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ZAFÓ ZAFFARONI Tras once largos años en la Corte Suprema, Eugenio Raúl Zaffaroni cumplió su viejo sueño de renunciar al Tribunal y volver al llano de la academia EDICION ESPECIAL SUPLEMENTO ESPECIAL DE Página I 12 SABADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014 Gustavo Mujica Zaffaroni1.qxd 17/12/2014 01:14 PÆgina 1 Editor: Matías Bailone

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Page 1: Tras once largos años en la Corte Suprema, Eugenio Raúl ... 11 años - Especial Pagina 12.pdfZaffaroni a la historia argentina! Sólo me queda oponer a la pena de perder a un gran

ZAFÓ ZAFFARONITras once largos años en la Corte Suprema, Eugenio Raúl Zaffaroni cumplió

su viejo sueño de renunciar al Tribunal y volver al llano de la academia

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Editor: Matías Bailone

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POR BALTASAR GARZÓN REAL

Magistrado Juez y Abogado

■ Escribir sobre alguienpuede ser un placer o una

obligación. Hacerlo sobre RaúlZaffaroni es disfrutar al llevar-lo a cabo. Las palabras te fluyenen forma de caudal porque laJusticia se ve reflejada en una vi-da de compromiso y responsabi-lidad democrática y por fin re-presentada por un buen Juez;por alguien que ha hecho de lamisma lo que debe ser. No so-lo un valor, un principio, una re-gla de vida, sino, esencialmen-te, un servicio público para laciudadanía.

El pueblo suele reclamar delos gobernantes transparencia,limpieza, dedicación, conoci-miento y entrega. Raúl Zaffaro-ni, sin ser político, ha goberna-do y aplicado la justicia para elbuen gobierno de los y las argen-tinos y argentinas y para todo uncontinente y, desde luego, a ni-vel mundial. Los casos en los queha intervenido están muy porencima de cualquier baremomeritocrático al uso. Son ense-ñanzas para el futuro inciertoque nos aguarda y un presenteconfuso en los que se precisa la

claridad de quienes, como él,tienen la certeza de que el dere-cho y la justicia son instrumen-tos democráticos de protecciónfrente a la arbitrariedad y el abu-so de poder.

He seguido la trayectoria deRaúl Zaffaroni como persona ycomo juez y, en ambas perspec-tivas he hallado bondad, cono-cimiento, humor, sinceridad,profundidad en el análisis, bri-llantez y dedicación y sobre to-do honestidad intelectual en losplanteamientos que defiende, y,que son los que muchos mante-nemos. La coherencia entre loque uno se dice y lo que se hacees una virtud difícil de encon-trar hoy día, donde la reservamental, la traición, el engaño yla mentira, junto con el aprove-chamiento de lo público y la me-diocridad, suelen ser la regla; sinembargo, esa convergencia se en-cuentran en la persona del JuezZaffaroni. Así lo he comproba-do en reiteradas ocasiones.

Sería muy amplio este escri-to si tuvieran que ubicarse en elmismo todas las sentencias en lasque el Juez Zaffaroni ha sido elartífice y todas aquellas en lasque ha intervenido y dejado nosolo estampada su firma, sino su

conocimiento y ciencia, así co-mo aquellas en las que la discre-pancia minoritaria le ha hechosuscribir votos contrarios a lamayoría. Todos ellos, sin duda,serán analizados o lo han sidoya por otros juristas. Por mi par-te, solo quiero ofrecer algunasreflexiones sobre algunos de es-tos fallos que han marcado lahistoria de la judicatura argen-tina y mundial.

Hoy, Argentina ha perdido ungran juez en activo, que, dandoejemplo de cómo deben cum-plirse las normas y demostrar en-tereza y seriedad, ha puesto fina su función judicial, pero estepaís, como Latinoamérica y elmundo de la justicia y de los de-rechos humanos siguen conser-vando las enseñanzas del JuezZaffaroni, y necesitan que con-tinúe su labor marcando el cami-no de muchos y muchas juris-tas, como uno de los referentesen un mundo deshumanizado yfalto de valores en donde cum-plir con el deber, como el ha he-cho, se convierte en una heroi-cidad. Así pues, si tuviéramosque otorgar un titulo a estemaestro del derecho, el mío se-ría el de HÉROE DE LA JUS-TICIA PARA EL PUEBLO.

Se nos va un juez...POR ANA MESSUTI

Abogada de la querella argentina contra loscrímenes del franquismo

■El juez que nos hizo mirar las cosas con otramirada, que nos hizo descubrir que las co-

sas no eran como creíamos; El juez que nos dijo que el derecho penal te-

nía tantas víctimas en su haber como las gue-rras;

Que la ciencia muchas veces no piensa y quecuando pretendemos pensar científicamente elderecho penal estamos dejando fuera los críme-nes más graves;

Que en la cárcel se puede sufrir mucho másde lo que la ley prescribe que se debe sufrir, yque nos hizo preguntarnos ¿por qué se debe su-frir?

El juez que nos advirtió que en nombre delderecho se pueden cometer grandísimas injus-ticias…

porque lo que creíamos justo, muchas vecesera lo más injusto;

Que nos recordó que el derecho no rige se-res eternos, sino sujetos de carne y hueso, quese mueren como si no fueran sujetos de derecho;

Que la Tierra reclama también sus derechos; Que en las normas que debemos aplicar se

esconden otras normas, las normas imperativasde un derecho más justo;

Que siempre podemos interpretar las normasde otra manera, o de muchas maneras;

Que no inventemos ataduras que en realidadno nos atan;

Que no usemos el derecho como excusa, nila justicia como justificación.

Zaffaroni, el Código Penal y la academiaPOR DANIEL FEIERSTEIN

Presidente de la International Association of Genocide Scholars

■ Se retira de la Corte Suprema uno de sus juristas más destacados a lo largo de toda su historia. Destacado por su innegable formación académica, queha creado escuela en toda América Latina. Destacado por su integridad, la cual queda de manifiesto en el modo de su partida: cumpliendo la normati-

va que postula su retiro a los 75 años en lugar de intentar apoltronarse eternamente en su rol de “supremo”.Se podrá coincidir más o menos con sus fallos a lo largo de la década larga en la que se desempeñó en el Tribunal, se podrá acordar en mayor o menor gradocon sus desarrollos teóricos sobre el agnosticismo en relación a la función de la pena, sobre la crítica al derecho penal del enemigo, sobre el desarrollo de una“criminología cautelar”.Como todos quienes han realizado aportes verdaderamente valiosos al desarrollo teórico y jurisprudencial, resultan más significativas las preguntas plantea-das que nuestro acuerdo o desacuerdo con cada una de sus respuestas. Sin duda ha enriquecido al Tribunal, a nuestro país y a cada uno de nosotros con susvisiones, sus libros y sus fallos.Resulta difícil elegir cuál de todos sus aportes o acciones en esta década en el Tribunal Supremo valdría destacar en este breve texto. Tomo una por su senti-do político en el presente: su rol como coordinador de la comisión de redacción del anteproyecto de Código Penal de la Nación. Allí, Zaffaroni demostróque se pueden sostener las ideas más progresistas en un contexto de discusión plural, razonada, respetuosa, a través de un diálogo que permita imponer el ar-gumento y no el grito histérico. En dicho rol, logró coordinar un lúcido trabajo que ha dado lugar a una propuesta verdaderamente imprescindible en elcontexto político de la Argentina contemporánea. Sería una pena clásicamente argentina que dicho proyecto histórico naufragara en las pequeñeces y mez-quindades de la clase política argentina. ¡Ojalá aún se esté a tiempo de materializar la que sin dudas sería una de las contribuciones más significativas del Dr.Zaffaroni a la historia argentina!Sólo me queda oponer a la pena de perder a un gran jurista en nuestro Tribunal Supremo, la alegría de recuperarlo en el ámbito académico, donde seguire-mos leyendo (y también discutiendo y confrontando) cada uno de sus previos, actuales y futuros aportes.

Juez Zaffaroni, héroe de la justicia para el pueblo

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Haceteamigo

del juez

POR ESTEBAN RIGHI

Doctor en Derecho Penal y Criminología

1. La experiencia indica que las circunstan-cias de la vida inciden en la valoración de losseres humanos. Cuando el éxito nos acom-paña, veremos indefectiblemente incremen-tada la cantidad de personas que nos descu-bren virtudes y ponderan nuestros compor-tamientos. A la inversa, en épocas de adver-sidad ese número se reduce sensiblemente,al tiempo que aumentan quienes se apresu-ran a cruzar de vereda, para evitarse la inco-modidad de saludarnos.

He reconocido en una publicación recien-te que las consecuencias pudieron ser másgraves. De todos modos, la época de mi vi-da de mayor adversidad fue cuando en 1974no tuve más remedio que admitir que de-bía refugirme en México, pensando que re-gresaría en unos meses, seguramente influi-do por mi recurrente capacidad de negación.

Esos pocos meses en realidad fueron diezaños. El país que me refugió se convirtióen mi segunda patria y sus universidades,el ámbito donde pude satisfacer mis pre-ocupaciones vinculadas al derecho penal yla política criminal. Fue precisamente esala etapa de mi vida en que más traté a Ra-úl Zaffaroni, quien lejos de cruzar de ve-reda, en sus frecuentes visitas estimuló unintercambio de ideas y experiencias quefrancamente yo necesitaba.

