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Marzo 01 Mujer y globalización Suplementos de

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  • Marzo 01

    Mujer yglobalización

    Suplementos de

  • 22

    La situación de la mujer en todoel mundo la empuja a la lucha

    Es de una enorme hipocresía el discurso de losgobiernos socialdemócratas, lacayos del imperialis-mo, según el cual la situación de la mujer mejoró enel mundo entero y ésta venció al patriarcado. Bastacitar algunos números para ver que todo eso es men-tira.

    En los años 80 se inició el proceso de globalizaciónde la economía, que en verdad fue la globalizaciónde la miseria, y las mujeres, junto con los jóvenes yotros sectores oprimidos, fueron las mayores vícti-mas. La juventud encuentra dificultades cada vezmayores para ingresar al mercado de trabajo. Lasmujeres, que venían incorporándose masivamente aéste, se institucionalizaron como mano de obra pre-caria. En todo el mundo, 854 millones de mujereseran económicamente activas en 1990, represen-tando el 32,1% de la mano de obra global. Entre lasmujeres mayores de quince años, el 41% eran econó-micamente activas.

    Sin poder abandonar el trabajo doméstico, sevieron obligadas a aceptar los peores trabajos, em-pleos de medio período, el trabajo part-time, sin nin-

    gún tipo de estabilidad y con salarios miserables. Como mayores víctimas del desempleo, las mu-

    jeres que encuentran empleo son obligadas a traba-jar más. El informe de la OIT de 1996 muestra quelas mujeres, tanto de los países pobres como de lospaíses ricos, trabajan más horas que los hombres yganan, en promedio, un 25% menos, desempeñan-do las mismas funciones. En los EE.UU y en 15 paí-ses de Europa, las mujeres trabajan por lo menos

    dos horas más en la semana en relación a los hom-bres, y en general, esa diferencia es de cinco a diezhoras. En las entonces llamadas “economías emer-gentes” de Oriente y del sudeste asiático, las muje-res forman el 80% de la fuerza de trabajo en las in-dustrias de exportación como mano de obra barata,y fueron las responsablesfueron las responsablesfueron las responsablesfueron las responsablesfueron las responsables (según la OIT) de dar aesos países un nuevo poder de competitividad.

    En el mundo entero, cerca de la mitad de lasmujeres económicamente activas están en el sectorde servicios. En los países desarrollados, esa propor-ción es mayor, llegando a alcanzar el 85% de la manode obra femenina en los EE.UU y el Reino Unido. Encuanto a los subdesarrollados, un informe de la FAOmuestra que la mujer responde por elresponde por elresponde por elresponde por elresponde por el 60% del tra-bajo agrícola: el 80% de las mujeres económicamen-te activas en África y Caribe están en el campo, el60% en el sur de Asia, y el 40% en América Latina.Las empresas de cosméticos del norte de México,así como la industria electrónica en Asia,internacionalizada desde el final de los años sesenta,emplearon sobre todo, mujeres jóvenes no califica-das.

    En los países industrializados, a pesar de que lamujer tiene una formación educacional más elevada,gana menos que el hombre, lo que aumenta indirec-tamente la ganancia de las empresas. A pesar deque la diferencia salarial entre los sexos es menor enlos países desarrollados, ésta se mantiene en el mundoentero. En los EE.UU ellas ganaban el 60-65% de lossalarios de los hombres en los años 60 y pasaron aganar el 72% en 1991. En el Reino Unido, esa cifraera del 69% a mediados de los años 80. En Alema-nia, subió del 72% en 1980 al 73% en el 91. En Ja-pón ganan el 43% del salario masculino, en Korea el51%, en Singapur, el 56%, en Hong Kong, el 70% ycerca del 45% en América Latina.

    La mayor presencia de la mujer en el mercadode trabajo ayuda a elevar su nivel de conciencia. Perocomo estrategia del capitalismo, significa una mayorexplotación de la clase trabajadora de conjunto, por-que rebaja su promedio salarial, permite unaprecarización aún mayor del empleo y unaprofundización de la división sexual del trabajo.

    Como si no bastase, la mayor inserción en elmercado de trabajo no libró a la mujer de la respon-sabilidad de las tareas domésticas. Según las Nacio-nes Unidas, en la mayor parte de los países del mun-do, el tiempo consagrado por las mujeres a las ta-reas no remuneradas duplica al consagrado por loshombres a estas tareas, presentando a veces dife-rencias muy superiores, como es el caso del Japón,donde las mujeres dedican nueve veces más tiempoque los hombres al trabajo no remunerado.

    En los países desarrollados, las mujeres reali-zan entre dos tercios y tres cuartos de las tareasdomésticas, dedicando en promedio, 30 horas porsemana, o más, contra las 10 o 15 dedicadas por los

    Panorama internacional

    Elementos de barbarie

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    hombres. Con esto, el capitalismo modernizado con-tinúa negando a las mujeres la posibilidad de hacercarrera. En España, el gobierno de derecha firmó,con los sindicatos, una nueva reforma laboral con uncontrato de medio turno, “ideal” para la que la mujerpueda compartir con sus tareas domésticas.

    La mujer pobre y trabajadora viveuna situación de barbarie en elmundo entero

    La falta de guarderías en un horario amplio haceque muchas mujeres opten por quedarse en casa.Cuando no pueden prescindir del salario están obli-gadas a llevar a sus hijos al trabajo, aún sin guarderías,o a dejarlos solos en casa, o bajo el cuidado de veci-nos. Sólo una de cada dos mujeres alemanas y unade cada tres austríacas retoman sus actividades pro-fesionales después de terminar la licencia materni-dad.

    Es posible afirmar que la mujer trabajadora y po-bre, en todos los países del mundo, vive en una si-tuación debarbarie. Losdatos sobrela violenciacontra ellacompruebancabalmenteesa afirma-ción. Sea poruna imposi-ción social,sea por cos-t u m b r e sa r ra igadasque los go-biernos insis-ten en man-tener en pie,la mujer sufretodo tipo deviolencia. EnÁfrica, lapráctica de lam u t i l a c i ó ngenital vienecausando lamuerte de millares de mujeres jóvenes, que quedanexpuestas a enfermedades, además de cargar untrauma psicológico por el resto de la vida. El aumen-to de los casos de SIDA entre las mujeres es unaprueba cabal del machismo que ningún gobierno bur-gués enfrenta. En los países musulmanes, el asesi-nato o el castigo físico de mujeres es común, y porlos motivos más absurdos, como negarse a cubrir elrostro o conversar con un hombre en la calle. EnBrasil y otros países de América Latina y Caribe, laprostitución infantil transforma la vida de millares deadolescentes en un infierno, víctimas del turismosexual, de drogas y de enfermedades venéreas. Elacoso sexual en la calle, en el transporte colectivo,en los locales de trabajo, se suma al impresionanteíndice de violencia doméstica, con mujeres siendo

    agredidas por sus propios compañeros, que gozande total impunidad gracias a leyes de principios desiglo. La violación ya alcanzó una de cada tres muje-res en África del Sur y en Brasil, solo en el Estado deSão Paulo, en 1999, cerca de 3 mil mujeres fueronviolentadas sexualmente. Considerarlas el sexo másdébil, con status social inferior al de los hombres, sinalternativa para mejorar su condición de vida o criara sus hijos de forma digna, son otras formas de vio-lencia contra la mujer, que llevan a muchas de ellasa la deseperación o inclusive el suicidio, como vieneocurriendo de forma creciente en la China.

    Frente a ese cuadro aterrador, afirmar que la si-tuación de la mujer está mejor es una falacia. Tam-poco se puede decir que con los avances de la tec-nología médica, la mujer pasó a tener mayor controlsobre la maternidad. Estos avances – como la ferti-lización in vitro y la ingeniería genética – no son ac-cesibles a todas las mujeres trabajadoras. Para lamayoría de ellas, la realidad es la prohibición del abor-to, la falta de anticoncepcionales, inclusive los másbanales, como píldoras y preservativos y la falta deatención médica básica.

    El ataque al Estado de bienestar y la destrucciónde serviciospúblicos en lamayor partede las regionesdel mundo,también hansido cruelespara la mujertrabajadora ypobre, agra-vando y nosuavizando lad o m i n a c i ó npatriarcal. Larealidad para lamayoría de lasmujeres es laausencia dederechos bási-cos, como sa-lud, educa-c i ó n ,guarderías, enfin, todo lo quepodría, de cier-ta forma, ali-

    viar la carga doméstica.El patriarcado también parece no estar queriendo

    retroceder en el mundo musulmán. Para las mujeresmusulmanas, la realidad es el agravamiento de suopresión y la aplicación continua de castigos humi-llantes cada vez que intentan romper con el statuquo.

