tesis gabriel Álvarez segregación urbana
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Tesis de Maestría en Sociología de la Cultura y el Análisis Cultural. Buenos Aires 2009. Instituto de Altos Estudios Sociales de la UNSAM. Denominación: Segregación Urbana y otros ritmos de la ciudad. Partido de San Martín, provincia de Buenos Aires. Argentina.TRANSCRIPT
Instituto de Altos Estudios Sociales
Universidad Nacional de General San Martín
SEGREGACIÓN URBANA
Y
OTROS RITMOS DE LA CIUDAD
EN EL
PARTIDO DE SAN MARTÍN,
PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Tesis de Maestría de Sociología de la Cultura y Análisis Cultural Gabriel Horacio Álvarez D.N.I: 14.769.235 Director: Gabriel Kessler
Buenos Aires, mayo de 2009
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Para Cristina y los chicos
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INDICE INTRODUCCIÓN...........................................................................................................................5
Una geografía de la segregación urbana..........................................................................................7
La elección de la situación problemática....................................................................................... 10
Objetivos y métodos................................................................................................................... 13
CAPÍTULO I LA SEGREGACIÓN URBANA:¿UNA CIUDAD DE DOS, TRES O MÁS RITMOS? ........................................................................................................................................ 17
1. Elementos teórico-metodológicos en discusión .................................................................. 18
1.1. Las tesis de la dualización social y urbana .................................................................................19
1.1.1. Las tesis de la heterogeneidad social y urbana .........................................................................21
2. La segregación urbana: tras las huellas de su trayectoria conceptual ................................. 27
2.1. Niveles y/o dimensiones de la segregación urbana ...................................................................27 2.2. Contextos teóricos de la segregación urbana (I): el caso de la Escuela de Chicago.....................32 2.2.1. Contextos teóricos de la segregación urbana (II): la Sociología Urbana (NSU) francesa ..........34 2.2.2 Contextos teóricos de la segregación urbana (III): América Latina...........................................37
2.3. El tratamiento de la segregación urbana en América Latina. ......................................................40
3. Una caja de herramientas “propia” sobre la segregación urbana ....................................... 45
3.1. Determinantes de la segregación urbana ....................................................................................45
3.2. Efectos de la segregación urbana ...............................................................................................47
3.3. Aspectos de método sobre la segregación urbana ......................................................................49 3.4. Obstáculos y posibilidades de la escala.......................................................................................49
3.4.1. Las técnicas más fiables ..........................................................................................................50 3.4.2. Las variables/indicadores más representativos ......................................................................51
4. Balance y aproximación a una perspectiva propia de la segregación urbana ..................... 52
CAPÍTULO II HEGEMONÍA Y ESPACIO EN EL ÁREA METROPOLITANADE BUENOS AIRES (AMBA) ............................................................................................................. 55
1. La división social del AMBA/Conurbano Bonaerense entre 1930 y 1970 ............................ 57
1.1. Grilla urbana y loteos económicos......................................................................................... 61
2. Segregación urbana en el AMBA/Conurbano. Aproximación histórica ............................ 64
2.1. Medidas de la segregación urbana ..............................................................................................65
3. Hegemonía neoliberal y transformaciones recientes........................................................... 68
3.1. Un punto aparte: la discusión sobre la dualización metropolitana ..............................................72
3.2. Las escalas de las transformaciones en el AMBA/Conurbano bonaerense .................................74
CAPÍTULO III. DIVISIÓN SOCIAL DEL ESPACIO EN EL PARTIDO DE SAN MARTÍN......................................................................................................................................... 79
1. San Martín, antecedentes geográficos e históricos de la ciudad heredada.......................... 80
1.1. La capa geológica del modelo agro exportador ..........................................................................81 1.2. La capa geológica de la sustitución de importaciones .................................................................83 1.3. Cambios sociales y urbanos. ¿Una tercera capa en construcción? ...............................................86
1.4. Los sentidos de la ciudad imaginada ..........................................................................................88
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2. Las medidas de la división social del espacio y los ritmos del partido................................ 89
2.1. Los clusters residenciales del partido. Aproximación a los “ritmos de la ciudad” .......................94 2.2. Análisis de los clusters residenciales y ritmos del partido .........................................................104
CAPÍTULO IV EL RITMO DE LA SEGREGACIÓN URBANA EN EL PARTIDO DE SAN MARTÍN .............................................................................................................................. 111
1. Índices globales de la segregación urbana en el partido de San Martín.............................112
1.1. Las variables seleccionadas de la segregación urbana..............................................................113
1.2. Los índices globales de la segregación urbana ..........................................................................114 1.2.1. Los índices de la igualdad/desigualdad..................................................................................115
1.2.2. Los índices de la exposición..................................................................................................116
1.3. Aproximación empírica a los índices globales de la segregación urbana .........................................118
2. Aproximación empírica a través de la correlación entre índices globales de la segregación .........................................................................................................................123
2.1. Índices globales de la segregación y distribución geográfica de los capitales. Análisis “intraurbano” de las segregaciones................................................................................................................128
3. Geografía de la segregación de los capitales espaciales y de otros tipos ...........................131
3.1. Geografía de los propietarios de la tierra urbana. El capital espacial de la propiedad del terreno. ..........................................................................................................................................131
3.2. Geografía de los capitales espaciales de la vivienda precaria. El tipo B ...........................................133
3.3. Geografía de las protecciones sociales. La ausencia de la cobertura de salud ............................136
3.4. Geografía de los capitales educativos. Los de menor instrucción del partido ...............................140
4. Consideraciones sobre la ciudad perdida en el fondo del partido......................................142
CONCLUSIONES SOBRE RITMOS Y LA SEGREGACIÓN URBANA EN EL PARTIDO DE SAN MARTÍN......................................................................................................152
ANEXOS........................................................................................................................................158
Agradecimientos ............................................................................................................................160
BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................................161
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INTRODUCCIÓN
La escala y persistencia de las transformaciones sociales y urbanas que se han desarrollado
durante, al menos, los últimos treinta años en las principales metrópolis del mundo, en particular
para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), se encuentran a nuestro juicio enmarcadas
por una cada vez mayor y más creciente disociación entre urbs (la forma espacial y arquitectónica
de la ciudad) y civitas (las relaciones humanas y políticas que se generan en ellas). (Queiroz
Ribeiro, 2007; Capel, 1975). Frente a lo cual, existe un importante consenso en que “residir y
habitar la ciudad” con posterioridad a la década de 1970 es hacerlo bajo una condición y una
experiencia social y urbana, significativamente diferente a las conformadas durante las décadas
anteriores del mismo siglo.
Una parte representativa de la bibliografía –en nuestra opinión mayoritaria– que se ha
preguntado por las causas y consecuencias de estas transformaciones en el plano de lo
económico, lo político y lo cultural, lo ha hecho bajo las hipótesis y más tarde las tesis de que el
producto resultante de estos cambios ha derivado en una sociedad y directamente ciudad de
carácter dual, o sea, de incluidos y excluidos. (Castells, 1989; Castells y Mollenkopf, 1991; Sassen,
1999; De Mattos, 2002; Wacquant, 2007 y Ciccolella, 1999; entre muchos otros autores). De esta
manera, según la metáfora espacio-temporal propuesta inicial y críticamente por Peter Marcuse
(1989, 1993), estaríamos ante una ciudad de apenas “dos ritmos”. Mientras tanto, otra parte de
las tesis –probablemente en menor cantidad dentro de los estudios urbanos actuales–, ha
estimado que las ciudades han resultado en una estructura social más compleja por su
fragmentación e incremento de las desigualdades sociales, y están en tránsito hacia una mayor
heterogeneidad social y urbana. Aunque cabe sostener que, desde estas últimas tesis, se lo ha hecho
con una certeza menor sobre la inmediatez efectiva de estos mismos cambios en la estructura
espacial o urbana y sobre lo novedoso de ellos. Sin embargo, la mayor seguridad por parte de
estos autores está dada por la existencia de una ciudad actual de “varios ritmos” (Mongin, 2006;
Marcuse, 1989, 1993, Marcuse & Van Kempen, 2000, 2002; Donzelot y Jaillet, 2001; Soja, 2000,
2003).
No obstante las diferencias y el estado controversial de las discusiones sobre la división de la
ciudad, que son las que nutren en parte nuestra tesis, en todas ellas se le otorga un peso muy
especial al estudio de la disociación mencionada entre urbs y civitas, y en particular a los
fenómenos de la segregación residencial ya sean de carácter socioeconómico o bien étnico/racial
(Vignoli, 2001; Katzman, 1999, 2001, 2003; Leal, 2002; Sabatini, Cáceres, Cerdá, 2001;
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Grafmeyer, 1994; Castells, 1982; Apparicio, 2000). La categoría social en cuestión, a pesar de las
diferencias interpretativas, trata genéricamente sobre el hábitat informal en tanto corresponde a uno
de los “ritmos” en los que puede descomponerse, a nuestro juicio, la habitabilidad de la ciudad.
Asimismo, refiere a un tipo de pobreza urbana que resulta, por lo menos, poco deseable en un
contexto democrático de reconocimiento formal de derechos ciudadanos (Marcuse, 2003).
Dado lo grave de las consecuencias de este modo de habitar para quienes lo hacen bajo estas
condiciones, la segregación que nos interesa tratar en esta tesis –a sabiendas de la existencia de
muchas otras por color de piel, credo religioso, nacionalidad, sexual, etc.– refiere a la separación
física y al aislamiento social que tiene como sujeto de padecimiento a los pobres urbanos.
Nuestro trabajo refiere a un tipo de segregación que, en identidad con la segregación residencial
socioeconómica, denominaremos de aquí en adelante bajo la categoría social de segregación urbana.
A riesgo de que este tipo de manifestación de la pobreza urbana que hemos seleccionado
como nuestro objeto de estudio pueda ser denominado de otro modo, la que nos interesa
estudiar para el partido de San Martín de la provincia de Buenos Aires es la que imprime a la
cotidianidad de determinados grupos sociales condiciones de vida y un modo de habitar que por
jerarquía espacial y posición social están en franca desigualdad con relación a otros. La idea,
parafraseando a Reygadas (2007) cuando refiere a las desigualdades sociales en el acceso a las
infraestructuras, es que dos individuos con capacidades similares tendrán resultados diferentes en
su presente y futuro, según las infraestructuras y los patrones sociales normativos más próximos a
ellos.
A nuestro juicio la segregación urbana de la que hablamos corresponde a una forma espacial y
arquitectónica de la ciudad que se retroalimenta de un tipo de interacción social, que contribuye
poco a la conformación de relaciones humanas y políticas más inclusivas, justas y democráticas.
Por el contrario el incremento de la distancia física y social con relación a otros grupos y clases
sociales, bajo la condición de segregación urbana, actuaría socavando mayores y mejores
relaciones entre las dimensiones urbs y civitas antes mencionadas. Los problemas urbanos que
caracterizan este tipo de habitabilidad envuelve graves restricciones materiales y simbólicas en el
orden de lo social, de lo económico, de lo cultural y del poder (GESU, 2006), que tratan sobre la
ausencia de agua potable, el saneamiento, la eliminación de desechos, el transporte y las
comunicaciones, la energía, los servicios de salud y emergencia, la educación, la seguridad y los
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espacios de ocio. Así como también incluye los mayores obstáculos para el ejercicio de una
ciudadanía plena desde lo político y sus relaciones con el poder (Salas, 2007).
Una geografía de la segregación urbana
En el contexto de la producción académica nacional y latinoamericana de las Ciencias Sociales,
preguntarse por las condiciones de vida y la pobreza de hábitat de los más pobres de la ciudad, no
constituye al menos durante los últimos cuarenta años, en modo alguno una novedad. En
cambio, hacerlo para la Geografía, nuestra disciplina de base y a la cual pretendemos llevar
principalmente nuestros resultados y reflexiones de esta tesis, resulta a escala nacional
particularmente original. La agenda académica de la Geografía en nuestro país ha prestado desde
siempre poca atención a las relaciones existentes entre pobreza urbana y hábitat informal y
mucho menos cuando esto se lo hace bajo la palabra y categoría social de la segregación urbana.
En esta tesis se propicia el encuentro de los aportes que durante las últimas décadas se han
producido principalmente en estas dos disciplinas, la Geografía y la Sociología. En primer lugar,
en torno al campo intelectual y de acción de los estudios urbanos; y en el segundo, en torno a la
segregación urbana. No obstante, con relación a este encuentro, aún cuando este último campo
no gozaba de su entidad actual, creemos que la preocupación por el carácter primordialmente
urbs de la ciudad está en los orígenes y nacimiento de la Geografía urbana durante las décadas de
1920 y 1930. Mientras que en el caso de la Sociología, con mayor tradición de comprender y
explicar las relaciones entre urbs y civitas, probablemente haya existido como preocupación ya
desde antes, y bajo el impulso e inspiración de la Escuela de Chicago y más tarde la Nueva
Sociología Urbana principalmente francesa.
Así, si bien desde sus orígenes modernos y aún antes, la Geografía se ha mostrado interesada
por la diferenciación del espacio (continuidades/discontinuidades) en áreas, lugares y regiones, el
cambio ontológico por el cual el espacio pasa a ser concebido como una construcción social o
bien una producción humana –horizonte conceptual y de sentido fundamental para pensar las
desigualdades sociales– resulta de mayor claridad teórica y de compromiso social y político recién
a inicios de la década de 1970. Ello ha sucedido principalmente de la mano de David Harvey
(1982 [1973]) y otros autores de origen anglosajón como Richard Peet (1975) y Edward Soja
(1971), radicados en los Estados Unidos. Aunque también pueden mencionarse estos
compromisos socio-políticos para el caso de Francia y con posterioridad a la resistencia francesa.
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Entre otros autores franceses pueden mencionarse Ives Lacoste (1959, 1965ª, 1965b) y Pierre
George (1967) –por entonces miembros del Partido Comunista francés– que abordaron desde
sus preocupaciones políticas y sociales los casos del subdesarrollo y de la pobreza de las ciudades
del Tercer Mundo y de otros países periféricos.
Desde entonces, y principalmente desde varios tipos de marxismo y en sintonía con la Nueva
Sociología Urbana francesa de fines de la década de 1960 e inicios de 1970, los estudios sobre la
ciudad por parte de la Geografía, se incrementaron y cambiaron sus preferencias –de lo
estructural a lo cultural y al estructuracionismo– de modo acorde a su paulatina inserción en los
estudios urbanos y el campo de las ciencias sociales, acompañando en ese tránsito las tendencias y
las agendas académicas en el campo de estos mismos estudios. No obstante el creciente interés
desarrollado por parte de los geógrafos en torno a la búsqueda de explicaciones provenientes del
campo de las Ciencias sociales, su preocupación por las formas espaciales urbanas -esta marca se
encuentra presente en nuestra tesis- no fueron abandonados. Paulatinamente desde aquellos años,
las investigaciones geográficas sobre la ciudad, tradicionalmente morfológicas, han tomado por su
base las indagaciones sobre las estructuras de relaciones sociales provenientes principalmente de
la Economía política y de la Sociología. De la última, y para explicar la morfología física y social
de la ciudad, la geografía ha tomado con altibajos, a lo largo del proceso de su individuación
disciplinaria moderna, y con más firmeza en la actualidad, algunos de los aportes de Emile
Durkheim en torno a la división social del trabajo -sobre lo cual también podrán encontrarse señales
de ello en nuestro trabajo-.
En esta tesis nos hemos propuesto concebir y estudiar la segregación urbana en el partido de San
Martín bajo este carácter geográfico (espacial) y sociológico (relaciones sociales) pero en virtud de
considerarlo como un problema relacionado con la integración social y espacial. Es decir, la
probable exclusión social, separación física en la que se encuentran varios miles de personas y
hogares en el partido de San Martín, nos preocupa porque tomamos como valor positivo ya no
sólo la igualdad social, sino que consideramos mejor, por razones por ver, a la “mezcla social” y
los rasgos de heterogeneidad social y urbana que caracterizan o han caracterizado a la ciudad
moderna. Por lo dicho, debe entreverse que nuestro interés geográfico no radica apenas en el
hallazgo del modo en que se “distribuye” –influencia del kantismo en geografía–1 un fenómeno,
en este caso un grupo o clase social en el territorio. Sino que el interés geográfico pasa para
nosotros, por tratar sobre el problema en cuanto a su dimensión espacial. El problema de 1 Por influencia del kantismo en geografía, entendemos el hecho de acotar el campo de reflexión y acción de esta disciplina a la descripción de los fenómenos en el espacio.
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la segregación urbana atañe a la Geografía y a la Sociología en la medida que la segregación
urbana trata a la vez de un fenómeno espacial pero indisolublemente sociológico.
Nada más lejano a nuestros propósitos que la idea de mantener ontológicamente una
concepción binaria: espacio/sociedad. La premisa es que la espacialidad social que nutre,
corporiza y da entidad a cualquier lugar o espacio determinado, es a la vez el producto y el medio
por el cual se llevan adelante las mediaciones entre la economía, la política y la cultura. Esto
implica que los barrios segregados por la relegación, cuyas calamidades nacen o se intensifican,
actualmente, al amparo del Estado y la Empresa (centro del sistema para Robert Castel)
conforman un tipo de espacialidad social (Soja, 1989) que es el texto y el contexto bajo el cual
pueden comprenderse no sólo las dotaciones de los diferentes capitales, sino los “efectos”
relacionales e interaccionales que en ellos pueden producirse. En palabras de Pierre Bourdieu
(1999 [1993]) estamos ante “efectos de lugares”, o bien “efectos de vecindarios” en los términos
de Rubén Katzman (2001, 2003), que han alterado en profundidad –una vez consolidadas las
desigualdades del barrio– las condiciones de vida y los modos de habitar de una parte importante
de la estructura social en las metrópolis latinoamericanas.
El contexto socio-histórico y geográfico en el que se inscribe nuestro estudio es el de la salida
del modelo sustitutivo de importaciones por parte del país y su principal metrópolis, lo cual tiene
su inicio a mediados de la década de 1970 y con altibajos se desarrolla durante la década de 1980,
se profundiza durante 1990, y se agrava hacia fines de esta. Si la importancia de los cambios es
sometida a la lectura de un cambio en la hegemonía, estos pueden ser explicados en virtud de las
transformaciones no sólo por la relevancia y profundidad de los cambios estructurales, sino
también en los modos de producción de los significados y también en los procesos de la
individualización y la individualización negativa (Robles Salgado, 2005; Castel, 1997), según los
grupos y clases a los que se haga referencia. A causa del paulatino incremento del desempleo y de
la precariedad laboral (Empresa) y la retracción de las transferencias económicas por parte del
Estado (Castel, 1997) hacia los grupos y clases sociales más pobres, la pobreza por ingresos y la
pobreza de hábitat, han crecido como en pocos períodos de la historia nacional. Pero, como
advierten otros autores, también ha crecido la distancia social y eventualmente geográfica por la
emergencia de otras capas sociales situadas “más arriba” en la pirámide social que,
paulatinamente, han estructurado sus movilidades, desplazamientos y contactos en espacios de
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10
sociabilidad homogéneos, y poco o nada mixtos de countries y/o barrios cerrados (Svampa,
2001, 2005).
Como se intentará sostener el problema de la segregación urbana en el partido de San Martín
es un problema de la integración social y espacial de vieja data, aunque con los rasgos cambiantes
que corresponden a las variaciones metropolitanas y nacionales de cada uno de los períodos,
hasta llegar al actual. Ello en virtud de que se trata de un partido –quizá algunos de los más
representativos de la industrialización del conurbano– que se ha estructurado y conurbado por
impulso del modelo sustitutivo de importaciones y, en los últimos años, por su crisis. Así, la
instalación de las primeras villas miseria en su territorio (por ejemplo Las Ranas en la periferia
norte y La Carcova en el “fondo”) coinciden temporalmente con la extensión de la mancha
urbana hacia estos confines de la primera corona y proximidades del río Reconquista durante los
primeros años de la década de 1950. Aunque principalmente hacia el fondo y hacia el sur del
mismo partido y en proximidad del mencionado río, es un fenómeno poblacional y habitacional
que actualmente no deja de crecer (Barrio Libertador, Barrio CEAMSE)2 bajo un tipo de
condiciones de aislamiento social y separación física poco frecuentes en esta misma primera
corona. No obstante, lo que llama la atención para este mismo partido, es que las problemáticas
sociales no sólo corresponden a la pobreza de hábitat “per se”, sino al grado de sus desigualdades
sociales y espaciales.
La elección de la situación problemática
En este marco, nuestro objetivo fue describir y analizar el estado de la situación actual de la
segregación urbana en el partido de San Martín. Las razones que nos llevaron a seleccionar el
tema y circunscribirlo espacio-temporalmente al partido y a la actualidad, no obedecieron sólo a
una simple curiosidad intelectual individual, sino que sin negar esta condición, consideramos que,
combinadamente con ella, han existido algunas otras razones más. En primer lugar, creemos que
el hecho de tener como lugar de trabajo el Centro de Estudios Geográficos (CEGeo) en la
Universidad Nacional de General San Martín (UNSAM) y desarrollar tareas de enseñanza y
actualmente de investigación en él, actuaron entre las primeras motivaciones. En este sentido, las
preguntas de los propios alumnos (grado y carreras de complementación docente para profesores
de Historia y Geografía) sobre la cuestión social y urbana en el partido de San Martín, resultaban
2 Ver mapas y textos en el capítulo IV.
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de difícil respuesta para su tratamiento debido a la importante inexistencia de investigaciones
sociales sobre este territorio con relación a estos tópicos.
Al momento de planificar la selección bibliográfica sobre el tema mencionado –lo cual fue
corroborado al desarrollar el estado de la cuestión sobre el tema de esta tesis–, nos hemos
encontrado con la significativa ausencia de bibliografía sobre el partido –salvo aquella
correspondiente a la historia regional y local de fines de siglo XIX e inicios del XX. Una situación
semejante podría relatarse sobre los resultados de búsqueda de otras investigaciones de
características y escala similares como puede ser el caso de otros partidos del conurbano, al
pretender por nuestra parte indagar sobre modelos de análisis para ser tomados como
antecedentes para esta tesis. Así, producto de ambas búsquedas –sobre San Martín y otros
partidos– hemos descubierto, de algún modo, un “territorio vacante” que existe en torno a una
escala de análisis e investigación empírica que es la de los municipios –las localidades– y un área
temática específica como es la segregación urbana. Por el contrario, hemos observado que los
estudios sobre estas cuestiones, a escala “macro”, metropolitana o de conurbano, principalmente
llevados adelante por algunos sociólogos, geógrafos y arquitectos (Catenazzi y otros, 2001;
Andrenacci, 2003; Ciccollela, 1999; Ciccolella y Mignaqui, 2006; Pírez, 1999, Janoschka, 2002,
Torres, 2001; Prevot Schapira 2002; entre muchos otros autores), cuentan con mayor desarrollo.
Nuestros resultados sobre el estado de la cuestión han resultado diferentes si se examina la gran
cantidad de los estudios desarrollados por politólogos, sociólogos y antropólogos, mayormente
“micro”, sobre la cuestión social y urbana de los barrios de la relegación social y la pobreza en el
conurbano, y el conjunto del Gran Buenos Aires. Aunque a esta escala, sin ser inexistentes,
también resulta más dificultoso el hallazgo de estudios orientados bajo la palabra segregación
urbana y en estos mismos territorios. De todo lo dicho resulta que, si bien la presencia de los
estudios “macro” y “micro” con sus diferentes espesores no se han despreocupado –aunque con
altibajos– por la temática, la ausencia es notable en los de escala “meso” (Soja, 2003), si por tal y
para nuestro caso se entiende a la escala de las localidades que integran la mencionada área
metropolitana.
Otra parte de las razones que consideramos que fueron las que nos llevaron a la selección del
tema, es la “imagen de marca” territorial (Mons, 1994) que durante los últimos años se ha erigido
sobre el conurbano y con especial fuerza sobre el partido de San Martín. Con lo expresado
queremos llamar la atención sobre una suerte de imaginario geográfico asociado a la
descalificación y estigmatización de estos territorios que han sido desarrollados en virtud del
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12
crecimiento de su inseguridad civil y social. En este sentido, creemos que este partido ha sido uno
de los más afectados por estas problemáticas, si se lo compara con su propio pasado y con
relación a otros, como puede ser el caso de Lanús, Avellaneda y La Matanza. Probablemente
excediéndonos un poco en el juicio, al tratarse de un territorio para nosotros sensiblemente más
cercano, creemos que la retórica de territorio generada principalmente por los medios, ha tendido
a construir imágenes que ponen en pie de igualdad algunas pequeñas aglomeraciones “sensibles”
y “conflictivas” de algunos pocos de miles de habitantes como “Fuerte Apache”, las villas
“Ciudad oculta”, “La Cava”, y “la 31” entre otras, frente a un partido que posee algunos cientos
de miles de habitantes. En general, hemos observado que el referente geográfico de territorio, es
San Martín como un todo homogéneo y no sólo alguno de sus barrios más afectados: “San
Martín, un territorio favelizado”, “San Martín, algunos pocos clanes de familias de narcos
manejan el territorio” (Revista Viva, Diario Clarín, 2003) Y más recientemente, en suplemento
especial y portada de diario: “San Martín, el corazón del delito en el Gran Buenos Aires” (Diario
Clarín, 2008). Tomando con seguridad por su base a estos discursos debe sumársele los
comentarios de nuestros amigos, colegas y parientes: Ah... ¿Trabajás en San Martín? y bueh! es el
trabajo… ¡qué va a hacer! ¡Andá con cuidado!
Así en combinación e intertextualidad con las inquietudes propias, de los alumnos y de otros,
ha resultado que algunas de las primeras preguntas que orientaron los comienzos de la
investigación pueden ordenarse del siguiente modo: ¿Cuáles son los principales problemas de la
integración social y urbana en el partido? ¿San Martín es un todo social y urbano homogéneo
como puede detectarse desde la retórica mediática? ¿Estamos ante un proceso social y territorial
novedoso o de vieja data? ¿Qué mecanismos operan en la construcción de este imaginario
geográfico por el cual San Martín resulta ser asimilado al corazón del delito en el Gran Buenos
Aires?
Ante la variedad y amplitud de los temas y de las preguntas que se fueron planteando y la
diversidad de métodos a los que deberíamos recurrir, decidimos ir guardando en diferentes cajas
algunas preguntas para ser develadas en investigaciones futuras, mientras sosteníamos y
reorientábamos otras. Mantuvimos aquellas que nos colocaban más próximos a las situaciones
problemáticas derivadas de la pobreza urbana y principalmente con relación al hábitat. De las
primeras inmersiones bibliográficas resultaron, a nuestro juicio, más potentes aquellos conceptos
que articularan con mayor peso las dimensiones espaciales y sociales de esta pobreza, y los
significados y los sentidos que mejor se adecuaran a los rasgos que actualmente distinguen con
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mayor contundencia los problemas de la vulnerabilidad y la desafiliación social en el conurbano, e
intuitivamente hasta entonces en el partido de San Martín. De ello surgió con especial interés
el concepto de segregación residencial socioeconómica y que aquí denominaremos
segregación urbana.
En la medida que comenzamos las acciones para establecer el estado de la cuestión sobre el
concepto y su validez empírica, detectamos la relativa ausencia de captura de este concepto para
su abordaje “canónico” en el conurbano –modelo de análisis cuantitativo– y mucho menos para
algunos de sus partidos. En este sentido, creemos que es un concepto potente y de considerable
relevancia social y sobre el cual era pertinente producir conocimientos acotados a una localidad
del área metropolitana. Así, las preguntas de investigación resultantes y definitivas fueron:
¿Existe la segregación urbana en este partido? De existir, ¿qué dimensiones resultan de
mayor incidencia en el problema? Y desprendidas de ellas: ¿Qué dimensiones se
correlacionan con más fuerza? ¿Qué grado de distribución desigual alcanzan en el
partido? ¿Qué dimensión se presenta bajo las mayores condiciones de homogeneidad
social? ¿Cuáles son las principales áreas afectadas?
Objetivos y métodos
Los objetivos de investigación fueron establecidos de acuerdo con el tipo de preguntas
planteadas y tuvieron como propósito general la elaboración de una descripción de la
segregación urbana actual en el partido de San Martín, tomando por su base los procesos
de la diferenciación y de la desigualdad social y espacial de la división social del espacio
para esta parte de la metrópolis. Asimismo, nos propusimos específicamente dedicar un espacio
significativo en el cuerpo de la tesis para la problematización del concepto y de su relación con
otras categorías sociales. Creemos que realizar esta descripción del tipo sincrónica de la
segregación urbana es un hecho novedoso a través del cual se ha procurado discutir teórica y
empíricamente sobre los conceptos y métodos que en general ello involucra. Así, dado el tipo de
investigación diseñada, el modelo de análisis que se ha seguido responde principalmente a
uno del tipo cuantitativo que se ha basado por una parte en la ecología factorial y por otra en el
empleo de los índices de la segregación; aunque también hemos incorporado en menor medida,
estrategias de carácter cualitativo, cuando nos referimos a la “observación” en el terreno y la
incorporación de algunos fragmentos de entrevistas. Estos instrumentos permiten, en especial
para los primeros, alcanzar el tipo de descripción mencionada a través de la medición de las
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variables críticas seleccionadas, su puesta en relación y el establecimiento de un
diagnóstico. Por su parte, las preguntas de investigación específicas ya mencionadas fueron
reelaboradas, ampliadas y complejizadas en la medida que ellas se fueron transformando en
nuevas preguntas de investigación teóricas y empíricas para cada uno de los capítulos. De esta
manera, al momento de desarrollar el modelo explicativo de la presente tesis, hemos decidido
ordenar todo lo anteriormente expuesto del siguiente modo:
Para el primer capítulo nos hemos propuesto dar respuestas a preguntas de carácter teórico
con el fin de problematizar sobre la segregación urbana, pero en un contexto de discusión que es
el que actualmente se reconoce bajo los intercambios y envíos entre las tesis de la ciudad dual vs.
las tesis de la ciudad fragmentada y desigual. Consideramos que el hecho de hacerlo de este modo
crea condiciones adecuadas para la construcción del objeto segregación urbana ya no como un
fenómeno “exótico”, sino en su relación particular con otros ritmos de los procesos de la
diferenciación y de la división social del espacio urbano. En un primer momento, se prestará
atención a esta discusión (ciudad dual-ciudad fragmentada y desigual) para más adelante, y en el
mismo capítulo, hacerlo con especial detenimiento en el concepto de segregación urbana para,
finalmente, arribar a la elaboración de un punto de vista “propio” sobre él. La lógica de escritura
del capítulo ha perseguido el propósito de construir el objeto segregación urbana, pero considerando
sus escalas espaciales y temporales más próximas, y también las más remotas de su producción
teórica. Esto es, desde lo general a lo particular, considerar las discusiones internacionales
(occidentales), regionales (latinoamericanas) y nacionales (argentinas), así como las más antiguas y
las más recientes. El encadenamiento de las ideas que allí se sostienen intenta responder a la
pregunta acerca de ¿qué es para nosotros la segregación urbana?
El segundo de los capítulos ha sido elaborado a fin de responder preguntas de mayor carácter
empírico. Mediante ellas se intenta, por una parte, dar respuesta a las preguntas teóricas del
capítulo anterior y a la vez, desarrollar argumentos de explicación, a nuestro juicio, significativos
para comprender en el capítulo, y más adelante, la división social del espacio metropolitano del
AMBA y sus relaciones con la segregación urbana en el partido de San Martín. Dos cortes
temporales, antes y después de los comienzos de la crisis del modelo sustitutivo, pretenden ser el
marco para comprender estos procesos que derivaron en la cuestión social y urbana actuales.
Considerar la ciudad heredada, el grado de impacto de las transformaciones socioeconómicas
recientes sobre lo urbano, y las escalas más adecuadas para el tratamiento de estos problemas
están también en el seno de la discusión de este capítulo. La lógica de escritura narrativa histórica
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y geográfica del capítulo ha perseguido el propósito de desgranar aspectos generales y comunes
de la cuestión social y urbana para el pasado y el presente en el AMBA y en el partido de San
Martín, aún antes de ser abordados específicamente y con datos e información generados con
exclusividad para esta tesis. Al menos dos preguntas pueden considerarse fundamentales: ¿qué
patrones de comportamiento histórico pueden detectarse en el contexto del AMBA, Conurbano
y San Martín sobre la cuestión social y urbana? y ¿cuáles son las escalas espacio-temporales más
adecuadas para comprender y explicar los problemas de la división social del espacio
metropolitano y el del Partido de San Martín? ¿cuáles son las más adecuadas para abordar las de
la segregación urbana?
En el tercer y cuarto capítulo entramos de lleno en el estudio empírico de los problemas de la
diferenciación social y espacial del partido de San Martín –capítulo tres– siguiendo los criterios
teóricos y empíricos que hemos introducido y problematizado en los capítulos previos, hasta
arribar con exclusividad –capítulo cuatro– al ritmo de la segregación urbana.
La lógica de la escritura para el capítulo tres ha tomado como base las consideraciones teóricas
y críticas a las que hemos arribado sobre las discusiones de la ciudad dual vs. la ciudad
fragmentada y desigual, atendiendo siempre –y en la medida que las herramientas de la estadística
lo permitieran– a principios indagatorios basados en la heterogeneidad social y urbana. En ese
marco, el capítulo ha tenido el propósito de “descubrir” empíricamente los principales ritmos de
la ciudad para el partido de San Martín.
Finalmente, para el capítulo cuatro nos hemos propuesto alcanzar el descubrimiento de la
segregación urbana en el partido a fin de establecer cuáles son sus principales características,
cuáles son las dimensiones que presenta la mayor asociación, qué modalidad de distribución
espacial alcanza, de qué modo su localización dentro del partido resulta con las peores
consecuencias, qué grado de separación física alcanza con relación a otros grupos y clases mejor
posicionadas y qué grado de heterogeneidad/homogeneidad alcanza en sus diferentes
localizaciones. En este sentido, la medición de diferentes capitales espaciales, sociales y
educativos entre otras especies procurará ilustrar sobre su relación con la segregación urbana.
Para este capítulo debe considerarse en especial el principio geográfico por el cual se considera
que las diferenciaciones en la escala o el nivel de análisis crea el fenómeno.
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16
Con relación a los aspectos del método hemos utilizado fuentes dominantemente secundarias
para obtener información sobre las características de los mencionados procesos de la
diferenciación social y espacial. Consultamos fuentes oficiales –Censo Nacional de Población,
Hogares y Vivienda, INDEC, 2001 y el Censo Municipal de villas y asentamientos elaborado por
el municipio de General San Martín, MGSM, 2004–. Las unidades de análisis corresponden a
diferentes agregados geográficos censales según el problema que se quiera detectar, y para ello se
han adoptado las escalas de la localidad, las fracciones censales y/o los radios censales, mientras
que las unidades seleccionadas, en virtud de los insumos estadísticos provistos por el INDEC
refieren a población, hogares y viviendas. De este modo y a través del empleo de las
metodologías del análisis estadístico y de los Sistemas de Información Geográficos (SIG´s), se
procuró dar respuesta a las preguntas específicas más arriba planteadas. Por otra parte, cabe
señalar que, si bien la base de datos a la que hacemos referencia posee actualmente una
considerable cantidad de años desde su elaboración, de todos modos sigue siendo la única
herramienta que permite acceder a un nivel de análisis que es el más legítimo para la medición de
la segregación urbana, sobre todo si se considera que una parte considerable de las variables e
indicadores seleccionados, que corresponden a las infraestructuras físicas y urbanas, no presentan
variaciones en lo que hace a la erradicación del hábitat informal o bien a la urbanización de la
misma.
Por su parte, debe considerarse que con el fin de complementar y discutir sobre los resultados
estadísticos que constituyeron la materia prima para la elaboración de un relato sobre el partido,
hemos incorporado la técnica de la “verificación del terreno” por la cual la descripción que
pretendemos alcanzar se encuentra imbricada con las observaciones y visitas a los lugares que en
el transcurso de la investigación se determinaron como más representativos.
Para las conclusiones hemos reservado nuestras respuestas sobre los objetivos que nos hemos
planteado para el partido de San Martín en virtud de las discusiones metodológicas, el empleo del
método y del modelo de análisis utilizado, así como de la interpretación de la información
generada. En este sentido se trata de arribar a conclusiones que nos permitan no sólo establecer
un balance sobre los resultados empíricos de la cuestión social y urbana en el partido bajo la
categoría social de la segregación urbana, sino además sobre las cuestiones de método que la
misma implica en el sentido de su validez teórica y conceptual para la investigación social.
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17
CAPÍTULO I
LA SEGREGACIÓN URBANA:
¿UNA CIUDAD DE DOS, TRES O MÁS RITMOS?
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18
Desde las primeras páginas de esta tesis hemos expuesto sobre la necesidad de inscribir la
problemática de la segregación urbana en un contexto de discusión teórico más amplio que los
programas equivalentes u homólogo a los de la división social del espacio. Bajo esta premisa
hemos decidido concebir la segregación urbana de modo relacional y en interdependencia con
aquel tipo de división social, pero manteniendo el reconocimiento de su propio universo
empírico y de individuación conceptual. Por esta razón, la segregación urbana, si bien es a
nuestro juicio un “ritmo” más de la división social del espacio, tiene para nosotros su propio
ámbito de significación empírica y teórica.
En este sentido para el presente capítulo se pretende precisar el estado del debate conceptual
sobre esta segregación, en un contexto de discusión aún mayor que es el de los procesos
“naturales” de la diferenciación y la desigualdad social y urbana en las grandes metrópolis y
durante las últimas décadas Al respecto nos hemos planteado la necesidad de revisar algunas
conceptualizaciones dicotómicas de la dualización social y urbana. Y ello, en la medida que nos
proponemos, alternativamente, comprender a la ciudad –al menos en lo que refiere a su
habitabilidad– como un espectro de diferentes situaciones, entre las que la segregación urbana
comprende un modo y “ritmo” más de la producción física y social de la ciudad, .
Hemos considerado conveniente presentar en la primera parte del capítulo el estado de
discusión actual sobre la división social del espacio urbano, tomando como núcleo del debate las
tesis que han estudiado sobre las causas y las consecuencias de las transformaciones socio-
espaciales de la ciudad contemporánea. Mientras tanto, en la segunda parte se abordará con más
detenimiento y mayor grado de detalle la segregación urbana. Para ello examinaremos los
antecedentes teóricos del concepto en el campo de los estudios urbanos europeos,
estadounidenses y latinoamericanos (aún bajo una denominación diferente), que resultarán la base
de nuestras definiciones conceptuales y más adelante operacionales para el estudio del fenómeno
en el partido de San Martín.
1. Elementos teórico-metodológicos en discusión
A los fines de presentar las diferentes tesis sobre las causas y las consecuencias de la actual
división social del espacio de la ciudad contemporánea (Castells, 1982 [1974]; Roncayolo, 1972;
Schteingart, 2001), hemos organizado la discusión teórica conforme a la existencia de lo que
consideramos son dos polos de perspectivas contrapuestas. Ambas, no obstante las diferencias
existentes entre ellas, encuentran en el terreno de la globalización y sus discusiones –cada una con
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19
sus énfasis diferenciales en lo económico, lo tecnológico, institucional, político y/o cultural– las
principales razones de las transformaciones actuales de la ciudad.
Una parte de las posiciones teóricas se encuentran aglutinadas bajo las perspectivas de lo que
algunos de sus principales autores –como Manuel Castells y Saskia Sassen, cada uno con sus
particularidades–, han denominado la existencia de una “ciudad dual e informacional” (Castells
1996, 1997, 1998, 2000, 2002 [1989], Sassen, 1999 [1991]; 2003 [1998]). Mientras que en el otro
polo, se encuentran los partidarios de las tesis de la ciudad “fragmentada y desigual” o
“cuarteada” (Marcuse, Marcuse y Van Kempen, Soja), y que aquí hemos denominado como
pertenecientes a las tesis de la heterogeneidad social y urbana.3
A pesar de las diferencias, se sostiene para ambos casos que las transformaciones en el
escenario social se han basado en las más recientes de los mercados de trabajo metropolitanos, lo
cual llevaría a una sociedad y a una ciudad diferentes a la existente con anterioridad a 1970. Las
preocupaciones por la “última instancia” o el origen “estructural/superestructural” de los
cambios, están en el seno de la discusión y comandan las aproximaciones al universo empírico
para el estudio de los cambios sociales y también urbanos.
1.1. Las tesis de la dualización social y urbana
A continuación, desarrollaremos con mayor grado de detalle los argumentos que antes hemos
presentado como pertenecientes a las tesis de una ciudad dual, de “dos ritmos/velocidades”,
frente a las tesis de una ciudad con “tres o más ritmos/velocidades”, tal como algunos analistas
urbanos lo han hecho al diferenciar metafóricamente las partes hipotéticas en las que se divide
actualmente la ciudad.
En primer lugar, cabe comenzar por aquellas tesis que a nuestro juicio han tenido la mayor
influencia sobre los estudios urbanos actuales, y en especial en aquellos que prioritariamente nos
conciernen, los latinoamericanos. Se trata de las tesis y los postulados que sostienen para Castells
3 La idea de denominar heterogeneidad social y urbana a las diferencias existentes inter e intra diversos grupos y clases sociales y las condiciones de habitabilidad de la ciudad, se basa –sin discutir en este momento sobre la ontología y el objeto teórico de “lo urbano” (Castells, 1982 [1974], Lefebvre, 1972; Harvey, 1982 [1973]) y de acuerdo con nuestros propósitos– en diferentes trabajos correspondientes a Gabriel Kessler: Kessler G. y Espinoza V. (2003); Kessler, G. (2002); Kessler, G. (2000) Kessler G. y Di Virgilio, M. (2008); Minujin, A. y Kessler G. (1995). Por otra parte, se espera recuperar mediante esta categoría social, uno de los principales supuestos que han orientado la producción de conocimientos de la sociología urbana de la Escuela de Chicago, al establecer que la ciudad es ante todo un espacio heterogéneo y diverso en el que se encuentran habitando con sus diferencias distintos grupos sociales definidos por clase, género y etnicidad.
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20
la actual emergencia de una ciudad dual e informacional, y de modo convergente las de la ciudad
global en la obra de Sassen.
La lógica de los argumentos de Castells, y con prudente extensión los de Sassen, siguen un
itinerario causal por el cual la reestructuración social y económica tiene en su núcleo explicativo
fundamental un cambio en el modo de producción. Para esto se toma como base de las nuevas
relaciones de producción al cambio tecnológico, ahora científico-tecnológico e informacional. Se
esta ante una serie de transformaciones que impactarían en las sociedades nacionales y
metropolitanas, generando primero, en el plano de los mercados de trabajo, una profunda
dualización social a partir de una estructuración dicotómica de los mismos mercados (mercados
primarios/mercados secundarios). Entre sus consecuencias para los escenarios sociales, se
encontraría una polarización social históricamente desconocida por la cual se concluye, de
acuerdo con los argumentos de Sassen, que sus efectos se activarían mediante la creación de
empleos altamente polarizados, de ingresos altos y bajos, así como se produciría una inusitada
destrucción y precarización de los empleos existentes, y de los que no pudieran acoplarse al
nuevo modo de producción. Ello derivaría en principio en una consecuente reducción de los
ingresos, y en la exclusión socio-laboral de una parte significativa de aquellos trabajadores que no
pudieran sumarse a ninguno de los dos segmentos del mercado.
Este cambio en el modo de producción, a su vez, tiene como contexto mayor (global/local) su
particular inserción en el fenómeno de la globalización económica y tecnológica, y en lo que el
propio Castells denomina el espacio de los flujos. Por esto último es que el autor sostiene que los
espacios industriales se organizan con nuevas características frente a las dominantes hasta ese
momento. Se estaría ante un nuevo patrón, diferente al antiguo urbano-industrial, que ahora
actuaría reorganizando la ciudad bajo un impulso distinto. La globalización económica y
tecnológica, caracterizada por el reemplazo de los espacios de los lugares –modelo urbano-
industrial– y por los espacios de los flujos –modelo tecnológico-informacional– actuaría desde su
base sobre el resto del edificio social (determinación infraestructural). Ello derivaría en
transformaciones urbanas, sembrando lo que Castells denomina una “esquizofrenia estructural”
entre dos lógicas espaciales que amenazan con romper los canales de comunicación de la
sociedad (Castells, 1998b). Se trata de espacios de exclusión por una parte y de inclusión por otra,
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21
según las relaciones que los mismos espacios mantengan con otros espacios de la globalización
tecnológica e informacional. 4
Por su parte, Sassen (1999 [1991]) en diálogo con los postulados y las tesis de Castells (1996,
1997, 1998a, 2000, 2002 [1989]), entiende también que la emergencia de la nueva estructura social
es inherente a la evolución de las sociedades tecnológicas avanzadas, y que ello ha derivado en
una estructura socio-profesional diferente y con impacto decisivo en los mercados de trabajo y de
la distribución de la renta. Sus efectos son apreciables para Sassen en lo que ella denomina la
ciudad global y la creciente demanda de personal altamente calificado, con pautas de consumo
sofisticadas, que requieren un conjunto de servicios de bajas remuneraciones y un empleo de alta
precariedad.
En su conjunto esta reestructuración económica y social llevaría a una dualización espacial –
una territorialidad específica diría Castells (1998a)– por la cual los espacios más valorizados son
los que corresponden a los espacios de los flujos y a los consumos de lujo y de mayor
exclusividad para los principales beneficiados por el cambio. En el otro polo, se habrían activado
por la misma acción de reestructuración/polarización los procesos de la diferenciación social y
geográfica tendientes a la segregación urbana. Se hace referencia en ello a los espacios primero
desplazados y más tarde confinados por los intereses y las lógicas espaciales de esta globalización
económica y tecnológica. Tanto en el caso de la ciudad dual e informacional como en el de la
ciudad global, las tesis sobre incluidos y excluidos para una ciudad de “dos ritmos” son firmes, y
los cambios espaciales en la ciudad serían directos.5En este sentido, cabría esperar que para
Sassen y Castells las lógicas de la segregación urbana encontrarían como causa el mencionado
nuevo contexto social y urbano.
1. 1. 1. Las tesis de la heterogeneidad social y urbana
Revisados algunos de los postulados que sostienen las tesis de la ciudad de los dos ritmos,
corresponde a esta parte introducirnos con mayor profundidad en un debate que hasta el
4 Cabe consignar que Castells (1998b) al revisar su obra The Informational City en su breve autobiografía intelectual “La sociología urbana en la sociedad de redes: de regreso al futuro” reconoce que: “mi atención fue atrapada por un proceso de transformación importante que podría ser localizado (en el viejo lenguaje) en el campo del desarrollo de las fuerzas productivas: la revolución en las tecnologías de la información y de la comunicación”. 5 Para mayor diversidad sobre estos puntos de vista –ciudades globales/dualización social y urbana– puede consultarse además Hall (1984), y desde una perspectiva de los sistemas mundiales a Taylor (2000).
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22
momento y a nuestro juicio, se encuentra menos extendido y difundido para los estudios sobre la
división actual del espacio urbano de las grandes metrópolis, y en especial las latinoamericanas.
Mediante el análisis de estas posiciones pretendemos acercarnos conceptual y geográficamente a
las discusiones sobre una ciudad de varios ritmos, antes que sólo de dos. El sentido de tal
apreciación responde a nuestra necesidad de situar las críticas sobre las concepciones duales en el
contexto latinoamericano, dado que una importante cantidad de autores latinoamericanos han
transpuesto los argumentos de la ciudad global a las metrópolis de la región, entre ellas Buenos
aires, lo cual a nuestro criterio lleva a problemas teóricos y metodológicos que expresaremos a
continuación.
