t3; límites de erosión

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Límites de Erosión La erosión de suelos, la pérdida de suelos y la acumulación de sedimentos son términos que tienen distintos significados en la tecnología de la erosión de suelos: la erosión de suelos es la cantidad bruta de suelo retirado por la acción dispersante de las gotas de lluvia y por la escorrentía. La pérdida de suelo es el suelo desprendido de una pendiente determinada. La producción de sedimentos es el volumen de suelo depositado en un punto que está bajo evaluación. En términos generales, podría adoptarse la definición dada por Wischmeier y Smith (1978) para el concepto de Tolerancia de Pérdidas de Suelo: “máximo nivel de erosión del suelo que permite un elevado nivel de productividad del cultivo, sostenible económica e indefinidamente”. La principal dificultad que emerge de esta cuestión, es la acotación del máximo nivel de erosión permisible, el cual a su vez está condicionado por la tasa de formación del suelo; Johnson (1987) reporta algunos estimativos de la tasa de formación del suelo, desde distintas ópticas: bajo condiciones ideales de manejo del suelo, éste podría formarse a una tasa de una pulgada en cerca de 30 años, es decir, cerca de 0,8 mm año

–1 (Hudson,

1971); bajo condiciones naturales, la tasa de formación podría ser de una pulgada en un rango que oscila entre 300 y 1.000 años (Pimentel et al, 1976); bajo prácticas agrícolas normales, la tasa de formación puede ser de 25 milímetros en 100 años (0,25 mm año

–1) (Ibid.). Por su parte, Morgan (1986) considera que una tasa de

formación adecuada para un suelo agrícolamente productivo, es del orden de 0,1 mm año –1,

equivalente a 0,1 kg m

–2 año

–1 (1 ton ha

-1 año

-1), asumiéndose una densidad del suelo de 1 Mg

2 m

–3 y basándose en estimativos

de meteorización de las rocas. En términos generales, las pérdidas tolerables de suelo rondan las 11 ton ha

–1 (Johnson, 1987), dado que se

ha aceptado la proximidad de dicho valor a la máxima tasa de desarrollo del horizonte A bajo condiciones óptimas. Morgan (1986) considera que esta cifra podría distanciarse de la realidad en áreas donde las tasas de erosión son naturalmente altas, como es el caso de terrenos montañosos con alta precipitación, y que se correspondería por tanto con las condiciones generales de América Tropical. De hecho, ésta se encuentra dentro de los reportes más dramáticos en términos de pérdida de suelo, así, de acuerdo con Pimentel et al (1995), citados por Müller y Castillo (1997), en el concierto internacional los niveles más altos de erosión se tienen en Asia, Africa y Suramérica, con valores promedios entre 30 y 40 Mg ha

-1 año

-1 ; sin embargo, en

ocasiones pueden alcanzarse valores promedios inusualmente elevados como los 90 Mg ha –1

reportados por Dequi et al (1981) para Huang He, China. Estas cifras, comparadas con las de formación de suelo son abismalmente diferentes, pudiendo alcanzar valores de 1 a 2 Mg ha

-1 año

-1. Asimismo, la cifra inicialmente

referida supera los niveles tolerables de pérdida bajo criterios económicos y ecológicos, comúnmente reportados entre 0,2 y 5,0 Mg ha

-1 año

-1 para zonas montañosas con suelos superficiales. Bajo tales

circunstancias, se sugiere la adopción de un valor cercano a 2,5 kg m –2

(25 ton ha–1

), el cual se encuentra cerca de los sugeridos por Tosi (1972) para las formaciones ecológicas húmedas y muy húmedas de varios pisos altitudinales de Colombia. La comparación de las tasas de formación y de pérdida de suelo bajo tales condiciones climáticas y topográficas del trópico, dibuja un serio problema de sostenibilidad a las intervenciones del territorio destinadas a su aplicación a la agricultura o al pastoreo, de lo cual se tiene clara manifestación en territorio colombiano, en donde se da una utilización de la tierra que supera la vocación propia de ella o capacidad de uso, y que ha dado origen a diferentes expresiones del fenómeno erosivo. Pendiente del terreno. En condiciones normales, sería de esperar que la erosión se incrementara conforme lo hicieran el grado y la longitud de la pendiente, como resultado de los respectivos incrementos en velocidad y volumen de la escorrentía superficial. Además, mientras en una superficie plana el golpeteo de las gotas de lluvia arroja las partículas de suelo al azar en todas las direcciones, en condiciones de pendiente inclinada más suelo es salpicado hacia abajo de ella que hacia arriba incrementándose la proporción conforme lo hace el grado (Morgan, 1986). Por otra parte, se dice que la cantidad de material de determinado tamaño que puede transportarse, varía de acuerdo con la quinta potencia de la velocidad de flujo, lo que en otras palabras significa que si la velocidad de escorrentía se duplica, la cantidad de material de determinado tamaño que puede ser transportado se aumenta