    De manera general, por tanto, la globalización y lacrisis del capitalismo significaron mayor sumisión parala mujer, un refuerzo de la desigualdad sexual y elsurgimiento de nuevas formas de explotación y opre-sión. (...)

    Extractos de la Declaración de la LIT-CI. 8/3/00

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    Con Maribel de la Asociación de Mujeres de la República Dominicana

    LI- ¿Cuál es la situación de las mujeres dominicanas en Almería?Atravesamos muchas dificultades; tenemos problemas para integrarnos igual que un marroquí, porque aunque hablamos el mismo

    idioma, nosotras venimos ya con una estampa: la etiqueta de la prostitución. Y eso nos cierra muchas puertas. Es lo que se dice entodas partes y se vende mismo en nuestros países caribeños: cuerpos bonitos y culos respingones.

    Esto es un problema incluso para conseguir vivienda, porque como ya venimos con esta estampa, los propietarios temen queconvirtamos las viviendas en centros de prostitución, que estemos siempre con hombres arriba y abajo (“sube y baja” como dicen ellos).

    Las mujeres latinoamericanas vivimos una situación peor a la de los magrebíes y los centroafricanos, porque nosotras tenemos quemeternos a la prostitución. Es el único trabajo, la única vía a la que se nos deja acceder, con papeles o sin papeles. Pensad que a vecesnos llaman para ofrecer trabajo doméstico y cuando les presentamos a las chicas, las mujeres las echan porque lo primero quepiensan es que les va a quitar al marido: “son unas quitamaridos”, “ esas son muy calientes”... Si van para trabajar en los invernaderos,las mujeres de los propietarios dicen lo mismo. Hasta hace poco tiempo no pudimos empezar a trabajar en las conserveras. Ahorasaben que somos mujeres trabajadoras y se están abriendo un poco más.

    Por lo que hace a la documentación, no es cierto que lo tengamos más fácil: se nos exigen las mismas condiciones que a cualquiera.Y para poder sobrevivir y salir adelante, lo único que podemos hacer es la prostitución. Y digo “podemos” porque yo soy parte delcolectivo y no me voy a excluir, ¿no?. Cuando venimos, unas lo hacen por si solas, y otras vienen a través de las redes de prostitución dela mafia. Otras llegan llamadas por las familias para hacer lo mismo.Yo diría que a lo mejor hace cinco o diez años veníamos engañadas,pero ya no, y lo digo con toda sinceridad: ya sabemos a lo que venimos, y lo decimos allí mismo: “yo me voy y hago lo que sea”.Vendemos o empeñamos todo lo que tenemos y cuando llegamos aquí nos encontramos con el infierno. Hay que entenderse con unchulo que encima te “machaca”; muchas latinoamericanas están recibiendo malos tratos y no lo denuncian, primero porque no tienendocumentación y segundo por vergüenza. Están casi presas, casi secuestradas, bajo la amenaza de los hombres de ser denunciadas.

    LI.9 Mayo 2000

    "...venimos ya con una estampa:la etiqueta de la prostitución"

    La situación que provoca la globalización a nivel mundial, no sólo tiene el efecto descrito anteriormen-La situación que provoca la globalización a nivel mundial, no sólo tiene el efecto descrito anteriormen-La situación que provoca la globalización a nivel mundial, no sólo tiene el efecto descrito anteriormen-La situación que provoca la globalización a nivel mundial, no sólo tiene el efecto descrito anteriormen-La situación que provoca la globalización a nivel mundial, no sólo tiene el efecto descrito anteriormen-te en el lugar de orígen, sino que es la raíz de las actuales oleadas migratorias. Las mujeres de laste en el lugar de orígen, sino que es la raíz de las actuales oleadas migratorias. Las mujeres de laste en el lugar de orígen, sino que es la raíz de las actuales oleadas migratorias. Las mujeres de laste en el lugar de orígen, sino que es la raíz de las actuales oleadas migratorias. Las mujeres de laste en el lugar de orígen, sino que es la raíz de las actuales oleadas migratorias. Las mujeres de lasclases más desfavorecidas, se ven golpeadas por ellas a dos niveles: en unos casos, porque es elclases más desfavorecidas, se ven golpeadas por ellas a dos niveles: en unos casos, porque es elclases más desfavorecidas, se ven golpeadas por ellas a dos niveles: en unos casos, porque es elclases más desfavorecidas, se ven golpeadas por ellas a dos niveles: en unos casos, porque es elclases más desfavorecidas, se ven golpeadas por ellas a dos niveles: en unos casos, porque es elhombre el que emigra, y ella quien queda con la família a cargo, sin apenas medios de subsistencia trashombre el que emigra, y ella quien queda con la família a cargo, sin apenas medios de subsistencia trashombre el que emigra, y ella quien queda con la família a cargo, sin apenas medios de subsistencia trashombre el que emigra, y ella quien queda con la família a cargo, sin apenas medios de subsistencia trashombre el que emigra, y ella quien queda con la família a cargo, sin apenas medios de subsistencia trashaberlo empeñado todo en el viaje del compañero, cuando no como rehen de las máfias en que hanhaberlo empeñado todo en el viaje del compañero, cuando no como rehen de las máfias en que hanhaberlo empeñado todo en el viaje del compañero, cuando no como rehen de las máfias en que hanhaberlo empeñado todo en el viaje del compañero, cuando no como rehen de las máfias en que hanhaberlo empeñado todo en el viaje del compañero, cuando no como rehen de las máfias en que hanterminado hipotecando años de vida para poder pagar el viaje. Pero en otros casos, es ella la que tomaterminado hipotecando años de vida para poder pagar el viaje. Pero en otros casos, es ella la que tomaterminado hipotecando años de vida para poder pagar el viaje. Pero en otros casos, es ella la que tomaterminado hipotecando años de vida para poder pagar el viaje. Pero en otros casos, es ella la que tomaterminado hipotecando años de vida para poder pagar el viaje. Pero en otros casos, es ella la que tomala decisión de emigrarla decisión de emigrarla decisión de emigrarla decisión de emigrarla decisión de emigrar, sea sola o con hijos pequeños e inclusive embarazada, y jugarse la vida en las, sea sola o con hijos pequeños e inclusive embarazada, y jugarse la vida en las, sea sola o con hijos pequeños e inclusive embarazada, y jugarse la vida en las, sea sola o con hijos pequeños e inclusive embarazada, y jugarse la vida en las, sea sola o con hijos pequeños e inclusive embarazada, y jugarse la vida en laspateras tras haber pagado el viaje en las condiciones más infames que se pueda imaginarpateras tras haber pagado el viaje en las condiciones más infames que se pueda imaginarpateras tras haber pagado el viaje en las condiciones más infames que se pueda imaginarpateras tras haber pagado el viaje en las condiciones más infames que se pueda imaginarpateras tras haber pagado el viaje en las condiciones más infames que se pueda imaginar.....