Existe un importante abanico de posiciones que discuten las tesis de la polarización junto con
la dualización social y urbana en ellas, principalmente, como lo hace Eva Van Kempen que
plantea (1994) una linealidad efectiva entre la reestructuración económica (cambios en la
estructura económica) � la polarización social (cambios en la estratificación social) � y la
ciudad dual.
Cuadro Nº 1. Esquema conceptual de la sociedad y de la ciudad dual
1 2
Reestructuración económica por informacionalización
(sociedad red) (Cambios en la estructura
económica)
Polarización social
(Cambios en la estratificación social)
Ciudad dual “dos ritmos”
(Cambios en la estructura socio-espacial)
Fuente: Elaboración propia a partir de Van Kempen (1994)
Entre los principales autores críticos de la dualización pueden señalarse en principio a Peter
Marcuse (1989), quien ante todo detecta una importante oscuridad conceptual en el efecto de
sentido que produce el uso de la metáfora de la ciudad de dos ritmos, y también las que enuncia
sobre la “ciudad dual”, la “ciudad luminosa y de la oscuridad”, las “dos clases de sociedad”, o el
“dualismo en la ciudad”.
A su criterio la metáfora más correcta para ejemplificar sobre el estado de la división social de la
ciudad actual, refiere a: “…la ciudad cuarteada como sustituto” (1989: 702) de la anterior
expresión. Mediante la misma sostiene Marcuse, es que puede lograrse una imagen panorámica de
la ciudad actual que es de fuerte contraste frente a las presentadas de modo dicotómico, hasta ese
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23
momento hegemónicas. Por su parte, considera que bajo esta denominación es posible concebir a
la ciudad compuesta por diferentes partes socio-espacialmente diferenciadas y bajo criterios que
no responden a una transposición directa de la estructura de clases a la estructura urbana.6
Ejemplo de ello pueden ser los distintos y varios ritmos o velocidades que corresponden a la
ciudad de lujo, la ciudad gentrificada, la ciudad suburbana de las clases medias, la ciudad de los
bloques de departamentos de alquiler, la de la clase baja trabajadora, y hasta la de los segregados
urbanos del gueto, no sólo en el sentido racial sino como localización de los excluidos, los muy
pobres, los desempleados, los sin techo (Marcuse, 1989, 1993).
Años más tarde el autor, junto a Van Kempen en Globalizing Cities. A new spatial order? (2000),
sostiene la tesis de que la globalización imperante no refiere a un estado fijo de su realización en
la ciudad, sino que ante todo se está frente a un proceso de larga duración por el cual las ciudades
afectadas van alterando sus patrones de división social en un tiempo más amplio al sostenido por
la mayor inmediatez de las perspectivas duales. Pero de esto resulta una ciudad de múltiples
ciudades, en la que el espacio y el tiempo se entrecruzan y se separan en capas (layers) logrando
divisiones ya no sólo verticales sino también horizontales. Ello lleva a que no sólo se divida el
espacio en función de los ingresos de sus pobladores, sino además en su relación con otros
grupos sociales, considerando como su base además a otro tipo de diferencias que
inevitablemente incrementan los “ritmos” de la ciudad.
Tanto Marcuse y Van Kempen (2000) como Marcuse (1989, 1993, 1995, 2004), Edmond
Preteceille (2003), Preteceille y Ribeiro (1999) y Chris Hamnet (1994ª, 1994b, 1995, 1996) entre
muchos otros autores mayoritariamente europeos, observan un comportamiento muy diferente
de los mercados de trabajo, la movilidad socioprofesional y los escenarios urbanos para ese
6 Marcuse descubre que el uso de la metáfora de la ciudad dual si bien su uso está ampliamente difundido para diferentes sociedades y metrópolis tiene sus orígenes en los Estados Unidos, y para sociedades nacionales y no metropolitanas. En especial, para otro momento de la historia, “para los años 1870´s y 1890´s durante la “Gran Depresión” de los Estados Unidos (Marcuse, 1989:698)”. No obstante lo confrontativo de sus expresiones, reconoce que, si bien su uso actual puede producir oscuridad sobre lo “real”, es una expresión que a la vez posee algunas ventajas, principalmente, frente a aquellos estudios urbanos que para los mismos años habían reorientado sus preguntas de investigación hacia problemas estrictamente de la “diferencia cultural” o bien otras que asumieron sin mayor criticidad, las explicaciones “ecológicas” y neoliberales sobre las transformaciones en la ciudad. Entre las ventajas, Marcuse señala el hecho de poner a la luz el crecimiento desigual, el sentido de división en la sociedad, y con ello algún modo de análisis marxista, así como una creciente polarización que afecta casi como nunca antes la calidad de vida urbana. De allí en adelante, el autor considera que en la interpretación y explicación dualizadora todo es confuso en la medida que contribuye a una visión ahistórica del asunto, oscurece lo que hay de viejo y de nuevo en el fenómeno, e ignora a la mayoría de la población que en los países de economías desarrolladas no son todos tan ricos ni tampoco todos tan pobres, lo cual resulta significativo para la reflexión sobre el AMBA, que si bien no alcanza el estatuto de una metrópolis de un país de economía desarrollada alcanzó a través de las políticas públicas, durante el Estado de Bienestar, importantes niveles de igualdad social.
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24
mismo período en las ciudades que cada uno ha analizado (respectivamente Ámsterdam, París,
Río de Janeiro y Londres). Una serie de trabajos empíricos, como los de los autores
mencionados y otros de carácter más teórico y conceptual, como los de Soja (1989, 2000, 2003),
se erigen confrontativamente a los de Castells y Sassen buscando mayor heterogeneidad social y
urbana. A juicio de Gordon Mac Leod (2004) corresponden a una serie de trabajos que a su juicio
intentan “desdramatizar” los argumentos y tesis un tanto “catastrofistas” de la polarización y
dualización sociales extremas, lo cual no equivale en absoluto, a desconsiderar el crecimiento de
las desigualdades sociales o por su parte, la pobreza urbana.
La perspectiva de Edmond Preteceille (2003) se presenta en general confrontativa con relación
a los postulados y las tesis de la ciudad dual. Por su parte entiende que las transformaciones en el
espacio urbano de París, deben ser evaluadas con una escala temporal mayor que el corte y la
serie de transformaciones que se inician en 1970. Una de las primeras cuestiones por considerar
es que la división social del espacio parisino y la jerarquización del estatuto social de los espacios
–categorías superiores y categorías de operarios– es un fenómeno que al menos debe ser
evaluado en el contexto de una definitiva inercia histórica y espacial de la morfología urbana
desde el siglo XIX, por lo que la estructura espacial actual no puede ser descubierta en las
transformaciones del corto plazo, sino en la media y la larga duración. Según sus propios análisis
de los censos realizados entre 1980-1991, no existe en modo alguno un comportamiento dual en
cuanto a la evolución de las clases ni en cuanto a la transformación de los espacios. En este
sentido, una de las principales ideas que aporta a sus tesis y postulados es que las diferencias entre
los perfiles socio-profesionales entre municipios y barrios a escala de la ciudad –digamos un
recurso metodológico de escala poco frecuente en Castells y Sassen– se organizan ya no sobre la
oposición ente grupos distintos, claramente identificables, sino sobre la forma de un continuum
estructurado donde, entre las diferentes situaciones extremas, se encuentra una importante gama
de situaciones sociales intermedias. Ello le lleva a descreer, ya no sólo de la metáfora de los dos
ritmos sino también de cualquier otra que suponga tres, cuatro o cinco. Para Preteceille la
búsqueda de la enumeración de los ritmos urbanos es un camino poco fructífero. Finalmente, y
dependiendo del postulado anterior sus observaciones recalan en que los espacios urbanos
poseen grados y homogeneidades parciales antes que absolutas. Si bien concede que los
municipios y barrios de categorías socioprofesionales pueden tener rasgos de tendencia
homogenizante, ella no excede en sus estudios para París el 50% del total.7
7 Otro estudio elaborado por Preteceille junto a Ribeiro (1999) llega a similares conclusiones al estudiar comparativamente las tendencias de la segregación social en París y en Río de Janeiro en la década de los años ´80. En este trabajo ponen directamente en cuestión cualquier relación causal entre globalización y dualización aunque admiten transformaciones en la estructura socio-profesional de las categorías superiores. En el mismo estudio sostienen entre sus conclusiones que, para comprender la división social del espacio actual en ambas ciudades, debe
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25
Así como Preteceille establece su confrontación a partir de sus estudios de París, Hamnet
(1994a, 1995, 1996) hace lo propio para sus estudios sobre Londres (Reino Unido) y Randstad
(Holanda). Si bien sus argumentos enuncian especialmente el respeto que mantiene hacia el
esfuerzo teórico de Sassen –ya que no invalida totalmente algunos elementos de las tesis de la
ciudad global–, disiente en que todas las ciudades globales se conviertan a futuro en duales. En
un paper de 1996, Why Sassen is Wrong: A Response to Burgers, expone detalladamente sus críticas a
Sassen y a otros estudios que replicaron su metodología. A su juicio esos trabajos se dedicaron
eminentemente a establecer explicaciones monocausales sobre los cambios sociales, y ello puede
observarse en el análisis preeminente que estos estudios hacen sólo sobre la estructura industrial y
el empleo que ellos dejaron de generar en el período. Para Hamnet (1996) uno de los principales
problemas de la metodología y método utilizados por Sassen es que se concentra sólo en algunos
de los deciles más representativos de los empleos de los servicios avanzados y por ello no analiza
las transformaciones del continuum de la estructura social, que es lo que propone también como
vimos, Preteceille.
Las producciones de Soja (2000, 1995ª, 1995b), si bien confrontativas con las tesis de la
dualización, poseen menor grado de detalle y profundidad al momento de analizar el
comportamiento de la estructura social de las ciudades norteamericanas actuales. Como Castells y
Sassen su método procede en sus análisis con niveles de generalización altos –escala
metropolitana–, pero contrariamente a ellos, sus hipótesis parten de consideraciones y postulados
que asumen la heterogeneidad social y urbana como un rasgo característico de las ciudades
actuales. Ello se expresa en las diferentes partes que la conforman al establecer varias ciudades –
cercano en ello a las tesis de los varios “ritmos” urbanos– coexistiendo en una misma
metrópolis.8
recurrirse a los procesos de la inercia histórica y geográfica de la mediana y larga duración antes que a la lógica de los espacios de los flujos. 8 A lo largo de diferentes obras expone que los resultados del proceso de cambios han determinado al menos seis geografías de la reestructuración para las grandes metrópolis. Ellos son: el nacimiento a) de una “metrópolis industrial postfordista”, b) de la creación de una “Cosmópolis y globalización del espacio de la ciudad”, c) de la emergencia de una “Exópolis como reestructuración de la forma urbana”, d) de una “ciudad fractal de metropolaridades y mosaico social reestructurado” e) de un “archipiélago carcelario gobernando el espacio en la postmetrópolis”, y f) del “desarrollo de una ciudad moderna simulada”. Aunque es imposible de analizar en el espacio de este trabajo cada una de estas reestructuraciones, puede sostenerse que la visión panorámica de las mismas ciudades en lo que hace a las principales transformaciones sociales sucedidas en ellas, propone que estas vienen comandadas por un mercado de trabajo lo suficientemente segmentado y fragmentado que resulta imposible de resolver en uno estrictamente bipolar. Por el contrario, la división no alcanza la bipartición, sino que otros elementos como la raza, lo étnico y el género agregan situaciones y heterogeneidad. Y ello resulta así, tanto por la percepción del ingreso que en ellos actuaría heterogenizando la estructura social, como porque existe una fragmentación, fractalización que actúa por capas –horizontales– antes que sólo por la verticalidad del proceso. En este sentido, según observamos antes, sus posiciones también se aproximan a la que vimos en Marcuse.
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26
Cabe consignar que las refutaciones presentadas en estas últimas páginas, de ningún modo
agotan las controversias y los argumentos contrapuestos a los provenientes de la dualización y la
polarización de los escenarios sociales y urbanos. Con ello, tampoco debe inferirse que exista una
homogeneidad absoluta en las posiciones teóricas, sino que por el contrario también sus anclajes
de este tipo son de diferente procedencia. A modo de ejemplo, debe comprenderse que, si bien
puede existir una base teórica crítica y común –la de un marxismo en un sentido amplio– en la
que podrían encuadrarse a los ya mencionados Marcuse, Marcuse & Van Kempen, Preteceille,
Mac Leod, Preteceille & Ribeiro y Hamnet, esta debe diferenciarse de la clave de lectura de Soja
(1989, 2000). Para los primeros, las políticas sociales del neoliberalismo (neolibarism policy), el fin
del Estado de Bienestar (welfare state) y la creación de espacios del neoliberalismo (urban spaces of
neoliberalism) están en las principales razones explicativas, aunque no descuenten en un plano de
menor relevancia las de carácter tecnológico. Mientras tanto en Soja, la clave de lectura que se
impone, en especial en las obras de su autoría después del año 1986, toma como base los marcos
teóricos de algunas producciones posmodernas y del análisis poscolonial, razón por la cual los
“terceros espacios” y los espacios de la otredad son centrales para atender a la comprensión de la
heterogeneidad social y urbana de las ciudades por él analizadas.
Finalmente para esta parte, si establecemos un balance de las posiciones brevemente expuestas
a los fines de que ellas nos sirvan en la construcción de nuestro marco teórico y finalmente
objeto, debemos considerar que: a) las relaciones entre estructura social y estructura urbana
no deben establecerse lineal y verticalmente sino que la territorialidad de la primera debe
ofrecer explicaciones de mayor horizontalidad (capas). Por este motivo, si bien está fuera de duda
la “ultima instancia” relacional entre ingresos y acceso a la vivienda, deben considerarse además
otras diferencias para comprender, por ejemplo, la producción del espacio urbano residencial –
Marcuse, Marcuse & Van Kempen, y desde su punto de vista también Soja; b) el análisis
estadístico de la estructura social no debe detenerse sólo en las desigualdades de la
brecha entre los más ricos y los más pobres –polarización social– sino en las existentes en el
continuo social –fragmentación y desigualdad (Hamnet y Preteceille)–. De esta forma, las tesis
de una sociedad y ciudad conformada por “incluidos” por una parte y “excluidos” por otra, como
si se tratara de dos mundos sin comunicación aparente debe ser puesta por lo menos entre
paréntesis y duda; c) la escala de análisis temporal importa, ya que los estudios empíricos
sobre los cambios en la morfología urbana han demostrado, por ejemplo en París y Río de
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Janeiro, que su división social, la ciudad heredada, permanece gobernada aún por una inercia
histórica y geográfica que la globalización no ha alterado en profundidad aún –Preteceille &
Ribeiro–; d) la atención a las excepcionalidades y particularidades de las ciudades, las tesis
y los postulados de la ciudad dual no deben ser replicados exactamente a cualquier ciudad global
u otras, aún mismo para metrópolis de países centrales –Hamnet–, y e) la escala de análisis
espacial del problema importa, ya que un análisis con mayor grado de detalle –municipios y
barrios arroja resultados más fiables y/o adecuados para el análisis del comportamiento del
escenario social y urbano y sus cambios más recientes –Preteceille.
2. La segregación urbana: tras las huellas de su trayectoria conceptual
Las consideraciones teóricas precedentes tuvieron como finalidad establecer los principales
núcleos de discusión en torno a la naturaleza de la ciudad actual como un modo de hacerlo sobre
el estado de la división social de su espacio. A partir de esto nos hemos propuesto establecer para
esta próxima parte, una serie de preguntas teóricas de similar alcance a las de la primera parte,
pero sobre el ritmo de la ciudad que corresponde a la segregación urbana, dentro de la cual
hemos seleccionado como objeto de nuestro estudio a la de tipo residencial socioeconómica
(SRSE), que antes enunciamos bajo la denominación de “segregación urbana”. Así, y bajo la
sugerencia que sostiene Castel (2004) acerca de lo conveniente de “prestar atención a las palabras
que usamos”, nos detendremos en primer término sobre la discusión conceptual que existe acerca
de los significados de la segregación urbana, sobre sus causas y consecuencias, y probables
ventajas/desventajas de esta categoría, para más adelante hacerlo sobre nuestro objeto de estudio
particular y perspectiva propia. En ese trayecto, se analizarán algunos de los aportes conceptuales
de la Escuela de Chicago, los de la Nueva Sociología Urbana de cuño francés, y otros programas
que hemos considerado relevantes. Cabe destacar que nuestra preocupación por el análisis
detallado de estas consideraciones teóricas, responde entre otras cuestiones, a su significativa
ausencia para nuestra disciplina, la geografía, en el contexto nacional y latinoamericano.
2. 1. Niveles y/o dimensiones de la segregación urbana
La evolución del concepto “segregación urbana”, como de algún modo sucede con otros clave
de las ciencias sociales –entre ellos los que tratan sobre las desigualdades sociales en el
capitalismo (por ejemplo marginalidad, pobreza, exclusión, fragmentación e informalidad)– ha
sido desarrollado en el marco de un amplio espectro de teorías, posiciones epistemológicas y
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disciplinas, así como en diferentes condiciones de emergencia socio-históricas y geográficas, cada
uno de las cuales contribuyó a su individualización conceptual hasta el presente.
Por su parte, y a diferencia de otros conceptos también ligados a las mencionadas
desigualdades, la segregación urbana tuvo históricamente una significación directamente ligada a
la producción de espacio específicamente de carácter urbano. En la práctica, como sostiene Jorge
Rodríguez Vignoli (2001: 9-10), el territorio relevante sobre el que se ha tratado esta segregación,
ha sido siempre el urbano, y aún con mayor precisión el metropolitano. A su vez, como regla
general, la segregación urbana existe –independientemente de si su segundo “apellido” (Brun,
1994) es socioeconómica, demográfica o étnico-racial–, cuando algunas áreas de una metrópolis o
localidad muestran una sobre-representación y otras áreas una sub-representación de un grupo
social determinado (Fullaondo, 2007; Bayona, 2007). Dicho de otro modo, se está ante un caso
de segregación urbana cuando existe una diferenciación o desigualdad en la distribución espacial
de determinados grupos (según las características ponderadas de raza, etnia, recursos
urbanos/capitales espaciales, religión, nacionalidad, etcétera) en el territorio de una ciudad
determinada (Madoré, 2005).9 También se ha definido a la segregación urbana como la distinción
espacial entre las áreas de residencia de grupos de población que viven dentro de una misma
aglomeración (Brun, 1994: 22).
Debe atenderse a que no obstante lo difundido por estas definiciones, en todas ellas la
afectación del problema es eminentemente espacial y de carácter descriptivo. Esta observación es
atendida por numerosos autores (en especial en las obras mencionadas de Marcuse y Vignoli) al
considerar insuficiente ese campo de la significación, dado que se trata de un problema social
que debe ser concebido como un problema científico que excede este nivel empírico -el espacial-
para imbricarse con otros niveles o dimensiones. En los casos vistos, incluso también si se sigue
a Sèguin (2006), se estaría sólo ante la posibilidad de reconstruir apenas un estado de situación
con respecto a la segregación urbana, y que exclusivamente atiende a la localización a la
homogeneidad social del grupo en cuestión y su distribución geográfica desigual.
9 De los conceptos vertidos en este último párrafo, el de capital espacial (Levy, 2003; Delépine, 2004), probablemente resulte el más novedoso para los estudios urbanos. Considerando que será analizado teórica y empíricamente en el último capítulo y allí desarrollado con mayor profundidad, podemos de todos modos adelantar que el mismo refiere a un conjunto de recursos acumulados por un actor, que le permiten tener ventaja en función de su estrategia y uso de la dimensión espacial de lo social. Este tipo de capital detenta todas las características inherentes a la noción de capital (cambio, fungibilidad, acumulación, etc.) y es por lo mismo que permite a los individuos y los grupos ser a la vez actores sociales y espaciales. Si bien su campo de significación empírica puede variar según los autores para nosotros este capital refiere estrictamente a la posesión de recursos, valores y activos relativos a las infraestructuras físicas y urbanas (Delépine, 2004). Bajo este significado debe ser leído en las próximas páginas.
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En este último sentido los autores que han procedido indagando en otras dimensiones del
fenómeno han completado la definición más allá de su sentido espacial y han procedido
teóricamente imbricando en el significado también la dimensión sociológica. Así, no se estaría
ante un fenómeno sólo detectable por su manifestación espacial, sino además presente en el
campo de las interacciones sociales fragmentadas/inexistentes entre grupos diferentes en el orden
socio-cultural y/o socioeconómico, aunque residentes en una misma ciudad.
Dentro de esta última perspectiva existen algunos autores, por ejemplo Grafmeyer (1994) en
el orden europeo, y Rodríguez Vignoli (2001) y Sabatini (2007) en el latinoamericano, que en sus
discusiones han considerado que si bien se está ante un fenómeno de características espaciales el
concepto debe alcanzar en su extensión la naturaleza sociológica del problema. En este sentido
Rodríguez Vignoli y Sabatini –con sus diferencias– en los trabajos antes mencionados
alimentaron la discusión en sus respectivos trabajos para la región, sosteniendo ambos atributos
para la detección de la segregación urbana.
Es así que para Rodríguez Vignoli la segregación urbana debe definirse por dos tipos
actuantes; en términos sociológicos, significa “la ausencia de interacción entre grupos sociales,
mientras que en un sentido geográfico significa desigualdad en la distribución de los grupos
sociales en el espacio físico” (Rodríguez Vignoli, 2001: 11-12). Esta aclaración sirve en el caso de
este autor, aunque agrega que ambas suelen estar relacionadas, para distinguir que un tipo de
segregación no asegura la existencia del otro, ya que, por ejemplo, en una sociedad de castas, la
segregación social es virtualmente absoluta pero con independencia de la forma en que estas
castas se localizan en el territorio, por lo que sostiene Vignoli en el mismo texto que la eventual
cercanía física de las castas no promovería la interacción entre los miembros de las castas.
Así, se introducen dos cuestiones que están en el seno de la discusión sobre la “distancia”
entre el concepto y la realidad. Por una parte que la segregación urbana no es un hecho de
carácter puramente espacial, mientras que por otra, en algún sentido contrapuesta a lo último
dicho, que no deben reducirse de modo universal los términos sociológicos de la segregación a
los espaciales, ni viceversa. Otro modo de leer lo mismo es que, como sostuvieron Chamboredon
y Lemaire (1970) hace ya algunas décadas, no es condición fundamental para la existencia de
interacción social la proximidad física en el espacio, de lo cual podemos interpretar su contrario,
que la mayor distancia física entre grupos no siempre puede significar ausencia de interacciones
sociales entre ellos.
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Por su parte, probablemente bajo la necesidad de buscar definiciones legítimas, amplias y
dúctiles en torno a este problema, Sabatini (1999: 3) sostiene que en términos simples la
segregación urbana es la aglomeración geográfica de familias de una misma condición o categoría
social, como sea que se defina esta última, social, racialmente o de otra forma. En términos más
complejos, sostiene Sabatini en la misma definición, que podemos diferenciar tres dimensiones
principales de la segregación: a) la tendencia de un grupo a concentrarse en algunas áreas; b) la
conformación de áreas socialmente homogéneas; y c) la percepción subjetiva que tiene la gente de
las dimensiones objetivas (las dos anteriores) de la segregación.
La definición mencionada corresponde a una de las más citadas en el ámbito latinoamericano,
la cual será objeto de mayor análisis más adelante. No obstante, encuentra importantes instancias
de comunicación con otra, de Grafmeyer (1994), que es una de las más referidas
bibliográficamente en los ámbitos de discusión francés y europeo no anglosajón.
Cuadro Nº 2. Elementos conceptuales generales de la segregación urbana
Elaboración propia a partir de Sabatini (1999, 2007), Marcuse (2004), Grafmeyer (1994)
A B
C D
BARRIOS DE MAYOR INTEGRACIÓN
SOCIAL Y URBANA
BARRIOS DE
MENOR INTEGRACIÓN SOCIAL Y URBANA
El cuadro precedente pretende esquematizar las gradaciones existentes para la ciudad entre las mayores condiciones de integración urbana (A) hasta los barrios de la segregación urbana (D). Por lo cual cabe reconocer la posibilidad de la existencia de diferentes condiciones de habitabilidad (B y C) antes que polarización. Las flechas que van de derecha a izquierda y desde arriba hacia abajo, encuentran en D el tipo máximo de segmentación social y urbana, por lo que se está ante segregación urbana.
HETEROGENEIDAD SOCIAL Y URBANA
HOMOGENEIDAD SOCIAL Y URBANA
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La definición a la que hacemos referencia en Grafmeyer (1994:34) sostiene que la segregación
urbana presenta una doble dimensión. Por una parte estática, debido a la separación física, y por
otra dinámica, sobre la base no sólo de las posiciones sociales de los grupos, sino también y
esencialmente, según las oportunidades diferenciales de acceso a los bienes materiales y
simbólicos de la ciudad. En su carácter dinámico, la segregación hace referencia al tipo y amplitud
de las relaciones que se conforman entre los diferentes grupos sociales al momento de habitar la
ciudad. A nuestro juicio en el caso de las definiciones mencionadas, utilizando diferentes
palabras, tanto Vignoli, Sabatini como Grafmeyer, arriban a significados compartidos. Para esto
han procedido con sincretismo articulando significados estáticos, descriptivos y espaciales junto
a los de carácter dinámico, relacional y sociológico. Por su parte, debe observarse que el de
raigambre subjetiva en el caso de Grafmeyer, que Sabatini menciona como un tercer tipo por
considerar, debe ser considerado dentro de su carácter relacional y sociológico.
Por nuestra parte entendemos que si bien el conjunto de las definiciones presentadas hasta el
momento permite lograr un cierre adecuado del campo teórico sobre los niveles y/o dimensiones
de las que trataría la segregación urbana –espacial y sociológica–, gran parte de esas definiciones,
a nuestro criterio, adolecerían de algunos problemas. Uno de los que más nos preocupa es la
excesiva amplitud del universo social –diversidad de grupos y clases– que se encontraría afectado
por la segregación urbana. Según nuestra perspectiva, erróneamente, el campo de significación
del concepto alcanzaría por igual a grupos y a clases sociales de diferente posición en la estructura
social. En este sentido, creemos que la búsqueda de una definición formal, “objetiva” y abstracta
del problema, en especial en las últimas décadas ha reforzado un parcial vaciamiento del sentido
histórico con el que siempre se lo identificó. Históricamente, ya casi desde los inicios del
desarrollo del campo de la Sociología Urbana con la Escuela Clásica de Chicago a inicios del siglo
XX, y con la Nueva Sociología Urbana francesa de los años ´70 y otros programas que veremos,
el concepto, probablemente por razones de etimología –segregar = separar/apartar/discriminar–
o por los contextos sociales y geográficos en los que se trató con mayor profundidad, tuvo como
objeto de estudio a los grupos y a las clases subalternas de la ciudad, tanto por razones
socioculturales como socioeconómicas.
En este sentido los puntos que siguen, procurarán, por una parte situar históricamente y
geográficamente el proceso de su individuación conceptual, y por otra contribuir a alimentar la
construcción de nuestro objeto. Para estos puntos hemos adoptado una pregunta que procura
aproximarse a reconocer los contextos socio-históricos en los que el problema social es
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considerado como problema científico, cuando se toma como su núcleo de interés la cuestión de
la diferenciación sociocultural y la desigualdad social para la ciudad moderna.
2. 2. Contextos teóricos de la segregación urbana (I): el caso de la Escuela de Chicago
La sociología urbana se fue constituyendo como campo de estudios a inicios del siglo XX en
los Estados Unidos y particularmente en una de las principales ciudades de la época, Chicago.
Los primeros trabajos en torno a ese campo fueron desarrollados por Robert Park, Louis Wirth y
Ernest Burgess bajo una perspectiva sociológica en la que los tres autores presentaban similitudes
entre sí, pero se diferenciaban de la elaborada en Europa y a mediados y fines del siglo XIX por
Ferninand Tönnies, Emile Durkheim y George Simmel. En lo que hace a la recepción de algunas
de las ideas de estos últimos con relación a los primeros puede hallarse una continuidad de los
estudios sobre la contraposición civilización moderna y comunidad rural y/o tradicional
(Sociedad Vs. Comunidad), ahora llevadas por parte de la Escuela de Chicago al contexto
urbano.10
Un examen sobre los rasgos particulares que asume aquel campo de estudios en Chicago no
puede pasar por alto las condiciones económicas, políticas y culturales que hicieron de esta ciudad
un laboratorio “ideal” para los estudios urbanos de la época. Estas condiciones tuvieron entre sus
principales observables, el fuerte crecimiento poblacional producido por el arribo de importantes
contingentes de afroamericanos del sur de los Estados Unidos y de la Europa no anglosajona, y
por sobre todo la marginalidad económica y social que caracterizaba sus condiciones de vida.
Asimismo, también debe considerarse, para ese mismo momento, una serie de programas
gubernamentales de intervención urbana fuertemente inspirados en discursos xenófobos y
racistas (Lezama, 1993).
Estas situaciones actuaron como contextos de enunciación socio-histórico y epistemológica del
discurso académico de la Escuela de Chicago, mediante el cual se construyeron algunas de sus
principales explicaciones sobre el problema de la diferenciación social y espacial. Estas
10 Dos obras de Simmel pueden ser consideradas como las más influyentes de algunas de las líneas teóricas de esta Escuela. En un caso puede mencionarse La vida mental de las metrópolis, en donde Simmel trata sobre los cambios objetivos/subjetivos de los contextos metropolitanos de la época, y Sociología. Estudios de las formas de la socialización (1939 [1908]) en donde se destaca su preocupación ontológica por el espacio como un texto/contexto ineludible de las relaciones sociales. Alguna de estas influencias pueden ser detectadas en las consideraciones sobre el espacio urbano de Park y Burguess en The City (1952), y también en las características definitorias de las metrópolis, que Louis Wirth (1962[1938]) propone en el Modo de vida urbano en torno a la densidad y heterogeneidad social y urbana. No obstante debe mencionarse que, si bien muchas de las preocupaciones de Simmel fueron llevadas adelante por los sociólogos estadounidenses mencionados, no puede desconocerse que el sincretismo filosófico de la Escuela terció, como se verá, a favor de una epistemología de raigambre naturalista y organicista.
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explicaciones tomaron como base la epistemología de los planteos organicistas y naturalistas de la
época (Castells, 1982 [1974]) con la mirada puesta en el orden y en el control social aunque
también en la sociabilidad y en la integración social (Hannerz, 1993). En los límites
epistemológicos de esta Escuela se entabla lo que Cambiasso, Grieco y Bavio (1999) en su obra
Días Felices entienden como un dualismo entre el orden cultural y el orden ecológico, mediante los
cuales las tensiones sociales son concebidas como síntomas patológicos que actúan segregando
grupos sociales en la ciudad. Así, el problema de la segregación social como discriminación
sociocultural en la época y la ciudad, fue concebido por los autores de esta Escuela como parte
de un proceso natural (equilibrio, competencia, dominio y sucesión), pero a la vez sociológico,
por el cual la ciudad se iba conformando social y espacialmente. Por su parte, la segregación
urbana se concibió teóricamente como un estadio previo e inevitable del camino que debería
conducir y más tarde con los años, a los inmigrantes, a la integración social y espacial al conjunto
y resto de la sociedad y ciudad. Para este enfoque las pautas residenciales de los inmigrantes irían
desde una temprana y natural segregación urbana (invasión, competencia, sucesión y
acomodación) a la relativa dispersión por el resto de la ciudad, para así resultar más tarde
asimilados, al conjunto social más amplio (Lezama, 1993).
Durante la trayectoria intelectual de esta Escuela se tejieron explicaciones teóricas e ideológicas
sobre la ciudad, la división social del espacio y la segregación urbana que han resultado
fundamentales para las concepciones de cada una de esas entidades a posteriori. Si bien entre los
años 1920 y 1950 su base epistemológica no fue alterada en lo fundamental –permanencia
del dualismo natural y cultural– en el trayecto se acumularon concepciones, técnicas y métodos
que bajo la órbita estricta de su producción o no, pero principalmente en los Estados Unidos,
resultaron fundamentales para el desarrollo de los aspectos procedimentales sobre la segregación
urbana.11
Sintéticamente y con relación a la ciudad nos interesa poner en evidencia la preocupación por
parte de esta Escuela acerca de la idea de mantener concepciones de ciudad que de ningún modo
son duales, sino que por el contrario la conciben heterogénea. Un ejemplo de ello son los
modelos teóricos urbanos que van desde las “cinco zonas/círculos concéntricos” (Burgess, 1996
[1925]) y los de la “conformación de sectores” (Hoyt, 1939) hasta los de Harris y Ullman (1945)
sobre los “múltiples núcleos”. En cada caso, si bien las variables y los indicadores resultan
9. Uno de los primeros índices que se elaboraron para la medición de la segregación urbana, y en conexión con los presupuestos teóricos de la Escuela de Chicago, corresponde al de Duncan y Duncan (1955). Para una historia cronológica de la emergencia de los diferentes índices de la segregación véase Philippe Apparicio (2000b)
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diferentes y discutibles, –los mercados de trabajo y otras variables de la estructura social están
presentes débilmente o directamente ausentes– los marcos teóricos que comandan las
investigaciones toman por su base la clásica definición de ciudad principalmente dada por Wirth y
en parte Simmel, para quienes la ciudad moderna –en especial las metrópolis– son ámbitos
heterogéneos y diversos por sus condiciones sociales –étnicas y de clase– y urbanas.
En otro orden de cosas, si bien se puede disentir sobre las concepciones epistemológicas de
espacio que esta Escuela mantuvo –crítica a la que nos sumamos dada la inscripción naturalista y
organicista que predominaba en ellas– su consideración sobre la cuestión del espacio y para la
época es valiosa. Probablemente por influencia de Simmel, aunque en una versión sociológica
naturalista reformulada por Louis Wirth, el espacio es concebido como un contexto fundamental
para la evolución de las relaciones e interacciones sociales. Desde este punto de vista, la
proximidad/distancia geográfica bajo determinadas condiciones sociales de existencia y una
localización concentrada en algunas partes de la ciudad, actúa afectando el comportamiento y
conducta de las personas de modo fundamental.
Finalmente, aunque en sintonía con la última digresión, la segregación urbana sobre la que
trata esta Escuela, toma estrictamente como objeto de estudio los grupos y clases sociales
subalternas de la sociedad y de la ciudad. Si bien puede discutirse el desconocimiento u omisión
de las razones estructurales y de poder que más tarde incorporarán otros programas de
investigación para explicar la segregación urbana, la palabra “segregación” en el contexto de
producción de esta Escuela retoma una parte de su acepción semántica que está basada en la
separación o discriminación, pero sobre grupos y clases subordinadas. Es así, que el temario por
el cual esta segregación adquiere su significación corresponde genéricamente a inmigración y
pobreza. Y sus principales áreas de interés giran en torno a temas y objetos de estudio como la
delincuencia, la falta de servicios educativos y de salud, el embarazo precoz y las altas tasas de
fecundidad y mortalidad entre otros. En este sentido nuestro cierre sobre el campo de la
significación de la segregación urbana acuerda con el recorte efectuado por esta Escuela al
momento de considerar como sujetos de esta segregación a los más pobres y discriminados de la
ciudad.
2. 2. 1. Contextos teóricos de la segregación urbana (II): la Sociología Urbana (NSU) francesa
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La perspectiva de la Escuela de Chicago conserva con mínimas variaciones muchos de sus
presupuestos sobre la ciudad, la división social del espacio y la segregación urbana durante las
décadas que siguen (1950-1970) y ejerciendo una significativa influencia sobre los estudios
urbanos que se desarrollaron hacia aquellos años y en diferentes contextos socio-históricos y
geográficos de los Estados Unidos, Europa y América Latina. No obstante, en algunos de estos
lugares y contextos del mismo tipo emergen hacia mediados y fines de los años ´60 e inicios de
los ´70, una serie de posiciones epistemológicas e inevitablemente políticas, que se pronuncian en
abierta discusión y ruptura con relación a las de la mencionada Escuela.
Por una parte, dentro de estos estudios contestatarios puede mencionarse el programa urbano
que presenta desde el marxismo David Harvey en confrontación con el paradigma geográfico
positivista/neopositivista en su libro Urbanismo y Desigualdad Social (1973). A través de esta obra el
autor expresa su propio viraje ideológico, político, epistemológico y hasta temático hacia una
geografía radical marxista y del urbanismo crítico que representó una síntesis entre los estudios de
la lógica capitalista y la inspiración de Henri Lefebvre (Castells, 1982 [1974]). Este cambio
intelectual no puede ser comprendido, tal cual él mismo lo manifiesta años más tarde en su libro
Espacios de Esperanza, sino en el contexto de las luchas sociales de fines de los años ´60, en los
Estados Unidos y en una ciudad en particular, Baltimore. Esta última fue, en aquellos años, una
de las principales sedes locales de las luchas por el “techo, la vivienda” y otros derechos civiles.
Su apreciación sobre la segregación urbana, si bien atada a los discursos más estructuralistas de la
época, nos sirve para articular sus concepciones sobre tal materia y nuestro estudio. Existe en él
una profunda adscripción teórica a comprender la ciudad en torno al modo de producción y a la
distribución social del excedente –coincidente con el estructuralismo de Castells– pero a la vez en
torno a la relevancia del espacio en esa producción de la desigualdad –cuestión desdeñada por
Castells y desarrollada por Lefebvre–. En Harvey, y esto nos interesa para el tratamiento de
nuestro objeto, la segregación urbana tiene una significación espacial y no sólo social o estructural
que enriquece y sirve a nuestras intenciones geográficas en su descubrimiento.
Por otra parte, el caso más significativo de los cambios para la Sociología Urbana debe
analizarse en el contexto socio-histórico de Francia y hacia mediados de los años ´60. Un breve
recorrido por estos cambios resulta, si se sigue a Topalov (1990), en una serie de hitos que
pueden resumirse para un primer momento en la preocupación que los diferentes autores
manifiestan en torno al Estado, lo cual resulta central desde 1960 con respecto a su rol en la
planificación urbana, la expansión económica y de diferentes consumos entre ellos el de la
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vivienda y la convocatoria a los expertos “científicos” por parte del propio Estado. En un
segundo momento, y a partir de 1968 –específicamente, mayo del ´68– el espíritu tecnocrático del
urbanismo se ve ampliamente cuestionado y más tarde influido por la crítica al funcionalismo, al
culturalismo ecologista y al naturalismo. Entre las principales vertientes críticas se encuentra el
estructuralismo marxista (Castells, 1982 [1974]) y también otros marxismos de la época (Edmond
Preteceille, Jean Lokjine y Christian Topalov). De este modo y en este contexto, ya próximo al
cambio de década, la planificación estatal es recusada y reformulada al calor de un urbanismo que
más tarde se reconocerá en su conjunto como la Nueva Sociología Urbana (NSU) francesa. 12.
En ese sentido las concepciones de ciudad, división social del espacio y segregación urbana
son concebidas ahora como un producto social que resultan de la acumulación capitalista. El
orden explicativo de la Escuela de Chicago, tal como fue analizado, es subordinado o
directamente rechazado en las explicaciones estructurales totalizadoras y de la lucha de clases de
la NSU francesa. Para ello es necesario –confluyen en este sentido Topalov (1990) y Lezama
(1993–) comprender estas teorías analizando a un mismo tiempo la acumulación del capital en las
producciones urbanas y el papel de las políticas públicas en el proceso. En este sentido, la ciudad
y su división social del espacio, son definidas como el producto del consumo colectivo (Portillo,
1991) de la reproducción de la fuerza de trabajo (Castells, 1982 [1974]) y de un Estado que
garantiza el conjunto de esta reproducción, cuestiones que a nuestro juicio, si bien deben ser
reexaminadas por su impronta determinista y sobredeterminante, son pertinentes probablemente
con otras palabras para el análisis de la cuestión urbana y social actual.
El balance que puede realizarse sobre el conjunto de la NSU francesa –aquí expuesto en una
mínima expresión– puede servirnos a los fines de volver sobre nuestras preguntas para
comprender que la segregación urbana, como en las definiciones anteriores, es concebida como 12 No puede desconocerse en la emergencia de la NSU francesa el estatuto filosófico que tuvo el estructuralismo para Francia en la época, así como la actividad política que hacia el momento desarrollaron algunos de sus miembros como Preteceille y Lokjine con militancia en el Partido Comunista Francés, los acercamientos de Castells al Partido Comunista Español y todo ello en el contexto del mayo francés y de la dictadura franquista en España. No obstante, si bien la perspectiva dominante en la NSU francesa era la del marxismo estructuralista, para esa misma época no puede desconocerse tampoco la presencia de Lefebvre, filósofo urbanista, en sus discusiones con Castells (capitulo “La ideología urbana”, en Castells, (1982 [1974]: 107-118). Brevemente, el marxismo de Lefebvre reconocía contrariamente al de Castells, en el nivel empírico del espacio urbano, la producción de la diferencia en la ciudad. El concebir de este modo al espacio, junto a su idea de que el espacio urbano es un producto de las relaciones entre hegemonía y espacio antes que un reflejo de la estructura y la lucha de clases, lo llevo a ser considerado un referente significativo de la NSU francesa cuando la crisis del estructuralismo marxista se hizo presente años más tarde. A pesar de las profundas diferencias existentes entre la Escuela de Chicago y el pensamiento urbano de Lefebvre en ambos se observan coincidencias sobre el papel que juega el espacio en la producción de la diferencia y la heterogeneidad social y urbana. No obstante, entre los últimos las diferencias de opinión no dejan de ser profundas, si se considera que a criterio de Lefebvre el espacio se estructura, homogeniza y también segrega por la acción del Estado y por las relaciones de explotación y poder vigentes. Para Lefebvre, además, las formaciones sociales y su espacialidad social no se estructuran/reestructuran y legitiman mecánicamente en la base del modo de producción, sino como el espacio, por la actividad “consenso espontáneo” y/o hegemonía (Lefebvre, 1995 [1976]).
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un fenómeno de características espaciales y sociológicas, pero que al mismo tiempo, al tratar esta
segregación directamente dentro de la contradicción sobredeterminante y principal
capital/trabajo, ofrece flancos de debilidad por su carácter reduccionista. Por una parte el
reduccionismo es planteado hacia el conjunto de lo social, pero por otra también, por un
mecanicismo que va de lo social a uno de sus niveles empíricos, lo espacial. Entonces si bien la
segregación urbana es caracterizada por sus niveles y dimensiones espacial y social, debe
atenderse a que la linealidad se mantiene desde lo social a lo espacial –concepción especular de las
relaciones sociales/espaciales. De este modo, lo espacial es subalternizado frente a lo social sin
considerar el primero en su posible autonomía. Reductivamente, el espacio sería apenas una
variable dependiente de la estructura social.
No obstante las críticas esbozadas, debe atenderse a que, si bien se puede disentir con los
planteamientos reduccionistas de algunas líneas de la NSU, ello no equivale por nuestra parte a
invalidar el análisis económico, político y social estructural por el cual las infraestructuras urbanas
–medios de consumo colectivo– a cargo del Estado, los mercados de trabajo, así como el precio
del suelo, resultan variables independientes fundamentales para comprender la segregación
urbana.
Finalmente, si se toman los casos de Preteceille y Lokjine con relación a las tesis de Castells y
aún las de Lefebvre –a pesar de sus diferencias–, la segregación es un problema que adquiere
significación por las desigualdades y que afecta a los pobres urbanos. Es decir, como en el caso
de la Escuela de Chicago, aún con sus fundamentales diferencias, para la NSU francesa la
segregación urbana es un fenómeno que afecta a grupos y clases subalternas. Así como en el
punto interior hemos considerado sustancial el aporte que la Escuela de Chicago ha realizado
sobre el espacio urbano y él mismo como variable causal en los procesos de la diferenciación y la
segregación, en el caso de la NSU nos interesa su particular énfasis en la idea de producción de
espacio urbano en su relación con la estructura social.
2. 2. 2 Contextos teóricos de la segregación urbana (III): América Latina
Existen notables diferencias cuantitativas –además de las cualitativas– en el tratamiento que el
concepto de segregación urbana ha recibido en los Estados Unidos y en Europa frente al recibido
bajo esa misma denominación en América Latina. Esto ha sido así al menos hasta mediados de la
década de 1980 e inicios de 1990 y por razones que, como hemos visto, pueden obedecer tanto a
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las preocupaciones de los académicos como a las políticas del Estado entre otras razones. Ante la
relativa ausencia de mención del vocablo hasta los años señalados, aunque paradójicamente sus
contenidos y objetos hayan estado presentes a nuestro criterio desde antes, cabe comenzar
preguntándose si estamos ante un problema de palabras, ante un problema de construcción del
objeto, ante la construcción de un objeto diferente, o bien ante la ausencia del tratamiento del
fenómeno. 13 Como sostiene Katzman (2001), este tipo de segregación en la región es antiguo,
pero también como sostiene Arriagada Luco y Lazo (2006), se ha desplegado con mayor fuerza
más tarde en el tiempo y con posterioridad a los de la marginalidad, de la pobreza y de la
informalidad, entre otros. Por nuestra parte, entendemos que el problema en sus contenidos y
objetos ha sido tratado abundantemente por la teoría social latinoamericana, pero recurriendo a
categorías sociales que en parte son compartidas con la de la segregación urbana.14 Nos referimos
al concepto de marginalidad espacial que comparte con el nuestro, entre otros temas, uno
fundamental para la segregación urbana como es el de la pobreza de hábitat y de vivienda, y las
precarias relaciones que los mismos grupos sufren con relación a mayores niveles de integración
social, política y cultural. Entonces, preocupaciones temáticas similares se han desarrollado en la
región aunque bajo marcos y palabras que difieren del tratamiento canónico de la segregación
urbana, por lo menos en los países centrales. Corresponde a nuestros fines considerar estas
aproximaciones para un punto de vista de la segregación urbana más situado en el contexto
latinoamericano.
13 El concepto es mencionado en el contexto latinoamericano para la época, ya no sólo en los casos de José Nun, Anibal Quijano, el DESAL, Silvia Sigal y Alicia Ziccardi, entre otros, sino además por estudiosos de lo urbano y regional como Alejandro Rofman, Jorge Hardoy y Oscar Yujnovsky. No obstante en ninguno de los casos los análisis toman como eje el concepto y problema. 14 Desde inicios de la década de 1970, y aún antes, se conformaron al menos dos posiciones en torno al concepto de marginalidad. Desde la teoría de la modernización –estructural funcionalismo y desarrollismo– el fenómeno es concebido como coyuntural y transitorio de la sociedad. Una parte, los pobres marginales, se encontrarían por “fuera” –excluidos–, al no obtener los beneficios del capitalismo en expansión y tratarse de un sector tradicional –atrasado, sin empleo estable e ingresos suficientes– y un pasado de cultura rural frente a otro moderno .el de la empresa, el mercado, el empleo asalariado y estable, entre otros. En esta perspectiva, una parte importante de la responsabilidad sobre sus condiciones de vida eran consideradas el producto de su propia actitud y valores. Otra de las posiciones sobre la explicación del fenómeno, si se sigue a Enriquez (2007) corresponde a la del pensamiento histórico-estructural, que de la mano de Nun y Quijano cuestionaron los postulados anteriores a través de los conceptos de masa marginal y polo marginal respectivamente. Tomando aquí sólo la tesis del primero, por sus implicancias teóricas para nuestro objeto, el concepto de masa marginal no sólo discute la perspectiva del DESAL sino las del marxismo clásico. La crítica de Nun, sostiene que de modo alguno la marginalidad es un hecho externo al capitalismo monopólico latinoamericano de la época, ni depende tampoco de la “voluntad” de los afectados. Se trata de grupos sociales que están al “margen” del sistema a causa del capitalismo. Frente al marxismo clásico, por el cual estos sectores podrían ser concebidos como “ejército industrial de reserva”, Nun sostiene que las superpoblaciones relativas –exceso de fuerza de trabajo– están “dentro” del sistema pero no tienen efectos funcionales en el sistema productivo vigente. Es una “masa marginal” que puede ser a-funcional cuando no tiene impacto sobre el sistema de dominación y disfuncional cuando las perjudica. Años más tarde, Nun en el prólogo de su libro Marginalidad y Exclusión Social entiende que mediante este concepto se advirtió varias décadas antes para América Latina lo que décadas más tarde, con sus diferencias, sucedió en Europa, y que Castel entre muchos otros autores denominaron exclusión social. En ambos casos, bajo sus denominaciones, se trata de excedentes poblacionales que “sobran” en la medida que no producen ni consumen, aunque tampoco actúa como una “reserva” que deprime los salarios.
