teoría social latinoamericana - trabajo final ii cuatr. 2011 - sol vivian goldsztein (d.n.i....
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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE SOCIOLOGÍA
TEORÍA SOCIAL LATINOAMERICANA
Titular: Alcira Argumedo
Estudiante: Goldsztein, Sol Vivian (D.N.I. N° 31.684.989).
II Cuatrimestre - Año 2011
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1) Teniendo en cuenta los textos de Martí, Mariátegui, Freire y sus propias
concepciones, escriba un ensayo titulado: “América Latina: pasado,
presente y futuro de un continente laborioso”.
“América Latina: Pasado, Presente y Futuro de un continente laborioso”
La historia de América Latina ha marcado a fuego sobre los cuerpos y las
memorias, que fue, es y pretende ser un continente laborioso. Lo que cabe
preguntarnos es: ¿por qué, para qué y con quienes trabajamos?
Nuestra historia ha estado signada por la lucha, la resistencia y la sangre, miles y
miles de hombres y mujeres han dado su vida para dar nacimiento a la realidad
que transitamos hoy.
Al vislumbrar, aunque sea intuitivamente, esos sucesos, nos encontramos
impulsados a reflexionar en torno de los mismos. Al cuestionar-nos, como ejercicio
cotidiano, como posicionamiento político, traemos al presente lo que creíamos se
encontraba en el pasado. Debemos preguntarnos sobre la historia, pero no de
cualquier manera, sino reivindicando una mirada sobre Latinoamérica desde y por
Latinoamérica. Esto implica retomar las vidas, los pensamientos, las ideas de los
hombres y mujeres que murieron intentando defender y construir la Patria Grande,
nuestra patria.
En el transcurso de la historia se pueden ver, aunque no de manera sistemática, la
circulación de concepciones autónomas de corte nacional y popular en torno a
Latinoamérica. Estas teorizaciones se cristalizaron en diversos momentos políticos
de disputa, en lo que constituye la expresión por excelencia de ese pensamiento
autónomo. Y fueron en esos momentos donde se vislumbró el amplio consenso y
la gran movilización popular en pos de la defensa del continente. Sería necio o mal
intencionado hacer caso omiso a aquellas expresiones que desde el pasado y
cada vez que el escenario se configura como el de una batalla, se manifiestan,
resurgen, como voces que reclaman un pensar distinto, propio.
Desde este punto de vista es que resuena más fuerte que nunca que el
compromiso político implica, para no traicionarnos, un ejercicio constante de 2
acción y reflexión en permanente dialéctica. Ya lo pensaba, luego de las luchas
independentistas, el cubano Martí cuando manifestaba que trincheras de ideas
valen más que trincheras de piedras. Uno de sus aportes en relación a pensar en
el cómo hay que trabajar por Latinoamérica.
