traficantes de belleza

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ZOÉ VALDÉS Traficantes de Belleza Escaneado por PRETENDER – Corregido por Mara Adilén Página 1

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Autora: Valdes, Zoe

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    ZO VALDSZO VALDSTraficantes de BellezaTraficantes de Belleza

    Traficantes de Belleza (1998)Traficantes de Belleza (1998)

    ARGUMENTO:ARGUMENTO:

    Hombres y mujeres fascinados por el cuerpo y el alma.Quince cuentos de traficantes conforman la madeja de este libro que bien pudiera leerse

    tambin como una novela fragmentada, puesto que los personajes ambicionan de manerainconsciente un nico objetivo: traficar con la belleza. En algunos casos, una historia conduce aotra, cual eslabn de una cadena narrativa. Desde la muchacha contempornea que encuentra aljoven poeta francs Arthur Rimbaud en la Plaza de la Catedral de La Habana, a la hermosura de laprima de Vera, que inunda Pars con el perfume aceitoso y trrido de su presencia, pasando por eldibujante de dunas exiliado en el desierto, contrabandeando camellos y soledad, la adolescenteque negocia fotos y futuro, la bailarina del caf Parisin metamorfoseada en princesa rabe porunos segundos, las Navidades y sus truculentos trficos de sentimientos, o la mujer que es capazde matarse con tal de cumplir con el dictamen de un sueo.

    Los personajes de estos cuentos trafican con sus mundos espirituales, con sus angustias,alegras, abandonos, desencantos y hechizos; aman la belleza, y por eso se detienen tanto en ella,para usarla y re-usarla, trocarla por otra o reinventarla. A veces hasta prefieren desmitificarla ydestruirse con ella. Son personajes que inundarn el mundo de belleza, una belleza distinta, queuna vez traficada muere y renace para superarse a s misma.

    SOBRE LA AUTORA:SOBRE LA AUTORA:

    Zo Valds, escritora espaola de origen cubano, estudi en el InstitutoSuperior Pedaggico, as como en la Facultad de Filologa en La Habana,aunque no termin. Ha ocupado diversos cargos polticos: en Pars (en laUNESCO) al amparo de la delegacin cubana. En 1995 abandon la islapara instalarse en la ciudad donde pas muchos aos de su vida comofuncionaria o diplomtica. Se dio a conocer por un libro de poesa,publicado en 1985, Todo para una sombra, al que sigui Sangre azul, en1987, la historia de una iniciacin adolescente, quedando finalista en el

    premio Sonrisa Vertical, del gnero ertico. Sus obras posteriores han explorado la combinacindel erotismo con la denuncia poltica del rgimen castrista.

    Tiene interminables condecoraciones y ha ofrecido conferencias y recitales de poesa en variasuniversidades francesas y alemanas. Tambin ha dictado conferencias en Espaa, como: en elCurso de Verano de El Escorial, 1996, y en el Club Faro de Vigo, en 1997.

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    Traficante de marfil, melones rojosTraficante de marfil, melones rojos No era grandullona, ni cadera, ni triguea extica. No tena ojos egipcios y las teticas no

    encajaban en los escotes. Contaba dieciocho aos y era, como bien deca su amiga la Polaca, laquerindanga de un funcionario de cincuenta y nueve. El titimanaco (viejo con poder, cazador detitis, es decir, pollitos, nias; pedfilo en resumen) alquil un cuarto con televisor ruso a color,prometi un vdeo a su regreso de un viaje al extranjero, y fue a buscarla en Lada a la escuela hastaque ella decidi abandonar los estudios para parecerse al mito de la B.B. La Brigitte Bardot hacasiempre lo contrario: cuando todo el mundo se casaba, ella divorciaba, y despus, cuando todo elmundo divorciaba, ella quera contraer matrimonio al cabo de convencional relacin. Haba ledoesto en la ltima Paris-Match prestada por la Polaca.

    Pasaba sola la mayor parte de los das y de las noches. Su madre le haba hecho la cruz del gatodesde que supo que ella, su propia hija menor, comparta la cama de su jefe. Con quien, entreparntesis, la madre haba flirteado hasta ms no poder con tal de mejorar la situacin laboral ybrindar mejor vida a la prole. El viejo, ni corto ni perezoso, se encarg de convencer a la joven deque el despecho de la madre era muy lgico, humillada por doble partida, material y sexual mente.Ya olvidara y perdonara. El futuro despeja tantas y tantas cosas.

    Sola, lea y lea libros o revistas llevadas por la Polaca. De los viajes a los tan aorados pasesextranjeros, su viejo slo traa trapajos de cabaretucho, maquillajes baratsimos y zapatos fuera demoda. La Polaca no cesaba de burlarse de ella, qu poda encontrarle a ese temba? La ausenciade padre poda ser la explicacin. La Polaca no entenda por qu ella siempre iba a la contraria; lasrelaciones amorosas, entre comillas, con funcionarios no se usaban, no brindaban ningn gratoplacer, no aportaban beneficios, y mucho menos ahora, con autos, pero sin gasolina. El da demaana metan la mano, digo, robaban, se embarcaban en un lo poltico y adis viajecitos. Decabeza al plan pijama!

    Su amiga ntima era la Polaca. La confesora y consejera. Ahora, lo ltimo de los muequitos eralavar para la calle, significaba casarse con un extranjero. Para la Polaca era muy fcil, pues habaestudiado, alardeaba de ser escritora, aunque ella nunca le conoci un libro. La Polaca hablabaingls, japons, francs, alemn, italiano, hngaro, ruso y esperanto, lenguas todas aprendidas enla escuela de la cama. A excepcin del esperanto, que lo adquiri en la crcel de Nuevo Amanecer,una temporada de seis meses que debi internarse por all; cuenta que la pusieron a tocar piano ya aprender un idioma, ella acept por el aquello de que nunca se sabe en qu cama geogrfica tepuede sorprender la vida. En fin, ya sabemos, aceptaba o la molan a pualadas.

    Ola a italiano y ah estaba la Polaca. Su aficin eran los italianos. Pues los franceses son muyromanticones, eso s, pero regalan un perfume barato y apestoso de Tati, dos comidas con ostras, yojos que te vieron ir... jams te vern volver. Los espaoles doran la pldora con chorizos mohososde diplotienda. Los alemanes creen que la mejor paga es perfeccionar el acento. Los japonesessoban la nuca con masajes teraputicos, antes de partir obsequian un lbum de fotos, y los msgenerosos dejan a modo de imborrable recuerdo algn equipo de la ms avanzada tecnologa, oacupuntura en las orejas, cosa de calmar la ansiedad. Los ingleses son todos casados, se hallan enquiebra, y sufren una clase de cargos de conciencia! Los canadienses playa a pulso. Con losamericanos de seguro le colgaban el cartelito de agentona de la CIA, cuando en realidad lo queestabas era templando con el enemigo, tumbndole unos veinte fulas que luego gastabas en pasta

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    dental y desodorante para vengarte del embargo. Los latinoamericanos metan tremendas muelassobre la deuda externa, de las posibles revoluciones venideras, de la corrupcin de los presidentesrespectivos, del hambre y la miseria, sin querer ver el hambre y la miseria cubanas. El tercermundo se les transforma en mundillo mundanal de cuarta categora cuando se les revientan losojos detrs de un culo de negrita pandillera. Don primitivista que comparten con los gallegos, puesmientras stos descargan sus complejos de conquistadores y esclavistas pagando con espejitos ybaratijas, los primeros no se han liberado de sus ambiciosos sueos de capataces, negreros, enfin... El ex campo socialista an estaba por explorar, no eran su fuerte las mentes retorcidas. Sinembargo, los italianos constituan punto aparte. Ellos s que se casaban, sin antecedentes penales,ibas directo y sin escala a un palacio veneciano. La Polaca hablaba as por experiencia de variasamigas, que de tintoreras, haban llegado lejiisimo, todas casadas con autnticos herederos delDante. Tranformadas en tintorettas.

    Ella se llamaba Beatriz. No quera moverse, no quera hacer nada. Amaba al viejo, pero enocasiones haba ansiado matarlo. Ella an no saba lo que quera. Dorma demasiado. Es cierto quele encant el sabor de los bombones que trajo la Polaca, los Bacci, besito en italiano; cada unovena envuelto en un verso de un poeta diferente. Al terminarlos descubri que los autores serepetan, pero tambin pudo conocer a varios escritores que no haba ledo, por ejemplo aRimbaud. Y busc los libros en libreras de viejo, o pidi prestados. Ley como una loca, libros amontones, sin pretensin de lectora culta, que es como mejor se lee. A Rimbaud no le fue fcilhallarlo entero.

    Filmaban una pelcula sobre la esclavitud en la plaza de la Catedral. Los negros imprimandemasiada autoridad a los roles de esclavos. Los mostachudos blancos, en su empeo degraduarse de ingenieros o de cualquier cosa, manchaban la criolla ligereza de la contradanza concuentas aritmticas emborronadas de caf. Los extras eran jvenes en busca de entretenimiento ydinero. Ni los negros saban hacer de esclavos ni los blancos de amos. Para colmo, pens eldirector de cine, todos fueron agrupados; mientras les empujaban, ellos seguan distrados enaprender movimientos de un nuevo baile. La productora se hinch, crispada, enferma de losnervios, de lo nico que no se puede enfermar un productor. Vestida de poca, cosa de nodesentonar, bastante frustrada, baj setecientas veces la escalerilla de la calesa con la manoestiradita, como de gran dama, intentando explicar a los figurantes ms retintos cmo se hubieracomportado un calesero del siglo diecinueve ante la finsima seorita apertrechada de encajesnacarados presta a descender.

    De ah, algunos se fugaban a una reunin de lunticos en donde devoraban chcharoscongelados. Otros huan de una guardia del comit militar, sumndose a la produccincinematogrfica ms cara del pas, inventando un rol protagnico, con la idea fija de obtener unpase de fin de semana. En verdad eran extras de poca monta, y una vez terminado el plano, o supaseo por delante de la cmara, se largaban a la multitudinaria terapia de ron y domin.

    Eran las doce del da y el director peda a todo costo que fuera de noche en pleno mediodatropical. Para conseguirlo encerr a los actores en una capilla de la catedral y dispers humo desndalo. Al asistente de direccin se le desprendieron las retinas, la atmsfera fue transformada enuna madrugada de junio en San Petersburgo, olorosa a antibiticos y a guarapo podrido, coloresmeralda, dentro de un vaso soplado en Venecia.

