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«¡Tú eres una bendición!» Difícilmente podemos decir auna persona palabras de aprecio y estima más hermosas.Anselm Grün es una bendición de ese tipo. Sus palabrasconfieren fuerza y generan claridad interior.

Pero ¿qué es, en realidad, una bendición? ¿Y en quécree Anselm Grün cuando nos anima a ser nosotrosmismos una bendición y a bendecir a otras personas?

«También tú eres una bendición para otras personas:hasta tal punto confía Dios en ti. Para ser una bendiciónpara otras personas, no tienes que hacer nada especial.Basta con que seas por completo tú mismo. Tal y comoeres, con tu singularidad, eres una bendición para otraspersonas» (Anselm Grün).

Anselm Grün, nacido en 1945, es monje de la abadíabenedictina de Münsterschwarzach (Baviera), a orillasdel río Meno. Entre sus numerosas publicaciones, figuranen esta misma Editorial: Cincuenta ángeles para el alma;El Libro del Arte de Vivir; Cincuenta testigos de confianza;El libro del deseo; Un largo y gozoso camino; Elogio delsilencio; Benito de Nursia. Su mensaje hoy; Para que tuvida respire libertad; Dirigir con valores; La oración decada día; Habitar en la casa del amor; La Navidad,celebración de un nuevo comienzo y La fe como nuevaperspectiva. Como pastor de almas y acompañanteespiritual, Anselm Grün es –a través de sus conferencias,sus cursos y sus múltiples publicaciones– una verdaderabendición.

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Tú eres una bendición

Colección «ST BREVE»54

ANSELM GRÜN

TÚ ERESUNA BENDICIÓN

SAL TERRAESANTANDER 2006

Título del original en alemán:Du bist ein Segen.

© by Vier-Türme GmbHD-97359 Münsterschwarzach Abtei

Traducción:José Manuel Lozano Gotor

Para la edición española:© 2006 by Editorial Sal TerraePolígono de Raos, Parcela 14-I

39600 Maliaño (Cantabria)Tfno.: 942 369 198Fax: 942 369 201

E-mail: [email protected]

Diseño de cubierta:Solución Gráfica – Santander

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución,

comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad

intelectual. La infracción de los derechos mencionada puede serconstitutiva de delito contra la propiedad intelectual

(arts. 270 y s. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el

respeto de los citados derechos.

Con las debidas licenciasImpreso en España. Printed in Spain

ISBN: 84-293-1636-1Dep. Legal: BI-105-06

Impresión y encuadernación:Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya)

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ........................................................ 7

DE MIS EXPERIENCIAS CON LA BENDICIÓN ............... 13Cuando alguien solicita mi bendición .................. 15Cuando bendigo una vela ..................................... 20Cuando un sacerdote imparte la bendición

en su primera misa ......................................... 24

LA BENDICIÓN EN LOS RELATOS BÍBLICOS ............... 27Bendición y fecundidad ........................................ 29Abrahán, el bendito .............................................. 32La bendición nocturna para Jacob ........................ 36Bendición o maldición .......................................... 39Unas mujeres bendicen a otras ............................. 43La bendición del anciano Simeón ........................ 47Bendecidos a través de Jesucristo ........................ 52

DEL TESORO DE LAS FÓRMULAS DE BENDICIÓN ....... 57La fuerza de la cruz reposa en ti .......................... 59El agua bendita se convierte en fuente ................. 63La palabra crea una realidad ................................. 67A través de las manos, es Dios quien te toca ....... 70

DE CÓMO LA BENDICIÓN MARCA LA VIDA DIARIA .... 73Bendición de la mesa:

saborear a Dios en la comida ........................ 75

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Bendición del hogar:de cómo un recinto se convierte en vivienda . 77

Bendición del tiempo meteorológico:el sol y la lluvia están en las manos de Dios . 80

