trabajo social individualizado

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Trabajo social en la atención individualizada Unidad 1 / Pág. 1 UNIDAD 1: NATURALEZA DEL TRABAJO SOCIAL DE CASOS Autoras: Claudia García Pastrana y Carmen Casas Ratia Introducción La historia del trabajo social es fundamental para entender la naturaleza de la atención individualizada, la cual, en su origen, fue denominada como “método de trabajo social de casos”. El devenir del trabajo social en la atención individualizada se enmarca en una evolución dictada por el contexto, en particular, a partir de las grandes transformaciones que han generado los procesos históricos en Europa y América Latina. Entre 1917 y 1920, el pensamiento de la época estaba influenciado por los hallazgos de Freud en la psicología; Weber, Parsons y Merton en la sociología y Mead en la antropología. Con el libro de Mary Richmond, Caso social individual, se observa que la metodología para esta forma de intervención también entrelaza diferentes disciplinas, incluyendo las tres mencionadas anteriormente. El Trabajo Social en la atención individualizada, en la relación de personas con personas, implica tener la preparación y sensibilidad que permitan tocar aspectos emocionales, individuales y familiares sin violentar los derechos humanos. Dentro de los métodos clásicos, Trabajo Social individualizado ha tenido una influencia muy marcada por diversas disciplinas y corrientes doctrinales basadas en la comprensión de la persona y sus problemas, configurándose a partir de dos ejes fundamentales: sus valores y sus principios éticos. Este aspecto también fue abordado por Richmond, sin embargo, aparece más claramente planteado en autores como Evelyn Davison en su libro Trabajo social de casos. Tomando en cuenta el panorama anterior, el estudio de esta unidad te permitirá conocer las bases de la atención individualizada, su conceptualización, devenir histórico y fundamento axiológico; ya que antes de iniciar cualquier tipo de intervención es preciso identificar las herramientas teórico-metodológicas que le permiten al trabajador social rebasar el nivel empírico o la buena voluntad, para convertir su labor en una intervención estructurada y sistematizada, que se fundamenta en la actividad científica y ética con objetivos específicos. Además, proporciona al profesionista y al sujeto la seguridad de que la intervención y las herramientas utilizadas en cada caso no son sólo un “buen consejo” o una ocurrencia, sino que se trata de alternativas conjuntas de solución frente a un problema que requiere de atención y de responsabilidad profesional.

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Trabajo Social de casos

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Trabajo social en la atención individualizada

Unidad 1 / Pág. 1

UNIDAD 1: NATURALEZA DEL TRABAJO SOCIAL DE CASOS

Autoras: Claudia García Pastrana y Carmen Casas Ratia

Introducción

La historia del trabajo social es fundamental para entender la naturaleza de la atención individualizada, la cual, en su origen, fue denominada como “método de trabajo social de casos”. El devenir del trabajo social en la atención individualizada se enmarca en una evolución dictada por el contexto, en particular, a partir de las grandes transformaciones que han generado los procesos históricos en Europa y América Latina. Entre 1917 y 1920, el pensamiento de la época estaba influenciado por los hallazgos de Freud en la psicología; Weber, Parsons y Merton en la sociología y Mead en la antropología. Con el libro de Mary Richmond, Caso social individual, se observa que la metodología para esta forma de intervención también entrelaza diferentes disciplinas, incluyendo las tres mencionadas anteriormente. El Trabajo Social en la atención individualizada, en la relación de personas con personas, implica tener la preparación y sensibilidad que permitan tocar aspectos emocionales, individuales y familiares sin violentar los derechos humanos. Dentro de los métodos clásicos, Trabajo Social individualizado ha tenido una influencia muy marcada por diversas disciplinas y corrientes doctrinales basadas en la comprensión de la persona y sus problemas, configurándose a partir de dos ejes fundamentales: sus valores y sus principios éticos. Este aspecto también fue abordado por Richmond, sin embargo, aparece más claramente planteado en autores como Evelyn Davison en su libro Trabajo social de casos. Tomando en cuenta el panorama anterior, el estudio de esta unidad te permitirá conocer las bases de la atención individualizada, su conceptualización, devenir histórico y fundamento axiológico; ya que antes de iniciar cualquier tipo de intervención es preciso identificar las herramientas teórico-metodológicas que le permiten al trabajador social rebasar el nivel empírico o la buena voluntad, para convertir su labor en una intervención estructurada y sistematizada, que se fundamenta en la actividad científica y ética con objetivos específicos. Además, proporciona al profesionista y al sujeto la seguridad de que la intervención y las herramientas utilizadas en cada caso no son sólo un “buen consejo” o una ocurrencia, sino que se trata de alternativas conjuntas de solución frente a un problema que requiere de atención y de responsabilidad profesional.

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Temario

1. Antecedentes del trabajo social individualizado • Definiciones de trabajo social individualizado • Contexto histórico

2. La intervención y sus bases psicológicas, sociológicas y antropológicas

• Aportaciones de la psicología, la sociología y la antropología • Algunos autores representativos • La persona como objeto de intervención social y la familia

3. Principios éticos en la relación profesional

• Ética y deontología • Axiología de la profesión • Resolución de dilemas éticos

1. ANTECEDENTES DEL TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO

• Definiciones de trabajo social individualizado

• Contexto histórico

Definiciones de trabajo social individualizado Dentro de los métodos clásicos del Trabajo Social, quizá sea el caso social individual el que más haya sufrido las influencias de diversas corrientes doctrinales y de los modelos teóricos basados en la comprensión de la persona y sus problemas. Su objeto de análisis combina los aspectos psicológicos y sociales de la persona, convirtiéndole por su naturaleza en un método psicosocial. Aunque se han realizado muchas definiciones a lo largo de la historia, no existe unanimidad entre los numerosos autores acerca del concepto de Trabajo Social individualizado, pero sí

Objetivo del tema Identificar las características y principios de la atención individualizada, a partir de su definición y desarrollo histórico, como fundamento para la intervención del trabajador social.

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se pueden revisar las siguientes definiciones para acercarse a una mejor comprensión (Fernández y Ponce de León, 2012, p. 38):

Esquema 1. Definiciones de trabajo social individualizado, con contenido tomado de Fernández y Ponce de León, 2012, p. 38.

