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TEILHARD DE CHARDIN, UN DIALOGO ENTRE LAS CIENCIAS NATURALES Y LA FE CRISTIANA

MARISOL GÓMEZ DUQUE

FRANCISCO JAVIER DUQUE HENAO

JUAN GUILLERMO RAMIREZ OROZCO

UNIVERSIDAD CATOLICA DE ORIENTE

FACULTAD DE EDUCACION

RIONEGRO ANTIOQUIA

2009

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TEILHARD DE CHARDIN, UN DIALOGO ENTRE LAS CIENCIAS NATURALES Y LA FE CRISTIANA

MARISOL GÓMEZ DUQUE

FRANCISCO JAVIER DUQUE HENAO

JUAN GUILLERMO RAMIREZ OROZCO

Trabajo de grado presentado como requisito parcial para optar al título de Licenciados en Educación

Asesor Temático

Doctor JHON JAIRO SERNA SANCHEZ

UNIVERSIDAD CATOLICA DE ORIENTE

FACULTAD DE EDUCACION

RIONEGRO ANTIOQUIA

2009

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NOTA DE ACEPTACIÓN

_____________________________

_____________________________

_____________________________

____________________________ Presidente de Jurado

____________________________ Jurado

____________________________

Jurado

Rionegro, Noviembre de 2009

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AGRADECIMIENTOS

Sincera gratitud con nuestro asesor de investigación, al doctor Jhon Jairo Sánchez, quien con su motivación ha acompañado nuestra labor investigativa durante estos dos años. Agradecemos al Doctor Pbro Guillermo Zuleta, miembro de la Comisión Teológica Internacional, Director del Instituto de Bioética de la Universidad Pontificia Bolivariana, por las asesorías que sobre el tema nos brindó. Agradecemos a nuestras familias, quienes con su empeño han alentado nuestro esfuerzo. Agradecemos a los docentes de la Universidad, quienes con su enseñanza nos han preparado como docentes idóneos para asumir nuestro reto profesional. Agradecemos a la Universidad Católica de Oriente, Alma Mater de la región del oriente antioqueño, Institución de prestigio, el haber inculcado en nosotros el espíritu científico crítico pero sobre todo el amor a la Fe, con orgullo, nuestro lema de vida es: “A la Verdad por la Fe y la Ciencia”.

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TABLA DE CONTENIDO

1. JUSTIFICACIÓN……………….…………………..……………………………..7 2. OBJETIVOS……………………………...…………………………..……………9

2.1. OBJETIVO GENERAL………...………………...……………….…………9 2.2. OBJETIVOS ESPECÍFICO.……………………………...……….……..9

3. ANTECEDENTES…………………………………………………...………..…10 4. EL CONCEPTO DE EVOLUCIÓN EN TEILHARD DE CHARD……......…13

4.1. La evolución del cosmos………………………………………...…...19 4.2. La vida, efecto material de la complejidad……………………...…22 4.3. La célula, unidad de vida…………………………………………...…23 4.4. El proceso de la evolución, La ortogénesis…………….…………25 4.5. Sobre la diversidad de los vivientes……………………...……...…26

5. CIENCIA Y FE EN TEILHARD DE CHARDIN……………..……………….28 5.1. La ciencia camino para entender la religión……………..……..……28 5.2. Lo espiritual de la materia………………………………………....…….32 5.3. El ser humano como realidad convergente……………........………35

6. EL PENSAMIENTO TEILHARDIANO PENSAMIENTO BIOÉTICO……...38 6.1. Biotecnología de la ingeniería genética humana………..…….44 6.2. Algunas inferencias bioéticas desde el teilhardianismo….…49

CONCLUSIÓN………………………………………………………………………...…58 BIBLIOGRAFÍA………………...……………………………………………………..…61

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1. JUSTIFICACIÓN Después de la ilustración, el espíritu humano inició una larga carrera en pos del descubrimiento del mundo existente, numerosos trabajos investigativos derribaron los paradigmas que sostenían la cultura, uno de los grandes aportes fue el del investigador Charles Darwin, que con su teoría de la evolución de las especies sentó las bases de una nueva concepción de índole natural y humanista, que rebatió los planteamientos que habían sobre la vida y su origen, y por supuesto generó una serie de inquietudes en el pensamiento de la época con resonancia a el presente del mundo. Frente a estos nuevos adelantos surgen en la Iglesia católica con muchas posturas, algunas conciliadoras entre los nuevos descubrimientos científicos y otras despreciadoras que consideraban estas ideas obra del demonio. El presente trabajo de investigación entabla el diálogo entre fe y ciencia, como dos formas de entender la realidad, con métodos diferentes, pero que deben caminar juntas con el fin de brindar un conocimiento completo al ser humano, para lograr éste objetivo, se abordará el pensamiento de Teilhard de Chardin, quien con su aporte brinda nuevos elementos que se encuadran dentro de los nuevos postulados científicos, y a la luz de su obra interpretar el futuro de la ciencia como medio que brinda elementos de santificación al hombre y lo deben llevar a la convergencia de su unidad total en Cristo, el gran Punto Omega. El diálogo fe-ciencia, es un permanente qué hacer, por cuanto, cada vez están surgiendo desarrollos tecnocientíficos que ponen en entredicho principios del orden humano y también de lo metafísico que no pueden ser demolidos sin más criterios que los de la eficiencia y del control de la vida. Lo anterior significa que los planteamientos que se van a realizar en éste trabajo de grado comportan una vigencia muy especial sobre todo para un institución universitaria como la Católica que tiene como uno de sus encargos acompañar la dinámica de reconfiguración de la vida como un reto que tiene toda una vigencia para nuestro caso, y de allí retoma especial vigencia lo que se pretende resaltar como un momento de gran significación en la historia que estuvo cruzado por la investigación de Darwin. Cuando Teilhard de Chardin estudia éste tema con la solvencia con la que logra desarrollar sus propios postulados como hombre capaz de habitar el mundo de la ciencia y a la vez un hombre habitante de la fe, toda vez que era sacerdote, pone en evidencia que efectivamente la Fe y la ciencia son las dos alas que le permiten a la capacidad humana elevarse a la verdad como una construcción que no se agota en una u otra óptica sino que requiere del concurso de ambas posibilidades con lo cual posibilita que se abran una serie de puentes entre las dos cosmovisiones que guardando lo específico de sí están en capacidad de lograr encuentros de los cuales quien finalmente sale ganando es el ser humano a quien hay que reconocer como un sujeto con arraigo en la tierra pero con inspiraciones de infinito que no le dejan reducir su proyecto existencial apenas a lo intrahistórico con toda su carga de poder y de riesgo de pérdida de lo esencialmente humano a

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manos de cegueras como las que produce el poder político, el poder económico y por supuesto el poder cultural y aún religioso.

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2. OBJETIVOS

2.1 OBJETIVO GENERAL Realizar un acercamiento a través del pensamiento de Teilhard de Chardin entre el espíritu cristiano y los avances científicos realizados en las ciencias naturales, en lo concerniente a la teoría de la evolución. 2.2 OBJETIVOS ESPECÌFICOS

• Identificar el aporte científico y teológico de Teilhard de Chardin, legado al cristianismo y a la humanidad, como elemento para abordar las grandes esperanzas que se proyectan en el mundo actual.

• Determinar el diálogo entre fe y ciencia entablado en el trabajo de Teilhard de Chardin, a partir de los elementos de su pensamiento, que muestra como el esfuerzo científico adquiere un carácter religioso.

• Analizar los modernos adelantos de investigación científica desde las ciencias naturales a través del pensamiento de Teilhard de Chardin, que muestra un nuevo concepto de la materia, que incluye la dimensión espiritual y la convergencia a nivel humano de la evolución a través de un proceso de unificación.

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3. ANTECEDENTES “Al principio creo Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1, 1). Con estas palabras extraídas de la primera página de la Sagrada Escritura, se fundó toda una tradición histórica-religiosa en la idea de un ser que realizó todo lo existente de la noche a la mañana como un artefacto mágico, posición que se ha debatido en varios momentos de la historia, desde el ambiente filosófico (preexistencia de la materia) y científico con investigaciones que demuestran la aparición de la vida de una forma gradual e influenciada por diferentes procesos biomoleculares y ambientales negando la intervención divina en el proceso de la formación de la vida en el universo.

La historia muestra numerosas y desafortunadas controversias entre los defensores de las principales religiones y los científicos, que establecen contrariedad entre la creación y carácter divino de la vida, con el mero hecho de la sumatoria de variables de índole químico en la formación de ésta. Estos dos últimos ámbitos representan puntos de vista diferentes, pero no necesariamente opuestos si se establecen criterios válidos en su análisis y por supuesto en su proceso de verificación de las pruebas, toda vez que la ciencia es en éste lenguaje que habla, y desde la filosofía y la teología es posible acompañar éste tipo de confrontación hasta cierto punto, por cuanto no es posible tampoco y eso cabe afirmarlo de entrada en un Trabajo de Tesis como el que a continuación se expone. Hay quienes con los supuestos de la creación afirman de una forma tajante que la vida ha permanecido inmutable, negando o elaborando respuestas muy superficiales frente a los cambios que se observan en los seres vivos. La inconsistencia de esta postura se debe a que su fundamento es la interpretación literal de La Biblia (específicamente del Antiguo Testamento) y el estricto apego a cada palabra de las diferentes traducciones. Por supuesto que los puntos de vista de los llamados “creacionistas” religiosos no son consistentes con los descubrimientos de la biología ni tampoco respecto a los hallazgos en otros campos del saber humano que también aparecerán con alguna regularidad en el cuerpo del trabajo que a continuación se desarrolla. Desde el materialismo científico, se establece que la vida ha asumido conciencia en sí misma, y no hay razón para establecer nexo con principios divinos que no brotan sino de la conciencia infantil de los seres humanos. La única razón que ha guiado el universo y su historia son las constantes evoluciones y adaptaciones a las circunstancias espaciales. Hay muchos casos históricos en los cuáles algunos grupos de creyentes hicieron ver la intervención divina como un fenómeno que después fue explicado cómo debido a causas naturales, en un proceso que hace aparecer la intervención de Dios como un acto manifiesto a través de causas segundas con lo cual, se hace constar que la intervención divina en el proceso no ha sido a la manera de un mago que va haciendo cada vez surgir lo que se le va antojando, sino como un proceso que tiene momentos y que a partir de procesos de orden inferior simple,

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va produciendo lo superior y complejo, hasta arribar a la conciencia, o complejo asumido por un pensamiento que da cuenta de sí mismo. Todos hemos sido testigos del poder de la selección natural. Así, hace poco más de 50 años los médicos mantenían una confianza ciega en los antibióticos, y hoy día, en cambio vemos como un número cada vez más grande de bacterias son resistentes a ellos a través de un proceso de selección natural, por lo mismo, no disponemos de una vacuna permanente contra la gripe ya que el virus muta rápidamente y se adapta no respondiendo a la acción de los anticuerpos. Lamentablemente, los fanáticos religiosos no suelen convencerse de aquello que constituye una evidencia para el científico y ponen su fe en los dictados de una religión ciega, negando la evidencia que le proporcionan sus propios sentidos. Lo crucial de esta controversia radica en una diferencia fundamental de los puntos de vista, la que implica la naturaleza de la realidad misma, que es el punto en el que nos encontramos a la hora de definir los procesos de acercamiento de lo real, como una manera de entender la vida y sus lógicas no solo de aparición, sino de desarrollo y de futuro teleológico. Con un desarrollo temático, en el cual ha quedado ampliamente argumentado, por un gran número de biólogos y otros evolucionistas que apoyan activamente a instituciones religiosas, que no hay ninguna inconsistencia entre el carácter divino de la vida y creer en la evolución de ésta. Estamos firmemente convencidos de que la natural inquietud de la mente de los seres humanos es un estímulo interior que exige una representación unificada y coherente tanto del mundo en general, como del mundo interior. La interacción del hombre con su medio es un escenario en el que la presencia de Dios no debe ser motivo de conflicto, sino un punto de partida en que la conversión bidireccional materia-energía y la admirable sucesión de las etapas evolutivas condujeron a la aparición de la mente humana que nos ha permitido ir develando el maravilloso plan de ésta evolución que decursa en sucesivas etapas en las cuáles fueron apareciendo progresivas formas y materiales nuevos. Ha sido un largo caminar del hombre el cual, gracias a su inteligencia, conciencia y curiosidad, ha ido conociendo esta interminable y prodigiosa secuencia evolutiva que lo ha llevado a convertirse a sí mismo en objeto de investigación molecular a lo largo de una incesante búsqueda en cumplimiento del anhelo socrático de conocerse a sí mismo. En todo este contexto es donde se ubica el pensamiento de Teilhard de Chardin, un cristiano creyente y científico enamorado de las ciencias naturales, que dedicó la mayor parte de su vida a realizar investigaciones en torno a la evolución, en especial del ser humano, concluyendo, que la fe y la ciencia, son dos alas del conocimiento que permiten llegar a la verdad, no sólo como reza la encíclica Fides Et Ratio y por supuesto antes que éste planteamiento del Magisterio de la Iglesia la postura de la Universidad Católica de Oriente, en la cual ninguna debe ir por separado porque de lo contrario cada una sería desencarnada de su complemento: creer y entender y entender y creer.

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Cuando Teilhard de Chardín se vincula a las honduras de éste debate, estaban en boga las tesis de Charles Darwin, y la verdad es que su propuesta de lectura del proceso de evolución, deja una escuela de pensamiento en su derredor como una aventura de construcción de sentido que por supuesto dejó una línea trazada que incluso quienes no compartían su posición de orden conceptual, no dudaron an firmar al pie de la producción la gran intuición que le reconocieron a éste sacerdote jesuita, lo cual significo un diálogo del más alto nivel y que deja muy bien posicionados los asuntos que éste teólogo, antropólogo, arqueólogo pudo producir. Y esa es sin lugar a dudas un antecedente de primer nivel para poner en un lugar adecuado a los temas del debate que pone en alerta a la capacidad de reflexión que estamos llamados a construir desde las universidades, y más aún cuando la filosofía institucional de una Institución de Educación Superior, como la nuestra así lo perfila.

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4. EL CONCEPTO DE EVOLUCIÓN EN TEILHARD DE CHARDIN

La idea de que el universo está sujeto a continuos cambios es muy remota en el tiempo. Aunque en el pensamiento Griego se consideró la historia como un movimiento cíclico o de eterno retorno, subyace en ella la noción de evolución con el pensamiento de Heráclito y la afirmación del eterno devenir y la mutabilidad del ser, esclarecido biológica y cosmológicamente por Empédocles con su teoría de los cuatro elementos constitutivos del mundo. Desde antiguo el ser humano se sentía involucrado en el cambio, “el hombre no podía llegar a percibir alrededor suyo la evolución sin sentirse de alguna manera involucrado en ella."1 Con la clasificación establecida por Linneo sobre el reino animal se suscitó el interrogante sobre el parentesco entre los distintos géneros y especies, y se preguntaron si este parentesco es solo semejanza exterior o sanguínea? En caso tal que sea parentesco sanguíneo, un género animal debe haber salido de otro. Es a través de ese camino como Darwin llega a formular su teoría de la evolución con el libro “El origen de las especies” datado del año 1859, construyendo una serie de postulados que han dominado el desarrollo de la biología hasta nuestros días, “el fenómeno social humano muestra que la evolución de la vida no solo no se ha detenido sobre la tierra sino que, por el contrario, está de nuevo en marcha y rebota sobre si para emprender una nueva fase."2 Teilhard de Chardin desarrolla la teoría de la evolución integral, que en síntesis afirma que la vida surge de la materia inerte, mientras que el hombre procede del mundo animal, “tejida en una sola pieza, siguiendo un solo y mismo procedimiento, pero que de un punto a otro no se repite, la trama del universo corresponde a un solo modelo: constituye estructuralmente un todo”3. Para Teilhard el cosmos en todos sus aspectos, inclusive la humanidad, debe entenderse única y exclusivamente como evolución permanente en la que cada fase tiene su propio tiempo. En principio, la materia es materia consciente, pero se requiere una existencia orgánica muy desarrollada para poder atravesar el umbral más allá del cual puede mostrarse como un consciente4. “la materia se halla implicada sobre la tierra en un proceso que la hace disponerse a partir de elementos relativamente simples, en partículas cada vez mas complicadas y cada vez mas vastas”5. En la materia opera una doble energía6: por una parte, una energía tangencial, que domina a la materia en las conocidas reacciones físico-químicas de estas, y, por 1 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Orbis, Barcelona. 1955. Pág. 223 2 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El porvenir del hombre. Taurus, Madrid. 1962. Pág 239. 3 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pag. 55. 4Cfr. CARRION ROSIQUE, José M. [Documento de internet]. Madrid 1 de septiembre de 2005[Referencia 27 de octubre de 2009]. Disponible en World Wide Web http://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/debates- actualidad/historico/default.asp?idforo=GlobalIDI-44 5 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El Porvenir del Hombre. Op. cit . Pág. 243 6 “La energía es la medida de lo que pasa de un átomo a otro en el curso de sus transformaciones…” el fenómeno humano. TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit . Pag. 55.

