tesis tinkunaku

243
Gustavo Daniel González Conflictos por el Territorio en la Comunidad Indígena Pueblo Kolla TINKUNAKU Tesis para optar por el título de Magister en Investigación en Ciencias Sociales Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires Directora: Norma Giarracca Buenos Aires

Upload: ernesto

Post on 15-Sep-2015

84 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Trabajo realizado en las comunidades del Pueblo Kolla Tinkunaku, Oran, Salta, Argentina

TRANSCRIPT

  • Gustavo Daniel Gonzlez

    Conflictos por el Territorio en la Comunidad Indgena Pueblo Kolla

    TINKUNAKU

    Tesis para optar por el ttulo de Magister

    en Investigacin en Ciencias Sociales

    Facultad de Ciencias Sociales

    Universidad de Buenos Aires

    Directora: Norma Giarracca

    Buenos Aires

  • 2013

    2

  • Resumen

    Durante los ltimos aos la problemtica de los Pueblos Originarios pas a

    ocupar un lugar de relativa importancia, que la devolvi desde la ms profunda

    invisibilizacin a la que fue condenada durante demasiado tiempo. El caso de los

    indgenas kollas de Tinkunaku puede considerarse una manifestacin particular de

    este movimiento de alcance continental. Este trabajo pretende dar cuenta de las

    disputas territoriales que esta comunidad kolla lleva adelante desde la dcada de

    1940, y que permearon hasta los ms profundo su forma de vida.

    Nos propusimos rastrear los hitos fundamentales de este derrotero de lucha

    por la tierra, desde su despuntar como parte del Maln de la Paz por las rutas de la

    patria, de 1946. Tomamos la movilizacin indgena durante el primer peronismo, sus

    polticas de ampliacin de derechos, pero tambin su ambivalencia con respecto a la

    distribucin de tierras y los efectos que el impulso industrialista tuvo sobre las

    condiciones de trabajo en los ingenios. Analizamos luego los cambios en las

    relaciones entre el Ingenio y la comunidad kolla de Tinkunaku durante los aos

    posteriores al retorno de la democracia, que implicaron una andanada de ataques

    sobre el territorio indgena y en consecuencia un variado repertorio de formas de

    resistencia. Nos detuvimos puntualizando en todo lo que rodeo lo ocurrido en Cuesta

    Chica, en julio de 1996, como un momento fuerte en la disputa y la consolidacin de

    la organizacin poltica de la Comunidad Indgena Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT).

    Por otra parte analizamos en profundidad las circunstancias en torno a la

    construccin del gasoducto Nor Andino, as como sus consecuencias ms

    importantes para la comunidad kolla. Finalmente abordamos el proceso de

    titularizacin de tierras de los ltimos aos y la incorporacin de Tinkunaku a la

    Coordinadora de Organizaciones Kollas Autnomas (Qullamarka), como parte de

    una estrategia de provincializacin de las disputas territoriales de los indgenas

    salteos.

    La hiptesis ms fuerte de este trabajo es que durante las dos ltimas

    dcadas los pueblos indgenas se han convertido en un sujeto de primer orden en la

    problemtica que acarrea conflictos por la tierra. Paradjicamente junto a un marco

    legal de mejora de derechos, gracias a las modificaciones en las normas tanto a

    3

  • nivel internacional como nacional, se han profundizado las actividades extractivas

    (como el agronegocio y la minera a cielo abierto) que les disputan el territorio.

    4

  • Abstract

    In recent years, the issue of Indigenous People has occupied a place of someimportance, returning from the deepest invisibility it was condemned to for too long.The case of indigenous Kolla of Tinkunaku can be considered a particularmanifestation of this continental movement. This thesis seeks to explain the territorialdisputes that Kollas community has been undergoing since the 1940s, and whichdeeply permeated their way of life.

    We propose to track the milestones of this struggle for land, since itsbeginnings as part of the Maln de la Paz por las rutas de la patria in 1946. We takethe indigenous movement during the first Peronism, its policies to expand their rights,but also its ambivalence towards land distribution and the effects of the industrialistpolicies on the working conditions in the sugar mills. Then we analyze the changes inthe relationships between the sugar mill and the Kolla community during the yearsafter the return of democracy, involving a barrage of attacks over the indigenousterritory, and therefore a variety of different forms of resistance. We focus on CuestaChicas event, in July 1996, as a high point in the dispute and the consolidation of thepolitical organization of Comunidad Indgena Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT).Moreover, we analyze in depth the circumstances surrounding the construction of theNor Andino gas pipeline and its most important consequences for the Kollacommunity. Finally, we focus on the land titling process in recent years and theincorporation of the Coordinadora de Organizaciones Kollas Autnomas(Qullamarka) as part of a strategy of the provincial circumscription of territorialdisputes of the indigenous Salteos.

    The strongest hypothesis of this paper is that during the last two decades,indigenous people have become primary agents in a problem that involves conflictover land. But paradoxically, thanks to the legal framework for improving rightsthrough changes in international and domestic laws, the extractive activities (such asagricultural business and open pit mining) have increased, hence worsening theterritorial disputes.

    5

  • 6

  • ndice

    Resumen 3

    Abstract 5

    Agradecimientos 9

    Introduccin 11El trabajo forzado en los ingenios 13La incorporacin de San Andrs 19Organizacin de los captulos 22Consideraciones metodolgicas 24

    Captulo 1 Las disputas territoriales de los kollas de Tinkunaku 29

    Captulo 2 El Maln de la Paz: la participacin de los kollas de San Andrs en la movilizacin indgena durante el primer peronismo

    52

    La Revolucin de Junio y la llegada de Pern 53El Maln de la Paz (de los kollas salteos) 63Apoteosis, confinamiento y destierro, o cmo explicar lo inexplicable 77Las polticas del primer peronismo para con la oligarqua azucarera 81Algunas expropiaciones 83Los intentos de expropiacin de la Finca San Andrs 88Mecanizacin y desempleo 93

    Captulo 3 La defensa de las yungas: movilizacin y lucha frente a los intentos de expulsin

    98

    El ataque a la Escuela N 751 de Los Naranjos 106Cambios en las pautas de asentamiento: el establecimiento en la zona baja 117Creacin de los asentamientos en las zonas bajas 120Las caravanas en el perodo 126Constitucin de la Comunidad Indgena Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT) 135

    Captulo 4 Cuesta Chica: el corte de ruta como resistencia frente a la transnacionalizacin y la represin

    141

    La transnacionalizacin del Ingenio 142Los abusos del Gringo 147Los fuegos del 26 de junio 153La derrota del gasoducto 166Dinero y discordia: Y no vemos hasta el da de hoy un cinco! 180

    Captulo 5 La consolidacin de Tinkunaku: tiempos de obtencin de ttulos y Qullamarka

    191

    El trabajo de los jvenes kollas fuera de su territorio 192Tabacal y los intentos por cambiar el perfil productivo de (lo que le queda de) la finca 194La cosecha de ttulos 195La provincializacin de la experiencia de la lucha territorial. Tinkunaku, motor del Qullamarka 201El Qullamarka y los territorios en disputa 213El Qullamarka frente al saqueo minero y el turismo en sus territorios 215

    Sntesis y algunas conclusiones 2181. Las caravanas a las ciudades, formas de protesta, para demandar por la tierra 219

    1.1 Sntesis 2191.2 Conclusin 223

    2. Permanecer en las yungas como estrategia para defender el territorio 2252.1 Sntesis 2252. 2. Conclusin 227

    3. De coya a kolla. La identidad producida al calor de las disputas territoriales 2283.1. Sntesis 2283.2. Conclusin 229

    Bibliografa general 231

    Documentos 242

    Documentos flmicos 243

    Peridicos 244

    7

  • Agradecimientos

    A l@s kollas de Tinkunaku, por ensearme (de) la vida.

    A Norma Giarracca, por supuesto que por su sabidura, pero sobre todo por

    su generosidad.

    A mi amigo Toms Palmisano, y en l a tod@s mis camaradas del Grupo de

    Estudios Rurales (GER) y del Grupo de Estudio de los Movimientos Sociales de

    Amrica Latina (GEMSAL) del Instituto de Investigaciones Gino Germani, as como

    de la ctedra de Sociologa Rural de la carrera se Sociologa de la FSC-UBA.

    Seguramente lo poco bueno que pudiera tener este trabajo tiene mucho que ver con

    ell@s.

    Al IES N 1 "Dra. Alicia Moreau de Justo", que posibilit el comienzo del

    camino de la indagacin intelectual que de algn modo desemboca en este trabajo.

    En el profesorado tuve la suerte de conocer algun@s de mis mejores amig@s, que

    por suerte an conservo.

    A la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y en su

    nombre a toda la educacin pblica argentina, que hizo y hace posible (sin duda que

    en medio de un mar de dificultades) que con esfuerzo el hijo de una familia

    trabajadora se convierta en universitario y en investigador.

    A mis amig@s de la carrera de Sociologa de FSC-UBA, por dejarme asomar

    a un mundo que era completamente ajeno para m.

    A mis viejos porque, an sin proponrselo, me ensearon a no olvidar de

    donde vengo.

    A mis compaeros del Laboratorio Boca, por permitir que durante tanto

    tiempo gozara de una disparatada beca por estudios, soportando mis ausencias y,

    lo que es peor, mis presencias.

    A mis hermanos Karina y Fernando, y a Teo, por dejarme compartir sus vidas.

    A Gabi, el amor de mi vida, simplemente por todo.

    A Emiliano, por bancarme mientras aprendo de l.

    Finalmente deseo dedicar este trabajo a Mara Leone, porque sin ella no me

    habra graduado como socilogo, ni hecho esta maestra. Pero sobre todo porque

    con ella aprend que la vida nos ensea el amor y la solidaridad en gestos de lo ms

    simples y cotidianos.

    8

  • 9

  • Introduccin

    Slo al caminar descubrimos el paso que la tierra imprime al hombre.

    Atahualpa Yupanqui

    10

  • En su edicin del 30 de abril de 2007 el diario Clarn titul: Los kollas recuperaron

    tierras de sus ancestros en Salta despus de 62 aos. En la nota se consignaba

    que tras la recuperacin de 70.773 hectreas en la Selva de Yungas, reclamadas

    por una empresa de EE.UU., se puso fin para un largo conflicto. No era la primera

    vez que se labraba el acta de defuncin para el enfrentamiento por la tierra en las

    comarcas salteas. Tambin resultaba evidente en 1946 que tras el llamado Maln

    de la Paz por las rutas de la Patria el flamante presidente Pern pondra fin a siglos

    de injusticias y despojo. Tendrn las tierras que necesitan los abnegados

    trabajadores de la puna (Ahora, 31/08/1946); Por fin los coyas tendrn tierra!

