tres hombres, tres tiempos, una vision

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“Tres hombres… tres tiempos… una visión”.

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Historia Latinoamericana.

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Page 1: Tres hombres, tres tiempos, una vision

“Tres hombres… tres tiempos… una visión”.

Page 2: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Introducción

Este trabajo surge como necesidad de dar respuesta a una inquietud personal

que aparece cuando tomamos contacto con un artículo 1 que utilizamos como base de

análisis para otra asignatura de este ciclo de Licenciatura. Lo mencionamos en la

introducción dado que aporta datos y hace referencia a la situación económica y social de

América Latina, con la intención de dar claridad al posterior desarrollo del trabajo. Es, en

síntesis, un artículo que por el panorama que presenta, lastima la conciencia de los hombres

de bien y de aquellos que, como quien escribe, desde la docencia, intentamos mejorar la

calidad de vida de sus congéneres y básicamente dignificar a las personas en todas las

dimensiones posibles.

El artículo en cuestión hace referencia a que hay quienes en América Latina

viven con un dólar diario y se pregunta si es posible vivir con menos de un dólar por día.

Continúa diciendo “Aunque parezca increíble o un relato de ciencia ficción, esta situación es

real. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 44 por ciento de la

población de América Latina es pobre y el 40 por ciento de esos son indigentes que viven

con menos de un dólar diario”.

Para cruzar la información nos remitimos a un informe de la Comisión

Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que sostiene que Latinoamérica es la

región más desigual del mundo. En América Latina hay 230 millones de personas que son

pobres y 110 millones que son indigentes. Esta es la realidad que le toca vivir hoy a

Latinoamericana, donde la desigualdad que viven millones de habitantes, frena el

crecimiento de una región que tiene un futuro incierto”.

1 http://www.univision.com

2

Page 3: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Los líderes de América Latina sostienen que los cambios se acercan; declaran

que la región está creciendo y se manifiestan desde hace muchos ańos optimistas al

respecto. Pero la realidad, en términos concretos, no cambia sustancialmente y en todo

caso, según los datos que hemos aportado, si cambia no es en sentido positivo. Si

analizamos y comparamos la variable pobreza, entendiendo como pobreza la carencia de lo

necesario para vivir y cubrir las necesidades básicas, podemos decir que, en un estudio

continental, evidentemente los parámetros sociales han tenido comportamientos similares;

es decir, una curvatura que marcaría, por un lado, un crecimiento de la población con una

marcada aceleración de los procesos de pauperización y paralelamente un proceso de

concentración económica muy fuerte, en una pequeńa porción de la misma. Frente a esta

incuestionable realidad, algunos líderes políticos de las Naciones Latinoamericanas, se

muestran proclives a hablar de la unidad y la presentan como solución mágica a todos los

males sociales del continente. Hace 25 ańos que recién comenzaron a dar los primeros

pasos concretos en ese sentido; es decir, a pensar en la totalidad más allá de los acuerdos

bilaterales que circunstancialmente se firmaron y que, además, muchas veces ni se

ratificaron cuando se analizaron en el marco de los respectivos congresos.

En todo caso, la cuestión es, a partir de los datos aportados y de las realidades

interpretadas, entender si es que esta realidad que se presenta hoy es novedosa o si de

alguna forma ya había sido anticipada. De ser así, pareció interesante explorar cuáles han

sido algunas de las voces que se levantaron advirtiendo sobre lo que pasaba y hasta lo que

podía pasar, si no éramos capaces de encontrar o empezar a trabajar en el desarrollo

integral del suelo latinoamericano. Cuando rastreamos, en el curso de la historia,

consideraciones de hombres comprometidos con la cuestión social y la calidad de vida de

sus congéneres, esto no parece novedoso. No han sido pocas las voces que en ese sentido

se han levantado en la historia del hemisferio y han intentado describir esta condición de

pobreza en América Latina, planteando concretamente la necesidad de construir una

Latinoamérica unida, para salir de esta situación.

Es por eso que la idea de este trabajo es recorrer y recuperar algunos de los

pensamientos que, desde hace casi 200 ańos, nos vienen diciendo de la necesidad de

entender a la unidad latinoamericana como una estrategia de fortalecimiento continental

para construir naciones fuertes, capaces de determinarse y decidir sobre el mejor modelo

para la organización de sus Estados.

Así surgió la idea de recorrer el pensamiento y la acción de tres hombres que

predicaron la necesidad de la Unidad Latinoamericana como un proyecto alternativo y como

3

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un instrumento político válido para la consolidación de las Naciones Latinoamericanas en el

concierto internacional.

Es así como intentaremos explorar y recuperar las mejores ideas integracionistas de

hombres como Simón Bolívar, Manuel Ugarte y Juan Domingo Perón, tomando como eje

central documentos que nos muestren y nos ilustren su pensamiento. Dado lo planteado y

en función de una mejor organización de la tarea, hemos dividido el cuerpo del trabajo en

tres capítulos.

En el capítulo I el pensamiento de Simón Bolivar; del cual haremos un análisis

de la Carta de Jamaica, de la Convocatoria al congreso de Panamá y de alguna de las

conclusiones de ese mismo Congreso.

En el capítulo II avanzaremos sobre Manuel Ugarte; del cual hemos realizado

un recorte acotado de su vasta obra, aportando algunos documentos desde los cuales

intentamos que quede claro su pensamiento. Hemos incorporado al trabajo una nota escrita

en el diario “El País”, de 1901, titulado “La Defensa Latina” y “El peligro Yanky”, de 1910, “La

América de origen español es un hombre y cada república es una parte de él”, “La América

Latina”; de 1912, la transcripción de su discurso en la Asociación de Estudiantes de

Caracas, dedicado a resaltar la relación entre “Bolivar y la Juventud” y “La Patria Grande del

Porvenir”, de 1914 “El acta de Fundación de la Asociación Latinoamericana”, “El Volante de

la Asociación Latinoamericana”, “El ejemplo de México”; de 1919, “La paz en América” en

una carta dirigida a la Federación Universitaria Argentina; de 1922, “La revolución

Hispanoamericana”; de 1928 una carta dirigida a Augusto César Sandino titulada “Solo

Sandino representa a Nicaragua” y, por último, tomamos algunos manuscritos encontrados

después de su muerte como el titulado “El nativo no hizo la patria” de 1950.

En el capítulo III rescatamos el pensamiento de Juan Domingo Perón, trabajando de

Noviembre de 1953, un discurso en la Escuela Nacional de Guerra donde desarrolla el

Proyecto del ABC; del tiempo del exilio en Madrid rescatamos una carta dirigida a Jorge

Abelardo Ramos; de abril de 1974, un discurso ante dirigentes sindicales argentinos y

latinoamericanos; de mayo de 1974 tomamos el discurso ante el Congreso de la Nación,

donde presenta el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, haciendo la aclaración que

de esta última exposición tomaremos solamente o específicamente las referencias que

atańen a los párrafos en los que se definen conceptos relacionados con la unidad

Latinoamericana como proyecto de desarrollo para el continente.

4

Page 5: Tres hombres, tres tiempos, una vision

En todo caso las preguntas que nos formulamos y las que, en definitiva, nos

han llevado al desarrollo de este trabajo serían las siguientes: ¿Fueron capaces de leer la

realidad de su tiempo?, ¿Entendieron la proyección de esa realidad a futuro?, ¿Pudieron

anticipar los inconvenientes y los puntos frágiles para el desarrollo de la unidad del

continente?, ¿Tuvieron coincidencias?, ¿Sus miradas se oponen, se superponen o se

complementan?, ¿Cuál es el peso real de la propuesta que realizaron?, ¿Cuál es la vigencia

y la importancia actual de su pensamiento?

Reflexionando sobre la cuestión aparece como común denominador a todas

estas preguntas: la cuestión de la Unidad de la Naciones Latinoamericanas, interrogante

que trataremos de develar. Como dijimos en párrafos anteriores, la idea es recorrer, dentro

de marcos biográficos muy restringidos, la vida de estos tres personajes que han marcado

la vida intelectual y política de América Latina, insertando, en este marco contextualizador,

los documentos citados anteriormente.

Metodológicamente hemos tomado como eje ordenador el elemento

cronológico, y en él hemos insertado sus ideas, básicamente aquellas que están

relacionadas y dirigidas a consolidar y fortalecer la unidad de las Naciones de la América

Latina, en función de lograr un equilibrio ante el poder de las potencias de turno.

Por último, dejaremos un espacio conclusivo para dar respuesta, a título personal, a

algunos de los interrogantes planteados.

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. Capítulo I

De Simón Bolívar.

Comenzamos el capítulo haciendo referencia a la biografía de Simón Bolívar2. Como

anticipamos en la introducción, ese será el encuadre sobre el que trabajaremos su accionar.

Fue hijo de una familia criolla de origen vasco, radicada en América desde finales del siglo

XVI. Su padre, Juan Vicente, era miembro de una de las más prominentes familias venezolanas;

propietarias y dedicadas a la función administrativa. De niño quedó huérfano de padre, recibiendo

una importante herencia además de un mayorazgo por parte de un tío eclesiástico. En su primera

infancia residió en Caracas, realizando frecuentes visitas a las posesiones familiares en el valle de

Aragua. Al morir su madre lo tutela su abuelo materno, Feliciano Palacios. Tras fallecer este

último, pasa a la tutela de su tío, Carlos Palacios.

Con doce años, pasó a vivir con su hermana mayor, estudiando sus primeras letras en

casa de Simón Rodríguez3 quien fue su maestro y uno de los intelectuales americanos más

importantes de su tiempo. Bolívar reconoció que su maestro marcó su pensamiento en forma

indeleble; Simón Rodríguez pensaba con pasión que los pueblos de América Latina solo lograrían

llegar a la plenitud y al desarrollo, si marchaban unidos y si lograban construir una estructura

social y política que fomentara la consolidación de una identidad propia.

Haremos brevemente una referencia a la figura de Simón Rodríguez dado que nos parece

una influencia decisiva en la vida de Bolívar.

Simón Rodríguez nace en Caracas en 1769 y muere en Perú en 1854, destacándose por

su profundo conocimiento de la sociedad hispanoamericana, conocimiento que como ya dijimos,

transmitirá a Simón Bolívar.

2 En http// simonbolivar.org. Epistolario: Bolívar-José Antonio Páez,  José Antonio Páez-Bolívar.  Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1983.

3 Seco Villalba, José “Simón Rodríguez el visionario”; Publicaciones de la Embajada de Venezuela, Bs. As. Argentina (1983), en http// www.simonbolivar.org.

6

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En mayo de 1791, el Cabildo de Caracas lo admite para ejercer el cargo de maestro en la

escuela de primeras letras para niños, lugar al que llegará al año siguiente Bolívar para iniciar su

educación y definir su formación.

Durante este tiempo Rodríguez fue ganado por la causa independentista por lo que es

expulsado de Venezuela, trasladándose a Jamaica. Posteriormente viaja a Estados Unidos, donde

vive hasta fines de 1800; y en abril de 1801 recala en Francia, específicamente en París. En esta

ciudad se encuentra nuevamente con Simón Bolívar, convirtiéndose, a partir de este momento, en

una figura decisiva en el rumbo que tomará la vida del futuro Libertador de América. En tal

sentido, juntos parten, en abril de 1805, a un viaje que los llevará a Italia. En Milán presencian la

coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia.

Gracias al registro de alocuciones de S. Rodríguez, éste cita palabras textuales de S.

Bolívar con respecto a su persona:

"Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español"4.

Para 1823, el Libertador, al enterarse de su regreso, le escribe en 1824 desde Perú:

"Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló”.

En noviembre de 1825, Bolívar lo nombra Director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas,

Matemáticas y de Artes y Director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la

República Boliviana, cargo que ocupa hasta 1826 cuando, al retirarse por diferencias con Sucre,

dice:

“La América Española es original y originales han de ser sus instituciones y su gobierno, o Inventamos o Erramos".

No queda duda que el decir de S. Rodríguez marcará profundamente el pensamiento de

Simón Bolívar, pero además queda claro que el pensamiento de este último se debate en una

necesidad febril de obtener un objetivo que no es otro que hacer de América Latina un continente

unido y en esa unión desarrollar las fuerzas que la hagan independiente.

4 En http://www.venezuela.gov.ve/simon_rodriguez_oci.

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Para 1797 Bolívar se forma militarmente, adquiriendo una completa educación táctica y

práctica que será de gran utilidad en sus campañas ulteriores. Dos años más tarde realiza un

viaje a Europa, estudiando en Madrid materias como Historia, Lengua y Ciencias.

Después de su estancia en Madrid se asienta en París, en 1804, donde trabará la amistad

de Humbolt5 y, como dijimos con anterioridad, tras reencontrarse con Simón Rodríguez, ambos

viajan a Italia en 1805.

Cuando regresa a París se inicia en la masonería y dos años más tarde vuelve a América,

haciendo una escala de dos meses en los Estados Unidos. Al regresar a Venezuela dedica su

tiempo a los negocios familiares y a la administración de su amplio patrimonio. Es en este

momento cuando se prepara para su entrada en la vida política, tras la segunda intentona

secesionista de Miranda6, lo que le lleva a mantener reuniones secretas de carácter conspiratorio

con otros personajes.

Sucedida la revolución de 18107, a pesar de su ausencia, fue nombrado representante ante

el gobierno británico. Para pedir apoyo británico a los planes de la Junta se desplazó a Londres,

obteniendo el compromiso de colaboración por parte del ministro Wellesley8 en caso de ataque

francés y la mediación británica ante España. Por su parte, el gobierno español no reconoció al

gabinete venezolano, por lo que destacó un contingente militar para acabar con la rebelión.

Firmemente lanzado en la búsqueda de la independencia, Bolívar reunió un Congreso9, en 1811,

del que salen dos resoluciones básicas: el nombramiento de un triunvirato gubernativo y la

declaración de Independencia que logrará el 5 de julio de ese mismo año. Personalmente Bolívar,

tras participar activamente en el terreno político, se incorporó a las campañas militares como

5 En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo II. Sopena. Barcelona. 1954. “Humboldt Federico Alejandro,(1769-1859), naturalista y viajero alemán que exploró gran parte de la América española que volcó en una obra de 30 volúmenes en el que describe su viaje por América”

6 En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo III. Sopena. Barcelona. 1954. Francisco de Miranda (1750-1816). General Venezolano, colaborador de Simón Bolivar, considerado como uno de los más importantes luchadores por la independencia Americana.

7En http://www.analitica.com/bitblioteca/home “El fracaso del primer intento de independencia de España por parte de Venezuela, y el creciente rechazo hacia su persona, hacen renunciar a Miranda a su cargo de General en Jefe de Tierra y Mar de la Confederación de Venezuela”.

8 “En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo IV. Sopena. Barcelona. 1954. Sir Arthur Wellesley, duque de Wellington, (1769-1852), general y político Inglés, comprometido con el desarrollo de las acciones Inglesas en España y América Latina.

9 En http://www.analitica.com/bitblioteca/home. Simón Bolívar, Escritos fundamentales, Caracas, Monte Ávila, 1998“El 4 de Julio pronuncia un acalorado discurso ante tal sociedad patriótica, en el que manifiesta abiertamente su ansiedad y angustia por influir en la mente del Congreso, para que tome decisión de la libertad absoluta. Una vez proclamada la Independencia, Bolívar se incorpora al ejército y con el grado de Coronel contribuye, bajo las órdenes de Miranda, al sentimiento de Valencia, recibe allí un bautismo de fuego”.

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Page 9: Tres hombres, tres tiempos, una vision

coronel sin dejar de pensar en el desarrollo de su doctrina, la cual se basaba y tenía como idea

central el hecho de que las provincias hispanas de Ultramar deben permanecer unidas.