2. Esta oportunidad me parece adecuadapara reconocer que, ante esa actitud de Ra-úl, que pone de manifiesto su calidad comoser humano, respondí haciendo un aprove-chamiento inmisericorde de su versación ju-rídica. Una evidencia empírica de lo que es-toy confesando tuvo lugar en una ocasiónen que desde una universidad mexicana, or-ganizamos un congreso destinado a consi-derar la legitimidad de las normas penales.

Uno de mis objetivos en ese encuentro eraesclarecer el motivo por el cual, a diferen-cia del resto de América Latina, México erauno de los dos países (Cuba era el otro) in-fluenciado por una orientación preventivaespecial acentuada, en el que se advertía laincidencia del positivismo criminológico,especialmente en su versión italiana.

Con la arbitrariedad que me caracteri-za, sugerí que el tema relativo a “la ideo-logía de la legislación penal mexicana” lefuera encargado a Raúl. Los motivos quepermiten entender que mis colegas mexi-canos aceptaran que un extranjero fueraquien se ocupara del asunto, se vinculancon la generosidad que los caracteriza, pe-ro también con el afecto que sentían porel jurista propuesto.

3. Como era de esperar el resultado fueinmejorable. Si bien no puedo desarrollaraquí los resultados del ensayo, las conclu-siones de Raúl merecen ser recordadas, en-tre otras razones, porque explicó que con-trariamente a lo que entonces sucedía, elorigen ideológico había sido otro. Así, de-sarrolló una evolución que comenzó conel código veracruzano de 1835, que repre-sentó la importación de una ideología quevenía señalada como liberal.

Se ocupó en detalle de la respuesta con-servadora del proyecto Tornel para Vera-cruz, y del código Corona para el mismoestado, posterior a la Constitución de1857, implantación vernácula de la ideo-logía liberal, aunque carecía de algunas ca-racterísticas de la teoría de la retribución.Se ocupó del código Martínez de Castrode 1871 y sus ecos correccionalistas, y decómo el porfirismo lo pudo manejar envirtud de un sistema penal paralelo, pun-tal de la concentración de la tierra que pro-vocó.

Explicó Zaffaroni que la Revoluciónproyectó su reforma penal de 1929 en el pe-or momento de la crisis económica. Tam-bién que era francamente positivista, aun-que en cierta medida trató de disimularloen su versión de 1931, porque era incom-patible con la antropología constitucionaly la filosofía mexicana de la época.

En su ensayo reconoció que esa tenden-cia penal había perdurado, pero aclaró queno había sido consecuencia de una frustra-ción del perfil constitucional de 1917, sinode una sucesión de circunstancias negativasque no habían favorecido su desplazamien-to, como las crisis económicas, la concen-tración urbana y el aumento de la margina-lidad.

4. Ahora que Zaffaroni renuncia a laCorte Suprema, he querido recordar eseepisodio. Desde mi perspectiva, más im-portante que evaluar el contenido de susvotos en el Tribunal, es preguntarnos porsu futuro. Si vuelvo a ese ensayo que hizoen México, es porque allí se planteaba porla perspectiva futura, y respondía que de-pendería de la capacidad de integración so-lidarista de la sociedad, para superar el con-dicionamiento económico negativo a ni-vel continental.

Como he escuchado en estos tiemposmuchos interrogantes sobre lo que hará Ra-úl, quiero pronosticar a qué se dedicará,reproduciendo el final del ensayo que hoyme he permitido evocar, pues allí decía: “elmejor aporte del penalista a esta integra-ción es la insobornable crítica ideológica yel apoyo a las luchas de los marginados”.

Homenaje a Zaffaroni(Un episodio apropiado para prever su futuro)

Bernardino Avila

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■ Eugenio Raúl Zaffaroni ha dicho que noes juez, sino que trabaja de juez. Y den-

tro de unos días, al cumplir 75 años, deja esetrabajo, en la cúspide del Poder Judicial, enobediencia a la manda constitucional, desde-ñando la posibilidad de un segundo nombra-miento, despojado de cualquier interés de afe-rrarse a un sillón y los privilegios del cargo.

Culmina así una etapa fundamental de suvida. En un mundo en el que muchos fun-cionarios (de cualquiera de los tres poderesdel estado) por acción u omisión, se sirvende los cargos, él ha sido un extraordinarioejemplo de alguien que lo ha honrado, defen-diendo los derechos del pueblo y los intere-ses nacionales.

Raúl ya era una figura jurídica excepcio-nal desde mucho tiempo atrás, consideradocomo el más notable penalista del continen-te americano e integrante del núcleo más re-conocido de la especialidad a nivel mundial.Y como la mayoría de los grandes, siempreobservó un trato de igual a igual con su in-terlocutor, sin un gesto que inhibiera al otro,ni el menor asomo de soberbia.

Considero que, permanentemente, con ide-as audaces que descubren verdades o generaninterrogantes, provoca a pensar, para acordar,desarrollar o disentir.

Es propio de un tribunal colegiado -y conmayor razón tratándose de la Corte Supremaque decide sobre cuestiones fundamentalesde la vida nacional-, que sus fallos sean la ex-presión de consensos posibles, en los que mu-chas veces cada Ministro debe hacer conce-siones para alcanzar una solución, resignan-do parte de posiciones propias, desde luego sinafectar sus convicciones, ni consentir mani-fiestas arbitrariedades sin sólida base en algúnmétodo de interpretación normativa. En loslímites de este espacio, creo necesario señalarque, integrando la mayoría en la decisión dela causa referida a la ley de medios audiovi-suales, el voto particular del Dr. Zaffaroni in-troduce –quizás obiter dictum- un aspectosustancial: la dimensión cultural como cues-tión constitucional. Remarca que “es innega-ble que los medios audiovisuales tienen una in-cidencia decisiva en nuestros comportamientos,en los miedos, en los prejuicios, en toda la vidade relación entre los humanos... determinan lospropios proyectos existenciales de la población…fuera de toda duda esto es configuración de cul-tura. Ningún estado responsable puede permi-tir que la configuración cultural de su puebloquede en manos de monopolios u oligopolios.Constitucionalmente estaría renunciando acumplir los más altos y primarios objetivos quele señala la Constitución….restándole…su pro-pio soporte cultural, del que surge, se desarro-

lla, vive y necesita para la realización de su pro-grama”.

Una iniciativa del Dr. Zaffaroni que cons-tituye un legado inestimable para el futuro,fue la creación y organización del Instituto deInvestigaciones de la Corte Suprema, con unexcelente equipo de investigación, que bajo ladirección del Dr. Matias Bailone, ya produjocuatro informes sobre homicidios en diversasregiones del país, una valiosa contribución pa-ra el conocimiento del índice real de violen-cia, desmintiendo la desfiguración que realizanlos medios de comunicación hegemónicos.

Su espíritu inquieto evitó que se encerraraentre los muros del Tribunal. Ignoro cuántascausas estimuló, pero me consta el aliento quenos dio para la promoción del juicio a los res-ponsables de los crímenes de lesa humanidaddel franquismo, por aplicación del principio dejusticia universal. Ese mismo espíritu lo llevóa participar en paneles, conferencias, debates,en los más diversos ámbitos (por ejemplo enPlaza de Mayo, en las celebraciones del bicen-tenario, que fue la primera vez que un juez diouna conferencia en un marco popular de ma-sas), programas de televisión, en los que, a pe-sar de provenir de la “familia judicial” trató dellegar con sus ideas al pueblo, con un lengua-je coloquial, alejado de la clásica terminolo-gía críptica tribunalicia. Desde esas “tribunas”,-de cara a la ciudadanía-, desnudó al poderpunitivo del Estado. Nadie, -desde la cima delPoder Judicial- denunció, como él, su esenciavengativa y discriminatoria, y su objetivo decontrol social. A partir de este gran aporte, ysiempre con la provocación como herramien-ta, nos obliga a pensar nuevos caminos quenos conduzcan al “desarrollo emancipatorio”–usando sus propias palabras-.

No dudó en pronunciarse firmemente en ladefensa de la soberanía jurisdiccional del paísfrente al ataque de los fondos buitre avalados porlos tribunales de Estados Unidos, así como ha-bía enviado una carta al presidente Barak Oba-ma reclamando la libertad de los Cinco patrio-tas cubanos condenados por tratar de prevenirlas acciones de grupos terroristas de Miami.

Su asunción de la presidencia de la Asocia-ción Argentina de Juristas, Rama Nacional dela Asociación Americana de Juristas, y su es-fuerzo participativo en las actividades de la en-tidad, junto con la continuidad en la docen-cia, y seguramente desde el cargo de Magis-trado de la Corte Interamericana de DerechosHumanos, para el que ha sido propuesto, ex-presan que la lucha por la realización de losderechos humanos en su integralidad e inte-rrelación, seguirá contando con el impulso in-valorable del pensamiento y la acción del Dr.Eugenio Raúl Zaffaroni.

“Rara avis”POR LEÓN CARLOS ARSLANIAN

Ex Integrante Cámara Federal - Abogado

■Raúl Zaffaroni es una “rara avis” en el pa-norama jurídico nacional. Es, sin dudas,

el más versado penalista latinoamericano y al pro-pio tiempo un ius-filósofo, criminólogo y so-ciólogo criminal de la misma talla.

Ha hecho escuela y, en tal sentido, domina elpensamiento penal vernáculo y su presencia enIberoamérica marca surcos, como también lo hahecho en la jurisprudencia nacional, ya comojuez de instancias inferiores, ya como magistra-do de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Todas estas son cuestiones públicas y casi ob-vias y si cabe ahora ponerlas de resalto es por-que sólo así podemos calibrar adecuadamente elvalor de su extraordinaria humildad. Me constael grado de respeto y consideración que de or-dinario exhibe para escuchar al otro y la nota-ble disposición para acordar, componer, y encon-trar puntos de coincidencia con quienes confron-tan con él, signo inequívoco de tolerancia y dis-posición para reconocer al otro.

