trastornos mentales en la niñez

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Trastornos mentales en niños y adolescentes, características, repercusiones y respuestas Dr. Guillermo Rivera, PhD. Hospital Universitario Japonés Santa Cruz, Bolivia [email protected] Resumen: La Organización Mundial de la Salud ha declarado que la falta de buena salud mental en las primeras etapas de la vida puede llevar a trastornos mentales con consecuencias en el largo plazo, socavar el cumplimiento de las prácticas de salud generalmente aceptadas como buenas, y reducir la capacidad de las sociedades de ser seguras y productivas. Se calcula que 20 por ciento de los niños y adolescentes del mundo sufren de alguna enfermedad mental debilitante. Es fundamental que todos trabajemos juntos, los profesionales de la salud mental y los que abogan por la causa, las familias, los encargados de formular políticas, a fin de mejorar la atención y el tratamiento de nuestros niños y adolescentes, para de esa manera aumentar la base de conocimientos por medio de la 1

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Se calcula que 20 por ciento de los niños y adolescentes del mundo sufren de alguna enfermedad mental debilitante. Es fundamental que todos trabajemos juntos, los profesionales de la salud mental y los que abogan por la causa, las familias, los encargados de formular políticas, a fin de mejorar la atención y el tratamiento de nuestros niños y adolescentes, para de esa manera aumentar la base de conocimientos por medio de la investigación, y establecer políticas avanzadas que lleven a una reducción considerable en la carga que estos trastornos imponen.

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Page 1: Trastornos mentales en la niñez

Trastornos mentales en niños y adolescentes,

características, repercusiones y respuestas

Dr. Guillermo Rivera, PhD.

Hospital Universitario Japonés

Santa Cruz, Bolivia

[email protected]

Resumen:

La Organización Mundial de la Salud ha declarado que la falta de buena salud

mental en las primeras etapas de la vida puede llevar a trastornos mentales con

consecuencias en el largo plazo, socavar el cumplimiento de las prácticas de salud

generalmente aceptadas como buenas, y reducir la capacidad de las sociedades

de ser seguras y productivas. Se calcula que 20 por ciento de los niños y

adolescentes del mundo sufren de alguna enfermedad mental debilitante. Es

fundamental que todos trabajemos juntos, los profesionales de la salud mental y

los que abogan por la causa, las familias, los encargados de formular políticas, a

fin de mejorar la atención y el tratamiento de nuestros niños y adolescentes, para

de esa manera aumentar la base de conocimientos por medio de la investigación,

y establecer políticas avanzadas que lleven a una reducción considerable en la

carga que estos trastornos imponen.

Palabras Clave:

Niños, adolescentes, trastornos mentales, política salud mental

Introducción.

Contrariamente a la creencia popular, los trastornos mentales y del

comportamiento son frecuentes durante la infancia y la adolescencia. Existe la

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noción errónea de que los trastornos de la infancia desaparecen con la edad, es

decir en el proceso de desarrollo. Es verdad: algunos trastornos pueden

desaparecer, pero la mayoría no, e interfieren en el proceso de aprendizaje

condenando a muchos jóvenes a la pobreza (Levav, 2004).

En un informe, el Director General de Sanidad de los Estados Unidos (DHHS

2001) señaló que su país se enfrenta a una crisis pública en la salud mental de los

lactantes, los niños y los adolescentes. Según el informe, uno de cada 10 niños

sufre una enfermedad mental lo bastante grave como para causarle cierto grado

de deterioro, pero menos de la quinta parte de ellos recibe el tratamiento

necesario. La situación en grandes zonas del mundo en desarrollo probablemente

sea todavía menos satisfactoria.

La Organización Mundial de la Salud ha declarado que la falta de buena salud

mental en las primeras etapas de la vida puede llevar a trastornos mentales con

consecuencias en el largo plazo, socavar el cumplimiento de las prácticas de salud

generalmente aceptadas como buenas, y reducir la capacidad de las sociedades

de ser seguras y productivas (OMS,1998). Se calcula que 20 por ciento de los

niños y adolescentes del mundo sufren de alguna enfermedad mental

discapacitante (OMS, 2001).