Posteriormente, fue nombrado Coronel de las tropas de Nueva Granada, logrando las

victorias de Cúcuta y Pamplona. Con gran capacidad de influencia personal, consiguió

autorización para ocupar los territorios de Mérida y Trujillo, siendo popularmente llamado

"libertador" en la primera de estas ciudades. Para agosto de 1813 entra en Caracas, siendo

proclamado Comandante general del ejército emancipador y libertador de Venezuela. En

1813 comienza su extraordinaria campaña militar en la cual alterna victorias durante los siguientes

cinco años. Hacia Mayo emprende la liberación de Venezuela con una campaña admirable desde

la frontera del Táchira hasta Caracas, donde entra triunfante el 6 de agosto. El 15 de junio, en

Trujillo, dicta el decreto de Guerra a Muerte. El 14 de octubre, la municipalidad de Caracas le

confiere el título de Libertador, para luego obtener una victoria en la Batalla de Sucre10.

Entre 1813 y 1814 se desarrollan los años más difíciles de la guerra de independencia.

Algunas victorias realistas, logradas por el general Boves11, eran compensadas por victorias de las

tropas de Bolívar, pero finalmente el ejército de Boves logró derrotar a Bolívar y entró en Caracas

en julio. En consecuencia, Bolívar hubo de exiliarse en Nueva Granada, siendo nombrado capitán

por el Congreso de Tunja y logrando la incorporación de Bogotá a las Provincias Unidas. Para

1815, Bolívar sitió Cartagena, pero la falta de apoyo por parte del gobierno de Nueva Granada, le

hizo desistir y refugiarse en Jamaica.

Desde allí y en el contexto señalado, hizo pública su Carta de Jamaica12, donde explicaba

su proyecto de creación de una Gran Colombia, su apuesta por el republicanismo y su defensa del

independentismo.

Podemos decir que la Carta de Jamaica es un documento fundacional para todos aquellos

que quieran transitar las bases para comprender la posibilidad de la unidad latinoamericana y,

como decíamos en la introducción, el análisis no quiere limitarse a analizar las cuestiones

10 En http://www.analitica.com/bitblioteca/home. “Simón Bolívar, Escritos fundamentales, Caracas, Monte Ávila, 1998” Entre 1813 y 1814, comienza su extraordinaria campaña militar. En Mayo emprende la liberación de Venezuela con una campaña admirable desde la frontera del Táchira hasta Caracas, donde entra triunfante el 6 de Agosto. El 15 de Junio, en Trujillo dicta el decreto de Guerra a Muerte. El 14 de Octubre, la municipalidad de Caracas le confiere el título de Libertador y obtiene una gran Batalla de Sucre el 5 de Diciembre de 1814

11 En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo I. Sopena. Barcelona. 1954. “José Tomás Boves Rodríguez (1782 — 1814) caudillo militar español. Comandó a las tropas realistas que lucharon en la Guerra de Independencia de Venezuela durante la Segunda República, formando la llamada División Infernal”.

12 Rivas, Eduardo; “Los condicionantes externos en los procesos de integración”, Eudeba. Buenos Aires., 2002

9

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ideológicas o quedar sesgado en posiciones reduccionistas, planteando concretamente, desde la

propuesta de unidad, una forma inteligente de gestionar cambios, que parece necesario recorrer

200 años después. Cuando los datos, que describen el comportamiento de ciertas variables

sociales, definen una realidad enmarcada en la pobreza y en las limitaciones sociales de todo tipo,

evidentemente hay políticas para revisar y por lo menos intentar explorar aquellos principios que

pudieran tener vigencia pese a ser elaborados para otro tiempo.

En todo caso en la tarea de acercar a este trabajo el material seleccionado, tiene por

objetivo encuadrar la labor que hemos emprendido, valorando la intencionalidad y la riqueza que,

como fuente y como propuesta, tienen los documentos analizados, a la hora de entender las

posibilidades que tiene hoy América Latina de generar un bloque poderoso de naciones que se

presente al mundo posicionada desde otras perspectiva en cuanto al poder de negociación que se

hace necesario poseer en estos tiempos.

La Carta de Jamaica es, sin duda, un documento de hondo sentido histórico y político, que

condensa el espíritu del programa estratégico de la acción libertadora de Simón Bolívar. Es una

misiva redactada con el propósito de dar respuesta a una comunicación dirigida a Bolívar por el

corresponsal inglés Henry Cullen, y está fechada en Kingston, el 6 de septiembre de 1815.

Evidentemente, lo primero que hace Bolívar es describir a su interlocutor epistolar un detalle

significativo que no es otro que la complejidad que representaba para comienzos del siglo XIX,

conocer y tratar de comprender la realidad y las posibilidades políticas de las jóvenes naciones del

continente, debiendo entender que en todo caso solo podría aspirarse a una aproximación

modelizada de los rumbos que se podrían tomar, pero marcándole a su interlocutor la complejidad

y la ignorancia desde la que elaboraba sus futuras conclusiones.

Escribe Simón Bolívar, el 6 de septiembre de 1815, dejando en claro cuál era el sentir para

con los españoles y su manifiesta angustia ante el desconocimiento de la realidad cabal de

América Latina, y ante la política llevada adelante en el continente por los españoles, con lo cual

estima que el destino es por el momento incierto:

Muy señor mío:

“Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que usted me hizo el honor de dirigirme, y yo recibí con la mayor satisfacción. Sensible como debo, al interés que usted ha querido tomar por la suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece, desde su descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que usted me hace, sobre los objetos más importantes de la política americana.

10

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Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que usted me favorece, y el impedimento de satisfacerle, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo. En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que usted me ha honrado. El mismo barón de Humboldt, con su universalidad de conocimientos teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la estadística y revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas y, por consecuencia, sólo se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura, y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por sus posiciones físicas, por las vicisitudes de la guerra, y por los cálculos de la política Como me conceptúo obligado a prestar atención a la apreciable carta de usted, no menos que a sus filantrópicas miras, me animo a dirigir estas líneas, en las cuales ciertamente no hallará usted las ideas luminosas que desea, mas sí las ingenuas expresiones de mis pensamientos.” 13

Continúa en los párrafos siguientes mostrando el desencanto que la dominación española

había provocado en los criollos, a las contradicciones y a la denigración que la condición de

nativos de estas tierras presentaba frente a la mirada del conquistador; rescata la mirada de

Bartolomé de las Casas y remarca la desilusión y el resentimiento que tal situación había

generado en los americanos:

“Tres siglos hace —dice usted— que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el Grande hemisferio de Colón. Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades…” 14

Profetizando que tanto dolor sería la identidad y la fortaleza de un movimiento liberador

que llevaría al triunfo a los pueblos del Nuevo Mundo que han entendido esa realidad y, desde

esa realidad, se construirá la libertad; de una libertad enmarcada en la desilusión que le provoca a

los pueblos de la América la acción de los españoles, que con su acción han divido al continente

de la Nación española, de una nación a la cual se respetaba, pero que hoy los americanos

detestan y combaten, preguntándose a la vez por lo incierto del resultado de la contienda, Bolívar

escribe:

“Yo tomo esta esperanza por una predicción, si la justicia decide las contiendas de los hombres. El suceso coronará nuestros esfuerzos; porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente: el lazo que la unía a España está cortado: la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía; lo que antes las enlazaba ya las divide; más

13 En http://www.analitica.com/bitblioteca/home. “El Libertador dirige esta carta al súbdito británico Henry Cullen, corresponsal Ingles, residenciado en Falmouth, cerca de Montego Bay, en la costa norte de Jamaica”.

14 Op. cit. pág. 1.

11

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grande es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes, que reconciliar los espíritus de ambos países. El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno; no obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía; o, por mejor decir, este apego forzado por el imperio de la dominación. Al presente sucede lo contrario; la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos: todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado y hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas: se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria. Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los independientes, mientras que los tiranos en lugares diferentes, obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el resultado final? ¿No está el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su defensa?” 15

Pese a lo manifestado en la primera parte de la carta, en los párrafos siguientes Bolívar va

a desarrollar y demostrar un conocimiento exhaustivo de la realidad de Latinoamérica,

describiendo en forma brillante la situación de cada región, dato no menor a la hora de entender la

posibilidad de pensar una salida al problema que se planteaba:

“Echemos una ojeada y observaremos una lucha simultánea en la misma extensión de este hemisferio. El belicoso estado de las provincias del Río de la Plata ha purgado su territorio y conducido sus armas vencedoras al Alto Perú, conmoviendo a Arequipa, e inquietado a los realistas de Lima. Cerca de un millón de habitantes disfruta allí de su libertad.

El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas, está lidiando contra sus enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que antes pusieron un término a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos, son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarles, que el pueblo que ama su independencia, por fin la logra. El virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de habitantes, es, sin duda, el más sumiso y al que más sacrificios se le han arrancado para la causa del rey, y bien que sean vanas las relaciones concernientes a aquella porción de América, es indubitable que ni está tranquila, ni es capaz de oponerse al torrente que amenaza a las más de sus provincias. La Nueva Granada que es, por decirlo así, el corazón de la América, obedece a un gobierno general, exceptuando el reino de Quito que con la mayor dificultad contienen sus enemigos, por ser fuertemente adicto a la causa de su patria; y las provincias de Panamá y Santa Marta que sufren, no sin dolor, la tiranía de sus señores. Dos millones y medio de habitantes están esparcidos en aquel territorio que actualmente defienden contra el ejército español bajo el general Morillo, que es verosímil sucumba delante de la inexpugnable plaza de Cartagena. Mas si la tomare será a costa de grandes pérdidas, y desde luego carecerá de fuerzas bastantes para subyugar a los morígeros y bravos moradores del interior. En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela sus acontecimientos han sido tan

15 Op. cit. pág. 1.

12

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rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de América. Sus tiranos gobiernan un desierto, y sólo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia; algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten con furor, en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva. Cerca de un millón de habitantes se contaba en Venezuela y sin exageración se puede conjeturar que una cuarta parte ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el hambre, la peste, las peregrinaciones; excepto el terremoto, todos resultados de la guerra. En Nueva España había en 1808, según nos refiere el barón de Humboldt, siete millones ochocientas mil almas con inclusión de Guatemala. Desde aquella época, la insurrección que ha agitado a casi todas sus provincias, ha hecho disminuir sensiblemente aquel cómputo que parece exacto; pues más de un millón de hombres han perecido”, (…) “Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas pueden formar una población de setecientas a ochocientas mil almas, son las que más tranquilamente poseen los españoles, porque están fuera del contacto de los independientes. Más ¿no son americanos estos insulares? ¿No son vejados? ¿No desearán su bienestar? Este cuadro representa una escala militar de dos mil leguas de longitud y novecientas de latitud en su mayor extensión en que dieciséis millones de americanos defienden sus derechos, o están comprimidos por la nación española que aunque fue en algún tiempo el más vasto imperio del mundo, sus restos son ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio y hasta para mantenerse en el antiguo. ¿Y amante de la libertad permite que una vieja serpiente por sólo satisfacer su saña envenenada, devore la más bella parte de nuestro globo? ¡Qué! ¿Está Europa sorda al clamor de su propio interés? ¿No tiene ya ojos para ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido para ser de este modo insensible?” 16

Evalúa la realidad Española en cuanto a las posibilidades concretas de avanzar sobre la

reconquista de América, en medio de su propia decadencia y de su propia imposibilidad:

“Estas cuestiones cuanto más las medito, más me confunden; llego a pensar que se aspira a que desaparezca la América, pero es imposible porque toda Europa no es España. ¡Qué demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar América, sin marina, sin tesoros y casi sin soldados! Pues los que tiene, apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia, y defenderse de sus vecinos. Por otra parte, ¿Podrá esta nación hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo sin manufacturas? ¿Sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política?” 17

Opinando al respecto que:

“Europa haría un bien a España en disuadirla de su obstinada temeridad, porque a lo menos le ahorrará los gastos que expende, y la sangre que derrama; a fin de que fijando su atención en sus propios recintos, fundase su prosperidad y

16 Op. cit. pág. 2.

17 Op. cit. pág. 3.

13

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poder sobre bases más sólidas que las de inciertas conquistas, un comercio precario y exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y poderosos.” 18

Desde este punto, Bolívar incorpora un dato en su análisis al que consideramos

importante: primero, no puede comprender las diferencias con las que muchos tratan a la América

Latina, y segundo, presenta los primeros elementos de desconfianza con respecto al mundo

europeo, pero especialmente hacia la América anglosajona, elemento de análisis no menor en

función de la continuidad de este trabajo y de encontrar los marcos que se irán sucediendo con

posterioridad:

“No sólo los europeos. Hasta nuestras hermanas del Norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la más justa, y por sus resultados la más bella e importante de cuantas se han suscitado en los siglos antiguos y modernos, ¿hasta dónde se puede calcular la trascendencia de la libertad en el hemisferio de Colón?”19

Continúa en su escrito fundamentando las dudas que expresamos en el párrafo anterior a

partir de una valoración injusta y una marcada diferencia de trato, que interpreta, para el

pensamiento de Bolívar, una mirada política pero también, valoraciones antropológicas muy

fuertes y que, de alguna manera, hacen imposible los acuerdos con los viejos dominadores:

“La felonía con que Bonaparte prendió a Carlos IV y a Fernando VII, reyes de esta nación, que tres siglos la aprisionó con traición a dos monarcas de la América meridional, es un acto manifiesto de retribución divina y, al mismo tiempo, una prueba de que Dios sostiene la justa causa de los americanos, y les concederá su independencia”. 20

A partir de aquí, Bolívar desarrolla la percepción que tiene sobre la futura realidad política

del continente, jugando con comparaciones que involucran modelos análogos de construcción

política e incorpora en su discurso elementos que marcan alternativas de predicción política:

“Después de algunos meses he hecho muchas reflexiones sobre la situación de los americanos y sus esperanzas futuras; tomo grande interés en sus sucesos; pero me faltan muchos informes relativos a su estado actual y a lo que ellos aspiran; deseo infinitamente saber la política de cada provincia como también su población; si desean repúblicas o monarquías, si formarán una gran república o una gran monarquía”.(…) Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares; nuevos en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejos en los usos de la sociedad civil. Yo considero el estado actual de América, como cuando desplomado el imperio romano cada desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses y

18 Op. cit. pág. 3.

19 Op. cit. pág. 3.

20 Op. cit. pág. 4.

14

Page 15: Tres hombres, tres tiempos, una vision

situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias o corporaciones, con esta notable diferencia, que aquellos miembros dispersos volvían a restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigían las cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte no somos indios, ni europeos, sino una especie mezcla entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento, y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar a éstos a los del país, y que mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallemos en el caso más extraordinario y complicado”. 21

Desde aquí recalca la indignidad de la vida de los criollos dentro del modelo español, y las

pocas posibilidades de desarrollo que este modelo permitía dado las desigualdades jurídicas de

las que eran víctimas los nacidos en estas tierras, agregando que los cambios generaban

realidades para los cuales los americanos todavía no estaban del todo preparados:

“No obstante que es una especie de adivinación indicar cuál será el resultado de la línea de política que América siga, me atrevo aventurar algunas conjeturas que, desde luego, caracterizo de arbitrarias, dictadas por un deseo racional, y no por un raciocinio probable. Los americanos en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo y, cuando más, el de simples consumidores” (…); “Estábamos, como acabo de exponer, abstraídos y, digámoslo así, ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contravención directa de nuestras instituciones”.(…) “De cuanto he referido, será fácil colegir que América no estaba preparada, para desprenderse de la metrópoli, como súbitamente sucedió por el efecto de las ilegítimas cesiones de Bayona, y por la inicua guerra que la regencia nos declaró sin derecho alguno para ello no sólo por la falta de justicia, sino también de legitimidad. Sobre la naturaleza de los gobiernos españoles, sus decretos conminatorios y hostiles, y el curso entero de su desesperada conducta, hay escritos del mayor mérito en el periódico El Español, cuyo autor es el señor Blanco; y estando allí esta parte de nuestra historia muy bien tratada, me limito a indicarlo”. 22

Bolívar enfatiza que la situación es tan compleja que se debe considerar en un contexto en

el cual la situación por ser tan dinámica, incorpora elementos nuevos para el análisis, dado que

tenemos, en principio, la debilidad española. Pero en ese contexto, en un segundo plano,

aparecen las contradicciones locales y las dificultades para la implementación de gobiernos con

un sello latinoamericano. A partir de esto Bolívar describe las posibilidades y las dificultades que

observa:

21 Op. cit. pág. 4.

22 Op. cit. pág. 6.

15

Page 16: Tres hombres, tres tiempos, una vision

“Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos previos y, lo que es más sensible, sin la práctica de los negocios públicos a representar en la escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores, magistrados, administradores del erario, diplomáticos, generales, y cuantas autoridades supremas y subalternas forman la jerarquía de un Estado organizado con regularidad. Cuando las águilas francesas sólo respetaron los muros de la ciudad de Cádiz, y con su vuelo arrollaron a los frágiles gobiernos de la Península, entonces quedamos en la orfandad. Ya antes habíamos sido entregados a la merced de un usurpador extranjero. Después, lisonjeados con la justicia que se nos debía, con esperanzas halagüeñas siempre burladas; por último, incierto sobre nuestro destino futuro, y amenazados por la anarquía, a causa de la falta de un gobierno legítimo, justo y liberal, nos precipitamos en el caos de la revolución. En el primer momento sólo se cuidó de proveer a la seguridad interior, contra los enemigos que encerraba nuestro seno. Luego se extendió a la seguridad exterior; se establecieron autoridades que sustituimos a las que acabábamos de deponer encargadas de dirigir el curso de nuestra revolución y de aprovechar la coyuntura feliz en que nos fuese posible fundar un gobierno constitucional digno del presente siglo y adecuado a nuestra situación. Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con el establecimiento de juntas populares” 23

Pero desde una mirada estratégica, propia de los líderes, comienza a delinear aspectos

que, entiende, constituirán los futuros escenarios de organización político-administrativa de las

naciones americanas, partiendo de una cierta incertidumbre actual, moderada por una racional

esperanza que además se convierte en una clara definición política que será el eje de su proyecto

y de su legado.

