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BODEGON PUBLICITARIO
Fotografiar objetos es común en el ámbito publicitario. Controlar la iluminación,
reflejos, efectos, materiales, medios, siempre con la máxima calidad, adaptándote
al cliente. Obtener imágenes con acabados profesionales en el sector del bodegón
publicitario de producto es nuestro objetivo.
En un bodegón publicitario todo está al servicio del objeto:
Se muestra de una manera exhibicionista en todos su esplendor.
El aislamiento acentúa la pretensión del objeto único.
El producto puede ser arropado por objetos difíciles de poseer de manera
que ese sea el único accesible.
En este se utiliza un plano de simbolización muy bajo pero de
comprensibilidad muy alto.
Suele ir acompañado por elementos verbales (aunque se pueden minimizar
al mínimo)
Estamos ante un género que la imagen ha de ser autosuficiente y
comprensiva.
Ciertamente, el bodegón es una disciplina compleja. Exige un alto conocimiento de
la iluminación de estudio y, generalmente, requiere de un equipo de luces bastante
costoso. El decir que un bodegón hecho con el flash integrado de la cámara no
será, con toda probabilidad y salvando
honrosas excepciones, una obra de arte. Pero
si en casi todos los campos nuestras
compactas digitales siempre han llevado todas
las de perder, hoy tenemos una ventaja que el
carrete no tenía: el mejor rendimiento de una
cámara digital cuando la luz es escasa.
El "qué" y el "cómo” Si para hacer una fotografía en condiciones, es bueno
reflexionar detenidamente sobre qué es lo que queremos capturar, así como
analizar lo que tenemos e intentar prever lo que finalmente obtendremos, en la
fotografía de bodegón la importancia de este proceso se multiplica. No basta con
colocar y disparar. Lo primero a pensar es el "qué" de la foto. Los bodegones los
podemos entender de múltiples maneras, si difuminamos un poco la definición
más o menos exacta del concepto. Podemos hacer bodegones de comida, de
complementos de moda, de material de oficina... De múltiples cosas, en definitiva,
y probablemente cada uno y una de nosotros tendrá en mente una idea diferente
en cuanto a su iluminación, el punto de vista a tomar , el encuadre, etc. Hemos de
tenerlo todo previsto,
antes siquiera de
desenfundar la cámara,
ya que en este tipo de
fotografías la
improvisación no es una
buena aliada.
El "qué" y el "cómo”
Luego viene el "cómo".
No es lo mismo un frasco de perfume para el catálogo de un gran almacén que el
mismo frasco para la página dos de la revista Vogue. Todo depende de lo que
queramos transmitir y de los recursos que tengamos para hacerlo. Es evidente,
pues, que no debemos cerrar nuestras miras y pensar: "esto es un perfume" o
"esto es un zapato", y punto. Debemos ir más allá y ver si ese zapato ganaría en
glamour si lo viéramos como un perfume.
CUESTIÓN DE ILUMINACIÓN
Veamos, en primer lugar, cuáles son los errores más comunes que se cometen en
los bodegones y tratemos de ponerles
remedio. El primero y principal es el de la
iluminación. En iluminación, como ya
sabemos, existen dos tipos de luz: luces duras
y luces blandas.
LA LUZ DURA
es una luz intensa, y proyecta fuertes y profundas sombras sobre el bodegón.
Puede ser útil para efectos dramáticos o fotografías de objetos a los que les vaya
este tipo de luz, pero para retratos o bodegones suele ser un auténtico desastre.
Así pues, para empezar, vamos a olvidarnos de nuestros flashes integrados, pop-
up y similares. Los flashes directos -los de nuestras cámaras- producen haces
generalmente secos y concentrados, que van irremediablemente acompañados de
antiestéticas sombras para un bodegón.
LA LUZ BLANDA
apenas produce sombras, consiguiendo tonos suaves y difuminados. Es muy
indicada para el retrato y en los bodegones, justo donde queríamos llegar.
Siguiendo una regla un poco general, distinguimos entre un par de tipos de
bodegón:
• Los sencillos, con iluminación global y un diseño poco elaborado.
• Los complejos, con un diseño mucho más cuidado y una iluminación múltiple
más detallada. Podemos encontrar los primeros en revistas de venta por catálogo,
por ejemplo; los segundos, en los anuncios publicitarios de una revista, sin ir más
lejos.
No es lo mismo la foto de un clip de oficina que la de un diamante de bodas. No es
lo mismo. Pero vayamos por partes. Si nuestro producto a retratar puede
comercializarse por ser lo que es, no vamos a necesitar disfrazarlo con luces. Por
ejemplo, un rollo de cinta adhesiva ya lo podemos iluminar con doce flashes y un
foco, si queremos, que si no nos interesa adquirir cinta adhesiva no vamos a
dejarnos tentar por tan sugerente toma.
ste tipo de bodegones, muy comunes en los catálogos de los grandes almacenes,
se iluminan con lo que se denomina "baño de luz", esto es, una luz difusa que no
deja sombras y que permite apreciar con detalle todas las características del
producto. Precisamente por esto, los planos se abren lo suficiente para que el
producto se vea en su totalidad, los fondos suelen ser neutros -nada de colores
llamativos que desvíen la atención- y la profundidad de campo ha de impedir la
aparición de zonas fuera de foco. Con respecto al último requisito, si la presencia
de zonas desenfocadas se debiera a motivos puramente técnicos, el reto sería
entonces lograr mantener enfocadas las partes más importantes del producto.
Puede ocurrir, no obstante, que nuestra intención sea potenciar alguna
característica del producto. Esto suele suceder con los artículos de alimentación,
por ejemplo. No es lo mismo ofrecer el cadáver de un pollo quemado y servido en
una pedazo de cartón, que ofrecer un suculento pollo tostado y humeante, con
apetitosas gotas de salsa resbalando por los muslos y servido en una bandeja de
plata. No es lo mismo.
En fotografía, esta diferencia se multiplica por diez. Hay detalles que debemos
potenciar y otros que debemos ocultar, y es aquí cuando tenemos que echar mano
de nuestros conocimientos
fotográficos. Algunos se
pueden camuflar mediante
sombras (aunque podemos
emplear las sombras para
ocultar defectos, es
preferible aplicar, igual que
en el ejemplo anterior, un
baño de luz, de tal forma
que todo el producto quede uniformemente iluminado), otros con desenfoques y
otros simplemente los sacamos del encuadre. Y con respecto a los detalles que
pueden potenciarse, basta con no sacarlos mal. De todos modos, usar una
iluminación que favorezca específicamente esos detalles no está de más.