territorio latinoamericano

21
Ensayo Territorio Latinoamericano Alejandro Castillo R. Estudiante de Historia IV Semestre Cod: 6803-1020 Historia de América Latina I Maria Teresa Perez

Upload: api-19844864

Post on 13-Jun-2015

1.153 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Territorio Latinoamericano

Ensayo

Territorio Latinoamericano

Alejandro Castillo R.

Estudiante de Historia IV Semestre

Cod: 6803-1020

Historia de América Latina I

Maria Teresa Perez

Universidad del Cauca

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales

Popayán, 14 de Marzo 2005

Page 2: Territorio Latinoamericano

Introducción

El territorio, como tema de estudio histórico ha sido realmente poco indagado; las

consideraciones hechas en la materia geohistórica se han utilizado más como

herramientas argumentativas o metodológicas en distintos temas, que como tema de

estudio en sí mismo. Por esta razón, se me presenta como un reto casi infranqueable

lograr sintetizar en el corto espacio de este trabajo la evolución total del territorio

latinoamericano, con tan pocas fuentes bibliográficas de apoyo. Sin embargo, he

logrado reunir un material que considero suficiente para exponer una primera

aproximación al proceso de expansión territorial que se evidencia a lo largo del Siglo

XIX; más allá de una intención totalizante que abarque todas las especificidades del

asunto, me propongo responder a unos interrogantes menos ambiciosos: ¿Cuál es la

infraestructura territorial que hereda Latinoamérica de la colonia?, ¿Qué elementos

políticos y económicos de los correspondientes proyectos nacionales exacerban la

expansión?.

Ambas cuestiones están atravesadas por la problemática que tendrían que enfrentar

tanto las monarquías imperiales desde la conquista, como los Estados nación en su etapa

de consolidación: ¿Cómo equilibrar la interacción entre la sociedad y el medio natural

en el que ésta se desenvuelve?; más específicamente, cómo regular el límite de dominio

del hombre, sobre un espacio determinado. Esta dinámica de modificación antrópica de

un espacio, se desprende de las características socio-históricas concretas del grupo

humano (es decir un tiempo particular), paralelamente a los condicionantes geográficos

determinados para cada lugar (un espacio particular). Ahora bien, esta relación entre

hombre y medio no se remite simplemente al proceso de modificación, pues antes de

este, es necesario haber dotado a dicho espacio de un valor, de un significado, es decir,

haber re-presentado ese exterior culturalmente, lo que conlleva al fenómeno de

territorialización implícito en toda relación humana con su entorno. El límite del

territorio colonizado en América ha estado siempre dado por el contacto del sistema

social activo, con un mundo natural pasivo, imponiendo así unos confines tanto móviles

como relativos al rango de dominio o influencia de cualquier sistema político-

económico, llámese este la Corona, o el Estado nación. En la mayoría de casos, este

espacio pasivo era ya territorio de las culturas aborígenes, por lo que el ensanchamiento

de la frontera necesariamente implicaba la aculturación o la aniquilación de los mismos

–cualquiera de las dos tan grave como la otra-.

Los más recientes análisis históricos de Latinoamérica han aceptado la hipótesis de que

la fragmentación territorial del Nuevo Mundo, estuvo siempre escindida por las

Page 3: Territorio Latinoamericano

manifestaciones de nivel regional. La región, se presenta como el modelo más adecuado

para estudiar las dinámicas históricas de cualquier orden, ya que al permitir la

contextualización tanto de las especificidades geográficas (el soporte físico concreto:

ríos, valles, sierras, cordilleras, desiertos, etc.) como de las sociales (redes económicas

de producción y circulación, lazos de vinculación al sistema político, etc.) en estructuras

de larga duración, facilita la comprensión cabal del proceso. Entendida como región

social, se desarrolla paralelamente una integración en sí misma, y una diferenciación

frente a lo externo; entendida como región geográfica, podemos leerla en su estatismo

perenne como un receptáculo del pasado en el presente. Proveniente del latín regi