    (Ahora, 06/08/1946); La patria los reivindicar! (El Laborista, 27/07/1946). Son

    algunos de los titulares que en letra de molde la prensa portea anunciaba la llegada

    de la justicia social para los ms antiguos explotados por la oligarqua de la

    repblica, los verdaderos descamisados del Norte. En aquellos tiempos

    consiguieron promesas, recogieron aplausos y hasta abrazos del lder en el balcn

    de la Casa Rosada. Ms tarde fueron confinados en el Hotel de Inmigrantes, luego

    secuestrados y envagonados para ser devueltos a sus tierras por la fuerza. Ni

    entonces ni ahora el conflicto pudo ser desterrado, por distante y extico que pueda

    parecerle a los medios de la capital.

    Por ms de seis dcadas los kollas de esta regin intentaron rescatar de la

    invisibilidad1 su situacin de explotacin y miseria, para recuperar la tierra que

    consideran suya, de sus hijos y de sus antepasados. Se trata del territorio de la

    Comunidad Indgena del Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT), ex Finca San Andrs, una

    extensin de aproximadamente 130.000 hectreas ubicadas en el departamento de

    Orn, en el noreste salteo. Compuesto por zonas de Puna y de Yungas, este

    territorio cuenta con una antigua historia de ocupacin humana, que determinadas

    investigaciones ubican hace aproximadamente 10.000 aos (Garca Moritn y

    Ventura, 2007). Toda la regin tena una relativamente densa ocupacin poblacional,

    a la llegada de los espaoles, repartida entre las tierras altas (Ocloyas, Churumatas,

    Paypayas y Osas) y las bajas de yungas y selva pedemontana (Mataguayos y

    Chiriguanos). Desde poca colonial, la que sera posteriormente la finca San Andrs,

    al igual que el resto de los latifundios de la regin, tena mltiples funciones: se1 En trminos de Boaventura De Sousa Santos los invisibles (para las miradas hegemnicas) lo sonen virtud de ser producidos como ausentes, [] como una alternativa no creble a lo que existe(2010: 22) En el caso de los indgenas argentinos, los silencios historiogrficos (Delrio, 2010)trabajaron arduamente para conseguir el conveniente desvanecimiento (Gonzlez, 2010) delproblema del indio.

    11

  • criaba ganado (vacuno, ovino, caprino, equino y mular, introducido por los europeos

    que desplaz a los camlidos de los originarios) que se venda en pi o como carne

    seca; se extraa madera; se producan tejidos y otros productos agrcolas; y se

    controlaba y explotaba la mano de obra indgena. Todas estas actividades se

    hacan mediante el uso del trabajo servil de los encomendados y de las obligaciones

    de trabajo a cambio de derecho de uso de tierras en las estancias. (Reboratti, 1998:

    66) A partir de la declaracin de Independencia de las Provincias del Ro de la Plata,

    no obstante la abolicin de los servicios personales y los tributos indgenas que

    terminaron por convertir a los originarios en arrendatarios, de ningn modo se puso

    fin de la sujecin y explotacin de los kollas. En la nueva situacin [] la renta era

    extrada a los campesinos mediante la determinacin de cnones por el derecho de

    uso de la tierra agrcola y los campos de pastoreo, transformndolos en

    arrendatarios. (Reboratti, 1998: 72)

    El trabajo forzado en los ingeniosCuando los ingenios azucareros se instalaron en las provincias de Jujuy y Salta, a lo

    largo del valle de San Francisco, los indgenas pasaron a constituir mano de obra

    prcticamente gratuita para la zafra caera. La construccin racista del coya se hizo

    en el marco del establecimiento de un esquema clasificatorio jerrquico, que hech

    mano a lo corporal y racial como condicin previa al establecimiento de relaciones

    laborales en el mundo rural. En la cspide de esta clasificacin se encontraba la

    oligarqua blanca estanciera, asentada sobre todo en el Valle de Lerma y duea de

    los incipientes ingenios azucareros; en segundo trmino estaba el gaucho criollo, al

    que se le atribuyen rasgos positivos (valenta, altivez, franqueza, lealtad, etc.)

    dedicado sobre todo a la ganadera. El gaucho poseera los atributos opuestos a los

    del coya: Tanto corporal como espacialmente, el coya y el gaucho se definen por

    contraste. Para el coya la montaa escarpada; para el gaucho, los valles y llanuras

    orientales; para el coya, la trabajosa agricultura; para el gaucho la ganadera

    montaraz. El gaucho es un personaje franco, altivo, audaz, sentimental y sociable; el

    coya es osco, ladino, amaado y desconfiado. El coya va a ser siempre y

    naturalmente un abyecto, que acepta con resignacin su subordinacin; el gaucho

    puede ser pen, puestero o el joven estanciero. (Yudi, 2009: 11). En esta

    clasificacin el coya se encontrara tan slo por encima del ocioso e irreductible indio

    del chaco salteo, dedicado a la caza y la recoleccin de frutos. Estas

    12

  • clasificaciones racistas se dieron en medio de procesos de exclusin sobre bienes

    econmicos y culturales, y las categoras que descansan en lo corporal sirvieron

    como base para la discriminacin laboral. Como indica Rodolfo Stavenhagen (1994)

    Los sentimientos, actitudes y prejuicios subjetivos surgen dentro de un marco de

    relaciones intertnicas e interraciales condicionadas a su vez por imperativos

    econmicos y polticos. (p. 12) En el caso de los coyas estas clasificaciones

    tuvieron un rol muy importante en su captacin e integracin como mano de obra

    para los ingenios azucareros. Las condiciones laborales de los kollas en la zafra

    azucarera pueden explicarse tanto desde una perspectiva estructural (las

    condiciones compartidas con el resto de los trabajadores rurales) como desde lo

    simblico, que baa de legitimidad la explotacin y la refuerza. Como seala Yudi

    (2009) entonces que las categorizaciones tnicas y raciales sirvieron muy bien para

    integrar a los indgenas en los complejos agroindustriales y en los mercados de

    trabajo. Las marcas identitarias y tnicas fueron puestas, en este caso, en funcin

    de la desvalorizacin ms que de la dignidad y los derechos. Fue el correlato

    simblico de una semi asalarizacin o de una integracin parcial. (p. 14)

    Para mediados del siglo XIX el azcar oriundo del que sera el noroeste

    argentino se produca en condiciones tcnicas muy primitivas y para un mercado

    nicamente regional. Con la llamada organizacin nacional, en la dcada de 1880,

    lleg la integracin al incipiente mercado nacional mediante la construccin de

    Ferrocarril Central Norte (que a partir de 1876 permiti unir Tucumn con Crdoba),

    una poltica arancelaria proteccionista y el impulso estatal para la modernizacin de

    la produccin. Como seala In Rutledge (1987) fue fundamentalmente a partir de la

    dcada de 1930 cuando [] el campesinado indgena de la Puna, sera atrado

    cada vez en mayor medida por la economa azucarera de las tierras bajas,

    quedando de esa manera incorporado a la economa capitalista en su conjunto. (p.

    180) No es casual que fuera precisamente en esta dcada cuando las tierras (con

    los kollas includos) de la Finca San Andrs fuesen incorporadas a las propiedades

    del Ingenios San Martn del Tabacal de Robustiano Patrn Costas. Gracias a su

    gran influencia poltica, primero de alcance provincial y luego nacional2, la familia

    2 Robustiano Patrn Costas, desarroll una prolfera carrera poltica paralelamente con el xito de suemporio azucarero. Ministro de Hacienda durante la administracin del gobernador ngel Zerda(1902-1904), y Ministro de Gobierno durante la gobernacin de Avelino Figueroa (1910-1913),Robustiano fue Gobernador de Salta durante el perodo 1913-1916, y posteriormente electo por tresperodos (entre 1932 y 1943) como Senador Nacional por su provincia, lo que le permiti ocupar laPresidencia del Senado y el mximo cargo de la Nacin de manera interina en 1942.

    13

  • Patrn Costas se transform en el exponente ms agresivo de la oligarqua nortea

    que, durante la dcada de 1930, busc acaparar enormes proporciones de tierra.

    Rutledge (1987) contribuye a dar cuenta de los motivos que llevaron a los Patrn

    Costas a procurar el control de prcticamente un milln de hectreas de tierra de

    poco valor en trminos de su potencial para la produccin azucarera, cuando

    concluye que [] lo que los ingenios queran en realidad obtener de esta manera,

    no era la tierra en s misma, sino el potencial de mano de obra que habitaba los

    territorios que haban adquirido, y que ahora poda ser forzado a realizar los trabajos

    estacionales en la cosecha de caa. (p. 198) En las fincas los ingenios asentaban a

    sus administradores, que eran especies de lugartenientes de los dueos,

    encargados de controlar la provisin de mano de obra indgena en tiempo y forma.

    En vsperas de la zafra deban recoger a todos los indgenas en condiciones de

    trabajar en la caa, y cargarlos en carretas para ser despachados a las plantaciones

    en las zonas bajas. Para los kollas que oponan algn tipo de resistencia no solan

    ahorrar ltigo, a cuenta de la rgida disciplina que les esperaba en los surcos de las

    colonias.En esos aos que yo he ido, el patrn del Ingenio, los mayordomos del Ingeniousaban el ltigo, tenan rdenes del patrn de sacar a azotes a la calle atrabajar, as le hacan a la gente [] A rigor! Y a veces tenamos los dedosvertiendo sangre, tanto alzar la caa y pelar. En invierno la nieve caa. Estosaos no nieva como entonces. Vena la orden que firmen contrato y a pelarcaa, carajo. A ganar una miseria, as nos hemos hecho hombre trabajando.Pagaban muy poco. (E. Z.)3

    Todo este verdadero aparato de opresin legalizada sobre los Pueblos

    Originarios de las tierras altas no era un efecto no deseado de la acumulacin de

    tierras, sino ms bien su razn de ser, su motivacin ms profunda para adquirir

    mano de obra estacional a un precio mucho ms bajo del que se pagaba en el

    mercado laboral. Este enorme ahorro de los ingenios debe considerarse en un

    contexto en que la produccin azucarera podra caracterizarse como una industria

    de trabajo altamente intensivo, que requera enormes contingentes de trabajadores

    estacionales durante la zafra que llegaban a duplicar la dotacin de trabajadores

    permanentes. Rutledge (1987) se pregunta por la conveniencia de los ingenios del

    Ramal4 de no expulsar a los indgenas de sus tierras y compara la forma de3 Como una forma de preservar la identidad de las comuneras y los comuneros kollas que brindarontan generosamente su testimonio para la realizacin de este trabajo, hemos decidido usar tan sololetras iniciales para identificar sus aportes.4 Expresin que alude a los ingenios azucareros instalados en el valle de San Francisco, en lasprovincias de Jujuy y Salta.