Las implicancias de la conquista y el posterior proceso colonizador de manos de
las grandes potencias europeas, fueron configurando el escenario social y político
del continente. Las tradiciones y los objetivos europeos colisionaron con las
sociedades latinoamericanas en un proceso conflictivo, en el cual jugaron un rol
preponderante determinadas clases locales cuyos intereses se conjugaron con los
de las potencias conquistadoras. Sin embargo, la conformación de este centro de
poder que erigió su proyecto hegemónico en base a la violencia y la expoliación,
no sucedió sin férreas resistencias por parte de las masas populares. Éstas,
orgullosas de sus tradiciones, ofrecieron una resistencia material y cultural a la
conquista, conformando una identidad heterogénea pero propia de las clases
subalternas latinoamericanas. En esta encrucijada, y a la luz de las luchas por la
independencia, surgen las voces de aquellos pensadores que intentaron pensar a
favor de los más desprotegidos y construir un proyecto político que garantice la
soberanía nacional y popular aun teniendo en cuenta la heterogeneidad y
complejidad de cada región del continente. También puede pensarse que las
memorias de la resistencia, del dolor de los pueblos, los compelían a eso. Ya que
en los fragores de las luchas independentistas la discusión giraba en torno a qué
modelo de República habría de levantarse y cómo debía ser gobernada. Y las
ideas partían de un pensamiento latinoamericano, que definiese a la patria grande
a partir de ella misma, desde una concepción autónoma que prescindiese de los
modelos europeos. Este pensamiento propio discutía con las vertientes filosófico-
políticas provenientes de Europa, que se presentaban como la única verdad en
detrimento de la “barbarie”, de lo natural de América Latina. Había que crear
nuevas formas de gobierno teniendo en cuenta las particularidades autóctonas, las
tradiciones y los hombres y mujeres latinoamericanos. Un componente ineludible
para la construcción de la República era el indio. Mariátegui arroja luz sobre este
punto al plantear que hay que reconocerlo concretamente como problema social, 3
económico y político. En clara disputa con el pensamiento eurocentrico que
utilizaba al racismo como justificación para el aniquilamiento de los pueblos
originarios permitiendo así su expansión. En esta línea de discusión se vislumbra
una grieta en los pensamientos latinoamericanos, ya que las luchas por la
independencia no surgieron por parte de los pueblos originarios sino que se
constituyeron aún a expensas de ellos, que fueron las primeras líneas en todos los
campos de batalla. Mariátegui al reflexionar sobre la conquista y la independencia
como hechos políticos, utiliza como matriz de pensamiento al socialismo, con el
objetivo de mostrar la realidad acuciante que vivían los pueblos indígenas. Una
muestra del uso de las corrientes político-filosóficas europeas pero pensando
desde y para el continente. La combinación entre la población indígena
sobreviviente, la colonización por parte de los blancos provenientes de Europa y
los criollos, conformarían el sustrato sobre el cual se refundarían las Repúblicas
Latinoamericanas. Aún así, las tradiciones arraigadas por cientos de años,
permanecerían en las memorias de los sectores populares. Lo que sucederá
después de las luchas independentistas, es la disputa entre aquellos convencidos
de que la única manera de resistir a las potencias extranjeras era lograr la unidad
latinoamericana y aquellos que deseaban ser los exponentes del imperialismo en
cada país, siempre a costa del pueblo.
Es desde esta lectura de la historia, a partir de los pueblos, y desde esta línea de
pensamiento nacional y popular propia, que nos planteamos o proponemos
repensar a nuestro continente, en lo atinente a la historia del siglo pasado y el
presente. Los pueblos latinoamericanos permanentemente se encuentran
resistiendo frente a los intentos colonizadores que han variado sus formas a través
de los años, y su contracara es la variación de las formas de lucha. Las disputas
no son lineales y las condiciones de posibilidad de cada escenario, posibilitan
nuevas formas. En ese contexto, la historia más reciente, ha visto aflorar
momentos de repliegue, pero también sobre todo grandes momentos de avances.
Y en cada oportunidad esos momentos han sido acompañados por una fuerte
creencia en la posibilidad de cambio, creencia que se encontraba arraigada en la
tradición de lucha de nuestros pueblos. Ese imaginario es lo que ha traccionado y 4
se ha constituido como el motor de cambio. Estos momentos implicaron grandes
tensiones al colisionar la forma democrática con la que discursivamente se habían
alineado cada uno de los países del continente con el creciente despojo de las
grandes masas de población, con la incongruencia entre la supuesta inclusión de
todos y el modelo económico imperante. La discusión en cada avance de la lucha
planteaba aceptar la historia de la conformación de cada nación, tomando las
tradiciones más antiguas, pero reconociendo la complejidad de vertientes que
confluían en lo que podría llamarse identidad latinoamericana. Las corrientes de
pensamiento autónomo surgidas desde Latinoamérica, plantean reconocer las
múltiples influencias que en el transcurso de la historia conforman lo que puede
entenderse por tradición nacional hoy.
