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“LA CUESTIÓN DE LA HIGIENE, CONDICIONES LABORALES Y ENFERMEDADES PROFESIONALES, EL ORIGEN DE LAS PRIMERAS LEYES LABORALES Y SU VINCULACIÓN A LAS LUCHAS DEL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO ORGANIZADO ENTRE 1900-1930” 1.- Introducción - Descripción del Trabajo: Este trabajo tendrá la intención de relevar y rastrear las condiciones de vida y especialmente las condiciones de salud y seguridad laboral que padecieron los trabajadores en el período que abarca los grandes cambios económicos que se implementaron en la República Argentina en el período 1900-1930. También se abordará en la evolución de las distintas descripciones de las organizaciones obreras desde su inicio en luchas particulares hasta las grandes huelas masivas. Se tratará de ahondar en las legislaciones obreras, inexistentes en un comienzo y como se fueron dando las condiciones, sociales y políticas para ir construyendo este corpus legal y, las luchas sindicales y legislativas que debieron darse para su implementación real. Para esta investigación será fundamental, el valioso trabajo del Dr. Bialet Massé, que pesé a pecar de excesivamente positivista (paradigma vigente en la época) es valioso porque relevó en el lugar de los hechos lo que denuncia: estado de los trabajadores rurales, artesanos del interior, obreros de pequeñas y medianas industrias, condiciones de vida, estado físico, tipología humana, etc. que desembocó con su informe presentado a través del ministro Joaquín V. González, al presidente Roca y que posteriormente se

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“LA CUESTIÓN DE LA HIGIENE, CONDICIONES LABORALES Y ENFERMEDADES

PROFESIONALES, EL ORIGEN DE LAS PRIMERAS LEYES LABORALES Y SU

VINCULACIÓN A LAS LUCHAS DEL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO

ORGANIZADO ENTRE 1900-1930”

1.- Introducción - Descripción del Trabajo:

Este trabajo tendrá la intención de relevar y rastrear las condiciones de vida y especialmente las

condiciones de salud y seguridad laboral que padecieron los trabajadores en el período que abarca

los grandes cambios económicos que se implementaron en la República Argentina en el período

1900-1930. También se abordará en la evolución de las distintas descripciones de las

organizaciones obreras desde su inicio en luchas particulares hasta las grandes huelas masivas.

Se tratará de ahondar en las legislaciones obreras, inexistentes en un comienzo y como se fueron

dando las condiciones, sociales y políticas para ir construyendo este corpus legal y, las luchas

sindicales y legislativas que debieron darse para su implementación real.

Para esta investigación será fundamental, el valioso trabajo del Dr. Bialet Massé, que pesé a pecar

de excesivamente positivista (paradigma vigente en la época) es valioso porque relevó en el lugar

de los hechos lo que denuncia: estado de los trabajadores rurales, artesanos del interior, obreros de

pequeñas y medianas industrias, condiciones de vida, estado físico, tipología humana, etc. que

desembocó con su informe presentado a través del ministro Joaquín V. González, al presidente

Roca y que posteriormente se conocería como el código de trabajo, y de como este finalmente no

se aprobó por razones político partidarias pero sirvió de pie para las futuras leyes obreras.

En el rastreo también se buscará diferenciar la problemática urbana, objeto de la investigación, de

la rural y como esta última fue relegada hasta la llegada al gobierno del general Perón.

Las pretensiones del trabajo no es abarcar la totalidad de los acontecimientos ni relevar todas y

cada una de las leyes obreras, sino dar un marco histórico cronológico de cómo estas luchas se

fueron desarrollando y como construyeron el andamiaje legal-laboral, aunque resistido siempre, aún

vigente, casi, en toda su expresión.

La elección del período histórico seleccionado se debe a que en este se desarrollaron en el país las

primeras organizaciones obreras, es en este período donde tuvieron su auge, y donde también

podemos observar y anticipar su declive y virtual desaparición. También es de destacar que desde

1930 con la instauración de la primera dictadura militar, se profundiza la represión obrera,

subordinando la masividad de los movimientos a focos de lucha y resistencia, que solo verán la luz

de la integración popular años más adelante y con otra expresión política: el peronismo.

 

2.- Hipótesis:

Las primeras leyes obreras y los cambios reales, en las condiciones de trabajo en el período 1900-

1930 se dieron a través de las luchas que desarrollaron los movimientos sindicales y políticos de los

sectores socialistas, anarquistas y sindicalistas de las grandes urbes en la búsqueda de las mejores

en las condiciones de trabajo, en un principio en luchas directas contra los sectores oligárquicos y

de la incipiente industria y luego con y contra un estado interventor que, jugando a ambas puntas

intentaba, mediante la implementación de las primeras leyes laborales, controlar el desborde y la

inestabilidad social de los sectores proletarios de la época.

3.- Objetivos a rastrear:

El objetivo de trabajo es separar en sus componentes principales a todos los actores que conllevaron

a la formación del movimiento obrero organizado. Se intentará demostrar que las grandes huelgas y

luchas generadas a principio de siglo tuvieron como origen las paupérrimas condiciones de trabajo y

de vida de los sectores asalariados formales e informales de la sociedad desprotegidos por una

política estatal premeditada que no reconocía en la relación patrón-obrero un marco de derecho con

garantía del estado. Esta situación y la oportuna llegada al país de dirigentes obreros con vasta

experiencia, generó el caldo de cultivo para la lucha. El trabajo tendrá como eje cinco variables a

investigar:

1.- El rol de los sectores vinculados al anarquismo con sus formas características de organización y

la no intervención de la política partidaria en estas luchas.

2.- El rol de los dirigentes obreros socialistas y del partido socialista en su accionar legislativo en

ambas cámaras del congreso en su iniciativas de imponer las leyes obreras.

3.- El papel del sindicalismo en las luchas obreras de principio de siglo, su desvinculación de la

política partidaria y el juego que desarrolla el estado radical con estos sectores para perjudicar a los

socialistas.

4.- El accionar del estado nacional en búsqueda de aplacar los conflictos sociales en ciernes, su rol

respecto al trabajador inmigrante y su gestión en la implementación y promulgación de las leyes.

5.- Relevar a través de los informes el estado de las condiciones laborales de los sectores

industriales y rurales que llevaron directamente a estos a la acción directa.

4.- Contexto histórico en la creación de las nuevas organizaciones obreras

En un repaso de nuestra historia en estos tiempos podemos encontrar un consenso bastante unánime

respecto de que la consolidación del Estado nacional afirmó un sistema capitalista y un modelo

económico agro-exportador, afirmado definitivamente una vez solucionada la cuestión política (el

poder) y la integración del territorio bajo una autoridad central claramente reconocida e identificada

como tal, acabando de ésta forma con 70 años de conflictos internos.

La última disputa histórica fue cortada la espada de Julio A. Roca luego de haber “conquistado el

desierto”, o sea liberado para los recientes negocios capitalistas las extensas tierras del sur del país.

Dicho proceso terminó de consolidarse hacia 1880, al llegar el citado general por primera vez a la

presidencia de la Nación de la mano de su ya clásico discurso inaugural de “Paz y administración”

(buscar discurso) y de varios de los integrantes de la denominada Generación del 80, especie de

intelectuales orgánicos del roquismo.

1880 representa desde entonces una especie de referencia histórica, ya que pasará a ser

convencionalmente aceptado por la corporación historiográfica como momento fundacional y fase

inicial para un modelo que va a manifestarse como duradero y que terminará sentando las bases de

la Argentina moderna, aquella de la urbanización y del crecimiento económico sostenido que

alimentó, en aquel momento, las vanas expectativas de pasar a formar parte de las naciones más

desarrolladas del mundo.

Hacia fines del siglo XIX, debido a los cambios económicos y la inmigración masiva, tuvo lugar

una modificación de la estructura de la sociedad argentina. Un rasgo importante fue el crecimiento

de los sectores medios, que de aproximadamente un 10% pasaron a representar un 25,2% de la

población en 1895.