Bendición para el viaje:lo que debe acompañarte en el camino ......... 82

Bendición de los campos:permanecer unidos a la tierra y sus frutos .... 84

Bendición matutina:comenzar el día bendiciendo .......................... 86

Bendición nocturna:no te acuestes sin la bendición ....................... 88

Terrenos colindantes:¿bendición o consagración? .......................... 90

LAS BENDICIONES TRADICIONALESDE LAS FIESTAS Y TIEMPOS LITÚRGICOS ................... 91Bendecir la corona de Adviento ........................... 93Disfrutar con el vino del amor de san Juan .......... 95Bendecir el hogar en el día de Reyes ................... 96Tomar conciencia del cuerpo con san Blas .......... 98Contemplar la naturaleza humana en la ceniza .... 100El agua bendecida en la noche de Pascua ............ 102El triunfo de la vida en la comida de Pascua ....... 104Contemplar la creación de Dios en la Asunción .. 105

PALABRAS DE BENDICIÓN PARA TI ........................... 107Por la mañana ....................................................... 113En la mesa ............................................................ 114Por la noche .......................................................... 115Para una persona querida ...................................... 116Para ti misma, para ti mismo ................................ 117

BIBLIOGRAFÍA .......................................................... 119

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INTRODUCCIÓN

L Kirchentag* ecuménico del año 2003 se ce-lebró bajo el lema «Debéis ser una bendi-

ción para los demás». Ello sirvió para que muchagente volviera a cobrar conciencia del tema de labendición. Todo indica que la bendición responde aun profundo anhelo del ser humano. La gente an-hela ser bendecida. Pero en muchas personas el le-ma del Kirchentag despertó todavía algo más: depronto descubrieron que ellas mismas pueden ben-decir y están facultadas para hacerlo. Hay quienestienen miedo a bendecir a otros. Piensan que se tra-ta de algo reservado a los sacerdotes. Sin embargo,para muchos fue una grata experiencia participar

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* El Kirchentag [Día de la Iglesia] es un encuentro eclesial mul-titudinario de varios días de duración, jalonado de conferen-cias, mesas redondas, talleres de grupo, conciertos, celebra-ciones litúrgicas..., que tiene lugar todos los años en Alema-nia. Un año se reúnen los católicos; al siguiente, los evangéli-cos. El celebrado en Berlín en 2003 fue especialmente signifi-cativo por tratarse del primer Kirchentag ecuménico, es decir,organizado de modo conjunto por las dos iglesias mayoritariasen Alemania. El próximo Kirchentag ecuménico está anuncia-do para el año 2010 [N. del Traductor].

durante el Kirchentag en celebraciones «bendicio-nales» en las que los asistentes se bendecían mu-tuamente. Todo cristiano tiene plenos poderes parabendecir. Y todo cristiano es, en cuanto bendecidopor Dios, una bendición para los demás.

Durante el Kirchentag y posteriormente, tras suconclusión, yo mismo he vivido numerosas expe-riencias con la bendición. Algunas personas se acer-caban a mí con el deseo de que las bendijera. Poreso en este libro, amén de preguntar a la tradiciónbíblica y litúrgica por sus experiencias en lo refe-rente a la bendición, me gustaría contar algunas demis propias vivencias al respecto. Este libro lo es-cribo conscientemente como benedictino. San Be-nito es el «bendito» (benedictus). Por consiguiente,los monjes benedictinos llevamos ya en nuestropropio nombre el tema de la bendición. Nos afectacomo asunto de nuestra propia identidad.

Una experiencia vivida en el Kirchentag meconmovió profundamente. Al concluir una celebra-ción litúrgica, se me acercó un matrimonio para pe-dirme la bendición. El hombre me dijo que necesi-taba con urgencia la bendición, porque había sidorepetidamente victima de maldiciones. Sobre él sehabían dicho muchas palabras que lo desacredita-ban y que no le deseaban sino el fracaso en su vi-da. Como protección contra ellas, quería recibir laspalabras de bendición, para que éstas penetraran ensu alma y expulsaran de allí a las palabras de mal-dición. Después del Kirchentag, he vivido una yotra vez la experiencia de que, al terminar mis

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charlas, no sólo se me acercan personas para queles firme alguno de mis libros, sino para pedirmetambién la bendición. Entonces, les impongo lasmanos y pronunció una bendición. Al hacerlo, medejo guiar por mi intuición para decir las palabrasque mejor creo que se adecuan a cada situaciónconcreta.