    14

  • explotacin resultante de esa circunstancia con la que deviene de la separacin de

    los trabajadores con sus medios de produccin descripta por Karl Marx. Resultaba

    especialmente ventajoso poder alternar trabajo en el Ingenio con actividades de

    subsistencia realizadas en la tierra propia, por dos caractersticas fundamentales del

    tipo de mano de obra requerida para el azcar: su estacionalidad5 (se requera como

    mximo medio ao) y su disponibilidad inmediata.6 Al permitir que los indgenas se

    quedaran en sus tierras, los ingenios no slo se aseguraban de su permanencia en

    la regin, listos para trabajar cuando fuera preciso, sino que relegaban sobre ellos el

    peso de su propia manutencin durante la estacin muerta, que stos se

    aseguraban a travs de sus actividades de subsistencia. (Rutedge, 1987: 209).

    Tabacal debi explotar al mximo este sistema en virtud de ser el ingenio que ms

    extendi sus reas implantadas con caa. La cantidad de trabajadores estacionales

    empleados en la zafra de la caa de azcar es, a grandes rasgos, proporcional a la

    extensin del rea cosechada. El gran nmero de trabajadores estacionales

    empleados por el Ingenio San Martn del Tabacal, refleja el hecho, simplemente, de

    que este ingenio posea la mayor extensin de tierras cultivadas con caa de

    azcar7. (Rutledge, 1987: 203)

    Ral Bisio y Floreal Forti (1976) analizan esta poltica de acaparacin de tierras

    en trminos de las satelizacin de un conjunto de reas, los viveros de mano de

    obra indgena, que en ocasiones estaban bastante alejadas de las plantaciones,

    para asegurarse la provisin de brazos para la zafra. [] es el sistema productivo

    del enclave el que tiende a concentrar fuertes contingentes de mano de obra

    estacional que no pretende absorber total o permanentemente, y el que por otra

    parte necesita retener poblacin cautiva en las reas satelizadas a menos que

    cambien drsticamente las condiciones tecnolgicas. (1976: 7)

    5 Teruel de Lagos (1991) destaca como una de las caractersticas de la agroindustria azucarera sufalta de estabilidad en cuanto al requerimiento de trabajadores, en virtud de la alternancia de pocasde casi total inactividad y otras, la zafra y el procesamiento de la caa, con grandes necesidades detrabajo.6 Reboratti (1998) seala la necesidad de que la provisin de caa cortada nunca se interrumpierauna vez comenzada la produccin, por lo que la disponibilidad de mano de obra inmediata en la zafrase transformaba en un imperativo. Los zafreros [] tenan que estar listos y dispuestos para elmomento que comenzara la molienda, dado que por las caractersticas de la caa de azcar, sta nosoporta un perodo demasiado largo entre el momento del corte y la molienda sin perder unaapreciable cantidad de sacaras. El trabajo de zafra tiene que ser por el mismo motivo constante,garantizando una entrada continua de caa de azcar en el ingenio, cuya molienda no puede parar.(p. 88)7 El autor aporta datos para el ao 1937, en el que Tabacal tena implantadas 7.616 hectreas concaa, superando incluso a Ledesma y La Esperanza.

    15

  • En el cuadro Produccin azucarera del Ingenio San Martn del Tabacal (1920-

    1934) pueden observarse los rendimientos del ingenio de Patrn Costas durante sus

    primeros aos de produccin. Si establecemos comparaciones entre las

    producciones de 1920 y 1930, vemos un crecimiento exponencial en cuanto a la

    cantidad de caa molida y la produccin de azcar. Mientras que en el ao de su

    primera zafra Tabacal moli prcticamente 40 toneladas de caa, obteniendo poco

    menos de 2 toneladas de azcar, tan solo diez aos ms tarde la molienda de algo

    ms de 300 toneladas le permitiran producir 27 toneladas de azcar.

    Produccin azucarera del Ingenio San Martn del Tabacal (1920-1934)

    AO

    PRODUCCINDE AZCAR

    (en kilogramos,peso bruto)

    CAA MOLIDA(en kilogramos) AO

    PRODUCCINDE AZCAR

    (en kilogramos,peso bruto)

    CAA MOLIDA(en kilogramos)

    1920 1.884.595 39.858.000 1928 26.107.200 311.924.0001921 3.634.700 55.555.000 1929 28.869.960 295.535.0001922 4.204.060 61.960.000 1930 27.240.360 306.316.0001923 7.866.950 117.105.000 1931 28.452.830 288.488.0001924 11.256.070 140.382.000 1932 26.587.540 230.775.0001925 10.760.610 149.362.000 1933 24.040.940 244.371.0001926 19.033.210 250.996.000 1934 24.249.790 228.642.0001927 20.274.310 249.171.000

    Fuente: Centro Azucarero (1935) La industria azucarera.

    Es decir que durante su primera dcada de vida, la produccin azucarera de

    Tabacal creci ms de un 1.250%, posicionando al Ingenio como el ms importante

    de Salta y uno de los mayores del pas.

    No obstante este espectacular despegue de la actividad las condiciones de

    trabajo de los zafreros del azcar fueron, hasta entrada la dcada de 1940, de las

    ms duras registradas en el territorio nacional, con jornadas nunca menores a las

    diez o doce horas en las que eran sometidos a labores extremas.La tarea del da de mi marido en la zafra era de seis surcos de ancho por 100metros de largo. Todos le daban as, seis surcos, lo iba hachando y volva allevar otros dos, y volva a llevar otros dos, y as. l estaba solito ah, y con eltiempo iba con algn chico [] La garganta se le ha jodido y no puede hablar.Se la ha jodido la cosa de la caa, el humo de la quema y vena todo negra lacara. (P. N.)

    16

  • El trabajo de zafra consista en, una vez asignado un surco, cortar la caa, pelar las

    hojas, despuntarla y voltearla al lado del surco. Dependiendo de la organizacin, el

    mismo zafrero trasladaba la caa al hombro hasta la punta del surco, donde era

    pesada (no exista ningn tipo de control sobre el proceso de pesaje) y recogida por

    carretas de bueyes o puesta sobre vagonetas que corran por las vas del

    Decauville. (Reboratti, 1998: 92) Ms lindo era de la zafra, de all cargaban con rieles, con mulas, los tractoresque juntaban la caa, en las secciones con bueyes. Ponan al lado de la va, ylos bueyes sacaban de los sectores donde pelaban la caa. En las chatas quetiraban los bueyes, pobrecitos. Hasta donde estn las zorras que cargaban ydescargaban. Sino a mula. (V. S.)

    Los empresarios nuecleados en el Centro Azucarero presentaban un panorama

    muy distinto de la situacin de los trabajadores indgenas de los ingenios

    saltojujeos. Las fbricas de Salta y Jujuy proveen al indio de la manutencin

    necesaria en su viaje de ida y regreso de las cosechas; realizan con ellos contratos

    en los que se establece el ahorro por el indio para entregrselo una vez que

    terminada la zafra regresan a las selvas; no les venden alcohol ni armas como se

    haca antiguamente; se les da ropa gratis a la llegada al Ingenio; se les provee

    gratuitamente de los remedios que necesitan y se encuentra a su disposicin un

    servicio mdico tambin gratis. A pesar de no existir ms los vales que se usaban en

    otros aos, aun se habla de su descuento en las proveeduras de los ingenios que

    tampoco existen, hechos irreales que presentan al trabajador como una vctima

    segura de las explotacin de las fbricas. (Centro Azucarero, 1935: 63)

    En ocasiones los zafreros contaban con su familia para que les alcanzase algo

    de comer al mismo surco, o para que les mantuviera algo de ropa limpia y cama.

    Frecuentemente sus mujeres cocinaban y lavaban para cubrir las necesidades de

    los zafreros solteros.Cuando yo llevaba a las 12 la comida tena que llevar agua para que se lave. Yosaba cocinar all, iba a cocinar. Cuando tena a los chicos en la escuela ya noiba a cocinar, y coma en la pensin. En la pensin haba una seora que dapensin a todos los trabajadores, preparaba comida y llevaba al cerco para quecomieran. Llevaba en bicicleta las ollas grandes con sopa, guiso. Mi maridoestaba a veces pensionado ah. Pero otras veces tena que llevar yo la comida.(P. N.)Iban con mujeres, con chicos iban. Para atender con la comida de lostrabajadores. Y bajaban muchos de Jujuy, bajaban de la provincia de Jujuy,bajaban ms de arriba, a la zona de Orn por el expreso tren. Bajaban alIngenio, y ah tenan el canchn se bajaban del tren directo al canchn y ahlos repartan el patrn que los mandaba a qu colonia, a qu colonia iban.Grupos, grupos en tractor, en camin. Trabajar, a lo que es trabajar. Primero

    17

  • no era quemado la caa, era de pelar. A despus se ha quemado ya, a losltimos aos era de quemar. (V. S.)

    Para todos la jornada se extenda desde antes del alba hasta el atardecer, en el que

    volvan a los lotes para descansar. Llegado el momento de cobro (que era

    generalmente mensual), el Ingenio, a travs de un sistema de fichas que eran

    entregadas a los trabajadores cada vez que cumplan cierto tonelaje de cosecha,

    asignaba a cada cosechero su paga, de la cual poda descontar cosas como el

    alojamiento o la prestacin de algunos servicios generales. (Reboratti, 1998: 93)Si, yo cuando tena 13 o 14 aos ya me bajaron a la zafra a pelar caa. A pagarlos arriendos, antes se pagaban, todo se pagaba y nos llevaban. Nos venan abuscar, y usted tiene que pagar el arriendo trabajando. As los viejos mismos, miviejo haca eso. Con los aos se hizo ms estricto. Cobrbamos y se cobrabafin de cosecha, se terminaba toda la caa y nos pagaban. bamos, pagbamosel arriendo y as venamos para San Andrs. (G. L.)En trminos de aos, la movilidad de las personas activas se da con la llegadadel Tabacal, 1930 se puede decir. Esa movilidad forzada ha hecho que lasfamilias adquieran nuevos roles en la sociedad, nuevos hbitos de consumo y deadquisicin de dinero. Entonces la idea del salario, y a partir de ah la gente tratade buscar trabajo asalariado. Desde 1930 esa movilidad se hace importante, lazafra es constante con el Tabacal. La mayora de la poblacin sala a trabajar alTabacal. (C. Z.)

