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TRABAJO DE FIN DE MÁSTER LA CONFIGURACIÓN DE LA IDENTIDAD CULTURAL A TRAVÉS DE LOS ESPACIOS DE COMUNICACIÓN Máster en Comunicación y Cultura Sevilla, noviembre de 2014 Autora: María Teresa Fernández Ostos Tutora: Dra. Aurora Labio Bernal

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TRABAJO DE FIN DE MÁSTER

LA CONFIGURACIÓN DE LA IDENTIDAD CULTURAL

A TRAVÉS DE LOS ESPACIOS DE COMUNICACIÓN

Máster en Comunicación y Cultura

Sevilla, noviembre de 2014

Autora: María Teresa Fernández Ostos

Tutora: Dra. Aurora Labio Bernal

Bajo la tutorización de la profesora Aurora Labio Bernal, la alumna María Teresa

Fernández Ostos ha realizado durante curso 2013-2014, en el marco del Máster en

Comunicación y Cultura de la Facultad de Comunicación de la Universidad Sevilla, el

presente Trabajo Fin de Máster: La configuración de la identidad cultural a través de

los espacios de comunicación el cual se entrega para su exposición y defensa ante

tribunal.

Sevilla, noviembre de 2014

Con el visto bueno de la tutora:

Dra. Aurora Labio Bernal

1

ÍNDICE

1. Introducción……………………………………………………………………. 3

1.1. Delimitación del objeto de estudio ……………………………...…….….. 3

1.2. Justificación y estado de la cuestión ……….……………………….….…. 4

.

1.3. Hipótesis…………………….……………………………...……….……..7

1.4. Objetivos…………………………………….……………...……….……..8

2. Enfoque metodológico………………………………………...…………….....10

3. Objeto de estudio………………………………………………………….……18

3.1. El espacio de comunicación……………………………………………….18

3.1.1. Definición y características………………………………………...19

.

3.1.2. El espacio de comunicación como estructura, la mediatización de la

realidad………………………………….……………………………23

3.1.3. Las políticas en el espacio de comunicación: legislaciones……..…25

3.2. La identidad: concepto y su uso por los medios……………………..……28

2

3.2.1. La identidad como elemento unificador para la creación de espacios

de

comunicación…………………………………………………………30

3.3. La identidad nacional y los espacios de comunicación……………...……31

3.3.1. El interés de los medios en la identidad nacional: los espacios de

comunicación como elementos aglutinadores………………….….…33

4. Casos de estudio

4.1. El espacio de comunicación catalán, aproximación a la construcción de la

identidad nacional a través de los sistemas de medios……………………35

5. Resultados y conclusiones…………………………………………………..….45

6. Fuentes documentales y Bibliografía………………………………..…………49

6.1. Libros………………………………………………………….…………..49

6.2. Capítulos de Libros...……………………………………………...………51

6.3. Tesis Consultada……………………………………………………..……52

6.4. Artículos científicos, comunicaciones y ponencias....................………….52

6.5. Recursos web ...…………………………………………………………...53

6.6. Legislaciones y encuestas……...………………………………………….54

3

1. Introducción

1.1 Delimitación del objeto de estudio

El presente Trabajo de Fin de Máster pretende realizar un análisis de la influencia que

los medios de comunicación tienen sobre la concepción identitaria de la población. De

este modo planteamos estudiar cómo los sistemas de medios configuran a través de los

espacios de comunicación la identidad nacional y cómo esta construcción responde a

unos intereses políticos y económicos que subyacen tras la estructuración de los

sistemas de medios.

Los espacios de comunicación, entendidos como lugares de debate donde se discuten

los problemas sociales tienen un papel fundamental a la hora de configurar el

imaginario1 respecto a la identidad cultural (Mcquail, 1998, p.400), concebida como un

conjunto de atributos que identifican a un grupo humano. Este grupo, que se encuentra

unido por una misma cultura, expresa un sentido de pertenencia a un lugar, es decir a un

territorio, creando lo que podríamos denominar una identidad territorial que propicia las

divisiones entre las distintas naciones y, en el caso de España, establecerían las

Autonomías Históricas.

La construcción del imaginario social a través de los sistemas de medios buscaría

configurar una determinada identidad relacionada con el territorio, y desde esta

afirmación partimos para desarrollar el presente estudio. Es por ello que las diferentes

legislaciones promovidas por los Estados y las Instituciones pertinentes intentan

controlar los medios a través de un espacio único en el cual existen estructuras

delimitadas. Dichas estructuras de poder son las que queremos señalar a través de esta

investigación, mostrando así la influencia de los poderes políticos y económicos que se

ejercen sobre las identidades a través de los medios de comunicación.

1 Siguiendo la concepción de imaginario social expuesta en la obra de Michel Maffesoli, entendemos por

imaginario la “fantasía socialmente solidificada que organiza nuestra percepción de la realidad y se encarna en diferentes ámbitos de la cotidianeidad” (Carretero Pasin, 2003, 104), en referencia a las obras de M. Maffesoli.

4

1.2 Justificación y estado de la cuestión

Siguiendo la teoría de Jünger Habermas (2004), los ciudadanos se relacionaban bajo una

garantía de igualdad en la que podían expresar y publicar libremente opiniones que

tuvieran que ver con asuntos de interés general, es decir creaban la Opinión Pública,

pero esta acabaría siendo absorbida por los poderes políticos y económicos,

manipulándola a través de los medios. Así se construiría una esfera pública que en la

actualidad estaría mediada por los medios de comunicación (Habermas, 2004). En este

marco de discusión Habermas señala a los medios de comunicación como transmisores,

ya que han pasado a ser “atributos” que atraen a la Opinión Pública mediante técnicas

de relaciones públicas, construyendo de este modo lo que se conoce como publicity2,

pero refiriéndose a una publicidad institucional, de lo público, que se recoge bajo el

término “plublicness” (Thompson, 1996, p.82). Su influencia en la sociedad conlleva la

construcción de una identidad ajustada a los intereses de los poderes privados.

Las estructuras mediáticas, así como todos aquellos espacios de debate donde se

establecen procesos de comunicación, sirven como constructores y difusores de la

identidad cultural. Es por ello que un grupo humano, entendiéndolo como conjunto de

personas que comparten una cultura común en un territorio y espacio concretos,

construye su identidad a través de los procesos de comunicación, los cuáles están

sujetos a los intereses políticos y económicos del Estado y la élites privadas. Todo ello

pretende definir la identidad bajo unas condiciones que les beneficien, favoreciendo o

no la creación del sentimiento nacional.

El poder que rige los espacios de comunicación puede ser público o privado. Al

centrarnos en el poder público podemos observar cómo el Estado intercede en los

medios para configurar el imaginario social que más le conviene, es decir, que aunque el

Estado presupone la soberanía popular como principio de su propia verdad, la cual se

encarna en la Opinión Pública, es función del Estado controlarla. (Habermas, 2004,

p.262). Podemos realizar estudios de casos concretos de control de la identidad por

parte de la Administración Pública a través de los medios, como por ejemplo la creación

de espacios de comunicación por parte de los Gobiernos Autonómicos, para el cuál

realizaremos una aproximación al caso de la construcción del Espacio de Comunicación

2 Entendemos como publicity el uso del espacio periodístico/ comunicativo con fines publicitarios, es

decir que intente controlar la percepción del público sobre un tema concreto. Este término se relacionaría con el reclamo y propaganda comercial (Thompson, 1996, p.2).

5

Catalán y su vinculación con la identidad nacionalista (Jones, 2007, p.500). Es así como

podemos afirmar que la Opinión Pública domina pero no gobierna, realizando un

intercambio de deseos entre el Gobierno y quienes la ostentan (Habermas, 2004, p.263),

mostrando por lo tanto la existencia de estructuras de poder que la configuran.

A esta investigación habría que sumarle el estudio de las políticas de comunicación que

subyace en la creación del espacio de comunicación, estudio que se realiza a través del

análisis de las leyes que configuran los espacios comunicativos. En el caso español

señalamos la creación por un lado de un espacio nacional a través de la Constitución de

1978, en la cual la radiodifusión y la televisión se consideran servicios públicos

esenciales que actúan como vehículos de información y participación política de los

ciudadanos, cumpliendo el derecho recogido en el artículo 20 de la Constitución

Española. La llegada de la democracia a España también señala la puesta en marcha de

los espacios de comunicación por parte de territorios con una concepción nacionalista,

como el ya citado caso de Cataluña (Jones, 2007, p.500).

El reconocimiento de las identidades nacionales conllevaría una regulación del espacio

de comunicación español desde el Estatuto de RTVE de 1980, que sería modificado en

2006 y en 2010 a través de la Ley General del Audiovisual. Y, de igual manera, a través

de la Ley del Tercer Canal de Televisión (46/1983 del 26 de diciembre), se permitiría

crear espacios de comunicación regionales, propiciando la configuración de las

identidades nacionales/ culturales dentro de un mismo territorio. La puesta en marcha de

legislaciones que delimiten las actuaciones de los medios de comunicación forma parte

de una estructura político-económica, que a su vez refleja los intereses que llevan al

control de los medios por parte de los Gobiernos.

Llegamos así a plantear cómo los estudios que hasta ahora se han presentado sobre los

espacios de comunicación reflejan la importancia que los medios tienen a la hora de

construir la identidad de un grupo, ya sea bajo la premisa de una lengua común o de una

cultura que diferencia a sus ciudadanos del resto. Para ejemplificar este hecho podemos

seguir los ensayos sobre el Espacio de Comunicación Catalán, el cual se ejemplifica

como uno de los espacios de comunicación más desarrollados, junto a la difusión de la

identidad nacional, principal objetivo de los gobiernos catalanes.

La importancia de realizar este estudio reside por tanto en el valor de señalar las

estructuras de comunicación sobre las que se sostienen los espacios de comunicación y

6

cómo a través de estos se crea la identidad nacional y cultural de un territorio. El

objetivo del estudio busca establecer las características de los espacios de

comunicación, marcando cuáles son las relaciones de poder que pueden diferenciar a

unas identidades culturales de otras y el papel que juegan los medios en la creación de

estas diferencias.

En el caso de España las diferencias establecidas por los sistemas de medios dan la

posibilidad de que a través de los medios de comunicación autonómicos se desprenda

un discurso que puede o no ayudar a la configuración de una identidad propia. De esta

manera, el espacio público audiovisual español estaría caracterizado por el monopolio

que TVE desarrolló durante más de 30 años desde su creación, monopolio comunicativo

y lingüístico que a través de la lengua castellana buscaba implantar un modelo nacional

único (Gifreu, 1989, p.29). En el caso catalán, como un caso de estudio del espacio de

comunicación autonómico diferente al español, su sistema de medios es una de las

principales bases sobre las que se sostiene la construcción de la identidad nacional,

asentada en su sistema político, que ofrece una distinción con la identidad del resto de

España (Gifreu, 1989, p.27). Siguiendo esta línea cabe la posibilidad de señalar la

existencia de un espacio de comunicación arraigado al resto de Comunidades Históricas,

pues en la actualidad la configuración de algunas de ellas no ha sido establecida, aunque

sí se da una identidad cultural propia, como sería el ejemplo de Andalucía (Moreno,

2008). Esta identidad, en el caso andaluz, no podría basarse en la lengua, pero sí en otra

serie de características culturales las cuales serían objeto de estudio de una futura

investigación, permitiendo contemplar la posibilidad de una construcción identitaria

diferente que no tuviera a la lengua como principal discriminador. En el resto de

Comunidades Históricas la lengua sí está presente como un elemento identificador, lo

que facilitaría el estudio de la creación de su propio espacio de comunicación, aunque

siguiéramos investigando sobre el resto de principios que sustentan la identidad.

La importancia de exponer cuáles son las estructuras de medios que configuran una

identidad y bajo qué intereses responden son la principal justificación que atiende esta

investigación. En el caso de estudio que planteamos, el sistema catalán, si existen

estudios que avalan esta importancia3, pero no de igual manera en el resto de España,

3 Nos referimos a los estudios del Observatorio de Políticas de la Comunicación desarrollados por la Universidad

Autónoma de Cataluña, estudios que utilizaremos para sustentar algunas de las ideas plasmadas en esta investigación y que pueden consultarse en la web corporativa: http://www.portalcomunicacion.com/opc/esp/content.asp?id_seccio=41

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existiendo algunos indicios en Andalucía y en los estudios desarrollados desde el País

Vasco. Por todo ello, este primer estudio busca servir de inicio a una futura

investigación que pretenden exponer la existencia de estructuras comunicativas cuya

función es la de influir en la creación de identidad de los distintos grupos humanos que

compartan una misma cultura y territorio.

1.3 Hipótesis

Esta investigación parte de la hipótesis que busca exponer la influencia de las

estructuras de medios en la creación de espacios de comunicación en relación con

la identidad de un territorio. Esta hipótesis nace de la idea de que la identidad

nacional está sujeta a unos intereses políticos y económicos que se traducen en el

control de los medios de comunicación.

