transformaciÓn aversiva de la fase afectiva al interior del modelo pedagÓgico conceptual

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Page 1: TRANSFORMACIÓN AVERSIVA DE LA FASE AFECTIVA AL INTERIOR DEL MODELO PEDAGÓGICO CONCEPTUAL

TRANSFORMACIÓN AVERSIVA DE LA FASE AFECTIVA AL INTERIOR DEL MODELO PEDAGÓGICO CONCEPTUAL1

Resumen

Este artículo aborda las características esperadas para el adecuado desarrollo de una fase afectiva como primer momento didáctico en la enseñanza, con el fin de exponer factores que de no ser abordados, la transformarían en una fase aversiva. El articulo expone las características de lo que podría llegar a ser una fase aversiva, al igual que alternativas que eviten tal transformación.

Introducción

Pedagogía conceptual como paradigma formativo y no educativo, que tiene como objeto el desarrollo del talento y de las competencias afectivas de los estudiantes, su respuesta a la pregunta de “¿Cómo enseñar?”, la responde bajo el tema de la didáctica.

Gráfico 1. Dimensiones pedagógica y didáctica en Pedagogía Conceptual

La dimensión didáctica no es por sí misma un modelo pedagógico tal como se propone desde otras escuelas educativas. No es así dentro de Pedagogía Conceptual, en su modelo del Hexágono, ya que la didáctica surge luego de haber definido claramente desde la dimensión pedagógica, los propósitos de la enseñanza, qué es lo que va a realizar, configurar una estrategia, y planear cómo ejecutarla.

El estudiante debe aprehender. Un estudiante que aprende capta conocimientos. Aquel que aprehende los asimila, los internaliza, a fin de dominar aquello que se le

1 John Richard Jiménez. Profesional de Investigación. FIPCAM.UPE Versión Julio 1 de 2011

¿Para qué enseñar?

¿Qué enseñar?

¿Cómo evaluar?

DIMENSIÓN

PEDAGÓGICA

¿En qué orden enseñar?

¿Cómo enseñar?

¿Con qué enseñar?

DIMENSIÓN

DIDÁCTICA

1. PROPÓSITOS

2. ENSEÑANZAS

3. EVALUACIÓN

4. SECUENCI

A

5. DIDÁCTICA

6. RECURSOS

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enseña. Por tanto aprehender, va más allá de comprender y acumular conocimientos. El sujeto que aprehende debe estar interesado en aprender, conocer y aplicar.

Para lograr dicho aprehendizaje, al interior de la didáctica conceptual, se contemplan tres fases: la afectiva, la cognitiva y la expresiva. A grandes rasgos, durante la fase afectiva se busca la receptividad del estudiante hacia el tema enseñado. En la fase cognitiva, se presenta los contenidos de acuerdo a los propósitos de enseñanza planteados. Y en la fase expresiva, se espera la aplicación de esos conocimientos en un contexto. Pero, para propósitos de este texto, solo se ahondará únicamente en lo referente a la fase afectiva.

La Fase afectiva

La educación es pensada en el estudiante. Durante esta fase, se busca despertar la curiosidad del estudiante hacia el aprehendizaje que se espera alcance. Su motivación no es un impulso que le incita a la acción, sino algo que condiciona la forma en que recoge la información de su ambiente (Bruner, 2004; 218). No se trata de dar un conocimiento por capricho de un currículo pensado desde el maestro, sino que desde el estudiante como actor central del acto educativo, se espera que para él, dichos conocimientos tengan un sentido. Por tanto, lleva al estudiante a motivarse y a tener expectativa, permite su disposición, necesaria para abordar un proceso de aprehendizaje.

Aprehender es difícil. Miguel de Zubiría (2008; 92), creador de Pedagogía conceptual, expone que: “aprehender siempre consume energía mental, atención y esfuerzo…, no hay camino fácil hacia el aprehendizaje” Por tanto, diseñar una buena fase afectiva no es fácil, ni mucho menos simple. Requiere que el docente conozca a sus estudiantes. Exige que el estudiante conozca que este proceso de aprehendizaje requiere de su esfuerzo y disciplina. Una buena fase afectiva va más allá de la motivación del momento por las palabras bonitas del docente, o de la concentración momentánea. Busca una motivación a largo plazo, enfocada en que el estudiante tome la decisión de aprehender.

La fase afectiva permite conocer los avances propios en el dominio de un tema. En la fase afectiva, el estudiante se interesa por el tema, al evidenciar que encuentra beneficio alguno de aprehenderlo, estando en la capacidad de observar lo que ha logrado, y lo que lograría si aprende los nuevos conocimientos. Es sobre lograr que comprenda el sentido de lo que se dispone a estudiar.

Se debe conseguir que el estudiante esté dispuesto. Desde la didáctica de la fase afectiva, se espera lograr la disposición del estudiante para aprehender, a partir de su propio reconocimiento sobre el desconocimiento del nuevo tema planteado, percatándose de que sus conocimientos resultan insuficientes o inadecuados. Es así

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que desde esta fase, deben abordarse 4 elementos: Interés, Disonancia, Sentido, y, Expectativa.