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otra, una energía radial mediante la cual la materia se constituye en unidades cada vez más y más desarrolladas. Existe paralelismo entre complejidad y conciencia. La organización de la materia ha llegado en la megamolécula a una complejidad de tal índole que permite la aparición de la vida, “la complejidad no es la simple agregación, es decir, un ensamblaje cualquiera de elementos no ordenados; con esta palabra designó la combinación, es decir, esa forma particular y superior de agrupación cuya característica es reunir sobre sí cierto numero fijo de elementos en un conjunto cerrado, de radio determinado; como el átomo, la molécula, la célula, el metazoo7, etc”8. Teilhard replica que toda fase del proceso vital tiene su propio tiempo, esto significa que solo durante un periodo determinado de la evolución de la tierra, las condiciones fueron tales que permitieron ese tránsito y que en modo alguno puede excluirse la posibilidad de que en lo futuro puedan crearse las mismas condiciones en el laboratorio, “la complejidad en primer lugar enseña que en la base del edificio celular, según nos enseña la química, encontramos albuminoides, sustancias orgánicas nitrogenadas (ácidos aminados), con pesos moleculares enormes. Estos albuminoides, asociados a cuerpos grasos, al agua, al fosforo y a toda suerte de sales minerales (potasa, sosa, magnesia, compuestos metálicos diversos), constituyen un protoplasma9, esponja organizada constituida por partículas innumerables en las que empiezan a jugar de manera apreciable las fuerzas de viscosidad, de osmosis10, de catálisis11, características de la materia que ha alcanzado sus grados superiores de agrupaciones moleculares.”12 En relación a la antropogénisis, una vez originada la vida, es decir una vez aparecida, busca sendas diversas para desenvolverse, como se produjo la escisión entre los reinos animal y vegetal mostrando cómo toda especie viviente se extingue o por lo menos llega al fin de su evolución, a consecuencia de un exceso de especialización. No obstante, el hombre no puede compararse con ninguno de los seres vivientes que lo precedieron, su facultad de pensar lo capacita para intervenir en su propia evolución. “lo que explica la revolución biológica producida por la aparición del hombre es una explosión de ciencia; y lo que a su vez, explica esta explosión de ciencia es, sencillamente, el paso de un

7 Se dice de los animales cuyo cuerpo está constituido por muchísimas células diferenciadas y agrupadas en forma de tejidos, órganos y aparatos; p. ej., los vertebrados, los moluscos y los gusanos. (Cfr. DEL BAÑO BREIS, Francisco. Diccionario de las ciencias naturales y términos afines. Editorial regional de Murcia. España 1982. Pág. 151 8 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El grupo zoológico humano. Taurus. Cuarta ed . Madrid 1967. Pag 24. 9 Elemento fundamental de que se componen todos los seres vivos; es la parte de la célula compuesta en un 85 a 90 por ciento por agua, que contiene proteínas, sustancias grasas y sales inorgánicas (Cfr. DEL BAÑO BREIS, Francisco. Op cit. Pág. 190). 10 Se define ósmosis como una difusión pasiva, caracterizada por el paso del agua, disolvente, a través de la membrana semipermeable, desde la solución más diluida a la más concentrada (Cfr. Ibídem. Pág. 171). . 11 La catálisis es el proceso a través del cual se incrementa la velocidad de una reacción química (Cfr. Ibidem. Pág. 55). 12 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 91

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phylum13 zoológico, a través de la superficie, hasta entonces impermeable, que separa la zona del siquismo directo de la siquismo reflexivo, llegada a un punto critico de disposición, siguiendo este rayo particular, la vida se ha hipercentrado sobre si misma hasta el punto de hacerse capaz de previsión y de invención. Se ha hecho consciente “en segundo grado”. Y con esto basta para que se haya hecho capaz de trasformar la superficie y la faz de la tierra, en algunos cientos de milenios”14. La materia inerte para Teilhard es contraria a la posición materialista que solo la considera enlaces químicos de átomos, “los materialistas se obstinan en hablar de los objetos como si consistieran solo en acciones exteriores, en relaciones transientes, por otra parte, los espiritualistas están empeñados en no salirse de una especie de introspección solitaria, en la que los seres no son considerados de otra manera que encerrados en si mismos, en sus operaciones inmanentes”15. Para él la materia encierra, desde su origen, otra significación: tiene al mismo tiempo e inseparablemente, un aspecto físico-químico externo y un aspecto viviente-consciente interno. En la medida en que la materia se organiza de modo más complicado, crece su interioridad, es decir, su vida y su conciencidad, “mi convicción es la de que los dos puntos de vista exigen complementarse y que pronto llegaran a reunirse en una especie de Fenomenología o de física generalizada, en la que la cara interna de las cosas será considerada tanto como la cara externa del mundo”.16 Teilhard de Chardin piensa en una evolución que permanentemente da saltos como un hecho creador, es decir, una evolución que se desarrolla en cierto sentido desde si misma aunque solo adquiere esa posibilidad gracias a su completa dependencia con respecto al creador, en otras palabras un cosmos que se desarrolla desde si mismo, es un signo de mayor poder de creación divina que un cosmos en el que Dios tenga que volver a intervenir siempre con nuevas creaciones. Lo anterior se constata en las siguientes palabras: “en si misma, la división celular parece provocada por la simple necesidad en que se encuentra la partícula viviente de hallar remedio a su fragilidad molecular y a las dificultades estructurales relacionadas con la continuidad de sus crecimientos”.17 Teilhard de Chardin busca conciliar el antagonismo existente entre ciencia e Iglesia establecido desde Galileo, a través de lo que El llamaría fenomenología o hiperfísica pues él cree posible la superación de esa actitud del hombre cristiano convenciéndolo de su deber de reconocer los resultados de las ciencias y de participar en su ulterior desarrollo, pues está como búsqueda de la verdad expresa

13 En Zoología, el Filo (Phylum -plural phyla-, Tronco o Tipo de organización) es una categoría taxonómica que está entre el Reino y la Clase, y se utiliza para subdividir el Reino Animal y el Reino Protistas. En Botánica (Reino Plantae), se suele emplear el término División en lugar de filo, siendo ambos términos equivalentes (Cfr. DEL BAÑO BREIS, Francisco. Op. cit. Pág. 91). 14 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El grupo Zoológico Humano. Op. cit. Pág. 70. 15 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 62. 16 Ibídem. 17 Ibídem. Pág. 112.

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en alta medida la dignidad del hombre, “los análisis de la ciencia y de la historia son a menudo exactos pero no arrebatan absolutamente nada a lo todo-poderoso divino, ni a la espiritualidad del alma, ni al carácter sobrenatural del cristianismo, ni a la superioridad del hombre sobre los animales” 18. La hiperfísica es visión de las grandes líneas que hay en la estructura de la realidad y que se ponen de manifiesto mediante una comparación entre los resultados de las ciencias positivas en si distintas. La evolución comprende toda la realidad. Existe continuidad entre evolución cósmica, vital y humana, entendiendo la realidad como una estructura dinámica que se trasforma continuamente, no con esto queriendo decir que el universo es un continuo caos, sino que las modificaciones que en el acontecen se producen dentro de un engranaje fijo. Toda la realidad material de la cual salió la vida y como coronación el hombre, revela un tipo de marcha muy determinado, dentro de la cual resulta siempre de la esencia más simple el ente mas complicado. Por ejemplo, en la historia del universo nacen, del enlace de átomos, moléculas; de megamoléculas, seres unicelulares, y de varias células, entes de una especie superior, “mientras el mundo de los átomos se comporta como una especie de ensamblaje rígido, el mundo de las moléculas, por el contrario muestra una verdadera plasticidad interna que le permite pasar, por así decir, y emitir especie de “pseudópodos19” en toda dirección favorable, tal es la forma del grupo extraordinario de las proteínas”.20 En el universo hay no solo continuidad entre la materia inerte y animada y el hombre, sino también un ascenso. En el correr de la evolución del universo y de la vida aparece siempre lo superior saliendo de lo inferior. Se entiende como superior lo más complejo como estructura material y al mismo tiempo lo mas vital y consciente. Esto no indica que haya una separación entre materia y conciencia, en otras palabras todo ente tiene su propio grado de estructura material y, en consecuencia su propio grado de vitalidad y conciencia. Desprendiéndose de esto que lo vital no esté herméticamente separado de lo prevital, ni lo humano de lo prehumano, sino que uno nace siempre de lo otro. Una evolución “que salió hacia algo que se libra de la muerte total, es la mano de Dios que nos devuelve a el”.21 Pero hay que resaltar que la continuidad implica una discontinuidad, es decir, al surgir la vida de lo otro esta es diferente. Es cierto que el hombre evoluciona desde lo prehumano pero al mismo tiempo es más que el animal. Teilhard establece con lo anterior su conocido factor “dialéctico”. Así lo afirman las expresiones del libro “el porvenir del hombre”, “anatómicamente el hombre difiere tan poquísimo de los grandes primates que, aplicando brutalmente los criterios

18 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. Ciencia y Cristo. Taurus. Madrid. 1968. Pág. 57 19 Extensión citoplasmática de ciertas células y seres unicelulares, las cuales sirven para la locomoción y para apresar alimentos. Pueden ser filosos, lobados y reticulados. Ej. La ameba se mueve gracias a sus seudópodos. A la hora de utilizarlo para la alimentación, lo encierra mediante endocitosis (Cfr. DEL BAÑO BREIS, Francisco. Op cit. Pág. 190). 20 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El grupo Zoológico Humano. Op. cit. Pág. Pág. 33 21 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. Ciencia y Cristo. Op. cit. Pág. 244

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habituales de clasificación zoológica su grupo no representa más que un grupo ínfimo en los cuadros de la sistemática, y “biosféricamente”, sin embargo, el mismo hombre ocupa sobre el globo un lugar no sólo preponderante, sino hasta cierto punto exclusivo, entre los demás vivientes. Por sí sola, la pequeña familia de los homínidos, la última aparecida sobre el tronco de la evolución, y ha alcanzado una existencia equivalente, o incluso superior, a la de las mayores capas de vertebrados que ocuparon la tierra”.22 La tesis de Teilhard del paralelismo entre estructura material y vida o conciencia, se representa, dentro de la rama superior de la vida, en el paralelismo entre el aparato cerebro-nervios y la conciencia: cuanto más complicado es el aparato cerebro-nervios tanto más alta es la forma de la conciencia. “Lo único que cuenta definitivamente en la clasificación absoluta, es decir por orden de complejidad, de los vivientes superiores es la perfección en estructura y en organización funcional de sus neuronas funcionales”23. Desde la aparición del hombre, todo progreso puede caracterizarse como crecimiento de la libertad, y toda evolución anterior a la génesis del hombre como crecimiento hacia la libertad. La teoría de la evolución de Teilhard contiene un llamamiento a la libertad humana, pues el parte de la suposición de que en el curso de la evolución, se desarrolla en el hombre un sentido de responsabilidad frente a esta. Con lo anterior Teilhard considera que el fundamento de toda ética es el trabajo en el progreso del mundo, que al mismo tiempo es fomento de la libertad humana. Pero esta libertad no se entiende como algo absoluto, sino que es una libertad para algo, es decir: libertad significa tener la opción de realizar la verdad y la sinceridad, la justicia y el amor. El pensamiento de Teilhard vislumbra como el hombre actual se incardina hacia la sinceridad, quiere encontrarse a si mismo. El estadio de autoconciencia de la evolución ya alcanzado, encierra la posibilidad de una intervención humana tanto positiva como negativa. La humanidad ha tomado en las propias manos la evolución y, con ella la posibilidad de anularla, “la evolución, al reflejarse sobre sí en el hombre, no solo se hace consiente de si misma, al mismo tiempo, y por añadidura, se hace capaz, en cierta medida, de dirigirse y de acelerarse a si misma”24. Sin embargo, Teilhard advierte indicios importantes, en razón de los cuales supone que la humanidad no se decidirá por la autodestrucción sino por una prosecución de la edificación, que es y seguirá siempre siendo demanda de la libertad humana. El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce el máximo de la felicidad que pueda sin disminuir la felicidad de los demás. Y como la felicidad es el valor moral útil y bello al cual aspiramos todos los seres humanos de manera innata con toda la fuerza de la libido y es nuestra experiencia existencial que no podemos evadir ni reprimir.

22 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Porvenir del Hombre. Pág. 192 23TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Grupo Zoológico Humano. Op. cit. Pág. 55 24 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. La aparición del hombre. Taurus. Madrid. 1963. Pág. 235

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El mundo debe crecer hasta formar una unidad, pero no puede alcanzarse la unidad en última instancia como la base de un ideal abstracto; solo pude lograrse sobre la base de una vinculación plenamente humana, que únicamente puede nacer del amor a una persona. “Lo Uno solo se constituye o se encuentra por medio de la organización de lo múltiple y, por consiguiente, cada elemento, llevado hasta el termino de si mismo, posee la doble propiedad esencial: converger sobre Dios con todos los demás elementos que le rodean; y profundizar sobre si mismo, en lo incomunicable, a medida que se une mas profundamente con el centro divino de toda convergencia”.25 Así aparece Cristo a quien Teilhard denomina Punto Omega26, en el sentido de ser aquel que atrae a toda la humanidad y la une. Esta unidad debe realizarse conjuntamente por todos: cristianos y no cristianos, blancos y gentes de color, y esta labor común encuentra un inmenso campo de trabajo en los sectores de la política y la economía, de la ciencia y la filosofía. En esa labor los cristianos podrán inspirarse en Cristo, lo cual habrá de llevarlos siempre a ámbitos complementarios. Un cristiano solo puede partir de la presencia real de Cristo en el mundo. Esta unidad en Cristo es la consumación de la realidad terrenal. Teilhard supone que el cosmos revela fundamentalmente un proceso de espiritualización: de la materia nace la vida, de la vida la conciencia y de la vida consciente el hombre autoconsciente (espiritual). La fe en Cristo no aleja al hombre de sus misiones terrenales, sino que lo confirma en ellas. En Cristo, la realidad material, biológica, está divinizada y, por consiguiente, no suprimida, sino asignada precisamente al hombre como su esfera de acción. Al no cristiano, que no logra descubrir sentido alguno en la existencia humana, Teilhard le muestra que el progreso da un sentido inmanente al ser humano en el mundo. Al no creyente, pero que está ya convencido de la posibilidad del progreso, le muestra que el atribuir sentido inmanente a la existencia humana, no está en contradicción con la atribución de sentido transcendente propia de la fe cristiana. Todos los afanes profanos en este mundo, ya sea en la técnica o en la ciencia, en la economía o en la industria, tienen para Teilhard significación religiosa, porque en ellos coopera el hombre en la creación divina y en la redención por Cristo, “en mi opinión, la investigación científica solamente tiene una explicación, hemos de decidirnos a admitir, por la presión de los hechos que el hombre no está terminado todavía en la naturaleza, no está todavía completamente creado sino que, en nosotros y en torno a nosotros, sigue todavía en plena evolución”27.

25 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. Ciencia y Cristo. Op. cit. Pág. 210 26 Como es la última letra del alfabeto, la omega puede ser usada para denotar el fin de algo, como opuesto de alfa, que simbolizaba el comienzo. Por ejemplo, «Yo soy el alfa y el omega, el primero y el último, el principio y el fin» (Cfr. Biblia de Jerusalén. Apocalipsis 22.13). 27 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. Ciencia y Cristo. Op. cit. Pág. 230

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4.1 La evolución del cosmos

Para Teilhard la tierra es un fragmento enfriado del sol, “durante una permanencias que no podríamos precisar, pero ciertamente inmensa, la tierra, ya lo suficientemente fría para que pudieran formasen y subsistir en su superficie las cadenas de moléculas carbonadas; la tierra, probablemente envuelta en una capa acuosa de la que emergía solo los primeros brotes de los futuros continentes”. 28 Pero este enfriamiento es de suma importancia para la estructura de la materia. Con elevadas temperaturas ya no puede haber moléculas si no solamente átomos. Con temperaturas aun más elevadas, ni siquiera puede haber átomos, sino solo electrones, protones y neutrones. De esto se infiere que el enfriamiento determinó la estructuración y la complejización de la materia. A medida que aumentó su enfriamiento, la materia de la tierra adoptó su estructura molecular, por la cual está determinada la superficie terrestre con su diversidad de minerales. Para Teilhard la naturaleza logro lo que hasta ahora no se ha logrado en el laboratorio. Durante el proceso de enfriamiento de la tierra debió haber un periodo en que la temperatura de la tierra y el contenido de la humedad de la atmosfera eran de tal índole que ofrecían las condiciones indispensables para la aparición espontanea de megamoléculas (albumina29), que luego se convirtieron en los primeros seres unicelulares al complicarse cada vez mas. Cuanto mas compleja es la materia de un ser viviente tanto mayor es su conciencia. Lo viviente es una evolución desde lo inerte, pero lo inerte no puede ser totalmente inerte. Una vez aparecida la vida, la vida evoluciona en muchas formas. Primero aparecen seres unicelulares, sigue luego la abundante multitud de especies en las dos grandes ramificaciones de los reinos vegetal y animal. Según Teilhard no solo hay evolución dentro de las distintas especies, sino que estas mismas especies proceden unas de las otras. “en efecto, para seguir la subida de la complejidad en el dédalo30 de los invertebrados, de los artropoides y de los vertebrados, podemos emplear, como parámetro indicador, la subida correlativa del psiquismo (el progreso de la cerebralización)”. 31 Teilhard argumenta la ley del crecimiento paralelo de complejidad corporal y conciencia en los siguientes términos: La materia abandonada a si misma durante mucho tiempo bajo el juego prolongado y universal de los azares manifiesta la propiedad de disponerse en grupos cada vez más complejos y, al mismo tiempo, cada vez mas revestidos de conciencia; este doble movimiento conjugado de

28 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op cit. Pág. 86 29 La albúmina es una proteína que se encuentra en gran proporción en el plasma sanguíneo, siendo la principal proteína de la sangre y a su vez la más abundante en el ser humano (Cfr. DEL BAÑO BREIS, Francisco. Op. cit. Pág. 17). 30 Laberinto, lugar o asunto enredoso (Cfr. GARCÌA, Ramón. Et al. Diccionario Larousse del Español Moderno. Océano. Barcelona 2005. Pág. 300). 31 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Porvenir del Hombre. Op cit. Pág. 138

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enrollamiento físico y de interiorización (o centración) psíquica continua se acelera y se extiende hasta el máximo posible una vez iniciado. El concepto de interioridad no significa una extra población cósmica del siquismo humano, sino la exigencia de los antecedentes necesarios para hacer posible la aparición evolutiva de este psiquismo. El interior Teilhardiano es un efecto progresivo de la evolución y nos rige la marcha de la evolución al ser a partir del hombre. Los conceptos de interioridad e interiorización no son sino primeros esbozos de algo todavía no diferenciado. Complejidad y conciencia son dos conceptos elásticos especialmente el de conciencia, pues con ella no quiere designarse exclusivamente la conciencia humana o reflexión, ni la conciencia ni psiquismo animal, ni conciencia difusa de las partículas difusas de las partículas materiales no vivientes, sino el aspecto común a los tres tipos fundamentales de conciencia, capaz de identificarse evolutivamente con cada una de ellas según la etapa de la cosmogénesis que se considere. Al principio el rasgo común que la conciencia posee en todas las etapas es la de ser la fuerza sintética que, sin interferir los determinismos de la materia, los integra en unidades cada vez más complejas. “ La conciencia es una propiedad universal, común a todos los corpúsculos constitutivos del universo, haciendo la reserva de que la propiedad en cuestión varia entonces proporcionalmente a la complejidad de cada especie de corpúsculo considerado, lo cual equivale a decir que el psiquismo, de los diversos elementos que forman el mundo pueden ser tan pequeños o tan grandes como se quiera según el grado en que uno se sitúe en la escala astronómicamente constituida de las complejidades actualmente conocidas”.32 Mientras la conciencia se precisa a medida que nos acercamos al hombre la complejidad se oscurece en esta misma medida, “la materia ha alcanzado sobre la tierra con el Homo sapiens su máximo centro-complejidad, a partir de ahora, sobre el planeta, se habrá detenido por completo el proceso de super-moleculización”. 33 El cosmos, en proceso de cosmogénesis, es visto por Teilhard como un sistema, un totum, “tejida en una sola pieza, siguiendo un solo y mismo procedimiento, pero que de un punto a otro nunca se repite, la trama del universo corresponde a un sólo modelo: constituye estructuralmente un todo”34 y un quantum. El concepto de sistema nos habla de interrelaciones dentro de un conjunto cerrado sobre si mismo, con capacidad de autorregulación y autonomía, el sistema constituye un grupo estructuralmente terminal, diferente a un astro o un cristal, en los que el conjunto es accidentalmente delimitado, donde no hay ninguna huella de una unidad limitada con relación a sí mismo. En los cristales se da una simple repetición geométrica indefinida de unidades, por variadas que sean y numerosos