(espacio bajo un mismo orden), es la región el lugar donde más fuertemente toman

forma los imaginarios comunitarios cotidianos (características culturales particulares

diferenciadas: hábitos, tradiciones, dialectos, etc.) y en general, las interacciones de

orden político-cultural (como sucede por ejemplo en la consolidación nacional

colombiana, donde los regionalismos fragmentan perentoriamente las relaciones de

poder), razón por la que se ha venido legitimando paulatinamente como objeto de

estudio histórico. Así las cosas, considero pertinente hacer una salvedad: el territorio

que cartográficamente se estableció como nacional o virreinal, siempre se delimitó

dentro de confines abstractos de supuesto dominio o pertenencia, no en límites reales de

influencia; esto implica que las fronteras que se han establecido para cada nación son,

en casi todos los casos relativas. Entonces, el control político de las múltiples regiones

de un país es siempre desigual e inicuo, lo que exacerba las diferenciaciones que en

muchos casos serán causa de los conflictos internos, -que simultáneamente a los

externos (surgidos por los intereses encontrados sobre un territorio determinado), nos

veremos en la obligación de mencionar recurrentemente. Habiendo hecho estos

necesarios prolegómenos de aclaración conceptual, podemos entrar en materia.

Legado Territorial

Desde los inicios de la conquista, se había hecho necesario establecer la delimitación de

unos confines de dominio legal, pues ambas Coronas, Española y Lusitana, estaban

interesadas en la colonización de Suramérica, por los buenos dividendos que prometía;

se reunieron entonces en Tordesillas, y determinaron que una línea imaginaria en

sentido meridiano, a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, dividiría los dominios

españoles al oeste, de los portugueses al este. Esta línea, ubicada unos minutos después

del meridiano 46º, se desplazaría posteriormente hasta el meridiano 54º

aproximadamente, por efecto de la colonización activa de los portugueses. Cada Corona

Page 4: Territorio Latinoamericano

fragmentó de forma diferente el espacio que le correspondía: España, decidió dividirlo

en virreinatos y capitanías generales, mientras que Portugal, prefirió mantenerlo

unificado en un solo virreinato y solo subdividido en regiones. Sin embargo, como

hemos dicho antes, el dominio real del espacio se remitía básicamente a la

infraestructura urbana, que se mantendría casi intacta hasta el Siglo XIX. La ciudad se

presentaba como el punto nodal desde donde el poder político-administrativo ejercía su

dominio sobre las áreas circundantes; no obstante los acuciosos esfuerzos, este rango de

influencia siempre fue limitado por las condiciones tecnológicas de comunicación y los

impedimentos geográficos, lo que hacia realmente difícil ampliarlo. Por esta razón,

considero que la infraestructura colonial de ciudades, pueblos y caminos, corresponde

directamente al área de dominio territorial que alcanzaron a ejercer los imperios

peninsulares en América. La distribución tanto espacial como urbanística la graficamos

en el siguiente mapa:

= Principales núcleos urbanos.

Page 5: Territorio Latinoamericano

El Giro Decimonónico

Considero pertinente, antes de comenzar a desbrozar los puntos que dan cuenta del

proceso de expansión territorial Latinoamericano del Siglo XIX, contextualizar

brevemente, las raíces del problema.

Uno de los acontecimientos más debatidos en lo tocante a la transformación territorial

americana, ha sido el de la independencia. La ruptura de los antiguos lazos de

subordinación de las colonias frente a las metrópolis está cargada de complejidad; el

cuestionamiento de las estructuras sociales convencionales se dio en múltiples niveles y

distintas épocas, según el caso particular, sin embargo, hay una dinámica de larga

Page 6: Territorio Latinoamericano

duración que atraviesa todos los casos: el liberalismo. Forjado al calor de la

consolidación del capitalismo en toda su magnitud, este movimiento recoge el sustrato

más esencial de su contexto histórico: la modernidad. La influencia generalizada de los

paradigmas modernos en el corpus liberal es evidente. La paulatina individualización

del sujeto histórico implícita en este proceso se expresa tanto en la instauración

temprana de las monarquías constitucionales y parlamentarias europeas del Siglo XVII,

como en el ulterior desarrollo intelectual de la Ilustración, ambos fenómenos fuente

directa del discurso político-ideológico liberal. También, la progresiva y evidente

racionalización calculada del tiempo y el dinero, ensancha inexorablemente las

dinámicas de orden económico, generando una compleja red de relaciones de

producción, circulación y consumo, al servicio del mercado, más que del Estado. El

altísimo índice de contrabando que sorteaba los impedimentos proteccionistas es el

testimonio más conspicuo del fenómeno. Así las cosas, el liberalismo como movimiento

vanguardista pregona de manera insistente la necesidad de liberación del comercio, o

librecambismo, como eje nodal del progreso mundial.

