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Prometeo encadenado Antecedentes Prometeo encadenado Prometeo encadenado es una de las grandes obras dentro de la tragedia griega. Según cuenta la leyenda, este exitoso libro forma parte de una trilogía escrita por Esquilo, pero de los cuales no hay registro alguno. Este famoso libro fue escrito por Esquilo, uno de los más famosos escritores de su época nacido en la ciudad de Eleusis, y el cual ha trascendido a través del tiempo con esta fantástica obra. Personajes Prometeo Zeus Hércules

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Prometeo encadenado

Antecedentes Prometeo encadenado

Prometeo encadenado es una de las grandes obras dentro de la tragedia griega. Según cuenta la leyenda, este exitoso libro forma parte de una trilogía escrita por Esquilo, pero de los cuales no hay registro alguno.

Este famoso libro fue escrito por Esquilo, uno de los más famosos escritores de su época nacido en la ciudad de Eleusis, y el cual ha trascendido a través del tiempo con esta fantástica obra.

Personajes

Prometeo

Zeus

Hércules

Prometeo encadenado

Autor: Esquilo

Cuenta el mito que Prometeo junto a su hermano Epimeteo, tenían que cumplir la misión de crear la vida sobre la tierra, por lo que sería el primer encargado de engendrar la vida.

Prometeo es encadenado como castigo por parte de Zeus por extralimitarse y no obedecer el mandato divino, entregando a la humanidad conocimientos que no tenía que haber brindado. Sin el consentimiento de Zeus, Prometeo entrega a los seres humanos el fuego, siendo por esto que recibe el castigo de quedarse encadenado en una roca por el resto de su vida, expuesto a todos los sufrimientos posibles.

Prometeo robando el fuego a Zeus, para entregarlo a los seres humanos.

Prometeo es encadenado en una roca por castigo de haber robado el fuego, sin que Zeus supiera y entregarlo a los seres humanos.

Zeus que encomienda a Prometeo y a su hermano crear vida sobre la tierra.

Su heroica vida la debe afrontar cargando con el duro castigo que le fue impuesto, siendo víctima de los ataques constantes de un buitre (águila de Zeus) que le comía su hígado todos los días. Al despertar al otro día, el hígado de Prometeo volvía a estar en su estado normal hasta que era nuevamente atacado y devorado por la fiera (águila de Zeus) como parte del castigo.

El dolor que siente Prometeo encadenado es mucho más profundo que el simple sufrimiento, mientras tanto nunca pierde la esperanza de recobrar la libertad en algún momento que se apiaden de él.

Los gritos desgarradores de Prometeo encadenado despertaban la misericordia de quienes se arrimaban a él, pero nadie era capaz de liberarlo ni de aliviar su gran sufrimiento.

El único que fue capaz de detener el sufrimiento fue Hércules, quien al pasar por el lugar y ver la agonía de Prometeo encadenado logró matar de un flechazo al águila depredadora.

El legado que quedó durante varios siglos fue la historia de quien por amor a los hombres, fue capaz de desafiar el poder de los dioses y afrontar el castigo que le impusieron.

Prometeo es atacado por el buitre que le devora su hígado todos los días, ya que el hígado se repone al despertar al otro día.

Hércules, quien mata de un flechazo al águila depredadora.

Ícaro y Dédalo

Antecedentes Ícaro y Dédalo

Este famoso mito griego nos recuerda por qué los jóvenes tienen la responsabilidad de obedecer a sus padres, así como los padres tienen la responsabilidad de guiar a sus hijos: los adultos saben muchas cosas que los jóvenes ignoran.

El antiguo dramaturgo griego Esquilo lo expresó de esta manera: "La obediencia es la madre del éxito y está desposada con la seguridad". Una niñez segura y una buena crianza requieren un grado de obediencia, Ícaro paga un alto precio por aprender.