32 Ibidem. Pág. 160 33 Ibidem. Pág. 140 34 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op cit. Pág 55

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los ejes de su disposición, así, pues, Teilhard de Chardin considera a todo el cosmos como un bloque: “mirando a nuestro alrededor hasta donde alcanza nuestra vista, el universo se sostiene por su conjunto”.35 Este universo es un todo (totum) tejido, “es una sola pieza, siguiendo un solo y un mismo procedimiento, pero que de un punto a otro nunca se repite”. Y para que el todo se constituya y se mantenga debe hacer una continua interacción entre todos los elementos. Y ello por causa del todo, puesto que existe, debe expresarse en una capacidad global de acción, cuya resultante parcial encontramos en cada uno de nosotros. De esta manera nos vemos conducidos a buscar y a concebir una medida dinámica del mundo. A esta dinamicidad es a lo que Teilhard ha dado el nombre de Quantum. “Quantum que no llega a adquirir plenamente su sentido más que cuando intentamos definirlo en relación con un movimiento natural concreto: es decir, en la duración”. 36 De esta manera para Teilhard de Chardin cada elemento del cosmos esta positivamente entretejido en todos los demás gracias a los misteriosos fenómenos de composición. Es imposible romper esta red, imposible aislar una sola pieza sin que se deshilache toda ella y se deshaga por todos sus extremos, “el radio de acción propio de cada elemento cósmico debe ser prolongado en línea recta hasta los confines últimos del mundo, toda vez que el átomo, según decíamos antes, es naturalmente coextensivo a todo espacio en el que se nos sitúa, nos es forzoso admitir que es ésta inmensidad la que representa el campo de acción común a todos los átomos”37 . La trama del universo es el universo mismo. Para Teilhard, pues, la vida, esa delgada película que constituye la Biósfera, sobre uno de los planetas del sistema solar tan ridículamente localizada, en el espacio de un instante, sobre una partícula sideral. Es una cualidad inherente a la materia y no un epifenómeno. La vida no es una anomalía curiosa, floreciente esporádicamente sobre la materia, sino que la vida es una exageración privilegiada de una propiedad cósmica universal; la vida no es un epifenómeno sino la esencia misma del fenómeno, “la vida tiende cada vez más a manifestársenos, científicamente, como un efecto específico de complicación corpuscular, vinculado a la edificación de partículas muy grandes y muy complejas, a pesar de la presencia de numerosos umbrales críticos, la curva que va de las grandes moléculas a los seres multicelulares continúa, en efecto, sin ruptura alguna: ésta curva es precisamente aquella según la cual emergen los efectos vitales de indeterminación, autoordenación y conciencia”.38

35 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. Ciencia y Cristo. Op cit. Pág 210 36 Ibidem 37 Ibidem 38 Ibidem. Pág 242

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4.2 La vida, efecto material de la complejidad

Para Teilhard de Chardin la vida no es otra cosa, para la experiencia científica, que un efecto específico. La vida para Teilhard no será una anomalía inexplicable, es la creación racionalmente esperada de una involución o enrollamiento cósmico. “De un modo totalmente general, podríamos decir que la vida se presenta en adelante a la ciencia, no ya como una anomalía físico-química, sino como la forma extrema que asume en determinadas condiciones una propiedad universal, aunque generalmente oculta, de la trama cósmica, esto equivale a decir que la vida puede considerarse legítimamente como en presión, desde siempre y en todas partes, en el universo y que allí donde aparece se intensifica todo lo que puede, en las inmensidades del tiempo y el espacio”39. Decíamos anteriormente que para Teilhard la vida nace de la complejidad: “La vida se ofrece experimentalmente a la ciencia como un efecto material de complejidad”40. Y en otro lugar, “una observación más completa de los movimientos del mundo nos obligaría (…) a descubrir que si las cosas se sostienen no es más que fuerza de la complejidad”41. Podemos preguntarnos: ¿qué entiende Teilhard por complejidad o como se refiere en otras ocasiones “eje de complejidades”?. “El universo, observado en la dirección de su eje de complejidades, digo bien, se halla en un conjunto y en cada uno de sus puntos en una continua tensión de repliegue orgánico sobre sí mismo, y por tanto, de interiorización”.42 La complejidad no es, en primer lugar una simple agregación de elementos ordenados, no es tampoco la simple repetición geométrica, indefinida de unidades, como podría ser un cristal. Para Teilhard no es sobre dos infinitos, (recordando los infinitos de Pascal: lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño), sino sobre tres infinitos sobre los que el mundo está construido espacialmente. A lo ínfimo y a lo inmenso habría que añadir lo inmensamente complicado. “La biología no sería sino la física del complejo muy grande”.43 Teilhard de Chardin afirma que la complejidad es el resultado de la combinación o “tal como yo lo comprendo aquí la complejidad es una heterogeneidad organizada, y por consiguiente centrada”44. La heterogeneidad es una de las características fundamentales del cosmos: “tejida en una sola pieza y siguiendo un solo y mismo procedimiento, pero que de un punto a otro nunca se repite la trama del universo, corresponde a un solo modelo: constituye estructuralmente un todo”45.

39 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 28 40 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Grupo Zoológico Humano. Op. cit. Pág. 23 41 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 57 42 Ibidem. Pág 303 43 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Grupo Zoológico Humano. Op. cit. Pág. 28 44 CUENOT, C. Nuevo léxico de Teilhard de Chardin. Taurus. Madrid. 1992. Pág. 77 45 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 29

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Unidad- diversidad es una de las antinomias de la vida, puesto que aparentemente pueden predicarse a la vida tanto la unidad como la diversidad de la vida. La vida es una en su origen (monofiletismo46), es una porque todos los organismos vivos tienen los mismos componentes bioquímicos: las cuatro bases de los ácidos nucléicos, los mismos 20 aminoácidos proteinogenéticos y el mismo código genético, así como las cadenas metabólicas son esencialmente las mismas. Sin embargo, la vida es, a su vez, maravillosamente diversa en todas las manifestaciones, a veces tan sorprendentes, de la gran variedad de seres vivos. Teilhard propone una gran solución ante esta antinomia: la vida constituye una biota47 (agrupación verticilar cuyos elementos, no solo se encuentran emparentados por nacimiento, sino que también se sostiene y se completa mutuamente en el esfuerzo por subsistir y propagarse) única: “profusión tanteante, ingeniosidad constructiva, indiferencia para todo cuanto no es porvenir y totalidad. La vida en virtud de sus mecanismos elementales, va elevándose, gracias a estos tres vectores y gracias también a un cuarto que los envuelve a todos: el de una unidad global (…) pues, “considerada en su totalidad la substancia viviente extendida sobre la tierra dibuja, desde los primeros estudios de la evolución, las alineaciones de un único y gigantesco organismo” 48. Ese único y gigantesco organismo, se va concentrando a través del tiempo en las innumerables manifestaciones del reino vegetal y del reino animal. 4.3 La célula, unidad de vida Teilhard de Chardin ha afirmado que solamente existe un modelo estructural, modelo que en virtud de la diversidad nunca se repite en su concreción externa ¿cuál es ese modelo a nivel físico y a nivel estructural? El modelo a nivel físico es la célula. La vida propiamente dicha comenzó cuando empezó a existir la primera célula. “Cuanto más concentrada la ciencia, desde hace un siglo, sus esfuerzos sobre ésta unidad química y estructuralmente ultracompleja, más evidente resulta que tras ella se oculta el secreto cuyo conocimiento establecería el lazo de unión, presentido, pero no verificado aún, entre los dos mundos de la física y la biología. La célula es grano natural de vida, tal como el átomo es el grano natural de materia inorganizada”49. Teilhard acusaba a los citólogos e histólogos de haber congelado a la célula para su estudio. “Nos hemos ocupado mucho de sus diferencias, es decir, todo lo que constituye la biología descriptiva: microbiología, zoología, botánica-, conviene, converger nuestras investigaciones hacia sus orígenes, es decir hacia las raíces que ahondan el no inorganizado, si queremos poner el dedo en la verdadera 46 Filiación de un grupo de organismos a partir de un tronco único por ramas divergentes (Cfr. LUNA MENDES, Rafael. Dorland Diccionario Enciclopédico Ilustrado de Medicina. Elsevier. Madrid. 2005. Pág. 1252) 47 El término biota designa al conjunto de especies de plantas, animales y otros organismos que ocupan un área dada ((Cfr. LUNA MENDES, Rafael. Op cit. Pág. 236) 48TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op cit. Pág. 137 49 Ibidem. Pág 87

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esencia de su novedad, tratemos de ver en que se convierte si la contemplamos y la tratamos como es debido, como algo a la vez largo tiempo preparado y profusamente original; es decir, como algo nacido “50. En la célula es donde, para Teilhard de Chardin, aparece la trama del universo con todos sus caracteres: sistema, totum y quantum. Sin ninguna duda, la célula supone un peldaño ulterior de complejidad y por consiguiente un grano superior de interioridad, es decir de conciencia. Debe advertirse que para Teilhard de Chardin la trama del universo es una trama doble: el ser concreto en que se haya constituido el cosmos y que no se confunde con la materia, ya que representa lo mismo “interior” (la conciencia) que un “exterior” (la materia). Es el espíritu-materia lo que constituye la trama del universo evolutivo y cuya unidad no se rompe ni por molecularización ni por los umbrales. Tenemos formulada por el mismo Teilhard ese procedimiento que a nivel estructural, nunca se repite y es la ley teilhardiana de la complejidad-conciencia. Esta ley formulada por Teilhard de Chardin como guía fenomenológica para la mejor comprensión del fenómeno vital. El término conciencia es usado por Teilhard sin tener en cuenta su etimología y designa cualquier forma de psiquismo desde el más elemental hasta la forma más elevada la conciencia reflexiva. “La conciencia, es decir, lo de dentro- captable experimentalmente, o bien (por infinitesimal) inasible- de los corpúsculos tanto previvientes como vivientes”51. Para Teilhard de Chardin es posible medir el grado de psiquismo o conciencia. Todo ser en el universo posee su centro de convergencia. Así, la vida no es aparentemente otra cosa que la exageración privilegiada de una deriva cósmica fundamental que puede denominarse “ley de la complejidad-conciencia” y que puede expresarse como sigue: abandonada durante mucho tiempo así misma, bajo el fuego prolongado y universal de las probabilidades, la materia manifiesta la propiedad de entrarse en agrupaciones cada vez más complejas y al mismo tiempo cada vez con más aumento de conciencia; de manera que éste doble movimiento conjugado de enrollamiento psíquico y de interiorización (o centración) psíquica se prosigue, se acelera y se ve impulsado lo más lejos posible, una vez iniciado . Es “en la célula, a la vez tan una, tan uniforme y tan complicada, donde reaparece en suma la trama del universo con todos sus caracteres, aunque elevada ésta vez a un peldaño ulterior de complejidad y por consiguiente, y al mismo tiempo a un grado superior de interioridad es decir, de conciencia”52. Recordemos que los caracteres de la trama del universo es ser: un sistema, totum y quantum. La aparición de la primera célula supone un paso decisivo en el proceso de la conciencia sobre la tierra. Ahora bien, para Teilhard de Chardin no supone la aparición de la vida, en la forma celular un inicio absoluto, sino como él dirá una

50TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op cit. Pág 88 51TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Grupo Zoológico Humano. Op cit. Pág. 37 52TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op cit. Pág. 95

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metamorfosis. ¿Cómo ha podido llevarse a cabo? Para Teilhard la respuesta está una vez más en la organización estructural externa de los componentes celulares y en la aparición interna de un nuevo tipo de actividad. 4.4 El proceso de la evolución, La ortogénesis53 Ciertamente para Teilhard de Chardin en el proceso de la evolución de la vida hay dos puntos críticos: la biogénesis (origen de la vida propiamente dicha, punto de vitalización o como le gustaría decir de filetización) y, antropogénesis, o punto de hominización o de aparición de la reflexión. Entre estos dos puntos críticos yace todo el proceso evolutivo. El proceso que para Teilhard puede explicarse por “una corriente constante, perenne de complejificación interiorizante”54. Independientemente de toda interpretación científica (y todavía menos finalista) por nuestra parte, el universo como si se hallara “lastrado” de complejidad, cae por arriba sobre formas de disposición cada vez más perfeccionadas. La complejidad va a ser para Teilhard el motor impulsivo de la evolución, de alguna manera semejante al élan vital55 de Bergson. “La complejidad no podría desarrollarse en el interior de cada corpúsculo sin arrastrar, correlativamente y en rápida sucesión, un entrelazamiento de relaciones, un equilibrio delicado, y perpetuamente móvil, entre corpúsculos vecinos” 56. Debemos notar aquí que la actual teoría de aparición de los organismos eucariotes (organismos unicelulares o pluricelulares cuyas células tiene un núcleo bien definido) confirma, de alguna manera, la hipótesis teilhardiana de que una simbiosis entre organismos procariotes (unicelulares sin núcleo definido) es el origen de los organismos eucariotes. He aquí la hipótesis avanzada por Teilhard de Chardin en 1950: “por granulosa y discontinua que haya podido aparecer a sus comienzos la capa de materia vitalizada, ya desde esta fase elemental una red de afinidades y de atracciones profundas (destinadas a afirmarse cada vez más) reunía y tendía a acercar cada vez más estrechamente sobre sí misma, en una amplia simbiosis, esta multitud innumerable de partículas tan cargadas de potencia germinal”.57

53 La Ortogénesis, evolución ortogenética, evolución progresiva o autogénesis, es una hipótesis biológica según la cual la vida tiene una tendencia innata a evolucionar de un modo unilineal debido a alguna "fuerza directriz", ya sea interna o externa. La hipótesis tiene bases filosóficas de esencialismo, finalismo, y de teología, y propone una fuerza intrínseca que lentamente transforma las especies. George Gaylord Simpson en 1953 en un ataque a la ortogenesia llamó este mecanismo “la misteriosa fuerza interna” (Cfr. AGUIRRE, Emiliano. La Ortogénesis y el Problema de la Evolución Biológica. Editorial Universidad de Madrid. Madrid. 1990. Pág. 25 ) 54 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Grupo Zoológico Humano. Op cit. Pág. 36 55 Élan vital es un término introducido por el filósofo francés Henri Bergson, traduciéndose normalmente como "fuerza vital" o "impulso vital". Es una fuerza hipotética que causa la evolución y desarrollo de los organismos (PAPANICOLAOU, Andrew, C. Academia de Publicaciones Harwood. New York. 1987. Pág 343. 56 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Grupo Zoológico Humano. Op. cit. Pág. 46 57 Ibídem. Pág. 21

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Teilhard es consciente de que el término ortogénesis es muy discutido dentro de los biólogos. Teilhard va a distinguir entre ortogénesis pasiva u orto-selección y ortogénesis activa u orto-elección. Llegada la evolución al hombre, “desde el hombre y en el hombre, la evolución simple tiende gradualmente a trocarse en un auto (o self) evolución”58. En el pensamiento Teilhardiano, por tanto, no tiene sentido el puro azar. El azar ese encuentro fortuito de determinismos elementales que imita al acto intencional. La solución para Teilhard estará en el tanteo. “la técnica fundamental del tanteo, ese arma específica e invisible de toda multitud en expansión”59. El tanteo en el que se combina la ley de los grandes números y la finalidad hacia una meta pretendida; es lo que Teilhard de Chardin originalmente ha llamado azar dirigido: “llenarlo todo para ensayarlo todo. Ensayarlo todo para llenarlo todo”60. 4.5 Sobre la diversidad de los vivientes Veíamos anteriormente que la simbiosis entre los granos elementales de vida, según Teilhard de Chardin, daría explicación de las exuberantes ramificaciones del árbol de la vida tal como lo apreciamos en un corte sincrónico en la actualidad, o como la paleontología nos lo muestra por el registro fósil llegado hasta nosotros. Según Teilhard: “es imposible poner orden dentro de éste fenómeno enorme y complejo sin analizar primero los procedimientos imaginados por la vida para progresar en cada uno de sus elementos considerados de manera aislada”61. Una vez más Teilhard personifica la vida y la hace sujeto de la investigación de los movimientos elementales que llevan a la explosión de formas, a veces tan fascinantes de los organismos vivientes. Teilhard es consciente de esa hipostatización y llega a exclamar: “la vida, más real que las vidas” 62. Los movimientos elementales o procedimientos de los que la vida se vale para llegar a esa inmensa variedad serían, según Teilhard: reproducción, multiplicación, la renovación, la conjugación, la asociación y la actividad dirigida. La reproducción es el procedimiento para asegurar la permanencia de lo inestable en el caso de los vastos edificios moleculares de los que están compuestos los seres vivos. “en sí misma, la división celular parece provocada por la simple necesidad en que se encuentra la partícula viviente de hallar remedio a su fragilidad molecular y a las dificultades relacionadas con la dificultad de sus crecimiento” 63. Cuando la reproducción se hace sexuada aparece una nueva fuente de heterogeneidad: lo que en principio es sólo un azar , o un medio de supervivencia, se haya inmediatamente transformado y utilizado como un instrumento de progreso y reconquista. 58 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. Visión del pasado. Taurus, Madrid. 1958. Pág. 327 59TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 118 60 Ibídem. 61 Ibídem. Pág. 119 62 Ibídem. Pág. 127. 63 Ibídem. Pág. 121

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La autoduplicacíon indefinida de las partículas vivientes (de los ácidos nucleicos DNA y RNA, de nuestro lenguaje actual), parece, dice Teilhard de Chardin que no conoce otros límites “que la cantidad de materia ofrecida a su funcionamiento” la vida posee una fuerza de expansión tan invencible como la de un cuerpo que se dilata o se evapora”64. Nada puede detener esa fuerza expansiva. No existe nada lo suficientemente grande para apagar éste fuego constructor y devorante. A juicio de Teilhard, la renovación conduce a la “pluralización” tanto en la forma como en el número, la mutación genética es el mecanismo por el cual se produce esa “irisación” en una gama indefinida de totalidades. También Teilhard de Chardin intuyó el significado que para la variabilidad de los seres vivos y por consiguiente de la evolución tenía el hecho de la producción sexual “conjugación” como intercambio de información. “en lugar de irradiar a partir de cada centro en vía de división, los radios de Vida empezaron desde entonces a anastomosarse intercambiando y variando sus riquezas respectivas”. Finalmente la vida según Teilhard, ha conseguido el gran recurso de poder acceder a planos cada vez más complejos por el fenómeno de la actividad. De una manera más general y profunda, las renovaciones posibilitarias por cada reproducción hacen más que sustituirse; unen unas a otras su suma que es creciente en un sentido determinado. Disposiciones que se actúan u órganos que se ajustan o se superponen.

