sustentabilidad y derecho a la ciudad · esta afirmación de una ley termodinámica, no pretende...

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Sustentabilidad y Derecho a la Ciudad Iván Azuara Monter 1 I. El Derecho a la Ciudad en México Antes de reflexionar desde el punto de vista jurídico sobre el conjunto de derechos que los ciudadanos tenemos sobre este artefacto surrealista de concreto, acero, maquinas rodantes y humeantes, cuerpos en movimiento, historias, adrenalina, sudores, agua, vegetación, cantos, animales y sueños, llamado Ciudad, y que construimos para vivir, transitar, trabajar, trajinar, amar, habitar y transformar el espacio, y con él transformarnos a nosotros mismos; tendríamos que comprender un poco más de cómo y porque se produjo este mega-artefacto humano, del que se deriva nuestro estatuto de ciudadanos. Habría también que visualizar que procesos de dominación y de liberación se disputaron y se disputan en su espacio y por su espacio; hace tiempo islote en un gran espejo de agua dentro del sistema de lagos del Anáhuac, importante centro de otro poder. Habría que comprender los procesos socio-históricos, socio-espaciales, la magnitud de los impactos culturales y los impactos socio-ambientales, sobre diferentes unidades de paisaje de las sierras y el Valle de México, sobre sus comunidades originarias y sobre la dinámica del sistema hidrológico del 1 Doctor en Ciencias, con especialidad en Ecología y Ciencias Ambientales, por la UNAM. Estudioso de las Ciencias Sociales. Profesor Investigador del Centro de Estudios sobre la Ciudad de la UACM.

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Sustentabilidad y Derecho a la Ciudad

Iván Azuara Monter1

I. El Derecho a la Ciudad en México

Antes de reflexionar desde el punto de vista jurídico sobre el conjunto de

derechos que los ciudadanos tenemos sobre este artefacto surrealista de

concreto, acero, maquinas rodantes y humeantes, cuerpos en movimiento,

historias, adrenalina, sudores, agua, vegetación, cantos, animales y sueños,

llamado Ciudad, y que construimos para vivir, transitar, trabajar, trajinar, amar,

habitar y transformar el espacio, y con él transformarnos a nosotros mismos;

tendríamos que comprender un poco más de cómo y porque se produjo este

mega-artefacto humano, del que se deriva nuestro estatuto de “ciudadanos”.

Habría también que visualizar que procesos de dominación y de liberación se

disputaron y se disputan en su espacio y por su espacio; hace tiempo islote en un

gran espejo de agua dentro del sistema de lagos del Anáhuac, importante centro

de otro poder.

Habría que comprender los procesos socio-históricos, socio-espaciales, la

magnitud de los impactos culturales y los impactos socio-ambientales, sobre

diferentes unidades de paisaje de las sierras y el Valle de México, sobre sus

comunidades originarias y sobre la dinámica del sistema hidrológico del

1Doctor en Ciencias, con especialidad en Ecología y Ciencias Ambientales, por la UNAM. Estudioso de las Ciencias Sociales. Profesor Investigador del Centro de Estudios sobre la Ciudad de la UACM.

altiplano central, para tener una noción de a quién le pertenece el espacio de

esta gran metrópoli y cómo fue que se trastocó su sentido original, su dinámica

hidrológica, su naturaleza lacustre, sus cañadas, ríos y canales navegables por

buques de vapor2 y trajineras; su agresiva e intencional pérdida de memoria

colectiva…hasta transformar el espacio paulatinamente en esta especie de

metástasis de conglomeraciones urbanas grises,3 sobresaturada por automóviles,

muy contraria a nuestras más elevadas aspiraciones de libertad, calidad de vida

armónica y relajada, entendimiento social, paz, salud, justicia, seguridad, dignidad

y disfrute de la vida.

En el ininterrumpido proceso expansivo, las Mega-ciudades

latinoamericanas (colonias ibéricas en su mayoría) arrasaron en periodos muy

cortos de tiempo, con los recursos naturales renovables y no renovables, bióticos

y abióticos, con paisajes completos, con formas sustentables de transporte (como

las fluviales o las ecuestres), con sistemas locales de intercambio y

autosuficiencia alimentaria, así como con un conjunto de prácticas culturales de

las poblaciones autóctonas. Todo ello para consolidar la reproducción social y

material de un patrón de vida moderno y hegemónico en sus dos sentidos4.

Este proceso ha impedido a su paso la regeneración natural y la sucesión

2 León Portilla (1975) documenta todavía en 1890 las rutas de Vapores México- Chalco. Los grabados de

Nevel ilustran esa armónica coexistencia entre los Vapores y las Trajineras surcando los canales y lagos de la Ciudad de México. La Academia Mexicana de Ciencias et al (1995) señala que bajo el mandato de.. se ordenó bajar el Nivel del Lago y del sistema de Canales para impedir la navegación de calado profundo. 3 Muchas de estas conurbaciones laterales o marginales a caminos, son de precariedad extrema. 4 En el sentido del arreglo geopolítico donde una nación impone su supremacía sobre otra a través del

dominio cultural y en el sentido que Gramsi (1934) propone de la relación de poder de una clase social sobre otra, que en última instancia hay una convergencia de actores.

secundaria ecológica de los sistemas naturales5, alterando incluso los grandes

ciclos hidrológicos regionales6. La mega-urbanización, agudiza además la

desigualdad social, la exclusión y el despojo, elevando además de manera

continua la temperatura del planeta.

Es falso que la industria operada por procesos de combustión de carbón, o

hidrocarburos no refinados, fue controlada frente a los elevados niveles de

contaminantes atmosféricos en la Zona Metropolitana del Valle de México

(ZMVM). Sucede que ahora nos transportamos individualmente en máquinas

sobradas de caballaje, consumiendo hidrocarburos diversos en combustiones de

24 horas a velocidades de 17 Km por hora, en horas pico que se incrementan día

con día (el tamaño de la contradicción se agudiza si imaginamos que sólo

necesitamos un caballo para movernos al doble de esa velocidad). El calor que se

produce en un embotellamiento se combina con la refracción solar sobre el

pavimento (la extensión de las planchas asfálticas y de concreto forman islas de

calor7). Ahora las termoeléctricas que hacen funcionar las luminarias han sido

alejadas de las grandes ciudades; no obstante, el combustóleo y el metano siguen

5 Los ecosistemas tienen mecanismos regenerativos que les permiten recuperar su estabilidad o

funcionamiento normal frente a una perturbación natural. Por ejemplo, frente a una erupción volcánica o un deslave, la colonización de los primeros organismos sobre la piedra volcánica (líquenes y musgos) permite el establecimiento posterior de formas de vida más complejas como las herbáceas, que forman suelo y a su vez permiten el establecimiento de los arbustos y posteriormente de los árboles, a este proceso natural se le denomina sucesión ecológica. La tasa de expansión urbana es varios órdenes de magnitud superior, tanto en espacio como en tiempo, a la velocidad de los procesos de regeneración natural de tal suerte que la fuerza expansiva urbana se mide en centenas de metros por hora, mientras que la regeneración natural se mide en años. 6 Investigadores de La Academia de la Investigación Científica et al (1995), consideran en su análisis los impactos sobre las cuencas que rodean a la Cuenca de México o Anáhuac, tanto en su declinación hidrológica como es el caso de la cuenca Chapala- Lerma, como en la contaminación que se produce sobre algunas de ellas, como es el caso del rio Tula, el Tecolutla y el Pánuco. 7En la banda térmica de los sensores remotos se pueden detectar diferencias de hasta de 2 grados F., de las zonas urbanas sobre el promedio general de la isoterma circundante.

ardiendo en cantidades considerables bajo tecnología oriental. Importamos gas

natural a través de transnacionales ibéricas, mientras que en estados como

Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche arden los mecheros día y noche

quemando el metano.

Hay una especie de obviedad científica, qué como si se tratase de alguna

antigua alquimia, los poderosos intereses de los petroleros, (principalmente, de

EUA, británicos y españoles) no quieren que observemos: “El grado de desorden

de un sistema produce calor”, esto es: el incremento de entropía aumenta la

temperatura.

