texto sobre_la_oposicion

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Este trabajo quiere sistematizar y discutir con el texto de Lorenzo Peña, La conciencia de los opuestos en Dios. Según lo que Lorenzo Peña afirma en la introducción, la búsqueda del para-qué y de adónde últimos es el fondo de toda indagación humana. Incluso el escenario de desconcierto en el que se encuentra sumido el hombre contemporáneo, se origina en dos de las posiciones frente a esta problemática, por un lado, aquella que ignora la pregunta y aquella que la responde de manera tradicional que deja de largo las herramientas y sensibilidad de la época restándole significatividad. De acuerdo con sus supuestos, “tan sólo una ontología en la que se reconozca una dimensión de absoluto e infinito puede enfocar de manera clara y satisfactoria ese problema del horizonte, del por qué y para qué últimos de la existencia.” 1 Ese horizonte último sólo se encuentra en el reconocimiento de que ese absoluto, es el fondo o depósito de valores que rige providencialmente todo el universo en general y la historia humana en particular, y que tal destino es de felicidad y autoperfeccionamiento para la colectividad, a 1 PEÑA, Lorenzo, La Conincidencia de los opuestos en Dios, Universidad Católica, Quito, 1981, p. 11; RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis, El don de Dios. Antropología teológica especial, Sal Terrae, Bilbao, 1991, pp. 21-27. 1

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Es un ejercicio académico que es de utilidad para descubrir la relevancia del concepto de contradicción, es necesario revisar la bibliografía principal.

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Page 1: Texto sobre_la_oposicion

Este trabajo quiere sistematizar y discutir con el texto de Lorenzo Peña, La conciencia de

los opuestos en Dios. Según lo que Lorenzo Peña afirma en la introducción, la búsqueda del

para-qué y de adónde últimos es el fondo de toda indagación humana. Incluso el escenario

de desconcierto en el que se encuentra sumido el hombre contemporáneo, se origina en dos

de las posiciones frente a esta problemática, por un lado, aquella que ignora la pregunta y

aquella que la responde de manera tradicional que deja de largo las herramientas y

sensibilidad de la época restándole significatividad. De acuerdo con sus supuestos, “tan

sólo una ontología en la que se reconozca una dimensión de absoluto e infinito puede

enfocar de manera clara y satisfactoria ese problema del horizonte, del por qué y para qué

últimos de la existencia.”1

Ese horizonte último sólo se encuentra en el reconocimiento de que ese absoluto, es el

fondo o depósito de valores que rige providencialmente todo el universo en general y la

historia humana en particular, y que tal destino es de felicidad y autoperfeccionamiento

para la colectividad, a través del amor mutuo.2 La afirmación de Lorenzo de la Peña es

categórica “Sin reconocimiento de la providencia, no puede haber optimismo ontológico; y

sin optimismo ontológico no puede haber ninguna perspectiva confiada de éxito en los

esfuerzos por un mejoramiento de la vida humana”3 En un mundo sin providencia, dice,

todo sería indiferente. Cualquier compromiso por un futuro mejor de la humanidad, solo

tendría sentido si la inevitabilidad de la justicia y la igualdad humana, sólo puede quedar

sólidamente garantizada si este universo está regido por Dios o la providencia. Todo lo que

esgrime Lorenzo Peña es para justificar la necesidad de dilucidar el teísmo, como tarea

1 PEÑA, Lorenzo, La Conincidencia de los opuestos en Dios, Universidad Católica, Quito, 1981, p. 11; RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis, El don de Dios. Antropología teológica especial, Sal Terrae, Bilbao, 1991, pp. 21-27.2 No obstante ese mismo horizonte teológico sirve de acicate al opitimismo antropológico y a cualquier tipo de sociologismo, de manera prístima queda demostrado en la reflexión de Romano Guardini, Vg. El Ocaso de la Edad Moderna, Ediciones cristiandad, Madrid, 1981, pp. 90-104.3 DE LA PEÑA, Lorenzo, La Conincidencia de los opuestos en Dios, Universidad Católica, Quito, 1981, p. 12.

