tatuajes violentos por giovanni landaverde

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TATUAJES VIOLENTOS (Cuento para mayores de 18 años) VIOLENCIA Y LENGUAJE EXPLICITO Wednesday, February 10, 2010 at 3:16am Todos los días es lo mismo en esta parada de autobuses, los microbuses parecen una lata de sardinas y los pasajeros casi vamos en una posición de yoga con las articulaciones todas dobladas tratando de entrar al reducido espacio del transporte. Pero no hay otra alternativa en esta colonia. Pudiera irme en un autobús, el problema es que se tarda el doble de tiempo en llegar al centro de la ciudad que el microbús. Así que prefiero ir todo apretado. Además la música que pone el motorista es bien chollada, siempre pone ese perreo toxico que a veces hace mover a las chavas que van sentadas (y algunas que van paradas). Y precisamente ayer conocí a una bicha que iba sentada en el último asiento, no paraba de masticar un chicle y de ver por la ventana. Cuando tuve chance de sentarme a la par de ella, lo hice, y le pregunte: —Hey que ondas bicha… ¿Qué rifas? — ¡Puta! Vos crees que yo soy marera va maje…—me dijo —No te enojes pues… ¿vos vivís en la Chintu?—le pregunte — ¡Que te importa!—me recrimino y no paraba de masticar el chicle No se pero las bichas que son así de violentas me excitan tanto por que les vale verga todo. Por eso le seguí diciendo — ¿Va que vos estudiabas en el Colegio Divino Salvador?... La bicha giro su cuello y movió levemente su cabeza en forma pendular y me dijo —Vos no me conoces va maje…mejor cállate el hocico si no queres tener problemas con el Normandie… PARTE I

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this a story about the gangs in El Salvador(spanish) by a salvadoran author who lives what hes saying in that book everyday

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Page 1: TATUAJES VIOLENTOS por Giovanni Landaverde

TATUAJES VIOLENTOS (Cuento para mayores de 18 años) VIOLENCIA Y LENGUAJE EXPLICITO

Wednesday, February 10, 2010 at 3:16am Todos los días es lo mismo en esta parada de autobuses, los microbuses parecen una lata de sardinas y los pasajeros casi vamos en una posición de yoga con las articulaciones todas dobladas tratando de entrar al reducido espacio del transporte. Pero no hay otra alternativa en esta colonia. Pudiera irme en un autobús, el problema es que se tarda el doble de tiempo en llegar al centro de la ciudad que el microbús. Así que prefiero ir todo apretado. Además la música que pone el motorista es bien chollada, siempre pone ese perreo toxico que a veces hace mover a las chavas que van sentadas (y algunas que van paradas). Y precisamente ayer conocí a una bicha que iba sentada en el último asiento, no paraba de masticar un chicle y de ver por la ventana. Cuando tuve chance de sentarme a la par de ella, lo hice, y le pregunte:

—Hey que ondas bicha… ¿Qué rifas?

— ¡Puta! Vos crees que yo soy marera va maje…—me dijo

—No te enojes pues… ¿vos vivís en la Chintu?—le pregunte

— ¡Que te importa!—me recrimino y no paraba de masticar el chicle

No se pero las bichas que son así de violentas me excitan tanto por que les vale verga todo. Por eso le seguí diciendo

— ¿Va que vos estudiabas en el Colegio Divino Salvador?...La bicha giro su cuello y movió levemente su cabeza en forma pendular y me dijo

—Vos no me conoces va maje…mejor cállate el hocico si no queres tener problemas con el Normandie…

PARTE I EL NORMANDIE…

El Normandie es un reconocido marero que vive en la zona de Popotlan , es el hermano menor del “Sniper” a quien lo mataron por haber matado a un coyote reconocido de la zona de Chalatenango. Ambos hermanos fueron deportados de los Estados Unidos. Dicen que el Normandie es un criminal patológico, mata desde que estaba pequeño. A mí me conto un chero (que es de la misma pandilla que el Normandie) que la abuela vendía sopa de gallina en el mercado de Apopa y que le enseño al Normandie a matar y pelar gallinas. Desde chiquito aprendió a matar, aunque sea animales, pero las mataba con una rapidez y una saña sorprendente; Me conto también que el papá emigro para el tiempo de la guerra a los Estados Unidos cuando el Normandie apenas tenia dos años. Después mando a traer a la mamá pero me conto que la violaron y la mataron adelante de Tapachula una ciudad de México. Y por ultimo mandaron a traer al Sniper y al Normandie. Estando en Los Angeles ingresaron a una pandilla y ahí los bautizaron con esos apodos. El Sniper fue el primero en ser deportado (con la sentencia que

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decía que de por vida), estuvo 48 meses preso en una cárcel de máxima seguridad en el condado de Los Ángeles y después lo mandaron a una prisión federal en el estado de Colorado a la espera de la deportación, allí paso otros nueve meses y por fin llego al país. Le conto a mi chero que cuando viajo lo traían encadenado de pies y manos y que no lo dejaron ni ir al baño; al llegar al Aeropuerto de Comalapa le hicieron quitarse la ropa y le fotografiaron todos los tatuajes que tenia en el cuerpo. Tenia tatuada la imagen de su hija en el pecho derecho, la imagen de su mamá en el pecho izquierdo, a un guerrero azteca en un hombro y al “che” Guevara en el otro, en el estomago tenia las palabras PACOIMA y en la espalda a la virgen de Guadalupe y un escudo bien grande de El Salvador, además de tener unas letras minúsculas en la parte trasera del cuello que se leían Sniper. Nadie lo esperaba en la salida del aeropuerto, no traía dinero, solo lo acompañaba una dirección mal escrita en un papel rayado. Era la dirección de su tio Alberto, el único familiar que vivía en El Salvador. El tío Alberto era un borracho consuetudinario de la zona de Popotlan, a él le quedaron las pocas pertenencias que dejo la abuela del Sniper al morirse. Así que sin dinero y sin rumbo adonde caminar paso toda la tarde en el aeropuerto junto con otros tres pandilleros que habían llegado en el vuelo semanal que transportaba, estrictamente, a deportados de los Estados Unidos.

Uno de estos pandilleros conocido como el Wizard, un delincuente deportado (de la ciudad de Hempstead en Nueva York) por varios crímenes menores, y a quien llegarían a traer a las cinco de la tarde, les ofreció transporte a los otros tres compañeros de viaje. Mientras esperaban en el aeropuerto, el Sniper les dijo a las otras tres personas que su intención era regresar lo más pronto posible a los Estados Unidos, que él no podría vivir en El Salvador, que el ya no estaba metido en problemas y que tenia una esposa y una hija, pero que lo deportaron por que un día de verano que hacia un gran calor, él junto con otros compañeros de trabajo habían pasado reparando el aire acondicionado central de un edificio, y pasaron cerca de seis horas en el sótano caliente tratando de hacerlo funcionar, hasta que lo consiguieron; al terminar el trabajo, el jefe los invito a un restaurante de comida mejicana y los invito a dos Coronas a cada uno, él pidió una más y se despidió; cuando manejaba hacia su casa lo paro la policía por tener dañado un stop y al revisar los documentos y hacerle el alcohol-test lo detuvieron y el resto fue historia. Así que les dijo que necesitaba conseguir dinero para pagarle al coyote los seis mil dólares que cobran por llevar a las personas al otro lado.

Le conto al Occiso (mi chero) que los llegaron a traer en un microbús lleno de jóvenes, la mayoría tatuados, y le dieron ray hasta el centro de la ciudad. Se bajo en el parque Libertad y el Wizard antes de despedirlo le dio su número de teléfono, le dijo que si necesitaba un lugar y raza para bacilar él lo ofrecía su barrio en San Martín para que se llegara

—Ta cabrona la cosa vato, pero cuando querrás caerte, solo pégame un fonazo—le dijo el Wizard y se despidieron.

El Sniper tomo un autobús hasta Popotlan y de apoco fue reconociendo el lugar adonde había crecido cuando fue niño. Le conto al Occiso que sintió una gran impotencia y vergüenza al llegar sin dinero y sin ningún tipo de logro al lugar de donde había salido hacia quince años. Con la dirección mal escrita y preguntando con un español mal pronunciado llego a la casa del tío.

El lugar ya no era aquella casa que tenia gallinas (y hasta un par de cuches) y adonde se sentía el

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olor a comida a todas horas del día; Ahora el lugar se estaba cayendo a pedazos, la puerta estaba toda oxidada, las paredes agrietadas y las pocas pertenencias internas repletas de polvo. En la casa ya solo vivían el tío Alberto (quien había enviudado hacía un año), un primo diez años menor que el Sniper y una prima doce años menor. Así que la bienvenida además de sorpresiva fue poco protocolaria, el tío Alberto mando a fiar una Coca Cola a la tienda cercana y eso fue todo. Jorge el primo del Sniper le conto que trabajaba como albañil en una zona exclusiva de San Salvador y le ofreció llevarlo para que trabajara mientras regresaba a los Estados Unidos. Al día siguiente ambos salieron a las cinco de la mañana y tomaron un microbús rumbo al centro de San Salvador y luego de caminar dos cuadras tomaron un Autobús que los llevo hasta Santa Elena un barrio exclusivo y nuevo del municipio de Antiguo Cuscatlán.

Jorge invito al Sniper a desayunar unas pupusas antes de que llegara el encargado de la construcción y le conto que por trabajar ahí no pagaban tan bien, pero que era lo único que había podido conseguir. A las siete y media de la mañana llego el ingeniero y cuando vio al Sniper pregunto que quien era él, Jorge le dijo que era su primo y que necesitaba trabajo que podría servir para pegar ladrillos, El ingeniero lo vio de pies a cabeza y le dijo que le pagaría a cinco centavos por cada ladrillo pegado, el Sniper acepto, pero cuando se dio la vuelta el tatuaje se le hizo evidente y el ingeniero le dijo:

—No, mira chamaco, mejor busca en otro lugar…

—¿Por qué me dice eso?...yo puedo pegar los ladrillos—le dijo el Sniper

—Mira acá no queremos problemas, por favor, andate de aquí…

—Necesito trabajar—le reclamaba el Sniper

El ingeniero un poco irritado llamo al vigilante y le dijo que sacara al Sniper y también despidió a Jorge a quien le dijo:

—Te me vas vos también ala mierda, mareros hijos de puta…

De nuevo en la parada de autobuses el Sniper estaba verdaderamente irritado, se daba de cabeza contra un poste del tendido eléctrico y exhalaba

—¡What a Fuck! Shit… man…

Jorge le dijo que se calmara que le trataría de buscar trabajo adonde el panadero de la colonia. Pero después de una semana nadie le dio trabajo al Sniper. No tenía dinero ni para hacer una llamada telefónica a Los Angeles. Jorge consiguió un nuevo trabajo en otra construcción camino al Puerto de la Libertad y le presto veinte dólares al Sniper. Con ese dinero fue a comprar una tarjeta telefónica y la vendedora le dijo que le salía más barato comprar un teléfono celular y que le regalaría diez dólares en saldo pre pagado para que hablara a los Estados Unidos. El Sniper se comunico con su (Todavía) esposa, pero Ana le dijo que no tenia dinero para mandarle y que había gastado mucho en los papeles del divorcio que estaba ya por aprobarse.

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Era una situación bien difícil, después de quince años había regresado a su país por que el que se sentía orgulloso cuando estaba viviendo en Los Angeles, a tal punto que mato más de alguna vez en nombre de El Salvador y se tatuó el escudo nacional en la espalda. Pero estando de nuevo en el país las cosas ya no tenían sentido, el quería seguir viviendo la vida de Los Angeles adonde trabajaba y le alcanzaba para pagar un apartamento en la calle Figueroa (que daba al parque McArthur), también para pagar un auto adonde iba los fines de semana al centro comercial a comprar ropa para él, su esposa y su hija, comprar un doce de cervezas y ver los partidos de futbol en el apartamento. Esa vida angelina no era compatible con la vida de los pobres en El Salvador, pues su primo Jorge iba mes tras mes viviendo simplemente para no morirse de hambre, no tenia ni tres mudadas de ropa, un tan solo par de zapatos y unas chancletas de hule. A su prima Mabel parecía que le iba mejor, siempre se iba a las seis de la tarde a trabajar, decía que trabajaba de mesera en un bar de la Juan Pablo segundo y regresaba siempre en la madrugada, a veces perfumada con cerveza y tabaco, y su tío Alberto, bueno él simplemente nadaba en el alcohol todos los días. Una vez al mes le depositaban ochenta dólares de la pensión que se gano trabajando para la Administración de acueductos y alcantarillas.