64 Ibídem. Pág. 88

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5. CIENCIA Y FE EN TEILHARD DE CHARDIN

Los pensamientos de Teilhard fueron vistos con sospechas en ambientes eclesiásticos, sobre todo por su incorporación de la ideas biológicas al pensamiento cristiano y sus ideas sobre el origen del hombre, el pecado original y el papel de Cristo en un universo evolutivo, por lo que no se permitió la publicación de su obra solo hasta después de su muerte. El mismo Teilhard era consciente de la novedad de su planteamiento y de los choques que algunos de sus aspectos tenían con la doctrina tradicional cristiana, “me impresiona mucho observar que la Iglesia carece casi por completo de un órgano de investigación (a diferencia de todo lo que vive y progresa en torno a ella). Ahora bien solamente podrá conservar la fe luminosa, para sus hijos y para los extraños, investigando con esas investigaciones que se siente que constituyen una cuestión de vida o muerte”.65 En el nuevo diálogo surgido entre ciencia y fe, el pensamiento de Teilhard ha sido poco citado, encontrándose muchos de sus libros archivados en los armarios de las bibliotecas, desconociendo todo el objetivo de su pensamiento “definir experimentalmente ese misterio humano, fijando estructuralmente e históricamente su posición actual con relación a las demás formas que, en el curso de los tiempos, adoptó en torno a nosotros la materia cósmica”66, y más si se tiene en cuenta la tendencia, en la sociedad del conocimiento, que es socializar muy rápidamente el conocimiento adquirido. Es muy poco el tipo de conocimiento que se reserva en secreto y podría decirse que sería el que representa posibilidades de incremento del poder, especialmente que busca implementarse en instrumentos. Su pensamiento se remonta hasta su niñez, el interés por las ciencias naturales comenzó a vibrar rápido en el corazón de Teilhard, esto lo atestigua las palabras recogidas en “el fenómeno humano”: “Es normal que al término de una vida de investigación científica, un sabio experimente el deseo de reunir la multiplicidad de sus observaciones y sus consideraciones en una síntesis armónica, y también el de dar forma a la visión del mundo que se fue forjando poco a poco, esta necesidad de síntesis será tanto más emotiva cuando el objeto de su estudio y reflexión esté en relación más estrecha con el desarrollo general de la ciencia o con los grandes problemas de la existencia humana”.67 5.1 La ciencia camino para entender la religión En la obra Teilhardiana hay una gran estimación por la ciencia y el papel que juega esta en el desarrollo evolutivo de la historia humana, “para hombres como vosotros destinados a asociar en una misma existencia el trabajo científico y el

65 DE CHARDIN, Teilhard. Carta al P. Fontoynont., 26 de julio de 1917. Taurus. Madrid. 1965. Pág. 5 66 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Grupo Zoológico Humano. Op. cit. Pág. 25 67TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 284

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esfuerzo cristiano es indispensable que las relaciones mutuas de los dos terrenos ciencia y religión sean de la máxima claridad”68. Se debe “creer” en el trabajo científico, que cuando se sigue con fe constituye la fuente de una única mística humano-cristiano que puede contribuir a crear una verdadera unanimidad humana. El conocimiento científico-tecnológico ya se está configurando como la matriz de una nueva sociedad que será la predominante en el tercer milenio. Su fuerza radica en el hallazgo sorprendente del conocimiento como fuente de riqueza, al cual se le han adherido en matrimonio indisoluble el capital internacional y las ansias de poder político. Las palabras ciencia y tecnología han evolucionado hacia una síntesis llamada tecnociencia, la cual da buena cuenta del conocimiento útil. El que corresponde al saber hacer, ante sus amos económico y político. Esta dinámica que involucra también a los países del tercer mundo en condiciones neocolonialistas, cobra el nombre de “sociedad del conocimiento”, también llamada sociedad del riesgo, y sugiere una urgentísima toma de conciencia bioética puesto que está afectando nuclearmente al mundo de la vida. La relación del trabajo científico con el espíritu religioso que Teilhard considera necesario, es para él una consecuencia de una visión totalitaria, en la que el cosmos se encuentra como linealidad matemática cruzada por la presencia divina donde se verifica el hecho que la investigación científica ha llegado a ser cuantitativa y cualitativamente la forma principal de la actividad humana. Hoy se observa como la actividad científica se ha convertido en la actividad primordial del hombre, tratando de mejorar las condiciones de vida humana, cumpliendo el designio divino, lo anterior lo confirma las palabras de Teilhard, en una ponencia del 20 de Agosto de 1947: “Nosotros sacerdotes Jesuitas no sólo debemos interesarnos y prestarnos, sino también creer en la investigación (realizada con fe) es el terreno mismo en el que tienen probabilidades de elaborarse la única mística humano-cristiana que pueda hacer mañana una unanimidad humana”69. La tensión entre ciencia y religión tiene que ser leído hoy con un transfondo de evolución cósmica, que permita a la ciencia convertirse en una forma de adoración divina. Teilhard considera con optimismo a las ciencias, como el verdadero motor del progreso humano. Más aún, la ciencia no sólo constituye, para él, la fuente de conocimiento y comprensión sobre el universo, sino que se abre hacia formas más profundas de comprensión de la realidad, de forma que se puede decir que ella tiene en sí misma un carácter realmente religioso. Esto sólo se puede entender desde su punto de vista, en el que se da a la ciencia un sentido más amplio que el normalmente aceptado. En efecto “al revelarnos la estructura sintética del mundo, ésta misma penetración científica de las cosas nos hace volvernos y nos lanza, por su prolongación natural, hacia el centro único de las cosas, que es Dios Nuestro Señor”70, para él la ciencia no se limita al conocimiento de la estructura y

68 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. Ciencia y Cristo. Op. cit. Pág. 232 69 TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 236 70 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 47

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funcionamiento del mundo material, sino que se extiende más allá de lo que generalmente consideramos sus límites para extenderse a todos los aspectos de la realidad en los que entran también la dimensión espiritual y trascendental. El objetivo directo y primario de las tecnociencias no es generar valores o antivalores. Su interés fundamental es lograr el conocimiento de cómo están hechos el cosmos y el hombre para intervernirlos en búsqueda de solucionar problemas prácticos y utilitarios. Este conocimiento de la materia-energía y el poder de manipularla han crecido de tal manera y es tan fascinante lo que se ha logrado y lo que se avisora para el futuro, que se ha puesto en el primer plano de la conciencia y de la ambición humana el desarrollo tecnocientífico como la panacea para resolver todas sus necesidades reales y ficticias. Es imposible querer comprender la idea de ciencia en Teilhard, si antes no se entiende ésta dentro de la evolución del hombre y a su vez la evolución del cosmos. El universo se sumerge en un proceso evolutivo, donde la evolución humana es parte fundamental de este proceso, “el hombre es una parte de la vida y es incluso la parte más característica, la más polar, la más viva de la vida, imposible, pues, apreciar convenientemente su posición en el mundo sin fijar primero el puesto que la vida ocupa en el universo; es decir, sin reconocer y decidir antes que nada lo que representa la vida en la estructura cósmica general, aun cuando para hacerlo sea preciso servirse más o menos conscientemente de los índices que nos suministra la inspección del hombre mismo”71. Por tal motivo la ciencia evoluciona porque evoluciona el hombre en un proceso de perfección. En el universo convergente hacia la perfección o Punto Omega, que en otras palabras es Dios, todo movimiento de convergencia o de perfección adquiere un sentido religioso, por este hecho, la ciencia es vista como colaboradora en el movimiento de convergencia a Dios, “para que el fracaso que nos amenaza se convierta en éxito es necesario y suficiente el prolongar nuestra ciencia hasta sus límites últimos, que reconozcamos y aceptemos como algo necesario para cerrar y equilibrar el espacio-tiempo, no sólo el hecho de alguna existencia vaga en el porvenir, sino todavía, la realidad y la irradiación, ya actuales, de éste misterioso centro de nuestros centros que he llamado Omega”72 . En el cosmos en el que todo se dirige finalmente a una convergencia a través del espíritu hacia Dios, tenemos que reconocer en la ciencia un significado de comunión trascendental. La ciencia como camino para encontrar a Dios no puede convertirse por ningún motivo en un hecho para alejarse de él, por tanto es imposible a través de Teilhard querer establecer una lucha constante entre la ciencia y la religión, su invitación es “ante todo, no temamos y no nos escandalicemos erróneamente de los resultados de la investigación científica, sea física, biológica o histórica; los análisis de la ciencia y de la historia son a menudo exactos, pero no arrebatan absolutamente nada a lo todo-poderoso divino, ni a la espiritualidad del alma, ni al carácter

71 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Grupo Zoológico Humano. Op. cit. Pág. 129 72 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. Ciencia y Cristo. Op. cit. Pág. 286

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sobrenatural del cristianismo, ni a la superioridad del hombre sobre los animales”.73 Para lograr esta relación entre ciencia y fe, introduce, el rol de Cristo en un universo convergente, donde Él es el Punto Omega, que se hace presente en el mundo, en el corazón de la materia, para llevar esta a la consumación de la evolución, pues “cuando cristo haya vaciado de sí mismo a todas las potencias creadas (rechazando lo que es factor de disociación y sobre animando todo cuanto es fuerza de unidad) consumará la unificación universal entregándose, en su cuerpo completo y adulto, con una capacidad de unión al fin completa, a los brazos de la divinidad”74. Con lo anterior se afirma que la ciencia no se opone a la fe, antes bien, ésta se convierte en una preparación para ésta. En efecto, la ciencia prepara al hombre para encontrar el profundo sentido oculto de la realidad, que para Teilhard está fundamentado en la convergencia de toda la evolución finalmente hacia Dios. Una vez que nosotros aceptamos que nuestro universo es un universo en convergencia hacia su unión con Dios, a través del sentido de un incremento continuo de la conciencia, el trabajo científico adquiere por sí mismo un sentido religioso, en éste contexto afirma: “la evolución es hija de la ciencia, pero, a fin de cuentas lo que salvará mañana en nosotros el gusto de la evolución es sin duda la fe en Cristo”75, concluyendo “la ciencia con sus análisis no debe de preocuparnos en nuestra fe. Debe, por lo contrario, ayudarnos a comprender y apreciar a Dios”. La ciencia al buscar encontrar la Verdad Última, llega en última instancia a encontrarse con la fe “porque la investigación es la forma en la que se esconde y opera más intensamente en la naturaleza y a nuestro alrededor, el poder creador de Dios a través de nuestra investigación”76. Por tal motivo es algo irracional oponer la ciencia a Cristo, o separarlos como dos realidades indiferentes la una para con la otra. La ciencia por sí sola no puede descubrir la Verdad, pero la fe puede desvelar éste misterio en la escuela de la ciencia, las palabras de Ciencia y Cristo son muy claras: “decir, por lo tanto, a un religioso que haga ciencia sin permitirle, al mismo tiempo repensar toda su visión religiosa es, darle una consigna imposible, condenarle de antemano a resultados mediocres, en una vida interior dividida”77 por otra parte “la ciencia es la hermana gemela de la humanidad, nacidas a la vez, ambas ideas crecieron conjuntamente hasta alcanzar un valor casi religioso en el curso del último siglo, ambas conocieron después las mismas desgracias, lo que no les impide, de ningún modo, apoyadas una con otra, representar, siempre y más que nunca, las fuerzas ideales

73 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op cit. Pág. 45 74 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Porvenir del Hombre. Op cit. Pág. 153 75 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op cit. Pág. 65 76 Cfr. Ibídem. Pág. 76 77 Cfr. Ibídem. Pág. 34

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sobre las que insiste nuestra imaginación cada vez que intenta materializar, bajo una forma terrestre, sus razones para crear y esperar”78. Sin ir muy lejos hoy se puede pensar que la idea de mantener separadas la ciencia y la fe es normal, donde no hay integración entre ellas, pareciendo el pensamiento de Teilhard como algo irreal y tonto. Se cree que al estar separadas se vencen todos los errores que en el pasado se dieron, y se puede hacer una historia más humana. Aunque si se acepta la autonomía de cada una, no se puede dejar que ambas se ignoren, un diálogo que enriquezca se hace necesario entre ellas, pues la fe no puede crecer, sino contemplamos los grandes descubrimientos realizados por la ciencia, “cualesquiera que sean los progresos de las ciencias en el dominio de la materia y en el arte de desencadenar las potencialidades de la vida no tenemos por qué temer que éstos progresos nos obliguen nunca lógicamente a ceder; por el contrario podemos estar seguros que sólo servirán a tender más imperiosamente en nosotros los resortes del esfuerzo moral y religioso”.79 En fin, en la inseparable vinculación hombre-universo, la ciencia fue y sigue siendo la mayor epopeya para hacer eficaz y grata su mutua convivencia. Por muchas que sean las dificultades para reafirmar la alianza entre el hombre y la naturaleza, todo punto de vista moral no podrá pedir a la ciencia otros propósitos que no sean los encaminados a salvaguardar en el futuro lo que reconoce como la esencia actual de ambos. Esto es, en la naturaleza su integridad para proteger en ella todos sus elementos y sus formas de vida: en la humanidad, la libertad, la conciencia y la sensibilidad moral que los hombres del presente debemos legar en testamento, no a los robots, sino a nuestros semejantes del porvenir. Esto no es nada nuevo, ya los teólogos medievales habían sido conscientes de la necesidad de un concreto conocimiento del mundo para la teología. Por otro lado, la ciencia no puede tampoco aislarse totalmente de la fuente de inspiración y las exigencias éticas que nacen de la religión. Aunque no puede olvidarse nunca la necesaria autonomía de la ciencia y la religión, una mutua interacción beneficiará siempre a ambas, y es muy necesaria, “por consiguiente, es inútil, es injusto oponer la ciencia y Cristo o separarles como dos dominios extraños el uno al otro. La ciencia, sola no puede descubrir a Cristo; pero Cristo colma los deseos que nacen en nuestro corazón con la enseñanza de la ciencia; el cielo que hace descender al hombre hasta las entrañas de la Materia en pleno Múltiple, para remontar desde allí al centro de la unificación espiritual, es un ciclo natural.”80 5.2 Lo espiritual de la materia Hoy es muy común encontrar posturas que reconocen la materia como realidad única del universo ajena a todo carácter divino e identificando la ciencia como el

78 Cfr. Ibídem. Pág. 270 79 Cfr Ibídem. Pág. 88 80 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Porvenir del Hombre. Op cit. Pág. 165

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único medio para desvelar éste gran misterio, “la ciencia ha decidido ignorar provisionalmente la cuestión de entrelazar de una manera coherente las dos energías del cuerpo y del alma. Sería muy cómodo obrar como ella. Por desgracia, encerradas, como lo estamos aquí, en la lógica de un sistema en el que el interior de las cosas tienen tanto o más valor que su Exterior, tropezamos de lleno con la dificultad, es imposible evitar el choque; es necesario avanzar”81. Si esto se admite, reconociendo la omnipotencia de la materia, sería válido reconocer la ciencia como único medio que el hombre tiene para buscar la verdad. Teilhard rechaza toda dicotomía entre espíritu y materia, mostrando una dimensión trascendental mística del conglomerado de átomos y moléculas, El comprende ésta realidad desde la conciencia que el hombre posee sobre ésta, en otras palabras si el ser humano es consciente, esta cualidad debe estar presente en la materia, pues la autoconciencia no puede aparecer por azar solo en el hombre como un hecho de casualidad, “capaz de regular de manera flexible en el interior de los cuerpos organizados el movimiento ciego de las moléculas, la vida parece que llega a utilizar incluso en sus combinaciones creadoras las amplias reacciones que nacen fortuitamente a través del mundo entre corrientes materiales y masas inanimadas, parece actuar tan hábilmente con las colectividades y los acontecimientos como con los átomos”82. Por tanto la conciencia aumenta en la medida que aumenta el grado de complejidad de la materia, de esta forma la conciencia aparece en grado pleno en el hombre cuyo cerebro posee el mayor grado de complejidad.

En síntesis la materia tiene un movimiento interno cuya expresión es su carácter espiritual, cuando la complejidad de ésta llega a un cierto grado, aparece la vida, con el desarrollo de la biósfera, donde la vida se direcciona hacia formas cada vez más complejas, incrementando el nivel de conciencia y por tanto el de espiritualidad, “en la célula, a la vez tan una, tan uniforme y tan complicada, es en donde reaparece, en suma, la trama del universo con todos sus caracteres, aunque elevada esta vez a un peldaño superior de complejidad y, por consiguiente, al mismo tiempo a un grado superior de interioridad, es decir, de conciencia”83 . Lo mismo que con la aparición de la vida se creó la biósfera, la aparición de la conciencia desarrollada en el hombre crea una nueva envoltura de la vida, a la que él llamó la “noosfera”. Para garantizar la continuidad del proceso evolutivo, la conciencia que está presente en plenitud en el ser humano, debe estar en una forma primitiva en los otros seres que forman la materia, “si en el árbol de la vida los mamíferos constituyen una rama maestra, la rama maestra, los primates, es decir los

81 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 312 82 Cfr. Ibídem. Pág. 54 83 Cfr. Ibídem. Pág. 106

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cerebro-manuales, son la flecha de ésta rama, y los antropoides el mismo brote en que termina ésta flecha”84. La materia se convierte en la matriz del espíritu, y el espíritu como un estado superior de la materia. La materia misma posee un dinamismo interior que la hace evolucionar hacia cotas85 cada vez más altas de su dimensión espiritual, hasta la aparición explícita de la conciencia y del espíritu en el hombre, “la evolución al reflejarse sobre sí en el hombre, no sólo se hace consciente de sí misma, al mismo tiempo y por añadidura, se hace capaz en cierta medida, de dirigirse y acelerarse a sí misma”86. No acaba en el hombre éste movimiento evolutivo de la materia hacia el espíritu, pues a través del espíritu humano la evolución de la materia continúa hasta su última realización en la convergencia, como ya se vio, en un punto común convergente, el Punto Omega. La convergencia del movimiento cósmico evolutivo es un elemento esencial en el pensamiento de Teilhard. Para él una evolución que no converja no tiene sentido. En la convergencia en el Punto Omega se realiza la perfección final de toda evolución. En el progreso de la materia hacia el espíritu, Teilhard trata de superar la dicotomía entre materia y espíritu, “lo cual equivale a decir que la complejización de la Materia, considerada en el punto al que actualmente ha llegado en el organismo humano social, es físicamente incapaz de proseguir más lejos, a menos de que intervenga el Espíritu, no sólo con su poder de combinaciones técnicas, sino por sus fuerzas voluntarias y afectivas de disposición y de tensión interna”.87 Entendiendo su pensamiento, para Teilhard, materia y espíritu no son dos realidades opuestas o distintas, sino dos dimensiones en una misma realidad, su pensamiento critica los que hacen esta separación: “la ciencia ha decidido ignorar provisionalmente la cuestión de entrelazar de una manera coherente las dos energías del cuerpo y del alma, sería muy cómodo obrar como ella. Por desgracia o por ventura encerrados como estamos aquí la lógica de un sistema en el que el Interior de las cosas tiene tanto o más valor que su Exterior, tropezamos de lleno con la dificultad, es imposible evitar el choque, es necesario avanzar”88. Esta concepción de la realidad materia –espíritu no se puede entender fuera de la idea de la existencia de una evolución en la línea hacia una dimensión espiritual, y finalmente hacia un punto común de convergencia, atraída por el super-consciente y super-espiritual Punto Omega hacia el que todo tiende.