“El incremento de la inmigración y las modificaciones que se iban produciendo en la estructura

productiva del país durante los años setenta provocaban constantemente una evolución de la

composición y de la características de la masa de trabajadores. No obstante esta evolución que

podríamos denominar gradual, una transformación más profunda y relativamente brusca se

produce alrededor de los años ochenta. Una de las razones fundamentales del carácter acelerado y

concentrado de estos cambios es el hecho de que la formación de la clase obrera está condicionada

por la circunstancia que la transformación capitalista del país se hace en función de los

requerimientos del mercado mundial y de la evolución del capitalismo europeo e internacional”1.

Paralelamente a la llegada de los inmigrantes, internamente se disminuyó el analfabetismo, gracias

a la aplicación de la Ley de Educación común primaria, obligatoria, laica y gratuita, Ley sancionada

en 1884 durante la presidencia de Julio Argentino Roca. El carácter obligatorio de la enseñanza

primaria, ley 1420 resultó fundamental para construir un espacio en el que las diferencias de

idioma, religión y costumbres se dejaran de lado y dieran lugar a una identidad común a todos los

habitantes. El principal objetivo de los dirigentes al difundir la instrucción primaria era que la gran

masa de inmigrantes desarrollara un sentimiento de pertenencia hacia su nuevo país.

El período anterior a 1930 es descrito por Matsushita, en torno a dos factores: el económico que

destaca la inmigración y la radicación de capitales extranjeros (principalmente de origen inglés), y

el político caracterizado por la estabilidad.

“El desarrollo económico, si bien no tendió a favorecer al sector industrial, “incidió

favorablemente en el desarrollo de la actividad industrial vinculada con el sector agropecuario y

otras industrias destinadas a satisfacer la demanda local” (Matsushita, 1986). Así en la Capital

comenzaron a surgir sindicatos y gremios orientados, básicamente, a la ayuda mutua.

La estructura capitalista que irá desarrollándose en éstas tierras estará configurada bajo claras

pautas de dependencia respecto del capital extranjero, inglés al principio, agregándose desde el

siglo XX el norteamericano, proceso que irá conformando, paulatina pero profundamente, una

economía periférica que podrá ser apreciada, por ejemplo, en la preponderancia otorgada a las

inversiones extranjeras directas (frigoríficos y ferrocarriles), o en las premisas macroeconómicas

que guiaban al famoso modelo agroexportador y que consistían en vender materias primas,

1 Falcón Ricardo-Los orígenes del Movimiento obrero Argentino (1857-1899), capítulo II “La formación del proletariado” (pag. 53)-Biblioteca Política Argentina, CEAL, Buenos Aires, Argentina, 1984.

principalmente carne y cereales a Inglaterra para luego comprar productos manufacturados,

transformando, de esa manera, la economía nacional en una especie de subsidiaria de las economías

industrializadas.

“Es en esta sociedad sobre cuyos cimientos levantará su edificio la sociedad capitalista, los

asalariados representan una nueva categoría de ilotas. Como sus antecesores lejanos, vivirán

sumidos por las miserias de sus recursos. Sus obligaciones serán las de crear riquezas en

provecho exclusivo de los amos. Carentes de todo derecho, su papel será semejante al de los

parias o los siervos” (Sebastián Marotta, 1975). Es contra estas condiciones de sometimiento y

en busca del derecho obrero que se organizarán desde las pequeñas células combativas hasta las

multitudinarias organizaciones la resistencia a la explotación inescrupulosa.

Como parte de estas políticas de integración, en 1901 se estableció el servicio militar obligatorio

por el que todos los ciudadanos argentinos varones de 20 años debían recibir instrucción militar. El

carácter universal de la conscripción permitió que fueran utilizados sus registros para la confección

de los padrones electorales.

Existía cierta movilidad social, aspiración extendida entre los inmigrantes. Pueden identificarse tres

grupos sociales predominantes:

Elite dominante

Este sector estaba integrado por los grandes propietarios, con fuertes vínculos con las actividades

comerciales y financieras. El grupo más importante era el compuesto por los grandes ganaderos y

empresarios de Buenos Aires, miembros de la Sociedad Rural Argentina, el Jockey Club y el Club

del Progreso. En el interior del país se destacaban los dueños de los ingenios de Tucumán y en

menor medida, los empresarios vinculados a la producción vitivinícola de Mendoza y San Juan.

Este grupo social dirigía los destinos políticos y económicos del país excluyendo a los demás

sectores de la participación.

Clases Medias

Grupos de diversas características se ubicaban entre la capa superior y las inferiores de la ciudad y

el campo. En 1914 se consideraba que constituían el 41% de la población activa. Estas franjas

intermedias, denominadas generalmente clase media, constituían un grupo muy heterogéneo.

Estaban integradas, entre otros, por medianos propietarios de las zonas marginales, pequeños

ganaderos del Litoral, familias de funcionarios y comerciantes menores, empleados y profesionales.

Muchos de ellos eran inmigrantes o hijos de inmigrantes.

Clase popular urbana y rural

Las capas inferiores o capas populares, integradas por los trabajadores rurales y el proletariado

urbano, constituían alrededor de 55% de la población.

El sector obrero de las ciudades se desarrolló con la inmigración. Sus condiciones de vida eran

precarias. Entre los obreros de origen europeo es posible distinguir aquellos que aspiraron a

ascender socialmente sin tener conciencia de su pertenencia a la clase obrera y aquellos militantes

obreros que trajeron al país su tradición de luchas proletarias, por ejemplo los anarquistas, que

aspiraban a cambiar completamente la sociedad.

En el ámbito rural, además de los trabajadores llegados de Europa, estaba el tradicional trabajador

criollo con un alto grado de mestización: el gaucho, descendiente de los primeros habitantes y con

un fuerte arraigo a la tierra.

Los primeros antecedentes de organizaciones del trabajo se remontan al período colonial, pero

los gremios eran, en ese entonces, corporaciones de oficios similares a las de la Edad Media, en

donde, además de ser organizaciones de artesanos, tenían también un cierto carácter religioso, ya

que la Iglesia jugaba un papel dominante en todas las manifestaciones de la vida social. Los plateros

constituyeron así un gremio de considerable gravitación, íntimamente relacionado con la economía

de la Colonia (extracción de metales de las minas de Bolivia y Perú). 

Los artesanos dedicados a la confección de zapatos, ligados a la industria del cuero, una de las

principales actividades del Río de la Plata, forman también una asociación a fines del siglo XVIII. 

Hasta 1890, que empiezan a conformarse las primeras organizaciones obreras, se va a dar un

debate entre el mutualismo y el cooperativismo, como formas defensivas, frente a lo que se va a ir

imponiendo dentro de las embrionarias agrupaciones que es el sindicalismo. En La Boca, era muy

fuerte la Sociedad de Socorros Mutuos, se juntaban los vecinos para ver como podían resolver

problemas inmediatos, como el tema de la salud o de la vivienda. Y en ese momento la pelea es

entre ese modelo agrupacional o el del sindicalismo, que va a ser el que terminará imponiendo,

producto de una participación cada vez más efectiva en la producción en la Argentina, en el

ferrocarril, los puertos, los saladeros, y el fin, además, de las luchas civiles en la Argentina. Era la

época en la que ya habían pasado Caseros, Cepeda y Pavón, y la hegemonía del Estado en 1853

pasaba a definirse en favor de un sector oligárquico terrateniente, porteño.

En 1857 se funda la Asociación Tipográfica Bonaerense y también la Sociedad de Zapateros San

Crispín, pero, estas organizaciones denotaban más un carácter mutual que estrictamente sindical. Es

recién en 1877 cuando se constituyó la primera estructura sindical con carácter moderno: la Unión

Tipográfica Bonaerense, que realizó, al año siguiente 1878, una huelga por 30 días por la reducción

de salarios que afectaba a sus afiliados. El triunfo de este hecho de fuerza marco la celebración del

primer convenio colectivo que se conoce en la Argentina. Transcurre 9 años entre esta huelga y la

de los zapateros, pero ya en 1894 ya son 9 huelgas (ver cuadro 1). 