Según la Organización Panamericana de la Salud, en América Latina y el Caribe

cerca de 17 millones de niños padecen trastornos psiquiátricos que requieren

intervención sin que estos servicios se les presten (OPS, 1997). La OMS

considera que tanto en los países desarrollados como en aquellos en vías de

desarrollo, existe una virtual carencia de políticas para atender a niños y

adolescentes con trastornos emocionales y conductuales.

Por otra parte, cuando se brindan asistencia a los niños con trastornos mentales,

no se lo hace en un servicio especializado: el Atlas de la OMS sobre el estado de

los programas de salud mental en el mundo, muestra que el 40% de los países

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carece de servicios especializados en niños; en Latinoamérica el porcentaje se

eleva al 52% (OMSb, 2001).

Los trastornos más comunes en la niñez y la adolescencia

La salud mental de niños y adolescentes se ve influenciada por los traslados

causados por guerras y catástrofes, por las tensiones sobre las familias, por la

adversidad económica, por las limitaciones sobre los derechos del niño a la

educación y la salud, y por las mujeres que los deben criar. Para los numerosos

niños que enfrentan futuros inciertos …incluidos aquellos que quedan huérfanos

por las guerras o el SIDA, y aquellos traumatizados por desastres naturales … la

carga de trastornos emocionales y conductuales graves multiplica sus dificultades

en la vida (OMS, 2003).

Los siguientes trastornos han sido identificados por la Organización Mundial de la

Salud (OMS, 2001) como inquietudes prioritarias, sobre la base de su prevalencia

o su potencial de causar minusvalías, sus posibilidades terapéuticas de

recuperación, y sus consecuencias en el largo plazo.

a) Abuso de Substancias entre los Adolescentes.

En la actualidad se reconoce al abuso de substancias como un problema mundial

de salud pública (Belfer, 2003). En el último siglo muchos factores sociales,

económicos y políticos, han contribuido a la difusión mundial del abuso de

substancias (OMS, 2000); con las mejoras en tecnología, transporte y

comunicaciones, ahora hay más disponibilidad de substancias ilegales. Además,

los adolescentes se ven bombardeados por anuncios de alcohol y cigarrillos. El

consumo de tabaco, alcohol y otras drogas afecta la vida de muchos adolescentes

en todas partes del mundo. El abuso de substancias en un factor importante que

contribuye a los accidentes, suicidios, violencia, embarazos no deseados y

enfermedades de transmisión sexual (incluidos VIH/SIDA) entre los jóvenes de

mucho países (OMSb, 2003).

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Para las comunidades, los costos del abuso sin tratar entre los adolescentes son

enormes, y aparecen más adelante en diferentes partes del sistema de servicios

humanos (educación, justicia juvenil y bienestar).

En la actualidad se dispone de numerosos tipos diferentes de tratamiento contra el

abuso de substancias. Los tratamientos se deben adaptar a la sustancia

específica del abuso y necesariamente debe ser integral

b) Suicidio entre adolescentes.

En todo el mundo, cada año al menos 4 millones de adolescentes intenta

suicidarse; al menos 100.000 lo logran (OMSb, 1998) El índice de suicidios varía

de un país a otro. La investigación indica que muchos factores pueden ser

responsables por esta variación, incluidos la estabilidad socioeconómica, la

facilidad de acceso a armas de fuego y substancias tóxicas, y el consumo de

alcohol (OMS, 2001) En los países de Occidente, hay más probabilidades de que

el suicidio esté asociado con la depresión u otros trastornos mentales; en otros

países esta conexión no es tan clara, y se atribuye a otros factores sociales,

económicos, religiosos o políticos (OMS, 2003)

c) Déficit de la atención / Trastornos por hiperactividad.

El TDAH se ha documentado y estudiado en todo el mundo, incluidos Francia,

Brasil, China, India, Nigeria, Líbano y los Emiratos Árabes Unidos. Es cierto que

pueden ocurrir algunas variaciones en los síntomas por razones culturales, pero

los criterios básicos del trastorno se aplican (Fayyad, 2001).

Diagnosticar y tratar el TDAH temprano en la vida del niño es esencial. El TDAH

sin tratar se asocia con probabilidades de tasas elevadas de abuso de substancias

nocivas, problemas de conducta y delincuencia, fracaso escolar y otros resultados

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adversos en el largo plazo, como empleos de baja categoría, problemas

vocacionales y de pareja (NIMH, 2001).

