testimonio de niÑos esclavizados
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FARRAS y KONG son dos niños menores de 12 años esclavizados EN UNA FABRICA DE LADRILLOS Y EN UN BASURERO.TRANSCRIPT
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FARRAS y KONG son dos niños menores de 12
años esclavizados. Veamos sus testimonios
LA FÁBRICA DE LADRILLOS DE KARKHLA, PAKISTÁN.
Farras Khan Shinwari, trabaja esclavizado junto a sus dos hermanos en la fábrica de ladrillos de Karkhla a 15 km al este de Peshawar, en Pakistán. Refugiados de guerra, su familia abandonó Afganistán huyendo de la pobreza más absoluta para trabajar en la fábrica a sueldo. De madrugada, para evitar las evaporaciones, comienza la jornada regando los montones de arcilla y mezclándolos a azadón puro para más tarde malear con sus propias manos los bloques.
Sus hermanos, de 3 y 2 años son piezas fundamentales en la
cadena de fabricación. Debido a su limitado peso, son los
encargados de dar la vuelta a los ladrillos, sin deformarlos, en el
secadero para airearlos.
Por menos de un euro al día trabaja 12 horas seguidas fabricando y trasladando sobre su cabeza las piezas.
LA MONTAÑA DE BASURA HUMEANTE DE PHNOM PENH, CAMBOYA. Kong Siehar, es una niña de 11 años de impresionantes ojos verdes que trabaja buscando las pilas usadas de Hajira y otros tesoros metálicos en la tremenda montaña de basura humeante en Phnom Penh, Camboya. Una colina de 40 hectáreas salpicada por infinitos fuegos que estrangulan el aire con gases tóxicos. Los ojos de Kong lagrimean constantemente como defensa y protección al humo ponzoñoso.
La mayoría de los buscadores son niños de entre 7 y 11 años que se pasean descalzos durante 12 horas por montañas de desperdicios empapados buscando cualquier cosa susceptible de ser vendido.
El fuego contamina sus pulmones pero ayuda a localizar más rápidamente los metales. El salario medio no llega al medio euro diario cuando encuentran metal y consiguen atraer a compradores.
Un estudio japonés reciente ha detectado que el nivel de dioxinas procedentes de la combustión química de la basura y los metales pesados hallados en el metabolismo de estos chicos son suficientes para explicar el creciente número de cánceres detectados.