tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - muñozcoloma

68
1

Upload: munoz-coloma

Post on 17-Mar-2016

227 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Muestra digital de 6 relatos del libro "Tangos para viajar. 12 historias inútiles" de Muñozcoloma

TRANSCRIPT

Page 1: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

1

Page 2: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

2

© Todos los Derechos reservados© Tangos para viajar (12 historias inútiles)© Muñoz Coloma, 2012

Registro de Propiedad Intelectual: N° 220019I.S.B.N.: 978-956-8920-08-1

Fotografía portada: Ariel GonzálezFotografía autor: Alejandro MedelCorrección de Textos: Egor Mardones

Este es una muestra de la 1era Edición impresa, Al Aire LibroEditores. Tomé. Chile. 2012.

Page 3: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

3

Tangos para viajar12 historias inútiles

Muñoz Coloma

Page 4: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

4

Page 5: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

5

Pasional

Las manías van configurando una cartografía de laspersonas, que, para ser más preciso, se podríanconsiderar más que un mapa de ellas, un circuito quelas pueden llevar a la tranquilidad o a la desesperacióndependiendo del cumplimiento de ciertos procesoslitúrgicos, dentro de su propia cotidianeidad. ParaPamela, su manía cayó siempre en la naturalidadabsoluta, el lustrarse los zapatos en los bancos de lasplazas era la oportunidad que tenía para relajarse, másque con ninguna otra cosa. Así como sus amigasdisfrutaban de la peluquería, del cine o de las compras

Page 6: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

6

como disciplinas catárticas, ella no encontraba mejoractividad para desconectarse de todo que entregarseal rito de la escobilla, el betún y el paño.

Esta actividad le permitió adquirir, quizás sin querer,pero con cierta arrogancia, el don de conocer lospueblos y las ciudades a través de los lustradores. Porejemplo, tenía clara conciencia de que si el lustradorutilizaba mucho betún en su trabajo, la ciudad era unlugar de apariencias, donde la gente se movía dentrode relaciones impersonales a simple vista, pero que nohabían perdido las relaciones primarias de los pueblospequeños, donde a cada uno le interesa la vida delotro, sólo por la intromisión. No obstante, en ese tipode ciudades se podían hacer tratos sólo con un apretónde manos, ya que la misma apariencia y la exposiciónsilenciosa obligaban a la honestidad de sus vecinos.Por el contrario, si el betún o pasta era escasa, la ciudado pueblo era un lugar para no quedarse por muchotiempo, simplemente por las pocas posibilidades queofrecía en relación a las actividades que se podíanrealizar allí. Si el limpiador frotaba el paño para elbrillo con fuerza y decisión, la ciudad ofrecía a susvisitantes personas de buen carácter y, principalmente,las cocinas eran generosas en cantidad y calidad,cuestión que siempre la seducía, así como la seguridadde pasear por sus calles de noche, las que seguramente

Page 7: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

7

estarían perfumadas por el neón de sus letrerosofreciendo circuitos festivos o mercancías exóticas.

Así recorrió infinidad de lugares, catando a loslustradores cada vez que el tiempo se lo permitía, muchobetún o poca voluntad con el paño o poca decisión conla escobilla, nunca encontró lo óptimo donde todas lasvariables se realizaran a la perfección. Hasta que undía, en una plaza de una ciudad indeterminada seencontró con Ángel Araya, un lustrador que aceptó eloficio por referencia, por llevar el peso de la tradición,por cargar con el sino del héroe.

El padre de Ángel trabajó toda su vida con el cajón,cuando se usaba el propio banco de la plaza comoasiento y el lustrín de madera que servía de maleta.De esos tiempos. Aunque ahora utilizaban unos carrosmodernos, el espíritu del oficio seguía siendo el mismo,por lo menos para Ángel era así, se sentía portador deuna tradición republicana y eso lo llenaba de orgullo.De niño, cuando llegaba su padre junto con el atardecer,le ayudaba a limpiar y a ordenar sus materiales. Fueasí como comenzó a amar el oficio y cultivó un gustoobsesivo por el orden que se veía reflejado en lapulcritud para limpiar cada escobilla, cada pincel o cadapaño y al ordenar por marcas, tipos, tamaños y coloreslas latas de betún. Su padre estaba encantado con el

Page 8: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

8

orden de su hijo, así que en las tardes mientras tomabamate o en los días de lluvia cuando le era imposiblesalir a trabajar, lo miraba mientras le contaba sobre lascualidades de los zapatos. Ángel escuchaba en silenciomientras sacaba todos los materiales del cajón paraordenarlos, de ese modo, todas las mañanas, ellustrador partía con sus materiales tan inmaculadoscomo si fueran instrumentos quirúrgicos. Como élesperaba, sin mayor pretensión, la herencia que supadre le dejó fueron los materiales, el amor por el oficio,unos amigos del gremio que él llamaba tíos y un lugaren la Plaza de Armas de la ciudad para trabajar. Enese sitio vertió todo su profesionalismo y pulcrituddejando a todos sus clientes satisfechos, tanto así quemuchas veces debían hacer algunas filas interminables,soportando largas horas de espera para ser atendidos,despreciando al resto de los lustradores.

Aquel día Pamela hizo la fila como todos, sin dudas lellamó la atención la cantidad de clientes deseosos ydecidió probar la mano de aquel privilegiado. Ángeltrabajaba con una indiferencia para con las personas,nunca miraba a la cara a sus clientes, tenía la malaformación profesional de observar el suelo,precisamente los zapatos. Y así como la mujer conocíalas ciudades por los lustradores, él podía percibir a laspersonas por sus zapatos. Por ejemplo, si alguien usaba

Page 9: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

9

mocasines color marrón con suela de cuero, podía decircon precisión inusitada que era alguien que había sufridomucho por amor y que, por lo general, la soledad cubríasu mundo, principalmente cuando caía el sol. Por elcontrario, unos zapatos con planta de goma, de esashechas en Holanda o en algún país escandinavo, decuero envejecido y con cordones, le daban a entenderque el portador era un arrogante de primera, que habíadecidido buscar en la apariencia una coraza que loprotegiera del mundo ya que su autoestima era mínima.Los zapatos negros de punta redonda y suela alta nohacían otra cosa que denunciar a un tipo descuidadocon su intelectualidad, no obstante, era alguien queapreciaba a sus amigos y familiares, en general, unabuena persona. Los que tenían punta cuadrada y untaquito más bien bajo, denunciaban a su portadoracomo una mujer públicamente constreñida, pero condesenfreno en la práctica sexual, algo que la hacíapeligrosa en el sentido de la dependencia que creaba.Así podía corregir o confirmar diferentes personalidadesen lo público, sólo por el calzado: altos, bajos,mocasines, bototos, el tipo de acordonado, los tiposde planta, las cualidades del cuero, el alarde de lamarca, lo evidente de las costuras, el diseño, la utilidad,el color, etc. Las personas a través de su calzado eranun libro abierto para Ángel.

Page 10: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

10

Pamela estaba estresada haciendo la fila, ya habíapasado mucho tiempo, miraba el reloj de vez en cuando,y ya perdía la paciencia. Pero como todas las historiasque carecen de sentido épico, la propia circularidad deésta se hizo evidente: si había logrado acumular talesniveles de tensión en su cuerpo por la molestia de laespera, ésta le daría la solución, es decir, el resultadode la misma. Así que se armó de paciencia e imaginóla escobilla en sus zapatos y sonrió.

Subió lentamente al asiento mientras observaba lamollera del lustrador que como relojero ordenaba susmateriales con una precisión descomunal. Él estabaabsorto en la limpieza, recién cuando terminó depreparar el material levantó su mirada, pero sólo a laaltura de los zapatos de su cliente como era sucostumbre. Y en ese instante se produjo un punto deinflexión, una situación particular (llamarán algunos),eso que se produce cuando un detalle que parece (yes) insignificante comienza a bañar con un marco detrascendencia los hechos. Ángel quedó petrificado, susojos se enfrentaron, por primera vez, con una muestrafehaciente y concreta de la existencia del paraíso, sumirada recorrió el más bello par de botas que jamáshabía visto (aunque sin precisión alguna, se estima quehasta ese momento los zapatos lustrados por Ángelsuperaban largamente los 8.000). Lo que más le

Page 11: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

11

sorprendió no fue sólo el objeto en sí, sino la manerade calzarlo. Ahí estaban con sus puntas que sobresalíantímidamente del cajón, con un taquito no mayor detres centímetros. Lentamente las observó, no parabade sorprenderse, de cuero negro, con suela de gomadel mismo tono, con costuras blancas, media pierna.Cuando dobló los pantalones para comenzar a trabajar,descubrió una hebilla color plata, de bordesredondeados que remataban esta prenda de vestir que,esta vez como nunca, estaba muy lejos de lo utilitario.

Definitivamente tuvo la necesidad de retardar su trabajopara lograr un poco de tranquilidad, así que se quedómirando los zapatos como lo hace un pintor frente a latela blanca, con pavor e incertidumbre. Ella estabadistraída, miraba a su alrededor, particularmente a laspersonas que hacían la fila. Hasta que sintió la presiónde la mano del lustrador en el empeine de su piederecho y, en un santiamén, se entregó por completoa la relajación. Lo curioso es que en algún momento,que ni siquiera ella podría precisar, su cuerpo se perdióen el relajo conseguido y en el placer de ladespreocupación que fue transitando derechamente alde la excitación.