La creación del Sindicato de Comercio (1881), la internacional de Carpinteros y ebanistas (1885), la

de panaderos (1880) la Sociedad Obrera de Albañiles (1890) y la Unión Obrera de Sastres (1882),

La Fraternidad (1887), agrupando a conductores y foguistas ferroviarios, señalaron, junto a otras

estructuras sindicales, la voluntad organizativa de la clase trabajadora. Bien es cierto que los

sindicatos eran débiles en sus primeros intentos; generalmente se constituían en torno de un

conflicto frente a una necesidad y, una vez superados estos problemas desaparecían; la pérdida de

una huelga podía también, determinar su retirada de la escena gremial. No podía, tampoco, pensarse

en un sindicato nacional ni en una estructura centralizada. Una excepción a esto fue el caso de La

Fraternidad, que buscó aunar el aspecto gremial y mutual, dentro de un esquema organizativo que

consolidara una sola entidad fuerte y permanente. 

En 1872 se fundó en Buenos Aires se fundó una sección de la Asociación Internacional de

Trabajadores o Primera Internacional, fundada por Carlos Marx y Federico Engels, que tuvo

también una filial en Córdoba, son los inicios de un verdadero movimiento obrero, aún incipiente.

En 1890 el Comité Internacional Obrero formado por grupos socialistas y algunas organizaciones

gremiales, resuelve organizar la conmemoración del primero de mayo, concurrieron unos 3000

obreros. Entre otras resoluciones de este comité figuraba la fundación de una federación de obreros

en el país, la edición de un periódico obrero y la elevación al Congreso nacional de un petitorio

sobre leyes de trabajo, el cual no recibió respuesta. La federación se fundó el 29de Junio de 1890, se

la denominó Federación de trabajadores de la región Argentina y el periódico resultó ser “El

Obrero”, primer periódico Argentino que hizo aplicación práctica del materialismo dialéctico y del

materialismo histórico, de las teorías del valor, de la plusvalía y de la doctrina de la lucha de clases.

El primer número es de Diciembre de 1890, era un semanario de cuatro páginas a tres columnas y

con el número seis del Primero de Mayo de 1893, dejó de aparecer.

Sigamos algunos de los artículos publicados durante esos años:

“Nuestro Programa

¡Obreros, Compañeros!

Hace tiempo que se hace sentir la falta de una publicación representante de los intereses de la

clase obrera y del proletariado en el sentido más alto de la palabra y contando con el apoyo del

Comité Internacional y el favor de las sociedades de artesanos, que forman la Asociación

Internacional de obreros de esta ciudad…

Venimos a presentarnos en la arena de la lucha de los partidos políticos en esta República como

campeones del proletariado que acaba de desprenderse de la masa no poseedora, para formar el

núcleo de una nueva clase, que inspirada por la sublime doctrina del Socialismo científico

moderno, cuyos teoremas fundamentales son: la concepción materialista de la historia y la

revelación del misterio de la producción capitalista por medio de la supervalía, los grandes

descubrimientos de nuestro inmortal maestro Carlos Marx…2

Es necesario también considerar que la situación de la clase obrera Argentina, a fines del Siglo XIX

y comienzos del presente, distaba mucho de ser el paraíso por la propaganda de los organismos

promotores de la inmigración europea, que se referían al país como la "tierra de promisión". La

ciudad de Buenos Aires registraba un crecimiento vertiginoso, para el cual no se encontraba

preparada. El censo de 1887 daba cuenta de la existencia de 2.835 conventillos con 116.167

inquilinos.

“La situación de la población nativa en el interior del país era aún mucho más tremenda” . Bialet

Massé (1904), en su famoso informe sobre "El estado de las clases obreras argentinas a comienzos

del siglo", no se limitó a la situación de los trabajadores en cuanto a su desempeño laboral, sino que

también se ocupó de las industrias y sus posibilidades de desarrollo posterior. En dicho informé

elevó la sugerencia de crear obras públicas, marcó en forma muy contundente los sistemas laborales

2 El Obrero Año 1 número 1 – 12 de diciembre de 1890 - El Obrero, selección de textos, páginas 40 y 41 – Víctor Costa – Biblioteca política Argentina 121 – CEAL 1986

de explotación que verificó, sugirió mejoras en la utilización de elementos de protección laboral en

los sitios que relevó y estableció las pautas que conformarían la primera Ley Nacional del Trabajo.

Empieza también a aparecer la necesidad de tener una representación no sólo en función de

actividades de respuesta inmediata, sino una representación de tipo político, aunque no sucedía lo

mismo que en Europa con los trabajadores que se organizaban para resistir desde sus propias

bases, sino, que esta organización se gesta desde la inmigración, que venía justamente de Europa.

Los primeros periódicos obreros en la Argentina no son de sectores “autóctonos”, sino más bien de

los inmigrantes, muchos en el idioma extranjero de estos inmgrantes.

Los inmigrantes en aquel siglo XIX van a ser los que empiecen a plantear lo que se venía

construyendo en Europa, que es la búsqueda de la autoconciencia de la clase. El nombre de

Prudhom, aparece entre otros en lo que en 1796 fue el llamamiento de los iguales. En esa época

surgen nombres como Saint Simón, que es de los primeros fundadores de las ciencias sociales,

Owen, que es el padre del cooperativismo, que hablaba de la sociedad autogestionada, él era hijo

de un patrón, pero traía ideas de comunidad autoorganizada. En esos tiempos aparece la palabra

colectivismo, comunismo. Empieza a hablarse de la existencia de clases sociales. Karl Marx y

Federico Engels escriben el Manifiesto Comunista en 1848y este es un aspecto central, a partir de

ese momento ya no se discute más hacia donde vamos, sino el cómo, si por una u otra vía.

En qué estructura económica, política y social se dieron estas primeras organizaciones sindicales.

Debemos señalar, en primer lugar, el fenómeno inmigratorio, que llevó a modificar, entre

1895/1914, el desarrollo de la población argentina, la que sufrió cambios notables en su

crecimiento, composición y distribución geográfica. La inmigración masiva constituyó uno de los

ejes en que se asentó la economía agro-exportadora, fundada en la dependencia del capital europeo,

principalmente el inglés. El país se desarrolló en función del puerto, mirando hacia el exterior, lo

que se tradujo en graves desequilibrios internos: el desmedido crecimiento del litoral en detrimento

del interior del país, la estructura latifundista del campo argentino, disipándose los excedentes de

este sector en importaciones de lujo, sin canalización en el desarrollo del sector industrial y la

postergación del desenvolvimiento del mercado interno. 

En términos políticos, este "modelo" se tradujo en el estrecho control ejercido por una elite, "la

oligarquía", que basaba su poder en el monopolio de la tierra y en la ocupación del aparato del

Estado. Ligada a esta elite, apareció el capital extranjero, bajo la forma de empréstitos públicos,

hipotecas o inversiones directas, teniendo un peso decisivo en las decisiones de esta elite. El Estado

oligárquico

Precisamente, de este pacto esencial entre los sectores dominantes nativos y los intereses

extranjeros. 

En este contexto, la inmigración, que había llegado en principio para contribuir a la colonización de

la tierra, se vio, en forma así general, impedida de acceder a ella, debido, justamente, a la estructura

latifundista de la tierra. Frustrada esta posibilidad, los inmigrantes se dirigieron hacia los centros

urbanos, donde pasaron a engrosar el mercado de trabajo. Junto con la población nativa,

constituyeron, por un lado, a conformar el proletariado urbano; por el otro, pasaron a integrar las

capas medias en actividades como el comercio y la industria, creando talleres y establecimientos,

por lo general pequeños, al no contar con gran capital. En el presente siglo, en la década del ‘10,

comenzó a incorporarse un nuevo actor social: el hijo del inmigrante que bregaba por el ascenso

social y  la participación política. 