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En estos conceptos se destaca la participación de un profesional que parte de una atención derivada del entorno individual, familiar y laboral, que si bien, en sus inicios se trataba de un servicio de ayuda, en su evolución fue haciéndose necesaria la incorporación de métodos y metodologías de diversos autores. Contexto histórico Como parte de la introducción a la atención individualizada en trabajo social, es importante realizar un breve recorrido histórico que permita conocer momentos clave en el desarrollo de esta forma de intervención. Cabe señalar que la información contenida es una síntesis casi textual de lo expuesto por Fernández y Ponce de León (2012, p. 39-43). Orígenes Para comprender las raíces del trabajo social individualizado, es necesario retomar parte de la historia del trabajo social en general, el cual, hunde sus raíces en el largo reinado de Victoria de Inglaterra (1837-1901) que marcó la época de apogeo de una determinada concepción política, económica y social, en cuyo centro se situó la burguesía, grupo social que resultó vencedor de la confrontación entre la aristocracia y la iglesia, que en las últimas décadas del siglo XIX vio triunfar al hombre optimista y confiado en sí mismo. Posteriormente, la revolución industrial trajo consigo cierto orden, sin embargo, también se atravesaron momentos de inestabilidad social. Aunque la calidad de vida en general se incrementó, las mejoras no alcanzaron para todos, ni lo hicieron de la misma forma. Los nuevos modelos económicos surgidos crearon diferencias, a veces irreconciliables, entre los dos grupos sociales resultantes: la burguesía capitalista y financiera (que seguía manteniendo una función protagonista, heredada de los viejos valores sociales) y el proletariado (básicamente industrial, armado ideológicamente por diversas corrientes de pensamiento y transformación social). En 1869 nació la Sociedad de la Organización de la Caridad en Londres, con lo que la atención social se profesionalizó, ya que algunos de sus integrantes comenzaron a cobrar honorarios por sus servicios. Por otro lado, en un contexto diferente, pero también tras un periodo de crisis económica, surge en 1877 la primera Sociedad de Organización Caritativa en Nueva York, que después tuvo varias réplicas. Estas instituciones brindaban servicios y asistencia a diversos grupos vulnerables y generaron ciertos principios que se trasladarían después a Europa. El Trabajo Social individualizado en Europa Las influencias del trabajo social individualizado que se trasladaron de Estados Unidos a Europa pusieron énfasis en los modelos psicosociales, fundamentados en que la conducta es producto de una serie de interacciones que se derivan de la mente influyéndose recíprocamente con el ambiente social y éste a su vez en la propia conducta.

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En la Europa Occidental, hasta los años sesenta, la labor de los Trabajadores Sociales fue considerada como muy dispersa por la cantidad de modalidades que se establecieron en su intervención, pero las influencias de los modelos psicosociales en algunos de los países fueron importantes: Alemania estuvo bajo el dominio de las concepciones pedagógicas del trabajo social orientado hacia la educación laboral para reducir la desigualdad. En Bélgica la intervención se dirigió de forma asistencial hacia los colectivos de inmigrantes. Irlanda tuvo que hacer frente a las secuelas psicológicas y sociales del enfrentamiento entre católicos y protestantes. En los países mediterráneos como España, Portugal o Grecia, que sufrieron durante muchos años un sistema dictatorial de gobierno, los Trabajadores Sociales tuvieron que asumir una función eminentemente asistencial. En Francia las funciones estuvieron muy fragmentadas al no estar clara la identidad profesional y en Inglaterra tuvieron una influencia importante los distintos modelos psicosociales a través de la Charity Organization Society (C.O.S). A partir de los años sesenta, en Europa se produjeron relevantes cambios ideológicos y conceptuales que plantearon la importancia de los factores sociales en la explicación de los problemas individuales. También aparecieron muchos movimientos sociales que intentaron cambiar las cosas: el feminismo, el pacifismo, y los nuevos derechos sociales se convirtieron en los emblemas de las reivindicaciones. Los tres movimientos tuvieron su base en el difuso movimiento estudiantil, en las reivindicaciones de los trabajadores del sector industrial y en el histórico consenso político que desarrolló el modelo del Estado de bienestar, bajo la inspiración del pensamiento keynesiano. La universidad dejó de ser una institución clasista para convertirse en un ámbito social donde todos los ciudadanos empezaron a tener cabida, produciéndose un fuerte impulso de la investigación científica. Durante los años sesentas se produjeron los movimientos migratorios internacionales en gran escala dentro del continente europeo. El gran factor que explica estos movimientos fueron las razones económicas, especialmente la búsqueda de empleo, tanto por parte de los emigrantes rurales que se dirigieron a las ciudades, como de los emigrantes internacionales. Con la crisis de los años setenta, un nuevo término monopolizó las discusiones sobre los sectores más desfavorecidos de la sociedad, reformulando la palabra pobre o marginado por “persona excluida” entendiéndose su definición como “una negación en el ejercicio de los derechos sociales de los ciudadanos” (Fernández y Ponce de León, 2012, p. 40). El trabajo social individualizado en Latinoamérica En los años sesentas el Trabajo Social individualizado estuvo influenciado por las grandes desigualdades que arrastraba América Latina desde hacía siglos. La desigualdad social era considerada la más importante del mundo. Doscientos millones de personas vivían por debajo del umbral de la pobreza, el 50 % de la población infantil no estaba escolarizada, la corrupción política estaba muy generalizada, había grandes diferencias entre ricos y pobres en el acceso a la propiedad, la migración del campo hacia la ciudad fue creciendo provocando cinturones de miseria alrededor de las grandes ciudades. Los altos índices de analfabetismo en los jóvenes y adultos ejercían un impacto negativo en el nivel de ingresos de las familias.