Para desarrollarla nos hemos basado en un razonamiento deductivo que estima como los

Gobiernos Autonómicos e incluso los Estados a través de leyes que benefician la

independencia informativa de sus autonomías, favorecen la creación de medios de

comunicación de ámbito regional, cuya principal función es la de transmitir los valores

y cultura asociada a cada territorio.

Partiendo de la observación y análisis de los estudios previos sobre Espacios de

Comunicación buscamos definir y categorizar este concepto, para posteriormente

estudiar su aplicación en la realidad. El siguiente paso sería analizar el concepto de

identidad cultural y nacional y su configuración a través de los medios y de los espacios

de comunicación.

Se trata de una investigación de carácter epistemológico, pues parte de un estudio de los

conceptos previos, es decir del propio conocimiento que tenemos sobre la realidad y,

posteriormente, prosigue con el análisis de las relaciones estructurales que se dan en la

construcción de los espacios. Una vez hayamos completado el estudio de dichos

conceptos y estructuras pasaríamos a su aplicación en la realidad, a través de la

aproximación al estudio del espacio de comunicación catalán.

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1.4 Objetivos

Los objetivos que plantea esta investigación pasan por definir qué entendemos por

espacio de comunicación y cómo este se compone de un sistema de medios, controlado

por los poderes económico-políticos. Seguidamente, planteamos la relación entre

espacio de comunicación y el concepto de esfera pública presentada por Jünger

Habermas. La esfera pública sería entonces un lugar donde se desarrollaría el debate del

cual surgiría una primera Opinión Pública, la cual sería posteriormente filtrado por los

medios de comunicación y los poderes estatales y privados, para lo cual debemos

analizar los espacios de debate que construyen los medios.

En cuanto al análisis de la identidad cultural, entendida como la identidad nacional que

configura a un grupo humano unido en torno a un territorio, buscamos analizar sus

orígenes y la relación con los espacios de comunicación. La descripción y el análisis de

dichos conceptos nos permitirían conocer el funcionamiento de los espacios de

comunicación, así como la creación de la identidad nacional.

Como último proceso y modo de ejemplificar los conceptos analizados, esta

investigación procederá a realizar una aproximación al estudio del Espacio de

Comunicación Catalán como caso de estudio práctico.

El objetivo final, que pretende ser un posterior proyecto de tesis doctoral, es el estudio

de los Espacios de Comunicación en las Comunidades consideradas históricas

(Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía) y su repercusión en la identidad de

territorial como unidad cultural. De este modo planteamos la posible existencia de una

identidad territorial que debiera estar configurada y difundida a través de un espacio de

comunicación concreto, estructurado en un sistema de medios. La posterior

investigación de Tesis Doctoral buscaría estudiar en qué consiste un espacio de

comunicación, los elementos que los sostienen y su puesta en práctica en las diferentes

Comunidades Históricas de España. El objetivo de este primer estudio es pues servir de

inicio y toma de contacto con los principales referentes bibliográficos y conceptuales

desde los que iniciar la posterior Tesis Doctoral, sirviendo así como toma de contacto y

reconocimiento del campo de investigación.

Por cumplir con el formato y profundidad exigido a un Trabajo Fin de Máster, solo

presentaremos los conceptos base sobre los que asentamos la investigación, así como

9

una primera aproximación al caso catalán, el cuál ha sido el espacio más desarrollado y

ofrece más material de estudio sobre el que iniciar este proyecto.

10

2. Enfoque metodológico

Para realizar esta investigación partimos de un enfoque estructuralista desde el cuál

pretendemos analizar las relaciones que se establecen en la configuración de un espacio

de comunicación.

Para ello debemos exponer primero qué entendemos por Estructura de la Información,

para lo cual nos valemos de la definición que da Miguel Urabayen (1988), el cual señala

que es “la disciplina que tiene por objeto de estudio el sistema constituido por los

medios de información periodística en un momento dado y en una zona geográfica

determinada, tanto en las relaciones de interacción de sus elementos como de éstos con

su totalidad y de ésta con el entorno dado” (p.53). En esta definición se marca varios

conceptos que debemos aclarar antes de proseguir la investigación, ya que serán la base

de nuestro estudio.

Así, debemos señalar qué entendemos por información y por comunicación. Estos dos

términos, esenciales para el estudio de los sistemas de medios, diferencian los dos

procesos que desarrolla el periodismo. Siguiendo al profesor Fernando Quirós (1991),

entendemos por información “el tratamiento que recibe aquello que se va a comunicar”

(p.23-24). Se le otorga de este modo una concepción dialéctica y se enmarca en un

proceso de actualidad, que expone como es una causa de relación inmediata entre el

mensaje y el receptor. La comunicación, y por tanto la acción de comunicar, se definiría

como “el resultado de informar” (Quirós, 1991, p.23-24), al cual se le otorgaría la

capacidad de retroalimentación como principal característica. Siguiendo a Urabayen

(1988), el término comunicación “supone la existencia o posibilidad de existencia de

una relación de doble sentido entre quien inicialmente envía la información y quien la

recibe” (p.10). Ambos conceptos forman parte de la Teoría General de la Información,

cuyo objeto propio de estudio sería el proceso de comunicación social, entendido en sus

relaciones dinámicas, en el análisis de sus elementos y en la consideración también del

contexto social y humano en el que realiza el proceso público de la comunicación

(Quirós, 1991, p.21). La Teoría de la Información analiza el desarrollo de la

información a través de los medios de comunicación colectiva, es decir los mass media,

a la vez que se encarga del estudiar los procesos de producción social del imaginario y

las mediaciones culturales (Sierra, 1999, p.21). Se trata de una teoría transdisciplinar,

pues para el estudio los medios de comunicación se añade a la corriente investigadora

11

conocida como Mass Communication Research, con conocimientos adquiridos por los

estudios humanísticos como las ciencias políticas o la historiografía (Sierra, 1999, p.21).

Desde la perspectiva de la Mass Communication Research, partimos del análisis de los

efectos que tienen los mensajes sobre la sociedad, entendiendo la sociedad como un

colectivo, del cual se puede estudiar sus comportamientos como masa. La Mass

Communication Research expone la relación entre la economía y la política sobre la

comunicación mediática, la cual se encarga de transmitir a su vez los modelos culturales

(López Gómez, 2007, p.14).

La relación de la Teoría de la Información con la Estructura de la Información viene

debido a que la Estructura es el resultado, es decir el sistema o método, que da la Teoría

de la Información como ciencia (López Gómez, 2007, p.25). De esta forma la

Estructura de la Información estudiaría la puesta en práctica, las transformaciones y las

relaciones de los sistemas, basándose en la Teoría de la Información, la cual se

fundamenta en un estudio de la realidad transdisciplinar.

Al realizar un análisis estructural debemos señalar el concepto de sistema como puesta

en práctica de la Estructura, así como explica Reig (1998), “todo sistema se deriva de

unas estructuras que a su vez están en relación” (p.22). La estructura sería por tanto una

abstracción que permite observar y analizar el sistema, creándose en torno a una

distribución ordenada en la cual se pueden observar sus componentes, sus elementos

están relacionados entre sí y son identificables. Como expone Urabayen, el concepto de

sistema es más amplio que el de estructura, pues aunque ambos se refieren a ideas de

totalidad y de relación entre sus elementos, el sistema abarca a la estructura y solo

delimitándolo se podría estudiar bajo el prisma del estructuralismo (Urabayen, 1988,

p.49).

Desde la Teoría de sistemas planteada por Luhmann (1998), podemos definir el sistema

como “el conjunto de características que, si fueran suprimidas, pondrían en cuestión el

objeto de dicho sistema” (p.27). Siguiendo a este autor, la sociedad sería un sistema

constituido por la comunicación (Luhmann, 1998, p.20), y como sistema atendería a una

serie de principios ordenados. Del mismo modo, la Estructura presenta un carácter de

sistema, y tal como afirma Lévi-Strauss (1995) en su obra de 1958 Antropología

estructural, “consiste en elementos tales que una modificación cualquiera en uno de

ellos entraña una modificación en todos los demás” (p.301). Por su parte Piaget (1999)

12

añade que la Estructura es un sistema de transformaciones que sigue unas leyes,

conservándose y aumentando dependiendo de dichas normas (p.6).

En el estudio de la Estructura hay que tener en cuenta las leyes que la rigen. Estas leyes

o principios, delimitados por Piaget, son: el principio de totalidad, el principio de

transformación y el principio de autorregulación. La totalidad señala que en una

estructura la suma de sus partes es más que el total y que las partes se subordinan al

todo. Al mismo tiempo, siguiendo el principio de transformación, las propiedades de la

estructura son estructurantes y estructuradas, lo que quiere decir que están en constante

transformación y esta transformación tiende a regularse. La autorregulación es la última

ley a la que Piaget somete las estructuras pues afirma que, gracias a esta

autorregulación, se conservan y tienden al hermetismo y a la estabilidad (Piaget, 1999,

pp.5-13). Siguiendo a Levi-Strauss y su concepción de Estructura, esta está compuesta

de cuatro características: tiene carácter de sistema, por lo que una modificación en una

de sus partes modifica el resto, pertenece a un grupo de transformaciones modelo4,

permite hacer previsiones siguiendo ese modelo y permite dar cuenta de los hechos

observados (Lévi-Strauss, 1995, p.301).

A partir de las definiciones de los autores reseñados, podemos exponer que la Estructura

es el resultado de la interacción de una serie de elementos, los cuáles atienden a unas

normas establecidas (Piaget, 1999, p.6). Los sujetos no tienen constancia de las

estructuras de cada sistema y los reproducen de forma automática, de esta manera los

hablantes no piensan en las estructuras lingüísticas cuando hablan. El sistema se puede

definir como el conjunto de relaciones y principios que ordenan un conglomerado y que

responde a unas leyes, una vez delimitado se puede observar el todo que compone.

Dentro del estructuralismo hay que tener en cuenta la diferencia entre Estructura y

Superestructura la cual reside, siguiendo la concepción de Marx (1859), en las

relaciones de la sociedad con el capital (p.8, prólogo). Así se pueden desarrollar ambos

conceptos como un esquema en el cual la Estructura forma la base, compuesta por las

4 Lévi Straus presenta su concepción de Estructura como un conjunto de modelos formales construidos a

partir de una realidad empírica. Así, estos modelos o conjuntos de “reglas” están relacionados entre sí y tienen carácter de subconjunto, es decir, están insertados en un modelo mayor. Un cambio en alguna de las partes afecta al todo, a la vez que el conocimiento del modelo mayor permite predecir los cambios en los modelos particulares. Al decir que pertenece a un grupo de “transformaciones modelo” nos referimos a que cada transformación o cambio afecta a un modelo de la misma familia (sistema) lo que lleva a que el conjunto de los cambios realizados constituyan a su vez grupos de modelos de transformaciones.

13

relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas, y la Superestructura estaría

en un grado superior aglutinando los fenómenos ideológicos y jurídico-políticos (Marx,

1859, pp.7-8). La Estructura, según Marx (1859), está sujeta a los modos de producción

y es en ella donde se producen los conflictos que generan cambios en el sistema (p.7).

La Superestructura deriva de la Estructura, interactuando con todos los fenómenos

ideológicos que establecen las personas y que legitiman a la propia Estructura. Así, en

nuestra investigación, nos ocuparíamos tanto de estudiar los modos de producción que

se dan en el ámbito de la comunicación, como las relaciones jurídico políticas que las

sustentan, es decir la Superestructura que legitima la Estructura comunicativa. Las

políticas de comunicación y las leyes que de ellas surgen estarían ubicadas dentro de la

Superestructura, derivando a su vez de la Estructura, y serían ellas las que transmitirían

la identificación cultural-nacional, las cuales son nuestro objeto de estudio.

Para estudiar la Etructura de la comunicación es necesario partir de la Teoría de la

Información, pues esta es la que ofrece la metodología transdisciplinar que permite el

análisis de todos los estudios que influyen en su configuración, ya sea el propio

estructuralismo, la historiografía, la política o la economía, así la Estructura nos ayuda a

unir la teoría y la práctica del periodismo.

Siguiendo a Urabayen (1988), el concepto de Estructura de la Información Periodística

sería la disciplina que tiene por objeto de estudio el sistema constituido por los medios

de información periodística (p.53). El sistema de medios de información periodística

cobra importancia debido a que la información no puede darse en abstracto, necesita de

los medios para materializarse y es el conjunto de esos medios lo que entendemos como

sistema. El sistema de medios forma una totalidad integrada que establece límites en

relación a un público, una zona geográfica y unos intereses políticos y culturales

(Urabayen, 1988, p.50-51).