Personajes

Dédalo

Ícaro

Rey Minos

Minotauro

Ícaro y Dédalo

Autor: Esquilo

Dédalo era el ingeniero e inventor más hábil de sus tiempos en la antigua Grecia. Construyó magníficos palacios y jardines, creó maravillosas obras de arte en toda la región.

Sus estatuas eran tan convincentes que se las confundía con seres vivientes, y se creía que podían ver y caminar. La gente decía que una persona tan ingeniosa como Dédalo debía haber aprendido los secretos de su arte de los dioses mismos.

En la isla de Creta, vivía un rey llamado Minos. El rey Minos tenía un terrible monstruo que era mitad toro y mitad hombre, llamado el Minotauro, y necesitaba un lugar donde encerrarlo. Cuando tuvo noticias del ingenio de Dédalo, lo invitó a visitar su isla y construir una prisión para encerrar a la bestia. Dédalo y su joven hijo Ícaro fueron a Creta, donde Dédalo construyó el famoso laberinto, un enredo de sinuosos pasajes donde todos los que entraban se extraviaban y no podían hallar la salida. Y allí metieron al Minotauro.

Cuando el laberinto estuvo concluido, Dédalo quiso regresar a Grecia con su hijo, pero Minos había decidido retenerle en Creta. Quería

Dédalo es ingeniero e inventor de la Antigua Grecia.

Isla de Creta donde vivía el Rey Minos

Rey Minos que encomendó a Dédalo realizar un laberinto.

Minotauro, que fue encerrado en el laberinto

Laberinto creado por Dédalo

que Dédalo se quedara para inventar más maravillas, así que los encerró a ambos en una alta torre junto al mar. El rey sabía que Dédalo tenía la astucia necesaria para escapar de la torre, así que también ordenó que cada nave que zarpara de Creta fuera registrada en busca de polizones.

Otros hombres se habrían desalentado, pero no Dédalo. Desde su alta torre observó las gaviotas que flotaban en la brisa marina.

-Minos controla la tierra y el mar -dijo-, pero no gobierna el aire. Nos iremos por allí.

Así que recurrió a todos los secretos de su arte, y se puso a trabajar. Poco a poco acumuló una gran ruma de plumas de todo tamaño. Las unió con hilo, y las modeló con cera, y al fin tuvo dos grandes alas como las de las gaviotas. Se las sujetó a los hombros, y al cabo de un par de pruebas fallidas, logró remontarse en el aire agitando los brazos. Se elevó, volteando hacia uno y otro lado con el viento, hasta que aprendió a remontar las corrientes con la gracia de una gaviota.

Luego construyó otro par de alas para Ícaro. Enseñó al joven a mover las alas y a elevarse, y le permitió revolotear por la habitación. Luego le enseñó a remontar las corrientes de aire, a trepar en círculos y a flotar en el viento. Practicaron juntos hasta que Ícaro estuvo preparado.

Al fin llegó el día en que soplaron vientos propicios. Padre e hijo se calzaron sus alas y se dispusieron a volar.

-Recuerda todo lo que te he dicho -dijo Dédalo-. Ante todo, recuerda que no debes volar demasiado bajo ni demasiado alto. Si vuelas demasiado bajo, la espuma del mar te mojará las alas y las volverá demasiado pesadas. Si vuelas demasiado alto, el calor del sol derretirá la cera, y tus alas se despedazarán. Quédate cerca de mí, y estarás bien.

Ambos se elevaron, el joven a la zaga del padre, y el odiado suelo de Creta se redujo debajo de ambos. Mientras volaban, el labriego detenía su labor para mirarlos, y el pastor se apoyaba en su cayado para observarlos, y la gente salía corriendo de las casas para echar un vistazo a las dos siluetas que sobrevolaban las copas de los árboles. Sin duda eran dioses, tal vez Apolo seguido por Cupido.