    La incorporacin de San AndrsCarlos Reboratti (1998) rastrea la sucesin de dueos legales de las tierras de la

    Finca San Andrs con anterioridad a la adquisicin de Patrn Costas y Tabacal.

    Durante prcticamente toda la segunda mitad del siglo XIX Juan Manuel Bolto, nieto

    y heredero de Francisco Javier Egua, dispuso de la finca hasta que se deshace de

    ella en los albores del nuevo siglo. Alfredo Egua, el nuevo propietario, las vende tan

    solo una dcada despus, en 1911, a Belisario Barn que comienza un proceso de

    subdivisin en condmines que nunca lleg a concretarse fsicamente. Como

    consecuencia Emilio Carrasco se hace con un 50% de la finca tan slo un ao ms

    tarde, y en 1914 Celso Lopes adquiere otro 25%. Una sociedad conformada por los

    seores Alemn, Amado y Patrn Costas se termina quedando con el 25% restante,

    lo que marca el desembarco de la poderosa familia en las tierras de San Andrs. En

    1921 parte de la finca se consolida, ya que es adquirida en un 50% por Doa

    Enriqueta Cuadra de Allende, chilena. (Reboratti, 1998: 73)Mis abuelos me decan que [] ah llegaron los chilenos por el 15, 20. Que ahse asentaron ellos, fueron dueos de tierras, no s si la gente lo permiti pero

    18

  • saban que hacan eso ah [] que no s como entraron, llegaron, segn elloscompraron las tierras. (R. T.)

    La seora de Allende parece haber roto con el carcter absentista de los

    anteriores propietarios, afincndose en San Andrs con su familia.Y ellos son Gimnez Allende. Ellos dicen que vinieron con cuando fue lapoca de lola lucha esa entre cuando vienen los espaoles , cuando vienendel Alto Per, la gente del Alto Per, los chilenos, todo esos que han dado elenfrentamiento para conquistar las tierras. Dice que ellos entraron por ah. Y deah vino de ah qued su pap digamos, sus abuelos, tatarabuelos quedaronaqu, aqu en San Andrs. (E. H. R.)

    De todos los terratenientes del Alto Bermejo, esta mujer es la nica que parece

    haber residido en el rea. Efectivamente, vivi en San Andrs hasta su muerte,

    ocurrida en 1949, si bien ya haba dejado de ser duea de la Finca [] Todava su

    tumba se puede ver junto a la capilla de San Andrs. (Reboratti, 1998: 73) Alba

    Gimnez, la monja y ex directora de la escuela de San Andrs, es la nieta de Doa

    Enriqueta Cuadra de Allende.Antes era de la familia de la Alba Gimnez, la abuela de la Alba de ella dice queera la finca. El otro da fui a su casa y conversando le pregunto que quin eraesa seora Allende que est enterrada en la iglesia. Y me respondi que era suabuelita, la duea de la finca. (C. C.)Pablo Gimnez creo que era de aqu, segn dicen ha nacido en Alisal, como donTito Gimnez que es de aqu. Son de la misma familia, de los mismos Gimnez.La que era chilena era Mara Constanzi, ella haba venido joven como jefa deregistro. Ah se ha casado con Pablo Gimnez y son los padres de Alba. (F. C.)

    Dificultades econmicas llevaron a la familia Allende a hipotecar la finca y ms

    tarde, al no poder hacer frente a sus obligaciones financieras, perderla cuando se

    hizo efectivo el remate judicial.Ella compr y despus su marido se enferm, y se fue hasta Salta y hastaBuenos Aires y ah se muri, dice. Y ha estado mucho enfermo, y ella se ha vistomal y no ha podido pagar los impuestos de toda la finca. Grandsimo es todo,hasta all cuantas miles de hectreas! Ella no poda pagar los impuestos algobierno, no pudo pagar y al final lo tuvo que vender as, en un remate. Claro, ledigo yo, lo han vendido al Ingenio con nosotros y todo. Nosotros, cuntohabremos costado? [risas] Claro, le digo, nos han vendido con nosotros y todo!Y nosotros cunto habremos costado? [risas] As lo han hecho. (C. C.)

    Como seala Domnguez (2004) en 1932 fueron Rematadas las tierras por el

    Banco Hipotecario por incumplimiento del pago de hipoteca por parte de sus

    dueos: Enriqueta Cuadra de Allende, Lpez, Alemn, Amado y Bentez.

    Compradas por Patrn Costas, Bercetche y Mosoteguy (como Ingenio SMT), y

    tambin por Federico Zorroaqun. (p. 53)

    19

  • Patrn Costas se ha hecho con la finca cuando el ha sido gobernador. El haentrado en el gobierno entonces se hicieron dueos de estas tierras con genteadentro [] El Ingenio se ha hecho dueo cuando Patrn Costas eragobernador. Y fcil, porque los que se consideraban dueos de aqu nopagaban, no eran capaces y entr en el remate. (F. C.)

    Como parte de su poltica de acumulacin de tierras, proceso que implic un

    brutal avance sobre los territorios de las comunidades indgenas, Tabacal se hizo

    con la Finca San Andrs. Eulogio Frites, representante legal de los kollas por

    muchos aos, inscribe esta provechosa adquisicin (se pag un pinge precio) en

    un contexto en el cul los indgenas mal podan evitar los avances capitalistas sobre

    sus tierras. El 9 de septiembre de 1929 la Suprema Corte de Justicia de la Nacin se

    haba expedido negando el carcter de persona jurdica de existencia ideal a una

    comunidad indgena de la provincia de Jujuy (Caso Guari, Lorenzo c/ Provincia de

    Jujuy y sucesores de Fernando Campero). Gracias a este fallo [] el Estado

    Nacional procedi a la venta por subastas pblicas de las tierras de las

    Comunidades Indgenas a travs del Banco Hipotecario Nacional en 1930, PATRN

    COSTAS o el Ingenio y Refinera San Martn del Tabacal, fundado en 1920,

    adquiere estas tierras de San Andrs con indgenas y todo, y dems fincas tanto en

    Jujuy como en Salta. (Frites, 1993: 2)

    Con la adquisicin de Finca San Andrs, el Ingenio se asegur, adems de la

    provisin de contingentes de mano de obra constante, el control de las cabeceras de

    los ros (principalmente el San Andrs y el Santa Cruz, que forman el ro Blanco que

    va a desembocar en el Bermejo), que nacen en las tierras altas y riegan los campos

    de cultivo de caa en la zona baja. (Garca Moritn, 2007)8

    La situacin de los kollas de San Andrs, como la del resto de los indgenas

    coercitivamente incorporados a la produccin azucarera como braceros para la

    zafra, se mantuvo con altos niveles de violencia expresados en la obligacin de

    pagar los arriendos, los cotidianos malos tratos de los administradores y el

    reclutamiento forzoso para marchar a la zafra cada ao. Estas condiciones

    permanecieron relativamente constantes hasta la llegada de Pern.

    Organizacin de los captulosEn el Captulo 1 (Las disputas territoriales de los kollas de Tinkunaku)

    presentaremos las principales dimensiones tericas desde las cuales abordaremos8 Su situacin sera anloga a la del Parque Nacional Calilegua, en la vecina provincia de Jujuy, donde nacen los ros que proveen de agua para el riego de las plantaciones de caa de azcar del Ingenio Ledesma.

    20

  • nuestro problema de investigacin. Como nos enfocamos fundamentalmente en las

    disputas territoriales de los kollas, conceptos como territorio, territorialidad,

    territorializacin, desterritorializacin, y reterritorializacin, sern de gran ayuda.

    Para entender el antagonismo con Tabacal recurrimos a las nociones de

    territorialidades antagnicas, territorialidades extractivas y territorio insurgente.

    Pero como adems consideramos clave el rol de la organizacin poltica de los

    indgenas recurrimos a movimientos sociales y movimientos socioterritoriales. Por

    otra parte abordamos cuestiones relacionadas con las identidades en construccin

    e identidades tnicas, constructivismo, performatividad, frontera tnica, etc.

    Conceptos como el de estigma y un conjunto de nociones asociadas

    (estigmatizacin, injuria, discriminacin, etc.) sern de gran utilidad para comprender

    el paso de identidades inferiorizadas a identidades reivindicativas. Para entender el

    contexto de surgimiento de la movilizacin indgena utilizamos los conceptos de

    estructura de oportunidades polticas de Tarrow y de emergencia indgena de

    Bengoa. Finalmente, Norman Long nos permiti aproximarnos a nuestra

    investigacin aplicando el enfoque orientado al actor o perspectiva centrada en el

    actor.

    Los siguientes cuatro captulos abordan las diferentes circunstancias del

    derrotero de la lucha territorial de los kollas salteos, centrndonos en sus

    movilizaciones e instancias de organizacin poltica, teniendo a las respectivas

    condiciones de contorno como marco en el que se desarrollaron. El Captulo 2 (El

    Maln de la Paz: la participacin de los kollas de San Andrs en la movilizacin

    indgena durante el primer peronismo) hace foco en la primera gran movilizacin de

    los indgenas del noroeste argentino y la incipiente visibilizacin de sus demandas

    en Buenos Aries. En este sentido, se hace hincapi en cmo las demandas por tierra

    de los indgenas fueron cosechando adhesiones que pusieron en la agenda del

    reciente gobierno democrtico el tema de la reforma agraria; por otra parte se

    desarrollan algunas interpretaciones que pretenden dar cuenta del confinamiento y

    la expulsin final de los kollas de la ciudad, luego de ser recibidos como huspedes

    de la justicia social. Para ello es menester desarrollar el contexto de apertura de las

    oportunidades polticas que trajo el surgimiento del peronismo y su poltica para con

    los indgenas por un lado, formando parte de los sectores que fueron incorporados a

    la vida poltica nacional, y con los ingenios azucareros, por otro, que transformaron

    la industria azucarera y las condiciones de trabajo de los zafreros kollas.

