tinta tres edición 10 mujer

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Periódico comunitario de la comuna 3 Manrique Año 1 edición 10 / marzo / abril de 2012 El idioma y la invisibilidad de la mujer Pág. 3 El conflicto interno en la JAL por la comisión de educación Pág. 5 ¿Madres sustitutas? Tríptico innombrable Pág. 7 Crónica. Que nadie te arrebate la felicidad Pág. 10-11 Reportaje gráfico: Mujer Pág. 8-9 Semblanza. Guayaquil con la 80 Pág. 13 Martha Irene. La Nena de Lasalle Pág. 14 El vuelo del aguilucho Pág. 18

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Un homenaja a las mujeres de la comuna y de la ciudad, una edición para ellas.

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Page 1: Tinta Tres edición 10 mujer

Periódico comunitario de la comuna 3 Manrique Año 1 edición 10 / marzo / abril de 2012

El idioma y la invisibilidad de la mujer

Pág. 3

El conflicto interno en la JAL por la comisión de educación

Pág. 5

¿Madres sustitutas?

Tríptico innombrable

Pág. 7

Crónica. Que nadie te

arrebate la felicidad

Pág. 10-11

Reportaje gráfico:

Mujer

Pág. 8-9

Semblanza. Guayaquil con la 80

Pág. 13

Martha Irene. La Nena de Lasalle

Pág. 14

El vuelo del aguilucho

Pág. 18

Page 2: Tinta Tres edición 10 mujer

Director: Leider Restrepo. Editor: Francisco Monsalve. Coordinación Editorial: Anamaría Bedoya Builes. Comité Editorial: Bibiana Marcela Ramírez, María Elena Durango, Olga Patricia Acevedo, Guillermo León Ospina, Diana Soledad Pino, Milena Parra, José Arnulfo Uribe. Consejo de Redacción: Ana Cristina Ayala, Elkin Galvis, Reina Cecilia Misas, Jhon Edison Garzón, Fernando Marín, Joni Alexander Restrepo, Alejandro Ospina. Colaboradores: Carlos Andres Orlas, Sergio Andrés Pulgarín, Mónica García, Fredy Mejía Cadavid, Jorge Iván Pineda. Ilustra-dor: Andrés Fernando Sánchez. Jefe de Distribución: Olga Patricia Acevedo. Gestión y Mercadeo: José Arnulfo Uribe. Fotografía: Bibiana Ramírez, Guillermo Ospina, Leider Restrepo. Interventoría Alcaldía de Medellín: Diana María Ortega Puerta, Dirección General de Comunicaciones - Secretaría Privada. Corrección de Estilo: Paula Camila Osorio. Diseño y diagramación: Leider Restrepo. Año 1 número 10, marzo / abril de 2012. Distribución gratuita. 20.000 ejemplares. Tinta Tres es una publicación de comunitaria realizada por Corpomedios, corporación para la comunicación social y comunitaria, www.corpomedios.wordpress.com. Sitio web: www.tintatres.com Blog: http://tintatres.blogspot.com Impreso en: Talleres gráficos de la Casa Editorial El Mundo, Medellín.

Contacto: [email protected] en:

»» Las opiniones y afirmaciones expresadas en los artículos son responsabilidad exclusiva de los autores y no son representativos, necesariamente, de la línea de pensamiento del periódico, ni responden forzosamente a opinión del director del mismo.

»» Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura. (Artículo 20. Constitución Política de Colombia)

»» La actividad periodística gozará de protección para garantizar su libertad e independiencia profesional. (Artículo 73. Constitución Política de Colombia)

Editorial

Desde temprano, las plazas se llenan de flores: rosas, claveles, girasoles, lirios. Hijos, novios y

algunos esposos desarrugan billetes y eligen entre pétalos rojos y blancos. El Alcalde les ha mandado a sus empleadas un café con leche, un pastel de arequipe y una tarjeta. A la hora del almuerzo los noticieros recuerdan el incendio en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Entrevistan sociólogas, actrices, economistas. Y revelan cifras: ellas, dicen, son más juiciosas, más estu-diosas, más emprendedoras, pero ganan menos que ellos, son acosadas, maltrata-das, aplastadas. Cifras, números, porcen-tajes. ¿Qué dirían Débora Arango, Frida Kahlo, Violeta Parra?

No es un asunto de género. La femi-nidad es una potencia vital que los hombres también tienen. Nacieron de un vientre y hasta la muerte llevarán en el centro de su cuerpo la cicatriz que los une a la madre. Estamos en un momento cumbre, el individuo lucha por su lugar en la sociedad, que es cada vez más estrecha. El consumo nos ha llevado a olvidarnos de lo importante, del fondo de este asunto: la existencia. Y la mujer, siempreviva, nos recuerda que esa existencia es la conexión con la madre tierra, el lazo que nos alimenta y nos conecta con el centro, que no se rompe nunca; pero la opresión de la so-ciedad se ha empeñado en reducirla a la vanidad y la sumisión.

La mayor parte de los antropólogos creen que fueron las mujeres quienes condujeron las sociedades antiguas ha-cia el Neolítico (nueva edad de piedra donde se conoce el uso de la agricul-tura, la ganadería y la alfarería) y se convirtieron en las primeras agricul-toras, por tener esa relación directa con la tierra. Es Astarté, la diosa de los tiempos. Para ella era el culto de la naturaleza, la vida, la fertilidad, el amor y el placer. Los sumeri-os la llamaron Inana, los acadios Ishtar, los isra-elitas Astarot. Ella era la conexión entre el hombre y la divinidad. Pero los hombres, con sed de poder y de posesión, quisieron conquistar las tierras y llamarse dueños de ellas. Y entre sus mañas, aparte de los avances tecnológicos que traían las guerras, estuvo la de nombrar un dios hombre y señalar a la mujer como pecadora. Su cuerpo, antes puro y sagrado, era ahora profano, sucio. La llamaron puta.

Esa larga historia de opresión a lo femenino tiene vencedoras. Ciro, rey de Persia –según el relato del griego Heródoto, primer historiador de la humanidad– quería conquistar a los masagetas y se llevó una sorpresa al enterarse de que era

Tomiris, una reina, la que llevaba las riendas de esa tierra. Intentó conquistarla, creyendo que se rendiría a sus pies. Pero ella le mandó a decir que se retirara pacíficamente. Ciro no quiso. A cambio, engañó al ejér-cito de Tomiris, lo emborrachó, y mató y capturó una cuarta parte de éste; entre ellos estaba su hijo. Llena de furia, Tomiris le pidió que le devolviera a su hijo: “Y si no lo haces así, te juro por el sol, supremo señor de los masagetas, que por sediento que te halles de sangre, yo te saciaré de ella”. Su palabra fue obra: al enterarse de que su hijo se había suicidado, ella y su pueblo atacaron a Ciro y lo vencieron. Luego, Tomiris cogió un odre y empezó a verter en él la sangre de los soldados. Buscó el cuerpo de Ciro. Luego de que lo encontró, le cortó la cabeza y la metió dentro del odre, insultándolo: “Me has hundido aunque sigo con vida y a pesar de que soy tu vencedora, pues perdiste

a mi hijo cogiéndole con engaño. Pero yo te saciaré de sangre cumpliendo mi palabra”.

Las luchas por la tierra jamás han terminado. Una de ellas fue la de Darío, rey de Babilonia, el centro de la cultura y las ciencias universales. Él estaba empeñado en hacerla independiente de Persia: “cuando declaradamente se quisieron revelar, tomaron una reso-lución más bárbara que extraña, como fue la de juntar a las mujeres en un lugar mismo y hacerlas morir estran-guladas, exceptuando solamente a sus madres y reservándose cada cual una sola mujer, la que fuese más de su agrado, el motivo de reservarla no era sino el de tener panadera en casa y el ahogar a las demás, el de no tener tantas bocas que consumieran pan”, cuenta Heródoto.

Pero a estas historias las ha sep-ultado un sólo día, internacional, en el que a la mujer “la dignifican”. Y luego, el 22 de abril, se celebrará el día de la tierra, y hablarán de lo mal que está, de lo buena que es, de lo mucho que la necesitamos. La Madre Tierra es una expresión común utilizada en diver-sos países y regiones para referirse a la esfera, lo que demuestra la conexión existente entre los seres humanos, las demás especies vivas y el mundo que habitamos. En Bolivia, por ejemplo, la llaman “Pacha Mama”, y en Nicaragua se referían a ella como “Tonantzin”. Sin embargo, para ella tampoco existe un solo día de conciencia, porque esta-mos parados en ella todos los días. La responsabilidad de cada uno es pro-mover la armonía con la naturaleza, la tierra y la mujer, con el fin de alcan-zar un equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales para las generaciones que vienen.

En Tinta Tres creemos que todos estamos hechos de tierra, de madre. Por eso queremos hacer un ho-menaje y contar historias que el afán mediático re-sume en números y conceptos. Los invitamos a es-cuchar las palabras sabias y a contemplar las obras que con sus manos dulces crean todas las dadoras de la vida, como la chilena Violeta Parra: “Permiso para cortar / la flor del comprendimiento, / la hierba más amistosa / y el fruto del pensamiento, / la hierba más amistosa, / y el fruto del sentimiento, / y el fruto del sentimiento. / Es una barca de amores, / que va remolcando mi alma / y validando en los puertos, / como una paloma blanca, / como una paloma blanca, / como una paloma blanca”.

La siempreviva

En portada: Doña Polita, fotografía de Bibiana Ramírez

Otilia Pulido vive en la vereda el Líbano, en Andes, Antioquia. Todos la cono-cen como Polita. Sus hijos habitan en el Popular Número 1, barrio que hace años no visita pero recuerda con amor. En el suroeste vive rodeada de flores. Ella misma es una flor que en otro tiempo soltó aromas y conquistó miradas.

Ahora sus ojos son retadores, guardan la preocupación y el dolor de ver morir a algunos de sus hijos y nietos. Cultivaba moras, las más dulces de la vereda; los pavos reales han pintado su hogar por años y las vacas han alimentado a una familia numerosa. Se alista para la foto recordando su juventud y su belleza.

Ilustración: Franco

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3Año 1 / edición 10 / marzo - abril de 2012

Por Elkin [email protected]

El Centro de Producción Audiovisual de la comuna 3 (Manrique) ya existe. Con los equipos necesarios, y en la sede del Centro para el Desarrollo Local, inició labores este colectivo audiovisual que tiene como propósito rescatar y destacar en video las experiencias significativas que se desarrollan en nuestra comuna. Se quiere poner el lente en los procesos comunitarios, contar las acciones e his-torias protagonizadas por los habitan-tes de nuestros barrios y proyectarlas a toda la ciudad.

Fundado bajo la figura de alianza administrativa, solidaria y fraternal, y conformado por cuatro organizaciones –Corpomedios, Sociedad de los Sueños, Fundación Palomá y Corporación Nú-cleo de Vida Ciudadana–, el Centro de Producción Audiovisual estará a cargo de registrar el pulso latente de nuestra comuna, nuestros procesos vitales, la expresión lúdica, artística y cultural, los talleres de discusión y concertación, los carnavales y marchas, las proclamas, y todas aquellas acciones con sentido, en clave de argumento y con lógica de co-munidad.

La publicación en España del documento Sexismo lingüísti-co y visibilidad de la mujer,

un poco antes del Día Internacional de la Mujer y también antes del Día del Idioma, ha reabierto el debate sobre la discriminación femenina en casi todas las esferas de lo social.

En el marco de ese debate, llama la atención que en Colombia la primera reacción frente al texto suscrito por la Real Academia Española, de la cual es miembro su autor, Ignacio Bosque, fuera de El Tiempo, en su editorial del 17 de marzo. De allí transcribo dos apartes: “Hace 33 meses, el Concejo de Bogotá aprobó un acuerdo que im-ponía el ‘lenguaje con perspectiva de género’ en toda comunicación y texto del Distrito, incluso la prensa y televi-sión municipales. Sobra decir que no se ha cumplido, porque quebranta el espíritu del idioma y obligaría al go-bierno capitalino a expresarse en una jerga irreal, insoportable y ridícula. […] Estamos ante un lenguaje postizo destinado a la escritura oficial o insti-tucional y cuyo origen es la confusión entre género gramatical y sexo”. Cua-tro días después, José Miguel Alzate retoma en su columna de El Tiempo (“¿Discriminación sexual en el idioma Español?”) el editorial de su periódico y concluye: “La mujer sufre discrimi-naciones, es cierto. Pero estas no hay que buscarlas en el manejo del idioma. Utilizar un lenguaje postizo solo para que ellas crean que se les tiene en cuenta es romper con la pureza que debe caracterizar esta lengua”.

