teoria de la comunicación humana

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Paul Watzlawick Janet Beavin Bavelas y Don D. Jackson Teoría de la comunicación humana Interacciones, patologías y paradojas Herder

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Este es el principal aporte de Watzlavick

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  • Paul WatzlawickJanet Beavin Bavelas y Don D. Jackson

    Teora de lacomunicacinhumanaInteracciones, patologas y paradojas

    Herder

  • Titulo original: Pragmalics of Human Commtmicalion,W.W. Norton & Company, Inc., 1967

    Diseo de la portada: CLAUDIO DADO y MNICA BAZN

    7967 W.W. Norton & Company. Inc., Nav York

    G 1981, 2002 Empresa Editorial Herder, S.A. Barcelona

    Duodcima edicin 2002

    La reproduccin total o parcial de esta obra sin el consentimiento expresode los titulares del Copyright est prohibida al amparo de la legislacin vigente.

    Imprenta: LIBERDPLEX, S.L.Depsito Legal: B - 43.960 - 2002

    Prnted in Spain

    ISBN: 84-254-1205-6 Herder Cdigo catlogo: PSI1205Provcnza, 388. 08025 Barcelona - Telfono 93 476 26 26 - Fax 93 207 34 48

    e-mail: [email protected] - http:// www.hcrdcr-sa.com

  • Ipm ALGUNOS AXIOMAS EXPLORATORIOS

    DE LA COMUNICACIN

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    2.1. Introduccin

    Las conclusiones alcanzadas en el primer captulo destacaban en gene-ral la imposibilidad de aplicar numerosas nociones psiquitricas tradi-cionales al marco que proponemos. Todo esto parece dejar muy pocasbases para el estudio de la pragmtica de la comunicacin humana. Nosproponemos demostrar ahora que ello no es as, para lo cual debemoscomenzar con algunas propiedades simples de la comunicacin que encie-rran consecuencias interpersonales bsicas. Se comprobar que tales pro-piedades participan de la naturaleza de los axiomas dentro de nuestro cl-culo hipottico de la comunicacin humana. Una vez definidas, estaremosen condiciones de examinar algunas de sus posibles patologas en el cap-tulo 3.

    2.2. La imposibilidad de no comunicar

    2.21En lo que antecede, el trmino comunicacin se utiliz de dos mane-

    ras: como ttulo genrico de nuestro estudio, y como una unidad de con-ducta definida de un modo general. Trataremos de ser ahora ms precisos.Desde luego, seguiremos denominando simplemente comunicacin alaspecto pragmtico de la teora de la comunicacin humana. Para las diver-sas unidades de comunicacin (conducta), hemos tratado de elegir tr-minos que ya no son generalmente comprendidos. As, se llamar men-saje a cualquier unidad comunicacional singular o bien se hablar de unacomunicacin cuando no existan posibilidades de confusin. Una serie demensajes intercambiados entre personas recibir el nombre de interaccin.(Por quienes anhelan una cuantificacin ms precisa, slo podemos decir

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    que la secuencia a que nos referimos con el trmino interaccin es mayorque un nico mensaje, pero no infinita.) Por ltimo, en los captulos 4 a7, agragaremos pautas de interaccin, que constituyen una unidad de unnivel an ms elevado en la comunicacin humana.

    Adems, con respecto incluso a la unidad ms simple posible, es evi-dente que una vez que se acepta que toda conducta es comunicacin, yano manejamos una unidad-mensaje monofnica, sino ms bien con unconjunto fluido y multifactico de muchos modos de conducta -verbal,tonal, postural, contexta!, etc.- todos los cuales limitan el significado delos otros. Los diversos elementos de este conjunto (considerado comoun todo) son susceptibles de permutaciones muy variadas y complejas, quevan desde lo congruente hasta lo incongruente y paradjico^ Nuestro inte-rs estar centrado en el efecto pragmtico de tales combinaciones en lassituaciones interpersonales.

    2.22

    En primer lugar, hay una propiedad de la conducta que no podrfaser ms bsica por lo cual suele pasrsela por alto: no hay nada que sea locontrario de conducta. En otras palabras, no hay no-conducta, o, paraexpresarlo de modo an ms simple, es imposible no comportarse. Aho-ra bien, si se acepta que toda conducta en una situacin e interaccin1tiene un valor de mensaje, es decir, es comunicacin, se deduce que pormucho que uno lo intente, no puede dejar de comunicar. Actividad oinactividad, palabras o silencio, tienen siempre valor de mensaje: influ-yen sobre los dems, quienes, a su vez, no pueden dejar de responder atales comunicaciones y, por ende, tambin comunican. Debe entenderseclaramente que la mera ausencia de palabras o de atencin mutua no cons-tituye una excepcin a lo que acabamos de afirmar. 1 hombre sentadoa un abarrotado mostrador en un restaurante, con la mirada, perdida enel vaco, o el pasajero de un avin que permanece sentado con los ojoscerrados, comunican que no desean hablar con nadie o que alguien leshable, y sus vecinos por lo general captan el mensaje y responden demanera adecuada, dejndolos tranquilos. Evidentemente, esto constit-

    1. Cabra agregar que, incluso cuando se est solo, es posible sostener dilogos enla fantasa, con las propias alucinaciones (15) o con la vida (5,8.3). Quizs esa comu-nicacin interna siga algunas de las mismas reglas que gobiernan la comunicacin intcr-pcrsonal; sin embargo, los fenmenos inobscrvables de este tipo estn ms all del alcan-ce del significado con que empleamos el trmino.

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    ye un intercambio de comunicacin en la misma medida que una aca-lorada discusin.2

    Tampoco podemos decir que la comunicacin slo tiene lugarcuando es intencional, consciente o eficaz, esto es, cuando se logra un en-tendimiento mutuo. Que el mensaje emitido sea o n igual al mensaje re-cibido constituye un orden de anlisis importante pero distinto, pues, enltima instancia, debe basarse en evaluacin de datos especficos, intros-pectivos y proporcionados por el sujeto, que preferimos dejar de lado en laexposicin de una teora de la comun-icacin desde el punto de vista dela conducta. Con respect a los malentendidos, nuestro inters, dadasciertas propiedades formales de la comunicacin, de -y, de hecho, a pesarde-, las motivaciones o intenciones se refiere al desarrollo de patologasafines relacionadas, aparte de los comunicantes.

    2.23

    La imposibilidad de no comunicarse es un fenmeno de inters no sloterico; por ejemplo, constituye una parte integral del dilema esquizo-frnico. Si la conducta equizofrnica se observa dejando de lado las consi-deraciones ctiolgicas, parecera que el esquizofrnico trata de no comuni-carse. Pero, puesto que incluso el sinsentido, el silencio, el retraimiento, lainmovilidad (silencio postural) o cualquier otra forma de negacin cons-tituye en s mismo una comunicacin, el esquizofrnico enfrenta la tareaimposible de negar que se est comunicando y, al mismo tiempo, de negarque su negacin es una comunicacin. La comprensin de este dilema bsi-co en la esquizofrenia constituye una dave para muchos aspectos de la comu-

    2. Una investigacin muy interesante en este campo es la efectuada por Luft (98),quien estudi lo que l llama deprivacin de estmulo social. Reuni a dos descono-

    .. cidos en una habitacin, los hizo sentarse uno frente al otro les indic que no hablaranni se comunicaran de manera alguna. Entrevistas posteriores revelaron la enorme ten-sin inherente a esta situacin. Dice el autor:

    ... tiene delante de s al otro individuo nico, desplegando una cierta conducta,pero muda. Se postula que en ese momento tiene lugar el verdadero anlisis o estudiointerpersonal, y slo parte de ese anlisis puede hacerse conscientemente. Por ejemplo,cmo responde el otro sujeto a su presencia y a los pequeos indicios no verbalesque l enva? Existe algn intento de comprender su mirada inquisidora, o se la igno-ra framente? Manifiesta el otro sujeto indicios posturales de tensin, que demuestrancierto malestar ante la posibilidad de enfrentarlo? Se siente cada vez mas cmodo, indi-cando alguna clase de aceptacin, o lo tratar como si fuera una cosa, como si noexistiera? Estas y muchas otras clases de conducta fcilmente discerniblc parecen tenerlugar...

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    nicacin esquizofrnica que, de otra manera, permaneceran oscuros. Pues-to que, como veremos, cualquier comunicacin implica un compromiso y,por ende, define el modo en que el emisor concibe su relacin con el recep-tor, debe sugerir que el esquizofrnico se comporta como si evitara todocompromiso al no comunicarse. Es imposible verificar si, este es su pro-psito, en el sentido causal, o no; pero se demostrar en S.3.2, en formams detallada, que ste es el efecto de la conducta esquizofrnica.

    2.24

    En sntesis, cabe postular un axioma metacomunicacional de la prag-mtica de la comunicacin: no es posible no comunicarse.

    2.3. Los niveles de contenido y relaciones de la comunicacin

    2.31

    En los prrafos precedentes sugerimos otro axioma cuando sealamosque toda comunicacin implica un compromiso y, por ende, define la rela-cin. Esta es otra manera de decir que una comunicacin no slo trans-mite informacin sino que, al mismo tiempo, impone conductas. Siguien-do a Bateson (732, pp. 179-181), estas dos operaciones se conocen comolos aspeaos referenciales y conativos*, respectivamente, de toda comu-nicacin. Bateson ejemplifica los dos aspectos por medio de una analo-ga fisiolgica: supongamos que A By C constituyen una cadena lineal deneuronas. Entonces, el disparo de la neurona B es al mismo tiempo infor-macin de que la neurona A ha disparado y una instruccin para que laneurona C lo haga.

    El aspecto referencia! de un mensaje trasmite informacin y, por ende,en la comunicacin humana es sinnimo de contenido del mensaje. Pue-de referirse a cualquier cosa que sea comunicable al margen de que la infor-macin sea verdadera o falsa, vlida, no vlida o indeterminable. Porotro lado, el aspecto conativo se refiere a qu tipo de mensaje debe enten-derse que es, y, por ende, en ltima instancia, a la relacin entre los comu-nicantes. Algunos ejemplos contribuirn a una mejor comprensin de estos

    * Los trminos del original en ingls repon y *command, literalmente informee instrvtcin (u orden), respectivamente, han sido traducidos como referencial y *cona-tiw, siguiendo en buena medida los criterios de Romn Jakobson para incorporartil nomenclatura. [N. del E.}.

