suprematismo abstraccionismo
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Ensayo 1 Teoría 3TRANSCRIPT
deKazimirMalevich
ELSUPREMATISMOCOMOMUNDODELANOREPRESENTACIÓN1
Marcos Villegas / 1er Periodo 2011 / Teoría III / Universidad Veritas
“SUPREMATISMO
Para nosotros el arte no es lo que podría ser. Las máscaras del ‘arte’ esconden su
verdadero rostro. El suprematismo es el mundo de la no representación.
El Abstraccionismo Suprematismo de Malevich plasma una visión del arte en
donde la representación objetiva carece de valor en el arte suprematista, y no
solamente en el arte del suprematismo, sino en el arte en general, ya que manifiesta
que las obras de arte, en cualquiera que sea su ámbito o género, consiste de
manera exclusiva en la sensibilidad que se exprese en las obras.
Malevich expresa que la idea de suprematismo es la superioridad, la
preeminencia de la sensibilidad pura de las artes figurativas, es decir, la supremacía
de esa sensibilidad expresada en la obra, sea cual sea su clase, como obra
arquitectónica, obra artística de pintura, etcétera; en su forma más pura. Es esta
talvez la razón más importante por la cual surge la manifestación del suprematismo: la búsqueda de la forma o representación pura a través de la sensibilidad.
Kazimir afirma que la manera de reflejar esta sensibilidad se consigue mediante
una representación natural del concepto o aquello que se quiera expresar, y quiere en
su manifiesto desenmascarar la verdadera sensación del arte, pues antes de el, las
representaciones de arte fueron consumadas en la representación objetiva que no tiene significado, y que no es tampoco la representación pura de la sensibilidad.
Cuando se habla de la representación objetiva se está hablando, claramente, del
objetivo como finalidad que se quiera representar, generalmente de manera única, es
decir cuando se expresa una idea o imagen tal y como es sin tener algún otro
significado o concepto más que el que se muestra. Que una obra o manifestación tenga o sea una representación objetiva nada tiene que ver con el arte, según
Malevich, sin embargo rescata el hecho de que la objetividad en una obra de arte no
excluye que tenga un gran valor artístico. Podemos ver por ejemplo la objetividad en la
obra de Rembrandt titulada “Sacrificio de Isaac” del año 1625. La imagen
representada es del momento en que el ángel mandado por Dios le ordena a Abraham no sacrificar a su único hijo Isaac porque Dios ha reconocido el temor de
Abraham hacia El, en el último instante, justo cuando Abraham está por clavar la daga
a su hijo.
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En esta obra la percepción de sacrificio es clara, la sensación repentina de alerta
o peligro también recae en la impresión y una noción de muerte es presente.
El objetivo de la obra es ilustrar o capturar un momento determinado de carácter bíblico. Vemos en cada detalle y técnica el valor artístico de Rembrandt en una de sus
máximas expresiones, y en su representación objetiva quiere manifestar las
sensaciones que se perciben anteriormente citadas. Si bien el artista logra
expresarse, y comunicar momentos y sensaciones al lector por medio de la
objetividad ¿Es ésta la verdadera forma de representar las sensaciones? Surge la pregunta en cuanto a la forma y representación. ¿Es ésta la forma y representación
más pura del sacrificio, o de peligro, o de muerte, o de cualquier sensación?
Kazimir dice que los fenómenos de la naturaleza objetiva carecen en sí de
significado, y que desde el punto de vista de los suprematistas, la sensibilidad en
realidad es totalmente independiente del ambiente en que surgió. Esto se refiere a que no siempre hay una relación entre la sensibilidad y su origen, el origen siendo la
manera de representar esa sensibilidad.
La obra de Rembrandt entonces, es la imagen de la sensibilidad, no la
representación de la misma. Es una imagen de la realidad. La pintura se constituye de
cuerpos físicos, humanos, con rostros y rasgos y colores llenos de expresión y sentimiento tal cual vemos en la realidad física, en los humanos específicamente.