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    Mientras tanto, Beatriz se viste a lo comoquiera. Calza sus pies con unas sandaliasmontonamente suecas, recoge treinta enmohecidas monedas de a veinte centavos, introduce elpomo de cristal de a un litro dentro de un nailon de zapatos Bally, y sale a la caza de yogur para eldesayuno. As, con esa pinta de putica alebrestada entra Beatriz, vestida de tirantes y algodn, eldobladillo recogido cinco dedos por encima de las rodillas, las uas de los pies pintadas de perlablanca (exigencia del titimanaco), los pies enjaulados en nrdica madera, una liga de oficinaestrangulando el esculido rabo de mua, y un nailon gastado, trado de una lejana y carsimapeletera europea. La Polaca siempre obsequiaba la envoltura de los regalos que reciba. Dentro dela jaba plstica, luego de sobornar al dependiente del punto de leche y de zumbarse una cola deuna manzana a la redonda, se recalentaba un litro lleno de grumos agriados de yogur de soja. As,lo ms finisecular que pudo, entr Beatriz en la maqueta de la esclavitud, sin enterarse, y claroest, jodiendo el plano cinematogrfico.

    Mieeerda, pero, quin coo es sa?! Una china-rubia-contempornea! Cooorten! escandaliz frentico el director.

    En ese instante flot otra nube de sndalo, borrando a Beatriz del espectculo actuando connaturalidad, exigido por el trance de los artistas. En seguida, cosa de embarajar, la productora leencasquet una peluca negra de relucientes pasitas, embetun de carmelita su piel mssobresaliente, colg una bata blanca de su cuerpo, y hasta puso en la bemba de la joven unbocadillo de mulata de saln. El pomo de yogur de soja recul de mano en mano, hasta quedarescondido detrs de un racimo de pltanos machos proveniente de una supuesta quinta de otrora,en donde la humedad y los machetazos haban pasmado con implacable dejadez.

    Fue cuando, en el ms all, sentado a una mesa de mrmol cuya base era de bronce puro yrepulido, agresivo en su meditacin, frente a una taza de t con limn, Beatriz descubri el retratodesgreado de olio contemporneo. El mentn apoyado en la palma de la mano semicerrada, elcodo encajado en la eternidad de una pgina. Beatriz not que ella y l se parecan comohermanos, o mejor, como esos amantes que de tanto amarse llegan a imitarse, con tal deenamorarse de s mismos, sin necesidad de espejos. Concluy que con el viejo jams ocurrirasemejante enigma, seguro que no.

    Primero Beatriz sac con levedad el pie derecho del lmite de la nada, despus salt hacia lavivencia durable de lo real. Pas por debajo del chorro de agua de la fuente que decora alrestaurante, desembarazndose del andamiaje de mestiza. Nadie not la huida, y quiz creyeronque se trataba de una exquisita salida premeditada por el ojo genial situado detrs del lente.

    Beatriz enfoc al contemporneo, para recordar que lo ms importante era recuperar el yogur.Volvi a entreabrir el velo, y a gatas logr deslizar su leve cuerpo hasta la tienda de frutas, allaprovech un descuido de los dems, atrap la botella y otra vez felina se escabull a su poca.

    El contemporneo clav sus pupilas en la joven vestida de fango, quien ahora reptaba hacia lamesa, con un nailon Bally cuya punta sostena con el puo apretado.

    Cual un tesoro en el bosque! exclam al tiempo que escriba esa frase en el papel dilatadopor la mancha de t sudada por el vaso. Experiment frenticos deseos de que ella lo invitara a laplaya. Ella o cualquiera, pero con preferencia ella.

    La muchacha se puso en pie y escupi una piedrecita. Pens que lo ms razonable sera poner ellitro de yogur encima de la mesa, sentarse junto al que de seguro podra ser su amigo en algunosminutos, desde luego antes lo invitara a beber algo ms que un t. Un ja, ja, ja, por ejemplo, as sellamaba en la actualidad al cuba libre en sentido irnico. Beatriz se asombr de la velocidad de sus

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    planes. El contemporneo rechaz con descaro la invitacin. Un no rotundo. Hizo un ademnversallesco, como queriendo decir que el t y el yogur no pegaban ni con goma, ni con gomina, nicon la saya de Carolina (segn el corriente dicho escolar). Aclar que ella no le invitaba a yogur,ms bien a ron. Beatriz examin la erre pronunciada por el contemporneo, su acento, y le vino ala mente cuando de nia haba sufrido de frenillo: erre con erre cigarro, erre con erre barril, rpidocorren los carros por los rales del ferrocarril. Su ta la obligaba a recitar el estribillo con la bocarepleta de piedras, pues crea que tal defecto se curaba como la gaguera. El resultado fue queBeatriz qued con la infinita sensacin de escupir una arenilla insolente que impeda decir lo quele vena en gana. Entonces se hizo lrica. En la lectura hall el camino visionario de la palabra.Captaba imgenes con la romntica ambicin de que hubieran podido ser escritas para ella. Algunaque otra vez le haba picado el bichito de dedicarse a la escritura, pero la Polaca se le habaadelantado, e hizo que lo olvidaba, confundindose an ms. No poda pretender ser alguien en unsiglo que trocaba la accin de ser con el papel del ser. Ser, contra lo imposible, la seduca tantocomo darse para lo posible en el terreno inslito, egotista y profundo del amor y del arte. Pero en ,definitiva, ella no era una artista, y jams se haba enamorado como para cortarse la yugular.Apreciaba al viejo como mismo apreciaba a su madre, porque estaban puestos ah, en su vida.Colocada en exacta posicin de adivinar, acert en un segundo intento, al proponer alcontemporneo un viaje al mar.

    Bruscos caminaron por el empedrado de antiguas calles buscando la avenida de los taxis. Anno saban ir uno al lado del otro, y mucho menos, con el atravesado esfuerzo de contar algointeresante, cosa de precipitar en lo ms hondo el conocimiento de ambos. El exhiba conimpertinencia su don de extranjero, esgrima la fatiga de los aviones cual experiencia irrepetible,restregndole en la cara que l s poda viajar, cruzar fronteras libremente. Cont la tragedia de unduelo a balazos con el mejor de los amigos en una de las ms hermosas plazas europeas. Beatrizno crey un milmetro de esa historia, pero de todas formas sonri. Precisamente eso anhelabaella, un amigo. Jugar otra vez en un patio oloroso a jazmines quemados. l no respondi ni que sni que no. El deseo del contemporneo no iba ms all que el de achicharrar sus pulmones consalitre, curtirse con climas perdidos... Nadar, pisotear hierba..., dijo citndose a s mismo. Sinintencin l hablaba como para enamorar, tampoco Beatriz escuchaba con esta previsin. Pero lacuriosidad de quin saba si le llegara a gustar...

    Eres casado? pregunt calculadora.No me acuerdo, creo que no, qu tiene eso que ver con nosotros?No me gustan los casados. Yo tengo un viejo. Cuando sea vieja tendr un joven.No es nada original, sers una ms.S que siempre ser una ms.Al fin encuentro a alguien con quien podr hablar tonteras!Un abismo de interrupciones barri la magia de la conversacin. La gente se volteaba para

    admirarlos tan nuevos, tan despreocupados de la realidad circundante, preguntaban la hora paraaveriguar si eran o no turistas, hurgaban en los acentos. Detrs del ordinario examen fueronperseguidos unos veinte metros reclamndoles chicles de menta para refrescar las encas, lechepara calmar la acidez, jabn para asearse.

    Beatriz tapi los odos con un blando silbido estratgico, tinta en frialdad cual degolladamueca de porcelana. La frecuente ausencia de dilogos inteligentes la estaba volviendoestpidamente pueril, como una falsa ingenua. Supo entonces que decir imbecilidades a

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    conciencia poda ser un lindo juego inteligente y evasivo. Eman un aroma a tilapia que lesempap con una mota lquida de sudor encima de los labios. Entre ese olor incrustndosele en laropa y los desvencijados solares abiertos de par en par termin la calle polvorienta, por findesembocaron en el asfalto en otra dimensin, espejeante de chapas de cervezas hincadas desdehaca dcadas. El contemporneo intent detener algunos taxis.

    sos son espaciales, no paran. Agita un billete de a veinte drculas, o fulas, en la mano, y de lanada surgirn carrozas especiales, dispuestas a conducirte a la luna si fuera necesario; consejo demi socia la Polaca.

    No tengo drculas, lo que tengo son frankeistenes.Ah, ya manejas el argot, superbin! Beatriz qued fra. Entonces saca un billete de a cien

    francos y vers cmo se ponen para tu cartn todos los taxis del planeta.Cinco minutos despus iban rumbo a las playas del este, con cierto dinero complicado en el

    pantaln de lino de l (esta historia transcurre en la poca en que era penado por la ley poseerdivisas) y el yogur fermentado dentro de la bolsa Bally. El taxista acept llevarlos, pero quequedara claro, que constara, vaya, que l no conspiraba extrao con jineteras. Al rato interrog alcontemporneo sobre si l era troglodita. Beatriz, que ya conoca esa clase de equvocos, aclarque s, que su amigo era polglota.

    Pal caso e lo mismo, t me entendiste, t te desenvuelves en el medio, en el giro este de losturistas y etctera...

    Tarareando La vie en rose permiti que hablaran del tiempo y de la remota posibilidad de lluviasimprevistas, de vientos violentos, en da tan soleado. Sin embargo, ya sabemos que en la islapuede hacer un sol que raja las piedras y un segundo ms tarde puede caer un aguacero de madrey muy seora ma.

    El auto borde la playa tragando betn de Judea a todo trapo. La incandescencia del silencioquebr los huesos y percibieron que el da se agotaba sin gestos en el bochorno ambiental. Beatrizescuch tiesa. El contemporneo slo movi imperceptiblemente los labios. El sudor corri, encolectivo, entre senos y verijas. El conductor dobl en cuatro partes un pauelo extrado delbolsillo trasero del pantaln con la mano del guaposo, liberado del timn, luego lo coloc detrs dela nuca a modo de cuello Mao. Machazo temerario, l s poda gesticular a fondo, la camisadesabotonada hasta el ombligo, pelo en pecho. Pecho empinado, henchido, cosa de impresionar. Elgrajo le desalmidon el uniforme. Cont que su mujercita planchaba y planchaba tongones de ropaalmidonada como una ( aballa. Pegajosa, su lengua escupi una babaza carmelitosa, residuos delltimo buche de caf.

    Beatriz observ de reojo al contemporneo. l, contrado, estudiaba el paisaje, como quien noadmite toda la belleza de golpe. Escogieron la playa ms lejana de la ciudad, y a esa altura sedetuvo el destino con chirrido estrepitoso de gomas. El chfer acudi a la disculpa por el exceso derapidez, recordando que no haba comido nada, que haba estado en blanco durante todo elmaldito da, sin calentar las tripas. All los abandon, antes cobr de ms por la carrera, y de unportazo desat la sensacin de que en las islas la aventura es inmortal e inmoral.