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    dos aspectos. Apelando a un cierto nivel de abstraccin, constituyen labase de la siguiente adivinanza:

    Dos guardias vigilan a un prisionero en una habitacin que tiene dospuertas. El prisionero sabe que una de ellas est cerrada con llave y la otrano, pero no cul de ellas es la que est abierta. Tambin sabe que uno delos guardias siempre dice la verdad y que el otro siempre miente, pero nocul de ellos hace una cosa u otra. Por ltimo, se le ha dicho que la nicamanera de recuperar su libertad consiste en identificar la puerta que noest cerrada con llave hacindole una pregunta a uno de los guardias.3

    El encanto de esta improbable situacin radica no slo en el hechode que un problema con dos incgnitas (las puertas y los guardias) se resuel-ve elegantemente mediante el descubrimiento de un simple procedimien-to de decisin, sino tambin en que la solucin slo resulta posible si se tie-nen en cuenta los aspectos de contenido y relacinales de la comunicacin.Al prisionero se le han dado dos rdenes de informacin, como elemen-tos para solucionar el problema. Una de ellos tiene que ver con objetosimpersonales (las puertas) y la otra con seres humanos como emisores deinformacin, y ambas son indispensables para alcanzar la solucin.-.Si el pri-sionero pudiera examinar las puertas por s mismo, no necesitara comu-nicarse con nadie acerca de ellas, pues le bastara con confiar en la infor-macin que le proporcionan sus propios sentidos. Como no puede hacerlo,debe incluir la informacin que posee acerca de los guardias y sus mane-ras habituales de relacionarse con los dems, esto es, diciendo la verdad omintiendo. Por ende, lo que el prisionero hace es deducir correctamente elestado objetivo de las puertas mediante la relacin especfica entre los guar-dias y l mismo y, as, llega eventualmente a una comprensin correcta dela situacin empleando informacin acerca de los objetos (las puertas y el

    , hecho de que estn o no cerradas con llave) junto con informacin acercade esa. informacin (los guardias y sus formas tpicas de relacionarse espec-

    " Reamente, transmitiendo a los dems informacin sobre los objetos).Y ahora veamos un ejemplo ms probable: si una mujer A seala el

    collar que lleva otra mujer B y pregunta: Son autnticas esas perlas?,el contenido de su pregunta es un pedido de informacin acerca de unobjeto. Pero, al mismo tiempo, tambin proporciona -de hecho, no pue-

    3. El prisionero medita durante largo tiempo acerca de este problema aparente-mente insoluble, pero eventualmente hace la pregunta correcta: seala una de las puer-tas y pregunta a uno de los guardias (no importa qu puerta o qu guardin): Si yole preguntara a su compaero si esa puerta est abierta, qu dira? Si la respuesta ess, entonces esa puerta est cerrada y, viceversa, si es no, est abierta.

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    de dejar de hacerlo- su definicin de la relacin entre ambas. La forma enque pregunta (en este caso, sobre todo el tono y el acento de la voz, laexpresin facial y el contexto) indicaran una cordial relacin amistosa,una actitud competitiva, relaciones comerciales formales, etc. B puedeaceptar, rechazar o definir, pero, de ningn modo, ni siquiera mediante elsilencio, puede dejar de responder al mensaje de A. Por ejemplo, la defi-nicin de A puede ser maliciosa y condescendiente; por otro lado, B pue-de reaccionar a ella con aplomo o con una actitud defensiva. Debe notarseque esta parte de su interaccin nada tiene que ver con la autenticidadde las perlas o con perlas en general, sino que sus respectivas definicio-nes de la naturaleza de su relacin, aunque sigue hablando sobre perlas.

    O consideremos mensajes como: Es importante soltar el embriagueen forma gradual y suave, y Suelta el embriague y arruinars la trans-misin en seguida. Aproximadamente tienen el mismo contenido (infor-macin) pero evidentemente definen relaciones muy distintas.

    Para evitar malentendidos con respecto a lo dicho, queremos aclararque las relaciones rara vez se definen deliberadamente o con plena con-ciencia. De hecho, parecera que-cuanto ms espontnea y sana es unarelacin, ms se pierde en el trasfondo el aspecto de la comunicacin vincu-lado con la relacin. Del mismo modo, las relaciones enfermas se carac-terizan por una constante lucha acerca de la naturaleza de la relacin, mien-tras que el aspecto de la comunicacin vinculado con el contenido se hacecada vez menos importante.

    2.32

    Resulta interesante que antes de que los cientficos conductistas comen-zaran a indagar en estos aspectos de la comunicacin humana, los exper-tos en computadoras hubieran tropezado el mismo problema en su pro-pia labor. Se hizo evidente en tal sentido que, cuando se comunicaban conun organismo artificial, sus comunicaciones deban ofrecer aspectos tan-to refercnciala como conativos. Por ejemplo, si una computadora debe mul-tiplicar dos cifras, es necesario alimentar tanto esa informacin (las doscifras) como informacin acerca de esa informacin: esto es, la orden demultiplicarlas. 1

    Ahora bien, lo importante para nuestras consideraciones es la cone-xin que existe entre los aspectos de contenido (lo referencia!) y relaci-nales (lo conativo) en la comunicacin. En esencia ya se la ha definido enel prrafo precedente al sealar que una computadora necesita informa-cin (datos) e informacin acerca de esa informacin (instrucciones). Es evi-

    dente, pues, que las instrucciones son de un tipo lgico superior al de losdatos; constituyen metainformacin puesto que son informacin acerca deinformacin, y cualquier confusin entre ambas llevara a un resultadocarente de significado.

    2.33Si volvemos ahora a la comunicacin humana, observamos que esa

    misma relacin existe entre los aspectos referencia! y conativo: El primerotransmite los datos de la comunicacin y el segundo, cmo debe enten-derse dicha comunicacin. Esta es una orden o slo estoy bromeandoconstituyen ejemplos verbales de esa comunicacin acerca de una comu-nicacin. La relacin tambin puede expresarse en forma no verbal gri-tando o sonriendo o de muchas otras maneras. Y la relacin puede enten-derse claramente a partir del contexto en el que la comunicacin tienelugar, por ejemplo, entre soldados uniformados o en la arena de un circo.

    El lector habr notado que el aspecto relaciona! de una comunicacin,resulta, desde luego, idntico al concepto de metacomunicacin desarro-llado en el primer captulo, donde se lo limit al marco conceptual y allenguaje que el experto en anlisis comunicacional debe utilizar cuandocomunica algo acerca de la comunicacin. Ahora bien, es dable observarque no slo ese experto sino todos nosotros enfrentamos dicho problema.La capacidad para metacomunicarsc en forma adecuada constituye no slocondicin sine qua non de la comunicacin eficaz, sino que tambin estntimamente vinculada con el complejo problema concerniente a la per-cepcin del self y del otro. Esta cuestin ser objeto de una explicacinms detallada en S.3.3. Por el momento, y como ilustracin, slo quere-mos sealar que es posible construir mensajes, sobre todo en la comuni-cacin escrita, que ofrecen indicios metacomunicacionales muy ambiguos.

    - Como seala Chcrry (34 p. 120) la oracin: Crees que bastar con uno?,puede encerrar una variedad de significados, segn cul de esas palabrasse acente, indicacin que el lenguaje escrito no siempre proporciona.Otro ejemplo sera un cartel en un restaurante que dice: Los parroquia-nos que piensan que nuestros mozos son groseros deberan ver al geren-te, lo cual, por lo menos en teora, puede entenderse de dos maneras total-mente distintas. Las ambigedades de este tipo no constituyen las nicascomplicaciones posibles que surgen de la estructura de niveles de todacomunicacin; consideremos, por ejemplo, un cartel que dice: No pres-te atencin a este cartel. Como veremos en el captulo sobre comunica-cin paradjicas, las confusiones o contaminaciones entre estos niveles

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    Comunicacin y metacomunicacin pueden llevar a impasses idnticosen su estructura a los de las famosas paradojas en el campo de la lgica.

    2.34

    Por el momento, limitmonos a resumir lo antedicho y establecer otroaxioma de nuestro clculo tentativo: Toda comunicacin tiene un aspecto decontenido y un aspecto relacional tales que el segundo clasifica al primero y es,por ende, una metacomunicacin.*

    2.4. La puntuacin de la secuencia de hechos

    2.41

    La siguiente caracterstica bsica de la comunicacin que deseamosexplorar se refiere a la interaccin -intercambio de mensajes- entre comu-nicantes. Para un observador, una serie de comunicaciones puede entender-se como una secuencia interrumpida de intercambios. Sin embargo, quie-nes participan en la interaccin siempre introducen lo que, siguiendo aWhorf (165), ha sido llamado por Bateson y Jackson la puntuacin de lasecuencia de hechos. Estos autores afirman:

    Los psiclogos de la escuela estmulo-respuesta limitan su atencina secuencias de intercambio tan cortas que es posible calificar un tem deentrada como estmulo y otro tem como refuerzo, al tiempo que loque el sujeto hace entre estos dos hechos se entiende como respuesta.Dentro de la breve secuencia as obtenida, resulta posible hablar de la psi-cologa del sujeto. Por el contrario, las secuencias de intercambio queexaminamos aqu son mucho ms largas y, por lo tanto, presentan la ca-racterstica de que cada tem en la secuencia es, al mismo tiempo, estmu-lo, respuesta y refuerzo. Un tem dado de la conducta de A es un estmuloen la medida en que lo sigue un tem proveniente de B y este ltimo, porotro tem correspondiente a A. Pero, en la medida en que el tem de A estubicado entre dos tems correspondientes a B, se trata de una respuesta.

    4. En forma algo arbitraria hemos preferido decir que la relacin clasifica, o inclu-ye, el aspecto del contenido, aunque en el anlisis lgico es igualmente exacto decir quela dase est definida por sus miembros y, por ende, cabe afirmar que el aspecto del con-tenido define el aspecto relacional. Puesto que nuestro inters central no es el inter-cambio de informacin sino la pragmtica de la comunicacin, utilizaremos el primerenfoque.

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    Del mismo modo, el tem de A constituye un refuerzo en tanto sigue a untem correspondiente a B. As, los intercambios que examinamos aquconstituyen una cadena de vnculos tridicos superpuestos, cada uno delos cuales resulta comparable a una secuencia cstmulo-rcspucsta-refuer-zo. Podemos tomar cualquier trada de nuestro intercambio y verla comoun ensayo en un experimento de tipo aprendizaje por estmulo-respuesta.

    Si observamos desde este punto de vista, los experimentos conven-cionales sobre aprendizaje, notamos de inmediato que los ensayos repeti-dos equivalen a una diferencia de la relacin entre los dos organismos par-ticipantes; el experimentador y su sujeto. La secuencia de ensayos estpuntuada de tal manera que siempre es el experimentador el que pareceproporcionar los estmulos y los refuerzos, mientras el sujeto pro-porciona las respuestas. Estas palabras aparecen deliberadamente entrecomillas, porque las definiciones de los roles de hecho slo dependen dela disposicin de los organismos a aceptar el sistema de puntuacin. Larealidad de las definiciones de rol pertenece por cierto al mismo ordenque la realidad de un murcilago en una lmina de Roschach, una crea-cin ms o menos sobredetermi.nada del proceso perceptual. La rata quedijo: Ya he adiestrado a mi experimentador. Cada vez que presione lapalanca, me da de comer, se negaba a aceptar la puntuacin de la secuen-cia que el experimentador trataba de imponer.

    Con todo, es indudable que en una secuencia prolongada de inter-cambio, los organismos participantes -especialmente si se trata de per-sonas- de hecho puntan la secuencia de modo que uno de ellos o el otrotiene iniciativa, predominio, dependencia, etc. Es decir, establecen entreellos patrones de intercambio (acerca de los cuales pueden o no estar deacuerdo) y dichos patrones constituyen de hecho reglas de contingenciacon respecto al intercambio de refuerzos. Si bien las ratas son demasiadoamables como para modificar los rtulos, algunos pacientes psiquitricosno lo son y producen ms de un trauma psicolgico en el terapeuta (19,pgs: 273-74).