Aunque innumerables veces las lustradas fueronplacenteras en grado extremo ésta, como todo lo

Page 12: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

12

inaudito de la situación, había traspasado el límitemoderno de lo público y lo privado. Pamela intentócontrolarse cerrando los ojos, pero luego de un ratose percató (o pensó… o sintió) que mordía su labioinferior, así que inmediatamente volvió a abrir los ojosy dio un salto en el asiento moviendo bruscamente suspies, tanto así que asustó al lustrador que estaba aúnsumido en la belleza de los zapatos. Intentóreincorporarse para lograr la calma, pero nuevamenteel paño sostenido por la mano de Ángel sobre suempeine le hizo sentir que sus mejillas enrojecían, yotra vez se encontró en el estado que había logradofrenar. Esta vez el envión fue brutal, o su voluntad dedetenerlo fue tan mínima (cosa que cobra muy pocaimportancia a la larga) que en un par de segundos seencontró sumida en un viaje sin retorno, mientras Ángelembetunaba y golpeaba nuevamente el pie para quelo cambiara por el otro. Cada arremetida de la escobillala disfrutaba como nunca y todo se perdía en lainmensidad de la plaza. No tuvo conciencia que sucabeza hizo un movimiento violento hacia atrás, almismo instante que un tenue gemido se dispersaba enel aire, de ahí en adelante, todo fue una vorágine desensaciones, la respiración se le tornó dificultosa y lacontinuó realizando por la boca, cada cierto instanteabría los ojos con dificultad. El paisaje de su interiorhabía colmado y reemplazado el habitual de la plaza,

Page 13: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

13

los minutos pasaban y ella se encontraba perdida en elvértigo de la excitación que en cada cambio de pieaumentaba. Al mismo tiempo, Ángel se encontrabaextasiado con los zapatos, había caído en un desenfrenoparecido al de Pamela, no obstante su excitación estabalejos de la erección, más bien rayaba en lo místico, enlo tribal, en lo chamánico, en las ceremonias vernáculasque originaron el rito. Pamela intentaba contenerse,por un instante (muy pequeño y quizás irreal) se viocomo Santa Teresa en su éxtasis, la de la escultura deBernini, con su ángel-cupido a su lado, con su delicadopie que se asoma de su ropaje de piedra (acá lascoincidencias son maliciosas como casi siempre), sindudas esta escena, este juego cotidiano venía asintetizar una dicotomía presente en la escultura delitaliano: el éxtasis místico-sexual.

Pamela se contuvo, estuvo a punto de alcanzar el clímax,pero logró controlarse, no sin poco esfuerzo. Pero comoestas cosas suceden de a dos (habitualmente) no contócon que Ángel en el momento de acabar su labor, sinpensarlo, bajó sus labios y besó la bota en el empeine,humedeciendo y opacando el cuero reluciente productode tanto esmero. Ese beso, en realidad esa sensación,fue incontrolable para la mujer que en un tris menor sedejó caer en un orgasmo intenso. De pronto paraambos volvió a emerger la plaza, los árboles, los

Page 14: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

14

edificios, el ruido, la brisa y la gente. Las personasque esperaban seguían distraídas. La ciudad, en elfondo, continuaba siendo un palimpsesto que a simplevista no tenía más que el flujo, a menos que alguien sedetuviera y observara en los intersticios de ésta.

Pamela, aún insegura y sorprendida, sacó el dinero desu bolso y pagó los servicios de Ángel; él, como nunca,no miró los zapatos solamente sino que buscó los ojosde la mujer hasta encontrarlos, recibió el dinero y sinhacer ni un gesto comenzó a ordenar y limpiar susutensilios mientras otro cliente ocupaba el lugar. Ellase alejó sin mirar atrás, sintiendo el peso de la marcade los labios del hombre en su pie izquierdo.

En casa, Ángel no podía olvidar la situación, en realidadhablar de olvido en este tipo de eventos es sólo unacomodo fácil para salir del paso en este texto. Enestricto rigor nada recordaba, sólo lograba evocar uncúmulo de sensaciones sin orden determinado, menoscon el rigor y secuencia que deseaba. No obstante,esa dispersión de recuerdos fue suficiente como paraque se masturbara una y otra vez, y cada vez queacababa las botas de la mujer aparecían en todomomento, llenando las esquinas de esos inmensosespacios vacíos por donde deambulaba. Si los pies yzapatos estaban en todos los rincones, los ojos de ella

Page 15: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

15

le incomodaban, grandes, profundos, oscuros, de uncolor tan particular que no pudo relacionarlos con nadamás que con esos zapatos de la región de Friulli enItalia. Por su parte, Pamela se encontrabadesconcertada, observaba la tenue huella de los labiosdel hombre en su bota, no podía convencerse de loshechos, culpó a la ansiedad y quitó todo mérito allustrador; sin embargo, decidió salir de la duda.

Con un golpe suave, como siempre, Ángel concluyó sutrabajo. Ordenó meticulosamente sus materiales ycuando levantó su mirada se encontró con las botasuna vez más que aún exhibían la huella de su beso. Aligual que la jornada anterior cometió el error de buscarlos ojos de ella y para su mala suerte los volvió aencontrar, esta vez rodeados de una seriedad tremenda(la expectativa suele provocarla). Él nuevamente cayóen el éxtasis y ella se entregó a la vorágine, y elorgasmo, como la primera vez, fue inevitable. Pagópor los servicios y se fue sin mirar atrás. Nuevamentedescreyó del lustrador y al día siguiente cambió suszapatos, ahora por unos mocasines más bien bajos decolor marrón y nuevamente sucedió lo que ya se estabatransformando en algo inevitable; sin embargo siguiódescreyendo del hombre, de sus manos, de laperfección. Así repitió el rito una y otra vez, cambiandotodo, su vestimenta, su perfume, sus medias, su actitud

Page 16: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

16

y todo se repetía. Luego el horario, llegaba entrada latarde, al mediodía, cuando caía el sol, en las mañanas,y seguía buscando remecer el extraño rito,reemplazándolo por otro con característicasdemenciales. Buscó desesperadamente en la variacióndel clima, buscó el sol, el viento, la lluvia, el frío, elcolor del otoño, lo gélido del invierno y todas las posiblescombinaciones de cuanta variable pudiera existir. Buscóen las sutilezas, pero nada consiguió, definitivamentetuvo que aceptar que algo había en las manos dellustrador. Ángel, mientras tanto, ajeno a todas esaspruebas que buscaban razones, se masturbaba en casacon el recuerdo de cada jornada.

Un día decidió esperarlo. Una vez que él limpió y ordenótodos sus materiales se le acercó, Ángel la miró a losojos, se levantó y caminaron por la plaza. Así comenzósu relación (esta relación), y en la cama las expectativasno pasaron de ser sólo eso, expectativas. Si bien latensión sucumbió ante la excitación y ambosconsiguieron lo que buscaban, no tuvieron tanta suertecomo para sustraerse del recuerdo de la plaza. Lolamentable es que la comparación se hacía en referenciaa los mismos personajes, cuestión perniciosa porquepor una parte y en rigor nadie puede competir contrauno mismo, y por otra, si es que no logra igualarse,infunda la desagradable esperanza de que en algún

Page 17: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

17

momento las cosas volverán a ser como fueron enalgunas ocasiones (nada más patético). Por esta últimarazón soportaron el vacío una y otra vez, y la rutina delas horas malgastadas se presentó una y otra veztambién y a cada momento con menos sutileza, todono pasó de ser más que una ilusión, una ilusiónjustificada, así como ese concepto judeo-cristiano dela habitabilidad en pareja. Todo había perdido la cáscaray se mostraba de la peor manera posible,extremadamente real, tal cual era: lo sórdido comosórdido, el engaño como engaño y la fuerza de lacostumbre como amor.

Uno de esos días, Pamela, apoyada sobre el pecho deÁngel, abrió la posibilidad del despertar de la ilusióncuando puso en el discurso la problemática de lafelicidad, lo que dio pie para hablar del placer. En eseintertanto, en ese tránsito entre el heudonismo y elhedonismo, ambos acariciaron la oportunidad deliberarse del otro, pero también pensaron en ellosmismos y por no dañar, callaron. Los días que siguieronestuvieron muy lejos de ser sus aliados, cada vez elvacío era más profundo, y ambos terminaban por añorarla plaza. Mientras tanto, en la cama perdían sus miradasen objetos poco significativos y/o nimios.

Page 18: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

18

Pamela un día emprendió un viaje, una oportunidad, yprobó en las plazas a cada lustrador, y volvió el relajo(muy lejos del placer que había encontrado… y perdido).Mucha presión, poca pasta, poco frotado, etc., podíaencontrar miles de detalles, pero se obligó a seguircon la liturgia. Por otra parte, Ángel buscó en cadabota o zapato esa experiencia mística, pero al final desu labor sólo encontraba un objeto reluciente y vacío.Así pasaron las semanas, hasta que llegó el día delregreso de la mujer. Volvieron a encontrarse, y en lacama ambos pusieron lo mejor de cada uno, por lasencilla razón de que Ángel pensó que sería la últimavez y Pamela decidió que sería la última vez. Fue asícomo sin decir más de dos palabras (de esas que sedicen y son tan apropiadas para la ocasión), sedespidieron un poco defraudados el uno del otro y deellos mismos.

Como en todo, llega el momento en que el equilibriose impone (me refiero al equilibrio que sustenta el statusquo, la estabilidad perniciosa, la que obliga a larepetición, a la iteración… palabra que va más connosotros en estos tiempos). Ángel y Pamela siguieroncon sus vidas, casi como siempre, así como el árbolque pierde las hojas en otoño todos los años, que paracualquiera podría ser repetitivo por el fenómeno en sí,pero el orden de la caída de las hojas, y ellas en sí

Page 19: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

19

mismas suponen una verdad y diferencia sutil. De esetipo eran los pensamientos que a veces, muy pocasveces, inundaban a ambos. Pensamientos que sóloeran conformados por recuerdos vagos, hastainexistentes, y sinecdóquicos (como todas las historias),pero que dejaban a sus portadores con vacíos tangrandes que todo cabía en ellos. La vaguedad con eltiempo se transformó en precisión (inventada la mayoríade las veces… evidentemente) y la precisión comenzóa insinuar algunas manifestaciones de nostalgia y Ángelpensó en los pies de ella y los deseó en cada zapatoque pasaba por sus manos. A su vez, Pamela se perdíaen el recuerdo de sus manos recorriendo sus botas.