Esta afirmación de una ley termodinámica, no pretende sobrecargar el

presupuesto calórico global a la hiper-urbanización; también el patrón de

producción y consumo energético contribuye significativamente. Observemos, por

ejemplo lo devastador del impacto ambiental y social en las zonas petroleras

mexicanas de la segunda postguerra a la fecha. Observemos en el mismo periodo

la velocidad de la fragmentación de unidades de paisaje, en los grandes

ecosistemas tropicales y templados, la pérdida total de la cobertura vegetal por un

mal manejo agropecuario y forestal, agravado por la alteración de ciclos

hidrológicos y por la desertificación de grandes extensiones territoriales en el norte

de México, que contribuye también a la acelerada pérdida de biodiversidad; la

minería a cielo abierto; la desaparición de volcanes completos por la extracción de

basaltos, grava y tezontle, o acero para la construcción; la alteración de cauces de

ríos perenes, temporales y canales; la desecación de ciénagas, lagos y sistemas

lagunares; y la magnitud del acelerado cambio de uso de suelo destinado a la

urbanización y actividad minera (visible en el registro de imágenes de satélite, en

series de tiempo muy cortas)8 con impactos irreversibles; contribuyen muy

significativamente al fenómeno climático global.

No obstante, todo este conjunto catastrófico de procesos lineales y

progresivos obedece a un modo de producción específico (Azuara 2010), que

tiene su base en la producción del espacio social materializado en mega-

urbanizaciones9, resultado de los mecanismos de sobre-acumulación de capital, a

través de procesos especulativos inmobiliarios y mega-proyectos urbanos

asociados al cambio de uso del suelo (Singler 1978; Harvey 2006, 2010; Pérez

Negrete 2009, 2013; Ramírez 2010), que en el caso de la Ciudad de México,

incluye adicionalmente la sobre-explotación hídrica, la desecación de humedales y

cuerpos de agua (Azuara 2011) para posteriormente incorporar su superficie al

mercado del suelo urbano.10

El excedente de capital de este proceso acumulativo de producción de

espacios se coloca como deuda y se materializa en la producción de ciudad, a

través de la industria de la construcción, las desarrolladoras urbanas y las

8El incremento en la velocidad de expansión urbana ocurre al inicio de la década de los cincuentas del siglo

pasado bajo el modelo de urbanización industrial (Legorreta 1985 , Castells 1968) El registro de imágenes de la serie Landsat es de inicios de la década de los setentas del siglo pasado. 9 Su contraparte es la producción social del espacio a través de la autoconstrucción progresiva, que no obstante abarca una proporción considerable del espacio urbano de la Ciudad de la Ciudad de México, ver Duahu y Giglia (2009). 10 El incremento en el precio del suelo con el cambio de uso de rural a urbano es hasta de 10 veces su valor original. Muchos gobiernos de Estados Nacionales, en América y Europa han utilizado este opaco mecanismo para capitalizarse (Jordi Borja, com., pers.). En México este cambio de uso de suelo para la urbanización, se acompaño de cambios de tenencia de la tierra de bienes comunales y ejidos a propiedad privada, incluso utilizando la expropiación por causa de utilidad pública. Asimismo, los procesos de desecación y desagüe del lago, entraron también al mercado del suelo urbano, como sigue ocurriendo bajo otros mecanismos en la periferia del Ajusco, en la Sierra Chichinautzin y en algunas chinampas en Xochimilco. Además de esté impacto hídrico se le suma la contaminación de los ríos temporales y perennes de la cuenca.

inmobiliarias transnacionales, aceitadas y apoyadas por mecanismos financieros

internacionales (BID, BM, FMI)11, que además le proporcionan continuamente

superficies de rodamiento a la industria automotriz12, que a su vez garantiza un

consumo creciente de hidrocarburos, causante principal (además de las múltiples

guerras por sus reservas) de las emisiones contaminantes que producen

alteraciones atmosféricas regionales, como es el caso de nuestra Cuenca de

México; y que dichas emisiones resultan además en la alteración de la

composición de las capas atmosféricas superiores que provocan el efecto

invernadero.

En consecuencia, para un análisis serio de la sustentabilidad tendríamos

que preguntarnos:

1) ¿Cuál es entonces la capacidad de carga que tiene la Biósfera en

su conjunto para soportar estos procesos entrópicos sin alterar la

homeostasis13 del planeta?

2) ¿Cuáles son las capacidades regionales de resiliencia que

permiten reducir la inestabilidad sistémica de la mega-urbe en

términos termodinámico (islas de calor), trofodinámicos (impacto

de la producción y abasto de alimentos) y metabólicos (la tasa de

11 Consultar David Harvey (2006) y Michael Blim (2006). 12

En la antesala de la primera guerra mundial la concentración de capitales de la industria automotriz presenta ya procesos de concentración monopólica a través de clusters y carteles de las potencias que se disputaban ya el poder hegemónico. 13 Se entiende aquí homeostasis como la capacidad de mantener un equilibrio dinámico o condición estacionaria dinámicamente estable a través de mecanismos de auto-regulación, precisamente en el nivel superior del sistema natural del planeta: la Biósfera. Lamentablemente el experimento Biósfera II, ha divulgado información no muy seria que provoca distorsiones y confusiones conceptuales; lo que agrava la ignorancia sobre la magnitud del problema.

conversión del balance de todas las entradas y salidas del sistema

urbano)?

3) Y en una tercera escala analítica tendríamos que conocer ¿qué

prácticas locales de manejo de recursos naturales, restauración

ambiental y social, movilidad sustentable y autosuficiencia

alimentaria, pueden contribuir a reducir la inestabilidad sistémica

regional?

Estas preguntas pretenden correr el velo al tema de los límites de la

naturaleza por un lado, y reflexionar sobre los límites de la naturaleza humana, por

el otro (en términos no metafísicos, ni religiosos); a través del reconocimiento del

impacto negativo de la actividad de un sector de la población humana sobre el

Orden Natural, entendido éste como el flujo de energía que sustenta a la biosfera

y como mosaico dinámico de ecosistemas terrestres y acuáticos14 integrado por

diferentes niveles de organización biológica, elementos abióticos en movimiento

permanente, y por supuesto la coexistencia con espacios sociales

transformados, subvencionados y sobre-habitados por poblaciones humanas (y

vehículos) que imponen dinámicas específicas a las regiones que los contienen y

a la biosfera.

Esta es la forma de otorgar escalas analíticas manejables y medibles a la

sustentabilidad, al tiempo que la despojamos del uso distorsionado y retórico que

hacen de este concepto los gobiernos y los poderes supranacionales. Asimismo,

14 Se denomina matriz y fragmentos en la terminología de la Ecología del Paisaje, y se utiliza en el análisis ambiental regional. En el caso de la cuenca la matriz dominante es el espacio urbanizado.

mirar así la sustentabilidad, es congruente con la agenda de investigación

científica en materia de ecología que se interroga sobre ¿Cómo es que patrones y

procesos en una resolución espacial y temporal afectan a otras escalas o

resoluciones? (Lubchenco et al. 1991), incluida por supuesto la escala global

constituida por la biosfera y la delicada interacción entre ésta y la atmosfera. Así la

sustentabilidad en cada nivel de organización se resuelve de manera semi-

autónoma y se articula a la complejidad sistémica bajo los principios de

estratificación y no linealidad de los procesos evolutivos.

Sólo queda en el aire una cuestión sensible. Si ese sector social aludido,

tiene que reinvertir una parte de sus ganancias, ya sea en la maquinaria de

guerra, como mecanismo expansivo del capital neoliberal, o bien en la maquinaria

urbana económica15, que produce espacios sociales bajo un mismo molde (como

línea de producción). Si este sector capitalista no puede detenerse, bajo el

argumento de que su capital deja de crecer, entonces nuestro esencial Derecho a

la Ciudad, no a la que deseamos y soñamos para vivir, sino a la que hoy nos

sustenta; está siendo quebrantado por una minoría, que impone transformaciones

no deseadas, y riesgosas a quienes habitamos en la Ciudad de México.