El Interés se entiende como el despertar la curiosidad por el tema a aprehender, desde aspectos interesantes, curiosos, divertidos, intrigantes de la “temática” a tratar.

El sentido es lo que le permite al estudiante apreciar el aprehendizaje en la medida que le reportará ganancias a nivel de sus intereses personales (yoico), de sus intereses relacionados con aquello que puede reportarle un beneficio (afiliativo), e intereses relacionados con el placer de aprender para conocer más (cognitivo). Es así que, el estudiante encuentra utilidad, importancia, o, necesidad de aprehender.

Al generar disonancia, se desestabiliza la estructura previa del estudiante, poniendo en evidencia que no sabe o lo que sabe es falso o reducido.

La fase afectiva permite conocer que ocurrirá al final del camino del aprehendizaje para un tema. Pero nada de esto funcionaría, si el estudiante no tiene claro a donde llegar, es decir si no ve clara cuál es su expectativa. Dicha expectativa se logra a través de la disposición para alcanzar los logros de un área o de las exigencias académicas en general. Se promueve a partir de que entienda y evidencie el proceso por el cual aprehende. Por ello, es importante que en todo momento se deje claro al estudiante que es lo que se espera de él, de forma que sepa cuáles son los pasos a dar, y que reciba las adecuadas ejemplificaciones de aquello se espera que haga. De acuerdo a lo anterior, desde la fase afectiva se promueve la participación de los estudiantes, por encima de mecanismos expositivos que los desconozcan como sujetos principales del acto educativo.

Factores que afectan el desarrollo de la fase afectiva

Luego de observar los beneficios expuestos sobre la aplicación de la fase afectiva en un contexto didáctico educativo, es necesario exponer posibles conflictos relacionados con esta fase. El estudiante puede motivarse y tener expectativa por aquello que desea estudiar, pero, existen factores que se pueden descuidar al interior de la planeación didáctica, los cuales desbordan el impacto del ámbito escolar.

El estudiante es motivado solo si resulta ganador. Es probable que, en didácticas que involucren competencia entre pares, la razón de aprender algo sea ganar. Por tanto, si no se alcanzan la meta propuesta, el estudiante se sentirá desmotivado para seguir en ese camino en el que otros ya triunfaron, o, en el que siente no tener las facultades para competir. Por tanto, en el desarrollo del interés asociativo, lo competitivo ocupa un lugar privilegiado, pero no debe ser más importante que el compartir con pares de estudio el gusto por el dialogo, la búsqueda de información, el ayudar y cooperar en la búsqueda de un mismo objetivo, que traiga tanto satisfacciones interpersonales e

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individuales. En términos sencillos, el éxito de aprehender y de ser motivado en un ambiente de competencia, puede ser el ganar, pero más importante que esto, el producto previo de la interrelación con otros; se aprehende porque se relaciona con otros.

Un estudiante en condiciones de pobreza afectiva, difícilmente se motiva. Diferentes autores ratifican la dificultad de aprender si no se cuentan con buenas relaciones afectivas, no solo con sus pares, sino principalmente con los miembros que conforman su núcleo familiar. Bruner (2004; 116), citando a Kagan y Moss (1962), destaca que un factor determinante en el interés de un niño por su rendimiento escolar es la protección materna. Su inteligencia se ve favorecida por el afecto, las oportunidades y recompensas por su rendimiento y autonomía. Al contar con figuras parentales de ambos sexos que sean activas, cariñosas y con elevadas aspiraciones, tendrá un adecuado desarrollo de su rol. Son estas condiciones casi inexistentes en los ambientes laborales actuales, donde los padres (si es que se cuenta con la suerte de tener al menos a uno de ellos), trabajan todo el día y difícilmente disponen de figuras afectivas para sus hijos.

Un estudiante no se motiva si su estado de salud no es bueno. Un estudiante hambriento difícilmente podrá concentrarse, y a pesar de que quiera o esté motivado por aprender, esta condición afecta su capacidad de concentración. De igual forma, es posible que condiciones como estas, indiquen a largo plazo mala salud del estudiante. Entonces, si este es el caso, ¿podría decirse que la fase afectiva falló?

Un estudiante no se motiva si su estado anímico no es bueno. Suponiendo que la aplicación de esta fase se dé en un ambiente optimo de relaciones afectivas fuertes con familiares, de buena salud, puede ocurrir que los intereses de un estudiante no sean los mismos que los de sus compañeros. Por tanto, el docente se ve en la necesidad de formular fases afectivas, si bien no para cada estudiante, si unas que respondan a diferentes intereses posibles agrupados. Es así que, no puede desarrollar una clase con un enfoque afectivo particular, a no ser que su clase se dirija a un solo estudiante. Esto, podría no ser problema, si el docente atiende a la vez los diferentes intereses posibles de los que podría partir de los diversos intereses de sus estudiantes.