84 Ibídem. Pág. 192 85 Nivel superior, o estado de madurez de la conciencia (Cfr. GARCÌA, Ramón. Et al. Op cit. Pág. 225) 86 Cfr. TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. La Aparición del Hombre. Op cit. , Pág. 351 87 Cfr. TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op cit. Pág. 91 88 Ibídem. Pág. 70

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El proceso científico actual constata una evolución hacia realidades más complejas, pero sin ninguna direccionalidad, por el contrario, Teilhard partiendo de la dimisión espiritual en el hombre, investiga sobre la naturaleza de la materia en cuya evolución ésta ha surgido, “el establecimiento gradual y el funcionamiento de la humanidad son realidades que podemos ver en continuidad con el desarrollo general del resto de la vida”89. 5.3 El ser humano como realidad convergente La evolución del universo es fruto del dinamismo interno que posee la naturaleza, que se desarrolla desde formas primitivas unicelulares o biósfera hasta la dimensión consciente en plenitud llamado ser humano o noosfera, en una línea de crecimiento de la complejidad y desarrollo espiritual, “precisamente porque, constituyendo una auténtica singularidad, y no una simple irregularidad en lo evolutivo, lo humano no nace de un accidente, sino del juego prolongado de las fuerzas cosmogónicas, teóricamente sus raíces deben poder ser reconocidas y seguirse hasta perderse de vista en el pasado, hacia atrás no sólo en la mutación nueropsiquica de donde salió hacia fines del Terciario, el primer animal presente en la tierra, sino como más lejos todavía, descendiendo, hasta el punto más bajo de la rama de los primates, y hasta abajo del todo en los mecanismos mediante los que no cesa, desde hace unos cuantos billones de años, de retejarse sobre sí la Tela del Universo”90. Esta mega-síntesis se realiza movida por una energía radial, siguiendo la línea del eje principal de la evolución, para construir una totalización interior del mundo en la edificación unánime de “espíritu de la tierra”. Que en otras palabras es la lucha interior que mueve a los hombres hacia la consecución de la deseada unificación humana. Dentro de éste proceso se da la personificación como una conciencia que tiene ésta sobre sí. El movimiento de convergencia tiende al Punto Omega, como imán que atrae todo lo existente a su totalidad con el que se desarrolla en la noosfera, “manifiestamente, la humanidad de hoy, en la medida misma en la que adquiere conciencia de su unidad, no sólo hacia atrás en la sangre, sino hacia delante en el progreso, siente la necesidad vital de recogerse sobre sí misma, por todas partes y más especialmente entre ramas religiosas se dibuja un movimiento de reunión; descubrir al fin algo que reúna, por encima o por debajo de lo que divide”91 El último paso de la convergencia se desarrolla en la “socialización”, es decir en un proceso que tienda a una unificación global por encima de las fuerzas que disgregan y separan. Para Teilhard la convergencia de la noosfera es un proceso irresistible aunque implica la libertad humana, tanto a nivel planetario como cósmico.

89 Ibídem. Pág. 113 90 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Porvenir del Hombre. Op. cit. Pág. 362 91 Ibídem. Pág. 230.

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Todo el proceso de convergencia, se ha movido por el amor “considerado desde el punto de vista de su plena realidad biológica, el amor, es decir, la afinidad del ser para el ser, no es especial al hombre; representa en realidad una propiedad general de la vida, y como tal adhiere, en cuanto a variedad y grados, a todas las formas realizadas sucesivamente por la materia organizada”92, como la energía de arrastre de todo el proceso de la evolución desde las primeras síntesis de la materia inanimada y que es la responsable de la evolución hacia sistemas de mayor complejidad integrando elementos en unidades cada vez más complejos. La unidad de los hombres y a través de ellos de todo el universo en Cristo constituye lo que él llama el “Cristo Total” o “Cristo Cósmico”. El proceso por el que se desarrolla el universo se identifica con aquel por el que se forma el Cristo Total, de tal manera que “hacia Cristo es hacia donde se vuelven nuestros ojos cuando, en cualquier grado de aproximación miramos hacia delante, hacia un polo superior de humanización y de personalización”93. La vida la entendemos, en primer lugar, como el hecho o el fenómeno físico (bios) que se autoregula en su propio desarrollo. La vida biológica es un proceso, un movimiento que encierra en sí mismo la dinámica de su reproducción, desarrollo y extensión. Pero la vida humana no es solamente bios, es también conciencia, interioridad. La conciencia es la autopresencia del sujeto o de la persona en dicho movimiento y la capacidad refleja no solo de sentirse afectada por él sino de imprimirle una orientación, un rumbo. El fenómeno moderno de la globalización, que tiende a borrar las diferencias entre los pueblos, imperfecto e insipiente, como es todavía, se puede ver como algo que participa de éste movimiento convergente de la noosfera y puede interpretarse como un signo, sea éste lo débil que se quiera, de la convergencia humana postulada por Teilhard. Signos semejantes se pueden descubrir en muchos fenómenos que empiezan a tomar fuerza en nuestro tiempo y que son el fundamento de la globalización, tales como el incremento en el mundo de las comunicaciones a nivel global, la rapidez en el transporte que acorta las distancias entre los pueblos, la preocupación generalizada por los problemas internacionales. La televisión, por ejemplo, acerca de las imágenes de cualquier acontecimiento por todo el mundo, proyectando una cercanía entre los distintos países y solicitando movimientos de solidaridad a nivel global. Estos signos han llevado a designar a nuestro mundo actual como la “aldea global”, sin estar muy lejos de las palabras de Teilhard: “biológicamente hablando, el grupo zoológico humano se desarrollará sobre una superficie cerrada, puesto que la población del mundo llegada casi a su saturación en los continentes, lejos de detenerse no hace sino tender a multiplicarse a más y mejor, se comporta éste grupo humano como si creciera sobre una tierra en vías de continuo estrechamiento: lo cual tiene por efecto el someterle a una cerrazón cada vez más

92 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op cit. Pág. 267 93 Cfr. TEILHAR DE CHARDIN, Pierre. El Porvenir del Hombre. Op cit. Pág. 191

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estrecha sobre sí mismo”94. Sin embargo, no debemos ignorar que los tiempos modernos son también testigos de numerosos movimientos divergentes, tales como el creciente desequilibrio entre países ricos y pobres, los nacionalismos extremistas, los fundamentalismos religiosos, la violencia, las guerras y los terrorismos. Se tiene que sopesar los indicios presentes, tanto positivos como negativos, para valorar cuáles son los signos más fuertes aunque hay que reconocer que todavía se está muy lejos para apreciar señales claras de una verdadera convergencia humana. Esta lejanía no debe hacernos perder la esperanza de que los procesos de convergencia acabarán por imponerse. A pesar de todo, éstos signos negativos no enfriaron su optimismo y fue capaz de ver con esperanza el advenimiento de la unidad futura. Hoy necesitamos algo de su optimismo para ser capaces de ver, a través de los muchos signos oscuros, la luz al final del túnel, que brilla como una esperanza para el futuro de la humanidad con el fin de cumplir su designio: “Sólo se convierte a aquello a que se ama: si el cristiano no siente una plena simpatía con el mundo que nace, sino experimenta en su interior las apariciones y las ansiedades del mundo moderno, sino deja que crezca en su ser el sentido humano, no podrá realizar nunca la síntesis liberadora entre la tierra y el cielo, síntesis de la que puede salir la Parusía de Cristo Universal. Y se guiará asustándose y condenando casi indiferencialmente toda novedad, sin discernir, entre los males y las manchas, los esfuerzos sagrados de un nacimiento”95.

94 Ibídem. Pág 368 95 Ibídem. Pág. 152

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6. EL PENSAMIENTO TEILHARDIANO COMO PENSAMIENTO BIOETICO

El crecimiento excesivo y con carácter progresivo del hombre, es debido, en lo biológico a la evolución del sistema nervioso encefaloraquídeo, que lo posibilitó para acceder al proceso de hominización de algunas líneas de primates africanos que llegaron a convertirse en Homo sapiens, con el respectivo mejoramiento de la memoria biológica, al perfeccionarse la memoria cultural que ha llevado al proceso de humanización, se abre el espacio ilimitado del Homo sapiens sapiens, quien le corresponde el desarrollo dinámico del conocimiento como principal fuente de supervivencia y de moralidad96, “el sentido de la vida y lo que, a través de la existencia hemos hecho y estamos haciendo de nosotros mismos, y no solo cada uno de sí, sino también de los otros, porque somos corresponsales del ser moral, y el destino de los demás: he aquí el tema verdadero, unitario, y total de la ética”97. “La verdad originaria del amor de Dios, que se nos ha dado gratuitamente, es lo que abre nuestra vida al don y hace posible esperar en un “desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres”, en el tránsito “de condiciones menos humanas a condiciones más humanas”, que se obtiene venciendo las dificultades que inevitablemente se encuentran a lo largo del camino”98.

“La criatura humana, en cuanto de naturaleza espiritual, se realiza en las relaciones interpersonales. Cuanto más las vive de manera auténtica, tanto más madura también en la propia identidad personal. El hombre se valoriza no aislándose sino poniéndose en relación con los otros y con Dios. Por tanto, la importancia de dichas relaciones es fundamental. Esto vale también para los pueblos. Consiguientemente, resulta muy útil para su desarrollo una visión metafísica de la relación entre las personas”99.

La memoria cultural es una maravillosa ganancia evolutiva que nos aporta innumerables ventajas comparativas sobre el resto de los seres vivientes con los cuales compartimos en íntima comunión nuestra casa terrenal100. “Desde un punto de vista neurobiológico, la especie humana está equipada con la capacidad acumulada para desarrollar una diversidad de hábitos mentales; esta capacidad se ha ido formando a través de la repetición, dando lugar, al hábito de imaginar, al hábito de crear con fantasía narraciones, al hábito de volver a contar esas narraciones y al hábito de seguir el hilo discursivo de la lógica”101. La fuerza del proceso de humanización no es otra cosa que una permanente ascesis individual

96 DELVAN, Juan. El Desarrollo Humano. Siglo XXI España. Madrid. 2008. Pág. 3-22. 97 Cfr. ARANGUEREN, José Luis. Ética. Revista de occidente. 6 ed. Madrid. 1976. 98 Cfr. BENEDICTO XVI [Documento de internet]. Roma 29 de junio de 2009. [Referencia 05 de septiembre de 2009]. Introducción, numeral 8. Disponible en World Wide Web http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-vi_enc_20090629_caritas-in-veritate_sp.html 99 Ibídem. numeral 53 100 COLE, Michael. Psicología Cultural: Una disciplina del pasado y del Futuro. Morata. Madrid. 2003. Pág. 11 101 Cfr. PARIS, C. El animal cultural. Crítica. Madrid. 1995.

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y colectiva de perfectibilidad, de ser más y mejor ser humano, en búsqueda incesante de la verdad sobre el hombre y el mundo, como acumulación de experiencias reflexivas que generan el acervo histórico de saberes enseñables de generación en generación. “El desarrollo humano integral en el plano natural, al ser respuesta a una vocación de Dios creador, requiere su autentificación en “un humanismo trascendental, que da al hombre su mayor plenitud; ésta es la finalidad suprema del desarrollo personal”. Por tanto, la vocación cristiana a dicho desarrollo abarca tanto el plano natural como el sobrenatural; éste es el motivo por el que, “cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el “bien”, empieza a disiparse”.102 La dialéctica fundamental que se le presenta al hombre contemporáneo de las sociedades altamente desarrolladas y de aquellas que siguen sus pasos, es saber cuál es el límite ético entre lo natural y lo intervenible por la inteligencia humana para descubrir, transformar, inventar y crear. Con lo anterior surgen preguntas, ¿cómo clarificar epistemológica y éticamente todas estas cuestiones que la experimentación científica está haciendo con la vida humana y con la masa biótica microbiana, animal y vegetal?, ¿se pone en riesgo la vida y se niega la intervención divina con el pretexto de mejorarla y conservarla?, ¿en qué forma la biotecnología dirige la historia, y hacia dónde, con todos los cambios que su impacto ejerce en la jerarquía de valores de los sistemas familiares, sociales, económicos, religiosos, etc.?, ¿están las decisiones eugenésicas mediadas por un discernimiento ético que universalice el bien deseado por las presentes y futuras generaciones, en solidaria comunión con la biósfera?, ¿Qué ha quedado mal hecho por la evolución biológica-cultural103, que tanto nos disguste para que tengamos que empeñar todas nuestras fuerzas intelectuales y morales en corregir y cambiarles de rumbo histórico? ¿Es ético o no manipular la naturaleza, en lo que es más sagrado, la vida, que es la máxima expresión de la evolución exitosa de la materia-energía?, ”la nueva tecnología reproductiva no me plantea solamente el dilema superficial sobre si debo usarla o no, sino el problema de fondo: además de nuevos datos, se me da una nueva manera de mirarlos, que me obliga a cambiar paradigmas en antropología, el problema está en que el conocimiento no es un mero saber, sino un poder que , bajo la cobertura de ciencia, corre el peligro de ser usado impunemente; en éste contexto se perfila un aspecto de la bioética como ética de las ciencias, sobre todo biológicas: una crítica y evaluación de sus consecuencias; una llamada a no olvidar las cuestiones antropológicas de fondo”104, el problema se sitúa en la legitimidad ética de la ciencia y de la tecnología para intervenir el fenómeno de lo viviente y modificarlo, no sólo en el nivel controlado de laboratorio sino también en los espacios de interacción ecológica y descendencia reproductiva, a los cuáles el mismo ser humano se articula entrañablemente de

102 BENEDICTO XVI . Op cit. numeral 18 103 SANCHEZ GONZALEZ, Miguel. Historia, Teoría y Método de la Medicina: introducción al pensamiento médico. Masson. Barcelona. 2002. Pág. 10 104 KIEFFER, G. Bioética. Madrid, Alhambra. 1983. Pág. 183

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manera diacrónica y sincrónica. Con los maravillosos avances de la biotecnología que nos llenan de esperanza y de temores, ya no podemos separar la ciencia de la tecnología para responsabilizar a la una o a la otra de lo bueno o lo malo de sus acciones. El Homo sapiens, como especie altamente evolucionada en su sistema nervioso central, ha tomado muy en serio acelerar el proceso del ser Homo Erectus y Homo faber, productor y a la vez producto de la cultura, en la cual se inserta la tecnociencia105.

“Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral. Los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad”106. La sociedad al ser un conjunto totalitario exige un respeto de las esferas individuales de la vida, para poder trascender al respeto de toda la creación, en la cual se inserta el hombre como sujeto poseedor de derechos y de igual forma artífice en la operación de deberes frente a los otros y al medio ambiente.

Este hombre ya no quiere definitivamente seguir con su rostro y con su cuerpo pegado al terruño, como lo fuese en su etapa de primate y se esfuerza por elevarse en vuelos espaciales hasta los confines del universo, sin dejar de introducir sus dedos curiosos en la intimidad del microcosmos, es un avaro insaciable en la búsqueda de la verdad científica, es Homo faber, para lo cual inventa la tecnología más sofisticada. Con su tecnociencia, el hombre moderno, sapiens, faber, erectus emula al Dios artesano de la creación, como bellamente lo dibuja el sagrado libro del génesis, pero, con la diferencia radical que Dios, sí veía en su sabiduría que todo le iba quedando bien y se complacía profundamente en hacer la tarea para llegar a descansar muy orgulloso de su creación en el séptimo día, “la ciencia y la tecnología como quehaceres humanos se desacralizan, dejan de poseer un valor en sí mismas, encuentran su sentido en la persona humana”.107 “El problema del desarrollo en la actualidad está estrechamente unido al progreso tecnológico y a sus aplicaciones deslumbrantes en campo biológico. La técnica conviene subrayarlo es un hecho profundamente humano, vinculado a la

105 CELY GALINDO, Gilberto. Et al. Temas de Bioética Ambiental. Ceja. Bogotá. 1995. Pág. 253 106 BENEDICTO XVI . Op cit. numeral 51 107 CELY GALINDO, Gilberto. La bioética en la sociedad del conocimiento. 3 R editores. Bogotá. 1999. Pág. 8

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autonomía y libertad del hombre108. En la técnica se manifiesta y confirma el dominio del espíritu sobre la materia. “Siendo éste el espíritu “menos esclavo de las cosas, puede más fácilmente elevarse a la adoración y a la contemplación del Creador”. La técnica permite dominar la materia, reducir los riesgos, ahorrar esfuerzos, mejorar las condiciones de vida. Responde a la misma vocación del trabajo humano: en la técnica, vista como una obra del propio talento, el hombre se reconoce a sí mismo y realiza su propia humanidad. La técnica es el aspecto objetivo del actuar humano, cuyo origen y razón de ser está en el elemento subjetivo: el hombre que trabaja. Por eso, la técnica nunca es sólo técnica. Manifiesta quién es el hombre y cuáles son sus aspiraciones de desarrollo, expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales. La técnica, por lo tanto, se inserta en el mandato de cultivar y custodiar la tierra (cf. Gn 2,15), que Dios ha confiado al hombre, y se orienta a reforzar esa alianza entre ser humano y medio ambiente que debe reflejar el amor creador de Dios”109. Parece que cuanto más avanzamos en las conquistas tecnocientíficas, más perdemos la sabiduría que nos da paz interior y dicha de vivir, cuanto más desciframos el misterio de la vida con la bioquímica y la biología molecular y nos proponemos mejorarla con la bioingeniería, más perdemos el sentido de la vida, porque carecemos de una conciencia teleológica que avizore responsablemente las consecuencias de nuestros actos110. La verdadera biotecnología llegará cuando se pueda producir las características que ha de tener un elemento para que pueda ejercer una función de producción y se sintetice el gen capaz de definirlo o la molécula capaz de ejercitarla. En éste sentido la síntesis de genes artificiales, necesarios para codificar la información genética de una proteína definida a priori, de péptidos con actividad antibiótica y oligonucleótidos antisentido con actividad farmacológica, puede representar el primer paso. La manipulación que la biotecnología hace de la materia viva tiene tres niveles fundamentales111:

• Aislamiento de células vivas de procedencia vegetal, animal y humana. • Obtención de productos metabólicos de las células aisladas. La ingeniería

genética ha venido en ayuda para especificar y sintetizar dichos productos metabólicos.

