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Tolerancia a la frustración Pág. 1 de 3 C/ Manel Farrés, núm. 15 – 08172 Sant Cugat / 935836022 [email protected] NIF J65844417 www.sesmiloschilman.com TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN Muchos de nuestros hijos poseen una baja capacidad de tolerancia a la frustración, y éste es un aspecto esencial en el desarrollo de la persona. Por este motivo, nos disponemos a definir este término y a recomendar una serie de acciones facilitadoras para mejorar este aspecto. La Tolerancia a la Frustración es “El arte de aceptación de aquellas cosas que, a pesar de que no pueden ser modificadas, no encajan en nuestros esquemas y deseos”. En la vida, nos frustramos constantemente, pero muchas veces, los adultos tratamos de evitar este fenómeno a los hijos, para proteger a nuestros pequeños. Por ejemplo, dejándoles ganar en una partida de un juego, o proporcionándoles aquello solicitado durante una rabieta. Procurar complacer siempre a los niñoss con el objetivo de que no se sientan frustrados ante las diversas situaciones y adversidades, no les beneficia en su desarrollo personal. Cuando los niños crezcan no serán capaces de afrontar circunstancias de fracaso, y aunque nos asombre, tampoco a las de éxito. Si no educamos a nuestros hijos para aceptar los fracasos, pueden llegar a desarrollar actitudes de riesgo en un futuro. Podemos resumir que los niños con poca tolerancia a la frustración son más exigentes, impulsivos, impacientes, tienen mayores dificultades para controlar emociones, requieren inmediatez ante sus necesidades (no sabiendo esperar, y produciéndose reacciones de rabietas o llantos), disponen de una baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad, y les cuesta comprender los límites siendo más egocéntricos. Son más radicales en sus razonamientos, pasando a extremos sin tener términos medios. La no tolerancia a la frustración se produce en personas sin ninguna psicopatología, no obstante, también está presente en algunos trastornos psicológicos. En el primer caso, podemos afirmar que existe más tendencia a desarrollar cuadros de ansiedad o depresión ante conflictos, baja autoestima y algunos problemas de conducta. Su origen en personas sanas podría ser debido por haber crecido en ambientes parentales de sobreprotección, o bien donde las necesidades del bebé o niño se satisfacían de manera inmediata. En el segundo caso, podemos encontrar trastornos de la personalidad borderline, trastornos por déficit de atención con hiperactividad, trastornos de ansiedad, trastornos por estrés postraumático, depresión, autismo, etc. En algunos casos, como en los niños con TDAH, se presentan mayores problemas de aprendizaje de la tolerancia a la frustración. Uno de los motivos es la dificultad existente en la inhibición y regulación de sus propias emociones, así como la dificultad en aceptar la demora en las gratificaciones, requiriendo consecuencias positivas inmediatas. En el caso de niños con autismo, además se dan deficientes estrategias para afrontar problemas cotidianos, y dificultades interpretando los indicadores sociales. Es también importante no olvidar la parte biológica. Pueden existir alteraciones en la actividad del cerebro, así como modificaciones hormonales que pueden producir una irritabilidad que genere frustración. Esto significa que es importante evaluar los niveles hormonales de tiroides, glucosa, estrógenos, progesterona, etc., para descartar causa fisiológica ante la frustración.

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C/ Manel Farrés, núm. 15 – 08172 Sant Cugat / 935836022 [email protected] NIF J65844417 www.sesmiloschilman.com

TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN Muchos de nuestros hijos poseen una baja capacidad de tolerancia a la frustración, y éste es un aspecto esencial en el desarrollo de la persona. Por este motivo, nos disponemos a definir este término y a recomendar una serie de acciones facilitadoras para mejorar este aspecto. La Tolerancia a la Frustración es “El arte de aceptación de aquellas cosas que, a pesar de que no pueden ser modificadas, no encajan en nuestros esquemas y deseos”. En la vida, nos frustramos constantemente, pero muchas veces, los adultos tratamos de evitar este fenómeno a los hijos, para proteger a nuestros pequeños. Por ejemplo, dejándoles ganar en una partida de un juego, o proporcionándoles aquello solicitado durante una rabieta. Procurar complacer siempre a los niñoss con el objetivo de que no se sientan frustrados ante las diversas situaciones y adversidades, no les beneficia en su desarrollo personal. Cuando los niños crezcan no serán capaces de afrontar circunstancias de fracaso, y aunque nos asombre, tampoco a las de éxito. Si no educamos a nuestros hijos para aceptar los fracasos, pueden llegar a desarrollar actitudes de riesgo en un futuro. Podemos resumir que los niños con poca tolerancia a la frustración son más exigentes, impulsivos, impacientes, tienen mayores dificultades para controlar emociones, requieren inmediatez ante sus necesidades (no sabiendo esperar, y produciéndose reacciones de rabietas o llantos), disponen de una baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad, y les cuesta comprender los límites siendo más egocéntricos. Son más radicales en sus razonamientos, pasando a extremos sin tener términos medios. La no tolerancia a la frustración se produce en personas sin ninguna psicopatología, no obstante, también está presente en algunos trastornos psicológicos. En el primer caso, podemos afirmar que existe más tendencia a desarrollar cuadros de ansiedad o depresión ante conflictos, baja autoestima y algunos problemas de conducta. Su origen en personas sanas podría ser debido por haber crecido en ambientes parentales de sobreprotección, o bien donde las necesidades del bebé o niño se satisfacían de manera inmediata. En el segundo caso, podemos encontrar trastornos de la personalidad borderline, trastornos por déficit de atención con hiperactividad, trastornos de ansiedad, trastornos por estrés postraumático, depresión, autismo, etc. En algunos casos, como en los niños con TDAH, se presentan mayores problemas de aprendizaje de la tolerancia a la frustración. Uno de los motivos es la dificultad existente en la inhibición y regulación de sus propias emociones, así como la dificultad en aceptar la demora en las gratificaciones, requiriendo consecuencias positivas inmediatas. En el caso de niños con autismo, además se dan deficientes estrategias para afrontar problemas cotidianos, y dificultades interpretando los indicadores sociales. Es también importante no olvidar la parte biológica. Pueden existir alteraciones en la actividad del cerebro, así como modificaciones hormonales que pueden producir una irritabilidad que genere frustración. Esto significa que es importante evaluar los niveles hormonales de tiroides, glucosa, estrógenos, progesterona, etc., para descartar causa fisiológica ante la frustración.

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La vida está llena de obstáculos y dificultades constantes previsibles o imprevisibles, justos o injustos. Superarlos forma parte de ésta, a pesar de que no es una tarea sencilla. Lo ideal es afrontar la frustración con positivismo. En la búsqueda de la felicidad, esta tarea es fundamental, y los recursos los tenemos en nuestro interior. Dependen de nuestra gestión, de nuestra fuerza interna. Esta habilidad la podemos desarrollar y aprender. Y para ello, ¡¡DEBEMOS FRUSTRARNOS!! Las situaciones creadas expresamente, nos permiten mejorar nuestras aptitudes para las situaciones futuras que seguro que nos encontraremos.

Si nos exponemos a situaciones concretas podremos mejorar. Existen una serie de ejercicios o realidades del día a día, que podemos realizar para aumentarla:

- SITUACIONES DE ESPERA – Debemos aprender a esperar. Podemos escoger, por ejemplo, formar parte de un grupo de trabajo que tardará más tiempo en realizar una actividad en el colegio, o hacer la cola más larga y adaptarnos. Será necesario aprender situaciones que nos calmen como pensar, cantar, observar, respirar…

- APRENDER A PERDER – Tenemos la mala costumbre de no dejar que los niños pierdan en los juegos o en otras actividades diarias, con tal de que no se frustren. Este tipo de actos son un error, pues justamente deben aprenderlo en la justa medida. Si dejamos que un niño gane, se sentirá poderoso injustificadamente, y así actuará en un futuro. Y si no le dejamos ganar nunca, afectaremos a su autoestima. Para hacerlo bien, debemos reforzar positivamente los aspectos concretos y parciales del juego que esté realizando correctamente, a pesar de que al final pierda.

- DAR EJEMPLO – La actitud positiva de los padres en el momento de dar ejemplo ante las situaciones adversas, es el mejor ejemplo para que los hijos aprendan a superar sus dificultades.

- EDUCAR EN LA CULTURA DEL ESFUERZO – Los niños deben aprender en muchas ocasiones que el esfuerzo es el mejor modo de resolver los fracasos. Podemos poner una situación “problema” para que tengan la posibilidad de demostrarlo.

- MOLESTIA FÍSICA – Estrategia/juego que debe realizarse suave, en el que tengan que habituarse a una molestia. Por ejemplo, poner algún objeto en el brazo, o en el zapato, que no duela, y acostumbrarse… Se aprende a calificarlo como algo molesto, pero tolerable. Evidentemente podemos realizar un paralelismo con otras situaciones de la vida en las que la incomodidad no la escogemos.

- “NO” – Ejercicio imaginando que cuando pidas algo, no te lo concedan (a pesar de que te hayan dicho lo contrario). ¿Cómo te hubieras sentido?, ¿qué emociones hubieras experimentado? Esta sensación deberá ser un estímulo motivador para acciones positivas.