La segunda reacción estuvo a car-go de la columnista del El Espectador Catalina Ruiz-Navarro (“Todos, to-das y todes”). Después de comprimir las ideas centrales del documento de Bosque, hace la siguiente exhortación: “Ocupar la discusión de la igualdad de género en la gramática es un distrac-tor de los problemas de injusticia rea-les a los que nos enfrentamos, pues de nada sirve decir ciudadanos y ciu-dadanas si a ellas les siguen pegando más y pagando menos en virtud de su sexo”.

¿Cuáles son los casos de la gra-mática española que dan lugar a la invisibilidad femenina, y que para El Tiempo configuran una “jerga irreal, insoportable y ridícula” y un “lenguaje postizo”? Son: 1) el masculino inclusi-vo, 2) el desdoblamiento léxico, 3) el

nominativo neutro y 4) el participio pasivo de infinitivo.

1) El masculino inclusivo. Es el también llamado masculino genéri-co, en que el sustantivo masculino, plural o singular, incluye tanto el femenino como el masculino. En el aforismo “el niño nace bueno pero la sociedad lo corrompe” se subsume que en ese genérico es-tán incluidas las niñas. La solución que propone el visivilismo sería: “El niño y la niña nacen buenos y bue-nas, pero la sociedad los y las co-rrompen”. O recurrir al ilegible sig-no @ para que represente a ambos géneros, como en uno de los lemas del Día del Hombre celebrado hace poco en Copacabana: “¿El hombre propone y la mujer dispone? ¡Pues no! Tod@s proponemos y tod@s dis-ponemos”.

2) El desdoblamiento léxico. La siguiente cita a Florence Thomas (“Niñas y mujeres en la sombra”) ilustra el desdoblamiento léxico: “Aun cuando conozco las resis-tencias de muchos de mis buenos amigos y amigas, periodistas, es-critores, escritoras, académicos y académicas ante el problema del lenguaje incluyente…”. Creo que el punto de llegada de la columnis-ta Ruiz-Navarro deja mal parada la lista de Thomas: “De nada sir-ve decir ciudadanos y ciudadanas si a ellas les siguen pegando más y pagando menos, en virtud de su sexo”.

3) El nominativo neutro. El vi-sivilismo ha propuesto sustantivos neutros que impidan la primacía del género gramatical masculino. Para que los profesores no oculten a las profesoras, se sugiere “el pro-fesorado”; para que el jefe no oculte a la jefa, se sugiere “la jefatura”; y para que “el decano” no oculte a la decana, se sugiere “el decana-to” o “la decanatura”. Pero nótese que el profesorado y el decanato, a modo de bumerán, regresan inexo-rablemente al masculino. Afortuna-damente, en la práctica discursiva se viene recuperando la dignidad femenina en los títulos académicos que la normatividad institucional se resiste a reconocer; es decir, son médicos los hombres y médicas las mujeres, jueces los hombres y jue-zas las mujeres, poetas los hombres

y poetizas las mujeres.

4) El participio activo del ver-bo ser: ‘ente’. Los defensores de la norma lingüística per se alegan que ‘ente’, como participio activo de ser, no tiene femenino. Así, quien preside es y será ‘presidente’ sea hombre o mujer; no obstante que los argentinos estén felices con su “presidenta”. El problema es que hay sustantivos ‘en-tes’ que no son participios activos de ser, o en los que es muy difícil adivi-nar qué verbo está detrás de ‘cliente’, ‘agente’ o ‘paciente’ (el sujeto y obje-to del médico); puede sonar extraño, pero ahí están en el uso las “clientas”, las “agentas” y las “pacientas”. El caso es que las presidentas y las clientas son opciones resbaladizas, sobre todo cuando se pretenda feminizar los ad-jetivos ‘valiente’, ‘decente’ y ‘ocurren-te’, entre otros.

Mi opinión sobre este debate es simple: al pueblo que fueres, habla como oyeres. Los hablantes de cual-quier idioma, de manera inconciente, resultan haciendo parte de comuni-dades idiomáticas según variables de edad, género, oficio o cofradía. La perspectiva sociocultural del idio-ma funge de imperativo cuando se interactúa en un medio castrense, religioso, académico, etc. Si los habi-tantes de la Costa Caribe colombiana inventaron el vocativo “seño” para señoritas, señores y señoras, así debe ser; si los estudiantes mexicanos in-ventaron el vocativo “profa” y “pro-fas” para profesora y profesoras, así debe ser; si el turista italiano quería comprar un “gallino” por nombrar la gallina, así debe ser; y si los campe-sinos antioqueños llaman “bestias” al conjunto de caballos, yeguas, mulas y machos, así debe ser.

Víctor Villa es Lingüista, jubilado de la Universidad de Antioquia. Ha escrito varios libros entre los que se desta-can: Pre-ocupaciones, Poli-sinfonías y Sobre-entendidos. Es columnista del periódico Pueblo de Girardota (http://chimeneainformativa.blogspot.com/).

El idioma y la invisibilidad de la mujerVíctor Villa Mejía - Columnista invitado

“Se trata de reconocer y de discernir cuándo es vital para nosotras ser nombradas y dónde nuestro ocultamiento es de suma gravedad para la construcción de nuestra identidad”.Florence Thomas. “Niñas y mujeres en la sombra”. El Tiempo, agosto 9 de 2006.

En tercera persona

Un CAI de adorno para La CruzEl CAI periférico del barrio la cruz,

inaugurado el 28 de agosto del 2011, con capacidad para albergar veinticin-co policías, después de ocho meses de inauguración, aún no cuenta con el pie de fuerza suficiente para combatir las anomalidades que se vienen presen-tando en el barrio.

En la actualidad cuenta con siete policías, cuatro motos, dos de ellas dañadas, y sin un teléfono fijo en sus locaciones donde la comunidad pueda presentar las denuncias. Cuando se presentan eventos públicos, se dispo-nen cuatro oficiales, mientras quedan tres en el CAI para prestar seguridad a dos barrios, La Honda y La Cruz, con un total de once mil habitantes. En una inversión de más de mil millones de pesos, no han podido solicitar una línea telefónica que cuesta doscientos mil pesos para que la comunidad pre-sente sus denuncias.

Manrique audiovisualNuevo centro de producción: rodando

Por Reina Cecilia Misas

Page 4: Tinta Tres edición 10 mujer

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Los sieteproyectos estratégicosdel Plan de Desarrollo Local“Manrique la comuna deseada”A partir de la VI fase del Plan de Desarrollo Local, fue posible la formulación de siete proyectos estratégicos que orientarán el desarrollo de nuestra comuna en los próximos años.

Estos son el resultado de un proceso formati-vo en Marco Lógico que se realizó el año pasado con líderes sociales de la comuna, representantes de diferentes sectores y grupos poblaciones. Además fueron presen-tados, junto a otros proyectos en los foros realizados para la formulación del Plan de Desarrollo Municipal “Medellín un hogar para la vida” y en los convocados por el Consejo Territorial de Planeación, para que sean incluidos en el Plan de Desarrollo del munici-pio que va de 2012 a 2015.

Las necesidades y prioridades de la comuna alcanzan a hacerse visibles y a establecer las rutas de gestión en el corto, mediano y largo plazo, pues estos proyectos son parte del camino necesario para construir la comuna deseada, aquella que es compromiso de todos y todas y hoy es tarea del equipo de gestión del PDL.

1,2,3 decidiendo esta vez

Proyecto del derecho a la Participación,

seguridad y convivencia

1,2,3 Jugando por la

comuna

Proyecto del derecho a la recreación y al

deporte.

Renacer con dignidad y resistencia

Proyecto del derecho a población en sitacuón de

desplazamiento

Un, dos, trespor la educación

Proyecto del derecho a a la educación

Los capacitados de la 3

Proyecto del derecho a la población en sitaución

de discapacidad

Habitar el espacio

Proyecto del derecho al hábitat y a la vivienda digna de la Comuna 3

Soberanía alimentaria y afectiva

Proyecto del derecho a la salud y a la seguridad

alimentaria

Conozca más información de estos proyectos en la Fundación Sumapaz y el Centro para el Desarrollo Local

y los Derechos Humanos. Calle 71 A # 44-105 tel.: 233 83 92e-mail: [email protected]

Una historia de Manrique en la época de los ochenta / por Anamaría BedoyaInstantanea

La misa de diez de la mañana en la iglesia de El Señor de las Miseri-cordias está repleta de fieles que reservan para el domingo lo mejor de su ropa. Las mujeres se cubren el cabello con mantillas negras

bordadas con flores, los niños calzan zapatos de charol y los esposos visten pantalones de lino recién planchados. Mientras tanto, en el atrio de la iglesia, Pablo Castaño, más conocido como don Tito, acomoda un tablero verde en el que escribe con tiza blanca: “Petardistas que no pagan lo que deben”, y aguarda la salida de la marcha de católicos hambrientos que caminarán perezosos a sus casas en busca de almuerzo. Examinará en sus rostros la burla y la sorpresa que experimentarán al leer el nombre de la vecina o el de ellos mismos en aquel tablero, donde denuncia a las damas que van a su tienda a fiar mercado, se comprometen con pagar en una fecha y le incum-plen. Y él, no contento con que allí figure la deudora, le agrega el nombre del marido y la dirección de la casa.

Hace seis años surgió el grupo de danza Angels Latin por iniciativa de los integrantes

de la Corporación Luz y Futuro, ante la necesidad de espacios culturales en el barrio El Jardín. Se formó entonces un grupo de danza folclórica cuyo objeti-vo es destacar las raíces originarias de nuestro país.

Niños y jóvenes se reúnen todas las noches en la sede de la Corporación, tres “Fue una forma de rescatar a niños y jóvenes de la monotonía y el tiempo del ocio

no productivo de algunos de ellos”, dice Victoria Agualimpia

Angels Latin:Los Angeles de la danzaRedacción Tinta Tres - [email protected]

veces a la semana, para realizar los ensayos y el montaje de coreografías con ritmos tra-dicionales como mapalé, cumbia, chirimías, además de otros actuales, como el reguetón.

“Nuestro objetivo es también mostrar lo aprendido por medio de presentaciones artísticas en nuestra comuna y fuera de ella, para compartir experiencias con mu-chos más”, dice Paola Victoria Agualimpia, profesora del grupo.

Page 5: Tinta Tres edición 10 mujer

5Año 1 / edición 10 / marzo - abril de 2012

El 18 de febrero marcó un prece-dente para la JAL de Manrique, una reunión que convocaba a

los estudiantes becados del Presupues-to Participativo terminó convertida en una disputa que llegó hasta la agresión física y verbal.

A la reunión, citada por Catalina Lopera, nueva coordinadora de la Co-misión de educación según la resolu-ción 001 de 2012 emitida por la JAL, no asistieron muchos estudiantes, pero sí los miembros de la Mesa de Educación, quienes aprovecharon el escenario para cuestionar el procedimiento me-diante el cual se había destituido a Ar-mando Hernández como coordinador de la mencionada comisión temática.

La Mesa argumenta su descontento en lo que llaman el desconocimiento que ha tenido la JAL en pleno, fren-te a un proceso que ha acompañado Armando Hernández y con el cual se han sentido muy a gusto. Además, sos-tienen que el coordinador lo elijen los delegados y que su vigencia es hasta el primer Consejo Consultivo de cada

Division de la JAL La Comision de Educacion y los vac os en la norma

Informe

La nueva Junta Administradora Local de Manrique posesionada el 20 de enero en el recinto del Concejo de Medellín, inició labores en medio de polémicas. El motivo: la comisión de educación ante el Presupuesto Participativo.

año, como lo señala el artículo 33 del decreto 1073 de 2009. Para Juan David Villegas la resolución de la JAL no tiene efectos jurídicos y es nula, sin embar-go, no es lo mismo que dice la Secreta-ría de Desarrollo Social, quien avala la resolución de la JAL.