Ahora bien, la indisolubilidad de los aspectos tanto políticos como económicos del

discurso liberal, conllevó a la legitimación de todo un campo valorativo en las

sociedades del Siglo XIX; este plano axiológico (sufragio, propiedad, individualidad,

libertades en todo ámbito, fraternidad, etc.) trastocaba los paradigmas consolidados a lo

largo de casi cuatro siglos, y la aceptación tácita del mismo en los proyectos nacionales

Latinoamericanos, implicaría toda una suerte de contradictorias modificaciones en todo

orden. El proceso de vinculación a la estructura de mercado internacional y la aplicación

de múltiples reformas de carácter político-administrativo en las nacientes naciones son

las que básicamente corresponden a nuestro tema: la expansión territorial decimonónica

de América Latina. A continuación, profundizaremos más minuciosamente los mismos.

Economía & Territorio

Las teorías librecambistas, dictadas canónicamente por el liberalismo como el camino

que conducía al progreso económico nacional, servirían de incentivo inicial a la

competencia entre los distintos países por vincularse más estrechamente al mercado

internacional; la posición latinoamericana dentro de este orden, radicaba principalmente

en la producción del sector primario de la economía, explotando los recursos naturales

(agricultura, ganadería, minería) como único objeto de demanda comercial. Por lo tanto,

la apertura al mercado implicaría necesariamente una anexión de nuevos territorios

potencialmente productivos que brindaran una mayor cantidad de recursos para la

exportación. Veamos los casos más sobresalientes de este fenómeno.

Page 7: Territorio Latinoamericano

Chile, que había heredado el territorio de la capitanía general de Chile, manifestó

expansiones territoriales importantes, tanto en el norte como en el sur. Hasta mediados

de siglo se había mantenido y consolidado el territorio ya ocupado durante finales del

período colonial, donde la región central había cobrado paulatinamente una mayor

importancia por tener el principal núcleo económico portuario (Valparaíso) y el centro

político-administrativo (Santiago de chile). Su área de dominio correspondía

aproximadamente el territorio comprendido entre el desierto de Atacama en el norte, y

la región del Bio-bio en el sur. La diferencia entre estas dos fronteras es que, mientras la

primera era sencillamente geográfica, la segunda era cultural, pues toda la región

araucánica permanecía bajo el dominio Mapuche. La expansión de la primera al norte,

se debió principalmente al descubrimiento y explotación de ricas minas de plata para

mediados de siglo (y cobre posteriormente, casi a finales del mismo), dándole una

mayor relevancia a la ciudad de Copiapó. La siguiente oleada expansiva hacia el norte,

hasta la región de Antofagasta, surgió por efecto la creciente preponderancia de los

pequeños productores de nitrato sódico, químico que por sus propiedades nutrientes

como abono venía ganándole espacio en la demanda internacional al guano,

superándolo para la década de los 80 aproximadamente. El territorio donde se habían

asentado estos núcleos de producción chilenos pertenecía a Bolivia, quien permitía

dicha explotación a cambio de un impuesto a las empresas extranjeras. El incremento de

dicho impuesto por parte de las autoridades bolivianas fue suficiente motivo para que

Chile invadiera la región, dando inicio así al conflicto denominado la segunda guerra

del pacífico1. La debilidad tanto política como económica de Bolivia evidenciada en su

componente militar no pudo contener durante mucho tiempo las tropas chilenas; la

alianza con Perú solo incrementó la ambición territorial chilena, haciendo extensiva la

invasión a la región peruana de Tarapacá, reputada productora de salitre. Es así como

Chile logra extender exitosamente su área de influencia en el norte, (usurpando la única

comunicación boliviana con el mar) por intereses de colonización meramente

económicos. Estos intereses en invertir el capital entrante en nuevas áreas antes

ausentes, son los mismos que, en connivencia con los patrocinios expansivos del

Estado, convergen en el ensanchamiento de la frontera sur ocupada y defendida con

coraje hasta entonces por los pueblos nativos Mapuche. Esta búsqueda de inversión en

tierras (para la producción vitícola o cerealera) suponía lógicamente la “pacificación” y

1 La primera guerra del pacífico (1864-1866) había enfrentado a España contra la alianza de casi todos los países andinos: Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. La ocupación de las islas guaneras peruanas de Chincha por parte de España fue la principal causa del conflicto, que concluye tras el bombardeo de Valparaíso y el Callao por la tropa naval peninsular (1866).