    21

  • El Captulo 3 (La defensa de las yungas: movilizacin y lucha frente a los

    intentos de expulsin) aborda el comienzo de la etapa ms conflictiva de la relacin

    entre los kollas y Tabacal. Los diversos intentos de desterritorializacion impulsados

    por el Ingenio en la finca tuvieron como respuesta todo un repertorio de formas de

    resistencia de los indgenas, que incluy las trancas de inicio de los aos ochenta,

    la defensa de las escuelas de la zona baja, la lucha contra el portn, el cambio de

    estrategia en los asentamientos permanentes en las yungas y las caravanas ms

    trascendentes en la historia de los kollas salteos. El contexto del perodo estara

    dado por los embates de Tabacal por cambiar el perfil productivo de la finca y, en

    trminos polticos, por su estrategia de donacin de la parte alta y la expropiacin de

    parte de la zona de yunga. En trminos de organizacin poltica, el captulo recorre

    la trayectoria de los agrupamientos kollas que sobre el final de los aos noventa

    cristalizar en la constitucin de la Comunidad Indgena Pueblo Kolla Tinkunaku

    (CIPKT) como principal instrumento para la recuperacin del territorio.

    El ttulo Cuesta Chica: el corte de ruta como resistencia frente a la

    transnacionalizacin y la represin, es muy explcito en cuanto a lo expuesto en el

    Captulo 4. Partiendo del recrudecimiento de las disputas entre la comunidad

    indgena y el Ingenio, producto de la venta y transnacionalizacin de Tabacal, y de la

    instalacin del administrador ms impopular en toda la historia de la finca, el captulo

    se centra en el principal hito que registra la lucha de los kollas de Tinkunaku. La

    defensa del territorio ante el ataque de las fuerzas de seguridad y de los mandados

    del Ingenio, culmin en victoria para los kollas y el comienzo del fin de los atropellos

    del Gringo y sus matones. Pero, paralelamente a lo sucedido en Cuesta Chica, la

    comunidad no pudo evitar que la finca se viera surcada por la construccin del

    gasoducto Nor Andino.

    Todo lo acontecido en pocas ms recientes en el territorio kolla es analizado

    en el Captulo 5 La consolidacin de Tinkunaku: tiempos de obtencin de ttulos y

    Qullamarka. El logro de la titularizacin de aproximadamente un 70% de su territorio

    escriturado como propiedad comunitaria (con carcter de inembargable,

    inejecutable, intransferible e imprescriptible) a nombre de la Comunidad Indgena

    Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT), es el ncleo duro del captulo. Pero adems

    desarrollamos la experiencia de la constitucin del agrupamiento de los indgenas

    kollas a nivel de toda la provincia de Salta: el Qullamarka. En ese punto destacamos

    el rol jugado por la CIPKT en el nacimiento de la coordinadora y en la persistencia

    22

  • de las reivindicaciones territoriales (en lo particular, circunscriptas a la recuperacin

    de las zonas de la finca llamadas remanentes) ahora provincializadas con a las

    dems comunidades kollas salteas.

    Consideraciones metodolgicasPara finalizar esta introduccin haremos algunas consideraciones en torno al

    abordaje metodolgico utilizado en este trabajo. La unidad de estudio seleccionada

    para el trabajo se centr en comunidades indgenas (particularmente los kollas de

    Tinkunaku) definidas como grupos humanos que se auto reconocen (y pueden

    considerarse) como descendientes de aquellos que poblaban Amrica antes de la

    conquista europea; que adems presentan manifestaciones culturales que los

    distinguen del resto de quienes integran las sociedades de los pases en los que se

    asientan, y en las que generalmente ocupan posiciones de inferioridad econmica y

    social; y se trata de grupos que son consientes de poseer un territorio y un vnculo

    especial con la tierra (Stavenhagen, 1996). La unidad de anlisis se refiere a los

    discursos, las representaciones y las prcticas de los agentes miembros de las

    comunidades. Hicimos foco en los comuneros y comuneras kollas originarios de las

    comunidades, que desarrollaron y desarrollan diversas prcticas vinculadas con la

    recuperacin de la tierra; y en hombres y mujeres que, no siendo originarios, se

    establecieron en las comunidades y que despliegan sus actividades en diversos

    mbitos de las mismas (escuelas, centros de salud, centros comunitarios, etc.).

    Para desarrollar una estrategia metodolgica que abordara adecuadamente

    nuestro objetivo cognitivo fue necesario seleccionar los abordajes y las tcnicas que

    mejor se adecuasen al planteamiento del problema de investigacin. Se puede decir

    entonces que la perspectiva adoptada estuvo signada por el objetivo cognitivo que

    nos propusimos perseguir. Como nos interesa acercarnos a las formas en que los

    kollas de Tinkunaku (re)construyen su pasado y las maneras en que se piensan

    desde ellos mismos, a la luz del prolongado conflicto por la recuperacin de su

    territorio, una perspectiva de ndole cualitativa result ser la ms pertinente. Sobre

    todo porque permiti enfocar en la descripcin y comprensin interpretativa de los

    significados intersubjetivos de la accin social, de la conducta humana, en el propio

    marco de referencia del individuo o grupo social que acta. La intensin fue

    aproximarnos a la perspectiva que los propios actores tienen de su vida cotidiana, de

    su lucha por la recuperacin del territorio y de la manera en que se identifican (y se

    23

  • identificaron en el pasado) en relacin con la demarcacin tnica kolla. Para ello se

    utilizaron un conjunto de herramientas que pueden considerarse como las clsicas

    del abordaje cualitativo. Se realizaron tareas de recoleccin y anlisis de

    documentos, tanto primarios (archivos de la CIPKT, registros de escuelas, actas de

    encuentros, fotos y filmaciones) como secundarios (peridicos en papel y en

    internet, publicaciones acadmicas, etc.), a lo largo de toda la investigacin. Por otra

    parte se realiz trabajo de campo en las comunidades, que incluy entrevistas y

    observaciones participantes. La entrevista en profundidad es una de las tcnicas

    ms apropiadas cuando se trata de acceder a la perspectiva de los actores, es decir,

    para abordar la interpretacin que ellos mismos hacen de sus propias experiencias,

    y en sus propios trminos. Como seala Valles (1997) permite obtener, en las

    propias palabras de los actores y de manera flexible una informacin rica y profunda;

    proporciona al entrevistador la oportunidad de clarificacin en un marco dinmico y

    espontneo; permite acceder a informacin difcil de conseguir sin la intervencin del

    investigador; y, a travs del relato de los actores, se puede acceder a situaciones

    que no son directamente observables o que transcurrieron en el pasado. Requiere

    del trabajo artesanal del investigador, que dirige y registra, tratando de hilvanar un

    discurso continuo y con cierta lnea argumental por parte de la persona entrevistada,

    en relacin con el tema que le interesa indagar. Como sealan Marradi, Archenti y

    Piovani (2007) [] la viabilidad del juego se basa en el establecimiento de un

    contrato comunicativo que involucra un conjunto de saberes explcitos e implcitos

    compartidos por entrevistador y entrevistado- que harn posible el funcionamiento

    de la entrevista. (p. 219) De todas maneras, considero que lo ms importante en

    este caso es lo que indica Alonso (1998), cuando seala que en la entrevista se

    expresa la verbalizacin de una apropiacin individual de la vida colectiva, ms que

    los acontecimientos realmente sucedidos, expuestos en un registro cronolgico de

    hechos y datos. Es un trabajo artesanal, el arte del vnculo: un juego de estrategias

    comunicativas, que da cuenta de un decir sobre el hacer y no de un hacer de

    forma directa. Entonces el investigador debe tomar nota del alto grado de

    subjetividad que caracteriza esta tcnica, y de que la informacin que provee es el

    producto de un discurso individual en un contexto social determinado, que debe ser

    contextualizado y contrastado con otros discursos, y dems fuentes documentales

    (en el caso particular de nuestra investigacin contamos con los trabajos de Diego

    24

  • Domnguez [2001; 2004; 2005a; 2005b]; con fuentes secundarias varias, etc., que

    nos permitieron controlar los datos vertidos en las entrevistas).

    Por otro lado, pero al mismo tiempo, se realizaron observaciones

    participantes en los ayllus de Ro Blanquito, Angosto del Paran, San Andrs y Los

    Naranjos, tratando de cubrir de la mejor forma la mayor parte del territorio de

    Tinkunaku. Conceptualizando podemos decir que la observacin cientfica es una

    forma de observacin disciplinada en un doble sentido: como prctica que sigue

    reglas y procedimientos, y entonces caracterizada por la sistematicidad y la

    constancia; y por estar orientada por las disciplinas cientficas, en un sentido terico

    y metodolgico. La observacin participante en sentido estricto puede definirse como

    una forma de observacin directa, no controlada, intensiva y no mediada. Es una

    estrategia que consiste en presenciar de manera directa el fenmeno estudiado en

    el ambiente en que se desarrolla sin manipularlo. Se caracteriza por un investigador

    fsicamente presente en el terreno, que se une temporalmente y de manera explcita,

    a un grupo con fines cientficos. Se encuentra ligada a la idea de comprensin

    privilegiada de los significados que los actores construyen y le asignan a su mundo,

    y de esta manera se relaciona ntimamente con los mtodos cualitativos y las ideas

    interpretativas como su fundamento terico-filosfico. Siguiendo a Valles (1997)

    podemos decir que en tanto modo directo de investigacin permite acceder a las

    situaciones investigadas en toda su complejidad y en el momento en que transcurren

    los acontecimientos. Por otra parte, posibilita acercarse al punto de vista de los

    actores, y gracias a su flexibilidad habilita la redefinicin de aspectos significativos

    de la investigacin sobre la marcha. Generalmente provoca una menor reactividad

    (es decir la tendencia de los actores a modificar sus comportamientos al saberse

    observado) que otras tcnicas de recoleccin de datos, dado que por su

    permanencia prolongada en el campo le permitira al investigador lograr confianza y

    empata suficientes para diluir los efectos de la reactividad de los primeros

    encuentros. Una de las formas de maximizar las ventajas de la observacin

    participante es hacer cruces con los resultados de otros observadores y

    complementar las propias con entrevistas y diversos documentos.