Armando exige que se respete su integridad, pues dice que se trata de una persecución en su contra, mien-tras que Humberto Olaya, presidente de la JAL, lo asume como un asunto polí-tico.

Los ediles de P. P., en compañía del abogado de Planeación Local y Presu-puesto Participativo, Leonardo Ospina, aclararon gran parte de la situación. En esa reunión del 28 de febrero, y se-gún el acta que llegó a nuestra redac-ción, Ospina señaló tres cosas:

“1) Se evidencia que hubo actua-ciones que crearon suspicacias por la escogencia porque la resolución la fir-man seis de siete ediles.

2) Los ediles son los llamados a

tratar los temas con mucho respeto y no volverse agitadores sociales, por el contrario deben llegar a acuerdos.

3) Como se establece el procedi-miento, la norma no es pormenoriza-da, (y) la delegación para el proceso de PP en el decreto 1073 dice que quienes coordinan las comisiones temáticas son los ediles y si hay un cambio la misma JAL decide el cambio, puede ha-ber una persona que presida dos comi-siones. Que haya rotaciones es viable. En el caso de la coordinadora para la comisión de educación es valedero y se aconseja que si Armando considera que la decisión del cambio es una vio-lación, él perfectamente puede denun-ciarlo ante las instancias propias con el contencioso administrativo”.

Leonardo habla del artículo 29 del decreto 1073 de 2009 el cual dice que: “Todas las comisiones estarán coordinadas por un representan-te de las Juntas Administradoras Locales. En caso de que este no asuma dicha responsabilidad o no tengan capacidad de cobertura por el número de comisiones, los integrantes de la comisión en la primera sesión de trabajo nom-braran por mayoría de votos un coordinador”.

Aunque se pidió disculpas por las agresiones físicas y

verbales, Álvaro Bedoya, coordina-dor del Presupuesto Participativo para la zona 1 de Medellín, señaló que se están tomando las medidas pertinentes y las sanciones si es el caso.

Ante todos estos hechos Catali-na indicó que “se debe empezar a formar costumbres y formas para llegar y tomar decisiones en for-ma conciliada” también dijo que “la Administración debe formar clara-mente a las JAL y las organizacio-nes para el trato como personas y con comunidades”.

Por Redacción Tinta Tres - [email protected] / Foto: Guillermo Ospina

Información Relacionada.

Vea en www.tintatres.com la entrevista que le hizo Tinta Tres a Álvaro Bedoya, coor-dinador de PP en la zona 1 (comunas 1, 2, 3 y 4), en la que se amplía el tema de esta situación de la Junta Administradora Local y se explica de manera clara en que quedó todo.

Page 6: Tinta Tres edición 10 mujer

6 Año 1 / edición 10 / marzo - abril de 2012

El Presupuesto Participativo debe reorientarse para que los recursos públicos, priori-

dad de los líderes sociales, sí tengan los beneficios esperados por los habitantes de la Comuna 3. Por falta de informa-ción, y otras veces por falta de inte-rés sobre el tema, se desconoce cómo funcionan y en qué se invierten dichos recursos. Esta tarea debe adelantarse cuanto antes con responsabilidad y con la firme convicción de defender el interés general; en ese ejercicio deben participar la administración municipal, el Concejo de Medellín, los organismos de control y las organizaciones y diri-gentes sociales.

Con el ánimo de reconocer las bon-dades de esta política, consideramos importante revisar a fondo cuál ha sido el alcance del Presupuesto Parti-cipativo y cuánto desarrollo social ha permitido a la comunidad. Para esto es necesario hacer un análisis serio de los proyectos ejecutados, y una riguro-sa rendición de cuentas por parte de la administración municipal, los contra-tistas, los interventores, las comisiones temáticas, y todos aquellos que tienen que ver con la ejecución presupuestal. A partir del resultado de este análi-sis se deben aplicar los correctivos y

ajustes necesarios, como medida pre-ventiva para que no sigan avanzando algunos síntomas malignos que pueden hacer metástasis en todo el cuerpo del Presupuesto Participativo.

Recomendamos mayor exigencia en la capacitación, acompañamiento y certificación de los técnicos sociales de la administración municipal y los de-legados barriales que integran las co-misiones temáticas, con el objetivo de garantizar la correcta elaboración de unas fichas o proyectos que verdade-ramente sirvan al clamor de los ciu-dadanos. Advertimos que se han en-contrado preocupantes vacíos en este orden.

Los recursos públicos no pueden dilapidarse ni tirarse a la jura; su in-versión es una responsabilidad que exige eficiencia y transparencia, y de ninguna manera se pueden convertir en peculio de unos pocos. Ante esta consideración, invocamos el principio fundamental del amparo y protección del interés general. Nos preocupan la ejecución del presupuesto en proyectos como:

- El fortalecimiento de organizacio-nes sociales

- El complemento alimenticio

- La promoción del Manual de Con-vivencia

- Las tomas recreativas- Los festivales culturales- Las jornadas de integración (que

no son más que paseos mal programa-dos)

- La inversión de cerca de cuatro mil millones de pesos en la comisión económica para generar empleo; hasta ahora desconocemos cuáles han sido sus resultados.

Además, hay preguntas para la que aún no ha habido respuesta: ¿Por qué los recursos para la educación técnica o superior no los administra el ICETEX? A quienes acceden a este beneficio les crean falsas expectativas de acceso a la educación profesional: 400 estu-diantes concursan, y apenas ofertan diecinueve cupos. ¿Será que la calidad de la educación de la comuna está en crisis? Otra pregunta, relacionada con el tema de infraestructura: ¿Por qué algunas obras públicas quedan incon-clusas? ¿No alcanza el presupuesto? Y que no se quede por fuera otra inquie-tud: ¿Cuál es el aporte y la retribución social de las instituciones de educación superior y otros contratistas que ejecu-tan recursos cuantiosos en la Comuna 3?

Una revision a los recursos del Presupuesto Participativo de la Comuna 3

Estas observaciones son un respetuoso llamado de atención sobre el manejo de la inversión de los recursos públicos. Invitamos a que se haga, con urgencia, una revisión de la política del Presupuesto Participativo.

Por Antonio Toro Espinosa / Veeduría Comunal

La Junta de Acción Comunal (JAC) es la organización co-munitaria de base, distin-

guida históricamente por su papel en la gestión social y su labor solidaria. Es integrada y dinamizada volunta-riamente por los habitantes del terri-torio, que aúnan esfuerzos y recur-sos con el fin de establecer políticas públicas para la construcción de un hábitat sostenible, la educación para la transformación y el bienestar in-tegral de la comunidad a la que re-presentan.

¿Cómo puedes participar en tu Junta barrial?

Es necesario habitar el territorio (con vivienda propia o alquilada, o es-tablecimiento comercial), y tener dis-posición y compromiso para laborar en comunidad. Como persona natural mayor de 14 años de edad, con el docu-mento de identidad puedes vincularte y descubrir la importancia de tus ac-

ciones colectivas.Si cumples con estos requisitos, de-

bes acudir al secretario o secretaria de la Junta de Acción Comunal de tu barrio o vereda, para inscribirte en el libro de afiliados y así poder participar en las elecciones de dignatarios. Con los inte-grantes de la Junta de Acción Comunal, averigua por los horarios y fechas de apertura del libro de afiliados. Es reco-mendable no dejar la inscripción para última hora. Recuerda que ocho días antes se cierra el libro, para saber el número de afiliados activos de la or-ganización que pueden votar el día de las elecciones.

¿Qué dignatarios conforman las Juntas de Acción Comunal?

Junta Directiva: Presidencia, Vice-presidencia, Tesorería, Secretaría, Coor-dinadores de Comisiones de Trabajo.

Organismo de Control: Fiscal.Organismo de Convivencia y Conci-

liación: Tres conciliadores.

Organismos de Representación: Tres delegados a la Asociación de Jun-tas Comunales (Asocomunal).

¿Cuáles son los requisitos para ser dignatario?

Para ser dignatario debes estar afi-liado al organismo de acción comunal, es decir, estar registrado en el libro de afiliados, y recibir la capacitación ne-cesaria para ejercer debidamente. Para ser directivo, además de estar afiliado, debes ser mayor de 18 años, saber leer y escribir, y demás requisitos que se establezcan en los estatutos.

Proceso de elecciónLos candidatos se inscriben en for-

matos de planchas o listas, según se haya definido, postulando su candida-tura, propuesta y equipos de trabajo. Si la JAC cuenta con menos de 200 perso-nas inscritas, se convoca a Asamblea General de afiliados; si son más de 200, se convoca a elección directa (similar

a la del Sistema Nacional Electoral); seguidamente, se aplica el sistema de Cociente Electoral, es decir, los cargos se distribuyen de acuerdo al número de votos de cada plancha o lista.

Jornada de elección: domingo 29 de abril de 2012

Por el bien de su barrio y del ejer-cicio democrático, piense bien su voto. No ceda su participación por criterios de amistad, presiones de grupos arma-dos o prebendas, ni por los populares platos de lentejas. Las Juntas de Ac-ción Comunal de la ciudad se encuen-tran en un proceso de renovación, tan-to de sus dinamizadores como de su accionar, en el que la formación de los líderes, su trayectoria y propuestas son las que definen la elección y desarrollo comunitario.

La Accion Comunal: un acto de vida

Elección de dignatarios

Por Redacción Tinta Tres / [email protected]

Pintura tomada de Internet.Dama de la Justicia Lory. Autor: Hipólito García Colón.

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7Año 1 / edición 10 / marzo - abril de 2012

“El acompañamiento del ICBF ha sido im-portante, pero más importante aún fue el cuidado que usted le brindó desde bebé,

dándole el cariño y el amor que ella en ese momen-to necesitaba”, dice la carta que ha recibido Martha, como llamaremos a la primera de las innombrables que nutren este texto, pues nos han solicitado no ex-poner su nombre real. Es madre natural de dos niños y sustituta de mínimo tres. Días antes caminaba por la calle que conduce a Santa Elena con la mirada per-dida en el pavimento, los ojos encharcados, el rostro húmedo: sentía haber abandonado, por segunda vez, a quien la había llamado mamá.

La Segunda –ese será su nombre– cumplió cuatro años, y es alegre, atenta y resuelta. Quizá haya olvi-dado –quizá– la media noche en que gentes y agentes irrumpieron en la soledad de la casa, tajando el eco de su llanto. Su papá recuerda caminando la vía de acceso al Hogar de paso por la carrera 65. Desconoci-dos la cubrieron con su cobija, intentaron consolarla. Los vecinos habían reportado varias veces irregu-laridades en los cuidados de la menor de dos años. A esa hora fue transportada al silencio impoluto del cerro El volador, e internada en el Hogar de paso número dos. Despertaría rodeada de párvulos y otros niños más grandes, atención y orden, camas, muros, juguetes, rejas y muchachas con delantal de dibujitos.

Bella, la tercera, lleva 24 días respirando por fuera de quien la parió. Por situación de abandono, es una de las tantas madres de comuna quien, asumiendo el rol de madre sustituta, la acompaña desde hace tres días y dos noches en el cuarto donde está hospitali-zada en estado de deshidratación por intolerancia a la lactosa.

Cada dos meses, cuenta Martha, “el ICBF les pro-porciona a las madres sustitutas leche y pañales para aquellos que aún no cumplen el primer año de vida”. De allí en adelante, cuanto la personita necesite debe ser solventado con los 327 mil pesos que la entidad provee mensualmente a la sustituta por cada niño o niña a su cargo. Desde 2005 acompaña las experien-cias, de vida de niños y niñas que, dadas las condicio-nes, evaluadas por el ICBF como perjudiciales para el desarrollo propicio de la persona, fueron separadas de su entorno y abrazadas por los procesos con que la entidad materializa su función.

Diecisiete días han pasado. La Segunda ahora se acuesta y se levanta con sus compañeros de re-clusión. Afuera del centro Luz Marina, su mamá, y Juan, su papá, aguardan para verla: es día de visitas. Ambos esperan su pronta salida; será necesaria una conciliación entre los separados, o una resolución del ente en voz de su representante. “Negligencia” es el concepto que legal y físicamente antepone muros y rejas entre hija y padres; estos son evaluados en tér-minos socio-económicos y tradicionales por sicólogos y trabajadores sociales. De no cumplir con los requi-sitos, la niña podría ser entregada en adopción.