    Si en el primer caso, la mujer es la víctima pasiva que espera, sea el reagrupamiento familiar queSi en el primer caso, la mujer es la víctima pasiva que espera, sea el reagrupamiento familiar queSi en el primer caso, la mujer es la víctima pasiva que espera, sea el reagrupamiento familiar queSi en el primer caso, la mujer es la víctima pasiva que espera, sea el reagrupamiento familiar queSi en el primer caso, la mujer es la víctima pasiva que espera, sea el reagrupamiento familiar quedificilmente llega, o los escasos giros que su compañero le pueda hacer llegar; en el segundo es ladificilmente llega, o los escasos giros que su compañero le pueda hacer llegar; en el segundo es ladificilmente llega, o los escasos giros que su compañero le pueda hacer llegar; en el segundo es ladificilmente llega, o los escasos giros que su compañero le pueda hacer llegar; en el segundo es ladificilmente llega, o los escasos giros que su compañero le pueda hacer llegar; en el segundo es latrabajadora activa supertrabajadora activa supertrabajadora activa supertrabajadora activa supertrabajadora activa superexplotada que sobrexplotada que sobrexplotada que sobrexplotada que sobrexplotada que sobretodo de centretodo de centretodo de centretodo de centretodo de centroamérica -Colombia, Ecuadoroamérica -Colombia, Ecuadoroamérica -Colombia, Ecuadoroamérica -Colombia, Ecuadoroamérica -Colombia, Ecuador, República, República, República, República, RepúblicaDominicana....- o del África subsahariana, será la mano de obra barata en envasadoras y conserverasDominicana....- o del África subsahariana, será la mano de obra barata en envasadoras y conserverasDominicana....- o del África subsahariana, será la mano de obra barata en envasadoras y conserverasDominicana....- o del África subsahariana, será la mano de obra barata en envasadoras y conserverasDominicana....- o del África subsahariana, será la mano de obra barata en envasadoras y conserverasespecialmente agrícolas o terminará en las redes de la prostitución, ya sea por imposibilidad de integra-especialmente agrícolas o terminará en las redes de la prostitución, ya sea por imposibilidad de integra-especialmente agrícolas o terminará en las redes de la prostitución, ya sea por imposibilidad de integra-especialmente agrícolas o terminará en las redes de la prostitución, ya sea por imposibilidad de integra-especialmente agrícolas o terminará en las redes de la prostitución, ya sea por imposibilidad de integra-ción laboral, ya como pago de la hipoteca de su propio viaje a las mafias que la hicieron jugarse la vidación laboral, ya como pago de la hipoteca de su propio viaje a las mafias que la hicieron jugarse la vidación laboral, ya como pago de la hipoteca de su propio viaje a las mafias que la hicieron jugarse la vidación laboral, ya como pago de la hipoteca de su propio viaje a las mafias que la hicieron jugarse la vidación laboral, ya como pago de la hipoteca de su propio viaje a las mafias que la hicieron jugarse la vidaen la patera.en la patera.en la patera.en la patera.en la patera.

    Y si bien su proceso de asunción del protagonismo en las luchas inmigrantes ha sido menor hasta hoyY si bien su proceso de asunción del protagonismo en las luchas inmigrantes ha sido menor hasta hoyY si bien su proceso de asunción del protagonismo en las luchas inmigrantes ha sido menor hasta hoyY si bien su proceso de asunción del protagonismo en las luchas inmigrantes ha sido menor hasta hoyY si bien su proceso de asunción del protagonismo en las luchas inmigrantes ha sido menor hasta hoy-entre otras cosas no sólo por el número, sino también por el peso de las condiciones objetivas y-entre otras cosas no sólo por el número, sino también por el peso de las condiciones objetivas y-entre otras cosas no sólo por el número, sino también por el peso de las condiciones objetivas y-entre otras cosas no sólo por el número, sino también por el peso de las condiciones objetivas y-entre otras cosas no sólo por el número, sino también por el peso de las condiciones objetivas yculturales-, el papel jugado por las trabajadoras de las conserveras en El Ejido parando la producción,culturales-, el papel jugado por las trabajadoras de las conserveras en El Ejido parando la producción,culturales-, el papel jugado por las trabajadoras de las conserveras en El Ejido parando la producción,culturales-, el papel jugado por las trabajadoras de las conserveras en El Ejido parando la producción,culturales-, el papel jugado por las trabajadoras de las conserveras en El Ejido parando la producción,la de las trabajadoras latinoamericanas en los encierros posteriores para obligar a que se cumplieranla de las trabajadoras latinoamericanas en los encierros posteriores para obligar a que se cumplieranla de las trabajadoras latinoamericanas en los encierros posteriores para obligar a que se cumplieranla de las trabajadoras latinoamericanas en los encierros posteriores para obligar a que se cumplieranla de las trabajadoras latinoamericanas en los encierros posteriores para obligar a que se cumplieranlos acuerdos, o la reciente participación, aunque fuera muy minoritaria, en los encierros de Barcelona,los acuerdos, o la reciente participación, aunque fuera muy minoritaria, en los encierros de Barcelona,los acuerdos, o la reciente participación, aunque fuera muy minoritaria, en los encierros de Barcelona,los acuerdos, o la reciente participación, aunque fuera muy minoritaria, en los encierros de Barcelona,los acuerdos, o la reciente participación, aunque fuera muy minoritaria, en los encierros de Barcelona,son los primeros elementos del papel que le espera a la mujer en las luchas por los derechos mínimosson los primeros elementos del papel que le espera a la mujer en las luchas por los derechos mínimosson los primeros elementos del papel que le espera a la mujer en las luchas por los derechos mínimosson los primeros elementos del papel que le espera a la mujer en las luchas por los derechos mínimosson los primeros elementos del papel que le espera a la mujer en las luchas por los derechos mínimosen el país, ya no de procedencia, sino de llegada. Extractamos algunos artículos publicados en Luchaen el país, ya no de procedencia, sino de llegada. Extractamos algunos artículos publicados en Luchaen el país, ya no de procedencia, sino de llegada. Extractamos algunos artículos publicados en Luchaen el país, ya no de procedencia, sino de llegada. Extractamos algunos artículos publicados en Luchaen el país, ya no de procedencia, sino de llegada. Extractamos algunos artículos publicados en LuchaInterInterInterInterInternacionalista al rnacionalista al rnacionalista al rnacionalista al rnacionalista al respecto.especto.especto.especto.especto.

    Empujadas a emigrarPor activa o por pasiva

  • 5

    Asamblea de mujeres inmigrantesen Barcelona

    Llegamos a ser unas 60.(...) Había Argentinas, de la República Dominicana, Peruanas, de Marruecos y Ecuatorianas.La asamblea elaboró las reivindicaciones en un documento base, entre ellas:- permiso de trabajo.- papeles en caso de separación de la pareja para que no haya deportación de la mujer.- que la violación sea motivo de tener el estatuto del asilo político.- otras formas de violencias sexuales: mujeres inmigrantes violadas que no pueden denunciar por no tener papeles.- derecho a la crianza (para poder reclamar al hijo hay unas condiciones de haber trabajado un año y tener un contrato

    por otro año).- reclamo de los hijos cuando haya separación.- reducción del tiempo entre el pre-contrato y el contrato de 6 meses a menos.- protección a la infancia: en Ceuta y Melilla se llevan niñas de 7 a 12 años para hacer trabajo doméstico.- protección contra la explotación laboral, posibilidad de poder denunciarla, sea cual sea su país de origen.- igualdad jurídica con las mujeres autóctonas.- que las trabajadoras sexuales que no tengan permiso de trabajo (ya que son autónomas), se les dé permiso de residencia.- lo mismo puede ocurrir en el trabajo doméstico y a domicilio, por la dificultad o inexistencia de contratos.- derecho a la sanidad.- derecho a la educación y formación públicas.

    Se decide participar de todas las luchas que el movimiento genere, y que una representante escogida en la asambleaforme parte de la comisión negociadora.

    También se informó de que Delegación del gobierno lleva más de un año sin tramitar papeles para reagrupar familias inmigrantes.Extractos LI 17. Marzo 01

    La llamada “globalización” –la mundialización del capital-que se presentó como la fórmula para generar niveles debienestar más equilibrados en todo el mundo, no ha hechosinó profundizar las desigualdades; (...) El capitalismo haintroducido numerosos mecanismos para acelerar el flujode capitales y de riqueza de los países periféricos hacia laspotencias imperialistas (deuda externa, control del mercadode precos, políticas de ajuste estructural y privatizacionesdel FMI y el Banco Mundial...). (...) Este proceso de empo-brecimiento ha llegado a producir el agotamiento de zonasenteras que, faltas de recursos y con una capacidad deconsumo muy reducida, han quedado fuera del capitalismoy han retornado a un régimen de subsistencia.

    Estas transformaciones (...) han tenido también reper-cusiones políticas. Para enfrentar las tensiones generadaspor el incremento de las desigualdads dentro de cada esta-do y entre zonas del mundo, ha sido necesario reforzar losaparatos estatales, que perdiendo competencias en mate-ria de política económica, han fortalecido su vertiente repre-siva. Esto se ha traducido en estados más policiales y en el“perfeccionamiento” de los mecanismos de intervención mi-litar de occidente en el mudo, bajo la legitimación de inter-venciones pretendidamente humanitarias. En muchos ca-sos sobre todo en el continente africano, la fórmula adopta-da ha sido la de dictaduras sanguinarias. (...)