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en 32 veces. Asimismo, ya que el tamaño de las partículas que puede ser transportado por rodamiento varía con la sexta potencia de la velocidad del agua, en el caso de duplicarse la velocidad de escorrentía, aquel aumentaría 64 veces. Tales planteamientos sugieren que tanto la inclinación como la longitud de la pendiente son factores que influyen de manera importante en la erosión del suelo (Maene y Sulaiman, 1980. Grado de la pendiente. Regula la velocidad de circulación del agua sobre la superficie de forma casi exclusiva. En los trópicos húmedos el efecto de la pendiente en combinación con las copiosas tormentas tropicales es decisivo en la generación de pérdidas de suelo (Zingg, 1940). Así, aun para bajos valores de pendiente, las pérdidas de suelo resultan significativas, conforme lo ilustran reportes de erosión de suelos (Hudson y Jackson, 1959, citados por Morgan, 1986) en parcelas de experimentación cultivadas con maíz en Rhodesia, Africa, según los cuales se registraban pérdidas de 10.05, 5.55 y 4.65 ton ha

-1 a escasos valores de

pendiente de 6.11, 4.37 y 2.62% respectivamente. Por otra parte, en suelos de Malasia peninsular, Maene et al (1975) citados por Maene y Sulaiman (1980) reportan incrementos en las pérdidas de suelo de 43,5 ton ha

-1 en

pendientes del 17% a 63,5 ton ha-1

en pendientes del 34%, pérdidas que fueron encontradas en parcelas experimentales sembradas de pasto (Pennisetum purpureum) tras 60 días de su establecimiento. Suárez (1980) relaciona algunos de los experimentos efectuados en la Estación experimental de Kansas y en el Instituto Politécnico de Alabama, EUA, para determinar relaciones existentes entre el grado de la pendiente y las pérdidas de suelo; en ellos se encontró que dicha relación podría ser expresada por la ecuación:

Xc = 0,065 S 1,49

Xc representa la pérdida total de suelo en unidades de peso y S la pendiente del terreno en porcentaje; tales resultados fueron obtenidos en parcelas experimentales bajo condiciones de saturación, y se consideran cercanos a aquellos encontrados bajo condiciones naturales. Otras investigaciones han atendido la teoría de un supuesto incremento de tipo exponencial conforme se tienen más acusadas inclinaciones del terreno; así, son reportados para suelos tropicales (Maene y Sulaiman, 1980) exponentes que se mueven entre 1,3 y 2,1. Pérdida promedio de suelo bajo diferentes condiciones de longitud e inclinación de la pendiente (Suárez, 1980)

Evaluación De La Erosión De cara a la intervención del territorio en el marco de la gestión remedial de procesos erosivos, es indispensable contar con herramientas de cuyo empleo se obtenga una caracterización primaria de tales procesos; para esto es posible emplear escalas de evaluación que si bien su misma elaboración las impregna diferencialmente de subjetividad, por otra parte son de gran utilidad dada su facilidad de empleo y utilidad para la escala de trabajo en tales estadíos de la intervención, posibilitando incluso el desarrollo de cartografía temática. Una de tales guías -Tabla 10- fue desarrollada a partir de adaptaciones hechas por Gómez y Alarcón (1975) a la metodología del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos para la calificación de la erosión según su intensidad.

Grados de erosión según su intensidad (Gómez y Alarcón, 1975, en Henao, 1988)

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Calificación de la erosión (Tosi, 1972)

Asimismo, con base en la erodabilidad de los suelos -susceptibilidad de los suelos a erosionarse - y tomando como base un estimado de pérdidas de suelo (ton ha

-1 año

-1), CIAF (1983) y CENICAFE (1975) proponen la

clasificación de la erosión según escalas presentadas en las tablas siguientes:

Clasificación de suelos según su erodabilidad (CIAF, 1983)

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Grado de erosión en función de la pérdida anual de suelo (CENICAFE, 1975)

Existen diversas escalas para la evaluación de la erosión además de las presentadas, las cuales, aunque revisten diferentes grados de subjetividad, permiten realizar aproximaciones hacia la tipificación y clasificación del fenómeno, con base en lo cual pueden proponerse programas y actividades dirigidas a la corrección de los problemas identificados, conforme ha sido mencionado.