Para Luhmann (1990), los sistemas sociales son autopoiéticos y autorreferentes, es decir

que se producen, mantienen y regulan por sí mismos (p.25), igual que haría el sistema

de medios de comunicación. La autopoiésis es la condición por la cual los sistemas

pueden cambiar no en el tiempo, sino cambiarse ellos mismos o cambiar a otra cosa. De

este modo los cambios estructurales se realizan situacionalmente, es decir, posibilitando

la continuación de la acción (Luhmann, 1998, pp.316-317). Los sistemas al ser

autorreferentes solo pueden referirse a sí mismos y a sus elementos, sirviéndose de ellos

14

para su construcción y reproducción (Luhmann, 1990, p.35). El sistema social está

formado por comunicaciones, relaciones entre sus partes, así una sociedad se compone

de subsistemas donde se desarrollan las diferentes estructuras (economía, política,

educación…) que le permiten avanzar gracias a la comunicación existente entre ellas

(Lumann, 1990, p.25). Siguiendo a Luhmann la comunicación puede generar la

autopoiésis de los sistemas sociales porque tiene todas las propiedades necesarias

(Luhmann, 1998, pp.57-58), siendo condición básica de los cambios que se genera en la

sociedad y de las estructuras que en ella se dan (Luhmann, 1998, pp.58-59). A través del

sistema de comunicación se materializa un sistema de economía de mercado para

regular la información. El sistema de economía de mercado se caracteriza por la

organización de la producción y los servicios atendiendo a las leyes de oferta y

demanda. De esta forma la comunicación pasaría a regularse a través de una estructura

que controlara su producción y es esta estructura, que responde al modelo económico de

mercado, la que estudiaríamos en esta investigación.

La Estructura de la Información señala las relaciones de los sistemas de medios que la

componen con las comunidades que constituyen sus audiencias potenciales. Así sirve de

motor del sistema social aunando sus diferentes ámbitos políticos, económicos y

sociales (Quirós, 1991, p.42). El sistema informativo es por tanto un sistema abierto,

con múltiples relaciones hacia su entorno social con el que mantiene un constante

feedback de influencias y modificaciones (Urabayen, 1988, p.52). Esto se traduciría en

que la Estructura del sistema de medios de un territorio debería responder a los intereses

sociales del mismo, y las relaciones entre los elementos que componen esta Estructura

serían parte de nuestro objeto de estudio.

Respecto a las audiencias, estas delimitan el sistema de medios en cuanto a su análisis

cuantitativo, pues miden la capacidad de disposición de la oferta informativa en la cual

participan (Quirós, 1991, p.42). Para delimitar las audiencias y establecer un análisis de

los sistemas de medios se deben tener en cuenta varios factores como los indicadores

económicos, educativos, antropológicos o poblacionales que configuran una comunidad

(Quirós, 1991, p.42). En nuestro estudio delimitaríamos las audiencias según el

territorio que ocupan, pues nuestro interés reside en observar cómo estas crean, o no,

una identidad cultural y nacional a través del sistema de medios que les corresponde.

15

Una vez señalados los conceptos claves de información, comunicación, estructura y

sistemas y su vínculo con el mercado podemos continuar con el análisis de las

relaciones que se establecen hasta llegar a construir un Espacio de Comunicación. Este

espacio nace de la influencia que los sistemas de medios de información poseen para

crear zonas de debate. De este modo el sistema de medios es el transmisor del poder,

que en el terreno de la información se trata de un poder para persuadir a los ciudadanos

con el fin de mantener un sistema estable. Por poder entendemos, siguiendo a Max

Weber (1964), “la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación

social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa

probabilidad” (p.43). La concepción que da Foucault (1979) de poder amplía esta visión

añadiendo que el poder es un tipo de relación entre sujetos (dominados y dominadores),

es múltiple y se establece por la lucha entre los mismos a través de las redes de poder.

Por lo tanto el poder no se posee, se ejerce. Los sujetos actúan no por la violencia sino

por la capacidad de unos de hacer que los otros actúen de una forma u otra a pesar de

que lo hicieran de forma distinta por sí mismos, estaría más vinculada a lo que

podríamos entender como manipulación, siendo productivo y no tanto represivo. El

poder, según Foucault, es algo que se da en movimiento a través de los individuos, que

circula y que funciona en cadena, no está por tanto localizado, está en constante

circulación a través de la red de individuos (Foucault, 1979, p.144).

Desde la perspectiva de Castells (2009), podemos dar la visión del poder como una

capacidad relacional y asimétrica que ejerce un actor social sobre las decisiones de otros

actores sociales, con el objetivo de influir y favorecer la posición de aquel que ostente el

poder (p.27). Esta definición de poder sigue la línea de correspondencia entre

dominadores y dominados, al igual que los autores señalados. Castells (2009) añade que

el ejercicio del poder conlleva la posibilidad de la coacción, unida a la construcción de

discursos que guíen a los dominados (p.27). El poder es pues la capacidad de una parte

de los actores sociales de construir los discursos que influyan en el resto, interviniendo

en sus acciones y decisiones para favorecer los intereses de los dominadores.

La relación entre sistemas de medios y poder buscan consolidar las estructuras, basadas

en sistemas no coyunturales. Así la Estructura estaría construida por las relaciones de

poder estable entre los diferentes sectores y empresas dominantes del país (Reig, 1998,

p.22). Las estructuras informativas tiene entonces el objetivo de control social que

ejercen a través de los sistemas de medios que las componen.

16

La relación poder y estructuras implica el estudio de las relaciones político económicas

que se dan en los sistemas de medios de comunicación. Esta investigación plantea el

estudio de las relaciones de poder que se dan en los sistemas de medios con el objetivo

de construir un mensaje sobre la identidad de la audiencia a la que se dirige, que en

términos de Foucault (1979) serían los sujetos a los que se destina el poder.

La investigación sobre los espacios de comunicación proseguiría con el estudio de las

estructuras económicas que los sostienen. De este modo entraríamos a analizar la

influencia de la Economía Política de la comunicación, entendida como la interacción

entre la información y el contexto socioeconómico y político (Reig, 1998, p.23).

Siguiendo a Moscó (2006) podemos dar una definición más ajustada de Economía

Política como “el estudio de las relaciones sociales, en particular de las relaciones de

poder, que constituyen entre sí la producción, distribución y consumo de recursos,

incluidos los recursos comunicativos” (p.59). Esta disciplina también se ocupa del

estudio del control y la supervivencia en la vida social, es decir del control de la

organización social y del control de la producción (Moscó, 2006, p.59). El interés de

incluir la perspectiva de la Economía Política en este estudio reside en la importancia

del análisis del proceso social que incluye esta disciplina, pues sitúa el cambio social

como eje sobre el que se desarrollan las estructuras, a la vez que señala como la

comunicación es un proceso social de cambio y construye significados (Moscó, 2006,

pp.67-68).

La Economía Política sostiene que el poder es central en la sociedad, distinguiendo

entre estructuras y procesos lo cual nos da un punto de partida de dichos procesos para

identificar las estructuras (Moscó, 2006, p.66). En la práctica esta cuestión se

desarrollaría mediante el estudio de los procesos económicos y políticos, investigando si

estos producen un cambio social, si existen intereses que los desarrollen y cuáles han

sido las estructuras que los han tramitado. Del mismo modo habría que analizar la

estructura de los medios informativos, contemplando especialmente las relaciones que

se establecen entre ellos mismos y el resto de poderes, pues como señala Mattelart

(Moscó, 2006, p.63), la comunicación es uno de los recursos principales de resistencia

al poder.

El análisis estructural que vamos a seguir para esta investigación buscaría conocer la

extensión de los sistemas de medios que componen un espacio de comunicación,

17

delimitándolo y señalando cómo son sus relaciones. Siguiendo el método propuesto por

Urabayen para realizar el análisis estructural de un espacio de comunicación

dividiríamos la investigación en diferentes estadios que estudiarían los datos básicos de

un territorio (geografía, demografía y procesos educativos) así como las relaciones de

poder que lo componen (sistema político, economía e historia reciente). Como elemento

en nuestra investigación tendrían un importante papel el estudio de la legislación

audiovisual y su gestación, la cual nos posibilitaría ver las relaciones entre el poder y

los sistemas de medios (Urabayen, 1988, p.138). A partir de dicha legislación y su

puesta en práctica buscaríamos estudiar cómo se han llevado a trámite la configuración

de los espacios de comunicación, y a través de las relaciones políticas si existen o no el

interés de crear una identidad nacional a través de los medios.

Tratándose de una investigación conceptual, la Estructura nos ayudaría a verificar si los

conocimientos teóricos tienen una repercusión en la práctica. De esta forma esta

investigación plantearía un estudio previo del estado de la cuestión y añadiría el estudio

de un caso real, en concreto plasmaría las características básicas del Espacio de

Comunicación Catalán y la transmisión de su identidad nacional.

18

3. Objeto de estudio

Los medios de comunicación pueden tener una importante influencia sobre la

concepción identitaria de los grupos sociales. A partir de esa premisa planteamos esta

investigación bajo tres ejes principales: la definición de espacio de comunicación, la

definición de identidad nacional y las relaciones de poder entre las estructuras

comunicativas para desarrollar el concepto de identidad nacional. A partir del desarrollo

de estos conceptos podemos crear una base de estudio desde la que observar cómo se

influye en las estructuras de los medios de comunicación en relación a la concepción

identitaria.

Para comprender las estructuras que mantienen a los medios de comunicación y las

relaciones de poder que entre ellas se producen es necesario partir de unas nociones

previas que muestren el estado de la cuestión, es decir el desarrollo de estudios

anteriores sobre los que basar esta investigación y que muestran la realidad actual. Al

ser una aproximación teórica a la existencia de los espacios de comunicación y su

influencia en la identidad nacional, este estudio no busca confirmar ni descubrir las

estructuras de los medios y su capacidad de dominio sobre los ciudadanos, sino plantear

las consideraciones previas para poder demostrarlo en una futura investigación. Como

ya se ha propuesto en la parte introductoria, este estudio busca ser un análisis previo de

la situación para desarrollar un análisis más profundo en una posterior investigación de

Tesis Doctoral en la que se busque demostrar la vinculación de los conceptos que aquí

se exponen.

3.1. El espacio de comunicación

El primer concepto que vamos a exponer es el término que articula este estudio, el

concepto espacio de comunicación. El espacio de comunicación, entendido como lugar

de debate social desde el cual se proponen las ideas y mensajes que mantiene a la

opinión pública (Habermas, 2004), unido a la idea de identidad nacional son los dos ejes

desde los que partimos para exponer la hipótesis de la influencia de los medios en la

creación de la identidad. Partiendo de la noción de espacio de comunicación vamos a

presentar qué se entiende por este concepto y lo que involucra. Para ello, estudiaremos

la teoría de las esferas públicas de Habermas, unida a las teorías sobre el espacio como

19

extensión donde se desarrolla y se dirige la comunicación. De esta manera para definir

espacio de comunicación vamos a partir de la exposición del concepto a través de su

relación con la esfera pública, haciendo especial hincapié en por qué es necesaria la idea

de este tipo de espacios y, posteriormente, la relación de este con la comunicación y la

creación de opinión.

3.1.1. Definición y características, a través de la esfera pública de Habermas

Para realizar una aproximación a la definición de espacio de comunicación nos

serviremos del concepto de esfera pública planteada por Jürgen Habermas (Habermas,

2004). De esta manera buscamos realizar una definición que contemple la concepción

espacial del término vinculándola a su relación con la Opinión Pública.

Al hablar de espacio de comunicación exponemos la naturaleza física del concepto, lo

que lo acercaría a su comprensión por parte de la sociedad. Siguiendo a Vicente

Romano, los espacios son importantes para la percepción humana pues ésta al ser

limitada los necesita para ubicar significados. Al hablar de espacios los entendemos

como territorios, con una extensión, una competencia y un poder estatal, es decir

limitados y proporcionados (Romano, 1998, pp.185-186). Según Romano la sociedad

necesita ubicar los conceptos para percibirlos, al hablar de espacios de comunicación

necesitamos darle un sentido físico para poder añadirlo a nuestra percepción. De esta

manera “la comunicación no solo está condicionada por los espacios, sino que ella

misma los crea y configura” (Romano, 1998, p.185), lo que significaría que la

comunicación, entendida como parte de la actuación social, se desarrolla en lugares

concretos los cuáles puede llegar a crear ella misma a través de las relaciones sociales

que configura (Romano, 1998, p.189).

El interés de un espacio donde se desarrolle la comunicación viene por la necesidad de

los seres humanos de establecer lugares de discusión donde se permita y estimulen las

manifestaciones espontáneas. Estos lugares no tienen por qué ser físicos, aunque si sea

necesario que exista una territorialidad que aúne a sus integrantes. De esta forma, el

espacio de comunicación se entendería no como un lugar físico sino como una zona de

debate, por lo que podríamos incluir los espacios creados a través de las nuevas

tecnologías. Al añadir la territorialidad física en el debate es necesario que exista un

20

elemento unificador entre los integrantes, es en este punto donde la lengua podría ser un

mecanismo de unión de los individuos, pues delimita un espacio cultural donde las

personas puedan expresarse en igualdad de términos (Romano, 1998, pp.186-87).

Desde la concepción de espacio de comunicación como lugar de debate podemos

continuar la definición a través de la teoría de Habermas sobre la esfera pública. La

definición de esfera pública de la que partimos la reseña Juan Carlos Velasco a partir de

los escritos del mismo Habermas:

Esfera pública/ publicidad: está configurada por aquellos espacios de

espontaneidad social libres tanto de interferencias estatales como de las

regulaciones del mercado y de los poderosos medios de comunicación.