Cuando pensamos en enojo, o tristeza o alegría, rígidamente en nuestras mente
proyectamos la imagen de un rostro en manifestación de sus sentimientos, o tal vez,
pero menos probable, algún recuerdo de experiencia que cause esas sensaciones;
casi como si fuera lo más preciso para entender esas sensaciones. Pues bien esto sucede por estar cegados o ligados a ideas y conceptos y representaciones de la
realidad y por ende se suprime una obra a una representación errónea. Esa es la
objetividad, esa no es la esencia ni representación pura de las sensaciones, esa no
es la forma del enojo o de la tristeza o de la alegría, de sacrificio o muerte, si no que
es, tan solo, la forma de expresarse por medio del ser humano.
“Las máscaras del arte esconden su verdadero rostro.” Esto hace referencia a
que la máscara de la vida, oculta el verdadero rostro del arte; que la realidad física ha
creído ser la realidad sensorial, cuando en verdad es solo un límite de las ideas, de
las percepciones, de las representaciones y manifestaciones. Esto también hace
referencia a que el arte está condenado al virtuosismo crítico, es decir, la apreciación del predominio del aspecto técnico y ejecutivo del arte.
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Los suprematistas han abandonado la representación objetiva para llegar a
las cumbres del verdadero arte ‘no enmascarado’ y lograr ver y entender desde ahí la
vida a través de la pura sensibilidad artística. Por esto el suprematismo dejó la representación del rostro humano o el objeto naturalista en general, y ha creado
signos y formas nuevas de interpretar la sensibilidad inmediata y no los reflejos de
distintas sensaciones, esto se debe a que el suprematismo se trata únicamente de
percibir.
Kazimir piensa que si fuera posible extraer de las obras de los grandes maestros de la pintura como Rafael, Rubens, Rembrandt etc., la sensibilidad expresada en ellas
y su valor efectivo, y ocultarla, los críticos y estudiosos del arte ni siquiera se
percatarían de ello. Esto a causa del juicio de la representación objetiva y la convicción
de las personas a no abandonar esa realidad objetiva, a no dejar de lado el mundo
de las imágenes y a no aprobar el arte sin objetos, pues creen que dejar esa realidad significa la ruina del arte, significa la ausencia de arte.
Malevich promueve que la verdadera razón de ser del ser humano, el único
deber efectivo de su existencia, es la creación artística y juzga a la creación
mecanizada por parte del hombre debido a que su ‘vida útil’, que es donde se
encuentra su propósito, nunca va ser encontrado porque la creación mecánica está erguida fuera de esencias artísticas. Para explicar esto Malevich utiliza el ejemplo del
templo antiguo en donde nos dice que su belleza no está en el hecho de que sirvió
de asilo a un sistema de vida o a la religión correspondiente, pues ese propósito que
le fue dado ya no está más, y ha dejado de ser útil hace mucho; sin embargo la
belleza se encuentra en que su forma procede de una percepción pura de las relaciones plásticas. La percepción artística del templo, que es su forma, es lo que
para nosotros es valioso y eficaz no importa el tiempo o era, pero el sistema de vida
en el cual el templo fue construido ya pereció.
Es por esto que las sensaciones nacidas en el hombre son más fuertes que el
hombre en si, porque estas sensaciones irrumpen por fuerza y se apoderan de la voluntad, de cualquier manera hasta convertirse en necesidad; entonces estas
sensaciones deben adquirir una forma para ser comunicadas y expresadas, ya que el
hombre busca la creación artística que es el verdadero propósito en una creación.
El suprematismo es, según Malevich, el arte puro que se perdió y se volvió a
encontrar, un arte que con el pasar del tiempo se volvió invisible y enmascarado detrás de las creaciones y por detrás de sus propósitos. El suprematismo es el arte
libre de las representaciones objetivas, por tanto lleno de representaciones reales,
esenciales y sensoriales creadas para la percepción.