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Para el desarrollo de este punto nos hemos basado en algunas apreciaciones conceptuales que
realizó Silvia Sigal (1981) a inicios de la década de 1980 en su artículo Marginalidad espacial, Estado y
ciudadanía. Como hemos hecho en el análisis de otras categorías que creemos pertinentes o de
utilidad para la construcción de nuestro objeto nos ceñiremos sólo a aquellos elementos
conceptuales y sus relaciones que consideramos más útiles a nuestras finalidades en esta tesis.
El trabajo de Sigal (1981) se diferencia prudentemente de los tratamientos que el concepto de
la marginalidad había recibido hasta el momento con relación a la marginalidad económica por
parte de José Nun y el enfoque ecológico desarrollado por DESAL. En el primer caso la
causalidad explicativa de esa marginalidad estaba puesta en el comportamiento de los mercados
de trabajo y en el segundo en los rasgos culturales y hasta psicosociales de las poblaciones
residentes en los conjuntos periféricos urbanos. En tensión y combinación con las acepciones
anteriores, la marginalidad para Sigal se constituye en la no correspondencia entre la definición
societaria de los derechos reconocidos y el goce efectivo de estos derechos (Sigal, 1981: 1558),
por lo que las conductas marginales a su juicio no tratan “sólo” de la relación con el mercado,
sino que es marginal quien no goza de los derechos reconocidos por el Estado, el cual proclama
la igualdad y quiere ser planificador de los servicios sociales. Para esta misma autora la existencia
de una población marginalizada en el plano de la producción permite explicar objetivamente, en
una amplia medida, la extensión de la marginalidad espacial en su primer sentido de vivienda
pobre. Pero la marginalidad económica no explica directamente la marginalidad espacial, sino que
sirve para comprenderla en una de sus dimensiones.
Si nos ceñimos estrictamente a lo que Sigal comprende como marginalidad espacial
descubrimos que su rasgo específico es la ocupación ilegal de terrenos en un campo delimitado
por los derechos de ciudadanía (Sigal, 1981: 1564). Y si nos detenemos en sus rasgos empíricos
extendidos la autora sostiene que debe atenderse: a) a la ocupación ilegal de terrenos y también
invasión de edificios y b) a la falta de respeto a las normas de la construcción jurídicamente
establecidas, por lo cual podrían ser delimitados tres tipos de hábitat pobre, las viviendas
localizadas en las antiguas zonas del centro de la ciudad (el conventillo en la Argentina), las
viviendas propiamente marginales, resultado de la ocupación de tierras (villas y asentamientos en
la Argentina) y las nuevas viviendas periféricas en terrenos que fueron adquiridos a iniciativa de
los residentes o por intervención del gobierno. Así, Sigal propone que no es lo mismo una mala
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vivienda que una vivienda marginal, ya que lo característico de la marginalidad es situarse en una
mezcla de legalidad y de ilegalidad.
A los fines de recuperar para nuestra propia caja de herramientas aquellos elementos
conceptuales que sirvan a nuestras finalidades, la contribución de Sigal nos resulta adecuada en
cuanto nos permite precisar teóricamente algunos rasgos que creemos excepcionales de la
segregación urbana latinoamericana y la metropolitana del AMBA. En primer lugar nos permite
considerar la segregación urbana en el contexto de discusión teórica y latinoamericana de la
marginalidad espacial. Sin ánimo de equiparar por nuestra parte una a la otra, los planteos de
Sigal nos sirve para pensar como rasgo específico de la segregación urbana que estamos
estudiando, su carácter “ilegal” o bien “informal”, en lo que hace a la propiedad del terreno y a
las normas de construcción transgredidas, y en términos teóricos como un problema ya no solo
del comportamiento de los mercados de trabajo, sino como una cuestión de derechos ciudadanos
prácticamente no reconocidos (desigualdad estructural/igualdad formal). También nos sirve,
relacionado con esto ultimo, para comprender que las condiciones de la vivienda y el hábitat no
son una trascripción directa de la economía al espacio sino que remite por una parte a un tipo de
crecimiento capitalista, pero por otro a políticas urbanas especificas. Por lo cual deberíamos
concluir que las villas miserias y los asentamientos, para nosotros la forma más cruda que asume
la segregación urbana en el conurbano, no pueden ser reductibles a bajos ingresos/no ingresos
sino a una ecuación mas amplia que implica el reconocimiento de derechos a todos los
ciudadanos entre ellos el de la vivienda y el acceso a los mercados de trabajo.
2. 3. El tratamiento de la segregación urbana en América Latina. 15 En un exhaustivo documento elaborado para la UNESCO (1995), L. Valladares y M. P.
Coelho, trazan un mapa y un estado de la cuestión sobre la investigación urbana latinoamericana
que puede resultar una de las primeras llamadas de atención sobre la ausencia de algunos temas
de investigación en la agenda académica y de los gobiernos metropolitanos.16 Entre varias
“ausencias” temáticas, los autores observan que ante los avances de las malignidades con las que
15 El criterio de búsqueda y recopilación de antecedentes para esta parte de los trabajos latinoamericanos ha sido al de atender a que: a) en su título se adopte el vocablo segregación urbana, o bien socioespacial, residencial, espacial, socio-territorial u otros “apellidos”, como sostiene Brun (1994) b) refiera a pobres urbanos y c) adopten para su análisis las escalas metropolitanas o de localidad/municipio. 16 El universo de trabajos analizados abarca varios cientos de investigaciones urbanas exploradas en América Latina. Allí los estudios de la segregación urbana –hasta aproximadamente 1995– son considerados como de existencia mínima y frente a otros problemas de investigación consolidados y estacionarios, es considerada como “nueva” en su tratamiento.
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se reproduce actualmente la pobreza urbana regional, la preocupación por la segregación urbana
se ha encontrado ausente de las agendas académicas. Ante ello, sostuvieron que “la segregación
espacial que engloba en sí todos esos cambios [refiere a la estructura social y urbana recientes] es
un tema que hay que explorar más a fondo (Valladares y Coelho, 1995: 14)”. La situación,
paulatinamente y por “diversas razones” 17 como se verá, ha cambiado significativamente en la
región.18
Si se aborda el tratamiento de acuerdo a los contextos nacionales latinoamericanos puede
comenzarse con el caso de Chile, en donde con posterioridad a 1990 se demuestra
principalmente por parte de Francisco Sabatini y otros autores, una de las primeras y más
extensas preocupaciones a lo largo de varios años por la captura y desarrollo de la problemática
en la región. 19 En general sus abordajes no son de ruptura con relación a lo que para la misma
década establecen otros autores franceses aquí vistos, aunque sí (según sus propias
manifestaciones) entablado en una fuerte disidencia con una parte importante del pensamiento
latinoamericano sobre el asunto. A nuestro juicio se trata de un autor que ha privilegiado
ampliamente por sobre la innovación del trabajo empírico, su tratamiento conceptual y crítica
minuciosa sobre lo mismo. En este sentido las definiciones conceptuales, (ya vistas al inicio del
punto 2 de este capítulo) tratan a la segregación urbana como un fenómeno espacial y sociológico
pero que puede incluir bajo la denominación, en su proceso y estado de situación tanto a los
grupos y clases más beneficiadas por los cambios económicos y sociales como a los pobres
urbanos. De este modo, en nuestra opinión, y en aras de mantener bajo control los “sesgos
teóricos e ideológicos” de la mayor parte de otras definiciones latinoamericanas (Sabatini, 2007)
adopta un tipo de definición que posee un campo de significación de una extensión tal, que a
nuestro juicio conlleva problemas por su parcial vaciamiento de sentido histórico de la palabra.
17 Consideramos “diversas razones” a) el agravamiento de la malignidad de las condiciones de vida de determinados grupos de pobres urbanos b) la globalización del discurso, los métodos del conocimiento científico y sus objetos de estudio, c) los cambios tecnológicos, que por una parte permiten a los organismos públicos presentar bases de datos más desagregadas –escala de fracción y radios censales– y el gran crecimiento de la herramienta GIS (Sistemas de Información Geográficos) y d) el mayor interés por parte de los organismos internacionales sobre la cuestión. 18 Por ejemplo si se toman diferentes ediciones del Panorama Social de América Latina -–Naciones Unidas CEPAL (2001, 2004, 2006 y 2007)– y d adopta como criterio de búsqueda la palabra “segregación” –y cualquiera de sus apellidos con relación a lo urbano– los resultados arrojan que sólo en el 2007, se introduce detenidamente la preocupación por el problema bajo la denominación segregación residencial. Véase capítulos I y III de la edición, y que se denominan respectivamente “Avances en la Reducción de la Pobreza y Desafíos de la Cohesión Social” y por otra parte “Educación” (versión no editada, ejemplares visitados en el sitio www.eclac.org durante mayo de 2008). No obstante puede decirse que dentro de otras publicaciones del mismo organismo, el tema ha sido abordado individualmente por algunos autores desde el año 2000 (es el caso, entre de Nora Clichevsky, José Rodríguez Vignoli y Rubén Katzman). 19 Entre los del autor y otros pueden hallarse Sabatini, F., Cáceres, F. y Cerda, J. (2001); Rodriguez Vignoli, J. (2001); Rodríguez, Vignoli, J. y Arraigada, C. (2004) Sabatini, F.; G. Cáceres; J. Cerda (2001); Sabatini, F. (1999); Sabatini, F. (2000); Sabatini, F. (2003); Ortiz V., J. y Aravena A., E. (2002); Arriagada C. (2004); Arriagada, C. y Rodríguez Vignoli J. (2003); Ortíz, J. y P. Schiappacasse (1998)
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Lo cual, tal como lo venimos sosteniendo, creemos que diluye la carga política y simbólica de ella,
al tratar en un pie de igualdad grupos y clases de diferente posición social en la estructura de
clases, pero también al aceptar dentro del mismo concepto tanto consecuencias negativas como
positivas, de exclusión como de inclusión. Creemos que de este modo, a pesar de sus
advertencias en contrario, el criterio de definición de la segregación urbana es para Sabatini
eminentemente espacial.
También puede detectarse a lo largo de su obra una serie de leit motives críticos entre los que se
destaca por una parte su refutación a la teoría del espejo -–estructura social = estructura espacial,
mientras que por otra, su rechazo a todo tipo de atomismo filosófico que utilice metodológica y
procedimentalmente en sus investigaciones, las menores escalas geográficas de análisis, como si
ese fuera el camino para hallar “la base granítica de la realidad” (Sabatini, 2007). Finalmente cabe
considerar que sus principales “descubrimientos” –fuertemente amparados en sus construcciones
teóricas– consisten en sostener para el caso de Santiago de Chile, que la segregación urbana ha
cambiado en su intensidad y patrón de producción de escala y se dirige, impregnando el juicio de
cuestiones morales, hacia su disminución cuantitativa aunque en incremento de su malignidad.
Por su parte, Brasil cuenta también con una de las más importantes producciones regionales,
y que si bien en su mayor parte descansan en el tipo de segregación urbana
–residencial/socioeconómica– que aquí nos ocupa, por características propias de la cuestión
étnico-racial, algunos autores (Telles, 1994) han combinando ese tipo de diferencia sociocultural
con las segregaciones residenciales socioeconómicas. Luciana Corrêa do Lago (2000), en
coincidencia con las hipótesis que entreven a la segregación como un rasgo de la pobreza urbana
que merece una especial y diferenciada atención, realiza su propio estado del arte para su país. A
sabiendas de que la situación actualmente es muy diferente, la misma autora reconoce lo
dificultoso que le ha sido ampliar para su país, el universo de las investigaciones –entre 1980 y el
2000– más allá de un total de catorce trabajos. Para ese momento concluye que la ausencia
relativa de ellos es importante, que las hipótesis sobre la globalización y la dualización social
comandan el acercamiento al universo empírico, que el abordaje es principalmente estadístico,
aunque con problemas en la selección de los índices seleccionados, y que el desarrollo teórico es
pobre y el empírico poco crítico de sus propios resultados.20 Entre los estudios críticos de la
20 Los trabajos que la autora ha examinado hasta el año 2000 han sido revisados en su mayoría para nuestro estudio, y a los que se les ha sumado, a modo de mínima muestra, otros realizados en el mismo país y de elaboración posterior. Para los primeros se ha examinado Correa do Lago, L. C. (2000); Queiroz Ribeiro, L. C. (2000); Smolka, M. (1992) Sposati, A. (1996); Telles, E. (1994); Villaça, F. (1997). Entre muchos otros de autoría reciente hemos rescatado en especial Machado Barbosa, E. (2001).
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dualización y la segregación urbana sobresalen entre otros los llevados adelante por Queiroz
Ribeiro y Preteceille (1999) sobre Río de Janeiro en donde sostienen que los cambios deben
analizarse en virtud del continuo de la estructura social –en especial la medianización social– y no
por dualización social y urbana.
En Uruguay21 la producción es probablemente comparable en su volumen, profundidad y
antigüedad al caso de Chile y de sostenido crecimiento durante al menos los últimos diez años.
Rubén Katzman, en el caso de Uruguay es uno de los principales referentes nacionales y
regionales y sobre el que podemos observar esfuerzos más balanceados en lo que hace a su
preocupación por la construcción teórica y la investigación empírica sobre la segregación urbana
al estudiar Montevideo (Katzman, 1999a). Desde nuestro punto de vista, y a diferencia por
ejemplo de Sabatini, creemos que Katzman retoma el sentido histórico y político del concepto al
asociar la segregación urbana con los barrios de alta densidad de hogares con privaciones
materiales y aspiraciones frustradas (Katzman, 2001: 186). La segregación urbana en su
perspectiva no trata sólo de la aglomeración de familias de condición social homogéneas en una
parte del espacio, sino de un proceso por el cual esta aglomeración de condición social
homogénea comporta en el caso de los pobres urbanos las mayores posibilidades de aislamiento
social y de allí la acumulación de desventajas en diferentes dimensiones. A juicio de Katman
(2001) y Katzman y Retamoso (2005) la relación segregación urbana entre trabajador no
calificado y pobreza se vuelve un círculo vicioso donde la segregación aísla a los trabajadores
menos calificados del mercado de trabajo y que ello deviene en su concentración en barrios con
alta densidad de pobreza (Katzman y Retamoso (2005: 146). El autor además de ponderar la
relación entre los mercados de trabajo y la segregación (segmentación laboral- segregación
urbana), propone a la segmentación educativa como otra situación que refuerza el aislamiento
social de los pobres. La segregación urbana ya no sólo sería una consecuencia de ambas
segmentaciones (laborales y educativas), sino que ampliadas en los barrios de la segregación, los
“efectos de vecindario”, actuarían por diversas razones –por ejemplo estigmatización
socioterritorial– como causas en el circulo de su reproducción (Katzman y Retamoso, 2006). Por
otra parte y de acuerdo con otras preguntas de carácter teórico que nos hemos hecho sobre los
antecedentes del concepto, el autor ofrece soluciones “prácticas” para evitar los determinismos
entre estructura social y estructura espacial. A nuestro criterio, la utilización por su parte de
conceptos de alcance medio como el de capital social y la ponderación de los activos que los
21 Una muy pequeña muestra analizada refiere a Kaztman, R. (1999a); Kaztman, R. (1999b); Kaztman, R. (2001); Kaztman, R. y Retamoso, A. (2005); Veiga, D.y Rivoir, A. L. (2001); Kaztman, R. y Retamoso, A. (2006).
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pobres poseen en los barrios de la segregación van en el sentido de apelar a una lógica estructural
pero no determinista.
Finalmente y a modo de cierre sobre el breve y orientado recorrido hecho por la región, nos
resta ponderar la situación del estudio sobre esta segregación en nuestro país. En general el
tratamiento que ha recibido el problema, bajo esta denominación, es significativamente menor a
la de los países antes mencionados. Lo cual, tal como hemos observado antes para el conjunto de
América Latina, no corresponde a la falta de tratamiento de los contenidos usuales sobre los que
trata esta segregación sino a un modo de hacerlo que ha prescindido de su abordaje canónico, y
hasta bajo otros conceptos ordenadores. No obstante la situación, si se pondera este último
criterio y se observa su presencia más regular, es diferente con posterioridad al año 2000. 22 Entre
los estudios detectados, que se encuentra más próximos a nuestros intereses y que han servido a
nuestro modelo de análisis se destacan los trabajos de Fernando Groisman y Ana Lourdes Suárez
(2005, 2006) para el AMBA. La atención de estos autores está puesta en los grupos afectados por
su precarización/desvinculación de los mercados de trabajo. Por otra parte, y para otros casos
analizados, hemos observado que el vocablo segregación urbana –en una parte considerable de
los trabajos– es utilizado indistintamente, lo cual para nosotros es un problema de sentido
significativo. Se han colocado bajo un mismo término fenómenos disímiles como las gated
communities (countries y barrios cerrados) y el “hábitat informal” de la villa miseria y el
asentamiento (Svampa, 2005). Mientras que en otros casos (Álvarez de Celis, 2003) se lo utiliza a
nuestro juicio en reemplazo del de división social del espacio, la diferenciación socioespacial,
frente a lo cual mantenemos nuestras disidencias conceptuales.
De los autores latinoamericanos mencionados anteriormente, nos han interesado en especial
los aportes teóricos y empíricos sobre la segregación urbana, en primer lugar realizados por
Katzman, en cuanto a la delimitación de las causas de la segregación urbana en torno a la
estigmatización socio-territorial, al distanciamiento social y espacial de los mercados de trabajo y
a la segmentación socioeducativa. En segundo lugar, los aportes de método en función de utilizar
procedimientos estadísticos basados en la utilización de las menores unidades censales –de mayor
22 Entre los trabajos que llevan en su título segregación urbana del tipo residencial socioeconómica encontramos sin pretender exhaustividad absoluta: Groisman, F. y Suárez, A. (2006) Groisman, F. y Suárez, A. (2005) Díaz, C. y Caro, N. (2002); Salvia, A y Lepore, E. (2005); Peláez, E., González y Da Cunha, J. (2006). Otros que llevan en su título el término pero que observamos críticamente: Álvarez de Celis, F. (2003); Mansilla, S. (1993). Entre aquellas investigaciones que toman a la segregación residencial como subtema: Torres, H. A. (2001); Saraví, G. A. (2004); Veleda, C. (2005).
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detalle– y las herramientas provenientes del análisis espacial que proveen los SIG´S (sistemas de
información geográficos).
3. Una caja de herramientas “propia” sobre la segregación urbana
Hasta el momento en este capítulo (punto 2 en adelante) hemos tratado de establecer una
definición conceptual sobre la segregación urbana que tomó como base para su elaboración el
debate existente a diferentes escalas geográficas y temporales sobre la cuestión (Europa, Estados
Unidos, América Latina y Argentina desde aproximadamente la década de 1920 hasta el
presente). Por una parte, se lo hizo con relación a los niveles y dimensiones (espaciales y
sociológicas) que diferentes perspectivas y disciplinas han considerado legítimas. Por otra, se lo
ha hecho indagando sobre los denominadores comunes que, a pesar de las diferencias teóricas y
epistemológicas, han pasado a formar parte de sus contenidos, y principalmente cuando se la
aborda con relación a las condiciones materiales en las que viven los grupos y clases subalternas.
Como producto de este itinerario ha resultado que hemos puesto entre paréntesis en nuestra caja
de herramientas: a) cualquier definición conceptual de la segregación urbana que como sugiere
Marcuse (2004) corresponda a lo que erróneamente a su juicio se ha denominado,
“autosegregación”, “guetos voluntarios” o “guetos de clase alta”. Aquí se considerará como
grupo minoritario y segregado a los pobres urbanos,23 y b) las definiciones sobre la segregación
urbana que tengan como causa de su existencia la diferencia sociocultural. Se tratará de aquí en
adelante sobre lo que antes hemos denominado (SRSE), que refiere más estrictamente a las
desigualdades sociales en cuanto a las condiciones de la habitabilidad, por lo que a los fines de
poder ir aproximándonos a una perspectiva propia sobre la cuestión desarrollaremos en lo
sucesivo una serie de puntos que, en combinación con los planteados antes, procurarán avanzar
en ese sentido.
3. 1. Determinantes de la segregación urbana La dinámica de la segregación urbana se encuentra caracterizada por dos hechos
fundamentales. Uno, que refiere a la dinámica demográfica de los grupos y de las clases
23 Marcuse (2004) diferencia estrictamente los procesos de segregación urbana, en el que los pobres urbanos involuntariamente y por desigualdad social deben aglomerarse en un área espacial definida, de los de amurallamiento en donde un grupo poblacional con posibilidades de elegir más libremente lo hace por fines de autoprotección, desarrollo y fortalecimiento de sus propios intereses a través de mecanismos de exclusión de otros. De lo dicho resulta que los procesos –de amurallamiento– que terminan en formas espaciales como el enclave, el enclave excluyente o la ciudadela, difieren radicalmente de los procesos de –ahora sí segregación– que terminan en formas espaciales y extremas del tipo gueto u otras.
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implicadas (crecimiento vegetativo) y otra, que refiere a los patrones de movilidad residencial
dentro de una aglomeración o de una ciudad (Clichevsky, 2000: 9). No obstante, si las preguntas
que nos hacemos indagan sobre la “última instancia” que motiva estos comportamientos, pueden
detectarse genéricamente al menos dos respuestas y posiciones. Una, que pone su acento en el
comportamiento individual y la voluntad y otra, que lo hace en el marco de condicionantes socio-
históricos y estructurales. En el primer caso la definición de la palabra “segregación” cumple con
una parte de su acepción etimológica al hacer énfasis en un tipo de intencionalidad que se vuelve
sobre el sí mismo y la voluntad de segregar (se) / separar (se). Mientras tanto, en el segundo
caso, se recupera la intencionalidad de un grupo que realiza la acción sobre otro (y ya no sobre sí)
de segregar / separar del resto, por algún modo de discriminación. Si bien el desarrollo
conceptual de los partidarios de la “voluntad de elección” individual han desarrollado sus
modelos tomando como base la segregación sociocultural,24 algunas interpretaciones culturalistas
latinoamericanas (principalmente la marginalidad en la DESAL) han extendido una parte de esta
digresión a los marginales (una cuestión de actitud refractaria a incorporarse a los circuitos y
relaciones sociales capitalistas de producción). Para el caso de la segregación urbana
latinoamericana la gran mayoría de los trabajos han recuperado el sentido etimológico que define
a la segregación urbana negativamente y en el plano de las desigualdades sociales y urbanas, y del
tipo socioeconómicas. Sobre esto se abre la discusión, no zanjada totalmente, si es posible –como
también se desprende de la acepción etimológica de la palabra– la existencia de una
intencionalidad efectiva o no de la acción consciente y voluntaria –dentro del capitalismo
contemporáneo– de separar y de trasladar compulsivamente a los pobres urbanos y confinarlos
en un espacio (ver Marcuse (2004), Brun (1994)).
La explicación a la que adherimos sobre las causas de la segregación urbana radica
eminentemente en la relación que los pobres urbanos residentes en el “hábitat informal”
–villas y asentamientos en el caso argentino– mantienen con los mercados de trabajo
metropolitanos, en contextos socio-históricos y geográficos en los que el acceso a la vivienda, el
hábitat y los servicios urbanos a través del mercado –o eventualmente vía el Estado a través de la
construcción de viviendas populares– resulta poco probable o inexistente para ellos. De este
modo las causas de la segregación urbana que estudiamos tienen entre sus primeras razones
explicativas (dicho esto muy genéricamente) a la desigualdad social generada por una sociedad de
24 Entre los autores partidarios de esta explicación para la segregación urbana se encuentra Thomas Schelling quien desarrolló una serie de modelos de la segregación entre los que se destaca The Schelling Segregation Model Demonstration Software. (ver modelo de simulación online en: http://www.econ.iastate.edu/tesfatsi/demos/schelling/schellhp.htm). Para Schelling según palabras de Martín Schuler (2006) “La segregación resulta por el efecto acumulativo de “comportamientos espontáneos”, de libres elecciones individuales, de los actores”.
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clases en la que la segregación obedece a razones de coacción estructural antes que de una
planificación conciente, directa, y plenamente voluntaria. Esta segregación trata sin duda de una
separación física y aislamiento social que, si bien entonces no es directa y compulsiva y dirigida al
confinamiento en un gueto, trata de la estructura de clases y también sobre el Estado.
De este modo, nuestro enfoque encuentra en la movilidad residencial de grupos y clases
afectadas una razón/causa que “puede ser llamada estructural” en la medida que refiere a
situaciones de inequidad social por ingreso que tenderán a fragmentar el espacio urbano en
vecindarios que concentrarán clases homogéneas y en el cual, a la vez, la polarización y
heterogeneidad espacial de ellas actuará como un cemento de las desigualdades (Katzman 2001:
186). Si bien la estructura espacial no puede ser concebida como un mero reflejo de la
contradicción principal capital / trabajo, que como vimos asume plenamente Castells (1982
[1974]), creemos que la estructura del empleo y la posición que ocupan las familias en ella
condicionan fuertemente el acceso al hábitat (Kessler y Di Virgilio, 2008: 45).25 Así, concebida en
el terreno de la inequidad e injusticias geográficas (Harvey, 1982 [1973]) estas desigualdades
sociales y urbanas derivan en las desiguales capacidades colectivas de apropiación por parte de
diferentes grupos y clases con relación a las infraestructuras urbanas (salud, educación,
electricidad, accesibilidad entre otras), tal como hemos visto (al inicio del punto 2) en la
definición de Grafmeyer (1994). Sobre la situación, Reygadas (2008: 100) brinda un ilustrativo
ejemplo al sostener que dos personas con capacidades idénticas tendrán resultados
completamente diferentes de acuerdo con la infraestructura existente en la región que habitan.
Así, si una de ellas vive en una región aislada, con comunicaciones deficientes, sin energía
eléctrica, estará en franca desventaja frente a otra que se encuentra en una zona bien comunicada
y con infraestructura moderna y eficiente.
3. 2. Efectos de la segregación urbana
Si bien en esta tesis no existe producción de información sobre las consecuencias de la
segregación urbana haremos breve mención sobre ellas. En la medida en que la segregación
urbana de la que trata esta tesis entiende que este es un concepto intrínsecamente relacionado a
modelos normativos que supone la existencia de “problemas” por ser superados en los campos
de la interacción social, de la integración y de la dominación (GESU, 2006: 3), el significado que
mantenemos de esta segregación no considerará en su campo semántico los efectos “positivos”
25 Los autores refieren la idea a Badcock (1984:17).
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que para algunos autores (Sabatini, 1999) pudieran corresponderle. En la medida que nuestra
concepción de la segregación urbana es un problema de la pobreza y de la marginalidad que se
refuerza por su doble carácter espacial y social, acordamos que sus consecuencias están en el
orden de las vulnerabilidades sociales (comportamiento de riesgo y disminución / inexistencia de
soportes materiales y también de otro tipo), la estigmatización socioterritorial (discriminación por
procedencia geográfica en la escuela, el trabajo y otros espacios), la disminución de la
gobernabilidad (aislamiento en la toma de decisiones) y combinadamente, también, en el
endurecimiento de las inseguridades sociales y civiles. Otros modos de atender a estas
consecuencias, aunque con diferentes palabras, han merecido atención por parte de Katzman
(2001: 174 y 182) al observar que ellas corresponden a los mayores déficits de los capitales
sociales individuales, sociales, colectivos y ciudadanos tanto en los espacios físicos como sociales
del trabajo, la educación y las áreas residenciales.
No obstante lo geográficamente situado de todas estas consecuencias y problemas, muchos
autores desde diferentes puntos de vista hacen hincapié en que estos no deben ser evaluados
negativamente sólo para los territorios y los grupos directamente afectados, sino también para el
resto del conjunto social (resto de grupos y clases) y también metropolitano (barrios a mayor y
menor distancias física), [Sabatini, 1999; Fitoussi, J.P., L. Eloi, J. Maurice (2004); Queiroz Ribeiro
(2007)]. De este modo las consecuencias que acarrean la segregación urbana, concebida como un
problema de la integración y cohesión sociales, no terminan en los límites de los hábitats
informales implicados sino que abarca a otras escalas espaciales y a otros universos sociales.26
Sobre estas consecuencias avanzaremos con mayor profundidad al momento de analizar
empíricamente la segregación urbana en el partido de San Martín.
Finalmente cabe consignar que las variables dependientes –en el sentido de las consecuencias–
de la segregación urbana pueden ser consideradas independientes, como causas, una vez que se
consolidan en el tiempo y espacio estos tipos de urbanización informal y principalmente cuando
resultan exclusivos de alta homogeneidad social y de la menor mezcla social. En este sentido,
Katzman (Uruguay), Wilson (Estados Unidos), Suárez (Argentina), Wuacquant (Estados Unidos)
Salvia (Argentina) y Rhein (Francia) encuentran cada uno a su modo, y con diferentes palabras,
que en la medida que los barrios segregados van ganando homogeneidad social y distancia
26 En una reciente publicación dirigida por Jean-Paul Fitoussi, Éloi Laurent y Joël Maurice denominada Ségrégation urbaine e intégration sociale (2004) además de abordar el fenómeno como un problema social que padecen los sectores de las “zones urbaines sensibles” (ZUS) se lo concibe como un problema del conjunto social y de la integración social en Francia, lo que Castel (1995) denomina un problema de la cuestión social y Donzelot y Mongin (1999) además, de la cuestión urbana. Como tal es considerado reticular a toda la sociedad, debido a las transformaciones urbanas globales del país (la divergencia e hystéresis urbanas), la inmigración, los problemas de la discriminación y la evitación en las escuelas y los espacios públicos en general, el desempleo y la precarización laboral, entre otros.
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socioespacial con relación a los patrones formales del desarrollo urbano, el barrio podría actuar ya
no como una mera consecuencia sino como causa activa, obturando mayores grados de
integración y cohesión social hacia una situación “ideal” de no segregación urbana.
3.3. Aspectos de método sobre la segregación urbana
En la medida que nuestra tesis persigue el establecimiento de una visión panorámica sobre la
segregación urbana en un partido, se ha optado aquí por un modo de aproximación al universo
empírico, que se encuentra mayoritariamente basado, salvo en casos que se indique lo contrario,
en estrategias de corte cuantitativo. En este sentido se trata de un modelo de análisis estructural
(Sautú, 2003) que persigue aproximarse al problema a través de recursos estadísticos y del análisis
espacial basado en censos nacionales y municipales. Es así que, sin ánimo de promover el debate
aquí sobre la separación tajante entre teorías y técnicas o procedimientos, debe aclararse que
nuestra concepción de método pretende, parafraseando a Bachelard, reflexionar para medir y no
medir para reflexionar. En este sentido las congruencias entre las aproximaciones y definiciones
conceptuales y las de carácter operativo resultan de fundamental importancia en la construcción
del objeto. Así, la polisemia, multidimensionalidad y polimorfismo espaciales (centralidad,
clustering) que se discute conceptualmente para la segregación, tiene su equivalente en las
discusiones sobre la operacionalización de las definiciones. Lo dicho, que es una advertencia
reiterada en cada uno de estos estudios, encuentra en Preteceille, pero también en Sabatini (1999),
Katzman y Retamoso (2005) y González Orellano (2002) , G. Orellano y Caprón G. (2006),
Aparicio (2000ª, 2000b) y otros un lugar central. Si consideramos las advertencias en un primer
momento de Preteceille (2003) debemos detenernos en la discusión: a) sobre la elección de la
escala más correcta o adecuada, b) sobre la selección de las técnicas más fiables y c)
sobre la selección de las variables/indicadores más representativos
3. 4. Obstáculos y posibilidades de la escala
En principio cabe destacar que estas separaciones entre problemas a), b) y c), del mismo
modo que la separación entre teoría y procedimientos, son de carácter analítico y sirven a los
fines de construir ordenadamente el objeto y exponerlo con claridad. En este sentido si se siguen
cuestiones metodológicas más generales, el problema de la escala debe ser contextualizado en el
terreno más amplio de lo que se procura conocer y en los modos de producir el conocimiento
(Sautú, 2003). La escala con la que se procede, una vez definido lo que se procura conocer –la
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segregación urbana de tipo residencial y socioeconómica– está dentro de uno de los
procedimientos –condicionante– con los que se puede producir conocimiento. Esto, en parte, ha
sido advertido antes cuando nos referimos a las críticas sobre la ciudad dual (ver punto: “La
heterogeneidad social y urbana”). Así la escala, ante otros significados posibles, es concebida aquí
como la unidad territorial de referencia por la que se opta para medir en ella la incidencia del
atributo X seleccionado (Preteceille, 2003; Rodríguez Vignoli, 2001). Por esta razón, si vamos
directamente a nuestro trabajo nos encontramos que una vez definido que pretendemos una
visión panorámica de la segregación urbana del partido, ocurre que según el modo en que el
INDEC ha recortado el universo partido –nuestro insumo básico– podemos proceder al análisis
del problema mediante dos tipos de unidades territoriales y censales. La fracción y/o el radio
censal. En nuestro caso, hemos optado para la medición del problema por la escala que
corresponde a radio censal: la que posee el mayor grado de desagregación de la información, y es
la unidad censal más pequeña. Hemos tomado esta decisión –la selección de la menor escala a la
que se pueda acceder estadísticamente– debido a que, según se vio antes al momento de las
críticas sobre la ciudad dual, la calidad de los procesos de la marginalidad y la segregación urbanas
actuales tiene entre sus rasgos distintivos una estructura social que presenta fragmentación.
Mientras que la estructura urbana, presenta un grado de ubicuidad y morfismo del fenómeno, y
son las menores escalas las que resultan más adecuadas para su medición y localización.
Finalmente, cabe ponderar de qué modo la detección de la incidencia del atributo de la variable se
comporta con relación a los otros radios para lo cual entramos en el terreno de la selección de las
técnicas más fiables que no está del todo separado de la escala más adecuada.
3. 4.1. Las técnicas más fiables
La revisión de los estudios sobre la segregación urbana de orígenes estadounidenses,
latinoamericanos y europeos permiten establecer la existencia de una muy variada gama de
recursos con relación a las técnicas más representativas, las cuales, también como en el caso
anterior, no están exentas de sus correspondientes discusiones. Para la selección debe atenderse a
qué manifestaciones de la segregación urbana se les va a prestar más atención en el estudio. Si
bien en algunos casos se utilizan varianzas para establecer las diferencias, las más usuales medidas
de la segregación según el patrón de búsqueda responde a lo que genéricamente se denominan los
índices de la segregación. Brevemente, y a profundizar cuando abordemos empíricamente nuestro
objeto, algunos de los más usuales son: a) el de segregación cuando se quiere detectar el grado
de homogeneidad y distribución de los grupos seleccionados en el espacio de la localidad (IS), b)
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el de exposición cuando se quiere medir el contacto o interacción de grupos diferentes a la
escala mencionada c) el de la concentración cuando se quiere medir la concentración relativa de
un grupo de población en un aglomerado urbano y d) el de centralización cuando se quiere
medir la concentración de un grupo de población en el centro de la ciudad. Si bien volveremos
sobre ellos también al momento de abordar empíricamente nuestro caso, cabe consignar que de
los mencionados trabajaremos con los dos primeros índices, debido a que son los de uso más
frecuente y están en condiciones de detectar dos de los rasgos que más nos interesan de la
segregación urbana que estudiamos.
3. 4.2. Las variables/indicadores más representativos
Los debates acerca de las variables más significativas para detectar la segregación urbana que
aquí tratamos, son de “relativa” y “sencilla” resolución si se considera el lugar determinante que
se le debe brindar a la congruencia entre los supuestos teóricos, los objetivos que se persiguen y
la adecuación de los procedimientos –selección de variables e índices– por emplear. En ese
sentido si se sigue a Preteceille (2003) no existe un camino único para la selección. A esto,
Katzman y Retamoso (2005: 12) agregan que la selección de los procedimientos –entre los que
nosotros colocamos la selección de las variables– deben ser evaluados en función de al menos
dos criterios: las características sociales cuya segregación en el espacio se quiere captar y su ajuste
a los propósitos analíticos que orienta la investigación. La discusión sobreviene en la medida en
que se deben seleccionar las variables más representativas y los indicadores más adecuados, pero
en función de los supuestos que se han decidido en los marcos teóricos (Preteceille, 2003:12).
Las variables más usuales para medir esta segregación en Latinoamérica, según los trabajos de
esa procedencia que hemos abordado y que nos sirvieron de modelo, son genéricamente aquellas
que corresponden a los ingresos –en caso de poder detectarlos–, la educación y las condiciones
materiales de vida (Rodríguez Vignoli, 2001: 12). Sobre el punto no abriremos mayor discusión,
sino más adelante cuando abordemos empíricamente el problema. No obstante, podemos
adelantar que como se desprende de las sucesivas aproximaciones en la construcción de nuestro
objeto, para nosotros la segregación que estudiamos toma como base explicativa la relación de las
personas con el mundo del trabajo, su acceso a la educación formal, el uso de las infraestructuras
urbanas y la planificación estatal, de acuerdo con las proximidades conceptuales que a nuestro
criterio tiene esta segregación con la marginalidad espacial, y por ende la posesión del terreno y/o
la vivienda. No obstante la “objetividad” que puede presentar la operacionalización, cabe advertir
que los problemas de representación son siempre importantes (Preteceille, 2003).
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Para esta decisión se conjugan las determinaciones más generales y abstractas de cualquier
segregación –detección de sobrerepresentación y subrepresentación de grupos con X atributos–
con las particulares de la segregación urbana que trabajamos –(SRSE)– y las específicas del
partido de San Martín, por lo cual cabe la advertencia de que algunos indicadores para lo
específico –“excepcional”– del problema en un partido pueden resultar pertinentes para detectar
segmentación de grupos por X atributos en algunos de ellos, mientras que en otros partidos no.
Por ejemplo, si se selecciona a modo de Proxy el indicador de hogares con provisión de gas en
red, o acceso a cloacas, hemos concluido que no son per se indicadores que actúen como los Proxy
más adecuados para detectar segregación urbana en este partido. La ausencia de estas
infraestructuras son un problema que excede los “límites” geográficos del “hábitat informal” y el
universo de los pobres urbanos por incluir áreas más céntricas del partido y segmentos sociales
de mejor posicionamiento en la estructura social. Por esta razón es que, como se justificará más
adelante para cada una de sus variables/indicadores, la selección de los indicadores –si bien
contempla lo general y particular del problema– está atada a las especificidades que a nuestro
criterio –producto de la reflexión teórica y sobre los primeros resultados– asume la segregación
en el partido.
4. Balance y aproximación a una perspectiva propia de la segregación urbana
La estrategia seguida hasta el momento en esta tesis ha sido la de sostener un modo de
exposición sobre el problema de la segregación urbana que se basó eminentemente en una serie
de aproximaciones teóricas que primero tomaron como base las principales discusiones que
pudimos detectar sobre la ciudad actual y su división social del espacio. A esto siguió un
tratamiento también teórico más detenido sobre la segregación urbana, y que tuvo como finalidad
a la vez que presentar la importante discusión sobre su significación y sentido, ir colocando en
nuestra caja de herramientas, y en algunos de sus cajones, algunos fragmentos de teorías y sus
conceptos para lograr aproximarnos a una perspectiva propia. En este trayecto se buscó
aproximar las definiciones conceptuales a las del tipo operacional. Así, a pesar de nuestras
diferencias con los marcos de la Escuela de Chicago hemos rescatado de ella la significatividad
que le otorga al espacio en las relaciones sociales. Hemos tomado prudente distancia y
aproximación sobre las perspectivas estructuralistas de la NSU francesa al poner entre paréntesis
sus determinismos, pero adoptamos las condiciones estructurales en la producción de la
segregación urbana. También, el concepto de marginalidad espacial, en sus discusiones con el de
marginalidad económica, nos ha permitido considerar un factor característico de la segregación
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urbana latinoamericana al incorporar como instancia determinante la “informalidad” del hábitat,
su relación con los ingresos pero también, espacio urbano mediante, la relación de los grupos con
el Estado. En este contexto teórico la segregación urbana que tratamos es en todos los casos un
problema de la pobreza urbana, y un problema centralmente derivado de las desigualdades por
ingreso pero también por la conculcación de derechos a la que se ven sometidos estos mismos
grupos (igualdad formal / desigualdad estructural) en el plano del acceso a las infraestructuras.
Así, la segregación urbana por la que nos inclinamos en esta tesis trata de un estado de
situación, proceso y orígenes que no son de una naturaleza extraña a los procesos de la
diferenciación social, sino que constituyen un modo de construcción de la ciudad, y un modo de
habitarla que, en virtud de sus propios ritmos y las relaciones que estos mismos mantienen con el
resto de la sociedad y ciudad, han elaborado un orden material y simbólico que cuenta con los
siguientes rasgos:
Cuadro Nº 3. Causas y consecuencias. Conceptos y relaciones para el estudio de la segregación urbana bajo un punto de vista propio
Fuente: Elaboración propia a partir de Castel (2001), Madoré (2005), Katzman (1999, 2001), Sigal (1981)
El cuadro se propone presentar los conceptos y relaciones que permiten bajo un punto de vista propio establecer las causas: (Estado, Empresa, Segmentación Laboral –mercados de trabajo–) y (Políticas Urbanas Estatales –Espacio–) y las consecuencias para la existencia de la segregación urbana. Con referencia a esto último y en primer lugar, nos encontramos con el aislamiento físico y social de los pobres urbanos y producto de ello la estigmatización socio-territorial, la segmentación educativa y el distanciamiento físico y social con relación a los mercados de trabajo. Esta condición alcanzada en los barrios de la segregación actuaría como factor reproductivo del círculo de la pobreza urbana. Asimismo, el contexto en el que deben comprenderse las relaciones mencionadas es el de la desigualdad estructural y la igualdad formal.
•Una fuerte –que no significa total– homogeneidad residencial socioeconómica interna de los grupos con mayor acumulación de desventajas y menor dotación de distintas “especies” de capital, lo que se traduce en grandes disparidades entre una parte y el resto de la ciudad. Estas disparidades –dado el carácter multidimensional del problema– deben ser registradas en sus distintas dimensiones.
•Una creciente construcción social de estereotipos y estigmas territoriales que –en sus relaciones con lo anterior– podrían estar actuando en la profundización de las diferencias socioculturales entre grupos y clases sociales distintos. Se trata de consecuencias de la segregación urbana que reforzarían y contribuirían a reproducir situaciones de segregación urbana.
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De este modo, y en la medida que esta definición sea practicada para nuestra
investigación, algunos de estos rasgos conceptuales serán adoptados para su análisis. A la vez que
se incorporaran otras herramientas conceptuales solo mencionadas rápidamente hasta aquí. En
este último sentido, adelantamos, las referencias a los capitales espaciales y un tipo de abordaje de
este será oportunamente planteado de acuerdo con nuestras finalidades y técnicas principales.
El partido de San Martín analizado en el contexto metropolitano es, a nuestro criterio, un
exponente significativo de las transformaciones más recientes en función de su
desindustrialización y de las políticas estatales que durante los años ´90 reorientaron sus
transferencias económicas y la privatización de los servicios, creando las mayores condiciones
para que su propio pasado industrial y de pleno empleo, así como las prestaciones de servicios
urbanos, se hayan revertido durante los mismos años. El fenómeno de la segregación urbana se
ha activado en especial para los sectores que han comenzado a poblar con mayor intensidad los
espacios más próximos al río Reconquista y el de su valle de inundación. Otros espacios hacia el
norte y el sur del mismo partido se encuentran en similares condiciones, pero como se intentará
demostrar la proximidad a espacios de mayor accesibilidad al transporte y otras infraestructuras
urbanas, entre otras cuestiones, permiten pensar en la heterogeneidad social y urbana aún de los
más pobres y segregados.
Por nuestra parte al tratarse de un estudio que reconoce la relevancia de las escalas geográficas
para el hallazgo de determinados fenómenos urbanos nos hemos detenido antes y en el próximo
capítulo en el análisis del mismo fenómeno de la segregación urbana a escala metropolitana, en el
contexto de la división social del espacio metropolitano, con relación a sus antecedentes
históricos y sus manifestaciones empíricas.
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CAPÍTULO II
HEGEMONÍA Y ESPACIO
EN EL ÁREA METROPOLITANADE BUENOS AIRES
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56
El AMBA es concebido aquí como una aglomeración metropolitana que, principalmente
desde el comienzo del período sustitutivo de importaciones (ISI), se ha estructurado de la mano
de una significativa heterogeneidad social y urbana. Esto, si bien puede ser en general un rasgo
característico de la ciudad moderna, ha resultado así principalmente para esta metrópolis por el
modo particular en que se han combinado los diferentes momentos de la hegemonía
(coerción/consenso/resistencia) con relación al espacio (Lefebvre, 1995 [1976]). De ello resulta
genéricamente que su espacio urbano, del mismo modo que otras metrópolis, es el producto de
una realización colectiva en la que intervienen la materialidad e imaginación de una amplia gama
de agentes particulares y estatales, y en la que es posible detectar tanto sus relaciones de
reciprocidad, de poder y de identificación, como las de la diferenciación social y de la
estratificación producto de las desigualdades sociales.
La división social del espacio del AMBA, que se ha constituido con sus características para la
región, expresa, a su modo, la cristalización de estas relaciones, las que son su base material e
imaginada para las acciones sociales desarrolladas durante los períodos en cuestión, pero que, a
modo de ciudad heredada y envuelta en los cambios sociales (económicos, tecnológicos y
culturales) del presente, actúa como herencia social y espacial sobre su estructura social y urbana.
A su vez, durante el mismo proceso, la segregación urbana se estructuró conforme a estas
tendencias de modo más y menos próximo a los diferentes centros y localidades del AMBA y con
altibajos en su evolución cuantitativa.