15 El capital requiere para su expansión territorios no capitalistas y sectores no capitalistas. La maquinaria de

expansión urbana está articulada a los ciclo de acumulación de capital por despojo (David Harvey 2006, 2010, Azuara 2010,2011), que se ejerce a través de expropiaciones por causa de utilidad pública, entre otros mecanismos. Según el Registro Agrario Nacional, en el Distrito Federal se han constituido legalmente 83 ejidos y siete comunidades a los que se les otorgaron 54 mil 400 hectáreas. De esta superficie, sólo les resta 33 mil 938 hectáreas (11mil 934 ejidales y 22 mil comunales). Esto implica una disminución de 20 mil 462 hectáreas que han sido afectadas por la expansión urbana e industrial, y que 38 de los 88 núcleos agrarios que actualmente existen ya no cuenten con tierras.

En el mes de agosto de 2013 se armó un debate, en la Comisión de

Derechos Humanos del Distrito Federal, en torno a los impactos ambientales que

produciría la construcción de la Supervía Oriente. Un grupo de académicos y

ciudadanos de Xochimilco, denuncio los impactos sobre el sistema hidrológico

general de la ciudad y sobre la zona histórico patrimonial que tendía dicho

proyecto. Lo importante es destacar como el Estado utiliza como estrategia de

presentación social y evaluación ambiental, la fragmentación de Mega-

proyectos urbanos, para eludir la evaluación de los impactos acumulativos de

mediano plazo, así como sus sinergias negativas sobre todo el sistema regional (la

cuenca y sus sierras). El dictamen final está en curso y la moneda en el aire. El

antecedente a esté esquema de imposición de Mega-proyectos urbanos está

perfectamente documentado por Pérez-Negrete (2013), con el caso de la Supervía

Poniente.

Este es precisamente el Derecho a La Ciudad que defendió Henri Lefebvre

en 1968. Estaba convencido de que la fundación y la historia de ciudades en cada

cultura, tiene que ver con la historia de producción de los espacios sociales como

proceso.

Frente a los impactos negativos del neoliberalismo sobre la Ciudad,

convertida ahora en mecanismo o instrumento exclusivo al servicio de la

acumulación de capital, Lefrevre (1968) propone reivindicar la posibilidad de que la

gente vuelva a ser dueña de la Ciudad. Es esencialmente el rescate del hombre y

su memoria como elemento principal y protagonista del espacio social que ha

construido el mismo.

Instaurar la posibilidad del “buen vivir para tod@s”, que en gran medida

depende del derecho a un hábitat, o forma de habitar, que permita relaciones

armónicas con el otro; que permita la alimentación autosuficiente, la

retroalimentación y el intercambio, la reconstrucción del descompuesto tejido

social, y fundamentalmente la conciliación con la naturaleza, con la Tierra a la que

pertenecemos16 .

El límite natural como lo hemos intentado demostrar, por supuesto existe.

No es una ficción maltusiana ni metafísica, aunque para los que están en esa

lógica acumulativa del capital y el poder a través del manejo del espacio piensen

que no hay límite: the sky was the limit. Hace tiempo que hay evidencia científica

disponible sobre la alteración de las capas atmosféricas superiores, pero también

sobre los efectos atmosféricos locales y regionales del calentamiento global.

Lamentablemente, por si fuera poco, también hay evidencia científica sobre los

riesgos del desequilibrio del Sistema Hidrológico que sostiene a la Mega-urbe

de México. No descartemos sinergias negativas frente al conjunto de evidencias

observables.

No se trata pues, de solamente poner a prueba la resiliencia sistémica

regional de la metrópoli como mega-espacio construido socialmente, sino de

defender el derecho que tenemos a su viabilidad como espacio social y el derecho

a nuestra propia sobrevivencia regional y planetaria.

16 Ello implica por un lado reconocer las afectaciones en los diferentes niveles de organización de la naturaleza (genes, individuos, poblaciones, comunidades, ecosistemas, biomas, regiones biogeográficas) y por el otro lado, el ampliar la libertad sin reducir un nivel mínimo de seguridad, a los miembros de la comunidad en los términos que plantea Buman (2007), y en el caso que nos ocupa, como parte de la reconstrucción del tejido social articulado al orden natural a través de su proceso de re-estabilización.

II. Ruta Epistemológica

La propuesta cognitiva central de Lefebvre (1969) afirma que el espacio

social debe ser analizado por una triada de elementos: lo percibido como práctica

del espacio, lo concebido como representación del espacio y lo vivido como

espacio de representación17. Lefebvre señala: “un espacio producido se descripta”

En este sentido Hiernaux (2004; 22) considera que “Henri Lefebvre y Walter

Benjamin parten de principios metodológicos similares: leer la realidad, inclusive

para Benjamin sus ruinas, es la forma de entender los procesos. Partir de

predeterminaciones, limita el análisis, reduce su alcance, deforma la realidad e

impide encontrar los verdaderos procesos y los códigos del espacio”.

En nuestro caso sería imposible hacer de lado el espacio social previo a la

prolongada dominación española y a la invasión de los Estados Unidos18 como

punto de partida y explicación del impacto de las transformaciones espaciales e

hidrológicas de la Ciudad de México, así como del impacto de estos procesos

sobre el conjunto de ciudades de la nación Mexica, emancipada, independiente,

soberana, revolucionaria, que en una suerte de fragmentación y despojo territorial,

avasallamiento, mestizaje, descomposición y polarización social, devino en la

17

Cada sociedad secreta su propio espacio, estas prácticas forman parte de la esfera de lo que puede ser percibido en el análisis del espacio; para entender la práctica social se debe descifrar su espacio. Por otro lado, existen representaciones del espacio que subyacen en las prácticas y forman parte de una representación ideal del mismo, aunque no expresada en la práctica. Estas representaciones son concepciones que podemos y debemos tratar de entender para cada sociedad. En las representaciones entran las ideologías y los saberes a cerca del espacio. Finalmente, lo vivido es el conjunto de espacios de representación de los actores sociales en el espacio (Hiernaux 2004) 18Centros importantes de confluencia social, intercambio comercial y abasto de alimentos, como los embarcaderos, fueron destruidos durante la invasión norteamericana a la Ciudad de México. No hay que perder de vista que un conjunto de ciudades y mega-ciudades importantes del Sur de EUA estaban bajo la jurisdicción mexicana hasta hace 162 años.

constitución del Estado Mexicano actual, donde se enmarcan nuestras mermadas

garantías individuales y legítimos derechos.

Si bien la propuesta teórica del espacio-análisis de Lefebvre (1969)

posibilita la observación y reflexión de la imposición de un espacio absoluto sobre

un espacio diferenciado a través de los tres elementos constitutivos del espacio

social (y del Derecho a la Ciudad como la reapropiación y apropiación del

espacio, frente al poder hegemónico); las acciones prioritarias y urgentes para la

sustentabilidad regional, y para la mitigación del cambio climático global,

demandan, en una concepción estratificada y evolutiva de la realidad, un nivel

analítico superior.

Para aproximarnos a responder la primera pregunta en torno a la

capacidad de carga que tiene la biosfera para soportar procesos entrópicos, sin

alterar la homeostasis planetaria, partimos de una concepción diferente a la bella

utopía de Albert Einstein, que parte de la suposición de que el Universo está

constituido de tal manera que las mismas leyes y las mismas formas de

organización, rigen en todos los dominios y en todas las escalas fenomenológicas.

La investigación científica en décadas recientes ha tenido que renunciar a dicha

uniformidad llegando a una concepción diferente de Universo con dos

características fundamentales: (1) el mundo físico se presenta constituido por

niveles de organización semi-autónomos y en cada nivel rigen dinámicas

específicas de cada uno de ellos, pero que interactúan entre sí. Los diferentes

niveles están “desacoplados” en el sentido de que las teorías desarrolladas en

cada uno de ellos, tiene suficiente estabilidad para no ser invalidadas por

descubrimientos o desarrollos en otros niveles. Esta organización por niveles y

esta forma de desacoplamiento no es privativa de la física (Garcia 2006: 74-75;

Schweber 1993), ni de la ecología. (2) una evolución que no procede por

desarrollos continuos, sino por reorganizaciones estructurales sucesivas.