“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es imposible, no me atrevo a desearlo; y menos deseo aún una monarquía universal de América, porque este proyecto sin ser útil, es también imposible”.(…) “Para que un solo gobierno dé vida, anime, ponga en acción todos los resortes de la prosperidad pública, corrija, ilustre y perfeccione al Nuevo Mundo sería necesario que tuviese las facultades de un Dios y, cuando menos, las luces y virtudes de todos los hombres. (…) “así no soy de la opinión de las monarquías americanas”. 24

Es desde ese legado político en la acción, desde donde propone alternativas concretas de

construcción de poder, definiéndose como republicano y como liberal.

“El interés bien entendido de una república se circunscribe en la esfera de su conservación, prosperidad y gloria. No ejerciendo la libertad imperio, porque es precisamente su opuesto, ningún estímulo excita a los republicanos a extender los términos de su nación, en detrimento de sus propios medios, con el único objeto de hacer participar a sus vecinos de una Constitución liberal”. (…). “Por estas razones pienso que los americanos ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y agricultura,

23 Op. cit. pág. 6.

24 Op. cit. pág. 8.

16

Page 17: Tres hombres, tres tiempos, una vision

preferirían las repúblicas a los reinos, y me parece que estos deseos se conforman con las miras de Europa. No convengo en el sistema federal entre los populares y representativos, por ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a los nuestros; por igual razón rehusó la monarquía mixta de aristocracia y democracia que tanta fortuna y esplendor ha procurado a Inglaterra. No siéndonos posible lograr entre las repúblicas y monarquías lo más perfecto y acabado, evitemos caer en anarquías demagógicas, o en tiranías monócratas.

Busquemos un medio entre extremos opuestos que nos conducirán a los mismos escollos, a la infelicidad y al deshonor. Voy a arriesgar el resultado de mis cavilaciones sobre la suerte futura de América; no la mejor, sino la que sea más asequible…”.25

Luego de definir con claridad las perspectivas y las alternativas políticas de cada una de

las regiones del continente, empieza a cerrar y concluir sus argumentos con una proyección

marcada en la idea que rige su pensamiento, que no es otro que comprender a la unión de

América Latina como una necesidad estratégica para el desarrollo y la felicidad de los pueblos de

esta región.

“De todo lo expuesto, podemos deducir estas consecuencias: las provincias americanas se hallan lidiando por emanciparse, al fin obtendrán el suceso; algunas se constituirán de un modo regular en repúblicas federales y centrales; se fundarán monarquías casi inevitablemente en las grandes secciones, y algunas serán tan infelices que devorarán sus elementos, ya en la actual, ya en las futuras revoluciones, que una gran monarquía no será fácil consolidar; una gran república no será fácil de consolidar”. 26

Pero:

“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse”.(…) “¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo.” 27

Y continúa:

“Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración, otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St.

25 Op. cit. pág. 8

26 Op. cit. pág. 10.

27 Op. cit. pág. 11.

17

Page 18: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Pierre que concibió el laudable delirio de reunir un Congreso europeo, para decidir de la suerte de los intereses de aquellas naciones” 28

Estableciendo en profundidad la condición necesaria y que dará forma a todo el desarrollo

anterior:

“Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración.

Soy de usted.

Kingston, 6 de septiembre de 1815.” 29

Tratando de hacer una muy apretada síntesis de las distintas partes de la carta analizada,

podemos decir que en la redacción de La carta de Jamaica, Bolívar, luego de una introducción

donde se declara impotente para dar un concepto acerca de los destinos políticos del Nuevo

Mundo y lamentar las grandes tropelías y crímenes cometidos por los españoles durante la

conquista, hace un balance de las diferentes regiones que componen la América, demostrando

tener amplios conocimientos sobre la población y sobre la realidad de la América Latina.

A continuación hace una valoración casi profética de la campaña de dominación en la que

estaba empeñada la corona española, por medio del general Morillo30 y su poderoso ejército; y

apunta juiciosamente que el epicentro del movimiento independentista debía ser Nueva Granada,

dadas las cualidades estratégicas de esa región de la América Latina.

Bolívar define su visión de la política internacional de la época en lo que respecta a nuestro

continente cuando sostiene que la política inglesa, la ambición de la Francia y la estupidez de

España, redujeron súbitamente a la América a una absoluta orfandad, y la constituyeron

indirectamente en un estado de anarquía pasiva.

Las luces de algunos aconsejaron la independencia, esperando fundadamente la

protección en la nación británica, porque la causa era justa y porque el modelo era claramente

28 Op. cit. pág. 11.

29 Op. cit. pág. 12

30 En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo III. Sopena. Barcelona. 1954. “General español (1778—1837), jefe de la Expedición que vino a reconquistar América. Hasta 1795 ejerció el oficio de pastor. En Bailén fue ascendido a oficial por el valor demostrado. Puso su formación militar, así como su experiencia y arrojo, al servicio del rey Fernando VII cuando fue nombrado jefe de la Expedición Pacificadora, organizada con el fin de reconquistar los pueblos americanos. Esta expedición salió de Cádiz, con más de 10 000 hombres, en febrero de 1815, rumbo a las provincias del Nuevo Mundo. En América les correspondió librar una lucha mucho más peligrosa, mucho más cruel que la que habíamos sostenido hasta el momento, según palabras del propio Morillo”

18

Page 19: Tres hombres, tres tiempos, una vision

superador del sistema español, que, de hecho, ya no garantizaba absolutamente nada a nadie,

dada la inestabilidad en la que se sumía el imperio ibérico.

La masa general de los pueblos fue dócil al principio y siguió la senda, pero cuando los

españoles salen de su sorpresa, su atención se depositó en recobrar su antiguo dominio con él a

como diera lugar y básicamente con la espada en la mano. Su proyecto era reducir por segunda

vez esta mitad del mundo pero en un contexto de impotencia, dadas las condiciones político-

económicas en las cuales se hallaba el sistema institucional español.31

Siguiendo un orden contextual en el cual comprender y dar sentido a los actos políticos, y

en función de que hemos estructurado este modelo cronológicamente, decimos que en 1816

arriba a Isla Margarita, iniciando la tercera revolución de Venezuela. Sus tropas consiguen tomar

Carúpano, desde donde proclama el final del régimen esclavista, tal como había prometido al

haitiano Pétion32. Temerosos de un encuentro con el muy bien equipado ejército de Morillo, ha de

refugiarse nuevamente, esta vez en Haití.

Desde allí parte con una segunda expedición que, a principios de 1817, logra entrar en

Barcelona y declarar la independencia definitiva de Venezuela, estableciendo en Angostura la

capital de su gobierno, al que dota de las instituciones suficientes.

En 1818 emprende un ataque contra Venezuela, sin mucho éxito, a pesar de lo cual logra

convocar un congreso en Angostura y presenta un proyecto de constitución que no pudo llevarse

a la práctica pero es elegido presidente33. La liberación de Nueva Granada la logra con la victoria

de Boyacá, sucedida en agosto de 1819, lo que debilita sobremanera el poder español. A partir de

entonces se proclama la unión de Nueva Granada y Venezuela. Bolívar es elegido como

presidente y Santander como vicepresidente. Habiendo destacado un contingente, decide volver a

Angostura. Entretanto, el Congreso formuló la ley por la que se forma la República de Colombia,

que integra los territorios de Venezuela, Nueva Granada y el actual Ecuador. Tras firmar una

tregua con las tropas realistas en Trujillo, la batalla decisiva será en Carabobo, cuya victoria por

parte de Bolívar dará a Venezuela su libertad final. Sin embargo, los enfrentamientos aún estaban

lejos de acabar, pues los ejércitos realistas ocuparon Puerto Cabello en 1823. Decidido a liberar

31 Moreno Nahuel. “Nuevo Método de Interpretación de la Historia Argentina”, Buenos Aires. Pluma 1970. p 3 a 8.

32 En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo III. Sopena. Barcelona. 1954 “Alexandre Pétion (1770 - 1818), militar y político haitiano. En 1807 fue electo primer Presidente de la República de Haití”

33 En http// www.analítica.com/biblioteca. “Inaugurado el 15 de febrero de 1819 por Simón Bolívar en Angostura representó el segundo Congreso Constituyente de Venezuela. Se llegó a su instalación luego que Bolívar expusiera en 1818 ante el Consejo de Estado, la necesidad de convocar a elecciones para celebrar un Congreso Nacional que diese una salida constitucional a la inestable situación política del país”.

19

Page 20: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Ecuador, Bolívar pasó de Maracaibo a Cúcuta y Bogotá, uniéndose a las tropas de Sucre para

recuperar Quito. La victoria de Sucre en Pichincha permite la liberación de Ecuador y le incorpora

a la Gran Colombia bolivariana, obteniendo el reconocimiento de los Estados Unidos en 1822. En

Guayaquil, Bolívar y San Martín se entrevistaron en ese mismo año. El tema de la negociación era

la pretensión de San Martín de anexionar Guayaquil al Perú, lo que no pudo hacerse por

pertenecer ya a Colombia. Por su parte, Bolívar ofreció apoyo militar a San Martín ante el acoso

de las tropas realistas que aún quedaban en Perú. Así, llegó en septiembre, a El Callao, donde la

guarnición local se pasó al bando español. La toma realista de Lima dibujaba un panorama

sombrío para la causa independentista, ante lo cual el Congreso nombró a Bolívar Dictador y le

dotó de plenos poderes, lo que le permitió organizar las tropas. Posteriormente obtuvo una gran

victoria frente a Canterac34 en Junín, en agosto de 1824. La victoria definitiva se producirá en

Ayacucho, en diciembre de 1824, cuando las tropas del virrey La Serna35 serán derrotadas. Con

ello, la etapa militar independentista queda concluida, y Bolívar puede renunciar a sus poderes

militares ante el Congreso del Perú. Es desde ese momento que él puede profundizar más su

pensamiento político y apostar al desarrollo de su proyecto de unidad, y en evaluar la posibilidad

de implementarlo. Es así como en el mes de diciembre de 1824, estabilizado el frente militar,

llama a la reunión de un Congreso en Panamá.36

Es la invitación formulada por Simón Bolívar a los Gobiernos de Colombia, México, Río de

la Plata, Chile y Guatemala, para que participasen del Congreso de Panamá y en la cual se puede

observar con enorme claridad que Simón Bolívar no solo se manejaba en el plano de las ideas,

tenía claro qué quería y cómo hacer para lograr el objetivo.

En todo caso, estamos frente a un líder natural que desde un marco conceptual expresado

en la Carta de Jamaica plantea y desarrolla la herramienta para llegar a cumplir con estos

objetivos.

Sabe, y esto queda demostrado en las siguientes líneas, y está convencido que toda la

lucha realizada solo se verá concretada si se logra unir a todas las Naciones de América Latina:

“Lima, 7 de diciembre de 1824.

34 En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo I. Sopena. Barcelona. 1954 “José de Canterac. ( 1787-1835). Fue un militar español de origen francés. Llego a América en 1817 al mando de una expedición militar destinada al Río de la Plata pero desviada hacia Venezuela por el Mariscal Pablo Morillo. Participó activamente en las guerras de emancipación de Venezuela, Panamá, Nueva Granada y Perú”.

35 En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo II. Sopena. Barcelona. 1954 “José de la Serna e Hinojosa (1769-1833) es conocido por haber sido el último virrey del Perú. Con él concluyó pues la colonia, tras ser derrotado por Antonio José de Sucre en 1824 en la batalla de Ayacucho”.

36 En http// simonbolivar.org/ “Es la invitación formulada en diciembre de 1824 por Simón Bolívar a los Gobiernos de Colombia, México, Río de la Plata. Chile y Guatemala, para que participasen del Congreso de Panamá”

20

Page 21: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Excmo. Señor

Grande y buen amigo: Después de quince años de sacrificios consagrados a la libertad de América, por obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos. Entablar aquel sistema y consolidar el poder de este gran cuerpo político, pertenece al ejercicio de una autoridad sublime, que dirija la política de nuestros gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad de sus principios, y cuyo nombre solo calme nuestras tempestades. Tan respetable autoridad no puede existir sino en una asamblea de plenipotenciarios nombrados por cada una de nuestras repúblicas, y reunidos bajo los auspicios de la victoria, obtenida por nuestras armas contra el poder español. Profundamente penetrado de estas ideas invité en ochocientos veintidós, como presidente de la República de Colombia, a los Gobiernos de México, Perú, Chile y Buenos Aires, para que formásemos una confederación, y reuniésemos en el Istmo de Panamá u otro punto elegible a pluralidad, una asamblea de plenipotenciarios de cada Estado ‘que nos sirviese de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos cuando ocurran dificultades, y de conciliador, en fin, de nuestras diferencias’”. 37

Continúa diciendo que además esta es una cuestión que no puede diferirse demasiado en

el tiempo, dados los beneficios que la formación de un poder unificado latinoamericano traería

para las naciones del continente:

“Diferir más tiempo la asamblea general de los plenipotenciarios de las repúblicas que de hecho están ya confederadas, hasta que se verifique la accesión de los demás, sería privarnos de las ventajas que produciría aquella asamblea desde su instalación” 38

Está convencido que el lugar elegido para desarrollar la tarea no es otro, o no puede ser

otro, que Panamá, al cual considera como el eje geopolítico que permite estar cerca de todos

lados:

“Parece que si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá, sería señalado para este augusto destino, colocado como está en el centro del globo, viendo por una parte el Asia, y por el otro el África y la Europa. El Istmo de Panamá ha sido ofrecido por el Gobierno de Colombia, para este fin, en los tratados existentes. El Istmo está a igual distancia de las extremidades; y por esta causa podría ser el lugar provisorio de la primera asamblea de los confederados. Difiriendo, por mi parte, a estas consideraciones, me siento con una grande propensión a mandar a Panamá los diputados de esta república, apenas tenga el honor de recibir la ansiada respuesta de esta circular. Nada ciertamente podrá llenar tanto los ardientes votos de mi corazón, como la conformidad que espero de los gobiernos confederados a realizar este augusto acto de la América”. (…) “El día

37 Bolivar, S. “Convocatoria al congreso de Panamá” En http/www.analítica.com. pág. 13.

38 Op. cit. pág. 13.

21

Page 22: Tres hombres, tres tiempos, una vision

que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia diplomática de América una época inmortal. Cuando, después de cien siglos, la posteridad busque el origen de nuestro derecho público, y recuerden los pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo. En él, encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de Corinto comparado con el de Panamá?