La elite tradicional mantuvo con la mayoría de la población, tanto nativos como

inmigrantes, relaciones generalmente conflictivas, especialmente con el proletariado urbano la

tensión social fue constante, desembocando, en repetidas oportunidades, en huelgas y

enfrentamientos.

A nivel internacional, en 1864 comienza la organización de la Primera Internacional, que es el

primer intento de armar una Organización Internacional de Trabajadores de varios países. Esto va

a significar un auge de las luchas reivindicativas. Hasta que en 1871 se produce la Comuna de

París, que es el primer intento de toma del poder del proletariado, frente a una crisis que existía en

los sectores dominantes. Durante un corto período, hasta ser brutalmente reprimidos, los

trabajadores lograron tomar las riendas del poder.

Al año siguiente, en 1872, se funda en la Argentina la Asociación Internacional de Trabajadores-

Sección francesa. Con ex comuneros franceses, 253 afiliados cotizantes. Esta experiencia va a

alimentar los periódicos que antes mencionábamos. La etapa más prolífica de esos periódicos fue

en la década del ’70 del siglo XIX. En un debate que no tenía tanto que ver con el debate sobre el

avance frente al indio. Parecían cosas totalmente opuestos. No había relación con el debate

político que tenían los políticos argentinos. Eran más que nada consignas internacionales de los

trabajadores. Y empiezan a surgir los primeros conflictos sindicales.

Y se da el primer gran triunfo de los trabajadores, que es la huelga tipográfica. Estos lograron

juntar a mil compañeros, y arrancar con esa primera huelga “la jornada de trabajo de diez horas

en invierno y doce horas en verano”.

Buscar pliego de demandas

Con este antecedente de los tipógrafos, empiezan a conformarse las organizaciones por oficios, los

yeseros, los panaderos, la Fraternidad. En ese momento habían cobrado mucha importancia los

maquinistas de tren; no era menor ser maquinista, porque era el que manejaba la locomotora, que

simbolizaba el progreso. Y ellos llegaron a ser casi la aristocracia del movimiento obrero, con

muchas prerrogativas hasta la de elegir a los nuevos trabajadores. Ellos instruía a estos

trabajadores en los quehaceres del oficio, y el sindicato los formaba ampliando su conciencia de

clase.

Mientras tanto se empieza a delinear la lucha política, las asociaciones buscaban mejorar estas

condiciones de trabajo por otras vías y funcionaban como sociedades de socorro. Luego fueron

ampliando su horizonte reivindicativo con la difusión de nuevas ideologías, como el anarquismo, el

socialismo y el sindicalismo.

En 1901 surgió la Federación Obrera Argentina (FOA, luego FORA), liderada por anarquistas y

socialistas; al año siguiente, los socialistas formaron la Unión General de Trabajadores.

En este período los obreros organizaron continuas acciones de protesta. Entre sus reclamos estaban

el aumento de los salarios y la reducción de la jornada de trabajo a 8 horas. Las huelgas más

importantes se realizaron en las ramas del transporte y la alimentación.

Estas organizaciones no eran del agrado del gobierno, este intervenía negociando con los sectores

más predispuestos de loa organizaciones obreras, u operando como en el caso del intento de

constituir el Código de Trabajo. También es cierto y debe separarse una cuestión de la otra que el

trabajo de Bialet Masse (1904) solicitado por el poder ejecutivo tiene una función deslegitimadora

de los trabajadores inmigrantes, recordemos los inconvenientes que estaba teniendo el estado en

controlar el sentido ascendente de las luchas obreras comandadas por trabajadores extranjeros

(Anarquistas y Socialistas). Es así que resulta de gran ayuda por el caudal de información el

relevamiento de Massé, pero, debemos tener en cuenta cuando plantea soluciones y propone el

armado de “Leyes Regulatorias” está influido, no solo por un sentido de época, sino también por un

mandato que va en la dirección de enaltecer las características naturales del hombre en su tierra,

contra las limitaciones del hombre transplantado, según en sus palabras el nos cita.

El anarquismo logró amplia influencia en nuestro país, y eso preocupaba y mucho a nuestras

autoridades. Al respecto, Matsushita destaca determinadas condiciones particulares de Argentina

que favorecieron la difusión de esta ideología: el hecho de que la mayoría de los inmigrantes

provenían de España e Italia, donde redundaba el influjo anarquista; la situación deplorable con la

que se encontraban (que difería de las promesas hechas por las compañías de inmigración)

“sintiéndose atraídos por la prédica emotiva del anarquismo” (Matsushita, 1986).

En palabras de Osvaldo Bayer (1970) en sus trabajos sobre los anarquistas, dice: “Un lugar común

de nuestros políticos demagogos es repetir todos los años en el día de los inmigrantes que vinieron

a hacer patria con el martillo y el arado. Se olvidan siempre a los que nos trajeron ideales de

redención y nos enseñaron a pronunciar por primera vez la palabra solidaridad, tan valiosa como

el vocablo libertad, del que habla nuestro himno nacional y que, en la Argentina actual, no es nada

más que una dolorosa ironía”

Siguiendo con la cronología de los acontecimientos, tenemos que en 1889, se aprueba en París el

1° de mayo como el día internacional de la lucha por las ocho horas. Los trabajadores argentinos

que vuelven de París convocan a una primera marcha por las ocho horas, la igualdad de trabajo

entre el hombre y la mujer, y el no trabajo de los niños. Eso fue en 1890, y así surge entonces el

Primer Programa conjunto. Planteas un conjunto de reivindicaciones, algunas de ellas que aún se

sigan planteando, las ocho horas, contra el trabajo infantil etc. (Ver Anexo) porque

fundamentalmente, el trabajo en el mundo capitalista en sus momentos de mayor explotación es

cuando requiere de mayor mano de obras, hombres mujeres y niño.

Matsushita destaca que “el socialismo recién comenzó a tener influencia en el movimiento obrero

después de la fundación del Partido Socialista” por Justo en 1896 (Matsushita, 1986). En general,

el Socialismo destaca la lucha parlamentaria y desestima la huelga general (y la acción directa)

considerándola “violenta” y “destructiva” salvo circunstancias excepcionales.

En cuanto a los gremios socialistas, tienen como características principales “la apreciación de la

lucha política y la cooperación con los partidos políticos, con el consiguiente desprecio de la acción

directa” (Matsushita, 1986).

Matsushita destaca que “respetando la autonomía sindical y, en parte, aprovechando el vacío dejado

por la declinación del anarquismo, el socialismo aumentó el número de seguidores en la década de

1920. La Confederación Obrera Argentina (COA) creada en 1926 por iniciativa de dirigentes

obreros socialistas, tenía como sus principales aliados a la Confraternidad Ferroviaria” entre otros.

(Matsushita, 1986).

En su esencia el Sindicalismo se expresa en la frase: “los sindicatos y no el partido político son el

arma principal de la lucha proletaria”. El anarquismo propugnaba un desprecio por la acción

política, el sindicalismo, por su parte, la reconocía como un medio para conseguir reivindicaciones,

en este sentido, se negaban rotundamente a quedar subordinados a los partidos políticos pero

reconocían las ventajas de la actividad parlamentaria como las leyes sociales.

Matsushita destaca que “el sindicalismo de principios del siglo actual, tendía hacia el anarquismo,

reflejando posiblemente el ambiente político de la época en un país donde el sistema parlamentario

no estaba arraigado, y exhibiendo una tendencia hacia la acción directa y violenta.” (Matsushita,

1986).

Es en este período de nuestra historia, fines del siglo XIX, primera década del silo XX y los años

posteriores a la primera guerra mundial en que se generaron en la Argentina todo tipo de tendencias

contestatarias, socialismo, sindicalismo revolucionario y anarquismo que encontraron en esa época

un caldo de cultivo altamente favorable, producto de la necesidad de los sectores trabajadores de

mejorar sus condiciones de vida laboral enfrentando a los sectores patronales y al estado (Juan

Suriano, 1992).