Mientras hacía la fila no lo miró, la ansiedad había hechopresa de ella. No sabía si sería lo mismo que antes deconocerse más, de descubrirse, de perder ese pathosde la relación que muere en lo predecible.

Dos golpes en el mocasín derecho era la señal de quehabía terminado su trabajo. El cliente pagó y Ángelcomenzó a limpiar y a ordenar sus materiales, cuandovolvió al cajón se encontró con las botas de ella, tuvoque hacer un esfuerzo mayúsculo para no buscar sumirada y mantener la cabeza baja, y comenzó sutrabajo. Ella se dejó llevar y, como la primera vez, loque comenzó como un relajo se tornó en excitación, y

Page 20: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

20

ésta en un orgasmo, de los diferentes, de ésos que ellapodía relacionar con las sensaciones más variadas,porque en él se dispersaba totalmente. Ángel, por suparte, experimentó su propio viaje y su voluntadtambién se dispersó en lo sólido. Cuando ella sintió losdos golpes no pudo evitar mirarlo con dulzura y sonreírletibiamente. Pagó y se fue. Ángel aceptó el dinero.Ambos siguieron consumiendo las prácticas y bondadesque ofrece el mercado.

Page 21: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

21

En esta tarde gris

«Hace 2.000 años, aproximadamente, un hombretreintón, absolutamente hinchado por la tortura, recorrelas calles de una Jerusalén exultante y acongojada porla crueldad del espectáculo. En sus hombros lleva, nosin esfuerzo, unos maderos que serán utilizados parasu propio suplicio, para que su cuerpo se constituya enuna lección para otros posibles traidores. Todo estáorientado a la economía de su propia muerte.

Los soldados del Prefecto de la provincia de Judea,Poncio Pilato, lo flagelan con acalorada ira, ellos a pesar

Page 22: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

22

de estar al servicio del imperio, poco tienen de romanos,la mayoría provienen de Siria, y en su sangre aún recorreel recuerdo de la crucifixión de 800 de sus compatriotasordenada y presenciada por el rey judío AlejandroJaneo, que no bastándole con aquello degolló a lasesposas e hijos de los agonizantes frente a ellos. Poresta razón cada latigazo lleva contenido la rabia de lavoluntad del no olvido. Los flagrums desuellan alpenitente en cada golpe y al mismo tiempo el peso dela madera, a medida que pasa el tiempo como es desuponer, se hace menos soportable.

En el trayecto señalado por la autoridad, muchaspersonas le hablan, lo alientan, procuran aliviar, enparte, su sufrimiento, acercándole agua o intentandohacerse cargo, aunque sea por un instante, del pesode los maderos. Muchas mujeres l lorandesconsoladamente, un grupo de niños lo señalan conel dedo mientras murmuran entre ellos. Otras personas,no pocas, lo insultan, le arrojan piedras y tierra a lacara, lo escupen. Los soldados sólo impiden lasmuestras de solidaridad.

El penitente no se detiene, lleva la vista fija en elhorizonte, como si su voluntad estuviera suspendidaen alguna línea de la Torah. A pesar de que el jadeorevela su verdadero estado, intenta mantenerse

Page 23: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

23

impávido, firme frente al tormento, piensa que si elpoder hegemónico del imperio quiere dar un ejemplocon su suplicio, no lo logrará. Y si lo llegara a conseguirserá sólo mínimamente, porque él también tiene unplan similar, hacer de su martirio un ejemplo, un motivo,que a pesar de la muerte, se convierta en una guíapara todo el mundo. Con ese pensamiento como motor,levanta la cabeza aún más, como si un orgullo violentolo invadiera por completo; pero también lo hace parapoder ver el camino, ya que el ángulo normal de visiónlo ha perdido por completo, la hinchazón de sus pómulosy párpados lo obligan a estirar a más no poder el cuellopara observar, borrosamente, el paisaje. Para peor, lasangre que brota desde su cabeza, producto de unaespecie de corona de espinas que ha roto el cuerocabelludo y que se enreda en lo hirsuto de su pelo,hace que aún más se nuble su visión.

Luego de algunas horas, logra llegar a la falda de unapequeña colina a las afueras de la ciudad que losaldeanos llaman Gólgota o simplemente el MonteCalvario. La subida se transforma en una catástrofemayor, las caídas se alternan con los pasos, sus rodillasse han configurado en unas masas negruzcas queexpelen sangre; de hecho toda su humanidad estábañada en sangre, contrastando violentamente con elpaisaje, con esa tarde gris casi acromática. La gente

Page 24: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

24

lo sigue, otros han apurado el paso para tomar unabuena ubicación y no perderse detalle alguno deldesenlace, los soldados mantienen el ritmo de loslatigazos, mientras en la colina otros más especializadoslo esperan.

En el fin de su recorrido lo liberan de los maderos sólopara fijarlo a ellos mediante tres clavos; una vezterminada esta labor, y luego de muchos martillazoscerteros y otros errados (que causaron otro tipo dedolor), fue levantado en la cruz por medio de unasinterminables cuerdas y con el concurso coordinado ydisciplinado de los soldados. La verticalidad ahora haceque el cuerpo pulse en una pesadez inaudita, haciendoque los músculos se contraigan, obligando al penitentea ejercer mucha fuerza, en medio del suplicio, paraevitar el desgarro de las extremidades. Algunos minutosmínimos bastaron para que la voluntad terminara siendocarcomida por el agotamiento, el cuerpo cayó en unrelajo que duró una milésima de segundo, para luegosumergirse en una sumatoria de dolores que hoy novale la pena intentar describir. Las articulaciones delas muñecas, de los codos y de los hombros comienzana emitir algunos ruidos secos, muy parecidos al de losflagrums utilizados hace un rato atrás. Ya son horas,las personas que fueron a observar el castigo comienzana retirarse lentamente, los que quedan son los máscercanos del mártir.

Page 25: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

25

El cuerpo se desliza casi imperceptiblemente en losmetales que lo atraviesan, el líquido se hace unaurgencia, la sequedad ha invadido toda la geografíadel crucificado. El tiempo corre demasiado lento paralos que se han tenido que quedar por obligación, todoes aburrimiento, la espectacularidad del acto se hadispersado, la estética del suplicio ya no está presente.Un soldado hastiado del ritmo de esta muerte (aunquesabe que todo está configurado para la lentitud y elsufrimiento), coge una lanza y se la clava en un costadodel cuerpo, en medio de lo cansino sólo se escucha unleve y corto quejido. Otro soldado, haciendo caso omisoa las órdenes emanadas de la autoridad, asesta ungolpe certero con un trozo de madera, lateralmente ala altura de las rodillas, haciendo que el cuerpo pierdala sustentación lograda a través de las piernas, y elestiramiento comience a presionar los pulmonesprovocando una hipoxia que desencadena una baja depresión desembocando en un paro cardiorrespiratorio.Un instante después el crucificado fallece mientrasmurmura un par de incoherencias.

El ejemplo que intentó dejar este hombre, su estoicismopara soportar la tortura, la dignidad mostrada en mediodel espectáculo desarrollado para quebrarle la voluntad,en fin, toda su fuerza terminó por caer en el olvidototal, en la espesura del tiempo, en la nada. Shimon

Page 26: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

26

de Arimatea para la historia oficial jamás existió, tuvola mala fortuna de que dos años después un otro, un«otro real» llamado Jesús padeciera torturas similarestransitando la misma geografía, haciendo que sutrayecto y su acción quedaran ancladas en la historiapara siempre como la primera y única, cargándose detrascendencia (política y/o religiosa). En fin…constituyéndose como ‘real’.»

Pedro cerró el libro y quedó inmóvil frente a la ventana,con la mirada perdida en las pocas nubes quemanchaban el cielo de septiembre, conmovidototalmente. No porque le interesaran este tipo dehistorias en particular, sino simplemente porque recordóa Caterina y se le vinieron demasiadas cosas a la cabeza.Recordó ese breve tránsito en su vida, pero con talintensidad que se había transformado en una dagaclavada en la espesura de su memoria, y pensó en lahistoria de ella y deseó ser un accidente en su existencia,alguien que hubiese desviado, aunque fuera en partela firme convicción de su camino, una tormenta, uncascajo. Pero no, recordó que no fue más que unparéntesis, arena, una brisa imperceptible colmada devacío. Pensó en Shimon, pensó en Jesús. Cerró losojos y apretó los puños.

Page 27: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

27

Tu pálido final

Apenas se enteró de la noticia, un sudorextremadamente frío y tormentoso lo invadió porcompleto. El terror se había apoderado de él, no podíaentender cómo era posible que a estas alturas de suvida tuviera que pasar por una situación tan inverosímil.Él siempre se había preocupado de todo, y aunque lohabían tratado de obsesivo-compulsivo, siempre repitiótodos los rituales necesarios como para sostener almundo, uno a uno. Ahora los gérmenes, que tantoaborrecía (y temía), habían colmado toda su ciudad.Apenas escuchó la noticia, corrió, corrió como nunca,

Page 28: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

28

tal cual estaba, semidesnudo, con la única idea de dejaratrás la peste que venía a invadirlo todo. Así, descalzo,sudoroso, con los pies ensangrentados, corría en mediodel campo, en la barbarie vio la libertad a esa opresióny temor que lo consumía. No era posible, seguíarepitiendo, mientras no paraba de correr.

Sin tener ninguna idea de cuál peste se trataba, elucubróuna serie de modelos sintomáticos, sólo por el hechode definir, de concretar su temor, para saber de quéhuir, a qué temer. Correr, sudar, sangrar.

No estaba dispuesto, por ningún motivo, a sufrir lafiebre, las contracciones, el dolor incesante del cuerpoo alguna adenopatía. ¿Serían esos los síntomas?, osería la mucosidad que colmaría cada espacio de susfosas nasales, provocando hemorragias que seextenderían hasta sus pulmones, hasta el hígado, hastatodos los órganos, produciendo un shock en su cuerpo.No estaba dispuesto a sufrir nada de eso. Correr, sudar,sangrar.

