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LCA UBULA REVISTA QUE TODO COMUNICADOR DEBE CONOCER
EN EL NÚMERO DE ESTA SEMANA NO TE PIERDAS:* GUÍA RÁPIDA PARA NO LIARLA EN LATINOAMÉRICA* EL ESPAÑOL LATINO RIMA MEJOR* DOBLAJE ESPAÑOL PENINSULAR VERSUS DOBLAJE ESPAÑOL LATINO* GANADORES DEL CONCURSO “CONFUSIONES LINGÜÍSTICAS”
Si usted está pensando en viajar a América del Sur
dentro de poco y piensa que no va a tener ningún
problema en cuanto al idioma, le animo a seguir
leyendo, pues le haré saber que el español no es igual
en todas partes y que si no lo utiliza con cuidado
puede tener algún que otro problema.
Obviamente en este artículo no hablaré sobre países
de habla no hispana, más que nada porque no sé ni
francés ni portugués. Me centraré en países como
Venezuela, Colombia y Argentina.
Si usted viaja a Venezuela y tiene la necesidad
suprema de comprarse un “peto” no se asuste si en
la tienda no le comprenden; simplemente pida una
“braga” y solucionado. Igual necesita lucir su nueva
prenda de vestir en una “bonche”, o como diríamos
nosotros “fiesta”, a la que no le han invitado, por lo
tanto, usted se convertiría en un “arrocero” o, como
diríamos los jóvenes, “ser un acoplado”.
Si usted viaja a Colombia y se da cuenta de que no
ha metido ningún jersey, seguramente tenga que ir
a una tienda para comprar uno. Le recomiendo que
pida un “buzo”, a no ser que quiera que no le entien-
dan. Después de la tarde de shopping podría ir a una
cafetería a tomar una taza de café, pero igual no le
gusta, así que podría pedir un refresco y beberlo con
un “pitillo”. No me refiero con un cigarro sino con
una “pajita”. Al llegar a
casa yo que usted guar-
daría ese bonito buzo
que se ha comprado en
el “escaparate”. ¿Cómo?
¿Que no tiene ningún
“escaparate” en casa?
Bueno, igual es porque
nosotros lo llamamos
“armario”.
Si usted es un hombre
“hermoso” y su “fantasía
sexual” es “ponerle los
cuernos” a su mujer con
una Argentina, le reco-
miendo que no utilice esas palabras exactamente.
En Argentina lo correcto sería decir: Si es usted un
hombre “chulo”, y su “ratón” es ser un “pirata” con
una Argentina, ellos le dirían que es usted un poco
“zanahoria”, o como diríamos nosotros, “tonto”.
ALBERTO VACA ALONSO
Estudioso de las distintas acepciones del lenguaje
“El idioma es el mismo, pero el significado de las palabras no”
Guía rápida para no liarla en Latinoamérica
(en cuanto al lenguaje)
Más de 500 millo-
nes de personas
hablan español
en todo el mundo. Como len-
gua nativa, el español está pre-
sente en España y en América
del Sur. Debido a esto, no es de
extrañar que existan variantes
dentro del mismo idioma, lo
que por ejemplo explica que
dentro de diferentes zonas de
habla hispana se den signifi-
cados distintos a una misma
palabra.
Una variante muy concreta y
a la vez muy fácil de identifi-
car entre el español de Amé-
rica del Sur y de España, es el
cambio en la pronunciación
de las sílabas “ce” y “ci”, que
en español latino pasan a pro-
nunciarse como “se” y “si”. Lo
mismo pasa con las sílabas
“za”, “zo” y “zu”, que pasan a
pronunciarse como “sa”, “so” y
“su”.
Esta diferencia en la pronun-
ciación no supone ningún
inconveniente en un proceso
comunicativo; es más, desde
mi punto de vista, puede lle-
gar a suponer una ventaja para
las personas de habla hispana,
sobre todo a personas que se
dediquen a algún aspecto rela-
cionado con la comunicación
oral, como por ejemplo, los
músicos. Esta variante supone
que muchas palabras que con
la pronunciación española no
riman (o, mejor dicho, riman
en asonante), pasen a rimar
en consonante. Esto se apre-
cia en muchas canciones que
conocemos. Recordemos que estamos hablando de
variaciones en la pronunciación, por
lo que todo esto solo es perceptible en
la comunicación oral.