El primer punto del capítulo ha sido elaborado a los fines de dar respuesta a una serie de
preguntas de carácter empírico que permitan caracterizar en términos genéricos la conformación
histórica y geográfica del AMBA entre 1930 y 1970 según su propia división social del espacio y
considerando en el proceso la segregación urbana. El segundo entra de lleno en el análisis de la
segregación urbana considerando fundamentalmente su comportamiento cuantitativo hasta la
actualidad, y el tercero responde a la necesidad de considerar la cuestión social y urbana hacia el
presente y considerando en su tratamiento el problema metodológico de la escala geográfica con
la que se detectan las transformaciones sociales y urbanas más recientes. En suma, se trata de
adoptar para la discusión empírica y el territorio mencionado algunas de las advertencias teóricas
que los partidarios de las tesis de la heterogeneidad social y urbana han sostenido, y que en el
capítulo anterior hemos sistematizado y discutido. Por ejemplo, en un primer momento las que
refieren a la necesidad de considerar una escala temporal de mediana duración, por otra parte las
que sugieren emplear escalas geográficas de mayor detalle que las metropolitanas o las nacionales,
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y también adoptar, en la medida que los recursos estadísticos nos lo permitan, las advertencias
que los mismos autores señalan frente al problema de dicotomizar la estructura social e ignorar la
fragmentación de los espacios residenciales. En ese orden, se pretende en este capítulo poner
prudentemente entre paréntesis, lo “novedoso” y lo “reciente” del proceso y estado de situación
de la segregación urbana, la dualización y la polarización social y urbana principalmente del
conurbano y la linealidad de las relaciones entre la estructura social y la estructura urbana.
1. La división social del AMBA/Conurbano Bonaerense entre 1930 y 1970
En la búsqueda de una explicación que permita situar la división social del espacio y sus
ritmos dentro de una unidad mayor, Lefebvre se pregunta en Production of Space27: ¿es posible que
el ejercicio de la hegemonía dejara intacto el espacio? ¿Puede el espacio ser nada más que el sitio
[locus] pasivo de las relaciones sociales? En razón de lo expuesto hasta aquí, y a lo que se le
procurará sumar argumentos en este capítulo, el proceso de metropolización del AMBA puede
concebirse como la espacialización de un conjunto de procesos que son los de la dirección
política y cultural dominante en diferentes momentos históricos, los cuales una vez consolidados
como espacio fueron a su vez el medio por el cual se desarrollaron diferentes condiciones para la
producción y también la reproducción social en diferentes épocas.
Por su parte, a diferencia de otras metrópolis latinoamericanas, históricamente más duales en
su estratificación social y urbana, el AMBA ha presentado desde su conformación como
metrópolis –entre 1930 a 1970– un amplio espectro de modos de habitar, que fueron una parte
significativa de la hegemonía en cuestión. Algunos fenómenos y hechos que contribuyeron a este
inequilibrio entre coerción/consenso/resistencia, fueron el modo particular en que se desarrolló
la industrialización por sustitución de importaciones (ISI), la intervención social y urbana del
Estado de Bienestar, pero también globalmente una estructura social de importante número y
diversificación socio-ocupacional.28 Todo ello afectó, pero también fue la base del desarrollo
urbano y regional de la Argentina contemporánea (Rofman y Romero, 1997 [1973], y en especial
del AMBA (Prevot Schapira, 2000, 2002; Clichevsky, 2000), el cual tuvo durante el período un
27 La contribución teórica de Lefebvre (1995 [1976]) sobre las relaciones entre hegemonía y espacio nos permite comprender que la producción de espacio no constituye una dimensión vacía a partir de lo cual los grupos y las clases se estructuran, sino que por el contrario el mismo posee un papel decisivo en la constitución de las relaciones sociales. Una parte de este capítulo está destinada, con un grado de desarrollo mínimo, a concebir las políticas públicas y sociales del Estado de Bienestar en su relación con el tipo de hegemonía de cada período. 28 Dos autores clave que abordaron el proceso fueron Germani (1955, 1963 ) para la clase media en referencia a los sectores urbanos y Bagú (1961) sobre la clase media en la Argentina.
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58
extraordinario crecimiento demográfico hasta convertirse en una de las regiones más numerosas
del planeta.29
A causa de la implementación de las políticas públicas que tienden a una mayor igualación
social durante el Estado de Bienestar, principalmente basadas en promover el asalaramiento
masivo y el “pleno” empleo, el creciente consumo, las protecciones sociales, y el acceso a la tierra
y también a la vivienda, se acentuaron las condiciones para alcanzar la conformación de una
metrópolis de importante heterogeneidad social y urbana.30 A su vez, esta mantuvo para sí y
desde entonces una serie de rasgos comunes y compartidos con los de una sociedad –la nacional–
que tuvo como característica durante el mismo período, la paulatina conformación de una base
socio-ocupacional amplia y relativamente integrada para la mayor parte de la población urbana.31
Tal situación fue una de sus propiedades más características y “excepcionales”, frente a lo que
sucedía desde entonces con relación a los mismos patrones en la mayoría de las metrópolis
latinoamericanas, en general, protagonistas de un comportamiento más proclive a la
conformación de escenarios sociales y principalmente urbanos grosso modo más próximos a la
dualización. En parte la consigna “La Argentina un país de propietarios” elaborada durante el
período, ha procurado expresar el alcance de una urbanización mayoritariamente “legal” hacia
1970, que estimaba esta situación para alrededor del 70% de las viviendas, mientras que el 30%
restante correspondía a una amplia gama de situaciones, entre las que la del “hábitat informal” de
la villa y más tarde del asentamiento, representaron una proporción siempre de menor cuantía.
Contrariamente a lo sucedido en otras capitales latinoamericanas, y más cercano a lo sucedido por
ejemplo en Montevideo, el AMBA quedó globalmente configurado hacia el final del período, por
una división social de su espacio que se caracterizó por la existencia de varios “ritmos” antes que
sólo dos. La ciudad “legal” separada y contrapuesta a una ciudad “ilegal” –del tipo 50% y 50%–,
conviviendo bajo los límites de una misma metrópolis, no formó parte de los patrones de la
división de las principales ciudades de estos países (Janoschka, 2002, Hardoy, 1969).
29 Entre 1914 y 1947 la población total del AMBA creció en alrededor de 3 millones de habitantes. En 1914 la población de esta región contabilizaba algo más de 2 millones de habitantes y en 1947 casi 5 millones. Mientras que hacia 1960 reunía casi 7 millones y en 1970 más de 8,5 millones. 30 Una de las primeras geografías urbanas de carácter sociológico de Buenos Aires puede verse en Sebreli (1965). La heterogeneidad social y urbana es descubierta y narrada por el autor bajo la modalidad de ensayo a partir de la existencia de espacios sociales y físicos poblados por la vieja y nueva burguesía, la oligarquía, las fracciones de las clases medias, el lumpenaje, el malevaje, los obreros, la pequeña burguesía propietaria de pequeños talleres y comercios, como por ejemplo, almacenes, zapaterías, carnicerías y librerías entre otros. Debe atenderse que Katzman y Retamoso (2005) para Montevideo observan para el mismo período similares grados de heterogeneidad social y urbana. 31 Gutman y Hardoy (2007) entienden que uno de los rasgos del área es que ella no registró, durante esta misma etapa de mayor industrialización y crecimiento demográfico, un gran proceso de marginalización de sus grupos con ingresos más bajos, como sucedió hacia esa misma época, pero también más tarde, en otras ciudades de América Latina.
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59
El que se describe, es además un período en el que la sociedad y el espacio de la metrópolis se
caracterizaron respectivamente, por un escenario social comandado por la emergencia de un
proletariado industrial y de clases medias de movilidad social ascendente –vía industrialización y
servicios– y un desarrollo urbano favorable a la integración social. Estas clases se transformaron
en los principales “agentes integradores” (Svampa, 2005) de otros sectores populares, por
ejemplo, los situados más abajo en la estructura social. A su vez, el proceso de conformación del
escenario urbano, con relación a sus espacios residenciales, se fue cristalizando en el territorio de
la ciudad capital pautado eminentemente por la “grilla y el parque” (Gorelik, 2004) y por la
movilidad espacial de los grupos y clases que fueron arribando y asentándose en la región,
principalmente desde 1936 si se considera la inmigración proveniente del interior del país.
Los patrones de asentamiento poblacional y la estructuración urbana, si bien siguieron grosso
modo las lógicas de la división social del trabajo, del mercado de suelo y de la vivienda, y las
diferentes pautas de sus estilos de vida, también lo hicieron principalmente durante los gobiernos
del peronismo bajo la intervención directa e indirecta del Estado. Todo ello actuó articulando
hegemonía y espacio en lo que hoy es el AMBA, amortiguando en general las condiciones de vida
y la contradicción primaria capital/trabajo de nuevas y viejas clases medias y principalmente de
los sectores obreros que arribaron desde ámbitos rurales durante el mismo período.
El conjunto del proceso devino en una división social del espacio metropolitano que se hizo
paulatinamente discernible por sus “partes” –por entonces no se hablaba de “fragmentos”–
según las relaciones más o menos firmes que los grupos y clases mantuvieron durante el período
con el mundo del trabajo, con la presencia del Estado y con el resto del conjunto social. Esta
división constituyó desde entonces la textura urbana en la que se produjeron no sin tensiones,
pero sin zonas vedadas ni espacios cerrados, la mezcla social y la convivencia en los barrios del
“rico” junto al “pobre” (en la escuela, la calle, la plaza, el comercio y otros espacios de
sociabilidad) (Svampa, 2005). Es que uno de los rasgos que marcaron el “modelo de ciudad” del
AMBA, entre otras de la región, estuvo desde siempre mucho más sujeto al ordenamiento de
herencia europeo de carácter abierto y sujeto a la promoción social, la heterogeneidad y la
interacción entre grupos sociales diferentes, antes que al ordenamiento más concentrado y
cerrado del modelo norteamericano, el cual se caracterizó por “llevar” al espacio una mayor
preocupación por la preeminencia del hogar sobre la calle, de lo privado sobre lo público, del
individualismo utilitario y también de la comunicación más distante (Prevot Schapira, 2000, 2002;
Arizaga, 2005, Oliva i Casas, 2006).
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Si el nivel de análisis que se considera es el de la escala metropolitana, puede sostenerse a
partir de las investigaciones de Torres (1993, 2001) que la espacialización de los grupos y clases
ligadas a los sectores de ingresos medios se produjo principalmente en el oeste metropolitano, los
sectores de altos ingresos en el norte, y los de menor ingreso en el sur (véase además Clichevsky,
Prévôt Schapira, Schneier, 1990; Prevot Schapira, 2000, Clichevsky, 1975, Yuvnosky, 1984). No
obstante, debe considerarse la existencia de otros ritmos si se releva la existencia de sectores
populares de condición social y de hábitat más próximos, o directamente, pertenecientes a los de
la pobreza urbana y eventualmente segregados urbanos. Hacia la periferia de la ciudad, el
crecimiento de los sectores con los mayores problemas de vivienda estuvo asociado directamente
a las primeras villas miseria y/o de emergencia bajo las más precarias condiciones de vida y la
menor posesión de distintos capitales. Se trató ya desde entonces de los márgenes de la ciudad en
los que el “otro”, el villero, vecino del “trabajador prolijo” actuaba como un límite y espejo de su
propia situación (Merklen, 2002). No obstante el espíritu igualador de la época, sin que ello trate
de una “Edad de oro”, ha sucedido que la diferenciación social y geográfica se comportó hacia el
sur de la metrópolis siguiendo pautas de desarrollo decreciente de los capitales sociales y
espaciales, por los cuales, en la medida en que la distancia geográfica hacia el centro era mayor,
los anteriores resultaban menores, y con mayores dificultades a la hora de ser considerados como
factores de integración social y urbana.
Llegado a este punto se está ante el caso de la presencia de un “hábitat informal”, por
entonces sólo las villas miseria, cuyas principales manifestaciones durante una parte del período
de las sustituciones fueron localizadas por Yunovsky en distintos puntos de la aglomeración, y en
general coincidentes con los límites administrativos de la ciudad, las periferias de los partidos del
Conurbano y las proximidades de los ríos Reconquista y Riachuelo. Se trata de la periferia sur y
oeste de la ciudad de Buenos Aires (los barrios de La Boca, Barracas y Flores Sur), la periferia de
los partidos del sur de la primera corona (Florencio Varela y Berazategui), y al oeste/noroeste en
el partido de La Matanza, San Martín y Tres de Febrero. Otro tanto pudo hallarse en el norte y
la proximidad del río de la Plata en los partidos de Olivos y San Isidro. Así, los bordes de los ríos,
la proximidad a las vías más rápidas de comunicación hacia el centro de la metrópolis y los
principales yacimientos de demanda de la fuerza de trabajo, conjugaron factores locacionales de
atracción para la instalación de esta vivienda informal. En ellos se han podido detectar no sólo la
posibilidad del acceso al suelo y más tarde la vivienda por fuera de la esfera mercantil –y en las
peores condiciones del sitio–, sino también una mediana o buena accesibilidad.
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61
1. 1. Grilla urbana y loteos económicos
No obstante el hecho de haber adoptado hasta el momento la escala metropolitana para el
desarrollo de nuestros argumentos, ello no nos exime de establecer algunas diferencias puntuales
y significativas entre la ciudad de Buenos Aires y la parte del AMBA que se denomina Conurbano
Bonaerense. El escenario social y urbano del AMBA se estructuró globalmente de modo
diferente tras la frontera política y representacional de la Av. Gral. Paz durante el período, lo cual
no puede ser desconsiderado al momento de evaluar el comportamiento que siguieron allí los
patrones del desarrollo urbano durante las décadas subsiguientes. Así, los partidos del conurbano
desde el límite con la ciudad de Buenos Aires hacia el interior de las sucesivas coronas
conurbadas en diferentes períodos, conformaron una división social del espacio en donde la
“grilla y el parque” (Gorelik, 1998), como un modo de ejercicio de la hegemonía y patrón
dominante del desarrollo territorial, estuvo más ausente que en el caso de la ciudad de Buenos
Aires. En esta última, el artefacto formó parte fundamental de un proyecto político-estatal que,
desde al menos inicios del siglo XX, fue imaginado para la totalidad del territorio de la ciudad-
capital, aunque desde la misma época, y con especial énfasis desde las décadas de 1920 y 1930, las
diferencias fueron ostensibles con los patrones de desarrollo que se siguieron en lo que por
entonces se denominaba los “alrededores” de la ciudad de Buenos Aires y hoy Conurbano.32
En la provincia –y principalmente reservada a los espacios residenciales de las elites locales y
las actividades burocráticas y comerciales de estas localidades–, la herramienta que Adrián
Gorelik considera decisiva del período por su impacto se ha desarrollado desde entonces con los
mayores obstáculos en muchas porciones de estas localidades de los partidos de la provincia de
Buenos Aires. Entonces eminentemente reservado para los espacios céntricos de la elite local, el
ordenamiento urbano del resto del Conurbano Bonaerense33 se fue configurando más por el
laissez faire estatal y por la especulación inmobiliaria, que por la intervención planificadora directa
32 La planificación de la “grilla y el parque” para todo el territorio de la ciudad de Buenos Aires más allá de la ciudad existente hacia inicios del siglo XX, corresponde a juicio de Gorelik a una voluntad política proyectual que por una parte la diferencia del Estado “prescindente” en otras ciudades de Latinoamérica –que deriva en ellas en una ciudad legal vs. Ilegal– y por otra, siembra en la ciudad de Buenos Aires las bases materiales de una estructura urbana clave de la futura integración cultural y social. Grilla y parque han sido para la ciudad de Buenos Aires dos marcas territoriales clave para un desarrollo urbano planificado tendiente a la “plena” igualación de oportunidades en la dotación de infraestructura social y urbana. 33La “idea” del Conurbano Bonaerense, al menos para los organismos estatales, si seguimos las ideas de Caride (1999), puede hallar sus orígenes en el período que va desde 1925 a 1947, bajo denominaciones tales como “los alrededores de Buenos Aires”, el “Gran Buenos Aires” y muchos otros hasta la actualidad, pero que desde 1947 en el cuarto Censo General de la Nación se introduce la categoría representacional de “El Gran Buenos Aires” para aquél territorio.
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del Estado o el emplazamiento de lo que algunos autores entreven desde otro punto de vista,
como los “equipamientos del poder” (Fourcaut, 2000).
Este conjunto de condiciones para la localización del hábitat ha sido el locus activo en el que
se asentaron mayoritariamente, en la provincia de Buenos Aires, los trabajadores más
representativos del modelo sustitutivo. Se trató de obreros metalúrgicos, textiles, de la
alimentación y de las automotrices en el caso de las grandes empresas, pero también y en un gran
número, los trabajadores y propietarios de las medianas y pequeñas empresas, en muchos casos
de propiedad familiar. Grupos y clases sociales que. como se verá más adelante para el caso del
partido de San Martín, localizaron sus espacios residenciales siguiendo las lógicas más estrictas –
según su estabilidad– con relación al mercado de trabajo, a las del submercado de tierras y a la
intervención directa e indirecta del Estado, aunque con prescindencia del desarrollo de las
infraestructuras físicas urbanas, además de otras dimensiones más simbólicas e identitarias de la
cultura como pueden ser la afinidad étnica de la clase y hasta la procedencia geográfica desde las
provincias del interior de la Argentina. Como se dijo, las lógicas mencionadas no estuvieron
exentas de ser compartidas, aunque en diferente grado, por otros sectores con menores
dotaciones de recursos y varios tipos de capitales, desde al menos mediados de la década de 1940
y 1950, en la periferia y en los bordes de los partidos más representativos del modelo. Referimos
aquí a los sectores que pueden compartir lo que en el capítulo anterior hemos denominado la
segregación urbana.
Así, industrialización, asalaramiento, Estado benefactor, laissez faire, especulación inmobiliaria,
migraciones y suburbanización fueron algunos de los factores que, junto a las tarifas bajas del
ferrocarril subsidiado por el Estado, crearon en esa parte de la provincia: a) condiciones para el
avance de la frontera urbana sobre los modos de vida rurales y la pampa más allá de la avenida
General Paz durante las décadas de 1930/1940 a 1960; y b) las condiciones para una conurbación
menos ordenada, en un proceso típico que se ha denominado la “colonización popular de la
periferia”. 34 En este sentido, dos ejemplos prácticos pueden considerarse como claves de lectura
34 La “colonización de la periferia” –aquí en reemplazo de lo que H. Torres denomina la “suburbanización popular”– fue acompañada por toda una batería de políticas de Estado que también podemos denominar “arreglos espaciales” (Harvey, 1990 [1982]) para el AMBA, que, prototípicas del proceso de industrialización, consistieron en un conjunto de medidas entre las que se destaca la ley 14.005. Referimos a la nacionalización y gestión directa de todos los servicios urbanos (electricidad, luz, gas, transporte, crédito bancario) aunque también a la imposición de tarifas muy bajas en los ferrocarriles suburbanos de Buenos Aires. Como sostiene Torres (1977,1993) ello implicó un subsidio a la tierra periférica con beneficios directos para los trabajadores urbanos, contribuyendo al proceso de “colonización de la periferia” en el período. Otras acciones tuvieron que ver ya directamente con políticas de vivienda en barrios porteños y del Conurbano de acuerdo con modelos de ciudad que pretendieron consagrar en el territorio metropolitano el impulso igualador y comunitario del Estado Social de la época (Aboy, 2003).
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63
para comprender al menos en parte la espacialización de la dirección política y cultural en el
“período de la igualación de las oportunidades”.35 Por una parte se establecieron desde el Estado,
para lo que hoy se conoce como el Gran Buenos Aires, una serie de medidas que actuaron de
modo directo en la producción de espacio urbano y que consistieron, a través de la ley 14.005, en
favorecer el acceso a la propiedad de la tierra de los sectores de menores recursos mediante la
promoción del loteo económico;36 mientras que de modo más indirecto, se puede hacer
referencia a una importante política de impuestos, inversiones públicas, créditos para la
construcción y autoconstrucción de la vivienda, entre otras medidas que más arriba se
comentaron37.
La conformación de la geografía social y urbana del conurbano, mayormente integrada por un
paisaje de fábricas, casas y, por entonces, amplias extensiones de campo y “naturaleza”,
encontraron en esas medidas directas e indirectas las condiciones “objetivas” para el desarrollo de
una división social del espacio particular que, si bien por una parte significó la condición para la
“igualación de oportunidades” y homogeneidad de los grupos y clases sociales residentes en sus
municipios, por otra no logró hacerlo con las características que la grilla y el parque lo hizo con
relación a la integración urbana en la ciudad de Buenos Aires. La espacialización del proceso de
legitimación, de ningún modo lineal, puede entenderse ya no como una realidad pasiva, sino por
la dialéctica misma del proceso que ha sido producto y productora de la misma división. De este
modo, el proceso de urbanización del AMBA, con sus matices entre la “ciudad” y la “provincia”,
se ha estructurado con algunas diferencias con relación a otras de Latinoamérica. Y esto lo ha
hecho a partir: a) de una significativa heterogeneidad social de su estratificación social y urbana
comandada por el ascenso social de las clases medias, las trabajadoras urbanas, y otros grupos y
clases sociales más rezagadas, y b) de un inédito acceso –si se compara el proceso con la mayoría
de aquellos países– de los sectores populares a la propiedad del terreno y eventualmente a la
35 Sobre lo “espontáneo” de la urbanización de los partidos de la provincia de Buenos Aires y lo “planificado” de la ciudad de Buenos Aires, Clichevsky (1975) observa que en esta última se efectúan estudios sobre el punto hacia 1906, y ya en 1932 se encara un Plan para la ciudad y el área circundante de 30 km. de radio, situación que es recién percibida como problema por el gobierno de la provincia en 1938 aunque sin solución hasta ya avanzada la conurbación. Creemos que la espontaneidad en la planificación de la urbanización del Conurbano actuó como condición y herencia espacial para muchos de los fenómenos que durante los ´90 han contribuido a la idea de “crisis urbana, relativizando de este modo los rasgos “novedosos” del proceso. 36 Los loteos, como forma de producción del hábitat que ha contribuido a la expansión urbana, han sido el resultado de subdivisiones de parcelas periurbanas realizadas por empresas inmobiliarias locales para ser vendidas a largo plazo y sin ninguna mejora, pero ante lo cual primaba la legalidad de su adquisición 37 Es mediante la ley 14.005 de 1950 que se definen para la provincia de Buenos Aires las formas jurídicas que asume la venta de tierra en mensualidades, y por otro las escasas restricciones para la producción de tierra urbana, esto significa, dentro de la legalidad, la autorización de establecer loteos sobre cualquier tipo de terreno sin infraestructura, y sólo actuando como restricción que el lote poseyera disponibilidad de agua potable subterránea. De este modo sostiene Clichevsky (1990) se trataba de tierra inapta que se incorporaba a la ciudad, siendo muchas veces inundable, sin infraestructura y con diferentes accesibilidades a los centros de empleo y servicios.
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vivienda. En su conjunto son dos procesos simultáneos que, entonces, han contribuido a un tipo
de ciudad mayoritariamente legal y de urbanización mayormente consolidada con sus diferencias
entre la provincia y la ciudad-capital.
2. Segregación urbana en el AMBA/Conurbano. Aproximación histórica 38
El problema de la segregación urbana en el AMBA, en parte caracterizada a nuestro juicio por
sus vecindades conceptuales y empíricas con el de la marginalidad espacial latinoamericana, ha
tenido entre sus razones de existencia la relación que los pobres urbanos mantuvieron con los
mercados de trabajo, el espacio urbano y el Estado (respectivamente, empleo, hábitat y
ciudadanía). Cabe consignar que este modo de habitar, ha guardado sus semejanzas entre los
diferentes países de la región, pero también sus diferencias con la situación de otros
extraregionales.39 Así, si se concibe junto a Yuvnojsky (1984) que el problema de la vivienda no es
solamente un techo, sino un conjunto de servicios habitacionales que obtiene la población en la
unidad física que habita, como también su ubicación en un determinado punto de la ciudad, se
está ante un problema de la cuestión urbana mediado por la cuestión social, que en nuestro país
tiene su presencia al menos desde inicios de siglo XX –los antecedentes de la huelga de los
inquilinos no pueden dejar de mencionarse–, pero que está presente con mayor visibilidad desde
inicios y mediados de 1930, y mayor contundencia con posterioridad a 1940 (Ratier, 1975).40
Como se ha mencionado antes, existe un importante consenso sobre los comienzos de las
primeras manifestaciones de este modo de habitar en el AMBA, en villas de emergencia, desde
aquel momento. Entre las razones del fenómeno se pondera casi con exclusividad, que se ha
tratado de grupos poblacionales del interior de nuestro país que, frente a la descomposición de
sus economías rurales y la atracción de la industrialización sustitutiva de importaciones, migraron
38 Para este punto se han utilizado los aportes que realizaran sobre el tema: Torres (1977, 1993), Yunovsky (1984), Ratier (1975), Cravino, Gutman y Hardoy (2007). 39 Por ejemplo si se establecen comparaciones entre las metrópolis europeas y latinoamericanas existen obstáculos para caracterizar a la segregación urbana asociada a la marginalidad espacial, por una parte en los términos que lo hace Sigal –informalidad en la posesión y tenencia del terreno y la vivienda– y por otra, en la ausencia casi absoluta de infraestructuras básicas tales como el agua potable, cloacas, suministro “legal” de electricidad, domicilio “legal”, iluminación pública, recolección de residuos y transporte entre otros. Por ejemplo, Ciattoni (2005), dentro de los geógrafos franceses, reconoce que el fenómeno de la segregación urbana con esas características es un fenómeno de excepcionalidad latinoamericana y de otras metrópolis de países del Sur del planeta. 40 Si la vivienda se toma como uno de los observables legítimos del estado de la cuestión social y urbana para la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores hacia 1930 –tal como era uno de los modos de denominación de la región para la época– pueden observarse al menos dos importantes antecedentes. El primero es el de Bialet Massé hacia inicios del siglo XX y el otro, más próximo a los tiempos y el fenómeno de la metropolización, se debe a Alejandro Bunge en su obra Una Nueva Argentina (Nombres de libros con cursivas sin comillas). En este último se dedica un extenso capítulo –“La vivienda popular”– a la cuestión de la vivienda para los trabajadores urbanos y a la necesidad de acompañar el proceso socioeconómico que vivía por entonces la metrópolis y el país, con vastos y urgentes planes de vivienda para los trabajadores más representativos del modelo ISI (Bunge, 2001 [1940]).
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hacia la incipiente metrópolis en búsqueda de mejores condiciones de vida. El conjunto del
proceso no puede desligarse de la tasa de crecimiento de la población urbana, que fue mayor a la
del crecimiento de la población industrial, lo que derivó en una masa de pobres urbanos que no
encontraron de modo inmediato, una adecuada inserción en el mundo del trabajo. Esto tuvo
como consecuencia modos de habitar de condiciones habitacionales precarias que estuvieron
ampliamente caracterizadas por su localización periférica, y concentrada en algunas partes de los
suburbios de la metrópolis, y con muy bajas –a veces inexistentes– dotaciones de infraestructura
de servicios, razón por la cual la vía de integración al resto de la ciudad mediante la urbanización
estuvo ausente en muchas de sus dimensiones.
Si se sigue para esta parte a Cravino (2006) y Merklen (2002), las villas miseria metropolitanas
pueden ser definidas como urbanizaciones informales que resultaron de las ocupaciones de
tierras urbanas, mayormente fiscales, por entonces vacantes, a lo que le siguió un empleo de
capitales espaciales y un desarrollo territorial que ha dado cuenta por lo general de un trazado
muy irregular, con dificultades para un posterior trazado de calles. En general han contado con
una buena localización y por lo tanto mediana accesibilidad, en donde el suelo urbano era ya por
entonces escaso. En general, las estrategias de estos pobladores han respondido a prácticas
individuales y diferidas en el tiempo durante varias décadas. Los materiales iniciales de su
construcción fueron siempre muy precarios aunque paulatinamente mejorados.
Otro de los rasgos característicos ha sido su alta densidad poblacional y la baja calificación de
sus capitales culturales. Mientras que a partir de la década de 1960, al contingente de las
migraciones del interior se le fueron sumando migrantes de países limítrofes (Paraguay y Bolivia
fundamentalmente) con similares dificultades de inserción para el acceso a una vivienda digna.
Ante la ausencia de políticas estatales y el alto precio de las que proveía el mercado, el fenómeno
del hábitat informal, y con ello muchos de los rasgos de la segregación urbana, se incrementaron
(Yunovsky, 1984).
2. 1. Medidas de la segregación urbana
Siguiendo a buena parte de los autores mencionados en los párrafos anteriores el problema
del hábitat informal sufrió sus altibajos durante el período que estamos describiendo. Según
indica Yuvnosky, en 1956 la Comisión Nacional de la Vivienda censó a 112.350 personas
residentes en villas en lo que hoy es el AMBA, el 1,9% del total de la población de la
aglomeración. De ese total, 33.920 personas correspondían por entonces a la Capital Federal,
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66
cantidad que representaba el 1,1 % de su población (Yunovsky, 1984: 78-79). El crecimiento ha
sido sostenido si se considera que un censo, incluso no completo, del Ministerio de Bienestar
Social, estimó que hacia 1968 en el mismo territorio su número se había incrementado hasta
totalizar 102.143 personas, mientras que para el conjunto del área metropolitana había crecido a
la cifra de 526.043 (Yunovsky, 1984: 163-164). La población residente en villas creció entonces,
más de un 300% entre 1956 y 1968 en la ciudad de Buenos Aires, y casi un 500% para el mismo
período y en el conjunto de la aglomeración.41
Para el período siguiente a 1976, los altibajos en el crecimiento de la población villera
metropolitana deben ser contextualizados por el desempeño de la política habitacional y por la
persecución de los sectores populares durante la última dictadura militar. Es en este período
cuando una parte de la significación del sentido estricto y etimológico de la segregación urbana
toma mayor representación empírica al tratarse de una política de segregación y persecución de
los residentes en las villas entre otros miembros y hasta de los líderes organizacionales de los
sectores populares. El descenso del número de estos habitantes en el territorio de la ciudad
capital está directamente relacionada con las políticas de erradicación y traslado compulsivo y
expulsión –“apartamiento”– fuera de los límites de la ciudad, la provincia de Buenos Aires –La
Matanza y San Martín fueron un destino importante de esa población– e incluso el país de
origen para los residentes extranjeros (Oszlak, 1991). Así, el método de la erradicación como
política con respecto a las villas comenzó a establecerse bajo la responsabilidad del Estado
cuando en 1975 la población villera alcanzaba por entonces casi 180.000 habitantes y 218.000 en
1976 (Yunovsky, 1984: 248-250), es decir, casi un 100% más que en 1968 y casi un 700% más
que en 1956.
La política pública de la vivienda, forjada al amparo de las instituciones estatales, aunque no
democráticas en el período 1976-1983, apartó y separó materialmente de la ciudad de Buenos
Aires, debido a sus propias prácticas discriminatorias, a una parte importante de los pobres
urbanos con los mencionados atributos. Insuficientes los mecanismos vigentes de la economía
para hacerlo, esta parte de la política estatal derivó en que hacia el año 1981 la población de las
villas disminuyera hasta alcanzar la cifra de 14.000 personas (Yuvnosky, 1984: 353-354) o bien
38.000 si se sigue otras fuentes (Cravino, 2007: 47).
41 Debe aclararse que, para todos los datos que componen este punto, cabe la advertencia de la significativa precariedad en la calidad de la información. Tanto Yunovsky (1984) como Cravino (2007) y Torres (1993) coinciden en el subregistro de los números totales, los cuales en la mayor parte de los casos son el producto de sus propias investigaciones construidas sobre la base de artículos periodísticos, información de ministerios y secretarías y censos municipales. Siendo, a pesar de sus limitaciones metodológicas, los censos nacionales realizados a partir de 1980, los de mayor fiabilidad. Por lo tanto, las cifras que se presentan han sido adoptadas observando la coincidencia mayoritaria que presentan los autores y mencionando expresamente cuando entre ellos se observan diferencias.
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El período que sigue, que es el del retorno a la democracia, significó comparablemente al
menos en términos cuantitativos, un relativo regreso/incremento a las cifras de períodos
históricos anteriores. Hacia 1991 la población en villas según Cravino (2007: 47) superaba las
50.000 personas en la ciudad capital y 400.000 para el total del AMBA, 42mientras tanto, hacia el
2001, la población residente en ellas se estima en 110.000 habitantes y casi 600.000
respectivamente. Hacia el mismo año y manteniendo la división social del espacio metropolitano
antes mencionada, la misma autora estima que casi el 50% de las villas y asentamientos se
encontraban localizados en el sur del AMBA/Conurbano Bonaerense (Almirante Brown,
Avellaneda, Berazategui, E. Echeverría, Ezeiza, Lanús, Lomas de Zamora, Quilmes y Florencio
Varela), casi el 40% hacia el oeste y noroeste (San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, José C. Paz,
La Matanza, Malvinas Argentinas, Merlo, Moreno, Morón, San Miguel y Tres de Febrero) y en el
norte apenas un 10% (San Fernando, San Isidro, Tigre y Vicente López). Por su parte, si nos
detenemos en los partidos del área que incrementaron en mayor número absoluto y relativo este
tipo de población, nos encontramos que entre 1991 y 2001 San Martín es el partido que alcanzó
la mayor proporción relativa de habitantes de villas y asentamientos a esa escala territorial. Esta
población creció desde un número próximo a los 46.000 habitantes en 1991 (11,3% del total del
partido) a más de 70.000 en 2001 (18% del total del partido), lo cual arroja un crecimiento de
alrededor del 66% para el período. Siguiendo a este partido, se encontraba hacia el 2001, Lomas
de Zamora (15,6%) y después Lanús (10,8) (Cravino, 2007: 42).43
En resumen, el histórico poblamiento del AMBA y Conurbano a través del fenómeno de la
segregación urbana no trata de un fenómeno reciente sino que con altibajos forma parte de la
estructuración del área mencionada. En este tránsito, el partido de San Martín ha ocupado un
especial lugar en lo que refiere al crecimiento comparativo del fenómeno con relación a otros
municipios y particularmente en las últimas décadas.
42 Fernandez Wagner (2005) de la Universidad Nacional de General Sarmiento estima que en la actualidad en el conurbano hay aproximadamente un millón de personas distribuidas en 700 a 1000 villas y asentamientos pero a éstos habría que añadirles “casi un millón de personas en condiciones irregulares muy difíciles de registrar: una familia que ocupa aisladamente un lote; casas tomadas en la ciudad y loteos clandestinos, especialmente en el tercer cordón del conurbano. Esto aproxima el total a los dos millones de personas”. Extraído de Groisman y Lourdes (2006). 43 Como advierte Cravino (2007), ante los graves problemas existentes sobre la obtención de los datos acerca de la problemática, debe considerarse que, si bien el crecimiento en el caso del partido de San Martín es inobjetable, debe observarse con gran reserva el liderazgo en el crecimiento,dado que se carece de información similar sobre la misma situación en una gran parte de los partidos del Conurbano.
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68
3. Hegemonía neoliberal y transformaciones recientes
Los cambios que se suceden en la hegemonía desde mediados de la década de 1970 y con sus
altibajos hasta el presente, llevan en sí como antes se entrevió para el período anterior, una serie
de profundas transformaciones que afectan los escenarios sociales y urbanos del AMBA, aunque
también los de una parte importante del sistema urbano y regional para el conjunto del país cuyas
variables, si bien son afectadas según sus diferencias regionales, no escapan en su conjunto a los
rasgos característicos de la reestructuración social y urbana del período.44 Así, para dar cuenta de
lo “novedoso” del proceso actual, hemos visto al menos dos posiciones fuertemente
contrapuestas, y parcialmente combinadas, en torno a las tesis de la ciudad dual y la ciudad
fragmentada y desigual.
Amparándonos en esas interpretaciones teóricas que desbrozamos en el capítulo precedente y
sobre algunos aspectos empíricos de la historia de la conformación de la metrópolis en el
presente capítulo, nos proponemos para los próximos apartados examinar más puntual y
geográficamente sobre los rasgos “excepcionales” del proceso para el actual período, por lo que
para nosotros importa tanto la pregunta sobre ¿Qué ha sucedido con la cuestión social y urbana
en el período? como también aquellas que indagan en la geografía y lo situado de algunos
aspectos del proceso.
Si antes de recalar en la Argentina, el AMBA y el conurbano, efectuamos un recorrido por el
resto de América Latina las estadísticas brindan sobrados motivos para sostener que los cambios
socioeconómicos con sus esperables diferencias entre países, son un fenómeno compartido con
el resto de la región. Si se sigue a Raygadas (2008), el crecimiento de las desigualdades en América
Latina –hasta convertirla en la región más desigual del planeta– ha tenido como principal núcleo
explicativo y común del proceso, la enorme concentración del ingreso. Por ella, la participación
de los asalariados en el PBI disminuyó drásticamente. Por ejemplo, en México pasó del 35,7% en
1970 al 29,1% en 1996, en Argentina del 40,9% en 1970 al 29,6% y en Venezuela pasó del 40,4%
en 1970 al 21,3% en 1987. A juicio de Raygadas (2008), el cual es compartido por otros autores
(Portes y Roberts, 2005), el primer nodo del debate actual sobre la desigualdad en América Latina
44 Cabe considerar que hacia fines de 1995, una vez consolidado el ajuste estructural en su fase expansiva/regresiva, y la identificación entre “ganadores” y “perdedores”, el desempleo crece extraordinariamente no sólo en el AMBA sino en la mayoría de las grandes ciudades, o bien en las principales ciudades de las provincias del interior. Rofman y Romero observan que el desempleo en el Gran Rosario crece desde el 21,5% en 1993 hasta el 34,1% en 1995. Respectivamente en S. M. del Tucumán desde el 26,6 al 33,2; en Santa Fe desde el 26,9% al 34,9%; en Gran Resistencia desde el 15,9% al 25,5%. En general el incremento del desempleo para los 25 aglomerados que el INDEC analiza a partir de la Encuesta de Hogares nunca es inferior al 30% (Rofman y Romero, 1997).
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debe centrarse en el balance de los procesos de ajuste estructural, el cual incluyó la apertura del
comercio exterior y el fin de la política industrial, la privatización de empresas públicas, la
desregulación financiera, la reforma de los sistemas de pensiones y la eliminación de subsidios
entre muchas otras medidas. Todo esto puede ser hallado en las actas del Consenso de
Washington y en su puesta en marcha en lo sucesivo, ya que cada país fue afectado de modo
diferente según sus propias características socio-históricas, geográficas y culturales durante el
proceso, pero teniendo como trasfondo por parte de los sucesivos gobiernos de la región, la
adopción de la ideología neoliberal y el libre mercado. Sin embargo, en rigor también puede
preguntarse –lo cual excede las intenciones del capítulo– por algunas dimensiones del contexto
macrosocial, las que exceden los límites de la esfera de acción de los gobiernos, para abarcar los
consensos, las coerciones y las resistencias del conjunto de la sociedad o una parte de ella en
diferentes planos de “lo social”.
De modo global, el fin del modelo ISI a comienzos de la década de 1980, y su paulatino
reemplazo por un modelo de desarrollo orientado a las exportaciones, habida cuenta de las causas
mencionadas, trajo también como consecuencias para los mercados de trabajo de la región, el
incremento del desempleo y disminución de la clase trabajadora formal y la atenuación de la
división entre trabajo formal e informal por la desaparición de la cobertura social asociada al
trabajo formal. Así, el incremento de las desigualdades y de la pobreza debido a que los beneficios
económicos del nuevo sistema son principalmente apropiados por las elites, derivan en un
incremento de la desigualdad y deprivación relativa que conducen a una “empresarialidad
forzosa”, y especialmente entre los jóvenes, con crecimiento del crimen, violencia e inseguridad
ciudadana entre otros hechos y situaciones (Portes y Roberts, 2005: 26-27). Específicamente si se
observa, junto al listado anterior, la situación en torno a la metamorfosis de la sociedad salarial y a
su impacto en el mundo del trabajo, no puede dejar de considerarse globalmente la precarización
del trabajo en lo que refiere a su flexibilidad creciente y a la paulatina desaparición del contrato
laboral, de la rotación, de la temporalidad, de la reducción de sus tiempos muertos, y de la
desaparición del salario como una categoría socio-jurídica (Castel, 2001 [1995]; Harvey, 1998
[1990]).
A contramarcha de los fundamentos dualizadores de Castells y Sassen, que explican a nuestro
juicio la situación alcanzada en la sociedad y en la ciudad por un cambio tecnológico en el modo
de producción, se está ante una explicación que se basa en consideraciones que amplían la escala
más allá de esa parte del reino de la economía –a nuestro juicio el de las relaciones técnicas de la
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70
producción– para extenderse e imbricarse en una multiplicidad de planos posibles de la agencia
social, de las formaciones sociales y también de las formaciones urbanas.
Amén de todas las fragilidades emergentes del “nuevo” mundo del trabajo para los que
permanecieron dentro de él, la situación se ha tornado más grave aún cuando una parte
importante de la población –más cerca de la exclusión que de la inclusión– es expulsada y
transformada en supernumeraria (Castel, 2001 [1995]) o bien en parte creciente de la masa
marginal (Nun, 2001). En este sentido, existen hipótesis fuertes sobre que una parte de ella pasó a
tomar como residencia el hábitat informal en sus variadas formas hasta llegar a la segregación
urbana. A diferencia de las perspectivas dualizadoras, los autores que directa o indirectamente
confrontan con estos últimos, toman como sujeto responsable del proceso al Estado y la empresa
(Castel, 2001 [1995]). Son marcos que procuran identificar al mando de la agencia, la dirección
política y cultural que ejercen los viejos/nuevos sectores dominantes de la Argentina, antes que
en el exclusivo y aislado reino de la economía.
Todo lo anterior daría el marco para comprender la metamorfosis de la situación de
diferentes grupos y clases sociales en la ciudad, estimando que la preposición en viene a explicar
los fracasos en el consumo de variables de flujo, a causa de las precarias relaciones que ellos
comenzaron a tener durante el período con los mercados de trabajo metropolitanos . Por su
parte, la situación alcanzada en la Argentina –de degradación económica– si se sigue a
Andrenacci, ha derivado en consecuencias negativas para una gran masa de asalariados por las
cuales estos comenzaron a sufrir una serie de consecuencias negativas para su acceso a los
recursos monetarios y a la protección social, desestabilizando así a las clases fundamentales del
proceso de igualación y cohesión sociales del período anterior, y ya no sólo para el AMBA sino
para la estructura social del país.
En su conjunto son procesos de desafiliación, que condujeron mayoritariamente hacia una
fragmentación social que se manifiesta en una multiplicidad de situaciones de vulnerabilidad,
antes que en dualización o en polarización absoluta. Es así que, en el marco del pronunciado
deterioro socio-económico, el escenario social se caracteriza por la heterogeneidad de las
situaciones de los grupos vulnerables, que conforman un arco de gradaciones entre las situaciones
de inclusión y de exclusión social (Andrenacci, 2003: 8-9) y que abarcan al conjunto de la
estructura social, aunque con diferentes intensidades según la posesión de distintos tipos de
capitales espaciales y sociales. El proceso, entonces de ningún modo homogéneo, ha presentado
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71
para otras de sus caras o fragmentos de la estructura social, un comportamiento, que, como
sostienen Kessler y Di Virgilio (2008), ha sido acorde al de una movilidad estructural ascendente
para otros grupos y clases durante el mismo período. Se trata de un incremento absoluto y
relativo de puestos representativos de la clase media por el nivel de calificación requerido, que
combinaron la nueva y precaria estabilidad con ingresos degradados.
Debe atenderse entonces que si, por una parte se habló de las mutaciones que se llevaron
adelante por la responsabilidad de la empresa, debe atenderse al lugar que le correspondió al
Estado en el creciente inequilibrio y ya no sólo en su responsabilidad ideológica en la producción
imaginaria del proceso, sino concretamente en su decisión sobre las políticas públicas y sociales,
las cuales implicaron una profunda reorientación de las transferencias económicas que pudieran
morigerar la gravedad de la cuestión social y también de la cuestión urbana. Por su parte,
contrariando las tesis que igualan estructura social/estructura espacial, las situaciones sociales
emergentes en torno a la “nueva pobreza” actuaron en aquel período deslocalizando
territorialmente las condiciones de vida esperables y previsibles para determinados barrios de la
metrópolis, hacia los cuales se extendió un tipo de pobreza caracterizada por ser de “puertas
adentro” (Minujín y Kessler, 1995).
Mientras tanto, otras situaciones pueden agregar heterogeneidad a los cambios sociales
descritos en este punto para que pueda ser ponderado su impacto urbano. No obstante,
considerando al menos los mencionados –la cuestión urbana en el período en lo que hace a
servicios básicos como la salud, la escuela–, desde el ámbito del Estado no se desarrollan medidas
directas o indirectas que satisfagan las demandas de los sectores más desfavorecidos, ya sea que se
trate de los nuevos pobres o de los pobres estructurales. Estamos introduciendo las relaciones
que en el período se tejen ya no sólo en la ciudad sino además por parte de la ciudad, fenómeno
análogo a ser considerados así en los términos de la cuestión social y la cuestión urbana.
La situación así planteada ha derivado, según la opinión de Mongin (2006) en el ámbito
europeo y de Queiroz Ribeiro (2007) en el latinoamericano, en que la ciudad está atravesada
actualmente por una creciente disociación entre urbs (forma espacial y arquitectónica de la ciudad)
y civitas (las relaciones humanas y políticas que se generan en ellas). Y que antes, durante el Estado
de Bienestar, resultaron más asociadas, logrando un desarrollo urbano más igualitario. La
integración social y la integración urbana para el período que estamos comentando y en tensión
con las fragmentaciones mencionadas, marcan su diferencia con el período anterior –mayor
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72
asociación entre urbs y civitas– debido a la crisis del modelo de crecimiento socio-económico y de
las formas de intervención del Estado.
La renovación de carácter negativa del vínculo entre espacio-ciudadanía y empleo trajo
aparejada una paulatina degradación, a veces abrupta, en muchas de las dimensiones de lo social y
de lo espacial urbano. Ello, principalmente con relación a un estado anterior en lo que hace a las
condiciones de generación del empleo y de la financiación de la estructura de la protección social.
La crisis de los mercados de trabajo y la reorientación de las transferencias económicas destinadas
a sostener los soportes de proximidad y las infraestructuras urbanas han dado paso a una nueva
cuestión social y urbana por la cual, en la metrópolis, se comienza a configurar una
sociedad/espacio diferente que aquí preferimos caracterizar, por la heterogeneidad de su
entramado social y urbano, y como asimilable a una ciudad fragmentada y desigual.
3. 1. Un punto aparte: la discusión sobre la dualización metropolitana
Antes de pasar a las medidas actuales de la heterogeneidad social y urbana en el AMBA nos
interesa en particular abordar brevemente los problemas conceptuales, teóricos y de método que
son el contexto de nuestra decisión de atender a los diferentes niveles y/o escalas de análisis. Al
tratar en esta tesis sobre los mecanismos que actúan en la generación de los mayores grados de
separación física, aislamiento social y homogenización social de determinados territorios en el
contexto de la ciudad actual, la pregunta por el rol del Estado, las instituciones y la política en el
caso de América Latina, pareciera orientar –y principalmente desde la década de 1990– cualquier
itinerario teórico de reflexión sobre la cuestión social y urbana en la región. De todos modos,
cabría establecer prudentes diferencias entre aquellos autores que durante los años ´90 adoptaron
la modalidad de pregunta a la que nos referimos, y por otra parte aquellos autores que optaron
por hacerlo por los mismos mecanismos de la generación de las desigualdades, pero bajo los
marcos de la dualización y la polarización social. Por este motivo, si bien algunos aspectos
empíricos serán abordados con más detenimiento en el próximo capítulo, esta parte está dedicada
a examinar brevemente los marcos de las tesis y de los postulados que, a nuestro criterio,
orientaron una parte importante de las reflexiones sobre la división social del AMBA que es, a su
modo, una pregunta por los “ritmos” de la ciudad.