Empero, también hemos sido testigos del gra-do de dureza de que es capaz, si de defender prin-cipios y convicciones profundas se trata, porquejamás arrió ninguna de las banderas que con or-gullo y de modo aleccionador llevó flameandodurante su existencia.

Como juez no encarnó el modelo burocráti-co adocenado del estereotipo judicial; al contra-rio, lo puso en crisis todo el tiempo, al punto de–aún sin proponérselo- anteponerle el modelo al-ternativo de magistrado popular, llano, accesi-ble y al que la guayabera y las zapatillas no hi-cieron mella en su saber, en su enjundia y en elmerecimiento del respeto colectivo.

El derecho al castigo desde la perspectiva delos Derechos Humanos adquirió en Raúl Zaffa-roni una dimensión humanista y racional, por-que lejos del punitivismo demagógico y com-placiente con demandas de los sectores más re-accionarios de la sociedad, acicateada por los me-dios de comunicación, nunca cayó en compla-cencias de las que tuviese que arrepentirse. Prue-ba de ello es que desde los albores de la décadade los noventa presentó un primer ante-proyec-to de penas alternativas a la prisionización que,por fortuna, ha encontrado recién ahora cabidaen el de Código Penal encomendado por el Go-bierno Nacional a una comisión de juristas queél coordinó.

La violencia institucional, las muertes masivas,los genocidios, han encontrado en él una mira-da atenta y apta para captar y explicar fenóme-nos criminológicos de los que ninguno de lossaberes tradicionales se ha ocupado, y ello tra-ducido en voces de alarma dirigidas al despertarde las conciencias de quienes pueden hacer suaporte.

El mayor reconocimiento que podemos hacer-le a él es, simplemente, seguir su senda.

No es juez, trabaja de juezPOR BEINUSZ SZMUCKLER

Presidente del Consejo Consultivo Continental de la Asociación Americana de Juristas.

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El VerboPOR FERNANDO PÉREZ ÁLVAREZ

Profesor titular de Derecho Penal de la Universidad de Salamanca.

■El verbo, siempre pobre, se antoja miserable para referirme a Raúl, espejo celebrado de la complejidad misma del ser humano. Hubiera sido mejor darla palabra al fecundo maestro, de solemne y acertado discurso, dejarle hablar y preguntarle, en este caso, si es feliz, si hay pesares de acción o de omi-

sión, o qué aguarda de su tiempo, del tiempo compartido y del tiempo de espera conglobante. Y no faltarán respuestas, oportunas y prolijas, de su inagota-ble magisterio.

Raúl es un cautivo del respeto, encadenado generosamente a las cosas auténticas que tienen que ver con el individuo, su significado y trascendencia. Y enese menester se muestra íntegro, crítico y afanado, recorriendo curioso, pero certero, la diversidad enmarañada del conocimiento que nos participa, ordena-do, en ese fecundo laboratorio de sus ideas y aportes que le convierten en excelente y único.

Su saber y humanidad, en constante y tenaz compromiso, conviven en ceremonia con el propio personaje, sentencioso y grave, contenido de tantos con-tinentes, un hombre traducido, apenas interpretado... que, cuando se relaja, familiar, aventura una entrecortada carcajada en la que, sutilmente, se ríe tam-bién de sí mismo, de todos, con nosotros. Es entonces cuando más se desprende de los retazos de cariño y afecto que tampoco le sobran.

Querido y entrañable Raúl, siempre hay ocasión para celebrarte, porque te has preñado de respetable nobleza. Quienes nos adornamos con tu amistad nosalegramos de saberte grande, referente y aliado.

Recibe, una vez más, el fuerte abrazo del estudio salmantino que tantas veces se ha enriquecido con tu sabia y amigable presencia.

Al amigoPOR ALEJANDRO GUILLAUME

■ Podría entenderse como contradictorio pero creoque no es sencillo escribir sobre un Amigo. Así lo

entiendo porque, por sobre todas las cosas, el lenguajees pobre para expresar lo que sentimos.

Referirme, en pocas líneas, al querido Raúl Zaffaro-ni no es una tarea espinosa pero indudablemente seráincompleta. Raúl es una persona sin estridencias. Unhombre bueno, que se expresa fundamentalmente por lasacciones con un estilo que No es grandilocuente.

Es sencillo por cuanto no hace exclusión de personas.No obra en virtud de prejuicios o apariencias.

Tiende siempre su mano de modo discreto y hasta si-lencioso.

Destaco su forma tranquila, humilde y amena de es-tar, de relacionarse, de escribir.

En el campo de la escritura señalo su espíritu inno-vador, revolucionario, crítico, donde cuestiona no sólolos medios, sino también las estructuras perversas.

Se ha atrevido a explorar caminos que el común de lagente no se animaría a transitar por prejuicios infunda-dos, como animarse a aprender a nadar a los 55 años.

Renunciar a la Corte, cumpliendo no sólo con la Cons-titución sino con su palabra, algo más intrínseco a su ser.

Se dedicará a la educación e investigación. Es comoregalarse una primavera cuando va llegando el otoño.

Como he dicho, las palabras no bastan para describirlo que siento, tantas veces se nos dijo que hay muchomás en nuestro corazón de lo que el lenguaje puede ex-presar.

Y hoy me enfrenté a ese desafío, cuando necesito sermás elocuente que nunca, no alcanzo a plasmar mi sen-tir.

No es porque me falten adjetivos, de esos hay mu-chos.

Lo que me faltaba era un sustantivo, una palabra quedefina, con sencillez pero con absoluta certeza, lo queRAUL significa. Sólo encontré:

AMIGOMI BUEN AMIGOUn beso.

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■ Si de toda la obra de Raúl Zaffaroni tuviera quedestacar alguna teoría que me parezca especial-

mente relevante y sugerente para entender la actual en-crucijada del Derecho penal, ésta sería las reflexionesque dedica en el capítulo segundo de su Derecho pe-nal, Parte General (2ª edición, Buenos Aires 2002, p.7y ss.) al poder punitivo y a la distinción criminaliza-ción primaria/criminalización secundaria. Y ello por-que tiene, a mi juicio, la virtud de desmitificar, comotantas veces ha hecho y en relación con otros concep-tos, el poder punitivo del Estado como un poder ema-nado exclusivamente del órgano legislativo (Parlamen-to, Senado) para confrontarlo con la utilización realdel mismo a través de otras instancias criminalizado-ras formales e informales.

Zaffaroni parte de la distinción entre criminalizaciónprimaria (es decir, la que hace el legislador cuando ti-pifica determinadas conductas como delitos y las ame-naza con una pena) y criminalización secundaria (esdecir, la que hacen las instancias formales de aplicar laley penal en la realidad social, Policía Jueces y Fiscales,y el sistema penitenciario, y otras instancias informa-les, como los medios de comunicación y otras institu-ciones sociales, religiosa, económicas o ideológicas).Aunque en el Derecho penal de un Estado de Dere-cho, la tarea de definir lo que es delito y la pena apli-cable al responsable o responsables del mismo corres-ponde prima facie al legislador, o también, en el siste-ma del Common Law a los precedentes judiciales, enla práctica esta fase de la criminalización no deja deser, en opinión de Zaffaroni, un mero programa quenunca y en ningún país se puede llevar a cabo en todasu extensión. Es ahí donde la criminalización secun-daria aparece como un factor decisivo a la hora de de-cidir en la realidad práctica qué comportamientos secastigan y cómo deben castigarse a los que los come-ten. En esta fase se produce una selección, que se aña-de a la que ya previamente se ha realizado con la cri-minalización primaria. Sólo que en esta fase de selec-ción influyen factores que están más allá de los pura-mente jurídicos.

En efecto, aunque hoy en día asistimos a una ince-sante proliferación de reformas penales que tienden acriminalizar prácticamente todos los problemas queaquejan a las sociedades avanzadas en ámbitos comoel medio ambiente, la corrupción o la delincuenciaeconómica y financiera, estas reformas pronto han de-mostrado ser letra muerta y escasamente aplicables porlas instancias de criminalización secundaria, quedan-do así la criminalización primaria llevada a cabo porel legislador en un mero programa, más bien electora-lista y, por tanto, puramente simbólico. Sin embargo,sigue siendo una realidad que los mecanismos de cri-minalización secundaria siguen recayendo principal-mente sobre los segmentos de la población de los quehabitualmente procede la clientela habitual de las ins-tituciones penales y penitenciarias; es decir, sobre losgrupos más débiles económicamente, generalmente ensituación de vulnerabilidad y marginados del sistemasocial. Esta labor de selección viene ya predetermina-

da por las instancias policiales que son las que, en de-finitiva, reclutan, investigan y controlan a estos gru-pos, dedicando a ello la parte más importante de suactividad, que no siempre es controlada por las agen-cias judiciales o jurídicas.

La reciente aprobación en España de una Ley deSeguridad que da a las autoridades gubernativas y po-liciales amplias posibilidades de control (y de sanción)de numerosos grupos de ciudadanos, es una buenaprueba de esta otra forma de criminalización encubier-ta que no pasa, o sólo indirectamente a través de cos-tosos y largos procesos administrativos, por el controlde las instancias judiciales. La detención de sospecho-sos, con el pretexto de identificarlos, la detención pormeras contravenciones administrativas y la imposiciónde elevadas multas, las “expulsiones en caliente” deemigrantes ilegales en los límites fronterizos aunqueya hayan pasado al territorio nacional; las video vigi-lancias en lugares públicos, el rastreo de las comuni-caciones online y del contenido de los ordenadores,las escuchas telefónicas sin autorización judicial pre-via, etc, son algunos ejemplos de esta forma de ejerci-cio de un poder punitivo encubierto o soterrado mu-cho más eficaz que el que se ejerce a través de las ins-tancias judiciales.