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lógico-filosófica, es decir, como herramienta para todos aquellos que quieren una

fundamentación ontológica de una visión providencialista de la historia. Incluso para

aquellos que buscan fundamentar una perspectiva esperanzada al empeño de la solidaridad,

deben analizar rigurosamente el teísmo. Sólo así sus fundamentaciones alternativas no

serán arbitrarías, y no están exentas de mostrar la invalidez de las fundamentaciones

teístas.4

El trabajo de Lorenzo Peña, busca presentar un punto de vista coherente sobre Dios, que se

aparte de las concepciones escolásticas usuales, fundadas en la lógica aristotélica que

prohíbe toda contradicción. Según Lorenzo Peña, su concepción se inspira en la “Idea

intuitiva de Dios” como más allá de las delimitaciones clasificatorias. Esto no es porque en

Dios se mezclen y confundan sin orden ni concierto las determinaciones opuestas, o porque

Dios mismo sea un incoloro, inodoro o insípido carente de propiedades sino porque posee

propiedades mutuamente opuestas en grados que sería incompatibles con cualquier ente

finito. Es decir, este acceso intuitivo a Dios, parece acorde con el teísmo popular que se

caracteriza por considerar lo adorable, lo divino como aquello que se halla en ruptura

radical con las cosas que conforman lo ordinario. “Lo divino es aquello que rebasa las

medidas, las proporciones, a que se ajustan esas cosas en lo tocante a la posesión por las

mismas de unas u otras propiedades. (Y es ésa la razón por la que se ha buscado como

manifestación de lo divino a lo desmesurado, lo imprevisible, lo inaccesible: el cielo, los

astros, las altas cumbres, los fondos abismales, los mareas; a cuanto, aun siendo finito,

rebasa determinado horizonte humano de accesibilidad y permite, así evocar lo infinito”5

4 Existen proyectos variados al respecto, algunos se alejan en la presentación de las problemáticas, especialmente resuelven el problema del lenguaje religioso apelando a la noción de analogía, Vg. PASTOR, Felix, La lógica de lo inefable, Pontificia Universita Gregoriana, Roma, 1986, pp. 5-10. Especialmente la sección sobre el lenguaje del teísmo cristiano.5 DE LA PEÑA, Lorenzo, La Conincidencia de los opuestos en Dios, Universidad Católica, Quito, 1981, p. 14. Es evidente que estas afirmaciones no serían compartidas por algunos teólogos para los cuales lo misterioso, si bien supera la razón no la contradice. Es decir, reconocen continuidad y ruptura de la fe y la razón, en especial en la teología cristiana. Es decir, no comparten la fórmula de Tertuliano, de creer porque es absurdo, sino creo porque de alguna manera el dato revelado le ofrece a la razón nuevas posibilidades. Así lo reflexiona Karl Rahner, en Escritos de Teología VI, Ediciones Cristiandad, España, Madrid, 2007, pp. 81-152; ARANDA, Antonio, “Las propuestas de Karl Rahner para una teología trinitaria sistemática” en Scripta Theologica, 23 (1991/1), 73-74.

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El enfoque adoptado por Lorenzo Peña quiere reinvindicar la coherencia teísta sin invocar

los “pocos recomendables expedientes aristotélicos de inverosímiles distingos y de los

<<en-cuantos>> (que son como una cortina de humo, precisamente por ser incercenables y

por carecer, -hasta ahora- de una axiomatización que indique a qué se compromete uno al

obviar la contradicción mediante el uso de los <<en-cuantos>>6 El proyecto de Lorenzo

Peña, entonces, es una dilucidación crítico-racional de la coherencia del teísmo y su punto

de llegada es una elaboración sistemática de una concepción teística fundada en una lógica

contradictorial. Sin duda, y como lo reconoce el autor, la afirmación central de la

coincidencia de los opuestos en Dios, no es aporte original del autor, sino está presente en

el hermetismo, el neoplatonismo, en Nicolás de Cusa, y transformada por el idealismo

alemán, sobre todo en Hegel.