    Ella ansiaba saber ms, aunque le molestaba preguntar. Ella se mora por acostarse de una vez,en la cama se averigua tanto! Pasearon entre las palmas recogiendo a su paso rastrojos de algas ycaracoles. Por fin, cerca de la orilla, se desnud explotando sus crisis infantiles; convirtiendo eseespacio de vida en una pelcula en blanco y negro, con frases a lo Cocteau:

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    No me encuero por provocacin, lo hago para que notes ms pronto que mi belleza esinterior, para hablar y forcejear con el pensamiento, no con el cuerpo. Tambin le encantabadecir lo contrario a lo que pensaba, saba disfrutar la doble moral, el doble lenguaje.

    Eso es pura provocacin farfull sin ponerse tenso.El contemporneo significaba la presencia del deseo, o una imagen fabricada expresamente

    para que ella lograra revelar su secreto, el porqu se senta un atributo de la historia, semejante ano importa qu cubano. l se movi en direccin a la joven, sin impresionarse por la existencia deun esplndido cuerpo ambiguo.

    Disfrutas haciendo el amor con un viejo? Ella asinti vacilante. S que gozas a medias, ono gozas nada. Al menos no cuando te penetra, ms bien cuando chupa tu cltoris. Sospecho quean no conoces tu cuerpo, ni tu morbo.

    Cundo lo conocer? Qu adivinas en mi cuerpo? No me aterroriza que me mires fijo elbollo.

    Para l aquello no era privado. Ella haba dicho bollo y no sexo, lo cual le quitaba el sentido deintimidad. l fingi no hacerle caso, y cont con voz crapulosa fragmentos de su pasado, cmohaba quemado sus emociones desde muy temprana edad con el nico objetivo de evadircomprometedoras respuestas sobre la existencia, sobre la vida. Explic adems que haba escritolo necesario como para hundir su alma en la ms ardiente prueba de soledad. Haba decididodesde haca aos no privilegiar a nadie con sus versos, quiso enterrarlos en su propia msica.Entonces se invent un personaje, se autovendi un rol, se autoenga, se hizo creer que l eraotro dentro de s, y por ese filn escap. Viaj con los sobresaltos del campen que experimentaun placer muy egosta, idntico al boxeador que eyacula luego de haber noqueado al contrincante.Beatriz crey por un instante que haba cazado a un ngel; sin embargo en seguida se acord de laPolaca. Hoy deseaba probar ser como ella, una putica culta, sana y barata, tal como las publicitabael Comandante en sus discursos. Lo cual no evitaba las redadas policiales.

    Hablando de eyaculacin, soy experta en provocarlas con la boca. Cobro caro porque soymilitante y el riesgo poltico es mayor; si me parten mamndosela a un extranjero me meten presaen Nuevo Amanecer.

    l no haba venido para eso, para desgastarse frente al ocano y afanarse con una mamadora,diz que profesional, extremista para colmo, frgil y encuera a la pelota como una vctima de uncampo de concentracin. l viajaba para sacudirse el ltimo rayo de sol, dormir sobre la arena,fatal y dichoso de su fatalidad. Beatriz haba confundido el desear un amigo con la rasa perfeccinde la conquista. Para ella lo perfecto era templar y despus amar. Sin piedad, lo haba aprendidocon su viejo.

    Tengo sed resumi l buscando una cafetera a lo lejos.Crees que yo debiera estudiar? Sabes, dej la escuela, bebo alcohol de noventa, y me drogo

    con todo.T estudias mucho, lees. Se nota en las arrugas que tienen tus dedos. Los autodidactas

    cierran los puos, duermen con la mano en el sexo, en posicin fetal, se rodean de gente mayorque ellos. La ausencia de profesores es la causa. T no eres de aula, eres de mundo, me copias?Ah, me fascina ser imbcil! Tengo sed, mierda!

    La bolsa conteniendo el yogur haba sido olvidada en el auto, por los alrededores no sedivisaban indicios de oasis tursticos. El mundo pareca un mal momento por el que tenan que

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    atravesar sin remedio. El contemporneo evoc su poca de vicioso, de heroinmano, coma en loslatones de basura, aspiraba dolorosos polvos y se acostaba debajo de los puentes parisinos,bestialmente alcoholizado. La joven chup su dedo del medio y puso saliva en los labiosmasculinos. Ni siquiera esa medida, empuada con tierna inteligencia, dio resultado, no logrconmover el erotismo del contemporneo, quien ms bien opinaba que un beso distanciaba delencanto de las caricias, de los roces ligeros que advertan de la proximidad de la ereccin.

    Eres de las mujeres sin hombre, porque t misma eres muy hombre, y eso asusta a loshombres.

    Y t, eres maricn o qu?Ves? El ardor y el impulso trabarn siempre tu comunicacin con los dems. Somos un

    planeta demasiado aburrido para ese tipo de preguntas. Digamos que soy bisexual, puedo hacerlocon mujeres, pero no siempre siento ganas.

    Ah, fjate qu casualidad! S que tambin yo soy bisexual, pero nunca lo hice con una tipa,me entra un nerviosismo! El viejo quiso una vez, yo empec a llorar y la otra se visti y nos dejen eso.

    Por favor, hay cosas que no se cuentan.No tengo amigos, slo ests t para hablar. Paso das sin abrir la boca. En aparente paz, en

    soledad, y muda. Y con mal aliento.Beatriz llorique bajito tomando puados de arena que tiraba al otro extremo de su cuerpo con

    rabia. El viejo haba prohibido que ella viera a sus amigos, que andara en malas compaas. Susamigos de toda la vida. El viejo argumentaba que lucan demasiado feminoides, que no los queraver metidos en el cuarto que l alquilaba con su dinero. Adems, las mujeres que frecuentaban alos maricones ya se saba lo que se comentaba con respecto a su sexualidad: bomberasplenipotenciarias, raspiangas de altura, tortillerazas de ringo-rango; a l no le convena, por sutrabajo, que lo pegaran con grupo tan fisno, pues estaba muy mayor ya para que le colgaran elcartelito de bujarrn. Sin embargo, un medioda (el viejo templaba los mediodas pues habainiciado una dieta rigurosa y no probaba bocado en el almuerzo), en plena histeria sadomaso dedescojonar el cuerpo fresco de Beatriz con pellizcos, mordidas, nalgadas, puetazos, galletazos (asse vengaba de la vejez), el viejo rog en un susurro algo tan desconcertante: que Beatriz leintrodujera el dedo en el culo y lo llamara puta.

    Cmo, qu, perdn? inquiri ella sin entender.Que me metas el dedo y me digas puta.Beatriz lo lanz de dos patadas en el estmago pellejo, con los pies unidos, contra el espejo del

    escaparate.As que t informas contra mis amigos, los sobornas convirtindolos en informantes, los

    ahuyentas de m, y ahora, cacho de hijo de puta, maricn de tertulia, me pides que te coja el culo yque te diga puta?! S, tiene lgica, no eres ms que una puta, una vieja puta! Te gusta?!

    Para mayor asombro, l inmutable, pegado al azogue, con el rostro demacrado debido al placerdel orine, suspir y su sexo escupi una diarrea endeble. Ella llor, se quej de haber nacidohembra, mujer. El fue aproximndose para abrazarla, incluso bes con ternura su frente.

    Gracias, nia ma, has conseguido lo que nadie ha logrado en mucho tiempo, que me vinieraas, con ofensas. Me gustara que me ofendieras y que me golpearas ms a menudo.

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    Beatriz solloz con mayor fuerza. Sin consuelo, porque, adems, el viejo sell la escena conbroche de oro, dando la siguiente orden:

    Y procura que esto no salga de estas cuatro paredes, que quede claro, que soy muy macho.Ella se deshizo en llanto, ara sus brazos hasta sangrar, la rabia la cegaba porque se daba

    cuenta de toda la mierda que navega en los cerebros de muchas personas importantes, aquellasque deciden en un gobierno. Y lo nico que no deseaba tener, por instinto, era mierda en lacabeza. Entonces haciendo un esfuerzo dej de lamentarse para asumir su humilde posicin.

    La incandescencia de la playa venci a sus recuerdos; a lo lejos apareci una figura empujandouna carretilla de las de antes, similares a las que se parqueaban los domingos en la placita delEspritu Santo. Beatriz hizo seas para que se acercara; el vendedor corri hacia su nicaaspiracin: vender.

    Melones rojos! exclam eufrico el contemporneo.El vendedor respondi como un resorte:Y tamales tambin! Ah, debajo de los melones dijo mirando receloso para todos lados.

    Si compran tamales se los comen discreticos, t sabes cmo es la cosa, lo con el maz, que dednde me lo robo, lo con el puerco, que de dnde me la facho... De dnde me la facho? Dednde me la voy a fachar! A ustedes se lo voy a decir porque tienen cara de buena gente, y cuidaono sean buenagente, mira que si me echan palante los busco donde sea y les parto la vida, que dednde saco el maz y el puerco? De la bolsa negrsima de valores, En dolores Santa Cruz, ni n, nin, en verdes! As que me pagan en fulas o no comen. Verde que te quiero verde.

    Los ojos del vendedor se asemejaban a los de un gato, su piel brillaba como la piel de losmodelos en las revistas italianas de moda. Era un clsico muchacho bello, sin misterio. Cobr diezdlares (el contemporneo pag el equivalente en francos) hacindose el perseguido.

    Contraria a la reaccin del contemporneo, el vendedor en seguida apreci la desnudez deBeatriz, aunque semicubierta por la arena; erizndosele la candidez, el rostro se le malogr en unexceso de muecas nerviosas, dira que profticas con respecto a la reaccin que tuvo un instantedespus, un frito fue recorrindolo desde la inflamacin de las venas del cuello hasta la ancestralfuga del traidor inferior en direccin a las nubes. El contemporneo solt la ms terrible de lascarcajadas y el penacho se fue al piso. No por ello el vendedor se dio por vencido; entonces tratde quedar inmvil, cual bronce griego. Al punto, Beatriz supo darse cuenta de que poda utilizar almoreno para capturar a su nuevo amigo, porque la muchacha ya se senta perdidamenteenamorada del bisexual. Nosotras somos as, siempre nos cogemos con lo casi imposible. La intrigade los celos no caminaba con el contemporneo, quien, con demasiada experiencia de la vida ycurado de todo espanto, se haba sentado insolente sobre el vestido de ella. Impvido devorabamelones haciendo ruidos erticos al chupar la masa mojada.

    Nadie quiere tamal? Hablen rpido porque yo tengo que vender esto hoy y no me voy aeternizar aqu todo el da. Reglame un cigarro de los tuyos, francs, porque t debes de serfrancs... Tengo mariguana para cargarlos el negociante pidi sugiriendo al descaro.

    Mientras masticaba semillas negras, el contemporneo hurg en los bolsillos y extrajo tresgauloises con filtro. El vendedor los carg de yerba. Era la primera vez que ella fumaba y no pudoevitar gravedad en la sensacin.

    Y t en qu trabajas? le tir el vendedor al contemporneo.No estoy seguro de que se le pueda llamar trabajo. Soy traficante de marfil.