Sin ningún oficio que hacer pasaba muchas de las horas en una hamaca viendo el palo de mango que iba madurando los frutos. Le conto al occiso que más de alguna vez se identifico con los mangos, le dijo que de tanto pasar en la hamaca les puso nombre a cada uno de los mangos de un racimo e iba viendo como maduraban, más de alguna vez se pregunto << Si yo fuera un mango en que etapa de la vida estaría ahora; verde, sazón, maduro o quizás ya tirado en el suelo esperando a podrirme>>. Las semanas pasaban y no conseguía ni una sola oportunidad, es que ese tatuaje en la parte trasera del cuello le delataba el kilometraje de la vida loca recorrida.

Una mañana llego bien borracho el tío Alberto y le grito al Sniper que la vida era una mierda, que su mamá se había partido la vida vendiendo sopa de gallina en el mercado y al único hijo que le ayudo para irse a los Estados Unidos fue a chepe (el papá del Sniper) y que él nunca le mando pero ni un dólar a la pobre vieja, pero si pago para mandar a traer a la esposa y a los dos bichos, y que ahora venia este sin dinero a pedir favores. El Sniper se enfureció tanto que agarro a patas la vieja puerta oxidada y le gritaba al tío que se callara, pero el alcoholizado viejo seguía con la letanía de reproches. Antes de que pudiera golpear al viejo salió corriendo y se fue para el centro de Apopa. Antes de llegar había un reten policial que hizo bajar a todos los pasajeros y cuando le pidieron los documentos al Sniper este les dijo que no tenia ninguno. En ese momento lo detuvieron y se lo llevaron a la bartolina de la delegación policial. A las tres de la tarde llegaron los medios de comunicación y presentaron a un grupo de pandilleros acusados de varios delitos. El Sniper salió en la foto de los periodicos y paso tres días detenido hasta que el fiscal no presento ningún tipo de requerimiento en contra de él. Es que su único delito era andar sin documentos y tener tatuajes. El segundo echo si era delito, pues unos meses atrás aprobaron una reforma legal para convertir en sospechoso a toda persona que anduviera tatuada. Varios rockeros fueron detenidos como mareros.

Antes de salir le devolvieron el celular y la cartera, tres dólares y dos monedas de veinticinco centavos. Cuando reviso la cartera vio la foto de su hija Estefanía y se le revolvieron las lágrimas. Saco la imagen y le dio un beso y se la puso en el corazón, en ese momento cayo de la cartera el papel con el numero telefónico del Wizard. En medio de la tristeza y la desesperación le marco al Wizard y le dijo que necesitaba trabajar y conseguir dinero para regresar al norte. El

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wizard le dijo que se vieran en el parque Libertad. El Sniper tomo el autobús y mientras iba parado veía a las personas que viajaban sentadas y las contrastaba con los racimos de mango, y se preguntaba <<En que momento de sus vidas se encontraran>>. Llego temprano al parque y se pidió una torta mejicana. El mal olor y el ruido del lugar eran insoportables y no pudo comer a gusto. En ese momento llego el Wizard y se fueron para San Martín.

—Mira vato, el mambo esta fácil, estos monos cerotes de aquí solo quieren andar vacilando y ven con mucho respeto a toda la raza que viene del norte, así que no hay pedo. Vos acompañame, me imagino que por tu apodo has de ser buen tirador…Ma esta mierda—Y el Wizard le dio una nueve milímetros—Si queres lana pa regresarte pa tras... tenes que entrar al jale. ¿Entonces que? ¿Te mochas?

El sniper que había crecido en las violentas calles de Pacoima en el valle de San Fernando tomo el arma y le dijo

—Yo no quiero ir al bote en esta mierda de país, prefiero que me maten que ir a esa mierda. Yo solo quiero los seis mil dólares para irme, nada más…

— ¡Vegon!...ahora quedate en esta casa, mañana te digo que haremos

Al siguiente día fueron al centro de San Martin y estuvieron observando el movimiento en una tienda de abastos. El Wizard señalo a una persona que se bajaba de una camioneta Toyota (muy nueva) y dijo:

—Ese es el viejo cerote dueño de esa mierda. Fue el alcalde hace años y dicen que de todo lo que se robo puso ese gran negocio.

El Sniper le pregunto— ¿Que queres hacer?

— ¡Puta! No me jodas…agarra la onda vato. Ese viejo cerote tiene pisto y ya lo tenemos guachado. Ya sabemos adonde vive, a que horas llega y a que horas se va. Sabemos hasta que el muy hijo de puta se anda cogiendo a la secretaria, ya sabemos que todos los viernes se va un motel que esta cerca de Suchitoto.

— ¿Y cuanto crees que nos pueda dar?—le pregunta el Sniper

—Mira vato, vos no te metas en el pedo del dinero, si todo sale bien yo te doy las seis mil bolas para hacerte el paro…

— ¡Puta! No quiero ser pesimista pero si nos sale cagado el tiro, cuanto tiempo nos dan en el tavo

—Puta vato…ya te dije que este tiro esta mamado. No le eches sal a esta mierda…

— ¿Cuando hacemos el tiro?—le pregunta el Sniper mientras se truena los dedos de las manos

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— ¡Mañana vato!...ya sabemos que todos los viernes va para el MOTEL, cuando ingrese al lugar le ponemos…

Ese viernes prepararon todo para hacer el secuestro y el Sniper puso el arma al lado derecho de su cintura. Todo estaba planeado. Me conto el occiso que el manejo ese día y que el Wizard y el Sniper se bajarían con las armas y tomarían al señor dueño de la tienda. Todo les salo bien ese día, no había ningún reten policial en la zona y el MOTEL prácticamente estaba solo, no habían clientes. Cuando el señor se bajo del auto el Wizard le grito que no se moviera, que si hacia un movimiento lo iba a matar. Lo tomaron y se marcharon con rumbo a San Martín, pero hasta ese momento se acabo la bondad del día. Un reten policial les hizo parada y no pararon. Dio inicio una persecución y una balacera. Al final lograron huir, pero el comerciante que acababan de secuestrar iba herido de gravedad, una bala policial le había caído accidentalmente cerca del higado.

— ¡Perros hijos de puta!—gritaba el Wizard cuando bajaron el cuerpo sin vida del señor

— ¿Y ahora que hacemos?—le dijo el Sniper

—Hay que hablarle a la familia y hagamos como que este viejo cerote esta vivo… ¡Puta! Y adonde putas lo vamos a tirar… ¡Perros hijos de puta!—seguía gritando el Wizard

A los dos día recibieron el dinero del rescate de parte de la familia, pero nunca comunicaron ni siquiera el luga r adonde habían ido a tirar al comerciante.

El Wizad le dio los seis mil dólares al Sniper y este se despidió como el verano, un tanto frio.

Ya con posibilidades económicas para emigrar, contacto a un coyote muy famoso de la zona de Chalatenango y acordó todos los detalles para viajar de nuevo a los Estados Unidos. A la semana siguiente formaba parte de un grupo de inmigrantes; eran 43 personas que iban a diferentes destinos dentro de los Estados Unidos. Primero estuvieron seis días en un Hotel (viejo y sucio) de Santa Elena un pueblo perdido en las norteñas selvas del departamento de Petén en Guatemala y luego fueron transportándose en autobuses, lanchas y dentro de contenedores. Cuando el grupo estaba por llegar a la ciudad Victoria en el Estado de Tamaulipas el chofer que manejaba el tráiler adonde iban los indocumentados se durmió y tuvo un aparatoso accidente. Diez personas originarias de El Salvador murieron en el accidente y el resto que terminaron bien heridos fueron deportados a El Salvador (Entre ellos el Sniper). Al llegar a la frontera de la Hachadura los familiares de los deportados estaban esperándolos. Pero al Sniper solo lo esperaba la soledad.

Al día siguiente fue a hablar con el coyote para reprogramar el viaje y el coyote le dijo que se consiguiera otros dos mil dolores extras. El Sniper le reclamo y le dijo que ese no era el trato. Al final el coyote lo amenazo con una pistola y lo corrió de la oficina. Afuera de la oficiana estaban otras personas llorando, decían que habían perdido sus terrenos y todo su dinero por creer en el viaje seguro del coyote, pero que ahora les estaba pidiendo más dinero. Dinero que ya no tenían.

El Sniper estaba completamente furioso, se marcho hacia San Martin adonde el Wizard, pero este

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habia sido detenido hacia cuatro días acusado del secuestro y asesinato del comerciante. El occiso le dijo que huyera, que pronto los llegarían a buscar a ellos dos. El Sniper le pidió de favor que le prestara un arma, le dijo que se la devolvería al día siguiente. El occiso le entrego una nueve milímetros y el Sniper se fue.

En la mañana del siguiente día estaba parado frente a la oficina del coyote que tenia un rotulo que se leía “Charlie Express” y como a eso de las nueve de la mañana llego en la camioneta (muy nueva por cierto) Carlos el coyote, y sin mediar palabras el Sniper le disparo siete veces, todos los disparos en el pecho y salió corriendo. Se refugio en la casa del occiso (mi chero) y desde entonces formaron una buena amistad y una sociedad basada en los robos. Robaban de todo, comenzaron con celulares baratos, pero después se dieron cuenta que los mejores teléfonos estaban en las mejores zonas de la ciudad de San Salvador. Y así se la pasaban robando y vendiendo teléfonos.

Un día lluvioso de septiembre cuando estaba en la parada de autobuses pasó un carro con los vidrios polarizados y le dispararon hasta matarlo. El occiso me conto que fue el hermano del coyote quien lo mato.

Pero la chica me dijo que no me metiera con el Normandie el hermano menor del Sniper…

PARTE II AHORA SI, EL NORMANDIE

TATUAJES VIOLENTOS PARTE II (Cuento para adultos) VIOLENCIA Y LENGUAJE EXPLICITO

Thursday, February 11, 2010 at 1:35am El Normandie era el hijo menor del matrimonio entre de don José García y Estela Miranda.Para el tiempo de la guerra las cosas se pusieron bien difíciles en Apopa, especialmente para don José quien pertenecía al sindicato de la fabrica de telas y fue amenazado de muerte si no abandonaba el trabajo. Oscar Pérez un líder sindical amaneció asesinado un día, su cuerpo apareció descuartizado en la carretera troncal del norte. El siguiente representante sindical en importancia era don José, así que no tuvo otra opción que emigrar a los Estados Unidos. Para poder hacerlo le presto casi todo el dinero a su mamá, a la niña Gloria, una vendedora de sopa de gallina del mercado de apopa. Se fue una madrugada de enero.

En Popotlán quedaron Estela su esposa, Jaime su hijo mayor y el pequeño Esteban. Una vez que llego a Los Angeles se puso a trabajar como jardinero junto con otro compañero que emigro con él. Se fueron a vivir a la ciudad de Pacoima por que ahí vivía una ex compañera del sindicato que les consiguió un apartamento adonde vivir. Todos los días eran iguales: Cansados y tristes. A veces lloraba en los hermosos jardines de las casas que el arreglaba, lloraba al ver a las familias azar un pedazo de carne y compartir con los amigos. Durante cuatro años ahorro todo lo que podía ahorrar para mandar a traer a su esposa y a sus hijos. Su esposa Estela emprendió el viaje hacia el norte, pero por esos azares perversos (e incomprendidos) del destino fue violada y

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asesinada en México. Sus hijos emigraron al año siguiente y por fin se reunió la familia García en Pacoima.

Don José nunca supero la muerte de su esposa y encontró refugio en el alcohol, todas las tardes después de trabajar pasaba comprando a la licorería una botella de vodka (del más barato) y tomaba hasta quedar profundamente dormido. En ese ambiente crecieron el Sniper y el Normandie.

El Normandie estaba preso en una cárcel de Arizona cuando supo la noticia del asesinato de su hermano. Le conto al Occiso que no lloro porque estaba acostumbrado a que le mataran personas queridas. Así que esa tarde en medio de una cárcel de máxima seguridad ninguna lagrima corrió por las mejías del Normandie. Eso si, paso recordando todas las memorias que compartió con el Sniper. Incluso recordó el día cuando su propio hermano le puso el Normandie. Le dijo al Occiso que ese día habían viajado desde el valle de San Fernando hasta la calle Normandie (en el centro de Los Angeles), andaban buscando a un pandillero que había herido de gravedad a un amigo de ellos, y cuando lo encontraron fue el pequeño Esteban quien le disparo a sangre frio y lo mato. El Sniper se sintió orgulloso de su hermano y para que se magnificara ese asesinato apodo a su hermano como el Normandie Killer, pero con el tiempo lo de asesino paso a estar implícito en el apodo y solo le quedo el nombre de Normandie. Por eso le llaman el Normandie.