Las diferencias están en que la síntesis de Lorenzo de la Peña se vinculan con lo que él

denomina la ontología ontofántica, es decir, la doctrina que sustenta catorce tesis.7 En

primer lugar, la teoría de conjuntos, como marco adecuado para entender y expresar lo real,

con tal de poseer suficientes nombres propios de clases. Sobran cualquier signo salvo los

factores del cálculo sentencial, un solo cuantificador primitivo y el signo de pertenencia

conjuntal.8 Segundo que cada clase existe en la medida en que tiene algún miembro.

Tercero la palabra “ente” es unívoca, no existe diferencia catgoríal en lo real.9 Además, las

palabras “algo” y “todo” tienen un papel semántico legítimo sin que deban ser

parafraseadas. Cuarto, ser verdadero y existir son una sólo y la misma cosa, cada ente es su

existir y cada ente es una existencia.10 Quinto, existen infinitos aspectos y medidas de

verdad y en virtud de la existencia de múltiples aspectos de la realidad, dos entes pueden

ser tal que ni suceda que en todos los aspectos el uno es más real que el otro, ni tampoco

suceda que en todos los aspectos este otro sea más real que el uno. La existencia de

múltiples medidas supone conjuntos difusos, es decir en el que ciertas cosas pertenecen

6 PEÑA, Lorenzo, La Conincidencia de los opuestos en Dios, Universidad Católica, Quito, 1981, p. 14. Sin duda, el texto no tiene el objeto de presentar una querella contra la lógica aristotélica, se puede cotejar el amplio estudio, PEÑA Lorenzo, Rudimentos de lógica matemática, CSIC, Madrid, 1991, p. 260.7 PEÑA, Lorenzo, La Conincidencia de los opuestos en Dios, Universidad Católica, Quito, 1981, p. 11-27.8 PEÑA Lorenzo, Rudimentos de lógica matemática, CSIC, Madrid, 1991, p. 153-154.9 Cf. PEÑA, Lorenzo, Hallazgos Filosóficos, Universidad Pontifica de Salamanca, Salamanca, 1992, p. 53; HURTADO Guillermo, Proposiciones russeallianas, UNAM, México, 1998, pp. 83-94.10

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aunque no totalmente a alguna otra. El sexto, se llama “ente realmente reales” a cualquiera

que tenga existencia o realidad y por lo menos en una medida infinitesimal. Séptimo, la

diferencia entre lo real y lo irreal es una diferencia en grado de realidad. Cualquier ente

posible es relativamente real. No existen por tanto entes puramente posibles, entes que en

cuanto posible sean irreales. Octavo, el mundo real es el mundo óptimo, cualquiera sería

sólo un aspecto del mundo real. Noveno, todo tiene su por qué, es decir, el principio de

razón suficiente es un principio universalmente válido, cada cosa es de tal modo que hay

algo que explica su existencia. De modo que lo real es explicable e inteligible en toda su

dimensión. Décimo, las leyes lógicas son las leyes ontológicas, las leyes de lo real en

general; pero ningún sistema de lógica elaborado por el hombre logra, ni mucho menos,

codificar la totalidad de esas leyes ontológicas, no obstante, que para Lorenzo Peña, el

sistema de lógica difusa contradictorial, es mucho más comprensivo y útil que el de las

lógicas tradicionales y clásicas, en las que no tiene cabida la contradicción. Sobre este

aspecto reflexionaremos especialmente en este trabajo. La onceava tesis enuncia que hasta

donde el hombre tiene conocimiento, el contenido de su conocimiento refleja de manera

adecuada la realidad es lo real mismo automanifestándose. Del mismo modo y como el

lenguaje es la expresión del conocimiento humano, hay una sola relación irreductible entre

las expresiones lingüísticas y lo real, es decir, la relación es la designación. Doceavo, sin

duda, hay diferencias entre medidas y aspectos de la realidad; pero no entre modos de ser.