Estimamos que una parte importante de la literatura específica que ha interpretado desde
mediados de la década de 1990 la naturaleza de los cambios mencionados a escala de la
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73
metrópolis lo ha hecho siguiendo mayoritariamente las tesis de Castells y Sassen, y sus obras aquí
mencionadas. Entre los trabajos más abundantemente citados en esa línea teórica y metodológica
se encuentran los elaborados por Ciccolella (1999) Ciccolella, Mignaqui y Szajnberg (2003ª,
2003b, 2006) Mignaqui (2002), Finquelievich (2004) y en parte también los de Torres (2001). En
principio se trata de trabajos que asumen en profundidad los postulados que estructuran el
itinerario lógico y causal que antes esquematizamos para los autores de la ciudad dual
(reestructuración económica � polarización social � ciudad dual) en el marco de la
globalización económica y tecnológica. En este sentido, son estudios que toman como principales
ejes de investigación empírica, la dinámica inmobiliaria y las nuevas tipologías de espacio
residencial, la difusión de grandes equipamientos de consumo, ocio, espectáculo y turismo, las
nuevas lógicas de localización del capital industrial y el rediseño de la red de transporte
metropolitano (Ciccolella, 1999). Como en el caso de Sassen, a juicio de Ciccolella el desarrollo
de los servicios avanzados, y dentro de ellos los servicios banales, constituyen la clave de la
tendencia y son los que actúan como un “ordenador territorial” (Ciccolella, Mignaqui, Szajnberg,
2006:15-17). A su vez, estos mismos autores encuentran, de modo similar a como lo hemos visto
antes en el caso de Castells, que el proceso se vería motorizado e impulsado por su dependencia
de los espacios de los flujos y de la economía y sociedad red.
En general, estos estudios han orientado principalmente sus investigaciones empíricas a
analizar con gran detenimiento las transformaciones espaciales de la región a partir del despliegue
en el territorio de los “artefactos de la globalización” y/o “nuevos objetos urbanos” (countries,
autopistas y otros mencionados más arriba). Por el contrario, si bien cada uno de estos estudios
se detiene en las transformaciones de los escenarios sociales, el nivel de detalle y la escala que
utilizan son comparativamente de una alta generalidad, y las determinaciones entre espacio y
sociedad, significativamente lineales. Como sucede con los enfoques dualizadores, que hemos
observado antes críticamente, en ellos se asume el postulado de la polarización social
desatendiendo la posibilidad de un análisis más fino y de mayor detalle territorial sobre el
comportamiento de los indicadores socio-demográficos de la cuestión social y urbana. En este
sentido, los condicionantes teórico-metodológicos de la ciudad global e informacional, en lo que
respecta a la polarización social y a la segregación socio-territorial, actúan sobre la producción de
los resultados de tal modo que, al momento de ser tratados los problemas de la cuestión social y
urbana, sólo se distinguen aquellos que “reflejan” en el espacio las transformaciones del polo
“ganador” y en el otro extremo el del polo “perdedor”.
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74
Cabe por nuestra parte, la introducción de otros marcos que, con mayor o menor grado de
comunicación con las tesis de la ciudad global e informacional, nos permitan ir aproximándonos
–y para el caso del AMBA– a perspectivas y a marcos más compatibles y partidarios de las tesis
de una ciudad fragmentada, o bien social y territorialmente más heterogénea. Puede servir a tal fin
el cuestionamiento que realiza Castel (1990) sobre la tesis única de la polarización social. Para él
es necesario distinguir los procesos particulares del aumento simultáneo de la riqueza de los más
ricos y de la pobreza de los más pobres (polarización social), del aumento de la desigualdad entre
los distintos estratos de la escala del nivel de rentas (o de patrimonio), a lo largo de toda la escala
de estratificación.
En parte, estos últimos postulados se transforman en discurso propio para Prevot Schapira
(2000, 2002) al ser trasladados al AMBA. Con un pie en las transposiciones que Donzelot y
Mongin (1999) realizan desde su análisis de la cuestión social a la cuestión urbana, la autora pone
de relieve entre otros cuestionamientos, la necesidad de repensar la dualización bajo el examen de
la fragmentación social y urbana. De este modo, la pobreza extendida socio-territorialmente,
como uno de los rasgos que definen esa fragmentación, dificulta la reducción de la estructura
espacial a la estructura social o bien la posición geográfica a la posición en la estructura de las
clases. Para ello, propone la novedosa existencia de una superposición de diferentes espacios
residenciales, en los que la distancia social entre los próximos en el espacio ha crecido a causa de
la nueva pobreza y la desestabilización social. A su vez, forma parte del fenómeno la emergencia
de pequeños focos de emergencia habitacional –fractales– ahora enclavados en territorios
tradicionalmente atribuidos a las clases medias. No obstante las gradaciones presentadas y la
heterogeneidad de sus descubrimientos, también cuentan las nuevas urbanizaciones (countries y
barrios privados), y el crecimiento de la pobreza estructural urbana para el caso de las villas y de
los asentamientos. En este contexto de discusión, nos parece pertinente examinar las
mencionadas transformaciones a la luz de diferentes niveles y/o escalas de análisis.
3. 2. Las escalas de las transformaciones en el AMBA/Conurbano bonaerense
En la Argentina, el pico máximo de los niveles socioeconómicos de pobreza, según las escalas
espaciales que se estimen, alcanzó para el país el 50% de los hogares hacia octubre de 2002, lo
que correspondió a casi el 60% de las personas y a más del 70% de los niños menores de 14 años.
Por su parte, si se considera, en cambio, su evolución específica para el AMBA y se combinan,
además, otros indicadores asociados, se obtiene que entre 1980 y 2001 el desempleo crece allí
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más de ocho veces al pasar de 2,3% a 19%, y en los hogares con ingresos inferiores a la línea de
pobreza de 6,1% a 25,5%, mientras que el índice de Gini, normalmente utilizado para medir la
desigualdad/concentración de los ingresos u otras formas de la distribución desigual, se
incrementó alrededor de un 60% en la misma aglomeración al pasar de 0,385 a 0,516 en apenas
dos décadas (Bayón y Yaraví, 2006).
Estas escalas geográficas o niveles de análisis, como de modo más usual se las denomina en el
resto de las ciencias sociales –en un caso la nacional y en el otro la metropolitana–, si bien crean
condiciones de posibilidad para aproximarse a la magnitud y a la localización geográfica de los
cambios estructurales, tienen un alto nivel de generalización y homogeneidad, pero que son por
su parte los que resultan en general más usuales cuando las perspectivas dualizadoras son las que
orientan las aproximaciones al universo empírico. Por cuestiones que fueron objeto de reflexión
en el capítulo anterior, creemos que estas escalas resultan metodológicamente insuficientes, si lo
que se quiere detectar es alguno de los rasgos más significativos de la cuestión social y que
pueden derivar o no en cuestión urbana. Ellos son por una parte la creciente heterogeneidad
social de grupos y de clases resultante del proceso en curso, y por otra –ya cuando se lo
pronuncia en términos de la cuestión urbana–, un tipo de riesgo y de vulnerabilidad social de una
fuerte inscripción espacial y/o territorial, vía la insuficiente o inexistente provisión de capitales
espaciales e infraestructuras provistas por el Estado. .
Siguiendo la línea de reflexión propuesta para esta parte, la de ir desbrozando niveles de
análisis, debe comprenderse que tampoco la aglomeración Gran Buenos Aires es una entidad
socioterritorial homogénea. Los comportamientos sociodemográficos y de otras dimensiones
durante el período, difieren por ejemplo entre la Ciudad de Buenos Aires y los partidos del
Conurbano Bonaerense (CB). Asimismo, las diferencias y desigualdades hacia el “interior” del
conjunto “partidos del conurbano” son ostensibles, si se persigue la idea de ponderar más
adecuadamente la mencionada heterogeneidad, por lo que un nivel de análisis diferente y más
adecuado a los patrones de ese tipo de búsqueda puede brindar otros resultados confrontativos
con los dualizadores. En este sentido algunas investigaciones más o menos recientes (Panigo y
Lorenzetti, 2000) que han seguido una metodología de corte para este territorio e inspirada en
anteriores construcciones metodológicas del INDEC, lograron dividir multidimensionalmente el
conurbano al seleccionar algunos de los indicadores sociodemográficos más representativos de
las variables Trabajo y Educación, obteniendo así clusters, cada uno de los cuales corresponde a
los espacios sociales CB1, CB2, CB3 y CB4. De este modo cada uno de los conurbanos (CB),
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plausiblemente asimilables a los diferentes ritmos de la cuestión social, ha dado cuenta de la
existencia: de un CB1 integrado por los partidos de San Isidro y Vicente López; de un CB2:
conformado por los partidos de Avellaneda, Matanza1, Morón, Gral. San Martín y Tres de
Febrero; de un CB3: a los cuales pertenecen los partidos de Almirante Brown, Berazategui,
Lanús, Lomas de Zamora y Quilmes, y el CB4, por Florencio Varela, Esteban Echeverría, Merlo,
Moreno, General Sarmiento, Matanza2, San Fernando y Tigre.
Si se siguen las conclusiones del mismo estudio, los autores sostienen que entre 1980 y 1991
el crecimiento demográfico en el denominado el CB4 ha sido importante (33,4%), si se lo
compara con la desaceleración del conjunto del CB (15,8%), aunque mucho mayor que la del CB
1 (1,4%). Esto puede deberse tanto al aporte migratorio proveniente del interior del país y a los
emigrantes de países limítrofes como a los resultados de las políticas segregatorias de expulsión
practicadas en la ciudad de Buenos Aires. Se trata de grupos poblacionales que mayoritariamente
se instalaron en este espacio social debido probablemente a la existencia de tierras no urbanizadas
(públicas y privadas) que facilitaron su acceso informal al terreno, o bien debido a su menor valor
en el mercado. Por su parte, en el CB4 las tasas de desempleo crecieron entre 1991 y 1998 cerca
del 200% alcanzando las más altas del CB, con la particularidad de que la mayor parte de su PEA
trabaja en los empleos de la más baja calificación, cuestión bien diferenciada en ambas
situaciones, de lo que sucede en el CB1, a lo que cabe agregar que el crecimiento de asalariados
sin jubilación creció superlativamente en el CB1 (69%), si se lo compara con el comportamiento
de la misma variable en el resto de los CB´s. Esto favorece la hipótesis que ante el crecimiento
del empleo en el mencionado CB, este lo ha hecho con signos de mayor precariedad social (ver
cuadro Nº 1).
Cuadro Nº 1: Indicadores laborales del Conurbano Bonaerense y sus distintos espacios sociales. 1991- 1998.
Indicadores Total CB1 CB2 CB3 CB4
1991 1998 Var % 1991 1998 Var
%
1991 1998 Var
%
1991 1998 Var
%
1991 1998 Var%
Tasa de desocupa-ción
6,8 15,8 132,4 3,2 12,9 303,
1
5,6 13,9 148,
2
6,8 14,5 113,2 8,4 18,6 121,4
Ocupados asalariados
69,2 73,7 6,5 64,1 66,3 3,4 68,7 73,4 6,8 68,3 75,0 9,8 71,5 74,5 4,2
Ocupados profesiona-les
5,2 5,4 3,8 17,9 15,3 -14,5 5,2 6,5 25,0 4,8 4,3 -10,4 2,7 3,4 25,9
Tasa de actividad jefes de hogar
73,6 75,3 2,3 72,5 77,2 6,5 49,4 50,8 2,8 47,6 46,7 -1,9 52,1 49,5 -5,0
Fuente: Elaboración propia a partir de Panigo y Lorenzetti (1999)
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Otros autores (Bayón y Yaraví, 2006) que segmentan socioespacialmente el Conurbano con
similares criterios (CB1, 2, 3 y 4) han sostenido que en el CB2 entre 1991 y 2002 la población en
hogares con ingresos inferiores a la línea de pobreza en esta zona se triplicó, alcanzando a más de
la mitad de sus habitantes, mientras que, si se ponderan las relaciones entre el nivel educativo de
la población económicamente activa de los espacios sociales analizados, también en el CB4 al
finalizar la década pasada resultaba que 8 de cada 10 miembros de la PEA no había logrado
completar el nivel secundario, equivalente a 12 años de educación formal (Bayón y Yaraví,
2006:67), lo cual constituye una probable barrera para la obtención de un empleo mejor
remunerado. En su conjunto, son valores que permiten concluir que las condiciones de la ciudad
heredada para el Conurbano (como vimos antes por ausencia de la grilla y el parque y el laissez
faire estatal) se imbrican significativamente con las hipótesis de movilidad y establecimiento
residencial que, en el caso de los más pobres, lo hicieron mayoritariamente trasladándose e
instalándose en determinados espacios sociales y junto a otros de similar condición social y
probable segregación urbana.
Mientras tanto en el plano de los estudios sobre la segregación urbana, durante los últimos
años han aparecido algunos directamente relacionados con ello y para el AMBA. En este caso,
nos referimos a los trabajos de Groisman y Lourdes (2005, 2006) que, con relación a los de
Panigo y Lorenzetti (1999) utilizan: a) un nivel de análisis escalar diferente –el trabajo con
fracciones y radios censales hacia el interior de los partidos–, b) una mayor preocupación por
la cuestión urbana –incorporación de indicadores urbanos– y también c) el uso de otra técnica de
producción de los datos –índices de la segregación–. Si bien las conclusiones en parte pueden
resultar poco comparables por su diferencia en la utilización de los indicadores y de los
procedimientos de cálculo, sirven a los fines de describir otras dimensiones y características del
proceso. Estos resultados en comparación con los presentados antes sobre los espacios sociales
del Conurbano Bonaerense presentan una situación que brinda también heterogeneidad para
pensar la diferenciación social y urbana en el mismo territorio.
El mencionado estudio sobre la segregación urbana en el AMBA coincide en que el impacto
diferencial del deterioro laboral, por su disimilitud y aislamiento, resulta significativo según el
lugar de residencia del que se trate. A mayores precariedades del entorno y de la vivienda, las
posibilidades de conseguir un trabajo resultan menores para quienes viven en estos mismos
barrios. En este sentido otro de los hallazgos consiste en determinar que, si bien la segregación
urbana en general no ha crecido por disimilitud durante el período 1991-2001, la incidencia por
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razones atribuidas al estado de la vivienda son mayores que las atribuidas al nivel de educación
alcanzado por el Jefe del hogar. Por su parte, si bien los partidos de la primera corona –en donde
se encuentra el partido de San Martín– no registraron cambios notables en el índice de
segregación mencionado, en la segunda corona este alcanzó mayoritariamente una variación
superior del 30%. Así, el incremento de esta segregación, registrado en esa misma corona con
relación a su número de población se hizo siguiendo un patrón de segregación económica.
Si por otra parte se establecen mínimas comparaciones, a sabiendas de las diferencias
mencionadas, entre el trabajo sobre los espacios sociales y el de la segregación urbana pueden
apreciarse algunas particularidades, entre las que se encuentra, por ejemplo, que el CB2 en donde
está nuestro partido bajo estudio, es un espacio social que vio crecer el desempleo un 150% entre
1991 y 1998. Mientras tanto, la disimilitud entre 1991 –ya con importantes valores– y 2001 se
incrementó allí por razones de vivienda desde el 0,410 hasta el 0,450. También debe mencionarse
que, si bien el índice de disimilitud crece para la Educación del Jefe en el partido (incremento que
va del 0,188 al 0,215), debe atenderse a que este último está en un espacio social (CB2) en el que
parte importante de su fuerza laboral habría accedido a puestos de trabajo de alta calificación, por
lo que puede suponerse que la segmentación entre los más y menos capacitados se produce en un
contexto local que formalmente tiene como correlato la mayor informalización de la vivienda y
un creciente desempleo.
Como se ha intentado demostrar en esta segunda parte del capítulo, según las consideraciones
críticas sobre la dualización urbana y social presentadas en el capítulo anterior, la posibilidad de
detección de determinados problemas y situaciones obedece no sólo a las cualidades empíricas
mediante las cuales se manifiestan sino también por las posibilidades y herramientas técnicas y
teóricas con las que se realiza la detección.
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CAPÍTULO III
DIVISIÓN SOCIAL DEL ESPACIO
EN EL PARTIDO DE SAN MARTÍN
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80
Habida cuenta de las preguntas teóricas y empíricas previamente desarrollas, en este capítulo
nos proponemos describir y analizar los diferentes ritmos de la división social del espacio para el
partido de San Martín. Así, las preguntas que motorizaron el desarrollo de este capítulo se
basaron en las consideraciones teóricas del capítulo 1 y en las empíricas del capítulo 2. Con
respecto a las consideraciones teóricas, se utilizan los principios orientadores críticos a los que
arribamos en el primer capítulo, y con respecto a las consideraciones empíricas se utilizan las
que han atendido para el caso del AMBA a una aglomeración heterogénea y de desarrollo
desigual según las relaciones dominantes entre hegemonía y espacio. En relación con estos
elementos, teóricos y empíricos, se presentan para el partido de San Martín las condiciones de
una ciudad heredada, y sus características sociales y urbanas actuales
1. San Martín, antecedentes geográficos e históricos de la ciudad heredada El pueblo de San Martín fue fundado hacia 1856 y adquirió rango de partido para la geografía
política bonaerense algunos años más tarde. El crecimiento de su población, que por entonces y
hasta 1960 incluía al actual territorio del partido de Tres de Febrero, aumentó desde un total de
2.867 habitantes en 1869, hasta 80.523 en 1937 (Levene, 1941), 280.000 en 1947, hasta más de
400.000 hacia el 2001: y esto cuando ya era un partido, territorial y políticamente diferenciado del
antes mencionado. No obstante su histórica identificación territorial de partido industrial, las
actividades económicas que le dieron origen y a las cuales debe recurrirse para explicar sus
transformaciones sociodemográficas y actual morfología, deben rastrearse también en los inicios
del modelo agro-exportador de mediados/fines de siglo XIX e inicios del XX.
La división social del espacio urbano que estructuró histórica y geográficamente las distintas
partes del partido de San Martín ha mantenido en general y hasta el presente los patrones del
crecimiento y del desarrollo urbano que caracterizaron también a otros partidos de similar perfil
industrial, como puede ser el caso de Avellaneda y Lanús en el contexto de la metropolización del
AMBA. Si nos atenemos a comprender y explicar esta división social en función de las relaciones
que durante los diferentes períodos mantuvieron en este territorio la hegemonía y el espacio, debe
atenderse a la sucesión de (dos) diferentes capas geológicas que fueron el medio y el producto de
sus correspondientes “revoluciones materiales” (Liernur, 1993). Una, encarnada en el modelo
agroexportador, con manifestaciones en el partido hasta mediados/fines de 1930 y otra, la del
modelo sustitutivo de importaciones (ISI) que actuó combinadamente con el desarrollo del
Estado de Bienestar desde la década de 1940 hacia adelante. Si bien para ambos casos la
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81
bibliografía sobre la historia de la localidad resulta prácticamente inexistente, la búsqueda en
torno a algunos fragmentos de relatos sobre la época en el partido, atlas e historias de los pueblos
de la provincia y la información censal (población, agropecuaria e industrial) permiten la
construcción de algunas hipótesis y el armado de un breve relato sobre los diferentes ritmos y los
primeros espacios convertidos en lugares y territorios en el mismo partido.
1. 1. La capa geológica del modelo agro exportador
La consolidación de los usos agrícola-ganaderos del suelo en el partido es significativa desde
mediados/fines del siglo XIX e inicios del XX. En él se dedicaba alrededor de 3000 hectáreas a
distintos tipos de cultivos y a la cría de alrededor de 30.000 cabezas de ganado, principalmente
lanar y en menor medida vacuno, caballar y porcino (Levene, 1941), a lo que se sumaban
animales de granja y corral. Su producción agrícola se hallaba mayoritariamente dominada por la
del tipo cerealera, que se fue diversificando hacia los productos de quinta en la medida que con
los años –hacia la década de 1920– esta demanda crecía desde la ciudad capital, un tipo de
demanda que vio satisfecho su traslado por la presencia del ferrocarril Mitre, pero que también
sirvió a los fines del traslado de personas y el transporte de algunos de los productos prototípicos
mencionados hacia la capital. El sentido este-oeste de la dirección de este ferrocarril, como en
otros espacios del conurbano, actuó para orientar desde ese momento y a futuro el trazado de las
calles y la estructuración del mercado de tierras. A su vez, este medio fue un factor fundamental
de localización y crecimiento poblacional de lo que desde la misma época se denominó por sus
funciones administrativas y comerciales el “corazón del partido”. Mientras tanto, hacia el oeste
aunque más lejos del mencionado corazón y próximo al ferrocarril, comenzaron a desarrollarse
los espacios residenciales de las élite del mismo partido (Villa Ballester, San Andrés, Villa General
Tomás Guido, Villa Yapeyú y fragmentos de otras localidades). Para todos estos espacios más
desplazados del centro, la presencia de la grilla y el parque a través del trazado de sus calles y la
presencia de numerosas plazas, se estructuraron en orden a una planificación ordenada y
socialmente integradora para esta parte de su territorio. En cambio, en la medida en que la
distancia hacia estos centros era mayor, se conservaban aún para la misma época algunas chacras
y otros espacios rurales que se encontraban, con lentitud, en transición hacia otros usos, aunque
sin la presencia aún de una racionalidad urbana totalmente proyectada. Se trataba en su mayoría
de terrenos que más tarde durante la sustitución de importaciones constituyeron, a través del
loteo económico, el asiento residencial de los trabajadores urbanos representativos del modelo,
mientras que más allá de los mismos y próximos a los actuales límites administrativos norte y sur
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82
del partido, lo hará más tarde -desde mediados de 1940- el “hábitat pobre” de las primeras y aún
existentes villas miseria.
Desde 1920 en adelante comienza en el partido una paulatina desruralización y proceso de
valorización de su espacio a manos del mercado de tierras urbano, que estuvo principalmente
ligado al crecimiento demográfico y otras transformaciones que la ciudad capital comandaba en el
orden nacional y en el contexto de su inserción en la División Internacional del Trabajo hasta
convertirse en metrópolis-país. De este modo hacia 1930, la actividad agropecuaria verificable en
los censos –como ocurrió con las explotaciones rurales– se encontraba en franca retirada. Hacia
ese momento se han contabilizado un total de 93 unidades en 1937 (que ocuparon el 25,51% de
la superficie del partido) hasta llegar a apenas 3 en 1960 (es decir, el 3% de la superficie del
partido) (Clichevsky, 1975).
El proceso de desaparición de la actividad agrícola-ganadera y de otras características de los
espacios rurales fue pausado e inversamente proporcional a los ritmos con los que se estructuró
su urbanización de la mano de la industrialización (ver cuadro Nº 1). Transición que duró
alrededor de treinta años (1930-1960). En la medida que la superficie dedicada al ganado y a los
cereales disminuía, se mantenía en baja proporción la actividad aún rentable de las quintas y otros
productos frescos, pero crecía significativamente la instalación de algunos emprendimientos
manufactureros junto a los cuales comenzaron a instalarse los primeros barrios residenciales de
sus trabajadores (Chiozza, 1993), principalmente en las “afueras” del mencionado centro y junto
a las fábricas más próximas de lo que por entonces –antes de 1937– era la proyectada Avenida
General Paz. Mientras tanto, San Martín durante esta evolución cumplía con su itinerario para
conformar su propia centralidad en el contexto metropolitano y dentro de la conurbación.
Nuevos usos del suelo en donde antes existía pampa y campo y la emergencia de nuevas
sociabilidades de menor carácter rural, marcaban el ritmo y prologaban las profundas
transformaciones de una nueva revolución material que vendría de la mano de la industrialización
hacia la plena urbanización de sus tierras.
La primera ola de sustitución de importaciones encuentra al partido de San Martín en
inmejorables condiciones. Su atmósfera manufacturera y sus diversas condiciones generales para
la producción fueron su principal atractivo. Para ello debe considerarse el desarrollo relativo de
sus infraestructuras urbanas, su proximidad geográfica a la capital y el bajo precio del suelo
urbano con relación a algunos espacios ya poblados de la ciudad de Buenos Aires. En este
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83
sentido, no puede dejar de considerarse la mencionada presencia del ferrocarril, las proximidades
del río Reconquista para el vertido de efluentes industriales y de sus curtiembres y frigoríficos.
1. 2. La capa geológica de la sustitución de importaciones
Desde 1940 en adelante se destaca el desarrollo de un importante tejido productivo de
pequeñas y medianas empresas fundamentalmente de capital nacional y otras de importancia
regular para el comercio minorista.45 El número de establecimientos dedicados a la producción
manufacturera, si se suma también el territorio que hoy corresponde al partido de Tres de
Febrero, creció desde un total de 291 en 1935, a 1.673 en 1946 y 5169 en 1954 (Clichevsky,
1975), permaneciendo en el partido de San Martín la mayor parte de ellos ante la cesión de sus
tierras a Tres de Febrero. Por esta razón, si se considera el total de los establecimientos que hoy
corresponde a ambos partidos, se tiene que hacia 1954 el total superaba las 8.000 unidades,
mientras que estrictamente para lo que hoy es el territorio del partido de San Martín, casi
alcanzaba la suma de 5000 para 1965.
Cuadro Nº 1. Evolución de la cantidad de unidades productivas agropecuarias y manufactureras del partido de San Martín. Período 1935 - 196046
1935 1946 1954 1960 Unidades
manufactureras 291 1673 5169 5235
Unidades agropecuarias
93 Sin datos
Sin datos
3
Fuente: Elaboración propia a partir de Clichevsky (1975)
En el período se destaca hacia mediados de 1950 la instalación de la estadounidense General
Motors y la alemana Siemmens entre otras de origen extranjero, a lo que debe sumársele dos
décadas más tarde la instalación de otras textiles de importancia nacional y de la tabacalera
Nobleza Piccardo. Todo esto favoreció el incremento poblacional –por búsqueda de empleo y
45 Una muy pequeña muestra sobre este tipo de empresas y más tarde otras de capitales extranjeros correspondieron a fábricas textiles, metalúrgicas, de la carne y la alimentación, y también automotrices. Entre ellas se encuentran los frigoríficos de los hermanos Fezza, de Tronconi, Ercoli; la fábrica de fideos Oneto. Más tarde la fábrica de armas portátiles (IMPA); la fábrica de bicicletas Cometa, de Martín y Rossi; Alfombras Atlántida y tejidos San Andrés; la elaboradora de corcho de Cardoner, Riva y Cía.; las botoneras de Maggiorini y Rabbini Hnos.; la de pinturas Sherwin-Williams; la fábrica de acumuladores Willard y Buxton; las de avionetas y planeadores, las imprentas e industrias gráficas y librerías Peirano, de Mariano Martín y muchas otras más [Fuente: AAVV (1995) Historia del Pueblo de San Martín; AAVV (1981) El municipio de San Martín. ; Argentina paso a paso. 1999 y otros]. 46 Debe considerarse que hasta 1954 las cifras aquí presentadas incluyen al actual territorio del partido de Tres de Febrero. Mientras que el total de 1960 corresponde exclusivamente al del actual partido de San Martín. (Fuente: Clichevsky, 1975).
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84
residencia– que se produjo por el arribo al partido de contingentes poblacionales provenientes de
la ciudad capital y los emigrantes del interior del país. Este movimiento poblacional tuvo como
prólogo la decisión estatal del establecimiento del loteo económico como un modo fundamental
de acceso al terreno y eventualmente a la vivienda, aunque mayoritariamente autoconstruida, por
parte de los sectores populares para esta parte de la metrópolis.
Si nos detenemos en la localización de los espacios residenciales de los principales grupos y
clases más representativas del modelo sustitutivo, puede sostenerse que estos grupos
conformaron su hábitat siguiendo las lógicas más estrictas de la división social del trabajo del
momento para la metrópolis, bajo la industrialización y la particularidad con la que se desarrolló
el proceso tras la Avenida General Paz, y que en parte refiere a lo que algunas líneas atrás
señalamos. En ese tránsito, como se ha dicho antes, si bien el Estado –el de Bienestar– creó
condiciones materiales e imaginadas (loteos económicos e imaginario igualitarista),ellas tuvieron
un impacto diferente para la ciudad de Buenos Aires y para la provincia, y aún entre los centros
en los que residía la elite local del partido y de otros sectores socialmente heterogéneos dentro de
él. Entre los más heterogéneos se encontraban los sectores que poco a poco se constituyeron en
mayoritarios –los trabajadores urbanos– y otros de menor cantidad que quedaron al margen de su
plena inserción en los mercados de trabajo, al margen de la tierra y de la vivienda, y del
reconocimiento pleno de derechos ciudadanos.
La definitiva y generalizada liberalización de las tierras rurales y su mercantilización en manos
del mercado de tierras urbano, resultó a primera vista paradójico en la medida que fue promovido
por el Estado, a la vez que el mismo se desentendió significativamente de ello (loteos
económicos, laissez faire estatal) en el plano de la dotación de las infraestructuras y del
ordenamiento urbano. En el caso de San Martín, las diferentes gestiones de su territorio no
atendieron a la espontaneidad y “anarquía” con la que se llevó adelante la urbanización, por lo
que, la mencionada liberalización de tierras que se adosó al tejido urbano pre-existente lo hizo a
través de la emergencia de fragmentos de suelo –antes poblados por chacras– sin que actuara en
ello una racionalidad planificadora para su total integración al conjunto del partido, aunque
mucho menos en función de una totalidad urbana metropolitana. Esto aún puede apreciarse en la
ausencia del trazado regular de su cuadrícula para la mayor parte del partido, salvo los espacios de
la elite antes mencionados.
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85
Grilla, parque, loteos económicos y laissez faire estatal impactaron en el caso de San Martín
relativizando por su parte cualquier hipótesis de “Edad de oro” que pudiera tejerse sobre su
geografía urbana y su división social del espacio, pero también desde entonces desmintiendo
cualquier dicotomía dualizadora sobre su estructura social y urbana. Por esto, si bien el ingreso y
la relación de los grupos y las clases con el mundo del trabajo actuaron condicionando el acceso a
la vivienda y al hábitat, el Estado creó en una parte significativa y con sus particularidadesk, las
mencionadas condiciones para que su estructura urbana no fuera un reflejo estricto de la
estructura social. Durante el período, su morfología por las razones vistas, se fue conformando
por un centro que, no obstante su heterogeneidad, se destacó –y aún es así– por la presencia de
las actividades administrativas y del pequeño comercio minorista en la localidad de Ciudad del
Libertador General San Martín y Villa Yapeyú. Mientras tanto, al este de estas localidades,
próximas a la Avenida General Paz crecieron las localidades industriales de Villa Lynch –la
Manchester de San Martín–, Villa Chacabuco, Bernardo Monteagudo, Maipú, Ayacucho y otras
de similares características productivas, pero que congregaron los principales espacios
habitacionales, no los únicos, de los trabajadores del partido.
De carácter mayoritariamente residencial, y también formando parte de lo que hemos
denominado centro cabe detenerse en las localidades que desde siempre correspondieron a la
territorialidad de la elite del partido y de sus clases medias. Forman esta parte del centro de San
Martín Villa Ballester, Marqués Aguado, San Andrés, General Las Heras, Tomás Guido y parte de
otras localidades próximas. En los bordes de estas localidades la presencia de los espacios
residenciales de los trabajadores urbanos del modelo sustitutivo ha sido dominante y con una
menor presencia relativa de actividades industriales.
Mientras tanto, principalmente hacia los límites administrativos norte y sur, y más tarde hacia
el fondo del partido, se instalaron durante el período las principales villas del territorio.
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86
Mapa Nº 1. Mapa del partido de San Martín
Fuente: Elaboración propia INDEC (2001)47
Las dos capas geológicas de desarrollo desigual introdujeron en el partido un tipo de
variación geográfica de su territorio que, revolución material mediante, derivó en gran parte de la
morfología física y social actualmente existente. Como resultado del proceso, el partido resultó un
territorio sin espacios urbanizables desde mediados de la década de 1960, pero con numerosas
tierras vacantes sin condiciones –principalmente en su “fondo”– para ser habitadas (nos
referimos a los espacios que en el mapa del partido se localizan al cruzar la Avenida Márquez en
dirección al río Reconquista). No obstante, ello no fue razón suficiente para que los contingentes
poblacionales dejaran de seguir arribando hasta el presente desde las provincias del interior, de los
países limítrofes, de otras áreas del conurbano y de la propia ciudad capital debido a la expulsión
de los villeros hacia 1977.
1. 3. Cambios sociales y urbanos. ¿Una tercera capa en construcción?
No obstante el histórico perfil productivo e industrialista del partido al que se ha hecho
referencia, el reconocimiento “oficial” de Capital de la Industria paradójicamente llegó más tarde
para este territorio. Lo hizo hacia fines de la década de 1970 cuando el “modelo” comenzaba a
47 Para la elaboración del presente mapa y los subsiguientes se utilizaron plantillas cedidas por la División de Trabajos Especiales del INDEC, las cuales fueron revisadas y modificadas con exclusividad para la presente tesis.
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87
ofrecer sus principales y más representativas fragilidades y rupturas. Primero denominada como
“Ciudad de la Tradición” –refiere a su temprana historia como sede de luchas nacionales
independentistas–, la “imagen de marca territorial” industrialista que el industrialismo y la
simbólica urbana contribuyeron a erigir durante la sustitución de importaciones, comenzó a
erosionarse hacia finales de la década de 1970 y se profundizó desde 1980 en adelante.
De la mano de la desafiliación crecieron principalmente desde mediados de 1990 distintos
tipos de inseguridades sociales y civiles, imponiéndose paulatinamente para el conjunto de este
partido una retórica de territorio descalificado, a la que contribuyeron también los medios de
producción icono-mediática. En términos de dirección política, cultural y de las relaciones
sociales dominantes significó ya no sólo la alteración/destrucción de una parte significativa de su
base productiva, sino también la transformación de los modos en que la ciudad es narrada e
imaginada para vivir en ella por sus propios habitantes.
La desindustrialización, las transformaciones en los mercados de trabajo metropolitanos y
locales, la prescindencia del Estado o de la reorientación de su rol, la desinversión en los
equipamientos urbanos –incluida la vivienda– entre otras medidas y situaciones, contribuyeron
también a la descalificación, pasando a ser de ese modo un partido de notable objeto de la
“estigmatización territorial” a escala metropolitana. Delincuencia, secuestros e inseguridades de
todo tipo atados a desempleo, pobreza, marginalidad, exclusión y segregación urbana, son
enunciados que con estos u otros nombres fueron los elementos del nuevo y por sobre todo
homogéneo mapa imaginado del partido.
Aún si bien San Martín en la actualidad aglutina una de las mayores cantidades de puestos de
trabajo industrial de las localidades de la provincia de Buenos Aires, siguió al menos con claridad
hasta el año 2003 la tendencia estructural de muchos municipios del conurbano bonaerense.48
Hacia 1974 el total de puestos de trabajo industrial para el partido alcanzaba la cifra de 61.650,
mientras que una década más tarde desciende a un total de 54.897 asalariados para el sector. La
evolución de la pendiente de la principal actividad del partido hacia 1995 registra 45.526 puestos
de trabajo y 38.200 para el 2005. Lo que en suma significa una reducción de sus puestos casi del
50% desde inicios de la década de 1970. La situación no se presenta muy diferente si se analiza la
relación asalariados / población total del partido. Por lo cual se tiene que hacia el período 1970 /
1974 esta alcanzaba el 17%, mientras que para 1980 / 1985 se pasa a un 15% y hacia 1991 / 1994 48 Para la información sobre la evolución económica se consultaron INDEC Censos Económicos que corresponden a período 1935 - 2005 y AAVV (2001).
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88
un 10%. Extendiendo el análisis al conjunto de las industrias, comercios y servicios se observa
que la cantidad de establecimientos activos disminuyeron alrededor del 35% en el período
1985/1995. Los establecimientos económicamente activos contabilizaban hacia 1994, ya en pleno
período de reestructuración económica y productiva, un total de 16.103, mientras que en el 2005
alcanzaron un total de 11.905. La producción de maquinarias, equipos y vehículos automotores
fue la actividad que registró una caída del 25% entre 1993 y 2005.
1. 4. Los sentidos de la ciudad imaginada
Si se incorpora brevemente a esta visión panorámica y económica algunos relatos sobre el
habitar actualmente en el partido, la “claridad” de los significados sobre su geografía imaginada
para el pasado se contrapone con la más incierta, aunque descalificada, que puede detectarse para
sus significados actuales. La imaginación y memoria siempre selectiva de alguno de sus habitantes
–en este caso un ex ferroviario y actual cooperativista de la vivienda– permiten entrever que el
territorio narrado de la época de la sustitución de importaciones corresponde al de una ciudad
donde había mucho trabajo, las fábricas textiles trabajaban a full, desde la general Paz para acá (el acá del
entrevistado se sitúa al centro-norte del partido). Todo el mundo trabajaba en su casa, con telas para
sacarle los hilos, para zurcirlas, las telas que hacían en las fábricas…y pasó a ser la primera ganándole a
Avellaneda…Luego empezó a decaer…porque empezamos a traer desgraciadamente…, no dándole valor a la
mano argentina ni las cosas argentinas…y trajimos tela y pantalones de otro país, camisas que no sirven para
nada, que la cobraban monedas a comparación…Y, entonces…desapareció la industria textil de San Martín…
¿Y…? ¿Qué pasó…?.
En la mayoría de los casos la claridad con la que también para otros entrevistados se narran
el espacio y el tiempo vividos refieren a un “antes” –mejor– y en donde el deíctico de tiempo se
combina con el de espacio –“acá”– que es el de la proximidad geográfica y la pertenencia a un
territorio y localidad (Antes, acá…). Estas son referencias e inscripciones espacio-temporales en
las que el discurso sobre lo vivido se presenta contrapuesto al actual. Son relatos acerca de la tela
Spencer, su fábrica en Suárez al lado de la estación que desapareció, la gente que trabajaba en sus casas sacando
los hilos malos, los matriceros de las autopartes que trabajaban para la General Motors y la Peugeot. Entonces,
San Martín era…la vanguardia de la provincia de Buenos Aires, teníamos trabajo, las mujeres trabajaban en sus
casas, los chicos trabajaban también y veían cómo los padres trabajaban y ¡ellos también…!
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89
La claridad del referente también consiste en situar estas actividades económico-productivas
en la pequeña y mediana empresa familiar y en su articulación con la vivienda, en la que se hacían
arandelas, en todas las casas se tenía un…coso (matriz/torno) Eran matriceros, se hacía de todo para la
General Motors… que se fue… Mientras que, cuando las palabras de los interlocutores exceden las
referencias al empleo –nunca totalmente ausente–, y la escala de sus observaciones e imaginación
geográfica toman posición para pensar el conjunto de la localidad para el presente, la retórica de
territorio de sus testimonios se torna también precisa en la antigua y contrapuesta a la actual
pertenencia comunitaria. Algunas menciones en este sentido pueden apreciarse sobre fiestas y
celebraciones, que son recurrentes en los relatos, los desfiles militares a los que concurrían inclusive
muchos porteños; venían de muchos barrios de San Martín;, estábamos todos juntos, y nos reuníamos en la
catedral que tiraron abajo; No, ahora no. Ahora esto es diferente.
Invariablemente, en las entrevistas logradas, las conversaciones que derivan en el presente lo
hacen en dirección a la descalificación del territorio en una clara intertextualidad con los
enunciados que pueden registrarse principalmente en los medios gráficos y visuales. El “ahora” y
el “acá” de otro de sus habitantes señala que en San Martín las diferencias son abismales, y no son con la
gente común, con la gente decente; La diferencia que tengo yo es con los que roban, con los que matan, con los que
tengo miedo yo que vengan y le toquen la puerta a uno y le maten por cuatro pesos...que antiguamente no existían.
¿Eh?
Modos de producción y modos de producción de los significados sobre la sociedad local y
sobre su territorio revelan un mapa actual imaginado que en poder de una maestra que vive y
trabaja en él no duda entre su descalificación y la topofilia. ¡Vergüenza! ¿Qué querés que sienta?, mis
amigas de Capital me dicen “la villera” por todo lo que se dice de San Martín por la tele…¡y cómo estamos..!.
Con risas dice: ¡Y yo no soy villera!…pero ojo...no me importa lo que me dicen, ¿eh?.. Yo sigo acá.49
2. Las medidas de la división social del espacio y los ritmos del partido
Hemos denominado división social del espacio urbano a los procesos de la segmentación urbana y
segregación urbana a los fenómenos de la pobreza de hábitat que se encuentran entre la formalidad y
la informalidad para la misma división. Para ambos casos se trata de apreciar las diferencias en la
49 Los testimonios citados corresponden a fragmentos de INFORME FINAL DE INVESTIGACIÓN (2005) de nuestra autoría.
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90
distribución de un conjunto de variables y de indicadores mediante los cuales son comparadas
entre sí, con técnicas diferentes, las unidades territoriales de diferentes tamaños.
Es así, que al referir antes por una parte a los trabajos de Panigo y Lorenzetti (1999) y por
otra a los de Groisman y Lourdes (2005) señalamos que, si bien en ambos casos las metodologías
practicadas permitían la detección de varios ritmos para la metrópolis y hasta diferentes jerarquías
espaciales entre sus partidos, la escala utilizada resultaba insuficiente para detectar procesos de
similar raíz operando en otros espacios de menor escala. Inclusive en aquellos partidos que para
el primero de los estudios se encontraban en una relativamente buena situación frente a otros.
Por lo que si bien en el caso de Panigo y Lorenzetti sus resultados permiten avizorar varios
conurbanos antes que uno o dos. Lo mismo nos hemos propuesto en este capítulo para el partido
de San Martín.
El hallazgo de varios San Martín está en el sentido de esta parte de la investigación. Así, se
presentan las variables e indicadores que consideramos más representativos para ponderar la
cuestión social y urbana en el partido y de allí comenzar a desmenuzar territorialmente los
fenómenos de la segmentación y muy principalmente de .la segregación urbana en él. La decisión
de seleccionar las variables e indicadores finalmente adoptados es el resultado de llevar al plano
de la operacionalización las discusiones conceptuales que antes mantuvimos sobre la ciudad dual,
la ciudad fragmentada y la segregación urbana. En sintonía conceptual con ello se trata, en primer
término, de seleccionar aquellas variables e indicadores que sirvan como Proxy de trayectorias
inestables y de carencias en el uso de distintos tipos de capitales espaciales y sociales, y que
permitan establecer diagnósticos sobre la cuestión social y urbana. Así, se han seleccionado una
serie de variables críticas que son las que presentamos a continuación:
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91
•La variable Edad simple, corresponde al porcentaje de la población que en la fracción posee entre 0 a 13 años. En las tablas corresponde a denominación Población de 0 a 13 años. Sentido de la elección: franja etaria vulnerable; en el partido su mayor presencia está ligada a áreas de mayor vulnerabilidad social. A valores más altos mayores condiciones de vulnerabilidad.
•La variable Edad quinquenal, corresponde al porcentaje de la población que en la fracción posee entre 65 años y más. En las tablas corresponde denominación Población de 65 años y más años. Sentido de la elección: franja etaria vulnerable; en el partido su ausencia está ligada a áreas de mayor vulnerabilidad. A valores más altos mejor situación socioeconómica.
•La variable Trabajo, corresponde al porcentaje de la población de 14 años y más que en la fracción está desocupada. En las tablas corresponde a denominación PEA Desocupada. Sentido de la elección: Proxy de población sin ingresos. A valores más altos mayores posibilidades de obtención de satisfactores.
•La variable Vivienda, corresponde al porcentaje de los hogares que en la fracción vive en vivienda del tipo B + Rancho y Casilla. En las tablas corresponde a denominación Tipo de Vivienda B y otras no A. Sentido de la elección: Proxy de pobreza de vivienda e ingresos. A valores más altos mayores probabilidades de “hábitat pobre”
•La variable Cantidad de personas en el hogar, corresponde al porcentaje de hogares que en la fracción están integrados por 5 y más personas. En las tablas corresponde a denominación Hogares de 5 y más personas. Sentido de la elección: Proxy de hogares con comportamiento demográfico de pobreza urbana. A valores más altos mayores posibilidades de “hábitat pobre”.
•La variable Hacinamiento y Hacinamiento Crítico, corresponde al porcentaje de hogares en viviendas (se excluyen los censados en la calle) que posee 2 y más personas por dormitorio. En las tablas corresponde a denominación Población Hacinamiento/Hacinamiento Crítico. Sentido de la elección: Proxy de hogares con comportamiento de pobreza urbana. A valores más altos mayores probabilidades de “hábitat pobre”.
•La variable Necesidades Básicas Insatisfechas, corresponde al porcentaje de los hogares que en la fracción poseen NBI. En las tablas corresponde a denominación Hogares con NBI. Sentido de la elección: Proxy de hogares de pobreza estructural. A valores más altos mayores probabilidades de “hábitat pobre”.
•La variable Educación, corresponde al porcentaje de Jefes de Hogar que en la fracción alcanzaron 0 a 9 años de instrucción. En las tablas corresponde a denominación Máxima Instrucción del Jefe de Hogar entre 0 a 9 años (MIJH 0 a 9 años). Sentido de la elección: Proxy de bajos capitales culturales. Al momento del censo 9 años de instrucción equivalía a tener la EGB (Educación General Básica completa). A valores más altos menores probabilidades de obtención de los empleos mejor remunerados.
•La variable Salud, corresponde al porcentaje de la población que no tiene cobertura de salud (no tiene obra social, plan médico, etc.). En las tablas corresponde a denominación Sin Cobertura de Salud. Sentido de la elección: Proxy del estado de la salud y de relación con el mundo del trabajo. A valores más altos mayores probabilidades de desempleo y mala atención sanitaria.
•La variable Vivienda, corresponde al porcentaje de los hogares que en la fracción viven en vivienda con materiales de calidad III, IV y V. En las tablas corresponde a denominación Vivienda CALMAT III, IV y V. A valores más altos mayores probabilidades de “hábitat pobre”.
•La variable Vivienda, corresponde al porcentaje de los hogares que en la fracción cocinan con leña y carbón. En la tabla corresponde a denominación Población cocina leña y carbón. Sentido de la elección: Proxy a situaciones de muy baja urbanización. A valores más altos mayores probabilidades de “hábitat pobre”.
•La variable Migraciones, corresponde al porcentaje de la población que en la fracción vivía fuera del partido hace 5 años. En las tablas corresponde a denominación Población migrante. Su comportamiento en el partido evidencia que a valores más altos mayores probabilidades de movilidad residencial más o menos reciente y en el partido mayores probabilidades de “hábitat pobre”.
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92
Como resultado de la selección de estas variables/indicadores se ha procedido a establecer en
primer lugar su promedio para el conjunto del partido (Cuadro Nº 2). Lo cual en primera
instancia permite en su comparación con otros partidos del Conurbano, inferir que la situación
social en él si se mantiene esa escala no presenta los mayores niveles de criticidad sociales y
urbanos. Por ejemplo, si se toma el criterio clasificatorio de los “varios conurbanos” elaborados
por Panigo y Lorenzetti, de la comparación resulta que en el espacio social del CB2 –al que según
ese criterio pertenece el partido de San Martín– los hogares con NBI –según INDEC 2001–
alcanzan el 9,53%, y las personas sin cobertura de salud el 44,66%, mientras que en Avellaneda,
en el mismo espacio social, el 9,3% y 42,48% respectivamente. En cambio si se considera alguno
de los partidos del CB4 como el de Berazategui el índice de NBI alcanza el 16,6% de los hogares
y el 55,20% de las personas están sin cobertura de salud. En el otro extremo si se considera el
partido de Vicente López en el CB1, el mejor posicionado, se tiene que el índice de NBI es de
4,3% y el porcentaje de población sin cobertura de salud es 27,22%.