Bella, al calor de la leche deslactosada y del hogar sustituto, está aún más bella: es vivaz, de cachetes sonrojados en un rostro mestizo redondeado por ca-bellos cortos, lacios, negros. Pasa de los 24 meses, y entre balbuceos nombra a sus hermanas sustitutas. Este día juega con globos y payasos en la casa de una

amiga vecina, y, aun jugando, guarda silencio, está atenta a todo, todo lo abarca con sus ojos enormes, llenos de la oscura noche; de un vaso saca y come helado, sonríe tímida.

Durante siete años Martha ha compartido su ho-gar con diez menores, niños y niñas que como han llegado se han ido. Tener casa propia y demostrar in-gresos por más de 900 mil pesos, o pagar arriendo y contar con una mensualidad no menor a dos salarios mínimos, son parte de los requisitos que Martha hubo de cumplir para ofrendar su hogar como sustituto al ICBF. Le permiten tener máximo tres niños bajo su protección, y en las visitas de calidad se cercioran de la ropa, el mercado, el aseo de la casa y la planta física. “Han cerrado hogares sustitutos por maltrato. Los niños crecen y en las conversaciones con los sicólogos van contando cómo los maltratan”, dice. Si al investigar se dictamina maltrato al custodiado, la sustituta puede terminar en la cárcel.

Martha suspira y nombra la primera mujercita que le entregaron: tenía diecinueve días de nacida, y a los cuatro meses ya gagueaba la sílaba eterna: “ma”. Cuenta que “a los cinco meses apareció el papá, le puso el apellido y se volvió a perder”. No se supo más de él, pero ella ya contaba con toda una familia sustituta: papá, hermanas, tío; hasta abuelos tenía. Un mes estuvo confinada en las instalaciones del ICBF

a algunos vio salir y a otros llegar, y a muchos de los que al entrar encontró, ahí dejó. Fueron necesarias firmas de la gen-te del barrio para demostrar que contaba con una familia extensa que podía velar por ella. En la resolución le fueron otor-gados los cuidados personales a la abuela paterna. Año y medio vivió, rodeada por familiares y amistades. La Segunda fes-tejaba entre tambores, malabares, torta y helado su tercer año de vida.

Martha alcanza una foto que acompa-ña la carta. En la imagen, la bella y alen-tada niña sostiene un peluche; sentada en una cama cubierta por un colorido cober-tor, conserva el rubor natural en las me-jillas y la serenidad en la expresión. “A las

¿Madres sustitutas?

Un tr ptico innombrablePor John Garzón / [email protected] / Ilustraciones de Luis Eduardo Loaiza

ocho de la mañana tenía que llevarla a la ONG de la comuna 9. Generalmente los recogen en el ho-gar sustituto, pero en esta ocasión no fue así; sentí como si la hubiera abandonado por segunda vez Aprovechándome de su ingenua curiosidad le dije que fuera a mirar los juguetes del salón; una de las compañeras del centro la acompañó, mientras yo me alejaba a toda prisa”. Quien acompañó a Bella luego le contó cómo salió del salón buscándola, des-esperada, mientras la nombraba como lo que venía siendo, como lo que fue.

Todo lo eres mujer Por Yadi Mejía

Como se abre el día desgarrando el oscuro silencio y

descanso donde todos duermen y olvidan tu excelsa

beldad, como un secreto que la belleza de la palabra

no puede nombrar, como la pachamama eres mujer,

mostrada como pétalos de rosas humanas con tus

delicadas líneas que expresan lo fastuoso de tu ser.

Sin ti el mundo no vive, eres la fuente de lo hermoso,

la voluptuosidad de tus palabras designan siempre

el más puro éxtasis del sentimiento, te muestras en

diferentes figuras siendo siempre la misma, hay para

quienes eres la panacea, la mano que acude cuando un

ambiente inhóspito nos desgarra el alma

y razonamiento llevándonos al óbito.

Tu presencia, como el más casto arte que un día

surgió y aún no muere, nos refugia del vacío mundo

insensato, como el más estrecho acompañamiento de

la naturaleza es compartir con tu ser femenino y jovial.

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8 Mujer

La gallina con la sangre hirviendo en su cabeza siente como la muerte la agarra de las patas. La mujer ignora el miedo de la emplumada, ella espera el carro que la llevará de regreso a la vereda, en Málaga, Santander. Foto: Anamaría Bedoya.

Las altas montañas del suroeste de Antioquia, han llenado de brillo los ojos de Blanca, campesina de una vereda de Andes. Es la única parte femenina de la familia. Cuatro hombres protegen a la madre que calienta el hogar con la hoguera del amor. Foto: Bibiana Ramírez.

Belleza floral. Se prepara para lucir tan bella como las flores de su jardín...Foto: Bibiana Ramírez

Kiosco “El espiritusanto” de María Acevedo, ubicado en las afueras del Cedezo Manrique.Foto: Diana Pino

Rostro y gesto de la madurez y la fortaleza. Barrio La Honda.Foto: Leider Restrepo

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9Mujer

Esta mañana arrancó las flores aromáticas de su huerta y llenó la escalera con el dulce olor de la manzanilla. Ahora, en el mercado de Málaga, expone sus hierbas tan finas como las líneas de su cara. Foto: Anamaría Bedoya.

Mujer de la comunidad indígena Embera de Marmato, Caldas. Sus ojos duros observan el brazo de árbol muerto que rechinará en el fuego donde cocinará el alimento para su familia.Foto: Anamaría Bedoya

En las noches, la salida lateral de iglesía gótica de Manrique (el

señor de las misericordias) huele a crispetas dulces y a miel, Ahí están

como si fuera en el atrio del pueblo.Foto: Leider Restrepo

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10 Mujer

Cronica

Que nadie te arrebate la felicidad

Las dos hijas y Humberto dormían. Del-falina, como todas las noches, agarró el machete y un costal. Salió de la finca, ca-

minó por el cafetal, extendió el costal como lecho, se acostó, miró al cielo y buscó la luna, le habló: “Esta vida así no puede seguir, yo no puedo seguir viviendo así –lo repetía como un mantra, con los brazos extendidos–. Luna, tú eres mi compañera, tú me tienes que guiar para salir adelante”. Re-gresó a la finca desvelada, con los ojos pequeños como dos nueces, hipnotizados por una fuerza que le decía que vivir no era lo que ella hacía.

A la una de la madrugada estaba en la cocina, preparando el desayuno para los diecinueve tra-bajadores que llegaban a las cuatro de la mañana; también les tenía que empacar el almuerzo y el algo. Humberto, el esposo, con quien se casó a los dieciséis sin saber qué era eso de ser esposa, se iba con todos los trabajadores para el monte. Sin darle un beso, sin decirle adiós. Después, lo mismo de siempre: alimentar ese par de niñas que ella no entendía cómo y por qué salieron de su vientre, coger un costal lleno de ropa sucia e ir a la que-brada a lavarla.

“Cuando llegaba a la quebrada metía los pies en el agua y lloraba por ahí hasta medio día, y decía: yo por qué me casé, sin estudiar, para esto; hasta que me quedaba dormida y luego me levan-taba toda quemada por el sol. Y lavaba y lloraba. Metía el trapo a la quebrada y veía cómo el agua se llevaba la espuma: ¡Dios mío, aquí se van mis ilusiones! Pero no, yo tengo que salir adelante; ha-blaba y hablaba. La espuma se la lleva el agua y por allá se purifica. Yo también, algún día, me quiero purificar. Por ahí a las cinco de la tarde terminaba de lavar la ropa. Cuando veía de lejos a esos trabajadores y a Humberto, sentía una rabia. Me entraba para la cocina, ese era mi refugio. Él empezaba: ‘¡Delfa!, la comida, el fresco, la merien-da, no servís para nada, ¡Delfa!’”, cuenta Delfalina, sentada en un pupitre en la terraza de su casa, frente a su jardín florecido. Recuerda cuando te-nía veinticuatro, ahora que tiene sesenta.

Su tiempo transcurría entre la opresión de la soledad y los insultos de Humberto. Ella nunca protestaba. Guardaba silencio tal como se lo ense-ñó su madre: su obligación era obedecerle al es-poso en todo. Se refugió en la naturaleza: cuidaba patos, gallinas, marranos, conejos. Guiada por la intuición, les curaba las heridas, les ayudaba a pa-rir. Supo que era una fortaleza, que sí era capaz de hacer algo, que Humberto estaba equivocado cada que le repetía que no servía para nada.

Un día Humberto se fue para Medellín porque estaba enfermo y Delfalina se quedó sola al man-do de todos los trabajadores y sus dos hijas. Él le mandó a decir con su mamá que vendiera los ani-males y que se fuera para Medellín, que él había conseguido trabajo en una carnicería. Cinco me-ses tardó en vender todo; los animales eran suyos, pero la plata que le dieron por ellos se la tuvo que entregar a Humberto, porque él dijo. Llegó a la ciudad, por primera vez, a la dos de la tarde. Humberto no estaba en el terminal. Ella amarró a las niñas a su cintura con una cuerda, porque le dijeron que se las podían robar, y esperó hasta las seis de la tarde, cuando apareció por fin Hum-berto.

“Nos fuimos a vivir a Castilla a una pieza de una tía de él. Desde que llegué le dijo a la tía que

yo iba a ser la sirvienta de ella. Él nunca toma-ba la opinión de lo que yo hablaba, siempre me decía: ‘usted no hable, usted es una boba ahí, usted es una montañera que nunca sabe nada’. Yo era encerrada en la cocina, no podía ni salir a la cera”, recuerda Delfalina. En las noches él hacía lo de siempre: “yo me acostaba y ahí mis-mo llegaba y me decía: ‘voltéese a ver’. Se mon-taba y ahí mismo se bajaba. Él me violaba, yo no entendía lo que él me hacía”. Así pasaron dos años y quedó en embarazo de su tercera hija.

Cuando la barriga le crecía y se le ponía dura, se daba cuenta de que estaba en emba-razo; se odiaba, no sabía cómo pasaba. “Pensaba: para qué hijos, si la vida es para sufrir. Y él me decía: ‘vos que no servís para nada, no me das sino mionas’. Ahora es que me doy cuenta de que el hombre es el que define el sexo”. Cuando nació la niña se fueron a vivir donde otra familiar, que al ver cómo lloraba Delfalina le dijo que no fuera boba, que planificara. Le explicó cómo, la llevó al centro de salud, le compró las pastillas. Feliz, no más hijos, estaba feliz.

Arrendaron una casa en el Popular N° 1. Don An-selmo, el dueño, le dijo a ella que tenía un local pe-queño para que montara un negocio. Se entusiasmó y esperó a Humberto para contarle. “Como uno toda decisión se la tenía que consultar al marido, le con-té y me dijo: ‘pendeja, qué se cree, una montañera como vos que va a ser capaz de montar un negocio. ¿Usted conoce la plata? Usted no sirve para nada’”. Al otro día, apenas vio a don Anselmo, le dijo que sí, que Humberto le había dado permiso. Fue donde don Alirio, un vecino que tenía tienda, y le dijo que ella también quería montar una pero no tenía cómo sur-tir. Él le fio seis gaseosas, seis panes y un paquete de cigarrillos: esa tarde vendió todo. Seis meses después su tienda era la más grande del barrio. Humberto no le decía nada, pero le exigía la mitad de la plata de lo que vendía, que porque él mandaba en la casa.

Tanta atención le puso al negocio que se le olvi-daron las pastillas de planificar y quedó en embarazo por cuarta vez. Nació un niño. Ella, con el bebé en las manos, le decía al doctor que no quería más hijos; él le dijo que podía operarla pero con la firma del marido. Ella, la que no servía para nada, le dijo esa noche a Humberto, el hombre de la casa, que quería ver cómo era su firma, que solo le conocía mamarra-chos. Ofendido, le estampó cuatro firmas en una hoja. “Cuando yo me hice esa operación sentí que la vida me sonreía. Miraba las estrellas, el sol y la luna. No más hijos, qué felicidad”, dice.