En realidad no hay sino un solo modo de ser, quedando descartada la noción aristotélica

entre acto y potencia. Undécimo tercero, el principio de individuación es la existencia, es

decir una cosa es lo mismo que otra si existe en la misma medida que ella. El principio

ontológico más importante es el principio fuerte de tercio excluso que se expresa “o bien es

el del todo falso que p, o bien p” independientemente lo que se predique.11 De acuerdo con

Peña, de la existencia de este principio deriva la validez de esta regla, por lo que la

existencia de gradaciones en lo real con lleva la realidad de verdades contradictorias.

11 Cf. La formulación negativa del tercero excluso como le llama Lorenzo Peña, es concebido por otros autores de acuerdo al esquema aristotélico, como el principio más firma, vg. McCADDEN, Carlos y OROZCO Jose Manuel, “Hegel-NO-Hegel, ¿Contradice la contradicción de Hegel?” en Revista Estudios. Filosofía, Historia. Letras, 104, vol XI, 2013, pp. 47-79. Estos autores insistirán que la negación en el concepto no niega verdaderamente o al menos esa negación no puede ser considerada contradicción y que existen al menos cuatro tipos de opuestos uno de los cuales es la de afirmar y negar, propia y exclusiva del juicio.

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Todas la premisas sostenidos por Peña buscan defender la coherencia de una concepción

teística que postule la trascendencia lógica de Dios y captar lógicamente el punto de vista

intuitivo acerca de Dios. Como lo advierte el autor el estudio de la religión se puede

abordar orientados en lo concerniente a la verdad y a la coherencia lógica de la religión,

preocupación que pertenece a la filosofía de la religión y a la teología filosófica. La

ontología ontofántica de Lorenzo Peña, tiene como su primer supuesto, el que la religión es

un objeto de estudio relevante en su horizonte lógico. Incluso que ese problema lógico que

subyace a la religión resuelve el problema sobre el contenido de la verdad de la misma e

incluso resuelve determinadas problemáticas filosóficas de manera más conveniente.12

Es, como lo dice el mismo autor: “la tesis principal defendida en este libro que las creencias

religiosas de buena parte de los pueblos, pese a que aparecerían como ilógicas (o sea:

irracionales, absurdas) al examinarlas bajo el prisma de la lógica clásica (la lógica bivalente

verifuncional) y de otras lógicas similares, se revelan como dotadas de coherencia lógica

(como racionales, pues) cuando se toma como rasero a una lógica paraconsistente –en

seguida explicaremos esta noción-, o sea: de una lógica que admita contradicciones; y, más

concretamente, cuando la lógica que se utiliza para la evaluación es el sistema Anu

propuesto por el autor de este estudio.”13 Según Lorenzo de la Peña, por antinomia se debe

entender una fórmula del tipo “p-y-no-p”, siendo “p” cualquier fórmula. El sistema es

contradictorial cuando afirma como verdadera una antinomia. La inconsistencia simple

implica un par de fórmulas tales que la uno es una negación simple de la otra. Si un

determinado sistema incluye, además de la inconsistencia simple, la regla de adjunción, y

por ende ser considerado contraditorial. Por lo mismo, si alguien rechaza cualquier

inconsistencia simple, es decir, si no se está dispuesto a afirmar ninguna antinomia, de

modo que no se admita la negación de una oración, entonces, según Peña, se incurre en el

rechazo de la contradicción.

De acuerdo a lo anterior se considerará como dignoscitivo a cualquier pensador que se

aferre al rechazo de cualquier contradicción, que mantenga esa postura. Ahora bien,

12 La visión sucinta, compendiada y clara, como el la describe del sistema filosófico de Peña, denominado ontofántica, se encuentra en Cf. PEÑA, Lorenzo, Hallazgos Filosóficos, Universidad Pontifica de Salamanca, Salamanca, 1992, pp. 368.13 DE LA PEÑA, Lorenzo, La Conincidencia de los opuestos en Dios, Universidad Católica, Quito, 1981, p. 24.