Aún hay otra experiencia que me animó a es-cribir sobre la bendición. Cuando, durante los cur-sos que dirijo en la abadía de Münsterschwarzach,celebro la eucaristía con el grupo, a veces algunosparticipantes me traen antes de la misa una cruz oun ángel o una vela y me piden que bendiga talesobjetos. Cuando, antes de la bendición final, expli-co que voy a bendecir un objeto que alguien me hatraído, a menudo salen espontáneamente otras per-sonas y me acercan la cadena y la medalla que lle-van al cuello, o su anillo de matrimonio, o su Bi-blia, o cualquier otra cosa importante para ellas,con el fin de que se lo bendiga al mismo tiempo.

En un coloquio de la comunidad, nos pregunta-mos en cierta ocasión por qué las personas sientende pronto necesidad de la bendición. Se nos ocu-rrieron diferentes razones. Cuando alguien solicitala bendición, lo que busca es atraer sobre sí la pro-tección divina. También desea experimentar de for-ma concreta que Dios está con él. La bendición esalgo que no depende de la Iglesia oficial. Cualquierpersona puede bendecir. Pero uno no le pide la ben-dición a cualquiera, sino únicamente a alguien quesignifique algo para él, como es el caso, por ejem-

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plo, de su padre o su madre, de un amigo o unaamiga, o también del sacerdote, que ha sido orde-nado. He de tener confianza en quien me bendice.De lo contrario, esa persona que me bendice podríaasociar a la bendición intenciones negativas o vin-cularla en exceso a sus propias necesidades. Podríaacapararme con su bendición. El salmo 62 afirma:«Con la boca bendicen, por dentro maldicen» (Sal62,5). La Iglesia es, a todas luces, consciente de es-te peligro, de la posibilidad de utilizar indebida-mente la bendición; de ahí que a los sacerdotes, queson los dispensadores oficiales de la bendición, lesexija como condición sine qua non la purificacióninterior.

Cuando se acercan personas a mí con el deseode que las bendiga, me pregunto: ¿por qué quierenser bendecidas personalmente por mí?; ¿es sólo porla necesidad de ser tocados o existe en ellas un an-helo más profundo, a saber, el anhelo de ser toca-dos por la mano de Dios y sentirse acompañados ensu vida cotidiana?; ¿qué anhelo suscita en ellos eldeseo de recibir la bendición? He reflexionado mu-cho sobre este asunto. Pienso que se trata del anhe-lo de que la vida no dependa tanto de los arbitrariosdeseos e imprecaciones, de las expectativas y pre-tensiones de los seres humanos, cuanto del amparode la bendición de Dios. Cuando recorren su cami-no en la vida con la bendición de Dios, confían enque su vida saldrá bien, y que ese camino les con-ducirá a una buena meta. Por supuesto, también mepregunto si esas personas que acuden a mí no pro-

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yectan demasiado en mi persona, si no depositanen mí su anhelo de salvación, de éxito, de expe-riencia de la cercanía de Dios.

Siendo yo niño, mi padre me bendecía cada vezque yo regresaba al internado. Y, en nuestra fami-lia, mi madre bendecía el pan antes de cortarlo. Mepregunto con qué asociaba yo de niño eso de labendición. No puedo describirlo con exactitud, pe-ro, como es natural, intuía que la vida es algo másque el mero funcionamiento exterior; que todocuanto hacemos acontece bajo la mirada bondado-sa de Dios; que todo lo que es importante paranuestra vida está tocado por la mano bendecidorade Dios y embebido de su amor. Un hermano decomunidad nos contaba cómo siempre le impresio-nó profundamente el que su madre bendijera elpan. Eso le ayudó a tomar conciencia de que el panes un valioso don. Todavía hoy le duele ver cuán amenudo se corta y se reparte el pan sin realizarningún gesto semejante. La bendición confiere alpan una cualidad distinta. En el pan, Dios mismo,el Dador de todo bien, me alimenta.