Después de haber conocido todo tipo de prisiones municipales, estatales y federales fue deportado a El Salvador, pero en esta ocasión si había alguien esperándolo en el Aeropuerto. El Occiso fue quien le comunico la muerte de su hermano y desde entonces entablaron comunicación telefónica y fue él quien lo llego a traer esa tarde al aeropuerto.

El Occiso es chero mío, es diez años mayor que yo y lo conozco por que fue el novio de una vecina que era bien creída porque estudiaba en el Colegio Spencer de San Salvador y también por que el papá le mandaba dinero y cosas desde Los Estados Unidos. Mis padres me regañaban porque hablaba con el Occiso, en esos días todavía no le habían puesto ese apodo, todos lo conocíamos como William. Mi madre me dijo que yo estaba muy pequeño para andar detrás de esos bichos grandes, pero yo no le hacia caso, yo lo admiraba, es que siempre llegaba con zapatos diferentes y muy finos. A veces soñaba que tenía esos zapatos y que era el centro de las miradas de todas las bichas de la colonia, pero al levantarme del sueño terminaba toda la alegría y volvía a la realidad de mis bracos todos rotos. El Occiso me dijo que su mamá era una reconocida empresaria del mercado mayorista de verduras, pero que a él no le gustaba andar en medio de las cajas de tomates—A mi me gusta andar vacilando…—me dijo un día cuando le pregunte en que trabajaba.

La vecina que era novia del Occiso tenía fama de zorrita, todos los meses traía un novio diferente y siempre le gustaba ir a METROCENTRO. Bien raro porque nunca compraba nada, simplemente le gustaba andar agarrada de la mano con el novio de turno y pasearse toda la tarde viendo, quizás, su reflejo en las vitrinas de los almacenes. Un día me invitaron y me fui comiendo todo el viento en la parte trasera del pickup del occiso. Cuando llegamos al centro comercial fuimos a comer pizza, pero al salir venían un grupo como de seis jóvenes estudiantes uniformados que se le quedaron viendo a mi vecina y gritaron:

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— ¡Mamacita que rica estas!

El Occiso se puso rojo de la cólera y salió corriendo detrás de ellos. Gravísimo error. Inicio una pelea callejera y lo dejaron todo reventado. Llego la cruz roja y se lo llevaron.

Al día siguiente ya lo habían dado de alta y Carmen (mi vecina) me pidió que la acompañara a visitarlo. Yo no conocía la casa del Occiso y quede sorprendido al ingresar. Era una casa de dos plantas muy grande y limpia. En la sala habían muchas fotos de Israel y una bandera de ese Estado, también habían varias imágenes familiares en donde salía el occiso, pero en ninguna se observaba el padre, solamente la mamá y dos hermanos más. Cuando pasamos a la habitación, ahí estaba William todo vendado e hinchado de la cara.

— ¡Esos perros me la van pagar!—dijo cuando entramos

Después de una semana ya estaba mejor y volvió a llegar a la colonia manejando su pickup blanco. Cuando tuve la oportunidad le dije que su casa era muy bonita y que había visto las fotos de la sala y quería preguntarle porque tantas imágenes de Israel; él me contesto que su mamá se congregaba en una iglesia del Tabernáculo Bíblico Bautista “amigos de Israel” y siempre que se organizaba un viaje a tierra santa ahí tenia que ir ella. También le pregunte por su papá, pues no lo había visto en ninguna imagen. Me dijo que a su padre lo mataron en Guatemala (cerca de Escuintla) cuando iba a comprar una camionada de tomates.

—Al viejo se lo dieron por robarle la plata. Algún día voy a encontrar a esos perros—me dijo

Un día que andaba con él arreglando una llanta de su pickup recibió una llamada y me dijo que lo acompañara. Fuimos hasta San Martin y se reunió con unas personas que estaban todas tatuadas.

— ¡Que ondas Miqui maus!—le dijo a un tipo bien delgado con una orejas bien evidentes que tenia el pelo bien rapado y tatuajes en el cuello

— ¡Puta tomatero!...años de no verte—le dijo el tipo tatuado mientras se saludaban con las manos

—Mira, necesito que me hagas un paro…unos bichos del Técnico me agarraron como piñata y me dejaron todo reventado—le decía el Occiso y le señala la herida de ocho puntas arriba de la ceja izquierda

— ¿Queres que les demos jaque o solo bacilar con ellos?—le pregunto el miqui maus

— ¡Puta solo bacil men!...yo no me quiero meter en problemas…

— ¡Vergón! Vamos ahorita pues, dentro de una hora salen de clases esos perros—le dijo el tipo tatuado

En ese momento salieron de la casa otras cuatro personas cargando navajas y bates de beisbol y

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se subieron al pickup blanco y nos fuimos hasta la terminal de occidente. Al llegar al Instituto esperamos hasta que el Occiso dijo

—Esos perros son, esos cinco que van allá…

Los jóvenes estudiantes no se percataron que el pickup iba tras de ellos e iban haciendo relajo entre ellos, riéndose. En ese momento se bajaron los pandilleros con las bates en la mano y comenzaron a golpearlos. El occiso se bajo y agarro un bate y empezó a gritar:

— ¡Aja hijos de puta! Se acuerdan de mi va…ahora les traje a la mamacita. ¡Perros! ¡Perros!—no paraba de gritar el occiso y de golpear con violencia a los jóvenes

Uno de los estudiantes alcanzo agarrar una piedra y se la tiro al occiso, este se enfureció más y apretó el bate con todas sus fuerzas y le remato cuatro golpes en la cabeza.

— ¡Vámonos! Que allá vienen más perros—le dijo el miqui maus

El joven que recibió los golpes en la cabeza quedo completamente tirado en el suelo y los demás jóvenes salieron huyendo.

— ¡Eso es verga tomatero!...yo creo que te diste al perro ese…—le dijo el miqui maus

El occiso manejo muy callado y se le podía ver la piel pálida y un temblor en las manos que lo controlaba apretando el timón. Llegamos a San Martin de nuevo y lo primero que hicieron todos fue irse directo al televisor a poner las noticias. Primero pasaron las aburridas noticias políticas y después aprecio la nota diciendo que las pandillas estudiantiles habían provocado un desorden en las cercanías de la terminal de occidente. La presentadora menciono lo siguiente:

—Esta mañana San Salvador ha sido victima de un nuevo echo de violencia juvenil, un joven murió a consecuencia de los golpes recibidos en una pelea entre estudiantes. El ahora occiso no ha podido ser identificado…

El occiso se sorprendió al escuchar la noticia, no por que hayan confirmado que el joven estaba muerto, sino que exclamo

— ¡Puta que es eso de occiso!

Todos los pandilleros se soltaron a reír y uno de ellos le dijo

—Este bato es algo pendejo va…no sabe lo que es un occiso, jaja, jaja—no paraba de reír

— ¡Puta tomatero!...no me digas que no sabes que a los muertos les dicen occisos…puta yo creía que eres mas vivo, pero sos algo pendejo…

Desde entonces conocieron al tomatero como el occiso.

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Esa tarde yo hasta me fui a confesar con el sacerdote, le conté todo lo que había visto y me dijo que las malas compañías me podrían llevar a muchos problemas, así que le tome la palabra y me dedique a estudiar en el Colegio Divino Salvador que quedaba en el centro, ahí, cerca de la policía y deje de salir con el occiso.

De vez en cuando me invitaba a salir pero siempre le decía que estaba muy ocupado haciendo algún trabajo de la escuela. Un día domingo en la noche me dijo que tuviera cuidado por que los estudiantes habían matado al miqui maus, lo habían apuñalado cuarenta veces y el cuerpo quedo tirado en el centro. El microbio (otro de los que participaron en la golpiza) se les logro escapar y los reconoció,

—Le vamos a dar gas a todos, por que esos hijos puta creen que nos vamos a quedar esperando que nos vengan a raliar…Ya me compre esta mierda, mira—me dijo mientras me mostraba una pistola—se la compre a un Homeboy que le dicen el Wizard…yo ya te dije, no ando bromeando. Vieras que ese día que nos dimos al pendejo aquel hasta soñé con mi tata, vieras que alegre lo vi…

A las semanas siguientes fueron apareciendo los cuerpos sin vida de los estudiantes. A mi me da miedo hasta de salir a comprar charamuscas a la tienda. Yo ya sentía que me venían a poner.

Después de un año el Occiso dejo de llegar a la colonia y pensé que toda esa pesadilla ya se había terminado. Pero un día cuando salía del colegio y estaba por abordar el microbús venia un grupo de estudiantes del Instituto Técnico y me agarraron a golpes y patadas, uno de ellos dijo

—Este mono cerote se parece al que andaba aquel día que se dieron al ratón…

Justo cuando uno de ellos estaba por sacar una navaja, la sirena de una patrulla me salvo la vida. Todos salieron corriendo y uno de los policías me agarró del pelo y me reviso todas las bolsas en busca de drogas. No encontró nada y me dijo

—Ándate y deja de ponerte uniforme, mejor salí con ropa particular de tu casa y te pones el uniforme adentro de la escuela, al salir haces lo mismo, porque estos bichos no andan amagando…

Ya nunca volví a ponerme el uniforme del Divino Salvador. Por eso esta bicha se me ha hecho conocida, yo creo que es la bicha gata la que era mujer del guineo y me ha dicho que si no conozco al Normandie

PARTE III AHORA SI, EN SERIO, EL NORMADIE

TATUAJES VIOLENTOS PARTE III (Cuento para adultos) VIOLENCIA Y LENGUAJE EXPLICITOShare Sunday, February 14, 2010 at 7:09am El Normandie llego una tarde de marzo, al igual que su difunto hermano, no traía nada de los Estados Unidos más que memorias, tatuajes (en abundancia), vicios y el deseo por regresarse lo

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más pronto posible a su realidad, a la única que el conocía, la vida en la calle Vanowen y Sepúlveda y adonde él dominaba la venta de mariguana y cocaína, especialmente con los estudiantes de la Universidad de Northridge.

La vida loca ya no era tan loca. Desde hacia unos años se había alejado de Pacoima, el barrio de su pandilla, pues la policía había puesto en marcha un plan represivo que ya no les daba libertad de andar caminando por la calle. Antes parecía que era una moda ser Homie, todos se vestían con ropa bien floja, el pelo bien rapado, gafas muy oscuras, zapatos tenis (blancos) y tatuajes por todas partes. Pero ahora esa moda había dejado de tener validez. Y quien andaba vestido así era automáticamente revisado por la policía, por eso muchos Homies dejaron de salir en el día y solo tenían vida por la noche.

La ciudad aplico un plan de cero tolerancia, capturo a todos los cabecillas de las pandillas, quienes extrañamente morían asesinados dentro de las prisiones. Así que el Normandie se movió de su querido barrio de Pacoima y se fue para una ciudad cercana (Van Nuys). Ahí se reformo un poco, pero tampoco podía conseguir empleo por los interminables antecedentes penales que tenia desde los doce años de edad, y Claudia (su novia) ya tenia tres meses de embarazo.

Comenzó vendiendo cocaína a las Prostitutas de la calle Sepúlveda, pero un día llego un tipo afroamericano y lo amenazo con matarlo si seguía vendiendo en esa zona, pues toda esa calle le pertenecía a él. De todas formas el Normandie siempre llegaba a la esquina de la calle Vanowen a vender y pasaba hablando con un vendedor de frutas originario de Guatemala (con los rasgos característicos de las personas de Totonicapán). Cierto día llegaron adonde el vendedor de frutas dos tipos afroamericanos, y uno de ellos le dijo al vendedor que tenia que pagarle por protección ya que toda los negocios de la calle y las prostitutas les tenían que pagar a ellos cien dólares a la semana. El vendedor tuvo mucho miedo y les dio los cien dólares. Por la tarde llego el Normandie a comprar una bolsa de fruta y supo del incidente. Le dijo al vendedor que no les diera nada, que no les creyera, que esos negros eran drogadictos. El siguiente viernes llegaron los tipos afroamericanos a cobrar los cien dólares de esa semana y el vendedor no les pago, de inmediato le destrozaron el pequeño carretón y dejaron todo golpeado al señor. Cuando el Normandie se dio cuenta de eso se puso negro pero de la rabia. Fue a buscar al vendedor al Hospital y ahí le contaron que la policía se lo había llevado, pues parece que tenía una orden de deportación pendiente por no presentarse a una corte de inmigración. Eso le provoco más indignación al Normandie quien había sido testigo de cómo trabajaba el vendedor de frutas.

El Normandie no paro de buscar al vendedor hasta que dio con la casa del hermano, quien le conto lo difícil que era la situación. El Normandie le dio cien dólares para que se los mandara al vendedor, y fue en ese momento que la luz de una idea se encendió en la cabeza del Normandie. Le dijo al hermano del vendedor que porqué no le vendía el carretón de frutas, el señor se sorprendió, y al final se lo vendió por doscientos dólares.