Es frecuente que el diagnóstico de trastorno hipercinético no se haga hasta que el

niño alcanza la edad escolar, pudiendo entonces beneficiarse de una mayor

estructuración en el ambiente escolar o de una instrucción más individualizada. En

el ambiente doméstico, el apoyo de los padres y la corrección de expectativas o

conflictos infundados pueden facilitar la reducción de los síntomas hipercinéticos.

Aunque antes se creía que esta afección desaparecía con el tiempo, ahora se

sabe que en algunas personas el trastorno hipercinético persiste en la edad

adulta. El reconocimiento de esto por el paciente (o, rara vez, la paciente) puede

ayudarle a encontrar en la vida las situaciones que más limiten los efectos

debilitantes del trastorno no tratado.

d) Discapacidades en el aprendizaje.

El retraso mental es quizás el tipo de trastorno mental mas frecuente en los países

en desarrollo (OMS, 2001), y su prevalencia se puede reducir simplemente

añadiendo yodo a la sal, método que resulta muy barato (Mubbashar, 1999). Las

mejoras de la atención obstetrica permitirían reducir aun más el problema, y

también medidas de control medioambiental para prevenir el retraso mental

asociado a la intoxicación por metales pesados como el plomo. Debido a la

gravedad que reviste y a la pesada carga que impone a las personas afectadas, a

sus familias y a los servicios de salud, la prevención del retraso mental tiene suma

importancia.

La formación de los padres para actuar como adiestradores en las tareas de la

vida cotidiana ha llegado a ser fundamental para el cuidado de los retrasados

mentales, sobre todo en los países en desarrollo. Esto supone que los padres

tengan conciencia de los principios que rigen el aprendizaje y sean instruidos en

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técnicas de modificación de la conducta y formación profesional. Además, pueden

ayudarse unos a otros a través de grupos de autoayuda.

Otros trastornos identificados por la OMS como inquietudes prioritarias son los

trastornos depresivos y ansiosos. La depresión en la adolescencia tiene un alto

riesgo de recurrencia en las edades adultas y está también asociada con el riesgo

de desarrollar problemas de la personalidad o de conducta (Jaycox, 1994). Una de

las consecuencias de las condiciones cambiantes en el mundo de hoy es el

incremento de los trastornos de ansiedad entre los niños, especialmente del estrés

postraumático (Sack, 1999).

Razones para una política en salud mental para niños y adolescentes.

La carencia de una política nacional en apoyo de los servicios de salud mental de

niños y adolescentes con trastornos emocionales y conductuales en países de

todas partes del mundo es una barrera grave cuando se trata de mejorar los

servicios para tratar a jóvenes que lo necesitan. El hecho de que algunos

gobiernos nacionales no adopten ni implementen políticas nacionales de salud

mental impone una pesada carga sobre recursos financieros y programáticos que

podría aliviarse con el establecimiento de una política efectiva.

Como señala la Organización Mundial de la Salud, en situaciones en las que no se

ofrece una gama completa de servicios de salud mental, la sociedad experimenta

más gastos en salud y servicios sociales, trastornos y pérdida de productividad. En

los lugares en que no hay servicios apropiados, asequibles y accesibles, es

posible que los niños y adolescentes con trastornos mentales.

Recurran excesivamente a atención en instituciones costosas y poco

efectivas,

Reciban tratamiento parcial por trastornos que luego persisten,

Continúen drenando recursos financieros y humanos, o

Acaben enredados en el sistema de justicia penal o juvenil.

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Otros beneficios de una política efectiva de salud mental para niños y

adolescentes son las oportunidades de promover el bienestar mental y emocional

de los jóvenes, así como facilitar la prestación de servicios a un sector de la

población que en muchos casos excede el 50% de la población total (menores de

15 años de edad) en países en vías de desarrollo (OMS, 2004).

Una política integral de salud mental para niños y adolescentes, como parte de

una política general de salud mental en todo el país o como parte de una política

de salud infantil puede fomentar la estructura necesaria de servicios, capacitación

y asignación de recursos suficientes que beneficien los sistemas nacionales de

atención de la salud (OMS, 2004).

El contexto social.

Muchas veces hemos oído que “el futuro de nuestra sociedad depende de la salud

y el bienestar de nuestros niños.” Sin embargo, estas conceptuosas palabras rara

vez se ven apoyadas por una política pública o la asignación de recursos

adecuados para garantizar que las familias y comunidades puedan alimentar y

mantener un sano desarrollo mental, físico y social de los jóvenes.