La fortuna de esta visión cognitiva no lineal y desacoplada del Universo es

que posibilita que muchas mentes y muchas manos trabajen bajo el objetivo de

frenar los procesos entrópicos del entorno inmediato, en este emergente

contexto de desastre regional y planetario.19 Asimismo, posibilita influir en

diferentes niveles de organización de la naturaleza20, identificando los elementos,

flujos y procesos que afectan los niveles inmediato superior e inmediato inferior.

En este sentido, Rolando Garcia (2006:110) señala que el objetivo central

de la investigación científica interdisciplinaria de sistemas complejos, es el

diagnóstico de la raíz de los problemas, ya sea para prevenirlos, o para generar

políticas y acciones que reviertan el deterioro social y ambiental en el que estamos

inmersos.

Sin embargo, es necesario también asumir una visión crítica desde esta

misma visión cognitiva; John Holloway (2000) afirma desde su perspectiva

epistemológica que la visión fragmentada del posmodernismo es una conciliación

19 Para Enrique Leff (2006:26) la complejidad marca el límite de la razón universal, de la ciencia cosificadora, surge así la construcción de una racionalidad ambiental que articula lo real y lo simbólico, el pensamiento con la acción social, implica una ética de la otredad, una re-conceptualización de identidades dentro de una política de la diversidad y la diferencia, para construir un futuro sustentable. 20 Existe una diversidad importante de investigaciones aplicadas en los diferentes niveles de organización. Bojorquez et al (1995, 1995a) y Azuara (1997); Azuara et al (2002) desarrollaron metodologías de caracterización regional y análisis ambiental, cuyos resultados han sido incorporados en instrumentos de política ambiental como el Ordenamiento Ecológico del Distrito Federal, programas de conservación de áreas naturales y programas de manejo forestal regional.

con la desilusión. Hay muchas formas de reducir las expectativas, una de ellas es

cerrar las categorías analíticas e imponer reducciones conceptuales y de lenguaje:

no abordar la complejidad del mundo. En este sentido la complejidad se vuelve la

gran coartada para justificar el abordaje fragmentado por la especialización del

conocimiento, el problema no es la calidad de la investigación, su precisión o

exactitud, sino su complicidad con el sistema.

En este nivel analítico ya hemos reportado algunas reflexiones en el marco

del materialismo histórico geográfico (Azuara 2010) y en el análisis de la

participación ciudadana desde la dimensión del estado y la sociedad civil (Azuara

y Fonseca, en prensa)21

Para aproximarnos a responder la pregunta en torno a ¿Cuáles son las

capacidades regionales de resiliencia que permiten reducir la inestabilidad

sistémica de la Mega-urbe? En este trabajo nos concentramos en dos procesos:

(1) la definición física espacial del sistema que permita el análisis de

sustentabilidad regional, y (2) la identificación de procesos sensitivos e

intercambio de flujos hacia los sistemas regionales contiguos.

21 Es imprescindible considerar la tensión o subordinación que genera, en todos los niveles

y órdenes de gobierno, la interacción con las fuerzas económicas supranacionales que imponen sus reglas sobre las leyes nacionales, que ejercen presión sobre los funcionarios públicos e inciden en los procesos legislativos. Autores como Hirts y Thompson (1996) y Manuel Castell (1999), señalan que el gobierno de los mercados internacionales incluye a los gobiernos nacionales pero en un nuevo papel: los estados funcionan menos como entidades soberanas y más como componentes de un “sistema de gobierno internacional”, las funciones centrales del estado-nación serán proporcionar legitimidad y asegurar que los mecanismos de gobierno supranacionales y subnacionales operen. El estado-nación cada vez está más sometido a fuentes de poder que no están definidas o son indefinibles. Es así que en el plano supranacional operan: redes de capital, producción, comunicación, crimen organizado, instituciones internacionales, aparatos militares supranacionales y religiones transnacionales, organizaciones no gubernamentales y movimientos de opinión pública.

Es muy importante destacar que esa definición física regional y esa

identificación de procesos sensitivos y flujos, se efectúa sobre la parte del sistema

con una mayor estabilidad relativa y con una mayor permanencia en el tiempo,

esto es el conjunto de formas orográficas circundantes. Asimismo, en un nivel

inmediato inferior el conjunto de unidades geomorfológicas pueden describir con

claridad movimientos de materia y energía, hacia adentro y hacia afuera de la

cuenca endorreica.

Sobre esta base física de regionalización se pueden ir sobreponiendo

diferentes coberturas de información que permitan ir describiendo y analizando

procesos relevantes como la expansión urbana, la dinámica hidrológica regional,

la vegetación y usos del suelo, los procesos de fragmentación, la riqueza

biológica, la heterogeneidad de las características socioeconómicas de la

población, la fragmentación y segregación socio-espacial, la dinámica de su

movilidad, tanto social como espacio-temporal. Asimismo, sobre esta

regionalización se puede analizar las divisiones políticas, distribución de

competencias y concurrencias de sectores gubernamentales y niveles de

gobierno, y sus respectivas dinámicas.

Finalmente, en un tercer nivel analítico representado por las comunidades

rurales no conurbadas, las comunidades de borde, comunidades conurbadas y

las organizaciones sociales urbanas (diferenciadas de las tres anteriores), se

propone una metodología de investigación intervención socio-ambiental, que

permita identificar la percepción y vivencia de las problemáticas locales, así como

prácticas cotidianas de apropiación y producción del espacio, manejo de recursos

naturales (principalmente del agua), producción de residuos sólidos y líquidos,

restauración ambiental y social, movilidad sustentable y sistemas de

autosuficiencia alimentaria. A través de la investigación intervención socio-

ambiental y un trabajo comprometido en el campo, se puede construir

paulatinamente una sinergia positiva que contribuya a reducir la inestabilidad

sistémica regional.

De acuerdo con Ardoino (1980), la idea de intervención lejos de asociarse a la

idea de auxilio o ayuda, podría remitir a la idea de control o regulación. Por ello

siguiendo a Bedacarratx (2002) consideramos que “intervenir” es incluirse en un

espacio social,22 lo cual supone una experiencia. El trabajo de campo es desde

este punto de vista una intervención. La inclusión de quienes lo hacen supone

entonces: a) una representación del espacio donde se incluyen, b) la posibilidad

de explicitar el por qué y el para qué de su inclusión, c) la argumentación que

construya el “desde donde” se incluyen, y d) la posibilidad de que se explique el

cómo se incluyen. La posibilidad de incluirse o involucrarse en estos términos,

está indisociablemente unida, a la tarea de análisis de la propia implicación.

Aquí es fundamental estar alerta en el análisis de la propia implicación del

grupo de investigadores con la comunidad, en el contexto del Derecho a la

Ciudad, ya que “ciertos analistas han señalado las maneras en que los derechos

funcionan de manera conjunta con el capitalismo y sirven como discurso

22 Se mantiene el concepto de espacio social bajo el abordaje metodológico que propone Lefebvre para descriptarlo. Habrá de confrontar las representaciones diferentes del espacio que tienen tanto la comunidad, como el grupo de investigadores que lo intervienen, evitando que a través de la opinión académica se establezca una relación de poder, o la inhibición de iniciativas o exposición de concepciones propias de la comunidad.

regulatorio: normalizan ciertas relaciones de poder, y a la vez cooptan demandas

políticas más radicales” (Speed 2006:76).

La investigación intervención socioambiental que hemos iniciado desde finales

de 2010 en algunas comunidades de la Sierra Chichinautzin y la Sierra de las

Cruces se ha venido construyendo de manera diferenciada en cada comunidad en

tres etapas:

1) Acercamiento e involucramiento del grupo de investigación con las

comunidades, a través del proceso de generación de la información sobre ellos

mismos, por medio de instrumentos cualitativos, cuantitativos y geomáticos.

2) Auto-diagnóstico que se desarrolló a través de una reflexión sobre la

información en torno la producción del espacio social, o la producción social

del espacio, el manejo local del agua y su impacto en la dinámica regional, y la

propia organización de la comunidad para resolver sus problemas. El auto-

diagnóstico es detonado a partir del proceso de devolución de información de

los investigadores a la comunidad.