[…] En términos normativos, la publicidad puede entenderse como aquel

espacio de encuentro entre sujetos libres e iguales que argumentan y

razonan en un proceso discursivo abierto dirigido al mutuo entendimiento.

(Velasco, 2003, p.170)

Para entender esta definición y vincularla a nuestro concepto de espacio de

comunicación debemos reseñar la concepción que Habermas hace de la esfera pública y

su relación con la publicidad, que se debe a la traducción de los términos que se utilizan

en la obra habermasiana. Habermas utiliza el vocablo alemán Öffenlinhkeit el cual

señala una “esfera en la que las personas privadas se reúnen en calidad de público”

(Habermas, 2004, p.65). En la obra Historia y crítica de la Opinión Publica, Habermas

expone el recorrido en la creación de la opinión pública entendida como un espacio

abierto al debate en el cual podían participar los individuos que poseyeran un cierto

status, interactuando como iguales (Habermas, 2004). Se entiende así como “el debate

de la vida pública”, término que inglés se conoce como plublicness (vida social pública)

y que se relaciona directamente con el término alemán utilizado por Habermas

(Thompson, 1996, p.82). Esfera pública y publicidad se equiparan al referirse a la

interacción entre iguales que construyen y difunden una opinión crítica, racional y libre.

La esfera pública se basa de esta manera en la publicidad representativa, es decir en

figuras públicas que representan un poder, pues están legitimados para opinar y para

legitimar el resto de opiniones. Para Habermas (2004), la opinión pública, que es la que

se construye en la esfera pública, “adquiere el sentido preciso de una opinión verdadera,

regenerada por la discusión crítica dentro de la esfera pública”(p.105), es decir, gracias

21

al debate crítico y racional generado en dicho ambiente se crea un juicio al que se le

otorga veracidad.

El espacio de debate que expone Habermas nace con el desarrollo de los centros de

sociabilidad (Thompson, 1996, p.83), así en su inicio son lugares físicos donde las

personas pueden discutir y generar una opinión libre, crítica y basada en la razón. Se

trata de un campo de la vida social en el que se formaría la opinión pública y todos los

ciudadanos tendrían acceso a él (Habermas, 1998). Estos espacios se desarrollarían con

las técnicas de comunicación, como sería la llegada de la prensa periódica, la cual desde

una perspectiva de prensa crítica y moral encauzaría las opiniones de la burguesía

(Thompson, 1996, p.83). Habermas dota a la esfera pública de tres condiciones: es

burguesa, liberal y democrática (González de Requena, 2011, p.25), y así lo señala en el

desarrollo de su Historia de la Opinión Pública, donde el concepto de publicidad y

opinión están ligados al desarrollo de la burguesía liberal, la cual tendría acceso y

crearía los espacios de debate necesarios para ello.

La esfera pública es un espacio alejado de la manipulación del poder y los medios, pero

la realidad de estos lugares es que en ellos la opinión pública puede ser deformada y

manipulada, pues de ella depende la cohesión social y la legitimación del poder

(Boladeras, 2011, p.53). Los medios de comunicación hacen así su aparición inicial

ligados a la mediación entre los públicos, como transmisores de la opinión pública

(Habermas, 1973, p.61), que más tarde se convertiría en influencia. Esta red de

contenidos que permiten la comunicación de las opiniones debe estar a disposición de

todos, así Habermas es consciente de la influencia de las nuevas tecnologías en su esfera

pública, por lo que la incluye en su dimensión discursiva, como “fenómeno social” que

depende de la práctica de la comunicación (Landi, 2013, p.66).

En el desarrollo del concepto de esfera pública Hannah Arendt da una revisión a los

planteamientos de Habermas que debemos tener en cuenta, señalando la necesidad de

expandirla para tener mayor capacidad de acción y desarrollarnos como humanos

(Arendt, 2011). Esta autora subraya la vinculación entre el poder y la esfera, pues señala

que es el poder el que mantiene la existencia de la esfera pública, potenciando el

discurso y la acción colectiva que deriva en la constitución de los gobiernos (Arednt,

2011, pp.221-222). De esta forma las instituciones y legislaciones se sostienen por el

amparo de la opinión pública, es decir por la unidad de los ciudadanos bajo unas

22

afirmaciones, lo que nos lleva a la creación del propio Estado. Es el sentido y los

objetivos compartidos por los ciudadanos, transmitidos por sus opiniones, los que crean

las instituciones y la legislación, materializa el poder y mantiene unido al pueblo

(Boladeras, 2001, p.65). Siguiendo a Foucault y su tesis sobre el alejamiento el Estado

de las necesidades de la población y del control directo, el poder sobre la opinión se

ejercería de forma persuasiva, a través de la dominación y la persuasión (Fidel y

Fernández, 2008, p.101), donde entrarían de lleno las estructuras de los medios de

comunicación.

Los medios de comunicación no solo sirven como mediadores para transmitir la opinión

generada por los ciudadanos, sino que también la mediatizan, es decir intervienen en

ella influyendo en la configuración de sus funciones (Fidel, 2011, p.80). Los medios de

comunicación se constituirían como la médula de la esfera pública política, donde los

ciudadanos tienen el derecho de participación en igualdad, y dichos medios filtran sus

opiniones (Habermas, 2009, p.133). La comunicación pública, es decir el ejercicio de la

comunicación dentro de los debates políticos públicos, orienta la formación de la

opinión y voluntad de los ciudadanos a la vez que insta a las instituciones a ser más

trasparentes a la vez que obliga al sistema político a adaptarse a las demandas de los

ciudadanos (Habermas, 2009, p.134).

Con la base del concepto de esfera pública, entendiendo su relación con el poder y los

medios de comunicación y sirviéndonos de la noción de espacio presentada, podríamos

aproximar una definición de espacio de comunicación, sustentándonos en la exposición

que hace Gifreu (1991) como aquella “capacidad efectiva de control sobre la

estructuración y el funcionamiento del sistema general de comunicación social presente

en un territorio dado” (p.28). De esta forma, según Gifreu, toda nación que busque su

continuidad necesita construir un espacio de comunicación, pues es donde se desarrollan

los mecanismos de control (Gifreu, 1991, pp.240-244). Esta concepción nos permite

afirmar que cuando nos referimos a un espacio de comunicación exponemos una

estructura que sostiene un lugar de debate y discusión pública, aunque controlada,

donde los medios de comunicación extraen y revierten las opiniones y posiciones de los

ciudadanos, los cuáles legitiman el poder político y éste a su vez influye nuevamente en

los debates. Los medios de comunicación servirían de mediadores entre los ciudadanos

y las instituciones, orientando los debates según los intereses del poder, ya esté en

manos de los sujetos o del Estado. Siguiendo a López Gómez, señalaríamos cómo la

23

esfera de la comunicación o espacio de comunicación está directamente relacionada con

la producción mediática de la comunicación (López Gómez, 2007, p.11).

Es este ejercicio de la comunicación como orientadora y su influencia en el poder la que

nos interesa estudiar para apoyar la hipótesis planteada de cómo los espacios de

comunicación pueden configurar una identidad, identidad que ya previamente tendría un

germen en la propia sociedad.

3.1.2. El espacio de comunicación como estructura, la mediatización de la

realidad.

Tal y como expone Habermas las opiniones públicas pueden manipularse pero no se

pueden adquirir ni sustraer al público sin su consentimiento (Habermas, 1998, p.444).

Es por ello que para incidir en la opinión pública los poderes se sirven de los medios de

comunicación, los cuáles ya hemos señalado median y mediatizan el debate.

Los medios de comunicación son los que construyen la experiencia de los individuos en

las sociedades modernas, actúan sobre sus hábitos y los influencian en los temas sobre

los que deben opinar. Permiten la estructuración de la realidad y configuran la relación

que los sujetos tienen con ella, concienciando a los espectadores y construyendo las

relaciones entre ellos y la realidad creada (Fidel y Fernández, 2008, p.103). El espacio

de comunicación se crea así como una estructura donde la esfera pública da más

dominio al poder comunicativo, entendido como “la posibilidad de producir

discursivamente motivaciones y convicciones compartidas que se concretan en una

voluntad común” (Boladeras, 2001, p.67). Los medios de comunicación forman parte

así de un sistema más amplio, conformado por el Estado en su totalidad, pues son los

encargados de reproducir los esquemas que lo mantienen (López Gómez, 2007, p.12).

De esta forma observamos cómo las estructuras de comunicación forman parte de

estructuras superiores, las cuales están entrelazadas por redes dependientes. En nuestro

caso los medios de comunicación actuarían como transmisores de la unidad, de

contenidos y de modelos comportamentales, entre dichas estructuras con el objeto de

intervenir en la conducta social, concretamente en la construcción de la identidad

(López Gómez, 2007, p.14).

24

Al configurarse como una estructura, el espacio de comunicación atiende a una serie de

elementos enlazados entre sí y que responden a unas normas (Piaget, 1999, p.6). El

enlace de los elementos de comunicación es el poder económico y político que domina

el espacio de comunicación, organizando los debates y orientando las opiniones que en

él se tratan. Los medios de comunicación insertos en esta estructura, y que configuran

un sistema de medios asociado a cada espacio de comunicación, pasarían a servir a los

grupos que ostenten el poder, llegando a influir y distorsionar la realidad que

representan (Boladeras, 2001, p.69). Al unir este hecho con el objeto de estudio que

persigue esta investigación, observamos que los medios de comunicación influyen en la

configuración de la realidad y sobre nuestra forma de concebirla y concienciarnos de

ella, pero lo más importante es que también pueden contribuir a la formación de la

identidad personal y colectiva (Fidel y Fernández, 2009, p.109), pues estas no son más

que realidades creadas por el imaginario social.

La estructura de medios de comunicación, inserta en el espacio de comunicación como

sistema, implica necesariamente el desarrollo de una economía política de las

comunicaciones que dota a los medios de una doble función. Así, implica la creación de

una plusvalía a través de la producción directa y el crecimiento de otros sectores

mediante la publicidad (López Gómez, 2007, pp.44-45). Estas relaciones económico-

políticas llevarían a difuminar los límites de Estructura y Superestructura, pues la

incidencia de los medios en la creación de ideología y en la Superestructura del propio

sistema capitalista vendría dada por la industrialización de dichos medios. Esta

industrialización se explica por la entrada en los mercados de los medios de

comunicación, entendidos como mercancías que se pueden acumular, transnacionalizar

o privatizar (López, Gómez, 2007, p.45).

Habermas señalaba que este proceso de industrialización de la cultura bajo el

capitalismo monopolístico conllevaría la desaparición de la esfera de comunicación

entendida como espacio abierto y democrático, pues la comunicación de masas implica

la manipulación de las conciencias (Bolaño, Mastrini y Sierra, 2005, p.42). Este estudio

mantiene la existencia de la esfera de comunicación como espacio de debate

manipulable, posicionándose de forma crítica ante la influencia capitalista en la

dominación de los medios de comunicación.

25

Otra de las funciones principales del sistema de medios de comunicación es reproducir

y reelaborar los mitos sociales, desempeñando un papel principal en la creación de los

espacios sociales y culturales. Estos espacios, potenciados por los sistemas de medios,

forman parte de la configuración de las estructuras sociales y culturales las cuáles

conforman los territorios aunque estos no estén delimitados linealmente, es decir no

sean territorios formalizados políticamente (Romano, 1998, p.187). Siguiendo a

Lippmann, los medios de comunicación son los principales creadores de imágenes

mentales del mundo exterior, ya que el mundo que nos rodea es demasiado amplio para

conocerlo de primera mano (Lippmann, 2003, p.33), lo que nos lleva a necesitar a los

medios de comunicación para que medien y canalicen la información.

Los espacios de comunicación son por tanto altamente manipulables, crean la realidad

social y cultural de los ciudadanos a través de los sistemas de medios que los

componen, los cuales son transmisores y mediatizadores de los debates y opiniones. La

mediatización a la que están expuestos deriva de la organización y jerarquización de las

informaciones, las cuáles se eligen en función de los intereses que el poder tenga en

cada momento (Fidel Borges, 2011, p.80). Se crea de este modo la agenda setting, la

posibilidad de los medios de comunicación de seleccionar los temas que pasaran a la

agenda de lo público, es decir a la opinión pública (Rodríguez Díaz, 2004, p.16).

3.1.3 Las políticas en el espacio de comunicación

Por políticas de comunicación entendemos el “conjunto de disposiciones tomadas por

instituciones y fuerzas políticas con el fin de ordenar las condiciones de comunicación

de la ciudadanía” (Sánchez Martínez, 2007, p.25). En este campo de estudio nos

encontramos también con los conceptos de política de prensa y política de medios, los

cuáles hacen referencia a las medidas gubernamentales para llevar a cabo la política de

la comunicación, siendo por tanto parte de ella (López Gómez, 2007, pp.25-26). La

materialización de estas políticas de comunicación se traduce en medidas de control e

intervención gubernamental en el terreno informativo, subvenciones estatales a ciertos

medios de comunicación, reglamentación de radiofrecuencias o establecimiento de

patrones técnicos (López Gómez, 2007, p.34). Se trata de una intervención por parte de

las instituciones políticas en los espacios de comunicación, ya sea de forma económica

o a través de una legislación concreta que afecte a la estructura comunicativa.