En cuanto a la declinación del anarquismo y el avance del sindicalismo, el autor introduce varias

acepciones explicativas del fenómeno: tomando a David Rock (1992), el desarrollo económico y la

consecuente transformación de la estructura obrera tendieron a dar cada vez más importancia a los

grandes gremios en detrimento de los pequeños (donde el influjo anarquista era más poderoso).

En un trabajo con estas características no podrá obviarse que en el período 1890-1930 signa la

aparición y ascenso en la Argentina de una nueva fuerza política, el radicalismo, que constituye un

primer intento de participación de nuevos sectores sociales en la estructura del poder. (David Rock,

1992).

Otro elemento puede ser la política laboral de la primera presidencia de Yrigoyen que, si bien con

incoherencias (manifestadas en la represión de la Semana Trágica y otros episodios a la vez que

trataba de atender a las exigencias del movimiento obrero), abrió un camino para la solución de los

conflictos por la vía de la negociación con el gobierno. Además el gobierno radical pugnaba por

restarle fuerza al Partido Socialista, lo que debe haber contribuido al acercamiento a los gremios.

Matsushita destaca otra circunstancia asociada a la inclinación del sindicalismo hacia un contenido

más pragmático: “la pérdida del contenido filosófico del sindicalismo en la Argentina,

convirtiéndose en un dogma más fácil de aceptar desde el punto de vista obrero.” (Matsushita,

1986).

De este modo “el sindicalismo podía ser más fácilmente aceptado que ningún otro dogma obrero en

una sociedad como la argentina, donde existía alta movilidad social ascendente entre la clase obrera,

clima que ‘no era propicio ni favorable para la formación de la conciencia proletaria (Matsushita,

1986).

Matsushita destaca que “el Partido Comunista tenía su origen en las actividades de algunos

socialistas jóvenes de tendencia izquierdista en el Partido Socialista en los primeros años de la

década de 1910” (Matsushita, 1986). Menciona, también, su “peculiar parlamentarismo” que no

obstante, se distinguía del Partido Socialista (al que criticaba) en que concurrían al Parlamento

“para desprestigiar a esa institución burguesa”.

Entre las críticas al sindicalismo el autor distingue: “que el sindicalismo no reconocía el carácter

político de la lucha de clase o de la lucha por las mejoras económicas”; además “la neutralidad

política del sindicalismo alejaba al movimiento obrero de las políticas revolucionarias” y por último

“ese neutralismo les daba oportunidad a los capitalistas y al gobierno de enfrentar con ventajas a la

clase obrera” (Matsushita, 1986).

La aparición del Partido Comunista en el seno del movimiento obrero agravaba aún más la división

interna del mismo en la década de 1920, produciendo la situación en que coexistían cuatro centrales

hacia 1929: FORA (Federación Obrera Regional Argentina: anarquista), COA (Confederación

Obrera Argentina: socialista), USA (Unión Sindical Argentina: sindicalista) y CUSC (Comité de

Unidad Sindical Clasista: comunista).

Esta división no favoreció a su vez, a los intereses de la clase trabajadora, que sufría el problema de

desocupación bajo la aparente prosperidad de la década. En tal situación, estaba gestándose un

intento de formar una nueva central que se cristalizaría en la Confederación General del Trabajo

(C.G.T.) en 1930 (Matsushita, 1986).

En la última década del siglo XIX los movimientos de protesta obreros habían sido de menor

envergadura y reducidos en general a las demandas en torno a la jornada laboral de ocho horas. Los

correspondientes a la década de 1900, en cambio, fueron más amplios en sus objetivos e incluyeron

la práctica de huelgas generales.

Hintze-Grassi-Grimberg (1991) desarrollan en su trabajo la teoría que la crisis en las clases bajas

de la sociedad Argentina se manifiestan y expresan a través de las luchas, al no haberse dado cuenta

de las condiciones laborales que atentaron con la reproducción de la vida de los trabajadores y sus

familias. Discuten con aquellos que propugnan que el trabajo informal se desarrollaba con la

anuencia de los sectores sociales que se rebelan contra ese oren estatal que traba el crecimiento en

vez de desarrollarlo.

Con otra mirada y apuntando más al centro de la hipótesis de este trabajo José Panettieri (1984),

estudia la situación de la época, la ceguera de algunos miembros de los grupos dirigentes y la

claridad de otros, la inexistencia de leyes que protegieran a los trabajadores y que reglamentaran las

relaciones laborales en las nacientes industrias manufactureras, comerciales y servicios varios.

Continúa Panettieri (1984), señalando el carácter de epopeya estas luchas realizadas donde los

dirigentes que las llevaron adelante no se amilanaron ni con el estado de sitio, ni la ley de

residencia, que autorizaba al ejecutivo a deportar a todo extranjero cuya conducta consideraba

inapropiada.

Para Joaquín Coca (1985), trabajador artesanal zapatero y partícipe de las luchas de principio del

siglo XX, la capacidad de los obreros y empleados para elaborar su propio derecho, y, la

circunstancia de haber sido ellos solos, sin auxilio de nadie ajeno al mundo del trabajador

asalariado, quienes han dado en forma práctica a sus reivindicaciones, constituye la sustancia

misma del derecho obrero generado, el cual tiende a establecer en la sociedad el derecho del trabajo

y a sus frutos, el derecho a una existencia digna de todo ser humano que produzca.

UN RASTREO HISTÓRICO DEL TRABAJO DE LA INDEPENDENCIA A 1930

La base económica de la colonia era la producción doméstica, de tipo patriarcal; con atraso técnico

y características feudales no pudo competir con la manufactura extranjera; a fines del siglo XVII la

producción doméstica se va extinguiendo, dando paso al desarrollo manufacturero; Mariano

Moreno reclamaba la redistribución de la tierra (enfiteusis) y la producción local; asimismo la

imposición de derechos aduaneros para los productos extranjeros, en defensa de la producción

nacional; esto chocaba con los intereses de los terratenientes ganaderos de esta Provincia que se

oponían al desarrollo manufacturero.-

 

La Argentina trabajadora, suma de indios, negros, mestizos y criollos pobres que surgía a la vida

histórica institucional junto a la Revolución de Mayo, nació hecha jirones. El país aparecía

diezmado por el sistema esclavista de explotación y el uso de su sangre para las guerras coloniales

liberadas durante los siglos anteriores. La patria nacía destruida en sus bienes y medios de

producción por las guerras internas y externas y la interminable succión de capitales de las

potencias extranjeras.

La Argentina de los incipientes patrones escondía tras la persecución y sometimiento de los

trabajadores otro interés, este era el dominio sin competidores y sin exigencias sociales las

cuantiosas tierras que se ofrecían a quien tuviera el poder económico y militar, como en el pasado la

tierra no serán para los que la trabajan sino para quienes la conquistaran, y el sometimiento

utilizaría como único argumento válido la fuerza bruta.

A poco de andado el primer gobierno patrio fue Mariano Moreno el que convocó a oficiales

indígenas para incorporarlos a los regimientos patriotas. Fue el mismo Moreno que luego planteó

en su Plan de Operaciones, la necesidad de establecer legalmente la igualdad de blancos e indios en

la patria naciente.

También lo plantearon Belgrano y Castelli, conscientes de dar una señal de solidaridad social con

los trabajadores/soldado que entregaban su vida sin nada a cambio.

Solo a fines de 1811 la junta ordenaba suprimir el tributo que pagaban los indígenas a los españoles

por el solo hecho de ser los europeos los que primero los conquistaron. Y fue la Asamblea del año

XIII dos años más tarde la que declaró “hombres libres” a los mencionados indios…

A pesar de la libertad de vientres proclamada por esta Asamblea, el estado de semiesclavitud

persistía para los pobres peones, como lo indicaba la mentalidad imperante entre los más poderosos

dueños de la tierra y las reglamentaciones vigentes.

La idea de los españoles y de sus descendientes era que los peones no eran habitantes libres de esta

tierra americana, sino que debían acatamiento a los dueños de los obrajes, campos o estancias donde

estos se encontraban. En la práctica, esa falta de libertad significaba que debían quedarse en el

lugar donde trabajaban de por vida, salvo autorización de sus jefes o patrones.