    No se trata aqu de determinar si la puntuacin de la secuencia comu-nicacional es, en general, buena o mala, pues resulta evidente que la pun-tuacin organiza los hechos de la conducta y, por ende, resulta vital paralas interacciones en marcha. Desde el punto de vista cultural, comparti-mos muchas convenciones de puntuacin que, si bien no son ni ms nimenos precisas que otras versiones de los mismos hechos sirven para reco-nocer secuencias de interaccin comunes e importantes. Por ejemplo a unapersona que se comporta de determinada manera dentro de un grupo, lallamamos lder y a otra adepto, aunque resultara difcil decir cul sur-ge primero o qu sera del uno sin el otro.

    57

  • 2.42

    La falta de acuerdo con respecto a la manera de puntuar la secuenciade hechos es la causa de incontables conflictos en las relaciones. Supon-famos que Jia pareja tiene un problema marital al que el esposo contri-buye con un retraimiento pasivo, mientras que la mujer colabora consus crticas constantes. Al explicar sus frustraciones, el marido dice que suretraimiento no es ms que defensa contra los constantes regaos de sumujer, mientras que sta dir que esa explicacin constituye una distor-sin burda e intencional de lo que realmente sucede en su matrimo-nio, esto es, que ella lo critica debido a su pasividad. Despojados de todoslos elementos efmeros y fortuitos, sus discusiones consisten en un inter-cambio montono de estos mensajes: Me traigo porque me regaas yTe regao porque te retraes. Este tipo de interaccin ya ha sido breve-mente mencionado en S.1.65. En forma grfica, con un punto inicial arbi-trario, su interaccin aspecto un aspecto similar a ste:

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    Puede observarse que el marido slo percibe las tradas 2-3-4, 4-5-6, 6-7-8, etc., donde su conducta (lneas de punto). En el caso de la mu-jer, las cosas ocurren exactamente al revs: punta la secuencia de hechosen las tradas 1-2-3, 3-4-5, 5-6-7, etc., y entiende que slo reaccionafrente a la conducta de su esposo pero no que la determina. En la psico-terapia de parejas, a menudo sorprende la intensidad de lo que en la psi-coterapia tradicional se llamara una distorsin de la realidad por partede ambos cnyuges. A menudo resulta difcil creer que dos individuospuedan tener visiones tan dispares de~muchos elementos de su experien-cia en comn. Y, sin embargo, el problema radica fundamentalmente enun rea que ya se mencion en numerosas acciones: su incapacidad parametacomunicarse acerca de su respectiva manera de pautar su interac-cin. Dicha interaccin es de una naturaleza oscilatoria de tipo si-no-si-no-si que, tericamente puede continuar hasta el infinito y est casi in-variablemente acompaada, como veremos ms adelante, por las tpicasacusaciones de maldad o locura.

    Tambin las relaciones internacionales estn plagadas de patrones an-logos de interaccin; considrese por ejemplo, el anlisis de las carrerasarmamentistas que hace C.E.M. Joad:

    ...si, como mantienen, la mejor manera de conservar la paz consiste enpreparar la guerra, no resulta del todo claro porque todas las naciones de-ben considerar los armamentos de otros pases como una amenaza para lapaz. Sin embargo, as lo hacen y se sienten llevadas por ello a incrementarsu propio armamento para superar a aquellos por los que creen estar ame-nazadas... Este aumento de los armamentos, a su vez, significa una amena-za para la nacin. A cuyo armamento supuestamente defensivo lo ha pro-vocado, y es entonces utilizado por la nacin. A como un pretexto para

    , acumular an ms armamentos para defenderse contra la amenaza. Sinembargo, este incremento de armamentos es interpretado a su vez por lasnaciones vecinas como una amenaza, y as sucesivamente... (79, p. 69).

    2.43

    Tambin las matemticas proporcionan una analoga descriptiva: elconcepto de una serie alternada infinita. Si bien el trmino mismo fueintroducido mucho despus, las series de este tipo fueron estudiados demanera lgica y persistente por primera vez por el sacerdote austraco Ber-nard Bolzano poco antes de su muerte, acaecida en 1848 cuando, segnparece, se hallaba dedicado al estudio del significado de la infinitud.

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    Sus ideas aparecieron en forma postuma en un pequeo libro titula-do Theparadoxes ofthe infinite (30) que se convirti en un clsico de laliteratura matemtica. En dicho libro, Bolzano estudi diversas clases deseries (S) de las cuales la ms simple sea, tal vez, la siguiente:

    Para nuestros propsitos, puede considerarse que esta serie represen-ta una secuencia comunicacional de afirmaciones y negociaciones del men-saje A. Ahora bien, como lo demostr Bolzano, esta secuencia puede agru-parse o como diramos ahora, puntuarse de varias maneras distintas, pero -aritmticamente correcta.5 El resultado es un lmite diferente para la seriesegn la manera en que se elija puntuar la secuencia de sus elementos,resultado que constern a muchos matemticos, incluyendo a Leibniz. Pordesgracia, hasta dnde alcanza nuestro entendimiento, la solucin de laparadoja ofrecida eventualmentc por Bolzano no resulta til en el dile-ma anlogo que se plantea en la comunicacin. En este ltimo caso, comosugiere Bateson (17), el dilema surge de la puntuacin esprea de la serie,a saber, la pretensin de que tiene un comienzo, y es ste precisamente elerror de los que participan en tal situacin.

    2.44As, podemos incorporar un tercer axioma de la metacomunicacin:

    La naturaleza de una relacin depende de la puntuacin de las secuencias decomunicacin entre los comunicantes.

    5. Los tres posibles agrupamientos (puntuaciones) son:S = (a-a) + (a-a) + (a-a) + (a-a) + ...= O + O + O + ...= 0

    Otra manera de agrupar los elementos de la secuencia seda:S = a-(a-a)-(a-a)-(a-a)-(a-a)...= a-0-0-0-...= a

    Una tercera manera sera:S = a-(a-a + a-a + a-a + a-...) ' . .

    y puesto que los elementos encerrados entre parntesis no son otra cosa que la sene mis-ma, se deduce que: :

    s=a-s : : :Por lo tanto 2 S = a y S = - . (30, pgs. 49-50).

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    2.5. Comunicacin digital y analgica

    2.51En el sistema nervioso central las unidades funcionales (neuronas)

    reciben los llamados paquetes quanticos de informacin a travs de ele-mentos conectivos (sinapsis). Cuando llegan a las sinapsis, estos paque-tes producen potenciales postsinpticos exctatenos o inhibitorios que laneurona acumula y que provocan o inhiben su descarga. Esta parte espe-cfica de actividad nerviosa, que consiste en la presencia o ausencia de sudescarga, transmite, por lo tanto, informacin digital binaria. Por otrolado, el sistema humoral no est basado en la digitalizacin de informa-cin. Este sistema comunica liberando cantidades discretas de sustanciasespecficas en el torrente circulatorio. Asimismo, se sabe que las modali-dades neuronal y humoral de comunicacin intraorgnica no slo existenla una junto a la otra, sino que se complementan y dependen mutuamentea menudo de manera muy compleja. Estos dos modos bsicos de comu-nicacin aparecen tambin en el campo de los organismos fabricadospor el hombre6: hay computadoras que utilizan el principio del todo onada de los tubos al vaco o los transistores a las que se llama digitales,porque bsicamente son calculadoras que trabajan con dgitos; y hayotra clase de aparatos que manejan magnitudes positivas discretas -an-logas a los datos por lo cual se los llama analgicos. En las computado-ras digitales tanto los datos como las instrucciones son procesados bajola forma de nmeros, de modo que a menudo, sobre todo en el caso de lasinstrucciones, slo existe una correspondencia arbitraria entre la infor-macin y su expresin digital. En otros trminos, estos nmeros son nom-

    6. Existen motivos para creer que los expertos en computadoras llegaron a esteresultado sin conocer lo que los fisilogos ya saban en ese momento, hecho que en smismo constituye una hermosa ilustracin del postulado de von Bcrtalanry (25) deque los sistemas complejos tienen sus propias leyes inherentes, que pueden serdetectados a travs de los diversos niveles del sistema, es decir, atmico, molecular, celu-lar, organsmico, individual, social, etc. Se cuenta que durante una reunin intcrdisci-plinaria de cientficos interesados en los fenmenos de la rctroalimentacin (probable-mente una de las reuniones de la Josiah Macy Foundation), el gran histlogo von Bonintuvo ocasin de examinar el diagrama de un aparato de lectura selectiva, y de inme-diato manifest: Pero ste es precisamente un diagrama de la tercera capa de la cor-teza visual.... No podemos garantizar la autenticidad de esta historia, pero pensamosque se aplica aqu el proverbio italiano: se non vero, ben trvalo (si no es cierto,es una buena historia).

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    bres codificados arbitrariamente asignados, que tienen tan poca similitudcon las magnitudes reales como los nmeros telefnicos con aquellos a losque estn asignados. Por otro lado, como ya vimos, el principio de la ana-loga constituye la esencia de toda computacin analgica. As como en elsistema humoral de los organismos naturales los portadores de informa-cin son ciertas sustancias y su grado de concentracin en la corriente san-gunea, en las computadoras analgicas los datos adoptan la forma de can-tidades discretas y, por ende, siempre positivas, por ejemplo, la intensidadde la corriente elctrica, el nmero de revoluciones de una rueda, el gra-do de desplazamiento de los componentes, etc. La llamada mquina demareas (un instrumento compuesto por escalas, levas y palancas que solautilizarse para computar las mareas durante un lapso determinado, puedeconsiderarse como una computadora analgica simple y, desde luego, elhomeostato de Ashby mencionado en el captulo 1 es un paradigma deuna mquina analgica, aun cuando no compute nada.

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    En la comunicacin humana, es posible referirse a los objetos -en elsentido ms amplio del trmino- de dos maneras totalmente distintas. Selos puede representar por un smil, tal como un dibujo, o bien medianteun nombre. As, en la oracin escrita: El gato ha atrapado un ratn,los sustantivos podran reemplazarse por dibujos; si se tratara de una fra-se hablada, se podra sealar a un gato y a un ratn reales. Evidentemen-te, sta constituira una manera inslita de comunicarse y lo normal es uti-lizar el nombre, escrito o hablado, es decir, la palabra. Estos dos tipos decomunicacin -uno mediante una semejanza autoexplicativa y el otro,mediante una palabra- son, desde luego, equivalentes a los conceptos delas computadoras analgicas y digitales, respectivamente. Puesto que seutiliza una palabra para nombrar algo, resulta obvio que la relacin entreel nombre y la cosa nombrada est arbitrariamente establecida. Las pala-bras son signos arbitrarios que se manejan de acuerdo con la sintaxis lgi-ca del lenguaje. No existe ningn motivo por el cual las cuatro letras g-a-t-o denotan a un animal particular. En ltima instancia, se trata slode una convencin semntica del lenguaje espaol y fuera de tal conven-cin, no existe otra correlacin entre ninguna palabra y la casa que repre-senta, con la posible aunque insignificante excepcin de las palabras ono-matopyicas. Como sealan Bateson y Jackson: No hay nada "parecidoa cinco" en el nmero cinco; no hay nada particularmente "similar a unamesa" en la palabra "mesa" (19, pg. 271).