26

Todo el entramado cultural y económico se desenvuelve a su vez en un proceso de

globalización donde el capitalismo dispone las reglas de actuación. La globalización

añade al proceso político el fraccionamiento del ejercicio de la soberanía, anteriormente

ejecutado por el Estado (López Gómez, 2007, p.79).

Como ya hemos mencionado, dentro del espacio de comunicación se llevan a cabo

medidas que se delimitan dentro de lo que denominamos “economía política de las

comunicaciones”. Desde la definición que Moscó hace de la propia economía política

de las comunicaciones como el estudio de las relaciones de poder (Moscó, 1996, p.24),

se entrelaza la función cultural de los medios, como transmisores de identidades y

culturas, y sus funciones económicas de producción, distribución y consumo (Moscó,

1996, pp.2-3).

Las tendencias a la industrialización nos llevan a vincular estos procesos con la Mass

Communication Research y su estudio de la influencia de los mensajes en los públicos,

debido al papel que los medios de comunicación desempeñan en los mercados como

intermediadores entre las audiencias, entendidas como consumidores, y las empresas

(López Gómez, 2007, p.46). Entrando en el modelo culturalista volveríamos a situar a

los medios como difusores de los mensajes, mediando nuevamente entre la sociedad y

los poderes económico-políticos. La cultura está por tanto ligada directamente con las

estructuras políticas, las cuáles se desarrollan en un sistema capitalista (López Gómez,

2007, pp.12-13). El espacio público, donde se establecen las comunicaciones, está

doblemente inserto en los procesos de producción debido a que las estrategias de

comunicación se utilizarían tanto para estimular a los trabajadores como para mejorar la

imagen de las propias empresas (López Gómez, 2007, p.93).

Las políticas de comunicación se ocupan de la disposición de los recursos, legislaciones

y resto de medidas políticas y económicas para regular las estructuras informativas.

Todas estas medidas se llevarían a cabo por actores sociales legitimados por la

ciudadanía, como único medio para que sus decisiones sean aprobadas y aceptadas por

la sociedad. El Estado, como actor social, es el encargado de configurar las políticas de

comunicación, pudiéndolas entonces usar a su favor. El papel que tienen las políticas de

comunicación en la sociedad es estratégico, pues incide en la ciudadanía que lo toma

como servicio público (López Gómez, 2007, p.25). Como ya hemos señalado, el espacio

27

de comunicación genera opinión pública y el control del posicionamiento social es una

gran ventaja para quien lo domina.

El Estado a su vez se debe a unos intereses económicos y políticos que derivan del

contexto capitalista en el que se haya inserto. Es decir, responde ante el poder

económico de una serie de organizaciones que muestran su interés en el control de la

opinión pública. Hay que tener en cuenta que la cultura es una mercancía, que al

constituirse como tal se transforma en ideología y mantiene un interés (López Gómez,

2007, p.13). Siguiendo esta línea, en teoría, el gobierno expondría sus políticas a través

de comunicaciones institucionales, las cuáles se supone buscan ofrecer transparencia y

dotar las decisiones de talante democrático (López Gómez, 2007, p.27). Esto nos remite

a la parte teórica del estructuralismo, siguiendo a Quirós la información es el sistema-

motor del sistema social y ésta no puede entenderse aislada de la estructura social,

política y económica de cada país (Quirós, 1991, p.42). La estructura de la información

pone en relación la oferta de medios de comunicación con las audiencias (Quirós, 1991,

p.42). Son estos medios los que transmiten los intereses de los poderes político-

económicos dando a la información diferentes usos: estructurada, transmitiendo datos;

estructurante, reproduciendo códigos; o desestructurante, produciendo símbolos

(Quirós, 1991, p.40)

Las legislaciones que se llevan a cabo para incidir sobre cuestiones mediáticas en

España son consecuencia de las decisiones del Gobierno Central o de las instituciones

regionales a las que se dieron esa posibilidad a través de legislaciones concretas. Así

podemos señalar cómo la existencia de una primera Ley del Tercer Canal5 (1983)

derogada por la posterior Ley General de la Comunicación Audiovisual6 (2010), la cual

expone en su artículo 5 el “el derecho a que la comunicación audiovisual incluya una

programación en abierto que refleje la diversidad cultural y lingüística de la

ciudadanía”, incidiendo en que “las Comunidades Autónomas con lengua propia podrán

aprobar normas adicionales para los servicios de comunicación audiovisual de su

ámbito competencial con el fin de promover la producción audiovisual en su lengua

propia”. El hecho de que se posibilite a las Comunidades Autónomas emitir en su propia

lengua responde una demanda cultural e identitaria de los territorios en los que se

5 Ley 46/1983, de 26 de diciembre, reguladora del tercer canal de Televisión. Inscrita en el BOE el 5 de

enero de 1984. 6 Ley 7/2010, de 31 de marzo, General de la Comunicación Audiovisual. Inscrita en el BOE número 79 el

1 de abril de 2010

28

ubican dichas instituciones. Siguiendo a Romano, la percepción del espacio a través de

la lengua configura la realidad de los ciudadanos, pues la lengua no solo expresa sino

que también crea (Romano, 1998, p.186). El espacio territorial se enfrenta al espacio

cultural, lo que exige medidas políticas que otorguen a la ciudadanía la posibilidad de

expresar sus inquietudes identitarias. Ante ello, el Estado puede responder delimitando

las posibilidades de uso de las estructuras mediáticas o estableciendo un espacio de

comunicación controlado en el cual los medios de comunicación medien los debates y

configuren una opinión pública consecuente con los intereses político económicos.

3.2 La identidad: concepto y su uso por los medios

El concepto de identidad tiene múltiples definiciones, pues como expresa García

Gutiérrez (2009) impregna todas las realidades que nos rodean insistiendo en una

continua necesidad de ubicar a los individuos y situarlos en un marco conceptual. En su

relación con la cultura podemos partir de la noción de identidad como el conjunto de

elementos, situaciones y actitudes compartidas de manera diversa por los miembros de

un colectivo, como resultado de los procesos histórico-territoriales que configuran su

formación socio-económica (Lacomba, 2008, p.19) En esta línea dotamos al concepto

de identidad del rasgo de pertenencia a un grupo social, reconociéndose en una serie de

tradiciones, creencias, valores y actitudes los cuáles se expresan mediantes símbolos, es

decir una cultura común (Lacomba, 2008, p.19).

Todas las identidades están insertas en un sistema de representaciones y relaciones

sociales a la vez que necesitan del reconocimiento de los demás para instaurarse

(Guibernau, 2009, p.23). La identidad cultural de una comunidad surge por

contraposición a otra, creando un “nosotros” y un “ellos”. La comunicación de la

identidad se asienta en la diferenciación, marcando los atributos que se suponen

intrínsecos a un colectivo y que lo opone a otros (Sampedro, 2003, p.9). Las personas

son construcciones sociales cuya identidad depende de la interpretación que otros

individuos hagan de sus rasgos y por lo tanto pueden cambiar según las circunstancias y

el contexto que las rodea (Olivé, 1999, p.194). La identidad de cada individuo se

condiciona pues por la cultura en la que se inscribe, siendo a la vez la cultura un

conjunto de símbolos cuyo estudio corresponden a la semiótica (Geertz, 2003, p.20). Al

partir de esta concepción señalamos a la cultura como un concepto público que

29

pertenece a todo aquel individuo que es capaz de interpretarla y ponerla en práctica

(Geertz, 2003, pp.24-26), existiendo tantas culturas como grupos sociales.

Para proseguir con esta investigación utilizaremos el término cultura como concepto

semiótico que se traduce en el conjunto de mensajes creados por el hombre que un

grupo de individuos toma como propios, comparte y transmite, sirviéndose de ellos para

relacionarse consigo mismos, entre ellos y con el mundo (Geertz, 2003, p.215). La

cultura forma la identidad en cuanto instaura los símbolos que nos hace reconocernos y

relacionarnos con nosotros mismos y nuestro entorno, ubicándonos en un marco

significativo dentro del cual nos reconocemos (Geertz, 2003, p.215).

La culturas se ubican en espacios que, aunque no estén delimitados linealmente, se

entienden como espacios físicos donde se describen las relaciones y estructuras

sociales. Se ubican por tanto en espacios culturales, donde sus características se

transmiten y crean a través de un lenguaje común (Romano, 1998, p.187) y donde

juegan un papel fundamental los medios de comunicación como difusores de las

mismas. Lo denominamos espacio cultural debido a que corresponden con áreas donde

se desarrolla una misma cultura o una cultura con una misma referencia.

A través de los medios de comunicación se nos hacen llegar las representaciones e

imágenes de quiénes somos, situándonos en un colectivo y construyendo la identidad

individual y grupal (Sampedro, 2003, p.9). Estas imágenes y representaciones

responden a los intereses políticos y económicos, los cuáles inciden en los medios

orientando los mensajes a un modelo único que les reporte beneficios (Sampedro, 2003,

p.16).

La identidad, entendida como imagen de nosotros mismos y nuestro grupo, pasa a ser

un objeto de consumo que ofrecen los medios y, situada en un contexto capitalista, se

construye siguiendo la viabilidad de los objetivos. Así, si es rentable, los medios la

explotan (Sampedro, 2003, 17). La cultura tradicional se aleja en pos de construcciones

mediáticas influidas por los intereses económicos y políticos que sostienen las

estructuras de comunicación, las cuales ejercen como actor social (Sampedro, 2003,

p.23) y diseñarían sus propias políticas de comunicación.

Como ya hemos expuesto, los medios son los encargados de construir la realidad social

a través de sus mensajes, actuando sobre las percepciones del público y limitando su

30

interés a un número concreto de temas (Fidel y Fernández, 2008, p.102). En cuanto al

manejo de la identidad actúan de la misma forma, posicionando en la agenda setting las

noticias cuyo interés cultural beneficie a sus intereses y destacando las características

identitarias como método de cohesión. El uso de la identidad como conexión entre

individuos pertenece a la dimensión psicológica de la misma, la cual configura una

unión basada en la cercanía de sus miembros (Guibernau, 2009, p.27).

Es en la cercanía donde los medios pueden apoyar sus mensajes sobre identidad. Un

ejemplo que sostiene este estudio son los medios locales, los cuales cumplen funciones

socializadoras, relacionando y ofreciendo modelos culturales a la vez que conectan a los

individuos con su espacio a través de semejanzas y diferencias con otras comunidades

(Sampedro, 2003, p.33). Los medios locales serían los portadores de los símbolos más

directos de la identidad de cada comunidad, sosteniendo su legitimación en la cercanía

con sus miembros. Los mensajes culturales que lanzan buscan confirmar la identidad

más que informar (Sampedro, 2003, p.44), agrupando una identidad social frente a “los

otros”.

Finalmente, volviendo al concepto de identidad podríamos destacar la concepción de

Tajfel y Turner de la identidad social como la creencia de pertenencia a una misma

categoría social basada en unos atributos compartidos que diferencian a unos grupos de

otros (Canto y Moral, 2005, pp.60-61). De la disposición de un “nosotros” y un “ellos”

se valen los medios para acentuar las fronteras culturales, marcar los límites y

configurar una opinión en un espacio concreto.

3.2.1. La identidad como elemento unificador para la creación de espacios de

comunicación.

La creación de espacios a través de la cultura se establece por la dimensión territorial

que compone la identidad. Así los medios de comunicación se encargan de establecer y

concienciar a los individuos de la existencia de fronteras, dar a conocer a los distintos

pueblos que corresponden a la misma cultura y unificarlos bajo un mismo espacio

(Guibernau, 2009, pp.40-41). Esta noción de identidad en relación con el territorio nos

remite a una concepción étnica, en la cual los miembros de una misma cultura se

adscriben a una categoría que deben mantener, transmitir y cuyos símbolos deben dotar

31

de sentido constantemente como método de diferenciarse de los grupos vecinos que han

sido ubicados fuera de los límites de su espacio. La cultura marca frontera (Fernández

de Rota, 2005, pp.49-50) y los medios de comunicación son los encargados de difundir

donde estas se ubican.

Romano expone, a través de Ronneberger, la relación entre espacios, cultura y

comunicación señalando como los espacios culturales son creadores y estabilizadores de

la comunicación de masas, a la vez que los ámbitos de difusión de dichas

comunicaciones se corresponden con la extensión y el carácter de los espacios

(Romano, 1998, p.192). A partir de esta idea podemos apuntar que los medios se nutren

de los símbolos culturales erigidos en cada espacio y los revierten en los mismos,

retroalimentándose y configurando una imagen interesadas de la cultura y el territorio

donde se circunscriben.

El interés por el territorio viene dado por el interés en lo cercano. Así, aunque las

comunicaciones permiten establecer intercambios entre diferentes puntos

independientemente del espacio y el tiempo empleados, el interés por lo cercano

continúa aumentando (Romano, 1998, p.197). Este interés se traduce en el fomento del

regionalismo, el cual conlleva la autodeterminación de espacios dentro de áreas más

extensas, impulsando las peculiaridades culturales (Romano, 1998, p.197).