3) Formulación conjunta de alternativas entre el grupo de investigación y la

comunidad.

La investigación intervención socio-ambiental se concibió pensando en la

posibilidad de replicación e intercambio de experiencias entre las comunidades

periurbanas y urbanas, de tal suerte que permita contribuir en sostener el abasto

de agua de buena calidad, para los habitantes de dichas comunidades y para los

habitantes de Ciudad de México y de la Región de Anáhuac. Asimismo, se pensó

en restaurar algunos ciclos naturales del sistema hidrológico a través de acciones

locales en puntos estratégicos de las sub-cuencas que la conforman la Cuenca de

México.

Este tercer nivel de análisis es el que posibilita acciones ciudadanas para

otorgarle viabilidad al espacio social como el principal derecho de los habitantes

de la Ciudad de México. Los objetivos de este fueron:

(1) Analizar los procesos de producción social del espacio en la periferia de la ciudad

y de las comunidades no conurbadas.

(2) Analizar los problemas comunitarios en torno a la disponibilidad, acceso,

aprovechamiento y consumo de agua, así como disposición de aguas residuales y

contaminación por residuos sólidos y líquidos;

(3) Analizar en las comunidades sus formas organizativas propias;

(4) Realizar una devolución de la información diagnóstica a las comunidades;

(5) Identificación conjunta de prioridades y posibles soluciones que permitan el

abasto y disposición adecuada del agua para los habitantes de las comunidades

de las sierras Chichinautzin y las Cruces, propiciando procesos de contención

urbana y restauración;

(6) Introducción de eco-tecnologías que apoyen solución de problemas de abasto y

calidad del agua a través del uso de energías renovables.

III. Caracterización interactiva de la Región del Anáhuac

La región en estudio está limitada geográficamente por la totalidad del

sistema de sierras que conforman la cuenca donde se asienta la Ciudad de

México, que para efecto de regionalización se considera la extensión total de la

Zona Metropolitana de la Ciudad de México23, Este espacio es de enorme

23 Si nos constreñimos a los municipios donde se despliega el área urbana (según Duahu y Giglia

2009), suman un total de 44, en dos entidades federativas Distrito Federal y Estado de México (Anexo II). Esta distinción es importante en cuanto a la estrategia que puede seguirse en los

complejidad, tanto en términos de su dinámica natural como en términos de su

transformación material histórica y política.

El conjunto de sierras que conforman la Cuenca de México24, en el sentido de

las manecillas del reloj, la integran al norte la Sierra de Tezontlalpan, la Sierra de

Pachuca, al este la Sierra Chichucuatla, la Sierra Tepozan, la Sierra Calpulalpan y

la Sierra Nevada (Popocatepetl e Iztazihuatl), al Sur la Sierra Chichinautzin, al

oeste la Sierra de las Cruces, las Sierras Monte Bajo y Monte Alto y la Sierra

Tepotzotlan. La región natural de atención se considera, no desde los parte-aguas

de sus cumbres serranas, sino desde la parte baja de la vertiente exterior.

Si observamos la región así, a través de imágenes de satélite (el lector me

puede seguir desde Google Earth observando las imágenes de dominio público

más recientes), las sierras desde el sur conforman una especie de herradura. La

Sierra de Guadalupe (al norte) y la Sierra de Santa Catarina (al este), aparecen

como islas en medio de la extensa mancha urbana, que ocupa la huella de lo que

fue el gran lago en tiempos diluvianos (Mosser et al 1975:52, mapa1). Asimismo,

en medio de la gran mancha urbana, al sur de la Sierra Santa Catarina se observa

un polígono verde con un vértice pronunciado hacia el norte. Si hacemos un

acercamiento podemos observar, como vestigio, el sistema de chinampas y

estados y municipios de la Región del Anáhuac entre el suelo propiamente urbano y el suelo que debe destinarse a la conservación y el manejo hidrológico (captación y almacenamiento del agua pluvial y recarga del acuìfero), así como a la restauración de ecosistemas.

24 Las entidades federativas que tiene jurisdicción en la cuenca por orden de importancia son las

siguientes:(1) Estado de México, 4,800 km2, 49 municipios, 50%; (2) Hidalgo, 2,540 km2,19 municipios, 26%(3) Distrito Federal,1,320 km2,16 delegaciones,14%; (4) Tlaxcala, 840 km2,9 municipios, 8% (5) Puebla, 100 Km2, 2 municipios, 2%.

canales, y lo que queda del lago de Xochimilco25. Si nos alejamos nuevamente,

podemos observar en la imagen la mayor densidad de bosques al norte de la

Sierra de las Cruces y en un fragmento localizado al norte de la Sierra Nevada.

Sin embargo, cuando hacemos acercamientos a los fragmentos de vegetación,

observamos procesos de fragmentación estructural (Forman y Godron1981) y

aclareos por tala o apertura de pastizales a lo largo de todas las sierras. De todo el

conjunto de edificios volcánicos, masas forestales, y cuerpos de agua, que

integran esta gran unidad natural, endorreica hacia la metrópolis y exorreica hacia

la periferia de las sierras,26 depende no sólo la viabilidad de la ZMVM, sino de la

denominada Corona de Ciudades.

De acuerdo con el Programa de Ordenación de la Zona Metropolitana del

Valle de México (1999) la Megalópolis abarca 265 municipios, de los cuales 99

corresponden al Estado de México, 31 a Morelos, 36 a Puebla, 52 a Tlaxcala, 31 a

Hidalgo y 16 delegaciones al Distrito Federal. La Zona Metropolitana del Valle de

México se integra por 59 municipios conurbados y 190 municipios que integran la

denominada Corona de Ciudades. El número de habitantes en esta concepción de

Megalópolis para el año 2000 era de 26.8 millones representando el 27.5 % de la

población nacional.

25 Este es el polígono amenazado por la supervía oriente. El agua que irriga los canales y el lago de Xochimilco viene de las sub-cuencas de la Sierra Chichinautzin, de ahí la relevancia de trabajar la información de los pueblos no conurbados en el tercer nivel analítico. Aquí se reporta el trabajo realizado en la comunidad de San Francisco Tlanepantla, Xochimilco, cuyos bienes comunales abarcan el Volcán Chichinautzin, nodo de alta biodiversidad. 26 Desde la perspectiva de los flujos y procesos sensitivos de un sistema complejo, los movimientos de materia y energía se darían a través del balance hidrológico, los movimientos de materia orgánica y suelo de los parteaguas hacia dentro y hacia afuera de la cuenca, los movimientos a largo plazo de la vegetación y la fauna, y los contaminantes producidos y contenidos al interior de la cuenca atmosférica.

No puedo dejar de invocar una visualización (elaborada por Tomás Filsinger

2012) para imaginar el impacto ambiental de la transformación del espacio

ocurrida en el proceso de producción del espacio social, en un tiempo

relativamente corto, por una sucesión de relaciones de poder y disputas del

dominio territorial de un espacio estratégico como este (Figura 1). El más

significativo de los impactos es la producción de la escasez de agua en el lecho

del antiguo lago27

La extracción de agua subterránea se inicio en 1847 (después de la guerra

contra EUA) y se mantuvo sin déficit hasta 1965. El 62% del agua que abastece la

ciudad es subterránea. Se recargan 0.75 Km3 por año y se extraen 1.70 Km3 por

año. La disponibilidad media anual es de -0.95 Km3 por año (Conagua 2009). El

Programa Metropolitano de Recursos Naturales (1997), consigna que debido al

crecimiento poblacional y a la expansión de la mancha urbana se ha alterado el

balance hidrológico, afectando el abastecimiento de agua por sobre-explotación

de los mantos acuíferos. Del agua disponible por precipitación en la Cuenca de

México, el 80% se evapora, el 11.3% se infiltra al subsuelo y el 8% escurre

superficialmente. De lo que escurre se aprovechan 3 m2/segundos el resto se

27 Gurría-Lacroix (sin fecha, Tomo II, número 2) en Atlas de Planos Técnicos e Históricos, que

forman parte de la memoria del drenaje profundo (1975), documenta con precisión el límite del lago en 1519, y la secuencia de obras hidráulicas durante los siglos XV, XVI, XVII y XVIII. Destacan los tajos abiertos construidos para desaguar el lago, los socavones, el dique de Mexicaltzinco que dividía las lagunas de México y Xochimilco, el dique de Cuitlahuac que dividía las lagunas de Xochimilco y Chalco, así como las grandes calzadas que se levantaban sobre el espejo de agua, Calzada de Guadalupe o Tepeyac, Calzada de Tacuba o Tlacopan y Calzada de San Antón o Iztapalapan. Lo sorprendente, además del cambio radical de paisaje, es que el proyecto de desagüe del lago de la gran cuenca, iniciado por los españoles con fines de control militar, con el tajo de Nochistongo, continúa después de la emancipación, por largo tiempo, concluyendo en los años setentas del siglo pasado con la obra del drenaje profundo.