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    Por otro lado, en la comunicacin analgica hay algo particularmen-te similar a la cosa en lo que se utiliza para expresarla. Es ms fcil refe-rir la comunicacin analgica a la cosa que representa. La diferencia entreambos modos de comunicacin se volver algo ms clara si se piensa que,por ejemplo, por mucho que escuchemos un idioma extranjero por la radiono lograremos comprenderlo, mientras que es posible obtener con facili-dad cierta informacin bsica observando el lenguaje de signos y los lla-mados movimientos intencionales, incluso cuando los utiliza una perso-na perteneciente a una criatura totalmente distinta. Sugerimos que lacomunicacin analgica tiene sus races en perodos mucho ms arcaicosde la evolucin y, por lo tanto, encierra una validez mucho ms generalque el modo digital de la comunicacin verbal relativamente reciente ymucho ms abstracto.

    Qu es, entonces, la comunicacin analgica? La respuesta es bas-tante simple: virtualmente, todo lo que sea comunicacin no verbal. Contodo, este trmino resulta engaoso, porque a menudo se lo limita a losmovimientos corporales, a la conducta conocida como kinesia. Opinamosque el trmino debe incluir la postura, los gestos, la expresin facial, lainflexin de la voz, la secuencia, el ritmo y la cadencia de las palabras mis-mas, y cualquier otra manifestacin no verbal de que el organismo es capaz,as como los indicadores comunicacionales que inevitablemente aparecenen cualquier contexto en que tienen lugar una interaccin.7

    2.53El hombre es el nico organismo que utiliza tanto los modos de comu-

    nicacin analgicos como los digitales.8 La significacin de tal hecho noha sido an acabadamente comprendida, pero puede vislumbrarse su gran'importancia. Por un lado, no cabe duda de que el hombre se comunica de

    ..manera digital; de hecho, la mayora, si no todos, sus logros civilizadosresultaran impensables sin el desarrollo de un lenguaje digital. Ello asu-

    7. La enorme importancia comunicacinal del contexto se pasa fcilmente por aleoen el anlisis de la comunicacin humana y, sin embargo, quien se lavara los dientes enuna calle llena de gente, en lugar de hacerlo en el bao de su casa, podra verse rpi-damente trasladado a una comisara o a un manicomio, para dar slo un ejemplo delos efectos pragmticos de la comunicacin no verbal.

    8. Existen motivos para creer que las ballenas y los delfines pueden utilizar tam-bin la comunicacin digital, pero la investigacin en este campo an no es conclu-yeme.

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    me particular importancia en lo que se refiere a compartir informacinacerca de objetos y a la funcin de continuidad temporal inherente a latransmisin de conocimientos. Y, sin embargo, existe un vasto campo don-de utilizamos en forma casi exclusiva la comunicacin analgica, a menu-do sin introducir grandes cambios con respecto a la herencia analgicarecibida de nuestros antepasados mamferos. Se trata aqu del rea de larelacin. Basndose en Tmbergen (153) y Lorenz (96), as como en su pro-pia investigacin, Batcson (8) ha demostrado que las vocalizaciones, losmovimientos intencionales y los signos de estado de nimo de los ani-males constituyen comunicaciones analgicas para definir la naturaleza desus relaciones antes que para hacer aseveraciones denotativas acerca de losobjetos. As, para dar uno de sus ejemplos, cuando abro la heladera y elgato se acerca, se (rota contra mis piernas y maulla, ello no significa: Quie-ro leche, como la expresara un ser humano sino que invoca una relacinespecfica: S mi madre, porque tal conducta slo se observa con los gati-tos en relacin con gatos adultos y nunca entre dos animales maduros. Delmismo modo, quienes aman a los animales domsticos a menudo estnconvencidos de que aqullos comprenden lo que se les dice. Evidente-mente, lo que el animal s entiende no es por cierto el significado de laspalabras, sino el caudal de comunicacin analgica que acompaa al habla.De hecho, puesto que la comunicacin se centra en aspectos relacinalescomprobamos que el lenguaje digital carece casi por completo de signifi-cado. Esto ocurre no slo entre los animales, y entre el hombre y los ani-males, sino en muchas otras situaciones de la vida humana, por ejemplo,el galanteo, el amor, los actos de salvataje, el combate, y, desde luego, todotrato con nios muy pequeos o enfermos mentales muy perturbados. Alos nios, los tontos, y los animales se les ha atribuido siempre una intui-cin particular con respecto a la sinceridad o insinceridad de las actitudeshumanas, pues resulta muy fcil proclamar algo verbalmente pero muydifcil llevar una mentira al campo de lo analgico. Un gesto o una expre-sin facial puede revelar ms que cien palabras.9

    9. En la seccin 3.3 se examinar la transmisin de definiciones de relacin porcanales analgicos y sus efectos pragmticos sobre el emisor y el receptor. Sin embar-go, a esta altura es necesario referirse a las investigaciones pioneras de Robert Roscnt-hal y sus colaboradores en la Universidad de Harvard, sobre la influencia de las expec-tativas del experimentador sobre los resultados de los experimentos psicolgicos y lacomunicacin, evidentemente muy extraconsciente de tales expectativas a los sujetos.Su trabajo cuenta con un curioso predecesor en la literatura psicolgica al que Roscnt-hal (130 bis, pg. 131 y sig.) hace plena justicia. Se trata de Clevcr Hans, el caballo del

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    En sntesis, si recordamos que toda comunicacin tiene un aspecto decontenido y un aspecto rclacional cabe suponer que comprobaremos queambos modos de comunicacin no slo existen lado a lado, sino que secomplementan entre s en cada mensaje.

    Asimismo, cabe suponer que el aspecto relativo al contenido se trans-mite en forma digital, mientras que el aspecto relativo a la relacin es denaturaleza predominantemente analgica.

    2.54

    En esta correspondencia radica la importancia pragmtica de ciertasdiferencias entre los modos digital y analgico de comunicacin que exa-minaremos ahora. Para que tales diferencias resulten claras, volveremos alos modos digital y analgico tal como se dan en los sistemas de comuni-cacin artificiales.

    seor van Osten, que hace aproximadamente 60 aos alcanz fama internacional debi-do a su sorprendente capacidad para realizar operaciones de aritmtica. Clevcr Hanspoda sealar con uno de sus cascos el resultado correcto de un problema aritmticoque le planteaba su amo, siempre presente, u otra persona. El psiclogo alemn Pfungst,no muy satisfecho con el conmovedor supuesto de un caballo genial, lleg a la con-clusin correcta de que el seor van Osten (de cuya honestidad no podfa dudarse) dealguna manera le indicaba al caballo cundo haba dado suficientes golpes con el cas-co y deba detenerse. Pfungst pudo mostrar que el caballo nunca comenzaba a dar gol-pes hasta que su amo le miraba el casco con actitud expectante, y que van Osten levan-taba la cabeza casi imperceptiblemente y miraba hacia arriba cuando el caballo habadado el nmero necesario de golpes. Evidentemente, la permanente admiracin delpblico y el orgullo de su amo deben haber constituido poderosos refuerzos para eldesempeo del animal. Se dice que poco despus del descubrimiento de Pfungst, el

    'seor van Osten literalmente muri de pena, hecho que nos proporciona una idea adi-cional en cuanto a la profundidad del rapport emocional que debe haber existido entreamo y caballo. En su propia investigacin, Rosenthal pudo reproducir este fenmenocon animales y con seres humanos. Por ejemplo, demostr que las ratas de laborato-rio cuyos experimentadores estaban convencidos de que esos animales eran particu-larmente inteligentes, tenan un desempeo significativamente mejor que el de otrasratas de la misma cepa, pero cuyos experimentadores haban llegado a creer que los ani-males eran estpidos. Los experimentos de Rosenthal, con seres humanos resultancasi perturbadores. Tambin en ellos se pudo demostrar que existan comunicacionesmuy sutiles pero sumamente poderosas, cuya transmisin est fuera de la percepcinde emisores y receptores, pero que influyen enormemente sobre la conducta y el desem-peo de los segundos. Por el momento, ni siquiera se puede tentativamente evaluar laimportancia de estos hallazgos para la educacin, la dinmica de la vida familiar y deotras relaciones humanas, en particular la psicoterapia.

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    El rendimiento, la exactitud y la versatilidad de los dos tipos de com-putadoras -digitales y analgicas- son enormemente distintas. Los an-logos utilizados en las computadoras analgicas en lugar de magnitudesreales nunca pueden ser ms que aproximaciones a los valores reales, y estafuente permanente de inexactitud aumenta durante el proceso de las ope-raciones que realiza la computadora. Nunca pueden construirse de mane-ra perfecta levas, engranajes y transmisiones, y aunque las mquinas ana-lgicas se basan totalmente en intensidades discretas de corriente elctrica,resistencias elctricas, restatos, etc., tales anlogos siguen estando some-tidos a fluctuaciones virtualmente incrontrolables. Por otro lado, se podradecir que una mquina digital trabaja con precisin perfecta si el espaciopara acumular dgitos no estuviera limitado, lo cual hace necesario redon-dear todos los resultados que tienen ms dgitos de los que contiene lamquina. Quien haya utilizado una regla de clculos (excelente ejemplo

    de una computadora analgica) sabe que slo puede obtener un resulta-do aproximado, mientras que cualquier mquina de calcular proporcio-nar un resultado exacto en tanto los dgitos requeridos no exceden el mxi-mo que la calculadora pueda manejar.

    Aparte de su precisin perfecta, la computadora digital ofrece la enor-me ventaja de ser una mquina no slo aritmtica, sino tambin lgica.McCulloch y Pitts (101) han mostrado que las diecisis funciones de ver-dad del clculo lgico pueden representarse mediante combinaciones deelementos de tipo todo o nada de modo que, por ejemplo, la suma dedos pulsaciones representa al y lgico la mutua exclusin de dos pulsa-ciones representa ai o lgico, una pulsacin que inhibe la descarga de unelemento representa una negacin, etc. Nada siquiera remotamente com-parable puede lograrse con las computadoras analgicas. Dado que ope-ran slo con cantidades positivas discretas, no pueden representar ningnvalor negativo, incluyendo la negacin misma, o cualquiera de las otrasfunciones de verdad.

    Algunas de las caractersticas de las computadoras se aplican tambina la comunicacin humana: el material del mensaje digital es de muchamayor complejidad, versatilidad y abstraccin que el material analgico.Especficamente, comprobamos que la comunicacin analgica no tienenada comparable a la sintaxis lgica del lenguaje digital. Ello significa queen el lenguaje analgico no hay equivalentes para elementos de tan vitalimportancia para discurso como si... luego, o... o, y muchos otros, yque la expresin de conceptos abstractos resulta tan difcil, si.no imposi-ble, como en la escritura ideogrfica primitiva, donde cada concepto slopuede representarse por medio de una similitud fsica. Adems, el lengua-

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    je analgico comparte con la computacin analgica la falta del negativosimple, esto es, de una expresin para no.

