tema 3. textos al-andalus

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 Unidad 2. Textos. “En el nombre de Allah clemente y misericordioso. Escrito dirigido por Abd al Aziz ibn Musa ibn Musayr a Tudmir Ibn Abdusch. Este último obtiene la paz y recibe el compromiso, bajo la garantía de Allah y la de su profeta, de que no será alterada su situación ni la de los suyos; de que sus derechos de soberanía no le serán discutidos; de que sus súb dit os no ser án asesinados, ni red ucid os a cau tiv idad , ni separados de sus mujeres e hijos, de que no serán estorbados en el ejercicio de su religión; y de que sus iglesias no serán incendiadas ni despojadas de los objetos de culto que en ellas existen; todo ello mientras cumpla con las cargas que le imponemos. Le es concedida la paz mediante estas condiciones que regirán en las siete ciudades siguientes: Orihuela, Baltana, Alicante, Mula, Elche, Lorca e Iyyith. Además, no deberán dar asilo a nadie que huya de nosotros, o que sea nuestro enemigo; ni hacer daño a quien goce de nuestra amnistía; ni mantener ocultas las noticias relativas a los enemigos de que lleguen a su conocimiento. Él y sus súbditos deberán  pagar al año un tributo personal consistente en un dinar metálico, cuatro almudes de trigo y cuatro de cebada, cuatro medidas de mosto, cuatro de vinagre, dos de miel y dos de aceite. Esta tasa quedará reducida a la unidad para los esclavos. Lo cual firmaron como tstigos Uthman ben Abi y Habib ben Abi Ubaida y Abd Allab ben Maisara. Escrito a cuatro de rachab del año 94 de la Héjira”.   España musulmana. Levi-Provençal. “El reinado de Abd al Rahman duró cincuenta años con la mayor gloria y el poder más incontrastable, conquistando ciudades por Oriente y Occidente, combatiendo y venciendo a los cristianos, arrasando sus comarcas y destruyendo sus castillos con tal fortuna que jamás tuvo contratiempo, ni su estado sufrió detrimento alguno. A tal punto llegó su próspera suerte, que Dios le concedió la conquista de ilustres ciudades y fuertes castillos a la otra parte del mar, tales como Ceuta y Tánger y otras poblaciones cuyos habitantes reconocieron su autoridad. Mandó a ellas a sus alcaldes y soldados que las mantuvieran, auxiliándolas con numerosos ejércitos y escuadras, que invadieron el país berberisco, venciendo a sus reyes, quienes se encontraron obligados a ocultarse estrechados por todas partes, o a someterse arrepentidos o a emprender la fuga. Todos pusieron en él su afecto; a él se dirigieron todas las inteligencias y vinieron a favorecerle y ayudarle en sus guerras los mismos que antes formaban parte de sus enemigos y habían puesto conato en combatirle; pero retrocedió en su marcha, y su orgullo le extravió cuando el estado de su reino era tal que si hubiera perseverado en su antigua energía con la ayuda de Dios hubiera conquistado el Oriente no menos que el Occidente. Pero se inclinó, Dios le haya perdonado, a los placeres mundanos: apoderase de él la soberbia comenzó a nombrar gobernadores más por favor que por mérito, tomó por ministros personas incapaces e irritó a los nobles con favores que otorgaba a los villanos, como Nachda el de Hira y sus compañeros de la misma ralea. Dio a este el mando del ejército y les confió los más arduos asuntos […] Fue derrotado de la manera más desastrosa (326). Desde entonces no volvió a salir a campaña  personalmente, sino que se dedicó a sus placeres y a sus construcciones, en lo que llegó a un  punto al que no habían llegado sus predecesores, ni alcanzaron después sus sucesores. Reunió una servidumbre de hombres eminentes y de ilustres literatos como no habían reunido jamás otros reyes, siendo a la vez personas de purísima conducta y ejemplar vida”.   Ajbar Machmua.

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Unidad 2. Textos.

“En el nombre de Allah clemente y misericordioso. Escrito dirigido por Abd al Aziz ibn Musaibn Musayr a Tudmir Ibn Abdusch.

Este último obtiene la paz y recibe el compromiso, bajo la garantía de Allah y la de su profeta,de que no será alterada su situación ni la de los suyos; de que sus derechos de soberanía no leserán discutidos; de que sus súbditos no serán asesinados, ni reducidos a cautividad, niseparados de sus mujeres e hijos, de que no serán estorbados en el ejercicio de su religión; y deque sus iglesias no serán incendiadas ni despojadas de los objetos de culto que en ellas existen;todo ello mientras cumpla con las cargas que le imponemos. Le es concedida la paz medianteestas condiciones que regirán en las siete ciudades siguientes: Orihuela, Baltana, Alicante,Mula, Elche, Lorca e Iyyith. Además, no deberán dar asilo a nadie que huya de nosotros, o quesea nuestro enemigo; ni hacer daño a quien goce de nuestra amnistía; ni mantener ocultas lasnoticias relativas a los enemigos de que lleguen a su conocimiento. Él y sus súbditos deberán

 pagar al año un tributo personal consistente en un dinar metálico, cuatro almudes de trigo ycuatro de cebada, cuatro medidas de mosto, cuatro de vinagre, dos de miel y dos de aceite. Estatasa quedará reducida a la unidad para los esclavos. Lo cual firmaron como tstigos Uthman benAbi y Habib ben Abi Ubaida y Abd Allab ben Maisara. Escrito a cuatro de rachab del año 94 dela Héjira”.