    Estas son las raíces del incremento de los flujosmigratorios hacia occidente: gente que, huyendo de la mi-seria o de la represión política,(...) Los estados de occidente,aunque necesitan inmigrantes para trabajar como mano deobra barata, quieren controlar su llegada y estancia en el

    país, siempre bajo condiciones de ilegalidad para garantizarsu sobreexplotación, lo que se traduce en muertes ymarginalidad. Sólo en el estado español, en el año pasado15.000 inmigrantes fueron interceptados en pateras, y comomínimo 210 de ellos murieron al intentar cruzar el estrecho.

    (...)El derecho de toda persona de moverse librementepor el planeta para encontrar trabajo y condiciones de vidamejores no puede ser cuestionado. (...) Esto entra en cues-tión con la realidad del propio capitalismo, que necesitaimponer límites para parar a la gente que huye de la miseriaque él mismo genera. El problema de esta inmigración for-zada no se puede resolver dentro del capitalismo, un siste-ma agotado e incapaz de ofrecer niveles de vida dignos ala mayoría de la población.

    No hay ley ni ejército que pueda parar este movimento:los trabajadores estrangeros seguirán llamando a la puer-ta para conseguir condiciones de vida más dignas. La úni-ca solución pasa por ir a la raíz de los problemas y poner final expolio de los países del sur. Es por ello que debemosexigir la condonación incondicional de la deuda externa,que hay que solidarizarse con las luchas de los trabajado-res y los pueblos en todo el mundo, que debemos partici-par en las movilizaciones contra el FMI y sus planes. Ponerfin a los mecanismos de creación de desigualdades –enlugar de los muros, la represión policial y los contingentescontrolados- er la única forma real de conseguir que laspoblaciones de la periferia no se vean obligadas a dejarlotodo y jugarse la vida para encontrar un lugar donde so-brevivir.

    Extractos de Globalización e inmigración.Suplemento LI 17. Febrero 01.

    Expolio y represión

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    Dejar entrever que las nuevas formas de organiza-ción del trabajo (los horarios flexibles, contratos a tiem-po parcial,...), favorecerían la incorporación de la mujeral mundo laboral, no deja de inscribirse en modalida-des del tipo “regulacionistas” que cita el documentosindical. Pero además, en documentos como el deCCOO del Vallés, se da a entender como una con-quista en el camino hacia la igualdad, laincorporacion de la mujer al mundo laboral durantelos últimos años -

    No compartimos ninguna de las dos valoraciones.Al contrario, creemos que no es excepción sino reglala situación que vive la trabajadora, junto al resto desu clase, con las nuevas formas de explotación queel capitalismo impone para extraer mayor plusvalía. Yque incluso en el camino hacia la emancipación, lascondiciones de crisis y sobreexplotación que vive yque la han empujado a incrementar las listas de pa-rados del INEM, no hacen sino hacerla retroceder,consolidadndo los roles tradicionales.

    I.a. Menos mujeres trabajando.

    Hemos elegido partir del 77, para analizar la inci-dencia del proceso de desregulación: desde su pri-mer hito en el SO, a la Reforma del 95. Según estasestadísticas, resulta que en el 95 de cada 100 muje-

    res en edad de trabajar, lo intentan 36,4. De ellas,como el 30,4 está en paro, estarán realmente traba-jando el 25,34%, es decir 1 de cada 4 mujeres enedad laboral. (Anuarios El país, 1992 y 1996).

    En el 77 en cambio, era sólo un 27,5% las mujeresactivas, pero como el paro sólo las afectaba en un5,6%, quería decir que 25,96% de mujeres en edadlaboral tenian un puesta de trabajo.

    La diferencia no llega a 1 mujer de cada 100 traba-jando, pero aún y así es favorable a la situación del77 y no la del 95. Es decir, ha habido un aumentoha habido un aumentoha habido un aumentoha habido un aumentoha habido un aumentode las mujeres que se incorporan en las estadís-de las mujeres que se incorporan en las estadís-de las mujeres que se incorporan en las estadís-de las mujeres que se incorporan en las estadís-de las mujeres que se incorporan en las estadís-ticas de población laboral en busca de empleo,ticas de población laboral en busca de empleo,ticas de población laboral en busca de empleo,ticas de población laboral en busca de empleo,ticas de población laboral en busca de empleo,pero no es cierta que haya más mujeres traba-pero no es cierta que haya más mujeres traba-pero no es cierta que haya más mujeres traba-pero no es cierta que haya más mujeres traba-pero no es cierta que haya más mujeres traba-jando.jando.jando.jando.jando.

    1.b. Pero ¿porqué hay más que laintentan?

    Las razones son varias:. Por un lado, ha sido un proceso general en los

    países occidentales a partir de la 24 Guerra Mundialen que se incorpora sustancialmente, la trabajadoracasada y con hijos. El incremento, en el Estado Es-pañol, se produjo con retraso, pero en ese mismo

    sector. Comparando tramos de edad,mientras las mujeres entre 16-19 años yde 55 o más, reducen su actividad; laíncrementan los tramos de 20-24 años (del55,1% al 58,7%) y particulrmente de los25-54 años que suben del 29,3% al55,5%.

    . Por el otro, los incrementos más sus-tanciales se producen en períodos de cri-sis: el 80 y el 90-93. Y en esas situacio-nes, la evolución de la mano de obra fe-menina tiene particulares comportamien-tos, como se constata en los estudios deEEUU en la Gran Depresion y en la crisisdel 80. El impacto del elevado paro mas-culina en las familias con presencia de ma-

    Trabajadoras en los países imperialistas

    Efectos de lasnuevas formas deorganización del trabajo

    En mayo del 96, y con motivo de las JorEn mayo del 96, y con motivo de las JorEn mayo del 96, y con motivo de las JorEn mayo del 96, y con motivo de las JorEn mayo del 96, y con motivo de las Jornadas Sindicales del PRnadas Sindicales del PRnadas Sindicales del PRnadas Sindicales del PRnadas Sindicales del PRTTTTT, una compañera actualmente de LI,, una compañera actualmente de LI,, una compañera actualmente de LI,, una compañera actualmente de LI,, una compañera actualmente de LI,realizó esta aportación al debate. Creemos que a pesar del evidente desfase de las cifras, el documentorealizó esta aportación al debate. Creemos que a pesar del evidente desfase de las cifras, el documentorealizó esta aportación al debate. Creemos que a pesar del evidente desfase de las cifras, el documentorealizó esta aportación al debate. Creemos que a pesar del evidente desfase de las cifras, el documentorealizó esta aportación al debate. Creemos que a pesar del evidente desfase de las cifras, el documentosigue siendo válido con el mismo carácter de borrador de trabajo con el que fue presentado. Reprodu-sigue siendo válido con el mismo carácter de borrador de trabajo con el que fue presentado. Reprodu-sigue siendo válido con el mismo carácter de borrador de trabajo con el que fue presentado. Reprodu-sigue siendo válido con el mismo carácter de borrador de trabajo con el que fue presentado. Reprodu-sigue siendo válido con el mismo carácter de borrador de trabajo con el que fue presentado. Reprodu-cimos su práctica totalidad.cimos su práctica totalidad.cimos su práctica totalidad.cimos su práctica totalidad.cimos su práctica totalidad.

    1. SITUACION LABORAL GLOBAL

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    rido y esposa, ya determina una “inversión de roles”,pasando la mujer a ser la que aporta -o lo intenta- elsalario familiar. Y si bien las esposas a menudo tienenmás oportunidades de encontrar trabajo que susmaridos, acostumbra a ser a cambio de salarios rela-tivamente bajos, y/o precarias situaciones laborales.(1.pag.355.Milkmann)

    Parecido se observa en el Estado español. Cuan-do la crisis del 90-93 elimina 834.200 puestos de tra-bajo masculinos, es cuando se produce el mayor in-cremento en la participacion en la vida activa de lamujer de entre 25 y 54 años, ¡del 46,8 al 53,2%!mientras se contraen las busquedas de empleo entodos los demás tramos de edad. Y en el mismo pe-ríodo, el gasto medio mensual de una familia pasa de178.639 ptas a 233.450 (un incremento de 54.811ptas), mientras la pérdida de empleos industriales ysu sustitucion -en el mejor de los casos- por otros deservicios, representa una reducción mensual de unas29.000 ptas. Y en esas condicones, la “inversión deroles” ni siquiera tiende a fomentar la igualdad sino areforzar los roles tradicionales puesto que la inversiónestá asociada a la experiencia en extremo negativade las privaciones economicas. “No escogieronintercambiar sus papeles, sino que las circunstanciasles obligaron a hacerlo”. Pero además, se incremen-to la presion sobre la mujer que trata de alargar susmenguados ingresos ante la subida de coste de vida,sustituyendo con su propio trabajo no remuneradobienes y servicios que antes salia comprar, sintién-dose responsable del bienestar emocional de toda lafamilia en la que, con el paro masculino, acostum-bran a agravarse las tensiones. Tampoco se sienten“más emancipadas” las mujeres-cabezas de familia -y menos aún con hijos a cargo-, cuya opcion” apare-ce acompañada de fuertes penalizaciones econó-micas, que han llevado a los sociólogos a hablar de la“feminizacion de la pobreza” (1. pag, 356 Milkmann).