EUGENIO CAGIGAL AMO
Gran simpatizante de los juegos de palabras
“Dominar una lengua con-siste en saber expresar ideas valiéndose tanto de la for-ma como del contenido”
El español latino rima mejor
Aunque esta mención de las variedades del español en las canciones pue-de resultar interesante, personalmente a mí, lo que realmente me fascina son estas variedades aplicadas a los juegos de palabras.
En este caso observaremos el mismo proceso que con las canciones: la conversión de los sonidos an-teriormente expuestos permite mayores posibilidades a los juegos de palabras con el español latino.
“El chavo del 8” es una serie mexicana donde el chavo, un niño pobre de ocho años, lleva a cabo travesuras con sus amigos que suelen ocasionar malentendidos y situaciones cómicas. En un capítulo el chavo estaba intentando cazar lagartijas con un tira-chinas. La Chilindrina, una niña de la vecindad, le pregunta que qué está haciendo.
Chilindrina: ¿Qué estás haciendo, Chavito?
Chavo: Estoy cazando lagartijas.
Chilindrina: ¿Con un tirachinas?
Chavo: Pues claro, mensa. ¿Con qué se cazan las lagartijas?
Chilindrina: Pues con los lagartijos.
Aquí el juego de palabras solo se produce al pronunciar “cazan” como “casan”. (Menso se utiliza como sinónimo de tonto en Mé-xico, y es un adjetivo muy común en el Chavo del ocho).
EL CHAVO DEL 8
LES LUTHIERS Les Luthiers son un grupo de humoristas argentinos que uti-lizan la música y la creatividad al servicio del humorismo.
En un determinado momento Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich están hablando sobre las musas, hasta que co-mienzan a desvariar:
Marcos Mundstock: ¿La musa de la limpieza? La gamuza. ¿La musa de los escarabajos? La escaramuza. ¿La musa del queso? La muzarella.
Llegados a este punto ya no es necesario explicar el mecanis-mo de la variante. Di la frase de Marcos en alto. Si eres latino, la frase tendrá comicidad; si eres de la península, sonará ridí-culo (a no ser que seas andaluz).
Doblaje latino. Carlos Villegas
Arnáiz
Desde muy pequeño he sentido un
gran interés por los continuos en-
frentamientos entre los que apoyan
el doblaje, ya sea latino o en cual-
quier otro idioma, y su detractores.
Visitaba muchos foros donde se
abrían debates con opiniones, no
muy coherentes, de gente entendi-
da, o eso decían.
Leía muchas respuestas cuyo re-
sumen era “sí, porque lo digo yo”
y me propuse hacer mi propio es-
tudio para generarme una opinión
objetiva. Voy a intentar tratar de
explicar por qué considero que el
doblaje latino no es tan importante
como el doblaje español.
Para empezar, el español es un len-
guaje neutro. Se pronuncia como
se escribe sin sufrir modificacio-
nes, pero ellos tienen un acento
propio en cada país como su “sapa-
to” en vez de “zapato”.
En España no se cometen faltas de
pronunciación como el ceceo y se-
seo ni somos tan cerrados a la hora
de dar distintas acepciones a las
mismas palabras. Si ellos escuchan
“cógeme el boli” en un doblaje es-
pañol se sorprenden y se enfadan.
Es algo absurdo.
También nos critican por nuestra
supuesta sequedad. A esto yo les
contesto si realmente se han escu-
chado. Podrán ser alegres pero no
se les entiende a la hora de hablar
y suavizan las frases dándoles un
significado absurdo.
Nadie quiere ver a Homer (Home-
ro para ellos) y a Bart discutiendo
mientras se ríen o Bart diciendo
“pollitas” en vez de “guarillas”
No tengo mucho más que añadir
salvo que si en algunos países lati-
nos como en Colombia se ven las
películas en los cines en versión
original será por algo.
Doblaje español peninsular frente al doblaje español latino
Hace unas semanas abrimos el de-
bate sobre el doblaje español pe-
ninsular y el doblaje español latino
a raíz de un comentario de uno de
nuestros escritores habituales.