Quizás sería la necrosis la manifestación de esta peste,o el dolor muscular, o esos escalofríos detestables quenunca pudo superar desde niño, y lo peor de todo, seimaginaba su cuerpo convulsionando sin el amadocontrol que él requería, no sólo para sí mismo, sino

Page 29: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

29

para todo su universo. No, en ningún momento pensósiquiera en esperar e informarse de los síntomas de lapeste. Así seguía corriendo, agitado, sudoroso y suspies sangraban al golpear las piedras del camino, ni undolor lo inmutó, era más el temor a la corrupción quepodía generar la peste.

Tal vez los dolores abdominales serían la manifestación,o lo más aterrador para él, la diarrea, o ladescompensación de la presión arterial, o los vómitosque dejarían sólo un rastro de sangre de su existencia.No estaba dispuesto a pasar por nada de eso, se repetía.No soportaba imaginarse con náuseas, con dolores,con la tos señera afirmando que la muerte estaba cerca,o con dificultades respiratorias tan graves que loobligarían a desear la muerte. ¡No! Correr, sudar,sangrar. Y no paraba.

Imaginó sus ganglios inflamados hasta más no poder,las supuraciones en su piel, la pus escurriéndose porsu humanidad, por su rostro y cerró los ojos, y apretósus puños, y apuró el ritmo, y siguió corriendo hastaque su cuerpo no pudo más, cayendo ensangrentadoen medio de la nada, sin tener idea que el único síntomade la peste era correr.

Page 30: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

30

Muñeca brava

Se sentó en una de las pocas mesas que no tenía en sucubierta el pequeño letrero de «Reservada» y pidióuna ginebra sólo por el hecho de quebrar, aunque fuerapor un instante, su realidad. Estaba seguro de que nohabría -en este país no la venden- pero no le importó,quiso jugar, quiso pensar que se encontraba fuera deesta funesta geografía, para sentirse como si estuvieraen su territorio, en Buenos Aires, como en los viejostiempos, como en los viejos buenos tiempos.

Page 31: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

31

No fue extraño que hubiese elegido este lugar para lacita, en él siempre sonaban interminables tangos quehoy se confabulaban como cómplices de la ficción quese estaba configurando. La ilusión sólo duró un instante(como siempre), volvió a su certeza y no pudo resistirsea la tremenda cartografía que lo separaba de la ciudady de ella, a la lejanía, a esa distancia que aún másampliaba su corazón. A lo lejos un par de mozostarareaban «Muñeca brava» mientras acomodaban unassillas.

Cerró los ojos e imaginó que la esperaba, que esperabasu gracia, su delicadeza, su frescura y su inocencia… eintentó olvidar que era otra la que llegaría, que distabamucho de esa femineidad que él tanto apreciaba. Aesta otra mujer no la veía hace años y los pocoscontactos que tuvieron, fueron al rigor del trabajo y dela intelectualidad más seca. No tenía claro si habíaalgo de ella que le agradaba o simplemente fue lomustio de la soledad que lo obligó a colmar el tiempo,provocando que cualquier mujer hubiese sido óptimapara llenar ese espacio, incluso como parte de unaescenografía necesaria para el desarrollo de esta historiaparticular. Quizás por esas razones se animó a llamarla(a estas alturas nada de esto tiene importancia).

Page 32: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

32

La mesa que se vio obligado a elegir se encontrabajusto donde desembocaba la escalera de entrada. Yahabía pasado bastante tiempo, tanto que comenzó apercatarse de lo ridículo de la situación, haciendo quecreciera en él la imperiosa urgencia de irse, pero secontuvo, no sin esfuerzo. Mientras recorría por quintavez el lugar con la mirada perdida en Buenos Aires,apareció vestida como siempre, muy poco femenina,haciendo patente su lesbianismo; no obstante hoy teníaalgo diferente, sus ojos siempre tan seguros denotabancierta tristeza que la hacían verse algo más femenina osimplemente todo no era más que la fundación deldeseo de que fuera así. Incluso cuando caminó haciaél la notó más sutil y, como nunca, ella le sonrió y lobesó en la mejilla con una delicadeza inhabitual. Nose dijeron palabra y se sentaron frente a frente. Cadauno ordenó algo y el silencio se perpetuó de una maneratan fluida que a ninguno incomodó.

Al rato, él le tomó la mano y la invitó a bailar. Ella bajóla mirada e intentó imitar a una mujer sumisa que seentregaba a los encantos de un fornido joven. En mediode la pista la abrazó con fuerza y fingió pasión paracon ella, mientras la mujer se dejó llevar cuandopartieron con un «ocho adelante» para luego apoyarsu mejilla en el pecho de él, acurrucándose, buscandorefugio, soñando encontrarse en los brazos delicados

Page 33: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

33

de la mujer amada. Él también sintió lo mismo(definitivamente, acá lo mismo es lo mismo).

Bailaron una y otra vez sin mediar palabra. Pasaronlos tangos «El motivo», «Garúa», «Fumando espero»y muchos más, y ellos abstraídos y en silencio sólo sealejaban para hacer uno que otro firulete, para luegovolver a acurrucarse (se podría decir), mientras susmiradas se cruzaban y ambos fingían cierta pasióndesfigurada del uno por el otro. Incluso en la ejecuciónde algunas figuras, sus mejillas resbalaban y sus labiosse acercaban a una distancia que, en otra ocasión,ellos la hubiesen considerado muy poco prudente.

Luego del primer «gancho» él recordó las piernasfrescas de ella, que siempre fueron tan acogedorascomo la humedad que ofrecen ciertos bosques sureños.Ella, muy por el contrario, las recordó firmes y decididascomo puños erguidos. Al terminar un «molinete» susmiradas se cruzaron en medio del asombro, y élencontró en los ojos de ella, la profundidad, la claridadacuosa y silenciosa, la pesadez de su pestañeo que encada movimiento hacía patente la coquetería natural ysutil de la otra mujer. Al mismo tiempo, ella recordó lamirada cómplice entre todas las otras miradas cuandose buscaban en medio de la multitud, con disimulo alprincipio, como practicando el mito de la modernidad

Page 34: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

34

de poner en tensión lo público y lo privado. Luego eltránsito sería predecible, todo se arrastró hacia lopúblico, y cuando el exterior invade la intimidad queofrece la complicidad, todo se dispersa. Dejaron demirarse cuando ella hizo una «media luna».

A esas alturas todas las mesas estaban ocupadas y laspersonas que en algún momento colmaron la pista debaile, prefirieron sentarse para observar la pasión delos bailarines que, ajenos a todo y a todos, sedesplazaban por el ruedo intensamente. Algunososados, incluso veían innumerables gestos de amorentre ellos, sin sospechar el simulacro, la parodia, elengaño que proyectaban, que los hacía verse tal paracual. El simulacro siempre es perverso, porque crea lailusión y ésta reconfigura temporalmente el imaginariode quienes lo contemplan y, lo peor, de quienes lopractican. Fue así como él, al cerrar los ojos, se ilusionóimaginando que ella no era ella, sino ella. Y ella, a lavez, al sentir su cuerpo pegado a otro, sintió que él eraella. En ese momento su recuerdo lo inundó todo hastainvadir por completo el deseo y dejar un vacío amargoen ambos bailarines, que al compás de una notasuspiraron al unísono para quedar suspendidospensando en Susana.

Page 35: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

35

Mano a mano

...los morlacos del otario los jugás a la marchantacomo juega el gato maula con el mísero ratón...

(Gardel - Razzano - Flores)

Estas semanas han sido muy extrañas, tanto así comoel día que conocí a don Tito. Recuerdo que iba en elbus como todos los días, al trabajo. Yo soy un hombrede trabajo, pero por las razones que le paso a explicarestuve a punto de no serlo. Fue ese nueve de diciembrecuando me di cuenta que la dinámica de las cosashabían cambiado tanto que yo quedé absolutamentedescolocado. Como le decía, iba a mi trabajo, elmicrobús venía como nunca, nadie de pie, todos losasientos ocupados, excepto el último, el del medio,

Page 36: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

36

ese que domina todo el pasillo, o sea, lo óptimo. Mesenté, y como siempre abrí mi libro de turno, en esemomento era «El lobo estepario», de Hesse, buenlibro... Bueno, venía tranquilo, concentrado, las demáspersonas haciendo lo habitual: mirando por la ventana,durmiendo, conversando y el chofer con la radioencendida, escuchando algunos temas que no conocía.Todo normal.

Fue allá, en calle Prat, cuando el conductor se detuvoy abrió la puerta de atrás, que vi aparecer a don Tito.Hombre moreno de 60 años más o menos, con cara deantiguo, pero bien tenido para su edad. De su polera(remera) azul colgaba una panza de esas que se logransólo con pernil y vino tinto, un bigote ridículo sobre ellabio, finito, como dibujado con lápiz de tinta por untatuador bromista. Debajo de su gorro, muy parecidoa los que se usaron en la Guerra del Pacífico, lesobresalían algunas mechas tiesas de color negro. Seapoyó en la puerta, le sacó los broches a su pequeñoacordeón color rojo, muy trajinado y reforzado con unpar de alambres. El conductor apagó la radio.