    Por eso, se equivocan quienes quieren dedu-cir mecanicamente del incremento de la activi-dad femenina, un avance en la de amplias capasde emancipación de amplias capas de mujeresal “equipararse” con los hombres. Al contrario,en las circunstancias actuales, se convierten enel refuerzo de los roles tradicionales.

    1.b. El grado de la incorporación a

    la actividad laboral.

    Veamos la evolución del paro: de unos índices pa-rejos en el 77, se llega al 95 en que por cada hombreen activo parado hay casi 2 mujeres activas (1,7).

    El salto más grande entre los índices de paro mas-culino y femenino se da en el 80-81 sin ir acompaña-do de un incremento considerable de mujeres a lavida activa. Es decir, el empleo se pierde entre lasque estaban trabajando: son los efectos de la crisis yreconversiones de los 80 que golpeó sobre sectoresque emplean mano de obra femenina -textil ...-.

    Posteriormente, no es que haya menos mujerestrabajando (elpunto más bajo en sentido absoluto esel del año 85), sino que a partir del 86,se incrementola incorporación al trabajo en proporción superior a lade los hombres (y superándolos en el 90), en formacontinuada. Pero la demanda de trabajo de las esabsorvida por los incrementos de la oferta, y la tasade paro sigue subiendo.

    El crecimiento de puestos de trabajo ocupados pormujeres se explica porque el sector más dinámicoen esos años ha sido el de servicios, en gran parte“femenino”, mientras se destruía empleo en todos

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    los demás (industria -en especial bienes deequipo, transformaciones del metal y quí-micas- pierde 504.500 puestos de tra-bajo; agricultura -334,6; -161,8; sólo enservicios se crea empleo: +152).

    1 .d. La incidencia de las nuevastecnologías y/o formas deOrganización del trabajo.

    De las empresas que desarrollan nuevas tecnolo-gías, ninguna ,e ellas alcanza el 25% de mujeres enplantilla. Y el 60% de ellas, no superan el 10%. Lamano de obra femenina se halla concentrada enniveles administrativos (Estudios y encuestas. Nue-vas tecnologías y ofertas de empleo. Centro de In-vestigaciones -ociales, n2 19. Febrero 90).

    Parece pues que la unica nueva tecnología queafecta a la mujer en su vida laboral es la informática,que si se encuentra generalizada en todas estasempresas. Los estudios realizados en Euskadi, acla-ran que el parque de ordenadores está distribuidoentre la industria (16,5%), servicios financieros (25%),administración pública (8,6%), distribucion y ventas(16,2%) y servicios públicos (11,2%). El mismo estu-dio señala que en el 8O, en Euskadi, el 55,8% demujeres trabajaba ya en el sector servicios y aque-llas de menor edad, lo hacían en la informática. Esa“feminizacion” estuvo acompañada de un incremen-to de precarización: con un 16% de contratos a tiem-po parcial en esa ama. (Cambio tecnológico y reper-cusión en los empleos -2-. Gobierno Vasco, 1991).

    Las perspectivas no pueden ser más negras. En elcitado estudio se señala que una implantación mayorde la robótica, informática, etc... nos acercará a si-tuaciones más parecidas a as europeas, con unincremento mayor de la tasa de actividad de la mu-jer. Si tomamos por ejemplo a Suecia, en lugar del30% de mujeres que estan en activo aquí se alcan-zaría el 70%, pero junto a él, ¡un 37% de mujerescon contratos a tiempo parcial!. La media europease situa en el 28% para las mujeres y el 3% para loshombres a tiempo parcial, la mayor parte de ellosconcentrados alrededor de la informática.

    En esas cifras no se incluye la otra gran “oferta”

    para la mano de obra femenina: el teletrabajo. Esdecir, la modalidad informatizada del trabajo a domi-cilio. Por descontado que se oferta como la novedadque permitirá a más mujeres incorporarse al trabajo,aprovechando la flexibilidad de horarios y por tanto lacombinación con tareas domesticas (Impacto de lasnuevas tecnologias en la formacion y el trabajo de lasmujeres. Escaño y Alberdi. Serie Estudios 6. Min. deCultura, 1987).

    Así pues, la mujer no es ninguna excepción. Nue-vas tecnologías, formas de organización del tra-bajo, o la globalización en la que reina el orde-nador, son variantes de una sobreexplotacióntodavia mayor que la de sus compañeros de cla-se.

    1.e. El peso de la desregulación:del tiempo parcialal trabajo sumergido

    Como señalamos más arriba, la desregulación sele vende a la mujer como la “flexibilidad” necesariapara adecuarse a lo que llaman “doble presencia”:en las responsabilidades familiares y en el mundo la-boral. No es nada nuevo, Alexandra Kollontai, en losaños 20, hablaba de la “doble carga.”

    Y desde entonces, aunque algo ha cambiado, hasido muy poco.El reparto de esas tareas con el hom-bre aún es incipiente e inclusíve en esos casos, apa-rece mayoritariamente, como una ayuda y no exclu-yen la responsabilidad -y por tanto la garantia del fun-cionamiento- de la mujer.

    Esa adecuación al doble trabajo, no siempre fueigual. Y hasta la 2ª G.M., resultaba demasiado “caro”el utilizar la mano de obra femenina fuera del hogar -aunque sus sueldos fueran bajos- porque debilitabasus funciones en él. Sin embargo, con el desarrollodel mercado de electrodomésticos -sin los cuales seríaimposible la doble presencia, pero a la vez, para con-seguirlos se precisa un segundo sueldo, y por tantola doble presencia-, con las conquistas arrancadasen servicios sociales, las luchas de las mismas muje-res, etc... el sistema trata de adecuarse a la nuevarealidad, beneficiándose de una mano de obra queviene condicionada por esa doble presencia. “Los

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    datos indican en términos dramáticos en qué medidala doble presencia convierte a las mujeres en equili-bristas obligadas a hacer cuadrar un balance de tiem-po muy rígido y se traduce en su vida cotidiana (...),en sobreagotamiento, neurotización y “prívatización”(Balbo, pag. 506 y suc.)

    El capitalismo explota la situación con ofertaslaborales que hagan compatibles ambas tareasy que por definición serán la tiempo parcial” puesel trabajo doméstico no se abandona. Será unamano de obra barata y flexible. De hecho, es laaplicación directa de la reducción de horas detrabajo con reducción de salario.

    No son pues de extrañar los datos que arrojan lasContrataciones, en que comparativamente con loshombres, tanto in interinidades como en tiempo par-cial, las mujeres llevan la “delantera”.

    En el caso de los contratos a tiempo parcial, vere-mos en el gráfico siguiente que coinciden con ocu-paciones calificadas de “femeninas”.

    Y en el extremo de la desregularización, el casimonopolio de los trabajos en negro -con inmigrantesen algunas ramas-. Las cifras que da el documentosindical, 27,1% sobre el total de la ocupación del 88,alestar eminentemente centrada en servicio domes-tico y confección bien podrían considerarse sin granriesgo de error que es mano de obra femenina. Si asífuera, estarían trabajando 2 de cada 4 mujeres, soloque una de ellas, en las peores condiciones labora-les, en “negro”.

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    1.f. Sacando

    provecho de ....

    los “trabajos

    femeninos”

    Los sociólogos losagrupan en: a) los liga-dos al atributo sexual,cuyo requisito básico esel cuerpo-mercancia(maniquís, mode1os fo-tográficos, dependien-tas de boutique... y enmenor medida, secreta-rias y dependientas engeneral); b) sectoresproductivos (texti1, elec-tro-mecanica,...) queocupan exclusivamentemano de obra femeninaen trabajos que requie-ren precisión, destrezamanual, paciencia, ex-plotando capacidadesmanuales asociadas aLa experiencia familiar;c) las que representan lafeminizacion actividadesque en otro tiempo serealizaban exclusiva-mente el marco de lafamilia y que aún en mu-chos casas siguenasumiéndose (cuidadode ancianos, enseñan-za, enfermera, maestrasjardin...).