Al principio el vuelo intimidó a Dédalo e Ícaro. El ancho cielo los encandilaba, y se mareaban al mirar hacia abajo. Pero poco a poco se habituaron a surcar las nubes, y perdieron el temor. Ícaro sentía que el viento le llenaba las alas y lo elevaba cada vez más, y comenzó a sentir una libertad que jamás había sentido. Miraba con gran entusiasmo las islas que dejaban atrás, y sus gentes, y el ancho y azul mar que se extendía debajo, salpicado con las blancas velas de los barcos. Se elevó cada vez más, olvidando la advertencia de su padre. Se olvidó de todo, salvo de su euforia.

-¡Regresa! -exclamó frenéticamente Dédalo-. ¡Estás volando a demasiada altura!

-¡Acuérdate del sol! ¡Desciende! ¡Desciende!

Pero Ícaro sólo pensaba en su exaltación. Ansiaba remontarse al firmamento. Se acercó

cada vez más al sol, y sus alas comenzaron a ablandarse. Una por una las plumas se desprendieron y se desparramaron en

el aire, y de pronto la cera se derritió. Ícaro notó que se caía. Agitó los brazos con todas sus fuerzas, pero no quedaban plumas para embolsarlo el aire. Llamó a su padre, pero era demasiado tarde. Con un alarido cayó de esas espléndidas alturas y se zambulló en el mar, desapareciendo bajo las olas.

Dédalo sobrevoló las aguas una y otra vez, pero sólo vio plumas flotando sobre las olas, y supo que su hijo había desaparecido. Al fin el cuerpo emergió a la superficie, y Dédalo logró sacarlo del mar. Con esa pesada carga y el corazón destrozado, Dédalo se alejó lentamente.

Cuando llegó a tierra, sepultó a su hijo y construyó un templo para los dioses. Luego colgó las alas, y nunca más volvió a volar.

La caja de Pandora

Personajes

Zeus Atenea

Epimeteo Pandora

Poseidón Caja de Pandora

Hades Hombre transportando la caja de Pandora

La caja de Pandora

Mucho antes de que los hombres llenáramos el mundo con nuestras endebles disputas y discusiones ya había vida en la tierra.

Se libraron las batallas entre los Titanes y los Olímpicos. Las montañas cayeron y se destruyeron bajo los pies de los feroces Titanes. Los rayos agujerearon el cielo y el relámpago coronó las olas del mar. Finalmente los Olímpicos vencieron y la tierra se calmó. Zeus y su familia habían ganado la guerra y se repartieron la tierra cual vencedores.

Poseidón, el hermano de Zeus, recibió el dominio sobre el mar y sus criaturas. Ese fue un alto honor, pues el mar cubría la mayor parte de la tierra.

A su hermano, Hades, le dio el Infierno Éste era el fin de todas las criaturas y por el se consideraba que era muy importante aunque triste y oscuro. Con cada uno de sus parientes satisfecho la vida se hizo maravillosa para los inmortales.

De la arcilla de la tierra creó la primera criatura que podría razonar. Tripule, lo llamó. El ser creado le pidió otro nombre y Zeus

Poseidón, quien tiene los dominios del mar y sus criaturas.

Zeus, quien junto a su familia vencieron en la batalla contra los titanes

Hades, quien tiene los dominios del infierno.

concedió que se llamase Epimeteo. Desde su alto asiento en el Olimpo Zeus observó a Epimeteo y quiso su felicidad. Zeus le dio el dominio sobre la tierra y sus criaturas. Epimeteo respondió alabando a Zeus, quien saboreó su alabanza. Pero la alabanza interminable, con el tiempo, se vuelve tan aburrida como su falta. Y Zeus decidió ayudar su criatura dándole una compañera. El dios llamó a sus hermanos y hermanas y les contó su plan.

Zeus: Debemos hacer otra criatura, una mujer, para que sea a la vez igual a Epimeteo y todo lo contrario de él. Una vez pusimos lo mejor de todos nosotros y creamos al hombre, esta mujer debe ser diferente. Poseidón: ¿Qué quieres decir con diferente? Preguntó su hermano.