Claro que todavía pueden ser peor la práctica de latortura consentida de facto por la Administración Busho las ejecuciones extrajudiciales, como la de OsamaBin Laden, en la etapa de Barack Obama; por lo de-más prácticas habituales en muchos Estados que se de-finen oficialmente como Estados de Derecho, pero quede hecho funcionan, por lo menos frente a determi-nadas personas calificadas como enemigos o en situa-ciones de emergencia o crisis social, como verdaderosEstados de policía.

El mérito de Zaffaroni consiste, a mi juicio, en ha-ber puesto de relieve, en esta y en otras muchas partesde su obra, esta otra vertiente oculta del poder puniti-vo, que generalmente es desconocida o no es tenidaen cuenta por los juristas, cuyo poder es, por lo demás,como él mismo reconoce, muy limitado en compa-ración con el de las restantes agencias del sistema pe-nal. No obstante, siempre es y será bueno que juristascríticos y con conocimientos que van más allá del sim-ple saber técnico jurídico, como ocurre sin duda conZaffaroni, pongan de relieve estas otras formas de ma-nifestación del poder punitivo, que son inevitables, pe-ro que al menos deben ser reducidas y controladas deuna forma compatible con las normas y principios delEstado de Derecho. Esta es una labor que muchos pe-nalistas tenemos que agradecer a Raúl Zaffaroni quesiempre se ha esforzado en mostrar, tanto a través detoda su producción científica, como de su labor comomiembro de las más altas instituciones legislativas yjudiciales de su país, esa otra cara del poder punitivodel Estado, que no por oculta es menos real que la queoficialmente se le atribuye; una cara en la que se mues-tran con toda su crudeza las insuficiencias e injusti-cias, que no son más que el reflejo de las insuficienciase injusticias de todo el sistema social en su conjunto.

Un irremplazable freno de emergencia

La desmitificación del poder punitivo del estado en la obra de Raúl ZaffaroniFRANCISCO MUÑOZ CONDE

Profesor de Derecho Penal de la Universidad Pablo Olavide, Sevilla, España

POR GABRIEL IGNACIO ANITUA

Abogado Criminólogo

■ A punto está de finalizar Za-ffaroni su paso por la Corte

Suprema de Justicia de la Nación,y no resulta sencillo resumir la im-pronta que ha dejado, ni mencio-nar las enormes consecuencias po-líticas de sus fallos y acciones den-tro del tribunal.

Se me pide, además, que haga unarápida (pues debo entregarla esta se-mana) y breve (ya que no debe ex-ceder las dos carillas) alusión a mi ex-periencia personal sobre ese paso.

Mencionaré una sola anécdota,pero, como se verá, una que formaparte de las resoluciones más rele-vantes de este período de más dediez años.

Trabajé en los primeros años dela nueva integración de la Cortecomo letrado de otro integrante dela misma. Y de esa forma partici-pé en la “sala de máquinas” de al-gunos de esos fallos que relegitima-ron al tribunal, mientras daban co-herencia y paliaban inconvenientesde la legislación penal y procesal pe-nal. La influencia de Zaffaroni entodo ello es sumamente destaca-ble, y en particular recuerdo su ha-bilidad política, a la par de su co-nocimiento jurídico y transdisci-plinario y su capacidad de trabajo,puestas de manifiesto en las reso-luciones de forma y de fondo en elconocido fallo “Verbitsky” dictadoen el año 2005.

No voy a entrar en las múltiplesaristas de lo allí decidido, que fue-ron objeto y deben seguir siéndolode análisis más extensos. Como hedicho, comentaré algo sobre el cli-ma de trabajo en ese caso, novedo-so también por las formas externasdel accionar de la Corte (acción co-lectiva, realización de audienciaspúblicas, amicus curiae) y tambiénlas internas (trabajo en equipo en-tre distintas vocalías y secretarías, re-curso a perspectivas de otras disci-plinas no jurídicas, búsqueda deconsensos para un voto único y cla-ro, asumiendo por tanto la relevan-cia política de la decisión). Lamen-tablemente, no parece la Corte ha-ber continuado en esas sendas. Y sisobre lo primero, que es público,también se ha escrito alguna cosa;sobre lo segundo, que es menos pú-blico, es sobre lo que cometeré lainfidencia de resaltar la influenciade un entusiasta Raúl. Su incansa-ble presencia en esas reuniones nose limitaba a producir, en su com-putadora y delante de todos, las so-luciones a los distintos problemasjurídicos, sino a distender las dis-cusiones con alegres comentarios (apesar de la gravedad de lo que setrataba) y a propiciar los acuerdos,llegando incluso a aportar un se-rrucho (que no sé de dónde sacó)para permitir mutilaciones a sus ori-ginales propuestas que las hiciesenaceptables por todos.

Ese fallo fue muy importante pa-ra detener un peligroso aumento de

la población reclusa en el país. Elconstante incremento en los añosprevios, se observa si se consideraque el total del país era, en 1995,de 25.000 presos. Y que en 1997,ya era de 29.000 presos; númeroque se dispara desde 1999(31.683), 2000 (37.885), 2001(41.007), 2002 (46.288), 2003(51.008) y logra llegar a 54.472 en2004. En el índice que mide la ra-tio de presos por cada cien mil ha-bitantes, se pasó, en diez años, de75 a casi 150, con una proyecciónque hacía temer un futuro similaral de los Estados Unidos o algunospaíses del Caribe, e incluso la región(Chile, Uruguay o Brasil) que au-mentaba sus presos en período si-milar (y los siguió aumentando).

Ello era notable influencia de loque sucedía en el ámbito de las pri-siones de la provincia de Buenos Ai-res, que había duplicado el núme-ro de presos en cinco años (de16.500 en 1999, a 30.000 en2004).

Frente a esa realidad, y con laconvicción de detentar un poder yuna obligación política de detenerese camino hacia un nuevo holo-causto (Christie dixit), es que Za-ffaroni actuó como un “freno deemergencia” (con el aporte funda-mental de los peticionarios, de losotros miembros de la CSJN que fir-maron el voto mayoritario, y algu-nos más).

Para dar cuenta de su valentíabasta recordar el contexto de ese

año 2004, con las expresiones uná-nimes de los principales voceros delos medios de comunicación, lasgrandes manifestaciones e inclusofirmas de petitorios y, finalmente,las reformas impuestas por ampliamayoría del Congreso Nacional ydenominadas como “leyes Blum-berg”.

Todo ello también sirve para va-lorar lo que sucedió luego. Y que,con seguridad, no puede atribuir-se solamente al fallo “Verbitsky”.Más allá de la sanción de leyes máspunitivas, otras son las variablesque inciden en el encarcelamien-to, y yo creo que es notable quecuantas más políticas se proponen(más allá de su sesgo ideológico)menos se recurre al encierro y a lalógica punitiva. Lo dicho (y cons-tatar el gran aumento del númerode encarcelados en el fin del me-nemato y comienzos del gobiernofederal de De la Rúa y provincialde Ruckauf) también debe ser unaseñal de alarma para el presente.

A pesar de ello, que tambiénamerita conclusiones más pensa-das, lo cierto es que el fallo “Ver-bitsky” tuvo una muy directa in-fluencia en la posterior y casi in-mediata disminución de la canti-dad de detenidos y la incipientedescompresión de la situación dehacinamiento en las cárceles bo-naerenses. Aun reconociendo otrasvariables, es indudable que los nú-meros siguientes (el amesetamien-to del número de reclusos en Ar-

gentina hasta 2008, e incluso unaligera reducción en igual períodoen la provincia) están relacionadosfundamentalmente con el fallo“Verbitsky” y con la sanción de laley provincial 13.449 que reformóel sistema de excarcelaciones, tal co-mo lo ordenó la CSJN en aquellasentencia.

Además de esas medidas expre-samente ordenadas, creo que tam-bién el fallo tuvo influencia sobrecierto “sentido común” acerca delencarcelamiento.

En todo ello, la tarea de Zaffa-roni ha sido incansable y ha ido am-pliando sus destinatarios, desde losjueces hasta el público en general,a quienes incita a ser cautelosos yresponsables en el uso de las herra-mientas de castigo.

Así, somos muchos quienes se-guimos a Zaffaroni, quien graficatal opción con una supuesta divi-sión entre poder punitivo y derechopenal, siendo éste último, el poderjurídico, el limitador del primero.Tal división, aunque difícilmentevisualizable en la práctica, rescatalos elementos garantistas del dere-cho penal como los que pueden ydeben usarse para limitar el casti-go sobre los más vulnerables. Paraello reconoce Zaffaroni una tácti-ca de limitación dinámica, que esla de la programación doctrinariade la jurisprudencia y el entrena-miento de los juristas para contenery reducir el poder punitivo, en unatarea incesante e inacabada, porque

no puede pretenderse que el poderjurídico elimine esa violencia repre-sora que en verdad lo excede. Ellodebe estar presente en la clase po-lítica y en el debate público en ge-neral. Pero especialmente, y en esoinsistió Raúl desde la Corte, en to-dos los operadores judiciales queutilizamos planteos jurídicos paraenfrentarnos a las manifestacionesconcretas del poder punitivo (la se-lectividad del sistema penal, lascondiciones concretas del castigo,en especial la privación de la liber-tad como lugar de no derecho, laprisión preventiva, el secuestro bu-rocrático del conflicto, la ausenciade discusión pública sobre la vio-lencia aplicada por el Estado, etc.).