Es en estos espacios culturales más reducidos donde la Opinión Pública se desarrolla

más rápidamente, pues se asienta en la cercanía de los miembros. A partir del

conocimiento de un espacio y su cultura, los medios de comunicación podrían

manipular los mensajes más fácilmente, pues conocerían al público y compartirían sus

símbolos, legitimando así el mensaje. El uso de la identidad por los medios se traduciría

en una herramienta puesta al servicio de los intereses políticos y económicos, pues

asegura la cohesión de los individuos ante el mensaje.

3.3. La identidad nacional y los espacios de comunicación.

La identidad nacional incluye el concepto nación como espacio político que puede o no

estar configurado como un Estado. De esta forma se inserta el concepto de identidad en

el imaginario como una unidad política, económica y militar. Por identidad nacional

entendemos “el sentimiento colectivo asentado en la creencia de pertenecer a la misma

32

nación y de compartir muchos de los atributos que la hacen distinta a otras naciones”

(Guibernau, 2009, p.27)

Del concepto “nación” se derivan los movimientos sociales vinculados a razones

identitarias, los cuales a través de una unidad étnica, lingüística o cultural exigen

derechos legales y compensaciones a través del Estado y sus instituciones (Colom,

1998, p.51). Del mismo modo el Estado puede servirse de los movimientos identitarios

nacionalistas mediante su captación electoral, pues la participación política fundada en

el nacionalismo se puede utilizar como elemento de atracción de votantes a cambio de

favores políticos (Colom, 1998, p.60).

La identidad nacional como imaginario construido se sustenta en la afirmación de unos

atributos compartidos los cuales incluyen, siguiendo a Guibernau, cinco dimensiones:

psicológica, cultural, territorial, histórica y política. La dimensión psicológica se basa en

la cercanía entre los miembros, asentada en la creencia de una ascendencia común. La

dimensión cultural expone la unidad de valores, creencias y prácticas de un conjunto de

ciudadanos que reconocen como propias. En esta dimensión se incluye la lengua como

cohesionador, pues es a través de ella como se comunican los individuos y transmiten la

cultura. La dimensión histórica hace referencia al uso selectivo de la historia para

recrear la ascendencia y fortalecer los lazos de unión mediante el orgullo nacional. La

dimensión territorial sería una de las que más importantes en este trabajo, pues afirma

que el espacio y la conciencia de sus límites ayudan a construir la sensación de unidad

en el “nosotros” y el “ellos”. A esta dimensión se le unen los medios de comunicación

en su diferenciación en las informaciones nacionales e internacionales. Finalmente

existe una dimensión política en la que se establece la concepción Estado-Nación, pues

a través de una serie de legislaciones e instituciones se homogeneiza la cultura

(Guibernau, 2009, pp.27-43).

Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en las cinco dimensiones,

pues son los encargados de transmitirla al público ya sea a través de las informaciones

vertidas, la lengua que se utiliza o la propia representación de los valores sobre los que

se parte. La imagen de Nación se transmite por los medios dentro del sistema como

forma de asentar el imaginario (Guibernau, 2009, pp.45-46). Los poderes político -

económicos se valen de las estructuras comunicativas, así como de las instituciones

educativas, como plataformas desde las que moderar la opinión pública y controlar a la

33

ciudadanía, igualando sus identidades bajo una misma masa homogénea y manejable

(Guibernau, 2009, pp.53-55).

3.3.1. El interés de los medios en la identidad nacional: los espacios de

comunicación como elementos aglutinadores.

La Nación y la identidad nacional son por tanto construcciones sociales de las que se

valen los poderes político-económicos para conseguir sus intereses. La identidad que se

atribuye un grupo de individuos no solo responde a las características culturales que los

une sino que es resultado de una construcción previa. Los medios de comunicación

actúan como altavoces de esa construcción, fomentando la creencia de unión y

regulando las exigencias políticas que de ella parten.

Para regular la identidad nacional y sus intereses se construirían los espacios de

comunicación, configurándolos como una estructura de producción al servicio de la

superestructura política. Ésta superestructura sería la encargada de construir las

ideologías, entendidas como un sistema de creencias (Geertz, 2003, p.16), las cuáles

fluirían a través de los medios legitimando el sistema en el que se ubican.

En el caso español podemos observar la existencia de un espacio de comunicación sobre

el que asentar una identidad nacionalista al margen del Estado: el Espacio de

Comunicación Catalán. A partir la de creación de unos medios autonómicos y

asentándose en la existencia de una lengua diversa y una cultura particular, la cual se

refuerza mediante la transmisión de su dimensión histórica y una serie de valores, los

medios influyen en la opinión. A la vez la propia ciudadanía exige la construcción de un

espacio propio como forma de autodeterminación tras el debilitamiento de la misma por

las políticas franquistas (Jones, 2007, pp.500-501).

Los medios de comunicación son los encargados de mediatizar la Opinión Pública, tal y

como ya hemos señalado, son los responsables de situar los debates en los entornos

sociales. El debate de la identidad nacional sirve a los espacios de comunicación como

aglutinadores del público a la vez que es una herramienta de control político y

económico. En el caso de estudio sobre el espacio de comunicación catalán observamos

cómo los gobiernos sucedidos con la llegada de la democracia han potenciados los

sistemas de medios para asentar su propio espacio en contra del impuesto por el Estado

34

(Jones, 2007, p.505), sirviéndose de las medidas legislativas y del propio sentimiento de

la ciudadanía. En el caso de estudio realizaremos una aproximación a la utilización de la

estructura mediática para configurar la identidad en Cataluña, estudiando el proceso de

creación de la estructura y los intereses que la sustentaban.

De esta forma, el control de los medios posibilita la consecución de objetivos políticos

debido a su poder de influencia. En el sistema capitalista y globalizado en el que nos

situamos se incita la búsqueda de la rentabilidad económica, por lo que el espacio de

comunicación actuaría como plataforma desde la que exponer las mercancías a

consumir, siendo la identidad una de ellas y sometiéndose a la viabilidad económica

(Sampedro, 2003, pp.16-17). La identidad nacional es tanto un objetivo para los

espacios de comunicación, pues legitima su existencia, como una herramienta para

difundir su mensaje, pues se sirve del sentimiento de unión para transmitir las ideas.

La estructura de medios de comunicación transmite la identidad nacional como

elemento sobre el que construir el Estado-Nación, el cual a su vez se vale de la

estructura de medios para aplicar sus legislaciones políticas y económicas. Esta

interacción muestra el continuo flujo de relaciones sobre las que se basa el

estructuralismo.

El espacio de comunicación estudiado desde el estructuralismo permite de esta manera

ver como en un área geográfica determinada los sistemas de medios influyen en el

entorno y en la estructura que configura la Opinión Pública, manteniendo una constante

interacción con la superestructura, la cual extrae y revierte el sentimiento de identidad

nacional.

35

4. Casos de estudio

4.1. El espacio de comunicación catalán, aproximación a la construcción de la

identidad nacional a través de los sistemas de medios

La noción de Espacio de Comunicación Catalán ha sido desarrollada por investigadores

del Observatorio de políticas de comunicación de la Universidad Autónoma de

Barcelona, el cual tomaremos como guía para este estudio. Para acercarnos al análisis

de este concepto podemos partir de una de las dos aportaciones planteadas por sus

teóricos. Así encontramos un modelo de estudio que sitúa el espacio dentro del territorio

actual del Principado de Cataluña, defendido por Miquel de Moragas y Joan Corbella, y

otra corriente que señala a la lengua catalana como aglutinador histórico y cultural de

diversos territorios fuera de las fronteras autonómicas, defendida por Josep Gifreu y

María Corominas (Jones, 2007, p.501)

Partiendo de la concepción de Miquel de Moragas (2010), el Espacio de Comunicación

Catalán es “un lugar donde se produce circulación de información, se construye

comunicación propia y se produce identidad propia y transferible a la esfera

internacional” (p.8). Esta línea de pensamiento sitúa al catalán como unificador de todo

el territorio, pues a través de la lengua se busca transmitir y reivindicar una identidad

común. El eje lingüístico sería para Moragas uno de los pilares sobre el que se asienta

un espacio de comunicación, entendido como un espacio de debate donde tomar

conciencia de la identidad catalana y transmitir la cultura ligada a la lengua y al

territorio (Guimerá i Orts, 2013, pp. 261-262).

La creación del Espacio de Comunicación Catalán deviene de las políticas de

reconstrucción tras el franquismo, pues con la llegada de la democracia se intensificó la

necesidad de autoafirmación de la “catalanidad” y la creación de un sistema de medios

que difundiera la lengua y los valores que la dictadura había rechazado y ocultado

(Guimerá i Orts, 2013, p.258, Jones 2007, p.500). A esta necesidad se le unía las

corrientes académicas de los años 70, las cuáles promovían la creación de un espacio

comunicativo propio, independiente y que impulsara la cultura y la lengua catalana

(Jones, 2007, p.501). Desde el punto de vista empresarial, el franquismo había limitado

la expansión empresarial en cuanto a medios de comunicación en Cataluña,

favoreciendo la concentración de medios en Madrid e implantando la autarquía y la

36

prohibición de entrada de capital extranjero en los medios de comunicación social

(Jones, 2004, pp.5-6).

El recorrido histórico del Espacio de Comunicación Catalán tiene en la figura de Jordi

Pujol a un gran partícipe, pues como político conocía los beneficios de controlar un

sistema de medios de comunicación. De esta forma los Gobiernos de la Generalitat

asumieron la responsabilidad de fomentar la creación de una estructura mediática de

comunicación dentro de Cataluña, aplicando diversas leyes que promovían la fundación

de medios catalanes (Jones, 2007, p.505). Para ello una de las primeras medidas que se

tomaron fue la creación en 1983 de la Corporación Catalana de Radio y Televisión

(CCRT). A la vez, de forma privada, Pujol habría creado en 1981 la Fundación Catalana

de Comunicación, con el propósito de unificar criterios políticos y económicos, que se

traducirían en el fomento y subvenciones a medios independentistas (Jones, 2007,

pp.507-510). En materia de legislación la Generalitat se ha caracterizado por seguir una

línea de “hechos consumados”, es decir, ponía en marcha políticas de medios sin

autorización previa a la espera de una legislación favorable posterior (Guimerá i Orts,

2013, p.260).

La legislación catalana muestra la característica propia de todos los nacionalismos, así,

como señala Perfecto García: “los políticos nacionalistas plantean a los gobiernos

centrales la aceptación del llamado hecho diferencial distintivo, es decir el

reconocimiento, no solo de un status de privilegio regional dentro del Estado, sino

incluso el establecimiento de relaciones de igualdad política, social y económica de la

minoría nacionalista con la mayoría del Estado” (Perfecto García, 1999, p.229). Con

esta actitud política, la Generalitat se ve con la capacidad de tomar decisiones y legislar

acorde a un status de independencia del resto del Estado español, lo que se traduce en

medidas políticas que posteriormente deberán ser aprobadas por el Gobierno central.

Un ejemplo de las políticas anticipadas del nacionalismo catalán se observa en la misma

creación de la CCRTV, pues ya en las primeras elecciones autonómicas celebradas en

1980 y ganadas por CiU, con Jordi Pujol a la cabeza, la Generalitat aprobó por consenso

de todos los partidos representados la creación de una Corporación Catalana de Medios

Audiovisuales. Debido a las trabas impuestas desde Madrid, el proyecto no pudo

ratificarse hasta el 30 de mayo de 1983, dando pie a la creación de la ya citada

corporación (Gifreu, 2009, p.341). Sumamos que, aun existiendo la Ley del Tercer

37

Canal, la autorización para crear una televisión autonómica no llegaría hasta el 26 de

diciembre de 1984. Esto supondría que las emisiones de TV3 seguirían en un limbo

legal y, como expresa Gifreu, estarían boicoteadas por los servicios centrales de

comunicación estatal (TVE), los cuales entre otros se negaba a prestar la red de enlaces

para transmitir noticias o el acceso a las fuentes internacionales vía UER (Unión

Europea de radiodifusión). Este boicot se suavizaría con la llegada de Pilar Miró a la

dirección general de RTVE (Gifreu, 2009, p.342).

La legislación mediática y la lingüística han tenido un recorrido común, pues el uso de

la lengua ha sido desde el comienzo uno de los pilares básicos del espacio de

comunicación. Así, en 1983 el Parlamento Catalán promovió la Ley de Normalización

lingüística para fomentar el uso del catalán, ley que se ampliaría en 1997 con su

incursión en la Administración Pública (Jones, 2007, p.506). Esta ley haría referencia en

su preámbulo a la situación precaria del catalán debido a la falta de uso que de él hacían

los medios (Gifreu, 1989, p.72). También en 1983 se aprobó la ya mencionada Ley del

Tercer Canal, que permitía la creación de un canal de televisión autonómico y que

posteriormente se sustituiría con la Ley General del Audiovisual de 2010. Ambas leyes

reconocen en sus principios “El respeto al pluralismo político, religioso, social, cultural

y lingüístico” o, en el caso de la Ley General del Audiovisual, “el derecho a la

diversidad cultural y lingüística”, lo que lleva directamente a la promoción de la lengua

(BOE, 5 de enero 1984: artículo 5-C, BOE, 1 de abril 2010: artículo 5).