Ya con el carreton el Normandie se fue a comprar frutas y hasta un gorro y un delantal blanco, e instalo el carretón en el mismo lugar que el guatemalteco. Fue todo un éxito. Los clientes de la universidad llegaban a comprar la mariguana y cocaína, y ahora, se bajan del auto compraban una bolsa de frutas y exactamente sobre la bolsa iba la droga. Parecía hasta gracioso. En la universidad los estudiantes bromeaban entre ellos:

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— ¡Vamos a comprar fruta!

Al mes siguiente llegaron los tipos afroamericanos y el Normandie se hizo como que no hablaba ingles. Los tipos le dijeron lo mismo que al vendedor guatemalteco y el Normandie les dio cien dólares, les dijo con un acento en ingles mal pronunciado que los esperaría el próximo viernes. En ese momento volvió después de mucho tiempo a hablarle a sus ex compañeros de la pandilla. Armo todo un plan. El siguiente viernes llegaron de nuevo los afroamericanos y el Normandie les entrego los cien dólares; estos se marcharon y al menos cuatro vehículos diferentes les dieron seguimiento para saber adonde vivían, con quien se reunían, a quienes le cobraban; El Normandie quería saber si era cierto que eran de una pandilla. Los pandilleros amigos del Normandie andaban cámaras de video, fotográficas y teléfonos celulares. En la noche le mostraron las imágenes al Normandie y este reconoció en seguida al tipo que lo amenazo con matarlo si le vendía cocaína a las prostitutas de la calle Sepúlveda. Además se quedo sorprendido por que el tipo vivía en una casa muy grande (seguramente costaba millones) y lo único que hacia ese negro era mandar a dos matones a cobrar.

Para el día domingo planearon reunirse y todos llevaron sus armas. El Normandie se fue hasta el centro de Los Angeles a robarse un auto. En total iban ocho personas y dos autos. Se estacionaron cerca de la casa del negro y esperaron a que llegara. A las nueve de la noche llego una camioneta SCALADE blanca y se bajo la persona que estaban esperando. Todos los pandilleros se bajaron y comenzaron a disparar. La balacera duro al menos dos minutos. El Normandie fue a pegarles el tiro de gracia en la cabeza a todos. Se marcharon y fueron a comprar a la licorería tres botellas de coñac Hennessy. Cuando ya estaba bien borracho el Normandie les decía a los otros homies que su tiempo había llegado, que la calle les pertenecía de punta a punta y que jamás un negro cobraría un centavo en esa calle.

Las reglas fueron las mismas, todos los viernes cobrarían cien dólares a todos los negocios callejeros y a las prostitutas, con la única diferencia que a las personas de origen hispano se les cobraría la mitad nada más.

Todo iba bien, hasta que los negros decidieron atacar y dio inicio un tiempo de zozobra, de peleas por el control de la calle y de la venta de drogas.

Un día supo que un compañero de su misma pandilla había violado a una niña de catorce años en el parque Balboa. El Normandie era muy malo, pero dentro de su degenerada escala de valores la violación era el peor de los pecados ya que le hacia recordar la muerte de su querida madre. Ese día no tubo compasión con su propio compañero y sin mediar palabras le disparo directamente a la cabeza. Todos fueron testigos de ese hecho. Pero esa misma exhibición grotesca genero roces internos en la pandilla y se dio una deserción muy grande que entro en conflicto con el Normandie. Al final la guerra de la calle ya no solo era en contra los negros sino que contra los ex compañeros también.

El Sniper llego un día al valle de San Fernando para decirle a su hermano que la vida valía la pena vivirla por el camino recto, que esa vida de la calle y las pandillas solo lo llevarían a la muerte. Ese día invito al Normandie para que trabajara con él en una compañía que reparaba

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aires acondicionados. Le dijo que el trabajo era pesado pero que la vida era mejor, no tenia comparación la sensación de sentirse parte del mundo, de ir a comer con la familia, de ir al cine, de salir a comprar y saber que nadie te andaba buscando. El Normandie le dijo que ya parecía hermano de iglesia

—No bro, mi mundo esta en la calle—le dijo el Normandie

Esa fue la última vez que vio a su hermano.

Claudia lo dejo después de darse cuenta que el Normandie se acostaba con todas las prostitutas de la calle, y lo extraño es que solo se acostaba con mujeres viejas (realmente estaban viejas), quizás, estando con ellas se sentía niño de nuevo y le hacían recordar a su madre. Quizás. Pero ese mismo fetiche que tenia con las señoras lo llevo a la cárcel. La policía de Los Ángeles sabía que en la calle Sepúlveda había muchas extorciones, venta de drogas y algunos asesinatos violentos, así que una agente policial encubierta de prostituta (Como de cuarenta años) revelo toda la red comandada por el Normandie, y este fue a la cárcel.

Dentro de la cárcel busco rápidamente un grupo que le diera protección. Es que dentro de las prisiones de los Estados Unidos es como que se vaya a otro mundo, las leyes físicas siguen siendo las mismas, pero las leyes humanas son completamente diferentes, todo, absolutamente todo es diferente; Cómo hablar, cómo vestirte, cómo comer, con quien comer, cómo pelear, cómo conseguir el respeto de los demás y, sobre todo, como sobrevivir. El Normandie ingreso al grupo conocido como los “centros”, en ese grupo solo habían personas originarias de Centro América, y a veces ese grupo se unía con el de los mexicanos, especialmente, cuando habían peleas en contra de los negros. En la cárcel, el Normandie termino de tatuarse tanto que cada vez que se bañaba desnudo parecía que se bañaba con ropa. También aprendió que en la prisión se aplicaba la ley de la selva: “El más fuerte sobrevive”, por eso paso todo el tiempo levantando pesas hasta que consiguió verse como un adoquín. Y precisamente por esa apariencia fuerte es que lo reconoció el Occiso ese día en el aeropuerto, además de que tenía extendida una hoja con el nombre del NORMANDIE.

El Occiso lo llevo hasta Apopa y le explico las condiciones en que había muerto el Sniper

—Mira vato a tu Broder se lo dio un coyote de Chalatenengo, es que el Sniper le quebró el culo al hermano que también era coyote, así que hay ve vos si queres que le demos jaque…El Normandie estaba sudando o deshaciéndose como un sorbete con el gran calor que hacia esa tarde

— ¡Puta vato!...podes poner el aire acondicionado que voy sudando hasta de los huevos

El occiso se puso a reír y le dijo— ¡Puta! Vos crees que esta mierda es limosina, acostúmbrate que este calor a penas va comenzando… y ahí en la casa de tu tío además del calor, te van hacer mierda los zancudos. ¡Vas a ver!

El occiso dejo al Normandie en la casa del tío Alberto y le entrego un teléfono celular

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—Mañana te vengo a traer para que salgamos a bacilar yo te pego un fonazo…—le dijo el Occiso

Una vez dentro de la casa vieja todo se reprodujo como aquel día que llego el Sniper. La noche pudo haber pasado inadvertida en la vida del Normandie y solo recordarla como la noche en que regreso a El Salvador, pero esa noche no pudo dormir, los zancudos lo atacaron de tal forma que el siguiente día parecía que tenia salpullido. << ¡Puta este es una mierda de país, cómo es que pueden vivir las personas en estas condiciones tan pura mierda!>> se decía el Normandie.

En la mañana llego el Occiso y lo llevo a San Martín a la pandilla que el estaba liderando desde que metieron preso al Wizard. Le explico que la mayoría eran jóvenes y que solo buscaban dinero para endrogarse.

— ¡Mira vato! …yo te quiero ayudar por que tu broder fue paloma conmigo, ese vato era una gran persona y por eso yo te quiero ayudar. Estos bichos cerotes adonde te voy a llevar solo les gusta andar bien pedo y son bien pendejos, tiene que andar uno detrás de ellos como que si fuera el tata para que hagan las mierdas bien. Por eso con tu broder y otro perro que le decíamos el Wizard jalábamos bien, hacíamos tiros gruesos.

—Gracias carnal, pero yo no creo que aguante en este país, ¡Puta ayer no pude dormir con ese vergo de zancudos!—le dijo el NormandieEl occiso iba fumando un cigarrillo y casi se ahoga de la risa

— ¡Yo te dije vato!...eso de los zancudos no es broma

—Mira, vos has de tener los huevos bien puestos, mi nana vende tomates en el mercado de mayoreo y yo conozco un vergo de viejos que tienen plata. Si vos me ayudas, vamos secuestrando a uno por uno y te pago el coyote para que te vayas para tras y hasta te llevas un vergo de feria…—le dijo el Occiso

— ¡Secuestro! ¡Puta allá en la USA te meten la galleta si te agarran por esa mierda!—le dijo el Normandie

— ¡Puta acá también! Pero es lo más fácil para sacar plata…

El Normandie levanto un poco la barbilla y se llevo las manos a la cabeza y le dijo:

— ¿Y por qué no mejor…los extorsionamos?

— ¡Puta como así!—Exclamo el Occiso

— ¡Les cobramos una renta semanal!...eso funciona vato, allá en mi calle solo de eso se vivía. Le cobrábamos a toda la raza que tenia negocios y a las putas. Eso es más seguro…—le comento el Normandie

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— ¡Puta yo esa mierda solo las había visto en las películas del seis!

— ¡Exacto!...así como en las películas, mandamos los avisos o les llamamos diciendo que si no pagan los vamos a matar…

— ¿Y si no pagan?—le pregunto el occiso

— ¡A la puta es que no vamos a bromear!

Y así comenzaron a extorsionar a los negocios de San Martin, al principio nadie pago, pero después que empezaron a ver los muertos, todos tenían el dinero listo. El viernes siguió siendo el día de la recolección, a las ocho de la noche citaban a los comerciantes en el parque del lugar y ahí hacían la entrega del dinero. Un día en la noche llego la policía y lograron capturaron al Occiso, el Normandie se dio a la fuga. Pero como la mamá del Occiso tenia mucho dinero pago a unos buenos abogados y al cabo de seis días ya estaba afuera. El occiso le pregunto a los abogados que cuantos años le podrían dar si lo hallaban culpable, los abogados le dijeron que cuatro años, entonces les volvió a preguntar que por secuestro cuantos años daban, le contestaron que por secuestro la sentencia podría andar por los quince años. En ese momento sonó el teléfono de un abogado y al parecer era un cliente que le conto que un hijo de 17 años había disparado en contra de otro joven por que andaba molestando a la novia. El abogado le dijo al cliente que no se preocupara que a los menores de 18 años se les aplicaba la Ley del Menor Infractor y que ese tipo de incidentes se podían conciliar

—No se preocupe, ahora mismo voy para el tribunal…—le dijo el abogado y colgó

—Bichos cerotes pueden matar a alguien y lo más que les dan son cinco años, pero a los dos años hay van para fuera…Por eso si vas hacer una mierda mala hacela cuando estes joven, antes de los 18 años, mira vos, por este delito fácil te clavan los cuatro años, pero agradece que nos movimos rápido—le dijo el abogado al Occiso

De nuevo en la calle se fue directo para adonde el Normandie y al verlo le dijo

— ¡Ya ves pendejo!...si ahuevo esta mierda va ha ser más fácil. Puta si no es por mi nana me hubieran clavado cuatro años

— ¡Agarrala al suave vato!...esta mierda no es fácil, tenemos que ver a quien putas podemos mandar a recoger el dinero

Y fue en eso momento que el Occiso recordó el dialogo del Abogado

— ¡Puta! Mandemos a ese vergo de bichos drogos, a esos majes no les pasa nada…Y fue así que las extorciones comenzaron a funcionar en San Martin, a veces agarraban a los jóvenes pandilleros, pero a los meses estaban fuera de nuevo por que se le aplicaba la ley penal juvenil.

El Normandie seguía viviendo en la casa del tío Alberto, pero llegaba a los días, nada más era su

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domicilio legal por que siempre dormía adonde le agarraba la noche. Generalmente dormía en una casa que alquilaba el Occiso en Altavista.

Su primo Jorge ya no vivía en la vieja casa, se acompaño y se fue a vivir a Huizucar. El tío Alberto pasaba todo el día en la cantina del pueblo y, aveces, no llegaba hasta bien tarde. Mabel pasaba dormida todo el día y cerca de las cuatro de la tarde se preparaba para irse a trabajar.