La historia latinoamericana desde la conquista y hasta la actualidad, presenta un
gran enfrentamiento entre dos formas de percibir y sentir al mundo, el patrón
socio-cultural de corte oligárquico-señorial (…) y su contrapartida popular
(Argumedo:1993).
Entonces y pensando en el futuro, cabe preguntarse: ¿por qué, para qué y con
quienes debemos trabajar?
Trabajar con el ideal de la liberación como horizonte movilizador de los pueblos,
implica reavivar la tradición latinoamericana. Tradición transformadora, ya que
vuelve al presente el pasado posibilitando un futuro. Es pensar en las luchas por la
liberación, profundizando la identidad latinoamericana como base de los proyectos
autonomistas populares, aunque no suceda sin conflictos.
La enseñanza que nos legaron los pensadores latinoamericanos es la lucha
cotidiana desde el pueblo y a partir de una matriz nacional y popular autóctona
que garantice la autonomía y en contra de la expoliación y el exterminio de las
mayorías. Siguiendo a Freire, debemos convertirnos en actores del cambio de
manera colectiva y en permanente dialéctica entre la acción y la reflexión. Esa es
la tarea histórica de los hombres, que siempre debe nacer como un acto de amor.
5
2) Imagine un diálogo entre Simón Rodríguez y Ud. en relación a la
educación popular en América Latina. El diálogo se desarrolla en
Venezuela con motivo de un particular encuentro.
En diciembre del año 2012, decidí viajar a Venezuela, quizás pensando en
conocer al pueblo bolivariano antes de que suceda lo que finalmente sucedió. Allí
tuve una experiencia que todavía no puedo transmitir cabalmente. Comencé por
Caracas y aún lo dificultoso del transporte interno venezolano, quise conocer otros
Estados. Así fue cómo llegue a Mérida, sobre todo porque me habían comentado
que la ciudad del mismo nombre, era por excelencia una ciudad estudiantil repleta
de jóvenes. Pase largos días recorriendo esa hermosa ciudad, hasta que me
propusieron hacer algo que nunca había hecho en mi vida, escalar una montaña.
No una cualquiera, sino que el objetivo era llegar al Pico Bolívar, con casi 5.000
metros de altura. Quizás porque me encontraba en Venezuela, mientras Chávez
luchaba contra un cáncer fulminante y aún así gran parte de los venezolanos,
aunque angustiados, todavía reían… dije que sí. Así, tras varios preparativos,
emprendimos el ascenso. Fue dificultoso, cansador, pero altamente gratificante.
Hasta que en el segundo día, me desperté sobresaltada durante la noche. Hacía
mucho frío pero eso no era lo que me había levantado… no podía identificarlo.
Decidí salir a caminar un poco para ver si lograba despejarme… Sin darme cuenta
camine lejos del campamento que habíamos armado. Cuando ya no supe donde
me encontraba y empezaba a asustarme, vi a lo lejos una especie de casa, muy
precaria, levantada en la mitad de la montaña. Me acerqué, ya que vi una llama
prendida, a ver si podían ayudarme. Toqué varias veces la puerta hasta que me
abrió un señor muy mayor, de unos 80 años, que con una sonrisa me invitó a
pasar.
Mientras me servía una taza del té que estaba tomando, me dijo que su nombre
era Simón y me contó su historia. Que estaba viviendo en el pico hace ya muchos
años, que aunque podría haber vuelto con honores a su patria, lo había rechazado
porque no confiaba en las autoridades de esa clase que siempre lo había ignorado
y tratado de loco. Pero que volvió porque quería morir en el mismo suelo donde 6
vio nacer su proyecto político, junto a su gran amigo y discípulo. Que él ante todo
era un Maestro, que siempre había luchado por construir una Patria
Latinoamericana autónoma y original. Y lo seguiría haciendo hasta los últimos días
de su vida.
Maestro: Desde joven comprendí el poder de la escuela y lo que significaba, pero
fue mi experiencia de vida y mis años transcurridos en Europa, que me hicieron
concluir que era indispensable para la formación de los hombres. Estoy
convencido que educar, aunque no de cualquier manera, es una de las
herramientas que puede acabar con la crueldad de aquellos que quieren hacer la
tierra a su medida.