Aunque la primera ley que autorizaba a ello es de 1983, la televisión catalana ya emitía

en 1964 programas culturales durante las horas en las que TVE no retransmitía, a través

de la misma TVE de Cataluña. Más tarde, en 1973 nacía el programa Giravolt, de

Antoni Serra, el cuál a pesar de las limitaciones franquistas transmitía los valores

culturales asociados al catalanismo. Finalmente, el informativo Miramar comenzaba a

emitir en 1975, primero en castellano y luego en catalán (Schaaff, 2008). TV3

comenzaría a emitir el 10 de septiembre de 1983 en fase experimental, para comenzar

su programación regular el 16 de enero de 1984, gracias a la ley del Tercer Canal, la

cual permitía la creación de sociedades privadas a través de la CCRTV. La otra

sociedad que se crearía sería Catalunya Radio, para emisiones radiofónicas (Gifreu,

2009, p.341).

38

La CCRTV sería rebautizada en 2007 como Corporación Catalana de Medios

Audiovisuales (CCMA), cuyo objetivo sería consolidar el sistema de medios catalán y

fomentar la creación de nuevos canales. En la actualidad la CCMA cuenta con 5 canales

de televisión (TV3, EE, 3/24, Esport y Super3), a los que se les une TV3CAT para

emisiones fuera de Cataluña y TV3HD para emisiones en HD; tres emisoras de radio

(Catalunya Ràdio, Cataluña Información y Cataluña Música) y finalmente posee una

decena de portales y plataformas de internet7. En el sistema de medios también se

incluye la Agencia Catalana de Noticias, constituida en enero de 1999 con el objetivo de

prestar y gestionar “los servicios y actividades de comunicación escrita, radio y

televisión en el ámbito local y comarcal de las zonas de habla catalana, así como en el

ámbito del estado español”8.

En cuanto a la televisión privada no sería hasta 2003 cuando, con la llegada de la TDT,

se concedería al Grupo Godó un mix autonómico completo, lo que señala el apoyo

mutuo entre el grupo y los partidos nacionalistas. En 2006 se aprobarían las concesiones

a medios locales arraigados en Cataluña a través del anterior sistema analógico, con el

objetivo de fomentar el uso del catalán y difundir las costumbres locales. A través de

estas concesiones se fomentaría la creación de grupos multimedia, con el Grupo Godó a

la cabeza (Guimerá i Orts, 2013, p.259). Con sede en Cataluña existen otros grupos

mediáticos que no muestran un apoyo tan explícito por los Gobiernos nacionalistas,

estos son entre otros el Grupo Planeta, fundado en 1949 y vinculado al sector editorial;

Grupo Zeta, fundado en 1976; el Grupo Imagina, fundado en 2006, que proviene de la

unión de Mediapro y Globomedia y el grupo RBA Holding, fundada en 1981 y dedicada

al sector editorial.

Siguiendo el Informe de la Comunicación de 2011-2012, en Cataluña se identifican 14

grupos de comunicación que mantienen actividad en el territorio catalán, con una

facturación superior a los 100 millones de euros anuales. Estos grupos son: Grupo Prisa,

Planeta Corporación, Imagina, Mediaset España, Antena 3 TV, Vocento SA, Unidad

Editorial, Grupo Zeta, Editorial Prensa Ibérica, La Sexta SA, Grupo Godó, RBA, Hola y

7 Fuente: Oferta audiovisual de CCMA expuesta en el portal de la entidad:

http://www.ccma.cat/entitats/oferta_audiovisual_cat.htm consultado el 9/09/2014 8 Fuente: Empresas participantes de CCMA expuesta en el portal de la entidad:

http://www.ccma.cat/entitats/entitat_empreses_participades_cat.htm consultado el 9/09/2014

39

COPE9. Los grupos mencionados mantienen intereses tanto en prensa como en medios

audiovisuales y representan una gran parte del consumo mediático de los catalanes, lo

que supone una gran influencia sobre la opinión pública de ciudadanos (Almirón, 2013,

p.122). El resto de grupos mediáticos con menor facturación y los grupos públicos

también tienen un papel importante en la construcción de la opinión pública catalana,

aunque sus estructuras tengan un soporte más inestable debido a la crisis. Como afirma

Almirón, el modelo de financiación de los grupos mediáticos públicos ha sido

ampliamente discutido, pues la reducción de los presupuestos junto al menor ingreso

por publicidad han reavivado el debate sobre el rol y la legitimidad de dedicarles

grandes partidas económicas, con el resultado final de una reducción de su influencia

con el resto de las estructuras mediáticas españolas (Almirón, 2013, p.125)

Finalmente cabe señalar la entrada de capital extranjero a partir de 1986, con el ingreso

de España en la Unión Europea. Esta admisión significó la introducción de capital

proveniente de los países comunitarios en el sector comunicativo, que acentuaría la

desnacionalización de la economía catalana y la española en general. Las grandes

compañías de medios internacionales se posicionarían también en el sector

comunicativo catalán, introduciendo sus valores culturales y económicos (Jones, 2004,

pp.7-8). Siguiendo a Jones, podemos afirmar que la presencia de la globalización en

materia cultural en el Espacio de Comunicación Catalán es un hecho innegable, ante el

cuál se sigue intentando legislar para potenciar la cultura catalana con escasos

resultados, pues aunque se potencian los localismos el contenido final de la

programación sigue mostrando valores globalizados. Un ejemplo de ello fue la

intención de la Generalitat de Cataluña en 1999 de que las empresas de Hollywood

doblaran sus producciones al catalán (Jones, 2004, pp.8-9).

De esta forma coincidimos con Daniel Jones al afirmar que los Gobiernos Catalanes han

priorizado las políticas comunicativas y lingüísticas en torno a la creación del Espacio

de Comunicación Catalán, las cuales responden a intereses nacionalistas de CiU, partido

en el poder (Jones, 2007, p.505). Este hecho sustenta la hipótesis que inicia esta

investigación sobre la influencia de las estructuras en los espacios de comunicación.

Todo el interés en torno a la creación de canales y de la propia CCMA responde a

9 Grupos mediáticos referenciados en la tabla 1, construida a partir de datos ofrecidos por Amadeus-

Bureau van Dijk, en Almirón, N (2013): “Los grupos mediáticos”. En Civil i Serra, M., Blasco Gil, JJ., Guimerà i Orts, JA (Eds.), Informe de la Comunicación en Cataluña 2011-2012(pp.115-138). Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona.

40

motivos políticos y económicos, pues a través del control de los medios se llega a la

ciudadanía, inoculando los valores y principios que más interesan al poder. En la

medida que se pueden compartir los rasgos culturales e identitarios más se refuerzan

estos, y el poder se sitúa de este modo dentro de la cultura, ejerciendo control sobre la

misma (Fernández de la Rota, 2005, p.56). Los medios de comunicación actuarían como

mediadores entre los poderes políticos económicos y la sociedad, produciendo los

modelos culturales que más les convienen en cada momento (López Gómez, 2007, p.13)

Podemos señalar, siguiendo a Gifreu, que el interés político y económico de asentar la

identidad nacional catalana utiliza a los medios de comunicación priorizando una serie

de elementos, cómo son: el uso predominante del catalán, potenciar la producción

propia antes que la importación, apropiación de los productos culturales e incitación al

uso colectivo de los medios. Todo ello lleva a una final promoción del Espacio de

Comunicación Catalán, en el cual se refuerza la cooperación entre las comunidades

catalanas que beneficia a sus sectores económicos (Gifreu, 1989, p.97-98).

Como afirma Guimerá i Orts, el concepto de espacio de comunicación expone “las

necesidades de las naciones sin Estado a disponer de una capacidad efectiva de control

sobre la estructura general de la comunicación social” (Guimerá i Orts, 2013, p.264).

Con esto certifica que los espacios de comunicación son herramientas que se utilizan

para construir opinión pública y que en materia de identidad nacional puede establecerse

una opinión favorable a la independencia identitaria o la hegemonía de unas naciones

sobre otras. Es a través de estos espacios donde se incentiva la participación

democrática, pues sus sistemas de medios crean los mensajes que propician la

intervención electoral (Moragas, 2010, p.4)

El sistema de medios creado a través del Espacio de Comunicación Catalán ha

propiciado que muchas comunidades puedan ver reflejadas en los medios sus

costumbres y valores, reforzando el concepto de identidad cultural común en el espacio

territorial catalán (Guimerá i Orts, 2004, p.8). De este modo desde los localismos hasta

los colectivos más amplios se potencia la creencia en un sistema de valores comunes

que buscan construir una cultura nacional propia y que luchan contra los sistemas

impuestos por el exterior, los cuales se ven reforzados por la globalización. Aun así

retomamos a la posición de Jones al afirmar que la globalización cultural es un hecho en

la estructura de medios catalanes, pues los valores finales que emiten siguen

41

respondiendo a un sistema globalizado (Jones, 2007, p.201). La oportunidad de mostrar

los localismos sin una espectacularización previa, dando voz a los protagonistas,

favorece la cohesión, por lo que se buscaría a través de los medios de comunicación el

altavoz que les da a los grupos políticos, sociales, culturales e incluso económicos, la

ocasión de mostrar sus discursos y configurar una fuerte identidad cultural (Guimerá i

Orts, 2004, p.9). El uso del catalán, a través de su normalización lingüística en los

medios, es una herramienta más de cohesión e integración, pues unifica a un pueblo

entorno a una misma lengua través de la que se propagan los valores culturales

(Guimerá i Orts, 2004, pp.11-16). De este modo, a través del uso de los localismos y la

potenciación de la cultura catalana, se busca influir en la configuración identitaria, sin

dejar de lado la presencia globalizadora que se encuentra tras cada representación

cultural, pues aunque se ofrezca una visión local de la realidad ésta está adaptada a los

patrones culturales internacionales (Jones, 2004, pp.8-9).

Un resultado directo de las medidas llevadas a cabo para la creación del Espacio de

Comunicación Catalán son los datos sobre identidad que reflejan los barómetros del

CIS. Así, a través de las encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones

Sociológicas, podemos observar las respuestas dadas sobre el sentimiento nacional a lo

largo de distintos años, ofreciéndonos una visión general de la opinión de los

ciudadanos. Debemos señalar que las respuestas escogidas para este estudio responden

únicamente al sentimiento nacional, por lo que para dotarlas de la influencia de los

medios que suponemos, debemos realizar un análisis transversal de los datos de

audiencias. Al compaginar ambos datos podremos obtener una aproximación de la

influencia de los medios de comunicación en la proyección del sentimiento nacional.

En el Barómetro Autonómico Catalán de septiembre –octubre de 201210

, ante la

pregunta sobre el sentimiento español o catalán, los entrevistados respondieron en un

29.2% que se sentían más catalanes que españoles y un 21.9% que se sentían

únicamente catalanes. Esto se traduce en que un 51.1% de los entrevistados priorizaba

ser catalán a ser español. La encuesta se completa con el 34.3% que respondían sentirse

tan catalanes como españoles y un total del 12.9 que se decantaban por el sentimiento

español. Estos cifras se pueden comparar con los datos sobre la población completa de

10

CIS. Estudio nº 2.956. Barómetro autonómico (III). (Comunidad autónoma de Cataluña) Septiembre-Octubre 2012. Corresponde a la pregunta número 37: “¿Con cuál de las siguientes frases se identifica Ud. en mayor medida?” sobre un total de 1186 respuestas. Hemos elegido el barómetro de 2012 pues es el último que recoge los datos a nivel autonómico, pudiendo seleccionar únicamente la muestra catalana.

42

España, que muestran como sólo un 16.1% de entrevistados señalaban que se sentían

más de su comunidad autónoma que españoles. Así mismo cabe señalar que el 53.9%

respondía que se sentía tan español como de su comunidad autónoma11

. La comparación

general con los datos de los encuestados catalanes, exponen que los ciudadanos de

Cataluña muestran un sentimiento nacionalista, vinculado a su Comunidad Autónoma,

más arraigado que el sentimiento de pertenencia al Estado español.

Si comparamos las respuestas dadas en 2012 sobre identidad catalana con las dadas en

199512

, encontramos que: el 19.3% señalaban que se sentía más catalán que español y el

12.0% afirmaba su sentimiento únicamente catalán, los dos juntos sumaban que sólo el

31.3% priorizaba su identidad nacionalista catalana. Estos datos contrastan con el 16.8%

que respondieron que solo se sentían españoles, y la importante cifra del 42.1% que

equiparaba el sentimiento nacionalista con el español. En estas respuestas cabe destacar

que del total de los encuestados solo el 22.7% era votante de partidos nacionalistas

(18.8 % CiU y 3.9% ERC), en 201213

esa cifra subiría diez puntos hasta el 32.7%

(24.5% CiU y 8.2% ERC) de personas que afirmaban haber votado a un partido

nacionalista en las elecciones generales anteriores.