Las disposiciones legales estaban al servicio de consolidar esta práctica, sobre todo en la provincia

de Buenos Aires en un proceso de expansión ganadera desde 1820 en adelante que requería

garantizar una masa trabajadora permanente.

Unos de los primeros antecedentes históricos es el denominado “Bando Oliden”, este dado a

conocer por el gobernador de Buenos Aires Manuel Oliden el 9 de Agosto de 1815, dejaba sentado

el carácter de semiservidumbre que regía la campaña bonaerense para quien no fuera propietario.

 

En 1821 se dictó la “ley de vagos” que permitía la detención de todo peón que no tuviera en regla

“la papeleta” para ser enviado a prestar servicios en las fronteras; fue perfeccionada por Rosas con

el decreto del 26 de noviembre de 1833 por la cual los peones no podían transitar por el campo sin

el boleto o pase del patrón del que dependían; no fue una creación criolla sino que fue importada

desde Europa; con el tiempo subsistió; la conocimos integrando los edictos policiales aún vigentes.-

 

Podemos explicar la dureza del poder constituido aplicando este tipo de legislación a que subsistía

aún colonial acostumbrada a someter las decisiones al imperio de la fuerza. También era la

intención acallar cuestionamientos y protestas que surgían desde el sector oprimido como resultado

de esta fuerte explotación, y además, sin lugar a dudas el deseo económico de lograr el máximo de

ganancias con el menos costo posible.

Un peón de aquellos días no superaba los 8 pesos mensuales y ningún patrón tenía obligación de

preocuparse por si comía, dormía o tenía su salud en perfecto estado, un periódico de los años 20

del siglo XIX “El Americano” manifiesta esta mentalidad imperante al recomendar a los dueños de

estancia “pagar peones y no correr el riesgo de perder algún esclavo en los duros trabajos de la

cosecha”3.

La escasez de mano de obra que debería ser condición para conseguir mejores retribuciones, se

convirtió en un castigo más para los trabajadores, había que conservar a estos una vez conseguidos,

y el método fue el de la represión, los castigos, la mordaza económica y los artilugios legales, como

lo demostraba el bando Oliden. Especialmente las estancias de las provincias de Buenos Aires y de

Entre Ríos fueron las que concentraron la mayor cantidad de estos trabajadores.

3 Lerena, Roberto García, Peones, Los primeros trabajadores Argentinos, capítulo 2 página 61 Buenos Aires, Ediciones

Runa Comunicaciones, 2005.

El andamiaje represor se sustentó en estas leyes para “la vagancia” y en administradores de ese tipo

de justicia, en verdad un ejército de jueces de paz, alcaldes y tenientes, destinados a satisfacer los

requerimientos de las elites terratenientes. Desde 1830 hasta 1880 la discusión de que país querían

los Argentinos fue una discusión de minorías en la que los peones, indios criollos, mestizos y

blancos pobres no participaron, por el contrario durante esos 50 años el despojo y la futura patria

terrateniente se concretaron sin piedad y sin escrúpulos.

Para entender el alcance de estas relaciones podemos tomar el relato de uno de los administradores

de los campos de Rosas en el año 1838, un indio llamado Felipe Castañeda:

“se me ha huido en estos días, por haberle pegado el capataz unos rebencazos porque no cumplía

con su obligación. Se ha ido en un caballo de un peón”

No logró ir muy lejos, el juez de paz de Las Conchas eleva un parte al administrador donde le

devuelve al fugitivo atrapado y le aconseja:

A este indio como va siendo mocito, podrías señalarle 15 pesos por ahora al mes, y con el tiempo

irá aumentando según su trabajo y quizá se sujete”4

Para Rosas la necesidad de conservar al trabajador pesa más que castigarlo y por esa razón le fija un

salario que hasta el momento el indio rebelde no tenía.

Además de los papeles de conchabo convertidos en “Ley de Conchabo” (en 1886) otra trampa

formal para evitar la huida de los peones hacia tierras mejores fue la “libreta” conocida también

como el sistema de “peonaje por deuda”. El artilugio consistía en pagarle al peón su salario en

moneda y en especies o ración, alimentos y provisiones más habitación o techo, eso sí más en

especies que en moneda.

Las compras eran en la proveduría del patrón donde los precios eran altos y terminaban endeudando

al peón de por vida. Según Bialet Massé los gastos de proveeduría absorbían habitualmente la

mitad o más del salario del trabajador, además de que la “libreta” donde se anotaban esos gastos

eran mentirosa o fraguada ya que incluía anticipos existentes, sumas aparentemente solicitadas y

4 Lerena, Roberto García, Peones, Los primeros trabajadores Argentinos, capítulo 2 página 67 Buenos Aires, Ediciones

Runa Comunicaciones, 2005.

nunca otorgadas o cuentas enmarañadas que el pobre peón iletrado y temeroso casi nunca se atrevía

a cuestionar.

En el año 1835 se promulgan los derechos de importación de determinadas manufacturas

extranjeras; pero en 1837 se exporta por 31 millones y se importa por 42, lo que prueba que el

proteccionismo no era tal. La población del campo importaba arreos, trajes y todo lo que estaba

hecho en cuero; vestidos de mujer; las ollas, los platos, el cuchillo, el poncho, las espuelas, el freno,

todo venía de Inglaterra.

 

El censo de 1853 registra 746 talleres manufactureros, donde trabajaban 2000 obreros (para elaborar

el trigo, fideos, velas, licores, saladeros, carruajes, fundiciones).

 

De allí que las primeras concentraciones de obreros asalariados se registraron en estancias y

saladeros.

 

 El capitalismo era un factor de progreso porque venía a desarrollar las fuerzas productivas, a

modificar las relaciones sociales de tipo feudal que se le anteponían, minar el poder político de las

clases conservadoras, extender la educación popular necesaria para sus fines; el capitalismo venía a

crear una nueva clase, la clase obrera; el desarrollo de la burguesía industrial permitía el desarrollo

del proletariado industrial.

 

La acumulación del capital en Argentina se produjo con el despojo de las tierras a los indios por los

colonizadores españoles; con el comercio de esclavos negros; con la entrega de tierras fiscales del

rey a sus capitanes; luego de la independencia por las posesiones de los caudillos, los nuevos

despojos a los indios, el reparto graciable de esas tierras, la expropiación de los pequeños

campesinos, las leyes contra los “vagabundos”, la ruina de los artesanos.-

 

Según el censo de 1869 había en el país 1.7 millones de habitantes. con un 67% rural y un 33

urbano; el segundo censo de 1895, registraba una población de casi 4 millones, con el 58% rural y

el 42% urbano; en 1914 la población urbana sobrepasaba a la rural con el 53%.

 

Los asalariados de las estancias, graserías y saladeros del sistema semifeudal se incorporaban a los

frigoríficos; los primeros talleres metalúrgicos, del tejido y de otras ramas de la industria, provenían

de similares actividades en Europa; estas cifras indican que la desintegración del campesinado

constituye la fuente del proletariado urbano; la inmigración se constituyó en otra de las fuentes de la

formación de la clase obrera argentina; entre 1821 y 1932 Argentina se constituyo en el segundo

país receptor de inmigrantes con 6.4 millones, luego de EEUU con 32 millones (italianos,

españoles, polacos, rusos, franceses y alemanes, en ese orden de importancia.

EL ENFRENTAMIENTO ENTRE EL MOVIMIENTO OBRERO Y EL ESTADO.

Cuadro 1 - Primeros Movimientos Huelguísticos (1878-1896)5

AÑO N° de

Huelgas

OFICIOS COMPRENDIDOS

1878 1 Tipográficos.

1887 1 Zapateros.

1888 2 Maquinistas ferroviarios y obreros de los talleres Solá (Ex

Ferrocarril del Sus, hoy General Roca).

1889 3 Obreros y ferroviarios de los talleres Solá, carpinteros y

albañiles.

1890 4 Albañiles, carpinteros, zapateros y obreros ferroviarios.