Todo ello, y las reflexiones sobreese concreto decisorio de la Cortey aquel momento histórico, nos re-cuerdan la importancia de estar pre-parados, de saber advertir ciertosriesgos, en un momento como el ac-tual en el que se discute, con sin-gular pasión, sobre nuevas formasprocedimentales a nivel federal.

Extrañaremos a Zaffaroni comojuez de la Corte Suprema, pero te-nemos la alegría de saberlo atento,desde la trinchera que le toque o eli-ja ocupar en el futuro, para ejerceresa función de alerta, y para sabercoordinar las acciones colectivasque puedan apretar o tirar del fre-no de emergencia cuando el trendel punitivismo se encamine, comoparece hacerlo nuevamente, a to-da velocidad al desastre.

POR VERA MALAGUTI BATISTA

Socióloga

■Raúl Zaffaroni é, em vida, uma lenda da história da nossaAmérica. É claro que a simplicidade com que vive, a manei-

ra gentil e humilde com que trata todos à sua volta, a atenção e ahorizontalidade no atendimento dos que o procuram tornam es-sa lenda em algo de carne e osso, familiar e próximo. Sua inteli-gência fina, sua obra genial no direito e na criminologia é total-mente voltada à nossa realidade. Sua vida política e sua incansávelmilitância são completamente pautadas por um compromisso vis-ceral com a justiça, a liberdade e os direitos dos nossos povos. Comuma profunda e genial produção teórica ele foi capaz de formularuma teoria jurídico-penal e criminológica latino-americana queilumina algumas gerações de juristas e criminólogos. Essa firmeza

não impediu que formulasse uma teoria de cautela, redutora dedanos, que pudesse atingir nossa dura realidade aqui e agora. Nin-guém é mais fiel e verdadeiro às suas convicções do que Raúl Zaf-faroni, e essas virtudes estão tão entranhadas no seu dia a dia quepassam como algo natural e absolutamente comum. É essa natu-ralidade que paradoxalmente o tornam um personagem extraor-dinário. Falar de um amigo tão querido é difícil, mas quero mar-car sua influencia fundamental na minha vida acadêmica e políti-ca; aprendi muito com o privilégio de sua convivência. Seu hu-mor fino, beleza e elegância portenha fazem com que sua encan-tadora presença deixe pegadas firmes por onde passa. Caminhan-te dessas terras múltiplas e distantes de nosso continente, lutadorsem trégua dos direitos dos povos, ele é um personagem impres-cindível na nossa História. Raúl Zaffaroni, herói latino-america-no, farol a iluminar nossas lutas presentes e futuras.

“Vida e militância”

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Elogio de la humildadPOR LUIS NIÑO

Juez - Criminólogo

■Casi cuarenta años de amistad y camaradería meunen a Raúl Zaffaroni. Difícil tarea resulta sin-

tetizar las lecciones que él supo darme, aun sin propo-nérselo, durante tanto tiempo.

Destacar, por ejemplo, su generosidad al incluirme, en1977, junto a quienes fueron sus primeros discípulos deposgrado -Estela Cárcamo, Lidia Luengo, Miguel Arne-do, entre otros- en ese ámbito maravillosamente contra-fáctico que fue su Cátedra en la Universidad Católica deLa Plata, en plena dictadura militar; una suerte de re-manso aúlico que nos redimía del rigor oscurantista im-perante, enseñando y aprendiendo a sobrevivir y a pre-pararse para un mañana mejor con nuestros alumnos.

O su impulso creador y su talento organizador parala concreción de una investigación quinquenal, seria ydocumentada, abarcando a todo el continente iberoa-mericano, al término de aquel oprobioso período, es-crutando el funcionamiento real de los sistemas pena-les latinoamericanos y su abismal distancia con el mar-co formal de un Derecho Internacional de los Dere-chos Humanos. ¿Cómo olvidar mis experiencias en co-misarías, cárceles y tribunales, en Bolivia, en Perú, en-viado por él para detectar tanta distancia entre las de-claraciones de los derechos de todos y la grosera vul-neración de esos mismos derechos, tanto por la crimi-nalización primaria cuanto por la secundaria, en todoslos países de nuestra maltratada Patria Grande, y po-der describirla.

O su firmeza iushumanista, puesta de manifiesto ensu hora, al declinar con gran pesar un apoyo académicoal gobierno nicaragüense si no se cumplimentaban lasrecomendaciones de la Comisión Interamericana de De-rechos Humanos respecto de los individuos enjuiciadosy condenados por los Tribunales Especiales de ese país,con graves falencias al debido proceso legal.

O, más acá en el tiempo, y en oportunidad de saludarsu retiro de la función judicial, la inmensa aportación desabiduría y humanidad volcada en votos conjuntos co-mo el de “Gramajo, M.E.”, del 5 de setiembre de 2006,ariete precursor en la ardua lucha contra un peligrosis-mo que se niega a morir, o en su luminosa disidencia enel fallo “Estévez, C. D.”, del 8 de junio de 2010, por só-lo nombrar dos hitos en su augusta tarea como Minis-tro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Pero, de todas, la lección más importante que he re-cibido de Raúl ha sido y es la de la humildad.

Humildad de la buena, de la auténtica, la que vienede humus, la que nos recuerda que el árbol que se es-tira soberbio en un intento absurdo por alcanzar el cie-lo suele ser el más falto de frutos, a diferencia del quese inclina, colmado de ellos, para estar más cerca de laMadre Tierra.

Esa humildad, base de todas las virtudes, ensalzadapor Confucio y por Descartes, por Erasmo y por Cer-vantes, por Hume y por Kant, y desdeñada por todoslos adoradores del mítico superhombre, es la más be-lla enseñanza que Zaffaroni inscribió en mí espíritu;y el timbre más noble de su rica personalidad de do-cente y publicista universal y de dignísimo componen-te del más alto Tribunal de la República.

JugadorPOR JORGE ALEMÁN

Agregado Cultural Embajada Argentina en España

■ Tuve la oportunidad de escuchar directamente por primera vez a Zaffaroni en un café deMadrid. Aquella vez me sorprendió que, a pesar de no conocer demasiado a quienes in-

tegrábamos la mesa, se tomó un cuidado exquisito para argumentar sus tesis sobre la relaciónParlamento-Estado en la Argentina, su visión de nuestra historia constitucional y el orden ju-rídico reinante en el país. Lúcido, siempre con pausa, dándose un tiempo exacto para respon-der, sabiendo escuchar al otro y construir el diálogo..., por estos rasgos comprendí que, comodice mi hijo Julio (que se dedica al Derecho), Zaffaroni es un “box-to-box”, un jugador queocupa distintos espacios dentro de la cancha, un auténtico constructor de una visión del país.

Personalmente, para mí sería importantísimo que un hombre como él pudiese seguir asu-miendo alguna responsabilidad política. El destino de los argentinos se lo agradecería.

Un jurista de esta orillaPOR RICARDO GIL LAVEDRA

Abogado - Político

■Como toda gran personalidad del derecho, el desempeño de Raúl Zaffaroni puede serabordado desde múltiples perspectivas. La fecundidad de su obra, las sentencias dicta-

das en una extendida trayectoria judicial, su papel en otros cargos públicos o bien hasta su ac-tuación en la política. En todos estos casos, en mayor o menor medida, habría mucho y bue-no para decir sobre Zaffaroni, pero a mí me gustaría destacar algunas de las obsesiones queconnotan todas sus actividades.

La constante búsqueda de límites a un poder punitivo irracional, la construcción de “chi-vos expiatorios”, el control social vertical del poder, la aplicación sin tamices de un saber aca-démico que proviene de países centrales con contextos políticos y culturales absolutamentediferentes a las zonas marginales en las que se materializan esas “recetas” teóricas , son preo-cupaciones que recorren todo el pensamiento de Zaffaroni. Por eso su tránsito del derechopenal hacia la criminología y por eso sus desvelos a tratar de mostrar una realidad cruda, des-montando con paciencia muchos de los estereotipos que rodean la “cuestión criminal”. A lavez, Zaffaroni ha tratado siempre de edificar un conocimiento desde estas márgenes, que par-ta de nuestras sociedades en las que la violencia punitiva se ejerce sobre la marginalidad, lapobreza extrema y la desigualdad.

Creo que todos aquellos que creemos sin cortapisas en los viejos principios del derecho pe-nal liberal debemos agradecer la extraordinaria influencia que ha tenido la prédica incesantede Zaffaroni en varias generaciones de penalistas, tanto en la Argentina como en toda Lati-noamérica, y desear que prosiga en esta lucha con el denuedo que ha tenido hasta ahora.

Simultáneamente, es justo rendir un homenaje a su persona. Un amigo leal, con una gene-rosidad que no es usual en los círculos académicos y una humildad que es propia de las gran-des figuras. Y Zaffaroni lo es sin dudas.

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A propósito de la jubilación del juez ZaffaroniPOR MARCELO A. RIQUERT

Profesor Titular de Derecho Penal - Universidad Nacional de Mar del Plata

■En pocos días, Raúl Zaffaroni cerrará poco más de una década comojuez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Su llegada a propues-

ta del presidente Néstor Kirchner inauguró una nueva modalidad para las de-signaciones de integrantes del cimero Tribunal, una que a partir de una auto-restricción significó un salto de calidad institucional en la materia.