Un día que el Normandie llego temprano la vio cuando se estaba bañando y eso le provoco una gran excitación. Se quedo con ese sentimiento que no podía controlar. Esa era la única razón por la que regresaba a ese remedo de casa. A los dos días después de ese incidente terminaron por acostarse en la vieja cama que tenia un respaldar que hacia un ruido espantoso con el movimiento (se escuchaba como el grito de un cuche cuando lo están matando) y que estaba sostenida sobre unos ladrillos, pero antes del contacto sexual, Mabel se paro a quitar una imagen del santo niño de Atocha que colgaba en la pared.

Mabel le conto al Normandie que ella realmente trabajaba como bailarina para una barra show en una zona exclusiva de San Salvador, le dijo que la conocían con el nombre de Alison

Y esta bicha del chicle que va sentada frente a la ventana (creo que es bailarina) me ha dicho que no meta con ella por qué voy a tener problemas con el Nomandie, cómo que si no me lo puedo...

PARTE IV MABEL DE DIA ALISON DE NOCHE

TATUAJES VIOLENTOS PARTE IVShare Thursday, February 25, 2010 at 5:01am Mabel siempre estuvo atraída por el Normandie, a diferencia del Sniper que era bien flaco, el Normandie evidenciaba unos músculos bien desarrollados y ese acento mitad ingles y español la volvía loca.Así que ese día cuando sucedió el contacto sexual prácticamente no puso resistencia alguna, al contrario, ella había dejado abiertas—a propósito— las ventanas en el baño la semana anterior.

Las extorciones en San Martín funcionaban muy bien. El Occiso hasta abrió una cuenta en el mismo banco adonde su mamá depositaba el dinero de la venta de los tomates. La gerente de la sucursal ya conocía a William (El occiso) debido a que en varias ocasiones él se encargaba de realizar los depósitos de la venta de tomates, especialmente en la época de la temporada fuerte. Así que dentro de la sucursal todo parecía normal.

La gerente sabia que el mundo de los comerciantes mayoristas de verduras no es el mismo que el de los profesionales o comerciantes formales en donde existe una contabilidad al centavo y la apariencia importa mucho; En el mundo de los tomateros la des-apariencia es la que importa. Por eso el hecho de que el Occiso llegara con ropa floja y uno que otro tatuaje no inmutaba a la gerente de la sucursal. Para una semana santa, época en que deben de cerrar los bancos, hubo una gran escases de tomates y solamente la mamá del Occiso pudo importar desde Guatemala tres camiones repletos. Los clientes hasta hacían colas por tal de comprar una caja de tomates. En media mañana ya se habían vendido los tres camiones, pero el problema que tenía la mamá del

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Occiso era que los bancos estaban cerrados para poder depositar todo ese dinero, así que lo guardaron en medio de los tomates podridos. El día lunes cuando el occiso fue a realizar el deposito, el dinero apestaba; la cajera por poco y vomita contando la remesa. Por eso es que la gerente sabía que esos clientes eran especiales y no le pareció extraña la apariencia del Occiso y, mucho menos, las cantidades de dinero depositadas en la cuenta personal a nombre de William.

Todo estaba funcionando muy bien. Al cabo de seis meses lograron extorsionar un total de 15 negocios grandes a quienes les cobraban cincuenta dólares a la semana y 20 negocios medianos a quienes les cobraban veinticinco dólares. El dinero llegaba completamente a la cuenta del Occiso. Al Normandie solo le daba cincuenta dólares diarios y la promesa que en dos meses le pagaría el coyote. A los jóvenes que andaban cobrando y al resto de los integrantes de la mara les daban la libertad de que se quedaran con la renta de los negocios pequeños, a los cuales les cobraban diez dólares semanales. Pero todo debía de estar censado. Entre sorbeteros, paleteros, panderos y pupuseras lograron extorsionar a un total de 80 personas.

Un día que el Occiso estaba por ingresar al Banco recibió una llamada desde la cárcel, era el Wizard que logro conseguir un teléfono celular adentro de la prisión

— ¡Vato!...ya me contaron que están haciendo un chingo de feria en mi barrio. ¡Que onda vato! Me dijeron que se dieron al Sniper y que tenes al broder de esa vato jalando con vos—le dijo el Wizard

— ¡Puta cerote!...hace un vergo que no sabia nada de vos—le contesto el Occiso—Mira, nosotros hemos hallado un jale más al suave…

— ¡Vos sabes que ese no es tu barrio!...y yo sé que están haciendo un vergo de plata. ¡Me vale verga el hermano del Sniper!... ¡Puta a mi me vas sacar en la foto!...va ha llegar mi múcura adonde vos y le das cuatro mil varos para que le pague al abogado, me ha dicho que va a pistiar al juez para que me dejen salir…—le reclamo el Wizard sin levantar mucho la vos

El occiso se quedo pensativo y el corazón se le acelero un poco. Sabia que tenia que elegir bien las palabras que le diría al Wizard

— ¡Puta!...vos crees que estamos cagando pisto… ¡Nel vato! yo no tengo ese chingo de feria, si queres te puedo conseguir unas mil baras, eso es todo lo que te puedo dar…

— ¡Ah…que hijueputa!...andas de pendejo… ¡No me des ni mierda pues! pero vas a ver…¡Te voy a mandar a dar verga, tanto, que hasta la mierda te van a sacar de los vergazos. ¡Tomatero pendejo!…

— ¡Agarrala al suave vato! ¡Puta!...ya te dije que te hago el paro para darte mil varos—le dijo el Occiso

— Mañana en la tarde va a llegar mi mujer, va estar en frente del negocio de tu nana, le das las cuatro mil varas y después yo te hablo—le dijo el Wizard

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El Occiso sintió una rabia que le hizo hincharle la vena que le cruzaba—exactamente—en medio de la frente y le grito:

— ¡Bueno! Al final… ¡Me vale verga vos y tu puta mujer! Así de mamado te la pongo…No te voy a dar ni mierda…—Y corto la llamada

El Occiso recibió un poco de lo que les daba a probar a las personas que él extorsionaba en San Martin, ahora era él la victima de una extorción. Tomo de nuevo el teléfono y le marco al Normandie, quien estaba, como de costumbre en las últimas tardes, en la —bulliciosa—cama junto con Mabel.

— ¡Hey Vato!...venite de boladas para San Martin. Tengo un pedo bien grande con el Homeboy aquel del que te hable…el Wizard

— ¡A la puta!...hay te caigo en la noche, ahorita no puedo…

— ¡Cerote no estoy bromeando!...¡venite ya!

— ¡Vergón!...ya te caigo en un rato…

Al Normandie le gustaba pasar las tardes junto con Mabel, siempre se quedaba dormido en los pechos de ella. Era extraño y curioso entender como un hombre con tanta maldad pudiera convertirse en un niño en la cama. Pero así era el Normandie, un león que rugía en la calle y un gato que maullaba en la cama.

Mabel ya estaba acostumbrada a no invitar sentimientos a la cama, por eso, el concepto de amor que ella predicaba estaba bien distorsionado de lo que una persona romántica pudiera esperar. Le conto al Normandie que ella tenia dos “novios”. Uno era un policía que vivía cerca de Guazapa con el que ya tenia más de seis meses de andar vacilando, y el otro era un comerciante de la zona de oriente que llegaba a la “barra show” todos los lunes sin falta. Siempre le pagaba cien dólares por la noche y en más de una ocasión la invito a una casa en la playa. —Una cosa me fue llevando a la otra—le dijo Mabel al Normandie cuando le conto cómo había sido la primera noche como bailarina. Le dijo que a ella la invito una amiga de Apopa para que fueran a una discoteca cercana a la Universidad Nacional. Al principio le gustaba ir porque se distraía de su realidad en medio de la pobreza y la tristeza por haber perdido a su madre quien murió a consecuencia de un cáncer de mama. Además en la casa habían sucedido cosas bien feas. Una noche llego Alberto (su papá) bien borracho y de repente se fue a costar a la misma cama que Mabel y comenzó a tocarla y a besarle los pechos; esa noche estaba cayendo una gran tormenta, así que los gritos se confundieron con los truenos y con las gotas que caigan en el techo. Nadie la ayudo. Y ella tampoco le conto a nadie acerca de ese incidente. Pero un día se acerco al director del Instituto adonde estudiaba—quien le inspiraba cierta confianza— y le comento acerca de ese incidente. El director no puso cara de extrañado y le dijo a Mabel que esos casos eran muy comunes, pero que él la ayudaría dándole una terapia sicológica para minimizar el daño. El problema fue que el Director también se aprovecho de Mabel y abuso de ella cerca de dos años.

Por eso es que ella quería distraerse y salir de ese mundo. Su padre dejo de abusar de ella, es que

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cada vez llegaba más borracho, a veces ya ni alcanzaba a llegar a la casa, simplemente terminaba tirado en alguna calle. Pero el Director, ese siempre la buscaba y le hablaba por teléfono. Le decía que estaba enamorado de ella y la citaba en el centro del pueblo para verla, pero Mabel una vez que se graduó de bachiller dejo de tener contacto con él. Ya no tenía ningún control sobre ella. Es que cuando era alumna del Instituto la amenazo con aplazarla e incluso de expulsarla del lugar si no accedía a lo que él le pedía, por eso Mabel hizo todo lo que le pidió en ese tiempo. A los meses salió en uno de los noticieros la imagen de una estudiante que estaba embarazada del Director y después de esa noticia muchas compañeras de Mabel salieron denunciando los abusos del Director. Pero Mabel nunca denuncio nada.Las noches en las discotecas pasaban demasiado rápido. Al principio solo llegaba a bailar, después ya se tomaba unas tres cervezas con los jóvenes que la invitaban, y al cabo de un par de meses ya se iba con los viejos que llegaban a cazar, estrictamente, a muchachas jóvenes, a las que llevaban a sus apartamentos, las emborrachaban y, por ultimo, tenían relaciones sexuales. Esa era la vida de Mabel.

Siempre se desvelaba los viernes y sábados, hasta que un día encontró empleo como vendedora de aparatos electrodomésticos en una pequeña “casa comercial” del centro de San Salvador. En el trabajo todo iba bien, pero en El Salvador cuando una mujer bonita entra a trabajar a un lugar, el patrón presume que tiene derecho preferente para seducir a la empleada. Y así fue, el patrón comenzó a lanzar pequeños piropos y después se la fue llevando al baño para tocarla toda. Lo difícil de esa situación es que también el hijo del patrón hizo lo mismo y hasta un hermano de patrón (que había venido de los Estados Unidos). Todas las empleadas (al menos las más bonitas) habían sido victimas de ese acoso. Las dolorosas experiencias que había vivido Mabel en su casa y en la escuela no le permitían concluir que ese comportamiento era reprochable, al contrario, ella se sentía atractiva y deseada.Una tarde lluviosa de agosto la esposa del patrón se dio cuenta de las infidelidades del marido, y, en lugar de agarrar a patadas al esposo infiel, se abalanzo en contra de Mabel. Se fue aruñada esa tarde y nunca más regreso ni a cobrar su indemnización por despido, vacaciones ni mucho menos el aguinaldo proporcional.

De nuevo estaba desempleada, y rápidamente contacto a sus amigas de parranda. Una de ellas (Sandra) la invito una tarde de domingo para que la acompañara a la playa, irían, supuestamente, unos amigos, un tanto viejos. La sorpresa que se llevo Mabel al subirse a la camioneta fue mayúscula: Vio a un par de señores, quizás, como de cincuenta años (todos canosos y con cadenas de oro bien gruesas en el cuello). La amiga le guiño el ojo y se fueron para la playa. Esa tarde hubo de todo: Hubo sexo, droga y lo que hizo falta fue el rocanrol, pero no lo extrañaron en medio de las rancheras. Esa tarde Mabel se estreno como puta, pero extrañamente no sintió ninguna repulsión, quizás por que la mayoría de las relaciones sexuales habían sido con viejos, comenzando con la primera relación que tuvo: con su padre. Lo que si le pareció extraño (pero fantástico) fue el hecho de que nunca había recibido un tan solo dólar por hacerlo. Había recibido uno que otro regalo, pero dinero nunca. Fueron cincuenta dólares (bien ganados) los que recibió esa tarde. Desde entonces se convirtió en una puta eventual, nada más para ciertos eventos. Dentro de ese mundo de las putas hay que usar siempre un nombre de pila y Mabel pasó a ser: Alison. Pero de a poco fue viendo la posibilidad de obtener más dinero y también de divertirse. Fue así que conoció a Roque (su novio policía) quien era el guardaespaldas de un diputado, que cierto día organizo una fiesta en la playa a la que llevaron ocho putas, entre ellas Mabel, e

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hicieron todo un bacanal. Esa noche mandaron a Roque a dejar a Mabel hasta su casa en Apopa y desde entonces dio inicio la comunicación que llevo al noviazgo.