Apenas escuché los primeros sones de la melodía meinundó una sensación extraña, se me pararon todos lopelos, sentí que mis pulmones tuvieran la capacidadde contener más aire de lo normal. Era ese tanguito

Page 37: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

37

de Gardel, el «Mano a mano», yo lo conocía porquedesde niño acompañaba a mi padre en su pieza por lastardes y él escuchaba sus programas: «México lindo»,o algo así, y por supuesto el favorito de los dos, «Conpermiso, soy el tango» en la Almirante Latorre, pareceque ya no existe esa radio, bueno no importa. Loimportante es que me lo sabía. Don Tito se pegó unaintroducción como de un minuto, cerré el libro, queríaescucharlo, además no me podía concentrar con elboche del acordeón. En ese preciso instante me dioaquello que trato de explicarle y me atrevería a decirleque tenía relación con lo que plantea Hesse sobre ladualidad con que vivimos a diario, a veces somos másanimales que hombres o viceversa, pero siempre hayun estado que se impone al otro con una violenciainusitada. Aunque, a pesar del deseo de muchos,existen instantes mínimos, momentos diminutos en lavida del hombre en que esta dicotomía puede coexistirsin hacerse daño, ni siquiera suprimiendo uno de losdos estados, sino ambos funcionando al mismo tiempo,potenciándose en una simbiosis incierta y es ahí, enese momento crucial, en ese vórtice sutilmente peligrosocuando el individuo se da cuenta de lo que realmentees, puede ser o puede hacer, es decir, potencia absoluta.Eso es lo que entiendo de Hesse, es lo más significativopara mí. Bueno, sigo, don Tito iba a ponerse a cantar,infló su vientre, abrió la mandíbula, estiró su boca y

Page 38: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

38

ahí quedó, sólo con la impronta, porque yo no me puderesistir a la coexistencia de mis estados y me abalancésobre el pasillo y me puse a cantar. Sí, a cantar, cosaque nunca había hecho.

Don Tito estaba sorprendido, pero por oficio siguiótocando y mantuvo por un rato la actitud de potencialcantador, los pasajeros se dieron vuelta a mirarme, elchofer venía más pendiente de mí que del camino y yocomo el Polaco Goyeneche, sacando un vozarrón deultratumba, cantando impertérrito el «Mano a mano»:

Rechiflao en mi tristezahoy te evoco y veo que has sidoen mi pobre vida paria,sólo una buena mujer;tu presencia de bacanapuso calor en mi nido,fuiste buena, consecuentey yo sé que me has querido,como no quisiste a nadie,como no podrás querer...

Si fue algo inusitado para don Tito, para el chofer ypara la gente, para mí fue mucho peor. No entendíanada, pero lo más extraño es que nada me importó,estaba pleno. Cuando sonó el último acorde la gente

Page 39: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

39

comenzó a aplaudir, lo que al principio fue un aplausotibio y tímido se transformó luego en una ovación. DonTito me miró, sonrió y partió de nuevo, ahora con«Cambalache» y yo seguí cantando. El chofer no leparó a nadie más, se fue a velocidad moderada ymoviendo la cabeza, como siguiendo el ritmo. Yo ibaal centro de Concepción, pero cantando, cantando,llegué al final del recorrido, a Talcahuano. De vuelta,lo mismo, nos pegamos cuatro vueltas con don Tito,un exitazo, toda la gente nos ovacionaba, nos dabandinero que recogía el viejo, ganamos una cantidadinteresante en las cuatro vueltas.

Así pasaron los días, don Tito y yo ni siquiera noshabíamos presentado, yo me subía en la mañana aquíy don Tito en Prat. La gente impaciente nos veía juntosy comenzaba a aplaudir; es más, en varias ocasionesme esperaron cuando me había atrasado, ya a nadie lepreocupaba llegar tarde al trabajo, entre los cuales mecontaba. Es extraño, aunque soy abogado siempre hesido apegado a las reglas secas, sin dobles lecturas,parco y bastante burgués, podría decir, pero en esosinstantes estaba funcionando como esos artistasmalditos de principios del siglo XX, a los que no lesimportaba nada, pero bueno, al menos lo estabadisfrutando. Armamos un buen repertorio:«Cambalache», «Yira yira», «La Cumparsita»,

Page 40: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

40

«Madreselva», «Mi Buenos Aires querido», «Tomo yobligo» y, por supuesto, nuestra canción de batalla:«Mano a mano». Todos esos días fueron exactamenteiguales, a las nueve comenzaba mi función, cuatrovueltas y a la oficina.

Como es de suponer, en muy poco tiempo se corrió lavoz sobre nuestro show, que no sólo era de primernivel, sino que además producía tantas emociones ysentimientos que a nadie dejaba indiferente. Fue tantoque al tercer día una turba ávida de tangos esperabael microbus que pasaba a las nueve por calle Prat. Elchofer dejaba subir gente hasta que se colmaban losasientos, excepto el mío, el del fondo, luego de eso,nadie más. De ida y de vuelta fueron siempre lasmismas personas, cada una en sus horarios, cada unaaplaudiendo de pie y yo porteño-arrabalero dándole al«Mano a mano»:

...Se dio el juego de remanyecuando vos, pobre percanta,gambeteabas la pobreza en la casa de pensión,hoy sos toda una bacana,la vida te ríe y canta,los morlacos del otario los jugás a la marchantacomo juega el gato maula con el mísero ratón...

Page 41: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

41

Un día viernes andaba más inspirado que nunca, mesubí al micro saludando, ya que a esas alturas todos lohacían de mano, el chofer había puesto un retrato deGardel en el lugar que antes ocupaba una imagen dela Virgen de Lourdes, así partimos. Un par de cuadrasmás allá una multitud intentó subir, pero por respeto,el chofer privilegió a los que habían participado de laprimera función. Al final fuimos siempre los mismos,el conductor se había convertido en una aduana conlos que trataban de colarse todos los días. Los queabajo quedaban lloraban de la impotencia y nosdespedían con pañuelos blancos agitados al viento, asícomo cuando despiden a los grandes cruceros, comocuando parten en dirección de una tragedia. Lo patéticofue que ese día en particular, sin sospecharlo, meembarcaba a la mía, a chocar con la humanidad deella, que a la larga y a pesar de todo me liberaría deesta maldita locura. Don Tito ya estaba instalado en lapuerta de atrás y yo en mi asiento concentrado,escuchando los primeros sones del «Yira yira».

Bravos, aplausos, vitoreos, despedidas y pañuelosblancos, todo el día. Así nos dieron las siete de latarde, con hambre don Tito, por primera vez me dirigióla palabra y me invitó a su casa. Con el dinero quehabíamos ganado compramos algo de comer y variasbotellas de vino tinto. El viejo vivía en la calle Thompson

Page 42: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

42

en Talcahuano, su casa era modesta, una pequeñapuerta, una ventana y un par de muebles era lo únicoque poseía. Era retraído, hablaba muy poco, me contóque venía de Santiago, donde tocaba en un sucucho,como él lo llamaba, en Matucana, había arribado aConcepción algunos años atrás cuando un amigo lotrajo a tocar a una boite del puerto llamada «El GatoNegro», en el «Barrio Chino». Comenzó a trabajar enlos microbuses para ganar más dinero, era separadodos veces y tenía siete hijos, necesitaba mucha platapara vivir y hacer vivir a los que dependían de él, le ibabien en los micros, pero cuando me uní a su causa lefue bastante mejor. No obstante, a él le importabamuy poco el dinero, él era un soñador, de esos que nonecesitan muchos lujos ni sofisticaciones, sólo de quévivir, y cuando digo: «de qué vivir», me refiero a laexperiencia, por supuesto.

Nos dieron las once y media, me invitó a que viera sushow en la boite, nunca había estado en un lugar deese tipo, lúgubre, inhóspito, con olor marino. El cabaretera grande, bastante espacioso; al fondo, un pequeñoescenario con una orquesta de cuatro músicos; enmedio, la pista de baile rodeada por mesas; al lado dela entrada, el bar. Don Tito era muy querido entre lasprostitutas, me presentó a cinco, muy simpáticas, unpoco viejas y feas, pero simpáticas. Nos sentamos

Page 43: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

43

cerca del escenario. A las doce y cuarto partió la primerafunción de las mujeres, fueron saliendo a la pista deuna en una, bailes sin gracia, burdos, sin ánimo, asíque con don Tito nos pusimos a conversarabstrayéndonos completamente del espectáculo. Alrato apagaron las luces, lo que hizo que miráramostodos al centro de la pista y presentaron a ella, a miiceberg, a la «hija del sol», a Margot.

Comenzaron a sonar unos tambores con airesritualísticos, los marinos soltaron a las prostitutas y seacomodaron en sus sillas, de atrás de una cortina roja,imitación a terciopelo, comenzó a aparecer la figura deuna mujer blanca, delgada, rubia, con el pelo tapandosu rostro y vestida con atuendos polinésicos, pero llenosde lentejuelas que se transformaban en pequeñosreflectores de luz, en faros que guiaban hacia eldesconsuelo, pero en ese momento todo daba aentender que eran incontables rayos de sol queemanaban de la mujer. Traía una vela en cada mano,el único foco que quedó encendido la seguía mientrasse paseaba por toda la pista balanceando sus caderas.Se acercó a nuestra mesa, dejó una de las velas, moviósu cabeza con violencia para sacarse el pelo del rostroy me miró fijamente, tenía un aspecto angelical y ojoscolor miel. Se alejó sin dejar de mover sus caderas ydejó la otra vela en la mesa del frente, volvió hacia mí,

Page 44: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

44

se sacó uno de los collares de flores y me lo colocó enel cuello, quedé paralizado cuando ella comenzó a jalarloarrastrándome hasta el centro de la pista mientras todoel mundo comenzaba a aplaudir para «avivarme lacueca», ya no tenía muchas opciones así que toméaire y me puse a bailar como Hotu Matu’a, ella recorríami cuerpo con el collar entre sus manos, mientras merodeaba con mayor velocidad, el volumen de lostambores se intensificó, tomaron un impulso increíble,el ritmo se aceleró y comenzamos a girar, en cada girolo único que podía ver eran los ojos lumínicos de larubia, mientras todo el fondo se tornaba borroso y sinsentido. Su ojos, los tambores y yo, esa era la realidad;lo demás no eran más que pinceladas rápidas para unfondo necesario, nada más. Mientras, Margot sonreíacon cara de niña haciendo una travesura sin sacarmesu mirada de mis ojos.