Cuadro Nº 2 .Variables e indicadores sociodemográficos a escala/partido de San Martín.50
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
En lo expresado, si bien se consideraron un mínimo de variables con relación a las
ponderadas en nuestro trabajo (ver cuadro Nº 2), a nuestro juicio resultan significativas para
observar sus similitudes socioeconómicas con otros del CB2, su importante distancia con los de
CB1, aunque también con los del CB4. Del conjunto del cuadro debe observarse que salvo para
algunas variables (PEA desocupada, Personas sin Cobertura de Salud) los valores no son de alta
criticidad. No obstante, como se viene manteniendo, si bien la escala partido permite
aproximaciones globales, mediante ella se procede con un gran nivel de agregación y nada
informa acerca de las diferencias y la heterogeneidad hacia el interior y las posibilidades de
fragmentación y segmentación que pudieran existir. Así se considera más adecuado un análisis del
comportamiento de las mismas variables, pero desagregadas por fracción censal.
50 Los promedios que se encuentran en este cuadro han sido extraídos del cuadro Nº 3 .
Fracción
% Población de 0 a 13 años
% Población de 65 y más años
% Hogares de 5 y más
personas
%
Población migrante
% Hogares
con NBI
% PEA deso- cupada
% MIJH 0 a 9 años
% Personas
sin cobertura de salud
% Hogares
con Hacinamien-
to - Hacinamien- to crítico
% Viviendas CALMAT III, IV y
V
% Tipo de Vivienda
B (excluye
A)
% Población cocina leña y
carbón
Promedio 21,66 12,92 22,62
12,64 10,96 19,50 52,50 48,31 15,95 11,03
12,15
19,13
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93
Cuadro Nº 3. Variables a la escala de fracciones censales del partido.51
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
En la medida en que se considera para esta parte del trabajo a las distintas fracciones censales
(total de 23 unidades) como constituyentes de un partido, un primer problema consiste en
determinar el lugar o papel de aquellas respecto del “todo” partido, para lo cual cabe reconocerse
que cualquier ponderación sobre sus diferencias lo es en virtud de las comparaciones que se
pudieran establecer entre sí. En este sentido el procedimiento comparativo permite apreciar a
primera vista (cuadro Nº 3) la magnitud de las diferencias de los comportamientos entre las
fracciones tanto para variables de carácter sociodemográficas, socioeconómicas o
sociohabitacionales. Considerando que los valores que allí se extienden deben ser comprendidos
como el porcentaje de la población/hogar que se encuentran afectados por el atributo dentro de
la fracción censal. De este modo, si se selecciona una variable demográfica (personas de 0 a 13
51 En este cuadro se han seleccionado un conjunto de variables críticas. Por esta razón, debe comprenderse que a mayores valores de los indicadores por fracción, mayores condiciones de posibilidad de referir a ellos como territorios de relegación social. La lectura del cuadro en sentido vertical permite apreciar el modo en que una misma variable adquiere comportamientos disímiles para diferentes fracciones. Mientras tanto, la lectura en el sentido horizontal permite apreciar el comportamiento para una misma fracción por parte de diferentes variables.
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94
años) debe observarse, en el mismo cuadro, que el comportamiento de la misma es
significativamente diferente (lectura vertical) según la fracción en la que se detenga el análisis. Se
está ante un tipo de diferencia que si bien representa en un polo el 15,71% (fracción 16) y en el
otro el 30,10% (fracción 10) incremento casi del 100% de su valor, existe una media de 20,25%
(ver Cuadro Nº 4) en torno a las cuales se encuentran valores de importante dispersión. Mientras
tanto si se toma un indicador de la cuestión social, por ejemplo la ausencia de Cobertura de
Salud, se tiene que también el máximo valor –en este caso se trata también de población– se
encuentra en su mayor criticidad con el 68,42% de la población de la fracción (también la Nº 10)
y en el otro polo con el 27,03% la fracción Nº 8, entonces con una diferencia entre ellas próxima
al 120%. Como en el caso anterior, si se considera el promedio, que es de 44,66% para el partido
(ver Cuadro Nº 4), también existe una numerosa cantidad de fracciones en situación intermedia y
de importante dispersión. Si bien es posible continuar el análisis lo haremos mediante el empleo
de otros procedimientos estadísticos. Principalmente aquellos que permitan agrupar por
autocorrelación espacial los más “similares” y “diferentes”, así como las jerarquías sociales
intermedias.
2. 1. Los clusters residenciales del partido. Aproximación a los “ritmos de la ciudad”
Como hemos sostenido en el punto anterior, si bien el último cuadro nos permite apreciar la
incidencia diferencial que los atributos poseen en cada una de las partes en que se divide censal y
territorialmente el partido, las dificultades y posibilidades se presentan cuando, de acuerdo con
nuestros intereses investigativos, se quiere introducir el espacio como elemento fundamental de
análisis y junto a ello la búsqueda de heterogeneidad social y urbana como inherente a toda
aglomeración moderna. Dos principios del campo de la estadística espacial y la geografía se
conectan en este objetivo.
Uno de los principios, de “autocorrelación espacial” es el defendido por Tobler (1979), como
la “primera ley de la geografía” consistente en que en el análisis geográfico todo está relacionado
con todo, pero las cosas cercanas están más relacionadas entre sí que las cosas lejanas. Si bien es
un principio discutible en una sociedad contemporánea significativamente reticular en la
conformación de las relaciones sociales de los territorios –dada las vinculaciones con otros
lugares y territorios más y menos lejanos y agentes a diferentes escalas– expresa al menos el
sentido de este tipo de análisis espacial. Mientras que el segundo principio se debe a la búsqueda
de heterogeneidad espacial, que la autocorrelación supone, sobre lo cual hemos reflexionado
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95
antes en esta tesis. Por esto, pasaremos directamente a la detección de clusters residenciales y
patrones espaciales de desarrollo urbano para el partido.52
En el contexto de esta tesis el concepto de cluster residencial está ligado a la detección de las
diferentes condiciones de habitabilidad en el partido, a la que se arriba a partir del establecimiento
de la “autocorrelación espacial” entre las variables seleccionadas, lo cual permite descubrir el
modo y el grado en que se distribuye una o varias variables representativas del fenómeno que
están afectadas en mayor o menor grado, así como también si las mismas adquieren una
distribución aleatoria o si existe una asociación significativa de valores similares o no entre zonas
vecinas. En este sentido, valores altos o bajos de una variable aleatoria tienden a agruparse en el
espacio –estamos ante una autocorrelación espacial positiva– o bien se sitúan en localizaciones
rodeadas de unidades vecinas con valores disímiles –estamos ante una autocorrelación espacial
negativa.
En virtud del procedimiento empleado aquí, los próximos pasos para determinar la división
social del espacio en el partido a partir del procedimiento en cuestión consiste: a) en establecer
los estadísticos descriptivos para cada una de las variables por estudiar en las fracciones
censales, a partir de lo cual se separan los valores de aquellas unidades censales que presentan los
máximos y los mínimos porcentajes, también su media y desviación típica (ver cuadro Nº 4). El
sentido de esta última acción tiene en su base la necesidad de generar una tabla que permita
producir la información necesaria para lograr b) los índices de las correlaciones (índice de
Pearson) entre las variables (ver anexo) mediante los cuales se podrán establecer las variables de
mayor asociación significativas, con vistas a establecer, c) los clusters residenciales para el
partido, los cuales serán la materia prima para el establecimiento de la división social del espacio
urbano en el partido bajo las denominaciones de centro, pericentro y periferias, distintas partes o
ritmos que tienen como rasgo característico, para cada una de sus entidades, ser el resultado de
las diferencias y de las semejanzas entre los valores que corresponden a las medias de sus
correspondientes fracciones: las cuales se presentarán con diferentes grados de contigüidad y
discontigüidad espacial. En nuestro caso, como se verá, ha resultado que la tendencia a la
52 El análisis cluster es un procedimiento por el cual puede obtenerse grupos homogéneos de unidades espaciales sobre la base de la totalidad de variables medidas en ellas (consideradas n dimensiones, aquí socioeconómicas, sociohabitacionales y en menor medida sociodemográficas). Siguiendo a Moreno Jiménez (1994) todo cluster en definitiva tiene como finalidad generar lo que en la ciencia estadística se denomina clases, dentro de las cuales los elementos componentes tendrán máxima similaridad y al mismo tiempo, mayor diferencia cuando se los compara con elementos que se encuentran incluidos en otro grupo. Así, y con este fin se lo ha adoptado aquí. Mediante este procedimiento puede maximizarse la homogeneidad interna de los grupos y maximizar la heterogeneidad entre los agrupamientos formados y con ello estimar la heterogeneidad social de los grupos y clases en una determinada unidad territorial.
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organización del espacio del partido en cuanto a sus condiciones de habitabilidad han
demostrado una importante homogeneidad social –medido por atributos sociodemográficos,
socioeconómicos y urbanos– que señalan importantes disparidades entre sí, y que obedecen a las
mencionadas cuestiones sobre la diferenciación social y espacial. Lo que en palabras de Bourdieu
da lugar al establecimiento de jerarquías espaciales resultantes de diferentes posiciones sociales en
la estructura social.
Cuadro Nº 4. Estadísticos descriptivos de las fracciones censales del partido
Variables %
Mín. %
Máx. %
Med. Desv. típica
Población entre 0 a 13 años 15,71 30,10 20,24 4,28
Población de 65 años y más 6,00 18,97 14,13 3,78
Hogares de 5 y más personas 12,79 36,12 21,35 6,23
Hogares con NBI 2,46 23,69 9,53 6,42
PEA Desocupada 12,80 29,71 18,48 4,46
MIJH 0 a 9 años 29,99 71,99 50,28 12,51
Sin Cobertura de Salud 27,03 68,42 44,66 12,23
Hacinamiento/Hacinamiento crítico 5,92 32,84 14,24 8,03
CALMAT III, IV y V 1,57 31,29 9,02 8,91
Combustible para cocinar 2,87 56,57 15,88 14,71
Tipo de Vivienda B y otras no A 1,55 39,14 9,89 10,28
Población migrante 10,01 17,25 12,28 1,69
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Cuadro Nº 5. Tabla de correlaciones de variables críticas para el partido
VARIABLES
Pobla-ción de 0 a 13
años
Pobla-ación de 65 años y
más
Hogares de 5 y más
personas
NBI - SI PEA
Desocu pada
MIJH 0 a 9 años
Sin Cober- tura de Salud
Hacina miento / Hacina miento Crítico
CALMAT III, IV Y
V
Cocina a leña y carbón
Tipo de Vivienda
B
Migran- tes
Población de 0 a 13 años 1 0,982 0,967 0,973 0,933 0,911 0,944 0,978 0,979 0,975 0,966 0,612
Población de 65 años y más 1 0,951 0,944 0,936 0,906 0,934 0,962 0,946 0,946 0,939 0,613
Hogares de 5 y más personas 1 0,944 0,959 0,945 0,957 0,959 0,944 0,953 0,934 0,548
NBI - SI 1 0,920 0,919 0,955 0,979 0,983 0,976 0,974 0,659
PEA Desocupada 1 0,968 0,976 0,958 0,906 0,932 0,910 0,538
MIJH 0 a 9 años 1 0,989 0,939 0,875 0,891 0,861 0,527 Sin Cobertura de
Salud 1 0,974 0,922 0,937 0,912 0,605 Hacinamienty
Crítico 1 0,970 0,980 0,971 0,686
Calidad de los materiales 1 0,990 0,990 0,667
Cocina a leña y carbón 1 0,993 0,669
Tipo de Vivienda B 1 0,691
Migrantes 1
Mediante el cuadro puede reconocerse en general el muy alto grado de correlación que existe, a escala del partido, entre variables críticas de distinta naturaleza (sociodemográficas, sociohabitacionales y socioeconómicas) para los diferentes grupos que residen en él. Si bien existen variables que correlacionan mucho más que otras, debe atenderse a que todas ellas tienen correlaciones significativas al 99% bilateral. Las correlaciones negativas -sin correlación- han sido sombreadas con color amarillo, y corresponden a la variable de población mayor de 65 años.
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Cuadro Nº 6. Denominación de los clusters residenciales del partido
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
A los fines de identificar las partes en las que se dividen las condiciones de habitabilidad
hemos recurrido a las metáforas espaciales de centro, pericentro y periferias. Principalmente las
denominaciones de centro y periferia han sido objeto de numerosas críticas desde al menos las
décadas de 1960 y 1970 al señalar su insuficiencia descriptiva y excesiva generalización. Y ello,
en especial, cuando desde algunas corrientes de la marginalidad latinoamericana,
principalmente la desarrollada por la DESAL, se pretendía extraer de la metonimia centro y
periferia ya no sólo las determinaciones de carácter económicas, sino también las previsibles en lo
cultural y hasta comportamental de los sujetos involucrados. Por ella misma se entendía que en el
centro vivirían los “no marginales” y en la periferia los “marginales”, siendo estos últimos, los
que lograban su reproducción social al margen de los patrones dominantes del desarrollo social,
económico y cultural. Por otra parte, y más actualmente, el término periferia en los estudios
urbanos ha pasado a denominar los espacios suburbanos y su significado puede cubrir tanto la
suburbanizacion de las élites como la de la marginalidad espacial. En consideración a ello el
significado de centro, al que aquí se adhiere, considera criterios espaciales, pero que no
desatienden los criterios socioeconómicos y del estado del hábitat. Del mismo modo sucede con
el término periferia solo que mediante él se pretende describir los espacios en los que los valores
de las variables críticas se desempeñan con la mayor gravedad.
Cluster Nº Cantidad de Fracciones
Número de las fracciones que
integran el cluster
Denominación asignada a los
clusters residenciales del partido
1 4 04-19-20-22 Periferias Sur y Norte
2 9 02-03-05-06-11-12-17-
18-23 El Pericentro
3 7 07-08-09-13-14-15-16 El Centro
4 3 01-10-21 Periferia “Fondo”
Total 23
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Mapa Nº 2. División Social del Espacio del Partido de San Martín: Centro, periferias y pericentros
1 1 Fuente: Elaboración propia INDEC (2001)
1) Periferias del sur y el norte del partido. En principio cabe consignar que la
autocorrelación espacial detectada corresponde a un mismo cluster residencial que presenta
agrupadas a las fracciones que corresponden por una parte a las Nº 19, 20 y 22 del sur del Partido
(localidades de Billinghurst, Villa Pueyrredón, y Villa Zapiola) y por otra, discontinuidad
territorial mediante con relación a las anteriores, a la Nº 4 (localidad de Villa Granaderos de San
Martín) situada en el extremo norte. Debe observarse que en cualquiera de los gráficos de
dispersión (Scatterplot) presentados más abajo, aún en la combinación de diferentes variables –dos
o tres– (PEA Desocupada/NBI; Tipo de Vivienda/Hacinamiento; Tipo de Vivienda/Población
de 0 a 13 años; Tipo de Vivienda/Cobertura de Salud; Tipo de Vivienda y Población Migrante) la
autocorrelación espacial se presenta del mismo modo, es decir, agrupando siempre las fracciones
mencionadas y en una posición jerárquica de la mayor distancia con relación al centro y
pericentro, y disímil aunque más próxima, a la periferia del fondo del partido. Al tratarse de un
cluster que presenta algunas de las mayores condiciones de posibilidad para el “hábitat pobre”, se
lo analizará con más detalle en el capítulo sobre la segregación urbana. La urbanización de estos
Periferia Fondo
Centro Periferia
Sur
Periferia Norte
Pericentro
Pericentro
Pericentro
1
10
22
2
3
4
5
6
7
23
13
9
8
18 17
16
15
14
11
12 2120
19
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99
espacios corresponde a un extenso período que, si bien se inicia en la década de 1950 con las
primeras villas, ha continuado ininterrumpidamente hasta el presente. Probablemente se trate de
unos de los espacios del partido en donde la movilidad residencial se expresa con mayor impacto,
lo cual es apreciable por la mayor composición de población emigrante en estas fracciones.
Imágenes de las periferias del norte y sur del partido
2) Pericentro del partido. Mediante este cluster residencial se agrupan las fracciones
censales Nº 2, 3, 5, 6, 11, 12, 17, 18 y 23 correspondientes a las localidades de Villa Matorras, una
parte importante de Villa Necochea, Villa Maipú, Villa Parque San Lorenzo, la sección al sur del
ferrocarril Mitre de José L. Suárez, Villa Godoy Cruz, Villa Tomás Guido, Villa Lynch, Villa
Figueroa Alcorta, una parte de Villa Chacabuco, Villa Ayacucho y Villa Libertad. En principio,
podemos decir que este cluster cubre en su conjunto la mayor superficie del partido y es la
residencia de la mayor parte de su población. En términos estadísticos los valores de las medias
de los clusters resultan globalmente como los más próximos a los valores del centro del partido, y
a considerable distancia –aunque con diferencias en los valores de sus variables para las
fracciones– de todas las periferias. No obstante su importante autocorrelación espacial, debe
observarse su discontinuidad territorial entre las fracciones Nº 2 y 3 al norte del partido, las Nº 11
y Nº 12 próximas al centro, las 5 y 6 próximas a la Avenida General Paz, y las 17, 18 y 23 al sur
del partido resultan también próximas a esta avenida y el límite sur del partido. En todos los
casos para este partido, debe considerarse que corresponden a unidades censales de territorios
que fueron poblados principalmente durante el período de las sustituciones (en el partido, entre
1940 y 1960). Fueron, además, objeto de rápida desruralización y urbanización por loteos
económicos, por lo tanto desde entonces, hay una frágil, aunque no inexistente presencia de
infraestructuras. Son los espacios prototípicos que en el conurbano y en San Martín se
estructuran a partir de la presencia de fábricas y casas y algunos pocos conjuntos habitacionales.
Villa Las Ranas al norte del partido
Al sur del partido Billinghurst al sur del partido
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100
Imágenes del pericentro del partido próximo a la Avenida General Paz
Como regla también general debe ponderarse que aquellos espacios más próximos a la
Avenida General Paz son los que ofrecen la mayor presencia del tejido mixto –residencia de los
trabajadores y hasta mayoría de la pequeña y mediana empresa. En ellos, los paisajes dominantes
combinan las casas bajas, pequeñas y sencillas, de muy breves jardines al frente, con las cortinas
de los talleres –vivienda y taller uno junto al otro, o bien compartiendo el mismo lote, la casa y la
pequeña fábrica. En cambio, la proporción de fábricas y casas se altera e invierte para las
fracciones Nº 11 y Nº 12 –antes referidas como próximas al centro– y las 2 y 3 –al norte del
partido–. Allí el predominio y la exclusividad de casas –de estilos arquitectónicos similares a las
antes mencionadas– como espacio residencial de los trabajadores son numéricamente superiores
a la presencia de las fábricas.53 Por su parte, al tratarse en todos los casos de los espacios
habitados por los grupos y clases probablemente más perjudicados
–lo que Minujín y Kessler (1995) han denominado como “pobreza de puertas adentro”–, el
análisis del comportamiento espacial de las variables de la cuestión social y urbana pueden servir a
la ilustración y ponderación de la territorialidad del fenómeno. Con comportamientos disímiles
aunque convergentes en un mismo sentido hemos detectado que, si bien la presencia de viviendas
precarias típicas del “hábitat pobre” es baja e inclusive inferior –en algunos casos
significativamente– 3 a la media del partido, el comportamiento de las variables de la cuestión
social y la dimensión demográfica es diferente e inverso a lo “esperable”. Por el contrario, en
estos espacios en donde la pobreza por vivienda es prácticamente inexistente, el desempleo, la
falta de cobertura de salud, el hacinamiento / hacinamiento crítico es comparativamente alto al
ser superior o próximo a la media. Así, si bien la homogeneidad en las condiciones mencionadas
no alcanza de ningún modo los valores de las periferias, resulta de atención si se considera y pone
bajo la lupa, como decíamos, lo que una parte de la bibliografía sobre la cuestión social y urbana
53 Una reciente investigación afín a estas consideraciones ha sido realizada por la Universidad Nacional de General San Martín (UNSAM –Escuela de Economía y Negocios. Censo Industrial 2005). En coincidencia con la descripción vertida, las fracciones próximas a la Avenida Gral. Paz son las que presentan un índice de densidad industrial seis veces mayor a las de las otras fracciones mencionadas (índice de 1,80 frente a 0,30). (Véase: http://www.sanmartin.gov.ar/sitio/censo/censo.htm)
Fábricas abandonadas y en funcionamiento en el pericentro fabril
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101
ha caracterizado denominado “nueva pobreza” en la Argentina (Minujín y Kessler, 1995, Kessler
y Di Virgilio, 2008). Por ejemplo, si nos detenemos en el análisis de la fracción 2 del cluster del
pericentro al norte del partido (ver Cuadro Nº 3), tenemos que apenas el 6,10% de las viviendas
posee una baja/muy baja calidad en sus materiales (la media del partido para fracción es 8,91%),
mientras que su pauta demográfica por hacinamiento/hacinamiento crítico es claramente
superior a la media del partido (8,03%) al alcanzar al 13,84% de la población. Así, si para la
misma fracción analizamos la población sin cobertura de salud podemos observar que supera la
media (44,66%) al alcanzar a 48,51% de la misma y un desempleo también superior a la media
(18,48%) al alcanzar allí el 19,05%. De otro modo si se compara mediante el cuadro Nº 7, la
media del cluster residencial correspondiente -el Nº 2- con los valores antes citados, el
procedimiento también permite observar un comportamiento más crítico para estas fracciones.
Otros resultados más o menos contundentes pueden observarse para otras fracciones de este
cluster de histórica territorialidad de grupos y clases ligadas al mundo del trabajo, ahora por
desempleo y falta de cobertura de salud, más vulneradas.
Imágenes del pericentro
3) Centro del partido. El cluster residencial correspondiente a estos territorios representa en
su mayor parte lo que antes referimos como el “corazón del partido”. Si bien actualmente, como
desde hace varias décadas, puede diferenciarse el centro administrativo y comercial del puramente
residencial, la ausencia de precariedades –tanto sociales como urbanas– son prácticamente
absolutas en ambos espacios. De este modo, puede inferirse una territorialidad casi exclusiva de
los grupos y clases antes mencionados para las fracciones Nº 7, 8, 9, 13, 14, 15 y 16. Las cuales
corresponden a los territorios de las localidades de Villa Aguado, una parte menor de Villa Parque
San Lorenzo, Villa Ballester, San Andrés, Villa Yapeyú, Ciudad del Libertador General San
Martín y Villa General Las Heras. Sus valores medios, aunque guardan distancia con las
precariedades existentes en el pericentro, estas resultan abruptas con relación a las periferias del
norte y el sur, y mucho más profundas aún con relación a la periferia del “fondo”. Es un cluster
Fábricas y, en menor medida, casas próximas a la Avenida General Paz.
Conjuntos habitacionales del pericentro al norte del partido
Barrios de casas del pericentro próximos al centro del
partido. partido centro del partido.
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102
que a diferencia del que se describió para el pericentro no presenta discontinuidades territoriales
en su despliegue espacial, sino que, por el contrario es un “continuum” de una importante
herencia espacial, estructurada en torno a una excelente dotación de infraestructuras que se logró
a expensas de una grilla y parques ordenados aún hasta el presente. La presencia de algunos de los
pocos de campos de golf (Campo de Golf San Andrés) existentes a escala metropolitana y en el
conurbano, da muestras en estos espacios de una ciudad proyectada, que a pesar de los cambios
permanece estable en todas las variables sociales y urbanas. Estas últimas han sido fragilizadas, y
en diferentes magnitudes, en cualquiera de los territorios que se sitúan a escasa distancia física y
dentro del mismo partido.
Imágenes del centro del partido
La mayor parte de este territorio, aquí estabilizado a través de su correspondiente cluster, fue
desde siempre el asiento histórico de lo que antes también denominamos las eélites del partido
(principalmente Villa Ballester y San Andrés) y el asiento de algunas colonias de emigrantes
franceses y alemanes. La estructuración de sus espacios residenciales sin la presencia de pobres
urbanos y el “hábitat pobre” ha sido una tendencia histórica, como puede ser el caso de otras
porciones del conurbano –por ejemplo el CB1 en el caso de Vicente López y San Isidro–, por lo
cual puede concluirse que las estrategias de evitación no responden estrictamente a pautas
culturales de individualización y estilos de vida solo recientemente afianzados. A modo de
ejemplo, sin referencia en los cuadros que estamos tratando, son fracciones en los que se
agrupan, entonces ahora como variables de beneficio ya no críticas, las principales proporciones
de Jefes de Hogar Universitarios y Patrones (según categorías del INDEC) de lo cual puede
desprenderse la preponderancia de los mayores capitales culturales y económicos de quienes
residen en estos espacios. Así, los Jefes de Hogar con título universitario, alcanzan en la fracción
Nº 8 el 19,50% y los Patrones el 16% sobre el total de otra condición de actividad. Mientras
tanto en el otro polo, por ejemplo la fracción Nº 10 de la periferia del “fondo”, la presencia de
los mismos alcanzan el 2,38% y el 3% respectivamente. Finalmente, como se ha sostenido en
Casas y calles arboladas prototípicas de las clases medias y medias/altas en el centro del partido
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103
otros momentos de este trabajo, los orígenes de su urbanización –principalmente en lo que hace
a su entramado planificado– se remontan a fines del siglo XIX e inicios del XX, no obstante
pueden observarse áreas de renovación de su stock residencial.
4) Periferia del “fondo” del partido. En este cluster la presencia del hábitat pobre y sus
condiciones sociales de base asociadas, alcanzan principalmente con relación al centro y en
menor medida el pericentro enormes diferencias. De modo tal que las tres fracciones (Nº 1, 10 y
21) que lo comprende aparecen en cualquiera de las correlaciones bivariables o trivariables antes
mencionadas a gran distancia social de cualquiera de los otros clusters. Como sucede también en
el otro extremo con relación al cluster mejor posicionado, no existen para esta periferia
discontinuidades espaciales entre las fracciones agrupadas, sino que se está también
–como en el caso del centro– ante un “continuum” espacial que en este caso autocorrelaciona
espacialmente sin fracturas entre sus limites las fracciones más vulneradas.
Imágenes de la periferia al “fondo” del partido
Espacios de relegación y segregación urbanas próximas al Camino del Buen Ayre
Como se detallará al tratar sobre la segregación urbana, resulta significativo la transición,
diferencia y caída de todas los valores de las distintas variables al cruzar una de las principales vías
de circulación de partido. Al cruzar la Avenida Márquez (La Márquez como la reconocen los
propios vecinos del partido) en dirección hacia el río Reconquista, la criticidad y comportamiento
de las variables que antes consideramos representativas del CB4 se reeditan en esta parte del
conurbano, lo cual es comprobable “caminando el terreno” o bien estadísticamente. Muchos de
los paisajes y contextos socioeconómicos, urbanos y demográficos del CB4 o los confines y
límites de la segunda y tercera corona se presentan a través de sus variables con una contundencia
similar en esta parte de los límites de la primera corona o CB2. Así, si bien la acumulación de
desventajas en esta parte del partido será tratada con mayor detalle al abordar la segregación
urbana, una rápida lectura en los términos de la división social del espacio para este cluster puede
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104
arrojar resultados interesantes, por ejemplo en el sentido de su heterogeneidad social y urbana, en
los términos de la pobreza urbana, hacia su interior. No siendo estas últimas, sólo rasgos propios
de los clusters residenciales de grupos y clases medios bajos y medios. En este sentido la
criticidad de las variables también pueden servir a una suerte de jerarquización entre sus propios
espacios, si bien a importante distancia social del resto del partido, la comparación entre estos
valores de las fracciones 1, 10 y 21 puede ser muestra de sus diferencias. De las tres fracciones
que integran el cluster, la unidad censal más afectada por la contundencia en que se manifiestan
sus variables de criticidad es la Nº 10 (ver cuadro Nº 3). Es una fracción que se encuentra a la
mayor distancia –por debajo– de los valores medios de sus clusters. Por ejemplo, debe atenderse
a que la población sin cobertura de salud casi alcanza al 70% mientras que la media del cluster es
65,14%, los Jefes de Hogar que poseen sólo hasta 9 años de instrucción alcanzan el 72% cuando
la media es 69,17%. Mientras tanto el hacinamiento/hacinamiento crítico que tiene para el cluster
una media de 29,92%, alcanza aquí el 32,84. Asimismo, la población desocupada alcanza al
29,71% mientras que la media es 25,63%.
2. 2. Análisis de los clusters residenciales y ritmos del partido
Si bien en la descripción sobre los ritmos del partido (centro, pericentro y periferias) hemos
incorporado parte de los resultados de los scatterplot (cuadro de correlaciones) que se encuentran
más abajo, creemos conveniente un análisis aunque breve, más detenido sobre los
“descubrimientos” logrados mediante este procedimiento. Contrariamente a las finalidades que
orientan una parte importante de los estudios urbanos de base cuantitativa, principalmente de la
Geografía pero también de la Sociología, no ha estado entre nuestros objetivos alcanzar y
reconocer sólo la morfología física del partido. Por el contrario, o en tensión con ello, esta parte
de la investigación ha procurado detectar, cómo lo proponen algunas líneas de los estudios
urbanos de la NSU (Nueva Sociología Urbana) y la NGU (Nueva Geografía Urbana) los
diferentes ritmos de una aglomeración, partido u otra unidad según su división social del espacio
urbano, considerando la variabilidad de las condiciones socioeconómicas, sociohabitacionales y
en menor medida las sociodemográficas.
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105
Cuadro Nº 8. Media de los clusters residenciales
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001) Mediante el cuadro Nº 7 pueden realizarse las primeras observaciones globales que permiten
establecer las grandes distancias sociales entre los valores de los diferentes clusters residenciales.
En este sentido, si se seleccionan variables del tipo sociodemográficas podemos observar que en
la periferia del “fondo” existe una media de personas (28,80) entre 0 a 13 años que es la más alta
del partido. Por oposición los valores más exiguos se encuentran en el centro del partido
alcanzando apenas un poco más de la mitad de aquella media. No obstante cabe atender a que en
otros territorios, por ejemplo los del pericentro y el centro, los valores cambian sustancialmente.
Los valores de las medias de ambas periferias sin ser idénticos se encuentran a considerable
distancia de los últimos mencionados. Esta observación sirve de prólogo para similares
conclusiones de otras variables sociodemográficas, por ejemplo las que permite localizar en el
fondo las medias más bajas de ancianos (7%) y la preponderancia de los migrantes (14,99%) con
relación a otros clusters. En cuanto a las variables socioeconómicas tenemos que los mayores
contrastes existen también entre el cluster de la periferia del fondo y el resto, aunque
principalmente con relación al centro y el pericentro. A fines de establecer estos rasgos de
diferencia para las variables seleccionadas, puede mencionarse CALMAT III, IV y V y Tipo de
vivienda B y otras no A. La situación también deviene con importantes diferencias con relación a
la media correspondiente a los jefes de hogar con la máxima instrucción recibida.
Mientras tanto, y a continuación en los gráficos Nº 1 y subsiguientes puede establecerse otras
diferenciaciones y disimilitudes aun tomando por su base el método de las correlaciones entre las
variables seleccionadas.
Número de cluster 1
Periferia (Sur y Norte)
2 Pericentro
3 Centro
4 Periferia (Fondo)
Variables Media Media Media Media
Personas de más de 65 años 10,81 15,50 17,34 7,00
Personas entre 0 a 13 años 23,89 18,44 16,82 28,80
Hogares con NBI 13,22 7,72 3,89 23,22 Hogares de 5 y más personas
26,98 19,56 15,62 32,57
PEA Desocupada 22,75 17,90 13,74 25,63
MIJH 0 a 9 años 62,54 49,87 35,70 69,17
Sin Cobertura de salud 56,24 43,05 31,35 65,14 Hacinamiento /
Hacinamiento crítico 20,84 11,80 6,88 29,92
CALMAT III, IV y V 14,45 5,35 2,38 28,29
Combustible para cocinar 25,48 10,44 4,20 46,68 Tipo de Vivienda B y otras no
A 14,82 6,04 2,29 32,57
Migrantes 12,71 11,84 11,42 14,99
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106
Grafico Nº 1. Correlación entre Hogares con NBI y PEA desocupada
Pea desocupada
403020100
NB
I
30
20
10
0
Cluster
Periférico del Fondo
Centro
Pericentral
Periféricos del Sur
y el Norte
Gráfico Nº 2. Correlación entre Tipo de vivienda y Hacinamiento
Hacinamiento
403020100
Tip
o de
Viv
iend
a
40
30
20
10
0
Cluster
Periférico del Fondo
Centro
Pericentral
Periféricos del Sur
y el Norte
El análisis del gráfico permite apreciar que para el partido existe una relación de proporcionalidad muy alta, casi absoluta, entre los hogares con NBI y la PEA desocupada, (ver curva resultante a mayor porcentaje de hogares con NBI: es mayor la PEA desocupada), pero que al tratarse además de la búsqueda de su autocorrelación espacial nos permite aproximarnos a las características con la que se manifiesta esta proporcionalidad en el territorio. De este modo las fracciones censales correspondientes al centro del partido son las que se encuentran –con sus menores valores– más próximas al eje X (PEA desocupada), y también con sus menores valores con relación al eje Y (hogares con NBI). Por esto mismo en el centro del partido puede contabilizarse alrededor de un 10 a 15% de PEA desocupada y un 0 y 5% de NBI. Mientras que en el extremo superior de la curva (ver la distancia a la que se encuentran las fracciones de la periferia del fondo en el gráfico) tenemos valores que van desde el 22% al 26%.
En este gráfico –ver tipo de curva– debe apreciarse una relación casi exponencial entre los valores de los hogares con hacinamiento/hacinamiento crítico y el tipo de vivienda. Los menores valores de ambas variables están fuertemente concentrados –ver proximidad de las fracciones del centro a 0 para X e Y– y los mayores valores tienen la mayor dispersión -ver la distancia a la que se encuentran también de 0. Imbricando las relaciones entre los clusters puede verse que el centro y pericentro no supera el 15% del hacinamiento mencionado y el 10% de vivienda con carencias. Mientras que las periferias, con sus diferencias (en fuerte contraposición a lo recién expresado) alcanzan una amplitud de sus valores que van desde el 15 y 35% para el hacinamiento, hasta casi un 40% de la vivienda que presenta carencias.
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107
Gráfico Nº 3. Correlación entre Tipo de vivienda y Edad hasta 13 años
Grupo de edad de hasta 13 años
32302826242220181614
Tip
o de
Viv
iend
a
40
30
20
10
0
Cluster
Periférico del Fondo
Centro
Pericentral
Periféricos del Sur
y el Norte
Gráfico Nº 4. Correlación entre Tipo de vivienda y Cobertura de Salud
Cobertura de salud
706050403020100
Tip
o de
Viv
iend
a
40
30
20
10
0
Cluster
Periférico del Fondo
Centro
Pericentral
Periféricos del Sur
y el Norte
El gráfico presenta por su tipo de curva una mayor variabilidad -comportamiento menos homogéneo y lineal de los atributos- que los que se refirió en gráficos anteriores. Se trata de una mayor variabilidad dentro de cada cluster ya que no tienen un comportamiento lineal sino más bien “desordenado”. Esto es debido a que entre el 14 y 20% de los grupos de edades de hasta 13 años de los clusters Pericentral y Central en el indicador Tipo de vivienda se encuentran concentrados entre el 0 y el 10%. Los restantes dos cluster si bien si tienen un comportamiento mas lineal se puede ver que el cluster Periféricos del Sur y el Norte varían entre el 10 y 20% en el tipo de vivienda y el cluster Periférico del Fondo entre un 27 y 40% aprox.
También en este caso -como en el gráfico Nº 2- el comportamiento de las variables resulta en una curva de proyección exponencial. Los comportamientos de los valores de las variables presentan profundas diferencias en su incidencia -discontinuidad territorial- según las fracciones de las que se trate. Cabe destacar el comportamiento de las fracciones del pericentro que a pesar de poseer una relativamente baja proporción de viviendas deficitarias alcanza altos valores en la ausencia de cobertura de salud (observar el importante desplazamiento hacia la derecha, los mayores valores, por parte de la curva). Puede inferirse que a pesar de no existir criticidad en algunos de los problemas de la cuestión urbana para las últimas -tipo de vivienda deficitaria-, determinados problemas de la cuestión social -la cobertura de salud- se presentan con relativa contundencia también en el pericentro. En su conjunto se expresa una profunda jerarquización de los espacios según las variables seleccionadas. La regla general que puede extraerse es que a mayor presencia de vivienda deficitaria, mayor ausencia de cobertura de salud
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108
Gráfico Nº 5. Correlación entre Tipo de Vivienda, Población migrante y CALMAT III, IV y V
10
20
30
40
1012
1416
10
20
30
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� Periféricos del Sur y el Norte� Pericentral� Centro� Periférico del Fondo
Cluster
De este modo, a partir del establecimiento de las medias de los clusters para algunas variables
socio-demográficas, socioeconómicas y urbanas y por su parte algunas correlaciones de las
mismas variables, se han podido establecer las principales diferenciaciones del espacio urbano del
partido. En este sentido, y retomando postulados teóricos antes sostenidos, el partido se nos
presenta conformado a partir de una serie de ritmos que sirven a la refutación de la existencia de
sólo dos ritmos para esta localidad. El descubrimiento del centro, pericentros y periferias nos
permite poner en crítica y suspenso los modelos/metáforas de las tesis duales. Así, el territorio de
esta parte de la metrópolis, si se toma el método de las correlaciones, presenta en casi todos los
casos unos ritmos que se justifican en la claridad con la que se presentan sus diferenciaciones. Si
consideramos la ciudad heredada a la que hicimos referencia en la primera parte de este capítulo,
debemos mencionar que en la actualidad el centro conserva aún la jerarquía espacial y social más
consolidada en términos de integración social y espacial para el partido. Sus características vienen
determinadas por una baja correlación entre el tipo de vivienda y el hacinamiento, lo cual significa
que los barrios que corresponden a este ritmo tienen una baja/inexistente proporción de
viviendas deficitarias y el hacinamiento es prácticamente inexistente. Por su parte, si bien el
En este gráfico se ha incorporado a la correlación de las variables sobre la cuestión urbana en el partido -tipo de vivienda y CALMAT- la dimensión sociodemográfica -migrantes-. Para el caso debe ponderarse que esta dimensión no presenta altas disimilitudes entre las fracciones -la desviación típica es la menor de todas las variables seleccionadas (1,69)-. Por lo cual, si bien la curva no presenta la notable contundencia de los gráficos anteriores, cabe destacar por una parte la relativa proximidad en la representación gráfica de las fracciones del centro y el pericentro, esto además por la tracción que ejerce los similares porcentajes de residentes migrantes, mientras que por otra el crecimiento paulatino de las distancias para las periferias del norte y sur, y mucho más marcada para el fondo. La mayor dispersión de los valores se manifiesta entre las variables CALMAT y el tipo de vivienda y con claridad en las periferias del sur, norte y fondo, en donde también crece la presencia de migrantes.
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109
desempleo no alcanza valores importantes es la única variable crítica –junto a la de cobertura de
salud– que logra presentar la mayor incidencia con relación a otras seleccionadas para la
elaboración de las correlaciones. Tampoco logran incidencia significativa las variables que miden
NBI y la presencia de personas que poseen hasta 13 años. Los inmigrantes representan una
pequeña proporción y baja correlación.
Las fracciones que corresponden al pericentro, que antes referimos como formando parte de
los espacios que se integraron a la urbanización durante el apogeo del modelo sustitutivo y el
Estado de Bienestar, presentan para sus barrios correlaciones más importantes con relación a las
variables consideradas. Las correlaciones de mayor peso pueden localizarse entre la vivienda
precaria y la cobertura de salud. En el caso del gráfico Nº 5 que incorpora tres variables (tipo de
vivienda, migraciones,calidad de los materiales) debe observase que la situación reviste mayor
gravedad para una de las fracciones. En el resto, y en general, el comportamiento de los valores
de las fracciones que conforman cada uno de los clusters resulta homogéneo.
La situación se presenta diferente para las fracciones censales situadas en los bordes del
partido y que hemos denominado como pertenecientes a las periferias. No obstante el
comportamiento de los clusters, se puede visualizar que existe una clara jerarquía entre las que
corresponden al norte y el sur, y por otra parte al fondo del partido. Si bien en su conjunto
resultan significativamente afectadas, las fracciones del fondo tienen un comportamiento
homogéneo, debido a su criticidad, pero se diferencian por su heterogeneidad social y urbana de
las antes mencionadas.
Algunas regularidades que permiten extraerse de los casos presentados –nos referimos a los
gráficos Nº 1 a 5– permiten concluir para esta parte que:
a) las diferencias existentes en cualquiera de los gráficos son siempre las mayores entre los
valores del centro y los de la periferia del fondo.
b) en todos los casos existe una notable regularidad y orden en la jerarquía que va desde los
valores del centro, el pericentro, las periferias del norte y el sur y finalmente la periferia del fondo.
c) los valores que corresponden a la periferia del fondo se presentan agrupados para cada una
de las fracciones, y con notable diferencia, ya no sólo con relación al centro y pericentro sino
también con otras áreas relegadas del partido como es la periferia del norte y el sur
d) la cuestión urbana –representada por las variables relativas a vivienda– presenta las
mayores diferencias –gráficos Nº 2, 3, 4– frente a la que compromete, por ejemplo, a las de tipo
socioeconómico.
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110
Cabe para la parte siguiente de esta tesis el análisis más pormenorizado y a otra escala, para la
detección de la segregación urbana. Hemos reservado para esa misma sección una descripción
más minuciosa sobre la topología social y la toponimia de los territorios más afectados, para lo
cual se empleará un nivel/escala de análisis de mayor detalle al planteado para el presente
capítulo. Se trata en lo sucesivo de operacionalizar para el hallazgo de la segregación urbana
algunas expresiones abstractas y teóricas por las cuales se sostiene que “la escala crea el
fenómeno” (Lacoste, 1976; Boaventura Santos, 2001). La selección de la unidad radio censal, a
modo de nivel de análisis empleado, ha resultado fundamental para el descubrimiento de la
segregación en el partido.
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111
CAPÍTULO IV
EL RITMO DE LA SEGREGACIÓN URBANA
EN EL
PARTIDO DE SAN MARTÍN
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112
Para esta parte nos hemos propuesto dar cabida a una serie de preguntas que tienen por
objeto avanzar en el hallazgo de las actuales evidencias empíricas de la segregación urbana en el
partido de San Martín. Para lo cual se recurrirá a las relaciones que hasta el momento hemos
establecido entre teoría, objetivos y métodos, y lo que en este sentido aún se desarrollará para el
presente capítulo. La lógica de la estructura de este capítulo es la de la elaboración de los índices,
el establecimiento de los de mayor incidencia mediante su jerarquización, la correlación de las
variables para establecer las de mayor asociación y, finalmente, la determinación de los radios en
los que las variables poseen su mayor desviación para establecer entonces aquellos en que
existirían las mayores condiciones de segregación.
1. Índices globales de la segregación urbana en el partido de San Martín Al momento de la construcción de nuestro objeto de estudio y del examen de los marcos
teóricos que envuelven la discusión sobre la segregación urbana, adoptamos algunos elementos
teóricos que nos permitieron arribar a una breve definición conceptual, en parte propia, sobre
este problema, lo que ha tenido como finalidad actuar como principio orientador para lo que en
este capítulo deseamos hallar como evidencia empírica. En este sentido, cabe un muy breve
repaso: a) sobre el carácter de la segregación que queremos detectar y medir, b) sobre los
métodos a los que se recurrirá, y c) sobre la estrategia que se seguirá para su análisis.
Respectivamente, los pasos que sobrevienen se encuentran determinados por la búsqueda de la
población, la vivienda y los hogares que conforman los espacios del “hábitat pobre” de mayor
homogeneidad residencial socioeconómica del partido, de mayor proximidad geográfica y que
eventualmente se encuentran distribuidos en el espacio en forma desigual. Ellos, si bien resultan
minoritarios –aunque se trata de varios miles de personas, hogares y viviendas–, son los que se
encuentran “objetivamente” a la mayor distancia social y económica –y se verá en qué medida
física– de los agentes mejor posicionados en el partido, o bien dicho de otro modo, de aquellos
que poseen las mejores/mayores condiciones de adueñarse de los bienes (públicos o privados)
que se encuentran localizados en el mismo espacio social reificado (Bourdieu, 1999: 122). Con lo
dicho se hace referencia a dos de los componentes fundamentales del significado y sentido de la
segregación que estamos tratando. Así, la homogeneidad social y la acumulación de desventajas
que buscamos medir y localizar, se inscriben como condición según lo establecido por nuestras
definiciones conceptuales, para el hallazgo de una distribución geográfica desigual y específica de
estos grupos en alguna/s parte/s del partido. Sin embargo, para esto debe atenderse a que la
mencionada distribución trata de un problema que implica n dimensiones. La segregación, como
la hemos definido, es un proceso multidimensional (político, económico, cultural, demográfico)
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113
por lo cual cabe suponer que en estas situaciones pueden cohabitar y estar copresentes la
ausencia/presencia de estas dimensiones aunque con distintos niveles de intensidad, lo que a lo
largo de esta tesis hemos referido bajo la denominación de diferentes tipos de capital. En parte, la
mencionada particularidad sobre el acceso diferencial, la hemos visto en el capítulo anterior al
observar las características que había adquirido la segmentación social y espacial para los grupos
que habían sido alcanzados por el desempleo y la ausencia de cobertura de salud. A pesar de ello,
estos grupos, en el pericentro, mantenían aún sus residencias en los barrios sencillos de los
trabajadores y no los alcanzaba la pobreza de hábitat, es decir, ausencia de capitales de carácter
económicos, cohabitan con la presencia de mayores capitales de carácter espacial.
1.1. Las variables seleccionadas de la segregación urbana Presentamos a continuación las variables que a nuestro criterio resultan sobresalientes para la
detección del problema en el partido.
Cuadro Nº 1. Las variables seleccionadas de la segregación urbana
Por su parte también cabe sostener que para el problema se mantendrá igual criterio de
•De la variable Edad simple, se ha seleccionado como grupo minoritario a la Población de 0 a 13 años y mayoritario el resto.
•De la variable Edad quinquenal, se ha seleccionado como grupo minoritario a la Población de 65 y más años y mayoritario el resto.
•De la variable Trabajo, se ha seleccionado como grupo minoritario a la PEA Desocupada y como mayoritario la PEA ocupada.
•De la variable Vivienda, se ha seleccionado como grupo minoritario al Tipo de Vivienda B y como nayoritario el resto.
•De la variable Cantidad de personas en el hogar, se ha seleccionado como grupo minoritario los Hogares de 5 y más personas y como mayoritario el resto.
•De la variable Hacinamiento y Hacinamiento Crítico, se ha seleccionado como grupo minoritario la Población Hacinamiento/Hacinamiento Crítico y como mayoritario el resto.
•De la variable Necesidades Básicas Insatisfechas, se ha seleccionado como grupo minoritario a los Hogares con NBI y como grupo mayoritario NBI-NO.
•De la variable Educación, se ha seleccionado como grupo minoritario la Máxima Instrucción del Jefe de Hogar entre 0 a 9 años (MIJH 0 a 9 años) y como grupo mayoritario los jefes con instrucción universitaria.
•De la variable Salud, se ha seleccionado como grupo minoritario a la población Sin Cobertura de Salud y grupo mayoritario la población con cobertura de salud.
•De la variable Vivienda, se ha seleccionado como grupo minoritario la Vivienda CALMAT III, IV y V y como grupo mayoritario el resto.