A punto de cumplir 75 años, quien fuera convencional constituyente en1994, brinda una nueva muestra de calidad institucional y decide su reti-ro al llegar a la edad prevista por la Constitución. Sin dudas, no se trata deque sólo el comienzo y el final de la pertenencia de Zaffaroni a la Corte se-an lo que haya que destacar, sino que en el intermedio, en la gestión ob-servable durante estos once años, son de resaltarse no sólo la calidad de susvotos (a veces, solitarios, expresándose más allá de las limitaciones de eseartículo 280 ritual que más de una vez deja afuera cuestiones que no de-bieran ser eludidas por el más alto intérprete constitucional), si se quiere,previsible o esperable de un jurista de su altura intelectual, sino también através del impulso por primera vez desde el ámbito de la Corte de un com-promiso serio en el aporte de datos que permitan comprender que es loque en realidad sucede en segmentos tan conmocionantes de nuestra coti-dianeidad como los delitos de homicidio.

El Zaffaroni académico, ese que en público expresa la alegría que le pro-voca el retorno pleno al mundo universitario, también dejó su improntacomo juez, marcando la necesidad institucional de proveer estudios de cam-po serios sobre lo que nos pasa y por qué nos pasa, para poder elaborar res-puestas no menos serias para superarlos. Puso de manifiesto que el discur-so desprovisto de datos nos puede llevar no sólo a conclusiones erradas, si-no a persistir en abordajes que parten de premisa falsa.

Se hablará mucho en estos días sobre lo que dijo en sus fallos. De mi par-te, sin pretensión de originalidad alguna, sólo quisiera resaltar estas dos no-tas: marcó un salto de calidad institucional tanto cuando llegó como cuandose retira de la Corte y concilió academia y judicatura al servicio del interés co-mún fomentando tareas de investigación que no formaban parte de la tradi-ción del Alto Tribunal.

Raúl a secasPOR VÍCTOR HUGO MORALES

Periodista

■La justicia es la mayor de las ar-tes en manos de hombres como

Raúl. Raúl a secas. Raúl como cuan-do se habla de él entre sus amigos. Ar-quitecto del mundo de las ideas, jus-to por naturaleza, el Dr. Zaffaroni ha-ce justicia pero no en los términos deun fallo, sino en la construcción delideal. No es el albañil que pone losladrillos sino el hombre que concibelas cúpulas y las torres, las que elevanla condición humana. Mientras es-cribe sobre su pasión, como Cortázarcuando dibujaba la boca de la Maga,va haciendo la justicia. Con el artí-culo. La justicia, sin referencia a un fa-llo o una opinión determinadas.Cuando Raúl explicitó las razones desu voto al eliminar la farsesca obstruc-ción a la Ley de Medios, no dio so-

lamente las razones de su voto. Cons-truyó una verdad que como todas ali-menta lo mejor de la condición hu-mana. La lectura de un fallo no pue-de tropezar con el llanto que surgecuando las cuerdas vocales son toma-das como si fueran un ramito de flo-res en manos de la vendedora. Las lá-grimas fluían porque el lector podíaencontrar un camino nuevo, que ha-bitaba en el corazón de los luchado-res de esa ley histórica de la Argenti-na, pero que Raúl descubría como sinunca se hubiese escrito sobre el tema.Era la explicación de la justicia, no lade un simple fallo. Lo que estaba ha-ciendo el Dr. Zaffaroni, mientras ar-gumentaba era la tarea del artesanoque hace girar el torno y pone las ma-nos sobre la arcilla para modelarla. Yle da su propia forma hasta el puntode que si se pudiera trasladar su cre-ación a una exposición de pintura, sa-

bríamos, como de un Berni, un Se-guí o un Rivera, cuál es la obra de Ra-úl. Cuanto ha escrito sobre la crimi-nalidad mediática tiene el aliento delo que es nuevo, de lo que como Piaz-zolla se consigue penetrando la su-perficie hasta sacar con las propiasmanos verdades escondidas. Y conellas, lucha Raúl. Lleva la linterna enese túnel de oscuridad que, a medidaque avanzan los mejores hombres, de-vela la propia historia de la humani-dad. El estado de derecho dio saltosgigantescos en pocos siglos pero to-davía esta en construcción. La demo-cracia su pilar, nació imperfecta, pen-sada para las elites y se mantuvo deesa forma, con variantes que por cier-to la mejoraron al cabo de 2500 años,pero suele ser un rehén de los inte-reses de los mas poderosos. Mientrasen América Latina resiste los emba-tes de quienes detestan al estado, Eu-

ropa asiste a su eclipse porque ha clau-dicado nuevamente ante el impulsode los amos de la economía del con-tinente. Y es en ese marco que hom-bres como Zaffaroni ofrecen la luz desus ideas para mantenernos lucidos ydar las batallas posibles. Su nombre,sinónimo del hambre de justicia delpueblo, es una bandera, una buena ra-zón para seguir creyendo. En su lega-do, se podrán hacer descubrimientosa través de los tiempos como sucedeen las artes que siguen revelando sumisterio. La fundamentación de suvoto en el fallo de la Ley de Medioses una fuente de novedades perma-nente. En cada lectura, el acceso a unacomprensión superior del mundo yla justicia, nos permite soñar una so-ciedad más justa y democrática. Co-mo suele decir, este es un tiempo enel que discutimos quién es el que man-da, nada menos.

“El churro ése”POR MONA MONCALVILLO

Periodista

■No debe existir ejercicio perdiodístico más placentero que releer vie-jos reportajes hechos décadas atrás y no verse defraudado por las de-

claraciones del entrevistado. Eso es lo que me ocurrió con Raúl Zaffarorini.Aparecen mis sonrisas al ver a ese joven penalista flaco, con camisas floridasy larguísimas piernas que hacían malabares para salir de su Fiat 600; y muygracioso también es recordar los suspiros de mis amigas viendo las fotos deuna nota del ’83 y preguntar “Che, ¿quién es el churro ése?”.

Salvando el término demodé, lo bueno es que con el correr de los añostuve otras entrevistas en distintos medios con este penalista, juez, docen-te y prestigioso conferencista en el mundo, donde se fue afianzando unaamistad y mi reconocimiento a su coherencia y profesionalismo.

Batió peleas duras por no ser ni ciego, ni sordo, ni mudo; luchaba paraque la justicia fuera pareja para todos y no incriminara sólo a los más hu-mildes. Calificaba de “normales y saludables las tensiones internas del Po-der Judicial, porque sirven para profundizar un proceso de crisis demora-do y muy tapado”.

Asimismo, siempre arremetió contra el Código Procesal Penal “predi-luviano”, que sólo sirve para concentrar poder en los poderosos, que ac-ciona sobre los vulnerables de casos menores y no resuelve ningún proble-ma. ¿Cuánta vigencia, no?

En el ayer y el hoy Raúl se reafirma en lo medular de los temas judicialescualquiera fuera el sillón que ocupara o el adversario que tuviese enfrente.No ha tenido pruritos en meter las manos en el barro cuando de juzgar setrataba. Tampoco para cuidar sus plantas, jugar con sus perros y sus cinco ga-tos o alimentar a sus palomas en su antigua casona de Flores, su barrio natal.

Hoy al borde de dejar su cargo como miembro de la Suprema Corte y taninformal como siempre Raúl cumple con lo que establece la ley, dejar subanca como miembro de la Suprema Corte de Justicia al cumplir los 75. Pe-ro esta historia no termina, cualquiera sea su trinchera seguirá haciendo do-cencia para fortalecer la democracia e impedir servilismos y prepotencias.

Usía: Misión cumplida!!!Ah, mis jubiladas amigas siguen pensando lo mismo...

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Eugenio Raúl Zaffaroni y una crucialcuestión de género

Eterna e inmutablePOR HORACIO VERBITSKY

Periodista

■Una de las objeciones máscuriosas opuestas a la de-

signación de Raúl Zaffaroni co-mo juez de la Corte Suprema deJusticia fue que era soltero y notenía hijos lo cual lo descalifica-ría a la luz del Derecho Roma-no, que exigiría padres de fami-lia “para comprender y hacer elbien a la mayoría social que juz-ga” (sic). Así lo afirmó el diario dehumor y negocios Ambito Fi-nanciero, entonces bajo la direc-ción de Julio Ramos. Un deba-te equivalente se produjo en Es-tados Unidos, con una fuente deconocimiento algo más antigua,la Santa Biblia, y con un difusoralgo más calificado: la médica,psicóloga, autora de best sellersy consejera familiar Laura C.Schlessinger.

Schlessinger conducía en Ca-lifornia el segundo talk show másoído en Estados Unidos. Docemillones de personas la escucha-ban a través de 300 estaciones deradio y le formulaban consultas

que ella contestaba. Era entrevis-tada en forma habitual en losprincipales diarios y cadenas detelevisión y había recibido todoslos premios imaginables. Uno desus diez libros se titula “Los diezmandamientos. El significado dela ley de Dios en la vida cotidia-na”. En uno de sus programas di-jo que la homosexualidad no po-día ser consentida, apoyándoseen el versículo 18:22 del Levíti-co: “No te echarás con varón co-mo mujer, es abominación”.