    Por ejemplo: hay lgrimas de tristeza y lgrimas de alegra, el puoapretado puede indicar agresin o control, una sonrisa puede transmitirsimpata o desprecio la reticencia puede interpretarse como discrecin oindiferencia, y cabe preguntarse si todos los mensajes analgicos no tienenesta cualidad curiosamente ambigua, que recuerda al Gegensinn der Urwor-te (sentido antittico de las palabras primarias) de Freud. La comunicacinanalgica carece de calificadores paralndicar cul de los dos significadosdispares est implcito, y tampoco cuenta con indicadores que permitanestablecer una distincin entre pasado, presente o futuro.10 Desde luego,tales calificadores o indicadores existen en la comunicacin digital, pero loque falta en sta es un vocabulario adecuado para referirse a la relacin.

    En su necesidad de combinar estos dos lenguajes, el hombre, sea comoreceptor o emisor, debe traducir constantemente de uno al otro, y al hacer-lo debe enfrentar curiosos dilemas, que se examinarn con mayores detallesen el captulo sobre la comunicacin patolgica (S.3.5). En la comunica-cin humana la dificultad inherente a traducir existe en ambos sentidos.No slo sucede que la traduccin del modo digital al analgico implica unagran prdida de informacin (vase S.3.55 sobre la formacin de sntomashistricos), sino que lo opuesto tambin resulta sumamente difcil: hablaracerca de una relacin requiere una traduccin adecuada del modo anal-gico de comunicacin al modo digital. Por ltimo, podemos imaginar pro-blemas similares cuando ambos modos deben coexistir, como seala Haleyen su excelente captulo, MarriageTherapy:

    Cuando un hombre y una mujer deciden legalizar su vnculo median-te una ceremonia matrimonial, se plantean un problema que persistirdurante su vida marital: ahora que estn casados, siguen juntos porquelo desean o porque deben hacerlo? (60, pg. 119).

    10. 1 lector habr descubierto ya por s solo cuan sugestiva es la similitud queexiste entre los modos analgicos y digital de comunicacin y los conceptos psicoana-lticos de proceso f rimara y secundario, respectivamente. Si se la lleva del marco intrap-squico al marco interpersonal de referencia, la descripcin que Freud hace del Ello seconvierte virtualmente en una definicin de la comunicacin analgica: Las leyes de lalgica sobre todo, la ley dla contradiccin no son vlidas para los f recesos que tie-nen lugar en el Ello. Impulsos contradictorios existen lado a lado sin neutralizarse oexcluirse... Nada hay en el Ello que pueda compararse a la negacin, y nos quedamos at-nitos al encontrar all una excepcin a la afirmacin de los filsofos en el sentido de queel espacio y el tiempo constituyen formas necesarias de nuestros actos mentales. (49,pg. 104; las bastadillas son nuestras.)

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  • A la luz de todo esto, diramos que, cuando a la parte fundamental-mente analgica de su relacin (el galanteo) se agrega una digitalizacin(el contrato matrimonial), la definicin inequvoca de su relacin se vuel-ve muy problemtica.

    2.55Para resumir: Los seres humanos se comunican tanto digital como ana-

    lgicamente. El lenguaje digital cuenta con una sintaxis lgica sumamentecompleja y poderosa pero carece de una semntica adecuada en el campo de larelacin, mientras que el lenguaje analgico posee la semntica pero no unasintaxis adecuada para la definicin inequvoca de la naturaleza de las rela-ciones.

    2.6 Interaccin simtrica y complementaria

    . 2.61En 1935, Bateson (6) describi un fenmeno de interaccin que obser-

    v en la tribu latmul de Nueva Guiea y que en su libro Naven (10), publi-cado un ao despus, examin con mayores detalles. Denomin a estefenmeno cismognesis y lo defini como un proceso de diferenciacin en lasnormas de la conducta individual resultante de la interacin acumulativaentre los individuos. En 1939, Richardson (125) aplic este concepto a susanlisis de la guerra y la poltica exterior, desde 1952 Bateson y otroshan demostrado su utilidad en el campo de la investigacin psiquitrica(cf. 157, pgs. 7-17, tambin 143). Este concepto que, como podemosver, posee un valor heurstico que va ms all de los lmites de cualquierdisciplina particular, fue elaborado por Bateson en Naven de la siguiente

    manera: .Cuando definimos nuestra disciplina en trminos de las reacciones de

    un individuo frente a las de otros individuos, se hace inmediatamente evi-dente que debemos considerar que la relacin entre dos individuos puedesufrir alteraciones de tanto en tanto, incluso sin ninguna perturbacinprocedente del exterior. No slo debemos considerar las reacciones de Aante la conducta de B, sino que tambin debemos examinar la forma enque ello afecta la conducta posterior de B y el efecto que ello tiene sobre A.

    Resulta obvio que muchos sistemas de relacin, sea entre indivi-duos o grupos de individuos, manifiestan una tendencia hacia el cambio

    progresivo. Por ejemplo, si una de las pautas de la conducta cultural, con-siderada adecuada para el individuo A, est culturalmcmc concebida comopauta de autoridad, en tanto que se espera que B responda a ella con loque culturalmentc se considera sometimiento, es probable que tal some-timiento promueva una nueva conducta autoritaria y que esta ltima exi-ja un nuevo sometimiento. As, encontramos una situacin potcncial-mente progresiva y, a menos que otros factores intervengan para restringirlos excesos de la conducta autoritario y sometida, A debe necesariamen-te volverse cada ms autoritario, mientras que B se volver cada vez mssometido; y este cambio progresivo se producirn sean A y B individuosindependientes o miembros de grupos complementarios.

    Cabe describir los cambios progresivos de este tipo como cismogne-sis complementaria. Pero existe otro patrn de relaciones entre individuos ogrupos de individuos que tambin contiene los grmenes del cambio pro-gresivo. Por ejemplo, si encontramos que jactancia es el patrn cultural deconducta en un grupo, y que el otro grupo responde a aqul con jactancia,puede desarrollarse una situacin competitiva en que la jactancia da lugar ams jactancia, y as sucesivamente. Este tipo de cambio progresivo, podradenominarse cismognesis simtrica (10, pgs. 176-177).

    2.62Los dos patrones descriptos han llegado a utilizarse sin hacer referencia

    al proceso cismognico, y en la actualidad se los suele denominar simple-mente interaccin simtrica y complementaria. Puede describrselo comorelaciones basadas en la igualdad o en la diferencia. En el primer caso, losparticipantes tienden a igualar especialmente su conducta recproca, y assu interaccin puede considerarse simtrica. Sean debilidad o fuerza, bon-dad o maldad, la igualdad puede mantenerse en cualquiera de esas reas. Enel segundo caso, la conducta de uno de los participantes complementa ladel otro, constituyendo un tipo distinto de gestalt y recibe el nombre decomplementaria. As, pues, la interaccin simtrica se caracteriza por laigualdad y por la diferencia mnima, mientras que la interaccin comple-mentaria est basada en un mximo de diferencia.

    En una relacin complementaria hay dos posiciones distintas. Unparticipante ocupa lo que se ha descrito de diversas maneras como la posi-cin superior o primaria mientras el otro ocupa la posicin correspon-diente inferior o secundaria. Estos trminos son de igual utilidad en tan-to no se los identifique con bueno o malo, fuerte o dbil. Unarelacin complementaria puede estar establecida por el contexto socialo cultural (como en los casos de madre e hijo, mdico y paciente, macs-

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    tro y alumno), o ser el estilo idiosincrsico de relacin de una idea par-ticular. En cualquiera de los dos casos, es importante destacar el carc-ter de mutuo encaje de la relacin en-la que ambas conductas, dismilespero interrelacionadas, tienden cada una a favorecer a la otra. Ningunode los participantes impone al otro una relacin complementaria, sinoque cada uno de ellos se comporta de una manera que presupone la con-ducta del otro, al tiempo que ofrece motivos para ella: sus definicionesde la relacin encajana (S.2.3).

    2.63Se ha sugerido un tercer tipo de relacin, a saber, la metacomplemen-

    taria, en la que./4 permite u obliga a B a estar en control de la relacin me-diante idntico razonamiento, podramos arreglar la pseudosimetra, enla que A permite u obliga a B a ser simtrico. Sin embargo, este regretio adinfinitum potencial puede evitarse recurriendo a la diferenciacin ya plan-teada (S.1.4) entre la observacin de las redundancias en la conducta y lasexplicaciones inferidas bajo la forma de mitologas; esto es, nos interesa sa-ber como se comporta la pareja sin distraernos tratando de averiguar porqu(creen ellos que) se comportan as. Sin embargo, si los miembros utilizanlos mltiples niveles de comunicacin (S.2.22) para expresar distintas pau-tas a distintos niveles, pueden surgir resultados paradjicos de gran impor-tancia pragmtica (S.5.41; 6.42, ej. 3; 7.5, ej. 2d).

    2.64En el prximo captulo se examinarn las patologas potenciales de

    estos modos de comunicacin (a saber, escaladas en la simetra y rigidezen la complcmentariedad). Por el momento, nos limitaremos a formularnuestro ltimo axioma tentativo: Todos los intercambios comunicacionalesson simtricos o complementarios, segn que estn basados en a igualdad o enla diferencia:

    2.7. Resumen -Es necesario volver a sealar ciertas reservas con respecto a los axio-

    mas en general. En primer lugar, debe quedar aclarado que tienen carc-ter tentativo, que han sido definidos de modo bastante informal y que son,por cierto, ms preliminares que exhaustivos. Segundo, son heterog-neos entre s en tanto tienen su origen en observaciones muy variadas de

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    los fenmenos de la comunicacin. Su unidad no surge de sus orgenes,sino de su importancia pragmtica, la cual a su vez depende no tanto desus rasgos particulares como de su referencia inerpersona (y no mondica).Birdwhistell ha llegado incluso a sugerir que

    un individuo no comunica; participa en una comunicacin o se convierteen parte de ella. Puede moverse o hacer ruidos... pero no comunica. Demanera similar, puede ver, or, oler, gustar o sentir, pero no comunica. Enotras palabras, no origina comunicacin sino que participa en ella. As, lacomunicacin como sistema no debe entenderse sobre la base de un simplemodelo de accin y reaccin, por compleja que sea su formulacin. Comosistema, debe entenderse a un nivel transaccional (28, pg. 104).

    As, la imposibilidad de no comunicarse hace que todas las situacio-nes en las que participan dos o ms personas sean interpersonales y comu-nicacionales; el aspecto relacional de tal comunicacin subraya an mseste argumento. La importancia pragmtica, interpersonal, de los modosdigital y analgico radica no slo en su supuesto isomorfismo con los nive-les de contenido y de relacin, sino tambin en la inevitable y significati-va ambigedad que tanto el emisor como el receptor enfrentan en lo rela-tivo a los problemas de traduccin de una modalidad a la otra. Ladescripcin de los problemas de puntuacin se basa precisamente en lametamorfosis subyacente del modelo clsico de accin-rcaccin. Por lti-mo, el paradigma simetra-complcmentariedad es, quiz, lo que ms seacerca al concepto matemtico de funcin, siendo las posiciones de losindividuos meras variables con una infinidad de valores posibles, cuyo sig-nificado no es absoluto sino que surge slo en la relacin recproca.