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    Al otro se le encandil la mirada, cual pantera descubriendo los excesos del espejo. Lanzcontinuas bocanadas de humo y recorri maligno a Beatriz con aires de castigador, augurio de tejodiste, voy a echar la tarde aqu, te sal el jineteo. Prosigui confianzudo, interrogador del otro. Elotro haba entrado en xtasis y chupaba cortezas de la lujuriosa fruta. El contemporneo respondicon hechos, e invadido de lquido empin el penacho y me al cielo luminoso:

    Muy lejos y muy alto con venia y beneplcito de los heliotropos pronunci suspirante.El vendedor, en desacuerdo con alguien que meara ms alto que l, puj sin conseguirlo,

    entonces escondi el rostro contra la ardida arena, enlutando el coraje de conquistador de jvenesglidas y prohibidas. Sin embargo, fue ella quien se le aproxim, y, sin dejar de mirar alcontemporneo, tom entre sus manos el rabo del vendedor y comenz a lamerlo. Al rato, ellamido se vino como un caballo; el contemporneo, que se pajeaba solo, tambin escupi su calor.Ella se qued en eso, sin eso.

    Beatriz decidi apartarse, vigilar el mar conteniendo quejidos fnebres. Rompi lavoluptuosidad de anillarse en las olas. Canturreando cancioncitas estpidas permaneci clavada enla arena. El mar le pareci un error, es decir, la muerte. Se crey actriz, una extraa que diseabaotra realidad debindole esta existencia. Parada, contempl largamente el ocano, despus conpeor desgano observ los cuerpos de ese medioda. Uno que la rechazaba sin ella saber por qu, elsegundo que se mora por templrsela. Los abandon resignados al salitre. Encamin sus pasos alagua, defendiendo sus presentimientos con justificaciones intiles: tal vez ella no le gustaba a l,tal vez era solamente una cuestin de gusto. Todo esto era nuevo para ella, ocurra por primeravez, pero de seguro algn da se repetira y sera con alguien a la inversa, que fuera ella quiendespreciara. Sumergida hasta el ltimo pelo respir por la nariz y por la boca, el instinto otra vez lasac a flote, tosi flema por los amoratados labios. Nadie se enter siquiera de que era mala actriz,o ms bien, y hablando en plata, de que era una floja de piernas. El suicidio no se poda conseguircon tanta conciencia, y mucho menos con dos espectadores de esa calaa. Una vez recuperada delimpacto contra el reflejo, de lo que ella misma denomin su mediocridad, nad por debajo delagua. Le agradaba burlarse de sus dos acompaantes mientras nadaba. Por qu ansiaba singarcon el contemporneo? Por qu ansiaba tan teatralmente matarse? Nad hasta hallar unasrodillas que le hicieron barrera. Pegada a ellas emergi arrasando aquel pubis, el pecho, y elrostro... del contemporneo. El mantuvo los ojos cerrados, riendo irnico:

    Lvame, agtame, estoy harto de las grandes ciudades, del estigma de ser ciudadano. Merde!El aire me angustia y sobrevivo yerto, siento ms que nunca la ausencia de corazn como si meamputaran la pierna. No soy valiente, la valenta es un gargajo de dictador colgado en la cara, esentonces cuando ests dispuesto a matar. Aaaah, estoy harto, deseo escribir, vender melonesrojos, amar. Es cierto que hasta me siento satisfecho de estar harto. De esa manera me sientoperfecto, nico, envidiado, poderoso. Mentira, odio el poder, odio todo eso que nos oprime!Encajar un pual en la luz es lo que ustedes merecen que yo haga. Es lo que pienso hacer ahoramismo. Mi extraccin social es de pensamiento y odio, los ejerzo para sentir mejor el amor, paradelimitar las diferencias. No necesito ser tierno, maldigo la poltica, el gobierno, y nunca, nunca,nunca estar alegre. Mi tristeza es mi protesta. Lvame, agtame!

    Beatriz se asust porque aquello sonaba a anarquismo, a inconformidad con el sistema, avoluntarismo. Reflexion en segundos, quiz era su manera de seducir a una mujer. Beatriz recullo suficiente como para encimarle un indeciso gaznatn.

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    Y para qu te desnudas entonces? replic el vendedor, quien haba llegado nadando entotal sigilo y atrabanc por detrs a la muchacha.

    El contemporneo se abraz a ellos, lloraba con cinematogrfico hipo; de repente el llanto secongel en risa desenfrenada. Los otros, contagiados con aquel arrebato, lanzaron andanadas deolas, persiguindolo mientras fraguaban carreras en el ndigo espejeante.

    El contemporneo se detuvo de un golpe abrazndolos de nuevo. Primero bes a Beatriz.Entretanto, el vendedor se relama cual gato con su pescado. Luego, el contemporneo mir fijo alo hondo de los felinos ojos del vendedor, se le tir y mordi sus labios a la fuerza. S, as fue, enaquella apretada y resistente boca heterosexual. Cuando volvi en s, el otro ya haba tomadodistancia, y le largaba un piazo en plena cara, por nada le fractura el tabique nasal. La nariz delcontemporneo sangr a borbotones, el mar fue tindose de aspereza y de maldiciones. Elvendedor agarr a la muchacha por la mano y, apartndola, advirti furioso:

    Oye, este tipo no es confiable. Es maricn, lo viste? Y puede que hasta espa, yo que t llamoa la fiana.

    Otro que la defraudaba. Que lo tomaba todo a lo trascendental.Quin te dijo que si un hombre besa a otro hay que avisar a la polica? Los rusos no se

    besan en la boca? Una vez vi en la televisin a Gorbachov besar a otro en la boca.Ah, no, no, no, qu va, a m no me vas a perjudicar as! Empezando, a m los hermanos

    soviticos nunca me importaron un carajo, ni antes, ni ahora que estn en baja, que nadie losquiere, que son unos indeseables, unos escorias. Y de Gorbachov ni me hables! Lleg, se instal,puso todo patas arriba, nos dej en la miseria y se larg a Miami! Lo mo son los melones y lostamales. Y si puedo, un da, cojo el mismo trillo, venao, de Gorby! Miami street!... Pero si stequiere cama que pague en fulas, y que le quede bien clarito que en este pas los chupones de untipo a otro cuestan carsimos, cincuenta dlares, a ver si se embulla ahora a jugar a los besitos y alas espaditas. All t, me fui!

    El vendedor nad como un rayo desapareciendo con su carretilla en el cortinaje de palmerasrecelosas.

    El plido brazo cubierto de pecas rojizas de Beatriz descorri una especie de velo deimprevisibles nubes. Una tempestad de agujas de coser bord con desparpajo el doble horizonte.Pareca como si los goterones cosieran los cerebros. Incomunicados de la orilla, esperaron,temerosos de atraer la electricidad del relmpago con los pies contactando caracoles. La nubeprieta llevaba la silueta de una bala de can y dispar, enrgica. Nuevamente apareci lacremosidad del cielo, y ms tarde el sol. El mar limpi la herida del joven. El mar todo lo cura. Elverde marino diluido en el rostro del contemporneo acentu su orgullo. Ella lo invit a regresarhalado por los cabellos. El contest con un manotazo. Todava, inmvil de pensamiento, sin saberqu deba responder:

    Djate querer insinu Beatriz.Dejarse querer para l significaba dejarse dominar, cuando su meta era perfilar el alma de los

    dems con un dedo autoritario y ensangrentado. La muchacha exprimi sus cabellos, anudndolosalrededor del cuello. Encogindose de hombros lo dej plantado, convencida de que estabasimplemente loco. Un loco ms, algo que sobra en este pas. Ella tambin tom el rumbo delvendedor.

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    El vrtigo ahog al contemporneo. Su psiquis elabor la soledad en el centro del ocano.Hundiendo lentsimas brazadas en el rastro dejado por Beatriz lleg hasta ella. La hall vestida,salada y pegajosa.

    Me agrad tu homenaje al kabuki. A m tambin me encanta vivir teatralmente. Es comomejor puedo asumir la doble moral. Pero lo que t desconoces es que se es el estado natural denuestras vidas, la teatralidad. T eres extranjero, puedes largarte cuando lo desees, salir o entraren escena cuando te d la gana, nosotros no. Nosotros tenemos que actuar eternamente, sinsiquiera darnos cuenta. Por ejemplo, siempre juego a que cuando alguien dice algo lo viro al revsy as obtengo, ms o menos, la verdad de lo que cree fue el discurso de Beatriz.

    Por qu ustedes, los cubanos, necesitan tanto de la verdad?Es el defectico de las revoluciones, se creen las dueas de la verdad, para ellas slo existe la

    verdad.Mira, Beatriz, tengo que confesarte algo que s es verdad... Los dos rieron como dementes

    . No pertenezco a esta poca, debo regresar urgente a la ma. Soy un poeta de finales del siglopasado que sobrevivi a este siglo expres jadeando espuma, con el pelo escurrido sobre lasampollas de los hombros.

    No te preocupes: si me interrogan dir que fue un sueo.Y si lo fuera?Me librara del interrogatorio, a quin le interesan los sueos?Avanzaron hacia la parada de la guagua.Beatriz, fue un placer venir contigo a la playa, fue lindo conocerte.No me conoces. Para m s que fue un placer, es la primera vez que veo la cara de un poeta. En

    la tele no salen.Una vez en la parada del mnibus la multitud los arrastr cargndolos en peso avorazada por

    ganar espacio en el interior del vehculo, el cual haca horas de horas que esperaban. La mareahumana estaba a favor de ellos y pudieron montar horizontales, a travs de la ventanilla. En unabrir y cerrar de ojos se hallaron como sardinas en lata, oprimidos entre sobacos arenosos,mentones engrasados, vientres prominentes y penes en igual condicin. La puerta pellizc laespalda del ltimo pasajero, quien sin ser sordo necesitaba enfermarse de ruido con el transistor atoda mecha pegado a la oreja.

    Di si encontraste en mi pasado...El contemporneo intent explicar:Los poetas padecen un mal endmico; cuando los invitan a la tele se vuelven invisibles

    delante de las cmaras, similar a los vampiros frente a los espejos. Nadie puede soportar enfrentarlo invisible, entonces no los invitan. Rieron. Esa comemierdera ser la causa de la prximaguerra se burl, para despus aclarar muy en serio: Llegu a travs del sueo del director decine. Soy un turista del azar, un producto, palabra que detesto, de la imaginacin.

    ... una razn para olvidarme o para quererme...La voz del cantante de ondulante caaveral desgranaba sabrosos recuerdos de encrespados

    baobabs. Beatriz no alcanzaba a escuchar bien al contemporneo, l hubo de gritar en su odo:No poseo espacio en ninguna parte, me atrev a joder al mundo demasiado precozmente,

    joder al mundo con versos de adolescente iluminado, a quin se le ocurre!

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    Pasmado por la reaccin de indiferencia que haba provocado en su medio intelectual se retir africa como traficante de marfil, y de armas, aadi avergonzado. Confes que tampoco haba sidobueno. l era diablico, frase que a la joven le son a pltano flamb.