Un oyente le envió una ama-ble carta, en la que le agradecíasus enseñanzas, que intentócompartir con todos sus cono-cidos. Para ello le pidió “algúnconsejo adicional respecto aotras leyes bíblicas y cómo cum-plirlas:

a) Me gustaría vender a mihermana como esclava, tal y co-mo indica el Éxodo, 21:7. Enlos tiempos que vivimos, ¿quéprecio piensa que sería el másadecuado?

b) El Levítico, 25:44, estable-ce que puedo poseer esclavos,tanto varones como mujeres,

mientras sean adquiridos en na-ciones vecinas. Un amigo míoasegura que esto es aplicable a losmexicanos, pero no a los cana-dienses. ¿Me podría aclarar estepunto? ¿Por qué no puedo po-seer canadienses?

c) Sé que no estoy autoriza-do a tener contacto con ningu-na mujer mientras esté en su pe-ríodo de impureza menstrual(Levítico 5:19-24). ¿Cómopuedo saber si lo están o no?He intentado preguntarlo, pe-ro muchas se ofenden.

d) Tengo un vecino que in-siste en trabajar en Sábado. ElÉxodo 35:2, establece que me-rece la pena de muerte ¿Estoymoralmente obligado a matar-lo yo mismo?

e) En el Levítico 21:20 se es-tablece que uno no puede acer-carse al altar de Dios si tiene undefecto en la vista. He de con-fesar que necesito anteojos pa-ra leer. ¿Mi agudeza visual tie-ne que ser del 100 por ciento?¿Se puede rebajar un poco estacondición?

f) La mayoría de mis amigos

POR STELLA MARIS MARTÍNEZ

Defensora General de la Nación

■ El 31 de este mismo mes se cerrará un cicloansiado durante largos años por muchos de

quienes componemos el mundo de las ciencias pe-nales latinoamericanas, disfrutado durante una dé-cada holgada por todos nosotros y clausurado pordecisión de su protagonista principal, en homena-je a los mandatos de una Constitución Nacionalcuya reforma contribuyó a estatuir y por la cual ju-ró al asumir como Ministro del más alto Tribunalde esta República.

Los surcos que el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni de-ja sembrados han de prodigar buena cosecha para latarea inacabable de un Estado de Derecho que quie-re ser llamado, con total propiedad, Constitucionaly Convencional, así como Social y Democrático; y quelucha cotidianamente para lograrlo.

Mas en esta ocasión quiero rendir especial home-naje a su intervención en uno de los momentos ju-risprudenciales más importantes del Alto Cuerpo queél aun integra, en materia de Derechos Humanos delos sectores más vulnerables de la sociedad.

Me refiero al caso conocido como “F., A. L. s/me-dida autosatisfactiva”, del 13 de marzo de 2012, enel que el Alto Tribunal puso fin, por unanimidad, aun-que con la concurrencia de dos votos propios, a unacontroversia casi secular respecto del texto del artí-culo 86, 2° párrafo, inciso 2° del Código Penal, re-ferido a los abortos practicados en caso de que el em-barazo de la gestante se hubiere originado a raíz deuna violación.

Era necesaria una dosis especial de ecuanimidad pa-ra zanjar el tópico con el elevado respeto que mere-cían los bienes jurídicos en juego, a saber, la saludpsicofísica, la dignidad y la libertad de la víctima deese delito contra la tegridad sexual, de una parte, yla vida intrauterina, de otra; y era imprescindible unasabia lectura de la Dogmática jurídico-penal que,asentada en el campo de la conflictividad por exce-lencia, el de la antijuridicidad, que es también el dela virtual justificación, elaborara con precisión la so-lución a ese dramático cuadro, en el que tan altos va-lores se enfrentan.

En el extenso desarrollo del voto suscrito por lamayoría de los integrantes de la Corte, reverberanlos conceptos de la Teoría del Delito que el Dr. Zaf-faroni ha contribuido a afianzar, desde la Cátedray desde los estrados judiciales, depurando y dotan-do de caracteres propios a argentinos y latinoame-ricanos la doctrina del finalismo welzeliano.

Los diestros trazos de su saber científico contri-buyeron así a cimentar un equilibrio justo y racio-nal para una de las situaciones más controvertidasde cuantas plantea la interferencia intersubjetivade conductas en una comunidad jurídicamente or-ganizada.

Aunque comprendemos los motivos de su deci-sión, lamentamos sinceramente su apartamientode tan magna función pública.

SensibilidadPOR LUISA VALMAGGIA

Periodista

■ Cuando me invitaron a escribir sobreRaul Eugenio Zaffaroni pensé en al-

go que lo definiera y surgió rápidamentesu sensibilidad.

No quiero referirme a sus condiciones dejurista, hombre de derecho, prestigiosomagistrado reconocido en el mundo ente-ro por sus aportes a la investigación del de-recho penal. Bastaría recorrer su amplio cu-rrículum para llenar páginas enteras.

Me interesa más hablar del ser humanosensible, que con su andar pausado tiene ensu mirada, siempre, un gesto de asombroe ingenuidad, casi de niño.

Es poco frecuente encontrar en el ám-bito del derecho alguien que hable para to-do público, que se salga del lenguaje críp-tico y de jerga leguleya para explicar lo quepasa en el mundo de las leyes y su impac-to en la realidad.

Digo que Raúl es un hombre sensibleporque está claro que se conmueve por losque no han tenido la oportunidad de vi-

vir dignamente, las condiciones para for-talecerse en la lucha por una vida mejor, yporque considera que todo transgresor ala ley o delincuente tiene detrás una his-toria personal inserta en una sociedad queno supo, no quiso o no pudo garantizarlesus derechos. Y no significa que no pien-se en la punición de la pena y en las vícti-mas. Quiere decir que sabe que aún que-da por delante un enorme camino por re-correr para reparar esa falta de garantía yderechos.

Aquí en sus 75 años que va a cumplir esuno de los preferidos de los jóvenes, por-que no pone distancia, porque achica labrecha, porque sonríe con cierto candor yporque lejos de alarmarse por las nuevas ba-tallas que vienen, se pone a la cabeza brin-dando sus conocimientos, su experienciay sus ganas de sembrar las semillas nece-sarias para no retroceder.

Te respeto y te quiero mucho Raúl. Gra-cias por haberme concedido tantas notasy por haberme estimulado a creer en la Jus-ticia, en esa que representás con tanta dig-nidad.

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(varones) llevan el pelo biencortado y cuidado, incluso enla zona de las sienes, a pesar deque esto está expresamenteprohibido por el levítico,19:27. ¿Cómo han de morir?

g) Sé gracias al Levítico,11:6-8, que tocar la piel de uncerdo muerto me convierte enimpuro. ¿Puedo seguir jugan-do al basket si me pongoguantes?

h) Mi tío tiene una granja.Incumple lo que se dice en elLevítico 19:19, ya que siembrados cultivos distintos en el mis-mo campo, y también lo in-cumple su mujer, ya que llevaprendas hechas de dos tipos detejido diferentes (algodón y po-liéster). Él, además, se pasa eldía maldiciendo e insultando.¿Es realmente necesario llevara cabo el engorroso procedi-miento de reunir a todos los ha-bitantes del pueblo para lapi-darlos? (Lev 24:10-16). ¿Nopodríamos sencillamente que-marlos vivos en una reunión fa-miliar privada, como se hacecon la gente que duerme con

sus parientes políticos? (Lev20:14). Sé que usted ha estu-diado estos asuntos con granprofundidad, así que confíoplenamente en su ayuda. Gra-cias de nuevo por recordarnosque la palabra de Dios es eter-na e inmutable”.

Zaffaroni también recibióotras impugnaciones.

* El diario “La Nueva Pro-vincia” le reprochó haber re-chazado un recurso de hábeascorpus, cosa que el propio pa-dre de la víctima desmintió.Esto probaría “su doble stan-dard de conducta en punto auna cuestión vital: sus convic-ciones democráticas y la defen-sa de los derechos humanosdurante el Proceso Militar”.Hasta hoy dirige el diario Vi-cente Massot, quien fue ideó-logo de la política de extermi-nio de la dictadura, desde lasrevistas “Cabildo” y “Verbo” ydel propio diario bahiense. Pordefender en un reportaje la tor-tura de prisioneros debió re-nunciar como viceministro de

Defensa. Hoy está acusado porsu participación en crímenesde lesa humanidad.

* ADEPA acusó a Zaffaro-ni de militar en contra de lalibertad de expresión. Para al-canzar tan extravagante con-clusión, la entidad que agru-pa a los dueños de diarios re-alizó una lectura tendenciosade su libro “Las penas perdi-das”. La terrible frase de Zaf-faroni que detectó dice que losmedios son controlados por“factores de poder y de pre-sión que determinan los con-tenidos de la información res-pondiendo a cierta ideologíaque aspira a mantener el sis-tema penal imperante en res-guardo de sus intereses”. “LaNación” pidió en un editorialque Zaffaroni resignara sucandidatura. Su director, Bar-tolomé Mitre también estáimputado por crímenes de le-sa humanidad contra los pro-pietarios de Papel Prensa.