Sandra la amiga de Mabel apareció asesinada en la carretera que lleva al puerto. Según la autopsia fue violada y posteriormente asesinada. Mabel sintió un miedo terrible y ya no quiso contestar las llamadas de los clientes que solicitaban sus servicios. Trato de nuevo de buscar un empleo, pero el problema de los vicios y las malas costumbres es que uno se acostumbra a ellos, y fue así que un día leyó en uno de los periódicos de mayor circulación nacional que necesitaban “muchachas” de 18 a 30 años para bailar “exclusivamente”. Así que se presento al lugar y desde entonces trabajó como bailarina. Sin embargo, el trabajo de puta en lugar de descartarlo, lo potencio en la barra show y producto de su actitud rebelde y promiscua fue una de las bailarinas más solicitadas. Y precisamente fue eso lo que le gusto al comerciante de San Miguel, su otro novio.

El Normandie pasaba escuchando las historias que le contaba Mabel como un hijo escucha a la madre. Pero en esa tarde se fue rápidamente adonde el Occiso. Al llegar supo lo que había dicho el Wizard y solo exclamo:

— …¡Esta pendejo ese vato!...no le hagas caso. Mañana dale las mil lucas a la mujer…y si quiere que las agarre, sino, que te valga verga men…

— Hagamos una cosa: mejor vas vos a entregarle los baros, y la amenazas, decile que vos estas manejando la clica, que yo, simplemente, estoy trabajando para vos…decile que le agradeces que haya ayudado a tu broder pero que aquel se lo palmarón y que en agradecimiento les das las mil lucas…—le dijo el Occiso

— ¡Vergón! ¡Conmigo que no anden con mierdas!—le dijo el Normandie

El siguiente día a las cuatro de la tarde llego una mujer (delgada y con la cara mal maquillada) en un pick (viejo), quien manejaba era un tipo moreno y gordo con el pelo completamente rapado. Ambos se bajaron y en seguida se les acerco el Normandie y les dijo:

—¡ What`s Up man!...¿vienen de parte del Homie…del Wizard?

La mujer que masticaba un chicle le dijo

—¡No hablemos tanta paja!...danos los billetes

El Nomandie se le quedo viendo con una mirada muy penetrante y directa. La ropa que habia elegido ese día hacían evidenciarles los tatuajes en los brazos y en el cuello. Una pequeña risa sarcástica salió del pandillero y les dijo:

— ¡No hablemos tanta paja pues!—el Normandie saco un rollo de billetes de veinte dólares, en total eran cincuenta y se los tiro a la mujer—¡Ma pendeja! ¡Decile a tu marido que le doy esto por que le agradezco que le hizo el paro a mi broder, pero yo no le debo nada, si quiere vérselas

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conmigo, decile que yo estoy loco y que si quiere que me busque—En ese momento se levanto la camisa y les mostro un arma de fuego, además de todos los tatuajes—¡Cómo no queres hablar tanta paja…andate a la mierda ya!

La mujer quedo sorprendida con las palabras del Normandie, tomó el dinero y cuando lo contó se sonrió un poco y se lo tiro de regreso al Normandie

— ¡Artate esta mierda pendejo! ¡Vos no sabes en que te estas metiendo!—le grito al Normandie— ¡Vámonos Microbio!—le dijo al tipo moreno que la acompañaba y ambos se subieron al pickup y se marcharon

El Normandie tomo el dinero y comenzó a mover el cuello de un lado a otro tronándose los huesos.

El Occiso sintió mucha preocupación por su familia, así que mando a contratar tres vigilantes para que cuidaran los camiones, la venta y, por supuesto, a su mamá. Les advirtió a sus hermanos que se cuidaran, que debían de armarse, que algo no había salido bien y que por su seguridad deberían de andar armados. Era el inicio de una guerra, aunque todavía no había muerto nadie, solo era cuestión de tiempo.

El romance entre el Normandie y Mabel continuaba. Una mañana que llego Mabel muy cansada, dejo la cartera en la entrada de la casa y cuando el Normandie la movió, sintió que era muy pesada, al revisarla encontró una pistola nueve milímetros. Cuando le pregunto a Mabel que de donde había sacado esa pistola, ella le contesto que su novio que era policía se la había vendido para que se protegiera en caso de necesitarla. El Normandie le dijo que si podía conseguirle más de esa armas, que le preguntara al policía si podía vendérselas. A los días el policía le vendió a Mabel dos pistolas más. Con el tiempo llegaron a comprarle escopetas y hasta fusiles de asalto. Cómo las conseguía el policía, eso solo él lo sabia, hasta que le conto a Mabel.

PARTE VROQUE EL POLICIA AMIGO

TATUAJES VIOLENTOS PARTE VShare Wednesday, March 10, 2010 at 1:02pm Roque ingresó a la academia de policía, apenas, cuando cumplió los dieciocho años de edad, en parte, casi obligado por su padre, un excombatiente de la guerrilla que peleo la guerra civil y creía que su hijo debería de servir a la sociedad como un ejemplo de ser humano. Atilio el padre de Roque fue un combatiente disciplinado y solidario, un verdadero ejemplo dentro del grupo guerrillero, por que a pesar de no tener conocimientos académicos era un ávido lector de poesía, especialmente poesía marxista como la de Rafael Alberti, Pablo Neruda, y sobre todo, la del poeta salvadoreño Roque Dalton. Por este último llego a tener tal admiración que nombró a uno de sus hijos como Roque.

Dentro de la Academia de Policía la parte académica fue un verdadero problema, un desastre total—como sucedía con la mayoría de jóvenes que ingresaban—, pero en la parte física todo era diferente. Roque era el delantero del equipo de futbol de Guazapa, siempre tuvo una buena

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condición física, y en la academia eso parecía que era lo que les importaba. Es que si se ponían estrictos con la parte intelectual, seguramente, tendrían un problema serio de ingreso.

En esos días la Policía estaba estrenando uniformes, patrullas y hasta nombre. Todos los jóvenes querían ser parte de esa institución. La población sentía un alivio (y un orgullo) increíble al ver a los jóvenes policías en la calle sustituyendo a los antiguos cuerpos represivos de seguridad. Pero esa luna de miel duro poco tiempo. Con los años los casos de abusos policiales y conductas corruptas se fueron haciendo evidentes y después pasaron a formar parte de la cotidianidad.

Roque una vez finalizado el curso de ingreso fue asignado a la División de finanzas de la Policía. Estuvo destacado en la delegación de la frontera San Cristóbal de Santa Ana. El trabajo no era tan pesado, simplemente había que estar en la salida de la frontera revisando que los documentos aduanales de los camiones que transportaban mercadería estuvieran en regla. Los problemas se daban los días viernes y lunes cuando se instalaba un mercado al lado de Guatemala y muchos pequeños comerciantes salvadoreños iban a comprar para vender en El Salvador. Antes de que llegara la nueva policía, los comerciantes tenían un trato tácito con las antiguas autoridades, les daban cincuenta colones por cada caja de mercadería (generalmente ropa con marcas falsificadas) que ingresaba al país. Pero los nuevos policías parecían incorruptibles. Parecían. Un día apareció publicada la noticia de que el jefe de finanzas de la Policía había sido separado por permitir el ingreso sin pago de impuestos de varios contenedores procedentes de Panamá. La noticia revelaba que el jefe había recibido un aproximado de doscientos mil colones en el transcurso de seis meses. La noticia devasto el espíritu de servicio e incorruptibilidad de los jóvenes agentes.

Un día llego un comerciante con una figura rechoncha y unas cadenas en el cuello que tenían unos eslabones bien gruesos y le ofreció a Roque y a su compañero cien colones por cada caja que dejaran ingresar al país. Roque se sintió ofendido con la proposición y en el acto le puso las esposas al comerciante y lo remitió a la delegación. A la siguiente semana remitió a una señora que le ofreció diez colones por cada quintal de azúcar que dejara pasar. También detuvo al conductor de un camión que venia desde Estados Unidos y que traía un centenar de llantas usadas y que le ofreció mil colones por dejarlo pasar. La fama de Roque como un policía incorruptible creció en toda la delegación. Pero fue eso precisamente lo que hizo que el jefe pidiera el traslado de Roque debido a que en la zona de oriente se estaban reportando muchos casos de contrabando y era necesario llevar personas con las características de Roque. Al día siguiente le notificaron que seria trasladado a la delegación del Amantillo en el calor—a veces infernal— de la Unión.

En la delegación del Amantillo las condiciones de las habitaciones policiales eran inhumanas y la de los baños era espantosa, no había duchas, en su lugar había un viejo barril oxidado lleno de agua y adonde iban los agentes a bañarse con un güacalito todas las mañanas. Era una pocilga que bien podría ser tolerable si no hiciera tanto calor. Tanto calor que en la madrugada las personas se levantaban y ya estaban sudando. Era extraño porque a Roque nadie le dirigía la palabra, todos los compañeros lo ignoraban y lo habían apodado como el “pastor”, precisamente por esa conducta de incorruptibilidad que había mostrado en San Cristóbal.

Una noche que hacia un gran calor—un terrible calor que hasta hacía explotar barros y espinillas

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de la cara con el vapor—, Roque no pudo dormir y al pasar a las habitaciones contiguas se dio cuenta que él era el único que estaba durmiendo en la delegación. Le pregunto al agente de turno qué adonde estaban el resto de compañeros, y este solo le dijo:

— ¡No levantes la polvazón!...toda la mara se va para el motelito que tiene aire acondicionado…

Al día siguiente averiguo y fue al Motel adonde todos sus compañeros se iban a las diez de la noche. Vio las habitaciones y, aunque pequeñas, eran muy limpias y tenían aire acondicionado y un baño medianamente inmaculado. Pregunto por el precio y se dio cuenta que él no podría pagarse ese lujo con el salario que recibía. Pero si él no podía cómo sus compañeros si lo hacían.

Las noches seguían siendo muy duras y los días aun más. El jefe de la delegación había dejado a Roque para que estuviera todo el día parado en el puente que conectaba con Honduras, simplemente, revisando los maletines de los transeúntes. Eso era todo lo que tenía que hacer. Él veía pasar camiones, contenedores y furgones y se preguntaba si realmente estaban pagando los impuestos. Un día en la tarde le avisaron a Roque que tendría que quedarse a cubrir el turno del otro agente que no había podido llegar a tiempo, así que estaría hasta las diez de la noche. Mientras estaba revisando los maletines una chica bien guapa paso en una camioneta todo terreno, bajo la ventana, llamo a Roque y le dijo:— Acá están los cigarros…

El agente policial se extraño y le dijo:— Yo no fumo…

La chica sonrió un poco y le volvió a decir:— No tengo tiempo, solo le estoy haciendo el favor a Miguel—y le extendió la cajetilla de cigarros

Roque tomo la cajetilla de cigarros y la chica se fue rápidamente. Al abrirla se dio cuanta que había un dinero. En total eran diez billetes de cien colones. Roque se asusto, pero ya no podía hacer nada. La chica se había marchado.

A las diez de la noche llego el policía que debía haber cubierto ese turno y se dirigió adonde Roque y le dijo:— ¡Que ondas viejo!...mira vení—lo tomo del brazo y lo llevo a un lado de la carretera—…una chava me dejo un dinero con vos, no quiero entrar en detalles pero necesito que me lo des…

Roque le quito la mano de su brazo y le dijo:— Mirá… yo voy a presentar el reporte con el jefe de la delegación, si queres el dinero, entonces, explicalé al jefe quien te lo manda y ¿Por qué?...

— No te hagas el culero conmigo, ojala que hagas esa mierda, vas a ver en el pedo que te vas a meter. Dame el dinero y que esto quede entre nosotros…—le dijo el agente a Roque

Roque empujo al agente y se fue directo a la delegación. El jefe era un Policía (de piel morena y varias libras de más) de los extintos cuerpos de seguridad y gozaba de una mediana reputación

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dentro de la nueva policía. El joven agente redacto una pequeña acta en donde consignaba los mil colones y narraba brevemente los hechos. El jefe al leer el acta de Roque lo mando a llamar de inmediato y le dijo:

— ¡Muchacho! ¡Muchacho!...parece que vos no has entendido como funcionan las cosas por acá—El jefe estaba fumando un cigarro muy delgado y largo—…En esta delegación somos una gran familia, nos protegemos entre nosotros y nos ayudamos. A este reporte no le vamos a dar mayor importancia de la que tiene—y tomo el reporte y lo rompió frente a la mirada incrédula de Roque—, ni yo quiero problemas en mi delegación y me imagino que ni tu tampoco querrás tenerlos con nadie. Así que no te metas en problemas y espero por tu bien que no hables con nadie de esto…—le termino de decir el jefe mientras a propósito exhalo el humo en dirección al rostro de Roque.