También cuando la gente trae a bendecir suscruces, velas y anillos, me pregunto cuál es el an-helo que subyace a ese gesto. ¿Se trata de una erró-nea concepción mágica? ¿No será, más bien, quedesean tener algo en su vida cotidiana que les re-cuerde la bendición de Dios, que haga palpable pa-ra ellos la promesa de la salvífica y amorosa cerca-nía divina? ¿No será, más bien, que desean acor-darse con nitidez de la bendición de Dios? Para

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ellos, la bendición es vida divina que embebe suspropias vidas, a menudo frágiles y quebradizas. Labendición es vida vivida cabalmente, plenitud devida. La bendición da a sus vidas buen sabor. Entodo se sienten tocados y rodeados por el afectuo-so amor de Dios.

En este libro me gustaría ocuparme de ciertaspreguntas que yo mismo me hago cuando bendigo;asimismo, deseo desarrollar algunos aspectos de labendición que la Biblia y la tradición espiritual nosinvitan a considerar. Lo que me interesa no es tan-to la presentación sistemática en sí misma cuantolas experiencias que yo haya podido tener de labendición.

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DE MIS EXPERIENCIASCON LA BENDICIÓN

CUANDO ALGUIEN SOLICITA MI BENDICIÓN

UÉ buscan las personas que, al concluir micharla o después de haber hablado conmi-

go, solicitan mi bendición? Si les preguntara porqué desean tal bendición, probablemente ni siquie-ra ellas mismas podrían decirlo con exactitud. Porlo demás, desde un punto de vista teológico, podríauno preguntarse qué efectos produce la bendición.Gracias a la psicología, sabemos que las palabrastienen poder. La bendición obra su efecto en la mis-ma medida en que la maldición perjudica. Las pa-labras inicuas se aferran al corazón de la personacontra la que se dirigen. Las palabras bondadosas,las palabras de bendición, tienden un espacio de vi-da y amor. Las palabras bendecidoras pueden cam-biar una situación. Por eso, nunca pronuncio labendición exclusivamente sobre una persona con-creta, sino siempre sobre una situación vital deter-minada. Las palabras de bendición tienen la capa-cidad de deshacer enredos y poner en movimientolo que estaba anquilosado.

Cuando alguien me pide la bendición, intentohacerme una idea de esa persona y de su situación.Muchos de quienes, al final de una charla, solicitan

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mi bendición me refieren brevemente su problema.Un matrimonio me confesaba que, a la sazón, te-nían grandes dificultades el uno con el otro. Deseanser bendecidos con la esperanza de que las cosasvolvieran a ir bien entre ellos. Podría objetarse quequizá fuera mejor que intentaran poner en prácticanuevas formas de comunicación. De hecho, en la te-rapia de pareja ya han trabajado para entenderse me-jor y tratarse mutuamente con una mayor sensibili-dad. De la bendición, sin embargo, esperan algo dis-tinto: quieren ser bendecidos por Dios; quieren sen-tir cómo la mano protectora de Dios se halla exten-dida sobre ellos. Eso les descarga de sus propios de-nuedos. Les infunde esperanza de que su esfuerzopor mejorar su relación terminará dando resultado.

Una mujer me cuenta sus miedos. Desea que labendiga. ¿Se trata de una equivocada concepciónmágica? ¿Pretende, simplemente, liberarse delmiedo? ¿No sería mejor que dialogara con su mie-do y se dejara guiar por él a Dios? Cuando bendi-go a esta mujer, no lo hago pensando que ello va asolucionar todos sus problemas. Primero le explicocómo podría comportarse con su miedo, qué debe-ría hacer para dejarlo aflorar y comenzar a dialogarcon él. Con todo, no le niego la bendición, pues in-tuyo el anhelo que siente de que unas manos pro-tectoras se extiendan sobre su miedo y de que elamor sanador de Dios penetre en él. La bendiciónno garantiza que el miedo no vaya a adueñarsenuevamente de esa persona. Hay quienes vienencon esta concepción mágica, como si la bendición

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fuera a resolver todos sus problemas sin necesidadde que ellas pongan nada de su parte. Pero la ma-yoría solicitan la bendición porque intuyen que elmero trabajo psicológico de confrontación con elmiedo no les resulta suficiente. Quieren experi-mentar la bendición de Dios sobre ellos. Lo cualno elimina todos sus miedos, pero sí los relativiza.Cuando el miedo vuelve a aflorar, se imaginan lasmanos protectoras de Dios que sintieron al recibirla bendición.