    Finalmente es central destacar la importancia del momento del anlisis en

    esta investigacin cualitativa, como forma de trascender la mera compilacin de

    dichos de actores, sin mediacin e interpretaciones complementarias del

    investigador. Obviamente fue imprescindible tratar de recuperar la voz de quienes

    25

  • participan directamente en la situacin investigada, pero jams pagando el precio de

    olvidar que las ciencias sociales hacen interpretaciones de segundo orden a partir de

    las de primer orden que hacen los actores desde sus vivencias cotidianas; es decir

    que hacemos interpretaciones de interpretaciones. No alcanza con exponer la

    informacin recolectada, sino que es necesario decir algo ms de lo que de ella

    puede inferirse directamente. Pues bien, hacer estas interpretaciones no es tarea

    sencilla, sino todo lo contrario: La investigacin no estndar tiene esta

    particularidad: sus tcnicas de recoleccin nos resultan al menos en apariencia-

    relativamente accesibles; pero sus formas de anlisis se tornan escurridizas,

    intangibles, difciles de discernir y dominar. (Marradi, Archenti y Piovani, 2007: 288)

    Alonso (1998) distingue tres niveles de aproximacin al anlisis del discurso de los

    actores: el nivel informacional/cuantitativo (que se centra en lo denotativo y

    manifiesto del texto); el nivel estructural/textual (que consiste en hallar los elementos

    lgicos invariantes/universales de textos concretos que contienen su propia

    explicacin); y el nivel social/hermenutico. En este ltimo se parte de la

    presuposicin de que el texto es un soporte que contiene en s mismo un sentido

    simblico que no siempre es manifiesto y que puede ser extrado gracias al trabajo

    del investigador. Por otra parte este sentido no sera nico sino mltiple, y podra

    variar en funcin de la perspectiva desde la que se lo analice. De esta manera un

    lector puede encontrar en un texto un sentido del que el autor no es consciente y

    que puede descubrirse con el anlisis. El anlisis del discurso en su variante

    sociohermenutica permite, entonces, inferir datos y significados referidos al autor, a

    las condiciones de produccin del texto, al pblico al que est dirigido, etc. Este tipo

    de anlisis es particularmente apropiado, ya que cuando hacemos investigacin en

    ciencias sociales nos interesamos por la capacidad de accin de los discursos, ms

    que por un anlisis formal que se centre en la estructura subyacente en el texto.

    Intentamos descubrir el lugar del discurso en la produccin, la reproduccin y las

    transformaciones de las relaciones sociales. Concretamente en investigaciones que,

    como este trabajo, parten de una mirada sociolgica, el anlisis del discurso en este

    nivel sociohermenutico (o anlisis crtico del discurso) es particularmente frtil para

    abordar las prcticas de una variedad de actores que constituyen una situacin

    concreta, en un tiempo y un espacio determinados, como lo es la lucha por la tierra,

    en Tinkunaku, desde los aos cuarenta del siglo XX.

    26

  • Captulo 1Las disputas territoriales de los kollas de Tinkunaku

    Si tenemos territorio vamos a tener prcticas, y si hay prcticas hay identidad, y si hay identidad hay

    derechos.

    David Sarapura

    27

  • Como sealara oportunamente Diego Domnguez (2001) en la ex finca San Andrs

    se ha ido constituyendo un escenario social de conflicto por el control de la tierra en

    el que participan diversos actores sociales: los kollas de la Comunidad Indgena

    Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT), los dueos del Ingenio (Patrn Costas, Seaboard

    Corporation), las organizaciones no gubernamentales (Greenpeace, Yaguaret,

    ProYungas), las empresas multinacionales interesadas en la explotacin de recursos

    naturales (Techint y Tractebel en la construccin del gasoducto Nor Andino;

    Madenor en la explotacin forestal), el Estado (municipal, provincial y nacional), e

    incluso organizaciones extranjeras como la comuna de Roeser del Gran Ducado de

    Luxemburgo. Cada uno de estos actores sociales expresan en la interaccin

    recursos materiales y simblicos diferenciales, es decir ponen en juego saberes y

    marcos de interpretacin propios. En este sentido la lucha llevada adelante por los

    kollas de Tinkunaku es, a la vez y de un modo inescindible, una disputa por vivir

    plenamente en su territorio y por el sentido que se le asigna al mismo. Como

    sostiene Giarracca (2009) Los pueblos aborgenes defienden el territorio, es

    decir, se pone en juego una visin mucho ms amplia, que incluye el suelo y el

    subsuelo y la tierra y las riquezas naturales que la rodean o que estn en sus

    entraas. Aparece aqu una disputa de sentidos, ya que para la corriente

    productivista que hegemoniza la poltica econmica, la tierra, los bienes naturales,

    etc., son slo recursos explotables, puras mercancas (sin ser producto del trabajo

    humano), mientras que para muchas cosmovisiones aborgenes, son parte de un

    nosotros, en el que hombre y naturaleza estn igualmente incluidos. (p. 27)

    Frente a la mirada productivista del Ingenio, que valoriza la tierra en disputa de

    acuerdo a sus polticas productivas siempre dependientes del mercado y del lucro,

    los kollas batallan por la conservacin de su vida tal como la van entendiendo y

    resignificando en sus prcticas. Es en estas disputas en las que se centra este

    trabajo, con la modesta pretensin de construir una narracin explicativa de las

    luchas territoriales de los kollas de Tinkunaku desplegadas a lo largo de ms de seis

    dcadas. Como seala Ansaldi (2002) [] los buenos trabajos sociolgicos

    histricos exponen los resultados alcanzados segn un patrn que parte de los

    conceptos y los desarrolla en el tiempo y en el espacio (los historiza) o, ms

    especficamente dicho, construyen textos que son tanto analticos (como en la

    28

  • sociologa) cuanto narrativos (como en la historiografa) o, si se prefiere, narraciones

    explicativas. (p. 25) Para ello resulta indispensable acudir a un conjunto de

    herramientas conceptuales que presentaremos a continuacin, para hacer explicito

    el enfoque desde el que pretendemos trabajar. La centralidad que consideramos

    posee la lucha por la recuperacin territorial en la vida de la comunidad permitira

    ubicar nuestro tema de investigacin en el marco de los conflictos por el territorio,

    problemtica recurrentemente abordada en los ltimos tiempos (Manano

    Fernndes, 2005; Porto Gonalves, 2001, 2002; Wahren, 2008, 2009, 2011). Por

    territorio entenderemos un espacio geogrfico atravesado por determinadas

    relaciones sociales y de poder, que lo producen y lo mantienen como tal. Como

    seala Manano Fernndes (2005) El territorio es una fraccin del espacio

    geogrfico a partir de diferentes relaciones sociales [] Su configuracin como

    territorio se refiere a las dimensiones de poder y control social que les son

    inherentes. Desde esa comprensin, el territorio aun siendo una fraccin del

    espacio, es tambin multidimensional. (p. 4) En nuestro caso, sobre el espacio

    geogrfico conocido como Finca San Andrs los pobladores kollas construyeron el

    territorio de Tinkunaku (en una permanente confrontacin con el Ingenio San Martn

    del Tabacal). Decimos que lo constituyen en la disputa, siguiendo a Manano

    Fernandes en tanto Son las relaciones sociales las que transforman el espacio en

    territorio y viceversa, siendo el espacio un a priori y el territorio un a posteriori. El

    espacio es perenne y el territorio es intermitente. De la misma forma que el espacio

    y el territorio son fundamentales para la realizacin de las relaciones sociales, estas

    producen continuamente espacios y territorios de formas contradictorias, solidarias y

    conflictivas. Esos vnculos son indisociables. (2005: 4, cursivas en el original)

    El inters en la investigacin sobre una categora con la densidad del

    territorio precipit el surgimiento de un conjunto de otros conceptos que, como los

    de territorialidad, territorializacin, desterritorializacin, reterritorializacin, etc.,

    acuden para intentar abordar la multidimensionalidad del fenmeno. Entendemos

    por territorializacin, con Porto Gonalves (2002), al proceso de apropiacin del

    espacio que hace un grupo social, que propicia la formacin de territorialidades

    (identidades) en el mismo dinmico proceso. Estamos longe, pois, de um espao-

    substncia e, sim, diante de uma trade relacional territrio-territorialidade-

    territorializao. (p. 230) La territorializacin forma parte de un proceso que

    supone una determinada desterritorializacin y una posible reterritorializacin. La

    29

  • expansin y/o creacin de territorios son acciones representadas por la

    desterritorializacin. Este movimiento explicita la conflictualidad y las contradicciones

    de las relaciones socioespaciales y socioterritoriales. Debido a esas caractersticas,

    ocurre al mismo tiempo la expansin y la destruccin; la creacin y el reflujo. Ese es

    el movimiento del proceso geogrfico conocido como TDR, o territorializacin-

    desterritorializacin-reterritorializacin. (Manano Fernandes, 2005: 5) Podemos

    pensar este proceso desde la propia experiencia de los kollas de Tinkunaku,

    valindonos de las fases que Vctor Toledo Llancaqueo (2005) deline para toda

    desterritorializacin llevada adelante sobre la generalidad de los Pueblos

    Originarios de Latinoamrica. La primera fase de la desterritorializacin fue la

    invasin con su resultado de prdida de la territorialidad poltica, soberana y

    sometimiento colonial. La segunda fase, casi inmediata, fue la desposesin y presin

    sobre las tierras indgenas para ampliar las fronteras agrcolas y ganaderas [] (p.

    85) En este punto resulta significativa la incorporacin de las tierras de la finca San

    Andrs al Ingenio San Martn del Tabacal durante los primeros aos de la dcada de

    1930, como parte de su poltica de acaparamiento de tierras y mano de obra cautiva

    para la zafra caera. La tercera fase de la desposesin y desterritorializacin es la

    presin extractiva sobre los recursos naturales bosques, aguas, minerales,

    recursos del mar. (Toledo Llancaqueo, 2005: 85) En el caso de Tinkunaku, como

    veremos, el Ingenio pretendi cambiar el perfil productivo de la finca cuando la

    tecnificacin de la zafra desplaz a la mano de obra kolla. Entonces se pretendi

    desplazar los asentamientos humanos hacia la zona de puna, para vaciar las yungas

    e intensificar la extraccin de maderas de alto valor comercial. La cuarta fase de la

    desterritorializacin de Toledo Llancaqueo se encuadra muy bien con lo ocurrido

    en el territorio de Tinkunaku con la instalacin del gasoducto Nor Andino9: []

    representa la intervencin de los espacios con grandes obras e impactos negativos y

    sistmicos sobre el hbitat en ecorregiones indgenas. Una quinta faz

    contempornea de la desposesin y desterritorializacin es la presin sobre los

    sistemas de conocimientos tradicionales y la biodiversidad de los territorios

    indgenas. (Toledo Llancaqueo, 2005: 85) Frente a estos embates

    desterritorializadores, las resistencias de Tinkunaku pueden caracterizarse como la

    reterritorializacin del espacio de la finca San Andrs.