El joven policía no pudo dormir en toda esa noche (y no tanto por el calor), no sabia que hacer, no sabía si denunciar al jefe o simplemente pedir la baja y trabajar de otra cosa alejada de la policía. No hiso ni lo uno ni lo otro, siguió en la delegación.

Dos semanas después el jefe de la delegación llamo a Roque para que lo acompañara en la patrulla. El joven agente no dejo de tener temor, pues también iban en otra patrulla tres agentes más, incluyendo al que le había redactado el reporte. Las patrullas iban detrás de dos camiones tapados con lonas. Al llegar a Santa Rosa los camiones entraron al pueblo y de pronto ingresaron a un predio adonde había muchos cabezales y furgones. Los policías se bajaron y saludaron a un señor que parecía que estaba encorvado con tantas cadenas de oro que tenia en el cuello. De los camiones comenzaron a descargar maquetas, al parecer, de queso, muchas maquetas. Cuando terminó la descarga, el jefe policial les ordeno a los agentes que fueran a contar las maquetas. En total contaron 250. El señor que tenía sombrero y cadenas saco de su pequeño maletín de mano veinticinco mil colones y se los entrego al jefe de la delegación

— ¡Vaya para quejevayan a echar las jeladitas!

El jefe de la delegación tomo el dinero y le dijo al señor del sombrero

— Ah, por cierto,… queremos saber si le puede dar un cuarto dentro del MOTEL a Roque

— ¡Ji,hombre!...no paraejo estamos pue…diagale a la Estela que le preparen un cuartito…

Roque simplemente movió sus manos en señal negativa, y el jefe de la delegación dijo:— ¡Digale don Chalio que le pasa a los soplones!

El señor de las cadenas levanto los diez dedos de las manos y dijo:— ¡Ah válgame Dios!...ni Dio lo quiera muchacho, acá a lojoplones lojvamos a dejar a los Barracones, vivos losjenterramos…—Todos rompieron en unas fuertes carcajadas— ¡No es broma muchacho!...todos trasquilados los dejamos…

Los camiones que tenían placas de Nicaragua abandonaron el lugar y también los agentes policiales. Antes de llegar a la delegación pasaron a una barra show de Pasaquina, solo habían

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tres clientes y cuatro prostitutas (Dos hondureñas, una salvadoreña y una nicaragüense). Al fondo se escuchaba una canción de los Bukis. Roque no quiso bajarse y le dijo al jefe que el no quería saber nada de lo que estaba pasando en la frontera, que simplemente pediría el traslado a otro lugar. El jefe que tenia una actitud inquisidora le dijo a Roque:

— Vos estas joven y crees en la justicia, en la misma que creía yo cuando ingrese en la Policía, pero sabes que: Este país es una mierda, si no te hechas uno tiros nunca vas a salir adelante. Los únicos que hacen dinero en El Salvador son los políticos corruptos y los empresarios corruptos. Yo pase volando verga en la guerra solo para que los coronelones se hicieran millonarios. ¡No Roque!...ahora es mi tiempo para poder tener una vejez digna. Don Rosalio solo trae queso de Nicaragua. Vos tenes que ser practico en la vida. Toda esa mierda por la que fuimos a la guerra que fue, nada, ahora los comandantes andan de saco y corbata utilizando los recursos del Estado como funcionarios. A nadie le interesamos. Por eso con unos cuantos años que trabajemos acá estamos hechos. Pensala bien, nos hemos sacado la lotería al estar en la división de finanzas, imagináte los otros agentes que están patrullando, a esos se los lleva la región de putas. Nosotros deberíamos de dar gracias a Dios por esta oportunidad…

Esa noche Roque bebió junto con sus compañeros y amaneció en la cómoda habitación del motel propiedad de Don Rosalio.

El espíritu de justicia y servicio había sido destrozado en el joven policía, pero ya había decidido ingresar al círculo de los agentes fronterizos.

La chica que le dejo los cigarrillos era la novia de Miguel un reconocido Coyote de la Zona de la Unión que pagaba cien colones por cada ecuatoriano que dejaban pasar y simulaban que eran de Guatemala. Todas las semanas pasaba un bus con placas chapinas haciéndose pasar como una excursión, ahí pasan los ecuatorianos que se confundían con los chapines, precisamente por sus facciones indígenas. A veces pasaban veinte a la semana, pero después de un tiempo dejaron de llegar los ecuatorianos porque los tiraban por mar directamente desde Ecuador hasta Guatemala.

Con los meses comenzaron a llegar los billetes a las bolsas de Roque. Dinero que no solo provenía del queso, sino que también por dejar pasar indocumentados suramericanos, mercadería proveniente del Sur y también drogas. Fueron precisamente las drogas la que dieron inicio a una larga investigación fiscal que termino con la captura del jefe de la delegación policial y la destitución de muchos de los miembros. Sin embargo, la investigación no encontró nada en contra de Roque y solo fue trasladado a la división de armas y explosivos y después a la división de Protección de Personalidades Importantes (PPI). Desde entonces custodiaba al famoso diputado que organizaba los bacanales en la playa.

Pero desde la semana pasada Mabel (a quien le llama cosita) le pidió de favor que le consiguiera unas armas. Armas que no le fue difícil conseguir con sus amigos de Santa Rosa de Lima y por las cuales gano trescientos dólares.

Una de esas armas fue a parar a la cintura del Normandie y la otra a la del Occiso, quienes andaban muy nerviosos por la amenaza recibida de parte del Wizard.

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Diez días después del incidente entre el Normandie y la mujer del Wizard sucedió un terrible suceso: Un vehículo llego a disparar frente a la casa adonde habitaba el Occiso y la mamá de él fue gravemente herida. Paso siete días hospitalizada hasta que por fin pudo salir del peligro. Los hermanos del Occiso lo agarraron a golpes y le dijeron que se fuera lejos de ellos, que por culpa de él, por poco, muere su madre.

El Occiso quedo devastado y encolerizado con esos sucesos. Ideo todo una estrategia para desquitarse. El Normandie ya no quería regresar a los Estados Unidos, por una parte tenía ingresos estables (y bastante buenos); además de sentirse plenamente atraído por Mabel. La noticia de la mamá del Occiso casi ni lo inmuto, le pareció de lo más normal del mundo. De todas formas no se fiaba de nadie.

El Occiso le dijo al Normandie que irían a buscar a la mujer del Sniper porque: ¡Este pedo no se va a quedar así!—le dijo mientras le estaban haciendo un nuevo tatuaje en el pecho. Al lado del corazón le estaban dibujando la imagen de su querida madre.

Un día en la noche (como a las ocho) fueron a la colonia adonde les habían dicho que vivía la “negra” la mujer del Wizard. Esperaron porque les habían dicho que la negra llegaba siempre como a las nueve de la noche. De repente apareció el pickup blanco de donde se bajo la negra y el Normandie de a poco se fue acercando hasta que llego a encañonar al conductor y el Occiso encañono a la negra.

— ¡Aja pendeja!...con que no pensabas que te iba a buscar…—le dijo el Occiso

La negra comenzó a gritar— ¡Auxilio! ¡Auxilio!

En ese momento de uno de los pasajes se escucho un disparo. El Normandie que ya estaba acostumbado a los tiroteos solo apretó el gatillo y enseguida le salpico la sangre del conductor a quien tenia encañonado— ¡Vámonos perro!... ¡puta quebrale el culo a esa pendeja!—grito el Normandie después de dispararle en la cabeza al conductor

El Occiso agarro del pelo a la negra y se la llevo hasta el auto que andaban manejando. La negra que tenia la cara pálida y asustada llevo su mano debajo de la camisa y saco una navaja bien afilada y le hirió toda la parte derecha del cuello. El Occiso pego un gran grito de dolor y dijo:

— ¡Bicha pendeja!

Los disparos no paraban desde el interior del pasaje. El Normandie se paro en frente del pasaje y disparo todas las balas de su arma y grito:

— ¡Salgan perros hijos de puta!

Después salió corriendo al auto y ayudo a controlar a la negra, la subieron y se marcharon.

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El occiso manejaba con un dolor desgarrador y una hemorragia tremenda. El Normandie llevaba del cuello a la negra y le gritaba:

— ¡Hija de puta!...ahora te vas a morir pendeja…

Llegaron a la casa que rentaban en AltaVista y el occiso fue a llamar dos de los pandilleros que estaban endrogados en la casa. El Normandie se quedo con la negra y no paraba de golpearle la cara. El occiso con la cara muy desmejorada solo dijo:

— ... ¡Puta me muero!— y se recostó en el carro, de apoco se le desvaneció la mirada y simplemente conoció el final de su vida, un fuerte suspiro antecedió a la muerte. Ni la gran papalota negra que había amanecido ese día en su cuarto le sirvió de premonición para saber que ese sería su último día.

El Normandie en lugar de llorar frente al cadáver del Occiso solo se puso serio, muy serio y quien sabe porque al ver la gran herida que tenia en el cuello su amigo se recordó de sus días de infancia cuando veía la sangre salir del cuello de las gallinas que el mataba para ayudar a su abuela:

— ¡Subanse perros!...este perrito ya se nos fue…¡Que lastima que murió degollado como gallina!—en ese momento le pego con el codo en la nariz de la negra y le grito:

— ¡Ahora te voy a despellejar puta!

CAPITULO VI

En los pasajes interminables de la colonia Altavista no parecía que hubiera personas despiertas a esa hora, es más, no parecía que hubiera vida en ese lugar, a excepción de unos perros que se escuchaban ladrar a lo lejos.Los gritos de la Negra eran enmudecidos por las manos del Normandie que la presionaban violentamente contra el asiento. Uno de los pandilleros que había llegado al auto dijo:— ¡Puta!... ¡Hay que pelarnos rápido, la jura no va a tardar en llegar!… ¡Mirá perro, ¿te traigo un largo?!— Le dijo uno de los pandilleros.El Normandie tenía el arma sin balas y golpeaba con esa misma a la negra. Le dijo al pandillero:— ¡Mira, Gorila, tráete el largo que ahora la cosa ya se puso caliente, y también tráete el machete!…

El pandillero corrió hacia dentro de la casa y enseguida volvió con una caja (blanca y larga) decorada con la imagen de un árbol navideño. Otros tres jóvenes lo acompañaban, y quedaron sorprendidos al ver el cuerpo ensangrentado y sin vida del Occiso.— ¡Miren perros!...esta pendeja se dio al Occiso, hay que ver adonde putas tiramos al perrito para qué no haya tanto pedo. ¡Pobre carnal!—se lamentaba el Normandie y les dijo a los pandilleros: — ¡Vos, Error, Muerte y Gorila, vénganse, vamos a destripar a esta pendeja!...tráiganse el machete!

Los jóvenes abordaron el auto. El Gorila, un joven de tez morena, iba muy nervioso manejando.

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Aunque ya había participado en balaceras, nunca había convivido tanto tiempo con un muerto. El cuerpo del ahora Occiso iba en baúl. Los jóvenes pandilleros no se percataron que la sangre comenzó a gotear y a salpicar en el pavimento. Las gotas iban dejando marcas en la carretera. El Normandie le dijo al Gorila que manejara hasta Apopa, que él conocía una cancha que pasaba muy solitaria. El Error y el Muerte llevaban sujeta la Negra, le habían amarrado una camiseta sobre la boca para que no se pudieran escuchar sus gritos.

¡Puta, culeros!...se van cagando del miedo va…agárrenla al suave, esta mierda ya va a estar…—les dijo el Normandie a sus compañeros— ¡Mejor rolemos un toque!—y de su pantalón sacó una pequeña bolsa de marihuana y una pipa— ¡Ah!—exhalaba el Normandie después de inhalar el humo—¡Hey, rolinston pues bato!—le dijo, El muerte, un joven de diecisiete años, muy flaco, con la cara pegada a los huesos (la mayoría de cinchos casi le daban dos vueltas a la cintura, y sus ojos en forma de almendra, casi siempre, los andaba bien rojos. Su rostro se veía enojado y en la barbilla, apenas, le guindaban unos seis pelitos en forma de nance). El Normandie les pasó el cigarrillo de marihuana y les dijo: — ¡Fumemos, disfrutemos el momento! …el Occiso se fumó su último toque, ahora en la tarde, conmigo, allá en San Martín,…y ninguno de los dos se imagino que alguien moriría esta noche. Así que disfrutemos el momento, mañana podríamos estar muertos!—

Esa noche no había ningún reten policial en la carretera. El viaje en el auto no fue tan largo, habrán sido unos veinticinco minutos para llegar hasta Apopa; pero el viaje mental, ese viaje alterado por la marihuana, los había llevado hasta lo lejano de sus miedos y sentimientos. El Normandie no paraba de recordarse de los tiempos de su niñez, cuando le ayudaba a matar las gallinas a su abuela, y no podía evitar recordarse de la muerte de su madre, esa muerte precedida de la violación. La niñez del pandillero estaba llena de imágenes de dolor, de lágrimas y mucha tristeza; Cada vez que se drogaba, razonaba lo injusto que era el mundo, si él no podía ser feliz, entonces, nadie tendría derecho a serlo. Se le venia a la mente el día cuando mató por primera vez a una gallina, la tomó del pescuezo y exactamente como había visto a su abuela hacerlo, lo hizo. Se recordaba de la primera vez que mató a una persona. Se le venían a la mente las imágenes de la ciudad de Los Ángeles, específicamente la calle Normandie, y veía a aquel joven al que le disparó a quema ropa seis veces. Fue su primer asesinato. Ese día, sintió cómo, por fin, había encontrado algo contra quien pelear, contra quien dirigir esa tristeza interna. Desde entonces fue necesario tener siempre un enemigo contra quien pelear. Era eso lo que le daba sentido a toda la vida del pandillero. Y esa noche, el enemigo se había disfrazado de mujer.