desaloja a través del sistema de drenaje. Se estima que cada año se recargan del

orden de 220 millones de metros cúbicos. La descarga de agua pluvial que se va

al drenaje profundo es superior a la recarga del acuífero, debido a la velocidad de

infiltración. Los hundimientos ocurren por la compactación de arcillas provocada

por la impermeabilización de los suelos por los pavimentos.

Lo que hay que destacar en este segundo nivel analítico es que el

desequilibrio hidrológico y ecológico, así como la transformación radical del

espacio no son hechos casuales, por el contrario han sido una construcción

social. El desagüe y el desecamiento del lago formaron parte de una concepción

de construcción territorial durante la conquista y la colonización. Después de la

emancipación hasta el periodo de la modernización urbana los desequilibrios han

sido producto del predominio de sectores económicos específicos y usos

productivos de la cuenca sobre sectores y usos estratégicos. Esta preponderancia

de los sectores secundario y terciario, ha sido facilitada por las intervenciones

gubernamentales. En esta última etapa, durante los años sesentas, incluso se

conformó una Comisión de Conurbación que fomentó el poblamiento y expansión

de la Ciudad de México (Azuara y Fonseca en prensa).

Por otro lado, el proceso expansivo de la ciudad de México y el manejo

hidráulico discrecional, que impacta negativamente todas las cuencas periféricas,

y que favorece a sectores sociales con mayor poder adquisitivo, ha sido

acompañado históricamente de arreglos tanto en la división política del territorio28,

28

La Constitución de 1824 ordenó al Congreso de la Unión elegir el lugar de los Supremos Poderes de la Federación. La de 1857 estableció la elección de autoridades municipales; La de 1917 integró al Distrito Federal como parte de la Federación y ratifico la elección de ayuntamientos de las municipalidades en las

como en las estructuras administrativas sectoriales del gobierno federal

(secretarias de estado), así como las estructuras espejo tanto del Gobierno del

Distrito Federal, como del Estado de México. Asimismo, estos arreglos territoriales

y estructurales han tenido efectos en los municipios y demarcaciones políticas de

la región.

Las estructuras de los diferentes niveles de gobierno que inciden en el

“manejo” del territorio del Anáhuac y de la metrópoli, varían de acuerdo a los

límites y objetivos planteados por los diferentes programas y políticas públicas29,

de tal suerte que la concurrencia de atribuciones y competencias en materia de

uso de suelo, tenencia de la tierra y manejo del agua se diluyen propiciando

desatención y corrupción en estas materias. En este contexto es prácticamente

imposible coordinar acciones para la estabilidad y resiliencia regional.

IV. Avances en la inclusión al espacio social comunitario

El trabajo de campo se concentró en la Comunidad de San Francisco Tlanepantla,

Xochimilco, en la Sierra Chichinautzin. Se han sostenido, adicionalmente,

conversaciones y acercamientos con la representación comunal de la Magdalena

Atliltic y el comisariado ejidal de San Nicolas Totolapan, en la sub-cuenca del rio

que se dividiría; las leyes orgánicas del D.F. lo rigieron hasta que la reforma de 1928 suprimió el sistema municipal. Fue la reforma constitucional de 1987 la que inició la transformación democrática y la de 1996 la que establece la elección de Jefe de Gobierno del Distrito Federal y la de 1997 la elección de Jefes Delegacionales (Batres 2013). 29 Tan sólo en la región de la cuenca general (Región XIII para la Conagua y de la Conafor) hay cuatro instrumentos de política pública territorial para los usos y destinos del suelo: el Programa General de Desarrollo Urbano y el Programa General de Ordenamiento Ecológico del Distrito Federal y los correspondientes al Estado de México. El problema es que cuando se establecen políticas de contención de la expansión urbana, re-densificación y reciclamiento de áreas con servicios así como políticas de restauración ambiental en una entidad (como fue el caso del Bando 2), se detona la expansión inmobiliaria en otras entidades federativas dentro de la misma región (ver Tamayo 2007).

Magdalena, así como con las representaciones comunales de Milpa Alta y

Tecamac (antiguo pueblo de pescadores en el norte de la cuenca). Respecto a

estas dos últimas representaciones comunales, la primera tiene una amplia

experiencia organizativa en materia de defensa de la propiedad social y la

segunda en el establecimiento de sistemas autónomos de administración del

agua.

El proceso de investigación intervención socio-ambiental en la comunidad

de San Francisco se coordinó con el presidente de bienes comunales, el

coordinador territorial y actores sociales claves con los cuales diseñamos

conjuntamente el instrumento (encuesta) de acuerdo con la información que ellos

consideraban útil para resolver sus problemas en torno al manejo del agua y del

territorio (hemos enlistado los objetivos en la sección II).

De acuerdo con la información obtenida a través de un conjunto de

entrevistas a profundidad que realizamos con actores claves, se determinó que los

problemas más serios de abasto de agua y manejo de residuos líquidos y sólidos

se encontraban en la periferia del pueblo, en lo que la comunidad denomina

parajes. De esta manera se diseñaron y aplicaron con base en un muestreo

estratificado, 93 encuestas por familia en los siguientes parajes: Encinos, La Mora,

Pedregal, Hueytlalpan, Tepozanes I y Tepozanes II.30

30 De un total de 93 familias encuestadas, 34 tienen entre 16 y 30 años de habitar el lugar, con la siguiente distribución: Hueytlalpan 18 familias, Pedregal 10, Tepozanes II 7, Encinos 6, La Mora 5 y Tepozanes I, 5 familias. El número restante se distribuye más o menos homogéneamente entre los parajes con 36 familias que tienen entre 6 y 15 años de residencia y 23 familias que tienen entre 1 y 5 años de haber llegado a vivir al pueblo de San Francisco. La proporción de nuevos residentes es relativamente baja, a diferencia del crecimiento que se presenta por ejemplo en la comunidades colindantes con los linderos de los bienes

Con relación a la producción del espacio, de acuerdo con la información

obtenida el Pedregal (que es el asentamiento más grande) se formó por un

conflicto en el límite de los bienes comunales de San Francisco y los bienes

comunales de Topilejo. La representación comunal promovió la ocupación para no

ser invadidos por Topilejo. Los hijos de los comuneros lotificaron los pedregales

para ocuparlos. Posteriormente algunos vendieron, otros rentan o prestan el

terreno, generando situaciones de extrema marginalidad, mayor a la que viven los

comuneros, quienes controlan el abasto de agua, incluso en otros parajes. Esta es

una forma de producción del espacio social diferente a la que se práctica para la

conformación de clientelas políticas partidistas a partir de invasiones, como fue el

caso de Santo Domingo, en Coyoacán, que formaba parte de bienes comunales

de la Magdalena.

La frecuencia más baja de abasto de agua se presentó en el Pedregal,

donde cada 15 días llega el agua, seguido del paraje la Mora con una frecuencia

de 12 días en promedio, Tepozanes II y Encinos cada 8 días y Hueytlalpan y

Tepozanes I, tienen agua dos veces por semana. Como podemos observar la

distribución de la frecuencia con la que se accede al agua es marcadamente

diferenciada. En el caso de los parajes con mayor frecuencia de agua

observamos, que además de contar con mayor tiempo de residencia en el lugar,

ambos parajes colindan con el Centro de San Francisco.

comunales de San Francisco esto es Topilejo, en la delegación Tlalpan, y paraje San Isidro en San Salvador Cuauhtenco, Milpa Alta, donde la escasez de agua es manifiesta (tambos metálicos con agua se enfilan a lo largos de los caminos principales.