Una mujer embarazada acude con su marido.Me cuenta cosas sobre el niño que crece dentro deella. Me pide la bendición para que el parto sea fe-liz y para que ambos acojan al niño con el corazónabierto y sean para él o para ella una buena madrey un buen padre. Un hombre me dice que se en-cuentra enfermo. Otra mujer va a ingresar al día si-guiente en el hospital para someterse a una compli-cada operación. Otro hombre siente que ha perdidoel contacto con la vida... Todos quieren ser bende-cidos. En ocasiones, incluso hay una larga cola depersonas esperando para solicitar la bendición.Hace algunos años, eran muy pocos los que venían.Y a veces yo sentía reparos en realizar delante deotras personas un gesto tan íntimo como la imposi-ción de manos y pronunciar una oración personal.Pero en el tiempo transcurrido desde entonces, elanhelo de las personas ha vencido mi aversión aimpartir la bendición en un entorno tan ruidoso yen un ambiente tan mundano como el de la sala deconferencias.

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Cuando alguien me pide la bendición, le im-pongo las manos. Y entonces me sitúo mentalmen-te en la piel del receptor de la bendición y me con-fío a las palabras que salen de mí. No me gusta li-mitarme, sin más, a una fórmula fija, sino que in-tento decir algo dirigido a la persona que está de-lante de mí. Por supuesto, hay fórmulas que se re-piten una y otra vez. Pero es la bendición para estapersona concreta.

Para la mujer atormentada por algún tipo demiedo, por ejemplo, rezo lo siguiente:

«Oh Dios, bueno y misericordioso, bendice ami hermana y extiende sobre ella, como pro-tección, tus manos llenas de amor. Impregnasu miedo con tu Espíritu Santo y haz que mihermana entre en contacto con la confianzaque ya anida en el fondo de su corazón. Privaa su miedo de toda fuerza paralizante y des-tructora. Transfórmalo en recuerdo de tuamorosa presencia. Fortalece su fe para que,incluso cuando se halle presa del miedo, sesepa segura en tus manos bondadosas. Y en-víale al ángel de la confianza para que laacompañe en su camino y la conduzca por élcon una libertad y una amplitud de mirassiempre crecientes. Que el Dios bueno y mise-ricordioso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tebendiga».

En el caso de un hombre enfermo, pediría queDios sane sus heridas y que el santo y sanador

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Espíritu divino penetre cada vez más profunda-mente en él.

En ocasiones, me pregunto cómo lo hacíaJesús. También a él acudían personas que deseabanrecibir su bendición. Había madres que le traían asus hijos para que les impusiera las manos y losbendijera. Había padres que se acercaban a él paraque bendijera a su hija enferma o a su hijo indócily lo tocara con sus manos. Evidentemente, Jesúsirradiaba algo que atraía a la gente y la animaba asolicitar su bendición. A veces tengo miedo de quelas personas esperen demasiado de mí. Yo no soyJesús ni tengo su carisma. Pero confío en que todocristiano puede bendecir en nombre de Jesús y lle-no de su Espíritu. De ahí que para mí resulte im-portante, en vez de anegar a las personas con misemociones cuando las bendigo, ser permeable alEspíritu de Jesús, de modo que a través de mis ma-nos pueda entrar en las personas.

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CUANDO BENDIGO UNA VELA

N los cursos que suelo impartir, vivo repetida-mente la experiencia de que la gente me pi-

de que les bendiga algún objeto. Quieren que ben-diga la cruz, el rosario o la vela que han compradoen nuestra librería. También se puede orar con unrosario que no esté bendecido. Cuando alguien lotrae para que se lo bendiga, es porque confía en quede su oración fluya asimismo bendición para su vi-da o su familia. La cruz también puede ser colgadaen el hogar sin haber sido bendecida. ¿Tiene algoque ver con la magia el pedir que sea bendecida an-tes? ¿Existe alguna diferencia entre la cruz antes ydespués de ser bendecida? Pienso que tal diferen-cia no es demostrable. Pero, emocionalmente, ladiferencia sí es grande. Con la cruz que cuelga ensu hogar o que lleva al cuello, la gente desea aso-ciar una palabra de consuelo y de ánimo.