- ACCEPTACIÓN DEL CONTROL LIMITADO – Cuando las cosas no salgan como nos hubiera gustado, imagínate que eres un personaje todopoderoso (una hada, Dios, un genio) que lo controla todo. Debes observar que todo esto es ridículo. ¡Ríete de ti mismo!

- EFECTO ESPEJO – Jugamos con compañeros de la clase, o con dibujos, o muñecos que los representen, e imaginamos conductas de no tolerancia a la frustración con niños que tienen un comportamiento normalmente adecuado. El efecto espejo permite reacciones sorprendentes. Diremos “¡Este niño no se puede comportar así!”. Y luego se le pregunta: ¿y tú sí puedes comportarte así?.

- REPRESENTACIÓN DE PAPELES – Podemos jugar con el niño a interpretar una situación que lo frustre. Deberá adoptar el papel del que se frustra y de la persona que tiene el rol opuesto. Es fantástico que verbalice en positivo posibles soluciones.

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- ENSEÑAR AL NIÑO A SOLICITAR AYUDA – Existen niños que hacen peticiones de ayuda constantemente y sin intentar esforzarse, y otros que no lo hacen jamás. El niño necesita intentar encontrar sólo una solución y pedirla más tarde si no puede. Si se siente frustrado, debemos enseñarle a evitar esta frustración y a no enfadarse ni abandonar.

- APRENDIZAJE POR OBSERVACIÓN – El juego con los demás nos permite aprender. Destacamos las cosas positivas del juego: cooperación, amistad…

- IDENTIFICAR LA FRUSTRACIÓN Y EXPRESARLA – Debemos enseñar a identificar el sentimiento de frustración que aparezca. Por ejemplo: vemos que está enfadado porque no le salen las multiplicaciones. Le podemos decir: “Vuélvelo a intentar, tranquilo, y tómate más tiempo”. Por otra parte, el niño frustrado tiene derecho a expresar sus sentimientos, siempre y cuando lo haga de manera apropiada. Debemos potenciárselo, preguntarle cómo se ha sentido, qué hubiera preferido que hubiera sucedido, animarlo a que no tire la toalla, a ser perseverante, si hace falta.

- EQUILIBRIO – El menor no debe hacer lo que quiera. Tampoco no hace falta un control extremo. Requerimos un equilibrio de término medio.

- TARJETA CON PODERES – Esta estrategia es un soporte visual para comprender situaciones sociales, rutinas, el significado del lenguaje y otros aspectos de las interacciones sociales. Es una tarjeta y un guión que desarrolla el adulto en función de los intereses del niño para desarrollar en una situación problema o conducta deseada. La tarjeta contiene una ilustración de interés y la solución que representa, y el niño puede llevarla con él o tenerla a mano. Debe ser práctica para utilizarla en situaciones generales. Por ejemplo, a un niño apasionado por los vehículos especiales se le puede adjudicar una tarjeta con un bombero que conduce su "supercamión", pero no siempre lo puede conducir él, debe compartir con sus compañeros y espera pacientemente su turno. Por lo tanto, "igual que él, ¡tú puedes esperar tu turno!

- CARICATURIZACIÓN – Permite la comprensión de situaciones sociales mediante el uso de figuras sencillas u otros símbolos (formato cómic, historieta…) dibujados para explicar alguna situación social.

- NO FACILITAR TODO – Si le proporcionamos al niño todo hecho, no permitimos que obtenga sus propios retos personales. No aprende a equivocarse, ni a rectificar ante el fracaso.

- MARCAR OBJETIVOS REALISTAS – Tenemos que tener presente la edad del niño, sin exigirle las situaciones que no pueda tolerar a causa de su inmadurez.

- NO CEDER ANTE LAS RABIETAS – Si lo hacemos, los niños aprenderán que ésta es la forma de resolver los problemas. En circunstancias controladas y tranquilas podemos reproducir momentos problemáticos para ejercitar nuestra calma para gestionar estas situaciones.

- TÉCNICAS DE RELAJACIÓN – El aprendizaje de las técnicas de relajación del cuerpo permiten superar mejor estas situaciones.

- REFUERZO POSITIVO – Es importante elogiar a la persona que aprende a demorar su respuesta habitual ante la frustración y cuando use estrategias adecuadas.

- MODIFICAR LA TAREA – Es fundamental enseñar a los niños otras formas posibles de lograr sus objetivos.

Como conclusión podemos decir que la frustración es inevitable en nuestra vida. Sin embargo, podemos aprender a gestionarla para afrontarla con éxito.