Delfalina soñaba con tener una casa propia, se la imaginaba de tres pisos y con un negocio. Un día don Anselmo le dijo que estaba vendiendo un lote unas cuadras arriba; valía cinco mil pesos. Ella no podía de la dicha: tenía una plata ahorrada, podía comprarlo. Pero tenía que consultarle al marido. “Por la noche le dije a Humberto: ¿Lo vamos a comprar? ‘Otra vez sa-lís con pendejadas. Yo no sé quién le mete a usted eso en la cabeza. Yo no me voy a poner a comprar nada, Delfa, porque usted es muy llevada de su parecer’”. Delfa le dijo que sí a don Anselmo, que Humberto le dio permiso.

A punta de convites construyó la casa: le decía a los vecinos que ella les cocinaba y ellos le construían. El marido, apenas vio que era en serio, le dijo que le tenía que dar una parte de ese lote para que la mamá hiciera su casa. Ella dijo que sí. Después de meses de trabajo habían levantado una casa de tres pisos. Puso una

tien-d a de aba-r r o t e s , revuel ter ía , carnicería, y en el tercer piso montó una mesa de billar. Las hijas ya estaban grandes, le ayudaban con el negocio.

Pero otra vez, como si no tuviera dere-cho a la felicidad y Humberto estuviera ahí para re-cordárselo, la tranquilidad le fue arrebatada. Él cada día llegaba con una mujer diferente y la paseaba de-lante de sus hijas. Delfalina protestaba. “Él me decía: ‘esta es mi casa, acá mando yo’. A mí eso me martiri-zaba. Trabajar uno tanto y este hombre no ser capaz de tener siquiera un aliciente con uno, de decir: vos sos una mujer que vale mucho”.

Supo que su sufrimiento era el destino de mu-chas mujeres. El presidente de la acción comunal del barrio le dijo que iban a pavimentar la calle, que le ayudara a conseguir personas que trabajaran en la obra. “Yo reuní varias vecinas y en medio del trabajo empezábamos a conversar: es que esos maridos no sirven para nada, es que esos maridos viven echados, es que esos maridos viven con la una y con la otra y nosotras en la casa trabajando. Y yo les decía: sí, por eso es que a los hombres no les gusta que la mujer se consiga una amiga, porque ahí se les acaba la bobita de la casa. La bobita de la casa empieza a reflexionar y a darse de cuenta de que esa no es la vida”. Des-pués de que terminaron la calle todas continuaron reuniéndose en FEPI, una fundación del barrio.

Pensó que quizás el problema era estar en casa, viendo cómo el marido se burlaba de ella, entonces se fue a trabajar a una fábrica de colchones en el municipio de Caldas. Como recibía un sueldo Hum-berto le dijo que no volvería a mercar. Con toda la responsabilidad de su casa encima, madrugó durante seis años para ir a trabajar como obrera, mientras en casa el marido bebía y acababa con el negocio. La re-sistencia de Delfalina se quebraba: aunque se alejara de casa por unas horas sufría lo mismo.

Renunció y volvió a casa con la esperanza de que todo cambiara, de que Humberto algún día fuera otro. Él, realmente, era otro: “se había vuelto muy malo, se

Anamaría Bedoya / [email protected] / Ilustración de la autora

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11Mujer

había junta-do con una

gallada del ba-rrio y se creía un

sardino. Se mantenía lleno de anillos de oro y

de pulseras. Tenía dos revól-veres y dos celulares. Salía con

los sardinos a robar y los transportaba en un carro”, dice.

Estaba sola, sus hijas se habían casado, y seguía participando de las reuniones con las mujeres en FEPI; conoció la Corporación Vamos Mujer, aprendió de sus derechos y de la violencia que sufrían las mujeres: “todo lo que nos decían sobre el maltrato era como si ya es-tuviera escrito en mí”. Pero ella esperaba que Humberto cambiara. A él se le terminó la dicha cuando la Policía lo detuvo, junto a los demás ladrones, y lo condenó a tres años de cárcel. Delfalina, marcada con un “juntos hasta que la muerte nos separe”, lo visitaba en la cárcel, le llevaba comida, le lavaba la ropa, dividida entre él y lo que ella deseaba.

Empezó a estudiar en las noches: “eso era una felici-dad. Yo ponía la mano así en el pupitre, ese era el sueño mío; yo quería estar en esa silla escribiendo y mirando para el tablero, yo no salía a recreo ni nada. Como no sabía casi escribir, escribía despacio, miraba una letra y la otra. Estudié tres años. Eso no lo borro de mi mente porque me llenó de satisfacción”. Pensaba también que de pronto él al verla inteligente la querría un poco.

Un día de visita en la cárcel, antes de verse con Hum-berto, una señora la detuvo. Le dijo: “señora, usted es muy bobita, usted viene un domingo y después viene la otra. Yo he visto como la trata de mal a usted, y a la otra la carga”. Delfalina al ver a Humberto le dijo: “hagamos de cuenta que nunca en la vida pasó nada, empecemos de cero, vamos a ser una familia; pero eso sí, Humberto, vos vas a ser un hombre distinto”. Y él: “esta tan boba, qué se está creyendo. Toda la vida me ha conocido así: toda la vida he tenido mujeres, he sido jugador, bebe-dor. ¿Por qué no seguimos igual? De todos modos, usted siempre es la primera y la otra es la segunda”. “Pues yo no quiero ser ni la primera ni la segunda, de ahora en adelante se acabó todo” le dijo ella. “Qué vas a ser vos capaz Delfa, vos como has sido de boba toda la vida”, dijo él. “¿Sabe qué Humberto? Hasta hoy vine a visitarlo. Y haga de cuenta que estoy muerta y enterrada en el

cementerio”. Y salí y me puse triste. Luego pensé: no más y no más Delfa. ¡Ya! De hoy en adelante sos libre. Y así fue, al pie de la letra, de ahí en adelante”, relata.

Quería una separación por lo legal. Él quería la mitad de los bienes de Delfalina, pero no sospechaba que ella tenía toda la fuerza que había oprimido du-rante años, y un espíritu que se negaba a envejecer en el desasosiego. Ella ganó la pelea: lo que era suyo nadie se lo volvería a arrebatar. Con otras mujeres fundó la Asociación Luna Llena, para cultivar la con-fianza, para replicar sus historias de vida y que otras mujeres entiendan que deben ser autónomas y cortar con aquello que las hace sufrir. Desde la terraza de su casa contempla las montañas del occidente y las

nubes gordas que anuncian lluvia. Recuerda un sueño que se le repite desde su infancia: “de las montañas se desbordan las quebradas por cua-tro esquinas. Yo corro y cuando el agua me va a alcanzar salgo volando por encima de las mon-tañas, por los árboles, por las nubes. Miro abajo, todo queda serenito, tranquilo”. Sonríe, sus ojos de nuez siguen vislumbrando la serenidad.

Esta crónica pertenece a la serie Encontrar valor para continuar viviendo, una producción de la Corporación Vamos Mujer.

Mi cicatrizPor Alba Mery Castañ[email protected]

Ni el paso de los añospodrá deshacerla cicatriz de mi almaque no cesa de sangrar.

Aún está herida,por la soledadque dejó tu ausencia,al irte en paz.

Las noches son largas,los días másy mi cicatriz,se resiste a sanar.

Solo el abrigoque los sueños me danpodrá permitirque no duela más.

La mujer agapantoFragmento del libro La mujer agapanto del periodista Camilo Betancur. [email protected]

Profesora de tercero de primaria en el Instituto Vicarial Jesús Maestro. Barrio Manrique.

Deliciosa analogíaPor Alejandra Echeverri

Cuando uno sale a la calle ve frutas por muchas par-tes: unas allí, unas allá, en la esquina, en carritos, en el centro, en el barrio, en parques; deliciosas

frutas de todos los tamaños, colores y sabores, unas más agradables a la vista que otras. A uno se le hace agua la boca al verlas, se hace hasta pisar de un carro por imaginar mien-tras disfruta semejantes delicias, y se le tuerce el cuello por seguirles la pista; definitivamente, en segundos esas ricas frutas hacen que se le rompa el coco a uno.

Y sí, se piensan cosas importantes, pero también en lo buenas que están las frutas que uno se topa en el cami-no y por alguna circunstancia no puede comerse, así que no queda de otra que alimentar, como se dice, la vista. Para sumarle, uno se topa también varias frutas en un solo lugar, en un solo contenedor, en un solo bodegón. Y pien-sa uno: qué rico sería para estos días calurosos tener a la mano todo eso y prepararse una exquisita ensalada. Poner las frutas en una bandeja, despojarlas lentamente de su cás-cara, contemplar sus cualidades y lo perfectas que son, la belleza de esos melones, el rojo de esas fresas que parecen hablar, la forma irresistible y tentadora de esas manzanas. Hacer que segreguen sus líquidos y se humedezcan hasta el punto de querer devorarlas ansiosamente. Saborear el kiwi en mitad, exprimir la dulce naranja hasta el final. Disfrutar el universo de sensaciones y sabores que deja toda deliciosa fruta, creación perfecta.

Uno en la calle ve muchas frutas, y quisiera cogerlas, con-templarlas y disfrutarlas hasta que no queden ganas.

La mujer agapanto es un regalo del reino de los ángeles. Aunque la primera vez que la vi fue de niño, el primer encuentro con ella sucedió hace poco, pues el agapanto que me regaló la señora regordeta se marchitó, al igual que la infancia. Recuerdo que iba camino a mi casa y me sorprendió un ser ex-traño que con movimientos felinos se introdujo en un matorral. Horas más tarde estaba sentado frente al fuego fumándome un tabaco y sentí que algo se movía entre las flores.

Miré pensando que era un perro, y nada. Seguí fumando y sobre el del tabaco surgió un olor a rosa que absorbió todos los demás olores. Inquieto por lo que estaba ocurriendo me dirigí a mi cuarto. Arreglé la cama y antes de dis-ponerme a dormir le pregunté al elemental del tabaco sobre el ser que había visto, los ruidos en el jardín y el olor a rosa. Sé que el tabaco es un abuelo ancestral que se manifiesta en el sueño. Su poder consiste en recrear situa-ciones desde la emoción. Puede mostrar seres que vendrán de vis-ita o acontecimientos que están por ocurrir. En busca de respu-estas me sumergí en el sueño. En la oscuridad unos rayos violetas iluminaron un camino de piedra. Al fondo del camino vi un ser de un metro de altura, delgado, muy delgado, cubierto de vellos menu-dos, con patas y rostro de gato. De su cuerpo surgían pequeñas ramas de las que pendían hojas

y pétalos violetas. En su es-palda nacían dos alas, como de mariposa, que perman-ecían abiertas reflejando un brillo azul verdoso. Este ser me miró y empezó a volar en círculos hasta desaparecer. Al día siguiente, como todos los días, estiré las manos y corrí las cortinas del jardín dispuesto a mirar las flores, pero algo había cambiado. Entre mis flores había ger-minado por arte de magia un agapanto. Me estregué los ojos para cerciorarme de que no fuera una alucinación. Seguía allí como si ese fuera su lugar hacía meses. No hice ninguna pregunta. No suelo interrogar los hechos que desbordan mi imaginación. Desde ese día, cuando abro los ojos lo primero que veo es el cielo y sus nubes. Luego respiro y saludo a La mujer agapanto.

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Seis notas de amorCronica

Por Leider Restrepo / Fotografía: Diana Pino / Leider Restrepo

El jueves 29 de ene-ro de 1998 fue el día más duro en la vida

de Carmen Jaramillo. Una llamada de su concuñada Estella Espinoza desde San José de la Montaña-un pue-blo pequeño del norte antio-queño- cambió el rumbo de su vida para siempre; la lla-mó a contarle que a Víctor Daniel Cuadros -el esposo de Carmen- lo habían ma-tado los paramilitares del Bloque Noroccidental esa mañana. Carmen estaba en Medellín desplazada a causa de las amenazas. Días atrás su esposo le pidió que via-jara con los niños mientras él miraba cómo salir. Des-pués de quedar viuda guar-dó silencio y su dolor, hasta que se decidió a contar su historia. La voz le tiembla tanto como las manos y sus ojos son incapaces de con-tener las lágrimas cuando relata lo sucedido.

Estamos en El barrio La Cruz, llueve, hace poco cayó granizo, tenemos frío, pero respiramos la frescura que dejó la borrasca. Contemplamos desde lo alto esa inmensa ciudad que según el último informe anual de la Perso-nería de Medellín, registró entre 1998 y octubre de 2011 el desplazamiento de 248.740 personas.