• Reacciones bioquímicas de dichas células, especialmente de tipo enzimático, con procedimientos muy eficientes que llevan a la producción bioquímica a escala industrial.

Gracias a la biotecnología, abrigamos la esperanza de resolver la carencia de alimentos para más de 6000 millones de bocas humanas que pueblan la tierra112.

108 CELY GALINDO, Gilberto. Et al. Temas de Bioética Ambiental. Op cit. Pág. 253 109 BENEDICTO XVI . Op cit. Numeral 69 110 ORTÍZ, Andrés. Diccionario de Existencia: Asuntos relevantes de la vida humana. Anthropos. México. 2006. Pág. 114. 111 CELY GALINDO, Gilberto. Et al. Temas de Bioética Ambiental. Op cit. Pág. 255

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Mejoramos las especies vegetales y animales, y además tenemos la audacia de crear especies transgénicas e introducirlas a los ecosistemas sin miramientos bioéticos sobre los riesgos de su impacto ambiental y humano, sin pactar reglas claras de cumplimiento internacional sobre biodiversidad y bioseguridad. Resolvemos problemas de hábitat artificial, transformando microorganismos como también sustancias orgánicas e inorgánicas para producir industrialmente lo que el hombre necesita en su proceso de adaptar el mundo a su bienestar. Con la ingeniería genética, inspirada en el desarrollo de la bioquímica y de la biología molecular, se están elaborando vacunas sintéticas y de ADN recombinante, para prevenir las epidemias originadas por agentes infectocontagiosos. Obtenemos mayor longevidad y mejor salud con los antibióticos y la farmacopea que implica cuantiosas inversiones en investigaciones tanto en el sistema alopático como en el homeopático y en las medicinas alternativas. Y cuando logremos conocer la totalidad del mapa genético humano estaremos a las puertas de corregir enfermedades genéticas como también de atender a las expectativas de la eugenesia en términos de un control y de un mejoramiento de la especie humana, como también de creación de quimeras113. La biotecnología ha logrado, por manipulación genética, utilizar células cultivadas como reactores biológicos para la producción de anticuerpos monoclonales, insulina para los diabéticos, hormona del crecimiento, interferones, interleukinas, drogas molecularmente diseñadas114. La biotecnología ambiental abarca muchos temas. Algunos son: protección, restauración y mejoramiento de la biodiversidad de un ecosistema, detectores ambientales para descontaminar haciendo uso de microorganismos con características filogenéticas del ARN y secuenciamiento por hibridación del genoma, categorías de calidad de lo abiótico natural, frente a perturbaciones causadas por la actividad de fenómenos aleatorios tanto naturales como humanos; bioquímica y biología molecular de la biodegradación; genética y bioquímica de microorganismos resistentes a metales pesados; bioremediación como protección a los daños causados a la microflora y microfauna utilizando exopolisacáridos, de la misma manera que microorganismos o sus enzimas para biodegradar contaminantes; estrategias de control a las células manipuladas genéticamente, a los organismos transgénicos y los posibles problemas ambientales; caracterización de bacterias que producen biosurfactantes; control biológico y desarrollo sustentable; biofertilizantes, bioinsecticidas y bioherbicidas; bancos de germoplasma para recuperar áreas desérticas115. Desde el punto de vista bioético se hace un gran énfasis en la necesidad de utilizar rigurosamente los sistemas de estimación de riesgos en el manejo de 112 HOBBELINK, Henk. La Biotecnología y el Futuro de la Agricultura Mundial. E. Nordan. Montevideo. 1992. Pág. 91 113 Ibídem. Pág. 93-102 114 CELY GALINDO, Gilberto. Et al. Temas de Bioética Ambiental. Op cit. Pág. 256-259 115 MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Vicente. Biotecnología Aplicada a la Medicina. Ediciones Díaz de Santos. Madrid. 2003. Pág. 10-102.

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procesos, productos y desechos radioactivos, químicos y biotecnológicos y de evitar la liberación en los ecosistemas de microorganismos, plantas y animales manipulados genéticamente. Es una urgencia ética advertir y controlar el saqueo inescrupuloso de la biodiversidad que los países ricos hacen a los países pobres. Los grandes bancos de germoplasma se nutren de nuestras semillas que hurtan silenciosamente y que con gran habilidad modifican con procedimientos de ingeniería genética para patentarlas y luego venderlas como novedad biotecnológica.

Hoy, las cuestiones relacionadas con el cuidado y salvaguardia del ambiente han de tener debidamente en cuenta los problemas energéticos. “En efecto, el acaparamiento por parte de algunos estados, grupos de poder y empresas de recursos energéticos no renovables, es un grave obstáculo para el desarrollo de los países pobres. Éstos no tienen medios económicos ni para acceder a las fuentes energéticas no renovables ya existentes ni para financiar la búsqueda de fuentes nuevas y alternativas. La acumulación de recursos naturales, que en muchos casos se encuentran precisamente en países pobres, causa explotación y conflictos frecuentes entre las naciones y en su interior. Dichos conflictos se producen con frecuencia precisamente en el territorio de esos países, con graves consecuencias de muertes, destrucción y mayor degradación aún. La comunidad internacional tiene el deber imprescindible de encontrar los modos institucionales para ordenar el aprovechamiento de los recursos no renovables, con la participación también de los países pobres, y planificar así conjuntamente el futuro”116.

América latina debe estar muy atenta en la prevención, control y evaluación de los riesgos químicos, biológicos sobre la población humana y el ecosistema, inherentes al desarrollo biotecnológico. No se puede permitir que los países se conviertan en basureros de las sustancias tóxicas y de los desechos radioactivos de las naciones industrializadas. “El medio ambiente es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad; Cuando se considera la naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido de la responsabilidad en las conciencias; El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios, que el hombre puede utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas necesidades —materiales e inmateriales— respetando el equilibrio inherente a la creación misma. Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella. Ambas posturas no son conformes con la visión cristiana de la naturaleza, fruto de la creación de Dios”117. Para llegar a tener capacidad de evaluación y estimación de riesgos es necesario contar con personal científico altamente calificado, contar con

116 BENEDICTO XVI. Op cit. Numeral 49 117 Ibídem. Numeral 48

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la infraestructura para hacerlo y vigilar con lupa ética los objetivos, las metas y los procesos.

“La acción humana sobre el mundo es simultáneamente una acción sobre el mismo ser humano. La sobrevivencia es posible si se actúa en esa doble dimensión y la pregunta ética por la acción humana es la clave del éxito en la sobrevivencia tanto del ser humano como del mundo. El hombre basa su cultura, su estrategia de supervivencia, en la diversidad de opciones de articulación a los ecosistemas y en su transformación. La especie humana representada en diversas poblaciones es en esencia construcción de culturas, propias de cada situación, de cada pueblo o población humana. La diversidad humana ha sido y es muy grande, relacionándose la diversidad cultural con la diversidad biológica, éste es su potencial y su patrimonio en el camino de la supervivencia”. 118

6.1 Biotecnología de la ingeniería genética humana La gran preocupación de Mendel fue descubrir las leyes de la herencia y la hibridación de genes en vegetales. Dio origen a la genética, llevada con un tipo de observación más intuitiva y empírica que profunda, por la carencia de elementos finos y por el poco desarrollo de la bioquímica de entonces. Sus hallazgos siguen teniendo valor y admiración de la comunidad científica. A partir del año 1944, se abre una nueva era que se puede llamar de la genética moderna, con los estudios de Watson y Crick en sus observaciones del ADN, desde entonces, y muy especialmente desde 1975, se ha desarrollado una revolución permanente en los procedimientos en el ámbito molecular. La genética viene siendo los resultados de los avances científicos en bioquímica y biología molecular, hasta el punto que los tres saberes mencionados son uno mismo pero desbordan a cualquiera que tenga la pretensión de ser experto y decir la última palabra, de igual manera se han disparado las aplicaciones tecnológicas de lo molecular en todos los espacios de la industria de bienes y servicios que utilizan material biológico119. Desde los años 50 del siglo pasado, nos ubicamos en un acelerado desarrollo científico y tecnológico, orientando la especificidad del diagnóstico al hallazgo e identificación de marcadores genéticos, que exigen día a día la adecuación de innovadores procedimientos. Con el advenimiento de la tecnología de recombinación de ADN se ha logrado la clonación funcional y posicional, ubicando el gen y su función en el mapa genético, permitiendo así identificar los genes asociados con patologías humanas, animales y vegetales, avanzamos en el diagnóstico de portadores asintomáticos de enfermedades genéticas y de sus terapias120.

118 GONZALEZ, Francisco. Ecología y sociedad. En: Universitas humanísticas. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana. N, 45, enero-junio, 1997, pág. 34-35 119 JIMENEZ SÁNCHEZ, Alfonso. Genética. Reverté. Barcelona. 1986. Pág. 262 120 LEWIN, Benjamín. Génes. Reverté. Barcelona. 1996. Pág. 63

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Por hacer mención a los avances en el tema, remontemos a la Tuberculosis como causa infecciosa de mortalidad en el mundo, que surge hoy como una amenaza con un gran numero de cepas de Mycobacterium tuberculosis multiresistente a los antibióticos, que ha evolucionado tanto o más rápido que las drogas con las cuáles pueden ser combatidas. Como la resistencia mencionada es una consecuencia previsible de la variación genética, la probabilidad de que aparezcan cambios en el genoma bacteriano es muy alta y cada momento ocurren estas mutaciones en las bacterias121. Las alteraciones genéticas se pueden dar por simples mutaciones del ADN o por adquisición de ADN foráneo a través de: transducción, conjugación y transformación. Es así como la resistencia ocurre por aparición de una nueva información genética de un clono bacteriano único y comienza a expandirse y a comunicar la información a células de la misma especie o inclusive a especies diferentes. Gracias a los nuevos procedimientos tecnológicos a escala molecular, se ha logrado identificar el gen cuya alteración es causa de la resistencia a la isoniacida o rimfampicina. Estos mecanismos de resistencia se agregan a la lista de los artificios de los que se valen los microorganismos para perpetuar su nociva tarea y a su vez desencadenar nuevas expectativas para impedir los fenómenos agresivos en variadas patologías clínicas122. Empleando tecnología recombinante se ha logrado cantidades apreciables de proteínas antigénicas de diferentes microorganismos, que son utilizadas en el amplio campo de pruebas diagnósticas y en la elaboración de productos biológicos para la prevención de enfermedades, como sustancias vacunantes. El hecho de hoy poder aislar, clonar y lograr la expresión de un gen codificador de una proteína nos ha llevado a un notable desarrollo que promete mayor especificidad y sensibilidad en el diagnóstico clínico y la prevención de patologías que hasta el momento no contaban con el recurso o sistemas adecuados. Cada célula es portadora de los cromosomas característicos de su especie, donde radica la especificidad de la herencia. Un cromosoma cualquiera, de los 23 pares que configuran la especie humana, contiene millones de moléculas, llamadas nucleótidos, organizados funcionalmente en unidades que constituyen el gen. Se ha calculado que nuestro código genético está formado por 3*109 pares de letras agrupadas en unos 100 mil genes. Y cada gen tiene la tarea especializada de hacer la síntesis de una proteína. Al conjunto de genes se le ha llamado ADN, letras que representan el ácido desoxirribonucleico. Y se llama genoma a todo el ADN encerrado en una célula123.

121 PIEDROLA ANGULO, Gonzalo. Microbiología y Parasitología Médica. Masson. Barcelona. 1999. Pág 511. 122 CELY GALINDO, Gilberto. Et al. Temas de Bioética Ambiental. Op cit. Pág. 284 123 DELVAN, Juan. Op cit. Pág. 86

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La ingeniería genética se ha dedicado a descifrar el genoma humano, haciendo un esfuerzo científico titánico de hacer un mapa de toda su estructura, con el fin de dilucidar el misterio de la estructura y función de los genes. En el Proyecto Genoma Humano (PGH) se viene invirtiendo un promedio de 300 millones de dólares al año. La envergadura de los estudios del ADN humano abarca dos grandes ambiciones: el análisis molecular y la utilización de los genes humanos. Con respecto al análisis molecular se busca la obtención de marcadores genéticos, la construcción de genotecas, la secuenciación y función de los genes, la tipificación del ADN como las huellas dactilares del individuo y el uso en el diagnóstico molecular pre y post natal, al igual que la localización de genes causantes de enfermedades. En cuanto a la utilización de genes humanos se quiere con ellos atender a la terapia génica, a la clonación de ADN humano utilizando genotecas construidas con fagos, cósmicos y YACs124; y llevar genes humanos a otras especies, lo cual amerita un debate ético caso por caso. La aplicación de la terapia génica tiene todavía problemas técnicos y de procedimiento por resolver, especialmente a nivel de mecanismos de introducción del gen a la célula para asegurar su funcionalidad, por lo cual es necesario inocular muchas copias del segmento genético, hecho que puede generar problemas para la regulación de su expresión. Si el material genético inoculado no se incorpora al material genético celular, o no tiene sus propios mecanismos de distribución y replicación, pronto se pierde y es finalmente degradado por los sistemas de vigilancia celular. Para algunos tejidos y órganos es más factible realizar la implantación de células a las cuáles se les ha transfectado en formas de cromosomas artificiales o mediante liposomas u otros tipos de vectores del gene normal que ha de suplir funcionalmente al gene deficiente del genoma celular del individuo. Estos procedimientos han tenido un éxito moderado en experiencias con animales, pero los resultados positivos logrados hasta el momento en terapias génicas en humanos son todavía bastantes modestos. Desde el punto de vista ético hay que explicitar la diferencia entre terapia génica en células somáticas y en células germinales, habiendo cierta licitud para el primer caso y una negación rotunda para el segundo caso por las insospechables repercusiones en la descendencia. Quedan aún dificultades por superar, por lo cual aplicar éstas técnicas en pacientes resulta prematuro y demasiado costoso en comparación con las posibilidades de éxito, especialmente si existen otros métodos más estandarizados y probados, aunque sean menos definitivos125.

124 El cromosoma artificial de levaduras o YAC (Yeast artificial chromosome) forma parte de los vectores de clonación de alta capacidad siendo, de hecho, el de mayor capacidad (200 kb - 3.000 kb). Fueron descritos por primera vez en 1983 por Murray y Szostack. Es un vector que pretende imitar las características de un cromosoma normal de una levadura (eucariota), portando un centrómetro y telómeros terminales. Esto permite clonar en levaduras (microorganismos eucariotas) secuencias de ADN de hasta un millón de pares de bases o más, al comportarse como un cromosoma propio de la levadura (Cfr. SALVADOR PERAL, Joaquín. Genética en Medicina. Masson Doyman. México. 2005. Pág. 41). 125 CAREY, Jorde. Genética Médica. Mosby. Madrid. 2005. Pág. 182

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Los genetistas han tenido la osadía ética y mercantilista de querer patentar sus hallazgos en el ADN, a medida que van logrando mapear el genoma, quedando perplejos ante éste nuevo colonialismo contemporáneo, en el cual la tecnociencia se asocia con el neoliberalismo capitalista para delinquir. Es un absurdo pretender apropiarse del patrimonio genético del ser humano y obtener lenguas ganancias económicas y poder científico-político, “el ejercicio de la medicina, la actividad de curador o sanador, ha merecido, así lo enseñan los testimonios históricos la reflexión de quienes acuden a ella en busca de beneficios, con la expectativa de que en quien depositan la responsabilidad de ese cuidado sea idóneo moral y académicamente , y los estados han velado con sus leyes por la seguridad del paciente”126. “La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social”.127 Cuando modificamos los genotipos humanos con un supuesto interés de mejoramiento se hace eugenesia. Y cuando con la misma intencionalidad modificamos el ambiente de acuerdo con las predisposiciones genéticas hacemos eufenesia. Una y otra requieren de juicio ético, puesto que ambas son producto de la manipulación humana de la naturaleza, que intervenimos sin previos miramientos a los efectos que ellas podrían ocasionar al tejido de la vida, el cual todo lo entrelaza, sincrónica y diacrónicamente, con dinamismo de interacción y reciprocidad en complejidad creciente. La naturaleza no está habituada a introducir cambios exabruptos en sus articulaciones evolutivas, sino que su lógica funciona con larguísimos lapsos de tiempo y de espacio, en entramados vitales complejos de competencia, cooperación y adaptación. La naturaleza tiende a considerar como error la introducción imprevista e intempestiva de una novedad en el fenómeno de lo viviente y no calla su voz de protesta, pues se las arregla para pasar su factura de cobro ya sea al agente del error, o al entorno en el cual se inserta, o a sus descendientes128. Hay muchos procedimientos de investigación que son fuertemente cuestionados por implicar técnicas antinaturales o que afectan la integridad. La ectogénesis o desarrollo por fuera del útero de la madre es antinatural y no ha logrado éxito significativo, menos aun cuando se han hecho intentos de desarrollar embriones humanos en el vientre de un hombre y de otras especies. Los abusos en la tecnología genética pueden llegar a lograr la clonación en serie de sujetos humanos, implantación de embriones animales en la especie humana, la obtención de hijos de personas del mismo sexo mediante donación de gametos, fertilización in vitro e implantación de embriones en úteros acondicionados,

126 CORDOBA PALACIO, Ramón. De la Manipulación Genética en el Nuevo Código Penal Colombiano. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. 2005. Pág. 20 127 BENEDICTO XVI . Op cit. Numeral 28 128 LACADENA, Juan Ramón. El Genoma Humano. Universidad Complutense. Madrid. 2002. Pág. 66

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selección de sexos con fines terapéuticos, sociales o políticos, fusión de embriones para producción de quimeras, fusión de gametos humanos y de otras especies, creación artificial de gemelos por fragmentación de embriones, traslado de embriones de vientre a vientre, producción de embriones para material de trasplantes, y un larguísimo etcétera de despropósitos científicos a los cuáles reacciona la bioética con todas sus energías para defender la dignidad humana y preservarle sus territorios de moralidad129. El ser humano no es un átomo perdido en un universo casual, sino una criatura de Dios, a quien Él ha querido dar un alma inmortal y al que ha amado desde siempre. “Si el hombre fuera fruto sólo del azar o la necesidad, o si tuviera que reducir sus aspiraciones al horizonte angosto de las situaciones en que vive, si todo fuera únicamente historia y cultura, y el hombre no tuviera una naturaleza destinada a transcenderse en una vida sobrenatural, podría hablarse de incremento o de evolución, pero no de desarrollo. Cuando el Estado promueve, enseña, o incluso impone formas de ateísmo práctico, priva a sus ciudadanos de la fuerza moral y espiritual indispensable para comprometerse en el desarrollo humano integral y les impide avanzar con renovado dinamismo en su compromiso en favor de una que países económicamente desarrollados o emergentes exporten a los países pobres, en el contexto de sus relaciones culturales, comerciales y políticas, esta visión restringida de la persona y su destino”.130 La bioética dispara sus alarmas ante las insospechables utilizaciones de la ingeniería genética y la experimentación humana que se está llevando a cabo en el silencio cómplice de los laboratorios, encubiertos por las rivalidades de los grupos de científicos y sus patrocinadores económicos. Cosas de éste estilo suceden entre los laboratorios multinacionales que se disputan la fabricación de vacunas y medicamentos importantes que generan, además de aureola científica y mucha rentabilidad, posicionamiento de poder. El mundo entero quedó sorprendido a finales del año 1993, con la clonación realizada de un embrión humano, por la técnica de división embrionaria, en la Universidad de George Washington, por los científicos Stillman y Hall. Esta información que se había mantenido callada hasta entonces, apareció como reacción de celos científicos, cuando en marzo de 1997 el Dr. Ian Wilmut dio a conocer el nacimiento de la oveja Dolly, realizado por clonación celular en el Instituto Roslin de Escocia, acontecimiento de incalculable valor científico y que se suma a las técnicas de procreación humana asistida. Se abre, el gran debate internacional sobre los aspectos científicos y éticos de la posible clonación de seres humanos131. El vaticano ha sido muy explícito en solicitar a todas las naciones una ley que prohíba la clonación humana. Su solicitud es coherente con documentos tan importantes del magisterio como el Catecismo, la Declaración Dunum vitae, la Encíclica Evangelium vitae, y los discursos de su Santidad Juan Pablo II en contra

129 KLOTZKO, Arlene. ¿Quires Clonarte? Ciencia y Ética de la Clonación Humana. Universidad de Valencia. Valencia, España. 2006. Pág. 33-93. 130 Ibídem. Numeral 29 131 KLOTZKO, Arlene. Op cit. Pág. 49-56.