1891 2 Obreros ferroviarios de los Talleres Solá y sombrereros.

1892 7 Sombrereros, tipográficos, peluqueros, faroleros, peones

municipales, obreros ferroviarios y tabaqueros.

1893 3 Zapateros, yeseros y cigarreros.

1894 9 Albañiles, ebanistas, curtidores, vidrieros, hojalateros

yeseros, cocheros de tranvías, pintores, descargadores de

carbón;

5 FUENTE: Departamento Nacional del Trabajo. Boletines en ROTANDARO, Rubén. Op. Cit.

1895 19 Yeseros, estibadores, marines, calafateros, carpinteros de

ribera, caldereros, peones del puerto, panaderos, mayorales,

galponistas, sastres, marmoleros, fideeros, pintores,

carpinteros del puerto, talabarteros, herradores,

constructores de carro, zingueros.

1896 26 Fideeros, constructores de carruajes, curtidores, bronceros,

hojalateros, cigarreros, vidrieros, relojeros y joyeros,

tipógrafos, obreros y ferroviarios de los Talleres Solá,

alpargateros, obreros de las usinas de gas, panaderos,

sastres, telefonistas, sueleros, maquinistas ferroviarios.

Cuadro 2 -Movimientos Huelguísticos en Buenos Aires (1906-1919)6

AÑO N° de

Huelga

HUELGUISTAS

HOMBRES MUJERES MENORES TOTALES

1906 170 -- -- -- 70.743

1907 231 155.348 5.230 8.439 169.017

1908 118 8.992 1.390 1.179 11.561

1909 138 4.389 14 359 4.762

1910 298 18.316 481 9 18.806

1911 102 26.687 1.200 105 27.992

1912 99 8.515 290 184 8.992

1913 95 22.769 802 127 23.698

1914 64 14.112 -- 25 14.137

1915 65 9.804 2.216 57 12.077

1916 80 24.140 139 42 24.321

6 FUENTE: Departamento Nacional del Trabajo. Boletines en ROTANDARO, Rubén. Op. Cit.

1917 138 133.859 785 1.418 136.062

1918 196 121.170 6.644 5.228 133.042

1919 397 297.518 9.579 5.870 308.967

La primera década del siglo XX presenció un auge económico sin igual en la Argentina, al mismo

tiempo presentó una agitación obrera sin precedentes. En la última década del siglo XIX los

movimientos de protesta obreros habían sido de menor envergadura y reducidos en general a las

demandas en torno a la jornada laboral de ocho horas. Los correspondientes a la década de 1900, en

cambio, fueron más amplios en sus objetivos e incluyeron la práctica de huelgas generales.

Estos movimientos de protesta se caracterizaron principalmente por un número de huelgas pero con

un escaso número de obreros participantes. Se trató de medidas de fuerza de larga duración (solían

durar ocho o diez días a un mes) y en general fueron impulsados y dirigidos por el sector anarquista

del movimiento obrero. Ellos fueron los que incidieron en la adopción de huelgas generales política

que no compartieron los socialistas y sindicalistas.

Por el lado de las mujeres, aparecían pocas veces o casi nunca, con nombre y apellido, no obstante

muchas de ellas eran fervorosas militantes, sobre todo en el anarquismo y en el socialismo. En esa

época el sindicalismo revolucionario empieza a empujar para la unidad, que se da en 1909. Y no

tenían un gran número de afiliados, pero igual pudieron construir esa unidad.

En 1908, la FORA tenía 34 mil afiliados, la UGT 10.300, la Federación Gráfica autónoma 6.200 y

los sindicatos autónomos 161 mil.

La oposición obrera se dirigía en gran parte contra el incipiente sector de empresarios industriales,

cuya influencia en la economía y la política Argentina era bien marginal en esa época. La mayor

cantidad de huelgas se realizaron en los rubros transporte y los alimentos, pero con escasos

resultados. Paralelamente, los que se producían en las ramas de la metalurgia y los textiles, donde

el número fue menor, tenían un mejor desenlace para los obreros.

En cambio el sector tradicionalmente dominante en la Argentina, el vinculado a las exportaciones

agropecuarias, no parecía ser afectado seriamente por las reivindicaciones y las medidas de protesta

de los obreros. De hecho, algunas organizaciones obreras apoyaban los idearios y la política

económica liberal de la elite. Se oponían a cualquier forma de protección para las industrias que

modificaban el esquema agro exportador del país. Elevar los derechos de importación de los

productos industriales implicaba un aumento del costo de vida de los trabajadores, como ocurría

con el azúcar y el vino, que eran protegidos por el gobierno, mediante una política tributaria de

preferencia.

La elite gobernante manifestó entonces en un primer momento una indiferencia general respecto de

los obreros y sus organizaciones.

Sin embargo había dos sectores obreros que estaban en mejores condiciones de negociación, ya que

sus medidas de fuerza comprometían al centro neurálgico de la economía del país, las

exportaciones.

Se trataban de los ferroviarios y de los portuarios.

Los primeros entre los que la prédica socialista tuvo un mayor eco, lograron pronto que parte de sus

salarios se fijaran directamente en oro, de forma de evitar que las continuas depreciaciones

monetarias redujesen sus remuneraciones reales. Los portuarios por su parte, paralizaban las

máquinas de la economía cuando decretaban un paro. La táctica sindical, en este caso, consistía en

presionar a los patrones en el momento en que debía efectuarse el transporte y el embarque de

cereales.

En 1902 hubo una ola de huelgas en la que tuvieron papel central los barranqueros de los puertos de

Buenos Aires y Rosario. El gobierno respondió implantando el estado de sitio en la Capital y las

provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Además sancionó un proyecto de ley del senador Cané, la

Ley de Residencia, que permitía el arresto y la deportación sin necesidad de intervención judicial,

de los inmigrantes que “perturbasen” el orden social. Las acciones represivas se dirigían a los

inmigrantes pues se consideraba que eran estos los que traían consigo los ideales de lucha sindical

de sus lugares de origen. Y también porque tras la sanción de aquella ley, la simple participación de

una huelga hacía del trabajador extranjero un agitador social, y como consecuencia la deportación

podría acabar con el sueño de hacer la América.

La fusión de la CORA y la FORA, convocan a un 1° de mayo que se va a convertir en uno de los

hechos luctuosos de nuestra historia, en la ciudad de Buenos Aires. Se convoca a la plaza Lorea,

frente al Congreso, y cuando se termina la reunión los trabajadores empiezan a caminar para el lado

de Once, la policía los persigue y los reprime. Se producen varias muertes, y se da como respuesta

una levantada y una convocatoria a la huelga general. Allí, convocan también los socialistas, que no

habían participado del acto que fue reprimido, pero que responden en unidad como trabajadores.

Ese va a ser el principio de la Semana Roja, y el preludio de las posteriores luchas.

Vale la pena leer los diarios de la época, como el diario La Nación, para tomar dimensión de lo que

fue la rebelión; se tomaban comisarías, armerías, colegios. Aparecen en 1919 la primera agrupación

paraestatal llamada “Liga Patriótica”, que se repetirían en 1955 con los Comandos Civiles, y que

en los ’70 fue la Triple A. Como vemos, esta historia de los trabajadores va caminando paralela a la

organización de la oligarquía.

La Semana Roja tiene el nombre de un asesino que es el coronel Ramón Falcón, que va a ser

ajusticiado por un jóven de 19 años, Simón Radowitzky, en 1910. Ese compañero es realmente un

héroe para todos los trabajadores, y una bandera de la lucha por la libertad. Él, es detenido y

condenado a cadena perpetua, liberado después como parte de un proceso de lucha por los

trabajadores.

Este episodio abre una segunda etapa, porque en 1910 sale un complemento de la Ley de

Residencia, que es la Ley 7029, que es la ley “de Defensa Social”. Ya no solamente se puede

deportar extranjeros, sino, también a los argentinos. La ley de defensa social, empieza a mostrar

que esa primera generación de argentinos, se va incorporando a muchos sectores medios que habían

empezado con los trabajadores de comercio, y al que se habían sumado los docentes; es una nueva

etapa de organización sindical. Y esa ley es utilizada para perseguirlos.