    Beatriz quiso alardear:Bah, esas cosas suceden. As mismitico le pas a Rimbaud.Yo soy l. Otro. All fue cuando surgi la explosin de tiempo en mi cerebro, en frica. Yo soy

    Arthur Rimbaud.Beny Mor, el inigualable, continu insinuante y apacible:... pides olvido...En el futuro alguien soaba intensamente con el contemporneo, trasladndolo de esta

    manera, junto a un cargamento de esclavos, al rodaje de una pelcula en una isla alucinante. Todoeso lo haba configurado el poder de un sueo. El sueo del director de cine haba sido de talautenticidad que el castigo dictado por los reumticos de la imaginacin, es decir, los crticos, losfuncionarios, los dirigentes, fue no consagrarlo como cineasta, deshacer su mpetu creadordesparramndole los personajes por siglos diferentes, enfermarlo de los nervios, joderlo del coco,censurarlo, ningunearlo como ser humano. Y si haba que meterlo preso, lo haran. Por fortuna nose lleg a tanto. Siglos, personajes indefendibles, se autocensuraron en el deseo del artista.Indefendibles. Por qu siempre debamos estar defendindonos?

    Por eso transgred otro anhelo onrico, el tuyo.Entiendo lo del director de cine, pero yo, qu tengo yo que ver contigo? Digo, si es cierto lo

    que cuentas.Cuestin de curiosidad, de conocimiento. T eres distinta, por sencilla un poco ms libre que

    los dems.... si te conviene...Beatriz ambicion el impulso. Maldito sea el que se atreviera a frenar los sueos de aquel

    ngel! Beatriz intuy que tendra mucho que ver con l, en varios aspectos ya estaba claro, almenos en uno: los dos eran ambiciosos. Ambiciosos mal vistos, de esos que no tienen seguro ytampoco les importa mucho saber lo que ambicionan. Libertad, eso era. Demasiada metafsica, oespiritismo. Beatriz tuvo miedo, como si se fuera por el tragante del lavamanos, como el ltimopelo de un calvo. Para no volver. El contemporneo era tan de carne y hueso, pisaba con energatan real el pavimento, cortaba con tanto mpetu la brisa, que se le ocurri que tal vez el director decine y hasta ella misma no lucran ms que sueos de l. Turistas del pasado en una mente drogadapor el ansia de vislumbrar en el ms all. Por otra parte, a ella nunca se le haban aparecido losmuertos, todo lo contrario de la Polaca, que contaba que ese tipo de misterio le ocurra confrecuencia.

    En el ms ac Beatriz tembl furiosa y obsedida por el desperdicio de no haber vivido laexperiencia con mayor conciencia, ya que en cualquier caso, uno de los dos sera un sueo delotro. Y ella, qu peda? La aventura o el amor? No hay diferencias, se dijo; justo gracias a eseencuentro se haba percatado de el tal detalle. No haba diferencias. Pero nunca sucedera con l.Ni con el viejo mucho menos. ltimamente pasaban cosas que despus no poda compartir connadie. La vida iba convirtindosele en un inmenso secreto. Despus de esto quedara sola. Porqu siempre tena que ir correteando de all para ac buscando el amor? Nunca ms, as quisopensar, nunca ms pensar. Slo dos temas deba averiguar: entenda el amor, entenda la muerte?

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    Deba entender ese ocurrir despus de un ya inmediato y terrible? Y para qu se ocupaba enentender, ella, que nunca haba intentado entender nada? Ah, si el viejo se enteraba de todoaquello, de todas todas que la mano de palo no se la quitaba de arriba. No por haber ido a la playacon otro, sino porque ese otro era extranjero; sobre todo porque no soportaba a las mujerespensadoras.

    ... no llames corazn lo que t tienes...Descendieron de la guagua. Debieron hacer idntico recorrido al del inicio, pero a la inversa,

    hacia el set de filmacin. El de la radio continu pegado, detrs de ellos, fingiendo estar muydistrado con la msica, cuando ms bien tena puesta la guataca para la conversacin de losjvenes.

    A ti tambin te jodan la existencia reprochndote que el pasado no te pertenece, quepodrs expresarte cuando pagues lo que debes a los hroes, cuando te dobleguen las violencias dela vida?

    Beatriz, las personas somos todo pasado.Entonces, qu coo es el futuro?Inventos para entretenernos.Me deprimes.Llegaron, el director de cine abri su cuaderno de notas escribiendo indeciso el ms exquisito y

    audaz final.De mi pasado preguntas todo, de cmo fue...La misma gente actual, enmascarados de antiguos, les recibi insertados en el humo de

    sndalo. Esclavos serenos y ambiguos dejaban deslizar a escondidas los brazos de los amos porencima de sus caderas. Enlazadas por las cinturas, seoritas aristocrticas a regaadientesdisfrutaban de la opresin escalofriante de los corss.

    Dar por un querer la vida misma...El contemporneo revis en su mochila, extrajo y entreg un librito a Beatriz. Ella ley

    asombrada el ttulo: Mauvais sang. Y la dedicatoria: A Beatriz, que soy yo, solitaria y miedosa. Y laenigmtica firma, y una vieja fecha.

    En exclusiva para tus ojos; igual que en la televisin, cualquiera que se asome a esa pgina laver en blanco.

    Sonri como nadie nunca le haba sonredo. Mieloso y seductor. El director de cine desperdigla orden de entrar en escena, todos ocuparon sus puestos. La productora se hinch temiendo undesacato fuera de contexto epocal. El asistente, despabilado con un buche de ron caliente,refunfu porque una vez ms haban suprimido la merienda. La vida se puso en funcin, sinsueos, sin...

    ... sin morir, eso es cario, no lo que hay en ti...Beatriz dio un empujoncito por la espalda al que ella deseaba que deviniera su amigo. El pie

    dorado y posmoderno asalt la vertiente irreal. Yo para, querer, no necesito una razn...Beatriz ya no quera dejarse querer.Otro contemporneo! Cooorten! escandaliz el director con los pies bien puestos en la

    tierra.

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    Mientras ms avanzaba la realidad, mayores facultades se perdan para admirar a los ngeles.

    Tomando al joven de la mano, lo extrajo de la maqueta de la esclavitud. Acomodado junto a lamisma mesa de mrmol con base de bronce en la que se encontraba cuando Beatriz lo descubri,el contemporneo fue borrado cual una gota de t por el pao visual del director de cine, tan fcilcomo quien desgarra las alas de un ngel.

    ... me sobra mucho, pero mucho, corazn.El contemporneo qued petrificado en el retrato de Fantin-Latour, todava histrico,

    incomprendido, arrepentido de haber vuelto a este mundo demoledor. Slo Beatriz posea lafacultad de juzgarlo y admirarlo.

    Ella haba asistido a una ambicin fabulosa. Extendi el brazo y descorri la nube. Chasque lalengua, o mejor dicho, fri un huevo en saliva, y se prepar para aprobar la asignatura obligatoria,la de Doble moral. Nunca fue buena estudiante. As que daba lo mismo si la ponchaban o no.Pero en el fondo, en el fondo, ella saba que era obligatorio sacar el mximo.

    Cerr la butaca e hizo como que tomaba conciencia de que haba huido al cine con el dinerodestinado para el yogur de soja. Por eso odiaba el dinero, siempre la culpabilizaba. Fingi queabandonaba la sala, tarareando una cancin que no tena nada que ver con la pelcula. O tal vez s.

    Empoz a sentir, o a hacer creer que senta, necesidad do sencillez, y compr un helado devainilla. Estaba sola, sudorosa y culpable. El mar no le asentaba. Intent convencerse a s misma deque buscaba miles de pretextos para entrar en una librera, o para poner un disco y escucharmsica clsica en CMBF, quiz visitar a alguien que no fuera tan amigo, convidarlo a bailar, o quinsabe si regresar al cine. Pero, qu librera si todas haban cerrado por falta de libros? Qu msicasi ya no se produca ningn disco y la mayora de los msicos verdaderos haban muerto o sehaban largado del pas? Qu pelculas, a no ser la pelcula que cada quien se representaba a sumanera con la propia vida?

    Machac sobre lo mismo, el amor, el amor. Cosa de poder olvidar de que el amor no podaexistir, ya que nadie tena un plcido lugar donde mirarse a los ojos. Haba perdido los deseos, loshaba perdido a causa de un sueo, por culpa de una pelcula, debido a lo irreal. A causa de ellamisma. Fingi como que se acusaba a s misma, lo ms sano era fabricar la conciencia y el espritude autocrtica.

    Bot el barquillo de helado. Mucha gente espi. Sin embargo, haba hecho como si lo botara encalma, pausada, en ralent, para que los dems no creyeran en sus gestos, no se alarmaran. Beatrizhizo ademn de que necesitaba un despegue. De s misma, de dnde? Fingi que seautointerrogaba sobre complejidades.

    En todo caso, estaba demasiado sola. Y la soledad era un viejo, templar con una revistapornogrfica por medio, en constante nerviosismo. La soledad era la avaricia de los otros, no laambicin. Un ventilador importado de Japn tambin poda constituir una referencia a la soledad.

    Entr en una desolada y puerca cafetera, compr cigarros. Carsimos y malsimos. Fumara paraaburrirse ms, para hacer ver, para comprobar que se aburra, para otra vez fingir que dejaba pasarel tiempo, como si lo viera fluir en el chorro del caf aguado que cay de la punta de la cafetera a lataza mohosa. Un tiempo lquido y humeante. Despus pens con descuido que repensar haba,sido constructivo para la moral patritica, de cierta forma reconfortante, quera decir que alguienexistiendo dentro del comunismo y que pensara como ella era un punto favorable que se anotabael comunismo, dese analizar diferente. Aaaah, tambin fue bueno haber terminado la aventura

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    con el contemporneo! Con msica de fondo del brbaro del ritmo. Reflexionando con calma y condisciplina, no admitira complicaciones amorosas en su vida. Siempre que escuchaba al Beny eracomo si el msico le halara las orejas, y la identidad, y la cubana? Cmo haba sido capaz detraicionar, de manchar su conducta y, por consiguiente, su magnfico expediente? Por qu habasentido tanta necesidad de ser puta, puta pagada, de las made in, autntica? sa era laautenticidad? Pues claro. Qu rico haber odo la voz del Beny, el intrpido mariguanero, as, aaah,como cancin y no como leccin de toda esa bobera que vocea la radio, que l s supo poner elnombre de la patria muy en alto con su intachable moral comunista. Comunista el Beny?

    Beatriz sonri. Ni siquiera podra poner al tanto a la Polaca de lo sucedido, se burlara, jinetearpor un libro de poemas, y con un fantasma, le zumba! El viejo debera informar a la seguridad delEstado que su amante haba contactado con un intelectual francs, maricn, o peor, bisexual, paracolmo de males! La obligaran a responder. A huir. Ella no respondera. Y ella no huira. Ahora letocara conocer en toda su dimensin la fuerza. Ejercerla no era un juego. Podra quebrarse. No.