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También aparecieron importantes movimientos ideológicos marcados en gran medida por el flujo de la revolución cubana. El trabajo se desarrolló a través de dos vías fundamentales: la primera, intentaba que la alfabetización tuviera como objetivo incorporar a la población al sistema capitalista para hacer funcionar correctamente la maquinaria. Y la segunda se llamó alfabetización concientizadora que permitía a los miembros de las capas populares no sólo aprender a leer y escribir, sino a analizar su situación y la de su país, para integrarse como sujetos activos de transformación social, económica y política. En el campo académico nació el método de Investigación-Acción (creado por el colombiano Orlando Fals Borda) que hacía del investigador un mediador para que las colectividades populares se conocieran, se reconocieran y fueran actores de su propio desarrollo. Los Trabajadores Sociales latinoamericanos, en el contexto del subdesarrollo, opresión, dominación y marginación de los años sesenta, comenzaron a denunciar la inoperancia del Trabajo Social tradicional, criticando que estaba fundamentado en la acomodación y ajuste de la persona a su entorno por las influencias que había tenido del casework en la profesión; el cual proponía teóricamente un marco referencial psicologista y un estilo tecnicista aséptico, sin compromiso personal y sin pretensiones ideológicas, sirviendo para mantener las desigualdades económicas y sociales. La evolución de las ciencias sociales en América Latina influyó en el proceso de cambio, porque buscaba integrar la profesión con la problemática del hombre y de la sociedad para superar los efectos culturales y políticos de la colonización pedagógica, fruto de las limitaciones espaciales e históricas, y de las técnicas sociales importadas, que se habían estado aplicando. Los manuales importados del trabajo social despertaron en una parte de la profesión una postura crítica radical donde se empezaron a buscar las causas de los problemas, tomando conciencia de que la acción social, para que fuera válida, debería superar directa e indirectamente la realidad de ajuste de la persona a su entorno, buscando nuevos caminos. De manera que, un sector de profesionales, docentes y estudiantes presentaron una nueva alternativa llamada movimiento de reconceptualización, que proponía una forma diferente de entender a las personas y su objeto de intervención. A partir del movimiento de reconceptualización, el universo teórico, metodológico, e ideológico y cultural del Trabajo Social latinoamericano se empezó a cuestionar y los términos de revolución, ideología, transformación radical, alineación, praxis o lucha de clases, empezaron a formar parte del lenguaje común de una parte de la profesión. El Trabajo Social, según sus planteamientos, debería tener una postura revolucionaria de transformación de las estructuras, donde el hombre oprimido debía convertirse en objeto y sujeto de intervención a través de un proceso de concientización para resolver sus problemas. De esta comprensión se articularían los procesos para que las estructuras políticas, económicas y sociales se transformaran a favor de la liberación de la sociedad. Sobre el movimiento, Lima (1979, citado en Fernández y Ponce de León, 2012, p. 42) apunta que la profesión no pudo plasmar los objetivos planteados por la reconceptualización, no sólo porque la coyuntura no fuera favorable, sino porque los objetivos se escaparon de las posibilidades reales de la profesión.

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Para Parra (2004, citado en Fernández y Ponce de León, 2012, p. 42) la mayoría de los autores que han estudiado el proceso, destacan la importancia que tuvo la reconceptualización en el cuestionamiento teórico, metodológico e ideológico de la profesión, señalando tanto la ruptura y crítica con el Trabajo Social tradicional, como la ubicación de la profesión en el contexto de los distintos países. El Trabajo Social individualizado en la actualidad Aunque en algunos periodos de la historia el Trabajo Social individualizado atravesara por momentos de incertidumbre, no significa que haya desaparecido, por el contrario, ha evolucionado en consonancia con las condiciones históricas de cada época, apareciendo según Hill (1979, citado en Fernández y Ponce de León, 2012, p. 43) durante estos años, numerosos modelos de intervención individual: modelo de socialización, clínico, conductista, de crisis, de análisis transaccional o de resolución de problemas, entre otros, que han ofrecido respuesta desde diferentes concepciones teóricas a los problemas que atraviesan las personas a lo largo de su vida. El paradigma de la profesión se constituye por el objeto del Trabajo Social, por sus objetivos, funciones, dimensiones y metodologías de acción; respondiendo a una base filosófica y sociológica que le da contenido teórico, donde el progreso de las ciencias sociales en el último siglo ha mejorado el estudio sistemático de los casos individuales. Lo más característico y digno de ser mencionado es el hecho de que las necesidades de la persona concreta sean ahora tomadas en consideración, y no únicamente esa idea mucho más abstracta que se refiere al estudio de las necesidades en general y que hasta ahora venían siendo el objeto principal de respuesta (De Bray y Tuerlinckx, 1973, citados en Fernández y Ponce de León, 2012, p. 43), por ello, el Trabajo Social individualizado sigue considerándose un instrumento fundamental, porque se ha fortalecido por su larga experiencia científica y práctica, asentándose en sus valores y principios éticos (diseñados por sus precursores, pero que en los últimos treinta años han alcanzado un alto nivel de perfeccionamiento en sus desarrollos teóricos, metodológicos y técnicos, inspirados en nuevas corrientes epistemológicas más acordes con los tiempos actuales). Por ello, en el contexto actual de crisis de desempleo, de problemas económicos, de migraciones, de envejecimiento de la población, de desigualdades entre hombres y mujeres, de falta de autonomía de los hijos, de negatividad para enfrentarse a los nuevos desafíos, de tristezas, depresiones y soledades, la respuesta a estas necesidades se ha ido difuminando a través de resoluciones institucionales asépticas y con una marcada intervención burocrática de los trabajadores sociales, dejando a un lado el contacto individual más cercano que permite estudiar los graves problemas e incertidumbres en las que vive una parte importante de la población. Es necesario una vez más, como lo ha sido a lo largo de la historia, la aplicación del Trabajo Social individualizado como un método de intervención imprescindible en los centros de servicios sociales, porque convierte a la persona en protagonista de su propio cambio frente al aislamiento social de las actuales sociedades.

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2. LA INTERVENCIÓN Y SUS BASES PSICOLÓGICAS, SOCIOLÓGICAS Y ANTROPOLÓGICAS

• Aportaciones de la psicología, la sociología y la antropología

• Algunos autores representativos

• La persona como objeto de intervención social y la familia

Aportaciones de la psicología, la sociología y la antropología Cualquier profesionista que atiende seres humanos está obligado a verlos de manera integral y sistémica. Para ello, debe apropiarse de los conocimientos producidos por otras disciplinas que le permitan dar cuenta de un sujeto que se interrelaciona en distintos ámbitos. En congruencia con lo anterior, en la atención individualizada del Trabajo Social se retoman, del ámbito psicológico, algunos principios del psicoanálisis como los estudios del ello, el súper yo y el yo; la centralidad de la atención en el cliente, el desarrollo de la personalidad y la descripción del sujeto; además, la intervención está basada en la comprensión de las acciones de la individualidad y del medio, por lo que se aborda al individuo desde la evolución humana, que va de lo físico a lo social. Desde el aspecto sociológico, existe la preocupación por el bienestar del hombre, su claridad, entendimiento, el respeto a los valores individuales y sociales. Se buscan las características de las relaciones sociales y el origen de las mismas, así como las diferencias individuales que no se pueden desarraigar entre los hombres. Por el aspecto antropológico se recupera para la atención individualizada, por ejemplo, el estudio del hombre desde distintas esferas, de lo biológico a lo cultural, considerando las expresiones artísticas y lingüísticas. A partir de estas disciplinas, el desarrollo de los modelos de atención individualizada se ha visto enriquecido por el trabajo de varios autores. Algunos autores representativos Mary Richmond inicia con el proceso de profesionalización del Trabajo Social individualizado. En su trabajo se observan las aportaciones del psicoanálisis, de la psicología y la antropología que se mencionaron anteriormente, además de aspectos filosóficos. Su

Objetivo del tema Identificar las principales características de la intervención y sus fundamentos filosóficos, sociológicos y antropológicos, a partir de las contribuciones que dieron origen a las bases de la atención individualizada, para comprender la importancia de la intervención profesional.