Poseidón, dijo Zeus -Esta criatura debe ser en todos los sentidos diferente al hombre. Donde el hombre es duro, ella será suave. Donde el hombre es fuerte ella será débil. Donde el hombre es necio, ella será sabia. Donde el hombre es valiente, ella será tímida. Donde el hombre se asusta, ella será valiente.

Poseidón: ¿Pero, cuándo los dos combinen sus talentos no nos rivalizarán a nosotros? Dijo Poseidón. Zeus: Claro, pero nosotros no se lo diremos, contestó Zeus sonriendo.

Poseidón: Tú lo sabes mejor, hermano. ¿En qué podemos contribuir nosotros? Preguntó el dios del mar mientras sus barbas se secaban a la brisa.

Zeus: De cada uno de vosotros yo quiero los contrarios en el mundo. Cuando le demos el don del amor a la mujer, le daremos también el don de los celos. Donde nosotros pongamos la debilidad en la criatura, también le daremos la fuerza. Tendrá la belleza Afrodita, pero su inseguridad le causará vanidad. Con el tiempo se combinarán todos los elementos contrarios que nosotros queramos.

Hades: ¿Cómo se llamará esta mujer?

Epimeteo, creado por Zeus.

Zeus: La llamaré Pandora.

Hades: Entiendo, Pandora quiere decir todo. Muy bien.

Entonces los dioses se separaron y cada uno recogió sus propiedades. Atenea le dio una mente inteligente y una curiosidad aplastante. Zeus le preguntó a su hija por qué había elegido tal pareja. Atenea contestó,

Atenea: Aunque estos dos atributos no parecen ser contrarios, lo son en verdad. Tanto como la curiosidad puede llevar al conocimiento, la curiosidad lleva en el futuro a la pérdida de ese mismo conocimiento. Mientras el conocimiento es bueno y fuerte, puede debilitarse por la necesidad de saber demasiado.

Cuando Epimeteo encontró el regalo de Zeus su corazón se alegró. Pandora era diestra con sus dedos y podría hacer muchas de las cosas que a él le preocupaban. Nunca en toda su existencia el hombre había conseguido la paciencia necesaria para tejer las hojas formando un cuenco para beber el agua pura que fluía de la tierra. La mujer dominó el arte casi inmediatamente y Epimeteo tuvo cuidado especial en agradecer a los dioses por su regalo maravilloso.

Pero la complacencia del Olimpo pronto se tornó en fastidio y cansado de oírse alabado día tras día Zeus llamó a Hades y le dijo,

Zeus: Escucha, quiero que vayas a los lugares oscuros que tan bien conoces y recojas lo que encuentres. Quiero los espíritus de la enfermedad, del hambre, la

desesperación, la crueldad, y el resto. “Mételos en una caja fuerte y tráemelos"

Hades: ¿Para qué, hermano?

Hades: tengo mis razones. Por favor haz cuanto te digo.

Pandora y Epimeteo, se encontraban sentados bajo un olivo. Por el camino vieron acercarse a un hombre que transportaba una caja muy pesada. Juntos corrieron hacia él para ofrecerle su ayuda.

Pandora: preguntó, ¿Podemos ayudarte a llevar su carga?

Los ojos del viajero parecían profundos y en ellos se reflejaba cierta tristeza,

Viajero: Sí, por favor, contestó.

Entre Epimeteo y Pandora recogieron la gran caja la llevaron a la sombra del olivo. Pandora se apresuró a sacar un poco de agua clara. Rápidamente formó un cuenco

con cañas y trajo la bebida fresca al extraño. Con un suspiro, el hombre aceptó su regalo y bebió profundamente de la sangre de

la tierra. La mirada dura en su cara empezó a aliviarse y finalmente dijo que debía continuar su camino.