Mientras lo escuchaba, me daba cuenta que intentaba transmitirme sus
conocimientos de una manera que yo pudiese realmente entender lo que me
decía. Además, comencé a detectar que debía prestar mayor atención cuando
cambiaba el tono de voz en determinadas palabras y cuando separaba las silabas
acentuando cada una de ellas mientras formaba la frase que iba diciendo.
Maestro: Antes la vida era distinta, todos los días morían compatriotas en manos
de los extranjeros que venían a expoliar la tierra. En ese momento y por
cuestiones del destino tuve el privilegio de ser el maestro de un joven que ya de
chico se mostraba brillante. A él pude transmitirle las formas de entender y
comprender el mundo, porque eso es educar, no aprender de memoria. Ese joven
también se llamaba Simón y se iba a convertir en un gran patriota. Junto a él tuve
la oportunidad de pensar cómo hacer para construir una patria distinta, que
reconozca que todos somos iguales, que las clases de arriba no deben vivir a
costa de las de abajo. Siempre creí que con esfuerzo podía lograrse una república
diferente. Pero la realidad siempre me maltrató. No pudieron entender por qué
pensaba la educación de esa manera, ni vieron las ventajas en la formación de los
hombres que ofrecía. Me trataban de loco, justamente para negarle esa
herramienta de transformación al pueblo.7
Yo: Todavía continúan muriendo compatriotas, pero se viven tiempos de cambios.
En casi toda la región existen movimientos políticos, algunos más nuevos que
otros, que plantean alternativas diferentes, pensando desde y para el pueblo. Y
son acompañados y sostenidos por las masas populares.
Parece que le interesó lo que le decía, porque se sirvió otra taza de té y se
acomodó en la silla de madera desvencijada para escucharme mejor.
Yo: Si bien fueron varios años de avances y conquistas para aquellos que menos
tienen, no se lograron sin derramamiento de sangre. Debe ser distinto a lo que Ud.
vivió pero también ha sido doloroso y más aún es ver que peligra, porque aquellos,
que no deben ser tan distintos a esos que lo trataban de loco, están más alertas
que nunca.
Me miró con esos ojos que dan cuenta de haber vivido una vida muy dura, aunque
rica en enseñanzas…
Maestro: Hay que seguir trabajando, siempre hay que seguir trabajando para
intentar alumbrar el futuro. En todo proceso de cambio y más si es revolucionario,
lo más importante es la educación del pueblo. Yo luché toda mi vida por la causa
independentista de Latinoamérica, especialmente de Venezuela, y después de
haber vivido muchos años entre Estados Unidos y Europa, considero que la única
manera de llevar a cabo un proyecto político es crear un proyecto educativo.
Nuestro deber es pensar una educación popular.
Yo: Creo que ha habido avances en ese sentido. Se ha aumentado el presupuesto
destinado a las escuelas, se han brindado medios para hacer que todos tengan
una experiencia más igualitaria, se han abierto discusiones para problematizar en
torno a los contenidos…
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Maestro: Todas esas cuestiones son importantes. Pero lo que yo planteo tiene que
ver con algo más profundo. Cuando el continente logró independizarse, hubo que
descubrir como refundarlo. Allí se dio una gran discusión, entre aquellos que
pretendían construir una continuidad de Europa o los que pensábamos que había
que formar una República que contemple nuestro ser latinoamericano. Había que
crear nuevas instituciones, un nuevo gobierno, y para ello no debíamos imitar los
modelos europeos, sino pensar herramientas originales que más se adecuasen a
nuestras realidades. Es en el contexto de esa discusión, acerca de qué tipo de
país y de región queremos, donde se atraviesa la educación.
Yo: Asumo que se relaciona con qué se le inculca a los jóvenes desde el principio.