A Carmen le cuesta empezar a contar su histo-ria, porque la obligaba a devolverse en el tiempo. Todavía sueña con Víctor y a pesar de los quince años que compartieron, su amor por él no se ha acabado. Recuerda las notas que le mandaba a Víctor con la coca del almuerzo o del desayuno, en la finca. Esas cartas de enamorados eternos que se correspondían son su recuerdo amoroso más duro. Llora y casi sin poder hablar cuenta que junto al cuerpo de su esposo encontraron seis de esas notas que ella le mandó.

Vivían en la vereda El Congo, en San José de la Montaña, en una finca llamada Mora; grande y llena de hermosas orquídeas. Su finca era un corredor militar de la guerrilla, el ejército y de los paramilitares. En noviembre de 1997 la guerrilla le dijo a Víctor que en enero venían por los dos hijos mayores, los iban a reclutar, y por eso fue que él le dijo a Carmen: “lleve los niños y se queda allá con ellos mientras yo logro salir”. Pero llegaron los paramilitares, bajo el mando de León Alberto Henao Miranda, alias “Pilatos”, quien lo asesinó, según lo que le contó a Carmen el empleado de Víctor, a quien golpearon y dejaron vivo. Lo mata-ron junto a su hermano porque según ellos, eran colaboradores de la guerrilla.

El episodio de la llamada, la noticia y el devol-verse para la finca a enterrar a su esposo, “no se lo desearía ni al peor enemigo” dice Carmen, negandose así misma esa realidad. La mitad de su vida le fue arrebatada, porque no solo le quitaron a su esposo y la desplazaron, además se robaron todas las cosas materiales, el ganado y luego in-cendiaron la casa.

Ese mismo día mataron a su cuñado, pero como no encontraron el cuerpo, Estella, la esposa, pensó que se había escapado y estaba tranquila. “A mi esposo lo mataron en el camino y mi cuñado quedó en una zanjita, muy alzado, entonces él no se veía. A él lo encontramos descompuesto, lo en-contramos con la mitad de la cabeza en la manga. El sábado a las seis de la tarde lo encontramos”, cuenta.

El cuerpo de Víctor lo encontró un sobrino de Carmen. El perro estaba al lado de él, cuidándolo, y no lo dejaba coger de nadie hasta que llegaron la hermana y el profesor de la escuela. Era un

pastor alemán y se llamaba Platino. Cuando habló del perro le dio alegría y nostalgia, casi llora de nuevo, “Platino. Si vos lo vieras, ese perro cuando me vio, ¡ay no!, eso sí también me parte el alma, el perro me ladraba y me contaba. El perro todo todo todo lo que pasó me lo contaba y el perro… el perro aullaba. El perro se me murió de tristeza. Dicen que no, pero el único compañero leal si es el perro”. Platino aullaba todas la noches y no comía, vivió dos meses más des-pués de lo sucedido.

Los campesinos de este país se encuentran entre la espada y la pared sin culpa alguna, los sicarios, guerrilleros y paramilitares y las fuerzas del Esta-do, terminan por desangrar la vida de la gente que no tiene nada que ver con el conflicto y cuyo único pecado ha sido el de vivir en medio del campo de batalla.

Un familiar de Carmen le contó que en Radio Reloj habían dicho que en la vereda El Congo, un cam-pesino había perdido la vida por una bala perdida proveniente de enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares. La rabia de la mentira no es para menos, pues a Víctor le propiciaron cuatro tiros, uno de ellos en la cabeza. “Aunque a ellos los iban a ase-sinar con motosierras”, dice Carmen; en los predios de la finca encontraron unos palos clavados y dos motosierras en el suelo.

Sobre la guerrilla, Carmen dice, “pero es que si llega la guerrilla a tu casa y te dice: vea tome este cuaderno y estos cinco millones de pesos, vaya com-pre. Y usted sabe que si quiere mucho a su familia le toca volver con el mercado. Entonces a usted no le están pidiendo un favor, a usted lo están obligando”.

Después de enterrar a Víctor, Carmen no pudo so-portar el dolor y se sumergió en el alcohol por cuatro años, hasta que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) le advirtió que le iban a quitar los hijos, “entonces ahí si me pellizqué y empecé a ir a Alcohólicos Anónimos. Empecé a estudiar, yo había estudiado hasta segundo de primaria ya que mi es-poso era de los típicos machistas que decía que uno para que estudiaba”.

En los años siguientes Carmen logró terminar la primaria y el bachillerato, además hizo cursos de creación de empresas, panadería y fotografía. A éste último le dedicó más tiempo y montó un estudio fo-tográfico en el pueblo cuando las cosas estaban más calmadas y en Colombia se estaban presentando las primeras desmovilizaciones de los grupos paramili-tares. Pero al poco tiempo Carmen decidió denunciar a alias “Pilatos”, y un día que lo vio en el pueblo se vio obligada a cerrar negocio y desplazarme para Medellín nuevamente. Las demandas que interpuso le

causaron más de tres despla-zamientos intraurbanos.

222 miembros del Bloque Noroccidental de las AUC se desmovilizaron a finales de 2005 acogiéndose a la Ley de Justicia y Paz, entre ellos alias “Pilatos”, quien era co-mandante de una de las tro-pas. Un abogado de la fiscalía llamó a Carmen el año pasado para que asistiera a las au-diencias oficiales y versiones libres de “Pilatos”, pero ella se sentía incapaz de ir y de ver al asesino de su esposo, sabiendo además que él y Víc-tor se habían criado juntos desde pequeños.

Fue el 9 de septiembre, día de la versión oficial, mientras “Pilatos” declaraba sobre el asesinato de Víctor, Carmen se desmayó en la sala de víc-timas, en el despacho 37 del edificio José Félix de Restrepo en la Alpujarra. A ella la tuvie-ron que sacar en camilla.

A la audiencia fue sola y en la sala había varias víctimas.

Los funcionarios de la fiscalía recogieron la docu-mentación y evidencias de los denunciantes, ella llevó dos fotografías, la de su esposo y la de su cuñado. Pilatos miraba las fotos y decía; “a este lo mató tal o cual paramilitar” y así sucesivamente. Cuando llegó a la fotografía de Víctor y su hermano, “él se paró con las fotos en la mano y se rascó la cabeza, Él a mi no me pidió perdón sino que pensó que estaba la familia del esposo en la sala de víctimas. Dijo que nos pedía perdón, a la familia Cuadros, que él no había sido, pero que el bloque sí fue, que porque él… ¡ay no!, eso fue desesperante” dice Carmen.

Trata de contener las lágrimas y mira hacia el cielo, con la voz muy temblorosa y los ojos aguados continúa, “yo le mandé a preguntar que por qué, sa-biendo que ellos se había criado juntos… Y no, no me respondió. Que la organización le había dicho que los mataran, que le perdonáramos porque era una equivocación, que donde él hubiera estado ahí no los había dejado matar porque los quería tanto, entonces yo le dije al fiscal que son mentiras, si él estaba ahí cuando lo mataron”.

Según la Fiscalía, es Alberto Henao “Pilatos” quien debe responder, porque era el jefe del bloque, aunque niegue su responsabilidad directa. Carmen recuerda que de veinte casos, el de Víctor fue el único que aceptó.

Cuenta que en 2006, luego de haber tenido que huir por segunda vez de San José de la Montaña, fun-dó junto a Luz Danelia Guarín y Rosalba Salazar la Asociación de Familias Desplazadas en Busca de Feli-cidad, ASFADESFEL, una organización de San José La Cima # 1, barrio de Manrique. Ahora es una lideresa de la Comuna 3 de Medellín, que lucha por los dere-chos de la población desplazada, mientras trata de superar su drama.

El 25 de noviembre de 2011, cuando por fin ter-minaron las visitas a la Fiscalía, declaraciones, au-diencias y versiones libres, participó como ponente en el foro “Memorias del desplazamiento forzado y construcción de ciudadanía”, un acontecimiento de gran importancia para las víctimas de la violencia y del desplazamiento forzado que habitan en la Comu-na 3 Manrique.

En el último año ha logrado superar un poco su dolor y sabe muy bien que nadie le devolverá a Víctor ni la felicidad que tenía en su finca. Ahora, con su profunda mirada ve hacia el cielo y se pregunta cómo es posible que León Alberto, quien creció y compartió toda la infancia con su esposo, le haya arrebatado la vida de esta manera.

Carmen Jaramillo en 2012. En la foto que sostiene se retrata el momento de su boda con Víctor Daniel Cuadros

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Pelinegra, de cachetes colorados, labios car-nosos rojo chillón, dientes torcidos como en pogo –o al menos así lo diría mi amigo el

artista–; la de las faldas cortas de seda que dejan ver su virginal y santificada ausencia de virginidad. Usted, la que se desplaza por el pasillo del burdel con zapatos rojos de tacón alto, delgado como aguja, por si toca defenderse o dibujar en la cara de la compe-tencia. Descubrí su historia con solo ver las cicatrices de sus piernas gruesas, las mismas que exhibe desin-hibida en la esquina, como si se tratara de la efigie de la belleza callejera, y con el deseo sincero de crear sensaciones en los desconocidos y efímeros amantes que piden una rebaja de precio.

La revolución de las tangas y el salvamento del condón, han sido su post-day vitalicio; es como si se tratará de la hostia hipócrita que se meten a la boca, tan simple, tan insípida, tan delgada, tan poco provo-cativa… Pero usted no, usted prueba la vida, la carne, la piel sexuada que se tiende en la cama de sábanas rosa, como si esperara ser admirada, amada, tocada, soñada, casi pidiendo a gritos que alguien comprenda su deseo de sentirse sucia, puerca, diferente; casi en un intento salvaje de liberarse, de sentirse como una gata en celo y buscar placer.

Es usted muy valiosa porque ha sabido sucumbir en la alegría, aún siendo su hogar un corredor os-curo, forrado en recortes de periódicos con fotos de modelos y de Pablo Escobar, donde solo hay una luz roja intermitente que pareciera que palpita, tan fuer-te y fugaz como sus recuerdos de la infancia, cuando acompañaba a su madre al trabajo y, mientras ella entraba a la oficina a gritarle a sus clientes sedientos de vida y de sexo, la esperaba en las escalas frías, muertas, pero envueltas en olor a sándalo o a canela de ambientador barato. Luego tomaba la mano pe-gajosa sin lavar de su madre, ignorante de lo que en ella había impregnado, y la acompañaba a la tienda, donde se fumaba sus cigarrillos tan rápido como si tratará de agotar en cada calada un poco de su vida.

Yo no puedo admirar a nadie más que a usted y su sinceridad. Veo en su sonrisa pervertida la nostalgia, y las lágrimas de ira por no poder mentirme cuando le pregunto si disfruta su trabajo. Amante del hard-core y del punk pesado y podrido, se ha dedicado a llenar de fotos del Binomio de Oro y de Diomedes Díaz su cuarto triste.

A mí me gusta su sonrisa, por particular: es como si su pasado le diera un toque lúgubre homicida. Us-

Guayaquil con la 80Semblanza

Por Julieth Arias / [email protected]

ted, que creció entre los gemidos fingi-dos que llevaban el ritmo del tango de Gardel, me ha ense-ñado más del mundo que la misma escue-la hipócrita, o que el cura que usa el grial para cubrir el miembro que se le levanta cuando la ve en una esquina dis-puesta a recibir perdón, y luego, juguetón, con su santa Biblia predica el mandato divino de ganarse el pan con el sudor de la frente; pero usted, animada como bue-na puta, prefiere ga-narlo con el sudor de su cuerpo.

Yo le apostaría a sus intenciones mucho más que a las de un políti-co paraco: usted le daría más felicidad y tranquilidad al mundo abriendo sus piernas y sus brazos a los procesos de paz. Creo más en su discurso que en el de Mahat-ma Gandhi, porque él habla de amor y usted lo predica y aplica a su mane-ra. Me gusta su tacto y su falta de pudor, porque a usted se le escucha muy bonito cuando, con entonado acento, le grita al cliente: “¡Descarado. Págueme bien, mal-parido!”. Nadie suele tener los cojones para gritarle así a un sordo empederni-do, satisfecho de placer pero tacaño como ninguno.