    Entre unos grupos yotros se pueden obser-var diferencias en ocu-pación según la edad,pero las constantes serepiten y aparecen biendiferenciadas de las ocu-paciones que eligen loshombres. Es una varian-te de la division del trabajo porsexo.

    Y en tanto que siempre han sidoconsiderados “trabajos femeni-nos” las escalas salariales hansido muy bajas al punto que “Pue-de decirse que la expansión demuchos servicios después de la2ª GM han tenido lugar a travésde su feminización, gracias al bajocosto de la mano de obra feme-nina cualificada”. (1.Bianchi).

    No es de extrañar pues, los te-mores que suscita la “femi-nizacion” de una carrera o unpuesto de trabajo que lleva “implí-

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    cita” la depreciación salarial. Así se refleja en losbajos convenios del comercio, de las contratas delimpieza, ... Incluso tomados de conjunto los salariosmedios de obreras/os del sector servicios el 95 fue-ron los más bajos: 135.000 ptas frente las 139.500de la construcción y las 167.600 del obrero industrial(Anuario país, 1996).

    Por último, señalar el caso específico de las gran-des superficies comerciales, que tambien poseen unamayoría de mano obra femenina. Las l0 mayores(Pryca, Continente, Alcampo, Eroski, Hipercor, Día...El Corte Ingles) absorvian en el 95 a 117.880 em-pleados que vendrían a ser un caso más aguda de lasituación general del comercio con prohibiciones sin-dicales en algunos casos, eventualidad y rotación demano de obra, etc... (El País, 1996).

    Por último, también se observa una mayor rota-ción los contratos femeninos, como refleja el gráficodel tiempo en paro entre empleo y empleo.

    1.g. Otras variantes contractualesy la cualificación laboral

    En los escasos contratos indefinidos que se reali-zan, la mayoría (59% en la provincia de Barcelona)son mujeres acogiéndose a las subvenciones previs-tas pues proceden de contratos en prácticas o deformación y corresponden a empleadas, serviciosadministrati-vos.

    Esto indi-ca que, almenos en-tre las muje-res que seincorporan ala vida labo-ral, empiezaa haber unacualificaciónprevia dee s t u d i o sm e d i o s ,aunque hayque recordarque el gráfi-co es de población activa y el desnivel entre hombresy mujeres va de doble a mitad.

    Eso no era la tónica. Salvo en EGB, en ningúnestudio se mantiene una cifra proporcional entre loschicos y chicas matriculados y aquellos que terminansus estudios. Ni siquera BUP y COU en que la canti-dad de chicas matriculadas es superior a la de loschicos, pero es superior la de varones que terminanesos estudios. En FP ya la cifra de matriculadas es lamitad de la de varones (cifras del 88, Anuario El País,1991).

    Aquí se aunan dos factores: uno es que en las fa-milias humildes, el esfuerzo de costear unos estuidos,sigue estando dirigido a los hijos; y otro que hace queel entorno social tampoco exija la cualificación de lamujer, aun en aquellos casos en que se se manifiestael intento de la familia de que curse estudios medios.Dentro de estos, la proporcion de aquellas que los

    completan es superior en FP (una parte de ellas serefleja en los contratos en prácticas o formación quepasan a indefinidos) que en BUP.

    Para una amplia cantidad de chicas, la disyuntivaestá entre el mundo laboral, o las tareas domésti-cas, incluida la ayuda en la crianza de los hermanos/as menores, particularmente si la madre trabaja. Esdecir, mientras la adolescencia en los chicos se des-tina a alcanzar una cualificación laboral, en las chi-

    c a slo es para unacual i f icaciónen lareproduccionde la fuerza detrabajo. Y elloa pesar delconsiderabledescenso de latasa de activi-dad entre los16 y 19 añosque haría quepor cada 45,3chicas quebuscaran em-

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    pleo en 77, en el 95 solo lo hicieran 24,8. Cuandoesta mano de obra se aboca al mercado laboral seencuentra en peores condicones de competir por un

    puesto de trabajo; es consciente de esos ímites, y seadapta a las condicones que aquél le impone. Y estan consciente como para tratar de recualificarse a

    edades tardías: la enseñanza de adul-tos refleja esa situación con una me-nor matrícula de mujeres frente a loshombres, pero una superior cantidadde egresadas.

    Por último señalar la equiparaciónque se da con los contratos deriva-dos de los programas de fomento alempleo.

    Y ratificar, con las cifras que re-lacionan el tipo de contrato y elsexo que la división sexual del tra-bajo, no establece diferencias encuanto a ventajas-inconvenientesde la desregulacion actual, sinoque, en todo caso, señala la debi-lidad de la mano de obra femeninay por tanto su mayor explotacion.

    Bibliografia consultada para las tres partes reproducidas de este trabajo -aparte del documento de lasJornadas Sindicales (PRT, mayo 96)- así como referencias bibliográficas del texto.

    -Borderias, Carrasco y Alemany. “Las mujeres y el trabajo” Economia crítica. Barcelona, 1994. (Todas las citas deeste libro llevan un 1, y aparte cito el autor del articulo)

    -Lenin. “La emancipacion de la mujer”. Akal 74, Madrid, 1975-Kollontai. “Autobiografia de una mujer emancipada”. Fontamara 1978-Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista (segunda parte). Cuadernos del pasado y del

    presente. Argentina 1973.-Proyecto de resolucion de la mayoria del Secretariado Unificado de la IV Internacional al XI congreso mundial.

    Presentado por Waters:”La Revolucion Socialista y la lucha por la líberacion la mujer”. Coleccion polemica interna-cional. Editado por el PRT de Colombia, 1976.

    -Albarracín. “La economia de mercado”. Ed. Trotta. Madrid, 1994-Anuario del País, 1995-Anuario del País, 1991-Cambio tecnologico y repercusion en los empleos -2- Gobierno Vasco, 1991.-Escaño y Alberdi. “Impacto de las nuevas tecnologías en la formacion y trabajo de las mujeres”. Serie estudio 6.

    Min Cultura. Instituto de la Mujer, 1987.-Centro de Investigaciones sociales, ng 19. Nuevas tecnologias y oferta de empleos. Febrero 90-Formacion Ocupacional. Instituto para la informacion y organizacion profesional. INEM- Barcelona, noviembre

    1993-Mujeres y mercado de trabajo. Observatorio del Mercado Trabajo. INEM, Barcelona, 1994.

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    2.a. Trabajo domestico yreproducción de la fuerza detrabajo.

    Tratemos de comprender primero de qué habla-mos cuando nos referimos al trabajo “doméstico”.Su cuantificación oscila entre 30 y el 40% del Pro-ducto Nacional -según Goldschmidt-Clermont, 1982-. No se trata de un problema específico de las muje-res, sino inherente al sistema puesto que hace al pro-ceso de reproducción de la fuerza de trabajo. Y re-cordemos que la fuerza de trabajo es la única mer-cancía que produce valor, ya que el valor que produ-ce es siempre superior a su propio valor (este se trans-forma en el salario, entendido como lo necesario parasu supervivencia, tanto en sentido estricto como ensocial). La diferencia entre el valor producido por lafuerza de trabajo y su propio valor es la plusvalia. Ahorabien, a ese salario, pagado como “coste de repro-ducción” (1.Picchio, pag. 461) de la fuerza de traba-jo, se descuenta el trabajo realizado en el seno de lamisma familia, el trabajo “doméstico”. Es decir, “elnivel de vida de los trabajadores y sus familias estádeterminado por los valores de uso que obtienen conel trabajo doméstico y por las mercancías que com-pra con el salario del trabajo asalariado” (Albarracin,pag.27). Es decir, el capitalismo, explota la separa-ción entre el proceso de producción de mercancías yel proceso de reproducción de la población, para asíincrementar la extracción plusvalía.