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modelo contribuye al inicio del estudio social y su aplicación es utilizada como instrumento para investigaciones estadísticas y en la supervisión. Entre sus recomendaciones, Richmond señala que el proceso metodológico para la atención individualizada (investigación, diagnóstico y tratamiento) es el mismo que utiliza la medicina, pero además, el estudio y acercamiento a los sujetos debe realizarse en los ámbitos psicológico y antropológico, sin olvidar el aspecto espiritual. Para la comprensión del problema, la autora recomienda observar al sujeto, su ambiente familiar y social, dependiendo del caso. En la definición de su “método” aparecen palabras como “ajuste” del sujeto a su ambiente social (lo cual nos remite al funcionalismo). Autores como Evelyn Davison llevan de manera más sistemática la propuesta e incluyen de inicio los principios filosóficos relacionados con el cuidado y estudio del hombre, su bienestar y las relaciones familiares, la aceptación, autorresponsabilidad y confidencia. Además, esta propuesta incluye una revisión intrapsíquica, siguiendo a Freud, como recurso para el Trabajador Social; pretende eliminar las tensiones de lo material y emocional para lograr que el cliente tenga su máximo bienestar psicológico, familiar y social. La intervención toma mayor especificidad al estudiar el medio ambiente y el entorno desde la familia. Concluye con el cierre del proceso. Su contribución representa aportaciones teórico metodológicas para la intervención. Ricardo Hill realiza una revisión de los modelos de Trabajo Social de casos, en donde incluye los planteamientos de las dos autoras anteriores. De manera general, la revisión de los textos muestra un abanico de posibilidades de intervención desde diversas disciplinas. Retoma la importancia del hombre, su origen, el bienestar individual y colectivo, el valor del individuo, la relación con sus potencialidades y fallas, y el derecho a tomar sus propias decisiones; integra elementos de la ética, como la privacidad del sujeto y la confidencialidad que debe tener el profesionista al momento de la intervención. Es importante considerar el origen de los autores y el tiempo al que responde la obra, pues la influencia de otras áreas del conocimiento dominantes de los contextos en los que fueron escritos es retomada para dar una atención más completa al sujeto.

Para comprender la naturaleza del Trabajo Social en la atención individualizada, además de acudir a su definición (abordada en el tema anterior), es necesario conocer las aportaciones de sus autores representativos como Mary Richmond, quien marcó la pauta en la búsqueda por la especificidad del trabajo social para la atención de casos. También es conveniente revisar a otros autores como Amy Gordon Hamilton, Helen Harris y Emily Davison, que desde sus aportaciones buscan acercarse a una mejor comprensión del Trabajo Social individualizado. Algunos aspectos se han descrito en este espacio, pero para conocer más de estos autores y sus postulados, recuerda consultar el material de lectura que se especifica en las actividades de aprendizaje de esta unidad.

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Es importante reconocer los aportes de las disciplinas que se han mencionado, pero sin perder de vista la especificidad de atención en la que se concentra Trabajo Social, aspecto en el que se abordará en el siguiente apartado. La persona como objeto de intervención social y la familia En la atención individualizada, el Trabajador Social no sólo debe centrarse en las dificultades de los individuos que atiende sino también en las esperanzas que hay en cada caso y en reforzar la autoestima. Lo anterior lo compromete a desarrollar la capacidad de escuchar, observar, analizar y comprender para entablar una relación profesional de apoyo a través de la sistematización de todos los conocimientos que haya obtenido, para posteriormente saber qué es lo que debe hacer y cómo hacerlo, a través de una planificación certera, de una metodología adecuada y de una evaluación que mida los resultados obtenidos (Cfr. Fernández y Ponce de León, 2012, p. 84). Dos puntos básicos en este proceso son la concepción del término persona y el papel de la familia. ¿Cómo entender a la persona? (Cfr. Fernández y Ponce de León, 2012, p. 49-51) Por lo general, cuando una persona solicita apoyo para reajustar su propio yo, siempre es en relación con las exigencias y expectativas de la función social que desempeña en cada momento de su vida: esposo(a), padre, madre, trabajador(a), etcétera, o para reajustar algunos aspectos de su situación social con el fin de mantener el equilibrio necesario para conseguir sus objetivos cotidianos. Cuando la persona descubre, como sucede en algunos casos, que no puede dominar sus problemas por sí sola, ni con la ayuda de las personas más cercanas, suele solicitar el apoyo de una institución social. Las instituciones sociales que atienden a las personas con alguna dificultad, normalmente están dotadas de equipos multidisciplinarios para realizar su intervención. Dentro de esos equipos suele encontrarse el Trabajador Social, quien, por su formación académica, está capacitado para comprender la naturaleza de los problemas individuales y sociales, siendo parte de los tres elementos fundamentales en la atención individualizada: personas, Trabajador Social e institución. En el lenguaje cotidiano, la palabra “persona” hace referencia a un ser con poder de raciocinio que posee conciencia de sí mismo, cuenta con su propia identidad, es capaz de vivir en sociedad, tiene inteligencia y voluntad. Aunque el objeto de intervención de la atención individualizada es la persona, ésta no puede entenderse sin las relaciones de interacción entre ella y los demás, o entre la persona y su circunstancia. No puede ser considerada como un ser aislado, porque vive, crece y se desarrolla dentro de un contexto interactivo; de ahí que la familia, la escuela, los amigos, el grupo de iguales o la comunidad en la que participa, deban tenerse en cuenta como unidades que conforman el proceso de socialización. La manera como cada persona actúa sobre las diversas situaciones que se encuentra a lo largo de su vida refleja una parte importante de su personalidad. La persona, su ambiente y su conducta interaccionan en un proceso de influencia recíproca; por ello, los factores individuales, ambientales y sociales deben ser considerados en la atención individualizada.