Dios guarde a V. E.

Vuestro grande y buen amigo. Bolívar” 39

Como se desprende de la interpretación de la citación, estamos en presencia de un nuevo

paso hacia aquel ideal de unidad que se plantea en la Carta de Jamaica y que va a nutrir

permanentemente el ideario bolivariano.

Posteriormente partió hacia el Alto Perú, proclamando la República de Bolívar, hoy llamada

Bolivia.

En 1826 redacta una Constitución y deja el mando de Bolivia a Sucre40 y el del Perú a

Andrés de Santa Cruz41.

Es así como llegamos al Congreso de Panamá42 de 1826, dado que, concluida la gran empresa de

la emancipación de Hispanoamérica, para Bolívar se hacía necesaria la existencia de un congreso

en el que estuvieran representadas las antiguas colonias de España que habían alcanzado su

libertad; a fin de que, como hermanas, en torno de una misma mesa, discutieran acerca de los

asuntos que les concernían en el plano internacional. Éstos estaban directamente vinculados al

afianzamiento de las conquistas alcanzadas en el campo de la guerra, a la defensa de sus

intereses frente a las potencias que amenazaban con recuperar sus dominios perdidos en el

Nuevo Continente, a robustecer la amistad entre los nuevos Estados y a fundamentar, sobre

sólidos principios, la posesión del territorio y las relaciones internacionales.

Como dijimos anteriormente, en la mente de Bolívar la idea del Congreso estaba unida al

lugar de reunión, y éste no era otro que Panamá, por su posición privilegiada en la geografía de

América: de un lado el océano Pacífico y del otro, el mar de las Antillas, y el istmo como puente

39 Op. cit. pág. 14

40 En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo IV. Sopena. Barcelona. 1954 “Antonio José de Sucre y Alcalá, nació en la actual Venezuela en 1795; y murió en Colombia, en 1830, fue un político y militar venezolano, prócer de la independencia y presidente de Bolivia y Perú.”

41En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo IV. Sopena. Barcelona. 1954 “Andrés de Santa Cruz (1786 - 1865), militar y político boliviano. Fue Presidente del Perú , Presidente de Bolivia, y Supremo Protector de la Confederación Perú-Boliviana”.

42 En http// simonbolivar.org.

22

Page 23: Tres hombres, tres tiempos, una vision

entre los 2 hemisferios. El Libertador destacó la importancia de Panamá en varios de sus

documentos, como ya antes lo había hecho Francisco de Miranda.

Además, en los programas de los dos dirigentes, siempre fue tema fundamental la unidad

de América española, vista ésta como una sola gran nación. Desde que Bolívar va a Londres en

1810, en misión de la Junta Suprema de Caracas, comienza a hablar de una confederación de

naciones en América; así lo declara a la prensa británica.

Concretamente en la Sociedad Patriótica de Caracas43, en uno de sus discursos,

puntualiza que se debe poner la piedra fundamental de la libertad suramericana. Sostenía

enfáticamente “Para nosotros la patria es la América”; esto ya lo había expresado en la Carta de

Jamaica, y en esa misma oportunidad sugiere la reunión en Panamá de un congreso de

Repúblicas; insiste en la unidad americana en sus cartas para Juan Martín de Pueyrredón en

1818, y en todos los manifiestos y arengas que lanza a los cuatro vientos del continente, e

inclusive en sus cartas particulares. Pasos preparatorios del Congreso de Panamá fueron las

misiones diplomáticas despachadas desde Cúcuta en octubre de 1821 por el Libertador

presidente de Colombia y su secretario de Relaciones Exteriores Pedro Gual44.

En las instrucciones se le decía a cada uno:

“...nada interesa tanto en estos momentos como la formación de una liga verdaderamente americana. Pero esta confederación no debe formarse simplemente sobre los principios de una alianza ordinaria para ofensa y defensa: debe ser mucho más estrecha que la que se ha formado últimamente en Europa contra las libertades de los pueblos. Es necesario que la nuestra sea una sociedad de naciones hermanas, separadas por ahora y en el ejercicio de su soberanía por el curso de los acontecimientos humanos, pero unidas, fuertes y poderosas para sostenerse contra las agresiones del poder extranjero. Es indispensable que usted encarezca incesantemente la necesidad que hay de poner desde ahora los cimientos de un cuerpo anfictiónico o asamblea de plenipotenciarios que dé impulso a los intereses comunes de los Estados americanos, que dirima las discordias que pueden suscitarse en lo futuro entre pueblos que tienen unas mismas costumbres y unas mismas habitudes y que por falta de una institución tan santa pueden quizá encender las guerras funestas que han desolado otras regiones menos afortunadas…”45

En su comunicación oficial de 1824, conocida históricamente como Convocatoria del

Congreso de Panamá, Bolívar invitaba a aquellos gobiernos a enviar sus plenipotenciarios a la

43En http// www.analítica.com/biblioteca. “Discurso pronunciado en la sociedad patriótica de Caracas el 4 de julio de 1811”

44En Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la lengua española. Tomo II. Sopena. Barcelona. 1954. “Pedro Gual Nace en Caracas

en 1784 y muere en Guayaquil en 1862 Abogado, periodista, político, estadista y diplomático, uno de los creadores de la política exterior de Venezuela y la Gran Colombia”.45 Bolivar, S. “Congreso de Panamá” http/www.simón-bolivar.org.

23

Page 24: Tres hombres, tres tiempos, una vision

ciudad de Panamá, a fin de que, reunidos con los que enviaría el Perú, procediesen a iniciar las

deliberaciones del Congreso General Anfictiónico.

Entre otros conceptos, decía:

“Parece que si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino, colocado, como está en el centro del globo. El día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia diplomática de América una época inmortal. Cuando después de cien siglos, la posteridad busque el origen de nuestro derecho público y recuerden los pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo. En él encontrarán el plan de nuestras primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de Corinto comparado con el de Panamá?(…) “Si el istmo de Corinto presenció las luchas entre las ciudades de la antigua Grecia, y Corinto misma, que con ellas rivalizó en diversos campos, especialmente en el comercial y en los deseos de expansión, al fin cayó y pereció bajo el poder de los romanos conquistadores; en cambio, el de Panamá presencia algo más trascendente, más edificante: la consolidación de la amistad entre los pueblos, mediante estrechas y sinceras relaciones. Si los pueblos antiguos hacían ligas para conquistar, para sojuzgar, para explotar, para robustecer su poderío naval; los de Hispanoamérica en la cita de Panamá sólo buscaban vigorizar sus logros en lo atinente a libertad independencia,soberanía”46.

Al convocar el Congreso, el Libertador quiso poner en marcha sin más demora su proyecto

con las naciones que habían manifestado su voluntad de cooperar, mientras las otras se decidían.

Pero no hubo en su mente exclusión de ninguna de las Repúblicas independientes que formaban

la América antes española. Así lo demuestran las invitaciones que poco más tarde dirigió el

Consejo de Gobierno del Perú a los gobiernos de Chile y de Buenos Aires, y la que

posteriormente se hizo a la República de Bolivia cuando ésta se declaró Estado independiente, a

fin de que esas tres naciones enviasen sus plenipotenciarios a Panamá, lo cual no llegaron a

efectuar por diferentes motivos. El Libertador había previsto la celebración de un congreso

anfictiónico, es decir, formado por naciones de un mismo origen, idioma y cultura: las de

Hispanoamérica; aun cuando no excluía del todo la presencia de observadores pertenecientes a

otras naciones. El Congreso se instaló en Panamá el 22 de junio de 1826 y, para julio, los

plenipotenciarios procedieron a firmar los documentos emanados del Congreso: un tratado de

unión, liga y confederación perpetua, una convención de contingentes navales y terrestres y un

acuerdo para reanudar en 1827 las sesiones en la villa de Tacubaya, muy cercana a Ciudad de

México.

46 Bolivar, S. “Convocatoria al congreso de Panamá” En http/www.analítica.com. pág. 14.

24

Page 25: Tres hombres, tres tiempos, una vision

El tratado constaba de 31 artículos más un artículo adicional. En el artículo segundo se

especificaba del modo siguiente su principal propósito:

“El objeto de este pacto perpetuo será sostener en común, defensiva y ofensivamente si fuese necesario, la soberanía e independencia de todas y cada una de las potencias confederadas de América contra toda dominación extranjera; y asegurarse desde ahora para siempre los goces de una paz inalterable y promover al efecto la mejor armonía y buena inteligencia, así entre sus pueblos, ciudadanos y súbditos, respectivamente, como con las demás potencias con quienes deben mantener o entrar en relaciones amistosas” 47

En suma, en este tratado, el más importante de los aprobados en Panamá, además de

declarar la solidaridad de las naciones firmantes, se afirmaba el carácter irrevocable de la

independencia hispanoamericana; se expresaba el deseo de lograr una paz justa con la antigua

metrópoli; se establecía el principio de la conciliación y el arbitraje para resolver los conflictos

internacionales; se concedía la ciudadanía común a los habitantes de las naciones contratantes;

se rechazaba la trata de esclavos, que era declarada un crimen contra la humanidad y se

esbozaban los lineamientos de una futura organización internacional que sólo vino a ser realidad

en el siglo XX.

La delegación mexicana propuso una cláusula o un tratado especial a fin de que las

naciones hispanoamericanas se concedieran recíprocamente ventajas especiales en su comercio,

pero su consideración fue diferida para el Congreso de Tacubaya.

“El segundo instrumento diplomático firmado en Panamá el 15 de julio de 1826 fue la convención de contingentes, que establecía un ejército y una armada común de las Repúblicas confederadas y señalaba el aporte en hombres y buques de cada una de ellas; un acuerdo especial especificaba detalladamente la organización de esas fuerzas armadas comunes, así como sus escalafones de mando”. 48

Hay quienes han considerado que el Congreso de Panamá fue un fracaso, concepto éste

que puede por lo menos discutirse, puesto que, si bien no se alcanzaron todos los objetivos

propuestos por Bolívar, es innegable que, dentro del cuadro de esos objetivos, hubo logros de alta

significación para Hispanoamérica y el mundo.

En primer término porque es la primera vez que un puñado de naciones libres se sientan

alrededor de una mesa a dialogar como hermanas sobre los problemas del presente y los

47 Bolivar, S. “Congreso de Panamá” http/www.simón-bolivar.org.

48 Wekker, J.“Historia de Venezuela”Fundación polar. 2003. En http/www.Simón-bolivar.org/bolivar/c_a_d_Panamá 1.html.

25

Page 26: Tres hombres, tres tiempos, una vision

programas a llevar a cabo en el futuro; porque se suscribe el Tratado de Unión, Liga y

Confederación Perpetua entre las Repúblicas participantes en el Congreso; se creó una

mentalidad hispanoamericanista tendiente a asegurar la integridad de los respectivos territorios,

se da singular significación a la amistad y solidaridad que ha de reinar entre las naciones

participantes y la prohibición de intervenir en ligas o tratados con Estados extraños a la

confederación y concretamente se imprime en la conciencia Latinoamericana la necesidad de la

unión como estrategia de construcción política.

Es difícil pensar que en un contexto tan particular otros fueran los logros. Pero hoy todavía

pensamos la unidad como una posibilidad para mejorar la vida de millones de latinoamericanos.

La declaración de independencia de Venezuela, la oposición en Nueva Granada y la enfermedad

personal hicieron a Bolívar renunciar a la presidencia en 1830, para después fallecer dejando

como legado su último pensamiento a los pueblos de Colombia:

“Colombianos: Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiáis de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono. Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales. ¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro. Diciembre de 1830”. 49

Capítulo II

De Manuel Ugarte

Para comenzar partiremos de una breve biografía de Manuel Ugarte, dado que es de

fundamental importancia generar algunos marcos que contextualicen su pensamiento.

Manuel Ugarte nació en la ciudad de Buenos Aires, en febrero de 1875, en un hogar al que

se puede considerar de buena posición económica. Realizó sus estudios en el Colegio Nacional

49 Bolivar, S.”Última proclama del libertador”. En http/www.analítica.com. pág. 15.

26

Page 27: Tres hombres, tres tiempos, una vision

de Buenos Aires; a los 15 años comenzó a escribir sus primeros trabajos y se convirtió en un

ávido lector. Su familia le costeaba la edición de sus primeros trabajos de poesía; esta incursión le

permitió tomar contacto con los más destacados literatos de la generación del 80.

En 1897 partió hacia París para continuar sus estudios: mejoró su francés y también

aprendió italiano e inglés. Asistió a cursos de sociología y filosofía, con los que fue completando

su formación intelectual. Formación que, en medio de una Europa convulsionada por el desarrollo

del colonialismo y por la toma de conciencias de los límites del modelo liberal, permitió su

acercamiento a los temas políticos y sociales. Paralelamente, en 1898, Estados Unidos interviene

en Cuba y se empieza a delinear la política del primero para con las naciones de América

Central50 a comienzos del siglo XX, provocando el repudio de muchos intelectuales

latinoamericanos, entre ellos el de Manuel Ugarte. Es en ese contexto en el cual Ugarte empezó a

mostrar interés por los temas sociales y políticos en general y provocó su acercamiento al

socialismo, ideología que comenzaba a ganar adeptos dada la realidad de la clase obrera del viejo

continente.

Desde París, Manuel Ugarte se trasladó a Nueva York y en esa ciudad entendió con total

claridad el impulso expansionista que predominaba en la clase política norteamericana que, según

su percepción, tenía a América Latina como principal objetivo de conquista. Así se dedicó a

estudiar la historia de los Estados Unidos y descubrió cómo el proyecto de la clase dirigente

norteamericana era ganar cada vez influencia en la región. Indudablemente, esa expansión se

haría de cualquier forma, pero lo que era más grave: interpretó que ese apetito se convertiría en

no mucho más tiempo en una cuestión de interés vital para el estado norteamericano. Por ello no

es casual que mirando el accionar político del Norteamérica, Manuel Ugarte haya consolidado las

dos columnas de su ideología y de su trabajo político, un fuerte antiimperialismo y la necesidad de

forjar la Unidad Latinoamericana.

En el tiempo que estuvo allí se dedicó a recorrer una buena cantidad de ciudades

norteamericanas, donde pudo verificar el tratamiento que recibían los sectores menos favorecidos

de la sociedad, junto a las contradicciones doctrinarias que predicaban una igualdad, cosa que

para Manuel Ugarte nunca se aplicaba en los hechos.

También recorrió la frontera de México con los Estados Unidos para corroborar su teoría

del accionar expansionista de los norteamericanos: visitó ciudades mexicanas y observó la

realidad de las clases menos beneficiadas por el sistema. Fue como si los paradigmas del 50 Gaggero H, Garro A, Mantiñan S, “Historia de América en los siglos XIX y XX”. Aique. Bs. As.

2001. Pág. 138.

27

Page 28: Tres hombres, tres tiempos, una vision

pensamiento bolivariano y sus advertencias sobre la América anglosajona se hicieran realidad. En

1901, se publicó en Buenos Aires su artículo "El peligro yanqui", en el cual se denunciaban las

intervenciones de los Estados Unidos y las anexiones de territorio mexicano, pero también

alertaba sobre el dominio cultural y económico norteamericano, que muchas veces jugaba un

papel tan letal como la misma invasión armada. En el periódico El País publica un artículo al que

tituló "La defensa latina", esta vez para predicar la unidad de América Latina y la conformación, en

ese marco, de los Estados Unidos del Sur, que fue un objetivo permanente de su prédica

latinoamericanista51.