    Pero además, “El trabajo doméstico no es simple-mente la combinación de tareas necesarias para lareproducción cotidiana del núcleo familiar y para sa-tisfacer las necesidades físicas y psicológicas de susmiembros. La verdadera mision del trabajo domesti-co es reconstruir una relación entre producción y re-producción que tenga sentido para las personas. (...)que la relación alienada que estructura el sistema deproducción y el sistema social, se invierta en el senode la familia o, al menos, ésta absorva sus conflic-tos.(...) El proceso de acumulacion - beneficios- utili-za las energias humanas como mercancías y la ta-rea del trabajo domestico es reproducir esas energiascomo parte integrante de las personas, tarea que sinembargo debe desarrollarse dentro de los límites desu reproduccion como mercancias... Eso hace que“Cuanto más alienados son la relacion las personasy el sistema productivo, más pesado y difícil resulta eltrabajo doméstico. Cuanto más difícil es el trabajodomestico, más desigual es su distribución entre hom-bres y nujeres(Picchio, pag. 455).

    Sin embargo, cuando decimos que el proceso dereproducción social se desarrolla en el seno de la fa-milia, es porque el capitalismo utiliza a tal fin una ins-titución específica. Y así, igual que de la educaciónse encarga la escuela, o de las leyes la justicia, elcapitalismo utiliza una específica para la reproduc-ción social, una en la que además se asienta la divi-sión sexual del trabajo. Una familia patriarcal que, tal

    como analizó Engels, aparece con la propiedad pri-vada y las clases, pero que cada formación social yeconómica -y por tanto cada clase dominante- haido adaptando a sus necesidades, y en nada separecen las situaciones de la familia sierva feudal conla obrera capitalista de hoy. Y como toda institución(superestructura), tiene una relativa autonomía de laproduccion (estructura), llegando incluso a roces ychoques con ella.

    Así por ejemplo, la necesidad de “descongelar”mano de obrz femenina después de la 2ª GM, creócontradicciones en el funcionamiento institucional fa-miliar, generó luchas y arrancó conquistas socialesdel llamado Estado del Bienestar. Así, en la medidaque el trabajo doméstico le permite al capital extraeruna mayor plusvalía, esas conquistas sociales queobligan a que el Estado asuma una serie de obliga-ciones antes reservadas al hogar, llevan a conside-rarlas salario indirecto: “recuperan” una parte de laplusvalía extraida y “pagan” en forma social una par-te del trabajo realizado en el hogar, reduciéndolo.

    A su vez, el proceso de incorporación de la mujeral trabajo, provocó cambios internos en el núcleo fa-miliar, que aunque en ínfima escala, se reflejan en lostiempos de dedicación al trabajo doméstico (ver grá-ficos), aunque seguían reservando la responsabilidadesencial y el mayor tiempo de dedicación a la mujer.Influyó también en que lo que para el capitalismo fueuna temporal descongelación de mano de obra, des-pués se convirtió en un derecho al trabajo; o en elimpulso de un movimiento feminista que tuvo efectosobre el conjunto de la sociedad...

    Es decir, como toda institución, adquiere dinámi-cas relativamente propias que, siendo reflejo de lalucha de clases, a su vez inciden en ella. Pero tam-bién, y como desde cualquier institución del sistema,su autonomía es limitada: igual que no se puede cam-biar el sistema desde la escuela o desde los tribuna-les de justicia, tampoco se puede cambiar desde laestructura familiar. Y también resulta ilusorio pensaren una institución que se transformara “aislada” delsistema, hasta dejar de ser una pieza de él, es decirimaginar la familia “ideal” desligada de su función dereproducción del sistema de clases y, en nuestraepoca, del capitalismo. Puede cambiar relativamen-te, puede incidir en la lucha interna del sistema, perotiene sus límites en aquél. Y si la familia es la estruc-tura esencial de la división sexual del trabajo, sólo espensable romper con esa división, en la medida enque se acabe con el sistema y por tanto sea posibleotro modelo de institución familiar. Es por eso que lalucha por la liberación de la mujer solo es realizableen el marco de la revolución socialista. Ese cambiodel sistema es razon sine qua non de la emancipa-ción de la mujer.

    Pero tan cierto como lo anterior es que ningún pro-ceso es mecánico; y así como el patriarcado hasupervivido adaptándose a distintos modelos familia-res de acuerdo al sistema imperante, sólo del proce-so consciente de combatirlo puede surgir un modelo

    2. INSTITUCION FAMILIAR Y CAPITALISMO.INTERVENCIONISMO ESTATAL Y LUCHA DE CLASES.

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    alternativo que termine con la opresion de la mujer.Lenin asi lo defendía junto a Clara Zetkin ya tomado elpoder en la URSS; es parecido a lo que planteaba conrespecto a las instituciones de la administración delestado o a los derechos nacionales en su testamento.

    2.b. Estado protector:legislacion y servicios sociales.

    La primera legislación protectora fue la Ley deRegulaciór de Minas de 1842 en GB, que prohibió eltrabajo en las minas a niños/as y mujeres. Y su aná-lisis, contradice los planteamiento feministas que venen esa legislación la defensa por parte de los obrerosdel patriarcado, en coincidencia con los intereses delcapital. Así lo demuestra el pormenorizado estudiode Humphries.

    En aquella época, el patrón sólo pagaba a los pi-cadores que eran quienes se encargaban de con-tratar a la cuadrilla que extraia el carbón hasta labocamina, dondeera pesado y paga-do. Para esas fun-ciones, los picado-res llevaban a susfamilias -siguiendo latradición rural deltrabajo familiar-, conlo que la mayoríadel sueldo quedabaintegramente ensus manos, garan-tizando a su vezque no le hicieranextra-perlo con lasvagonetas de car-bón que serían de-fendidas inclusoante otra cuadrillaen la bocamínapues su valor iría aparar a la familia. La necesidad era tal que las muje-res incluso parian en los pozoe o en la bocamina.Los abortos, los nacimientos de niños muertos, elsobreesfuerzo a edad muy temprana, etc... inclusodebilitaba a corto plazo la mano de obra necesaria.Sin embargo, pocos Lores fueron los que defendie-ron la ley por estos motivos.

    Las razones por las que Humphries (pag. 339) opinaque se impuso la ley de Minas son de diversa índole,pero apunta a una de carácter “moral” que haría ala formacion de la familia obrera en el marco delcapitalismo. En plena era victoriana, el capital másdesarrollado, buscaría el amparo del Estado parasalvaguardar sus intereses consiguiendo una mayorregularidad de los mineros en el trabajo (trabajaban3 y cuatro dias a la semana, y “confiaban” en quesu sobreesfuerzo seria seguido por toda su familiapara recuperar el trabajo de los dias restantes) eimponiendo el modelo de familia capitalista que co-nocemos al apartar a la mujer del trabajo. De hechoimponia la división sexual del trabajo. Y hay que pen-sar que lo hacía en el pilar fundamental de la indus-trialización -el carbón cuando el impulso industrial sehacía mediante el vapor-, así que fue reproducido en

    la mayoría de las demás ramas.El proceso de creciente delegación de poder por

    parte de los capitalistas en el Estado, llegó a un pun-to crucial al terminar la 2ª GM. El Estado se vio en lanecesidad de socializar parte del trabajo doméstico afin de liberar suficiente mano de obra femenina parael mercado laboral. Y para ello utilizó de esa mismamano de obra más barata para ofertar los serviciocaracterísticos del Estado del Bienestar, un Estadoque terminaba teniendo una intervencion tentaculary multiforme que invertia para garantizar las condicio-nes sociales de la reproduccion: de vivienda aformacion, salud o asistencia social,a justicia, poli-cía... ; pero tampoco de todos. Hubo un especialinterés en mantener el cuidado de las critauras, queimplicaban una importante reestructuración social yuna importante asignación de recursos, en manosmayoritariamente de las mujeres -por ejemplo, es-casez de guarderias-. Eso era así, porque la nece-sidad del capitalismo de ese estrato especifico delejercito de reserva que son las mujeres tenía un tiem-

    po de vida, y podía conve-nir -como ocurrio- devolver-las a su “lugar”. Por eso, “laasuncion de responsabilida-des directas con respectoa la reproducción por partedel Estado jamás se haplanteado como sustitutivode 1a familia, sino siemprecomo complementaria. Enlas formu-laciones de laspolíticas sociales siempreestá implícita, de hecho, ladevolución de las obligacio-nes domésticas a las mu-jeres. (Picchio, pag. 485).

    Por eso, entre el naci-miento y el mantenimientodel “Estado del bienestar”media mucho trecho. Delintento de respuesta a la si-

    tuación europea de postguerra, del aplastamiento alos movimientos partisanos, la reconstrucción delcontinente sobre bases capitalistas, del plan Marshall... a los procesos inflacionarios de los 60-70 y elinterés de devolver la mano de obra utilizada a su“lugar” y achicar gastos sociales, media el camino yla correlación de fuerzas que impone la lucha declases.