Las cifras expuestas señalan un avance en el sentimiento catalán de las personas

encuestadas, que se reflejan tanto en las respuestas sobre su identidad como en el

aumento de votos a partidos nacionalistas. Estos datos se corresponden con nuestra

hipótesis de partida, pues al añadir el análisis transversal de los datos de audiencias

observamos que el 43.3% de los encuestados en 1995 declaraba informase a través de

TV3. En 2012, siguiendo la Encuesta General de Medios14

, TV3 se situaba en el noveno

puesto de canales más visto con el 2.2% de share, cuota de pantalla que mantiene

actualmente, siendo el segundo canal autonómico más visto, por detrás de Canal Sur.

Con todo ello podemos vincular los datos de nacionalismo a los cifras de seguimiento

de medios autonómicos, señalando a la televisión como ejemplo por ser el medio con

11

CIS. Estudio nº 2.956. Barómetro autonómico (III) Septiembre-Octubre 2012. Corresponde a la pregunta número 37: “¿Con cuál de las siguientes frases se identifica Ud. en mayor medida?” sobre un total de 11180 respuestas. 12

CIS. Estudio nº 2137. Percepción de la realidad sociopolítica en Cataluña (I). 20 de febrero de 1995. Corresponden a la pregunta 18: “¿Con cuál de las siguientes frases se identificaría Vd. en mayor medida?” sobre un total de 1990 respuestas; y la pregunta 12 “Suponiendo que mañana se celebrasen elecciones generales, es decir, al Parlamento español, ¿a qué partido votaría Vd.?” sobre un total de 1984 respuestas. 13

CIS. Estudio nº 2.956. Barómetro autonómico (III) Septiembre-Octubre 2012. Corresponde a la pregunta 42ª “¿Y podría decirme a qué partido o coalición votó?” sobre un total de 889 respuestas. 14

Encuesta General de Medios, año móvil octubre 2012 a mayo 2013

43

más índice de penetración (el 89.2 en el año estudiado). La estructura mediática creada

en Cataluña favorece que los medios catalanes expongan una visión nacionalista en su

programación que, unida a una serie de medidas políticas en torno a la educación

lingüística y el fomento de la producción propia, influirían en el sentimiento final de los

ciudadanos (Guimerá i Orts, 2013, p.263).

La vinculación entre identidad nacional y estructuras mediáticas se muestra a través de

las cifras dadas, descubriendo la relación entre partidos nacionalistas, subida de la

audiencia en los medios de comunicación y finalmente, la transformación en las

designaciones identitarias.

Como expone Gibernau (2009), citando a Melucci, “la identidad es la capacidad

reflexiva para producir conciencia de acción” (pp.23-24), lo que lleva a la creación de

representaciones simbólicas de la propia identidad. Estas representaciones son las que

los medios intentan difundir, incidiendo en los individuos y creando el sentimiento

identitarios, en un entorno y estructura concretos. Estos individuos acaban afirmando su

identidad sobre una cultura e historia común, que se construye a su vez a través de la

lengua y un sistema de parentescos que los unifican, en torno a una religión y sistema de

valores colectivos (Gibernau, 2009, p.26). Sumamos la visión de Fernández de Rota

(2005), quien expone en palabras de Taylor que “la etnia es ante todo una categoría de

adscripción cuya continuidad depende del mantenimiento de una frontera” (p.49) es

decir, la frontera política necesita de una categorización cultural, en la cual la lengua

incidiría positivamente en la diferenciación, para distinguirse de los grupos vecinos y

aumentar el sentimiento nacionalista.

Tras los datos ofrecidos y siguiendo a Guimerá i Orts, coincidimos en que el Espacio de

Comunicación Catalán, al igual que el resto de espacios comunicativos, necesitan de

una serie de elementos que los caracterizan y de los que se valen para la construcción de

la identidad nacional. Estos son: el uso predominante de una lengua común que los

diferencia del resto de territorios, la apropiación de unos valores culturales que se

expongan través de los medios de comunicación, el desarrollo de políticas económicas

proteccionistas que impulse la producción propia, el aumento de ayudas y financiación a

los medios de comunicación y el control de la opinión pública a través de la

autolegitimación gubernamental, la creación de espacios de debate y la formación de

una conciencia ciudadana que potencie la cohesión (Guimerá i Orts, 2013, pp.261-262).

44

Para finalizar, podemos afirmar que el Espacio de Comunicación Catalán responde a un

sistema de medidas que buscan promover los intereses políticos y económicos de los

que sustentan el poder, el cual a su vez se inserta en la misma cultura nacionalista. Los

medios de comunicación son por tanto herramientas a través de las que hacer llegar un

mensaje previamente pactado por los poderes y que busca la cohesión social de un

pueblo en torno a unos valores. Estos valores responden de nuevo a los intereses de

dichos poderes, cerrando el círculo en el cual poder, medios de comunicación, cultura e

identidad crean lo que denominamos Espacio de Comunicación.

45

5. Conclusiones y resultados

Tras el estudio de los diversos conceptos y las relaciones que se han mostrado en esta

investigación, la cual ha finalizado con el ejemplo práctico del caso catalán, podemos

verificar que la hipótesis que ofrecimos al principio es verosímil, pues hemos podido

comprobar la relación existente entre las estructuras de medios y la creación de espacios

de comunicación, así como la posterior influencia de los mismos en la configuración de

la identidad territorial.

En los objetivos señalados inicialmente, expusimos la búsqueda de la definición del

concepto de Espacio de Comunicación. El desarrollo de este concepto se ha derivado de

la relación con las esferas de debate presentadas principalmente por Habermas. Así,

siguiendo las teoría de este autor, hemos podido presentar una relación entre el concepto

Esfera Pública y Espacio de Comunicación, entendidos como aquellos lugares de debate

público donde se construye la Opinión Pública (Habermas, 1982).

La esfera pública se configura por tanto como el lugar donde se representa el poder,

entendido éste como el sistema de relaciones entre actores sociales que incide en las

decisiones del resto de actores, dividiéndolos entre dominados y dominadores (Castells,

2009; Foucault, 1979). No se trata de una concepción del poder violenta, sino que

trabaja por la legitimación de las posiciones de unos actores sobre otros a través de la

incidencia en sus discursos. Estas esferas de comunicación se construyen para la

legitimación de los poderes. Por ello, siguiendo a Habermas, hemos podido configurar

una concepción final de espacio de comunicación como zona de debate, el cual se

transite a través de los medios de comunicación, y se crea en torno a una sociedad

burguesa, liberal y demócrata (Habermas, 1982).

La concepción señalada se apoya a su vez en las teorías de Arendt vinculando el poder a

la esfera pública (Arendt, 1958). Es a través de esta autora desde la que hemos expuesto

cómo la opinión pública que se crea en estos espacios es la encargada de materializar las

instituciones y el propio poder del Estado. El poder legitimado se vincula de nuevo con

la opinión pública a través de su transmisión por los medios de comunicación, los cuáles

responden al derecho democrático de todos los ciudadanos de participar en las

decisiones del Estado a la vez que para el mismo Estado es un impulso para exponer su

transparencia (López Gómez, 2007).

46

Finalmente, a través de estas teorías podemos recalcar la definición dada de espacios de

comunicación como los lugares con la capacidad de control sobre las estructuras de

medios ubicadas dentro de un territorio (Gifreu, 1989). La composición de los mismos

responde a la vinculación entre el debate político generador de opinión pública, los

medios de comunicación como transmisores de la misma y finalmente el territorio como

espacio aglutinador donde se desarrolla dicha opinión y donde se ubican los medios.

Tras el estudio realizado es importante insistir en la función mediatizadora y mediadora

de los espacios de comunicación, pues no solo transmiten la opinión pública sino que la

construyen, interviniendo en su creación (Fidel, 2011).

Al configurarse como estructuras los medios de comunicación responden a una serie de

relaciones y normas que le hacen estar al servicio de los poderes político-económicos

que la sustentan (Quirós, 1991). Tal y como hemos expuesto en el estudio esto se

relaciona con la Economía Política de las Comunicaciones debido a que dota a los

medios de una doble función de creación de contenidos y de transmisión y publicación

de los mismos. Este hecho conlleva la industrialización de los medios de comunicación,

lo que implica que puedan ser privatizados, acumulados y se integren en un proceso de

transnacionalización, facilitando las posibilidades de que sean manipulados.

Es en este momento cuando vinculábamos la creación de los espacios de comunicación

con la identidad, pues esta como cualquier otra realidad social es una construcción del

imaginario. Hemos definido la identidad como el conjunto de símbolos compartidos por

un grupo social que se reconoce como tal, que se ubica en un espacio determinado y que

es resultado de unos procesos históricos- territoriales (Guibernau, 2009). Este concepto

de identidad es el que transmiten los medios a partir de los intereses de los poderes

económico-políticos. La percepción de un espacio cultural común responde a un interés

en consumo, pues sin olvidar que estamos insertos en un entorno globalizado, los

medios venden una cultura que ha sido creada a través de legislaciones.

La identidad nacional que hemos expuesto se sustenta por tanto en políticas que buscan

aglutinar a los ciudadanos para su mejor control y que respondan a los intereses de los

mercados.

La construcción de los espacios de comunicación y su relación con la identidad es por

tanto la respuesta a unos intereses políticos y económicos que se sirven de las

estructuras de medios para crear y transmitir sus mensajes. Como hemos podido

47

observar en el ejemplo del Espacio de Comunicación Catalá, este respondía a la

necesidad de autoafirmación de su cultura (Guimerá i Orts, 2013; Jones 2007),

potenciada por los intereses nacionalistas, las cuales a su vez marcaron una serie de

estrategias de políticas de hechos consumados. Estas políticas se tradujeron en la

creación de los sistemas de medios vinculados al Espacio de Comunicación Catalán,

que transmitía una identificación cultural y lingüística.

Hemos podido observar el recorrido histórico de la creación del sistema de medios

catalán, para terminar en la relación existente entre su audiencia y la autoafirmación

nacionalista que exponen las encuestas del CIS. Estos primeros datos sirven como inicio

a una posterior Tesis Doctoral que exponga de forma más detallada la relación identidad

y espacios de comunicación, no solo en el ámbito catalán sino también en el resto de

Comunidades Históricas que componen España.

Esta investigación sirve pues para señalar el punto de partida de la Tesis Doctoral,

exponiendo, como conclusión general de esta aproximación al objeto de estudio, la

existencia de relaciones entre los espacios de comunicación y las identidades

territoriales, ya sea como transmisores o constructores de las mismas. El camino

iniciado proseguirá con la búsqueda de las características que componen los espacios de

comunicación y si estos pueden o no basarse en particularidades culturales o necesitan

de una lengua que los sostenga. De la misma forma buscaremos crear un modelo sobre

el que encajar estas características y que sirva de referencia para ubicar las estructuras

mediáticas de cada territorios.

Las primeras aportaciones dadas desde este estudio nos sirven de apoyo y de guía para

continuar la investigación, dándonos un primer contacto con los principales teóricos y

abriéndonos al resto de bibliografía necesaria para comprender todo el objeto de

estudio. Los vacíos que hemos encontrado nos permiten a su vez conocer en qué

debemos incidir en nuestra posterior investigación, reconociendo la necesidad de

estudiar más a fondo las teorías sobre configuración de los Estados y las relaciones que

los componen, así como los estudios sobre identidad y nacionalismos, pues desde este

primer estudio solo hemos realizado una aproximación teórica. La existencia de muchos

otros autores nos afirman la necesidad de un estudio en profundidad para la correcta

interpretación de la realidad que exponemos, pues reconocemos su complejidad y

constante cambio debido a la actualidad social a la que está sometida. De esta manera

48

nos mostramos abiertos a todas las aportaciones que desde una perspectiva

estructuralista, desde la que nos ubicamos, puedan ofrecer nuevas interpretaciones que

mejoren nuestro estudio.

Este Trabajo Fin de Máster nos ha ofrecido la posibilidad de aproximarnos a un objeto

de estudio que promete interesantes líneas de trabajo, las cuales se desarrollan

actualmente en nuestro entorno y se sitúan en las cabeceras de los principales medios.

Es por ello que queremos señalar la necesidad de continuar con esta línea de estudio

para exponer la realidad social en la que se encuentra inserto nuestro país, continuando

desde la Universidad de Sevilla con el desarrollo de investigaciones sobre espacios de

comunicación y territorialidad.

Esta línea de trabajo busca en definitiva servir de inicio para el aporte desde nuestro

centro de una perspectiva que relacione la comunicación con la creación de identidades

territoriales en España, trabajo que ya se lleva realizando desde otras Facultades de

Comunicación ubicadas en las Comunidades llamadas históricas y que creemos debe

proseguir en la nuestra.

49

6. Bibliografía

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el BOE el 5 de enero de 1984.

Ley 7/2010, de 31 de marzo, General de la Comunicación Audiovisual. Inscrita en el

BOE número 79 el 1 de abril de 2010