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  • LA COMUNICACIN PATOLGICA

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    3-1. Introduccin

    Cada uno de los axiomas descriptos implica, como corolarios, ciertaspatologas inherentes que se examinarn ahora. En nuestra opinin, lamejor manera de ilustrar los efectos pragmticos de esos axiomas consisteen relacionarlos con trastornos que pueden desarrollarse en la comunica-cin humana. Es decir, dados ciertos principios de comunicacin, exami-naremos de qu maneras y con qu consecuencias pueden verse distor-sionados esos principios. Se comprobar que las consecuencias de talesfenmenos a nivel de la conducta a menudo corresponden a diversas psi-copatologias individuales, de modo que, adems de ejemplificar nuestrateora, sugeriremos otro marco de referencia desde el cual pueden enten-derse aquellas conductas habitualmente considerados como sntomas deenfermedad mental. Dado que el material se hace cada vez ms comple-jo (las patologas de cada axioma se examinarn en la misma secuencia queen el captulo 2, exceptuando algunas superposiciones inevitables).1

    3.2. La imposibilidad de no comunicarseiYa nos hemos referido (S.2.23) al dilema de los esquizofrnicos, al

    sealar que estos pacientes se comportan como si trataran de negar que secomunican y luego encuentran necesario negar tambin que esa negacinconstituye en s misma una comunicacin. Pero es igualmente posible que

    1. Las transcripciones de intercambios verbales simplifican considerablemente elmaterial pero, por esa misma razn, resulta en ltima instancia ^satisfactorias, dadoque transmiten poco ms que el contenido lxico y omiten casi todo el material ana-lgico, como inflexin de la voz, ritmo, pausas, tonos emocionales contenidos en larisa, los suspiros, etc. Para un anlisis similar de ejemplos de interaccin, en forma tan-to escrita como grabada, cf. Watzlawick (157).

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    el paciente d la impresin de querer comunicarse aunque sin aceptar elcompromiso inherente a toda comunicacin. Por ejemplo, una joven esqui-zofrnica entr de golpe en el consultorio del psiquiatra con quien tenasu primera entrevista y anunci alegremente: Mi madre tuvo que casar-se y ahora estoy aqu. Se necesitaron semanas para elucidar algunos de losmltiples significados condensados en esa aseveracin, significados que,al mismo tiempo, quedaban descalificados por su estructura crtica y porel despliegue de aparente buen humor y entusiasmo. Su gambito, segnresult luego, implicaba informar al terapeuta que

    1) ella era el resultado de un embarazo ilegtimo;2) este hecho de alguna manera haba causado su psicosis;3) tuvo que casarse se refera la naturaleza forzada de la boda de su madre

    y poda significar que la madre no era culpable de que la presin socialla hubiera obligado a casarse o bien que la madre lamentaba esa deci-sin forzada y la existencia misma de la paciente, que la haba obli-gado a tomarla;

    4) aqu significaba tanto el consultorio del psiquiatra como la exis-tencia de la paciente sobre la tierra e implicaba as que, por un lado,la madre la haba vuelto loca mientras que, por el otro, estaba eter-namente en deuda-con la madre, quien haba pecado y sufrido paratraerla al mundo.

    3.21

    El esquizofrens, entonces es un lenguaje que obliga al interlocutora elegir entre muchos significados posibles que no slo son distintos, sinoque incluso pueden resultar incompatibles entre s. As se hace posiblenegar cualquier aspecto de un mensaje o todos sus aspectos. Si se la hubie-ra presionado para que dijera qu significaba su comentario, la pacientemencionada podra haber dicho con aire casual: Oh, no s; supongo quedebo estar loca. Si se le hubiera pedido que aclarara algn aspecto de lodicho, podra haber respondido: Oh no, eso no es en absoluto lo que qui-se decir... Pero aun cuando su aseveracin est condensada de tal modoque hace imposible todo reconocimiento inmediato, constituye una des-cripcin coherente de la situacin paradjica en la que se encuentra, y elcomentario debo estar loca podra resultar muy adecuado en vista delgrado de autocngao necesario para adaptarse a este universo paradjico.Para un amplio examen de la negacin de la comunicacin en la esqui-zofrena se remite al lector a Haley (60, pgs. 89-99), donde se traza unasugestiva analoga con los subgrupos clnicos de la esquizofrenia.

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    3.22

    La situacin opuesta se describe en A travs del espejeo, cuando el lava-do de cerebro al que la Reina Negra y la Reina Blanca someten a Alicia,corrompe su estilo directo de comunicacin. Aqullas alegan que Aliciatrata de negar algo y lo atribuyen a su estado de nimo.

    Estoy segura de que no quise decir... empez Alicia, pero la Rci- 'na Negra la interrumpi con impaciencia.

    Precisamente de eso me quejo! Tendras que haber querido decir!Para qu supones que sirve un nio sin ningn significado? Hastauna broma debe tener un significado, y un nio es ms importanteque una broma, supongo. No podras negar eso, aunque lo intenta-ras con ambas manos.

    No niego cosas con las manos, protest Alicia.Nadie dijo que lo hicieras, dijo la Reina Negra. Dije que no

    podras aunque trataras.Se encuentra en ese estado de nimo, dijo la Reina Blanca, en

    que quiere negar algo, pero no sabe qu negar.Un carcter desagradable y rencoroso, observ la Reina Negra;

    y luego hubo un incmodo silencio durante uno o dos minutos.

    Slo cabe maravillarse ante la intuicin del autor con respecto a losefectos pragmticos de este tipo de comunicacin ilgica, pues luego deun lapso de lavado de cerebro, hace que Alicia se desmaye.

    3.23

    Sin embargo, este fenmeno no se limita a los cuentos de hadas o a laesquizofrenia, sino que tiene consecuencias mucho ms amplias para la in-

    - teraccin humana. Cabe suponer que el intento de no comunicarse puedeexistir en cualquier otro contexto en que se desea evitar el compromiso in-herente a toda comunicacin. Una situacin tpica de esta clase es un en-cuentro entre dos desconocidos, uno de los cuales quiere entablar conver-sacin y el otro no, por ejemplo, dos pasajeros en un avin que compartenun asiento.2 Supongamos que el pasajero/4 sea el que no quiere hablar. Haydos cosas que no puede hacer: no puede abandonar fsicamente el campo y

    2. Queremos destacar una vez ms que, a los fines de nuestro anlisis cornunicacio-nal, las motivaciones respectivas de los dos individuos carecen totalmente de importancia.

    75

  • nopuedC0c0muncars,LapraBmaticadeestecontextocomunicacional ve as limitada a unas pocas reacciones posibles:

    3.231 Rechazo de la comunicacinEl pasajero A puede hacer sentir al pasajero B, en forma ms o menos

    descorts, que no le interesa conversar. Puesto que ello es reprobable des-de el punto de vista de la buena educacin, se necesita valor para hacerloy da lugar a un silencio ms bien tenso e incmodo, de modo que, dehecho, no se ha evitado una relacin con B.

    3.232 Aceptacin de la comunicacinEl pasajero A terminar por ceder y entablar conversacin. Proba-

    blemente se odiar a s mismo y a la otra persona por su propia debilidad,pero esto no nos interesa. Lo significativo aqu es que no tardar en com-prender la sabidura de la norma militar segn la cual en caso de ser cap-turado proporcione slo su nombre, rango y nmero de serie, pues elpasajero B quiz no est dispuesto a quedarse a mitad de camino, sino msbien decidido a averiguar todo acerca de A, incluyendo sus pensamientos,sentimientos y creencias. Y una vez que A ha comenzado a responder, leresultar cada vez ms difcil detenerse, hecho que conocen todos los espe-cialistas en lavado de cerebro.

    3.233 Descalificacin de la comunicacinA puede defenderse mediante la importancia tcnica de la descalifi-

    cacin; esto es, puede comunicarse de modo tal que su propia comu-nicacin o la del otro queden invalidadas. Las descalifaciones abarcan unaamplia gama de fenmenos comunicacionales, tales como autocontradic-cioncs, incongruencias, cambios de tema, tangencializaciones, oracionesincompletas,'malentendidos, estilo oscuro o manierismos idiomticos,interpretaciones literales de la metfora e interpretacin metafrica delas expresiones literales, etc.3 Un ejemplo magnfico de estelipo de comu-

    ' 3. En el campo internacional los italianos marchan a la cabeza con su inimita-ble respuesta *ma...* que significa estrictamente pero, aunque puede utilizrsela comauna exclamacin para expresar duda, acuerdo, desacuerdo, desconcierto, indiferencia,critica, desprecio, rabia, resignacin, sarcasmo, negacin y quizs otra docena decosas y, por ende, en ltima instancia, en lo que se refiere al contenido para nada.

    76

    VI!

    nicacin nos lo ofrece la escena inicial de la pelcula Lolita, cuando Quilty,a quien Humbcrt amenaza con una pistola, se lanza a un paroxismo dejerigonza verbal y no verbal, mientras su rival intenta en vano trasmitir sumensaje: Mire, voy a matarlo (El concepto de motivacin resulta muypoco til par decidir si se trata de una reaccin de pnico o de una astu-ta defensa). Otro ejemplo es ese delicioso fragmento de sin sentido lgicodebido a Lcwis Carroll, el poema que lee el Conejo Blanco:

    Ellos me dijeron que estuviste con ella y que me mencionaste a l;ella dio de m buenas referencias, pero dijo que yo no s nadar. l lesavis que yo no haba ido (nosotros sabamos que era verdad) si da hubie-ra llevado el asunto adelante, que sera de ti?

    Yo le di uno a ella, ellos a l dos, t nos diste tres o ms, todos vol-vieron de l a ti, aunque antes fueron mos.

    Y as prosigue en otras tres estrofas. Si lo comparamos con un frag-mento de una entrevista con un sujeto voluntario normal que evidente-mente se siente incmodo al responder a una pregunta hecha por el entre-vistador, pero tambin siente que debe responder, comprobamos que sucomunicacin resulta sugestivamente similar, tanto en lo que respecta a laforma como a la pobreza del contenido.

    Entrcvistador: Qu tal le resulta, Sr. R., que sus padres vivan en lamisma ciudad que usted y su familia?

    Sr. R.: Bueno, nosotros tratamos... este personalmente quiero decir...este, yo prefiero que Mary (su esposa) maneje las cosas con ellos, en lugarde hacerlo yo. Me gusta verlos, pero no trato demasiado de hacerme unaobligacin de correrme hasta all o hacer que ellos... Ellos saben clara-mente que... siempre fue antes de que Mary y yo nos conociramos yera algo muy aceptado -yo soy hijo nico- y ellos preferan no, en la medi-da de lo posible... este, interferir. No creo que haya... de cualquier mane-ra creo que siempre hay un, una corriente subterrnea en cualquier fami-lia, en nuestra familia o en cualquier otra. Y es algo que incluso Mary yyo sentimos cuando... nosotros dos somos ms bien perfeccionistas. Y...este... sin embargo, somos muy... somos... somos... este, rgidos y.... espe-ramos lo mismo de los chicos y pensamos que si uno tiene que vigilar...quiero decir, si este... si hay alguna interferencia de los parientes nosotrospensamos, hemos visto eso en otros y nosotros,... es algo contra lo cual mipropia familia trat de protegerse pero,... este... y... este, como en este caso,por qu nosotros... yo no dira que nos mantenemos alejados de los vie-jos (757, pgs. 20-21).