Creo que fueron dos bailes, luego me fui a la mesaentre aplausos que, obviamente, eran para la mujer.Don Tito sonrió y me dijo: «¡cuidado!, que al fin y alcabo es una puta». Aunque me extrañó su comentarionos pusimos a hablar de otras cuestiones esperando lafunción de las tres, la cual cerraba don Tito. Volvierontodas las prostitutas del show a la arena, se paseabanpor las mesas, saludando y pidiendo tragos, Margot novolvió. Tuve que esperar a la próxima función para

Page 45: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

45

verla actuar y, al igual que en la primera, fui sucompañero de baile. Luego presentaron a don Tito ysus tangos, los cuales eran bailados por dos parejasconformadas sólo por mujeres. La verdad, entrenosotros, ni lo escuché, estaba pendiente de Margot,de la rubia Margot, que no volvía, y que en toda lanoche no volvió.

Ese fin de semana me obligué a descansar, traté dellevar mi vida de un modo normal, como antes, perocomo ha de suponer, los bailes polinésicos me estabanatrayendo demasiado. El recuerdo de ella ya meresultaba incómodo y a cada instante aparecíainundando todo lo doméstico. Y por más que intentédistraerme no hubo caso, no se cómo llamar a eseestado, pero lo claro es que estaba ahí, densohumedeciéndolo todo.

El día lunes ya estaba parado en medio del pasillo de lamáquina 49, recibiendo aplausos, pero ahora cantabapensando en ella. Ahí estaba, mano en bolsillo, conuna flor roja en mi solapa, el único cantor de tangoscon alma polinésica interpretando, obviamente, «Manoa mano»:

... Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones:te engrupieron los otarios, las amigas, el gavión.

Page 46: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

46

La milonga entre magnatescon sus locas tentaciones,donde triunfan y claudican milongueras pretensiones,se te ha entrado muy adentro,en el pobre corazón...

Pasamos de largo nuevamente, toda la tarde cantando,evidentemente lo que yo quería era volver a la boiteen la noche así que no me despegué de don Tito hastaque me invitó a su casa. A pesar de hablar poco, cuandoel viejo abría la boca era peligroso, mientras partía unpedazo de pan me dijo: «recuerde lo que le dije: al finy al cabo es una puta. He visto cosas terribles en mivida y lo más desagradable es ver a un hombre de biencomo usted perder los quilates por una de estasmujeres, son capaces de cualquier cosa, en todo casousted está grandecito». Me hice el desentendido ycomencé a hablar de incorporar nuevos tangos alrepertorio, cosa que lo entusiasmó y cambió el tema.A las dos de la mañana estaba en la mesa del «GatoNegro» conversando con Margot, don Tito mientrastanto charlaba con el tipo del bar. Estuvimos en esohasta el amanecer, me contó de todo un poco sobre suvida, por mi parte fui bastante escueto, sólo me limitabaa escucharla lo más posible. Fue demasiado directacuando me invitó a la cama, de inmediato le dije queno tenía dinero, ella tranquilamente puso sus manos

Page 47: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

47

en mi cuello y me susurró: «quién ha hablado dedinero». Con esa frase retumbando en el aireatravesamos la cortina roja.

Desperté a las nueve y media de la mañana, era laprimera vez que faltaba a alguna de mis funciones, mevestí lo más rápido que pude, besé su frente y salícorriendo hacia la terminal de los buses. La máquina49 no había llegado, el chofer había llamado advirtiendoque llegaría más tarde por problemas técnicos,inmediatamente supe lo que sucedía así es que meencaramé en el primer micro y me fui a Chiguayante.Llegué a las diez y media a calle Prat, ahí estaba elbus, todos con cogotes largos esperándome, don Titoestaba abajo con el chofer fumando, crucé la calle a lacarrera. Hubiese visto la cara de alegría de la gentecuando me vieron, más que de alegría era de alivio,diría yo. Nos subimos sin decir palabra y don Tito sepuso a tocar «Madreselva», todo volvió a la normalidad,la gente sonriente y yo cantando con más ganas quenunca. Completamos las cuatro vueltas un poco mástarde y luego me fui a casa a descansar.

Los siguientes días seguí con la rutina: en la mañana,mi show en el micro y en la noche donde Margot, queya me cobraba, cuestión que no me importaba ya queutilizaba el dinero que ganaba cantando. La oficina

Page 48: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

48

podía esperar. Una noche, encontré a Margot sentadacon dos tipos borrachos que reían mientras lamanoseaban, me acerqué a saludarla, me respondió elsaludo a la distancia, sólo por cumplir, y me dijo queestaba ocupada. Mientras la esperaba me fui al ladode don Tito, lo primero que mencionó fue: «yo le dije».En fin, esperé toda la noche hasta que me echaron,me fui a dormir a casa de don Tito, al parecer colapsé,una sensación mustia me inundó. Le dije que no queríavolver a cantar, que se olvidara de mí, que hasta ahí nomás habíamos llegado, que buscara a otro o que cantarasolito, yo ya había hecho mucho por él. Don Tito sinextrañarse abrió su bocota: «ha hecho mucho porusted». Tomé mi chaleco y me fui para mi casa entaxi.

Al otro día en el micro de las nueve estaba instalado enmi asiento, subió don Tito, me miró esperando unarespuesta, yo miré para otro lado. Ante mi negativa sepuso a cantar:

...Nada debo agradecertemano a mano hemos quedaono me importa lo que has hecho,lo que hacés y lo que harás,los favores recibidos creo habértelos pagadoy si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidadoen la cuenta del otario que tenés se la cargás...

Page 49: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

49

La gente no entendía nada, yo intentaba leer mi librohaciéndome el desentendido, el chofer frenó en seco,casi fui a parar al ventanal, metió el freno de mano, separó y gritó indignado: «¿Pero, qué mierda pasa?».Iba a responderle cuando don Tito interrumpió su cantoy salió en mi defensa explicando la situación, el viejosabía mejor que nadie lo que pasaba, de hecho lo sabíaantes que yo lo sospechara. Un silenciodesesperanzador y aterrador nos acompañó en eseviaje, algunas personas lagrimeaban, otroscuchicheaban, don Tito callado, el chofer paraba cadacierto tiempo para secarse las lágrimas y poder seguirconduciendo. En el sector de Lonco una señora noaguantó más y empezó a llorar desconsoladamente,don Tito se sentó en la pisadera, puso sus manos ensu cabeza y ahí se quedó, al rato estábamos todosllorando. Me bajé en Talcahuano, fui a la boite, le tuveque pagar a una vieja chica que me salió a atenderpara que me diera la dirección de Margot, en su casatraté de convencerla de que lo mío era un amor deverdad, sincero, y lo logré. Y al mismo tiempo meconvenció de que ella se debía a su trabajo y no podíadarse el lujo de andar enamorándose de cualquierpersona con la que terminara acostada. Intentécomportarme como hombrecito, de no llorar, pero aveces lo que uno quiere no se puede lograr, usted meentiende, la vida es como la letra de algún tango, las

Page 50: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

50

mismas letras que antes cantaba alegremente. Malditoanimal que hizo las pases con el humano. Me encerrépor varios días en mi casa intentando descompensar elequilibrio, repetía los tangos y Gardel me acosaba con«Mano a mano»:

...Mientras tanto que tus triunfos,pobres triunfos pasajeros,sean una larga fila de riquezas y placer;que el bacán que te acamalatenga pesos duraderos,que te abrás en las paradascon cafishios milonguerosy que digan los muchachos:«es una buena mujer»...

Para apurarme, le cuento que ayer en la tarde cambióradicalmente mi situación, estaba sumido en «Tomo yobligo» cuando sonó el timbre. Los días anterioreshabía sonado varias veces, pero había hecho caso omisode él, esta vez fue tanto lo que insistieron que fui aabrir indignado. Al abrir la puerta quedo petrificado,ahí, en mi portal estaba ella, la rubia Margot. Ellaparada en mi pórtico, parecía la «Virgen de la Animita»,pero en versión sueca. Estaba seria, con cara depreocupación, la hice pasar, abrí las cortinas y le servíun café. «Voy a ir al grano -dijo- tienes que volver a

Page 51: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

51

cantar». «Ah, era eso -dije- ¿fue don Tito, verdad?»Había sido él, Ariel González, José Fernández, GuillermoRoa, Mario Figueroa, la señora María Traverso, FranciscaValdés y su prima Violeta Fuentes, don Alexis Jerez ytodos los que viajaban en la micro de las nueve, incluidoel chofer. Le habían enviado una carta para queintercediera ante mí. En ese momento, con esa ridículasituación, me di cuenta que estas personas estabansufriendo el mismo mal que yo, ese equilibriomonstruoso animal-humano y así como Margot era miveneno, yo lo era para ellos. El comprender esto,inmediatamente me liberó de la enfermedad, vislumbréclaramente que la causa ciega por algo es una pérdidade tiempo, que ese pacifismo interno mata al ser, queproduce incomodidad, que lo ciega, que hacedemasiado intensas las emociones. Fue mágico, asícomo me había cautivado ese tipo de vida, perdí en uninstante esa ridícula pasión. Me había sanado, habíavuelto a la normalidad, estaba de vuelta en el mundo,me sentía aliviado como si me hubiesen sacado unlastre emocional de encima. Con una sonrisa despedía la rubia, celebré toda la noche y aquí estoy, esperandola máquina 49, entendiendo, nuevamente, que la vidaes un pasar y que sólo es para pasar, para acomodarselo mejor posible y disfrutar de sus ofertas y no es paravivir. ¡Qué alivio, qué comodidad! Al fin y al cabo,Margot era sólo una puta.