Maestro: Sí, pero no sólo eso. La educación popular posibilita darles a todos por
igual las herramientas para entender los fundamentos. Transmitir el verdadero
espíritu de lo que se persigue a través de la construcción de una República, que si
no, sólo es una abstracción. En mi época, el momento fundacional que
atravesábamos era la oportunidad perfecta para hacerlo. Puede ser que en estos
tiempos que corren, la confluencia de los procesos históricos de cada país, hayan
generado nuevamente otra oportunidad única.
Yo: Puede ser… habría que pensar cómo resignificar lo que hoy está establecido
como el dispositivo escolar. Una máquina performativa de sujetos para insertarse
en la sociedad de una determinada manera, reproduciendo contenidos ya
aceptados.
Maestro: Claro, en sus fundamentos la educación debe enseñar a vivir
socialmente. Pero lo que describe en parte para mí es instrucción, que es otra
cosa. Lo principal es involucrar sujetos críticos en el proceso de enseñanza, que a
su vez, puedan transmitir a crecer de manera crítica. Los sujetos deben cuestionar
y preguntar constantemente.
9
Yo: Claro, con sujetos críticos, sujetos pensantes. Actores político sociales
involucrados en la realidad.
Maestro: Exactamente. ¿Qué mejor garantía para la nueva República que sujetos
que quieran defenderla porque están comprometidos con los fundamentos del
proyecto político? Si el Gobierno garantiza el bienestar de todos por igual,
brindando herramientas para conocer, para trabajar, para vivir en sociedad, forma
ciudadanos que quieran hacer el bien y por ende, defender a ese Gobierno.
Yo: Creo entonces que hay que seguir trabajando, que los logros fueron muchos y
muy importantes, pero todavía hay deudas pendientes. Los enemigos son muchos
y muy poderosos, la batalla cultural está a medio librar y aún es difícil
problematizar Latinoamérica a partir de nosotros mismos, de nuestras tradiciones,
de nuestras costumbres. Trayendo al presente las luchas y las memorias
colectivas, así como los saberes varios y diversos de los sujetos que habitaron
nuestro territorio.
Maestro: No hay que olvidar, como hecho fundamental, que toda Revolución
Política necesariamente implica una Revolución Económica. Desde el momento
que las clases altas viven a costa de las bajas o que persistan clases pobres e
ignorantes, ningún proyecto político es posible.
Cuando desperté en el hospital, no sabía si todo había sido un sueño o había
sucedido realmente. Me dijeron que perdí el conocimiento producto de la falta de
aire cuando casi llegábamos al pico Bolívar. Yo quiero creer que ese encuentro
sucedió. Que la conjunción de esa imponente montaña, el territorio venezolano y
ese aire no viciado, posibilitaron ese encuentro de saberes, esas reflexiones que
por lo menos nos arrastran a querer ser un poco más preguntones en la vida.
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3) Sarmiento y Jauretche intercambian cartas en relación a la presencia de
una matriz autónoma de pensamiento nacional, popular y latinoamericana.
Arturo:
Aunque sé que Ud. no lo comparte, quería escribirle porque nuevos tiempos se
avecinan y considero que Ud. aún puede estar a tiempo de repensar sus
opiniones. Esta realidad no es muy distinta a la que yo viví en carne y hueso,
aunque Ud. diga lo contrario - sobre todo porque dice que lo mío es literatura -.
Desde que la semilla podrida española creció torcida en nuestra América, y pese a
los esfuerzos de muchos ciudadanos que como yo sólo nos preocupamos por
hacer cada vez mejor este suelo, hay tiempos históricos en los cuales se pierde el
rumbo. Simplemente es un momento que permite volver a nuestras verdaderas
raíces, a nuestra tradición, a lo que verdaderamente debe ser el ser argentino.