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Según se comentaba al inicio de este apartado, el conflicto de la persona radica entre lo que es y lo que cree que debería ser, por lo que es necesario que el Trabajador Social con casos, en la construcción de la historia personal del usuario, intente comprender el comportamiento que manifiesta, pero también el que se reserva para sí mismo, así como de aquellas emociones y sentimientos, soledades o frustraciones relevantes que le permitan averiguar el porqué de sus problemas. El Trabajador Social también puede analizar la capacidad de las personas para aceptar y ofrecer afecto como una necesidad primaria e imprescindible para la supervivencia, aunque la experiencia cotidiana enseña amargamente que este aspecto es actualmente escaso en las relaciones humanas. El papel que juega la familia Como se mencionó en el apartado anterior, ninguna persona puede entenderse fuera de su contexto y un factor fundamental de éste es, sin duda, la familia. Para comprender la dinámica familiar hay que analizar distintos aspectos, por ejemplo, el hecho de que el desarrollo económico y social ha determinado una reducción significativa de la composición familiar (número de hijos), pasando del modo extenso tradicional de la familia, a la generalización del modelo reducido de familia nuclear, desapareciendo, con el número de hijos, la respuesta tradicional de protección a los miembros más vulnerables.

Aunque el tema de la familia se abordará a profundidad en asignaturas de semestres posteriores, es importante que desde ahora cuentes con un panorama general que dé sustento a los temas de atención individualizada. Por ello te sugerimos la revisión del anexo de este documento titulado Información básica sobre familia, el cual fue recuperado de una publicación del Centro de Capacitación e Información del Sector Social (Cecapiss) cuyos datos completos encontrarás en las fuentes de información.

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3. PRINCIPIOS ÉTICOS EN LA RELACIÓN PROFESIONAL

• Ética y deontología

• Axiología de la profesión

• Resolución de dilemas éticos

La intervención del Trabajador Social debe estar regida por principios y obligaciones éticos hacia los individuos. Las responsabilidades del Trabajador Social incluyen el respeto y la aceptación del otro como ser humano con personalidad, valores, tradiciones y costumbres diferentes, muchas veces, a las del profesionista. Cuando se inicia el proceso de atención individualizada, se debe tener claro que se tiene frente a sí a un ser humano único y, por ello, diferente a todos los demás, con el que se establece un contrato. Por lo tanto, el Trabajador Social debe gozar de buena salud física y mental, no porque sea el más importante en esta relación, sino porque es quien guía metodológicamente el proceso de atención. La ética profesional constituye la base de esta profesión. La primera responsabilidad en la atención individualizada es indagar y conocer al sujeto para intervenir de acuerdo a sus características y recursos; la individuación, confidencialidad y autodeterminación representan las bases éticas fundamentales para la atención. Toda profesión tiene bases éticas fundamentadas en los valores universales. La importancia de conocer la especificidad de los códigos éticos del trabajo social es que permite proporcionar una guía a tomarse en cuenta en la atención al usuario, para la profesión en general, para la relación con la sociedad, con otros profesionistas y con otros trabajadores sociales. Ética y deontología Todos los profesionales que intervienen en la acción social tienen su propia conciencia ética individual, requiriendo el más alto grado de integridad. Se podría decir que la ética individual es interpersonal, ya que rige el comportamiento en la relación con otras personas. Desde el análisis individual se puede situar también la ética profesional, que marca la dirección del comportamiento del Trabajador Social en su actitud laboral, de manera que, en el ejercicio de su labor se juega no solo ser un buen o mal profesional, sino también su condición ética personal.

Objetivo del tema Identificar los principios éticos y deontológicos en la relación individuo sociedad, a partir de su importancia y aplicación en el trabajo social individualizado, para integrar un marco de referencia que permita una visión objetiva de la intervención y el reconocimiento de la existencia de orientaciones e ideologías diferentes en la práctica.

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Para Etkin (1993, citado en Fernández y Ponce de León, 2012, p. 93), la conciencia ética individual debe ser considerada como una constante disciplina para la vida, porque obliga a la persona a realizar sus labores con eficiencia, y a mantener una actitud de rechazo frente a todo lo que minimice la dignidad. Sin embargo, la conciencia profesional, según Parsons (1966, p. 33, citado en Fernández y Ponce de León, 2012, p. 93), se manifiesta en un comportamiento socialmente responsable sobre los deberes específicos de una profesión, porque después de haber interiorizado, asumido y personalizado un código de valores de la profesión, debe pasar posteriormente a analizar, aplicar y resolver problemas específicos con la mejor competencia y rectitud posibles. La deontología hace referencia al conjunto de normas, principios y reglas éticas que definen los deberes y obligaciones del profesional en el desempeño de sus funciones. Para poder considerarse congruente con las bases de la profesión, el Trabajador Social debe respetar siempre el código deontológico en el que se expresan los principios elementales de su ejercicio profesional y sus compromisos con la acción. De la elaboración de este tipo de códigos y su cumplimiento se infieren normas y derechos de los trabajadores sociales con ellos mismos, con las personas con las que trabajan -que constituyen la referencia más directa de su labor-, con las instituciones o entidades en las que prestan sus servicios, con otros profesionales y con la sociedad en su conjunto. Axiología de la profesión Es importante conocer los valores que deben ser considerados en la intervención profesional de los trabajadores sociales. Los ideales democráticos y humanitarios han sido los ejes centrales de la profesión, orientando sus prácticas hacia la defensa de las personas en un contexto solidario entre iguales, para promover una calidad de vida conforme a los derechos del ser humano. El Trabajo Social se compromete con las personas y organiza su acción profesional en la erradicación de la pobreza y de todo tipo de discriminación, encuadrando su intervención en un compromiso ético-político hacia los distintos tipos de opresión: por razón de color, origen étnico, nacionalidad, ideología religiosa, política, condición social, orientación sexual, tipos de familia y demás circunstancias. Su intervención se justifica cuando se dirige a fomentar los derechos humanos, la diversidad, la equidad, la justicia social, la participación activa y crítica de los participantes en la solución de sus problemas, valorándose el compromiso ético de los trabajadores sociales para posicionarse en contra de aquellos grupos, organizaciones e instituciones que atenten contra la dignidad de las personas (Fernández y Ponce de León, 2012, p. 95). El propósito que debe orientar la intervención del trabajador social debe ser mejorar la calidad de vida de sus participantes en un contexto de confidencialidad y de respeto a la dignidad de todas las personas, apoyando el derecho a elegir el camino que crea más conveniente para su vida y facilitando su crecimiento individual dentro de su entorno social. Los valores son convicciones profundas de las personas que determinan su manera de ser y orientan su conducta. Profesionalmente, proporcionan pautas para formular metas y propósitos personales o colectivos, representando ideas, sueños y aspiraciones como una obligación de la conciencia profesional, con el objeto de cumplir con los valores que establecen (Fernández y Ponce de León, 2012, p. 96).