Santa Puta que tus piernas le abres al mundo, desdichado el que puede y no te prueba, porque, según usted, no sabe lo que arriesga. Amén por María Eugenia, la puta preferida, elegida y predilecta de los burdeles escondidos de Guayaquil con la 80.

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Manuela Andrea Pérez Castro

Soy solo aquella mujer que en su corazón lleva más de mil historias, cuyo mundo queda entre renglones y así materializa su más grande utopía, que es jinete de un caballo llamado melancolía.Soy quien vive hastiada de la sociedad simplemente por no escuchar las estupideces que dice la gente; soy quien se toma la vida como un juego, sabiendo aún que, como siempre, llegará un momento en el que este termine.Aprecio y amor a mi madrina envío; nunca olvidaré sus sacrificios por el bienestar mío.Doy las gracias más sinceras a mis falsos amigos y a todos mis enemigos, por dedicar un minuto de su tiempo a mí, también, tratando de hacerme daño aunque no lo puedan conseguir.Durante varios años he aprendido la lección: ya sé amar con la mente y pensar con el corazón.

He de saber guiar mi barca, no importa la dirección del viento, y perdonaré a enemigos y escalaré peldaños con los años.Seguiré cabalgando en mi caballo, buscando historias que contar y encontrando la mía.

Manuela Andrea es estudiante del grado noveno del Instituto Vicarial Jesús Maestro, barrio Manrique.

Soy solo aquella

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“Mi padre fue uno de los funda-dores del barrio La Salle, y con los padres lasallistas construyó

el primer salón de clases de lo que hoy es la Institución Educativa San Juan Bautista de la Salle”, dice Martha Irene Acevedo. Así mismo, con un puñado de vecinos emprendedores, hace más de cincuenta años fundó la Aso-ciación Mutual de La Salle, la misma que hoy sigue prestando un servicio invaluable en el barrio.

Hoy “doña Nena”, como se le conoce en el barrio, hace parte de la junta directiva de la Asociación Mutual La Salle, y allí confor-ma con otras personas el comité funerario y el comité de solidaridad, que se encargan de auxiliar con uniformes escolares, fórmulas médicas, cuotas en la asociación y mercados a los socios que están pasando por momentos críticos o que simplemente carecen de recur-sos.

Irene es socia fundadora de la Corporación Núcleo de Vida Ciudadana, y allí, junto a un grupo de volun-tarios, se encarga de las actividades y eventos que realiza esta corporación para la formación, promo-ción y proyección de los grupos artísticos y culturales del sector, barrio y comuna.

Como si esto fuera poco, doña Nena, quien dice que “al final del día me acuesto rendida, pero satis-fecha de la labor cumplida”, hace parte del equipo que dirige y administra el grupo de adultas mayores Siempre Jóvenes, quienes velan por el mantenimiento físico y la celebración de fechas especiales como el día de la mujer, el día del hombre, el día de la familia, el día del amor y la amistad y, con la Secretaría de Bienestar, el día de la adulta mayor.

“Toda esta labor, aunque ardua, me ha ayudado a crecer como persona, pero sobre todo a poner mi fuerza y voluntad en causas que benefician la cons-trucción y fortalecimiento de mi comunidad”, dice doña Nena.

Martha Irene, La Nena de La Salle

Por Elkin Galvis / [email protected]

Llegó al barrio la cruz hace treinta y un años con su esposo y siete hijos, cinco

hombres y dos mujeres, la mayor, Martha, la primera bachiller gradua-da del barrio La Cruz; vinieron desde San Carlos, Antioquia, cuando la si-tuación se complicó por la violencia.

Su llegada a la ciudad fue difícil porque eran muy pobres, y algunos vecinos, que en ese tiempo eran muy pocos, no los recibieron con mucho agrado: cuando los veían pasar les cerraban la puerta para que no en-traran a pedir, y en ocasiones les to-caba encerrar a sus hijos porque a sus vecinos les molestaba escuchar-los llorar.

Sin embargo, esta situación no fue impedimento para que Ofelia estu-viera siempre dispuesta a brindar su ayuda a todo aquel que la necesitara.

Aparte de toda esta labor solidaria que brinda a su comunidad, Ofelia dedica su poco tiempo libre a las la-bores del hogar y el cuidado de sus nietos, y a sus ma-nualidades, que son muy creativas, arte empírico que trata de perfeccionar día a día; entre ellas están la de buscarles figuras a las piedras y a las cortezas de los árboles, y la de inventar bolsos con cualquier pedazo de tela, que luego adorna con hermosas flores, también de tela; además borda, hace aretes, manillas, pulseras, atrapa sueños… Ofelia pone en práctica todas las ideas que se le vienen a la mente, con el fin de mantenerse ocupada.

Las vecinas de OfeliaMartha Muñoz:¿Cuánto hace que distingue a Ofelia?Hace unos treinta años; claro que antes vivíamos

más distanciadas, afortunadamente la distancia entre nosotras se ha acortado.

¿Qué es lo que más destaca de Ofelia?Su don de servir a los demás, su voluntad de ha-

cerlo, su creatividad y disposición para enseñarle a los otros sus conocimientos.

Adriana Ochoa:¿Qué representa Ofelia para usted?Para mí es como mi abuelita, porque le tengo mucha

confianza, la quiero mucho, por su don de servicio a los demás, porque nunca deja a nadie con una necesidad, ya sea por hambre, por enfermedad, por cualquier cosa que se le busque.

La dama de las fififfiiguras de piedra

Ofelia Isaza es una mujer que dedica su tiempo libre a pintar y a buscarles figuras a las piedras que encuentra

a su paso. Para algunos es una labor insignificante, pero para ella tiene un gran

valor, ya que cuando se dedica a pintar le pone toda

la pasión y el amor.

Según dice, ese fue el ejemplo que su señora madre le dio, y todavía disfru-ta haciéndolo, ya que el que llega a su casa nunca se va con las manos vacías. Cuando alguien llega a pedir una planta para un remedio, si no la tiene sale a buscarla, así le toque ir a otro barrio, como le sucedió en algu-na ocasión, cuando llegó una señora con un fuerte dolor de estómago y no tenía la planta que necesitaba, enton-ces se fue hasta Bello Oriente, donde la encontró, y pudo ayudarla.

Ha sido testigo del progreso que ha tenido el barrio desde su llega-da, cuando se podían contar las ca-sas con los dedos, hasta ahora, que al pararse en el patio de su casa no ve ningún espacio vacío. Su casa ha sido hospedaje, iglesia, consultorio, came-rino… Para resumir, Ofelia ha sido el desvare de todo el mundo.

Por Reina Cecilia Misas / [email protected] / Foto: Leider Restrepo

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manos unidas que las siembran, en un momento en que la esfera azul necesita armonizar y equi-librar sus ciclos vitales, de los cuales somos parte.

Curiosamente, es la mujer la que más trabaja en la producción agrícola. Según estudios de la Organización para la Alimentación y la Agricultu-ra (FAO), a nivel mundial más del 60 por ciento de estas labores son realizadas por mujeres, general-mente en grandes plantaciones de monocultivos y transgénicos. Son las mismas mujeres, empobre-cidas y marginadas por el sistema económico, las que sostienen la ganancia infinita de las multina-cionales de la alimentación transgénica.

Esta historia, que va desde el ocultamiento y la negación hasta la explotación y la dominación de unos sobre otras, tiene también la cara de la resistencia, el rostro de la mujer emancipada y liberada del yugo patriarcal. Conectada con la tie-rra, la mujer sobrepuja para gestar la realidad de la soberanía alimentaria, de la sociedad sin amos ni dueños, de la agricultura orgánica, del amor, el cuidado y el respeto a la Pachamama como un organismo vivo que hay que dejar de explotar y de contaminar.

Las mujeres de la Red de Huertas están te-jiendo la soberanía alimentaria de la comuna y aportando a la sanación de la Madre Tierra desde que hunden su mano en el surco, ponen la semilla, abonan, cosechan el alimento, lo comparten en la Minga comunal y lo bendicen en silencio, con un gesto, una mirada, una palabra y la sonrisa.

Por eso es mejor no hablar de la cantidad de mujeres que hay en la Red de Huertas de la Comu-na 3: una mujer son muchas, muchas son todas. Ellas están y han estado ahí, siembre que siembre, cosechando, esperando, abonando, paso a paso, mano a mano, hombro a hombro, con el perdón de los machos.

María Beatriz se desempeña actualmente como Jueza Primera Municipal de Turbo, y cursa un pos-grado en derecho penal y criminología.

La Red de Huertas Campesinas de la Comuna 3 está conformada por muchas mujeres –no es necesario hablar aquí de mayoría o mino-

ría– que hunden su mano en la tierra para dar vida. El sudor les hace surcos, ellas hacen surcos a la tie-rra sin parar, como en la canción El Arado de Víctor Jara. Y es que estas mujeres, comprometidas con la agricultura orgánica y la soberanía alimentaria para la comuna, siembran desde que salieron desplazadas del campo.

No dejan de parir, de sembrar, de dar vida en

sus vientres y en el de la tie-rra: sus manos son benditas y toda semilla les germina. Muchas son madres solteras, cargan con la historia a cues-tas, levantan sus familias, lu-chan por la vida y la digni-dad, siempre en silencio. Son gestoras de la vida comuni-taria en los barrios, su lide-razgo es real, permacultural y constante, su palabra es la acción.

No es objetivo de esta Red crear necesidades como manda el capitalismo. Bus-ca, más bien, brindar un ali-mento orgánico sembrado en la misma comuna. También pretende articular las huer-tas existentes, fortalecerlas, ampliarlas, y lograr que sean el trabajo de muchas madres y un sustento para las fami-lias. Estas huertas le ofrecen a la ciudad plantas frescas y plantas secas, hortalizas como el rábano, la cebolla de rama y el calabacín, fique, hierbas medicinales, semillas, y productos como champú de romero y quina y otros cos-méticos.

La permacultura tiene rostro de mujer

A nivel mundial la mu-jer es la que más sufre las condiciones de pobreza: de los 1.300 millones de pobres que tiene el mundo, el 75 por

ciento son mujeres (Caja de Herramientas. Bogotá, octubre de 2011). La Madre Tierra, como la mujer, está siendo agredida y explotada por un poder de hege-monía fálica; la codicia minera, las multinacionales del monocultivo agrotóxico, la voracidad financiera y especulativa que pretende decidir sobre el presente y el futuro de millones de seres humanos.

El poder niega el lado femenino de la vida, así como la soberanía de los pueblos y su capacidad para autodeterminarse. Sin embargo, una fuerza se des-pierta, reclama el equilibrio. Lo negado y vilipendiado renace con fuerza, la tierra se puebla de semillas y

Mujer y agricultura: Vida fecunda para la comuna

Hay que celebrar el hecho cósmico de la mujer que en medio de la pobreza resiste y siembra orgánicamente, dando vida, prodigando

semillas, alimento, sustento, calor y amor.Por Carlos Andrés Orlas Sánchez

María Beatriz Posada Rentería creció en Manrique Oriental,

y a través de su vida pasó de pedir limosna para apoyar a su familia hasta llegar a ser jueza de la República. Fue ga-nadora del Premio Cafam a la mujer colombiana en 1995, por su labor y liderazgo en el proceso de reconstrucción de la población de Murindó, An-tioquia, después del terremoto del 18 de octubre de 1992, que

afectó la región del Urabá Antioqueño y tuvo como epicentro el Este de Murindó.

Allí, la jueza María Beatriz se convirtió en la luz espiritual del humilde y golpeado municipio, coordi-nando la recepción y entrega de ayudas, y además

La jueza de MurindóoPor Sergio Andrés Pulgarín Montoya / [email protected]

Entérese de los eventos de la Red Cul-tural del próximo 5 y 6 de mayo, en la Ins-titución Educativa Manuela Beltrán y en el Parque Gaitán, con más de quince grupos artísticos de nuestra comuna:

fue proveedora de esperanza, tal como lo ha de-mostrado con su vida.

En su juventud María Beatriz se enamoró y tuvo un hijo, con quien se vio obligada a dormir en las bancas del Parque Bolívar y en el atrio de la Basílica Metropolitana, pues el padre del niño la abandonó. En aquellos tiempos difíciles María Beatriz y su bebé casi mueren por problemas de desnutrición, pero ella se levantó de aquella situación y buscó trabajo en lo que fuera, desde ser modelo desnuda para artistas universitarios, hasta empleada del servicio doméstico y vendedora de chance.