A partir de ese día hemos recibido
numerosas cartas a nuestra revista
en las que gente, tando de América
latina como de la península, expo-
nía su opinión.
Esta semana hemos publicado dos
de los comentarios, y durante las
siguientes semanas seguiremos pu-
blicando distintas opiniones para
conseguir una mayor percepcion
de la situación del doblaje hispano.
Respuesta a Carlos Villegas Ar-
naiz por Federico Muñoz
Querido amigo, creo que tantas
visitas a esos blogs que mencio-
nas han acabado por contagiarte el
“porque lo digo yo”. Antes de- nada
deberías saber que el doblaje más
importante y de los pioneros fue el
mexicano, con x y no con j como te
gustaría escribirlo.
Es cierto que el español nació en
la actual España pero no debemos
olvidarnos de los casi 400 millones
de hispanohablantes que residen
en Latinoamérica frente a los 47
millones que hay en España.
Deberíamos preguntarnos quié-
nes son los que cometen errores a
la hora de hablar. Si tenemos que
“coger” en vez de “follar” o poner-
nos los “sapatos” en vez de los “za-
patos”.
En cuanto a que el español es un
idioma neutro, no estoy de acuer-
do. Te olvidas del deje andaluz, el
gallego, catalán o canario. Ellos
también tienen una forma de ha-
blar determinada y no se doblan
películas con sus respectivos dejes
(aunque en sus dialectos o idiomas
sí).
Tanto que defiendes a España y su
doblaje, deberías haber estudiado
el por qué de los dobladores aquí.
Francisco Franco doblaba cada pe-
lícula extranjera que entraba en el
país a la par que censuraba escenas
fuera de su agrado. Mientras tanto,
en el resto de países, la mayoría de
las películas se subtitulaban para
disfrutar de la más pura esencia de
la película..
Yo tampoco tengo mucho más que
decir salvo que Bart nunca ha di-
cho “guarrillas” en Los Simpsons.
Gracias y un saludo.
Dos personas; dos opiniones. Si
quieres dar tu opinión sobre el do-
blaje no dudes en contactar con
nosotros a través del correo cle-
Así mismo, si te gustaría dar testi-
monio de alguna realidad relacio-
nada con la lengua española que
consideras que todavía no hemos
tratado en nuestra revista no ten-
gas ningún reparo en mandarnos
un email con tu opinión, porque
estaremos profundamente agrade-
cidos. Recuerda que tu opinión y
todas las opiniones que existen son
lo que hacen posible que haya re-
vistas como esta.
CLEMENTE BARAHONA GÓMEZ
Activo investigador de la opi-nión de pueblos y naciones
“Conocer otras opiniones y no cerrarnos en nuestras propias convicciones nos hace grandes”
Anécdota curiosa.
Os voy a contar una histo-
ria real, puede sonar a chiste
pero es verdad. Me ocurrió en
mi último viaje a Cuba. Fui
a dar una conferencia sobre
“Estados coherentes en ópti-
ca cuántica” en la academia
de ciencias de La Habana. Al
bajar del avión hacía bastan-
te frío y me constipé, estaba
algo afónico y congestionado
pero tenía que preparar mi
exposición así que me levan-
té temprano y fui a la sala de
encuentro donde todos los
conferenciantes, la mayoría
latinos, ensayaban su puesta
en escena. Yo me senté en una
mesa apartada para no mo-
lestar demasiado con mi tos
y me puse a corregir mi tra-
bajo. Un hombre cubano, bas-
tante erudito en el tema, me
preguntó si me encontraba
bien. Le dije que sí; que solo
estaba un poco constipado
pero su reacción fue curiosa y
no entendía por qué. Arqueó
los ojos y mostró una peque-
ña sonrisa que yo no entendí
pero lo dejé pasar. Poco des-
pués volvió a acercarse y me
preguntó que si podría dar
la conferencia con el pedazo
constipado que tenía. Lo dijo
de forma sarcástica y soltó
una risotada. Yo, sorprendido,
le dije que sin problemas que
en cuanto corrigiera iba a en-
sayarlo y en ese momento su
rostro se mostró serio. Parecía
confuso, no era capaz de enla-
zar lo que le decía y no enten-
día por qué. Se giró y se mar-
chó. Al cabo de un rato todos
me miraban, también confu-
sos, hasta que uno de ellos se
me acercó. Educadamente me
preguntó cómo podía estar
estreñido y necesitar el baño.