•De la variable Vivienda, para ponderar la confortabilidad del hábitat se ha seleccionado como grupo minoritario Población cocina leña y carbón frente al resto como grupo mayoritario.
•De la variable Vivienda se ha seleccionado como grupo minoritario Sin propiedad del terreno frente al resto como grupo mayoritario.
•De la variable Migraciones, se ha seleccionado como grupo minoritario la Población migrante frente al resto como grupo mayoritario. Observación: para más detalle sobre los fundamentos de la elección de las variables puede recurrirse a la explicación existente en el cuadro de similares características que se encuentra en el capítulo anterior.
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114
selección de las variables -variables de criticidad- e iguales dimensiones de análisis
(sociodemográficas, socioeconómicas y sociohabitacionales) que en el capítulo anterior. Además
de tratarse de variables críticas, las mismas adquieren aquí la significación de corresponder a lo
que en los estudios de la segregación se denomina como grupos minoritarios.
1. 2. Los índices globales de la segregación urbana
Conforme se han presentado las variables sobre las que realizaremos el análisis, cabe hacer
referencia a la técnica por la cual se arribará a determinadas conclusiones sobre el problema en el
partido. Como se ha discutido hacia el final del primer capítulo, se recurrirá al empleo de lo que
genéricamente se ha dado en llamar desde hace varias décadas los índices globales de la
segregación urbana. Acerca de esto debe establecerse una distinción analítica debido a su gran
número, a que cada uno de ellos atiende a cuestiones diferentes, y a que pretenden responder
preguntas también de diferente carácter. Para dar cuenta de lo anterior, como puede desprenderse
de la observación del cuadro Nº 2, se ha establecido aquí que los finalmente seleccionados
pueden descomponerse en dos grandes grupos. Por una parte, están los que miden la igualdad en
la distribución geográfica de los grupos minoritarios, con relación a los grupos mayoritarios en un
territorio definido previamente y para X atributo. Mientras que por otra, los que miden la
exposición de los mismos grupos para X atributo. Debe atenderse a que mediante la selección de
ellos estamos dando lugar a la medición –operacionalización mediante– de lo que hasta el
momento era una definición teórica y conceptual. Por lo que se está hablando para cada uno y
hasta combinadamente de los atributos espaciales y sociológicos del problema.
Cuadro Nº 2. Cuadro explicativo resumen sobre los índices seleccionados
Fuente: Elaboración propia a partir de Martori y Hoberg (2004), Apparicio (2000ª y b)
Índice Tipo de medición. Características La distribución espacial diferente de dos grupos sociales (minoritario vs. mayoritario)
entre las unidades de superficie (secciones censales) de un territorio predeterminado. Un grupo minoritario está segregado si se distribuye de forma desigual en un grupo de
secciones censales, en nuestro caso radios censales.
Igualdad /
Desigualdad
La segregación es máxima cuando el grupo minoritario y el mayoritario no comparten un área común de residencia.
La probabilidad de contacto potencial entre individuos de grupos diferentes. La interacción mide la probabilidad de que los miembros del grupo mayoritario
interactúen con los del grupo minoritario.
Aislamiento
/ Interacción
El aislamiento mide la probabilidad de que los miembros del grupo minoritario interactúen con los de su mismo minoritario
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115
1. 2.1. Los índices de la igualdad/desigualdad
Mediante los índices de la igualdad/desigualdad, se hace referencia a la igualdad en la
distribución de uno o más grupos en las unidades censales –recurrimos a radios censales– en las
que, en este caso, el INDEC divide el partido de San Martín. Un grupo de población con X
atributo presenta segregación si está repartido de forma desigual entre aquellas unidades de la
localidad. Así, la desigualdad puede medir la distribución de un grupo de población en el territorio
(si es o no igualitaria), aunque no nos puede informar sobre cómo es la distribución. Por este
motivo, mediante su utilización estamos en condiciones de saber, más estrictamente, si existen
zonas que reagrupan la mayor parte del grupo minoritario del territorio bajo análisis (es decir si
existe una distribución desigual o no). Así, bajo los índices de igualdad se reconocen con sus
diferencias, dos índices, el de la segregación y el de disimilitud.
Mediante el índice de la segregación (Duncan & Duncan, 1955) se mide la distribución de un
determinado grupo de población en el espacio urbano. Sus valores pueden variar entre 0 y 1, y
corresponden respectivamente a una distribución exactamente igualitaria y una distribución de
máxima segregación. Si el índice se expresa en porcentaje, su valor, puede interpretarse como la
proporción del grupo minoritario que tendría que cambiar de residencia para obtener una
distribución igualitaria en el territorio seleccionado. Debe atenderse, con relación al que se
presentará bajo la denominación de disimilitud, a que mediante el índice de la segregación puede
establecerse la diferencia entre la proporción de individuos del grupo que ha sido establecido
como minoritario (X) y la proporción del resto de población en cada radio censal.
Los elementos que componen el índice de la segregación (IS) son:
Para lo cual debe reconocerse que:
Por otra parte mediante el índice de la disimilitud (ID), si bien es muy similar en su
formulación al índice anterior, se comparan proporciones de dos grupos –minoritario vs.
mayoritario- según el atributo X seleccionado– y no de un grupo con relación al resto. Esto
X: corresponde a la población total del grupo minoritario del partido T: corresponde a la población total del partido. ti : corresponde a la población total en el radio censal i xi : corresponde a la población del grupo minoritario en el radio censal i n : corresponde a los radios del municipio
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116
puede apreciarse en la ausencia de T (la población total del partido) y de ti (la población total en el
radio censal i) y su reemplazo respectivo ahora por Y (el total de población de este grupo
minoritario en el partido) e yi (población del grupo mayoritario en cada radio censal). Así, los
elementos que lo componen son:
Para lo cual debe reconocerse que:
Como en el caso del índice anterior una vez establecido su valor, este puede convertirse
–cálculo mediante– en el porcentaje del grupo minoritario que debe cambiar de radio censal para
alcanzar la igualdad en la distribución geográfica en el partido. Si por ejemplo adelantamos alguno
de los obtenidos para este territorio, se tiene que el grupo minoritario que utiliza leña o carbón
para cocinar y calefaccionarse alcanza por disimilitud (ID) con relación a los que lo hacen con
mejores estándares –gas de red o inclusive envasado– un valor de 0,8911. Por esta razón casi el
90% de los grupos afectados por este atributo en el partido debe cambiar de residencia para
alcanzar igualdad en la distribución geográfica. Debemos aclarar que, para el establecimiento de
estos índices, no ha contado históricamente la posibilidad de utilizar los sistemas de información
geográfica. No obstante como se verá más adelante, hemos de transcribir geométricamente en
una carta, sus manifestaciones.
1. 2.2. Los índices de la exposición Dos cuestiones deben atenderse con relación a estos índices, una de carácter teórico y
conceptual sobre su relación con la segregación urbana, y otra que hace a las características
mismas del procedimiento de resolución. Para la primera parte del señalamiento corresponde
establecer que si los primeros índices resultan favorables a dar respuesta sobre las preguntas
acerca de la igualdad de la distribución geográfica de los grupos en un territorio –atributos
geográficos de la segregación–, el segundo tiene por finalidad brindar elementos para reflexionar
X: corresponde a la población total del grupo minoritario del partido T: corresponde a la población total del partido. Y: corresponde al total de población del grupo minoritario en el partido yi: corresponde al total de la población del grupo mayoritario en cada radio censal. n : corresponde a los radios del municipio
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117
sobre la mezcla social y la homogeneidad/heterogeneidad social de los radios censales, y
eventualmente en el partido. En segundo término, esta última afirmación debe ser reconocida
bajo el control que se ejerce desde la incorporación de la probabilidad –la elaboración del índice
incluye el cálculo de probabilidad– de que la población, hogares y viviendas de grupos
minoritarios vs. grupos mayoritarios compartan la misma unidad censal con otros grupos
similares o diferentes según el índice correspondiente. Por lo que se trata de dar respuesta a la
pregunta sobre qué probabilidad existe de que miembros de un grupo de X atributo esté expuesto
–exposición– a compartir el mismo radio censal con grupos similares o diferentes según el índice
del que se trate. A partir del reconocimiento genérico de los índices de exposición, como en el
caso anterior lo hicimos para los de la segregación, cabe la posibilidad de trabajar con dos índices.
El primero de ellos denominado como índice de aislamiento (IA) corresponde a la medición de la
probabilidad de que población, hogares o viviendas compartan el radio censal con una entidad
(población, hogares o viviendas) igual/similar. Para lo cual cabe la realización del siguiente
cálculo:
Sus valores también están comprendidos entre 0 y 1, y a mayor valor existen mayores
probabilidades de que el grupo X (en nuestro estudio siempre se trata de un grupo afectado por
una variable crítica) se encuentre a escala de los radios censales aislado de otros grupos en mejor
situación. A mayor valor del índice, mayores probabilidades de segregación, por mayor
aislamiento. Por su parte, los elementos que conforman el índice son los mismos que en los
anteriores, mientras que P es la proporción de población del grupo X en la localidad.
Ahora bien, si en cambio se recurre a la elaboración del índice de interacción (IY), se está en
condiciones de establecer, también la probabilidad, la copresencia y cohabitación de grupos X e Y
que conviven, ahora la palabra es interacción, en el mismo radio censal. A modo de ejemplo, si
mantenemos la misma variable utilizada para ejemplificar (ID) resulta que la probabilidad de que
los grupos minoritarios que cocinan con leña y carbón en el partido alcanza (IY) de 0,3117. Es
decir, se interpreta que de media para el partido, en los radios en donde reside un miembro del
grupo X hay un 0,3117 de probabilidades, bajas probabilidades, de que interactúen con otros
diferentes, en este caso los que poseen los mejores servicios para la cocina y la calefacción de los
hogares. Así, como regla general de lectura de este índice puede decirse que a menor valor del
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118
índice, las probabilidades de grupos diferentes interactúen en un mismo radio censal, según el
atributo mencionado, son menores. A menor valor, más segregación por interacción.
El mismo se determina a partir de:
En este caso también los elementos y componentes de los índices son los que antes se
utilizaron para el resto de los índices, solo que para este último se ha reemplazado a xi por yi..
De este modo cabe la advertencia que sobre la lectura y validez universal sobre los índices
expuestos. Se volverá sobre el punto al momento de su discusión para el territorio del partido.
Cuadro Nº 3. Indices de la segregación urbana seleccionados
Índices de igualdad Índices de exposición
Índices de Segregación (IS) o Índice de
Duncan (ID)
Índice de aislamiento
Índice de Disimilitud
Índice de interacción
Fuente: Elaboración propia a partir de Martori y Hoberg (2004), Apparicio (2000ª)
1. 3. Aproximación empírica a los índices globales de la segregación urbana Uno de los rasgos que caracteriza la operatoria con los índices seleccionados es que su
resolución sólo nos permite acceder a resultados globales de su desempeño para el territorio, lo
cual, si bien permite sumar información para el problema de la segregación en el partido, no
resulta la mejor vía para analizar su desempeño más focalizado hacia el interior del mismo. En
este sentido las advertencias son consideradas por muchos de los principales investigadores del
tema.
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119
Cuadro Nº 4. Índices globales de la segregación en el partido
Fuente: elaboración propia. INDEC (2001)
Al momento de examinar sobre el estado del debate actual en torno a los mencionados
índices globales hemos observado que básicamente los estudios –principalmente
latinoamericanos– trabajan con un número reducido de variables. En general, hemos detectado la
utilización de no más de cuatro variables, siendo ellas las más representativas de las dimensiones
(sociodemográficas, socioeconómicas y sociohabitacionales). Por nuestra parte hemos
seleccionado para el análisis un número mayor, un total de doce variables Proxy de las mismas
dimensiones, lo cual ha agregado paradojas, complejidad y nuevas preguntas al estudio. Para ello
nos detendremos primeramente en lo que genéricamente hemos denominado índices de la
segregación y por otra los que corresponden a los índices de exposición. A partir de esto
analizaremos su comportamiento para cada una de las dimensiones (sociodemográficas,
socioeconómicas y sociohabitacionales).
Con relación a los índices de la segregación (segregación/ disimilitud) podemos inferir que
existe en el partido una muy importante segregación –en términos entonces de la desigualdad en
la distribución geográfica– que afecta crítica y ostensiblemente a las variables sociohabitacionales
(ver Cuadro Nº 5). En este sentido la incidencia del índice con relación a los hogares no
Indices de igualdad Indices de exposición Valor de índices Variables
Valor Índice de segregación (IS)
Valor Índice de disimilitud (ID)
Valor Índice de aislamiento (IA)
Valor Índice de interacción (IY)
No propietarios del terreno
0.654 0.654 0.345 0.654
CALMAT III, IV y V
0.570
0.618
0.370
0.394
Sin Cobertura de Salud
0.263
0.263
0.540
0.459
PEA DESOCUPADA
0.146 0.146 0.405 0.594
MIJH 0 a 9 años
0.255 0.435
0.573 0.064
Hacinamiento/ Hacinamiento crítico
0.437 0.534 0.134 0.247
Hogares con NBI
0.397 0.397 0.235 0.764
Población cocina a leña o carbón
0.823 0.891 0.015 0.311
Tipo de vivienda B (excluye A)
0.587 0.560 0.278 0.650
Población de 0 a 13 años de edad
0,1529
0,1273
0,2373
0,6489
Población de 65 años y más
0,1973 0,1682 0,1523 0,6569
Migrantes 0,1271 0,1271 0,1446 0,8554
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120
propietarios del terreno, que antes establecimos como Proxy de la marginalidad espacial para
comprender la segregación urbana, alcanza al 65% de los hogares para (IS) e igual (ID) por
tratarse de grupos dicotómicos. Mientras tanto si nos detenemos en los grupos que se
calefaccionan a leña y carbón obtenemos el 82% (IS) y el 89% (ID). Por su parte, el tipo de
vivienda precaria alcanza al 58% por (IS) y 56% por (ID), mientras que CALMAT precarios
alcanzan 57% y 61% respectivamente.
De lo anterior puede concluirse por comparación que la segregación –por igualdad en ambos
índices– se manifiesta en el partido principalmente a partir de las variables críticas socio-
habitacionales: por la desigual distribución geográfica y por la disimilitud con relación a diferentes
grupos mayoritarios. Más bajos –aunque en parte también más dispares– resultan los valores
correspondientes a las variables socioeconómicas. Globalmente para el partido, resulta que los
valores más críticos de estas variables se encuentran en los hogares con NBI al alcanzar el 39%
para (IS) e (ID), seguidos por la población sin cobertura de salud con 26% para (IS) e (ID). Así
como la PEA desocupada alcanza valores segregatorios francamente bajos del 14% para (IS) e
(ID). Mientras que si bien para MIJH 0 a 9 años el (IS) de 25% es bajo, la proporción resulta
diferente, y mucho más importante para el (ID) de la misma variable con el 43%. Sobre el
comportamiento de esta variable y otras mencionadas en este punto se volverá en las próximas
páginas de este capítulo. Mientras tanto, si repasamos el comportamiento de los índices de
exposición de acuerdo al criterio de analizar primero las variables sociohabitacionales para el
partido, tenemos que globalmente las probabilidades de “encuentros” entre grupos similares que
residen en espacios próximos (IA) son bajas (por esta razón existiría mezcla social), ya que se
cuenta con valores próximos al 30% en el caso del tipo de vivienda B, y mayores con un 40%
para los hogares no propietarios del terreno y CALMAT. Mientras tanto en el plano de las
variables socioeconómicas, el (IA) se manifiesta de modo similar a los valores de las variables
sociohabitacionales, mientras que la PEA desocupada alcanza el 40% de probabilidades de
encontrarse aislada. Para este mismo índice (IA) se tiene que el aislamiento crece al 54% de las
probabilidades si refiere a la ausencia de la Cobertura de Salud y al 57% para los Jefes de Hogar
de baja instrucción.
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121
Cuadro Nº 5. Jerarquía/Posiciones de variables según valores de indices de segregación
Indices de igualdad Indices de exposición
Variable Jerarquía Posición
Variable
(IS)
Valor índice
Variable (ID)
Valor índice
Variable (IA)
Valor índice
Variable (IY)
Valor índice
1º
Población cocina a leña o carbón
0,823 (82%)
Población cocina a leña o carbón
0,891 (89%)
MIJH 0 a 9 años
0,573
MIJH 0 a 9 años
0,067
2º
No propietarios del terreno
0,654 (65%)
No propietarios del terreno
0,654 (65%)
Sin cobertura de Salud
0,540
Hacinamiento
0,247
3º
Tipo de vivienda B
0,587 (58%)
CALMAT III, IV y V
0,618 (61%)
PEA
Desocupada
0,405
Población cocina a leña o carbón
0,311
4º
CALMAT III, IV y V
0,570 (57%)
Tipo de vivienda
B (excluya A)
0,560 (56%)
CALMAT III, IV y V
0,370
CALMAT III, IV y V:
0,394
5º
Hacinamiento
0,437 (43%)
Hacinamiento
0,534 (53%)
No propietarios del terreno
0,345
Sin cobertura de Salud
0,459
6º
Hogares con NBI
0,397 (39%)
MIJH 0 a 9 años:
0,435 (43%)
Tipo de vivienda B
0,278
PEA Desocupada
0,594
7º
Sin cobertura de Salud
0,263 (26%)
Hogares con NBI
0,397 (39%)
Población de 0 a 13 años
0,237 No propietarios del
terreno
0,654
8º
MIJH 0 a 9 años
0,255 (25%)
Sin cobertura de Salud
0,263 (26%)
Hogares con NBI
0, 235
Tipo de vivienda B
0.650
9º
Población de 65 y más años
0,197 (19%)
Población de 65 y más años
0,168 (16%)
Población de 65 y más años
0,152 Hogares con NBI
0,764
10º
Población de 0 a 13 años
0,152 (15%)
PEA Desocupada
0,146 (14%)
Migrantes
0,144 (14%)
Población de 0 a 13 años
0,6489
11º
PEA Desocupada
0,146 (14%)
Migrantes 0,127 (12%)
Hacinamiento
0,134
Población de 65 y más años
0,6569
12º
Migrantes 0,127 (12%)
Población de 0 a 13 años
0,127 (12%)
Población cocina a leña o carbón
0,015
Migrantes
0,8554
Fuente: elaboración propia. INDEC (2001) 54
Por su parte, si se pondera la situación de la exposición en el partido en cuanto a la
interacción (IY), se tiene que las más bajas interacciones entre grupos diferentes corresponde a
los que se encuentran afectados por las variables críticas sociohabitacionales que corresponden a
los grupos que cocinan y calefaccionan con leña y carbón, ya que existe 30% de probabilidad de
54 El cuadro tiene la finalidad de presentar la jerarquía / posición que adquiere cada variable para los índices tratados. El porcentaje señala la proporción de población, hogares y viviendas de los grupos afectados que debería cambiar de residencia para alcanzar mayor igualdad en la distribución. En el caso de los índices de exposición debe cambiarse el modo de lectura. Los mayores valores de las primeras posiciones señalan ahora probabilidades de que los grupos afectados compartan el radio censal con similares, esto es, a mayor valor, mayor probabilidad de aislamiento. Las probabilidades de aislamiento disminuyen con las jerarquías/posiciones más alejadas y entonces más abajo en la tabla, mientras que para IY los menores valores de los primeros lugares señalan menores posibilidades de compartir el radio censal con otros diferentes. A menor valor, menor probabilidad de interactuar con otros diferentes. De todos ellos se puede concluir qué variable (sociodemográfica, socioeconómica, sociohabitacional) resulta más influyente para los diferentes tipos de segregación. El color naranja corresponde a variables sociohabitacionales, el verde a las sociodemográficas y el amarillo a las socioeconómicas.
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122
que estos grupos interactúen con aquellos mejor provistos por un mejor servicio del tipo. En
cambio, y paradójicamente, si se compara con el desempeño de los otros índices para igual
variable, las mayores posibilidades de interactuar con otros diferentes corresponde a los grupos
que carecen de la propiedad del terreno (65% de probabilidad de interacción). También en el
plano sociohabitacional resulta que por CALMAT precaria hay valores medios-bajos de
interacción, aunque llamativamente las posibilidades de interactuar con otros diferentes son altas
y para los grupos afectados por el tipo de vivienda B. Finalmente, con relación a las variables de
mayor perfil socioeconómico hay probabilidad media y media alta de alcanzar interacciones con
otros diferentes. Nos referimos respectivamente a 45% de probabilidad de hacerlo para los
grupos afectados por la ausencia de la cobertura de salud y 59% de hacerlo en virtud de sus
pertenencias a empleos estables.
Globalmente, del cuadro Nº 5 se puede establecer que para el partido la igualdad/desigualdad
se manifiesta más críticamente que la exposición. Es decir, cabría suponer que la segregación
actúa operando en el partido más por su distribución geográfica desigual que por el aislamiento y
la baja interacción entre los grupos diferentes –si bien, los últimos no resultan del tipo
estadísticamente insignificantes, no presentan la claridad de la tendencia con que lo hace la
segregación del tipo IS. Asimismo, si se evalúa qué de lo geográfico estaría afectando con mayor
incidencia la igualdad/desigualdad, ello debe ser localizado en la preponderancia de las cuestiones
urbanas y sociohabitacionales, antes que en otras como las sociodemográficas y socioeconómicas,
las cuales, dentro de la (IS) e (ID) para el partido, no dejan de mantener a pesar de sus
diferencias, valores importantes.
En términos globales si bien los índices de exposición presentan menor criticidad no puede
dejar de atenderse que para los índices de aislamiento (IA) los mayores problemas se presentan en
el empleo y en las protecciones sociales como factor disruptor de la copresencia y cohabitación
entre diferentes dentro de un mismo radio censal, es decir, ambas variables críticas contribuyen al
aislamiento entre grupos diferentes. Ahora bien, si nos detenemos en la interacción (IY) el
problema mayor debe encontrarse en la baja interacción con otros diferentes que corresponde a
los grupos segmentados por el combustible precario y el hacinamiento y hacinamiento crítico del
que participan. Llamativamente, la interacción con otros diferentes se presenta importante si la
segmentación de los grupos obedece a la falta de propiedad del terreno.
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123
Finalmente, cabe sostener muy brevemente que, a pesar de las tendencias de los espacios a
estar estructurados siguiendo los patrones de una marcada división social del espacio, la
segregación urbana se presenta con menor claridad y probablemente mayor heterogeneidad social
y urbana a la esperada. Para ambos casos puede establecerse una clara distancia sobre cualquier
hipótesis dualista de la ciudad así como cualquier homogeneidad absoluta para sus segregaciones,
en especial la que nutre las disgresiones sobre la exposición de algunos de sus grupos. Asímismo,
también resulta difícil el establecimiento de cualquier linealidad entre estructura espacial y social
tanto para la segregación como para la diferenciación social y espacial de la división del espacio.
2. Aproximación empírica a través de la correlación entre índices globales de la
segregación
El objetivo de este punto es establecer los índices de las variables que en el partido se
encuentran más asociados entre sí. Para ello se ha tomado, el coeficiente de correlación de
Pearson o coeficiente r de Pearson, que mide la cantidad de dispersión en relación a la ecuación
lineal de mínimos cuadrados (García Ferrando et al, 2001). Sin que sus resultados signifiquen
causación, los mismos permiten establecer fundamentalmente asociatividad entre variables, cuyos
coeficientes son fácilmente interpretables si se considera que su recorrido oscila entre -1,0
(asociación perfecta negativa, es decir nada asociados) y +1,0 (asociación perfecta positiva, es
decir asociación absoluta), por lo que los valores de la correlación indican tanto la dirección como
el grado (fuerza) de la asociación.55
En el caso mencionado los coeficientes han sido elaborados a partir de los índices que
presentamos en los párrafos anteriores, y que tiene como “plus” de calidad sumar información
frente a lo visto hasta el momento, para precisar con fiabilidad en qué medida la pobreza del
hábitat, entre otras situaciones se encuentran asociadas –acompañadas– a otras precariedades.
55 Si se sigue a Hernández Sampieri (2001) debe comprenderse que los valores comprendidos entre 0,10 y 0,49 corresponden a una correlación positiva débil; entre 0,50 y 0,74 es una correlación positiva media; entre 0,75 y 0,89 es una correlación positiva considerable; entre 0,90 y 0,99 es correlación positiva muy fuerte y entre y +1 es una correlación positiva perfecta.
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124
Cuadro Nº 6. Correlación (IS) para el partido
Fuente: Elaboración propia, INDEC (2001)
A partir de la información resultante del cuadro Nº 6 puede apreciarse que las variables
sociohabitacionales de la segregación (IS) se encuentran significativamente asociadas con la
ausencia de cobertura de salud y con los desocupados. Asimismo, la segregación por propiedad
del terreno, una variable que nos interesa particularmente, se encuentra asociada a las
segregaciones por la baja calidad de los materiales (0,748) y al tipo de vivienda (0,617) y más
débilmente a la ausencia de la cobertura de salud (0,593). No obstante debe prestarse atención
que resultan de mayor asociatividad con relación a las mismas variables aquellas que se asocian a
la baja calidad de los materiales. Puede establecerse que las asociaciones para el resto de las
segregaciones resultan mayoritariamente altas –cabe consignar que no existen resultados
negativos ni próximos al valor cero– y que, al tratarse de variables críticas, se desempeñan
mancomunadamente. Por su parte, el cuadro Nº 7, que correlaciona la segregación por
disimilitud (ID), no ofrece mayores diferencias con el anterior en torno a la magnitud de las
asociaciones presentadas.
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125
Cuadro Nº 7. Correlación (ID) para el partido
Fuente: elaboración propia. INDEC (2001)
De este modo las correlaciones entre las segregaciones de igualdad/desigualdad permiten
agregar detalle a esta distribución geográfica desigual existente en el partido. En este sentido si
para el punto anterior pudimos deducir que estas segregaciones son importantes en el partido, y
que ellas tienen en lo sociohabitacional su mayor criticidad, también podemos saber que las
asociaciones son muy altas si se correlacionan sus segregaciones por esta misma cuestión y para
ID. Además, están acompañadas por ausencia de cobertura de salud, por un alto hacinamiento y
hacinamiento crítico y en menor medida –-aunque indudablemente– por el desempleo. Si por
otra parte nos detenemos en las correlaciones para los índices de la exposición cabe detenerse
primero en el cuadro Nº 8. Mediante él puede apreciarse que, si se seleccionan las mismas
segregaciones, pero ahora para descubrir las correlaciones que se producen en el aislamiento de
los grupos (IA), cabe consignar que las mayores asociaciones entre segregaciones se mantienen
aunque con valores en general menores.
Cuadro Nº 8. Correlación (IA) para el partido
Fuente: elaboración propia. INDEC (2001)
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126
Por el contrario existe para esta segregación un crecimiento significativo en la correlación de
los jefes menos instruidos y la ausencia de cobertura de salud –de (ID) 0,752 pasa a (IA) 0,955– y
además la correlación entre los jefes menos instruidos y los desocupados –de (ID) 0,710 pasa a
(IA) 0,950–. De este modo, el aislamiento en el partido si bien como vimos en el punto
correspondiente posee valores menos contundentes que la segregación por igualdad/desigualdad
en la distribución geográfica, cuando se produce lo hace bajo las características mencionadas y en
virtud de las mismas variables críticas.
Cuadro Nº 9. Correlación (IY) para el partido
Fuente: elaboración propia. INDEC (2001)
Finalmente cabe detenernos en el cuadro Nº 9, el cual corresponde a las correlaciones entre
los índices de la interacción. Los resultados arrojan algunas particularidades en lo que hace a la
probabilidad de que interactúen grupos diferentes en los radios del partido. Por su parte, el
panorama que ofrece la correlación entre estos índices tiene una clara tendencia a valores más
bajos, aunque las excepciones permiten agregar matices al fenómeno. Si nos detenemos en el
análisis de las diferencias, y en el sentido del crecimiento de algunos de sus valores, nos llama la
atención el aumento de la asociación para esta segregación entre la no propiedad del terreno y la
presencia de NBI. La asociación crece desde el (IS) 0,617, el (IA) 0,610 hasta la correlación (IY)
de 0,864. De lo cual cabe suponer, que si bien en su momento hemos detectado valores en
general medios altos de interacción –menor segregación– la segregación por (IY) tendrían por su
base la no propiedad el terreno y los hogares con NBI.
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127
Otras asociaciones importantes, sin que ello resulte crecimiento frente a otras asociaciones,
han resultado de la asociación entre la ausencia de cobertura de salud y la desocupación, el
hacinamiento frente a las NBI y el tipo de vivienda. Mientras tanto ha resultado de tipo negativo,
con -0,303, la máxima instrucción del Jefe de Hogar asociada a CALMAT, por lo que cabe
suponer que las interacciones con otros diferentes no se rigen por los afectados entre las
segregaciones mencionadas. Un breve balance de lo dicho puede deducirse de la lectura del
cuadro Nº 10 que se encuentra a continuación.
Cuadro Nº 10. Jerarquía / Posición de las principales asociaciones entre los índices56
Fuente: Fuente: elaboración propia. INDEC (2001) A los fines de sistematizar los resultados hemos seleccionado los primeros seis lugares de las
jerarquías resultantes de las correlaciones entre los índices globales de la segregación. Como
resultado de ello podemos establecer que, si bien los valores resultan altos en todos los casos, las
leves variaciones indican que:
a) los valores más altos de las correlaciones de los índices de igualdad (IS) e (ID) se
encuentran representados por las variables habitacionales.
56 La lectura vertical permite aproximarse a conocer la jerarquía, mientras que la lectura horizontal permite reconocer las variaciones que estas sufren según diferentes índices. Para el cuadro sólo se han seleccionado seis correlaciones entre índices, que son las que poseen los mayores valores, por lo que existen otras correlaciones, de menor valor, pero con similares niveles de significación (Ver cuadros de correlaciones Nº 6 a 9).
Correlaciones de los índices de igualdad
Correlaciones de los índices de exposición
Correlación Jerarquía Posición
Correlación Índice de
segregación (IS)
Correlación Índice de disimilitud
(ID)
Correlación Índice de aislamiento
(IA)
Correlación de Índice de interacción
(IY) 1º
CALMAT y NBI (0,947)
CALMAT y NBI (0,950)
Cobertura de Salud y
PEA Desocupada (0,952)
Cobertura de Salud y
PEA Desocupada (0,952)
2º
CALMAT y
Hacinamiento (0,932)
CALMAT y
Hacinamiento (0,940)
MIJH 0 a 9 años
y PEA Desocupada (0,950)
NBI y
Tipo de vivienda (0,952)
3º
Tipo de vivienda
y Hacinamiento (0,915)
Cobertura de Salud y
PEA Desocupada (0,903)
CALMAT y NBI (0,933)
NBI y
Hacinamiento (0,911)
4º
Tipo De vivienda y CALMAT (0,915)
Tipo De vivienda y Hacinamiento
(,909)
CALMAT y
Hacinamiento (0,895)
Propietario del Terreno
y Tipo de vivienda (0,871)
5º
NBI y
Hacinamiento (0,929)
Tipo de vivienda y CALMAT (0,915)
Cobertura de Salud y
PEA Desocupada (0,952)
NBI y Propietario del
terreno (0,864)
6º
Cobertura de Salud y
PEA Desocupada (0,903)
Cobertura de Salud y
PEA Desocupada (0,903)
Tipo de Vivienda y Hacinamiento (0,867)
CALMAT y
Hacinamiento (,0862)
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128
b) los valores más altos de las correlaciones de los índices de exposición (IA) e (IY) se
encuentran representados por variables socioeconómicas y muy próximas las de carácter
habitacional.
No obstante al tratarse de variaciones poco significativas (todas las correlaciones son fuertes y
muy fuertes) puede deducirse que las correlaciones que toman por su base las segregaciones del
partido son altas ya sea que se trate de la desigualdad en la distribución como en el aislamiento y
de la baja interacción con grupos sociales diferentes.
2.1. Índices globales de la segregación y distribución geográfica de los capitales. Análisis
“intraurbano” de las segregaciones
La perspectiva con la que se tratarán en este punto las segregaciones en el partido es abordada
bajo la adopción de unas herramientas teóricas –las distintas especies de capital– que si bien
fueron mencionadas antes globalmente no alcanzaron hasta el momento su desarrollo conceptual
y propuesta de abordaje empírico mediante un método. Por su parte, la finalidad de realizar el
análisis bajo tales principios y herramientas se debe a los interrogantes que plantea nuestro
propósito de acceder a un mayor grado de detalle –territorial– sobre la segregación urbana en el
partido. Esto, como se expresó, no es posible de ser alcanzado mediante la utilización de los
índices globales de la segregación. En este sentido, estamos haciendo referencia a un modo de
análisis que, sin abandonar el modelo estadístico, tiene como preocupación la detección de las
diferentes calidades del fenómeno.57 Así, recurrir a la descripción y el análisis de los capitales
espaciales, y algunas expresiones de los capitales socioeconómicos y de los capitales culturales, crea mayores
condiciones para avanzar en ese sentido. Por su parte, el efecto de cierre sobre estos capitales no
significa que no pudieran descubrirse otras especies de él, sino que corresponden a los más
probables de ser medidos y analizados bajo el modelo de análisis cuantitativo que impera en esta
tesis.
Así, siguiendo la línea de reflexión propuesta por Bourdieu, Jaques Lévy (2002) entiende que
los capitales espaciales son un conjunto de recursos, acumulados por un actor, que le permiten al
mismo tener ventaja sobre el uso de la dimensión espacial de lo social en función de su estrategia.
Este tipo de capital detenta todas las características inherentes a la noción de capital (cambio,
fungibilidad, acumulación, etc.) y es por eso que permite a los individuos y los grupos, ser a la vez 57 En parte esta idea viene motorizada por los enunciados de Bourdieu (1999) en La Miseria del Mundo cuando advierte sobre lo relevante de este tipo de planteamientos problemáticos.
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129
un actor social y espacial. Otros autores, en una línea similar a la de Levy como puede ser el caso
de Vincent Veschambre (2004), entienden que el posicionamiento social se juega en parte, en lo
espacial. Es decir, en la capacidad desigual que tienen los individuos y los grupos de aprovechar
los usos del espacio en función de un cierto número de recursos materiales y simbólicos y, a su
vez transmitirlos.
De este modo el capital espacial es, en primer lugar, el espacio que se posee, el patrimonio
territorial que se tiene, aunque también corresponden a él aquellas adquisiciones que los agentes
puedan poseer y acumular durante sus trayectorias de vida sobre las experiencias del espacio en
función de las movilidades migratorias, los desplazamientos corrientes y los cambios
residenciales, en definitiva en sus estrategias en el espacio. Por esta última es que se construye una
experiencia de los espacios, un conocimiento del mundo, de las familiaridades y de los saberes
sobre los espacios, sus atractivos, el interés que ellos presentan, sus accesibilidades y los contactos
que se pueden entablar (Herín, 2003), que “bien” aprovechados pueden servir al mejoramiento de
las posiciones sociales. Simplificando, el capital espacial en poder del actor tendría dos
componentes principales, por una parte una serie de vectores tangibles y soportes materiales que
están relacionados con las infraestructuras físicas y sociales y su localización en el espacio –que es
lo que aquí nos interesa “medir”–, y otro componente de carácter inmaterial, que queda
exceptuado del análisis de esta tesis. Ahora bien, como se puede entrever, estos capitales
espaciales como es el caso de los otros capitales, les cabe la posibilidad de que sean “fungibles” e
intercambiados por otros en el caso de los otros capitales. Se puede transformar un capital
económico del tipo monetario en una buena ubicación residencial –mayor capital espacial– y
asimismo una buena ubicación residencial en un mayor capital social –relacional– que favorezca
la creación de redes sociales en el territorio. De este modo se podría estar hablando de probables
“éxitos” o de “mejores” trayectorias de vida en función de las mejores localizaciones, en el
sentido de que mediante ellas se podría ayudar a conservar, perpetuar o acceder a mejores
posiciones sociales. De este modo un buen capital espacial por localización, aún en condiciones
de una baja accesibilidad a infraestructuras, puede contribuir a la movilización de capitales
sociales. Por otra parte, el acceso a una escuela o a una “buena” escuela, y a la obtención de los
títulos, puede significar una acumulación de capitales culturales que pueden ser convertidos en
capitales espaciales en la medida que crean mayores condiciones para acceder –vía acreditación de
saberes– al mercado de trabajo, a una vivienda mejor y así acumular capitales espaciales de mayor
calidad del hábitat y una mejor localización. En principio cabe aclarar que a nuestro juicio no es
posible la valorización de un capital espacial per se si el mismo no se lo concibe acompañado y
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130
alimentado por los otros capitales antes mencionados. Aunque cabe reconocer también la
posibilidad para el capital espacial de ser convertido por parte de los grupos en otras especies de
capital. Nuevamente siguiendo a Bourdieu, nuestro supuesto principal para esta parte es que el
éxito de las luchas por las apropiaciones del espacio depende del capital poseído (en sus
diferentes especies). Así, las posibilidades promedio de apropiación de los diferentes bienes y
servicios materiales o culturales asociados a un hábitat determinado, se especifican para sus
distintos ocupantes, según las capacidades de apropiación (materiales –dinero, medios de
transporte privados– y culturales), (Bourdieu, 1999: 123). Bajo el nombre genérico de capital
espacial, nos interesa su distribución en el espacio físico cosificado de la localidad, a sabiendas de
que su localización puede corresponder a un estado de la lucha por la apropiación de las
“situaciones” en virtud de las “posiciones sociales” alcanzadas por la posesión de diferentes
especies de capital. Las relaciones entre el capital espacial y los diferentes tipos de capital están a
nuestro juicio recortados en función de cómo la acumulación histórica de los capitales sociales,
económicos, simbólicos y culturales han sido acumulados por los individuos y los grupos sociales
para derivar en mayores o menores capitales espaciales. Pero también, cómo una “buena
localización” puede convertirse en una mayor probabilidad de acceso a la educación y a la
interacción con otros diferentes a los fines de incorporar mayores posibilidades de no estar
recluidos y aislados en espacios confinados y segregados. Por nuestra parte, en función de
nuestros objetivos, teorías y métodos adoptaremos aquí el concepto de capital espacial en su
acepción probablemente más ligada a las variables socioeconómicas, que refieren a la
accesibilidad a la infraestructura física y urbana. Conservamos la denominación de capitales
culturales para los títulos que los individuos poseen –aquí los MIJH de 0 a 9 años– y los capitales
de las protecciones sociales –la cobertura de salud.
Cuadro Nº 11. Modalidades en las que se presentan los capitales espaciales
CAPITALES ESPACIALES Accesibilidad a
infraestructuras básicas
Accesibilidad a equipamientos urbanos y
servicios colectivos
Accesibilidad a la propiedad del terreno
y la vivienda
Otras modalidades
Agua potable, cloacas, electricidad y otros asociados a la grilla urbana como las calles, aceras y calzadas.
Escuelas, hospitales, centros de salud comunitaria, “salitas” de salud, plazas y otros espacios de ocio y
esparcimiento. Accesibilidad al servicio de transporte público
Propiedad/no propiedad del terreno. Ilegalidad/Informalidad
Recolección de residuos, prevención de inundaciones,
contaminación. Redes territoriales de
vecinos. Seguridad.
Fuente: Elaboración propia a partir de Levy (2003), Herín (2003), Veschambre (2004)
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131
3. Geografía de la segregación de los capitales espaciales y de otros tipos 3.1. Geografía de los propietarios de la tierra urbana. El capital espacial de la propiedad
del terreno.
Elegimos comenzar por esta variable del capital espacial por ser una de las que constituyen un
atributo de fuerte peso para la segregación urbana que estamos estudiando y en especial la
latinoamericana, o bien una razón mayoritaria de ello para los países del sur del planeta (Ciattoni
et al., 2005). En nuestro caso nos preocupa el análisis de este capital espacial en la medida que
puede ser concebido ya no sólo como un estado de situación, sino un estado del proceso de las
luchas de la apropiación por el espacio (Bourdieu, 1999) y como un modo privilegiado de
interacción con el Estado, que politiza la pobreza urbana vía la lucha por reconocimiento de
derechos (Sigal, 1981). Por su parte, si se examina también a escala del partido las proporciones
de propietarios vs. no propietarios, se obtiene que, como resulta en general para el AMBA
(Yuvnosky, 1984), estos últimos representan una pequeña proporción de los hogares (5,57%)
frente los propietarios del terreno (94,43%). De acuerdo con los índices globales de la
segregación por igualdad/desigualdad hemos establecido que alrededor del 65% de los hogares –
por (ID) e (IS)– deberían cambiar de radio censal para alcanzar una distribución geográficamente
igualitaria en el partido, alcanzando de este modo una de las mayores incidencias por parte de
estos índices, solo superada por la precariedad en las dotaciones de servicios para cocinar y
calefaccionarse que no trataremos aquí. Mientras tanto, si se analiza la incidencia de los índices de
la exposición, ha resultado que ellos –como también para otras variables sociohabitacionales– si
bien son considerables, no presentan la mayor criticidad (ver cuadro Nº 5). La probabilidad de
que los no propietarios del terreno, por (IA), residan en la misma unidad censal y próximamente
a sus similares es del 35%, mientras que la probabilidad de que interactúen (IY) con otro
diferente es del 65%. (Ver en punto 2 de este capítulo las variables con las que este capital se
asocia más significativamente).
Cuadro Nº 12. Proporción de propietarios / no propietarios del terreno en el partido
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Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Propietario (94,43) No propietario (5,57)
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132
Para analizar el comportamiento de este capital con mayor grado de detalle y a los fines de
establecer espacialmente cuáles son los radios censales más afectados, hemos propuesto desde
aquí en adelante, representar a través de un gráfico de dispersión la desviación de cada uno
de ellos (existen 387 radios censales en el partido) seleccionando a modo de muestra sólo un
índice de igualdad y uno de exposición, modo de análisis que se traslada hacia el resto de
los capitales analizados. Por lo que si se observa sus comportamientos en los gráficos Nº 1 y
Nº 2, obtenemos que en ambos casos los radios afectados han resultado mayoritariamente
coincidentes para ambos índices en cuanto a la incidencia que ejercen allí ambas segregaciones
(IA e ID), aunque es en la periferia “fondo” en donde nuestro problema se presenta con mayor
contundencia.
Gráfico Nº 1. Dispersión de propiedad del terreno (ID) por radios censales
Fuente: Elaboración propia
La implementación de este procedimiento nos ha permitido establecer que si bien los índices
globales de uno y otro tipo de segregación (ID e IA) presentan en un caso mayor criticidad –el de
igualdad frente al de exposición–, los radios afectados en uno y otro caso son de todos modos en
su mayor parte los mismos, aunque en el segundo (Gráfico Nº 2) con menor grado de dispersión.
Gráfico Nº 2. Dispersión de propiedad del terreno (IA) por radios censales
N Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Radios de la Periferia Fondo
Radios de la Periferia Norte
y Sur Radios del Pericentro
Radios de la Periferia Fondo
Radios de la Periferia Norte y Sur
Radios del Pericentro
Radios del Centro
Radios del Centro
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Con sus variaciones, según los índices de los que se trate, las periferias del fondo –con la
mayor incidencia– y las periferias del norte y el sur, resultan las unidades censales más segregadas
por igualdad y exposición del partido. También a partir de ambos gráficos (Gráficos Nº 1 y Nº 2),
puede comprenderse que cada uno de ellos, inclusive algunos del pericentro, exhiben un
comportamiento de sus valores que se encuentran a considerable distancia de los radios con
valores próximos a cero y a gran distancia de la afectación de los otros ritmos del partido. La
trascripción geométrica de las desviaciones a los mapas (Mapa Nº 1), permite apreciar que ambos
índices actúan afectando mayoritariamente los mismos espacios, en un tipo geográficamente
concentrado de la incidencia de la variables.
Mapa Nº 1. Mapas de la igualdad (ID) y mapas de la exposición (IA) de no posesión del
terreno
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
3.2. Geografía de los capitales espaciales de la vivienda precaria. El tipo B Junto al capital antes mencionado, el tipo de vivienda constituye el campo de mayor
significación para evaluar las condiciones de habitabilidad de un espacio determinado. Cualquiera
de ambos, como sugiere Yunovsky (1984), resulta además un Proxy adecuado para ponderar la
distribución geográfica del ingreso, aunque –como hemos visto– esto no puede resultar pasible
de una conclusión lineal.
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134
Como sucede para el conjunto del área metropolitana, en este partido, la mayor proporción
de los hogares reside en unidades habitacionales correspondientes al tipo A y un número mucho
menor a las del tipo B (ver gráfico Nº 3). Lo cual debe ser comprendido de todos modos, bajo
un muy importante espectro de condiciones habitacionales en lo que hace a la calidad de los
materiales. Ello es pasible de ser medido asimismo, a través de la calidad de los materiales (según
INDEC por CALMAT I a V) y otros factores de accesibilidad espacial a las redes de servicios
urbanos (ver peso de esta última variable en cuadro Nº 5). Si se pondera el alcance de los índices
globales de la igualdad de este tipo de vivienda, nos encontramos ante una significativa presencia
de las segregaciones por (ID) e (IA). Al tratarse de desplazamientos de hogares que para alcanzar
la igualdad en la distribución geográfica en todos los radios censales, debiera comprender en el
primer caso al 58% y en el segundo al 56%.
Gráfico Nº 3. Tipo de vivienda A y tipo de vivienda B
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Serie1
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Mientras tanto, las probabilidades de compartir los radios censales con hogares de similares
capitales (IA) orilla el 30%, mientras que si se pondera la probabilidad de que interactúen (IY)
con los de mayores capitales de vivienda (tipo A), ella resulta próxima al 65%. Ahora bien, si se
procede al análisis espacial para el partido, observamos que para el tipo de vivienda B, el número
de casos –radios– que alcanzan comportamientos críticos resulta cuantitativamente mayor que
para la propiedad del terreno. También resulta que al momento de establecer el análisis espacial
“intraurbano” para este capital espacial, son una vez más los más segregados, aquellos situados
principalmente en las periferias fondo, norte y sur –en ese orden de importancia–, y un caso en el
pericentro.
Tipo de vivienda A (90,66%) Tipo de vivienda B (9,34)
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Gráfico Nº 4. Dispersión según el tipo de vivienda B (ID) por radios censales.
Fuente: Elaboración propia
Gráfico Nº 5. Dispersión según el tipo de vivienda B (IA) por radios censales
Fuente: Elaboración propia
De la comparación de ambos tipos de capitales espaciales –por gráficos y mapas
correspondientes– nos surge que cuantitativamente tanto por ID como por IA la incidencia que
alcanza la segregación urbana por el tipo de vivienda B es mayor que el problema de la posesión
de la tierra. Lo cual no deja de ser a nuestro juicio un problema de la segregación urbana que por
marginalidad espacial, en los términos de Sigal, fragiliza las trayectorias de vida e interacciones
con otros diferentes, reforzando el aislamiento social.