Un hermano de nuestra comunidad nos referíacómo un hombre, interiormente desgarrado y con-fuso, le había regalado una piedra. Una vez en sucelda, percibió que esa piedra ejercía una influen-cia negativa sobre él. Un amigo suyo peruano, quejusto por entonces estaba de visita en el monaste-rio, se dio cuenta de que aquella piedra tenía algo

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raro y la arrojó bien lejos. Es innegable que existenobjetos cargados de energía negativa. En Áfricahay fetiches benéficos y maléficos. Según parece,en la necesidad de recibir la bendición alienta tam-bién el anhelo de sentirse protegido de las influen-cias negativas. Los primeros monjes bendecían losobjetos que les resultaban sospechosos. Y con bas-tante frecuencia se rompían, porque estaban habi-tados por demonios. Una vez, san Benito bendijoun vaso de vino que alguien le había ofrecido. Elvaso saltó en pedazos. Así pues, la bendición pro-tege de las intenciones negativas que las personasintroducen en estas cosas.

Cuando pronuncio la bendición sobre la cruz,ésta se hace portadora de todas las palabras que so-bre ella proyecto. «Bendecir» significa que prime-ro alabo a Dios, con el fin de crear un ambiente po-sitivo y benéfico; luego, introduzco la bendición enel objeto o en la persona: la promesa divina deacompañar a dicha persona. También, cuando ben-digo objetos, trato de no limitarme a pronunciaruna fórmula fija de bendición, sino que procuro dara quien ha acudido a mí una palabra personal deconsuelo y ánimo que se corresponda con la sim-bología del objeto. Sobre la cruz, rezo por ejemplo:

Oh Dios, bueno y misericordioso, bendice es-ta cruz y a mi hermana (o mi hermano) quela tiene colgada en su hogar o la lleva sobresu corazón. Haz que la cruz se convierta pa-ra ella en signo del amor con que tu hijo

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Jesucristo la amó en la cruz hasta el extremo.Que la cruz sea para ella promesa de que to-do cuanto hay en ella es amado, y que nadahay en ella que no se halle envuelto por tuamor y tu perdón. Que la cruz la proteja detodo peligro y le haga ver que Tú conservassu querido hogar libre de todo cuanto pudie-ra dañarlo. Haz que por medio de la cruz re-cuerde que tu hijo Jesucristo también muriópor ella, porque a tus ojos es valiosa e ines-timable. Así pues, bendice esta cruz y, enella, a mi hermana, oh Dios, bueno y miseri-cordioso, Padre, Hijo y espíritu Santo. Amén.

Durante las celebraciones eucarísticas, los par-ticipantes colocan a veces sobre el altar objetos im-portantes para ellos. Unos depositan su anillo dematrimonio; otros, una vela que acaban de adqui-rir; unos terceros, una postal con una frase que lesha producido un especial impacto, o una figura deun ángel, o una estampa de un santo que desean re-galar a alguien que lleva su nombre... En la bendi-ción, intento expresar el simbolismo de que estosobjetos son portadores de por sí:

Que este anillo envuelva a mi hermana con tuamor, oh Dios, para que éste mantenga unidotodo cuanto en ella –o en la relación entreella y su esposo– tiende a disgregarse. Quesane sus desgarros interiores y que acerquecada vez más a la pareja, para que el vínculodel amor divino los una a ambos en Ti. Que le

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recuerde la fuente interior del amor que ma-na en ella y en su marido y que nunca se ago-ta, porque es divina. Lima en ella, oh Dios,todo cuanto se haya vuelto áspero y duro.Renueva en ella la fidelidad a la promesa quele hizo a su esposo delante de Ti. Y muéstraleque Tú eres fiel y que permaneces a su ladoincluso cuando ella es débil y cae.