Este momento no es distinto a los demás y a ese que conocí. El mal aún persiste,
aunque haya cambiado de formas. Quizás ahora parecen formas más civilizadas,
ciertamente aquellos visten mejor, pero no son ciudadanos sino la herencia de
esas masas de salvajes que poblaban nuestras tierras. Y que como buenos
ignorantes que siguen siendo, están a merced de políticos demagogos que se
aprovechan de ello para su propia conveniencia. Por eso estoy tan alegre en este
momento, la nueva época marcara el inicio del remedio que el país necesita para
alcanzar todo su apogeo. Y esos pobres enfermos finalmente recibirán cura,
cuando la Nación se encauce. Yo sé Arturo que en estas cuestiones no nos vemos
a los ojos. Pero también sé que Ud. ha leído a los grandes de Europa y la América
del Norte y que esa educación no es tan fácil de negar, Ud. sí tiene inculcados los
valores de la verdadera civilización y proviene de una familia de bien que le ha
enseñado correctamente. Le pido que lo considere. Los tiempos requerirán de
grandes hombres y no quisiera encontrarme con Ud. cuando el ejercicio del
derecho electoral sea una mera anécdota en el camino hacia ser más europeos.
Dios lo guarde.
Sr. D. Domingo F. Sarmiento.11
Don:
Antes que nada un honor recibir una carta suya. No sólo por leer al hombre y sus
crudas opiniones, si no porque corresponde sacarse el sombrero ante tremendo
exponente de la deformación intelectual de este país y con lamentables influencias
sobre Latinoamérica. Zoncera es pensar que yo pueda cambiar mis opiniones, por
suerte es una que sólo me afecta a mí. Cuanto nos falta para torcer el rumbo de la
historia, que todavía continua repitiendo - y muchos hombres y mujeres continúan
haciéndose eco - esos razonamientos que aunque disfrazados de sentimientos
nacionalistas sólo ocultan los intereses egoístas de aquellos civilizados como Ud.
Además aunque el rumbo pueda variar, lo que no reconoce es su propia perdición,
ya que todos sus pensamientos no se condicen con la realidad. Grave error
político-estratégico negar al país real. Funcional, desde ya, a sus intereses. Pero
la historia, no aquella que Ud. quiere presentar como la única verídica, si no la que
implicó sangre y lucha, emerge invariablemente desde el pueblo y nuestro suelo.
Ud. ha fracasado, aunque haya dejado la pesada herencia de su pedagogía
colonialista, que hoy en los albores del siglo XXI expresan varios personajes
dignos de estar a su lado. Intentó por todos los medios exterminar al pueblo, con
eso que Ud. llama educación, con el sólo objetivo de hacer crecer hombres
civilizados. Necio de su parte creer que el modelo a seguir por excelencia era
Europa. Teniendo en cuenta que su abstracción de la realidad, que constituyó la
base de su ideología, negaba lo propio, sólo buscaba sustituirlo y cerraba la
posibilidad a la creación del país desde y por el país mismo. Pero le reitero, y en
eso descanso, la historia de los pueblos, le han probado y aún lo hacen, que ese
no es el camino. Los enfermos, los barbaros, a los que Ud. hace referencia, han
desbordado el territorio en cada oportunidad que han tenido. Por más que a los
civilizados como a Ud., les genere urticaria. ¿Sabe porque yo soy feliz en este
tiempo? No tiene nada de parecido a lo que a Ud. le da felicidad. Porque es tan
lindo ver al aluvión zoológico expresarse y a la oligarquía temblar.
Arturo.
