“El papel del rector es muy im-portante, porque se rodean deverdaderos líderes y formanun equipo coherente con de-canos y directores, lo que lespermite desarrollar nuevas re-laciones y papeles para la uni-versidad”. Aunque un buenrector no es suficiente, paraque el cambio sea posible hayque modificar también los sis-temas de elección de los altosresponsables.

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