Con relación al manejo de aguas residuales ninguna familia del Pedregal

cuenta con drenaje. El 60% de las familias de Tepozanes y el 45% de las de

Hueytlalpan cuentan con sistema de drenaje. La Mora, Encinos y el Pedregal y los

porcentajes restantes de Tepozanes y Hueytlalpan utilizan fosa séptica.

Con relación a la percepción que tienen de sí mismos en materia de

participación y organización, en todos los parajes las mujeres participan más que

los hombres. El tipo de asambleas que organizan giran alrededor de la posibilidad

de contar con los servicios de los cuales carecen, como energía eléctrica, agua,

calles pavimentadas o rodadas ecológicas, el servicio de colecta de basura y

seguridad pública. En el caso del Pedregal donde el acceso al agua se da a través

de los hidrantes (Anexo I, 3), se organizan reuniones para establecer horarios,

cuando llega el agua, y repartir a que manguera le corresponde cuanto tiempo la

llave. Por supuesto que está forma de organización no está exenta de conflictos

entre los vecinos, entre los vecinos y los comuneros, que en ocasiones restringen

el acceso al agua, y entre ambos con las autoridades territoriales y

delegacionales.

El ejercicio de devolución de la información en cada paraje fue complicado e

interesante31, este desemboco en una reunión general de todos los parajes en la

plaza del Pedregal de San Francisco. Ahí se organizó una dinámica de

31

Una de las dinámicas comunes en las que empezó a caer el grupo de investigadores con los vecinos de los parajes, fue que no se querían tomar decisiones hasta que asistiera la mayoría de los habitantes del paraje, lo que iba postergando el proceso. Esta dinámica se rompió reglamentando que se posibilitaba la toma de decisiones, con los que asistieran a la reunión ese día, para continuar avanzando en la búsqueda de soluciones. La participación aumentó. Otro problema que enfrentamos por parte del grupo de investigadores y estudiantes, como bien lo señala Lefevbre y Benjamin en Hiernaux (2004) fue ir rompiendo con concepciones predeterminadas. “Partir de predeterminaciones, limita el análisis, reduce su alcance, deforma la realidad e impide encontrar los verdaderos procesos y los códigos del espacio”.

construcción de propuestas con los recursos financieros limitados con los que se

contaba para el proyecto.

El principal problema es la frecuencia con la que tienen acceso al agua,

principalmente en el Pedregal y la Mora. La solución que propusieron todos los

grupos de trabajo mixtos (miembros de diferentes parajes en cada equipo de

trabajo) que ahí se armaron, fueron sistemas de almacenamiento y captación de

agua pluvial. Como los recursos con los que contábamos sólo se podrían armar

dos sistemas de cisternas pluviales, las decisiones colectivas fueron las

siguientes:

1) Priorizar a los parajes que más necesidades de agua tienen y a los que han tenido

una mayor participación en el proceso.

2) Resolver en primera instancia el almacenamiento de agua y dejar para una siguiente

etapa el sistema de captación y canalización de agua pluvial.

En consecuencia, el recurso económico alcanzo para cuatro cisternas de 10,000

litros. Sin embargo, por la decisión colectiva que se tomo en cada paraje el

proceso está en diferente grado de avance32.

32 La instalación de 4 cisternas pluviales se realizó en La Mora, Encinos y dos cisternas pluviales en

el Pedregal; ya que está es la zona con mayor escasez de agua, con mayor población y con mayor número de conflictos por el agua. Así la decisión fue captar 20,000 litros en los parajes altos y 20,000 litros en la planicie de pedregales. El lugar donde costó más trabajo decidir la instalación del sistema fue la Mora en la parte alta, ya que era muy difícil organizar el acceso equitativo al agua, y además que el terreno fuese un espacio público. Se opto por la parte más alta en un área de zona federal cerca de la barranca, que además permitiera captar suficiente agua de los techos de las casas. La cisterna se instaló con el trabajo colectivo de todos los habitantes del paraje. Asimismo se tomó un acuerdo para el acceso de los habitantes de la parte baja y en la parte lateral del paraje. En el caso de Encinos se eligió rápido el lugar y la organización del trabajo. Sin embargo, se ha retrasado la instalación porque han topado con el lecho rocoso a 1.5 metros. En este paraje por la posición de la cisterna se va a requerir de un sistema de bombeo solar. Finalmente en los dos casos del Pedregal, se opto por no excavar para instalar las cisternas, ya que la piedra volcánica está en la superficie. Los terrenos no son espacios públicos, sino que los equipos se instalaron en terrenos

Los equipos se han puesto a prueba en tres lugares, el paraje Encinos

sigue tratando de buscar alternativas para concluir la instalación. Ya se utilizaron

las cisternas durante el estiaje y una vez que concluyan las lluvias de 2013 se

continuará con la siguiente etapa. Sin embargo, ya se ha puesto a prueba este

año la organización de los parajes para la distribución del agua, y ha comenzado

a paliar la escasez extrema en San Francisco, Xochimilco. Asimismo, el proceso

en este espacio social generó una serie de propuestas y estrategias que pueden

orientar a otras comunidades y las autoridades responsables de ámbitos

específicos de atención:

1) La restauración de causes naturales; micro-presas, e instalación de micro-

hidroeléctricas autónomas para riego comunal en parajes muy lejanos.

2) La rehabilitación de infraestructuras hidráulicas abandonadas33.

3) Acciones de reducción de la fragmentación eco-sistémica en la cordillera volcánica

donde se recargan las aguas subterráneas de la Cuenca de Anáhuac.

4) Proponer como área de refugio de vida silvestre los volcanes Tzompole y

Cuautzin, represar estanques alargados para bebederos de fauna y equinos.

5) Se identificaron algunos sitios en la Sierra Chichinautzin para construir ollas de

agua, represas y jagüeyes que apoyen actividades de conservación y restauración,

así como la actividad agropecuaria de los comuneros. Esto implicará ahorros en el

gasto que genera el desazolve y limpieza de la parte baja.

6) Limpieza y vigilancia de causes intermitentes y perenes, así como de algunos

canales que llegan a San Mateo Xalpa, Santiago Tepalcatlalpan y Xochimilco.

7) Instalación de contenedores de residuos sólidos en lugares donde

sistemáticamente se tira basura de forma clandestina (en las barrancas o cerca de

ellas), acompañado de un sistema local de colecta, mantenimiento y vigilancia.

particulares a través de una figura de comodato que se signo entre la universidad (responsable del proyecto) y los beneficiarios de cada una de las calles de este paraje.

33En San Francisco, cerca de la entrada del Sistema Cutzamala, entre Hueytlalpan y Pedregal, están

infraestructura abandonada de lo que pretendió ser un acuaférico. Asimismo, en el Cuautzin hay viejas represas azolvadas.

8) Composta y mejoramiento de terrenos.

9) Colectores de aguas residuales en puntos estratégicos que impidan la

contaminación de causes perenes, así como los deslaves y desplazamientos de

tierra que pongan en riesgo a la población.

Reflexiones finales

La transformación del paisaje, la dinámica hidrológica y la dinámica de

poblamiento en la Cuenca de México, como procesos socio-ambientales inter-

actuantes de un sistema complejo, demandan una planeación del uso de suelo

confinada por los límites orográficos de esta la cuenca endorreica y los flujos

exorreicos, es decir el conjunto de sierras que la conforman y que hemos

propuesto como Región del Anáhuac.

Las sinergias de los impactos negativos acumulativos, producto de la

interacción de estos meta-procesos tornan complejo el desarrollo y aplicación de

instrumentos de política urbana y ambiental desde la perspectiva del Estado, ya

que además se enmarcan institucionalmente por la concurrencia de atribuciones y

competencias de los tres niveles de gobierno que inciden sobre el espacio

metropolitano, así como por las contradicciones producidas por intereses

económicos de diferentes actores sociales.