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    La Prima de VeraLa Prima de Vera Ya est aqu, repitiendo la anhelada visita anual. Llega, deposita sus valijas y en seguida la casa

    se llena de aromas tropicales, adelfas, jazmines, vicaria blanca, gladiolos, rosas amarillas, girasoles,acacias, orqudeas, helechos, boquitas de len, tulipanes, violetas, siemprevivas, buganvillas, yhasta marpacficos. Sorprende su regocijo, la prima de Vera posee una alegra tan fuera de locomn que da miedo, lo trastoca todo como si se apoyara en una varita mgica. Cuando re lo haceacaparando el ms mnimo espacio, ya no queda sitio para otra risa. Sin preocuparse de lasmiradas extiende los brazos hacia atrs, abre la larga cremallera a su espalda y de un tirn se sacapor encima de la cabeza el vestido de seda gris con diminutos motivos floreados. Va hacia elrefrigerador pasendose en paos menores, es decir, en blmer y ajustador; la piel tersa yacaramelada roza los lugares ms tontos, la punta de la mesa con el muslo, cuidado, te hars unmorado, le digo, ella se encoge de hombros, el cubo de la basura con la rodilla derecha, al querercuriosear en el interior del congelador descansa el mentn unos segundos encima de laagarradera; est reflexionando en si toma una paletica de helado o sencillamente un puado dehielo. Prepara un alto vaso color flamingo con agua y bastantes trocitos de hielo, se lo empina ybebe sedienta hasta que sus dientes chocan y mastican lo slido con aquellas muelas intactas, sinun asomo de carie, sin un minsculo empaste de plomo. Luego, por supuesto, vuelve a sonrer, laboca rojsima debido a los efectos del hielo, y hasta exclama qu rico, t! con una graciaenvidiable. Se dirige a una de las maletas y extrae de ella un vestido color azul turquesa, el cualdesliza por sobre su cuerpo con la maestra de una pantera. Nos invita, con esa pronunciacindesenmascarada de eses, a dar una vueltecita por el barrio y ya su mano se ha apoderado delpicaporte. La puerta ya est abierta y hechizados huimos detrs de ella.

    La prima de Vera no es tan alta, pero cuando camina sil falda ondea sobre las corvas con elvaivn de la eterna adolescencia desgarbada. Nos damos cuenta de que a su aparicin el solcomienza a desplazar los edificios, y las aceras antes sombreadas se azulean con matices marinos.Se ha ido el olor a polvo antiguo y otra vez nos inunda la brisa que viene del ro, o del soado mar,anunciando peces y euforia. De las ventanas y de los balcones descuelgan piernas balancendoseal abismo de la luz. Miren cmo ha cambiado el mundo, seores, comenta la joven como sidesembarcara de una nave espacial, como si llegara de otro planeta, si slo viene de una isla. Qusuerte que aqu hay estaciones! Por fin puedo escuchar a Vivaldi y entenderlo a plenitud. Eso dice laprima de Vera, que, como ya ustedes podrn suponer, proviene de un sitio lejano donde slo existeel intenso y achicharrante calor.

    Abordamos una plazoleta, no hay hombre que no voltee la cabeza para gozar a la muchacha,tambin las mujeres la observan, unas con resentimiento, otras perplejas, las de ms all condeseo. Ella va muy dispuesta a la mesa engalanada con juegos de sombra y claridad tejidos por lacopa de un rbol; en donde ella se pose vendrn invariablemente a revolotear las mariposas, lasabejas detrs del dulce, los colibres cazando colores. Pedimos caf y la prima de Vera un kirporque declara que est harta de las bebidas calientes, desea probar refrescos exticos, acariciarsu paladar con sabores que, ms tarde, al regreso, podr recordar sin aburrirse. Intentamospreguntarle sobre la isla y se carcajea maldita, mira a ambos lados y canturrea rememorando aPanchito Riset: El cuartico est igualito que como t lo dejaste. Luego, descarada, clava sus ojoscual ptalos de miel en la mirada de un tipo a punto de comrsela viva, susurra mientras saboreael kir: Me gusta aqul. Y lo pronuncia como si fuera la primera vez que ocurriera que le agradara un

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    aqul. Ya conocemos de su fanatismo por enamorarse, de hecho es como si ella trajera esenciasmisteriosas embotelladas en pequeos frascos para renovar el amor. Nos decidimos a pedirnoticias de su familia. Y cmo anda Vera? Andar, anda con los pies, encantada de la vida, contestacruzando los brazos sobre la mesa, de manera tal que el busto se le sube y desborda el escote. Alpunto tararea una cancin que no hemos escuchado en la radio, ni en la tele, ni en ninguna parte,una de esas de vulgar contenido y de contagiosa meloda, de las que invitan a menearse desde loshombros pasando por la cintura, regodendose en la pelvis y afincndose en las nalgas, para enseguida recorrer los muslos, las pantorrillas, teniendo su cumbre en los pies, y de los pies reiniciasu ascensin hacia la boca, los ojos, emborrachando as a la mente. Uno de nosotros vuelve a lacarga con el interrogatorio. Cmo te llamas? Apareces y desapareces y nunca has dicho tuverdadero nombre. Cielito, soy la prima de Vera, no basta? Qu mana de preguntadera tienenustedes, debe de ser el fro. El exceso mata el goce, aprovchenme ahora porque en cuanto vengael calor me largo. Ay, qu delicia de tiempo! Quedamos mudos, pensando que pasaremos otroabril y otro mayo encantados con la exuberancia de la prima de Vera, quien no tiene necesidad dedecir su nombre para que ustedes sospechen de quin se trata. Al marcharse, con ella se ir lainspiracin; nos prepararemos para otro husped, quien no es el primo de nadie, sino un chiquitojodedor y sudoroso que obliga a retirarse a las playas, a burlarnos de los peces de colores y queresponde al mote de Ver-Ano.

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    La Luna y el bastnLa Luna y el bastnNo es nada fcil ser nieto de unos abuelos imposibles. Sobre todo conociendo que a los abuelos

    les da la chochera de la vejez con cogerles un amor irracional a los hijos de sus hijos. Como si atravs de ellos pudieran alargar su existencia; afanados en aferrarse a la vida se encaprichan en loschicos con una veneracin rayana en la demencia. Pepe Babal haba sido criado por los padres desus padres. Es decir por el negro Dupont y la gallega Clemencia. Las primeras palabras que escuchPepe Babal, en realidad, fue una discusin muy acalorada, a grito pelado. Apenas habatranscurrido una hora de su nacimiento. Clemencia deseaba bautizarlo con el nombre de Jos, yDupont se negaba contrariado justificando su negativa con el hecho de que ya l haba escogido elnombre de Babal, en honor de su santo Babal Ay, al cual l haba prometido que si su nietonaca varn, como era el caso, pues le pondra tal nombre.

    Y por qu no Lzaro? pregunt Clemencia con los brazos enjarras haciendo alusin alnombre catlico del santo.

    Porque ya le promet que sera Babal, no voy a contradecirlo replic Dupont.No te das cuenta de que se burlarn de l en la escuela? Jos Babal suena a predestinado.Y qu? Tal vez lo sea, puesto que naci un 17 de diciembre. Fecha dedicada al viejito

    milagroso.No voy a permitir ese nombre, no hay ms que hablar... cort seca Clemencia.Qu te has credo, vieja bruja, que eres su duea absoluta?!Tampoco lo eres t! Preguntmosle a la nia... Es ella quien debe decidir. Verdad, hija ma,

    que ese nombre no te gusta? Clemencia se dirigi a la recin parida.Mientras los abuelos discutan, las miradas de los padres del beb iban de un rostro al otro

    como en un torneo de ping-pong, sin decir ni esta boca es ma. Por fin el padre se pronunci:Yo deseara... en fin... no s que t piensas, Dulce, creo que... A m me gusta mucho, yo le

    llamara simplemente Javier.Ah, no, Javier no se puede achicar, no podr decirle Javierito, suena bobo! protest la

    esposa. Yo haba pensado en Mauricio, era algo que habamos convenido de antemano.Por qu no Javier Mauricio? Adems, Mauricio tampoco se puede achicar. Te parece lgico

    llamarle Mauricito, ven ac? Por favor, Dulce, es lo ms anodino que he odo no estuvo deacuerdo el padre de la criatura.

    Qu dos nombres horribles! El mejor es Jos, como tu abuelo, Dulcita, hija, como mi padre,que en gloria est.

    Yo les sealo que no sera bueno para el nio el hecho de que yo renunciara a la promesa quele hice a san Lzaro.

    Y yo insisto en que san Lzaro estar de acuerdo conmigo de que no hay por qu echarle aperder la infancia a un inocente con ese nombre tan ridculo. Adems de que eso lo marca, paf,religioso! Es como si a m se me ocurriera ponerle Cristo. Y t sabes que yo soy tan creyentecomo t, pero no es justo. Adems, somos nosotros quienes vamos a estar lidiando con el beb, yaque ustedes dos dijo sealando a los padres son cientficos y apenas salen del laboratorio esede ratones, y no llegan a la casa hasta las tantas de la noche; pues como seremos los abuelos

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    quienes ms responsabilidades tendremos con el cro, al menos debemos sentirnos a gusto,familiarizados, digo yo... En cuanto a ese nombretico de Babal, no viene al caso, porque aadoque como abuela que soy quedar ms tiempo a su cuidado, no me separar de l. Por lo tanto,Jos es el nombre justo, corto, fcil, y honrar a mi padre, su bisabuelo. Dicho y hecho, se llamarJos.

    Jos Babal rumi spero Dupont.El padre sali a fumar un cigarro, y la madre se durmi extenuada. Clemencia revir los ojos a

    su marido, sin embargo acept esta segunda opcin mascullando algo entre dientes, seguramenteuna maldicin gallega.

    De ms est decir que el Jos se transform muy pronto en Pepe. Y al nio no le qued msremedio que adaptarse al estrambtico apodo, que una vez matriculado en la escuela suscondiscpulos le endilgaron, Pepe Baba, o Pepe el Baba. Es cierto que Pepe le agradaba ms, perocuando su abuelo explicaba el origen de su segundo nombre, y las razones por las cuales lo habaelegido, se senta orgulloso de llevar el nombre de un santo milagroso y venerado. Pero con quienms conversaba era con la abuela Clemencia, pues daba pena verla horas y horas, sentada frente auna hoguera, detrs de la casa, en el patio, hablando sola, o mejor dicho, sola no, con el fuego.Mientras eso haca, las manos acalambradas de la anciana acariciaban una moneda de plata,arrugada y con los bordes desiguales, desgastados por el tiempo.