La fase afectiva se transforma en fase aversiva

En este punto, se supondrá que a pesar de los factores antes mencionados, es posible encontrar aquello que lleva al estudiante a realizar una valoración positiva del aprehendizaje. Se desarrollará una clase con estudiantes en condiciones afectivas y de salud ideales, con docentes que se percatan de la importancia de diseñar sus clases incluyendo la fase afectiva. No obstante, surge un inconveniente.

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El docente planea la fase afectiva, pero nota que después de un tiempo, por más esfuerzos que haga, sus estudiantes se ocupan de otros asuntos diferentes al que el presenta.

La fase afectiva caduca. Puede ocurrir, que por supuesto, su fase afectiva esté mal diseñada, y que obedezca a componentes más de carácter cognitivo o expresivo, o que de hecho, no se haya preparado. Pero, también puede pasar que la fase cumple su objetivo, aunque con cierta caducidad en el tiempo. Es decir, la misma fase afectiva, de un mismo tema que toca durante varias clases, puede ser apropiada al principio, a la hora de que decidan estudiar el tema. Con el tiempo, la fase pierde efectividad, por lo que el docente puede optar por desarrollar a otras fases afectivas alternas, lo cual puede entrar en conflicto con la programación de clase ya establecida.

Se requieren más fases afectivas. De no desarrollar fases afectivas alternas, una única fase afectiva puede transformarse en fase aversiva. Una fase que en el papel cumple con el requisito de lograr que el estudiante observe por qué aprender el tema, pero que en la realidad, se canse de realizar la misma actividad, hasta el punto de acabar con su interés por el tema, cambiándolo por antipatía hacia el mismo, o temas divergentes.

Entonces, una fase pensada en que el estudiante aprehenda porque ve importante hacerlo, termina alejándolo. A continuación, se presentan los elementos que componen la fase aversiva.

Acercamiento: Se brinda un acercamiento al tema, suficiente para que el estudiante conozca aquello que debe aprender

Saturación: Como su nombre lo indica, luego de que ha tomado la decisión de aprehenderlo, se satura al estudiante con el mismo tema, con la misma actividad.

Comparación: En ocasiones, el estudiante puede llegar a estar tan saturado por el tema, que decide abandonarlo y comenzar a aprender sobre un tema divergente. Por ejemplo, una saturación con temas evolucionistas, puede llevar a la comparación de este modelo con el creacionista, llevando al estudiante a interesarse por este.

Aversión: Es el culmen de la fase, donde el estudiante decide no seguir estudiando el tema, sin importar las consecuencias de abandonar el aprendizaje.

Evitando la aversión

Para que esto no ocurra, se propone que fuera de la planeación escrita ya establecida, el docente pueda proponer fases afectivas alternas para hacer frente al posible agotamiento de la fase afectiva precedente.

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De igual forma, puede subdividir el tema en microtemas, cada uno con sus respectivas fases afectivas.

Además, es posible que el agotamiento de la fase afectiva, conduzca al abordaje de nuevos temas, no necesariamente como producto de la comparación al interior de la fase aversiva, sino que, el conocimiento de la caducidad de la fase afectiva, se constituyan en una posible fase afectiva para el abordaje de un tema divergente.

Conclusión

En el modelo pedagógico de Pedagogía Conceptual, la fase afectiva cumple con la misión de que el estudiante tome la decisión de aprehender un tema. Su ejecución y éxito se relaciona directamente con condiciones como buena salud, y buenas relaciones personales e interprersonales.

Por tanto, si no se cuentan con estas condiciones ideales, y se descuidan contratiempos que pueden aparecer en su ejecución, factores no necesariamente relacionados con la planeación didáctica, la fase afectiva puede llegar a ser infructuosa, hasta el punto de transformarse en una fase aversiva, que lleve al estudiante a tomar la decisión de abandonar su proceso de aprehendizaje.

Bibliografía

BRUNER, Jerome (2004). Desarrollo cognitivo y educación. Ediciones Morata, S. L. Madrid. 282p.

DE ZUBIRÍA, Miguel (2008). Los fines y el método de Pedagogía Conceptual. Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Bogotá, 112p.

________________ (2005). Enfoques pedagógicos y didácticas contemporáneas. Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Bogotá.

KAGAN, Jerome & MOSS, Howard (1962). Birth to maturity: A study in psychological development. Willey. New York. 381p. En: BRUNER, Jerome (2004). Desarrollo cognitivo y educación. Ediciones Morata, S. L. Madrid. 282p.

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Se requiere impedir que la fase afectiva se convierta en fase aversiva

La fase afectiva puede convertirse en una fase aversiva

La fase afectiva puede caducar.

La fase afectiva es única y puede perder efectividad

La fase afectiva requiere que el estudiante cuente con

condiciones especificas de salud y afectividad

La fase afectiva puede estar mal planeada