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de la ingeniería genética aplicada a la procreación humana asistida y a prácticas eugenésicas. El Vaticano se opone a obtener un ser humano sin conexión alguna con la sexualidad mediante fisión gemelar, clonación, partenogénesis y ello porque contradice la dignidad tanto de la procreación humana como de la unión conyugal132. La reproducción humana asistida viene utilizando la ingeniería genética para ayudar a parejas que desean tener hijos y diversas dificultades fisiológicas o bioquímicas se lo impiden. Las técnicas de laboratorio han incurrido en manipulaciones invasivas que ponen en apuros éticos a los científicos y a las personas que dan su consentimiento para ello. ¿cuántos embriones humanos han sido víctimas de las violencias de los científicos en aras de la búsqueda de una mayor calidad de vida? Y ¿cuántas mujeres han tenido que sufrir antiéticas intervenciones so pretexto de engendrar contra toda esperanza?133 Los seres humanos somos todos genéticamente diferentes, porque la evolución se ocupa justamente de hacer posible la diversidad y el reservorio de diversidad posibilita la evolución. La diversidad genética es garantía de supervivencia de los individuos y de las especies y toda pérdida de diversidad tanto biológica como cultural constituye una insoslayable amenaza al misterio de la vida. Se puede inferir, la afirmación bioética de que es un imperativo moral proteger la biodiversidad y al azar que le es propio puesto que ésta es fuente primaria de moralidad, en cuanto conlleva la radical apelación a la lógica de la vida que nos precede y nos obliga de manera religante y que constituye el valor fundante de cuanto podamos decir y hacer con nuestra propia vida y con la de los demás seres viviente134. A la vida, como misterio y sacralidad, como faro iluminador de nuestro ser en el mundo, se debe siempre volver la mirada, puesto que ella es el valor óntico primario al cual se remite los otros valores morales, es el manantial real de todas las otras realidades. Y la vida se nos da como un don magnánimo en la pluralidad de sus manifestaciones biológicas y culturales. En consecuencia, un mundo de individuos iguales, en los cuales la supuesta clonación reduciría a cero o casi cero el azar y la necesidad inherentes a la evolución biológica en los saltos cualitativos que dan origen a la biodiversidad. 6.2 Algunas inferencias bioéticas desde el teilhardianismo

“En la actualidad, la bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral. Éste es un ámbito muy delicado y decisivo, donde se plantea con toda su fuerza dramática la cuestión fundamental: si el hombre es un producto de sí mismo o si depende de Dios. Los

132 Ibídem. Pág. 25-33. 133 Ibídem. Pág. 156-169 134 RUSE, Michael. Charles Darwin. Katz editores. Madrid. 2008. Pág. 181-217.

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descubrimientos científicos en este campo y las posibilidades de una intervención técnica han crecido tanto que parecen imponer la elección entre estos dos tipos de razón: una razón abierta a la trascendencia o una razón encerrada en la inmanencia. Estamos ante un aut decisivo. Pero la racionalidad del quehacer técnico centrada sólo en sí misma se revela como irracional, porque comporta un rechazo firme del sentido y del valor. Por ello, la cerrazón a la trascendencia tropieza con la dificultad de pensar cómo es posible que de la nada haya surgido el ser y de la casualidad la inteligencia. Ante estos problemas tan dramáticos, razón y fe se ayudan mutuamente. Sólo juntas salvarán al hombre. Atraída por el puro quehacer técnico, la razón sin la fe se ve avocada a perderse en la ilusión de su propia omnipotencia. La fe sin la razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta de las personas”135.

Hay que afirmar de entrada que a la biotecnología no hay que temerle, no hay que huir de ella, no hay que “diabolizarla”, como tampoco “endiosarla”, sino acompañarla con discernimiento bioético para que apoye eficazmente el proceso de humanización. Por lo anterior se afirma: que en el desarrollo biotecnológico tenemos cifrada nuestra esperanza y nuestro optimismo, porque, “nunca ha tenido la humanidad tantas posibilidades de mejorar la calidad del vivir y, al mismo tiempo, nunca se ha visto la vida tan amenazada”136. Con palabras sabias de kieffer aseveramos que “somos gigantes en el aspecto tecnológicos, pero niños éticos”, “ el siglo XXl será ético o no existirá”, nos dice J. Testart. Dado que los productos biotecnológicos constituyen la tercera gran revolución que se entrega en herencia al tercer milenio, siendo las otras dos el desarrollo de la física nuclear y la información y comunicación, urge hacer un llamado ético a la conciencia para que se asegure una correcta investigación tecno –científica, un cuidado solícito de todo lo humano y de cada uno de todos los seres humanos, la protección preservativa del medio ambiente y respeto anticipado por los derechos de las futuras generaciones. No podemos mirar el mundo como si no viviésemos en él, como si fuésemos totalmente ajenos a él, como si no fuésemos hechos de lo mismo. Somos del mundo e interactuamos en él. ¡Somos mundo! Y somos la conciencia que el mundo tiene de sí mismo, puesto que somos el acto reflejo especulativo del devenir de la materia-energía en gradientes cada vez mayores de intencionalidad, “la bioética pondrá en evidencia los valores y antivalores del proceso constitutivo del ser humano como persona y su inherente dignidad de la cual emanan sus derechos y deberes, explicitando el concepto kantiano de que el hombre es fin en sí mismo y no medio, es sujeto y no objeto y en consecuencia no es mercancía”137. En este sentido, nuestra acción en el mundo y con el mundo es un continuar agenciado intencionalmente nuestro desarrollo con el desarrollo del mundo.

135 BENEDICTO XVI. Op. cit. Numeral 74 136 ABEL, F. La mediación de la filosofía en la construcción de la bioética. U.P. Comillas. Madrid. 1993. Pág. 202. 137 SANMARTIN, José. Tecnología y futuro humano. Anthropos. Barcelona. 1990. Pág.123

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Bienvenida, entonces, la biotecnología como un modo nuestro de accionar transformador del mundo y de nosotros mismos, “tal como sucede con los meridianos, a medida que se acercan al polo, la ciencia, la filosofía y la religión convergen necesariamente al aproximarse al todo”138. Para dar cumplimiento a las consideraciones anteriores, se debe enfatizar en los grandes horizontes valorativos que debemos tener en cuenta para el discernimiento bioético, a sabiendas de que cada caso de estudio, cada problema, requiere su propio juicio de valores, su propia especialidad. “Si no consideramos la existencia humana de un modo global, las innovaciones tecnológicas nos encerraran en unos confines estrechísimos; el estudio de las ciencias de la vida nos abre los ojos a cuestionamientos religiosos que hasta ahora nos habíamos resistido a compatibilizar con la ciencia; la mera innovación tecnológica no puede subsistir por sí misma. No podemos escabullirnos de las preguntas acerca de la mente humana y del sentido de lo religioso”139Hoy un cristiano debe repetir las palabras de Teilhard de Chardin: “ Adorar, antes, era preferir más a Dios que a las cosas, refiriéndose a Él y sacrificándolas a Él. Adorar, ahora, es consagrarse en cuerpo y alma al acto creador, adhiriéndose a él para perfeccionar el Mundo mediante el esfuerzo y la investigación”140. El primero de los valores, del cual surgen todos los demás para el análisis ético, es el valor de la vida. La vida como bien óntico y simultáneamente como bien moral, enraizante y re-ligante de todos los otros bienes que llamamos valores morales. La vida en todas sus manifestaciones es el valor supremo, fundante y originante que podamos decir y hacer en bioética. La vida tiene su sacralidad, su misterio, su insondable realidad vinculante, que va más allá de la materia-energía, del tiempo y de las leyes de la termodinámica que le dan origen. Va hasta los límites de la capacidad inquisitiva humana, con las preguntas últimas del sentido, donde el hombre de todos los tiempos se topa con el misterio de Dios creador y se abre la oferta de la fe para quien libremente quiera acogerla. La vida es el gran invento en el cual la naturaleza ha invertido millones de años en incubar, proteger y que no puede ser malogrado por ningún motivo humano. En consecuencia, el hombre tiene la responsabilidad moral de cuidar la vida y de sus vitalidades, haciendo de la suya un bien inviolable. Las formas de vida van de lo simple a lo complejo. De su mayor complejidad evolutiva proviene una jerarquía ordenadora que da prioridades en la cadena trófica, en la diversidad biológica y cultural y en los principios de interacción y de interdependencia que se constituyen en instancias de moralidad en cuanto enunciados de la lógica de la vida, o en los modos como -en lo humano- la vida se constituye y propone una teología. La vida humana adquiere esa prelación jerárquica sobre las otras, pero tiene una hipoteca de responsabilidad con ellas, so pena de su propia destrucción. Al ocupar la escala más alta del desarrollo psicobiológico que conocemos, la vida humana hace sentido y conciencia de las

138 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. El Fenómeno Humano. Op. cit. Pág. 40 139 RAHNER, K. El problema de la hominización. Cristiandad. Madrid. 1973. Pág. 25 140 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre. Cristología y Evolución. Taurus. Madrid. 1970. Pág.11

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coordenadas del tiempo y del espacio y lleva en sí misma el infinito misterio de la y trascendencia que se expresa en responsabilidad moral. El hecho de disfrutar de la existencia de manera consciente nos compromete ontológicamente y nos imprime la ineludible información de velar por ella. Y de acuerdo con el principio de totalidad biológica, que nos compromete con toda la biosfera. Si bien tenemos que aplaudir el ingenio de la inteligencia humana para intervenir en las leyes de la naturaleza, con el objetivo de servirse mejor de ella y también de servirla con la tecnociencia, es un imperativo ético respetar la masa biótica y todo lo abiótico que le da soporte. Jamás sacrificar la vida humana por razones científicas, económicas, políticas y sociales y menos aun en aras de una pretendida búsqueda de mayor calidad de vida. “La vida, la existencia de cada hombre, nuestro existir, tiene entre sus características el ser una tarea, un proyecto en que se va desarrollando minuto a minuto, obligándonos a asumir opciones que nos acercan a la meta elegida en relación con el modo de llevar a cabo nuestra tarea humana, común a todos los seres inteligentes: la de ser plenamente humanos, la de lograr el óptimo desarrollo en las circunstancias y en la situación particular de cada yo, para sí y para los otros hombres, la de humanizar el mundo para poder vivir con sentido humano. En otras palabras, el primordial deber, el más importante objetivo de la persona humana, de cada persona en particular es contribuir al total progreso del ser humano en todas sus dimensiones, lo que no puede obtenerse sin el compromiso con los semejantes y por los semejantes”141. Cuando se habla de vida, estamos incluyendo el concepto de biodiversidad natural y de diversidad cultural. Ambas biodiversidades tienen el mismo origen en la materia-energía, pertenecen al mismo principio de totalidad de donde proviene su unidad y pluralidad, ambas mantienen relaciones de conversación y de entropía de la energía, ambas construyen el medio ambiente y ambas se ven forzosamente relacionadas por interacciones tróficas que las conminan en reciprocidades de interdependencia homeostática. Por lo tanto, se deben prever todos los impactos en estas biodiversidades que puedan tener los trabajos de investigación científica y los usos industriales que le demos a los descubrimientos e inventos. Los trabajos de propagación in vitro de tejidos vegetales y la correspondiente estandarización industrial de los mismos en monocultivos, al igual que los trabajos en genética animal, vegetal y microbiana que implique transgénesis con impacto agroindustrial, deben preguntarse seriamente por los desequilibrios que éstos puedan causar en los ecosistemas y en el mismo ser humano. Antes de lanzar un producto transgénico es necesario tener certezas de que dicho producto no malogre selectivamente la diversidad biológica natural, el control biológico pertinente y el equilibrio dinámico de la naturaleza. Es de gran trascendencia debatir el tema de los insecticidas, de los herbicidas y los abonos químicos que hacen tanto daño a la masa biótica, incluyendo la humana. Todo esto constituye un problema ético por resolver y que no puede excluirse de la investigación

141 LAIN ENTRALGO, Pedro. Antropología médica para clínicos. Salvat. Barcelona. 1984. Pág. 35

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tecnocientífica, ni de la agenda de toma de decisiones de las instituciones y de los gobiernos. No de otra manera puede pensarse en el desarrollo sostenible. “el ser humano puede tener en sus manos una tecnología poderosísima y carecer de la más remota idea sobre como usarla bien. Necesitaría tener una idea, en el sentido platónico, es decir un punto de referencia: haberse puesto suficientemente en contacto con ese punto de referencia proporcionado, que Platón llamaba la idea del bien, como para decidir adecuadamente acerca de lo bueno y lo justo. No basta tener alas, hay que saber hacia donde cae el sol para no acercarse demasiado”142. La responsabilidad del investigador y del industrial obliga a prever todo el trabajo experimental y toda la producción a escala que se haga con posibles riesgos a todo tipo de vida y a sus ecosistemas. Aunque todo en la vida conlleva riesgos, es un imperativo de bioética preverlos y tratar de minimizarlos. Existen códigos internacionales rigurosos y legislaciones particulares de los Estados que se deben cumplir sin excepción. Muestra de lo anterior es el código de protección de los animales de experimentación científica, como ejemplo. En humanos debemos cuidar la autoexperimentación, la experimentación clínica y la experimentación no clínica, en procura de dilucidar la incertidumbre entre lo que es experimental y lo que es terapéutico. A todos nos obliga cumplir el código de Núremberg143 y la declaración de Helsinki144, con sus respectivas normatizaciones nacionales e internacionales. El respeto a la persona humana, a su autonomía y su dignidad provenientes de la individualidad, lleva a entenderla como una totalidad. Lo somático, lo psíquico y lo espiritual conforman un todo que encierra el misterio sacro de la vida humana, en comunión con todo tipo de vida. Cualquier abordaje de interacción con el ser humano conlleva siempre una visión holística de 142 CHURCHLAND, P.M. Materia y conciencia. Gredisa. Barcelona. 1992. Pág. 105 143 El Código de Núremberg recoge una serie de principios que rigen la experimentación con seres humanos, que resultó de las deliberaciones de los Juicios de Núremberg, al final de la Segunda Guerra Mundial. Específicamente, el Código responde a las deliberaciones y argumentos por las que fueron enjuiciados la jerarquía nazi y algunos médicos por el tratamiento inhumano que dieron a los prisioneros de los campos de concentración, como por ejemplo, los experimentos médicos del Dr. Josef Mengele.El Código de Núremberg fue publicado el 20 de agosto de 1947, tras la celebración de los Juicios de Núremberg (entre agosto de 1945 y octubre de 1946). En él se recogen principios orientativos de la experimentación médica en seres humanos, porque durante el juicio varios de los acusados arguyeron que los experimentos diferían poco de los llevados a cabo antes de la guerra, pues no existían leyes que categorizaran de legales o ilegales los experimentos (ABEL, F. Op. cit. Pág. 207). 144 La Declaración de Helsinki ha sido promulgada por la Asociación Médica Mundial (WMA) como un cuerpo de principios éticos que deben guiar a la comunidad médica y otras personas que se dedican a la experimentación con seres humanos. Por muchos es considerada como el documento más importante en la ética de la investigación con seres humanos, a pesar de que no es un instrumento legal que vincule internacionalmente. Su autoridad emana del grado de codificación interna y de la influencia que ha ganado a nivel nacional e internacional (Cfr. LAIN ENTRALGO, Pedro. Op. cit. Pág. 35).