Page 8: Territorio Latinoamericano

la “civilización” de los araucanos; la superioridad bélica de los chilenos y la

connivencia con Argentina logró concluir el violento proceso para 1882, apropiándose

así de la Araucania, y sus lagos más al sur.

El caso argentino es muy similar. Habiendo heredado el territorio del virreinato del Río

de la Plata, Argentina dominaba el mercado de la carne, cuya economía escalada había

traído grandes beneficios a la región de las Pampas; su núcleo político-económico

(Buenos Aires), también beneficiado por la bonanza ganadera, dominaba una posición

estratégica en el Atlántico que le permitía imponerse como importante entidad portuaria.

Si bien había perdido las intendencias altoperuanas, junto con las de Paraguay y

Uruguay, el territorio argentino era extensísimo, tanto que muchas regiones habían

permanecido casi al margen de las dinámicas económicas nacionales. Llegada la

oportunidad de expansión económica Argentina no dudó en abrir la frontera del

sudoeste, colindante con las organizaciones nativas Mapuche, y así aprovechar al

máximo sus potencialidades productivas. La denominada “conquista del desierto”2

solucionó radicalmente el “problema indígena”3, aniquilando o aculturizando los

pobladores nativos de las regiones del Neuquén, el Río Negro, y el Chubut, propiciando

la expansión ganadera del occidente argentino, y el ensanchamiento de los límites de

influencia nacional. Dicho proceso concluye en 1879 bajo el mando militar del general

Julio Roca. Por otra parte, algunas regiones del norte y noroeste escasamente

desarrolladas, lograron un relativo despegue económico para finales de siglo basado en

múltiples productos: trigo, mate, vid, madera, entre otros, lo que directamente

conllevaría a la explotación y ocupación de espacios anteriormente inactivos.

El caso brasilero es también interesante, aunque su proceso de expansión no involucre

un choque cultural. El legado territorial unificado del Brasil había logrado expandir

fuertemente la economía plantacional, sobretodo en las regiones costeras del centro y el

norte del imperio4, además de promover las explotaciones mineras en la región de

Minas Geràes. En el desenvolvimiento del siglo XIX la nueva economía productora de

café en las regiones litorales del sur (Sao Paulo, Río Grande Do Sul, Santa Catarina,

etc.) incitó sucesivas oleadas de colonización; la bonanza cafetera, marginando la

decadente economía azucarera, le dio una preponderancia nunca antes alcanzada a las

ciudades de Sao Paulo y Río de Janeiro, núcleos urbanos donde se concentró el poder

tanto político como económico del imperio. Ya que los tempranos intentos de anexión

2 Las regiones anexionadas no eran geográficamente desérticas, sin embargo se utilizaba la metonimia desierto para asociar su vaciedad e improductividad.3 Así denominado por los políticos argentinos de la época como Juan B. Alberdi.4 Recordemos que Brasil, no obstante su independencia, mantuvo su carácter imperial al mando de Pedro II de Portugal hasta finales de siglo (1889).

Page 9: Territorio Latinoamericano

de la Banda Oriental (actual Uruguay) habían fracasado, Brasil aprovechó la ruinosa

derrota de Paraguay en la guerra de la triple alianza para apropiarse de casi 150.000 km

cuadrados de tierra anteriormente paraguaya. Por otro lado, las expediciones hacia el

interior (Matto Grosso) estaban enfatizadas más hacia el desplazamiento de la frontera

nacional en hombros de los bandeirantes decimonónicos que hacia la colonización, pues

las posibilidades productivas (caucho, especias, etc.) no fueron lo suficientemente

fuertes para propiciar su territorialización efectiva. En este caso, la expansión fue el

corolario ineludible de una activa y diversificada vinculación al mercado internacional.

Aunque la demanda de productos tropicales era la más baja en el mercado, los países de

la región tropical lograron una pequeña expansión basada en las fluctuaciones

coyunturales de los primeros. Por ejemplo, la corta etapa tabaquera colombiana dio un

producto de siembra a territorios antes inutilizados de los valles geográfico del río

Cauca y Magdalena; posteriormente, el ciclo del café acicateó la migración antioqueña

hacia espacios prácticamente deshabitados de la cordillera central; sin embargo regiones

como la Orinoquía y la Amazonía aún permanecen casi desarticuladas de las dinámicas

nacionales. Así mismo, el auge cacaotero ecuatoriano multiplicó las haciendas a todo lo

largo de la costa, aunque la sierra mantuviera las relaciones económicas de producción

local y regional heredadas de la colonia. Venezuela por su parte, había diversificado su

producción hacia varios sectores, unos más provechosos que otros dependiendo de la

coyuntura; sus ánimos expansionistas se evidencian en la apropiación de la región de

Maracaibo, y en sus reclamos de propiedad en la Guayana Esequiba al oriente,

originando así una confrontación con Inglaterra que todavía no ha sido resuelta5.