Escribe Manuel Ugarte en el diario El País de Buenos Aires el 9 de Noviembre de 1901, en

el artículo nombrado:

“Conviene quizás indicar cuáles serían los medios de que se puede disponer

para contrarrestar la influencia invasora de la América inglesa. Los recientes

sucesos que despertaron el interés de Europa, han dado nacimiento a centenares

de artículos. De todos ellos se desprende la misma convicción pesimista. Nosotros

sólo consideraremos el problema desde el punto de vista latinoamericano y

trataremos de abarcar el conjunto”. 52

Continúa argumentando sobre el tema de la necesidad de pensar desde una mentalidad

que tenga por objetivo generar y mejorar los canales de comunicación y de relación entre los

países de América Latina, con lo cual se comenzarían a tejer los marcos de unidad y comunidad

de intereses necesarios para comprender la unión como eje de una estrategia política:

“Debido a la falta de ferrocarriles y telégrafos, los países latinoamericanos

se han desarrollado tan independientemente los unos de los otros que a pesar de la

identidad de origen y la comunidad de historia, no han podido sustraerse a la ley

científica de la adaptación al medio. Hasta hace pocos años ni aun los más vecinos

estaban en contacto directo. Cada pueblo se ha orientado a su modo. Hoy mismo

nos unen con Europa maravillosamente líneas de comunicación, pero entre

nosotros estamos aislados. Sabemos lo que pasa en China, pero ignoramos lo que

ocurre en nuestro propio continente. Cada una se ha desarrollado aislada, dentro

51 En http://ar.geocities.com/elforjista/VidadeUgarte.htm

52 Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación latinoamericana, Caracas : Biblioteca ………… Ayacucho,

1978.Pág. 3.

28

Page 29: Tres hombres, tres tiempos, una vision

de sus fronteras, multiplicándose por sí misma, sin recibir más influencia exterior

que la que le venía de Europa en forma de emigración ávida de lucro. De suerte

que muchas de esas sociedades abandonadas por los españoles en plena infancia,

han seguido repitiendo los gestos del coloniaje, sin tratar de relacionarse entre

ellas…”.53

Sostiene que, en todo caso, tenemos que tener en cuenta que ha llegado el tiempo en el

cual las armas y la fuerza sean sustituidas por el diálogo que une e integra:

“Nuestro territorio fraccionado presenta, a pesar de todo, más unidad que

muchas naciones de Europa. Entre las dos repúblicas más opuestas de la América

Latina, hay menos diferencia y menos hostilidad que entre dos provincias de

España o dos estados de Austria. Nuestras divisiones son puramente políticas y por

tanto convencionales. Los antagonismos, si los hay, datan apenas de algunos años

y más que entre los pueblos, son entre los gobiernos. De modo que no habría

obstáculo serio para la fraternidad y la coordinación de países que marchan por el

mismo camino hacia el mismo ideal”. (…) “Sólo los Estados Unidos del Sur pueden

contrabalancear en fuerza a los del Norte. Y esa unificación no es un sueño

imposible. Otras comarcas más opuestas y más separadas por el tiempo y las

costumbres, se han reunido en bloques poderosos y durables”. (…) “De ahí que la

unidad de los países ha sido realizada casi siempre por generales victoriosos que

han violentado la voluntad de las fracciones y han impuesto la gran patria edificada

con fragmentos. Nada más odioso que esa sacudida brusca en la que un hombre

se erige en tutor de inmensas comarcas y con el noble fin de salvarlas, empieza por

violar la libertad de los mismos cuya libertad defiende. En principio, no es justo que

una unidad se sustituya a la muchedumbre y le imponga su manera de ver, aun

cuando sea con el fin de darle la felicidad. Si justificásemos ese derecho superior

del más inteligente o del más poderoso, dejaríamos la puerta abierta a todas las

ambiciones y a todas las tiranías porque sería difícil especificar cuando se ejerce la

tutela en beneficio de los demás y cuando en beneficio propio. Además, han

pasado los tiempos en que la idea necesitaba ser subrayada por las armas. Si el

acuerdo se estableciera, habría de ser por voluntad colectiva. La inminencia del

peligro y la evidencia de las ventajas que puede traer una unión, bastarían para

amalgamar las porciones dispersas de humanidad, sin que intervenga esa violencia

53 Op. cit. Pág. 3-4.

29

Page 30: Tres hombres, tres tiempos, una vision

que todos —unos abiertamente y otros con atenuaciones— están hoy contestes en

reprobar y combatir”. 54

Así, desde esta perspectiva, Ugarte sostiene que:

“La unión de los pueblos americanos no sería, pues solamente una

operación estratégica, sino un razonamiento. No se trata con esto de limitarla a

esas frágiles declamaciones de fraternidad que son el romanticismo de la política. A

igual distancia de la declamación y del atentado, hay un terreno práctico de acción

razonada que trataremos de delimitar”. 55

Además de declarar su pensamiento, comienza a delinear acciones concretas y se define

políticamente desde una mirada que contemple seriamente la realidad de nuestro continente,

entendiendo a las comunicaciones entre las naciones de Latinoamérica como una condición

necesaria en la construcción de políticas continentales:

“Lo primero sería estar a cabo de lo que ocurre en todas las regiones de

América. Los grandes diarios que nos dan día a día detalles, a menudo

insignificantes, de lo que pasa en París, Londres o Viena, nos dejan casi siempre

ignorar las evoluciones del espíritu en Quito, Bogotá o México. La vida europea nos

interesa grandemente puesto que de ella vivimos y a ella debemos nuestros

progresos materiales y morales pero no es juicioso descuidar tampoco la vida de

nuestro continente. Entre una noticia sobre la salud del Emperador de Austria y otra

sobre la renovación del ministerio en Ecuador, nuestro interés real reside

naturalmente en la última. Es un contrasentido que las palpitaciones de la América

Española lleguen a la América Española después de haber pasado por Europa o

por Washington. Nuestra curiosidad no debe detenerse en el Perú o en el Brasil,

debemos abarcar todo el continente”. (…) “Estamos al tanto de la política europea,

pero ignoramos el nombre del presidente de Guatemala y apenas sabemos cuáles

son los partidos que se disputan el poder en Venezuela. La indiferencia con que

miramos cuanto se relaciona con los países menos afortunados de América es tan

funesta como culpable y además resignarse a que el reflejo de la vida de ciertas

54 Op. cit. Pág. 4-5.

55 Op. cit. Pág. 5.

30

Page 31: Tres hombres, tres tiempos, una vision

regiones nos llegue por intermedio de las agencias yanquis es confinarse en un

papel subalterno y tender la cara al peligro”(…) “El establecimiento de

comunicaciones entre los diferentes países de la América Latina sería entonces la

primera medida de defensa. Pero esas líneas, para ser eficaces, habrían de ser

construidas o administradas directamente por las repúblicas, utilizando diferentes

capitales europeos de modo que se neutralicen. Los teóricos aconsejan evitar las

ocasiones en que una empresa extranjera pueda monopolizar un servicio esencial

para la vida de un Estado.” 56

A partir de este punto hace una advertencia específica (como hemos visto en el Capítulo I

de este trabajo, ya adelantada en su momento por Bolívar) sobre cómo él entiende el accionar de

los EE.UU. y cómo lee los objetivos políticos del país del norte enmarcados en aquello que define

como una amenaza:

“Los capitales yanquis se verían naturalmente excluidos por completo. El

ferrocarril intercontinental de Nueva York a Buenos Aires proyectado por una

empresa norteamericana, sólo sería un gran canal de infiltración y el comienzo de

nuestra pérdida”. 57

Define así una postura muy clara respecto de cómo solucionar ese aspecto y sostiene que

mejorar las comunicaciones es el principio de la unidad y casi una condición necesaria:

“De llevarse a cabo, conviene que lo sea con recursos particulares de los

Estados que atraviese y en caso de no bastar éstos, con capitales europeos. Pero

en ningún caso podría admitirse que las vías de comunicación sean propiedad de

empresas extranjeras y especialmente norteamericanas. Apartadas del peligro, las

vías telegráficas y ferroviarias en la América Española traerían beneficios

incalculables. Las relaciones se harían cada vez más estrechas, las fronteras

perderán su carácter de murallas chinas y los diferentes pueblos puestos en

contacto irán olvidando sus prevenciones para aprender a conocerse”. 58

56 Op. cit. Pág. 6.

57 Op. cit. Pág. 6.

58 Op. cit. Pág. 6.

31

Page 32: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Agregando la importancia que, para los objetivos de América Latina, tendría

contrabalancear el poder de los del norte con o mediante la incorporación de capitales de origen

europeo a la economía de nuestros países:

“Pero, además de la unión y la solidaridad, la América Latina tiene, para

defenderse de la infiltración yanqui, una serie de recursos que, combinados con

destreza, pueden determinar una victoria. El más importante sería el contrapeso

que los intereses europeos deben ejercer. Francia, Inglaterra, Alemania e Italia han

empleado en las repúblicas del sur grandes capitales y han establecido inmensas

corrientes de intercambio o de emigración. En caso de que los Estados Unidos

pretendieran hacer sentir materialmente su hegemonía y comenzar en el sur la obra

de infiltración que han consumado en el centro, se encontrarían naturalmente

detenidos por las naciones europeas que trataran de defender las posiciones

adquiridas. Este choque de ambiciones es la mejor garantía para los latinos de

América”. 59

Aporta, desde sus escritos, una visión que rescata el legado hispánico al cual le agrega un

concreto accionar político de clara definición antiimperialista, reflexionando sobre posibles

alianzas y advirtiendo sobre las tensiones que todo proyecto de unidad conlleva, dada la

necesidad de negociar permanentemente con otros estados, pero haciéndolo desde un lugar

particular, lo que implica la construcción de un modelo de política exterior que permitirá y

provocará que podamos fortalecer nuestra posición y las de las naciones de la América Latina:

“Apoyada en su unidad moral, en esta formidable fuerza exterior y en la

simpatía de sangre de España y Portugal de quien desciende, la América Latina

puede oponer una resistencia invencible a todas las agresiones. La omnipotencia

de los Estados Unidos desaparece ante una simple combinación de energías. La

poderosa república del Norte presenta también sus grandes puntos vulnerables. La

concentración de las fortunas y el aumento de los monopolios tienen que provocar

en Estados Unidos, quizás antes que en Europa, esos grandes conflictos

económicos que todos han previsto” 60

Reitero que una de sus preocupaciones más fuertes es la posición de la política exterior

norteamericana; problema ya advertido por Bolívar que, sin llegar a mirar el tema desde un ángulo

59 Op. cit. Pág. 6-7.

60 Op. cit. Pág. 7.

32

Page 33: Tres hombres, tres tiempos, una vision

político pero sí desde un ángulo moral, no entendía la indiferencia de la América anglosajona con

respecto a la política internacional en referencia a la América Latina:

“En los países últimamente anexados queda un fermento de rebelión que

con poco hacer, estallará, así que se presente una ocasión favorable. Sin contar

con que el Japón, cuyos intereses en Filipinas son considerables, se dejaría llevar

quizás fácilmente no a emitir pretensiones insostenibles pero sí a mostrar cierta

hostilidad que, aunque velada, no dejará de inspirar recelos.”

(…) “Esos elementos secundarios, acumulados sobre la base esencial de la

unidad latinoamericana, bastarían en la opinión de muchos para constituir un

poderoso sistema de defensa. Quizás todas las repúblicas no consentirían en

adherirse a la tentativa salvadora. Hay algunas cuya descomposición está tan

adelantada que envueltas en el vértigo del norte, no son libres de cambiar de

orientación y de vida. Si no es posible atraerlas, fuerza será abandonarlas. Pero en

todo caso, bastaría que el acuerdo se estableciese en la América del Sur, hasta el

istmo…”61

Sigue advirtiendo sobre los problemas a resolver, pensando claramente en la idea de una

unidad como resultado de una construcción a largo plazo y del compromiso de los sectores más

avanzados intelectualmente de cada una de las Naciones de América Latina, haciendo referencia

a cómo entiende él serán las consecuencias: (se manifestarán esos resultados)

“Y aun en ese radio hay dificultades. Se trata de regiones que han vivido tan

separadas y extranjeras las unas a las otras, que en los comienzos sería tarea

imposible hacerles fraternizar en un sistema unificado. Sólo puede prepararlas una

larga época de elaboración tenaz, durante la cual la parte más ilustrada de cada

una se entregue a una infatigable cruzada de propaganda. Sería ilusión suponer

que hoy por hoy es realizable la coordinación más superficial entre estados que el

abandono de tantos años y las ambiciones inmediatas han contribuido a hacer

indiferentes u hostiles. De manera que sólo cabe preparar lo que se realizará

después”. (…) “La preparación se traducirá en congresos, enviados especiales,

tratados comerciales, tribunales de arbitraje, cuerpo consular numeroso”. (…) “De

esos acercamientos, nacerán sentimientos fraternales y la buena cordialidad se

robustecerá hasta permitir pensar en lazos más sólidos, y sobre todo en el caso

61 Op. cit. Pág. 8.

33

Page 34: Tres hombres, tres tiempos, una vision

presente, porque del buen acuerdo entre todas las repúblicas, depende la salvación

o la pérdida de los latinos del Nuevo Mundo”.62

En 1910 describe en su libro El porvenir de la América Española, su representación de

cómo se van desarrollando las diferencias entre las dos Américas, en un panorama que no se

plantea como muy optimista para con la América del Sur:

“Contemplemos con la imaginación el mapa de América. Al norte bullen cien

millones de anglosajones febriles e imperialistas, reunidos dentro de la armonía

más perfecta en una nación única; al sur se agitan ochenta millones de

hispanoamericanos de cultura y actividad desigual, divididos en veinte repúblicas

que en muchos casos se ignoran o se combaten. Cada día que pasa marca un

triunfo de los del norte. Cada día que pasa registra una derrota de los del sur. Es

una avalancha que se precipita. Las ciudades fundadas por nuestra raza, con sus

nombres españoles y con sus recuerdos de la conquista, de la colonia o de la

libertad, van quedando paulatinamente del otro lado de la frontera en marcha. San

Francisco, Los Ángeles, Sacramento, Santa Fe, están diciendo a gritos del origen.

El canal de Panamá y los últimos sucesos, de Nicaragua, anuncian nuevos

atentados. Nadie puede prever ante qué río o ante qué montaña se detendrá el

avance de la nación que aspira a unificar el nuevo mundo bajo su bandera.” 63

Más adelante analiza cómo se pone en juego nada más ni nada menos que la libertad que

tanto ha costado conseguir:

“La emancipación soñada, la resplandeciente hipótesis de la libertad de

todas las colonias, va resultando un instrumento de dominación que precipita la

pérdida de muchos. Lejos de mí la fantasía de lamentar la independencia de

España. La historia no se llora, ni se modifica. Cuando depende de nosotros, se

hace. Cuando nos viene de otras generaciones, se soporta y se corrige en la

62 Op. cit. Pág. 8-9.

63 Fragmento de la conferencia titulada "Causas y consecuencias de la Revolución Americana", pronunciada en el Ayuntamiento de

Barcelona el 25 de mayo de 1910. En Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación latinoamericana, Caracas :

Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 10.

