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EN EL ORIGEN HUBO RUINA (texto curatorial) EL TIEMPO DE LOS TIGRES ALADOS Junio 2014 Asistimos a la ruina de la imagen, al (des)tiempo perdido del mito originario encarnado en polvo, en vuelos, aire y transparencias. Un poderoso y temible abismo de silencio agobia la mirada. Algo allí, en esas imágenes poco claras y distintas, opacas y sucias, sugiere un más allá inmanente, una teología cercana, un mito real, un quiebre, una grieta. Juan Pablo Inzirillo arroja el polvo del pigmento y nos entrega en su despliegue galaxias de formas sugerentes y primarias. Símbolos desconocidos vuelven aún más extraño el mundo a donde nos sumerge. Marcas, puntos, ritmos, círculos y líneas son parte de un abanico compositivo que nos invita a ver algo confuso y distante. Este mar de inscripciones señala el juego infinito de huellas que pendulan entre lo empírico puro y la formali- dad idealizada, y señala el límite que desborda la clausura de la representación. Algunos rasgos (que rasgan) desplegados en el campo visual, soltados en el espacio, volatilizados. Vacío que propaga vibraciones de senti- do. Resonancias que hacen de la ausencia un lugar de fertilidad absoluta. Se percibe entre las huellas un tiempo silencioso y detenido, un presente-ausente que no se rige por el tiempo lineal de la presencia plena que va degenerando hacia la ausencia plena, sino que es un tiempo dislocado de estas polarizaciones, un tiempo fuera de quicio. La obra de Juan Pablo Inzirillo no parte de un origen, ni se reduce a un presente, se da, va y vuelve, asedia inde- cidible. Es espaciamiento y temporalización indefinido, espectral, sugerente desde lo etéreo que asoma como imagen sin decidirse por la representación. En ese sentido escapa, como polvo entre las manos, a cualquier intento de cierre. Sus constelaciones difusas y opacas, superpuestas y desgarradas, amplían su alcance en el gesto de marcar, de señalar, de mostrar la huella de aquello que nunca fue y que no se da en el marco de la existencia, ni de la presencia, mas bien, contrario a agotarse, se multiplica en una repetición de la diferencia. La obra de Inzirillo opera (quirúrigicamente) sobre la ausencia: su gesto en polvo vuelve sutil y silencioso el bullicio de las imágenes, y en su despliegue astronómico implosionan desde las raíces los colores más sucios y puros, buscando una forma de existencia espectral, restal, grietal. Una huella que busca la permanencia y se resiste a ser aprehendida, dominada, tematizada, poniendo de manifiesto que lo único originario posible es lo imposible del origen. Las imágenes de Juan Pablo son susurros espectrales arrojados a la transparencia más o menos rígida del vidrio y el plástico. Imágenes que huelen a espacio vacío y galaxias imaginadas. Siempre etéreas, siempre vo- látiles, como si nunca hubieran estado ahí, como si fueran simples posibilidades de permanencia. Todo forma parte de un gran gesto, espontáneo, incalculable, intempestivo, por ende imposible. ARTISTA: JUAN PABLO INZIRILLO LUGAR: ALDO DE SOUSA GALLERY CURADURÍA + TEXTO: FEDERICO CURUTCHET EON 3 y EON 4, pigmento en polvo sobre polímero sintético y vidrio, 160x63cm c/u, 2014. Corte diamante, pigmento en polvo sobre vidrio, dos capas, 50x40cm, 2014.

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Exhibición: El tiempo de los tigres alados | Artista: Juan Pablo Inzirillo | Texto y curaduría: Federico Curutchet | Texto: "En el origen hubo ruina" | Lugar: Aldo de Sousa Gallery | Fecha: Junio 2014

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EN EL ORIGEN HUBO RUINA (texto curatorial)EL TIEMPO DE LOS TIGRES ALADOSJunio 2014

Asistimos a la ruina de la imagen, al (des)tiempo perdido del mito originario encarnado en polvo, en vuelos, aire y transparencias. Un poderoso y temible abismo de silencio agobia la mirada. Algo allí, en esas imágenes poco claras y distintas, opacas y sucias, sugiere un más allá inmanente, una teología cercana, un mito real, un quiebre, una grieta.

Juan Pablo Inzirillo arroja el polvo del pigmento y nos entrega en su despliegue galaxias de formas sugerentes y primarias. Símbolos desconocidos vuelven aún más extraño el mundo a donde nos sumerge. Marcas, puntos, ritmos, círculos y líneas son parte de un abanico compositivo que nos invita a ver algo confuso y distante.

Este mar de inscripciones señala el juego infinito de huellas que pendulan entre lo empírico puro y la formali-dad idealizada, y señala el límite que desborda la clausura de la representación. Algunos rasgos (que rasgan) desplegados en el campo visual, soltados en el espacio, volatilizados. Vacío que propaga vibraciones de senti-do. Resonancias que hacen de la ausencia un lugar de fertilidad absoluta.

Se percibe entre las huellas un tiempo silencioso y detenido, un presente-ausente que no se rige por el tiempo lineal de la presencia plena que va degenerando hacia la ausencia plena, sino que es un tiempo dislocado de estas polarizaciones, un tiempo fuera de quicio.

La obra de Juan Pablo Inzirillo no parte de un origen, ni se reduce a un presente, se da, va y vuelve, asedia inde-cidible. Es espaciamiento y temporalización indefinido, espectral, sugerente desde lo etéreo que asoma como imagen sin decidirse por la representación. En ese sentido escapa, como polvo entre las manos, a cualquier intento de cierre. Sus constelaciones difusas y opacas, superpuestas y desgarradas, amplían su alcance en el gesto de marcar, de señalar, de mostrar la huella de aquello que nunca fue y que no se da en el marco de la existencia, ni de la presencia, mas bien, contrario a agotarse, se multiplica en una repetición de la diferencia.

La obra de Inzirillo opera (quirúrigicamente) sobre la ausencia: su gesto en polvo vuelve sutil y silencioso el bullicio de las imágenes, y en su despliegue astronómico implosionan desde las raíces los colores más sucios y puros, buscando una forma de existencia espectral, restal, grietal. Una huella que busca la permanencia y se resiste a ser aprehendida, dominada, tematizada, poniendo de manifiesto que lo único originario posible es lo imposible del origen.

Las imágenes de Juan Pablo son susurros espectrales arrojados a la transparencia más o menos rígida del vidrio y el plástico. Imágenes que huelen a espacio vacío y galaxias imaginadas. Siempre etéreas, siempre vo-látiles, como si nunca hubieran estado ahí, como si fueran simples posibilidades de permanencia. Todo forma parte de un gran gesto, espontáneo, incalculable, intempestivo, por ende imposible.

ARTISTA: JUAN PABLO INZIRILLOLUGAR: ALDO DE SOUSA GALLERYCURADURÍA + TEXTO: FEDERICO CURUTCHET

EON 3 y EON 4, pigmento en polvo sobre polímero sintético y vidrio, 160x63cm c/u, 2014.Corte diamante, pigmento en polvo sobre vidrio, dos capas, 50x40cm, 2014.

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1. En el origen hubo ruina, pigmento en polvo sobre acrílico, 110x90x13cm, 2014.2. Mood III, pigmento en polvo sobre vidrio, 30 x30cm, 2014.3. Cuarzo negro en dos dimensiones, pigmento en polvo sobre polímero sintético y vidrio, 65x65cm, 2014.

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