La misma situación de dependencia coyuntural de los países tropicales era vivida por

los centroamericanos, sin embargo su infraestructura urbana heredada era mucho más

pobre, y su densidad poblacional mucho más baja. Si bien el café salvadoreño, la

cochinilla guatemalteca, la madera hondureña, entre otros efímeros interciclos

productivos propiciaron una ligera modificación territorial, no hubo cambios drásticos

en la relación ciudad-campo heredada de la colonia. La debilidad estatal de estas

naciones permite la fácil intromisión militar norteamericana para finales del siglo.

México, que había heredado el territorio que comprendía el virreinato de la Nueva

España, fue escenario de múltiples contiendas en sus intentos de consolidación del

territorio nacional. En el sur, ocupado aun por los Mayas, la colonización de mediados

de siglo fue un proceso difícil. La denominada guerra de las castas enfrentó el Estado

5 El conflicto nace desde mediados de siglo y se exacerba en la presidencia de Guzmán Blanco, quien rompe relaciones diplomáticas con Inglaterra en 1887.

Page 10: Territorio Latinoamericano

nación mexicano contra las comunidades indígenas arraigadas en su territorio,

sobretodo la región de Yucatán; el conflicto concluye con un tratado que permite a

México expandir su frontera sur hasta Guatemala, y obliga a los sobrevivientes Mayas a

trasladarse hacia el sur. Casi simultáneamente a este proceso de anexión, se presentaba

otro de fragmentación en el norte, a causa de las invasiones norteamericanas sobre las

regiones de California, Nuevo México y Texas, engendradas por evidentes intereses

económicos y de expansión geopolítica. La inferioridad bélica de México frente a su

oponente no fue suficiente para aceptar su derrota, por lo que las tropas norteamericanas

bombardearon su capital como medio de presión para que cedieran legalmente los

territorios a su dominio; los irrecuperables 1`300.000 kilómetros cuadrados, equivalían

a más de la mitad del territorio nacional mexicano de aquel entonces.

En la zona insular americana, el proceso de roturación iniciado desde la colonia, tomaría

aun más fuerza en el contexto decimonónico; a esto se le suma el incremento

demográfico, que al ubicarse en espacios relativamente cerrados, el grado de dispersión

es menor. El caso cubano es el que mejor representa ambos fenómenos: anexión de

tierras para el cultivo de tabaco y caña, paralelamente al imparable crecimiento

demográfico que profundizaremos más adelante. Por otro lado, la isla compartida entre

Haití y Santo Domingo, si bien había caído en una crisis económica irremediable desde

su emancipación, no por esto dejó de crecer progresivamente a nivel demográfico. Esta

tendencia generalizada de concentración poblacional nos puede indicar que el dominio

humano (no necesariamente administrativo) ejercido sobre el territorio en las áreas

insulares es más efectivo que en las continentales, donde el grado de dispersión es

mayor.

Política & Territorio

Llegado este punto, podemos darnos cuenta como las naciones latinoamericanas

siguieron las pautas económicas establecidas por las potencias en el discurso liberal; así

mismo, se aceptó de forma tácita los preceptos político-administrativos del mismo

discurso. Ambos elementos (políticos y económicos) concatenados estrechamente, pues

el mercado necesitaba un soporte legal que lo legitimizara como orden establecido.

Ahora bien, la presencia de los elementos liberales en los proyectos nacionales es desde

cualquier perspectiva, perentoria. El constitucionalismo, la soberanía nacional, la

división tripartita del poder, son todos fenómenos políticos de vanguardia para las

sociedades decimonónicas latinoamericanas. Cada una de sus particularidades legales

Page 11: Territorio Latinoamericano

involucró directamente la cuestión territorial, pues dentro del proyecto nacional, para el

buen funcionamiento estatal existía como prerrequisito la clara delimitación de unos

confines de influencia jurisdiccional. La consolidación nacional, cargada de una

voluntad homogenizadora, se esforzó por aprovechar al máximo el espacio geográfico

que le correspondía; este ánimo cohesionador se expresó de diferentes formas en el

ámbito legal. En muchos países se recurrió a la desamortización de bienes de manos

muertas, es decir, al remate público de grandes cantidades de tierra improductiva

heredada de la colonia, con el fin de incentivar la expansión ganadera o agrícola,

perjudicando principalmente las inmensas propiedades de las entidades eclesiásticas;

México se valió de la ley Lerdo del 56 para aplicar la medida, Colombia por su parte

aprovechó el gobierno liberal del caudillo Tomás Mosquera para hacer lo propio.