El anillo matrimonial ya había sido bendecidoen la boda. La mujer que lo coloca encima del altarpide que esa bendición permanezca viva en ella,para que determine de nuevo su vida. En la vela, lagente pone su anhelo de Dios, el deseo de que lallama divina haga más clara y santa su vida, de queDios ilumine sus oscuridades y sus depresiones yconvierta en calor y vida la frialdad en la que vi-ven. Quienes traen la estampa de un santo deseanque la salvación que Dios operó en dicho santotambién les alcance a ellos, que aspiran a realizaren su propia vida algo de la calidad del santo.Ansían que éste les ayude a entrar en contacto conlo Santo que también habita en su interior y quepuede hacer que todo lo demás sane. Cuando al-guien trae la figura de un ángel para que se la ben-diga, es porque anhela que un ángel le acompañesiempre y en todo lugar. Cuando toma la figura delángel en la mano, le gustaría experimentar de llenola promesa de Dios: «Voy a enviarte a un ángel pordelante para que te cuide en el camino y te lleve allugar que te he preparado. Respétalo y obedécelo»

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(Ex 23,20s.).

CUANDO UN SACERDOTE IMPARTE

LA BENDICIÓN EN SU PRIMERA MISA

N hermano de mi comunidad refiere a ve-ces su experiencia de «misacantano», es decir, desu primera misa solemne después de la ordenación.Para él, el momento más impresionante fue cuandoun gran número de personas se acercó para recibirde él la bendición especial de ese día. Y se pregun-ta qué es lo que hay detrás de tal actitud. Antaño,había un dicho según el cual, para recibir la bendi-ción del misacantano, había que desgastar un parde suelas. Pero ¿qué mueve hoy a las personas adesear la bendición de un misacantano, si hace yatanto tiempo que dejó de ensalzarse a los sacerdo-tes? La misma palabra con la que se conoce en ale-mán la primera misa, Primiz (primicia; de ahíPrimizsegen, la bendición del misacantano), deno-ta que algo nuevo, fresco, aún por estrenar, fluye enla vida de una persona. Las personas que reciben labendición en una primera misa confían en que elmisacantano procederá con cuidado a la hora deimpartir la bendición. E intuyen que, a través de laordenación sacerdotal, en la vida de ese jovenhombre ha irrumpido algo de lo que les gustaría

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participar. Ese algo es lo Santo, que ellos asociancon el misacantano. El sacerdote participa de loSanto. Se ha convertido en dispensador de loSanto. Sólo lo Santo hace sanar*. Así pues, las per-sonas anhelan que descienda sobre ellos algo santoque sea capaz de sanar sus heridas; algo santo porlo que saberse protegidos en medio de un mundodesgarrado; algo santo que les permita liberarse porun momento de la rutina cotidiana y entrar en con-tacto con aquello que anhelan en el fondo de su co-razón. Quizá también tú percibes en tu interior elanhelo de que tu vida sea bendecida, que sea pues-ta bajo las manos bendecidoras de Dios, que parti-cipe de la plenitud de Dios, que florezca en virtudde la bendición de Dios.

Cuando pienso en mi primera misa, que celebréhace treinta y tres años, recuerdo que, dada mi ju-ventud, también me emocionó el hecho de que mispadres y familiares, pero también muchas personasmayores y jóvenes, se acercaran para recibir de míla bendición del misacantano. Percibí que aquellaspersonas confiaban en la bendición que iba a pro-nunciar sobre ellos. Yo sentía vergüenza, porquesabía que, a mis veintiséis años, no podía darles na-

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* En el original alemán, en esta frase y en las siguientes se da unjuego de palabras entre heilig (santo) y heilen (sanar, curar).El Diccionario de la Lengua Alemana de Jacob y WilhelmGrimm presenta la forma adjetiva heil, que podría estar en labase de ambos términos, como equivalente de las expresioneslatinas sanus, sanatus, salvus. Su negación, unheil, la traduci-mos aquí como «desgarrado» [N. del Traductor].

da. Pero decidí confiar en que, a través de mí, algode la bendición de Dios llegaría a aquellas perso-nas. Me vi como un cauce a través del cual el amorde Dios fluía hacia quienes se acercaban a recibirla bendición. Y pensé: en realidad, lo que las per-sonas esperan del misacantano vale para cualquierpersona. Cualquiera puede convertirse para los de-más en un cauce a través del cual el fluya amor deDios para llenar a las personas del amor y la ben-dición divinos.

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