Viajero: Si no fuera demasiado pedir ¿podría dejar mi carga durante algún tiempo aquí? Debo darme prisa para alcanzar mi destino.

Epimeteo examinó al joven y sonrió,

Epimeteo: Por supuesto. Tu caja estará segura con nosotros. Ven a recogerla cuando quieras, aquí estará.

Viajero: Escuchad, Epimeteo y Pandora, -dijo el joven-No debéis intentar abrir mi caja. Podría haber consecuencias terribles si lo hacéis.

Pandora manifestó su acuerdo, pero sus ojos no se apartaron de la caja cuidadosamente decorada. Cuando el joven partió para continuar su viaje. Epimeteo sonrió suponiendo que él debía de haber sido uno de los inmortales.

Pasaban los días y la caja permanecía donde el extraño la había puesto. A menudo Pandora miraba los delicados diseños tallados en su superficie y se maravillaba. Ella pensó que quienquiera que hubiera creado tal belleza en el exterior de un recipiente debía tener algo muy especial escondido dentro.

La semilla de la curiosidad que Atenea había plantado en Pandora empezó a crecer. Un día, cuando Epimeteo estaba lejos, Pandora acercó su oreja a la caja con la

esperanza de que cualquier sonido se escapara. Entonces una voz tan débil que podría haber sido el soplo del viento le dijo así,

Caja: Ayúdanos. Por favor, Pandora, abre la caja y revélanos.

Se apartó el pelo negro y largo y puso su oreja desnuda contra la caja para escuchar mejor. Débil, pero más claramente que antes la voz le susurró,

Caja: Pandora, revélanos. Necesitamos ser libres.

Con gran vacilación decidió atisbar dentro para ver quién era que le pedía ayuda y saber si su aspecto era el de alguien a quien a ella le gustaría ayudar. Posó las manos en los bordes de la tapa. Miró a su alrededor para ver si Epimeteo podía verla. Él estaba lejos. Pandora empezó a alzar la tapa. La caja, se abrió fácilmente, las criaturas de la caja volaron en un torbellino alrededor de la mujer.

Sólo se detenían para morderla y picarla. Eran unas criaturas odiosas y rencorosas. Ella intentó cerrar la tapa para detener su prisa por la libertad pero ya habían escapado. Después de haberla torturado un largo rato salieron volando en busca de Epimeteo.

Pandora: ¿Qué he hecho?

La mujer lloró silenciosamente sentada en el césped. Las lágrimas mancharon su cara bonita y ella bajó la cabeza avergonzada.

Aunque las criaturas no se habían identificado, algo en ella intuyó quiénes eran. Finalmente cuándo sus lamentos se iban apagando, Pandora oyó una voz débil que dulcemente preguntaba

Voz Débil: ¿Pandora, por favor, puedes soltarme?

Pandora: ¿Para qué? ¿No has visto quiénes eran?

Voz Débil: Son mis hermanas, pero puedo asegurarte que yo no soy como ellos.

Pandora, abre la caja y de su interior escapan las

criaturas odiosas.

Pandora que sentía que todo estaba tristemente perdido abrió la caja. Una hermosa hada con las alas de mariposa voló brillando débilmente en la luz del sol.

El hada voló rozando a Pandora y posándose sobre sus heridas la fue curando. Después voló sobre Epimeteo y lo sanó por completo.

Pandora se sentó sobre la caja y meditó. Y entonces supo que el nombre de aquella pequeña hada era Esperanza. Al cabo de un rato, la mariposa descansó exhausta en el hombro de Pandora. La mujer vio como la criatura se introducía sin dolor en su carne y se posaba en su corazón. Entonces comprendió el don de la esperanza, aunque no pudiera borrar el dolor que sus hermanas habían traído al mundo, podría hacer ese dolor más fácil. Pandora apuntó una leve sonrisa al saber que siempre existirá la esperanza. Pandora y la esperanza.