    77

  • No es sorprendente que habitualmcnte recurra a este tipo de comu-nicacin todo aquel que se ve atrapado en una situacin en la que se sien-te obligado a comunicarse pero, al mismo tiempo, desea evitar el com-promiso inherente a toda comunicacin. Desde el punto de vistacomunicacional, por lo tanto, no hay una diferencia esencial entre la con-ducta de un individuo llamado normal que ha cado en manos de un cntre-vistador experimentado y la de un individuo llamado mentalmente per-turbado que se encuentra en idntico dilema: ninguno de los dos puedeabandonar el campo, ninguno puede no comunicarse, pero probablementepor razones propias tiene miedo o no desean hacerlo. En cualquiera de loss casos, probablemente el resultado sea un balbuceo incoherente, conla excepcin de que, en el caso del enfermo mental, el entrevistador-si setrata de un psiclogo conocedor de los smbolos de la mente- tiende aentenderlo slo en trminos de manifestaciones inconscientes, mientrasque para el paciente tales comunicaciones pueden constituir una buenamanera de complacer al entrevistador mediante el sutil arte de no decirnada diciendo algo. Del mismo modo, un anlisis en trminos de per-turbacin cognitiva o irracionalidad soslaya la consideracin necesa-ria del contexto en la evaluacin de tales comunicaciones.4 Sealemosuna vez ms el hecho de que en el extremo clnico del espectro de la con-ducta, la comunicacin (conducta) alienada no es necesariamente lamanifestacin de una mente enferma, sino quiz la nica reaccin posiblefrente a un contexto de comunicacin absurdo o insostenible.

    3.234 El sntoma como comunicacinPor ltimo, hay una cuarta respuesta que el pasajero A puede emple-

    ar para defenderse contra la locuacidad de B: puede fingir somnolencia,sordera, borrachera, ignorancia del idioma, o cualquier otra deficiencia oincapacidad que justifique la imposibilidad de comunicarse. En todos estoscasos, entonces, el mensaje es el mismo: A mi no me molestara hablar-le, pero algo ms fuerte que yo, de lo cual no puede culprseme, me loimpide. La tcnica de recurrir a la fuerza de motivos que estn ms alldel propio control, sigue ofreciendo una falla: A sabe que est engaan-do al otro. Pero la treta comunicacional se vuelve perfecta cuando una

    4. En tal sentido, se remite al lector a un anlisis comunicacional del conceptopsicoanaltico de transferencia, que puede entenderse como 1a nica respuesta posi-ble frente a una situacin harto inslita. Cf. Jackson y Haley (76), que tambin se exa-mina en S.7.5, ejemplo 2.

    78

    persona logra convencerse a s misma de que se encuentra a merced de fuer-zas que estn ms all de su control y se libera as de la censura por parlede los otros significativos y de los remordimientos de su propia con-ciencia. Con todo, esto slo significa decir que tiene un sntoma (neur-tico, psicosomtico o psictico). Al describir la diferencia entre las per-sonalidades norteamericana y rusa, Margarct Mead seal que unnorteamericano podra utilizar la excusa de una cefalea para abandonaruna reunin, mientras que un ruso sentira realmente dolor de cabeza.En el campo de la psiquiatra, Fromm-Reichmann seal en un trabajopoco conocido el uso de los sntomas catatnicos como comunicacin (51)y, en 1954, Jackson indic la utilidad que tienen los sntomas histricosde un paciente para comunicarse con su familia (67). Para un estudio msamplio del sntoma como comunicacin, se remite al lector a Szasz (151)y Artiss (3).

    Esta definicin comunicacional de un sntoma quiz parezca conte-ner un supuesto discutible, a saber, que es posible convencerse a s mismode esta manera. En lugar de recurrir al poco convincente argumento deque la experiencia clnica cotidiana corrobora plenamente este supuesto,preferiramos mencionar los experimentos de McGinnies sobre defensapcrccptual (102). Se coloca a un sujeto frente a un taquitoscopio, un apa-rato mediante el cual pueden hacerse visibles palabras durante perodosbreves de tiempo en una pequea abertura. El umbral del sujeto se deter-mina para unas pocas palabras de prueba y luego se le indica que informeal experimentador de todo lo que ve o cree ver en cada exposicin. Se uti-lizan palabras neutrales y crticas, con carga emocional, por ejemplo, vio-lacin, suciedad, prostituta. Una comparacin entre la actuacin del suje-to con las palabras neutrales y con las palabras crticas revela umbralessignificativamente ms altos de reconocimientos para las segundas, estoes, ve un nmero menor de tales palabras. Pero ello significa que, paralograr mayor nmero de fallas con las palabras socialmente reprobadas, elsujeto debe primero identificarlas como tales y luego convencerse de algu-na manera de que no pudo leerlas/As se evita la incomodidad de tenerque leerlas en voz alta frente al experimentador. (En este sentido, debemosmencionar que, en general, las personas que idean los tests psicolgicoshan descuidado el contexto comunicacional de dichos tests. Por ejem-plo, no cabe duda alguna de que para el sujeto, y para su rendimiento, lacosa ser muy distinta si debe comunicarse con un viejo apergaminadoprofesor con un robot o con una hermosa rubia. De hecho, las recientesy cuidadosas investigaciones de Rosenthal sobre la distorsin provenientedel experimentador (vase 5.2.53, nota al pie) han confirmado la existen-

    79

  • ca de una corriente encubierta de comunicacin compleja, efectiva y sutilan en experimentos estrictamente controlados).

    Hagamos una breve recapitulacin. La teora de la comunicacin con-cibe un sntoma como un mensaje no verbal: no soy yo quien quiere o noquiere hacer esto, sino algo fuera de mi control, por ejemplo, mis nervios,mi enfermedad, mi ansiedad, mi mala vista, el alcohol, la educacin quehe recibido, los comunistas o mi esposa.

    3.3. La estructura, de niveles de la comunicacin(contenidoy relacin)

    Una pareja en terapia matrimonial relat el siguiente episodio. Mien-tras se encontraba solo en su hogar, el esposo recibi un llamado de largadistancia de un amigo, quien le manifest que se encontrara en esa ciu-dad durante unos das. El esposo invit al amigo a pasar esos das en sucasa, sabiendo que ello agradara a su esposa y que, por lo tanto, ella habrahecho lo mismo. Sin embargo, cuando la esposa regres se entabl unaviolenta discusin con respecto a la invitacin hecha por el marido. Cuan-do el problema se examin en la sesin teraputica, ambos cnyuges estu-vieron de acuerdo en que esa invitacin era la cosa ms adecuada y natu-ral. Los sorprenda comprobar que, por un.lado, estaban de acuerdo y, sinembargo, de algn modo tambin estaban en desacuerdo con respectoal mismo problema.

    3.31En realidad, hay dos problemas en esta disputa. Uno se refera a la

    secuencia de conductas adecuadas en una situacin especfica, la invita-cin, y poda comunicarse en forma digital; el otro se refera a la relacinentre los comunicantes -al planteo de quin tena derecho a tomar la ini-ciativa sin consultar al otro- y no poda resolverse tan fcilmente en for-ma digital, pues-presupona la capacidad del marido y la mujer para hablaracerca de su relacin. En su intento de resolver el problema, esta parejacometi un error muy comn en su comunicacin: estaba en desacuerdoen el nivel metacomunicacional (relacional), pero trataban de resolverloen el nivel del contenido, donde el desacuerdo no exista, cosa que los con-duca a pseudodesacuerdos. Otro esposo, observado tambin en terapiaconjunta, logr descubrir por s solo y manifestar con sus propias palabrasla diferencia entre el nivel del contenido y el relacional. l y su esposa ha-ban experimentado muchas escaladas simtricas violentas, por lo comn

    80

    destinadas a establecer quin tena razn con respecto a algn contenidotrivial. Cierto da ella pudo demostrarle de manera concluyentc que l esta-ba cometiendo un error, y l contest: Bueno, quiz tengas razn, peroests equivocada porque ests discutiendo conmigo. Todo psicoterapeutaest familiarizado con estas confusiones entre el aspecto del contenido yel aspecto relacional de un problema, sobre todo en la comunicacin mari-tal, y tambin con la enorme dificultad con que se tropieza para eliminarla confusin. Mientras que para el terapeuta la montona redundancia delos pseudodesacuerdos entre marido y mujer se hace evidente con bastanterapidez, los protagonistas suelen verlos como algo aislado y totalmentenuevo, por la simple razn de que las cuestiones prcticas y objetivas quese discuten pueden tener su origen en una amplia gama de actividades,desde los programas de televisin hasta el sexo, pasando por las tostadaspara el desayuno. Esta situacin ha sido extraordinariamente bien descriptapor Koestler:

    Las relaciones familiares pertenecen a un plano donde no rigen lasnormas corrientes del juicio y la conducta. Son un laberinto de tensiones,disputas y reconciliaciones, cuya lgica es autocontradictoria, cuya ticasurge de una cmoda jungla, y cuyos valores y criterios estn distorsio-nados como el espacio curvo de un universo cerrado. Se trata de un uni-verso saturado de recuerdos, pero son recuerdos dlos que no se aprende nada;saturado de un pasado que no proporciona orientacin para el futuro. En esteuniverso, despus de cada crisis y cada reconciliacin, el tiempo comienza denuevo y la historia siempre est en el ao cero. (86, pg. 128, las bastardillasson nuestras.)

    Antes de pasar a los trastornos que pueden surgir en el rea de losaspectos de contenido y relacinales, consideremos de modo esquemti-co cules son las variaciones posibles:

    1. En el mejor de los casos, los participantes concuerdan con respecto alcontenido de sus comunicaciones y a la definicin de su relacin.

    2. En el peor de los casos, encontramos la situacin inversa: los partici-pantes estn en desacuerdo con respecto al nivel del contenido y tambin alde relacin.