Estamos hablando de una etapa donde, por otro lado, se está pensando en lo que va a ser en 1912 la

Ley del Sufragio Universal, llamada ley Sáenz Peña. Al mismo tiempo, está surgiendo lo que va a

ser la Federación Agraria, un movimiento que arranca en 1910 y termina con ese Grito de Alcorta

en 1912.

Todos esos movimientos de distintos sectores y el crecimiento de las luchas nacionales que se

apuntalan en el gran Buenos Aires, sumada a la lucha por el sufragio universal le van a permitir a

Yirigoyen asumir la presidencia en 1916. Pero hay que tomar como referencia que se venía de la

represión de 1910, por lo tanto en 1916 hay vientos de institucionalización, pero viniendo de una

represión.

Pese a la represión gubernamental, la primera década del siglo XX fue un período de motivación y

fuerte movilización obrera y ello coincidió con un momento relativamente bueno en el nivel de los

salarios. Esto puede verse a primera vista como una paradoja, aunque no existen estadísticas de

incrementos de huelgas obreras con baja de salarios. El nivel de protesta social parece más bien

corresponderse con el de empleo, cuanto menor es la competencia en el mercado de trabajo, es

decir, cuando la situación laboral tiende al libre empleo, los obreros se hallan en mejores

condiciones de negociación. En cambio, cuando el desempleo arrecia, la situación es la contraria,

los trabajadores reducen su nivel de protesta en tanto en la calle hay un ejército de desocupados

dispuestos a reemplazarlos en sus puestos. Esto favorece la posición patronal en las negociaciones

de los salarios, condiciones laborales o cualquier punto de conflicto. Es así que puede apreciarse un

alto número de huelgas en la primera década del siglo XX en los momentos de mayor expansión

económica, y al contrario, una retracción del accionar sindical en los momentos de crisis, como la

que siguió a la primera guerra mundial, donde la desocupación llegó a niveles altísimos. En 1916

uno de cada seis trabajadores se hallaba desempleado.

La represión gubernamental, nada desdeñable, parece jugar un papel secundario en este proceso.

Así parece confirmarlo el hecho de que este patrón de expansión y retracción del accionar sindical

según los ritmos del nivel de ocupación laboral se dio en regiones donde la represión no fue del

mismo nivel. Así Córdoba, donde la sindicalización de los obreros fabriles era mayoritariamente

socialista, y por lo tanto sus medidas de fuerza eran menos violentas y menos duramente

reprimidas, presentaba el mismo que zonas como Buenos Aires y Santa Fe, con predominio

anarquista, donde la persecución gubernamental fue mayor.

Las grandes huelgas desatadas por el movimiento obrero anarco-sindicalista de la época hacia la

oligarquía. Se veía aparecer en Buenos Aires el temido espectro del viejo mundo. La

intelectualidad socialista, reflejo político de esos nuevos trabajadores industriales, sugirió a Roca la

creación de un Código de Trabajo Argentino. Su ministro del interior Joaquín V González tuvo a su

cargo la elaboración del proyecto de ley.7

En 1920, aparecen los conflictos de la Patagonia, en el que en principio, y, con apoyo del gobierno

van a triunfar los trabajadores rurales con sus exigencias, la elite dominante patagónica desatiende

las conquistas logradas y acordadas y los trabajadores rurales, vuelven a la lucha. Tanto los patrones

de estancia, terratenientes, comandos civiles con el apoyo de ejército nacional ante este segundo

levantamiento empiezan a reprimir y a masacrar a los trabajadores con la complicidad del ejército y

de Varela, que como Falcón, sufre el ajusticiamiento por parte de un trabajador anarquista, de

apellido Wilkins, que va a ser reivindicado años después, tras haber pasado por el famoso penal de

Ushuaia. Miles de muertos quedaron luego de estas represiones obreras8.

7 Ramos Jorge Abelardo, Revolución y Contrarrevolución en la Argentina, página 320, Del Patriciado a la Oligarquía

(1862-1914), Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1976.

8 Bayer Osvaldo, Los anarquistas expropiadores y otros ensayos, Buenos Aires, Editorial La Página, 2009.

Asimismo, es importante destacar que el 1° de mayo de 1921 fueron masacrados los compañeros en

Gualeguaychú (Entre Ríos), cuando son atacados se refugian en una iglesia, pero les abren la puerta

y son sorprendidos y ferozmente golpeados

El caso de Sacco y Vanzetti, llega a la Argentina y en apoyo al pedido por su libertad, alcanza a

haber cerca de 30 paros por 24 y 48 horas.

La FOM, una de las organizaciones más importantes, tiene un dirigente, Magnasco, que organizó en

Misiones, en San Javier, el sindicato de obreros yerbateros. Es por supuesto perseguido por las

patronales, y lo encarcelan, y recién después de un año y medio con movilizaciones y reclamos en

todo el país, se consigue que Alvear lo indulte en 1926.

Toda esta época sigue habiendo solidaridad e internacionalismo. Aunque hay un reflujo en la pelea

por lo cotidiano.

En el movimiento obrero había representaciones que no acertaban. Entre los sindicalistas que no

querían ningún protagonismo político, y los socialistas que querían acentuar la representación

parlamentaria. Los comunistas, en ese entonces, habían formado el Comité de Unidad Sindical

Clasista (CUSC), que era una especie de organización de los militantes del partido del movimiento

obrero. Por otro lado, y en contrapartida la Comisión Socialista Intergremial, conformada por los

socialistas.

Ya hay muchas divisiones. Ninguno los reconoce, pero empiezan a tener más estructura de partido

que una estructura propia de los trabajadores

En 1902, durante el segundo mandato de Julio Argentino Roca, el Congreso sancionó la Ley de

Residencia —redactada por el diputado nacional Miguel Cané— que le otorgaba al Poder Ejecutivo

la facultad de expulsar extranjeros acusados de delitos comunes o actividades sediciosas. De este

modo, el gobierno respondía a la creciente sindicalización y organización política de los

trabajadores, en cuyo impulso y liderazgo los inmigrantes desempeñaban un papel importante.

El movimiento obrero mantuvo una actitud contraria a la Ley de Residencia, cuyo tratamiento por el

Congreso en 1902 fue el factor detonante de la primera huelga general. A pesar de ello la ley fue

sancionada el 23 de noviembre de 1902 con el número de Ley 4144. Pese a la escisión entre

anarquistas y socialistas, que fundaron la Unión General de Trabajadores (UGT), el movimiento

tuvo amplio acatamiento, y representó una grave derrota política para el gobierno roquista, que tuvo

que aplicar con dureza la legislación.

Numerosos inmigrantes, e hijos de inmigrantes dieron apoyo al Partido Socialista, fundado en 1896.

En 1904, el barrio italiano de La Boca, eligió a Alfredo Palacios como primer diputado socialista de

América. Gran cantidad de inmigrantes y sus descendientes dieron también apoyo al fracasado

alzamiento cívico-militar de 1905, organizado por la Unión Cívica Radical. En 1907, debido a las

pésimas condiciones de vivienda en que se encontraban los inmigrantes y sus familias, en un tipo de

vivienda precaria que se conoció como conventillo, los extranjeros fueron protagonistas de una

histórica huelga de inquilinos que obligó a los propietarios a moderar los abusos, e impulsó la

acción de cooperativas de vivienda como "El Hogar Obrero", de inspiración socialista.

Desde el Gobierno, durante la presidencia de Figueroa Alcorta en 1910 se sancionó la ley de

Defensa Social que permitía la persecución de asociaciones anarquistas y establecía la pena de

muerte para los sediciosos.

Cuando la Ley Sáenz Peña estableció el sufragio obligatorio y secreto, muchos descendientes de

inmigrantes apoyaron con su voto a Hipólito Yrigoyen y contribuyeron a que se convirtiera en el

primer presidente argentino elegido en elecciones libres.