Años más tarde consiguió un trabajo como auxi-liar de enfermería en el Hospital Mental de Bello, y terminó su bachillerato en la jornada nocturna del Liceo de la Universidad de Antioquia. De allí pasó a un empleo como mensajera en un juzgado, lo que la motivó a estudiar derecho en la Universidad Autó-noma Latinoamericana.

Visite www.redculturalcomuna3.com

Mayores informes en:[email protected]

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de antídoto y para tratar infecciones urinarias y contiene entre 10 y 25 por ciento de almidón. Se distinguen solo tres especies: blanca, ama-rilla y morada. Hay gran variedad de recetas con esta planta, entre ellas sopas, postres, merme-ladas, tortas, y muchas más.

Contenido nutricio-nal de la arracacha:

Potasio, hierro, fós-foro, calcio y magnesio.

Contiene más calcio y hierro que la papa.

Empleo terapéuticoLa chicha de arracacha, preparada con

azafrán de raíz y cimarrón, se emplea para tratar enfermos de hepatitis; también sirve para aumentar los glóbulos rojos en la san-gre.

La receta

Ingredientes2 libras de arracacha200 gramos de leche en polvo2 botellas de leche1 panela2 astillas de panela1 pocillo de coco

PreparaciónPelar las arracachas y revolverlas con

un poco de agua y sal para quitarles algo de aroma. Lavarlas hasta que salga el agua simple. Licuar en leche, o moler y adi-cionar la leche. Agregar la panela y la ca-nela. Cocinar revolviendo con cuchara de palo hasta que dé punto. Agregar el coco. Decorar con pasas.

Hace días no caminaba por la ciudad. Está bastante florecida. Los cámbulos están en su esplendor, los cielos son rojos, al-

gunas lluvias limpian el paisaje. Sin embargo, las quebradas cada vez son más sucias, el río más fé-tido. La velocidad de la vida se acelera, todos con un afán, un temor, las cabezas gachas.

Presencié un momento que me aclaró toda esta si-tuación y me confundió al mismo tiempo. Estando en Manrique escuché el canto de dos aves en la terraza de un edificio. Como mi oído escucha hasta el caer de una hoja, salí a ver qué pasaba, y ¡oh, sorpresa!, dos aguiluchos negros (Buteo albonotatus) rondaban a las palomas buscando su presa.

El vuelo del aguilucho

El avistamiento de aves es una disciplina que se encarga de registrar y reconocer las distintas especies de aves por su plumaje o canto. La fotografía y la observación son las mejores herramientas para disfrutar y aprender de estos seres alados.

Por Bibiana Ramírez / [email protected]

No vi que atraparan alguna, porque las palomas, asustadas con estos seres tan grandes, volaron al escondite más cercano. El cielo revoloteaba, había plumas por todos lados, el viento mecía los árboles. Los aguiluchos, al parecer, bajaban del parque Arví, pues iban descendiendo poco a poco. Quiere decir, o eso interpreto, que arriba, en la reserva, la cosa no está muy bien. Se está acabando el alimento para estas especies que mantienen el equilibrio de los ecosistemas. Los árboles nativos están siendo tala-dos a gran velocidad. Pronto no encontraremos más estos bellos aguiluchos, que habitan desde el sur de Estados Unidos hasta Bolivia, Paraguay y Brasil. El plumaje es casi todo negro, excepto las últimas plumas debajo de las alas, que son blancas, las patas amarillas y un pico también amarillo con la punta negra.

Aquí en la ciudad abundan las palomas y las tór-tolas, en estos tiempos tal vez las mejores presas para los aguiluchos, aves muy inteligentes que lle-gan a la ciudad desplazadas de los bosques. Cuando se acaben las palomas, empezarán a sacarle los ojos a los humanos; igual, estos últimos no ven el daño que han causado en esta gran reserva.

Les dejo unas fotos que logré tomar de los agui-luchos. Faltaban diez minutos para las seis de la tarde, una hora en que la luz es difícil para la fo-tografía, pero fácil para la cacería que emprenden estas aves.

Lavadero La 39: Las calidosas

En la 39, frente a la fábrica de ence-rados, nos encontramos con un lava-dero de carros y de motos que tiene

alrededor de 34 años. María Libia Taborda Ma-chado y su compañero Antonio José Correal, descubrieron al llegar al sitio que, aparte del botadero de basura y escombros, allí había un nacimiento de agua que brotaba y se esparcía por la superficie de la vía, ocasionando dete-rioro y perjuicio para el transporte vehicular.

“Aquí nos instalamos haciendo una limpie-za y cambiando el basurero por un sembrado, y recogimos parte del agua con mangueras para así poder iniciar nuestra labor de lava-dero de automotores. Soportamos momentos de conflictos por la violencia vivida en años anteriores, pues no teníamos otro lugar para irnos, nuestros hijos estaban muy pequeños, y gloria a Dios aqui los levantamos y todos aprendieron a lavar carros”, cuenta Libia.

Por Patricia Acevedo / Fotografía Guillermo

El agua también la aprove-chaban una gran cantidad de taxistas y personas en autos particulares, que se parqueaban a lavar su vehículo sin tener en cuenta el daño y la congestión que ocasionaban.

Este lugar siempre ha sido muy visitado por la comunidad, incluso de barrios lejanos, en épocas de razonamiento y cuan-do Empresas Pubicas de Mede-llín EPM suspende el servicio de agua. “Así estuvimos durante 31 años. Debido a las quejas de la comunidad, por fin EPM hizo presencia en el sitio y construyó una cuneta para dirigir el agua a un tubo MH y evitar que se si-guiera regando por la calle. Me-ses después los Ramírez Johns, propietarios de la finca donde está el nacimiento, la desviaron en un tubo de cinco pulgadas hasta la quebrada El molino, “quedando así nosotros como en el desierto, sin gota de agua”, manifiesta José.

Sin embargo, ahora volvió a ellos como un milagro, pues unos filtros que colocaron en la parte trasera de uno de los muros sirvieron como canillas y se abrieron para devolverles el preciado líquido, “y por lo tanto no le negamos un litro de agua a nadie” dice Libia.

Esta sección de recetas ahora trae como nuevo ingrediente un aporte a la soberanía ali-

mentaria y a rescatar nuestros cultivos ancestrales.

Vivimos en un planeta privilegiado donde abunda todo; sin embargo, la mala administración de esa abundancia ha provocado problemas de salud y nu-trición, pues se perdió el verdadero va-lor del alimento y las prácticas tradicio-nales de cultivo fueron reemplazadas por el monocultivo. Hay productos que poco a poco han ido desapareciendo de la cocina de las familias, como la cidra, la arracacha, el guandul, el chachafruto, el zapallo o ahuyama, entre otros; son alimentos que se pueden sembrar en cualquier lado y degustar en cualquier cocina.

Breve historiaLa arracacha está distribuida en la

Región Andina, entre los 600 y 3 mil 200 metros sobre el nivel del mar. En el Perú es un alimento prehispánico. Sirve

Manjar de arracacha

Colombia es el primer productor mundial de arracacha.

Foto: Guillermo Ospina, en el Suroeste Antioqueño

Foto: Bibiana Ramírez

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Cabezas de ajo, arvejas, habichuelas. A ella se le había ocurrido cocinar mientras un dolor pene-trante, con olor a cebolla, fragmentaba su respiración y estallaba en pedacitos en una parte de su cuerpo que jamás supo nombrar; era como un limón que derramaba ardientes gotas sobre una

herida sanguinolenta. La infección de la producción moderna había colmado su paciencia: no más.Cocinaba porque le apasionaba saborear el aroma de las verduras, escuchar la risa de cada fruta, de cada

grano, de cada textura. Amaba también probar un poco de todo: probaba luego de lavar obsesivamente cada cosa, luego de cocinar y al servir; se probaba.

Ese jueves vinagroso cocinó por pasión padecida; por desconsuelo. Quiso dejar que la sopa la domina-ra. Desnudó dos calabacines, abrió una lata de mejillones y coció las espinacas. No probó, no olió, no rozó, no amó. Odió cada ingrediente, maldijo la mezcla, lloró sobre las cáscaras y la olla. Desembocó su vientre en la sartén mientras dejaba sofreír oscuros recuerdos. Desprendió de su cabeza una gran cantidad de cabello, y en él enmarañó tanta abominación que solo un bramido titánico habría podido silenciar el borboteo del agua hirviendo. Se enfrentó al humo que desprendía la péntola, lavó su rostro en el caldo. Lloró tanto… Se lloró toda; lloró su muerte en la sopa. Añadió el ajo y las arvejas.

La sopa estuvo lista y la sirvió en dos platos, uno para ella y otro para ella. Era tarde y creía estar sola en el restaurante. Era su último día allí. La soledad le permitió comerse, saborearse el cuerpo, degustar el do-lor, masticar su cabello, abrazar su secreción, desnudarse y vestirse de sí. Él la encontró en la mesa tomando el último sorbo y le ordenó salir. Ella se quitó el delantal, lo arrojó al suelo, tomó el bolso, señaló algo con su mano trémula y le dijo:

–Eso no lo hará ni como yo, ni como nadie; no lo hará; cocinará la nada. –Se fue.Él entró a la cocina y se enfureció al ver el desbarajuste, la mugre, la sangre, las huellas, las cáscaras, el

humo, el fogón encendido calentando nada. Las paredes amarillentas sudaban. Empezó a escuchar la voz de ella, a sentir el olor de sus besos, a saborear su cabello, a acariciar sus caderas y su sexo. Le hizo el amor y dejó el plato vacío. Irrumpieron en su cuerpo la amargura, la desazón, el dolor, la sensación de muerte. Lloró durante una hora, vomitó hasta que tomó la decisión: sacaría el aparato de su casa, pero ella no estaría más.

Zuppa triste(La sopa triste)

Por Milena Parra / [email protected] Cuento

Esta película de 1988 es una adapta-ción al cine del libro de Nikos Kazantza-kis La última tentación (1951), una ver-

sión novelada, es decir libre, de la vida de Jesús. Libre porque interpreta las “sagradas escrituras” sin ceñirse al dogma cristiano, apostólico y romano del Cristo llagado y macilento que nos muestran cada año las películas de Semana Santa.

El Cristo de Scorsese es un hombre cuya alma es la arena donde combaten dos fuerzas, dos ejércitos, se diría, que son la santidad con sus renuncias y la terrenalidad con sus pasiones, el espíritu y la carne, la dual substancia de la existencia. Eterna lucha es la vida, parece decirnos, y concentrarse es preciso para vencer, para trascender y llegar a la nada, a la muerte, a Dios.

Contradicción es la palabra clave en esta pelícu-la, donde Cristo, carpintero de pueblo, hace y trans-porta las cruces en que crucifican a los mesías que aparecen, a cada subversivo que el imperio romano cuelga y tortura con saña.

En la vida de este hombre la inevitabilidad del destino cobra lo suyo. Se hace uno con Dios en el desierto y uno con todos en el pueblo. Ama. Se enamora de Magdalena la puta. Celebra la vida. Re-niega de los rebaños, de la familia –“mi padre está en el cielo, mi reino no es de este mundo”–, de los dogmas, de la aristocracia judía y de la dictadura romana. Comparte con los ascetas y los profanos, con Judas y los demás. Teme a la muerte y al signo obsceno de la cruz. Valora a Judas como a ninguno de los doce. Se casa, tiene hijos, sufre, vive.

Esta película de poco presupuesto, pero llena de poesía y misterio (desde la música de Peter Gabriel

Reseña de cine

La última tentación de Cristo. Una película de Martín ScorsesePor Carlos Andrés Orlas Sánchez

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hasta los escenarios, la actuación de los personajes y la ambientación de la antigua Jerusalén), generó reac-ciones en la “santa” iglesia católica y entre sus fieles recalcitrantes. Fue publicada en varios paises y fueron quemadas varias salas de cine por turbas de manifest-nates indignados.

Un Cristo vivo, revolucionario, frágil. Un hombre sen-sible que con todas sus debilidades y contradicciones tiende hacia Dios.

Esta película se encuentra en formato dvd en la Bib-lioteca Pública Familia El Raizal, en Manrique Oriental.

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