La ruta epistemológica trazada además de una concepción estratificada y

evolutiva de la realidad, donde la estabilidad sistémica regional se articula al nivel

superior de análisis representado por posibilidad de una biosfera sustentable,

demanda una orientación de investigación crítica, que no sea cómplice del sistema

que nos está llevando a una crisis civilizatoria y a la posibilidad de que nuestra

especie desaparezca de la superficie del planeta.

El desplazamiento de los derechos humanos tradicionales hacia los

derechos ambientales rebasa los derechos jurídicos de igualdad entre los

hombres, que incluyen los derechos universales hacia la salud y la educación, y

precisamente hacia los derechos a auto-gestionar sus condiciones de existencia,

lo que implica (además de procesos de liberación), un proceso de re-apropiación

de la naturaleza como base de supervivencia (Leff 2004:432-433).

Lamentablemente las evidencias de la subordinación del Estado Mexicano

a los poderes supranacionales se observan en las reformas constitucionales

aprobadas en diciembre de 2013, la reforma energética y la reforma política, a

todas luces lesivas para la ciudadanía y para la estabilidad de la biosfera por el

tipo de extracción petrolera que se inaugura en nuestra nación. En este adverso

contexto el derecho a la ciudad, en términos de su viabilidad como espacio social

y el derecho a nuestra propia sobrevivencia regional y planetaria fue seriamente

vulnerado. La crisis civilizatoria nos ha conducido vertiginosamente a la

encrucijada de la ausencia total de nuestra presencia. Nadie representa nuestro

interés en los espacios políticos nacionales, hay un vaciamiento de las palabras,

nadie entiende lo que significa defender la vida, la nuestra, no la del no nato, la de

los demás y la de lo demás que nos sostiene y que no es Dios.

La sustentabilidad consiste precisamente en mantener las estructuras y

procesos naturales que permitan la satisfacción de las necesidades presentes sin

limitar las posibilidades de satisfacer las necesidades de las futuras generaciones.

Las inequidades y diferencias en el ejercicio de los derechos colectivos y de las

garantías individuales de los habitantes de la metrópolis, su adscripción a

diferentes marcos legales y reglas no escritas, así como contra-reformas

legislativas específicas, han limitado deliberadamente la participación ciudadana

en la planeación urbano-ambiental de la Cuenca de México.

Una participación ciudadana efectiva en la toma de decisiones, sobre el uso del

suelo debe partir del reconocimiento de las diferencias en lo derechos ciudadanos

y el derecho a la ciudad. Reconocer la actual preponderancia otorgada por el

Estado al sector inmobiliario transnacional sobre los procesos estratégicos que le

dan viabilidad a la ciudad. La construcción del poder político ciudadano es la única

salida frente a los impactos ambientales y sociales que se están produciendo en la

región centro de México. Existe el conocimiento y la experiencia para ejecutar

acciones prioritarias y urgentes para la sustentabilidad regional y para la

mitigación del cambio climático global, en cada uno de los niveles de organización.

No obstante estamos frente a la ausencia de ejecutores y gobernantes

responsables.

Algunas acciones urgentes serían:

1. Ordenamiento ecológico regional y restauración de la cordillera del Anáhuac 2. Reducción de la fragmentación del paisaje e incremento de la humedad

relativa. 3. Análisis de riesgo y vulnerabilidad dentro de la ciudad.

4. Intervenciones hidrológicas y restauraciones micro-paisajísticas en el conglomerado urbano

5. Programa de movilidad y empleo

6. Contención de la expansión urbano-económica de la Metrópoli.

Asimismo, se pueden fortalecer, a través de procesos de investigación

intervención socio-ambiental, la organización de las comunidades tradicionales y

de comunidades de intensión, para restaurar canales, ciénagas y embalses, con

una visión del sistema geográfico regional, donde se está incidiendo y donde se

están incluyendo grupos de investigación en comunidades. La restauración de

paisajes urbanos dignifica la vida de sus habitantes y gradualmente puede

propiciar condiciones micro-climáticas a manera de amortiguadores locales.

Cuánto costaría resolver el paso de las trajineras sobre sus viejas rutas

acuáticas. Cuantos efectos hidrológicos, geológicos y climáticos positivos traería

este tipo de acciones. Simplemente modificar el puente del canal donde inicia la

Viga, en Paseos de Taxqueña. Ese puente haría navegable el canal desde

Avenida las Torres, en Prado Churubusco hasta Xochimilco. Asimismo, el

transporte de alimentos en trajinera apoyaría nuevamente a los productores

chinamperos, sin producir ningún tipo de emisión contaminante, al tiempo que se

podrían generar nuevos empleos.

Es tiempo de construir el poder ciudadano a través de nuestro legitimo

derecho a la ciudad, podemos utilizar y sistematizar los grandes acervos de

información socio-ambiental y aplicar metodologías para diseñar sistemas

regionales de información, manejados por ciudadanos comprometidos en busca

de una mejor habitabilidad en la gran urbe, a través de la restauración del entorno

natural, apoyados por comunidades científicas, que actúen fuera de la lógica de la

acumulación. Re-significar las prácticas ciudadanas y los viejos saberes ocultos

en la trama urbana, hacer memoria en el espacio, restaurar la huella de los

impactos en las regiones y construir finalmente un nuevo sentido de lo urbano

(Azuara 2010).

El poder reside en la comunidad y no en el Estado. Hemos llegado al punto

de tomar medidas ciudadanas radicales para apropiarnos de nuestra ciudad y del

Anáhuac. El artículo 44 de la Constitución Política se establece que “La Ciudad de

México es el Distrito Federal, sede de los Poderes de la Unión y Capital de los

Estados Unidos Mexicanos. Se compondrá del territorio que actualmente tiene y

en el caso de que los poderes Federales se trasladen a otro lugar, se erigirá en el

Estado del Valle de México con los límites y extensión que le asigne el Congreso

General”. Por el derecho a la sustentabilidad, por el derecho a nuestra ciudad, es

hora de obligar el traslado de poderes y fundar el estado soberano de Anáhuac.

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Agradecimientos

El autor agradece al Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal, el apoyo financiero para la realización de este trabajo a través del proyecto ICYT2010-35. Manejo del agua en comunidades del sur de la Cuenca de México. Agradece también el apoyo a los profesores investigadores y a los estudiantes de la Maestría en Educación Ambiental, a los profesores investigadores del Centro de Estudios sobre la Ciudad y del Programa de Energía, especialmente a la división de Energía Solar; y a los estudiantes de

Ciencias Políticas y Administración Urbana, todos ellos integrantes de la comunidad de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM. Un agradecimiento muy especial

a las investigadoras de la línea de Investigación Territorio y Sociedad del Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social, CIESAS, así como a las comunidades

y organizaciones sociales que inspiran y nutren nuestro saber, conocimiento y compromiso social.

ANEXO I

(1) La Cima del Tulmiac en la Sierra Chichinautzin ha sido afectada por fuertes vientos que se salen del patrón medio de los últimos 100 años. Se presume que se han producido por efecto del cambio climático global. La fotografía ilustra cómo fueron arrasadas las copas de

los árboles que no fueron derrumbados por el viento en el invierno de 2011.

(2) Deslave en el cerro Tetequilo en la Sierra Chichinautzin, sobre el cantil de la carretera federal a Cuernavaca. En la parte posterior de este cerro se encuentran asentamientos del pueblo de Topilejo cuyas aguas residuales pueden reblandecer el suelo y provocar deslaves similares poniendo en riesgo a la población. Estos deslizamientos ya han ocurrido en Milpa Alta, en la última década.

(3) Hidrante en el paraje el Pedregal. Un conjunto de mangueras esperan el turno de ser conectadas cuando el abasto quincenal de agua llegue a la comunidad.

(4) Pequeño espejo de agua frente a la Sierra Santa Catarina, vista desde San Francisco.

(5) La Cuenca de México comprende 95 municipios, y 5 gobiernos estatales (Estado de México, Hidalgo, D.F, Tlaxcala y Puebla). Habría que hacer el cálculo de municipios que incluyen la extensión total de las sierras bajo la perspectiva de los sistemas complejos.