    3. Entre ambos extremos hay varias formas mixtas importantes:

    81

  • IpPp*

    mpmmmmmmm

    PpP

    a) Los participantes estn en desacuerdo en el nivel del contenido, peroella no perturba su relacin. Quiz sta sea la forma ms madura tic mane-jar el desacuerdo; los participantes acuerdan estar en desacuerdo, por asdecirlo (cf. S.3.64, ej. 3).

    b) Los participantes estn de acuerdo en el nivel del contenido, pero noen el relacional. (cf. S.3.33 y sig.). Ello significa que la estabilidad de surelacin se ver seriamente amenazada en cuanto deje de existir la nece-sidad de acuerdo en el nivel del contenido. No resulta difcil encontrarejemplos de esta secuencia. Como se sabe, muchos matrimonios tienen cri-sis precisamente cuando se superan las dificultades externas que hastaese momento obligaban a los cnyuges a un esfuerzo conjunto y a un apo-yo mutuo. Idntico fenmeno puede observarse en la esfera poltica, cuan-do aliados con ideologas bsicamente incompatibles se vuelven enemigosdespus de eliminar un peligro que constitua una amenaza para ambos(por ejemplo, Estados Unidos y la Unin Sovitica despus de la derrotade Alemania y Japn) o cuando un gobierno de coalicin entre partidoscon distinta orientacin pltica^Austria en 1966). Este mismo meca-nismo es de particular importancia en el campo de la dinmica familiar, asaber, la funcin del chivo emisario de un nio cuyo problema (bajo ren-dimiento escolar, enfermedad fsica, neurosis, psicosis, delincuencia) impo-ne a los padres la necesidad constante de tomar decisiones conjuntas yde intervenir en situaciones de crisis, cosa que confiere a su relacin unapseudoestabilidad que, en realidad, no existe. En todos estos casos es posi-ble predecir con certeza casi matemtica que cualquier mejora del pacien-te se ver seguida por una crisis marital que, a su vez, a menudo haceque reaparezca la patologa del hijo. (cf. S.5.42).

    c) Otra posibilidad son las confusiones entre los dos aspectos, con-tenido y relacin, que ya se mencion previamente. Pueden consistir enun intento por resolver un problema relacional en el nivel del contenido(donde no existe) o, por el contrario, en una reaccin frente a un desa-cuerdo objetivo con una variacin del reproche bsico: Si me amaras, nome contradeccras (cf. S.3.32).

    d) Por ltimo, y de particular importancia clnica, son todas aque-llas situaciones en las que una persona se ve obligada de un modo u otro adudar de sus propias percepciones en el nivel del contenido, afn de no poneren peligro una relacin vital con otra persona. Esto lleva a pautas de comu-nicacin paradjicas que se examinarn en el captulo 6.

    82

    I:

    3.32

    El fenmeno del desacuerdo ofrece un buen marco de referencia paraestudiar los trastornos de la comunicacin debidos a la confusin entre elcontenido y la relacin. El desacuerdo puede surgir en cualquiera de los dosniveles, y ambas formas dependen una de la otra. Por ejemplo, el desa-cuerdo con respecto al valor de verdad de la afirmacin: El uranio tiene 92electrones, aparentemente slo puede resolverse recurriendo a pruebas obje-tivas, tales como un texto de qumica, pues ello no slo demuestra que eltomo de uranio tiene en efecto 92 electrones, sino que uno de los antago-nistas estaba en lo cierto y el otro equivocado. De estos dos resultados, elprimero resuelve el desacuerdo en el nivel del contenido y el otro crea unproblema de relacin. Evidentemente para resolver este nuevo problema losdos individuos no pueden seguir hablando sobre los tomos sino que debencomenzar a hablar acerca de s mismos y de su relacin. Con tal fin debenlograr una definicin de su relacin en trminos de simetra o comple-mentaridad: por ejemplo, el que estaba equivocado puede admirar al otropor su mayor conocimiento, o sentirse fastidiado ante su superioridad ytomar la decisin de mostrarse superior a l en cuanto se le presenta la opor-tunidad a fin de restablecer la igualdad.5 Desde luego, si no pudiera espe-rar hasta la prxima ocasin, podra utilizar una tcnica del tipo al demo-nio con la lgica y tratar de ganar la discusin afirmando que el nmero92 debe ser un error de imprenta o que tiene un amigo cientfico que aca-ba de demostrar que el nmero de electrones en realidad carece de signifi-cado, etc. Un excelente ejemplo de esta tcnica nos lo ofrecen los idelo-gos rusos y chinos con sus sutiles interpretaciones de lo que Marx realmentequiso decir, tendientes a demostrar hasta qu punto los otros son malos mar-xistas. En tales controversias, las palabras llegan a perder su ltimo vestigiode contenido y se convierten exclusivamente en herramientas de superio-

    "ridad6,* como lo expresa Humpty Dumpty con admirable claridad:

    5. Cualquiera de estas dos posibilidades podra resultar adecuada o inadecuada,buena o mala, segn la relacin de que se trate.

    6. S. Potter, quien introdujo el trmino, ofrece al respecto muchos ejemplos pe-netrantes y divertidos (16).

    * Aqu, y en otras partes del texto, se hace referencia a un trmino intraducibie:one-upmanship, creado por un humorista ingls, Stephan Potter, quien escribi una seriede libros con jocosas recomendaciones acerca de cmo quedar en una situacin de supe-

    83

  • No se qu quiere decir con "gloria", dijo Alicia.Humpry Dumpty sonri desdeosamente. Por supuesto que no...

    hasta que yo te lo diga. Quiero decir "debe ser un argumento aplastantepara ti".

    Pero "gloria" no significa "un argumento aplastante", protest Ali-cia. Guandoca uso una palabra, dijo Humpty Dumpty, en tono algodespectivo, esa palabra significa exactamente lo que yo decido que sig-nifique, ni ms ni menos.

    El asunto es, dijo Alicia, si usted puede hacer que las palabrassignifiquen tantas cosas distintas.

    El asunto es, replic Humpty Dumpty, quin es el maestro aqu; elamo; eso es todo. (Las ltimas bastardillas son nuestras).

    Esta es, entonces, tan slo otra manera de decir que, frente a su desa-cuerdo, los dos individuos deben definir su relacin como complementa-ria o simtrica.

    -v

    3.33. Definicin del self * y el otroSupongamos ahora que la aseveracin sobre el uranio la hace un fsi-

    co a otro. En este caso el tipo de interaccin que surja ser probable-mente muy distinta, pues la repuesta del otro tender a expresar rabia,dolor, o sarcasmo: S que piensas que soy un completo idiota, pero deboconfesarte que durante algunos aos fui a la escuela... o algo similar. Loque vara en esta interaccin es el hecho de que aqu no hay desacuerdoen el nivel del contenido. Nadie pone en duda el valor de verdad de la ase-veracin; de hecho, sta no transmite informacin alguna ya que lo queafirma en el nivel del contenido es conocido por ambos participantes. Eseste hecho, el acuerdo en el nivel del contenido, lo que evidentemente ubi-ca el desacuerdo en el nivel relacional, en otra palabra en el campo mcta-comunicacional. All, sin embargo, el desacuerdo equivale a algo que es

    tioridad an cuando no se tiene con qu. Jay Halcy incorpor los trminos de Potter

  • KP*

    m

    I

    cioncs que los individuos experimentan los uno con respecto de los otros-desde el amor hasta el odio- probablemente no existira, y viviramosen un mundo vaco de todo lo que no fueran las actividades ms utilita-rias, un mundo carente de belleza, poesa, juego y humor. Pareca que,completamente aparte del mero intercambio de informacin, el hom-bre tiene que comunicarse con los otros a los fines de su autopercepciny percatacin, y la verificacin experimental de este supuesto intuitivo sehace cada vez ms convincente a partir de las investigaciones sobre ladeprivacin sensorial, que demuestra que el hombre es incapaz de man-tener su estabilidad emocional durante perodos prolongados en que slose comunica consigo mismo. Pensamos que lo que los existencialistas lla-man el encuentro corresponde a esta esfera, as como cualquier otra for- -ma de conciencia incrementada de s mismo que sobreviene como resul-tado de establecer una relacin con otro individuo. Como sostena MartnBuber:

    En la sociedad humana, en todos sus niveles, las personas se confir-man unas a otras de modo prctico, en mayor o menor medida, en suscualidades y capacidades personales, y una sociedad puede considerarsehumana en la medida en que sus miembros se confirman entre s...

    La base de la vida del hombre con el hombre es doble, y es una sola:' el deseo de todo hombre de ser confirmado por los hombres como lo que

    es, e incluso como lo que puede llegar a ser y la capacidad innata del hom-bre para confirmar a sus semejantes de esta manera. El hecho de que talcapacidad est tan inconmensurablemente descuidada constituye la ver-dadera debilidad y cuestionabilidad de la raza humana: la humanidad realslo existe cuando esa capacidad se desarrolla. (32, pgs. 101-2).

    3.332 Rechazo

    La segunda respuesta posible de O frente a la definicin que P pro-pone de s mismo consiste en rechazarla. Sin embargo, por penoso queresulte, el rechazo presupone por lo menos un reconocimiento limitadode lo que se rechaza y, por ende, no niega necesariamente la realidad de laimagen que P tiene de s mismo. De hecho, ciertas formas de rechazo pue-den incluso ser constructivas, como ocurre con la negativa de un psiquia-tra a aceptar las definicin que un paciente da de s mismo en la situacintransferencia! y con la que el paciente puede tratar de imponer al terapeutasu propio juego relaciona!. Se remite aqu al lector a dos autores que,dentro de sus propios marcos conceptuales, se han dedicado ampliamen-te a este tema, a saber, Berne (23, 24) y Haley (60).

    86

    " jf.;

    i-I;.

    3.333 Dcsconfirmacin

    La tercera posibilidad es, quiz, la ms importante, tanto desde elpunto de vista pragmtico como desde el psicopatolgico. Se tratadel fenmeno de la desconfirmacin que, como veremos, es muy dis-tinto del rechazo directo de la definicin que el otro hace de s mismo.Utilizamos aqu, en parte, el material presentado por Laing (88), del Tavis-tock Institute of Human Relations de Londres, adems de nuestros propioshallazgos en el campo de la comunicacin esquizofrnica. Laing cita aWilliam James, quien escribi cierta vez: No podra idearse un castigoms monstruoso, aun cuando ello fuera fsicamente posible, que soltara un individuo en una sociedad y hacer que pasara totalmente desaper-cibido para sus miembros (88, pg. 89). No cabe mayor duda de que talsituacin llevara a una prdida de la mismidad, que no es ms que unatraduccin del trmino alienacin. Tal como la observamos en la comu-nicacin patolgica, la desconfirmacin ya no se refiere a la verdad o fal-sedad si existen tales criterios- de la definicin que P da de s mismo,sino ms bien niega la realidad de Pcomo fuente de tal definicin. Enotras palabras, mientras que el rechazo equivale al mensaje: Ests equi-vocado, la desconfirmacin afirma de hecho: T no existes. O, paraexpresarlo en trminos ms rigurosos, si en lgica formal se identificaranla confirmacin y el rechazo del selfdcl otro con los conceptos de verdady falsedad, respectivamente, entonces la desconfirmacin corresponderaal concepto de nderminacin, que, como se sabe, pertenece a un ordenlgico distinto.9

    Para citar a Laing:

    9. A veces, muy pocas, es cierto, la indeterminacin literal desempea un papelimportante en una relacin, como puede observarse en la siguiente transcripcin

    .. de una sesin de psicoterapia conjunta. La pareja haba solicitado ayuda porque sus pele-as, muchas veces violentas, los dejaban profundamente preocupados con respecto a sufracaso como cnyuges. Estaban casados desde hacia 21 aos. El marido era un hombrede negocios de gran xito. Al comienzo de este intercambio, la esposa acababa de sea-lar que en todos esos aos nunca haba sabido culi era su situacin con respecto a 1.

    Psiquiatra: As que usted dice que no recibe de su esposo las seales que necesitapara saber si usted se est desempeando bien.

    Esposa: No.Psiquiatra: La