Concurso “Confusiones Lingüísticas”Ya hace dos meses desde que abrios nuestro concurso “Confusiones Lingüísticas”, en el que os pedíamos que nos contaseis alguna anécdota relacionada con algún malentendido en el que os hubieseis visto implicados, debido al distinto significado de algunas palabras entre diferentes paises de habla hispana.
Ayer finalizó el plazo de concurso, por lo que en nuestra revista de hoy os mostramos las dos anécdotas ganadoras del consurso. Muchas gracias a todos por participar y enhorabuena a los ganadores.
Me quedé perplejo. Me eché a
reír porque no entendía abso-
lutamente nada. Le pregunté
cuándo había dicho yo eso.
Me dijo que hacía pocos mi-
nutos y lo dejamos estar.
El malentendido se aclaró
cuando el guarda de seguri-
dad que era español se acercó
a mí. Me explicó que “corre-
gir” en Cuba quiere decir “ir
al baño” y “estar constipado”,
“estar estreñido”. También me
dijo que “estar constipado” en
términos médicos españoles
quiere decir también “estar
estreñido”. Los dos reímos
pero no se lo aclaramos al res-
to. Al final todo quedó en una
pequeña anécdota que contar.
DICHOSO TABACOAun recuerdo el día que mi primo Tony me ofreció por primera vez una calada de su cigarro. Maldigo ese día, y ahora sabréis el porqué.
Era mi tercer año en Comu-nicación Audiovisual. Hacía tres semanas que había en-tregado la solicitud para irme de Erasmus a México y ese mismo día me tenían que dar una respuesta. Fui nervioso al despacho del profesor encar-gado de estos temas, llamé a la puerta, entré y allí estaba él.
Al verme comenzó a sonreír y eso me tranquilizó bastan-te. Todavía no había cerrado la puerta cuando me gritó: ¡Que te vas a México, chava-lote! Sentí una profunda satis-facción y él lo notó. Tras una hora hablando sobre fechas, documentación necesaria y demás, salí de aquel despacho.
Habían pasado tres meses desde que me dieron la con-firmación y ya estaba rumbo al aeropuerto. Llevaba una
maleta enorme y aun así nota-ba que me faltaba algo, como siempre suele pasar en estos casos.
Tras once horas en un avión cochambroso y habiendo des-cubierto siete nuevos tipos de ronquidos, llegué a Méxi-co, D.F. Hacía buen tiempo y lo único que quería era llegar a la residencia y echarme a dormir, pero antes tenía que recoger la maleta. Estuve dos horas dando vueltas, hablan-do con los trabajadores y mi maleta seguía sin aparecer. Fue en ese momento cuando me di cuenta de lo que se me había olvidado, el tabaco. Es-taba muy nervioso y agobiado y lo único que quería era un cigarro. Las tiendas del aero-puerto estaban cerradas pero yo necesitaba dar un par de caladas a esa dichosa basura. Me acerqué a un tipo alto que estaba esperando a alguien y le pedí un pitillo. — ¿Qué has dicho? —dijo el hombre en tono desafiante. — ¿Qué si tienes un pitillo? —le respon-dí. El hombre sin decir una
sola palabra más me arreó un guantazo en toda la cara. Mis gafas salieron volando y aca-baron rompiéndose al chocar contra el suelo. El tipo alto se fue sin mirar atrás. No me lo podía creer, llevaba dos horas y media en Méxi-co y ya me habían partido la boca. Y lo peor de todo es que no sabía el motivo.
En cuanto apareció mi male-ta me fui directo a la residen-cia. Allí conté lo sucedido a mi compañero de habitación, que gracias a Dios, era espa-ñol. Él llevaba cinco meses de Erasmus y ya se manejaba bastante bien por esos lares. Me explicó que para ellos “pi-tillo” no significa cigarro sino “pene”. Perfecto, había llegado nuevo a una ciudad enorme, a once horas de mi casa y lo prime-ro que había hecho había sido pedirle un “pene” a un hom-bre de un metro noventa. Me esperaban nueve fantásticos meses de aprender pero, sobre todo, nueve fantásticos meses de incertidumbre.
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