A la audiencia de confirma-ción en el Senado, Zaffaroni sepresentó en compañía de un

abogado con el que compartíael estudio jurídico, JacoboGrossman. Condenado por unsecuestro extorsivo, Grossmancumplió las dos terceras partesde su pena a veinte años de pri-sión, luego de lo cual estudióderecho y cambió de vida. Enagosto de 2003, durante la pri-mera visita a la Argentina delpresidente brasileño Lula, en elcatamarán que navegaba por elLago Argentino hacia el Gla-ciar Perito Moreno y su ventis-quero, alguien comenta, consimpatía la primera declaracióndel flamante juez Zaffaroni: adiferencia de sus colegas él pa-garía el impuesto a las ganan-cias: “Es un provocador”. Al-guien agrega: “Si no, no hubie-ra llevado a Jacobo Grossmana la audiencia de confirma-ción”. Néstor Kirchner inter-viene: “Todo el proceso de de-signación ha sido de una trans-parencia sin precedentes. Nun-ca antes se pudo analizar de esemodo a un juez de la Corte, ca-da uno dijo lo que tenía quedecir, nadie se quedó con na-

da en el tintero”. La entoncessenadora Cristina Fernándezde Kirchner agregó: “Se hablamucho de garantismo, peroZaffaroni hizo una demostra-ción práctica”. Citó la interven-ción del senador Jorge Yoma:“Si vamos a discriminar a al-guien que se rehabilitó, que esla finalidad tan pocas veces lo-grada del sistema penal, mejorimplantemos la pena de muer-te”. Alguien dijo que Zaffaro-ni “nos dio una lección a to-dos”. El entonces presidente dela Cámara de DiputadosEduardo Camaño comentó:“Yo no me hubiera presentadocon Grossman en el Senado”.Un coro no premeditado le res-pondió: “Yo tampoco”. Al-guien concluyó: “Ninguno denosotros lo hubiera hecho. Eneso consistió la lección que Zaf-faroni nos dio”.

Durante los once años de sudesempeño en el cargo Zaffa-roni mostró esa misma eternae inmutable coherencia, en lasbuenas, las mejores, las malasy las peores.

POR NILO BATISTA

Abogado - Criminólogo

■Tarefa muito difícil, essa de escre-ver uma semblanza de Raúl Zaf-

faroni de um dia para outro. Corri aodicionário e, ao lado da acepção arcai-ca de “semelhança”, encontrei duas: “re-trato” e “biografia (breve)”. Bom, tra-cejar um retrato de Raúl em algumas lin-has já seria um desafio árduo, dada agrandeza do retratado; escrever-lhe umaainda que breve biografia demandariaalgumas dezenas de páginas; e se o tex-to pretendesse pelo menos tangenciarsua notável contribuição ao direito pe-nal, à criminologia e à política criminalteria a extensão de um livro. Portanto,desculpo-me antecipadamente com osdemais admiradores do ilustre home-nageado pelas deficiências do retratista.

Entre 1983 e 1985, o Instituto Inter-americano de Direitos Humanos des-envolveu um projeto, concebido e co-ordenado por Raúl Zaffaroni, com aparticipação de distinguidos criminólo-

gos e penalistas de nossa região. O re-latório da pesquisa, simultaneamenterealizada em inúmeras cidades de di-versos países latino-americanos, repre-sentou um choque de realidade que nãosó romperia as fronteiras entre o direi-to penal e a criminologia, aproximan-do saberes na verdade interdependentesmas então metodologicamente afasta-dos, como também daria o golpe demisericórdia nos resquícios neokantis-tas que ainda sobreviviam entre nós. Ogolpe que o penalismo colonizado so-freu com aquela pesquisa não se limi-tou a derrubar mitos do passado: criouas condições para uma nova teoria ge-ral do direito penal e preparou-nos pa-ra resistir às futuras atualizações do pró-prio neokantismo e do positivismo.

E quem se encarregaria de construiressa nova teoria geral do direito penal?O próprio Raúl, que reformaria porcompleto –com a contribuição dosbrilhantes Alejandro Alagia e Alejan-dro Slokar– seu tratado, que já era umaobra consagrada. Aí está outro traçoprecioso de nosso homenageado:quantos juristas teriam a coragem dereformular os cinco volumes de uma

obra reconhecida, exaltada e citada portodo mundo?

Dentro da construção dessa nova te-oria geral do direito penal destaca-se achamada concepção negativa (ou agnós-tica) da pena. Eu prefiro dizê-la negati-va a agnóstica, porque as funções reaisque a pena desempenha, especialmen-te nas sociedades de classe, estão longede serem incognoscíveis, como todos –Raúl à frente, e desde aquele artigo dofalecido Emiro Sandoval Huertas – sa-bemos muito bem. Nessa concepção re-side uma das mais relevantes criaçõesde Raúl, porquanto a partir dela a sum-ma divisio das teorias sobre a pena des-locou-se da oposição teorias absolutas– teorias relativas para a oposição teo-rias legitimantes – teorias deslegitiman-tes. Vale destacar a circunstância da con-cepção negativa dispor de uma pionei-ra formulação por Tobias Barreto, hácento e trinta anos atrás, recolhida e re-finadamente aperfeiçoada por Raúl: dodiálogo assincrônico entre dois gêniosresultou uma construção original queaproxima os penalismos argentino ebrasileiro.

Não me deterei sobre o magistrado

Raúl Zaffaroni, porque todos conhe-cem os avanços que a jurisprudênciaargentina deve a suas intervenções, dadeclaração de inconstitucionalidade dacriminalização do uso de drogas ilíci-tas à democratização do poder exerci-do pelas empresas de telecomunicação.

Raúl é sem favor um dos maiores pe-nalistas do mundo, e uma incontestá-vel liderança universitária e política comsólida base entre a juventude acadêmi-ca e os operadores do direito. Tive oprivilégio de conhecê-lo no início dosanos oitenta, naquele projeto ao qualme referi, e desde então tornei-me seuadmirador e seu amigo. Tenho hoje ahonra de traduzir e abrasileirar sua mo-numental obra, e considero que fazen-do-o presto um serviço à cultura jurí-dica de meu país.

Ao encerrar sua fecunda judicatu-ra na Corte Suprema da Nação Ar-gentina, Raúl está apenas iniciandoum novo ciclo, dos tantos que vito-riosamente viveu e venceu. De suacriatividade, competência e probida-de a América Latina em geral e a Ar-gentina em especial ainda receberãosubstanciosas contribuições.

Duas palavras sobre Raúl

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POR ADRIÁN PAENZA

Divulgador Científico

■Me pregunté qué podría decir deZaffaroni que no hubiera sido

escrito y/o dicho antes. Me respondífácil: nada. Mi amigo León Najnudelsolía decir que si uno no podía me-jorar el silencio, era preferible man-tener la boca cerrada. Si quisiera hon-rar esa frase debería detenerme acá.

Sin embargo hay algo que sí quie-ro decir sobre el Dr. Zaffaroni y tie-ne que ver con la sensación que yosiempre tuve de él, mucho antes de co-nocerlo personalmente. Raúl empa-ta la percepción interna que uno tie-ne de alguien impartiendo justicia.Representa lo que uno querría quefuera un juez. Todos los humanos so-mos falibles, una obviedad, pero siuno imagina que uno de nuestra es-pecie, uno de nuestros pares estaráubicado en un lugar particular den-tro de la sociedad, una persona de re-ferencia, alguien a quien uno consul-tará en casos extremos, en casos muyespeciales, para pedirle que estudie uncaso y que diga qué piensa, creo quese entiende un poco mejor. Si yo tu-viera que llegar a esa instancia que-rría tener acceso a Raúl. Querría plan-tearle mi problema a él, o mejor dicho,querría plantearle el problema a él.

Es muy difícil ser justo, y muchomás difícil si ser justo involucra te-ner que elegir, decidir, optar. Se abo-llan egos, se lesionan intereses, se ge-neran tensiones, se incrementan pa-siones. Es difícil tener que fallar conel cerebro, con el manual, con la ley,con la jurisprudencia, con los datosduros, sobre todo porque el corazónno entiende de razones. Pero des-pués, llega el momento de explicar...y de explicarse. Es decir, es como sialguien tuviera que bajar al llano pa-ra explicar por qué. En lenguaje sim-ple para que calmarnos a todos. De-bería revisar lo de “bajar al llano”,porque para “bajar” hay que haber

subido antes, y eso es justamente unade las grandes virtudes de Zaffaroni:todo parece simple, todo parece ob-vio. ¿No era esa una virtud?

El problema es que nos cuestamucho distinguir a nuestros con-temporáneos. Necesitamos que semueran y que pase mucho tiempo.Después ya se los podrá ubicar me-jor. Para poner en perspectiva suobra, hace falta tomar distancia. Allíes donde aparecerán los Galileo, losCantor o los Bach, pero también to-dos los que fueron tildados como lo-

cos a lo largo de la historia.Afortunadamente Zaffaroni no se

murió. Este es un momento de reco-nocimiento, de caricia, de mimo. Pa-ra decirle que hasta acá su vida dejóuna huella, dejó su impronta, dejó suconducta, dejó su ejemplo. Raúl noscambió para siempre. Y sobre todo,deja una vara ubicada en un lugar muyalto. ¿Estamos seguros de que hubomuchos en la historia de la Argenti-na que estuvieran a su altura?

Qué lástima que da un paso al cos-tado, pero al mismo tiempo, qué

suerte que lo da. Qué bueno es adver-tir que siempre hay alguien a quienle da el cuero para sobresalir sin de-jar de ser quien fue siempre, y sobretodo, para no fallarse a sí mismo.

Gracias por el fuego Zaffa. Segui-rás educando e ilustrando a los quequieran aprender, pero mientras tan-to, qué orgullo haber coexistidotemporalmente contigo y habercompartido algunas horas escuchán-dote. Una lección de vida. Un ejem-plo para el país.

La seguimos en cualquier mo-mento. No me quiero despedir co-mo si fuera el final. Es nada más queun hasta ahora mismo en algún otrocanal. Zaffaroni seguirá en el próxi-mo capítulo... un capítulo más de es-te hombre común.

Gustavo Mujica

Un hombre común

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