    9 Para precisiones sobre la instalacin del gasoducto en territorio kolla ver Gonzlez, 2011b.

    30

  • Aludimos anteriormente al carcter multidimensional que posee la nocin de

    territorio en general, complejidad que aumenta cuando la abordamos desde la

    condicin indgena que asume Tinkunaku. Analizar las particularidades que poseen

    los territorios indgenas es una buena manera de abordar la especificidad del

    sujeto indgena. Toledo Llancaqueo (2005) rene los usos que la nocin de

    territorio adquiere en los discursos de los movimientos indgenas. Territorio puede

    aludir a una zona geogrfica reclamada bajo control poltico de un colectivo indgena

    (territorio como jurisdiccin); a un espacio geogrfico a demarcar/restituir/titular en

    propiedad; al conjunto de recursos esenciales para la existencia colectiva que

    constituyen su base material (territorio como hbitat); a la biodiversidad y

    conocimientos ancestrales sobre la naturaleza; y a lo que Toledo Llancaqueo llama

    etnoterritorios: espacialidad socialmente construida simblica e histricamente,

    asociada a la identidad colectiva, como una realidad vivida cotidianamente. Es la

    (re)construccin de una especialidad propia, subalterna y autnoma a la vez,

    invisible a los ojos del poder, donde se reconstruye el sujeto colectivo. (2005: 94)

    En virtud de concentrar la mayor parte de sus energas en la lucha por

    defender su territorio, en tanto espacio de construccin social y de dotacin de

    sentido (Wahren, 2011) Tinkunaku puede caracterizarse como un movimiento

    socioterritorial: [] partimos de la premisa que para algunos movimientos el

    territorio es su triunfo y, por lo tanto, la razn de su existencia. Para todos los

    movimientos el espacio es esencial. Es evidente que no existen movimientos

    sociales sin espacio. Todos los movimientos producen algn tipo de espacio, pero

    no todos los movimientos tienen al territorio como objetivo. (Manano Fernandes,

    2005: 8)

    El de Tinkunaku es un territorio en disputa, tensionado entre dos

    territorialidades antagnicas que, de alcanzar sus objetivos, se anularan

    mutuamente. De una parte, la territorialidad hegemnica encarnada en el Ingenio,

    que pretende avanzar sobre los recursos naturales en bsqueda de maximizar sus

    ganancias capitalistas sin considerar la destruccin del entorno y las irreparables

    prdidas en biodiversidad. Wahren (2011) propone denominar territorialidad

    extractiva a esta lgica de intervencin cuyos actores paradigmticos son las

    empresas, nacionales y trasnacionales, de hidrocarburos, mineras, forestales, y las

    que encarnan el modelo del agronegocio. Esto no significa que estos actores se

    territorialicen pues no existe una relacin con un territorio especfico, sino que su

    31

  • intervencin se encuentra ligada a cualquier territorio donde existan los recursos

    naturales necesarios para su actividad. Sin embargo son sus acciones las que

    desterritorializan y reterritorializan los espacios geogrficos donde intervienen.

    (Wahren, 2011: 49) Es el tipo de territorialidad que enfrentan los kollas de

    Tinkunaku cuando disputan formas de producir y reproducir la vida en comn desde

    sus propias prcticas y cosmovisiones. Cuando los movimientos sociales practican

    y habitan esos territorios de manera preponderante frente a las lgicas hegemnicas

    despliegan su dimensin creativa a partir de sus propias lgicas sociales, polticas,

    econmicas y culturales, ligadas a formas de autogobierno, autogestin y

    autonoma. (Wahren, 2011: 48) Construyen as territorios insurgentes, que pueden

    entenderse en trminos de de Sousa Santos (2003) como campos de

    experimentacin social, en los que reside la esperanza de resistir y promover []

    alternativas locales que vuelvan posible una vida digna y decente. (p. 39)

    A lo largo de este trabajo mantendremos la hiptesis segn la cual

    prcticamente nada en la vida de la comunidad permanece ajeno a las disputa

    territorial. En este sentido, sostenemos que las formas de identificacin que los

    kollas fueron asumiendo a lo largo de su historia se vieron fuertemente afectadas por

    las circunstancias de la lucha con el Ingenio. Como seala Wahren La accin

    colectiva habilita la construccin de un nosotros, de una nueva identidad poltica

    disruptiva y recursiva que se da en los momentos de irrupcin en el espacio pblico,

    a la vez que las experiencias territoriales de los movimientos retroalimentan los

    momentos de visibilidad y reconfiguran tambin las identidades polticas y sociales.

    (2011: 39)

    En este hacerse en la historia, en la adopcin de una identidad siempre en

    construccin, podramos rastrear varias dimensiones que de ninguna manera agotan

    su complejidad. Como esta lucha no se da en el vaco, o en un plano de elevada

    abstraccin, sino en la cotidianidad, nos propondremos historizar los mtodos de

    vida que los comuneros fueron desarrollando para sobrevivir (la trashumancia, la

    agricultura, la recoleccin de frutales, la produccin de artesanas, su inclusin en

    redes de economa solidaria, la bsqueda de trabajo fuera de sus comunidades,

    etc.). Entonces una de las lneas de la investigacin ser rastrear las distintas

    maneras que la comunidad kolla se dio para asegurar su forma de vida en su

    territorio, trminos de una relacin indisoluble por cuanto sin territorio vivido

    plenamente la vida perdera su sentido. Por otra parte, resulta indispensable analizar

    32

  • las mutables pautas de asentamiento sobre el territorio (alternancia abajo-arriba,

    fijacin en la parte baja) que la comunidad fue adoptando en los diversos pisos

    ecolgicos de la finca. Las formas en que la comunidad se asent sobre el territorio,

    lejos de permanecer inclumes, sufrieron transformaciones al ritmo impuesto por los

    reclamos y la lucha por la tierra. En este sentido la ubicacin y la permanencia de

    asentamientos estables y transitorios estara ntimamente ligado a las decisiones

    estratgicas que la comunidad consider ms propicias en cada caso (en tal sentido

    resulta paradigmtico el establecimiento permanente en la zona baja, adoptado para

    asegurar el territorio en virtud del endurecimiento de la disputa). Deca que, tanto las

    transformaciones en los mtodos de vida como en los asentamientos, adquieren

    relevancia vistos en relacin con el problema de cmo los kollas se identifican a la

    hora de reconstruir su historia indgena. Seguir su despliegue no hace ms que

    corroborar la relativa capacidad de agencia de los kollas para elaborar respuestas

    frente a diversas crisis estructurales que amenazaron su territorio, es decir su propia

    existencia. Por ello adoptamos una perspectiva constructivista de lo social donde

    [] las realidades sociales se conciben como construcciones histricas y cotidianas

    de actores individuales y colectivos. Este entreveramiento de construcciones

    plurales, individuales y colectivas, al no surgir necesariamente de una voluntad clara,

    tiende a escapar del control de los diferentes actores presentes. (Corcuff, 1998: 19,

    cursivas en el original)

    En particular existe una profusin de trabajos que abordan la problemtica

    identitaria desde perspectivas constructivistas (Briones, 2007). Un buen punto de

    partida para aproximarnos a estas cuestiones lo constituyen los trabajos de Ernesto

    Laclau (1993, 1996a, 1996b, 2000) y Chantal Mouffe (2005, con Laclau, 2004), para

    tratar de entender lo que consideran el rasgo ms prominente de la poltica actual: el

    reconocimiento pleno del carcter limitado y fragmentario de los agentes histricos.

    Las luchas sociales y polticas contemporneas ponen nfasis en sus

    particularidades, en la conviccin de que ninguna de estas luchas es capaz por s

    misma de realizar la plenitud del orden comunitario. En las condiciones de la lucha

    poltica en el capitalismo maduro siglo XXI la produccin de efectos de frontera,

    que son la condicin de expansin de la negatividad propia de los antagonismos,

    deja de fundarse en una separacin evidente y dada, en un marco referencial

    adquirido de una vez y para siempre, y transforma en el primero de los problemas

    polticos a la produccin misma de ese marco, a la construccin de identidades

    33

  • mismas que habrn de enfrentarse antagnicamente. Como seala Judith Butler [...]

    lo poltico no es un exterior constitutivo, sino que se aloja en las mismas prcticas de

    significacin que establecen, regulan, desregulan y reconfiguran las identidades.

    (citada en Briones, 2007: 66)

    Resulta entonces atractivo el concepto de identidad de Claudia Briones

    (2005, 2007) que sostiene que [...] los sujetos se articulan como tales a partir de un

    trabajo de identificacin que opera suturando identidades personales y colectivas

    (para s y para otros), pero no lo hacen simplemente como a ellos les place, pues su

    trabajo de articulacin opera bajo circunstancias que ellos no han elegido. (2007:

    59, cursivas en el original) Desde aqu podemos considerar a las identidades en

    proceso de construccin, sin por ello olvidar la importancia que los sedimentos

    inscriben en prcticas y sentidos; se podra afirmar que las identidades tienen la

    posibilidad de ser abiertas, mltiples y contradictorias, sin negar que habitualmente

    se presentan en trminos de totalidad; afirmar que el hecho que involucren un hacer

    preformativo, no implica sostener que carecen totalmente de materialidad; que estn

    discursivamente constituidas, no significa que sean slo discurso; y que se originen

    en posiciones y relaciones sociales, no las convierte en una mera actuacin

    manipulable. [...] las identidades se nos presentan como articulaciones emergentes

    de escenarios estructurales o coyunturales particulares que buscan suturar

    trayectorias y movilidades estructuradas dispares, apostando a menudo (pero no

    necesariamente) a la contrastividad. (Briones, 2007:79)

    Yendo al centro de nuestras preocupaciones, podemos afirmar que las

    identidades tnicas seran, a la vez, las ms bsicas y generales (sin que ello

    implique el olvido de su condicin de su contextualidad, ya que las modalidades de

    su imbricacin cambian segn poca y lugar) y el punto de partida para la

    construccin identitaria de los movimientos indgenas. Como advierte atinadamente

    Revilla Blanco (2005) no se trata del resurgimiento de identidades antiguas, sino de

    su transmutacin permanente. En trminos de anlisis, una concepcin esencial

    de las identidades colectivas, en general, y de las identidades tnicas, en concreto,

    impide la comprensin de cmo las relaciones de poder, las desigualdades

    econmicas, polticas y sociales o el desarrollo histrico afectan a las relaciones de

    los grupos tnicos y el Estado. (p. 55) La etnicidad es un recurso identitario central

    para la construccin de los individuos y sus colectividades. En su ya clsico trabajo

    Los grupos tnicos y sus fronteras Frederik Barth (1976) haca el esfuerzo por

    34

  • desmontar ciertas ecuaciones que simplificaban las relaciones entre cultura,

    sociedad y pertenencia, y propona enfocar la cuestin de lo tnico a partir del

    trabajo social necesario para sostener los lmites sociales, creando y recreando las

    diferencias, los diacrticos, que sostienen y los vehiculizan esas fronteras tnicas.