34

Page 35: Tres hombres, tres tiempos, una vision

medida de nuestras fuerzas. El pesimismo es la enfermedad de los débiles, pero,

¿qué son nuestras repúblicas de uno o de seis millones de habitantes ante la masa

enorme de la nación más productora, más audaz y más progresiva que existe hoy

en el mundo? ¿Qué valen las vanas y prematuras divisiones que queremos

multiplicar dentro de la América Española, ante el peligro seguro que entraña para

todos el avance de un pueblo que, aun en los países que se hallan

momentáneamente al abrigo a causa de la distancia, aun en ese extremo sur del

cual nos enorgullecemos con razón, nos perjudica el porvenir y nos hiere en la

marcha armónica de nuestro bloque moral?” 64

Ilustrando sobre la problemática de una manera clarísima y con un ejemplo que marca la

dimensión de cómo entiende él las partes en relación al todo, afirma:

“Supongamos que la América de origen español es un hombre. Cada

república es un miembro, una articulación, una parte de él. La Argentina es una

mano. La América Central es un pie. Yo no digo que porque se corte un pie deje de

funcionar la mano. Pero afirmo que después de la amputación el hombre se hallará

menos ágil y que la mano misma, a pesar de no haber sido tocada, se sentirá

disminuida con la ausencia de un miembro necesario para el equilibrio y la

integridad del cuerpo. Una nación conquistadora nos puede ahogar sin contacto. Si

le cortan al hombre el otro pie, si le apagan los ojos, si anulan sus recursos más

eficaces, si lo reducen a un pobre tronco que se arrastra, ¿para qué servirá la mano

indemne, sino para tenderla al transeúnte pidiendo la limosna de la libertad?” 65

Así advierte, desde una clara posición ideológica, cuáles son los enemigos del

proyecto:

“La existencia de los pueblos, como la existencia de los individuos, está

sembrada de odiosas injusticias. Así como en la vida nacional hay clases que

poseen los medios de producción, en la vida internacional hay naciones que

esgrimen los medios de dominación, es decir, la fuerza económica y militar que se

sobrepone al derecho y nos convierte en vasallos. (…) Así entiendo que en

nuestras preocupaciones debe entrar la resistencia a los potentados de adentro y a

los potentados de afuera y que, si en el orden nacional combatimos a los que

64 Op. cit. Pág. 10.

65 Op. cit. Pág. 11.

35

Page 36: Tres hombres, tres tiempos, una vision

acumulan su fortuna con el sacrificio y con el hambre de los pobres, en el orden

internacional tenemos que ser enemigos de los imperios que engordan con la

esclavitud de las naciones indefensas.” 66

Prediciendo amargamente que, si no lo hacemos, el resultado puede ser nefasto:

“Cuando el canal de Panamá entregue a la actividad norteamericana todo el

comercio del Pacífico, cuando el ferrocarril intercontinental que debe atravesar la

América Española de norte a sur derrame sobre aquellos territorios la producción,

las costumbres y la lengua de una nación extraña, cuando los Estados Unidos se

inclinen a recoger lo que hemos sembrado en tantos años de esfuerzo, entonces,

recién entonces, sentiremos en toda su intensidad viviente la atracción salvadora de

la raza, entonces, recién entonces, comprenderemos la solemnidad del instante

porque atravesamos hoy.” 67

Desde una posición marcadamente filosófica y antropológica está convencido de que:

“En el fondo de la democracia existen las energías necesarias para rehacer

el porvenir. Yo no he creído nunca que nuestra raza sea menos capaz que las

otras. Así como no hay clases superiores y clases inferiores, sino hombres que por

su situación pecuniaria han podido instruirse y depurarse y hombres que no han

tenido tiempo de pensar en ello, ocupados como están en la ruda lucha por la

existencia; no hay tampoco razas superiores ni inferiores sino grupos que por las

circunstancias particulares en que se desenvolvieron han alcanzado mayor volumen

y grupos que, ceñidos por una atmósfera hostil, no han podido sacar a la superficie

toda la savia que tienen dentro.”68

Volviendo sobre el problema norteamericano:

“El hecho de que los norteamericanos cuya emancipación de Inglaterra

coincide casi con la de las antiguas colonias españolas, hayan alcanzado en el

66 Op. cit. Pág. 11.

67 Op. cit. Pág. 11.

68 Op. cit. Pág. 12.

36

Page 37: Tres hombres, tres tiempos, una vision

mismo tiempo, en parecido territorio, y bajo idéntico régimen, el desarrollo

inverosímil que contrasta con el desgano de buena parte de América, no se explica,

a mi juicio, ni por la mezcla indígena, ni por los atavismos de raza que se

complacen en invocar algunos, arrojando sobre los muertos la responsabilidad de

los propios fracasos.” 69

Nos invita a reflexionar sobre las diferencias que muchas veces se esgrimen

discursivamente, como argumentos de justificación política, para fundamentar las intervenciones:

“La desigualdad que advertimos entre la mitad del Continente donde se

habla inglés y la mitad donde se habla español, deriva de dos causas evidentes.

Primero: las divisiones. Mientras las colonias que se separaron de Inglaterra

se unieron en un grupo estrecho y formaron una sola nación, los virreinatos o

capitanías generales que se alejaron de España, no sólo se organizaron

separadamente, no sólo convirtieron en fronteras nacionales lo que eran simples

divisiones administrativas, sino que las multiplicaron después, al influjo de los

hombres pequeños que necesitaban patrias chicas para poder dominar. El

contraste entre los dos grupos no puede ser más completo. Los cien millones de

hombres que viven en las trece jurisdicciones coloniales que se independizaron de

Inglaterra, tienen, desde el punto de vista nacional, una sola voluntad y un solo fin.

Los ochenta millones que viven en las ocho jurisdicciones que se segregaron de

España, forman veinte repúblicas distintas y tienen, por lo tanto, veinte voluntades y

veinte fines antagónicos.

Segundo: la causa de esta desigualdad es la orientación filosófica y las

costumbres políticas que han predominado en el grupo. Mientras los Estados

Unidos adoptaban los principios filosóficos y las formas de civilización más

recientes, las Repúblicas hispanoamericanas, desvanecido el empuje de los que

determinaron la Independencia, volvieron a caer en lo que tanto habían reprochado

a la Metrópoli.” 70

Así concluye que:

69 Op. cit. Pág. 12.

70 Op. cit. Pág. 12.

37

Page 38: Tres hombres, tres tiempos, una vision

“Nuestra voluntad es el eje del mundo en que nos movemos. Y, si existe

bien arraigada la idea de evolucionar, si vemos hervir dentro de nosotros una

sinceridad, una convicción y una fe profundas en el progreso, si nos sentimos

levantados por una de esas grandes olas históricas que, al subir, se hielan, a veces,

y se convierten en pedestal de una generación, no cabe duda de que podemos

hacer brotar de nuevo, de nuestras propias entrañas, el ímpetu esplendoroso que

no tuvo rival en otros tiempos.” 71

Haciendo referencia a Bolívar y San Martín, dice y advierte:

“Sin embargo, estos Estados, que Bolívar y San Martín hicieron lo posible

por unir y confederar desde los comienzos, se desarrollan independientemente, sin

acuerdo y sin plan, desarrollando la idea de la política del cada uno para sí y el

razonamiento primario que entretiene la credulidad de algunos gobiernos, lo cual

no resiste el análisis y es un error visible que, además del egoísmo que denuncia,

contiene males innúmeros. (…) Olvidan que si la situación geográfica logra

ponernos, según la región, parcialmente al abrigo, que si la prosperidad económica

puede, quizá, anular o detener el primer ataque, cada vez que una nueva comarca

sucumbe, el conquistador está más cerca. El buen sentido más elemental nos dice

que las grandes naciones sudamericanas, como las pequeñas, sólo pueden

mantenerse de pie apoyándose las unas sobre las otras. La única defensa de los

veinte hermanos contra las acechanzas de los hombres es la solidaridad.” 72

Avanza descriptivamente sobre los problemas con los que la América Latina se debe

encontrar y a los cuales debe resolver y hace una marca sobre la política expansionista de EE.UU:

“Al Norte, en comarcas inmensas, otra raza domina en todo el esplendor de

su genio. Su fuerza se ensancha por minutos, su ambición no tiene límite. Es un

mar que va cubriendo los llanos. México ha perdido varias provincias. Cuba se

ahoga bajo un protectorado doloroso. Las aduanas de Santo Domingo no existen.

El canal absorbe a la América Central. El dinero estrangula a las repúblicas más

71 Op. cit. Pág. 13.

72 Capítulo del libro El porvenir de América Latina. “ La América Latina” Prometeo Editor Valencia.

España. Diciembre 1910 en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación latinoamericana,

Caracas : Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 16.

38

Page 39: Tres hombres, tres tiempos, una vision

pequeñas. Y nadie sabe ante qué río o ante qué montaña se detendrá el avance del

país cuya población creciente exige una expansión indefinida". Ya ha dejado

sospechar el yanqui lo que puede hacer. Nada le impedirá disminuirnos si su

felicidad lo exige. ¿Acaso esconde la esperanza de extender la dominación como

un océano? ¿Cerraremos los ojos para no ver el porvenir? ¿Acurrucados en torno

de vanidades pueriles, nos abandonaremos a la melancolía de ver subir la marea

que debe sumergirnos? ¿Es inevitable la absorción de los latinos por los

anglosajones? ¿Nos someteremos a la fatalidad? ¿Aceptaremos pasivamente el

land grabbing y la política del big stick?73 ¿En vez de unirnos para conjurar el

derrumbe, continuaremos multiplicando nuestras discordias? ¿Sólo despertaremos

al peligro cuando éste nos haya aplastado?” 74

Manuel Ugarte continúa, en su trabajo, aportando definiciones y estableciendo cuáles son

las condiciones necesarias para que nuestro atraso se perpetúe:

“Lo que nos ha perjudicado hasta ahora ha sido la noción que tenemos de la

nacionalidad. Las fronteras están más lejos de lo que suponen los que sólo

atienden a mantener dominaciones efímeras, sin comprender que por sobre los

intereses del grupo están los de la patria y por sobre los de la patria, los de la

confederación moral que forman los latinos dentro del Continente. De un continente

que tiene que tener en claro que para el mantenimiento de nuestra común

independencia, tres condiciones: orden en el interior de los Estados, paz entre las

repúblicas hermanas y relaciones económicas con Europa.” 75

73 La doctrina del Big Stick es el nombre con que se conoce a una tendencia en las relaciones diplomáticas

estadounidenses de principios del siglo XX. Señala el inicio del imperialismo Estadounidense y de su actuación como

potencia mundial. En América Latina comenzaría una ola de dominio político y económico norteamericana (a principios

del siglo XX) así como un frente abierto a las intervenciones políticas y militares en todo el continente, con la marcada

exclusión de los asuntos norteamericanos a los europeos con el “Corolario a la Doctrina Monroe” emitido por T.

Roosevelt. Bajo ese modelo de política exterior se llevó a cabo el uso de la fuerza como medio para controlar a los

gobiernos de varias naciones latinoamericanos. Igualmente se dio uso de su poder militar para intervenir en la Cuba y

tropas norteamericanas desembarcaban en sitios estratégicos como Panamá, Colombia, Nicaragua o Venezuela.

74 Capítulo del libro El porvenir de América Latina “La Patria Única”. Prometeo Editor Valencia.

España. Diciembre 1910 en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación latinoamericana,

Caracas : Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 18.

75 Op. cit. Pág. 18-19.

39

Page 40: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Diciendo concretamente cuál es para él la solución:

“Lo que más urge es establecer un leal acuerdo entre los partidos dentro de

la nación y entre las naciones dentro de la América amenazada, para no seguir

favoreciendo el ímpetu de los yanquis. Que sobre nuestras luchas flote algo así

como una preocupación superior, como un espíritu de raza, como un patriotismo

final que sea la resultante de todos los otros. Tengamos, por lo menos en lo que se

refiere a la política internacional una patria única y sepamos defenderla de la

manera más alta: con el sacrificio de las pasiones egoístas, subordinando los

intereses de aldea a la salvación del conjunto.” 76

Sostiene que el porvenir depende de nosotros cuando dice:

"El progreso se hará si observamos con claridad que desde el punto de vista

moral formamos ya un bloque seguro. ¿Qué diferencia hay entre la literatura chilena

y la uruguaya, entre la de Venezuela y la del Perú? Con leves matices, se advierte

de Norte a Sur un solo espíritu. En lo que toca a las instituciones, ¿no hemos

adoptado todos la república y no hacemos gala dentro de ella de las mismas

cualidades y los mismos defectos? Y en lo que se refiere al idioma, que es el lazo

esencial entre los grupos, ¿no conservamos el culto del que nos legó la madre

patria? ¿No son en muchos casos comunes nuestros héroes? ¿No obedecemos al

encontrar en Europa a un hispanoamericano nacido en la república más lejana de la

nuestra a algo así como un ímpetu oscuro que nos hace considerarlo como a un

vecino de nuestra propia ciudad natal? ¿Y no circula igualmente por nuestras venas

la sangre española y la savia americana que nos confunde bajo una denominación

única?” 77

En Octubre de 1911 comenzó su travesía por América Latina recorriendo varios países y

tomando contacto con la realidad de los países hermanos, generando a los gobernantes no pocos

problemas a la hora de marcar su posición básicamente antiimperialista. Así, durante ese mes,

pronuncia un discurso en la Asociación de Estudiantes de Caracas dedicado a resaltar la relación

entre Bolívar y la Juventud en el que sostiene:

76 Op. cit. Pág. 19.

77 Op. cit. Pág. 19-20.

40

Page 41: Tres hombres, tres tiempos, una vision

“Solo los pueblos que son fieles a su pasado se imponen al porvenir. Por

eso es que mi primer acto al llegar a Caracas fue un homenaje ante una tumba. No

necesito pronunciar el nombre porque está en todos los labios. Al conjuro de su

gesto ha florecido la independencia y la libertad desde el Orinoco hasta el istmo y

desde Colombia hasta el Perú (…) confieso que cuando mi mano temblorosa

depositaba unas flores sobre la tumba del padre de nuestras nacionalidades, sentí

como una iluminación interior. Porque para un americano de habla española que

siente la atracción de los orígenes, que alimenta el orgullo de los laureles

continentales y que, atraído por los múltiples lazos que nos unen, ve en la América

Latina su Patria Grande su nacionalidad total, nada puede ser más emocionante

que evocar en esta república la enorme cabalgata de victorias que surgió al conjuro

del héroe del cual nos enorgullecemos todos.” 78

Cerrando su alocución con las siguientes palabras:

“Hay una incompatibilidad fundamental entre los dos grupos que conviven

en América, hay una demarcación entre las dos civilizaciones. Amigos, siempre;

súbditos, jamás.” 79

Y finalmente realiza una invitación:

“Que el nombre de Bolívar sea nuestra bandera superior y que, en los

conflictos que se anuncian, sepamos reanudar la tradición de los que nos dieron la

patria y el orgullo de lo que somos. El progreso lento que algunos nos reprochan es

preferible a la abdicación de la nacionalidad, como la pobreza es preferible a la

deshonra.” 80

78 Discurso pronunciado en la Asociación de Estudiantes de Caracas el 13 de octubre de 1912.

Integra el libro Mi campaña hispanoamericana, Edit. Cervantes, Barcelona, 1922 en Ugarte, Manuel ;

Galasso, Norberto (compilador), La nación latinoamericana, Caracas : Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág.22.