La situación nos sugiere por nuestra parte algunas reflexiones. Por ejemplo, si se compara el
comportamiento de los índices de los capitales tratados –los sociohabitacionales– con aquellos
que analizaremos a continuación –los de cobertura de salud y educación del jefe–tenemos que las
desviaciones para el primer caso resultan mayores (ver comportamiento de las curvas para los
gráficos de los diferentes capitales espaciales, de las protecciones sociales y de los educativos). Es
decir, las distancias entre los mayores valores y los menores valores de los índices son más
pronunciadas para los capitales socio-habitacionales que para los capitales que se analizan más
adelante. Por otra parte, la comparación entre los dos especies de capital sociohabitacional –
Radios de Periferia Fondo
Radios de Periferia Norte y Sur
Radios Periferia Fondo
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Radios de Pericentro
Radios de Centro
Radios de Pericentro
Radios de Centro
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propiedad del terreno y tipo de vivienda B– nos lleva a reflexionar sobre lo difícil de deducir y
conjeturar de modo lineal sobre la no propiedad del terreno y la posesión de un tipo de vivienda
B precaria. En lo sociohabitacional y en el partido para las periferias del fondo y el norte dada la
multidimensionalidad del problema que estamos tratando, la ausencia del capital propiedad del
terreno se presenta cuantitativamente con menor capacidad de afectación territorial que la
precariedad del hábitat. Es decir, y esto se puede apreciar en los mapas, la segregación urbana se
encuentra más acorde con una mayor afectación por precariedad del hábitat que por ausencia de
propiedad (ambos rasgos definitorios además, de la marginalidad espacial para Sigal).
Mapa Nº 2. Mapas de la igualdad (ID) y Mapas de la exposición. Tipo de vivienda B
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
3.3. Geografía de las protecciones sociales. La ausencia de la cobertura de salud Por varias razones hemos adoptado el análisis de este capital. Entre las de índole teórica
existe un alto consenso que se está ante un Proxy adecuado para analizar una de las más
importantes protecciones sociales afectadas por las fragilidades actuales con relación al mundo
del trabajo, ante lo cual su ausencia puede indicar directamente desempleo o bien empleos
precarios –empleos en negro– sin seguridad social. En el orden de las decisiones de selección por
razones empíricas, hemos observado en parte, al tratar la división social del espacio del partido,
que es una variable de comportamiento y alcance próximo al 50% en términos dicotómicos SI-
NO (ver gráfico Nº 6) por lo cual cabe develar en qué medida es un problema social de los
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137
diferentes grupos y clases o bien en qué medida esta ausencia de capitales es patrimonio de
algunos territorios más que de otros.
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Serie1
Fuente: Elaboración propia
Mapa Nº 3.
Si se analiza esta ausencia de la cobertura de salud a través de los índices globales, el
desempeño de los mismos arroja algunas particularidades. La proporción de la población que
debería alcanzar igualdad en la distribución geográfica en el partido, alcanza iguales valores para
ID e IS (26%). En la jerarquía (ver cuadro Nº 5), aparece desplazado frente a la segregación por
igualdad de otras variables, mientras que por el contrario, se encuentra entre los más altos en
razón del aislamiento, con (IA) de 54%. También alcanza un valor significativo para el caso de
(IY) con un 54%, por lo cual existiría un poco más del cincuenta por ciento de las probabilidades
de que los que poseen este capital se encuentran residiendo en el mismo radio de los que no lo
Cobertura de Salud SI (54,74%) Cobertura de Salud NO (45,26%)
Gráfico Nº 6. Porcentaje de población por Cobertura de Salud
Mapa Nº 3. El presente mapa ha sido elaborado bajo el criterio de detección de porcentajes, sin recurrir a los índices de la segregación. Exhibe la distribución espacial de los radios que en color naranja representa NBI por debajo de la media del partido -probable ausencia de pobreza estructural-, y los puntos rojos los radios que se encuentran por debajo de la media con relación a la cobertura de salud -importante ausencia de cobertura de salud. De esto podría concluirse sin referir en este caso estrictamente a segregación, que los radios en los que confluye el color naranja y la presencia de puntos rojos son espacios que corresponden a un tipo de pobreza principalmente ligada a la debilidad de las protecciones sociales y no por NBI
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poseen. Por su parte, el análisis territorial intraurbano del comportamiento espacial de este capital
nos permite también sostener que la ausencia de cobertura de salud es un problema de una parte
importante de todo el partido. (Ver el comportamiento de la curva para este capital y los capitales
antes tratados). Debe observarse que a pesar de que los índices globales por (IS) e (IA) son altos,
la perspectiva es diferente cuando se los analiza espacialmente. Así, su comportamiento
intraurbano ofrece importantes disparidades para (ID) en el comportamiento y especialmente,
pero que no alcanza sólo con contundencia a los radios de la periferia sino también a otros radios
no periféricos como pueden ser los del pericentro (ver mapa de puntos. Mapa Nº 3).
Gráfico Nº 7. Grafico de dispersión según la Cobertura de salud (ID) por radios censales
Fuente: Elaboración propia
Si se analiza el comportamiento de (ID) debe observarse la importante disparidad de su
comportamiento. Esto es, hay una significativa cantidad de radios afectados por su mayor
desviación en el fondo, el norte y el sur, tanto en lo que hace a los que están por encima de cero
como los que se encuentran por debajo de cero. Debe observarse en el gráfico Nº 7 la
manifestación negativa para los radios del centro, lo cual llama la atención tanto en lo que hace al
análisis de este mismo capital con relación a los otros radios como en lo que refiere a la
comparación de este capital con relación a otros vistos anteriormente. La manifestación de lo
dicho en este último aspecto resulta contundente si se analiza con detenimiento el
comportamiento de la variable en los respectivos mapas (ver Mapa Nº 4).
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Gráfico Nº 8. Grafico de dispersión Cobertura de salud radios (IA) censales del partido
Fuente: Elaboración propia
En los mapas correspondientes, las principales diferencias pueden establecerse
comparativamente entre los capitales espaciales sociohabitacionales y los de las protecciones
sociales. Los primeros afectan un relativamente reducido número de radios, pero con alta
incidencia de los índices globales, mientras que para las protecciones de salud los índices globales
son de menor incidencia, pero afectan un mayor número de radios, y también, muchos se
encuentran por debajo de cero.
Mapa Nº 4. Mapas de la igualdad (ID) y mapas de la exposición (IA) por Cobertura de Salud
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
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3.4. Geografía de los capitales educativos. Los de menor instrucción del partido
La decisión de analizar el comportamiento territorial de este capital obedece a que dentro de
la literatura francesa (Oberti, 2004ª y b, Van Zanten, 2001) y de la latinoamericana (Katzman y
Retamoso, 2006), el problema de la segmentación socioeducativa y eventualmente su segregación,
ocupan un lugar significativo entre las razones que pueden dar origen a la mayor distribución
geográfica desigual y al mayor aislamiento social. La ponderación de este capital resulta de
relevancia fundamental para los casos que analiza Oberti (2004ª y b) y para Francia. Por su parte,
el autor entiende siguiendo fuertemente a Bourdieu, que los bajos capitales culturales de los
padres de los alumnos residentes en estos barrios –debido a las rigideces del mapa escolar
francés– se “reflejan” con contundencia en la composición socioeconómica del alumnado de
estas escuelas y por barrios, según las clases sociales. Mientras tanto para Katzman, al analizar la
situación para Montevideo, esta segmentación y eventualmente segregación resultan ya no sólo
una consecuencia que deriva en un barrio de características de aislamiento social, sino que por
“efecto vecindario”, y el bajo “clima educativo” se transforma ahora en causa para la
reproducción del círculo de la pobreza dura.
Para el análisis de este capital hemos adoptado el criterio de seleccionarlo ya no sólo como un
indicador de accesibilidad a los capitales culturales, sino en virtud de considerarlo como un Proxy
de los menores ingresos. Si bien las discusiones sobre tal asociación son objeto de diferentes
opiniones aquí cabe analizar el comportamiento para el partido y los segregados urbanos.
Desgranando los índices globales del partido hasta el análisis de su comportamiento territorial
por radios, nos encontramos que su incidencia en virtud de la igualdad geográfica de su
distribución es baja en cuanto a IS (25%) aunque mucho más significativa al establecer su (ID), ya
que alcanza al 43% de la población residente en los radios censales. En cambio la situación se
presenta muy diferente cuando se establece su afectación por los índices de la exposición, y esto
puede resultar así en función del modo en que hemos decidido la composición del grupo
minoritario y mayoritario. Cabe consignar que para el caso, el hecho de haber tomado como
grupo minoritario a los jefes de hogar que poseen un nivel de instrucción entre 0 a 9 años frente a
uno mayoritario con instrucción universitaria, puede contribuir a presentar resultados altamente
polarizados. Ya que para cada uno de los índices es probable estimar un gran aislamiento y una
inexistente interacción con los universitarios.
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Cuadro Nº 9. Grafico de dispersión de MIJH 0 a 9 años de radios censales del partido (IS)
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Para el primer caso puede concluirse que en el partido las probabilidades de que jefes de
hogar con la mencionada instrucción residan en un mismo radio censal –vivan físicamente en
proximidad– son muy altas, al alcanzar (IA) casi un 60% de las probabilidades. Mientras tanto la
interacción con los universitarios (IY) es inexistente.
Ante la contundencia de este último dato debe contemplarse que, si se examinan los valores
absolutos de la tabla, se obtiene que:
a) la cantidad de los universitarios del partido es decidida y ostensiblemente baja,
b) los universitarios se encuentran localizados casi excluyentemente en los radios del
centro del partido, y entonces
c) los universitarios del partido son cuantitativamente escasos y cuando se los localiza
están con total exclusividad en unos pocos radios del centro.
La relevancia de los resultados puede avizorarse en los gráficos de la dispersión bajo las
siguientes características: a) como sucede con el capital de las protecciones sociales, estamos ante
dotaciones de capital que son bajos para todo el partido y en la gran mayoría de los radios, b)
como para todos los capitales analizados, las desviaciones de mayor criticidad afectan con más
intensidad a los radios que regularmente han presentado su mayor incidencia para todos los
capitales. El análisis territorial a través del los gráficos de dispersión presenta una clara afectación
para todas las periferias y en diferente grado para las periferias del sur y el norte. Asimismo, crece
la magnitud de los radios afectados por segregación.
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Cuadro Nº 10. Grafico de dispersión de MIJH 0 a 9 años de radios censales del partido (IA)
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Fuente: Elaboración propia INDEC (2001)
Mapa Nº 5. Mapas de la igualdad (ID) y mapas de la exposición (IA) por MIJH 0 a 9
Fuente: Elaboración propia INDEC (2001)
4. Consideraciones sobre la ciudad perdida en el fondo del partido
Lo que aquí denominamos la periferia en el “fondo” del partido es probablemente una de
sus áreas a la que los medios informativos han dedicado la mayor atención frente a otras más
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o menos “problemáticas” y con “dificultades”, como en general y eufemísticamente se refiere
a ellas58.
Por su parte, se trata de una de las porciones del partido –ver mapa periferia fondo– que
desde varias administraciones municipales anteriores ha sido denominada como el Área Geográfica
Reconquista, ya que buena parte de ella corresponde al valle de inundación del mismo río. Por esta
razón, gran parte de su territorio, tomando en cuenta además, su inundabilidad, fue planificada
desde varias décadas atrás por diferentes administraciones locales, con un destino diferente al de
su urbanización y situación sociohabitacional actual. Las localidades administrativas que la
integran, Eugenio Necochea, José León Suárez y Ciudad Jardín El Libertador, aunque
principalmente la segunda, fueron urbanizadas en los niveles más altos de la cota del río desde
mediados de la década de 1940. Rasgo topográfico –el de la cota– que contribuye a la
diferenciación en los precios del suelo y con ello su jerarquía espacial con relación a otros
espacios del partido. Las primeras aglomeraciones que se radicaron en esta actual periferia
tuvieron como principal factor de localización para su emplazamiento, la buena conectividad
motorizada por su proximidad a la estación del ferrocarril (J. L. Suárez), así como el impulso de
algunas actividades primarias ligadas a la extracción de arena de su subsuelo, las que tuvieron
como destino, durante las décadas de 1950 a mediados de 1960, la construcción de edificios en la
ciudad de Buenos Aires.
En proximidad a estas actividades se instalaron las primeras viviendas de los trabajadores,
mayormente pertenecientes a los emprendimientos productivos mencionados. Aunque desde los
años cincuenta, comprometiendo mayor heterogeneidad social y urbana al área, lo hicieron las
primeras villas, entre ellas algunas de las actualmente más grandes del partido, como es el caso de
La Cárcova y Villa Hidalgo (corresponden a radios 24 y 25 en mapa Nº 6 y cuadro Nº 11).
58 Como sostuvimos en la introducción de esta tesis, algunos medios de gran difusión (TV, diarios, revistas) han contribuido a generar a través de mapas y todo tipo de narraciones y relatos, una “imagen de marca” para esta parte del partido, que puede sintetizarse bajo la denominación, de “Corredor Mortal”. Buena parte de esta descalificación ha consistido en una estigmatización territorial que la ha entendido como una “zona caliente donde el delito adquirió características peculiares a fuerza del predominio de clanes familiares [que] llevan sus acciones a partir de un estratégico control territorial. Es el corredor de las bandas de los llamados narcosecuestradores…se habla de sectores favelizados” (Secuestros y Droga Revista Viva. La revista de Clarín. 19 de octubre de 2003).
Imágenes panorámicas de la laguna El pejerrey y viviendas adyacentes en el fondo del partido
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144
De la actividad mencionada solo permanecen los pozos profundos de algunas “tosqueras”
que se convirtieron en pequeñas y medianas lagunas (lagunas del Libertador y El Pejerrey)
producto de las lluvias, de las sucesivas inundaciones provenientes del río Reconquista, y de sus
canalizaciones, a los que debe agregársele una importante cantidad de zanjones cuyo
conocimiento de la toponimia son patrimonio de los habitantes más próximos a ellos. El paisaje
original de llanura de inundación ha sido alterado significativamente, por una parte por las
actividades mencionadas, y también por la colonización de sus tierras bajo las modalidades
mencionadas (barrios de trabajadores primero, villas más tarde y recientemente diferentes tipos
de asentamientos). El proceso de poblamiento y asentamiento informal en el conjunto de esta
periferia no se ha detenido hasta el presente, sino que por el contrario sus tasas de crecimiento
poblacional son superiores a la media de otras localidades y regiones del partido, del mismo
modo que sucede en otras áreas de similares características sociales y urbanas del conurbano.
La imagen corresponde a las orillas del río Reconquista y algunos de los zanjones próximos a la Villa Carcova en la localidad de José León Suárez. Como se sostiene en el cuerpo del texto central, además de su carácter segregado por razones puramente socioeconómicas, se trata de una de las áreas de mayor contaminación del partido, en donde la ausencia de capitales espaciales de aquella raigambre se imbrica con los bajos capitales espaciales del tipo ecológico-ambiental. Allí se multiplican las enfermedades de este último origen (erupciones, bronquitis, cáncer de piel, entre otras) que hacen del hábitat un lugar nada propicio al desarrollo humano.
En la imagen puede observarse desagües sobre el río Reconquista y depósitos de residuos del CEAMSE. En su conjunto forman parte del ambiente próximo a la Villa Hidalgo y otras de menor tamaño en el fondo del partido (Fuente: 360*. Cuaderno de Bitácora. Unsam. 2007)
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145
Mapa Nº 6. Periferia fondo del partido
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
El mapa representa una de las áreas del partido (fracciones 1, 10 y 21) que corresponde a lo que en capítulos anteriores hemos denominado periferia fondo. A su vez, es la misma periferia que, mediante el análisis en detalle de los índices globales de la segregación -esta vez mediante el examen de sus radios-, presenta las mayores desviaciones para todos los tipos de índices estudiados (ver gráficos 1, 2, 4, 5, 7, 8, 9, 10) y sus correspondientes capitales. En este caso se ha seleccionado el del comportamiento del aislamiento para la vivienda del tipo B, por el cual se puede apreciar el modo en que -en la medida que el color del mapa gana en intensidad- es menos probable que grupos que viven en el tipo de vivienda B lo hagan próximamente a grupos de habitantes de vivienda A. Debe considerarse que, si se efectúa un recorrido por las unidades censales que van desde la Av. Márquez hacia el río Reconquista y Autopista del Buen Ayre -es decir Este a Oeste-, la criticidad de los valores de las variables se tornan máximos tanto sea para las de carácter socio-demográfico, como socioeconómico y sociohabitacional. Al tratarse de un mapa montado sobre una imagen satelital pueden apreciarse por una parte los rasgos morfológicos físico-naturales y humanos. Respectivamente, el cauce del río, los sectores de bañados -en el sector gris/negro- y la presencia de las lagunas -para el sector de tonalidades violeta- y la presencia de la grilla pretenden “realismo” sobre los rasgos del lugar. Debe observarse que esta misma cuadrícula desaparece en la mayor proximidad de los elementos naturales antes mencionados, aunque lo contrario sucede con la colonización de sus tierras, al tratarse de espacios densamente poblados y bajo los atributos de fragmentación espacial señalados en el texto central. Las fracciones numeradas que serán objeto de explicación más adelante son las de mayor segregación según los gráficos 1, 2, 4, 5, 7, 8, 9, 10.
Av. Márquez
Río Reconquista Est. José
León Suárez
CEAMSE
Sentido del crecimiento de variables críticas
24
25
8
10
13 17
18 19 22
14
16
Autop. Buen Ayre
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Según nuestros resultados, la Avenida Márquez (“la Márquez” como la denominan los
vecinos en el partido) es uno de los bordes a partir de los cuales la división social del espacio del
partido exhibe algunas de las discontinuidades sociales y territoriales más crudas y de mayor
extensión. A uno y otro lado de esta avenida que corre de norte a sur, los valores de las variables
críticas sufren un importante y significativo incremento en la medida que la proximidad a la
autopista, el río, y el CEAMSE es mayor. Mientras que también es notable, por el contrario, el
crecimiento de las mejoras socioeconómicas y sociohabitacionales en cuanto la distancia este-
oeste hacia el centro y pericentro es menor.
Cuadro Nº 11. Principales radios segregados de la Periferia fondo (fracción Nº 1)
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Cuadro Nº 12. Principales radios segregados de la Periferia fondo (fracción Nº 10)
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Cuadro Nº 13. Principales radios segregados de la Periferia fondo (fracción Nº 21)
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Esta periferia es una de las porciones del partido en las que el “derecho a la ciudad”, y
diferentes especies de capital se encuentran a la mayor distancia para una parte numerosa de su
Los cuadros de la página pertenecen a radios que según los gráficos Nº 1, 2, 4, 5, 7, 8, 9, 10 del presente capítulo fueron estimados como los más segregados de la periferia fondo. Es decir, es probable que existan otros tantos radios segregados, pero en su defecto la incidencia es menor. Un análisis de los primeros mencionados permite entrever que si bien las variables críticas se presentan con contundencia en ellos, y la acumulación de desventajas es notable, la heterogeneidad social y urbana también forma parte de las condiciones de vida en estos radios, ya que la homogeneidad total está ausente. La referenciación geográfica debe observarse en el mapa Nº 6.
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147
población. Sus territorios se encuentran mayormente conformados por distintas capas de
privación material y otras desventajas, que han sido acumuladas principalmente durante las
últimas décadas. La geografía material resultante para la región exhibe algo o relativamente poco
de la monumentalidad y dotación de capitales espaciales que a muy pocas cuadras de allí
caracteriza a la parte más residencial y desarrollada del centro del partido y sus barrios más
prósperos.
En los espacios más próximos a la Autopista, el río y el CEAMSE es en donde las
infraestructuras urbanas están actualmente prácticamente ausentes de cualquier planificación
estatal, encontrando allí las principales razones de una cuestión urbana crítica por la cual la ciudad
y los beneficios que la ciudad pudiera proveer a la integración social están prácticamente ausentes.
La autoconstrucción del hábitat y la vivienda sigue allí un patrón de desarrollo territorial que ha
sido encarado por sus habitantes bajo distintos modos de cooperativismo, mutualismo y
organización colectiva, y una importante ausencia de políticas sociales y públicas de parte de
diferentes niveles de Estado (locales, provinciales y nacionales).59 Los paisajes de la relegación
descriptos se combinan con las más graves condiciones ambientales, debido a los niveles de
contaminación existentes y el riesgo de las inundaciones. Los cuales se alternan con algunos
sectores de pastos, bañados y juncos que son algunos de los últimos relictos de pampa detectables
para la región.
Existen dos indicadores de carácter sociodemográfico que suelen ser tratados al comienzo
de muchos estudios sobre la segregación. En este sentido se está ante una periferia que concentra
una muy importante cantidad de radios cuya proporción de niños entre 0 a 14 años es alta y una
muy baja presencia de adultos mayores de 65 años y más. En este sentido, la segregación y la
59 Para esta parte de la región cabria diferenciar la coexistencia de modos organizativos y formaciones socio-espaciales que son diferentes. La heterogeneidad, que puede ampliarse si se quiere atender además a su morfología, debe considerar la co-presencia en la región de formaciones asimilables tanto a la “clásicas” villa miseria aunque también aquellas que se reconocen como asentamientos. Entre las primeras se encuentra algunas de las más antiguas del partido, la Villa La Carcova –en José León Suárez– que cuenta con alrededor de 1200 familias según el Censo Municipal de la Vivienda del año 2002. Mientras que entre las que responden más estrictamente al segundo de los tipos de la informalidad habitacional, se encuentra desde la década de 1990 el Asentamiento Costa Esperanza –en Ciudad Jardín Libertador, habitado por alrededor de 1100 familias. Junto a él existen espacios residenciales de mayor irregularidad en su disposición espacial, así como aún, una mayor precariedad social. Algunos casos que pueden permitir una mínima aproximación a la dinámica organizacional en estos territorios relegados se encuentran: el “Barrio 5 de noviembre” que es un asentamiento que por cooperativización adquirió las tierras y se encuentra en regularización dominial, el barrio Molisani, las Plazoletas 9 de Julio, el Barrio Patagonia, el Barrio Tenerife, el Barrio Las Rosas, y otros, que al momento de realizarse el Censo Municipal de Asentamientos y Villas (2002) carecían de nombre para el gobierno local, aunque probablemente no sea así para sus vecinos.
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148
vulnerabilidad se expresan mediante una presencia de niños en la edad mencionada, que puede
variar entre el 36% y 45% del total de la población. Mientras que la baja presencia de los más
ancianos alcanza en algunos radios del sur de la misma periferia valores menores aún al 1%. La
relegación socioeconómica señala una importante distancia del tipo, frente a otros territorios del
partido, desde el momento que NBI alcanza el 54% y 59% en las villas y los asentamientos de
esta periferia. De igual modo, la ausencia de protecciones como la cobertura de salud alcanza
valores próximos al 80% y aún más de la población.
Por su parte la segmentación de tipo socioeducativa, también un importante Proxy para el
establecimiento de la división social del espacio urbano, es un indicador que presenta para el partido las
más altas magnitudes con relación a otros indicadores ya mencionados. En la misma periferia en
los radios censales más segregados solo existe la presencia de un 2 al 5 por ciento de la población
que ha completado el secundario. El resto se encuentra por debajo. El indicador además de ser
un Proxy legítimo para ponderar este tipo de división social, lo es indefectiblemente a los fines de
inferir posiciones sociales y capitales culturales menores, en términos absolutos y relativos, con
relación a otros espacios del partido. El comportamiento de esta dimensión resulta de
importancia, aunque no definitiva, para alcanzar conclusiones acerca del volumen y fragilidad de
los ingresos que puedan percibirse en muchos de estos hogares. Se trata de una división social del
espacio en la que la segmentación socioeducativa se encuentra asociada a los empleos y trabajos
con mayores niveles de informalidad y menor requerimiento de capitales culturales. Por esto, la
inscripción socio profesional de los jefes puede hallarse asociada con las actividades laborales de
peones (de carga, albañil y mantenimiento), vendedores ambulantes, servicio doméstico en el caso
de las jefas y en mucho menor grado operarios. Por su parte la categoría Patrón, en los términos
que ha elaborado el INDEC, se encuentra prácticamente ausente en la estructura social de la
región.
Si bien no cabe para la perspectiva aquí sostenida la predictibilidad sobre los
comportamientos futuros de las variables seleccionadas, una parte significativa de las tesis sobre
las que estructuramos nuestro recorrido investigativo, considera a la segmentación socioeducativa
(Katzman y Retamoso, 2006) y la desigualdad educativa como una fragilidad actual pero con
inevitables consecuencias a futuro para las trayectorias de vida y socioprofesionales de los jefes de
hogar de la región. Se trata de una de las fragilidades sociales más ponderadas cuando se trata de
entrever las mayores posibilidades o no, y a futuro, de una movilidad social ascendente.
Asimismo, como puede observarse en la tabla de los indicadores que corresponde a “las
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149
periferias” el resto de ellos también tiene un comportamiento crítico para la región, y que en la
mayoría de los casos duplica en cada uno de sus radios, y para el conjunto de la región, los
desvíos estadísticos con relación a la media del partido (ver diferentes gráficos en este capítulo).
En ese sentido, la Cobertura de Salud, los hogares con NBI y la PEA sin trabajo, cumplimentan
todas las fragilidades que hacen a la gravedad de la cuestión social actual. Aunque también la
magnitud de los valores críticos, en el orden de la cuestión urbana, y de los capitales espaciales
estudiados son representativos de la gravedad de su estado. En ambos casos la situación agrega
elementos de juicio favorables a concluir sobre la fragmentación social y espacial de la región.
Por su parte, y no obstante la concentración espacial de las condiciones materiales más
representativas y clásicas de la pobreza estructural urbana en esta parte del partido, las mismas no
se encuentran al margen de otras desigualdades que también agregan criticidad a la vida cotidiana
de las personas que allí viven. Una parte significativa e incipiente de la literatura actual se ha
detenido en algunas variables que resultan también relevantes para ponderar lo que para algunos
autores se ha denominado la nueva cuestión urbana. Una “buena” vivienda y hábitat lo son también
en virtud de la accesibilidad que puedan poseer. Por su parte, la periferia del fondo presenta
estadísticamente para el partido la mayor ausencia de transporte público de pasajeros –ver mapa
de accesibilidad–, ya sea que se trate de colectivos o trenes. Si se conviene en que la accesibilidad
es un recurso y capital espacial indispensable para la llegada a los lugares de trabajo, pero también
a los centros de atención hospitalaria, a la educación, al ocio y a otros modos del consumo, la
cuestión urbana por accesibilidad también actúa ponderando una “jerarquía de los lugares” para
esta región. Por costo, tiempo o distancia –indicadores usuales para su “medición”– la movilidad
hacia “fuera” y hacia “dentro” de la región es para sus habitantes un obstáculo y también un
rasgo significativo del habitar en la periferia, así como los confines de la primera corona (ver
mapa de accesibilidad en el capítulo de Anexos).
En suma, el conjunto de la periferia y en especial los radios más segregados presenta
críticamente una importante copresencia de la cuestión social y urbana. No obstante creemos que
esta, en el contexto de la división social del espacio del partido presenta algunos rasgos, ya en el orden
de la fragmentación espacial, que resultan de mayor gravedad y hasta excepcionalidad si se los
compara con otras regiones relegadas del partido, dada la extensión geográfica, intensidad y
diversidad de los problemas. A los problemas más prototípicos de la cuestión urbana, presentes
desde varias décadas atrás en las periferias norte y sur del partido, se le agregan otros que alguna
parte de la literatura denomina actualmente como pertenecientes a la nueva cuestión urbana.
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150
Mediante estos últimos se incorpora un listado de problemas que no sólo corresponden a los de
la baja calidad de los materiales de la vivienda, la ausencia de equipamientos y servicios urbanos –
salud, educación, seguridad– y la informalidad en el acceso a la posesión del terreno entre otros,
sino también a aquellos que, si bien no estuvieron del todo ausentes en el partido durante
períodos anteriores, han adquirido en la actualidad una visibilidad diferente. Se trata para una
parte importante de la región de la potencial inundabilidad de los terrenos, la presencia de
numerosas enfermedades respiratorias e infecciosas para sus habitantes, los malos olores por la
cercanía al CEAMSE y los basurales clandestinos a cielo abierto, y la mencionada
“inaccesibilidad” entre otras.
4. 1 Las mayores segregaciones al norte y al sur del partido
Resulta particularmente difícil establecer para estos espacios diferencias sustanciales, no
obstante existentes, con relación a los otros espacios mencionados antes, al menos bajo el
modelo de análisis cuantitativo que aquí hemos seleccionado como principal procedimiento.
Como se desprende de los cuadros más abajo situados, la cuestión social y urbana para estas
aglomeraciones se manifiesta en similares proporciones a las que vimos antes para el fondo con
relación a los diferentes capitales, espaciales y de otros tipos. En general se trata de espacios de
relegación social que cuentan con más antigüedad que muchos de los que hemos mencionado en
el fondo. Algunos de sus indicadores como el de NBI (que no excede el 44%) presentan
resultados muy altos aunque de menor criticidad –entonces relativa– con relación a los del fondo
del partido.
Cuadro Nº 14. Principales radios segregados de la Periferia norte
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Cuadro Nº 15. Principales radios segregados de la Periferia sur
Fuente: Elaboración propia. INDEC (2001)
Los cuadros de la página pertenecen a radios que según los gráficos Nº 1, 2, 4, 5, 7, 8, 9, 10 del presente capítulo fueron estimados como los más segregados de la periferia norte y sur respectivamente. Es probable que existan otros tantos radios segregados en estas periferias, pero en su defecto la incidencia es menor. Un análisis de los primeros mencionados permite entrever que si bien las variables críticas se presentan con contundencia en ellos, hay una ligera tendencia -con relación a los del fondo- a la disminución de ellos en lo referente a la cuestión social (si se toma estrictamente que por tal que la población más joven vulnerada es proporcionalmente menor, hay mayor proporción de ancianos y las NBI levemente menores). Mientras tanto sobre la cuestión urbana, si se toman el tipo de vivienda dominante y los modos de calefaccionarse puede decirse que no arrojan mayores diferencias. La referenciación geográfica debe observarse en el mapa Nº 7.
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151
También resulta para estas aglomeraciones que las proporciones de personas entre 0 a 14
años es levemente menor (entre 31 % y 40%) y también la precariedad de la vivienda presenta
resultados más dispares, de mayor heterogeneidad.
Mapas Nº 7. Las segregaciones del norte y el sur del partido
Segregaciones al norte del partido Segregaciones al sur del partido
Av. de los Constituyentes y
límite norte Ruta Nacional Nº 8
Municip. Vte. López Constituye
Municip. 3 Febrero
onstituyentSentido de cre-cimiento de vbles. críticas
Centro- pericentro tituyente
Centro- pericentro tituyente Sentido de cre-
cimiento de vbles. críticas
Límite sur del partido
4* 17
1
19
Cada uno de los mapas corresponde a las segregaciones de las periferias del norte y del sur del partido. Del mismo modo que en el mapa Nº 7, los colores de mayor intensidad corresponden a las mayores segregaciones por vivienda, pero que además han resultado de la mayor incidencia para los gráficos de dispersión Nº 1, 2, 4, 5, 7, 8, 9 y 10. En el caso de la periferia del norte de partido se destacan los radios Nº 1, 3 y 19 en los que se encuentran las villas La Rana, Loyola, Zagala, Hidalgo -que integran lo que se ha denominado “El triángulo de las Bermudas”, y otras de menor importancia numérica. Mientras que al sur en los radios Nº 17, 19 y 20 se encuentran las villas 25 de Mayo, Tres Casas, Zapiola, Cooperativa Billinghurst y El Zanjón entre otras.
3
19 20
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152
CONCLUSIONES SOBRE RITMOS Y LA SEGREGACIÓN URBANA EN EL PARTIDO DE SAN MARTÍN
A modo de conclusiones hemos preferido hacerlo bajo la modalidad de dar respuesta a los
interrogantes que nos planteamos al inicio de esta tesis. Así, describir y analizar las condiciones de
habitabilidad de una parte importante de la población del partido de San Martín, ha consistido en
nuestro caso en hacerlo prioritariamente sobre aquellos grupos y clases a los que, bajo la palabra
segregación urbana, los hemos descubierto como los sectores con menores posibilidades de
acceso a las infraestructuras sociales y urbanas. Así como también, los consideramos como
pertenecientes a un creciente proceso de inmovilización territorial, aislados y con baja interacción
social frente a otros que son diferentes por razones eminentemente socioeconómicas y en
particular sociohabitacionales. Como corresponde al empleo del método de los índices de la
segregación residencial socio-económica quedaron por fuera de esta categoría social y de un
análisis más detenido, la población que en el partido posee los mayores capitales espaciales como
son por ejemplo, las “buenas” viviendas y servicios urbanos; un ambiente sano y limpio; la
iluminación, el agua potable, las redes cloacales y de gas natural; la proximidad a escuelas y
hospitales; la posibilidad de acceder fácilmente y a bajo costo, por trabajo u ocio, a lugares más y
menos lejanos.
En nuestras preguntas y objetivos nos propusimos alcanzar la detección de la segregación
urbana bajo la condición teórica y de método de hacerlo discutiendo primeramente el
modelo/metáfora de la división social de partido o bien la pluralidad de sus probables ritmos. En
este camino, nuestros principios orientadores fueron comandados por la búsqueda de la
heterogeneidad social y urbana, ya que nos habíamos propuesto desmontar la idea y sentido
común de un “todo homogéneo” próximo a la estigmatización territorial para el partido. En este
sentido, las primeras dificultades de orden teórico con las que nos encontramos para discutir esas
mismas concepciones, con su impacto también en la operacionalización de las variables, fue
producto de la adopción inicial de los marcos del modelo/metáfora la ciudad dual, la que a
nuestro juicio, una vez obtenido los primeros resultados, nos pareció insuficiente en virtud de la
heterogeneidad detectada desde el principio. En este sentido, nos preguntamos cuánto o en qué
medida, una imagen de ciudad dual, y un mapa de “dos colores” para el partido, contribuía o no
desde lo dicotómico a un discurso de similar tenor al homogéneo. En su reemplazo la
incorporación de otros postulados teóricos y su operacionalización en virtud de la adopción de
diferentes escalas geográficas nos permitieron en primer lugar discutir con los
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153
modelos/metáforas de una ciudad de dos ritmos y en lo sucesivo adoptar los postulados teóricos
de una ciudad de varios ritmos. Los que actuaron desde ese momento problematizando y
cuestionando la libertad inicial que supone para el investigador la adopción de un
modelo/metáfora –en nuestro caso inicialmente dual– para la producción de conocimientos y el
descubrimiento de “varios San Martín”.
La autocorrelación espacial detectada a partir de los cluster residenciales, nos permitió
estabilizar a través del análisis estadístico de la ecología factorial una serie de espacios en el
partido que sirvieron a los fines del hallazgo de una ciudad y sociedad local heterogéneas. El
hallazgo de espacios centrales, pericentrales y periféricos en el partido debe contarse entre las
primeras respuestas a nuestras preguntas empíricas, en la medida que cada uno de ellos representa
diferentes condiciones de habitabilidad y/o ritmos. Esto puede apreciarse en el capítulo Nº 3 en
donde se caracterizó cada uno de estos espacios. Cabe la aclaración que a pesar de que cada uno
de los ritmos mencionados fueron integrados respectivamente a un cluster diferenciado (Nº 1 las
Periferias sur y norte, Nº 2 el Pericentro, Nº 3 el Centro, y el Nº 4 Periferia fondo) la
heterogeneidad es también comprobable hacia su interior. En este sentido existe una jerarquía
social y espacial apreciable según la incidencia que presentan los valores de las fracciones que los
integran.
El establecimiento de esta diferenciación entre los espacios mencionados nos ha permitido
junto a un breve análisis histórico territorial de los mismos, plantear coincidencias con aquellos
autores que consideran fundamental atender a las herencias espaciales y a una escala temporal
extensa para concluir sobre los cambios recientes en la metrópolis. En este sentido pudimos
apreciar que muchas de las características sociales y urbanas actuales del partido obedecen a
continuidad antes que a cambio reciente y global. La territorialidad de las clases trabajadoras en el
pericentro, y la presencia de clases medias y medias altas en el centro conservan parte de la
estabilidad y fijación con la que se estructuró el partido históricamente. Son territorios en los que
se conjugan las capas sociales y urbanas de distintos momentos de las relaciones entre hegemonía
y espacio, principalmente de los períodos del modelo agroexportador y con mayor fuerza del
modelo sustitutivo de importaciones. En especial los espacios del pericentro han sido
estructurados residencialmente a partir de los loteos económicos y de la autoconstrucción –y en
menor grado, de la vivienda estatal–, y débiles pero existentes matrices espaciales de la
integración social por parte del Estado de Bienestar. Los espacios del pericentro, en especial los
que están al norte del partido son los que hemos detectado como alguno de los más afectados
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154
por la flexibilidad de los mercados de trabajo más reciente, sin que ello implique linealmente
segregación urbana por cuestión socio-habitacional. Son barrios que históricamente
pertenecieron a los de los trabajadores del partido.
La actual línea divisoria del espacio urbano del partido de San Martín deja de responder a las
determinaciones de la segmentación social y urbana, y lo hace principalmente bajo el canon de la
segregación urbana en los espacios que hemos denominado como las periferias del partido. Para
la detección de esta misma hemos procedido de acuerdo a la utilización de los índices de la
segregación (igualdad-exposición) considerando la discusión metodológica y los problemas de
método que el mismo cálculo encierra siempre que se lo aborda. Hemos advertido sobre la
segregación urbana como un fenómeno multidimensional que no se agota en una sola de las
dimensiones de lo social, sino en la combinación y retroalimentación de una parte importante de
ellas (demográficas, socioeconómicas, sociohabitacionales y otras).
Por lo sostenido hemos recurrido a una estrategia de producción de datos que incorporó
recursos de método poco frecuentes, aunque existentes, para el estudio de nuestro tema en el
Conurbano. Nos referimos a que nos hemos aproximado a la detección del fenómeno y a la
medición de su incidencia conforme establecimos diferentes escalas de análisis y diferentes
recursos de método. En este sentido establecimos en primer lugar la división social del espacio
recurriendo a la escala de las fracciones censales para la detección de clusters residenciales,
tomando por su base la elaboración de sus respectivas correlaciones. Esto nos permitió
establecer la alta incidencia de la precariedad de la vivienda en su asociación con el desempleo, las
NBI, el hacinamiento y la alta presencia de menores con relación a otros espacios del mismo
partido. Seguidamente procedimos conforme a otro recurso de método, a la elaboración de los
índices globales de la segregación, los cuales fueron detectados bajo otro nivel de análisis –el
radio censal. Para ellos se establecieron sus correspondientes correlaciones considerando las
diferencias existentes cuando se trataba de problemas en la distribución geográfica de los grupos
afectados, pero también en cuanto a la probable debilidad de las interacciones entre grupos
diferentes. En este sentido accedimos a conclusiones que han presentado resultados poco
lineales. Por ejemplo la disimilitud y la despareja distribución geográfica entre los grupos es
mayor, a escala del partido, por razones de la cuestión urbana al implicar con mayor incidencia la
precariedad en los modos de calefaccionarse y cocinar, en la propiedad del terreno y en el tipo de
vivienda. Mientras tanto las interacciones son menos probables entre los grupos diferentes
cuando algunos indicadores refieren a la cuestión social. Por ejemplo a la desocupación y a la
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155
menor instrucción de los Jefes de Hogar. De todos modos, más allá de las jerarquías detectadas,
la segregación urbana en el partido es un problema significativo de la distribución geográfica
desigual y de la ausencia de interacciones entre grupos diferentes para la mayor parte de las
variables críticas.
Por su parte debemos observar que los índices mencionados tienen como límite el
impedimento de acceder a su localización espacial. Su carácter global impide acceder a mayor
grado de detalle y de su incidencia territorial. En respuesta a ello nos planteamos la necesidad de
dar solución a este obstáculo. Así, establecimos la desviación que cada uno de los radios posee
para diferentes tipos de capitales espaciales y para otros tipos de capitales mediante diferentes
gráficos de dispersión. Esto nos ha permitido reforzar y enriquecer los hallazgos del capítulo Nº 3
cuando abordamos la división social del espacio. De este modo sabemos que las periferias antes
detectadas para la división social del espacio lo son en virtud de la situación de segregación
urbana que presentan. Finalmente, hemos podido concluir que la heterogeneidad es un patrón de
diferenciación urbana y social aún dentro de las periferias. Hay heterogeneidad social y urbana
entre las periferias pero también hacia el interior de cada una de ellas. A ello pudimos arribar
mediante el análisis y comparación del fenómeno cuando establecimos sus variaciones para cada
uno de los radios y estimamos el desempeño de cada uno de los capitales medidos.
En San Martín la disimilitud y desigualdad en la distribución geográfica de los grupos
analizados alcanza valores muy altos para el caso de las variables sociohabitacionales (no
propietarios del terreno, baja calidad de los materiales, tipos de vivienda precaria, déficits de
servicios de gas de red), muy importantes para el caso de las puramente socioeconómicas (NBI
entre otros), y heterogéneos para las de carácter sociodemográfico. Por el contrario, los valores
de los índices alertan sobre la significatividad de la segregación por exposición para los
socioeconómicos, antes que el primer lugar con relación a este índice para los
sociohabitacionales. Es decir, existe respectivamente una gran y media disimilitud en cuanto a lo
desigual de la distribución geográfica del fenómeno para las variables sociohabitacionales,
mientras que la gravedad resulta mayor por aislamiento e interacción en el caso de las
socioeconómicas, razón por la cual cabe concluir que en el partido las cuestiones
sociohabitacionales tienen un peso decisivo en la conformación jerárquica de los lugares –según
las especies de los capitales espaciales–, mientras que la gravedad de la segregación en cuanto a las
características más sociológicas –si cabe la separación analítica de lo geográfico y sociológico–
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156
tienen su mayor contundencia en la imposibilidad de que interactúen en los mismos radios los
más diferentes en cuanto a sus capitales socioeconómicos.
Cabe finalmente establecer para el presente inmediato algún grado de prudencia en la
generalización y transposición de una parte de los resultados alcanzados en nuestro estudio. Nos
referimos al tiempo transcurrido desde la elaboración del censo nacional –nuestra principal
fuente– hasta la actualidad. Probablemente para ello sea útil establecer las correspondientes
diferenciaciones entre la cuestión social y la cuestión urbana. El contexto socio-económico desde
el año 2001 hasta la actualidad se ha modificado en algunas de sus variables, principalmente en lo
que hace a la magnitud del desempleo. Su comportamiento ha registrado una muy importante
desaceleración a escala nacional y metropolitana. De lo que resulta que es probable que una masa
importante de la población que vive en el partido haya accedido en este último tiempo a mayores
y mejores condiciones laborales y algunos de los beneficios en la seguridad social que ello podría
implicar. Es decir el desempleo como condición de la segregación urbana puede ser puesto entre
paréntesis, aunque de ningún modo desestimado. En este sentido, si bien el desempleo ha
descendido a las escalas mencionadas cabe la pregunta sobre la estructura de oportunidades que
obtura la condición del segregado urbano en el partido para el acceso a los mercados de trabajo.
Nos preguntamos si la condición de segregación urbana, ya en el terreno de las consecuencias, no
ha activado para el presente mayores desigualdades en el acceso a las oportunidades de un trabajo
o un trabajo mejor para los territorios más relegados. Cabe la pregunta: ¿Acaso las mayores
oportunidades de empleo no pueden haber contribuido, por el contrario, a incrementar la brecha
entre quienes residen segregados y los que no? En este sentido, consideramos que la cuestión
urbana como matriz de integración social, para el caso del partido de San Martín no ha sufrido
modificaciones hacia un presente y futuro mejores. Los problemas de vivienda y hábitat no han
sido objeto de políticas de radicación y/o mejoras con posterioridad a la elaboración del mismo
censo. Por el contrario en especial en el fondo del partido han crecido sustancialmente en estos
años la toma de terrenos, la vivienda informal y la gravedad de la situación ambiental.
Nuestra preocupación inicial acerca de la disociación entre urbs y civitas llevada al plano y
escala del partido de San Martín, ha mantenido en el derecho a la ciudad su principal horizonte de
sentido para la investigación. Los fenómenos de la diferenciación social y geográfica así como el
estado de situación de la segregación urbana en este mismo territorio, son un problema social y
del espacio urbano que no sólo recaen en la afectación de los sujetos que se encuentran en esta
misma condición, sino que al tratarse de un problema de la integración social afecta al conjunto
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157
de la sociedad. Como sostiene David Harvey vivimos después de todo en un mundo en el que los
derechos a la propiedad privada y el beneficio aplastan todas las demás nociones de derechos,
entre ellos el de la vivienda y del hábitat para los sectores más desamparados. Esta tesis ha
intentado contribuir desde la geografía y con la ayuda de algunos sub-campos sociológicos a
estudiar sobre el asunto en un partido del conurbano.
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158
ANEXOS
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159
MAPA DE LA ACCESIBILIDAD DEL PARTIDO DE SAN MARTÍN
En el mapa pueden apreciarse las desigualdades territoriales en cuanto a las oportunidades de accesibilidad al transporte público de pasajeros -otra modalidad de los capitales espaciales- para el partido de San Martín. Las áreas de mayor accesibilidad se encuentran representadas por las esferas y ejes de color violeta más intensos, casi replicando lo que más atrás hemos denominado como los territorios del centro del partido y en menor medida los del pericentro. Mientras que las áreas de baja y muy baja cobertura del servicio -representadas por el mismo color pero bajo una pálida intensidad- reproducen casi con exactitud las periferias del partido, principalmente aquellos espacios que hemos detectado con las mayores privaciones de otros capitales, espaciales, y de otras especies. El ferrocarril en el centro y sur del partido, así como las principales rutas y avenidas que lo atraviesan (Ex Ruta Nac. Nº 8, Av. Gral Paz y la Avda. Márquez) potencian las oportunidades de la accesibilidad. (Fuente: Álvarez y Iulita, 2005)
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160
Agradecimientos
La tarea de elaborar una tesis es un proceso que de modo alguno puede ser circunscrito a los
deseos y esfuerzos de alguien solo y aislado en su oficina, estudio o algún ambiente de su casa,
por más que una parte importante del trabajo se lleve esta imagen. Es una tarea que
inevitablemente se hace con otros y con el apoyo solidario e inteligente de todos ellos.
Empezando por el círculo más íntimo y próximo, los agradecimientos y la dedicatoria como
siempre, son para Cristina -siempre lista-, Sergio, Matías y Federico -y su felicidad que siempre
saben llevar y traer-. En otro plano, están todos aquellos que institucionalmente dentro de la
UNSAM y en la Escuela de Humanidades, siempre impulsaron y se preocuparon por este trabajo
desde sus inicios hasta las últimas páginas. Entre ellos están Carlos Ruta, Alejandro Grimson,
Pablo Semán, Diego Hurtado y Cecilia Hidalgo entre muchos otros.
En el camino del aprendizaje de hacer esta tesis tiene un lugar muy especial por su dedicación
a la dirección de ella, Gabriel Kessler, a quien agradezco profundamente su predisposición a la
lectura y la enseñanza en cada momento que fue necesario. Asimismo, cabe un profundo
agradecimiento a todos los profesores de la Maestría, y en especial a algunos de ellos que se
interesaron y me alentaron para el estudio del problema de la segregación en el partido de San
Martín.
Ya en el plano de los amigos, pero que se mezclan con las discusiones sobre los temas de la
investigación, todo mi agradecimiento a Adrián Iulita por las interminables discusiones y su
potente ayuda para que los mapas, mediante los Sistemas de Información Geográficos (SIG´S),
pudieran ser llevados adelante de la mejor manera.
Por último, quiero agradecer por su tiempo y generosidad a mucha gente del partido de San
Martín que me ayudara a acceder a diversas fuentes, y que contribuyeran a la elaboración de
entrevistas o directamente participaran de ellas. En especial a empleados y responsables de la
Secretaría de Tierra y Vivienda del Municipio del partido de San Martín.
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161
BIBLIOGRAFÍA
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162
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