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Estimado Arturo:
Claramente, aunque aparente ser un hombre culto, por sus venas debe correr la
sangre de las razas que parasitaban el suelo argentino. Por eso no puede ver más
allá de sus necesidades inmediatas y está imposibilitado de pensar acerca de lo
que es verdaderamente bueno y conveniente para una Nación. Es la demostración
de que no todos pueden apreciar - y por eso no lo merecen - las mieles de los
derechos políticos que constituyen un país grande. ¿Cómo no mirar hacia el viejo
continente? Que desde hace muchos más años que nosotros ha sabido apreciar
las artes, la música, lo verdaderamente bello de la vida. Aquel de donde han
surgido ideas que encandilan porque hablan y explican cómo alcanzar el progreso
y el desarrollo. Ellos son la verdadera humanidad. ¿Con qué nos encontramos
aquí? Con expresiones primitivas, intentos de seres humanos, vestigios de ideas
claramente equivocadas. Nada bueno puede surgir de darle voz a aquellos que ni
la escuela pudo disciplinar. Continuar con este rumbo, es truncar el destino de
este país. Y no ver que vuelve a existir una posibilidad histórica para hacer las
cosas como había que hacerlas, para de una vez por todas ser una Nación
civilizada. No estar sujetos a que la construcción de la república o la fortaleza de
sus leyes sucumban ante las violentas amenazas de algunos míseros e inmundos
salvajes, que ni seres humanos son. Por ello, esos mismos y todos aquellos que
dicen representarlos, son incapaces de portar ningún pensamiento original que
supere las deslumbrantes sociedades europeas o americanas - del norte -. Pero
no me doy por vencido, mi fe cristiana me sostiene en mi pensamiento acerca de
que todavía hay buenos y rectos hombres habitando esta región. Y que lo
importante no es la cantidad, el número de gente que posea un país. Menos aún
su extensión, para hacerlo vigoroso. Si no, unos cuantos instruidos, hombres de
bien, que puedan pensar cuál es el modelo de país que nos conviene a todos. Es
decir, verdaderos ciudadanos, que acepten el camino ya trazado por las grandes
naciones. El progreso sólo será posible mirando hacia Occidente.
Sr. D. Domingo F. Sarmiento.
13
Si se le puede decir maestro a Ud.:
Su tinta destila odio. Pero eso no nos amedrenta. Sólo nos rectifica en nuestro
camino, que iremos de recorrer con alegría y amor. Porque el suelo de esta región
tiembla ante el avance de esa masa vibrante y eufórica que es el pueblo. Así como
la vimos en todo su esplendor ese maravilloso 17 de octubre y como la vemos
ahora desplegarse en todo el continente.
No voy a caer en la falsa discusión en torno a la civilización, elijo construir con los
que Ud. llama barbaros, porque desde nosotros mismos y para nosotros mismos
podremos construir la Nación y la Patria Latinoamericana. Esa construcción es
posible y es la que nos conducirá a la independencia y soberanía plena. Sus
disgregaciones son ideología, que no tiene nada que ver con el país real. A pesar
de la conquista y la colonización, y consolidada a partir de ese hecho traumático
compartido, hoy más que nunca se muestra vigorosa la identidad latinoamericana.
Esa a la que tanto temen y desmerecen por ser compleja, llena de matices y
lugares oscuros. La experiencia histórica ha construido un pensamiento propio
latinoamericano que es heterogéneo pero no por ello menos valioso. Se expresa
en las luchas, las resistencias, la cultura, el arte de las mayorías, aquellas que
intentaron aniquilar. Esas otras voces que a pesar del sometimiento o a partir de
él, y más allá del intento de deformación intelectual, persisten y circulan y se
sustentan en la reivindicación de nosotros mismos como sujetos de la historia. Por
ello este momento es histórico, porque da cuenta una vez más de que esa
concepción propia existe y sigue vigente, cuando vemos a lo ancho y largo del
continente las grandes movilizaciones populares convertirse en protagonistas de
las transformaciones. Aquellas que reivindican el pasado de lucha común, las
tradiciones de nuestras tierras, las resistencias, en cada uno de los países y de
manera colectiva. Nuestro deber seguirá siendo construir la posición nacional y
latinoamericana, que defienda los intereses de las masas populares y construya
una identidad continental basada en la realización nacional, en la afirmación de
nuestro ser. Ese momento es el que vive hoy la patria grande Latinoamericana.
Arturo.14
Bibliografía
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- WAINSZTOK, Carla, Pedagogía y Autonomía en Simón Rodríguez (material
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- WAINSZTOK, Carla, Simón Rodríguez, la palabra insurgente (material de
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15