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comunicación ética la cual va más allá de lo individual y de lo interpersonal para llegar a lo social en intima relación con el hábitat. La vida humana está necesariamente re-ligada a todo tipo de vida; en consecuencia una mirada bioética es una acción religante a la vida como totalidad, fuente primaria de moralidad. La autocomprensión humana siempre será holística, incluyente de todas sus dimensiones y jamás puede tomarse una parte por el todo. Si hay que intervenir, como en el caso de la cirugía que implique la extirpación de un miembro, o la cirugía de trasplantes, siempre la motivación está dirigida a la búsqueda del bienestar de toda la persona, en el ámbito individual y social. El ser humano es el resultado del desarrollo biológico que se hace cultura, siendo lo somático y lo cultural una sola unidad indisoluble145. Estos dos elementos, lo biológico y lo cultural, muy complejos al interior de sí mismos, en su conjunto adquieren la máxima complejidad, variedad e indeterminación. Por consiguiente, se está muy lejos de la posibilidad de fabricar reproducciones idénticas de seres humanos, y menos cuando se tiene todavía necesidad de úteros para su gestación y de entornos educativos, sociales y ecológicos que especifican las diferencias hasta entre los gemelos univitelinos. Aunque el código genético humano viene empaquetado y programado en el ADN, durante el tiempo de la gestación intrauterina recibe reordenamientos y modificaciones celulares con inhibición y expresión de determinados genes según el entorno bioquímico de la madre y su mundo exterior y ocurren saltos cualitativos azarosos, como en todo proceso de evolución biológica. Y si desde el punto de vista genético fuese posible en un prudente futuro la clonación humana, desde el entorno natural, alimentario y cultural se marcarían profundas diferencias entre las copias y el original, porque los sentimientos, las emociones, la afectividad, la libertad y la personalidad no son clonables146. Hay que entender el orden existente en la naturaleza desde el principio de totalidad, que en un solo momento unifica la casualidad con la finalidad. Hacerlo así es mirar con devoción de creyente al Dios creador de todo lo visible e invisible, quien para respetar el proceso lógico del conocimiento y la libertad humana, ha tenido discretamente un velo de misterio que traslapa su absoluta presencia en la prodigiosa artesanía de sus manos. Ese Dios que llena de su espíritu el todo y las partes de su obra y marca de divino lo profano147. Este principio de ordenación holística, de totalidad, de unidad en la diversidad, establece la clasificación de los organismos en sus intrínsecas relaciones biofísicos evolutivas. Produce los equilibrios dinámicos del individuo con las poblaciones, de estas con las comunidades y con los ecosistemas, a través de

145 CABEDO MANUEL, Salvador. Filosofía y Cultura de la Tolerancia. Universitat. Roma. 2006. Pág. 71 146 Cfr. GONZALEZ VALENZUELA, Juliana. Genoma Humano y Dignidad Humana. Anthropos. México. 2005. Pág. 15-45 147 Ibídem. Pág. 60-90

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procesos homeostáticos de procedencia y continuidad biofísica. Imprime la especialidad y temporalidad en la forma especifica de cada organismo como único e irrepetible, como genoma especial diferenciado de otros, como parte sustancial del todo, caracterizando su relativa autonomía en el nicho biológico y topográfico148. El principio de totalidad nos lleva a ser conscientes de la capacidad de carga del planeta tierra para no sobrepoblarlo y para hacer una equilibrada distribución espacial de la población. Y lo que es sorprendente en el principio de totalidad, es que la aparición de la vida se da como una aporía de la segunda ley de la termodinámica, de la entropía, pues se presenta como misteriosa complejización del orden de la materia-energía que iría en contravía del mismo comportamiento entrópico o de desordenamiento natural; este fenómeno ha conducido a postular la teoría de la neguentropía. “Más que espectadores o partes del universo, somos reflejo de su totalidad, el todo de la realidad se hace presente en cada uno de sus rayos y reflejos conscientes y lo mismo se puede decir del cosmos”149. La bioética propone que de la conciencia se pase a la autoconciencia, para poder realizar la autonomía del sujeto moral, eliminando todo tipo de ideología alienante y de heteronomías que avasallen al ser humano y su entorno natural. Por lo tanto, hay que estar atentos a las implicaciones históricas, culturales, políticas, sociales, económicas y ecológicas de la acción humana. Todas estas implicaciones son correlatos vinculantes del juicio bioético y constitutivos de una nueva jerarquía de valores que deben anidar en la interioridad de la autoconciencia del hombre contemporáneo, en virtud del ejercicio de la razón y de la sabiduría. Si el hombre quiere valorar y vivir plenamente el principio de autonomía y de dignidad que éste conlleva, debe extender a las relaciones con la naturaleza los mismos principios éticos que ejerce con los miembros de su especie: no maleficencia, beneficencia, justicia y solidaridad. Es la manera honrada de comenzar a pensar en ecoética y de establecer el puente bioético con el futuro de la humanidad150.

Usando el concepto de autonomía como metáfora; a los organismos no humanos hay que reconocerles y respetarles su también relativa autonomía que tienen en su nicho ecológico. Sin esa relativa autonomía, no consciente, pero sí altísimamente sensible y reactiva, no podría establecerse la acción vital y trófica entre los individuos, entre estos y las poblaciones, entre las poblaciones y las comunidades y entre todos los anteriores con el espacio-tiempo que son inherentes a los procesos evolutivos. En otras palabras, no podrían existir tanto la diversidad biológica como la cultural. “La Iglesia propone con fuerza esta relación entre ética de la vida y ética social, consciente de que no puede tener bases sólidas, una sociedad que mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si

148 Ibídem. Pág. 187-210 149 ROMEO CASABONA, C.M. Derecho biomédico y bioética. Comares. Granada. 1998. Pág. 44 150 WOJTYLA, Karol. Mi visión del Hombre. Biblioteca Palabra. Ciudad del Vaticano. 2005. Pág. 303-339

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es débil y marginada”151. La ecología-humana surge como propuesta bioética para reconstruir la relación humana con el mundo, relación que debe ser justa sin sesgos antropocéntricos, de lo contrario no habrá esperanza ni para el hombre ni para la naturaleza152.

Es un imperativo bioético correr cada vez más las fronteras del conocimiento en búsqueda de la verdad no para avasallar y dominar, sino para compartir hermanablemente el conocimiento con todos los seres vivientes y hacerle un servicio a la vida. No hacerlo, quedarse en la ignorancia, va en contra de la naturaleza humana que es necesariamente productora de cultura, “La idea de un mundo sin desarrollo expresa desconfianza en el hombre y en Dios. Por tanto, es un grave error despreciar las capacidades humanas de controlar las desviaciones del desarrollo o ignorar incluso que el hombre tiende constitutivamente a “ser más”; Considerar ideológicamente como absoluto el progreso técnico y soñar con la utopía de una humanidad que retorna a su estado de naturaleza originario, son dos modos opuestos para eximir al progreso de su valoración moral y, por tanto, de nuestra responsabilidad”153. La investigación tecnocientífica es una de las expresiones más relevante de la cultura constitutiva de la sociedad del conocimiento; más aún, la investigación tecnocientífica es la espina dorsal de dicha sociedad y en consecuencia, la bioética deviene en compañera inseparable de las decisiones tecnocientíficas para garantizarle un futuro feliz a la sociedad.

“Hoy es preciso afirmar que la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica, en el sentido de que implica no sólo el modo mismo de concebir, sino también de manipular la vida, cada día más expuesta por la biotecnología a la intervención del hombre. La fecundación in vitro, la investigación con embriones, la posibilidad de la clonación y de la hibridación humana nacen y se promueven en la cultura actual del desencanto total, que cree haber desvelado cualquier misterio, puesto que se ha llegado ya a la raíz de la vida. Es aquí donde el absolutismo de la técnica encuentra su máxima expresión. En este tipo de cultura, la conciencia está llamada únicamente a tomar nota de una mera posibilidad técnica. Pero no han de minimizarse los escenarios inquietantes para el futuro del hombre, ni los nuevos y potentes instrumentos que la «cultura de la muerte» tiene a su disposición. A la plaga difusa, trágica, del aborto, podría añadirse en el futuro, aunque ya subrepticiamente in nuce, una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos. Por otro lado, se va abriendo paso una mens eutanasica, manifestación no menos abusiva del dominio sobre la vida, que en ciertas condiciones ya no se considera digna de ser vivida. Detrás de estos escenarios hay planteamientos culturales que niegan la dignidad humana. A su vez, estas prácticas fomentan una concepción materialista y mecanicista de la vida humana. ¿Quién puede calcular los efectos negativos sobre el desarrollo de esta mentalidad? ¿Cómo podemos extrañarnos de la indiferencia ante tantas

151 BENEDICTO XVI . Op cit. Numeral 15. 152 OLIVIER, Georges. La Ecología Humana. Publicaciones Cruz. 1996. Pág. 65-67 153 Ibídem. Numeral 14.

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situaciones humanas degradantes, si la indiferencia caracteriza nuestra actitud ante lo que es humano y lo que no lo es? Sorprende la selección arbitraria de aquello que hoy se propone como digno de respeto. Muchos, dispuestos a escandalizarse por cosas secundarias, parecen tolerar injusticias inauditas. Mientras los pobres del mundo siguen llamando a la puerta de la opulencia, el mundo rico corre el riesgo de no escuchar ya estos golpes a su puerta, debido a una conciencia incapaz de reconocer lo humano. Dios revela el hombre al hombre; la razón y la fe colaboran a la hora de mostrarle el bien, con tal que lo quiera ver; la ley natural, en la que brilla la Razón creadora, indica la grandeza del hombre, pero también su miseria, cuando desconoce el reclamo de la verdad moral”154. Hoy el valor de la vida se ha atacado de forma muy solapada, argumentando posiciones muy superficiales se afirma que es mejor suspender la vida de una persona que se encuentra en condiciones muy precarias pues estas atentan contra su dignidad, colocando el origen de la vida en un hecho aislado de desenvolvimiento biológico azaroso de la materia, sin remitirse al valor salvífico que tiene el sufrimiento del enfermo como forma de unión con Dios. Las posiciones que promulgan el aborto se hacen dueñas del don vital, rechazan el designio de Dios de perpetuar la creación, pero ante todo la aceptación de los hijos como regalo divino y forma de santificarse en el plan establecido por Dios.

“El absolutismo de la técnica tiende a producir una incapacidad de percibir todo aquello que no se explica con la pura materia. Sin embargo, todos los hombres tienen experiencia de tantos aspectos inmateriales y espirituales de su vida. Conocer no es sólo un acto material, porque lo conocido esconde siempre algo que va más allá del dato empírico. Todo conocimiento, hasta el más simple, es siempre un pequeño prodigio, porque nunca se explica completamente con los elementos materiales que empleamos. En toda verdad hay siempre algo más de lo que cabía esperar, en el amor que recibimos hay siempre algo que nos sorprende. Jamás deberíamos dejar de sorprendernos ante estos prodigios. En todo conocimiento y acto de amor, el alma del hombre experimenta un “más” que se asemeja mucho a un don recibido, a una altura a la que se nos lleva. También el desarrollo del hombre y de los pueblos alcanza un nivel parecido, si consideramos la dimensión espiritual que debe incluir necesariamente el desarrollo para ser auténtico. Para ello se necesitan unos ojos nuevos y un corazón nuevo, que superen la visión materialista de los acontecimientos humanos y que vislumbren en el desarrollo ese «algo más» que la técnica no puede ofrecer. Por este camino se podrá conseguir aquel desarrollo humano e integral, cuyo criterio orientador se halla en la fuerza impulsora de la caridad en la verdad”155. El mundo reclama un hombre capaz de asombrarse y con una mirada teológica que lo lleve a elevarse sobre la rutina de la técnica, un hombre con una capacidad enorme de amar y de respetar las diferencias, y ver en el otro no al diferente sino a la persona como tal, siendo imagen del Ser Trascendente. El querer desde la técnica lograr seres con propiedades extraordinarias, con una genética entre comillas perfecta, no es sino el reflejo del mismo odio a la vida que ha sido dada por Dios en su infinita

154 Ibídem. Numeral 75 155 Ibídem. Numeral 77

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sabiduría, perfeccionismo erróneo que lleva a odiar a los hombres que no han sido manipulados genéticamente, pues estos son imperfectos.

“La tecnociencia actual es una prolongación de la inteligencia y de la acción y en no menor medida, es condición necesaria para la vida y los fines del ser humano, generadora de posibilidades humanas. La vida civilizada actual, y no vale decir que las cosas podrían haber tomado otro derrotero, depende, de hecho, de la ciencia y de la técnica en la mayoría de los aspectos cotidianos. Y el mundo, como totalidad, la necesita más todavía. Tal como se ha desenvuelto la historia de la humanidad civilizada, sin la tecnociencia hoy sería prácticamente imposible su subsistencia. Toda añoranza no conduce ya a resolver ningún problema sino a disolverlo. Eso exige con más vigor la reflexión moral y la reconsideración de la responsabilidad para que, como recordamos con Heidegger, no sea el hombre el “alguacil alguacilado” que, proclamándose señor de la ciencia, vaya siendo, cada vez mas, su victima”156. Es indispensable que en la mente del hombre moderno, las tres realidades ciencia, filosofía y religión, confluyan, y ayuden a acercarse a Dios, pues hoy se hace necesario que el hombre comprenda y realice ciencia, pero ésta labor debe ir acompañada de una adecuada reflexión que haga a éste saber más humanitario, permitiendo la adecuada comunión con Dios, como fuente de inagotable sabiduría y principio de donde emana todo conocimiento y fin hacia donde deben converger, para alcanzar la auténtica felicidad del ser humano.

156 MACEIRAS, Manuel. Perspectivas éticas de la tecnociencia. En: Moralia, Revista de ciencias morales, Volumen XX- 1997-1, N. 73. Enero-Marzo, Instituto Superior de Ciencias Morales, Madrid, pág. 38

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CONCLUSIÓN

Hay dos alas para comprender la realidad, por un lado la Razón, método concretado en las ciencias, y la Fe , cuya expresión lleva al hombre a elevarse sobre sí mismo. Teilhard de Chardin, representa estas dos formas de acercarse a la realidad, modos que en ningún momento se deben contradecir, al contrario, ambas deben estabilizar el papel del ser humano como una creatura la cual ha sido llamada por Dios a desarrollar su pensamiento, libertad, autonomía, actitud creativa para aprovechar todos los elementos que la realidad pone ante nuestros ojos.

La figura del sacerdote jesuita Pierre Teilhard de Chardin, se convierte en un testimonio auténtico del espíritu cristiano que busca acercarse cada día más al conocimiento de la Verdad, a través de los elementos biológicos; se convierte en un ejemplo para interpretar todos los adelantos desarrollados en el campo científico y se propone en su pensamiento una lectura adecuada de todos los avances tecnológicos que deben estar encaminados al auténtico progreso del ser humano en continuo movimiento de evolución.

Un primer elemento a destacar dentro del pensamiento teilhardiano es el crecimiento desde la complejidad, desde las partículas más pequeñas, hasta las más estructuradas, momento que alcanza cierta perfección con la aparición de la vida, que en ningún momento es fruto de fuerzas ciegas o azares, por el contrario se observa en éste movimiento evolutivo la fuerza acompañante de Dios Todopoderoso que vio el momento preciso para producir este hecho según ciertas condiciones que presentaba el universo.

El proceso evolutivo se acompaña del crecimiento en complejidad y conscientización, hasta plasmarse estas dos condiciones en el ser humano, que lo convierten en un ser situado y hermanado con el mundo, a quien el mundo pertenece y simultáneamente él le pertenece al mundo, pues es la expresión consciente que el mundo tiene de sí mismo y en consecuencia, asume responsablemente el mundo como lo que lo constituye y lo refleja. Ser que interactúa racional y afectivamente con otros en reciprocidad de deberes y derechos.

La concientización encamina el proceso mediante el cual los seres humanos, no como receptores, sino como sujetos de conocimiento, alcanzan una conciencia creciente tanto de la realidad socio cultural que da forma a sus vidas, como de su capacidad para transformar dicha realidad. En otras palabras la concientización debe ayudar al hombre a hacer parte de su vida a la ciencia, y a desvelar los errores presentados por ella con el velo de falacias engañosas y prometedoras.

Ser que desarrolla y realiza su individualidad sexuada en el ejercicio progresivo de la afectividad y de la autonomía libre y relacionada, en interacción recíproca, cultural y ecológica con los otros. Ser que entiende su espacio y temporalidad, su historicidad, como proyecto de vida en perspectiva de trascendencia haciéndose

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cada vez más autoconsciente en la búsqueda incesante de alcanzar los niveles más altos de humanización.

La evolución de la vida terrestre no es un proceso homogéneo, es decir mecanizado y siguiendo la lógica de un engranaje axiomático indicando que de lo uno sigue lo otro de forma absolutista. Cada especie animal se desarrolla, a su propio modo, en la dirección de mayor complejidad y consciencia. En este proceso hay divergencia: géneros y familias se ramifican y aumenta la diversificación, cuya mayor representación de todo este proceso es el ser humano, en quien no se aplican ya fuerzas de divergencia sino elementos de convergencia que lo ayudan a constituirse como tal.

Al proceso de hominización se le acompaña el movimiento de humanización o de conformación de los elementos que diferencian al ser humano de otras especies, la socialización desencadena la formación de la noosfera, es decir, no sólo el elemento viviente y biológico sino el grado de trascendencia que caracteriza a la humanidad. En el plano de la noosfera es donde se deben interpretar todos los adelantos científicos, que en ningún momento deben llevar a poner en peligro la existencia de la misma vida, pues se contradeciría el plan gradual del creador sobre sus creaturas.

Desde el momento en el cual se atravesó la barrera de la reflexión, lo inmaterial se está haciendo más y más importante, la animalidad es vencida por la humanidad espiritualizada y elevada por la gracia. Cosas abstractas tales como las sociedades se vuelven más complicadas y poderosas. También el hombre mismo (el “ingrediente” más importante de la noosfera) está cambiando: gradualmente el materialismo cede el sitio a una actitud más espiritual. El movimiento espiritual acompañado por la gracia es el que refuerza la noosfera y por tanto se condena toda actitud y acción que lleve a deteriorar el orden establecido.

La culminación de todo el proceso evolutivo, es según Teilhard, lo que él ha bautizado como el punto Omega. Este se refiere a una condición que se alcanzará en un futuro lejano, pero ineludible, indicando con ello el carácter soteriológico y escatológico de la evolución de la célula hasta la especie humana. Se trata de una espiritualidad extrema, del hombre individual y especialmente de la humanidad colectiva. Lo material se habrá vuelto sin importancia. Cuando ello ocurra, será el fin del mundo tal como lo conocemos, y además marcará el fin del tiempo y el espacio.

Omega no sólo es el punto donde la humanidad logrará una extrema espiritualidad, sino también el punto de unión entre lo humano y lo divino. Teilhard de Chardin, siendo cristiano, identifica esta unión con el retorno de Cristo al final de los tiempos.

El punto Omega es lo que tal vez mejor caracteriza el pensamiento de Teilhard: la noción de que la evolución conduce hacia un punto de referencia que forma una meta ineluctable, aunque no se sabe cuándo se alcanzará. Con lo anterior surgen

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preguntas que dejan el camino abierto para ulteriores respuestas tales como: ¿Se aleja el hombre del punto Omega al fijar toda su confianza en una ciencia ciega y tecnicista que olvida todo principio divino en la vida?¿ Y si es así como retomar ese camino de reconciliación entre avances científicos y tecnológicos con el verdadero humanismo cristiano?

Para concluir, el pensamiento de Teilhard nos invita a estar atentos a todas las manifestaciones que desde el campo tecnológico, en especial el biotecnológico, se llevan a cabo con el fin de desafiar el carácter divino de la vida y manipular ésta como un elemento mercantilista, al servicio de cierto capitalismo que considera el Don Sagrado como un medio para obtener lucro, buscando un fin a costa del sacrificio de muchas vidas desde su carácter embrionario hasta el pleno desarrollo adulto.

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