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denomina como supercontradicción el par de fórmulas en la que una es la supernegación de

la otra, es decir la conjunción de las mismas, lo que convierte al sistema en trivial o

endeble. El sistema que contiene una supercontradicción es endeble, sin embargo, hay

sistemas no endebles que son contradictoriales, sin por ello dejar de ser sólidos, esos

sistemas son los que se conocen como paraconsistentes. Los sistemas que no sólo no es

contradictorial sino que ni siquiera es paraconsistente es llamado superconsistente, aquellos

que se fundan en el rechazo de la contradicción.14

La concepción de lo divino que Lorenzo Peña utiliza como punto de partida para su

reflexión es el de la fenomenología de la vida religiosa según la cual lo divino es lo

radicalmente otro. Es decir, lo misterioso, justo porque es lo incomparable frente a los

demás entes, y del que cabe las formulaciones más inauditas e incluso absurdas.15 De

acuerdo con Peña, Dios debería ser considerado como superparadójico, es decir las

paradojas que deja ver lo divino son superlativas y constituyen desafíos sin parangón para

todos los intentos humanos de reducir o incluso eliminar lo paradójico de los sistemas

lógicos.

Teólogos de la talla de Hans Urs Von Balthasar, dedican a la contradicción un espacio, pero

limitándose, por ejemplo a la esfera de determinados problemas, como el de la relación de

Dios con el Demonio o del pecado y la santificación. Por ejemplo en su obra Teológica,

volumen 2, Verdad sobre Dios, reflexiona sobre la contradicción, como rechazo de la

verdad que Cristo dice Balthasar “Su manifestación del Padre en sí mismo es su hablar, su

dicción; no creer que él muestra a Dios es la contradicción que se le enfrente. Y, puesto que

él como Palabra absoluta es también la verdad absoluta, la contradicción frente a él es

también la no-verdad, la mentira absoluta. <<Día>> quiere decir en su sentido original

<<separado>>, <<desgarrado>>; por tanto dialéctica, dia-legein, significa contradecir, el

surgir de lo irreconciliable, de la hostilidad absoluta.”16 De acuerdo con su interpretación,

14 DE LA PEÑA, Lorenzo, La Conincidencia de los opuestos en Dios, Universidad Católica, Quito, 1981, p. 26-27.15 Cf. PANNENBERG, Wolfhart, Teología Sistemática, Vol. I. Universidad Pontificia Comillas, Madrid, pp. 65-76; Sin duda, esta discusión entre razón y fe es amplia y todavía más la de la contradicción como criterio indispensable para comprender la experiencia religiosa, Vg. ERICKSON Millard, Christian Theology, Baker Publishing Group, U.S.A., 2013, pp. 291-315.16 VON BALTHASAR, Hans, Teológica, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1997, p. 305.

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de la teología de San Juan, sólo puede haber dialéctica en forma de negación de la única

verdad y por ende, en forma de pecado.

Sin duda, reconoce, Balthasar, no puede haber pecado en la dialéctica que se presenta

filosóficamente como neutral, (como la hegeliana), pero sólo es una forma tardía de

dialéctica teológica, que cree poder, o deber, eliminar el principio de no contradicción, al

explicar al hombre como dicente y contradicente, justo y pecador.17 El verdadero

significado de la contradicción, para la teología fundamental, en su perspectiva cristiana,

tiene su núcleo en la no aceptación del testimonio, la incredulidad, lo antidivino y en tanto

Cristo revela el amor divino, lo anticristiano. Dice Baltahasar, “Tan pronto como Cristo

aparece es signo de contradicción (Lc, 2, 34), entran en disputa los contradictores (1Jn 2,

18.22; 4,3).

Según Balthasar, la contradicción de la que habla Juan no es definitivamente la de los

lógicos ni la de Hegel, sino “esclarece” lo que es una teología negativa entendida

cristianamente. “No es la experiencia sublime de que la majestad de Dios está más allá de

toda experiencia y comprensión humanas, sino la de que en la cruz queda sumida dentro de

la lógica del amor trinitario la contradicción del pecado, su mentira y falta de lógica, desde

luego, no para encontrar su ámbito, sino para ser-condenada (katakrinein) en la carne (del

Hijo) (Rm 8,3) con toda su verdad. 18

17 Ibid, p. 306.18 Ibid, p. 313.

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