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En los códigos de ética de la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales de España, Puerto Rico o Estados Unidos, entre otros, aparecen los valores fundamentales del ejercicio profesional, enmarcados en la actividad del trabajo social individualizado, entre los que se pueden mencionar: libertad, justicia social, dignidad, vida, servicio, solidaridad, integridad, paz, preservación del medio ambiente, formación, respeto institucional y acción. Tomás Fernández y Laura Ponce de León (2012, p. 96-98) desarrollan cada uno de estos ejemplos con mayor profundidad. La Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS) y la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social (AIETS) señalan que los trabajadores sociales deben apoyar y defender la integridad y bienestar físico, psicológico, emocional y espiritual de cada persona, lo cual significa defender los siguientes principios:

1. Respetar el derecho a la autodeterminación. 2. Promover el derecho a la participación. 3. Tratar a cada persona como un todo. 4. Identificar y desarrollar sus fortalezas (FITS y AIETS, 2004, p. 99).

Resolución de dilemas éticos Existen distintos modelos para la resolución de dilemas éticos que un Trabajador Social puede emplear en la atención individualizada, incluyendo los que buscan solución a partir del trabajo en equipo multidisciplinario. En los casos en que se realice una discusión en grupo, de manera previa es necesario plantear claramente el dilema en cuestión. De acuerdo con Benítez (2009, citada en Fernández y Ponce de León, 2012, p. 113-114), este planteamiento debe considerar lo siguiente:

a) El personaje principal: el protagonista del problema debe aparecer claramente delineado, para favorecer la identificación con el dilema.

b) Las circunstancias: para que el juicio ético sea ponderado se deben explicar claramente todas las circunstancias que concurren en el caso planteado. Si el profesional no posee suficiente información, su decisión corre el peligro de ser errónea.

c) Alternativas: es necesario plantear claramente todas las posibles soluciones y su grado de legitimidad.

d) Naturaleza: los sucesos deben estar centrados claramente sobre cuestiones de valor moral.

e) El trabajador social: debe asegurarse de que todos los profesionales entienden claramente la naturaleza del dilema, sus circunstancias y las posibles respuestas que propone.

f) Toma de decisión: el dilema debe plantearse con preguntas del tipo: ¿es correcta la decisión de X? o ¿qué habría hecho usted en el lugar de X?

g) Dinámicas de grupo: se deben utilizar para favorecer la comunicación y el intercambio de opiniones, pero siempre teniendo en cuenta que no se está ante una terapia de grupo, y que lo que realmente importa no es la vida personal de los participantes, sino la toma de decisiones mediatas y justificadas.

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Una vez que se plantea el dilema, se procede a su discusión en el grupo multidisciplinario, en la cual se pueden tomar en cuenta los siguientes pasos señalados por Fernández y Ponce de León:

Fases de la discusión de dilemas éticos

Afrontar el dilema moral

Presentación del dilema con la historia de vida del usuario: origen étnico si lo hubiera, creencias, necesidades, problemas familiares, nivel educativo, situación socioeconómica y laboral, nivel de salud, dinámica familiar… Todo ello con el objetivo de garantizar la comprensión del dilema.

Tomar una postura

Toma de posición individual y profesional frente al dilema, analizando las diferentes salidas que se establecen en el código ético profesional. Razones que justifiquen la alternativa escogida. Algunas intervenciones que argumenten su posición.

Discusión del grupo

Expresión de la propia opinión y escucha de las diferentes posiciones. Producir y examinar razones que justifiquen cada una de las posiciones. Búsqueda de posibles alternativas al dilema.

Debate general Puesta en común del trabajo en grupo. Calcular las consecuencias de cada opción.

Toma de posición individual

Reflejar por escrito la situación individual, señalando los argumentos que la justifiquen, y haciendo constar si la postura final que se ha adoptado, después del debate, ha cambiado al respecto a la que se tenía al principio.

Fuente: Fernández y Ponce de León (2012, p. 114), a partir de de Puig, J.M., y Martín, X (2000). L´educació moral a l´escola. Teoria i práctica (p. 143). Barcelona: Ed. Cat. Edebép.

Hasta ahora se ha presentado un panorama general de los temas de esta unidad. Para contar con los elementos suficientes para realizar tus actividades de aprendizaje, además de este contexto, debes consultar los materiales que se indican en plataforma.

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Resumen

La atención de personas que necesitan de la intervención profesional para resolver sus problemas requiere del dominio de conocimientos teóricos y referentes históricos conceptuales por parte del trabajador social para conocer, analizar e intervenir en los diferentes ámbitos en los que se mueven los sujetos que solicitan su atención. Ninguna disciplina sola puede atender a personas que tienen un problema de orden social o familiar, más bien se requiere de una visión interdisciplinaria y multidisciplinaria para comprender al sujeto y su problema en un tiempo y en un espacio determinado. De manera que es importante ubicar las aportaciones de distintas disciplinas, pero sin perder de vista la especificidad del trabajo social. En esta tarea, el Trabajador Social tiene una serie de responsabilidades éticas hacia los sujetos que atiende en el proceso de atención individualizada, ya sea que labore en una institución o en la comunidad. Dichas responsabilidades incluyen el respeto y la aceptación del sujeto como ser humano con una personalidad particular. El conocimiento que se ha obtenido en esta unidad permite el inicio de una visión integral de la interdisciplina, la multidisciplina y las características de la intervención sujeto-sujeto, así como los principios éticos fundamentales que requiere el profesionista en trabajo social para la atención individualizada, facilitando la comprensión de cada una de las estrategias y herramientas de intervención que dan origen e importancia a los diferentes modelos de atención.