Posteriormente, con el mismo objetivo se liberaron los censos de muchas propiedades

(créditos hipotecarios contraídos con la iglesia), gravamen que realmente se presentaba

como óbice del desarrollo territorial productivo. Otra expresión liberalizadora la

encontramos en los procesos de privatización de la tierra, cuyo objetivo era instaurar de

manera generalizada la propiedad privada, tan criticada por los marxistas. Esta medida

legal chocó con las tradiciones patrimoniales de los grupos nativos aun pobladores de

extensos territorios. En los casos de Bolivia, Perú, Ecuador y Guatemala, los intentos de

aplicación de la medida conllevaría a serios conflictos internos, acentuados en la medida

en que la población nativa, a diferencia de muchos otros lugares, no había sido

marginada ni demográfica ni políticamente, por lo que logró articularse al orden

nacional y de mercado a su manera; los casos de México, El Salvador, Colombia y

Venezuela, bastante similares por la inminente presencia indígena (más acentuada en

México), se diferencia en cambio por la radical destrucción de la propiedad comunal.

Sin embargo, más allá de la simple ocupación de tierras baldías, el Estado nacional

estaba interesado en el aprovechamiento cabal de todos sus recursos naturales, hasta ese

entonces poco conocidos. Por esta razón, contrató toda una serie de expediciones

científicas que establecieran las condiciones naturales, topográficas y cartográficas de

los espacios “vacíos”; casi todos los países apelaron a los científicos europeos de la

época para desentrañar los misteriosos secretos de geografías desarticuladas. Esta es

otra prueba de las intenciones expansivas en la consolidación territorial nacional

presente de forma generalizada en los proyectos liberales latinoamericanos.

A modo de conclusión creo que es pertinente mostrar a grandes rasgos, el crecimiento

demográfico de la última mitad del siglo en Latinoamérica.

Población de América Latina en millares

Page 12: Territorio Latinoamericano

1850 1900América central

MéxicoGuatemala El SalvadorHondurasNicaraguaCosta Rica

7662 850 394 350 300 125

13607 1425 932 443 448 285

CaribeCuba

Puerto RicoRep. Dominicana

Haití

1186 455 200 938

1573 953 7001270

Suramérica tropicalBrasil

ColombiaPerú

VenezuelaEcuadorBolivia

7205224318881490 8161374

17318 3825 3791 2344 1400 1696

Suramérica templadaArgentina

Chile UruguayParaguay

11001287 132 500

47432904 915 440

Total 30495 61012

Fuente: Nicolás Sánchez Albornoz, La población de América Latina.

Bibliografía Consultada

Mónica Quijada, Nación y territorio: la Argentina del Siglo XIX, en Revista de Indias

volumen #219, pags. 373-394.

Ramón Tovar, Condicionantes geohistóricas de Hispanoamérica, en Boletín de la Aca-

demia Nacional de Historia, volumen #307, pags. 53-61.

Pedro Vives, El espacio americano español en el Siglo XIX: un proceso de regionaliza-

ción, en Revista de Indias, volumen #151-152, pags. 135-160.

Nicolás Sánchez, Población de América Latina, desde los tiempos prehispánicos hasta

nuestros días, editorial Alianza, Barcelona 1977.

Tulio Halperín Donghi, Economía y sociedad, en Historia de América Latina, Lesley

Bethell ed.

Page 13: Territorio Latinoamericano

Malcolm Deas, Ecuador 1880-1930, Venezuela 1880-1930, Colombia 1880-1930, en

Historia de América Latina, Lesley Bethell ed.

Marcello Carmagnani, Estado y sociedad en América Latina. 1850-1930.

Ciro Cardoso, Héctor Perez, Historia económica de América Latina,

Florencia Mallon, Las sociedades indígenas frente al nuevo orden, en Historia de Amé-

rica Latina, Germán Carrera Damas ed.

Es necesario hacer mapas explicativos para cada

caso particular.