Page 52: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

52

Hoy voy a cantar, pero consciente, porque quiero,porque me lo propuse, hoy esto se encuentra muy lejosde ser una necesidad, es mi despedida, ellos no losaben, seguramente se van a alegrar cuando esté enmedio del pasillo, pero la pasión y la buena vida soncomo la dualidad, siempre están en conflicto, es deesperar que siempre lo acompañe la buena vida, nuncala pu-ta-pa-sión. Creo que soy de los pocos que hanmuerto y han resucitado, la ventaja que tengo conrespecto a los demás, yo sé que estas enfermedadesse pasan y me dedicaré a sacarle la pasión a toda migente para que viva bien, los liberaré de su locura. Esmi deber de ciudadano, de buen cristiano, de buendemócrata. Ahí viene mi micro, chao y no olvide: «Labuena vida, siempre la buena vida».

...Y mañana cuando seasdescolado mueble viejoy no tengas esperanza en el pobre corazón.Si precisás una ayuda,si te hace falta un consejo,acordate de este amigoque ha de jugarse el pellejopa’ ayudarte en lo que puedacuando llegue la ocasión.

Page 53: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

53

Los cosos de al lao

Consideraba que había tenido una vida desesperada,tormentosa algunas veces, comparable sólo conaquellas que padecieron los santos y los mártires de laSanta Iglesia Católica, capaces de morir por ella.Lamentablemente él se encontraba muy lejos de creeren semejante trascendencia, se pensaba demasiadoterrenal para tales empresas, particularmente las queimplicaban el sufrir de la carne. Incluso él, más quecarne, se sentía como «una astilla clavada en la carnedel mundo» como leyó alguna vez en un libro de Sartre

Page 54: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

54

(podría precisar que tal frase se encuentra en la obra«Las moscas»).

El día aquel, el de su cumpleaños, decidió, no sinesfuerzo, olvidar. Olvidar lo más posible, con el únicofin de darse una oportunidad, la de (re)descubrir elmundo en el que se encontraba preso desde tiemposinmemoriales. Además le resultaba bastante irritantela celebración de sus vecinos que, por alguna incómoday paradójica coincidencia, la realizaban una vez al año,el mismo día de su cumpleaños. Es más, recordabaque de niño tuvo la mala suerte de vivir junto a unacasa donde se celebraba ese mismo día, coincidenciadirán algunos. Pero lo único cierto es que no importódónde viviera, el día de su cumpleaños siempre habíacelebraciones cerca suyo. Hoy en particular sabía quele resultaría más intolerable que otras veces, cada añoera peor (quizás por los mismos años), así que muytemprano empacó un par de cosas, las puso en suautomóvil y salió sin rumbo determinado.

La carretera le ofreció la oportunidad de la expansión,de la barbarie, tan vilipendiada por él en tantasoportunidades; hoy, por el contrario, se le entregabasensual, acogedora y voraz de recuerdos (no hay queolvidar que aunque parezcan símiles, existe unadistancia muy poco prudente entre el «recordar» y el

Page 55: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

55

«no olvidar»). En lo rutinario del camino elaboró unalista mental prioritaria de qué olvidar, así generó unadiscreta cartografía que le podría ayudar a conseguirsu objetivo. Primero que todo, y a raíz de muchascosas, tendría que deshacerse de algunos modos quele incomodaban desde niño, entre los cuales priorizósu exagerado temor al rechazo, que desde tempranaedad, por una cuestión que aún no podía determinar,lo llevaba a mutar en cada relación que enfrentaba,fuera ésta cotidiana, fraternal, amorosa, etc. Así,siempre embobado por la idea pusilánime de agradara cuanta persona encontrara, se la pasó en un vaivéninterminable, paseándose como lo hace un actor, porla caracterización de una serie de personajes, cuestiónque lo cansaba de sobremanera, además a estas alturasle era casi imposible diferenciar qué parte de suconducta era propia de él y cuál o cuáles se había(n)forjado en la emergencia o en el acomodo. Pero aestas alturas, a sus 38 años, su(s) personalidad(es)estaba(n) dominada(s) por el deseo de ser uno solo ycausar la diáspora de lo ajeno, del artificio, de esa cargahostil que lo había acompañado toda su vida y quehabía crecido demencialmente con el correr del tiempo.

Quería deshacerse de esa responsabilidad que seautoimponía cada vez que iniciaba una nueva relaciónya que según la persona, según el otro, él configuraba

Page 56: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

56

y adaptaba su propio ser, cuestión que lo desmembrabaen demasía porque de ahí en más debía mantener lapersonalidad que había conjurado con respecto al otroo a los otros en el momento en que se conocieron. Poresta razón intentaba que todas las amistades que habíaforjado no se conocieran y hacía lo posible paramantener esta condición. Cada relación conformabaun escenario distinto y él ejercía el dominio de unpersonaje para cada escenario, cuántos tenía, quiénsabe (digamos 72, para los que necesitan precisión).Todos estos, muchas veces contradictorios, no lodejaban avanzar con la celeridad que deseaba, secomprenderá fácilmente que mover (o jalar) un carrocon una «persona» dentro es más fácil que mover unoatiborrado de ellas. Quizás es más didáctico plantearque para avanzar un tramo determinado, una personaque ha logrado sintetizar su existencia en una sola vidano requiere mucho esfuerzo para hacerlo. Pero sí muchaprecisión, porque esa existencia requiere de algo muyparticular y determinado porque ha generado un solocamino, un solo objetivo, en fin, la estabilidad. Muypor el contrario, él para hacer avanzar a todas suspersonalidades, con la intencionalidad de desarrollarsu propia existencia, requería invertir mucho esfuerzopara satisfacer los deseos de cada potencia, haciendoque no necesitara tanta precisión; pero ir y venir lohacía avanzar casi nada y, lo peor, transitar en la

Page 57: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

57

dispersión, cosa que no le permitía disfrutar de aquellollamado estabilidad, tan preciada y deseada por él.

Si algo había descubierto con la incomodidad de losaños era que él era un tipo que sólo poseía aceleraciónen esta vida (utilizando términos propios de la física),su dirección siempre fue cambiando por agentesexternos, su recorrido siempre había estado alteradopor cambios de rumbos que él mismo permitía, muchasveces a su pesar, pero que le eran inevitables. Estavez, en este recorrido tan poco metafórico buscaría lavelocidad, el punto cero, la constante, el punto deestabilidad. Buscaría una fórmula, una manera, quizáshasta un método para llegar a ella, por lo menos esaera su intención. El problema de toda esta situaciónes que seguía pretendiendo encontrar la solución fuerade él, donde, justamente se configuraba la paradoja,buscaba una solución a través de la repetición del mismoritual que quería eliminar. En fin, con un optimismomuy impropio para su persona siguió por la carretera,en un juego maquiavélico mantuvo una velocidadconstante, y en algún momento, por lo llano del camino,por la recta de la carretera, la estabilidad se hizopresente, y él por primera vez conscientemente se diocuenta de aquello y lo disfrutó, y a la vez se sumió enel deseo de perpetuar este estado, que fuera o lejos

Page 58: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

58

de la física, o de la teoría, no es más que una condiciónindeseable por algunos (por no decir todos).

Evitó encender la radio sólo para escuchar el motor delvehículo sonando uniformemente, lo mantuvo así porvarios minutos, la constante se perpetuaba y sólo sealteraba de vez en cuando con el pasar de otrosautomóviles. Su intención de alejarse lo más posiblede la ciudad traía consigo la intención de hacerdesaparecer la posibilidad de arrepentirse y volver asu departamento, sobre todo por la fiesta de los dellado. Luego de horas, en medio de la nada, a lo lejosdivisó una especie de hostería que rompía la linealidaddel paisaje, así que decidió detenerse un momento acomer algo. Poco le llamó la atención que el localllevara por nombre «La nostalgia», sólo esbozó unaespecie de sonrisa al estacionar el coche. El lugar, sinser pobre, era bastante austero, pero muy bien cuidado,una campanita tañó cuando entró. En el interior habíacinco mesas dispuestas para recibir a cuatro personasen cada una de ellas, manteles con flores y una fotoantigua de un hombre vestido de traje colgada en lapared del fondo; por la ventana los rayos del sol de latarde iluminaban marcando fuertemente las sombrasde la habitación. El lugar estaba vacío, detrás de unapuerta con vidrios se escuchaban algunos ruidos dequehaceres y una radio tocaba alguna melodía parecida

Page 59: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

59

a un tango. Se sentó en la mesa que estaba pegada ala ventana, y se ubicó frente a ella, el paisaje queobservó, a pesar de que le pareció demasiado bucólico,lo mantuvo ajeno a todo. El verde, la soledad, lospájaros sobre los árboles saltando atolondrados de ramaen rama.

El ruido de la puerta interior lo sacó de ese estado,escuchó una voz femenina que lo saludó con tantacordialidad que él incluso la consideró como cariñosa,lo que hizo que se volteara violentamente hacia ella.Se enfrentó a una mujer que le sonreía afablemente,no podía explicar con precisión qué le llamó la atenciónde ella, su estatura media, su cabello negro y largoque a pesar de su juventud dejaba ver algunas canas,su tez blanca, sus ojos de sueño(s), la calidez de sumirada, el tono de voz, su cuerpo, que a pesar de estarcubierto con una especie de pintora antigua comodelantal dejaba ver su figura delgada, el optimismoque proyectaba o la alegría que manifestaba. Algoera, una de todas esas cosas. Quedó observándolapor un rato, cuando volvió en sí y comprendió lo ridículode la situación carraspeó y la saludó con un «buenastardes» más bien distante. Ella siguió mirándolo y élse incomodó un poco, antes de cualquier cosa lepreguntó cómo estaba. Si bien este par de palabras,por lo general, no son más que un recurso retórico o

Page 60: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

60

una costumbre bien aprendida que no posee mayorsentido, porque al igual que su uso la respuesta estáapegada a lo aprendido, esta vez las sintió comoverdaderas, como si detrás de ellas existiera un interésreal y se descolocó nuevamente. Iba a responder conel clásico «bien», pero se contuvo y pensó que si habíallegado hasta acá con la idea de dejar de multiplicarseen el vacío este era el primer paso, así que contestócon un «muy extraño, con muchas cosas, tendría quesentarse conmigo para tratar de explicarle todo».