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Glosario

Antropología Búsqueda de las lógicas de los seres humanos de todas las épocas y lugares. Ciencia que busca los datos para entender el comportamiento de los seres humanos, esperando descubrir generalizaciones o leyes que puedan servir para explicar o predecir la conducta de las personas (Barbolla, 2006, citado en Fernández, De Lorenzo y Vázquez, 2012, p. 36). Autonomía Presupone la libertad de decisión y de actuación de las personas. En el caso del trabajo social, el respeto a la autonomía es un principio ético fundamental en las intervenciones sociales. Su significado concreto es la obligación por parte de los profesionales de respetar la voluntad y decisiones de los usuarios, siempre que éstos sean capaces de tomar sus propias decisiones (Fernández, De Lorenzo y Vázquez, 2012, p. 53). Código de ética: Guía de conducta en el ejercicio profesional, a fin de resolver diferencias en la prestación de los servicios a las personas y la relación con profesionales que intervienen en los procesos relacionados con la atención individualizada (Escobar, 2004, p. 32). Contrato Es un acuerdo entre dos o más personas que, en virtud del consentimiento que han prestado, quedan vinculadas una con otra a desarrollar una determinada conducta (Fernández, De Lorenzo y Vázquez, 2012, p. 117). Moral Conjunto de reglas, normas de convivencia y de conducta humana que determina las obligaciones de la persona en sus relaciones consigo y con la sociedad (Ander Egg, 1995, p. 192). Principios éticos Base o fundamento, regla de conducta o norma de acción. En la historia de la ética hay tres modelos de conducta principales, cada uno de los cuales ha sido propuesto por varios grupos o individuos como el bien más elevado: la felicidad o placer, el deber, la virtud o la obligación y la perfección; el más completo desarrollo de las potencialidades humanas (Escobar, 2004, p. 36). Psicología Estudio de las funciones de gobierno de la vida de relación en los animales y especialmente en el hombre […] El estudio de las funciones psíquicas puede efectuarse con métodos subjetivos de instrospección y con métodos objetivos de descripción de la conducta y experimentación (Laeng, 1982, p. 270). Servicio social de casos individuales Es el conjunto de métodos que desarrollan la personalidad, reajustando consciente e individualmente al hombre en su entorno social (Richmond, 1977, p. 67).

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Sociología Tratado científico sistemático de las formas de vida generales de la sociedad, de sus leyes de transformación y desarrollo, así como sus relaciones con el ambiente natural y la personalidad humana (Laeng, 1982, p. 280). Trabajo social de caso Si bien se habla de “método de caso”, la expresión correcta y completa es “caso social individual” o “trabajo social de caso individual”. Con esta expresión se designa la ayuda psicosocial que se presta a nivel individual utilizando una serie de procedimientos que configuran el llamado método de caso social individual (Ander Egg, 2004, p. 110). Sistema Conjunto de elementos que interactúan entre sí, presuponiendo la existencia de una interdependencia entre las partes y la posibilidad de un cambio, a través de la reversibilidad de la relación (Sánchez, 2004, p. 42). Valores Fines de la actividad humana, ejemplos: la verdad, la bondad, la justicia, la belleza. (Ander Egg, 1995, p. 331).

Fuentes de información

• Ander Egg, E. (2004). Léxico del trabajo social y los servicios sociales. Buenos Aires:

Lumen-Hvmanitas. • Ander Egg, E. (1995). Diccionario de Trabajo Social. Buenos Aires: Lumen. • Cecapiss (2014). Estudio socioeconómico en instituciones de asistencia privada

(Cuadernillos prácticos de apoyo y formación para las IAP / Funcionamiento institucional). México: Junta de Asistencia Privada del Distrito Federal

• Runes, D. (1981). Diccionario de filosofía. Barcelona-México: Editorial Grijalbo. • Enciclopedia Ciencias de la Educación (2003). Colombia: Editorial Euro México. • Escobar, G. (2004). Ética, introducción a su problemática y su historia (5ª edición).

México: Mac Graw Hill. • Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS) y Asociación Internacional de

Escuelas de Trabajo Social (AIETS) (2004). Principios éticos del trabajador social. Disponible en http://www.pol.una.py/sites/default/files/files/bienestar/PRINCIPIOS%20ETICOS%20DEL%20TRABAJO%20SOCIAL.pdf. Consultado: 28/05/2015

• Federación Internacional de Trabajadores Sociales (2014). Definición del trabajo social a nivel mundial. Disponible en: http://ifsw.org/get-involved/global-definition-of-social-work/. Consultada: 28/05/2015.

• Fernández, T. y Ponce de León, L. (2012). Trabajo Social Individualizado. Metodología de intervención. Madrid: Ediciones académicas-UNED.

• Fernández, T., De Lorenzo, R. y Vázquez, O. (2012). Diccionario de trabajo social. Madrid: Alianza editorial.

• García, S. (2005). Trabajo Social en la atención Individualizada. México: UNAM-ENTS-SUA.

• Harris, H. (1965). El trabajo social individualizado (2ª edición). Madrid: Rialp.

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• Laeng, M. (1982). Vocabulario de Pedagogía. Barcelona: Herder. • Plan de Estudios de la Escuela Nacional de Trabajo Social (1996). México: UNAM. • Richmond, M. (1977). Caso social individual (2ª edición). Buenos Aires: Humanitas. • Sánchez, M. (Coord.). (2004). Manual de Trabajo Social (2ª edición). México: Plaza y

Valdés. • Tello, N. (1966). Trabajo social contemporáneo. En Sánchez Rosado, M. Manual de

Trabajo Social. México: Escuela Nacional de Trabajo Social-UNAM.