Los niños de todas partes del mundo enfrentan muchas amenazas; la imagen del

niño que ríe feliz con esperanzas para el futuro no es más que un sueño para

demasiados niños y sus familias. Los retos son muchos, tanto físicos como

psicológicos. Gozar de buena salud física y mental puede ayudar al niño a

manejarse en el complejo mundo en que se mueve. La buena salud mental tiene

sus cimientos en la primera infancia, comenzando por la relación que establece el

lactante con sus padres o cuidadores, lo cual sienta las bases de la confianza.1 El

contexto social y familiar para el desarrollo ofrece un ingrediente esencial para una

salud mental permanente.

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El reconocimiento de las situaciones descritas implica un enorme compromiso,

tanto del Estado como de la sociedad, para alcanzar su superación. Muchas

causas se entrecruzan o se potencian para producir diversos problemas, en

apariencia separados. Sin embargo, existe una jerarquía entre las causas, de

manera que un aspecto puede ser más incidente que otro, más generador de

problemas que otro, más estructural que otro. La voluntad de las personas sólo es

una parte del problema. Existen muchos condicionantes que los individuos no

pueden superar de manera aislada y requieren la potencia de la acción colectiva.

Entender esta complejidad y esta jerarquía debe ser el punto de partida para

enfrentar el problema.

Para afectar esta complejidad es necesario dejar de ver problemas aislados y

comenzar a pensar en la calidad de vida de niños, niñas y adolescentes como

objetivo principal de una política seria en salud.

La calidad de vida se concreta en cada ser humano en diferentes esferas -

individual, colectiva, institucional, subjetiva y ambiental- en las que se expresan las

necesidades sociales. En la esfera individual, las necesidades tienen que ver con

el ejercicio de la autonomía, desplegada desde la capacidad de valerse por sí

mismo o autonomía funcional, hasta la posibilidad de lograr la suficiencia

económica o de transformar el entorno. En la esfera colectiva, las necesidades

exigen esfuerzos de redistribución equitativa de los recursos disponibles en la

sociedad. En la esfera institucional, las necesidades se resuelven si se logra la

transectorialidad, la integralidad y se toman decisiones democráticas para ejercer

la función pública. En la esfera subjetiva las necesidades dependen de los

imaginarios sociales predominantes y en la esfera ambiental las necesidades se

relacionan con el problema de la sustentabilidad en el uso de los recursos.

El camino para superar esta situación, apunta a que las políticas de salud mental

se orienten .al reforzamiento y restitución de las redes sociales que, en el contexto

comunitario, se relacionan e interactúan con las redes de servicios. Reconocer

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ambas redes en su naturaleza propia resulta imprescindible para la promoción y

atención de la salud.

En el proceso de construcción de una política de salud, es necesario favorecer el

protagonismo de la comunidad, las personas, las familias y toda la población. En

el marco de un proceso tendiente a aumentar el control de los ciudadanos sobre

los factores que influyen en sus condiciones de vida.

Conclusiones.

El futuro de la salud de nuestras comunidades, no depende solo de nuestra

capacidad de enfrentar las enfermedades agudas, sino, sobretodo, de las

respuestas que podamos implementar ante los desafíos de un mundo cambiante y

la irrupción de las enfermedades crónicas precio de nuestra modernidad. En

especial las que afectan el comportamiento y el modo de vivir de nuestros niños,

las que de no ser tratadas a tiempo perduraran de por vida, expendiendo sus

efectos a la familia y la comunidad.

Favorecer estilos de vida saludables en la niñez y la adolescencia, va de la mano

del crecimiento económico, el conocimiento sobre los temas de salud mental de

niños y adolescentes, y la reducción del estigma. Es necesario fomentar la

realización de esfuerzos creativos. Si bien son escasos los recursos que pueden

existir, por ejemplo pocos psiquiatras infantiles y de adolescentes, hay muchas

otras maneras en que se pueden prestar estos servicios. El uso de ONGs, la

capacitación de voluntarios y compañeros, el uso de médicos de atención primaria

para identificar y tratar estos trastornos, y la participación de familias y

comunidades en la planificación de programas de salud mental infantil y

adolescente deberían ser el foco de esfuerzos futuros.

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