    Entendemos desde entonces las identidades tnicas de manera que se distancien

    de los discursos tnicos interesados en sostener estas fronteras, que seleccionan

    algunas prcticas y valores para simbolizar esos lmites. [...] los grupos tnicos son

    categoras de adscripcin e identificacin que son utilizadas por los actores mismos

    y tienen, por tanto, la caracterstica de organizar interaccin entre los individuos.

    (Barth, 1976:10) Son las fronteras tnicas, y no un pretendido contenido cultural

    interno, lo que define al grupo tnico y explica su persistencia (Gimnez, 2006).

    En este punto resulta interesante insertar un elemento que desde los primeros

    acercamientos a la comunidad indgena de San Andrs comenz a provocarnos

    algunas inquietudes. Advertimos un conjunto de deslizamientos semnticos que

    planteaban dudas a la hora de hacer las notas de campo y las etnografas. La forma

    de nombrar a estos originarios iba desde el coya (forma tpica de enunciacin

    estigmatizante, presente por ejemplo en los peridicos de la dcada de 1940),

    pasando por colla, koya, hasta llegar al significante utilizado por estas mismas

    comunidades como parte de su reivindicacin de derechos: kolla. No fueron pocas

    las ocasiones en que, tanto en las entrevistas como en diversas circunstancias de la

    vida cotidiana, el tema del estigma de ser coya se hizo presente. Coya fue el

    nombre de la injuria con que los criollos y los sectores dominantes de la sociedad del

    noroeste argentino pasaron a condensar un conjunto de rasgos negativos que

    sirvieron muy bien para estigmatizar a las poblaciones indgenas de esta parte de la

    provincia de Salta. Como seala el socilogo salteo Ral Yudi (2009) la

    construccin del coya como estigma que cae sobre las comunidades indgenas

    andinas del noroeste argentino, se relaciona con una acomplejada oligarqua

    provincial, que sintindose inferior respecto a sus pares metropolitanos, descargaron

    [] sobre las clases populares la mochila incomoda de su propio atraso y

    aislamiento. (9) Por eso la construccin de la identidad negativa del coya form

    parte de un racismo bi-capa o de segundo orden, en el que la oligarqua saltea

    proyecta sobre los originarios los atributos que siente que las clases dirigentes de

    Buenos Aires le adjudican a ella: atraso, aislamiento, desconfianza, etc. Como una

    35

  • mcula o como una maldicin de la salteidad, siempre est agazapado el coya que

    todo salteo lleva adentro. (Yudi, 2009: 13)

    Como seala Mario Margulis (1999) la construccin de clasificaciones

    sociales en las que se inscriben modelos culturales que imputan superioridad e

    inferioridad, dotan de privilegio y legitimidad a determinados atributos vinculados con

    ciertos sectores sociales y castigan con rasgos negativos a otros sectores de la

    poblacin. En la Argentina [] los fenmenos de discriminacin, descalificacin,

    estigma y exclusin [] tienen su origen en el proceso histrico de constitucin de

    las diferenciaciones sociales que se organiza, desde un inicio, sobre bases raciales.

    (Margulis, 1999: 38) Esta forma de racismo parte no del sealamiento inocente de

    las diferencias entre los grupos sociales, sino de adjudicar a esas diferencias una

    carga negativa. El racismo asocia determinadas caractersticas corporales,

    culturales o nacionales, que poseen los integrantes de un grupo, con valoraciones

    negativas que a menudo terminan en actitudes de rechazo, en el cercenamiento de

    derechos e incluso en agresiones fsicas. El racismo y la discriminacin no residen

    en el sealamiento o en la clasificacin de las diferencias sino en la negacin del

    derecho a ser diferente y, adems, en colocar la diversidad, que se observa en los

    grupos humanos, dentro de escalas sociales jerarquizadas que se estructuran sobre

    lo legtimo/ilegtimo, bueno/malo, igualdad/desigualdad. (Margulis, 1999: 44-45)

    En particular la palabra estigma forma parte de una suerte de heteroglosia,

    es decir de un conjunto de trminos (racismo, etnocentrismo, genocidio, exclusin,

    apartheid, etc.) que pretenden aprehender fenmenos tan esquivos como la

    discriminacin. La estigmatizacin de un grupo tnico es una forma de racismo []

    dirigido a construir la otredad, a poner en evidencia e identificar al otro. El tema que

    se despliega consiste, por una parte, en la disposicin a rechazar y segregar al otro

    y, adems, incluye los mecanismos a partir de los cuales se lo construye, identifica y

    torna visible. [] tiene que ver con construcciones ideolgicas, en este caso

    racistas, que han ido construyendo e instalando en las modalidades hegemnicas

    formas de estigmatizacin basadas en imaginarios vinculados al cuerpo, aunque de

    hecho se apoyen tambin en rasgos que se originan en la cultura, la religin u otras

    manifestaciones de lo social. (Margulis, 1999: 42, cursivas en el original) A principio

    de la dcada de 1960 el socilogo canadiense Erving Goffman public el libro que se

    conocera posteriormente con el castellano ttulo de Estigma: la identidad

    deteriorada. En esta obra, ineludible para toda aproximacin a la problemtica de la

    36

  • estigmatizacin, Goffman seala que fueron los antiguos griegos quienes crearon el

    trmino estigma para designar a los signos corporales mediante los cuales se haca

    manifiesta alguna deficiencia en el estatus moral de la persona en la que se

    presentaban [] una persona corrupta, ritualmente deshonrada, a quien deba

    evitarse, especialmente en lugares pblicos. (Goffman, 2008: 13) De los tres tipo de

    estigma que Goffman analiza en extenso (los dos primeros vinculados a defectos

    corporales y del carcter), nos interesa sobre todo el atribuido a los [] tribales de

    la raza, la nacin y la religin, susceptibles de ser transmitidos por herencia y

    contaminar por igual a todos los miembros de una familia. (2008: 16) Para el autor

    todos los estigmas comparten los mismos rasgos sociolgicos, cuando se rechaza a

    un individuo que bien podra ser aceptado en una relacin social, en virtud de poseer

    un rasgo que oscurece la consideracin de los dems atributos que lo haran un ser

    humano completo. Construimos una teora del estigma, una ideologa para explicar

    su inferioridad y dar cuenta del peligro que representa esa persona [] Posee un

    estigma, una indeseable diferencia que no habamos previsto (2008: 17) Goffman

    seala que los encuentros entre personas extraas estn cruzados por la

    formulacin inconciente de determinadas expectativas normativas, y la imputacin

    de caracteres potenciales esperables en el otro. [] una caracterizacin en

    esencia, una identidad social virtual-. La categora y los atributos que, de hecho,

    segn puede demostrarse, le pertenecen, se denominarn su identidad social real.

    (2008: 14, cursivas en el original) Un estigma surge cuando existe una discrepancia

    especial entre ambas identidades sociales, cuando los atributos de un individuo se

    vuelven incongruentes con el estereotipo que construimos, sobre cmo creemos que

    debe ser. En este sentido Goffman prefiere caracterizar al estigma como una clase

    especial de relacin entre un atributo y un estereotipo, una construccin hecha en un

    determinado medio social, que no se relaciona necesariamente con la naturaleza de

    ese atributo. El trmino estigma ser utilizado, pues, para hacer referencia a un

    atributo profundamente desacreditador; pero lo que en realidad se necesita es un

    lenguaje de relaciones, no de atributos. (2008: 15) Un atributo desacreditador (que

    sirve como la base de un estigma en un medio social), puede ser perfectamente

    valorado positivamente en otro distinto y transformase en una marca de normalidad.

    La denominada triple triloga de la identidad que utiliza Goffman en su libro, permite

    discernir entre identidad social, identidad personal e identidad del yo. Mientras que

    las dos primeras forman parte de las expectativas que los otros tienen de un

    37

  • determinado individuo, la identidad del yo o autoidentidad refiere al sentido subjetivo

    de la propia situacin, construido por el sujeto a partir de las diversas experiencias

    sociales que le han tocado vivir. [] la identidad del yo es, en primer lugar, una

    cuestin subjetiva, reflexiva, que necesariamente debe ser experimentada por el

    individuo cuya identidad se discute. (2008: 135) Parafraseando a Didier Eribon

    (2001) podemos decir que en el principio del estigma est la injuria, el insulto que

    hace saber al injuriado que no es una persona normal y permite al injuriante ejercer

    el poder de herirlo en lo ms profundo de su conciencia, que se convierte en un

    elemento constitutivo de su personalidad. Por eso para el autor debe analizarse la

    palabra injuriosa como un elemento preformativo en trminos de Austin. La injuria

    es un enunciado preformativo: su funcin es producir efectos y, en especial, instituir

    o perpetuar la separacin entre los normales y aquellos a los que Goffman llama

    los estigmatizados, e inculcar esta grieta en la cabeza de los individuos. La injuria

    me dice lo que soy en la misma medida en que me hace ser lo que soy. (p. 31)

    Eribon recurre a Butler para preguntarse sobre la relacin entre el ser social de los

    individuos y la posibilidad de ser objeto de la palabra del otro, antes incluso de que

    se exprese efectivamente: Si nos formamos en el leguaje [] entonces ese poder

    formador precede y condiciona toda decisin que podamos tomar al respecto, y nos

    insulta desde el principio, por as decir, mediante ese poder anterior. (Judith Butler,

    Excitable Speech. A Politics of the Performative, Nueva York y Londres, Routledge,

    1997, pp. 5-6. Citado en Eribon, 2001: 85) Eribon establece un interesante

    paralelismo entre la concepcin del lenguaje de Butler y la ideologa de Althusen, los

    que tendran un papel similar por cuanto preceden al nacimiento de los individuos a

    los que interpelan, y por eso stos son siempre-ya sujetos constituidos por la

    ideologa e inmersos en un mundo de lenguaje. [] la idea de Althusser segn la

    cual el sujeto (la subjetividad) est sujeto por la interpelacin que le lanza la

    ideologa (o el lenguaje, segn Judith Butler) parece particularmente pertinente y til

    en el contexto de una reflexin sobre la injuria y las fuerzas sociales de cuyas

    palabras insultantes son portadoras. (Eribon, 2001: 87)

    Estos aportes en torno a la identidad, el estigma y la estigmatizacin nos

    sern de gran utilidad para dar cuenta del camino que ir del coya como forma

    insultante de identificacin heternoma e inferioriza