La mujer, sin extrañarse, le contestó que no teníaproblema, pero que sería bueno que comiera algo antesy, a la vez, que no le podía ofrecer mucha variedad nisofisticación, pero que la tortilla de huevos con quesoy especias era la especialidad de la casa, y que un cafécon leche le venía muy bien. Aceptó con gusto y esperósin dejar de mirar por la ventana. Por un momento ladesidia lo instó a renunciar a esta experiencia, pero seobligó a mantenerse firme y comenzó a buscar, casipor primera vez, en su interior a esa persona perdidaentre tantos personajes, y hurgó como nunca, y transitópor la profundidades de una especie de caverna muypocas veces visitada, y la humedad de la tierra lo llevóa encontrarse con un niño que sentía pavor por lamuerte que se le abalanzó y lo abrazó mientras lemencionaba que el silencio lo abrumaba dejándolo a

Page 61: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

61

veces, incluso inmóvil, por extensos períodos de tiempoy que por épocas indeterminadas no había sentido elcalor humano. Él, por su parte, se limitó a abrazarlo ya señalarle, susurrándole, que en medio de esaoscuridad debía sentirse tranquilo, que tenía laoportunidad, que muchos deseaban, de conocerse yforjarse como un hombre consciente, que debíamantenerse firme. Ahora era él quien lo abrazabafirmemente mientras el niño trataba de soltarsediciéndole que ya era hora, que el tiempo había pasado,que un pestañeo de él podía transformarse en años eneste mundo, que no se tentara, debía irse de inmediatomientras le señalaba, entre la penumbra, una especiede salida. Con esfuerzo dejó al niño y caminó a tientaspor un laberinto que a lo lejos expelía un ruidotremendo, como si el viento se arremolinara más encada paso que daba. Cuando llegó a ese espacio unvendaval no lo dejó avanzar, lo intentó una y otra vez,pero falló, y cuando pensó en rendirse una mano lotomó del brazo y lo ayudó a caminar, era un joven que,entre todo el ruido de la ventisca, le decía que esta vezno necesitaba tomar ninguna postura, que se entregaratotalmente y que asumiera que era un desvalido ansiosode ayuda. Ante aquello no chistó, se entregó al guía yno sólo por continuar con la experiencia sino porquedeseaba, de una vez por todas, salir de aquel lugarque a estas alturas lo estaba asustando mucho. Se

Page 62: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

62

apegó al joven lo que más pudo y juntos caminaronpor un largo período de tiempo, ahora a cada paso lafuerza del viento era menor hasta que desapareciócuando llegaron a los pies de una gruta en la que seaveía, a lo lejos, una laguna. El joven le mencionó quesólo podía llegar hasta allí, le deseó suerte y lo conminóa que mantuviera su persistencia, le guiñó un ojo, volviósobre sus pasos y desapareció en la penumbra.

Se dirigió a la laguna, y con el andar se percató de doscosas, primero que si bien las penumbras lo seguíanpermeando todo, había una luz tenue reflejada en todala gruta, y que el cuerpo de agua estaba atestado depeces metálicos que chocaban entre sí emitiendo unruido ácido que se expandía por todo el lugar. Se paróen la orilla, los peces saltaban rabiosamente, trató deencontrar alguna otra posibilidad para cruzar, pero laspenumbras no lo dejaron ver, se desplazó lentamente,con mucho cuidado bordeando el agua y se cansó alno encontrar nada. Y en un lugar indeterminado, sedetuvo para investigar con detención el espacio, hastaque descubrió que frente a él, más allá del agua, habíauna tenue luz rojiza que interpretó como una salida.Se puso en cuclillas para acercarse a la orilla e intentódarse el ánimo necesario para sumergirse en ella.Cuando en eso estaba, una voz atrás suyo le dijo quetenía poco tiempo y que tendría que decidirse. Se

Page 63: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

63

levantó muy rápido, tanto así que se desestabilizó casicayendo al agua, la mitad de su pie izquierdo de hechoquedó apenas sujeto al borde, en ese momento sintióuna mano que emergía de la oscuridad y se le acercabaal pecho, pero en vez de sujetarlo, lo empujó. El temorlo colmó cuando cayó, tomó aire y se paró lo más rápidoque pudo, el agua le llegaba a la cintura. Desde lapenumbra se irguió una sombra que se conformó enun hombre que le expresó tranquilamente: «no le temaa las profundidades porque usted tiene mejores ymayores vacíos, y tampoco a los peces que ante sudecisión (involuntaria en este caso) huirándespavoridos. Llegó el momento, debe llegar hastaaquello que usted cree que es luz, pero le voy a advertiralgo, usted por primera vez en su vida está solo, nadielo ayudará, ni escuchará sus gritos, llegó la hora».Cuando terminó la frase, la silueta volvió a la oscuridad.

Sin tener certeza, supuso que el hombre había esbozadouna sonrisa, giró en dirección de la otra orilla y comenzóa caminar, los peces le dejaban un sendero de vacíopara que se desplazara mientras seguían chocandoentre sí, haciendo que el ruido se tornase a ratosinsoportable. Sin detenerse en ningún momento avanzólos metros necesarios para llegar a su destino. Cuandologró salir del agua el silencio fue abrumador, sólodespués de unos segundos comenzó a distinguir un

Page 64: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

64

leve ruido que provenía desde la luz, cuando logróidentificar el sonido se desanimó por completo. En laestrecha caverna que suponía salida, la fuente del ruidose dejó ver, era fuego, una pared de fuego, todo seencontraba en llamas y comprendió que debía cruzarlosi es que quería salir de ahí. Miró a su alrededor yrecordó las nefastas palabras del hombre. Tomó aire yel calor inundó sus fosas nasales hasta llegar a susentrañas, y la indecisión nuevamente lo comenzó asumir en una especie de desesperación, haciendo quepensara en tomar esas actitudes tan comunes deesperar que los problemas se derramen en todo paracolapsar de una vez por todas. Se frenó, respiró hondoy se lanzó en contra de la pared de fuego, caminórápidamente y si bien las llamas las sentía cerca nolograban quemarlo. A lo lejos divisó una luz blanca,subió por una pequeña escalera y la luminosidad lorebasó por completo, cuando logró reaccionar estabafrente a la ventana nuevamente y en la mesa habíauna tortilla de huevos, unos panes y un café con leche.Sentada frente a él, la mujer lo miraba con detención.Lo único que atinó a decir fue «no me gustan los vacíos,siempre quise ser arquitecto y no quiero que todosuceda tan rápido». Le sorprendieron sus propiaspalabras y por muy simples que resultaran sabíaperfectamente que estaban sumergidas en laprofundidad de su ser desde siempre; sin embargo hoy

Page 65: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

65

le resultaban como un idioma nuevo, como si sintierarealmente el peso de cada sílaba. Ella no emitió palabra,sólo se limitó a sonreír.

Le pidió que le contara algo mientras comía, mientraspartía un pedazo de pan y se lo llevaba a la boca. Ellale contó, entre muchas otras cosas (que no caben enesta historia), que era viuda, justamente de unarquitecto, y que llevaba años ahí, en ese pedazo deruido en medio de la carretera, que se había alejadode todo con la clara idea de estar cerca de todo almismo tiempo y que lo único que le quedaba de sumarido era el par de aros que llevaba puestos, los cualestenían un sol y una luna por un lado y las máscaras delteatro por el otro. Cuando terminó de hablar, despuésde un par de horas, tomó conciencia de que sus manossujetaban las de ellas; la soltó y le agradeció todo,subió a su automóvil e hizo el camino de vuelta, queesta vez fue mucho más corto.

La noche había caído, aceleró y frenó, una y otra vezsólo por gusto. Cuando subió a su departamento ypasó por fuera de sus vecinos, la fiesta estaba en suapogeo, escuchó risas, música y quizás una que otradiscusión, y siguió de largo. Unos pasos más allá sedetuvo, volvió a la puerta, se colocó cerca de ella paraescuchar algo más y en un impulso injustificable golpeó.

Page 66: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

66

No se puede hablar de sorpresa lo que sintió cuandose abrió completamente el pórtico y se percató quedetrás de ella estaba la mujer de la hostería y más allámuchos hombres iguales a él (digamos 72) que losaludaban. Ella le sonrió nuevamente diciéndole: «teestábamos esperando, llevamos 38 años haciéndolo».Él por primera vez sonrío profundamente, cruzó elumbral y cerró la puerta.

Page 67: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

67

Indice

Pasional .............................................................. 5

En esta tarde gris .............................................. 21

Tu pálido final .................................................... 27

Muñeca brava .................................................... 30

Mano a mano .................................................... 35

Los cosos de al lao............................................. 53

Page 68: Tangos para viajar. 12 historias inútiles (muestra digital) - MuñozColoma

68

Muñozcoloma nace en Hualqui-Concepción, Chile. Es, además,artista visual con una serie de exposiciones tanto a nivel nacionalcomo internacional. En 1999 es publicado en la Antología dePoesía Contemporánea Las caras del amor. (Versal EditorialGroup, Massachusetts, Estados Unidos). Ese mismo año obtieneel Primer Premio en el Concurso Regional de Literatura Joven,organizado por la Corporación Cultural Balmaceda 1215 de Lota,con el relato «Amigas para Siempre (Gricel)». Entre los años2003 y 2005 se desempeñó como columnista estable de la RevistaCultural Artística «LAOJA» de la ciudad de Rosario, Argentina.Entre los años 2008 y 2009 fue columnista invitado del EspacioVirtual de Arte y Cultura «AIMIDNEV», España-Cuba. Desde elaño 2005 es columnista de la Revista Electrónica de ArteContemporáneo y Nuevas Tendencias «ESCÁNER CULTURAL».Uno de sus artículos inspiró el guión del documental «EnriqueSoro», de la serie «Maestros de Música – Otra mirada a la músicachilena» (ARTV), que fue galardonado con el Premio DomingoSanta Cruz en el año 2008.