79 Op. cit. Pág. 23.

80 Op. cit. Pág. 23-24.

41

Page 42: Tres hombres, tres tiempos, una vision

En diciembre de 1912 pronunciaba en Bogotá, Colombia, el siguiente discurso referido al

ideal de los hombres de la independencia, manifestando y declarando su vigencia y su presencia

en el legado de nuestra historia independentista y de sus principios de unidad:

“Hace un siglo, en época en que las comunicaciones eran incalculablemente

más difíciles que hoy, los hombres de la independencia pasaban de una república a

otra, determinando grandes empujes colectivos y soberbios ímpetus continentales,

en nombre del ideal común que les empujaba a la independencia. ¿Cómo no

hemos de ponernos en contacto en estos tiempos en que estamos tan cerca los

unos de los otros para defender en bloque, ante el peligro posible, la integridad

nacional y la dignidad de nuestras banderas? El movimiento que ha nacido

simultáneamente, anónimamente, en todos los corazones, de norte a sur de la

América Latina, no es más que un corolario obligado de nuestra historia, no es más

que una manifestación de respeto ante nuestros padres, que si nos vieran

resignados e inermes ante el peligro saldrían airados de sus tumbas a preguntarnos

que habíamos hecho del legado que nos entregaron intacto, después de haber

regado con su sangre las tres cuartas partes del continente. El viaje que he

emprendido no es en su esencia un acto personal, es la interpretación visible de la

inquietud que nos devora, de la ansiedad que nos oprime a todos.” 81

Marcando su compromiso definitivo con Latinoamérica cuando sostiene:

“Hace cuatro meses, cuando el ímpetu de la propaganda me llevó hasta el

mismo campamento enemigo, hasta la tribuna de la Universidad de Columbia, en la

propia ciudad de Nueva York, para gritar al pueblo yanqui los atentados de que

somos víctimas, había una imagen que se alzaba constantemente en mi espíritu: la

imagen de Colombia herida por la injusticia, inmovilizada por la fuerza, pero

siempre orgullosa y valiente, confiada en las revanchas del porvenir y en la

suprema justicia de Dios. Desde que he pisado esta tierra he visto que no me había

equivocado: lejos de inclinarse ante el fuerte y de temblar bajo la amenaza, el

espíritu público ha reaccionado virilmente y la visión que me daba ayer confianza

ante el adversario, resurge en este instante agigantada y ennoblecida. Ahora veo a

Colombia erguida de nuevo sobre sus montañas como en tiempos de la epopeya,

81 Discurso pronunciado en Bogotá, Colombia, el 2 de diciembre de 1912.Incorporado por el

propio Ugarte a su libro Mi campaña hispanoamericana. Editorial Cervantes, Barcelona, España, 1922 en

Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación latinoamericana, Caracas : Biblioteca

Ayacucho, 1978. Pág. 25.

42

Page 43: Tres hombres, tres tiempos, una vision

agitando su brazo mutilado como un supremo estandarte y llamando a la América

toda a realizar la segunda independencia”. 82

Recalcando:

“La unión es para nosotros tan necesaria como la luz.” 83

Y continúa reiteradamente apoyándose en la historia como para reconocer y validar su

postura:

“Bolívar quería el establecimiento de una Cámara o tribunal superior que nos

sirviese dentro de la América Latina de consejo en los grandes conflictos, de fiel

intérprete en los tratados públicos, de conciliador en nuestras diferencias y de punto

de contacto en los peligros comunes. Los hombres diminutos de nuestros días,

atenaceados por el miedo, no han sabido llevar a la práctica las concepciones

gigantescas de nuestro gran padre común. Pero en el terreno moral, en el orden

superior en que se mueven los espíritus, ese organismo existe, mantenido por la

fuerza incontrarrestable que se llama juventud.” 84

Rescata la tradición cuando dice:

“Por eso somos invulnerables, porque tratamos de continuar la tradición de

un pasado glorioso; y todas las medidas que se puedan tomar contra nosotros no

impedirán que florezca en nuestros corazones el espíritu inmortal de nuestra raza,

no impedirán que sigamos sintiendo en nuestras venas la palpitación tumultuosa de

la sangre de los héroes que constituyeron nuestras nacionalidades.” 85

Concluyendo:

“Recordemos que en nuestras tierras hay hombres para los cuales las ideas

de solidaridad latina resultan peligrosas e inusitadas, recordemos que la patria sólo

puede vivir por nuestra vigilancia y por nuestra inquietud heroica, porque tenemos

82 Op. cit. Pág. 26.

83 Op. cit. Pág. 26.

84 Op. cit. Pág. 26-27.

85 Op. cit. Pág. 27.

43

Page 44: Tres hombres, tres tiempos, una vision

que sostenerla como una cúpula, con nuestro esfuerzo infatigable y recordemos, en

fin, que las verdaderas banderas son las que llevamos dentro y que por encima de

las fronteras de nuestra patria directa está hoy, como hace un siglo, la América

Latina dentro de la cual comulgamos todos, la Patria Grande del porvenir.” 86

A comienzos de 1914 surge en Buenos Aires, a instancias de Ugarte, la Asociación

Latinoamericana y comienza la Primera Guerra Mundial.

En un volante, la Asociación Latinoamericana contra la intervención en México (1914):

“Invita a la juventud y al pueblo al mitin que tendrá lugar el domingo 22 del corriente a las

3 de la tarde en la plaza del Congreso. La opinión argentina, respetuosa de la autonomía de todos

los países, no puede aprobar con su silencio una intervención que lastima las susceptibilidades de

la república mexicana ni cubrir con su presencia las maniobras del imperialismo norteamericano.

Consecuentes con la tradicional abstención de la Argentina en asuntos de esta índole, queremos

protestar contra toda aventura que lleve al país a una intervención armada, negación de nuestra

amistad por México y procedente peligroso para todos los pueblos del Continente.” 87

El volante, diseñado por el mismo Ugarte, finalizaba la invitación con una frase que

enmarca con claridad el espíritu de su pensamiento:

“¡QUEREMOS A LA AMÉRICA LATINA UNIDA!”

“¡RESPETAMOS TODAS LAS SOBERANÍAS COMO QUEREMOS QUE SE RESPETE

LA NUESTRA!” 88

86 Op. cit. Pág. 27.

87 Volante de la Asociación Latinoamericana invitando a un acto para el 22 de junio de 1914 cuyo

orador de fondo es su presidente Manuel Ugarte. Redactado por el propio Ugarte. Archivo General de la

Nación Argentina, en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación latinoamericana,

Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 29.

88 Op. cit. Pág. 29.

44

Page 45: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Trabaja a continuación sobre una temática especial publicando un artículo titulado “El

ejemplo de Méjico”89, en la Revista Americana (en Julio de 1914), donde concretamente hace

referencia a la realidad mejicana y a la manifiesta política imperialista norteamericana que, entre

1910 y 1920, colaboró con sectores aliados a sus intereses en aquél país, provocando una serie

de luchas y revueltas conocidas como la revolución mexicana, cuyos líderes intentaron

transformar el sistema político y social creado por Porfirio Díaz:

“Imaginemos una ciudad minada secretamente por la peste. Se han

producido diversos casos en los arrabales. Aquí y allá han caído numerosas

víctimas poco conocidas. Sin embargo, nadie se ha inquietado. La muerte ronda en

silencio por las calles y se codea impunemente con los transeúntes. Una

indiferencia apática y culpable inmoviliza la voluntad de todos. Pero estalla un caso

en pleno centro, se enferma una persona de figuración y el ambiente se transforma.

La alarma cunde hasta los límites, se emociona la opinión pública, se toman

medidas de defensa y todos los que hasta ayer ignoraban el flagelo se conciertan y

se agrupan para ahogar el peligro común. Algo análogo ha ocurrido en estas

últimas semanas en la América Latina. El imperialismo yanqui, la ambición

desmedida de los Estados Unidos, la racha invasora del Norte, había hecho sentir

sus latigazos en varias regiones del Continente. Cuba había sido maniatada con las

cadenas de la enmienda Platt, Santo Domingo gemía viendo sus aduanas en poder

de la gran república. Colombia se enclaustraba en su orgullo después de haber

perdido el istmo de Panamá. Nicaragua protestaba contra un gobierno que la

entregaba, esclava, a los píes del invasor. La injusticia y el crimen segaban las

esperanzas de ciertas repúblicas. La insolencia del fuerte humillaba las banderas

de admirables pueblos hermanos. Pero nadie se movía en América. Unos por

indiferencia, otros por egoísmo, otros por ignorancia, todos continuaban

ensimismados o se encogían de hombros. Se hubiera dicho que un siglo había

bastado para romper los lazos de sangre y de historia entre los núcleos que se

lanzaron juntos a la Independencia. Parecía que los trasatlánticos y los ferrocarriles

nos había alejado en vez de acercarnos, haciéndonos perder toda noción de

solidaridad fraterna. Mas surge al fin el caso de México. Se produce el atentado

contra una nación que no tiene 300.000 habitantes como Nicaragua sino quince

millones, se violan los derechos de una república que se cuenta entre las más

89 “Revista Americana” Julio de 1914, artículo titulado “El ejemplo de Méjico”, Redactado por el

propio Ugarte. Archivo General de la Nación Argentina, en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto

(compilador), La nación latinoamericana, Caracas : Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 30.

45

Page 46: Tres hombres, tres tiempos, una vision

importantes de nuestro propio grupo y se desencadena en todas partes la protesta

airada, en la cual entra por mucho el instinto de conservación”. 90

Manuel Ugarte recalca hasta el cansancio su posición frente a los Estados Unidos

valorando la política y el proyecto para con los países del sur, sosteniendo que la violencia de los

hechos y la intervención descarada marca las cualidades del proyecto y falta de límites para lograr

los objetivos:

“Ya no cabe duda. El peligro está ahí, claro, tangible. De nada valen los

sofismas panamericanos, ni las prédicas capciosas de los emisarios sutiles que han

sorprendido tantas veces nuestra aldeana buena fe. Toda la sangre latinoamericana

se rebela contra la injuria, contra la acechanza, contra las mismas ignorancias u

olvidos que nos han llevado a callar tantas veces mientras el gladiador yanqui

estrangulaba en la sombra a los países pequeños cuyos débiles pulmones, cuya

falta de personalidad o de medios de protesta les impedían lanzar su anatema y su

maldición a los cuatro vientos del mundo.” 91

Manifestando que, en todo caso, el ejemplo y el dolor del pueblo mexicano debe servir

para que aprendamos y veamos en su más profunda manifestación hasta dónde el país del norte

está dispuesto a avanzar para lograr concretar sus objetivos:

“Desde este punto de vista y a pesar del dolor que nos causan los

sufrimientos del pueblo hermano, tenemos que felicitarnos de lo que está

ocurriendo en México. Ha cundido la voz de alarma, se ha hecho carne en el alma

de las muchedumbres, ha repercutido en todos los ámbitos de la América Hispana y

ya no habrá poder humano —ni interés, ni miedo, ni olvido— que vuelva a encauzar

la política de nuestras naciones por la senda brumosa de abdicación y de egoísmo

que nos ha llevado, dispersos e incautos, a girar como satélites alrededor de la

bandera estrellada. El ejemplo, de México, sean cuales sean las incidencias o los

resultados del conflicto actual, quedará grabado en nuestra memoria y la conciencia

latinoamericana, siempre despierta, permanecerá al acecho de los acontecimientos,

dispuesta a hacer caer sobre los agresores el peso formidable de su

desaprobación. El pueblo heroico que hoy se debate bajo la arremetida bélica y

90 Op. cit. Pág. 30-31.

91 Op. cit. Pág. 31.

46

Page 47: Tres hombres, tres tiempos, una vision

diplomática de los Estados Unidos arremetida acaso más peligrosa la segunda que

la primera, porque aviva con la intriga la hoguera de la guerra civil— habrá sido el

personaje notorio que al ser herido por la peste denuncia el peligro y salva a la

ciudad. Reunidos y atentos como estamos alrededor del conflicto, no nos

contentemos con crispar los puños de indignación ante la abominable injusticia.

Trabajemos para el porvenir, defendámonos defendiendo a los demás y en estos

momentos trágicos sentemos las bases de la futura solidaridad latinoamericana.” 92

Para Ugarte, la situación mejicana no es más que una muestra del dolor que provoca en

los países latinoamericanos la intromisión de los intereses norteamericanos. Porfirio Díaz había

favorecido a los estamentos más privilegiados, sobre todo a los terratenientes y a los grandes

capitalistas industriales. Si bien el país gozaba de prosperidad económica, las continuas

reelecciones de Díaz causaban insatisfacción política entre las nacientes clases medias, en tanto

que los beneficios de la prosperidad no habían alcanzado a los grupos más pobres de la

sociedad. Por otro lado, los sectores fieles al derrocado sistema porfirista y a los Estados Unidos,

que veían peligrar sus intereses comerciales y petrolíferos, sometieron a la población a nueve días

de bombardeos, conocidos históricamente como "la decena trágica".

Es esta la realidad que enmarca el documento que presentamos de Manuel Ugarte y que

él, desde un profundo dolor, usa para alertar a América Latina de la necesidad de la unión y de la

política imperialista norteamericana, que de no observarse cuidadosamente puede provocar

mucho dolor a nuestros países. En orden a otra realidad, en octubre de 1916 la democracia

irrumpe en el país de la mano de Hipólito Yrigoyen. Ugarte no deposita demasiadas expectativas

en el caudillo popular. No obstante, ve con simpatía la actitud internacional del nuevo presidente

en el sentido de mantener la neutralidad argentina. La firme actitud del gobierno de Yrigoyen, con

el apoyo de un grupo reducido de intelectuales entre los que se encontró Ugarte, defendieron el

interés nacional manteniendo a la Argentina alejada de una guerra que fue un negocio para unos

pocos imperios en su reparto del mundo.

En 1919, en una carta a la Federación Universitaria, haciendo referencia a la necesidad

de paz y a entender que los conflictos entre los países de la región solo alimentan el poder del

norte, les dice:

“Leo en los diarios la feliz resolución que ha tomado la Federación

Universitaria en lo que se refiere a la paz en América y me permito enviar a usted y

por intermedio de usted a todos los estudiantes argentinos, las más entusiastas

92 Op. cit. Pág. 31.

47

Page 48: Tres hombres, tres tiempos, una vision

felicitaciones. Las dificultades que existen entre Chile, Perú y Bolivia pueden ser

discutidas y resueltas al margen de violencias inútiles, dentro de la fraternidad

hispanoamericana, en un ambiente de deferencia y respeto. Provocar nuevas

guerras sería ofrecer a los extraños fácil oportunidad de censura y hasta propicia

ocasión para intervenciones contrarias a nuestra dignidad continental.” 93

La guerra para Ugarte sólo atentaría contra:

“Lo que nuestra América necesita es paz, trabajo y cordura; paz, para

estabilizar la vida; trabajo, para valorizar la riqueza y cordura, para prever el

porvenir. Una desavenencia como la que nos amenaza, destruiría cuanto somos y

cuanto podemos ser, cuanto ha realizado cada República aisladamente y cuanto

pueden alcanzar mañana todas en conjunto.” 94

Ejemplifica las consecuencias de los conflictos bélicos cuando sostiene:

“La guerra mundial que acaba de extinguirse no ha hecho más que

descontentos y debiera alejar a la humanidad de la violencia por muchos siglos.

Nuestra tendencia a imitar no puede ser tan incurable que nos lleve a pretender

tener también una hecatombe para competir con Europa, en civilización.”

Marca su posición neutralista afirmando que:

“Durante un momento de locura universal, nuestra superioridad ha

consistido precisamente en abstenernos de arrojar leña a la hoguera en que se

consumía la prosperidad del mundo. Los que en Europa nos llaman salvajes

tuvieron que reconocer, aunque fuera tácitamente, que fuimos, por lo menos en un

instante, más sensatos que ellos. Pero si nos lanzamos a nuestra vez al precipicio,

no tendremos siquiera la excusa que pudo ser en su tiempo el contagio del

desequilibrio general y seremos, para la Historia, los aturdidos y los empecinados

que ven descarrilar el convoy que les precede y siguen por el mismo viaducto,

presas de una fatalidad suicida.”95

93 Carta de Ugarte a la Federación Universitaria Argentina, 1919. Reproducido en La Patria

Grande, Editorial Internacional (Berlín-Madrid), 1922 en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador),

La nación latinoamericana, Caracas : Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 32.