   España musulmana. Levi-Provençal.

“El reinado de Abd al Rahman duró cincuenta años con la mayor gloria y el poder másincontrastable, conquistando ciudades por Oriente y Occidente, combatiendo y venciendo a loscristianos, arrasando sus comarcas y destruyendo sus castillos con tal fortuna que jamás tuvocontratiempo, ni su estado sufrió detrimento alguno. A tal punto llegó su próspera suerte, queDios le concedió la conquista de ilustres ciudades y fuertes castillos a la otra parte del mar, tales

como Ceuta y Tánger y otras poblaciones cuyos habitantes reconocieron su autoridad. Mandó aellas a sus alcaldes y soldados que las mantuvieran, auxiliándolas con numerosos ejércitos yescuadras, que invadieron el país berberisco, venciendo a sus reyes, quienes se encontraronobligados a ocultarse estrechados por todas partes, o a someterse arrepentidos o a emprender lafuga. Todos pusieron en él su afecto; a él se dirigieron todas las inteligencias y vinieron afavorecerle y ayudarle en sus guerras los mismos que antes formaban parte de sus enemigos yhabían puesto conato en combatirle; pero retrocedió en su marcha, y su orgullo le extraviócuando el estado de su reino era tal que si hubiera perseverado en su antigua energía con laayuda de Dios hubiera conquistado el Oriente no menos que el Occidente. Pero se inclinó, Diosle haya perdonado, a los placeres mundanos: apoderase de él la soberbia comenzó a nombrar gobernadores más por favor que por mérito, tomó por ministros personas incapaces e irritó a losnobles con favores que otorgaba a los villanos, como Nachda el de Hira y sus compañeros de lamisma ralea. Dio a este el mando del ejército y les confió los más arduos asuntos […] Fuederrotado de la manera más desastrosa (326). Desde entonces no volvió a salir a campaña

 personalmente, sino que se dedicó a sus placeres y a sus construcciones, en lo que llegó a un punto al que no habían llegado sus predecesores, ni alcanzaron después sus sucesores. Reunióuna servidumbre de hombres eminentes y de ilustres literatos como no habían reunido jamásotros reyes, siendo a la vez personas de purísima conducta y ejemplar vida”.

   Ajbar Machmua.

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“Las rebeliones antiomeyas persistieron durante todo el siglo XI: hubo momentos en que el emir sólo dominaba la campiña cordobesa. Los núcleos sublevados fueron innumerables. Pero losmás importantes estuvieron emplazados en Mérida, Toledo, Zaragoza y Bobastro”.

Ubieto, A.  Introducción a la Historia de España.

Los Califas las prefieren rubias«En lo tocante a los Califas, todos los Banu Marwan (¡Dios los haya perdonado!) y enparticular a los hijos de al- Nasir, se inclinaban a preferir el color rubio, sin que ningunodiscrepara, porque a todos ellos, desde el reinado de al-Nasir hasta hoy, o los hemosvisto, o hemos conocido a quien los vio. Ellos mismos, además, eran todos rubios, porherencia de sus madres, y este color vino a ser en ellos congénito, quitado Sulayman al-Zafir (¡Dios lo haya perdonado!), pues yo lo vi y tenía negras la cabellera y la barba.Pero de al-Nasir y de al-Hakam al-Mustansir1 (¡Dios lo haya perdonado!) me contaron, elvisir mi padre y otras personas, que eran rubios y de ojos azules. Lo mismo Hisham al-Mu’ayyad2, Muhammad al-Mahdi y Abd al-Rahman al-Murtada (¡Dios se apiade deellos!), pues yo los contemplé y visité muchas veces y vi que eran rubios y de ojosazules. Y lo mismo sus hijos, sus hermanos y todos sus allegados. Lo que no sé es si su

gusto por las rubias era una preferencia connatural en todos ellos o una tradición quetenían de sus mayores y que ellos siguieron.Este gusto se declara asimismo en los versos de Abu’Abd al-Malik Marwan ibn Abd al-Rahman ibn Marwan, hijo este último del Príncipe de los Creyentes, al-Nasir, conocidopor el  Amnistiado, que era el mayor poeta de al-Ándalus en los tiempos de los BanuMarwan y a quien yo conocí y traté, pues buena parte de sus poesías amatorias vandirigidas a rubias.»Ibn Hazm,El collar de la paloma. Tratado sobre el amor y los amantes,en Emilio García Gómez(ed.), Madrid, Alianza, 1971, pp. 133-134 (cfr. VV.AA.,Textos para la historia de lasmujeres en España, Madrid, Cátedra, 1994, p. 137)1 Abd al-Rahman III y al-Hakam II, respectivamente.2 Hixam II.

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