    Así, a lo largo de los setenta, la progresivasindicacion de las trabajadoras, la influencia del femi-nismo, la necesidad en muchos hogares del trabajode la mujer (incluso en USA, el 47% de las familias semantenían con los dos salarios, frente el 29% que lohacía sólo con el del hombre), y el fin del ideal del“salario familiar”, hicieron que fuera el movimiento obreroquien, lentamente, fuera haciendo suya la defensade reivindicaciones como la igualdad de salarios, lasguarderías, licencias por embarazo y parto, etc...

    Es cierto que a más protección, menos “rentabili-dad” para capitalista, y por tanto, más dificultadespara encontrar trabajo. Pero lo que habría que veres qué es causa y qué efecto. De lo contrario, pode-mos terminar apoyando todo el proceso dedesregulación a fin de abaratar costes y competir

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    con la mano de de los paises dragones.En realidad, “la lucha de clases desempeña un

    importante papel en la configuración de las estruc-turas sociales e institucionales y del sistema de pro-ducción y acumulación capitalistas. En segundo lu-gar, que la clase trabajadora desempeña un activoy continuado papel en esa lucha, lo cual le permiteconseguir avances reales, aunque estos se concre-ten a través de la mediación del capitalismo o delEstado. (...)En tercer lugar, pese a los avancesglobales que puede reportar (...) tambien tiene suscostes. Entre estos destacan las divisiones resul-tantes en el seno de la clase trabajadora (...)basadaen la posicion de trabajadores o trabajadoras (...)que sirven de base para una explotación relativa enel mercado del trabajo asalariado” (Humphries yRubery, pag.419) Y ante esas visiones en la claseque son costes de los avances globales, ante lasque hay que tener una política.

    2.c. El fin delEstado del bienestar.

    El 17 de abril de 1982, Reagan, como presidentede los USA, trató de culpabilizar a las mujeres deque se alcanzase la cota del 9% de paro (despuéssubiría aún más): “Parte del desempleo se debetanto a la recesión, sino al enorme incremento delnúmero de personas que se incorporan al mercadode trabajo y, señoras, no quiero señalar a nadie enparticular, pero también se debe a la ampliación delnúmero de mujeres que actualmente trabajan y alas famil ias con dos personas empleadas...”(Milkmann, pag.347).

    En febrero del 96, Aznar, en su campaña electo-ral, impulsaba la imagen de la Sra. Botella -actualPrimera Dama- como el modelo la “Mujer-mujer”,cuyo fin esencial y último sería la de acompañar asu marido y ser madre de sus hijos. Las repetitivasimágenes del dia de la investidura, seguirían mar-cando la misma tónica.

    Tanto Reagan como Aznar, invocan una ideologíaque ya gozó amplia popularidad en los años treintaen los USA y en España con el franquismo.

    En USA la “caza de brujas” de la reaccionaria dé-cada negra de los 30, también lo fue del feminismo.Se negaba el derecho de la mujer al trabajo, cul-pándola del desempleo, con prohibiciones de mu-chas empresas al empleo femenino, particularmen-te al de las mujeres casadas. Se acompañó de lasluchas por el “salario familiar”. El ideal del “salariofamiliar” (bandera de 1os grandes sindicatos -tantola CIO como la AFL-) implicaba que el sueldo delhombre debia cubrir el valor de los gastos de la fa-milia. Y aunque tras la Depresión, fueron muchaslas mujeres que se vieron empujadas a buscar tra-bajo por el paro de sus maridos, la ideologia domi-nante -incluso entre ellas- llevaba a considerarlo, nouna emancipacion sino una “desgracia” debido aque no se habia alcanzado el ideal del salario fami-liar.

    Implícitamente significaba que si el sueldo del hom-bre equivalía al necesario para toda la familia, el de lamujer sería “complementario”. Esa desvalorizacióncomo “segundo sueldo” hacía que los puestos de

    trabajo mayoritariamente cubiertos por mujeres, es-tablecieran sueldos más bajos y que incluso que porun mismo trabajo, el salario fuera menor.

    Solo que Reagan no se enteró que el ideal del “sa-lario familiar” habia ido perdiendo terreno durante laguerra, teniendo una muerte lenta con el procesoinflacionario de los 60-70 que fue acompañado delresurgir del feminismo y la generalización de la rei-vindicación del derecho de la mujer al trabajo y igual-dad en el mercado laboral. Por eso en el 82, fueinmediatamente censurado por la AFL-CIO, y tuvoque abandonar el argumento por la ausencia de unapoyo popular. Pero es que además, el restableci-miento de la familia dependiente solo de los ingre-sos del hombre sencillamente se contradice dema-siado con realidad. Y es que, de nuevo, es lacorrelacion de fuerzas entre las clases, las que de-terminan las mejores a peores condiciono para lostrabajadores, y dentro de ellos, para la mujer.

    Sin embargo, Aznar lo abordó en forma mas prag-mática. Lo ideal, la “mujer-mujer” sería aquella queno tuviera que trabajar; y eso empalma con el sen-timiento de muchas mujeres que se han visto em-pujadas al trabajo en las peores condiciones por lasituacion de paro de sus maridos. Solo que Aznar sisabe que el derecho al trabajo de la mujer es ya underecho adquirido y que entrar en provocaciones ala clase obreracomo las deReagan podríadarle un susto.Por eso, Aznarpasa a los he-chos. Y la drásti-ca reducción delos servicios so-ciales a quienmás golpea seráa las mujeres tra-bajadoras ques e n t i r a nincrementarse lapresión por reple-garse al hogar oincrementarse lastensiones del do-ble trabajo. Asíachica gasto pú-blico a la vez que“reduce” el paro.Y aquí de nuevo,el gran reto es sila lucha en defen-sa de los serviciossociales la toma laclase en su con-junto, o se da unretroceso en la yadeteriorada situa-ción de la mujer.

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    “Si las políticas se ocupan sólo del trabajo asalaria-do, las mujeres se encuentran atrapadas en el dile-ma entre igualdad y protección: o bien tienen queocultar el trabajo de reproducción para ser iguales alos hombres en el puesto de trabajo, o bien debentenerlo en cuenta y exigir “protección”. Si se explicitaen cambio la relación histórica entre producción yreproducción, la vinculación funcional entre trabajoasalariado y trabajo domestico pasa a convertirse enuna cuestion de interes general y deja de ser un pro-blema específico de las mujeres. Esto permite poneren evidencia el carácter instrumental de la“proteccion” y el carácter ilusorio de la “igualdad””(Picchic, pag. 483)

    Y esa debe ser la política del partido: la de hacerconscientes a trabajadores y trabajadoras de la ne-cesidad de 1a unidad de la clase para enfrentar losataques que se vienen. Es la política de combatir lasdivisiones, no negándolas, sino reconociéndolas parapoder subsanarlas. (...)

    Es imperiosa por tanto una política clara que nosdelimite tanto del feminismo interclasista -que comoel nacionalismo iguala por su origen a burgueses ytrabajadores-, como de 1as políticas de los partidos ysindicatos mayoritarios -que en el terreno de la mu-jer, no abordan los problemas como del conjunto nitienen una política para combatir los efectos de laopresion y terminan reduciéndolo a formalismos que,como el del l 25% -de presencia de mujeres-, hastase permite “cumplir” el PP cuando forma gobierno-.(...)

    Así como Trotsky decía que una política de “clase”que no abordara el problema nacional no era unapolítica de clase; así también, una política de claseque no aborde como un problema del conjunto laopresion de la mujer, no es una politica de clase.

    Por eso, compartimos el punto V de las tesis para

    propaganda entre las mujeres: “El 3er congreso deInternacional Comunista confirma los principios fun-damentales del marxismo revolucionario según loscuales no existen problemas “especificamente feme-ninos”. (“Los cuatro primeros congresos la Interna-cional Comunista” Segunda parte. Ed.Siglo XX Ar-gentina, 1973,pag. 154). Por ello, en todo caso, loúnico que Cabe es completar el Programa del parti-do, en la medida que 1º construimos.(...)

    3. EJES PARA UNA POLÍTICA Y EL LUGAR DE LAMUJER EN EL PROGRAMA DEL PARTIDO