94 Op. cit. Pág. 32.

48

Page 49: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Haciendo pie en el argumento anterior continúa:

“El verdadero problema de América no es el de saber quién extenderá más

sus límites a costa del vecino, cosa que sólo puede dar por resultado una

ampliación en el mapa, dado que se trata de países de suyo tan vastos, tan poco

poblados y tan sobrados de riquezas no valorizadas aún; el verdadero problema de

Americano es el de destruir, sino el de crear realmente las nacionalidades en sus

fundamentos económicos, diplomáticos y culturales, emancipando a las patrias

jóvenes de sujeciones y apoyos molestos y coordinando la acción superior de ellas

para que puedan tener mañana una voz propia y una actitud independiente en los

debates del mundo. Mantener la discordia, con cualquier pretexto que sea, es

olvidar lo grande por lo pequeño y prolongar la debilidad en que nos encontramos

todos ante las potencias imperialistas. Por eso es digna de encomio la actitud de

una juventud que levanta, en medio de las pasiones, una amplia bandera de paz,

bajo la cual puede cobijarse el derecho y la dignidad de todos y a cuya sombra se

ensancha nuestro propio patriotismo argentino, manifestando una inquietud

solidaria ante el porvenir de los pueblos hermanos.”96

Con lo cual es evidente que Ugarte, por definición, sigue trabajando la idea de la unidad

como única salida.

En julio de 1922 apareció uno de sus libros más importantes: Mi campaña

hispanoamericana. En apartado titulado “La revolución Hispanoamericana” dice, haciendo

referencia a la unidad del movimiento independentista:

“La revolución de 1810 ha sido interpretada en forma contraria a la realidad

de los hechos, primero por el carácter desmigajado que se ha querido dar a lo que

fue un solo movimiento y segundo por las consecuencias que se han pretendido

sacar de él. No hubo una revolución en la Gran Colombia, una revolución en

México, una revolución en la Argentina, etc., sino un levantamiento general de las

colonias de América, simultáneo, con ligeras variantes, en todos los virreinatos; y

no hubo separación fundamental de España sino disyunción de jurisdicciones y

creación de nuevas soberanías. Parece inútil recurrir a las citas para establecer que

los diversos estallidos revolucionarios se enlazaron entre sí, obedeciendo a una

95Op. cit. Pág. 32.

96 Op. cit. Pág. 33.

49

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concepción general, que los héroes fueron en muchos casos comunes a varios

pueblos y que hubo una fervorosa comunicación y correspondencia entre las más

apartadas regiones, estrechamente solidarias dentro y fuera de la lucha.” 97

Evidentemente, Ugarte sostiene desde este argumento las bases de la unidad de

sentimientos y objetivos de cada una de las naciones latinoamericanas y la necesidad de articular

y trabajar en pos de la unidad:

“A este instinto levantisco e indisciplinado del español de la conquista, se

unieron poderosos intereses económicos, factores culturales y acaso apoyos

indirectos —ignorados por los ejecutores y los teóricos de la insurrección— de

naciones interesadas en extender su comercio y su influencia por encima de las

vallas que oponía España, con lo cual enfocado en esta forma el movimiento de

1810, comprendemos que el pensamiento superior de sus autores tendía a la

misma unidad suprema y a la misma autonomía absoluta dentro de la fidelidad a los

antecedentes y al idioma, que el movimiento de emancipación que algunos años

antes había segregado de Inglaterra a las colonias de origen anglosajón.” 98

Busca en la historia y sentencia desde allí el porvenir, mostrando el ejemplo de los

hombres que le dieron libertad al continente:

“Ni Bolívar ni San Martín concibieron como posible dar a la América

Española un gobierno único”(…) (…) “que la América derivada de España tuviera

una sola fisonomía y una sola voz en las cosas internacionales y en los asuntos de

interés vital, fue el sueño de los grandes caudillos de los primeros tiempos de la

insurrección; y este sentido que podríamos llamar global de la revolución americana

no obedecía al instinto de defender la revolución misma contra la resistencia o la

posible vuelta ofensiva de España, sino a una visión que salvaba lo inmediato y se

extendía hasta el más lejano porvenir”. 99

97 Fragmento del "Prefacio" a Mi campaña hispanoamericana, escrito en Niza, en enero de 1922 y

editado por Editorial Cervantes, de Barcelona en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La

nación latinoamericana, Caracas : Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 34.

98 Op. cit. Pág. 34-35.

99 Op. cit. Pág. 35.

50

Page 51: Tres hombres, tres tiempos, una vision

Ante la invasión norteamericana a Nicaragua, con dignidad y valentía, Augusto César

Sandino se levantó para hacer frente a la agresión imperial. Manuel Ugarte expresó desde Niza,

toda su admiración hacia el guerrillero, para condenar en forma paralela la situación en Perú,

donde en clara referencia a la caída del dictador Leguía decía:

“Nada más peligroso que una revolución a medias, en el orden interior: la

justicia social, la situación del indio, la división de la tierra; en el orden exterior: la

defensa contra el imperialismo, la organización de la economía nacional, la

aspiración hacia la Patria Grande. Hay que organizar a la América Latina en favor

de la América Latina misma y no, como ahora, en favor de los inútiles del terruño y

de los piratas de afuera.” 100

Especificando el motivo de la carta:

“Que la juventud vele para que el esfuerzo no se malogre, para que la

oportunidad no se pierda. Lo que empuja hoy a nuestro continente es un fervor

análogo al que determinó el separatismo. Es, en realidad, la segunda

Independencia lo que vamos a hacer. Ayer Bolivia, hoy el Perú, mañana las otras

repúblicas, se inicia el levantamiento de toda América contra las oligarquías que la

devoran, contra el extranjero que la oprime. Que la juventud se apodere del timón y

dirija la barca. Si no lo hace, se habrá perdido, acaso, para nuestras repúblicas, la

última posibilidad de vivir plenamente independientes.” 101

Y continúa diciendo, en función de un diagnóstico de los años 1930:

“Nuestra América, fraccionada y mal dirigida, entregada comercialmente al

extranjero, resbala por el camino de las concesiones y de las deudas hacia un

protectorado, más o menos evidente, según las zonas, pero concretamente el

problema de la salvación nacional (empleo la palabra en un amplio sentido que

abarca a todas las repúblicas hispanas del Nuevo Mundo) es, ante todo, un

100 Manifiesto lanzado desde Niza, con motivo del derrocamiento del dictador peruano Leguía y

escrito a solicitud del APRA. Publicado en agosto de 1930 se reprodujo en la revista Claridad de Buenos

Aires, el 11 de octubre de 1930 en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación

latinoamericana, Caracas : Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 39.

101 Op. cit. Pág. 39-40.

51

Page 52: Tres hombres, tres tiempos, una vision

problema de política interior. Toda campaña en favor de la autonomía

hispanoamericana será inútil si no empieza por atacar dentro de las propias

fronteras a los derrotistas que aconsejan la genuflexión ante el extranjero, a los

políticos más o menos sostenidos por la influencia norteamericana y a los

especuladores sin patria que anteponen su medro personal al interés común.” 102

Concluyendo:

“Si este esfuerzo no se realiza, si no saneamos, si no recreamos la Patria,

en una segunda independencia, nuestro destino es la sujeción y la servidumbre, no

ya a cincuenta años de distancia, sino a treinta, a veinte. Los acontecimientos se

precipitan en tal forma que casi podemos decir que estamos envueltos en la

atmósfera de la catástrofe que se avecina.” 103

Además, queda claro el pensamiento sobre el movimiento panamericanista impulsado

desde Washington (hacia el año 1899), en su trabajo El nuevo congreso panamericano y la

juventud:

“Dentro de pocas semanas se reunirá en Montevideo una asamblea más,

dentro de la serie interminable que prolonga y agrava la hegemonía continental de

los Estados Unidos. Un nuevo congreso de ratones presididos por un gato. Las

generaciones que suben, penetradas de altos ideales, no han de conceder gran

importancia a este simulacro de deliberación conjunta. Hasta los desplantes de

ruidosa independencia, que no han de faltar, tienen que caer en el vacío porque

todos sabemos que no son más que ardides para dar a la opinión satisfacciones

aparentes y ocultar la sujeción fundamental.” 104

102 Escrito en Niza, en 1930, publicado en diversos diarios latinoamericanos durante ese año.

Archivo Gral. de la Nación Argentina en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación

latinoamericana, Caracas : Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 41.

103 Op. cit. Pág. 42.

104 Manifiesto lanzado desde París, en noviembre de 1933, con motivo de la VII Conferencia Panamericana, a realizarse en

Montevideo. Archivo Gral. de la Nación Argentina en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación latinoamericana,

Caracas : Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág. 43.

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Define con claridad meridiana su posición frente a las características de los gobernantes

de turno:

“Mientras la América Latina esté gobernada por políticos profesionales cuya

única función consiste en defender los privilegios abusivos de la oligarquía local y

en preservar los intereses absorbentes de los imperialismos extranjeros, ninguna

evolución puede ser posible. Se multiplicarán los espejismos, pero, en su esencia,

la sujeción se agravará.” 105

Nuevamente sentenciando:

“Nuestras repúblicas no pueden ser salvadas por los que las vienen

empujando hasta el borde del abismo. Sólo con ayuda de hombres nuevos y de

ideas nuevas reconquistaremos la independencia, crearemos una verdadera nación

y realizaremos el porvenir.” 106

En 1935 decidió regresar a Buenos Aires en tiempos que no le eran propicios y, dadas

algunas circunstancias, la pena le hizo dejar nuevamente su patria, esta vez para instalarse en

Viña del Mar, Chile, desde donde colaboró con varios diarios de ese país, mediante artículos

literarios.

En agosto de 1939 apareció la segunda edición del libro La Patria Grande, cuyo prólogo

cita:

“En el libro que el lector tiene en sus manos, cuyo título La Patria Grande,

subraya el sentido general de un intento, selecciono las páginas más significativas

entre los innumerables estudios, artículos y manifiestos lanzados al azar de la lucha

sostenida durante veinte años alrededor de un ideal. Indispensables para apreciar

la trayectoria del esfuerzo, estas hojas dispersas forman un volumen coherente,

cobran unidad al calor del pensamiento central y dan, en cierto modo, término a la

dilucidación de un problema que me preparo, sin embargo, a examinar, bajo otra

faz, en un libro en preparación, cuyo título puedo adelantar desde ahora, la

reconstrucción de América.”107

Mas luego aclara:

105 Op. cit. Pág. 43.

106 Op. cit. Pág. 43.

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“Si deseamos conquistar para nuestro núcleo la más alta situación posible,

tenemos que perseguir los dos empeños a la vez. La patria grande en el mapa sólo

será un resultado de la Patria Grande en la vida cívica. Lejos de asomar antinomia,

se afirma compenetración y paralelismo entre el empuje que nos lleva a perseguir la

estabilización de nuestras nacionalidades inmediatas y el que nos inclina al

estrecho enlace entre los pueblos afines. Combatir en cada país la visión limitada,

difundiendo un espíritu ágil que nos vigorice y nos levante hasta la cúspide de las

más atrevidas esperanzas y ampliar al mismo tiempo la concepción de la

nacionalidad integral, abarcando hasta los límites del Nuevo Mundo de habla

hispana, en una superiorización de perspectivas políticas y raciales, no es, en

realidad, más que mostrarse fiel a la tradición de los iniciadores de la

independencia, que no fueron ensimismados parlamentarios o gobernantes prolijos,

atentos sólo a predominar localmente sobre otras facciones, sino caudillos de la

grandeza general, deseosos de sumar fuerzas paralelas, para culminar en una

entidad poderosa, capaz de hacer sentir su acción en el mundo.” 108

Repitiendo hasta el cansancio:

“Por encima de la política adoptada en la mayoría de nuestras repúblicas, la

presencia espiritual de Bolívar y San Martín se hace sentir en el alma de la juventud

y en la conciencia del pueblo, provocando reservas ante la imprevisión que, en el

orden interno, nos recluye en una ebullición constante y nos induce, en el orden

internacional, a las rivalidades más peligrosas. El problema primordial de la América

Latina no es el de saber quiénes son los hombres que han de gobernar o cuáles

son las regiones que han de ejercer vano predominio, sino el de crear las fuerzas

vivientes que valoricen la riqueza y el de asegurarnos la posesión integral y durable

de nuestro suelo” (…) En la perspectiva de mis preocupaciones, apareció siempre

en primer término el fervor de los destinos de la nación en su conjunto durable e

histórico. Así llegué hasta considerar en algunos momentos como secundarias las

teorías o los sistemas que se podían emplear para alcanzar el fin superior. El ideal

fue: la América Latina por encima de todo, pero la América Latina grande por la

107 Fragmento del prólogo a la segunda edición. Ugarte Manuel, La Patria Grande. Viña del Mar. 1939. en Ugarte, Manuel e

Norberto Galasso. La nación latinoamericana. Caracas. Biblioteca Ayacucho, 1978. Pág.44.

108 Op. cit. Pág.44- 45.

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amplitud de sus concepciones, por la elevación de su vida cívica, por la convicción

de su unidad.” 109

Se radica en Chile donde escribe algunos artículos más y en 1946 regresa

a la Argentina donde, luego del triunfo electoral del peronismo, sintió que por una

vez el pueblo ganaba una batalla y decidió el regreso a su patria.

En septiembre de 1946 fue designado Embajador Extraordinario y

Plenipotenciario en la República de México. Por primera vez en la Argentina

obtenía un reconocimiento a su capacidad y su lucha, y nada menos que en

México, país al que había defendido reiteradamente contra las agresiones

norteamericanas y donde tenía tantos amigos y discípulos. Ese reconocimiento le

llegaba muy tarde, tenía 71 años.

Dos años más tarde renuncia. En manuscritos encontrados después de su muerte se

puede leer en El nativo no hizo la patria:

“Nos vemos en la necesidad de admitir que las colonias españolas, al

emanciparse, no defendieron su autonomía, ni afianzaron la armonía interior, ni

valorizaron sus recursos, ni alcanzaron conciencia del papel que les tocaba

desempeñar.”110

Marca claramente una concepción distinta y diferente cuando agrega:

“Perón dio a la Argentina vida nueva. Los dos colosos, rivales a ratos, pero

en último resorte solidarios, pesaron así sobre Iberoamérica, cuyo error capital

consistió en olvidar la existencia milenaria del imperialismo y en desconocer las

condiciones modernas del mundo que exigían nuevas formas de pensamiento y de

acción. Estos errores nos impidieron colocarnos desde el primer momento dentro

de la realidad del continente y dentro del momento porque atravesaba la evolución

humana. Ha llegado el momento de recapacitar. Hasta ahora hemos hecho lo que

convenía a los extraños. Hemos sido lo que otros querían. Empecemos a ser y a

pensar de acuerdo con nuestras necesidades. Este libro aspira a servir de modesta 109 Op. cit. Pág. 45-46.

110 Manuscritos de Ugarte encontrados después de su muerte, en base a los cuales se preparó su libro póstumo La

reconstrucción de Hispanoamérica. Fechados en noviembre de 1950, la edición de Editorial Coyoacán, Buenos Aires, corresponde a

diciembre de 1961 en Ugarte, Manuel ; Galasso, Norberto (compilador), La nación latinoamericana, Caracas : Biblioteca Ayacucho,

1978. Pág. 58.

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contribución para estudiar, con ayuda de los antecedentes, lo que conviene a

nuestro estado. Razonemos al margen de todo lirismo. Al margen de todo

apasionamiento. Al margen de la misma guerra reciente y de la que asoma. Sólo

debe preocuparnos el destino de nuestra América. Es evidente que los

anglosajones hicieron lo que convenía para la prosperidad de su conjunto y desde

su punto de vista procedieron lógicamente. Pero salta a los ojos también que

nosotros, desde nuestro punto de vista Iberoamericano, no hemos intentado hasta

ahora nada de lo que se imponía para contrarrestar esa acción. El momento ha

llegado. Perón es un ejemplo de ello. No hay que dejarlo pasar.” 111

Creo que es de fundamental importancia entender cómo en Manuel Ugarte se unen los

extremos temporales del pensamiento bolivariano y del proyecto peronista. En noviembre de 1951

retornó a Buenos Aires con un solo objetivo: votar por la reelección de Perón. Luego del triunfo

electoral regresó a Madrid donde permaneció unos pocos días para instalarse nuevamente en

Niza, donde el 2 de diciembre de 1951 fallece, dejando como legado una mirada diferente en

cuanto a las ideas que prevalecían en la Argentina de ese momento.

111 ? Op. cit. Pág. 60.

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