La negra estaba bien golpeada del rostro, se le veía muy hinchada y con varias hemorragias provocadas en la nariz, labios y en la parte alta de las cejas. Ya no gritaba, en parte era el cansancio y también la resignación a lo inevitable: a la muerte. Mientras sentía el olor de la marihuana, no paraba de recordar el momento cuando conoció al Wizard. Ella siempre tuvo problemas de conducta en el Instituto de San Martín. No pudo terminar el bachillerato porque salió embarazada de un compañero, de dieciséis años al igual que ella. Desde entonces la mamá de “La Negra” la corrió de la casa y la maldijo en medio de una procesión ofensas. De no ser porque consiguió posada con un motorista de Microbuses, que siempre le hacia propuestas sexuales, su situación pudo haber sido peor. El motorista simplemente la usaba sexualmente, y a cambio, le daba un lugar adonde poder pasar la noche. Fue en ese lugar en donde conoció el mundo de la venta de drogas. Todas las tardes, sin falta, se ponían unos jóvenes en la entrada del

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pasaje y se dirigían a los autos que paraban frente a ellos. Uno de estos jóvenes era conocido como “El Snoopy”, y siempre que pasaba la Negra cargando al niño, la cuantiaba y le decía: — ¡Shhhh… Shhhh… Shhhh…Mamacita!—Y un día cualquiera, sin tanto protocolo, la negra le hiso caso y se fueron a la cama. Al cabo de un mes, la negra se fue a vivir con el Snoopy y conoció ese bajo mundo de la venta de drogas al detalle. Ella le ayuda a preparar las bolsitas de marihuana, y a veces hasta de cocaína, y con el tiempo entraron al rentable negocio del crack. Así fue que conoció al Wizard. El pandillero había llegado deportado desde Nueva York, y era un cliente infaltable del Snoopy. Pero en el mundo de la venta de drogas hay que cuidarse de quien te vende, de quien te compra, de quien esta contigo, de quien no esta contigo y hasta de ti mismo para no sucumbir ante el vicio. En fin, el Snoppy sentía que todo el mundo lo quería matar, que la policía lo iría a traer cualquiera de esos días. Dentro de la casa, mandó a ponerle una gran tranca de hierro a la puerta para que nadie fuera a derribarla. Ya casi no dormía, escuchaba ruidos en la noche y no paraba de fumar. Sin duda alguna, el vicio le estaba jugando una mala pasada al joven vendedor de drogas. La Negra, que no sentía mucho cariño por el Snoppy, no le daba mayor importancia a ese comportamiento, y mientras su pareja andaba en esos viajes de locura, ella se dedicaba a vender las bolsitas a todos los automóviles que pasaban. Un día por la noche, el Snoopy enloqueció tanto que le dijo a la Negra que tomaran veneno, que ya no había escape, que la policía estaba por llegar. La Negra no le tomó importancia y se fue a dormir. En la mañana encontró un bote de pesticida llamado “Gramoxone” y al lado estaba tirado el cuerpo sin vida del Snoopy. La joven, en lugar de sentir tristeza por la muerte del Snoppy, sintió un gran alivio. El negocio ahora sería de ella.

La Negra tenía una personalidad muy fuerte e impositiva. A pesar de que era mujer, nadie la veía de menos. Fue así que se junto con el Wizard, y desde entonces vivían juntos, aunque el pandillero no disfrutaba de la venta de drogas, porqué cómo estaba bien tatuado, en una ocasión casi lo captura la policía; por eso el Wizard no servia para vender drogas. Así que la negra hacia su negocio, y el Wizard se ocupaba en otras actividades. Actividades como las del Secuestro de empresarios, delito por el que fue detenido. La Negra siempre pensó que se saldría de ese mundo, siempre tuvo la idea de que algún día viviría como las mujeres que salían en las novelas mexicanas de las ocho de la noche. Por eso vendía drogas, en el fondo estaba persiguiendo un estilo de vida diferente al que vivían todas las personas en San Martín. Pensaba en que su hijo podría tener un auto como los que salían en la televisión, a lo mejor una novia bonita como las de la tele, una casa grande con piscina, y hasta veía a su hijo vestido de saco y corbata tomando un jugo de naranja y contestando un teléfono celular.

Y en eso estaba pensando la negra, cuando se detuvo el auto, y el Normandie volvió su cabeza hacia atrás y le dijo:— ¡Yo soy Dios!... ¡yo voy a elegir como te vas a morir hija de puta!…

Todos los pandilleros se pusieron a reír y el joven más flaco le dijo:— ¡Puta bato, no jodas con eso, nos va a caer un rayo!...

El Normandie se bajo del auto, se apresuro a encender otro cigarrillo de marihuana y volvió decir:— ¿¡Adonde está Dios!?...adonde putas estas Dios, si existís porque permitiste que mataran a mi madre, si existís, baja de donde estas, escupí fuego, quémame el culo con un rayo. —El

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Normandie seguía inhalando el humo de la marihuana. Los otros pandilleros no paraban de reírse y uno de ellos dijo:— ¡Puta, esta bato anda bien pedo!... ¡Vale verga, hagamos a lo qué hemos venido y nos vamos mucho a la mierda!…

Los jóvenes sacaron a la negra y la acostaron en la tierra. El Gorrila sacó un arma, una nueve milímetros, que llevaba en la cintura y les dijo a todos:— ¡Ya, puta, tanta mierda, le voy a dejar ir el bombazo en la ñola!...

El Normandie, que seguía con sus gritos al cielo, le dijo: — ¡Mirá pendejo, acá se va hacer lo que yo diga!...dame el machete, quiero ver en los ojos de esta pendeja la mirada del dolor, quiero verla cómo se deshace en gritos…

El muerte le llevo el machete, y enseguida lo tomo el Normandie.—…Me imagino que le clavaste el puñal al Occiso con tu mano derecha, así qué, comencemos por ese lado—le dijo el Normandie a la Negra, que estaba tirada en el suelo y era sostenida por los otros pandilleros.

Los jóvenes le alargaron la mano derecha a la Negra que trataba con todos sus fuerzas de zafarse, pero era imposible. No había nada que hacer. El Normandie tomó con todas sus fuerzas el machete y lo dirigió a la mano derecha de la Negra. Debió haber sido un gran grito, pero no se escucho nada, la venda en la boca de la chica contenía todo ese ruido. La sangre salpico a los jóvenes que la sostenían.— ¡Ah, vez que duele, pendeja!... ¡Ahora la izquierda!—dijo el Normandie

Y de nuevo le alargaron el brazo, las fuerzas de la chica eran mínimas. Otra vez, desde el filo del machete se veía brillar la luna, empuñó con fuerza y en ese momento, grito el Gorila, que venia corriendo desde el auto.— ¡La jura! ¡La jura, cerotes!Los pandillero volvieron a ver, y un pickup de la Policía se acercaba a la cancha.

El miedo a ser capturado hacia que la adrenalina fluyera de forma inmediata, y todos salieron corriendo en desbandada. El Normandie, que ya conocía muy bien el lugar, les grito a sus compañeros que lo siguieran. La policía apenas y disparo tres tiros al aire. Decidieron no seguirlos. En la cancha, la Negra estaba encogida de dolor. Los policías corrieron a auxiliarla y llamaron inmediatamente a una ambulancia.

Tres patrullas más se hicieron presentes. Al revisar el auto que estaba cerca de la cancha, encontraron una caja blanca que simulaba tener un árbol navideño, era un fusil AR-15. Cuando decidieron abrir el baúl del auto se llevaron una tremenda sorpresa: El cuerpo sin vida de un joven que tenía una herida a la altura del cuello.

Para cuando llegaron los médicos forenses de Medicina Legal, el cuerpo del Occiso ya presentaba señales de enduramiento, o como lo conocen en la terminología medica: Rigor mortis.Llegaron los investigadores de la policía y comenzaron a recolectar la mayor cantidad de pruebas. El fiscal de turno, un joven recién contratado, tardó más de tres horas en llegar al lugar

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de las pesquisas. Pidió custodia policial para la chica que había sido llevada al Hospital y pidió todos los antecedentes penales del joven asesinado. En la bolsa del pantalón le encontraron una cartera con todos sus datos, en la licencia de conducir aparecía un apartado que se leía así:

En caso de emergencias llamar a: Gloria Escobar…Posteriormente aparecía un numero telefónico. El fiscal le encargo a uno de los investigadores policiales dar la noticia a la persona que aparecía en el documento.

Las llamadas para notificar una muerte son las peores que un ser humano puede recibir. Y no digamos que si esa llamada es para notificarle a una madre la muerte de su hijo.William Escobar fue enterrado en uno de los cementerios privados más exclusivos de San Salvador. Cómo qué si eso fuera importante. Pero así fue, el Occiso ahora es simplemente una placa sobre un jardín.El Normandie y los demás pandilleros se refugiaron en la casa de Mabel.— ¡Puta!...qué cagada, dejamos viva a esa pendeja— Les decía el Normandie.

El Fiscal, que se había graduado con excelentes notas de una universidad privada, era muy ordenado y seguía el método investigativo al pie de la letra. No se conformaba con las apariencias, siempre buscaba en donde otros no veían nada. Pidió una lámpara y alumbró debajo del auto; vio como gotas de sangre caían al suelo. Y sin pensarlo tanto, se recordó de un cuento infantil que le contaba su abuelo, era el cuento de Hansel y Gretel, en donde dos niños iban dejando marcas en el suelo para no perderse en el bosque. Pensó rápidamente que si seguía el camino podrían encontrar el lugar de donde habían salido con el cuerpo. Los investigadores se burlaban del ingenio del fiscal y le decían:— ¡Nombre, usted mucho Discovery Channel ve!— ¡Necesito una motocicleta!...vamos a seguir estas gotas…—les ordeno el joven fiscal.

Todo se hiso como el fiscal lo ordenó, y al cabo de tres horas llegaron hasta Altavista. Todo conspiro ese día para que la investigación saliera bien. Un panadero les señalo la casa adonde vivían las personas que solían llegar en el auto que aparecía en la fotografía que le mostraba el fiscal. Todos los pandilleros de esa casa fueron capturados. En total fueron siete jóvenes, todos menores de edad. Además decomisaron tres escopetas, un poco de droga y varios teléfonos celulares. Fue sorprendente ver la organización con la que actuaban los pandilleros para extorsionar, parecía un “Call Center”; cada joven tenía asignado un número determinado de llamadas, y una cantidad mínima de extorción semanal. Fue un gran golpe en contra de las extorciones.

El fiscal general de la Republica quedo sorprendido con el resultado certero del joven fiscal. Pero ahora venia lo más difícil, tenia que determinar quien había matado al joven del auto, y porqué querían asesinar a la chica que estaba detenida en el Hospital.

Cuando el Normandie supo de la captura y el descubrimiento de la casa de operaciones, se sintió acabado. Fue un golpe muy fuerte para la moral delictiva del pandillero. Les dijo a sus compañeros:— ¡Se puso caliente esta mierda, hay que movernos de San Martín, mejor veamos que podemos hacer acá en Apopa! Allá nos busca la jura, o la mara del Wizard, esos cerotes nos van a venir a

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buscar, no lo duden… ¡Esta es una maldita guerra!

Dentro del penal, las noticias llegaron rápido a los oídos del Wizard, le contaron que querían matar a La Negra, y que le habían cortado una mano. El Wizard estaba furioso, y le dijo a unos compañeros de celda:— ¡Ese perro no sabe con quien se ha metido!