    Es la luna de mi tierra, hijito. Mi padre, tu bisabuelo, la arranc del cielo para m. Sabes, yonac muy lejos de aqu, en Ribadavia; antes de viajar a Cuba mi madre pidi que le trajera la luna.El fue a buscarla, a su regreso mi madre haba muerto, yo acababa de nacer. El enterr a mam, yuna semana despus se mont en un barco conmigo. Llegu a La Habana con slo algunos das denacida, no s cmo pude resistir el viaje. De pequea l me hablaba mucho de la luna de su tierra,y me la mostraba, digo, me enseaba esta moneda, y lloraba por mi madre... Luego, al tiempo, seenamor y se cas aqu con otra y tuve hermanos. Pero, a solas, l y yo siempre hablbamos deall, de la ra, del fuego, de la luna. Sacaba del bolsillo la moneda, y de pronto, en la nochebrillaban dos astros por igual. Entonces a m me dio por acurrucarme en un rincn del patio,encender un fsforo y prender las yaguas, escuchaba que el fuego me deca cosas, y yo leresponda, as pasaba horas de horas. La mujer de mi viejo la cogi con insultarme, con cacarearque yo estaba embrujada, que no era normal como los otros chicos. Mi padre me observabaconsternado, hasta que explic ese algo dentro de m que yo misma no comprenda, que yo nopoda saber. T eres meiga, hija, dijo. A partir de entonces me dejaron tranquila, mi madrastrano fastidi ms, y yo segu cantndole al fuego, escuchndolo sobre todo.

    Pepe Babal se encantaba con esas historias. Su abuela era maga, que era la traduccin que lpoda hacer de meiga, y esto, claro est, lo colocaba en una posicin ventajosa respecto a suscompaeros de clase. En varias ocasiones Dupont llegaba fatigado del trabajo, y al escuchar lashistorias que su mujer contaba al nio, iba directo a la pila del fregadero, llenaba un cubo de agua,y desde la puerta de salida al patio lo lanzaba contra las llamaradas, apagando el hechizo. PepeBabal observaba cariacontecido, y Clemencia haca muecas a sus espaldas.

    No hagas caso. Es un viejo loco y resentido. Es bueno, yo le quiero, pero es muy dominante.Loca y dominante eres t! exclamaba el abuelo desde el interior de la casa.Es cierto que su abuela exageraba por momentos. Sobre todo aquella vez cuando se le meti

    entre ceja y ceja que su nieto asistiera a la Sociedad de Bailes Espaoles, para que aprendiera abailar la jota y la mueira. Hasta logr convencerlo e inscribirlo, pero Pepe Babal prefera la parte

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    culinaria de su abuela a la parte artstica, hasta que ella misma se dio cuenta de que su nieto notena vocacin de bailarn. O al menos de bailarn gallego, porque lo que era meterle la cintura a unbuen guaguanc, eso s, ay, que s s. Bastaba que escuchara a lo lejos un toque de tambor paraque su cuerpo se descoyuntara en sandungueo y sabrosura, entonces era Dupont quien sonreamasticando de medio lado el mocho de tabaco. Cuando eso suceda, el viejo sacaba su bastn. Unbastn que siempre se hallaba colgado detrs de la puerta, y con l segua el ritmo de la msica,tocando acompasadamente sobre la piel de chivo del fondo de un taburete. Chivo que rompetamb con su pellejo paga. Clemencia no poda impedir echarse a rer al contemplar a su nieto, yse pona, a la par que l, a mover el esqueleto como cualquier cuarterona de solar. Al puntoDupont se levantaba del silln, colocaba un viejo disco en el tocadiscos y tomando a su mujer porla cintura se disponan a bailar un pasodoble. Luego, cuando el disco llegaba a su fin, montabadesde la calle el sonido de los tambores, y la pareja retomaba el remeneo de la rumba de cajn.Pepe Babal se desternillaba de la risa vindolos descuajaringados en danza frentica.

    Pero una tarde Pepe Babal regres de la escuela muy acongojado. Apenas contaba ocho aos yuna maestra haba explicado que en el tiempo de la colonia los negros eran esclavos y losespaoles amos, y que estos ltimos daban boca abajo a los primeros, y los explotaban y hasta losmataban cruelmente. Dijo: los espaoles son malos. El nio apretaba con rabia la mano de suabuela, en el camino de regreso a casa, pero por nada del mundo se atrevi a reprochar lo quepensaba. Esper a que su abuelo volviera del trabajo, tarde en la noche, pues esa semana elanciano doblaba el turno en la tabaquera. Pidi a Clemencia que lo dejara sentarse en el portalcon Dupont, y ella asinti, pues deba preparar un dulce, el cual necesitaba reposar toda lamadrugada a la luz de la luna llena. A la terrible pregunta del nio, el abuelo respondi:

    sa es una manera muy fea de explicar la historia. Maana mismo ir a hablar con esamaestra. La historia es as, fue un pasado trgico, es cierto, pero tu abuela no tiene nada que vercon eso. Su padre vino de Espaa, pero jams maltrat a nadie, ni asesin a nadie, ms bientrabaj como una bestia. Hijo, nosotros somos un pas mestizo. Indio, negro, espaol, chino, unasabrosa mezcolanza. Qu estupidez!

    Y entonces, a partir de ese da, su abuelo consigui libros viejos de historia, o de pensadores deotras pocas, poetas del siglo pasado. Pepe Babal pasaba mucho tiempo sumergido en la lectura.Slo abandonaba los libros para escuchar fabulosos cuentos de melgas que narraba su abuela, opor otra parte violentas ancdotas de barracones descritas por los antepasados del abuelo.

    Una noche Clemencia se puso muy mala, vomit sangre, no quiso hablar nunca ms con elfuego, desaparecieron los exquisitos dulces del fogn, los discos de gaitas o pasodobles no fueronjams extrados del chiforrover. El abuelo no cesaba de mesarse las pasas, es decir, el pelo duro,planchado hacia atrs. A Pepe Babal apenas lo dejaban entrar en la habitacin donde ellareposaba, luego fue trasladada al hospital, y pasaron varias semanas sin que pudiera verla, hastaque volvieron a traerla, pero para nada estaba curada, al contrario, oy que su madre dijo que seencontraba peor, mucho peor. Dupont condujo a su nieto al patio; la piel del anciano parecaceniza, las lgrimas resbalaron por sus mejillas acartonadas.

    Pepe Babal, no s cmo explicrtelo, pero...Ya lo s, abuelo. Se nos muere. Abuela me ha hablado mucho de la muerte. He aprendido a

    conversar con el fuego. Me dijo que cuando no est podr comunicarme con ella a travs de lacandela. No debemos temer.

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    Dupont! escucharon reclamar desde la habitacin de Clemencia. Era su voz alterada porlos ltimos estertores. Dupont, treme la luna! Dupont, la luna, tremela, por favor!

    Anda, ve, abuelo, no la dejes sola tanto rato, acompala.Asombrado, Pepe Babal vio cmo Dupont, en lugar de atravesar el pasillo y entrar en el cuarto

    de la anciana, sigui de largo hasta la puerta principal de la casa, descolg el viejo bastn demadera, y se perdi por los matorrales del Bosque de La Habana. Era raro, pero su abuela habacesado de gritar. Pepe Babal sinti terror de que hubiera muerto. Decidi entrar en la casa; unavez junto al lecho donde descansaba el apergaminado cuerpo de Clemencia, pudo comprobar queella respiraba an, pareca como si durmiera plcidamente, como si todos los dolores se hubieranesfumado de su cuerpo. Al rato, el adolescente sinti una presencia inquietante en la casa, se dijoque era probable que alguien ajeno se hubiera colado, tal vez ladrones. Al salir del cuarto fueenceguecido por un reflejo blanqusimo; cuando pudo reabrir los prpados, divis no sin dificultadque la luz gigante avanzaba hacia l; detrs de aquella forma redonda y luminosa pudo descubrir lasilueta de Dupont. Traa, nada ms y nada menos, que a la luna enganchada en la empuadura delbastn. Atraves el umbral del cuarto de la moribunda con la luna a modo de farol. La mujersonri, suspir aliviada, al instante dej de respirar y la sonrisa se congel para siempre en elrecuerdo de Pepe Babal.

    Algunos aos despus muri Dupont. Pepe Babal se hallaba en frica, en Angola, en medio deun combate. De sbito le vinieron a la mente las palabras de su abuelo antes de l partir a laguerra.

    La historia por momentos es bella a pesar de ser tan terrible, Pepe Babal, no lo olvides.Cuando andes por aquellas tierras vers algo muy importante que nos est destinado a ti y a m; sehallar escondido dentro de un rbol. Es mi prenda, no puedo describrtela porque yo mismo no squ forma tiene, pero t sentirs el deseo de poseerla, y la traers. No dejes de hacerlo.

    El joven se encontraba muy cerca de su mejor amigo, al instante vio un rbol de color rojo vino.El rbol cogi candela inesperadamente, entonces interrog al fuego, y ste respondi con la vozde Clemencia:

    La prenda de Dupont se halla entre aquellas ramas altas. Bscala!Pepe Babal alert a su amigo de que deba subir al rbol; el otro le desaconsej que lo hiciera,

    pues sera peligroso: un bombazo poda caer encima, adems el rbol estaba ya envuelto enllamaradas. Pero el muchacho no hizo caso y trep casi a la velocidad de una pantera. En unaespecie de nido hall un objeto extrao, como una semilla gigantesca, algo muy semejante a uncoco seco, pero no lo era con exactitud, sino ms bien una suerte de luna polvorienta con pelossecos, del tamao de una calabaza enana, con tres caracoles incrustados a manera de ojos y deboca. Ya se dispona a descender del rbol cuando divis, all abajo, el cuerpo destrozado de sucompaero, su mejor amigo. De regreso a casa supo que Dupont haba fallecido aproximadamenteen el mismo momento en que l se haba apoderado de la prenda.

    En todos esos detalles piensa Pepe Babal, y se le atraganta el buche de llanto en la garganta.Introduce su mano en el maletn, acaricia aquel amuleto Africano, vuelve a cerrar el equipaje. Porla ventanilla del avin que ahora lo conduce a Espaa, distingue la luna llena viajando junto a l,tan desigual en su redondez como esa moneda con la que juguetean sus dedos, su nico dinero.Queda embelesado con la visin del astro, mientras cree escuchar lejana la voz de Clemencialeyendo en gallego versos de Rosala de Castro, aclarando que ella haba nacido junto a una ra, esdecir un ro hembra, que no es lo mismo, aunque se escriba casi igual. Y el hombre se pregunta

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    qu dir aquella gente cuando lo vean aparecer, a l, un mulato de ojos claros, chapurreando elgallego aprendido con abuela Clemencia. Cmo sern sus primos terceros, hijos a su vez de losprimos de su abuela? A juzgar por las cartas parecen simpticos. Incluso ansiosos por conocerlo.