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ANEXO A. Información básica sobre familia

Los estudiosos de la familia, desde sus diversos enfoques, han coincidido en que la familia tiene características de alguna manera reconocidas como universales. Se considera su existencia en todas las sociedades con características peculiares dependiendo de las formas que han adoptado y de las funciones que le han sido atribuidas dependiendo del contexto social. En las diversas sociedades han existido intentos para suplir las funciones sociales cumplidas por la familia, pretendiendo que otras instancias, como los hogares sustitutos o la crianza bajo tutela gubernamental, sean los organismos que tomen a su cargo la educación y la formación social de los individuos; sin embargo, han sido estrategias que no han demostrado los resultados esperados. Es así como la familia persiste como un organismo que desempeña un papel fundamental en el desarrollo de los individuos. Varios autores, entre ellos Erik H. Erikson, sostienen que la familia es la que en condiciones ordinarias tiene la función más importante en la formación de la identidad. En la familia trascurren los primeros años de vida del individuo y en ella recibe la información y los estímulos determinantes para su estructuración biológica y psicológica, así como su socialización. En el desarrollo del proceso de identidad son resultan relevantes las figuras de la madre y del padre para el individuo porque se identifica parcial o totalmente con ellas. Una de las necesidades básicas del niño es la figura parental que lo alimente, proteja e instruya. Los seres humanos han sobrevivido en todas las sociedades a través de su pertenencia a diferentes agrupamientos sociales. No obstante, aún con los cambios que se han dado en la sociedad, la familia sigue haciéndose cargo de las funciones de protección y socialización como respuesta a las necesidades de la cultura. Las funciones de la familia tienen dos objetivos paralelos:

• Interno: la protección psicosocial de sus miembros. • Externo: la adaptación y transmisión de la cultura.

En todas las culturas, la familia imprime a sus miembros un sentimiento de identidad independiente. La experiencia humana de identidad posee dos elementos, un sentimiento de identidad y un sentimiento de separación (Minuchin, 1999). La familia sigue teniendo vigencia a pesar de los grandes cambios que ha experimentado en su estructura, se encuentra en constante transformación y adaptación a las nuevas exigencias sociales, las funciones afectivas, de socialización, ayuda y solidaridad que, como las funciones biológicas, resultan imprescindibles para la supervivencia individual (Di Carlo, 2002).

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La familia mexicana contemporánea La vida familiar siempre ha estado en constante evolución e inmersa en un contexto de transformaciones según el contexto social en el que se desenvuelve, así como su capacidad de respuesta y adaptación a los cambios de carácter histórico, socioeconómico, cultural y demográfico que tienen lugar en su entorno. Desde esta perspectiva, los cambios sociales han provocado modificaciones fundamentales en la vida de las familias en aspectos como la división del trabajo en el hogar, la valoración y la percepción de los nuevos roles de sus integrantes, las relaciones de género, la convivencia de distintas generaciones, así como las pautas de derechos y obligaciones. En este sentido, se pueden observar los aspectos siguientes en las familias contemporáneas: reducción paulatina del tamaño de la familia, aumento en la esperanza de vida, incremento en separaciones y divorcios, aumento en las relaciones sexuales antes del matrimonio, incremento en el número de hogares en los que la mujer realiza el trabajo extradoméstico, así como la elevación relativa del número de hogares monoparentales con jefatura femenina (López, 2010). Clasificación familiar Las diversas clasificaciones han variado de acuerdo con los propios cambios mostrados en la estructura y el funcionamiento de la familia. En este sentido existen ciertas clasificaciones tradicionales, de nuevo tipo y otras formas diferentes (Quintero, 1997).

• La familia de origen: constituida por la familia nuclear (padres biológicos o sustitutos y hermanos) de la persona que recibe la atención. A pesar de los cambios de composición, funcionamiento, aislamiento geográfico, la familia de origen será la misma.

• Familia nuclear: se encuentra conformada por dos generaciones (padres e hijos) unidas por lazos consanguíneos o legales, conviven bajo el mismo techo y esto supone el desarrollo de sentimientos más profundos de afectividad, intimidad e identidad.

• Familia extensa o conjunta: está integrada por una pareja con o sin hijos y por otros miembros que pueden ser sus parientes consanguíneos ascendientes o descendientes y/o colaterales, incluye a varias generaciones que comparten un espacio físico y funciones.

• Familia ampliada (extensa-compuesta): es una modalidad que se deriva de la anterior, permite la presencia de miembros no consanguíneos, puede ser convivientes afines como vecinos, colegas, paisanos, compadres, ahijados. Comparten la vivienda y otras funciones en forma temporal o definitiva. Ubicadas en el campo y periferia de las ciudades, se caracterizan por estrechos lazos de solidaridad y apoyo mutuo.

Familias de nuevo tipo

• Familia simultánea: antes denominada superpuesta o reconstituida, se encuentra integrada por una pareja donde uno de ellos o ambos tuvieron otra pareja y disolvieron su vínculo marital.

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• Familias con un solo progenitor o monoparentales: ocurre cuando en los casos de separación, abandono, divorcio, muerte o ausencia por motivos forzosos (trabajo, cárcel, entre otros) de uno de los padres, el otro se hace cargo del cuidado y convivencia con los hijos; la relación de pareja que esto supone varía desde la cohabitación en fluctuaciones temporales hasta los vínculos volátiles.

Formas de convivencias diferentes a la familia

• Díadas conyugales o pareja: dos personas que por opción o imposibilidad orgánica no cumplen procesos procreativos y deciden convivir sin hijos. Es muy común en profesionales jóvenes que inician su desarrollo laboral y consideran que la llegada de un hijo obstaculizaría su desempeño, por ello se les ha llamado parejas con status procreativos diferido.

• Estructura unipersonal o ciclo individual u hogar unipersonal: corresponde a las personas solas que comporten la vivienda. Surge por opción o necesidad, independiente de su situación afectiva, lo que no excluye el desarrollo de relaciones de pareja y filiales. Es frecuente en las personas solteras, viudas y ancianas, y crece en grupos poblacionales con ciertas características.

• Hogar o unidad doméstica: es una estrategia de sobrevivencia donde las personas están unidas voluntariamente para apoyarse en lo económico. Pueden o no estar presentes vínculos sentimentales, de autoridad, poder o solidaridad; lo imprescindible es la relación económica de sus componentes. Algunas formas de hogar más reconocidas son conventos, cuarteles, campamentos, asilos, hospitales. Como expresiones poco usuales de convivencia se encuentran también la población callejera, niñas y niños institucionalizados, hogares sustitutos y casas hogar.

Es claro que la familia cambia porque la sociedad también presenta transformaciones, se adapta a las nuevas exigencias, mismas que influyen en la estructura familiar heredada del pasado, lo que permite reafirmar, como se dijo antes: la familia sigue teniendo vigencia a pesar de los grandes cambios que ha experimentado en su estructura, se encuentra en constante transformación y adaptación a las nuevas exigencias sociales, las funciones afectivas, de socialización, ayuda y solidaridad que, como las funciones biológicas, resultan imprescindibles para la superación individual.

Esta información fue tomada de Cecapiss (2014, p. 87-91).