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    Dibujante de DunasDibujante de Dunas

    A Ramoncito Unzueta. A Ena, Lol, Ramn,Enaida, Mara, Sibila, Vicente y Nenemio

    El jeep iba como el diablo, las ruedas chirriando por la marea de arena, a mil y ardiendo. El

    chfer, la nia y yo estbamos muertos de sed. De repente vi a un tipo solitario, sentado en untaburete] en el descampado arenoso y negro, como de antigua lava. Ped al conductor que frenaraah mismo, rpido. Obedeci regastando las gomas y regando arena, dio marcha atrs adivinandoque lo que yo deseaba era colocarme en el mbito visual del hombre situado de espaldas anosotros y al volcn imaginario, frente por frente a un caballete y dos dunas. A pesar de lavelocidad con la que bamos, haba logrado distinguir el perfil del dibujante; me era familiar,aunque tena encasquetado el sombrero a lo Indiana Jones, y eso complicaba el reconocimiento.La nia se ech a llorar, dira que a berrear:

    No puedo ms, agua, quiero agua, mam, agua!Abr la portezuela del vehculo y emergimos a la inmensa extensin desrtica. El chfer esper

    dentro. El dibujante no se volvi; aunque haba escuchado los lamentos de la nia, parecasumamente absorto en los ridos trazos sobre el lienzo.

    El desconocido, que mientras ms me aproximaba menos resultaba serlo, estaba vestido conunas bermudas color beis, camiseta verde militar, botas de safari; a su lado, en una mesita coja ysemihundida en el suelo desigual, descansaban la paleta y los tubos de colores, creyones de puntaroma y negra, los cuales tomaba en ese momento para delinear la cima resbalosa a causa de laventisca. Tambin divis un bidn de plstico como de cinco litros de agua. Fui directo a pedirle unpoco de agua para que bebiramos los tres, la nia, el chfer y yo.

    La pequea pareca haber olvidado la sed y bastante alejada de m voceaba que intentabasembrar un rbol de los sueos; en realidad era un gajo al que le quedaban dos o tres hojasamarillentas. Llegu a l; cuando volte su rostro hacia m era L. Mi mejor amigo de laadolescencia; desde su partida, nunca ms haba recibido noticias suyas.

    Eres t, Ramoncito?Asinti con los ojos entornados y volvi a la calma de su dibujo.Oye, no s si te acuerdas de m. Soy...Perfectamente, la nia es tuya?Afirm. l detuvo el trabajo; erguido, me abraz con tanta fuerza que casi me parte las costillas.Qu haces por aqu, en pleno desierto y sin casa a la vista? Deseas que te acompae a

    alguna parte? Oye, porfa, danos agua.Extrajo una cantimplora de la mochila, la llen con agua del bidn para que bebiramos ms

    cmodos. Corr a brindarle a la nia, bebi despacio pero mucho. El chfer se atragant, yo lomismo. Mi amigo avanz hacia el coche. Quise devolver el recipiente e hizo ademn de que podaquedrmelo.

    Vivo aqu desde que sal de all. Tengo una piquera de taxis.

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    En el desierto?Bueno, en realidad no son taxis, son camellos, una caravana. Los alquilo. Gano bien mi vida.

    Mientras espero el regreso de los clientes me dedico a dibujar dunas, as me entretengo, nonecesito ms.

    Y del mundo qu sabes?Todo y nada. No creo que haya variado mucho desde que me jubil de l.Pasan cosas.No lo dudo.No deseas saber algo, de las gentes de tu barrio, de la escuela, de all?Mene la cabeza en forma negativa.Ni siquiera te interesa conocer cmo llegu ac, las razones? No te sorprende la increble

    casualidad de habernos encontrado, nada ms y nada menos despus de quince aos, aqu, porobra y gracia del azar?

    Si llegu yo, por qu no t? Adems, he pensado tanto en ti que no estoy seguro de que seasreal, a lo mejor no eres ms que un espejismo, entre tantos otros.

    La nia intentaba escalar en vano una de las dos dunas mientras tarareaba Au clairde la lime. lvolvi a sentarse, para pintar esa visin.

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    Mujer de alguienMujer de alguien

    Y esta mujer se ha despertado en la noche,y estaba sola,

    y ha mirado a su alrededor, y estaba sola...

    Dmaso Alonso,Mujer con alcuza

    Femelle es bella, inteligente, dulce, de modales finos y brillantes conversaciones. Adems eselegante, e incluso reservada, discreta, aunque disfruta de las relaciones pblicas. Es una mujerdecidida en su trabajo, y con acertados y firmes criterios en su profesin de arquitecta. Femellequeda extasiada con la buena msica, admira el cine exquisito y culto (en pantalla grande),aborrece la televisin. Gusta de poetas y de poemas que la conduzcan al placer de la reflexin. Porsupuesto, nunca se ha equivocado en distinguir entre una fabulosa y una mediocre puesta enescena. Pues el teatro es su fuerte principal. Y, claro est, posee un ojo fino, exuberante, digo,experimentado, para seleccionar el magno cuadro, la incomparable y divina escultura, el magistraldiseo.

    Femelle es tambin clebre por sus guisos y alios, por sus recetas culinarias universales. Limpiay ordenada, posee un sexto sentido para percibir el mnimo residuo de polvo en los escondrijos. Ensu casa, los muebles, ventanas y techos brillan de pulcritud.

    Femelle sabe escuchar, pero opina en el momento oportuno. Es sumamente sensible, ya dijeque se emociona hasta el puchero con los actores y con el ballet? Ah, la pera! Su favorita esMaria Callas, pero incluso aprendi de memoria toda la Andrea Chenier.

    Come poco. Gasta menos, slo en objetos tiles y duraderos, no es que sea avara, o ahorrativaen exceso, sino que tiene conciencia de los sufrimientos y peligros que acarrea el dinero. Femellesonre con sus hermosos dientes blancos, y cuando re a todo trapo lo hace con cantarinas ycontagiosas carcajadas. Femelle no llora con frecuencia, casi nunca lo hizo delante de testigos, ycuando en cierta ocasin no pudo contener el llanto, sus amigos presentes lloraron a su vezemocionados de haber compartido un dolor tan sublime, tan hondo. De sus ojos semicerradosemanaron lgrimas finas y sanas; cuando abri los prpados, el verdor de sus magnficas pupilas yel enrojecimiento de los huevos oculares se mezclaron con tal armona que el espectculo resulttan bello como contemplar un arco iris descendiendo del sol. Los dems sollozaron satisfechos porhaber tenido la suerte de contemplarla llorar, porque en ella el desgarramiento es un asunto nicoy realmente conmovedor. Femelle, tan perfecta, sin embargo asusta. Es por eso que Femelle estsola. Porque Femelle, de tan intachable, acenta nuestra imperfeccin. Entonces la criticamos,envidiosos, y comentamos que sus virtudes no son ms que manas, maquilladas irregularidades,extravagancias.

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    Femelle, por ejemplo, no cae enferma jams. Slo alguna vez sufri una sencilla jaqueca y unaligera contraccin ovrica, y eso fue en la primera menstruacin. Su nico aborto, aos despus,ella lo haba necesitado, no deseado, pero debi asumir la calamidad de interrumpir el embarazo.Para parir an le queda tiempo. Es joven, porque para colmo parece impertinentemente joven.Pero, parir? Cmo? Por obra y gracia? Sin embargo el gineclogo explic que ella posea lascondiciones requeridas, el tero en exacta y adecuada posicin. El tero en espera. Y dadas suscaractersticas fsicas, muy saludables, pronostic una maternidad sin complicaciones y un partonatural y rpido. Femelle no fuma, no bebe, slo conoce de manera terica los vicios malsanos deeste mundo.

    Femelle indudablemente es defectuosa, de fbrica.Se haba casado siendo casi una nia. El matrimonio dur cuatro aos, de los cuales juntos slo

    vivieron dos, contando el tiempo entre viaje y viaje del marido. Del ltimo periplo l no regres.Ella no supo nada ms de l. Ni en qu pas viva, si an viva. Femelle esper, sufri, como unadiosa, hasta el lmite de sus puntuales deseos. Ms tarde, el rostro del esposo se fue desdibujandodebido a poderosas y diversas razones. La primera, ella haba quedado encinta y abandonada, ladecisin de abortar le borr aquellos ojos negros y la ausent de las caricias conyugales; lasegunda, la profesin de arquitecta robaba demasiado tiempo, los planos se fueron interponiendoentre su mente y las lneas de aquel cuerpo palpitante y vertical en la ereccin; la tercera y mssencilla, la decepcin apag la probabilidad de una estable voz masculina en la casa. Femelle seacostumbr a responder virilmente ante la obligada cotidianeidad: la rotura de una tubera, faltade pintura en las paredes, arreglos de la antena del televisor (aunque ella lo ve muy poco). Cuartarazn y la ms importante, ella haba amado a su marido, por lo tanto no tena por qu amargarsecon el complejo de culpa. No se trata de que haya olvidado, ms bien lo guard, incluso consoberbio cario, como se guarda un escarabajo egipcio en un cofrecito de cristal, con acongojadadelicadeza.

    Ah, Femelle se halla ahora tan sola! No logra salir a la calle a buscarse un machito slido que leaplaque el apetito. Aunque, cada vez piensa con mayor constancia en su propia piel, en la nocturnahumedad de la vagina, en los pezones supurando leche, en el cltoris tenso. Femelle ansia unprembulo, el juego sabio, los roces anticipadores. Femelle siempre ha querido conocer, anquiere conocer. No puede separar la cabeza del cuerpo. Y si bien es una exgeta del espritu, no espara nada monjil con la carne. Ella busca deleitarse con la ebullicin de la mente y de la sangre.

    Luego de la desaparicin del esposo tuvo espordicas y bien seleccionadas relaciones amorosas,furtivas. Siempre sinti miedo, pues, a la semana o al mes, tal era el aburrimiento, que inclusopareca que llevaban veinte o sesenta aos unidos en la misma posicin, como una pareja ms,convencional y acostumbrada hasta el hasto. La misma estructura social que los juntaba losseparaba desbaratando sus proyectos. Casi siempre la ruptura sobrevena luego de discutir unanoticia del diario, o tras haber disfrutado, mejor dicho, malgastado la noche frente a la pantalla deltelevisor, o luego de constatar que haban agotado la lista de recuerdos a enumerarsemutuamente. La deprima saber que todo estaba agotado, todo agriado, que el ms mnimoesfuerzo ni siquiera producira pasin, un sentimiento que, por frvolo e inconsistente, elladescartaba del enamoramiento.

    Al inicio, Femelle pens que era su culpa, pues no aprenda a dosificar las entregas y lasretiradas. Logsticamente no deba de ser buena, pens. Con ciertos amantes se haba comportadocomo una madre, con otros como una hija. Con los terceros, como una extraa, fra y tajante. Engeneral, a los que protega con ahnco decida retirarles el habla un bueno y santo da, sin rodeos,

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    de un machetazo; con aquellos a los que no les haca mucho caso terminaba aletargada, tanto, quepor temor a mancillar la belleza, escriba una largusima y